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INTRODUCCIÓN
La salud de los niños, niñas y adolescentes es un factor determinante para la vida de los
seres humanos, ya que dentro de su desarrollo y crecimiento la salud en general implica
una estabilidad para poder ejecutar todas las acciones de la vida cootidiana. El Informe
Mundial de la Salud de 2001, da un argumento de peso, para abordar las necesidades de
la salud mental de la población. Mediante este documento y el Proyecto de Acción Global
de Salud Mental, la OMS está procurando trasladar el tema de la salud mental en las
políticas y prácticas sanitarias, desde una posición marginal a una posición más
prominente en el campo de la salud publica. Los gestores políticos y los gobiernos se
están sensibilizando cada vez más del peso que suponen los trastornos mentales y de la
necesidad de acciones inmediatas para abordarlos.
CONTENIDO
Título: CONTEXTO GENERAL DE LA SALUD MENTAL DEL NIÑO Y EL
ADOLESCENTE
No es un secreto para nadie que mientras los servicios de salud mental de los niños
formen parte de los de adultos la mayoría de los fondos y recursos van para estos últimos.
Así ha sido siempre y en todas partes (OMS, 2005). Hoy no es posible ni siquiera
desglosar recursos y fondos empleados para la atención a este grupo de edad. Poder
identificarlos sería un primer paso para detectar las necesidades en ese campo y adoptar
medidas.
Tampoco hay duda respecto a la gravedad y serias consecuencias que tienen estos
trastornos cuando no se tratan. La ausencia de diagnóstico y tratamiento de los problemas
de salud mental de los niños y adolescentes condiciona seriamente su futuro, disminuye
sus oportunidades educativas, vocacionales y profesionales, y supone un coste muy alto
para las familias y una carga para la sociedad. Se da la circunstancia de que un porcentaje
muy elevado de niños y jóvenes que sufren trastornos mentales y no son diagnosticados
terminan en Centros de Menores y en el mundo de la delincuencia, es decir, lo que no hizo
el sistema sanitario pasa a ser un 8 problema del sistema judicial cuando ya es muy difícil
el remedio (Cauffman, 2004). No hay que olvidar que estos trastornos pueden prevenirse,
otros tratarse y curarse y una gran mayoría de pacientes puede llevar una vida
satisfactoria. Las medidas destinadas a la detección de los trastornos mentales son
inseparables de otras encaminadas a promover la salud y el bienestar de los niños que no
sufren enfermedades, mediante programas dirigidos a los padres desde los colegios, los
servicios de atención primaria, los hospitales, los medios de comunicación y otros.
Puede concluirse que a lo largo del Siglo XX la atención a la salud mental de los niños y
adolescentes se ha caracterizado por la dispersión de los recursos, la ausencia de
especialistas, la concepción de los servicios infantiles como una prolongación de los de
DIPLOMADO EN SALUD METAL DEL NIÑO Y EL ADOLESCENTE
|GUÍA MÓDULO 1: CONTEXTO GENERAL DE LA SALUD MENTAL DEL NIÑO Y EL ADOLESCENTE 5
adultos, la ausencia de programas oficiales de formación de psiquiatras y psicólogos
clínicos para niños y adolescentes, la ausencia de coordinación la escasa planificación y la
falta de inversiones en investigación. La Salud Mental de los niños y adolescentes ha
carecido de identidad propia y ha sido poco visible para los pacientes y para la sociedad,
con la persistencia de mitos y prejuicios propios de épocas pretéritas.
Además, nos encontramos con el problema de la doble marginación que sufre en España
la atención de la salud mental de los niños y adolescentes (la que, por un lado, padecen en
el ámbito de la Sanidad y, por otro, en el de la salud mental de adultos). Del mismo modo,
el deficiente estado de dicha atención perjudica gravemente tanto a la prevención precoz
en la infancia y adolescencia como a la del adulto, ya que una gran parte de los problemas
de salud mental de éste se gestan y desarrollan durante estas etapas anteriores. Cuando
la enfermedad avanza y se cronifica trae consigo dos elementos denominados con
términos similares, pero con distinto contenido: perjuicio y prejuicio.
Es una realidad que el estigma no afecta exclusivamente a la persona enferma, sino que
también se proyecta y recae sobre las familias, estas se enfrentan a una situación tan
desconocida como dolorosa para la que no están informados ni preparados. Muchos
padres y otros familiares se sienten
culpables, por lo que ellos también
requieren prestaciones, información,
formación y apoyos especializados.
Como consecuencia del
desconocimiento les asaltan ideas
confusas sobre si deben buscar ayuda o
no. Temen tanto al estigma asociado a
los trastornos mentales que se retraen,
ocultan, no aceptan la realidad,
demoran la búsqueda de soluciones,
impiden y retrasan el abordaje del
problema, dificultando y retardando la posibilidad de mejoría. El desconocimiento fortalece
el estigma, por lo que es esencial una estrecha comunicación, información, formación de
los profesionales, de las familias y sociedad en general.
Algunos problemas de salud mental duran solamente períodos cortos de tiempo, mientras
que otros, potencialmente, pueden durar toda la vida.
Espera que un mismo factor causal pueda llevar a diferentes evoluciones, así como varios
factores causales puedan llevar a la misma evolución1,2. La Organización Mundial de la
Salud ha señalado que los trastornos psiquiátricos que comienzan en la niñez deben ser
motivo de preocupación para la salud pública. En los Estados Unidos, los cinco estudios
comunitarios ECA, efectuados en adultos demostraron que en algunos trastornos
psiquiátricos la edad de comienzo era más temprana de lo que se pensaba. Más
recientemente, el Estudio Nacional de Replicación de Comorbilidad lo confirmó,
entregando los siguientes datos sobre edades promedio de comienzo:
- Los trastornos adictivos puros a los 21 años y patología dual a los 11 años.
Los estudios de cohortes seguidas desde los años 60 han entregado valiosa información.
Se observa un grupo de trastornos en los cuales la mayoría de los casos comienzan en la
niñez (T de déficit atencional/hiperactividad, autismo y otros T penetrantes del desarrollo,
angustia de separación, fobias específicas) y otro grupo comienza en la adolescencia
(fobia social, T de pánico, abuso de sustancias, depresión, anorexia nervosa, bulimia).
El caso del T. de Conducta es especial, ya que existen dos grupos: uno de comienzo en la
niñez y otro en la adolescencia, teniendo peor evolución el primero de ellos. Por otra parte,
estos estudios muestran que existe un alto grado
de continuidad entre los trastornos psiquiátricos de
niños, adolescentes y adultos y que los trastornos
de comienzo en infancia pueden recurrir en
adultez. Sin embargo, los esfuerzos para compilar
datos de prevalencia en el mundo son escasos y
las necesidades de salud mental de los niños no
son satisfechas, ni siquiera en países de alto nivel
de ingreso.
Otra línea de trabajo muestra el efecto de factores de riesgo psicosociales tempranos para
enfermedades médicas crónicas de la edad adulta9 y de problemas biológicos tempranos
para el desarrollo posterior de trastornos psiquiátricos10. Es conocido el hecho que las
adversidades en la infancia aumentan el riesgo de trastornos psiquiátricos en la adultez.
Existe evidencia creciente que un grupo de factores de riesgo y protectores
socioeconómicos y evolutivos influyen sobre el curso de enfermedades médicas y
psiquiátricas posteriores (pobreza, falta de apego con los cuidadores primarios, malas
relaciones familiares, maltrato y abuso infantil, depresión materna, mal rendimiento escolar
y estructura familiar desintegrada).
La gran meta de prevención es crear un ambiente en el cual los niños, incluso los
genéticamente vulnerables no sean expuestos a factores de riesgo o sean protegidos de
sus efectos. Se ha demostrado que las intervenciones tempranas pueden prevenir o
reducir la probabilidad de discapacidad a largo plazo. La epidemiología puede proveer
información básica, herramientas de medición y diseños de investigación para estas
intervenciones. Respecto al tratamiento, la epidemiología busca conducir ensayos clínicos
multisitio complejos. Las intervenciones efectivas tienen la potencialidad de reducir la carga
de los trastornos psiquiátricos en el individuo y la familia y el costo a los sistemas de salud
y la comunidad.
Los problemas de salud mental de los adolescentes acarrean unos altos costes sociales y
económicos ya que, conforme pasa el tiempo, suelen sufrir discapacidades. Los factores
de riesgo de los problemas de salud mental están suficientemente demostrados e incluyen
los malos tratos en la infancia; la violencia en la familia, la escuela y el vecindario; la
pobreza; la exclusión social y la desventaja en materia de enseñanza. Las enfermedades
psiquiátricas y la toxicomanía en los progenitores, así como la violencia marital, también
aumentan la situación de riesgo de los adolescentes, al igual que estar expuestos a las
alteraciones sociales y la angustia psicológica que acompañan a los conflictos armados,
los desastres naturales y otras crisis humanitarias.
El estigma dirigido hacia los jóvenes con trastornos mentales, y las violaciones de los
derechos humanos a las que están sometidos, aumentan las consecuencias adversas. En
muchos países, solo se somete a un reconocimiento y a unos cuidados básicos a una
Por lo tanto, los problemas de salud mental en los jóvenes representan un importante reto
para la salud pública de todo el mundo. Las medidas preventivas pueden ayudar a evitar el
agravamiento y la progresión de los trastornos mentales, y una pronta intervención limita la
gravedad de los mismos. Los jóvenes a los que se les reconocen sus necesidades de
salud mental actúan mejor en la sociedad, rinden de manera más eficaz en la escuela y
tienen más posibilidades de convertirse en adultos productivos y bien adaptados
socialmente que aquellos cuyas necesidades no están siendo satisfechas. El apoyo a la
salud mental, su prevención y un tratamiento oportuno reduce también la carga que pesa
sobre los sistemas de atención de la salud. Si se quiere lograr una prevención y asistencia
eficaces, es esencial que exista una mayor conciencia
pública sobre los problemas de salud mental y un
respaldo social general a los adolescentes.
http://www.aepcp.net/arc/LaSaludMental_I-J.pdf
http://www.scp.com.co/ArchivosSCP/PDF/saludmentaladolescentecolombia.pdf
http://www.scielo.cl/pdf/rchnp/v47n3/art01.pdf
http://www.unicef.org/spanish/sowc2011/pdfs/La-salud-mental-del-adolescente.pdf