Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Breve sinopsis
Una joven occidental se ve obligada a transportar una bolsa de droga de última generación en
su cuerpo desde Corea. La bolsa se rompe. El contenido se vierte en su cuerpo y desata un
funcionamiento cerebral que le confiere poderes sobre sí misma y el entorno. Ella busca respuestas y
los traficantes la buscan a ella.
Breve crítica
Sobre una estructura de acción a base de tópicos, se vierten matices que intentan sin éxito
dar más profundidad a una película que no tiene ninguna.
Datos
• Lucy
• Producción de 2014 (Europa Corp, TF1 Films Production y Universal Pictures)
• Guión y dirección de Luc Besson
• Protagonizada por Scarlett Johansson y Morgan Freeman.
1
dedos índice, tal y como lo representó Miguel Ángel en su célebre obra de la Capilla Sixtina.
Tópicos
La película rebosa tópicos. No puede ser de otro modo. Este tipo de cintas intenta contectar
rápido y sin excepciones con un público que no desea que le hagan pensar, sino pasar un rato
entretenido que tal como viene se va. Lo más meritorio de este film es que adorna de tal modo el
relato que da la impresión de contar con una profundidad de análisis y reflexión que en la práctica es
absolutamente nula. Quien asiste a la sala puede, con ello, salir con la sorprendente sensación poco
más o menos de haber disfrutado con una pieza intelectual.
• La debilidad es simbolizada por mujeres jóvenes y guapas, cuando no por niños. La mujer
joven y guapa permite dos efectos inviables con niños. Por un lado, estimulan el deseo sexual,
muy asociado con el instinto de posesión que, a su vez, se asocia con la evitación de
posesiones externas. El espectador odia a cualquier hombre que amenace con poseer a Lucy
y, por extensión, la dañe. Este recurso se explota incansablemente cuando se desea generar
odio hacia los malos, sistemáticamente ocupados en dañar a seres débiles desde el primer
momento de este tipo de películas. Si la protagonista fuera vieja o fea, el efecto
desaparecería. Este efecto, además, aumenta de importancia cuanto más se abusa de
consumir estas películas. El otro recurso inviable con niños es la mutación hacia heroina. Es
más verosímil asumir la existencia de una mujer justiciera a través de la acción física que no
en alguien de pocos años de edad. Es la rebelión de los débiles, una conexión muy potente
sobre los problemas de frustración y autoestima de espectadores educados en que solo valen
quienes han triunfado por encima de los demás.
• La justicia se ejerce a través de las armas. Es de una incoherencia difícil de soportar que una
persona con el poder de mover objetos y humanos sin tocarlos, necesite acudir a la función
de feria de escopetas y pistolas. Pero es necesario para comunicarse con espectadores ya
adoctrinados en la relación justicia-violencia. En toneladas de películas, como ocurre con
esta, la violencia se presenta como el único remedio para terminar, precisamente, con la
violencia. Para ello hay que distinguir entre violencia buena y violencia mala. La única forma
de conseguirlo es atender a quién la ejerce. Lucy es la buena. El mafioso y su grupo son los
malos. La nacionalidad del director justifica la aparición, dentro de los buenos, de la policía
francesa, que igualmente ha de enfrentarse al mal a pistoletazo puro.
• La ciencia es una cándida poderosa. Cansinamente, las abundantes películas de este corte
utilizan a la ciencia como suministradora de recursos muy potentes que no es capaz de
gestionar. Los malos acuden a ella para hacer el mal. Los buenos, para hacer el bien y para
luchar contra el mal. En la cinta, la ciencia mala genera la droga de diseño; mientras que la
ciencia buena diserta sobre el potencial del cerebro humano. Como también es tópico, la
ciencia es una cuestión occidental, por lo que ambos personajes están representados por
occidentales, si bien se ha cuidado de que el negro esté en el bando bueno y el blanco en el
malo. La elección del malo es también poco original. El banco de recursos para ello,
mayoritariamente formado por árabes musulmanes e hispanos católicos, ocasionalmente
suministra malos rusos (o de su área de influencia), chinos o coreanos, como ocurre en esta
ocasión. Una pequeña licencia original es saltarse el hábito de que el malo-malísimo es el
único del bando de los malos que domina el idioma civilizado. En este caso no ocurre.
• La carrera destructiva en coche. En la transición española se observó el fenómeno del cine de
destape. En una entrevista, Andrés Pajares relataba que al finalizar una película se dieron
cuenta que no aparecía ningún desnudo. Para corregirlo, grabaron e insertaron unos breves
minutos en los que, con la excusa de hacer una fotografía para un carnet, se les indicaba a dos
extranjeras ingenuas que se desnudaran. Una película tópica de acción ha de incluir una
2
trepidante carrera en coche, habitualmente una persecución donde el bueno va tras el malo,
en el que se generan destrozos y múltiples accidentes. Es una incertidumbre de mentirijillas,
un acuerdo implícito entre guión y espectador, donde se sabe que los visibles (buenos y
malos) seguirán en la misma situación tras la carrera, mientras que los extras ponen los
muertos. En la cinta, puede calcularse en torno a tres o cuatro docenas de muertos inocentes
e ignorantes en la escena en la que Lucy corre hacia el hospital para evitar que los malos se
apropien de las bolsas de droga. Otra gran incoherencia. ¿Dónde deja esta superdotada sus
poderes insondables para decidir que ha de transportarse montada en un coche de cuatro
ruedas matando gente por el camino?
El dilema mesías-extras es lo que más me preocupa de este tipo de cine. Estas películas
utilizan una clasificación en tres bandas: las personas que merecen vivir (los protagonistas buenos),
las personas que merecen morir (los protagonistas malos) y las personas que si viven o mueren nos
trae sinceramente sin cuidado. Los malos son guiados por un líder sin escrúpulos. Los buenos lo son
por un líder mesiánico, iluminado. Cualquiera podría ser malo si prescinde de escrúpulos. Pero solo el
mesías puede ser mesías, solo uno es el elegido, en este caso elegida. Esta insaciable costumbre
refuerza la sensación generalizada de que el mundo se organiza del mismo modo: los buenos, los
malos y los efectos colaterales.
La droga y el cerebro
La posible sensación de haber asistido a un film casi intelectual, si existe se provoca por la
alusión a supuesto conocimiento científico y datos técnicos. Hay dos aspectos irreales abordados en
la película con el sello de una falsa ciencia: los efectos de la droga y el funcionamiento cerebral.
Las personas percibimos a través de los sentidos. Lo que vemos, por ejemplo, es fruto de un
camino largo y complejo. La luz llega a los ojos, donde estos órganos transforman las ondas en
impulsos nerviosos que llegan, a través del nervio óptico, al cerebro. Este es estimulado y en ese
momento “vemos”. Cuando el camino es el descrito, lo que vemos se encuentra fuera. Pero en
algunas ocasiones puede estimularse el cerebro, de tal forma que vemos cosas que no están fuera.
Este es uno de los efectos de algunas drogas, y lo llamamos alucinación. En una alucinación alguien
puede ver a su padre ya fallecido trayéndole una cesta de plátanos. Lo ve, pero no está ocurriendo
más que en su cerebro. Las drogas no tienen efecto fuera de la piel de quien se droga. La historia de
una sustancia que permite a las personas mover objetos a distancia o transformar real y
efectivamente algo en el exterior, puede ser muchas cosas menos ciencia. Drogas hay, además, de
muchos tipos y efectos. El café, la nicotina, las anfetaminas, el cannabis o la cocaína, excitan. El
alcohol, los barbitúricos, el opio o la heroína, deprimen el sistema nervioso. La marihuana o el LSD
provocan alucinaciones.
La expresión “capacidad del cerebro” es difícil de manejar. El cerebro no es un recipiente que
se llene o vacíe. Es un órgano dinámico. Buena parte de su dinamismo lo generan dos procesos
contrapuestos: la progresiva desaparición de neuronas y el progresivo aumento de conexiones entre
ellas. Las conexiones se establecen a lo largo de toda la vida, de tal modo que cada vez hay más
neuronas conectadas con otras. No obstante, las neuronas son células que mueren y son
mayoritariamente no suplantadas, por lo que cada vez tenemos menos neuronas en nuestro cerebro.
Para establecer una afirmación del tipo “utilizamos solo el 10% de nuestra capacidad cerebral”, hay
que partir de que existe un 100% y esto no tiene sentido o puede ser interpretado de múltiples
formas. Por ejemplo, podemos pensar que el 90% del cerebro está inactivo. Esto no es cierto. Lo
utilizamos entero. En caso contrario, podríamos prescindir de partes del cerebro sin notar ningún
efecto. ¿Voluntarios para la prueba? El 100% podría ser que todas las neuronas se conectaran con
todas las demás, algo fisiológicamente imposible. Lo que sí está fuera de toda duda es que cualquier
3
método para potenciar el funcionamiento cerebral tiene exclusivamente efectos directos en el
sistema nervioso, e indirectos en aquello que el sistema nervioso influye. En su radio de influencia se
encuentra, por ejemplo, saber más cosas o ejercer mayor control sobre algunos órganos internos,
pero nada de piel para fuera como sería mover objetos sin tocarlos, o modificar el tiempo.