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OCHO PECADOS CAPITALES DEL HISTORIADOR (Cortés Riera L.

Resumen: OCHO PECADOS CAPITALES DEL HISTORIADOR.


(Luis Eduardo CORTÉS RIERA. Carora-Barquisimeto, Venezuela, 2007.)

El concepto de pecado se debe a Lucien FEVBRE, con la intención, según manifiesta VILAR,
de alertar sobre los errores y las omisiones más graves y comunes que se cometen en Historia.

1- ANACRONISMO
Es ver el pasado con los ojos del presente y pasarlo a través de nuestros propios prejuicios
y estándares. Es el primer pecado y el más común.
Pensar que en el siglo XVI era “normal” no ser cristiano, hablar de “europeos”, no reparar
en la ausencia de muchos términos que fueron creados luego de la época en estudio (utillaje
mental), que en el ejemplo del autor (siguiendo a Febvre) serían los términos posteriores al siglo
XVI.
Anacronismo de Signo Inverso: 1984 de G. Orwell o Un mundo Feliz de A. Huxley, que
trasladan al futuro sus preocupaciones por el presente, en este caso de la época de la posguerra.
Muchos conceptos usados actualmente para describir procesos y épocas antiguas no
habían sido inventados, por lo que ésta es también una forma de anacronismo.
Reconstruimos de acuerdo a nuestros prejuicios y a nuestras imágenes estándar. El juego
de ambos factores (empírico y social) encierra la dinámica natural del cambio en la historia de la
ciencia.

2- CREERSE HISTORIADOR SIN SERLO


“El historiador no es el que sabe. Es el que investiga”, decía Febvre. Bloch decía que “el
historiador se fragua en su taller o en su banco de artesano”. Los docentes pasan por
historiadores sin serlo, ya que muy rara vez leen a los propios historiadores, y se quedan sólo con
los textos escolares o con resúmenes de algún sitio de Internet.
El historiador no se hace solo en sus bibliotecas, sino también en los archivos, en sus
viajes, en sus vivencias y en su edad.
“El búho de Minerva emprende su vuelo al atardecer de la vida”, decía KANT.
“La historia es un esfuerzo por conocer mejor, una cosa en movimiento”. Si uno se limita
solo a describir, eso siempre será traicionarla un poco”, dice Bloch.
- Sujetarse al DOCUMENTO y a la ERUDICION es limitarse también
- Falta de reflexión del historiador sobre su trabajo
- El verdadero historiador debe ser geógrafo, jurista, sociólogo, psicólogo, lingüista,
semiólogo, y no debe cerrar los ojos ante cualquier cosa que trasforme las ciencias en general

3- VACILAR ENTRE LA CIENCIA Y EL RELATO


Muchos historiadores aun hoy creen que la historia no es ciencia, cuando ya Ranke desde
1810 se esforzaba para que así fuera considerada.
La Historia tiene un método, ya que requiere el rigor metodológico de los
procedimientos de la ciencia. Busca explicaciones demostrables, intersujetivas, contextualizables,
para los procesos históricos. Pero sus resultados no tienen valor universal ni pueden establecer
predicciones. Es una ciencia pero de otra manera.
Por ello la Sociología negó sistemáticamente a la Historia, en especial Durkheim, pero
luego se ampliaría el objeto de estudio de la Historia a la sociedad, la economía.
A fines del s. XIX la Historia se trasformó en disciplina histórica y luego, ya entrado el siglo
XX, en “ciencia histórica”, significando esto una rigurosa separación entre el discurso científico y
el literario, entre historiadores profesionales y aficionados.

BENÍTEZ, Ariel. Página 1


OCHO PECADOS CAPITALES DEL HISTORIADOR (Cortés Riera L.)

La Historia ha tenido que enfrentar desde siempre la “competencia” de la literatura, que


tiene la ventaja de no tener que sujetarse a las odiosas “citas a pie de página”, es decir sin
someterse a los postulados de la ciencia, empleando libremente la imaginación. Sin embargo, dice
Cortés Riera, la historia científica también requiere mucho de imaginación, como todas las
ciencias.
Un ejemplo de la necesidad de usar la imaginación lo da el trabajo de los paleontólogos, ya
que deben reconstruir patrones de conducta que usualmente no se pueden contrastar con el
registro fósil, demasiado estrecho y pequeño, en donde forzosamente se deben integrar un
“cáustico escepticismo y una imaginación abierta”.
De hecho la Hermenéutica (interpretación de textos del pasado) requiere de mucha
imaginación, ya sería imposible que un intérprete pueda comprender el significado semántico de
un texto si no es capaz de representarse las circunstancias apropiadas en que fue producido,
según Habermas. “En el proceso de comprensión, el autor tendrá que liberarse de su propio
horizonte contemporáneo”, dice H. G. Gadamer.
Es que los documentos no hablan sino cuando se sabe interrogarlos, dice Bloch. No todas
las preguntas pueden hacerse a un texto, sino las apropiadas, dice Droysen.
Incluso los silencios dicen mucho al investigador. La falta de la palabra Purgatorio en las
Constituciones, para Le Goff, es un ejemplo de interpretación e imaginación puestos al servicio de
la Historia.

4- DETERMINISMO
Determinismos creados por las diferentes corrientes científicas: de clima y raza (según los
positivistas), económico (según los marxistas), que da la primacía de todos los sucesos de la
sociedad a lo económico, relegando otras causas a un lugar menor.
Siguiendo a HOBSBAWM, Cortés Riera se preocupa en distinguir entre un componente de
marxismo vulgar o marxista en el análisis científico.

1. Interpretación económica de la Historia


2. Modelo Base y Estructura
3. Interés de clase y lucha de clases
4. Las leyes históricas y la inevitabilidad Histórica

La Endogamia, como fenómeno que evita la disgregación del patrimonio y de los linajes,
pero que quien la establece es la Iglesia a través de las dispensas matrimoniales.
Los determinismos también han influido para mantener la estabilidad de determinadas
sociedades, como la de Nueva España, por períodos extremadamente prolongados.
Determinismo de Signo Inverso: esto es seguir a Weber pero hacerle decir que la causa
del capitalismo es el protestantismo.

5- PROVINCIANISMO
Es el pecado de creer que nuestra localidad y nuestra propia formación son el centro o el
ombligo del mundo, y que fuera de ellas nada vale la pena o despierta interés.
Provincianismo es cerrarse a la semiología, la lingüística, la paleontología o la física
cuántica. La complejidad pide una nueva integración entre cultura humanística y cultura científica.
El INDIVIDUALISMO es una tendencia muy del mundo hispánico: le tememos a las
comunidades de discurso, y allí afloran la crítica, la duplicación de temas, la envidia y los celos.
LA “HISTORIA LOCAL” NO EXISTE: todo está conectado.

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6- TEORICISMO Y EMPIRISMO (Documentalismo)


Es apartarse de las realidades y creer que la teoría lo explica todo. Pobre de los hechos
empíricos que no cuadren con la teoría. Es una curiosa forma de pereza mental y de trasero.
El oficio del historiador es una tarea más o menos empírica, y no exactamente filosófica-
especulativa, que requiere largas y fatigosas jornadas en los archivos.
De todos modos es preferible el teoricismo al simple empirismo, según Pierre Vilar.
Recordar que “toda ciencia (y la Historia lo es) trabaja con conceptos y categorías”, Pero en
América Latina, la teoría brilla por su ausencia: es una rara avis.
De todos modos tampoco hay que encerrarse en el método, ya que muchas veces “es una
camisa de fuerza que mata la imaginación”.
“Nadie sabe lo que encuentra si no sabe lo que busca”, dice Bloch. De ese modo se
evitaría el síndrome TMT (Todo Menos Tesis), que afecta a muchos aprendices de historiador.
La Historia es una ciencia que mezcla teoría y empiria de una manera particular,
generando “un diálogo entre teoría y dato, en el que el instrumento interrogativo es la hipótesis,
el interrogador es la lógica histórica y quien responde es el dato empírico”, según E. P. Thompson.

7- ACRITICISMO
Los investigadores creen a ciegas lo que leen u oyen, lo que indica falta de análisis crítico y
de rigor historiográfico.
Cada vez que ejercemos la autocrítica, que comprobamos nuestras ideas a la luz del
mundo exterior, estamos haciendo ciencia. En cambio, cuando somos autoindulgentes y acríticos,
cuando confundimos esperanzas con hechos, caemos en la pseudociencia y la superstición.

8- CRONOLOGISMO
Linealidad en las explicaciones históricas.
El cronologismo aun goza de muy buena salud en las explicaciones históricas.
Fueron los positivistas los que lo llevaron a sus últimas consecuencias, ya que pensaban
que ordenar los hechos históricos en una rigurosa cronología daba explicación por sí misma a
tales hechos históricos: las famosas cadenas de causa y efecto.
Es ineludible dejar atrás la Historia-crónica y marchar hacia una Historia-investigación,
una explicación del pasado y no su simple descripción.
En respuesta a este pecado es que podemos ver temporalizaciones como la de Hobsbawm
y su “Largo s. XIX” o “Siglo Corto”, en referencia al s. XX (lo sitúa entre 1917 y 1991). El tiempo no
es un absoluto sino que depende del observador, diría Einstein.
La razón por la que este pecado ha tenido tan larga vida es porque la cronología ha sido,
desde los inicios de la civilización y quizá antes, el primer instrumento comparativo y jerarquizador
de lo sucedido. Por ello muchas veces la exposición histórica sólo conoce un tiempo
unidimensional, en el que los sucesos posteriores siguen a los anteriores y se hacen comprensibles
gracias a éstos.

BENÍTEZ, Ariel. Página 3

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