Sunteți pe pagina 1din 1

Aristóteles – B.

El ser y el ente

De un modo confuso se hallan ya en la filosofía anterior a Aristóteles.


Pero éste es el primero que las analiza metódicamente, las coordina y las
encuadra en un sistema de conjunto, que abarcará al ser en su desarrollo
desde las fronteras de la nada hasta los lindes del infinito.
Ousía. Si se quiere dar una explicación del ser como tal, se presenta
inmediatamente de un modo natural el concepto de oŸsÖa, que quiere
decir justamente ser, ente, concepto que había ya ampliamente utilizado
la filosofía antes de Aristóteles, particularmente Platón.
Analogía del ser. Aristóteles repara ante todo en que este concepto no es
un concepto unívoco. «El ser se dice de muchas maneras» (Met. G, 2; 1003a
33). Ser tiene Sócrates en su individualidad; ser tiene también el hombre
como tal en su esencia general; ser tiene una determinada propiedad que
siempre se encuentra como accidente en una sustancia; ser tiene también
una unidad de valor ideal, pues decimos por ejemplo que 2 y 2 «son» 4;
ser tiene el cuerpo, y ser, aunque distinto, tiene el alma; ser llamamos a
lo real y también llamamos ser a lo posible; asignamos el ser a lo pasado
que ya fue y a lo por venir que aún no es. ¿Qué es en todo esto el ser en
su propio y primerísimo sentido? Aristóteles echa mano de un concepto
usual para ejemplarizarlo; el concepto de sano. Llamamos sano, dice él, a
un estado del cuerpo; pero también decimos sano al color del rostro, que
solo es un signo de la salud; y también denominamos sana una medicina
que restablece la salud perdida, o un manjar que la conserva. En todas estas
denominaciones el concepto de sano no lo usamos en un sentido perfecta-
mente igual (unívoco), pero tampoco designa cosas totalmente distintas con
la misma palabra (equívoco), sino que lo tomamos en un sentido análogo.
Hay, sin embargo, un sentido originario y propio al que todos los otros
menos propios se refieren, y que es el que entendemos cuando pensamos
en la salud del cuerpo (Met. G, 2). Pues tal ocurre con el concepto de ser.
Se predica en efecto de un modo análogo de los diferentes seres. El ser
que decimos de Dios, del mundo, del espíritu, del cuerpo, de la sustancia,
del accidente, ni tiene con la misma palabra un sentido totalmente igual,
como cuando con idéntico sentido y significado aplicamos el concepto de
viviente al hombre y al animal, ni tampoco sobrentendemos con idéntica
palabra un sentido enteramente diverso, como al llamar escudo a una mone-
da y a un arma defensiva, sino que lo entendemos de un modo análogo.
Esta predicación, que está entre la univocidad (sinonimia en Aristóteles) y
equivocidad (homonimia), no la designa, con todo, como analogía, sino
como denominación con respecto a algo o de algo (pr’j õn, ¢f'òn“j), lo
que podría llamarse «plurisignificación relativa». «Analogía», en cambio, es
en él primariamente proporcionalidad de dos relaciones, v. g., el ver es al
cuerpo como el pensar al alma. Esta concepción, llamada más tarde ana-
logía de proporcionalidad, parece provenir de la matemática, como puede

207

S-ar putea să vă placă și