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APLICATIVAS
Mg. Juan Alfredo Díaz Hoyos/ Aníbal Vergara Vásquez
Trujillo- Piura
2018
ESTUDIANTE:---------------------------------------------------------------
Práctica No. 2 Ética y Deontología
Tema: ¿Qué gano si me porto bien?
Fuente: Catholic.net
Autor: P. Fernando Pascual
“¿Y qué gano si me porto bien?” Cuando un adolescente o un joven pregunta esto, quiere que le demos un
motivo para portarse bien, para vivir éticamente, para ver si realmente vale la pena no seguir sus gustos
sino lo que le dicen (o ya sabe) que es correcto.
Cuando es un adulto quien hace esta pregunta, quizá lo hace porque los golpes de la vida le llevan a
pensar que actuar honestamente no siempre produce felicidad. Incluso, porque cree que los malos, con su
aparente victoria y su sonrisa de triunfo, muestran que es posible ser felices en medio del vicio y la
injusticia
. Necesitamos demostrar que no hay verdadera felicidad sin vivir éticamente. Lo cual implica tres cosas.
Primero, tener una idea clara de lo que es la felicidad. Segundo, comprender bien lo que es la ética. Y tercero,
ver que el único camino para ser felices es vivir éticamente.
¿Qué es la felicidad? Alguno podría pensar que la felicidad coincide con satisfacer cualquier deseo de las
personas, o con vivir según las opiniones que están de moda. Entonces sería feliz el que realiza sus sueños
de pirómano, o el que abusa de los pobres a través de la usura, o los que simplemente se contentan con
escuchar mil veces la música de moda sin molestar a nadie y sin dejar que nadie les moleste.
Intuimos que esta respuesta es muy insuficiente, pues si identificamos la felicidad con seguir cualquier
deseo, cualquier capricho, millones de personas que no logran lo que anhelan serán infelices. A la vez, serían
felices quienes llevan a cabo fechorías sin nombre, como los criminales o los terroristas que “gozan” y
aplauden cada vez que consiguen matar a víctimas inocentes.
La felicidad tiene que ser algo mucho más profundo y más noble. Según pensadores como Platón, Aristóteles,
san Agustín y santo Tomás, la felicidad sería el resultado de alcanzar la plenitud humana. Es decir, consistiría
en vivir de acuerdo con lo que significa nuestra naturaleza vista no de modo parcial (caprichos, ocurrencias),
sino de modo integral: con nuestra alma y con nuestro cuerpo, con nuestras aspiraciones personales y con
nuestra condición de hombres que viven en sociedad y abiertos a lo eterno.
Estos grandes pensadores griegos y cristianos reconocieron que el hombre es sensible y espiritual, “solitario”
y miembro de un grupo, temporal y eterno, necesitado de bienes materiales y capaces de prescindir de los
mismos por motivos superiores. Su felicidad sólo es posible si alcanza su plenitud en todos esos campos.
Definir así la felicidad no evita, sin embargo, un serio problema: cualquier vida humana está continuamente
sometida a imprevistos, en todos los niveles, personal y social, corporal y espiritual. ¿No era otro griego,
Solón, quien afirmaba que no podemos llamar a nadie feliz mientras viva, sino sólo cuando haya cerrado la
historia de su existencia terrena?
Este problema nos hace mirar más allá de la muerte, y preguntarnos por lo que pueda haber detrás de la
frontera. De lo contrario, tendríamos que aceptar trágicamente que muchos hombres honestos han sufrido
enormes desgracias, mientras muchos malhechores presumen de aparentes “alegrías”. Y que luego, unos y
otros se pierden en la nada, como si no hubiese ningún juicio que pusiese las cosas en su sitio, como si no
existiese ningún Dios que llene de gozo a los buenos y que “castigue” a los criminales irredentos.
No basta, desde luego, con suponer y “esperar” que exista otra vida para completar la idea de felicidad: sobre
un punto tan importante hace falta la máxima certeza posible. La misma filosofía ha ofrecido buenos
argumentos para mostrar que el hombre es un ser inmortal, que la muerte no absorbe a quienes llegan a la
tumba. Argumentos, hay que reconocerlo, que no todos aceptan, pero eso no les priva de validez. También
hay quienes piensan que la violencia puede ser usada cuando a uno le beneficia, y no por ello la idea contraria
deja de ser verdadera y defendible desde un punto de vista simplemente racional.
Podríamos decir, como una primera conclusión, que la felicidad consiste en la plenitud integral del hombre.
Una plenitud que le permite desarrollar armónicamente sus distintas dimensiones, sea como persona
individual, sea como persona en sociedad, sea en el tiempo, sea en la eternidad. Cuando la plenitud se
consigue, somos felices. En el cuerpo y en el alma, con los bienes materiales y con los amigos verdaderos,
con las satisfacciones de una vida plena que pone orden a tendencias no siempre orientadas a lo bueno, y
que acrecienta las potencialidades espirituales de quienes buscan lo noble, lo bello
Lo anterior nos pone ya en camino para buscar una definición de lo que sea la ética. Si la felicidad consiste
en lograr esa plenitud integral a la que todos estamos llamados, la ética no podrá ser un conjunto de normas,
leyes o costumbres que nos aparten de ese objetivo, sino que tiene que orientarnos necesariamente a
conseguir una meta tan valiosa.
Por desgracia, a lo largo de los últimos 300 años se han elaborado teorías sobre la ética que han dejado de
lado un profundo y serio estudio sobre el hombre. En vez de reconocer las dimensiones fundamentales que
componen la naturaleza humana, se han limitado a analizar deseos, sentimientos, estados psicológicos de
las personas.
En este contexto, algunos han afirmado que es bueno aquello que nos llena de una satisfacción más o menos
profunda, que es malo aquello que nos provoca inquietudes o sentimientos de fracaso. Si aceptásemos esto,
habría que reconocer que hay tantas visiones éticas como ideas pasan por las cabezas y los corazones de
millones de seres humanos que viven de modos muy distintos entre sí.
Otros autores, más que fijarse en el sujeto que actúa, han elaborado sus teorías éticas con la mirada puesta
en la sociedad. Según estas teorías, son los demás, los otros, esa “mayoría” que aprueba o condena lo que
hacemos, quienes imponen costumbres y normas, quienes dicen lo que es bueno o lo que es malo. Lo cual
lleva a un sinfín de problemas, pues a lo largo de los siglos y a lo ancho del planeta, las normas han sido y son
sumamente diferentes. Para los antiguos griegos y romanos era algo aceptable el eliminar a los niños
defectuosos, el hacer esclavos a los vencidos, el ver a la mujer como alguien inferior y sometido. Para muchos
modernos, el aborto es visto como un “derecho”, e incluso un deber, cuando se trata de evitar el nacimiento
de hijos no deseados. Y los ejemplos se podrían multiplicar casi hasta el infinito.
Ni el subjetivismo ni el sociologismo nos llevan a comprender lo que es la ética. Entonces, ¿qué es la ética?
En su definición más profunda, es una disciplina que nos ayuda a orientar nuestros actos libres en orden a
conseguir, en la medida de lo posible, la realización completa de nuestra humanidad. Aunque tengamos que
sacrificar algún deseo no muy loable, aunque tengamos que enfrentarnos a las ideas de los que viven a
nuestro lado.
Esta definición se apoya en una antropología integral: una antropología que no deje de lado lo corpóreo,
como en ciertas corrientes “angelistas”. Ni tampoco lo espiritual, como en los materialismos que han querido
sofocarnos durante más de 200 años, y que no acaban de desaparecer en las cabezas de algunos pensadores
que se declaran “iluminados” en medio de la oscuridad de sus dudas y sus errores.
Con las definiciones de ética y de felicidad que acabamos de esbozar en cierto modo ya estamos en vías de
entrever el nexo entre ética y felicidad. Si la felicidad consiste en la plenitud del vivir humano, y si la ética nos
ayuda a orientar nuestros actos hacia esa plenitud, entonces la ética nos debería llevar a ser felices. Es decir,
quien vive éticamente se pone en marcha para vivir plenamente su condición humana, y en la medida en que
lo logra alcanzará la deseada felicidad.
Aquí, sin embargo, hay que reconocer de nuevo que un sinfín de obstáculos nos separa de la meta. De modo
especial, podemos fijarnos en dos aspectos ya en parte mencionados anteriormente.
El primero consiste en la fragilidad de nuestro cuerpo. Vivimos una existencia temporal en la que la
enfermedad, los imprevistos, los peligros de todos los días, ponen en juego nuestra integridad física y
nuestras posibilidades de llevar a cabo aquello que desearíamos hacer.
Si una madre o un padre anhelan cuidar a sus hijos y se enferman, la debilidad del cuerpo les aleja de su
deseo paterno. No podrán mostrar su amor y su generosidad con aquellos actos con los que antes atendían
a cada hijo. La pena profunda que experimentan nace de ese sentirse impedidos, “fracasados”, ante un deseo
vehemente, profundo, noble.
En segundo lugar, constatamos la fragilidad de nuestra voluntad. Hay momentos en los que vemos con
claridad que un acto nos conviene, que es bueno, que beneficia a otros. Luego, el cansancio, la pereza, el
miedo al fracaso o a las críticas, nos acorralan, y no hacemos aquello que deberíamos y que nos habíamos
propuesto.
Los casos son infinitos. Un señor que se había comprometido a visitar a un amigo enfermo termina la tarde
en el bar junto a sus amigos. Un joven que estudia medicina y tiene que pasar un examen vuelve a suspender
porque prefirió ir a la discoteca en vez de dedicar la tarde para hacer sus deberes universitarios. Un político
sabe que esta decisión le quitará votos pero beneficiaría al país, y al final prefiere ceder al miedo y opta por
otra decisión más cómoda que le permita mantenerse en el poder aunque a la larga provocará muchos males
sociales. Estos y otros miles de ejemplos muestran la debilidad que nos asalta, sea por miedo, sea por
intereses turbios, sea por otros factores.
Por eso, el camino hacia la felicidad está lleno de baches, de accidentes, de fracasos. Unos, que escapan a
nuestro control. Nos llegan, previstos o imprevistos, y parecen truncar proyectos profundamente acariciados.
Otros, que pudimos haber evitado, y no lo hicimos porque no quisimos o no supimos vencer perezas, deseos
de placer o ambiciones de poder, porque nos dejamos esclavizar por un “triunfo” aparente
. Al mirar hacia atrás, y al ver nuestro presente, pensamos: ¡qué difícil resulta llegar a la plenitud humana!
Parece un camino lleno de insidias, parece que no hay posibilidad alguna de ser felices. Sin embargo, quien
es capaz de orientarse siempre hacia el bien, quien forma su conciencia y la sigue gustosamente, quien
antepone la verdad y la justicia a cualquier interés egoísta, podrá quizá no realizar algunos de sus sueños...
Pero sentirá en su corazón que, a pesar de todo, ha querido hacer el bien, y ello produce una felicidad
profunda, que permite brillar en una cama de dolor, en un campo de exterminio, en una casa mientras se
vive abandonado por familiares y amigos, con una luz que es propia de almas grandes.
Esa luz nos lanza hacia lo eterno, descubre que existe un Dios que no es indiferente a la vida de sus hijos. Un
Dios que acompaña a los débiles, levanta a los caídos, ayuda a los necesitados, consuela a los tristes, da la
felicidad a los buenos, los justos, los sinceros, los limpios...
Vale la pena vivir a fondo los principios éticos. Vale la pena construir la vida no según el capricho del instante,
sino según aquello que no pasa. Vale la pena arriesgarse a aparentes fracasos en el tiempo, cuando lo eterno
llena de esperanza y da una felicidad profunda que inicia aquí abajo e ingresa, de un modo que aún no
vislumbramos plenamente, en el cielo.
ACTIVIDADES DE APLICACIÓN
Es muy importante iniciar el estudio de la materia advirtiendo que no es lo mismo el “vivir bien” que
“la vida buena”.
El hombre que vive bien o que vive moralmente no es el comúnmente se llama “una buena vida”.
Lo anterior no significa que la vida bien vivida deje por esa razón de ser una vida agradable y en
todos los casos una gran vida.
El hombre que “vive bien” es el que vive obedeciendo a sus inclinaciones más íntimas, no así el
“buena vida” que no obedece a sus inclinaciones más íntimas sino que actúa a merced de su
capricho.
Miremos una “buena vida”, en este caso un músico, acompañado de baterías y guitarras, platillos y
maracas, sintetizadores electrónicos; se agita furiosamente en medio de luces parpadeantes y como
enloquecido asume y hace asumir actitudes frenéticas. El espectáculo fue un éxito: millones de
pesos ingresan a su patrimonio que destinará más tarde a satisfacerse con frenesí similar al que
desplegara en el momento de la ejecución de la obra. Pero como sucede con la obra, el éxito
también termina y la decepción va por partida doble: primero por privación de éxito, porque una
vez que éste termina ya no se tiene, y segundo, porque el éxito, aunque si bien llena algo en el
hombre, sin embargo no lo colma plenamente.
Veamos otro “buena vida”; nos tocó un hombre que hace de su cuerpo un instrumento de placer
sensible, toma licor hasta embriagarse, busca la manera de perpetuar la sensación de placer, se
entrega con pasión desenfrenada a todo aquello que le proporcione un bienestar fisiológico y el
sentido de su vida lo fija en su locura; pero el cuerpo humano, sensible como es, se vuelve contra la
persona y se convierte en fuente de dolor cuando se ha sobrepasado sus límites.
Un “buena vida” más, es el que se propone vivir el ritmo de sus impulsos, y en buen uso de su
propósito cede a sus deseos de pasear cuando debe ponerse a trabajar; como quiere vivir al natural
se irrita ante lo que de acuerdo con su gusto considera inoportuno y da al traste con lo que le
desagrada. Este “buena vida” es el que vive al día, se agita, golpea, hiere y es holgazán.
Vivir siguiendo los impulsos inmediatos se asemeja más a vivir como animal que como humano.
Podríamos seguir enumerando indefinidamente distintos modos de vida que reflejan tipos humanos
similares: El superficial, el egoísta, el que espera una rendición espiritual proveniente de los bienes
materiales, etc. Todos estos destinos, que en definitiva significan no enfrentar el problema de
comprometerse consigo mismo, se asemejan a un querer tapar el sol con las manos. Puede suceder
que quien vive de esta manera llegue a vivir tranquilo durante cierto tiempo, incluso a subir de
frente a los ojos de los demás; sin embargo, el rendimiento de estas ganancias se agota con facilidad
y una vez agotadas, dejan incapaz al hombre de encontrarse solo consigo mismo. Un hombre que
no sea capaz de resistir este tipo de soledad no puede ser un hombre feliz, y ello sencillamente
porque no ha vivido bien.
Vivir bien, por el contrario, es fundamentar todas nuestras acciones en la realidad, de tal forma que
sea la realidad al que las dirija y no nuestros caprichos; es también extraer la realidad lo que no se
debe hacer y no al contrario, querer hacer las cosas contrariando las exigencias de la realidad. Vivir
bien es tanto como saber que las cosas son y tienen que hacerse como son, porque de lo contrario
al hombre, al ignorar el ser de las cosas, lo único que le puede fundamentar sus acciones es su propia
inventiva, lo cual conduce a una moral hecha o inventada por uno mismo. Más aún, una gran
cantidad de patologías o problemas del espíritu humano residen en la falta de objetividad; de ahí la
conexión entre la salud espiritual y el bien vivir, y la conexión contraria, es decir, la enfermedad y el
vivir mal o ser “buena vida” como dijimos anteriormente.
Es una realidad, por ejemplo, que el hombre necesita comer para poder subsistir; el hombre debe,
en consecuencia, extraer su conducta de esa realidad, es decir, debe comer todo lo que necesita
para mantenerse en la existencia; pero si el hombre, por capricho, por gula, come más de lo que
necesita para mantenerse en la existencia, excediéndose en la cantidad de alimentos, en
consecuencia irrespetando la exigencia de la realidad, lo que está provocando en definitiva es su
propia aniquilación o destrucción.
La Ética enseña a “vivir bien” porque se funda en la realidad y tienen su principio en el conocimiento
de ella, permitiendo así el conocimiento de las acciones que se ajustan a la realidad,
constituyéndose por tanto en fuente de salud para el hombre en todo el sentido de la palabra.
La Ética es enemiga de la autosugestión (el querer cambiar a realidad) y de la muy común opinión
de que las cosas hay que hacerlas porque están mandadas, pues contrariamente a esto, la ética nos
enseña cuál es la razón por la que las cosas se mandan, que no es otra que la de su conexión con la
realidad. Un hombre que vive bien puede hacer lo que quiera, sin que se pierda el sentido de su
existencia; es un hombre que acción tras acción está afirmándose en su propio ser, y esa fortaleza
que adquiere es como un escudo de acero que le protege de engañarse hasta a sí mismo; es un
hombre que vive seguro de sí, fiado de sí, y no a merced del capricho –aunque sea el propio-, ni del
placer; es el hombre que puede aceptar tranquilo el atentado que los demás hagan contra su
verdad, es un hombre que no pierde la serenidad ni ante el éxito ni ante el fracaso, pues los coloca
en el lugar que les corresponde dentro del plano de la existencia; es un hombre, en definitiva, que
puede dar cuenta de su vida en un minuto. Un hombre así será necesariamente feliz.
ACTIVIDADES DE APLICACIÓN
Ya hemos visto que la Ética es un conocimiento que el hombre puede adquirir con el fin de vivir
conforme de él; que no es algo imposible sino todo lo contrario, que está al alcance del hombre
y que produce en éste una elevación de su vida, que es lo que hemos llamado en páginas
anteriores como el “vivir bien”. También hemos dicho que la persona humana está hecha y como
diseñada para ir alcanzado cada vez una mayor elevación o plenitud de sí misma, a medida que
va poseyendo bienes mayores; en la misma medida en que los bienes que vayamos poseyendo
estén más ajustados a nuestra estructura personal, en esa misma medida vamos
experimentando una satisfacción o goce mayor, una mayor plenitud en nuestra persona, que en
palabras comunes y corrientes es lo que recibe el nombre de FELICIDAD.
Cuando decimos que su conducta está fundada en su ser personal, lo que estamos diciendo
realmente es que cada una de sus acciones coincide con la realidad de su existencia, siendo la
realidad y no la voluntariedad la que indica lo que se debe y lo que no se debe hacer.
Ahora bien, las acciones que coinciden con la realidad persona, volvemos a repetir, no las que
están inspiradas por el capricho o por un querer puramente individual, sino aquellas que se
asientan sobre la naturaleza de la persona, son acciones que se conocen como buenas (porque
hacen bien a la persona), virtuosas (porque elevan a la persona), debidas (porque están exigidas
por la naturaleza de la persona), loables, laudables, encomiables, etc.; son todas ellas acciones
morales que sólo son posibles en cuanto que haya un ser también moral que las ejecute y una
naturaleza que las facilite. En efecto, a ninguna persona humana le repugna que no le roben,
que les respete sus ideas, que le paguen lo que le deben, que valoren sus actos, que le respeten
su vida y sus bienes, etc.; esa es la felicidad que proporciona la naturaleza; lo que es ya la acción
concreta depende de la deliberación y libertad humanas; con lo cual queremos expresar que el
hombre puede o no, que está al arbitrio humano, que depende de cada hombre, ser honrado o
no, delicado o no, etc.; pero en cambio lo que por ninguna circunstancia está al arbitrio humano
es la existencia, en su naturaleza, de algo que lo hace tender a apreciar lo que son las buenas
acciones. Por eso decimos que las ideas éticas están en toda persona sin excepción.
La segunda parte de este punto corresponde a aclarar si una vida que se ajusta a las exigencias
morales es o no una vida útil; para ello conviene distinguir entre “lo meramente útil”, “lo
beneficioso o benéfico” y “lo bueno”.
Estos tres términos tienen como denominador común un provecho que recibe el ser como
efecto de una conducta; sin embargo, la diferencia entre ellos radica en la cantidad y en la
calidad del provecho recibido.
Lo “meramente útil” limita el provecho a un sector de la persona; por ejemplo, cuando alguien
se gana una lotería recibe un provecho que se limita al aspecto económico.
No sucede exactamente lo mismo en el campo del “beneficio” ya que en éste la naturaleza del
provecho permite que se amplíe a otras esferas más íntimas del ser humano; es lo que sucede
con la persona que asiste a una clase y aprende un determinado arte o ciencia; aquí se duplica
cuantitativa y cualitativamente la utilidad.
Cuando hablamos de “bien” sucede algo de mayor trascendencia y es que como efecto de él se
produce una elevación total de la persona que la podíamos traducir como transformación buena
de ella; por supuesto que esto implica o presupone que la persona realice una actividad seria y
ponderada; es lo que sucede cuando la lección recibida no se limita a dar cuenta de ella sino a
incorporarla a la propia existencia; como, por ejemplo, quien después de haber estudiado el
tema de la justicia orienta su vida según las indicaciones aprendidas, proponiéndose realizar la
justicia en todas sus acciones. La utilidad en este tercer caso sobrepasa cualquier aspecto parcial
de la persona, sin excluir ninguno de ellos; es decir, un hombre justo está en condiciones más
favorables y permanentes de conseguir bienes de fortuna que el que sin serlo y solo por azar los
consigue.
Veamos más detenidamente este último punto, ayudados por el sentido común. Una persona
que ha estudiado el oficio de relojero abre un pequeño local al público; llega su primer cliente y
le pide que revise y componga el reloj; como quiera que el relojero ya ha estudiado y conoce
este tipo de relojes, se da cuenta de que el desperfecto no es nada serio; sin embargo, dice a su
cliente que se trata de un trabajo delicado y costoso. A este hombre le ha faltado honradez, y
como si esto fuera poco se excede en el costo de la reparación y además atrasa el día de la
entrega. Fijémonos que aunque este relojero conoce su arte, ese conocimiento le ha servido
para fabricar un engaño más elaborado y creíble; esta es una falta más.
Con el tiempo el dueño del reloj se entera de que el desperfecto no era tan grave, de que por lo
tanto el costo fue excesivo y el tiempo que el relojero empleó en repararlo sobrepasó todo
límite. Así las cosas y siendo nosotros los dueños del reloj, no solamente no volveremos a ocupar
los servicios de este relojero, sino que tampoco se lo recomendaremos a nadie, cuando no es
que tendremos que mordernos la lengua para impedirnos publicar a los cuatro vientos la
indecencia, la injusticia, la falta de honradez de aquel hombre.
ACTIVIDADES APLICATIVAS
2. ¿Cuál es la mayor utilidad y por qué? Haga un paralelo entre utilidad y bien
b. Toda persona quiere ser algo y a veces lo que quiere ser no es lo que la hace
más feliz.
c. Hay una condición para la felicidad que es la aspiración más noble y natural al
hombre.
Una sociedad para ser considerada como una sociedad vivible exige un núcleo mínimo
de instituciones y valores compartidos por los asociados, resaltando que la presencia
de estos mínimos compartidos no anula las diferencias, por el contrario, las hace
posible y la potencia.
Adela Cortina
¿Sabías que la religión musulmana establece que a las mujeres debe practicárseles la ablación
del clítoris para evitar que experimenten placer sexual? Actualmente esta operación se sigue
practicando a muchas mujeres en el mundo árabe, pues sólo son consideradas aptas para
concebir. Y también podemos citar que la Iglesia católica condena la utilización de los
diversos medios anticonceptivos por parte de las mujeres, aunque ha aceptado en casos
especiales el uso del preservativo por parte de los hombres; acepta únicamente el modo natural
del biorritmo como medida para la no concepción peor aún, aplica la excomunión a la mujer
que se practica un aborto legal como el aceptado en caso de una violación. O bien, el
hinduismo, que hoy en día en algunos casos ordena que una viuda deba correr la misma suerte
que el cuerpo de su difunto marido que es cremado según la tradición religiosa.
Ante estos ejemplos que se contraponen con la razón, es necesario subrayar que el respeto a
la vida humana y a la integridad personal son valores universales que están por encima de
cualquier legislación o religión particular; superan al derecho de gente que es el limitado a una
cultura regional o continental. Los valores, como los derechos humanos, tienen vigencia
universal.
En toda convivencia bien organizada y fecunda hay que colocar como fundamento el principio
de que todo ser humano es persona; es decir, una naturaleza dotada de inteligencia y
libertad, y que al mismo tiempo es fuente de derechos y deberes que, al ser universales e
inviolables, son también absolutamente inalienables.
Las diferencias entre las personas no están en el color, en el sexo, en la posición social ni en
ninguna otra circunstancia. La diferencia sustantiva radica en los valores constitutivos de
cada uno de ellos, en el grado de desarrollo humano que hayan
conseguido y en la capacidad de servicio a los intereses de la sociedad. Además, el índice de
madurez o de evolución a que haya llegado el individuo determinará la calidad de sus relaciones
con su medio. Sin los valores, las relaciones entre los hombres, entre los grupos y entre las
naciones se tornarían difíciles y peligrosas.
Respecto a los valores: un valor puede perder su carácter absoluto, dependiendo de las
personas, grupos o sociedades que lo sostengan, por ejemplo: eructar en la mesa es una
cortesía que un ciudadano árabe tiene para quien le ha invitado a comer y muestra su agrado
y satisfacción. Si hicieras lo mismo en nuestro país, serías tachado de maleducado. Otro ejemplo
sería que en el istmo de Tehuantepec, en Oaxaca, las mujeres son las que bailan y los
hombres observan; mientras que entre los musulmanes, los que bailan son los varones. Nos
encontramos aquí con referentes de valores relativos que obedecen a un contexto cultural
y un lugar determinados.
¿Conoces otros ejemplos parecidos?
El problema con la relatividad histórica de los valores es que podemos caer en la negación
de los mismos. Hace 30 años se luchaba por una mayor libertad sexual, y ahora que la hemos
conseguido, se menosprecia su importancia y se califica de «ñoño» o puritano a cualquiera que
se atreva a critica las costumbres sexuales de hoy en día, aunque en ese mismo orden de ideas
no debemos perder de vista el extremo excesivo como en el caso de los «spring breakers», que
lejos de ser un logro a la libertad sexual de las personas puede acercarse más bien a un libertinaje
desmedido.
Marco Aurelio
Decir que los valores son objetivos equivale a afirmar que éstos existen en la realidad
independientemente de que sean conocidos o no. No vale que le des o no importancia a la
sobriedad; es un valor que existe. En cambio, afirmar la subjetividad de un valor quiere decir
que los valores son creados por el sujeto. Por ejemplo, si en tu familia toman, pero tú no.
Esto quiere decir que has creado este valor. Esta objetividad y subjetividad no son
mutuamente excluyentes, sino que por lo general se complementan, ya que puede ser que
mientras existe una relación de adecuación entre dos cosas (la objetividad del valor), en
este caso la persona y el objeto, es también posible que esta persona añada por su
cuenta (subjetividad) un elemento de preferibilidad al mismo objeto.
Normalmente, a esa parte subjetiva del valor se le conoce como valorización, que muchas
veces es confundida con el valor, que es objetivo, va que se da independiente del
conocimiento que se tenga o no de él: en cambio, la valorización es subjetiva, ya que
depende de las personas que juzgan; aun así, para que sea valiosa, debe tener un poco de
objetividad, es decir, necesita
basarse efectivamente en loshechos
reales que se están juzgando y no ser un
producto de conductas viciosas o
circunstancias desfavorables del que
juzga. Siguiendo con el ejemplo de la
sobriedad, tu experiencia seguramente te
habrá dado más elementos concretos para
juzgar que la sobriedad es un valor mucho más
deseable que el abuso en la ingesta de bebidas
alcohólicas.
Valores y antivalores
Francisco de Quevedo
Como observamos en el tema anterior relativo a las jerarquías de los valores, a cada valor le
corresponde su respectivo antivalor. Hasta podríamos referir que es una relación eterna e
infinita tanto como plantearnos el que, así como hay día hay noche, luz y oscuridad, lo bueno
y lo malo, lo finito e infinito. En este caso, encontramos que en la escala de valores morales le
asiste en reflejo una escala de valores inmorales o antivalores que podríamos decir se
proyectan directamente proporcional, pero en sentido contrario, valga la proporción, como en
física lo sería aludiendo a la Tercera Ley de Newton que establece que con toda acción ocurre
siempre una reacción de igual magnitud pero en sentido contrario.
Los valores se dividen en dos clases: superiores e inferiores. Entre los superiores se encuentran
el respeto a la vida humana y a la integridad personal; son inferiores los que se refieren a la
propiedad individual y a la libertad. Los llamamos inferiores no porque sean de mala calidad,
sino porque son el fundamento de toda sociedad y la razón de ser del derecho, la religión y la
filosofía. De violarse estos derechos fundamentales, se haría imposible toda convivencia y se
resquebrajaría la estructura misma de la sociedad.
El respeto a la vida humana ya la integridad personal (valores superiores), así como la propiedad
individual y la libertad (valores interiores) son valores propios de la naturaleza humana,
y aunque su práctica no es premiada —pues no podemos enorgullecemos de no haber
matado o robado, va que es nuestro deber respetar la vida humana y la propiedad individual—
, sí es un delito atentar contra estos derechos fundamentales en cualquier legislación,
puesto que todo orden social requiere de respeto a la propiedad individual y a la libertad.
Los valores superiores no son obligatorios, pero su práctica y vivencia facilitan nuestras relaciones
con los otros y embellecen y dan contenido a nuestras vidas. No estamos obligados a conceder
nuestra amistad, nuestro amor y nuestra comprensión, pero cuando lo hacemos libremente
adquirimos mucho mérito ante nuestra conciencia y ante los ojos de los demás. Dar amor,
comprensión y respeto a otras personas constituye una prueba de nuestra naturaleza humana.
VALORES
Pueden ser
SUPERIORES INFERIORES
Como Como
Un hombre que posea valores nunca destruirá la vida de nadie por ninguna razón, aunque
no sea castigado por la ley ni censurado por la sociedad.
Por lo tanto, para hacer una clasificación de los valores utilizaremos el siguiente criterio: el valor
será más importante y ocupará una categoría más elevada en cuanto perfeccione al
hombre en un estrato cada vez más íntimamente humano. Entonces, de acuerdo con este
criterio, tenemos que los valores se pueden clasificar en:
1. Valores infrahumanos. Son aquellos que tienen en común todos los seres: la fuerza, la
agilidad, la salud, la capacidad de experimentar placer. etc. Todos éstos pueden ser
poseídos por los mismos seres.
2. Valores humanos infra morales. Son todos los valores exclusivos del hombre o
que lo perfeccionan como tal; éstos son:
3. Valores morales. Son las virtudes como prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
Estos valores son superiores a los anteriores debido a que los morales dependen
exclusivamente del libre albedrío; en cambio, los otros dependen —además del
libre albedrío— de otros factores; por ejemplo, la riqueza (puede heredarse), así
como el grado de inteligencia y de buen gusto. Además, los valores morales hacen al
hombre más humano; en cambio, los infra morales sólo perfeccionan al hombre en
cierto aspecto; por ejemplo, como profesionista, sabio, artista, etcétera.
4. Valores religiosos. Son los valores sobrehumanos, sobrenaturales. Son la santidad,
la amistad divina (gracia), la caridad. Estos valores perfeccionan al hombre de un
modo superior, ya no sólo de l que tiene más íntimo como persona, sino en un plano
que no está dentro de los moldes naturales de lo humano. Aquí se deja la puerta
abierta a todo lo sobrenatural que provenga de Dios. Su estudio corresponde más bien a
la teología.
2. Valores vitales: noble y vulgar: sano y enfermo; enérgico e inerte; fuerte y débil.
¿Qué es más importante para ti: el valor de la amistad o del conocimiento? ¿Por qué?
Respecto al orden de los valores, podemos utilizar ciertos criterios propuestos por Max Scheler:
a) Duración. Es superior un valor que dura más que otro. Esto se refiere a la duración del
bien en que está encarnado un valor. El amor filial dura más que el amor personal.
b) Divisibilidad. Es superior un valor cuanto menos pueda dividirse. Una obra de arte no se
puede dividir; en cambio, los alimentos sí.
c) Fundamentación. Son más altos los valores que sirven de fundamento a otro.
Por ejemplo: la inteligencia fundamenta el conocimiento científico.
d) Satisfacción. Es superior el valor que satisface más. No debe confundirse satisfacción con
placer; la satisfacción puede ser intelectual y espiritual.
e) Relatividad. Para que haya relatividad, necesitamos privilegiar algún valor con el carácter de
absoluto. Así consideraremos como más altos los valores más próximos al valor absoluto.
ACTIVIDADES DE APLICACIÓN:
4. Según la naturaleza de los valores, ¿es correcto afirmar que vivimos una crisis de
ausencia de valores?
Sabemos que por ser libres estamos obligados a elegir, pero no estamos obligados a acertar. Por
eso necesitamos una brújula que nos oriente en la azarosa navegación de la vida. Si en el primer tema
dijimos que esa brújula es la ética, ésa respuesta es muy general. Ahora damos un paso más al
identificar a la conciencia como el instrumento que se encarga de señalar el rumbo, de distinguir
el bien y el mal.
La conciencia es la misma inteligencia que juzga sobre la moralidad de nuestros actos. Por tanto,
no se trata de una voz misteriosa ni de un oráculo profético: es simplemente, la razón que juzga la
bondad o maldad nuestras acciones. La conciencia no echa en cara ser mal deportista o mal
dibujante; su juicio es absoluto: eres malo. Por la presencia de ese criterio absoluto intuye el
hombre su dignidad absoluta. Por eso entendemos a Tomás Moro
cuando escribía a su hija Margaret, antes de ser decapitado: «Esta es de ese tipo de
situaciones en las que un hombre puede perder su cabeza y aun así no ser dañado».
Un animal lucha con lo que tiene: dientes, garras, veneno. En cambio, el animal
racional lucha con lo que tiene -uñas y dientes- y con lo que inventa: garrotes, arcos,
espadas, aviones, submarinos, gases, bombas. Para bien y para mal, la inteligencia
desborda los cauces del instinto animal y complica extraordinariamente los caminos de
la criatura humana.
Un repaso a la historia revela que este sexto sentido del bien y del mal, delo justo y
de lo-injusto, se encuentra en todos los individuos y en todas las sociedades. También
se manifiesta a diario en la opinión pública tomada en conjunto, con una energía que
disipa cualquier duda sobre su presencia: no se puede hablar dos minutos con alguien,
o abrir un periódico, sin encontrarse con que se denuncia un abuso o se protesta contra
una injusticia.
Hablan Hamlet y Raskolnikov: Yo soy medianamente bueno, y, con todo, de tales cosas podría
acusarme, que más valiera" que mi madre no me hubiese echado al mundo. Soy muy soberbio, ambi-
cioso y vengativo, con más pecados sobre mi cabeza que pensamientos para concebirlos, fantasía para
darles forma o tiempo para lle-varios a ejecución. ¿Por qué han de existir individuos como yo para
arrastrarse entre los cielos y la tierra? (Shakespeare, Hamlet).
¿Mi crimen? ¿Qué crimen? ¿Es un crimen matar a un parásito vil y nocivo? No puedo concebir que
sea más glorioso bombardear una ciudad sitiada que matar a hachazos. Ahora comprendo menos que
nunca que pueda llamarse crimen a mi acción. Tengo la conciencia tranquila. (Dostoiewski, Crimen
y castigo).
Un actor, un médico y un estadista: «Vivo mejor con la conciencia tranquila que con
una buena .cuenta corriente» (Tom Crouise). «Es mucho menos pesado tener a un niño
en brazos que cargarlo sobre la conciencia» (Jeróme Lejeune), «He desobedecido a la ley
no por querer faltar a la autoridad, sino por obedecer a la ley más importante de nuestra
vida: la voz de la conciencia» (Gandhi).
Educación de la conciencia
Al estar en la raíz de toda elección moral, la conciencia nos hace libres. Por eso, un
principio moral básico es no obligar a nadie a obrar contra su conciencia. Esto no significa
que todas las decisiones que se toman en conciencia sean correctas, puesto que la
conciencia no es infalible: también se engaña y en ocasiones puede estar corrompida.
Incluso con muy buena voluntad, todos podemos equivocamos por falta de datos, por la
complejidad del problema, por un prejuicio invencible. Entonces será bueno que desde
fuera, sin obligarnos a ver lo que no vernos, nos ayuden a ver nuestra equivocación.
.
Una idea de Gustave Thibon: la grandeza del hombre consiste en no poder ahogar la
voz de su conciencia, y su miseria estriba en encontrar instintivamente (lo que no quiere
decir inocentemente) las desviaciones más fáciles para aplacar esta conciencia con pocos
gastos.
Contra la conciencia
Algunos sofistas del siglo V a.C. Propugnaron una conducta humana l margen de la
justicia y de la moral. Frente a elIos, Sócrates afirmó que la medida de todas las cosas no
debe estar en el hombre, sino en Dios. Por eso, desde Sócrates, la conciencia ha sido
considerada como la misma voz de Dios, que habla al hornbre por medio de la
inteligencia.
-
Nietzsche, en la segunda mitad siglo XX, se propone pasar a la historia como el
provocador de un conflicto de conciencia de proporciones universales: «Hasta ahora no
se ha experimentado la más mínima duda o vacilación al establecer e lo bueno tiene un
valor superior a lo malo. ¿Y si fuera verdad lo contrario?». Para lograr esa inversión de
todos los valores debe arrancarlos de su raíz fundamental. Así se entiende su obsesión
por decretar la muerte de Dios: «Ahora es cuando la montaña del acontecer humano se
agita con dolores de parto. Dios ha muerto: viva el superhombre!».
-_ -
La conclusión de Nietzsche es coherente: si Dios no existe, todo le está permitido al
hombre. Ya lo había dicho Dostoiewski. En el mismo sentido, diversos pensadores han
afirmado que contra la libertad de asesinar no existe, a fin de cuentas, más que un
argumento de carácter religioso. Porque la imposibilidad de matar a un hombre no es
física: es una imposibilidad moral que nace al descubrir cierto carácter absoluto en la
criatura finita, la imagen y los derechos de su Creador.
La tragedia de Macbeth
ACTIVIDADES DE APLICACIÓN
Hábitos
Todo niño es un ser hermosamente torpe: necesita muchos meses para echar a
andar, aprender a vestirse, atarse los zapatos y coger al vuelo una pelota. Pero sus
imprecisos ensayos y tanteos quedan grabados en su memoria muscular, y cada nuevo
movimiento es corregido y afinado desde la última posición ganada. Diez años más
tarde, esa patosa criatura puede dominar varios idiomas y ganar -si es niña- una
medalla olímpica en gimnasia deportiva.
Para algunos, la palabra virtud está devaluada. Sin embargo, nació en la Roma de los
emperadores y las legiones. Y significaba fortaleza, el esfuerzo propio del vír, del varón:
la virilidad. Así que, los romanos, pueblo de conquista, llamaron virtuosa a la conducta
propia del hombre, que debe ser esforzada, no perezosa y abandonada.
El emperador Marco Aurelio dijo que el arte de vivir se parece más a la lucha que a
la danza. Lo escribió en campaña, pero su mensaje es necesario para tiempos de paz,
porque nuestro cuerpo es vulnerable siempre; porque nadie nacería sin la fortaleza de
la mujer en el parto, nadie comería sin el esfuerzo del que trabaja la tierra o del que
arriesga su vida en la mar. Así que no es aventurado afirmar que la sociedad siempre
ha descansado sobre las espaldas de los fuertes.
Un párrafo de Marco Aurelio: Muchas cosas dependen por entero de ti: la sinceridad, la
dignidad, la resistencia al dolor, el rechazo de los placeres, la aceptación del destino, la posibilidad de
vivir con poco, la benevolencia, la libertad, la sencillez, la seriedad, la magnanimidad. Observa cuántas
cosas puedes ya conseguir sin pretexto de incapacidad natural o ineptitud, y por desgracia permaneces
por debajo de tus posibilidades voluntariamente. ¿Es que te ves obligado a murmurar, a ser avaro, a
adular, a culpar a tu cuerpo, a darle gusto, a ser frívolo y a someter a tu alma a tanta agitación, porque
estás defectuosamente constituido? No, por los dioses. Hace tiempo que podías haberte apartado de
esos defectos (Marco Aurelio, Meditaciones).
Fortaleza y coherencia
Una dimensión de la fortaleza es la coherencia: vivir de acuerdo con lo que se cree,
aceptar el riesgo de la incornprensión antes que permitir rupturas entre lo que se piensa
y lo que se vive. La falta de coherencia resalta en los personajes públicos, y de ahí
procede cierta mala fama de los políticos, pero también en ellos es donde más brilla su
cultivo. Sócrates condenado a beber la cicuta, ante la propuesta de escapar, le dice a
Critón: «Los principios que profesé toda mi vida no debo abandonarlos hoy porque mi
situación haya cambiado; los sigo mirando con los mismos ojos, les sigo teniendo el
mismo respeto y veneración que antes; y si no los hay mejores, ten por seguro que no
cederé en lo que me propones, aunque todos-intenten asustarme como a un niño, con
amenazas más h6rribles que la confiscación, las cadenas o la muerte» (Platón, Critón).
La falta de coherencia aparece en todo aquel que se deja llevar por la brisa del
sentimiento. En la sociedad actual, los sentimientos son a menudo el criterio último de
muchas conductas desorientadas. Me apetece, no tengo ganas, lo siento así, y otras
expresiones similares, reflejan con frecuencia la falta de criterios firmes de actuación.
De esta forma, abandonado el obrar a los vientos cambiantes de la sensibilidad, de los
caprichos o del interés, el bien y la verdad se humillan ante una dudosa autoridad: la ley
del gusto. Porque la ley del gusto debe guiar al animal, pero el hombre debe guiarse por
convicciones profundas y arraigadas.
Virtudes fundamentales
Toda ética es una propuesta sobre virtudes. Y todas las virtudes se pueden reducir a
cuatro, que proceden directamente de Platón y los estoicos. Ellas realizan
perfectamente los cuatro modos generales del obrar humano: la determinación práctica
del bien (prudencia), su realización en sociedad (justicia), la firmeza para defenderlo o
conquistarlo (fortaleza) y la moderación para no confundirlo con el placer (templanza).
Pero ¿cómo sabemos que esas cuatro virtudes son las cuatro formas generales que debe
adoptar toda conducta ética? Lo sabemos, entre otras razones, porque en esas cuatro
líneas maestras se ha decantado el obrar humano desde hace miles de años.
Importancia de la prudencia
Es propio de la libertad tender puentes hacia el futuro. Puentes desde lo que soy
hacia lo que quiero ser. Pero lo que quiero ser todavía no es. ¿Cómo puedo, entonces,
dirigirme hacia lo que todavía no es? El verbo prever es la respuesta. Prever significa
ver lejos (procul vide re), anticipar el porvenir (pro videntia). Y de esas raíces latinas
surge la palabra prudencia: el arte de dar los pasos oportunos para conseguir lo que
todavía no tengo.
Un poema de Anacreonte dice que los dioses repartieron diversas cualidades entre
los animales: fuerza, veneno, astucia, dientes, velocidad. Yal hombre le cayó en suerte
algo muy diferente: la prudencia. Pero es un regalo que exige ser conquistado. Un
obsequio difícil de poseer, porque el gobierno más difícil es el gobierno de uno mismo.
Supone colocar y mantener a la razón en el vértice de una pirámide donde se
amontonan las libertades, los deberes, las responsabilidades, los sentimientos, los
gustos, las afinidades, las manías, las rarezas, las aficiones: toda una fauna difícil de
gobernar.
Pedir consejo es propio del que aspira a conducirse con prudencia. Confucio lo
recomienda vivamente: « ¿Cómo puede haber hombres que obren sin saber lo que
hacen? Yo no querría comportarme de ese modo. Es preciso escuchar las opiniones de
muchas personas, elegir lo que ellas tienen de bueno y seguirlas; ver mucho y
reflexionar con madurez sobre lo que se ha visto».
INSTRUCCIONES:
01.- ¿Estás de acuerdo con quienes sostienen que la Ética es una ciencia práctica y perfectiva?
¿Por qué?
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02.- ¿Es posible afirmar que la Ética contribuye a la formación de la personalidad? ¿Es posible
que el hombre logre su transformación a partir de la Ética? ¿Por qué?
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03.- ¿La Ética es ciencia? ¿Qué clase de ciencia es? ¿Por qué la Ética es ciencia?
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04.- ¿Si en el arte lo que más interesa es la obra artística; en el campo de la Ética, qué es lo más
valioso? ¿Por qué?
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05.- El mejor artesano (DIOS), dio al hombre una forma indeterminada, lo situó en el centro del
mundo y le habló así: “Oh, Adán no te he dado ningún puesto fijo, ni una imagen peculiar, ni un
empleo determinado. Tendrás y poseerás por tu decisión y elección propia aquel puesto,
aquella imagen y aquellas tareas que tú quieras. A los demás les he prescrito una naturaleza
regida por ciertas leyes. Tú marcarás la naturaleza según la libertad que te entregué, pues no
estás sometido a cauce angosto alguno. Te puse en medio del mundo para que miraras
placenteramente a tu alrededor, contemplando lo que hay en él. No te hice celeste, ni terrestre,
ni mortal, ni inmortal. Tú mismo te has de forjar la forma que prefieras para ti, pues eres el
árbitro de tu honor, su modelador y diseñador. Con tu decisión puedes defender hasta igualarte
con los brutos y puedes levantarte hasta las cosas divinas”.
Responde:
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c.- Hay alguna diferencia entre elegir un bien y elegir bien. Explica.
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d.- ¿Cómo explicas esta expresión existencialista, de Sartre: “El hombre está condenado a ser
libre”? ¿Estás de acuerdo? ¿Por qué?
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06.- El tema de los valores está íntimamente ligado a la reflexión ética; la axiología es la
disciplina filosófica que estudia los valores, su esencia, mientras que el sentido de ellos es
trabajo arduo de este estudio; por lo tanto, la Ética se ayuda de la axiología para dicha reflexión.
Los valores son ideales que estimulan la búsqueda de la perfección, es decir, que mueven a la
acción. Si son ideales no significa que sean inalcanzables sino que son posibilidad constante de
ser, pero también de no ser.
Responde:
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b.- ¿Cómo interpretas cuando escuchas decir: “los valores se han perdido”; o estamos viviendo
una crisis de valores? ¿Es lo mismo? Explica brevemente.
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c.- El valor que se le atribuye a la Monalisa de Leonardo da Vinci, desde tu punto de vista, ¿está
en el cuadro o en el pintor? ¿Por qué?
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e.- Si tuvieras que elaborar una tabla de valores éticos a partir de los siguientes valores: la
libertad, la igualdad, la responsabilidad, la justicia, el bien, la dignidad, la solidaridad; ¿cómo los
ordenarías? Luego explica ¿por qué consideras, en primer lugar, el valor que has escogido?
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Práctica No. 9 de Ética y Deontología
Tema: Los Derechos Humanos
Por el contrario, el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales se centra, entre otras
cosas, en el derecho a la educación, el derecho al trabajo en “condiciones justas y favorables”, el
derecho a un nivel de vida adecuado y el derecho a la protección social.
La Declaración Universal de Derechos Humanos y los dos Pactos forman la Carta Internacional de
Derechos Humanos.
Derecho a la libertad;
Derecho a la libertad de religión;
Educación y derechos culturales;
Derecho al trabajo; y
Derecho a la libertad de la explotación.
Aunque jurídicamente diferentes, los derechos humanos y los derechos fundamentales tienen
varios aspectos en común. De hecho, ambos tienen por objeto crear un marco jurídico en el que las
personas y las sociedades puedan vivir en paz y en el respeto de la igualdad y la diversidad de todos.
A continuación, enumeramos algunas de las principales similitudes entre las dos categorías de
derechos:
Tanto los derechos fundamentales como los derechos humanos tienen por objeto proteger a las
personas y crear sociedades que sean capaces de convivir en armonía y sean justas.
Ambos tienen por objeto proporcionar a las personas los medios para vivir dignamente
Tanto los derechos fundamentales como los derechos humanos pueden ser exigidos por
mecanismos y órganos jurídicos, aunque los derechos humanos universales sólo pueden ser
exigidos por organismos internacionales (es decir, la Corte Internacional de Justicia, la Corte
Penal Internacional, etc.)
Ambos se originan en la idea de una sociedad civilizada, justa e igualitaria y
Ambos son una parte intrínseca y fundamental de nuestra vida como individuos y como
miembros de la sociedad.
Si bien los derechos humanos y los derechos fundamentales a menudo se superponen, existen
algunas diferencias fundamentales, en particular en lo que se refiere a su naturaleza jurídica y a su
exigibilidad.
De hecho, los derechos humanos son derechos fundamentales y universales que deben ser
disfrutados por todas las personas independientemente de su nacionalidad, raza, etnia y sexo,
mientras que los derechos fundamentales son disfrutados por todos los miembros que caen bajo la
jurisdicción de la constitución de un país determinado, sin presunción ni costo del privilegio. A
continuación, se enumeran algunas de las principales diferencias entre las dos categorías de
derechos:
1.- Los derechos humanos se describen en la Carta Internacional de Derechos Humanos y en una
serie de convenciones y protocolos internacionales que definen los límites y la jurisdicción del
derecho internacional (por ejemplo, la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de
Genocidio, la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación
Racial, la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, la Convención contra la
Tortura y Otros Tratos Crueles e Inhumanos, etc.). Por el contrario, los derechos fundamentales
están recogidos en la constitución nacional de cada país, por lo que pueden variar de un país a otro;
2- Se espera que los gobiernos hagan cumplir los tratados de derechos humanos sólo si han
ratificado las convenciones pertinentes; de lo contrario, las organizaciones internacionales (es decir,
las Naciones Unidas, el Consejo de Derechos Humanos y otros mecanismos pertinentes) sólo
pueden recomendar a los gobiernos que ratifiquen esos convenios y tratados, pero no pueden
tomar medidas directas para verificar la aplicación de las diversas disposiciones. Por el contrario, los
gobiernos y los mecanismos jurídicos nacionales tienen el deber de respetar los derechos
fundamentales enunciados en su Constitución nacional;
3- Los derechos fundamentales son específicos de cada país y se basan en los principios de la libertad
individual y la libre determinación, mientras que los derechos humanos se reconocen
internacionalmente y se basan en la idea de las sociedades civilizadas y en el derecho a una vida
digna.
En general, la aplicación y el cumplimiento de los derechos humanos internacionales son más
problemáticos que el cumplimiento de los derechos fundamentales debido a la naturaleza misma
del marco jurídico internacional. Aunque los derechos humanos tienen un carácter universal, la
jurisdicción de los diversos pactos y tratados sólo se aplica en los países que han ratificado los
convenios y tratados pertinentes. Además, algunos recursos internacionales sólo pueden
interponerse una vez que se hayan agotado todos los recursos internos.
Los derechos humanos y los derechos fundamentales son principios fundamentales que garantizan
a todas las personas una vida libre y digna. Ambas categorías de derechos tienen por objeto crear
un entorno social armónico y justo que proteja a los seres humanos de la violencia, la injusticia y la
discriminación.
Los derechos humanos son principios morales universalmente reconocidos promovidos y aplicados
por las organizaciones internacionales (en particular las Naciones Unidas y sus órganos pertinentes
de derechos humanos). Por el contrario, los derechos fundamentales se encuentran en la
constitución nacional de cada país y, por lo tanto, son específicos de cada país.
El objetivo de la comunidad internacional es armonizar las legislaciones nacionales con las normas
y reglas internacionalmente aceptadas que se enuncian en los tratados, pactos y convenciones. Por
ello, siempre que un país ratifique un tratado de derechos humanos, se le alienta a que adopte las
medidas necesarias para garantizar que la legislación nacional se ajuste a las disposiciones
internacionales.
FUENTE: Tomado de: S/A (6 de marzo de 2018). Diferencias entre. Obtenido de diferencias-
entre.org: https://diferencias-entre.org/diferencias-entre-derechos-humanos-y-fundamentales/
ACTIVIDADES DE APLICACIÓN:
DIGNIDAD DE LA PROFESIÓN
La Ética profesional
La Ética profesional es la "ciencia normativa que estudia los deberes y los derechos de los
profesionales en cuanto a tales". Es lo que la pulcritud y refinamiento académico ha bautizado con
el nombre de deontología o deontología profesional.
La formación profesional es distinta para cada área y nivel de desempeño, y dependiendo de esto
mismo, la formación puede ser larga y pesada o corta y ligera e incluso puede realizarse mientras se
desempeña un trabajo ya sea similar o distinto, aunque de menor nivel por lo general. La formación
profesional también puede ser muy teórica o muy práctica.
El joven egresado de la universidad, sobre todo si viene de un ambiente con inquietudes espirituales,
sufre una decepción tremenda: “tiene la impresión de que la moral es solamente respetada en los
libros”, porque todas las leyes son calculadas más o menos descaradamente por personas (a veces
personajes) de su respeto, sin que nadie, se escandalice ni proteste, ni en los negocios, ni en la
política, ni en la familia.
La primera crisis por la que atraviesa toda profesión. Es la hora de la decisión vital; porque si su
moral está bien compenetrada espiritualmente, se resuelve a luchar y a ser un nuevo ser humano
en todas las órdenes. En cambio, si no ha precedido una sólida formación moral proporcionada a
las necesidades contemporáneas, el flamante profesionista claudica sin resistencia ni batallas,
guardando una secreta rebeldía para sus maestros “porque no le prepararon para eso; porque le
disfrazaron la vida, y porque, en lugar de moral, le enseñaron un mito”.
Profesión y profesionistas.
La profesión es una capacidad cualificada, requerida por el bien por el bien común con peculiares
posibilidades económico-sociales. Vale la pena hacer un análisis para medir la dimensión y densidad
de la profesión, porque esas son, exactamente, las medidas de la responsabilidad profesional.
A) Capacidad. No decimos actividad porque un profesionista puede estar durmiendo o jubilado sin
perder nada de su carácter. Además es evidente que, ni excluimos uno de los términos, ni los
contraponemos; por la sencilla y clásica razón de que la actividad es la manifestación y la ley de la
capacidad, ya que “la capacidad se especifica por la actividad y, sin ella, decrece y se anula”.
C) Requerida por el bien común. Estamos afirmando dos cosas fundamentales Primero, que el bien
común es la medida de la correlación “dignidad actividad”. Así, no existe la profesión de “gangster”,
usurero, coyote, etc.
Entendemos sumariamente por bien común las mínimas condiciones de bienestar o perfección,
individual y colectivo.
A) Así la opinión pública, aun contra sus propias y explícitas manifestaciones, honra a la profesión
con la confianza “del ignorante hacia el que sabe, del ser humano hacia su consejero íntimo, de un
profano hacia un iniciado”. Podríamos agregar aún: la confianza obligada e impuesta por la dura ley
de la necesidad
B) La Legislación Común es la que nos sugiere la que llamamos dignidad jurídica de la profesión.
A lo largo de los años, las profesiones van enriqueciendo sus posibilidades e introduciendo
novedades en el desempeño propio. Quien quiere ser profesional aprende a organizar su vida para
de manera tal que, luego, trabaje sin improvisaciones y sabiendo lo que hace. Así como él espera
que las personas que reciben sus servicios lo reconozcan adecuadamente, ellas también aguardan
un buen servicio.
El ejercicio de una profesión tiene dimensiones irrenunciables. Por un lado, significa la realización
de un ideal en la vida personal, íntima, anhelada y, mejor aún, si es lograda. Por otro, entabla
relaciones diversas con otros seres humanos. Como realización de uno mismo y como forma de
comunicación, la profesión está involucrada en metas y condiciones morales. Lo que se haga o se
omita desde la profesión favorece o va en contra del verdadero sentido de la vida, del respeto a uno
mismo y a los demás. Con ella, la libertad personal ha sido bien o mal comprometida. El profesional
ha conseguido afirmar su propia persona o ha desperdiciado la oportunidad de hacerlo.
Responsabilidad profesional
La responsabilidad profesional se deriva de que los otros acudan al experto, para que éste con su
maestría llegue a conclusiones sin errores sobre los problemas que ellos tienen, de hecho el
profesional toma las decisiones por los otros o los induce, asesora o aconseja, no obstante los
errores los sufren los otros: perder la salud y la propia vida, la libertad o quebrantos económicos
importantes.
Profesiones autorizadas
Las profesiones autorizadas como la de Médico, Abogado, Ingeniero, Contador Público, Economista,
Arquitecto y otras están sujetos a cumplir evidenciadamente ante el propio gobierno o las mismas
profesiones largos períodos de educación y entrenamiento, así como constante actualización para
su eficiente servicio, por el efecto de las graves consecuencias de los errores profesionales en el
bien común.
Esta clase de profesiones resultan vitales para la propia existencia del bien común. No podemos
imaginarnos a una sociedad privada de seguros médicos, seguridad jurídica, seguridad física en la
construcción, o la seguridad en las transacciones económicas. En efecto, las profesiones tienen un
fin concreto que resulta indispensable para el bienestar de las comunidades.
Derechos profesionales
La sociedad a través de sus gobiernos emite normas jurídicas respecto a los contratos profesionales
y sus responsabilidades como profesionales, sin embargo, el profesional tiene derechos. Aquí
queremos rescatar dos de ellos, pertinentes en esta introducción: el límite de la responsabilidad
profesional y el honorario.
La sociedad como gobierno se encuentra a su vez limitada para emitir normas profesionales
concretas para cada profesión, tanto por la complejidad técnica como por el inconveniente de
reducir la responsabilidad profesional a la aplicación nemotécnica de reglamentos jurídicos. De ahí,
surgen en el tiempo los grupos profesionales que adquieren ante la sociedad la responsabilidad de
autorregularse y convertirse en auxiliares indispensables del juez.
Normas profesionales
La actividad profesional tiene repercusión en el bien común, de ahí que las organizaciones
profesionales desde siempre han emitido criterios que constituyen con mayor o menor formalidad
normas que guían la acción.
Las normas profesionales son normas prácticas que orientan respecto al deber de hacer desde dos
puntos de vista: el técnico y el ético.
ACTIVIDADES DE APLICACIÓN
LA ÉTICA KANTIANA
Está dando refugio a un disidente político, a quien el régimen represivo en el gobierno ha mandado
dar caza y ejecutar. La policía secreta aporrea su puerta y le pregunta si conoce dónde se encuentra
el disidente. No tiene duda de que, si se lo dice, la persona a su cargo será arrestada y fusilada. ¿Qué
debería hacer? ¿Decir la verdad o mentira?
Apenas parece que valga la pena plantear la pregunta. Por supuesto, debería mentir, es una mentira
muy piadosa, teniendo en cuenta las terribles consecuencias de decir la verdad. Sin embargo, no es
una respuesta que haya parecido tan simple a todos los teóricos morales, al menos no al teórico
alemán del siglo xviii, Immanuel Kant, uno de los filósofos más influyentes de los últimos trescientos
años. En su opinión, decir la verdad es una obligación absoluta e incondicional: mentir contraviene
un principio fundamental de la moral, o como él lo llama, «un imperativo categórico».
Imperativos hipotéticos y categóricos Kant explica qué es un imperativo categórico, en primer lugar,
comparándolo con un imperativo hipotético, esto es, una instigación no moral a la que debería
responder si desea conseguir un fin superior. Supongamos que le digo qué hacer con una orden (un
imperativo): «¡No fume!». Implícitamente, hay una serie de condiciones que se pueden unir a esta
orden, por ejemplo, «si no quiere arriesgar su salud» o «si no quiere malgastar su dinero». Por
supuesto, si no le importan ni su salud ni su dinero, la orden no tiene peso para usted y no necesita
cumplirla.
En el caso de un imperativo categórico, por el contrario, no hay ningún «si» añadido: ni implícito ni
de ningún otro tipo. «¡No mienta!» y «¡No mate a nadie!» son mandatos que no están sujetos a
hipótesis, objetivo o deseo que puede o no tener; tienen que cumplirse sin más, sin condiciones y
sin excepción. De hecho, según Kant, son acciones que se llevan a cabo puramente por un sentido
de la obligación y que tienen valor moral. Las acciones motivadas por alguna motivación externa (el
deseo de ayudar a un amigo, por ejemplo, o de conseguir un objetivo particular) no son acciones
distintivamente morales en absoluto. Al contrario que los imperativos hipotéticos, los imperativos
categóricos constituyen leyes morales.
Máximas universales Kant cree que debajo de cada acción hay una regla de conducta subyacente, o
máxima. Tales máximas pueden tener la forma de imperativos categóricos, pero no pueden llegar a
ser leyes morales a menos que pasen la prueba de la universalidad, que es en sí misma una forma
suprema de imperativo categórico:
Obra solo de forma que puedas desear que la máxima de tu acción se convierta en una ley universal.
Esta prueba asegura que una acción es moralmente permisible solo si está de acuerdo con una regla
que puedas aplicarte consistente y universalmente a ti mismo y a los demás. Por ejemplo, para
probar si mentir puede ser una ley universal podemos plantear alguna máxima como «Miente
siempre que te apetezca». ¿Qué pasa cuando este principio se universaliza? Bien, mentir es posible
solo en un contexto en el que la expectativa general es que la gente esté diciendo la verdad. Sin
embargo, si todo el mundo mintiera todo el tiempo, nadie confiaría en nadie nunca más, y mentir
sería imposible. La idea de que mentir sea una ley universal es, por tanto, incoherente y
contraproducente. Del mismo modo, robar presupone una cultura de la propiedad, pero el concepto
en conjunto de la propiedad se vendría abajo si todo el mundo robara; romper promesas presupone
que esté instituida la cultura de cumplirlas; y así podríamos continuar.
Mientras que los requisitos de universalidad descartan ciertos tipos de conductas por una base
lógica, parece que hay muchas otras que podríamos universalizar, sin embargo, no sería deseable
que las contáramos como morales. «Actúa siempre por tu propio interés», «Rompe promesas
cuando puedas hacerlo sin socavar la institución de la honestidad»: en esos casos, no parece haber
nada inconsistente o irracional en pretender que debieran convertirse en leyes universales. Así
pues, ¿cómo se enfrenta Kant a este peligro?
Razón pura y autonomía La genialidad del sistema ético de Kant es cómo se mueve de la estructura
puramente racional impuesta por el imperativo categórico al contenido moral real, esto es, explicar
t como la «razón pura», liberada de toda tendencia o deseo, puede informar y dirigir la voluntad de
un agente moral. La respuesta se encuentra m el valor inherente de la entidad moral en sí misma,
el valor se basa en el «simple principio supremo de la moralidad», la libertad o autonomía de una
voluntad que obedece a las leyes que impone en sí mismas. La importancia suprema que va unida a
los agentes autónomos y que disponen de libre albedrío se refleja en la segunda gran formulación
del imperativo categórico:
“Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro,
siempre como un fin, y nunca solo como un medio”.
Una vez que el valor incomparable de la propia entidad moral se reconoce, es necesario extender
ese respeto a la entidad de los demás. Tratar a los demás simplemente como un medio para
promocionar los propios intereses implica la destrucción de su agencia, así que las máximas
interesadas o que dañan a los demás contravienen esta formulación del imperativo categórico y,
por tanto, no pueden considerarse leyes morales.
En esencia, nos encontramos con un reconocimiento de que hay unos derechos básicos que
pertenecen a las personas en virtud de su humanidad, y que no pueden ser ignorados, y de ahí que
haya obligaciones que deban obedecerse pase lo que pase.
Dilemas morales
La cuestión de si mentir es moralmente inaceptable, sean cuales sean las consecuencias, ya se le
planteó a Kant durante su vida, y él permaneció firme a sus pistolas categóricas e insistía en que, de
hecho, es una obligación moral ser honesto en toda ocasión, incluso con un asesino. Sin embargo,
de hecho, la situación no es tan simple como parece. ¿No es inevitable que los imperativos
categóricos acaben chocando? «Ayudar a personas inocentes evita la ejecución arbitraria» parece
un buen candidato como un imperativo categórico: con toda seguridad podemos decir que esta será
una máxima universal. Y si es una ley moral, choca, en el caso de nuestro disidente político ficticio,
con la obligación absoluta de no mentir. Nos encontramos en un dilema moral en el que no tenemos
otra elección que la de violar uno u otro de lo que parecen ser imperativos categóricos. Este
desasosiego con un sistema ético que aparentemente resulta en obligaciones que son a la vez
absolutas y contradictorias ha animado a algunos a entender con más flexibilidad y de forma menos
absolutista la noción de obligación.
El sistema de Kant de obligaciones absolutas puede ser la más influyente de este tipo de teorías,
pero para encontrar la influencia más importante en este ámbito debemos buscar en otra parte.
«La obligación no puede existir sin fe», escribió Benjamín Disraeli en 1847. Para la mayoría de la
humanidad, durante buena parte de su historia, la autoridad definitiva que establecía las
responsabilidades o las obligaciones que llamamos deberes ha sido de naturaleza divina y, por tanto,
absoluta. Transmitida normalmente mediante la escritura y a través de los sacerdotes, los deseos y
órdenes de un dios o dioses imponen obligaciones a los humanos, cuyo deber es aceptar estas
obligaciones siguiendo ciertos códigos de conducta, por ejemplo, y realizando varios servicios y
sacrificios en honor de la deidad o deidades. En la tradición judeocristiana, el ejemplo más familiar
es el de los Diez Mandamientos, una especie de prescripciones divinas que imponen un cierto
número de obligaciones absolutas a la humanidad: entre otras, no matar o no yacer con la mujer de
tu vecino.
Bibliografía
Dupré, B. (2014). 50 cosas que hay que saber sobre ética. Barcelona: Planeta.
ACTIVIDADES DE APLICACIÓN
Caso 1.
Imagina que estas caminando cerca la rivera de un rio y de pronto vez que una
persona se está ahogando, resulta que esa persona que se está ahogando te debe mucho dinero ¿la
salvarías? Si o no ¿Por qué?
Caso 2.
Imagina que estas caminado cerca a la rivera de un rio y de pronto vez que una persona se está
ahogando, resulta que esa persona es el familiar más querido que tienes ¿lo salvarías? Si o no ¿Por
qué?
Caso 3.
Imagina que estas caminando por la rivera de un rio y de pronto vez que una persona se está
ahogando, a esta persona no la conoces es un completo extraño ¿la salvarías? Si o no ¿Por qué?
Ahora, complicaremos la historia, si de por si quieres salvar a todas estas personas, pero no sabes
nadar, aun así, te arrojarías al rio a salvarlas. Fundamenta tus respuestas.
Intenta ponerte en los zapatos de Kant, en cuál de los siguientes casos estarías aplicando la ética
kantiana y en qué caso o casos no la estarías aplicando.
PRÁCTICA NO. 12 ÉTICA Y DEONTOLOGÍA
La Ética hace directamente referencia a la conciencia personal, mientras que la Deontología adopta
una función de modelo de actuación en el área de una colectividad.
La Ética general de las profesiones se plantea en términos de principios: el principio de beneficencia,
el principio de autonomía, el principio de justicia y el principio de no maleficencia. El deontologismo
plantea los temas éticos en términos de normas y deberes.
Los principios se distinguen de las normas por ser más genéricos que estas. Los principios ponen
ante los ojos los grandes temas y valores del vivir y del actuar, mientras que las normas aplican los
principios a situaciones concretas.
En términos generales un principio enuncia un valor o meta valiosa y las normas, en cambio,
intentando realizar el principio bajo el que se subsumen, dicen cómo debe
aplicarse un principio en determinadas situaciones.
Tanto las normas como los principios son universales aun cuando el ámbito de aplicación de los
principios sea más amplio y general que las normas específicas que caen bajo dicho principio.
Al analizar el ámbito y fines de la Deontología nos encontramos con el tema de la relación entre
Deontología y Derecho, para dejar muy claro que son dos campos o niveles distintos. Uno es el
campo de los deberes éticos o morales, expresados en la Deontología, que no tiene fuerza coactiva
alguna, y otro es el campo de las normas jurídicas, que sí tienen fuerza coactiva y su incumplimiento
es objeto de sanción. Lejos de pensar que la Deontología, por no tener esa fuerza coactiva, es más
débil y menos importante que el Derecho, la realidad es que el ámbito ético o deontológico cuenta
con más fuerza y eficacia. Veamos lo que dicen los expertos.
Hugo Aznar expresa que la autorregulación Ética, como los códigos éticos y otros instrumentos,
puede ir mucho más lejos que el derecho en lo que a sus exigencias
y planteamientos normativos se refiere, (...) puede exigir mucho más que el derecho porque puede
imponerse mucho menos que este” . Quiere decir con ello que la autoridad moral siempre es mucho
más respetable y confiable que la autoridad que da la fuerza o la ley. La ley, con su capacidad
coactiva, si no va acompañada de la autoridad moral de sus legisladores o administradores, aunque
pueda aplicar penas, no tiene una fuerza real; en cambio, la autoridad moral de la Ética puede
prescindir de la fuerza coactiva.
Es por eso que el incumplimiento de dichos códigos y la difusión pública de ello revisten una pena
considerable para la persona o la institución infractora. Este es el caso de los comités de Ética de
algunos colegios profesionales o de instituciones, que publican las denuncias y resoluciones sobre
las malas prácticas de algún profesional o institución, lo cual es una sanción moral que suele tener
un efecto grande.
Augusto Hortal delimita cuál es el campo de la Ética filosófica (general), la Ética profesional y de la
Deontología:
· La Ética general o filosófica se ocupa de decir en qué consiste la actuación buena que nos hace
buenos.
· La Ética profesional nos dice qué es el bien (intrínseco) que debe perseguir cada profesión. A esto
habría que añadir el ethos profesional: qué virtudes debe practicar el profesional para ser un buen
profesional.
· La Deontología profesional formula los deberes y obligaciones del profesional, aquello que hay que
exigir de todo profesional en el desempeño de sus funciones y que normalmente están recogidos
por escrito en un código, aprobado por el colectivo o colegio profesional. Dichos colegios muchas
veces poseen comités éticos que ejercen la misión de tutelar el cumplimiento del código y de emitir
sanciones morales cuando se incumplen.
· Los códigos deontológicos contribuyen a la consolidación de una profesión, pues a través de ellos
los profesionales expresan la contribución que hacen a la sociedad y defienden el prestigio, aprecio
y reconocimiento social de su profesión.
En dichos textos, los profesionales recogen lo que la sociedad les exige, por lo tanto, es un medio
de comunicación entre los profesionales y la sociedad.
· Los colegios profesionales al formular los códigos deontológicos intentan establecer un control de
calidad sobre la práctica de su profesión.
En este sentido, la diferencia principal entre la Ética profesional y la Deontología, que subraya
Augusto Hortal, radica en que:
· La Ética profesional se ocupa de definir cuál es el bien intrínseco de cada profesión, es decir, su
razón de ser. En esta caracterización del bien que debe perseguir un profesional a veces resulta
difícil ponerse de acuerdo, pues según Hortal, el contexto de cada momento y la diversidad de
situaciones en que se debe ejercer la profesión hacen que pueda variar el concepto de bien ético de
cada profesión.
· La Deontología, con sus normas éticas, es capaz de establecer las exigencias éticas mínimas que
deben aplicar y exigirse todos los profesionales, independientemente de sus entornos culturales y
circunstancias. Sin normas no hay ni universalidad ni igualdad en las exigencias. Por tanto, la
Deontología profesional se ocupa de lo que es vinculante, obligatorio, para todos los profesionales.
Son los criterios compartidos por todo el colectivo profesional.
ACTIVIDADES DE APLICACIÓN
ACTIVIDADES DE APLICACIÓN:
En la serie norteamericana better call saul, el abogado James McGill es llevado ante su tribunal de
ética profesional para determinar que sanción le corresponde por haber alterado los documentos
de su hermano, el también abogado Charles "Chuck" McGill, luego de escuchar la sentencia en la
cual es suspendido un año como abogado. Acude al seguro para solicitar la devolución de sus
aportes que había pagado por adelantado para el siguiente año, grande es su sorpresa cuando la
encargada del seguro no solo le dice que no se le puede devolver sus aportes, sino que además su
póliza de seguro para cuando regresa a ejercer como abogado aumentara al doble, dado que fue
sentenciado por el tribunal de ética, lo que lo convierte en un profesional de mediana reputación,
digamos si tuviéramos que clasificar la reputación de una persona, me atrevo a pensar que sería;
optima, buena, mediana, baja, dudosa y nada. En este caso el hecho de que su reputación se viera
manchada por una sentencia del tribunal de ética, hace que la empresa aseguradora piense
seriamente en que este profesional es un potencial riesgo, por ello se le aumenta su póliza en un
100%. Ante esto no le queda más que pagar el seguro de responsabilidad civil, obligatorio en varios
países, para poder ejercer su derecho al trabajo, o en todo caso buscarse otro oficio.
En nuestro país, aun no existe el seguro obligatorio de responsabilidad civil, si bien es cierto todas
las carreras profesionales cuentan con un código de ética profesional este es flexible en muchas
aspectos además, lo que se paga por colegiarse o la cuota mensual para la habilitación es mínima,
de aplicarse este seguro obligatorio de responsabilidad civil, quizás muchos colegios profesionales
pongan el grito en el cielo y seguramente veamos a cientos de profesionales salir a marchar por las
calles exigiendo se derogue esa ley, pues todos los profesionales se verían obligados a contratar un
seguro de responsabilidad civil que responda ante alguna incidencia o negligencia profesional. En la
serie norteamericana ER Urgencias, en el capítulo Love's Labor Lost , que gira sobretodo entorno a
la historia de una mujer embarazada llamada Jodi que llega a urgencias ocho semanas antes de salir
de cuentas. El doctor Mark Greene le da el alta creyendo que se trata sólo de un dolor de estómago,
pero su marido no tarda en llevarla de vuelta porque su estado ha empeorado. Greene lucha
desesperadamente para salvarles la vida tanto a la madre como al bebé; llega un médico con más
experiencia para ayudarle y le culpa de no haber sabido solucionar las complicaciones. Finalmente,
consiguen salvar al bebé, pero la madre muere. Greene se siente responsable y se queda
destrozado. Lo que sucede después es una demanda contra el doctor donde se pide una reparación
civil de más de tres millones de dólares, como dicho doctor cuenta con un seguro de responsabilidad
civil, piensa que el seguro cubrirá la demanda, lo cierto es que el seguro solo puede cubrir una parte
de la demanda y el resto debe ser cubierto por el médico, quien debe cubrir lo restante vendiendo
todas sus propiedades, además recalcando que su próxima póliza de seguros se elevara a las nubes,
este capítulo fue estrenado el 16 de enero de 1996. Es decir mucho antes de las muchas negligencias
que han sucedido en nuestro país por muchos profesionales de la salud, como por ejemplo lo
ocurrido con el señor Jorge Villanueva Morales a quien los médicos del hospital Sabogal Alex Tapia
y Rubén Dulanto le amputaron la pierna equivocada, esta historia termino con la condena a prisión
suspendida de cuatro años en contra de los médicos, además de una reparación civil solidaria de 50
mil soles, adema de que fueron prohibidos de ejercer durante tres años cualquier cargo público,
pero no su profesión, es decir ellos podían seguir operando y trabajando normalmente. Quizás nos
parezca que el castigo fue muy benevolente, 50 mil soles no es mucho para dos médicos los cuales
seguramente pagarían en cuotas asignadas por el poder judicial lo mismo que la prisión suspendida.
Si existirá un seguro de responsabilidad civil, la póliza para estos médicos seguramente ascendería
en más de un 500 % ningún seguro quisiera comprometerse a coberturarlos sabiendo que
cometieron tamaña negligencia.
Imaginemos que esto lo aplicaríamos a todos los choferes si un chofer por ejemplo mata a un peatón
en estado de ebriedad normalmente iría preso, pero si lo hace producto de una crisis nerviosa o
problemas familiares que atravesaba en ese momento y le impidieron concretarse mientras
manejaba seguramente no tendrá prisión efectiva y tendría que apoyar a la víctima en los gastos de
sepelio y nada más. Pero si esta persona quisiera después renovar su brevete o simplemente
renovar su seguro de responsabilidad civil, seguramente le sería más difícil aumentaría su póliza,
porque la empresa aseguradora lo consideraría de alto riesgo, además que impediría que esta
persona vuelva a conducir en mucho tiempo.
En nuestro país ya se hizo una vez el intento por establecer el seguro de responsabilidad civil y ese
fue el proyecto de ley 7938, presentado por el congresista de la republica (2003) Natale Amprimo
Pla quien solicitaba se modifique Ley General de Salud, Ley Nº 26842 que dice: “La salud es condición
indispensable del desarrollo humano y medio fundamental para alcanzar el bienestar individual y
colectivo” y “La protección de la salud es de interés público. Por tanto, es responsabilidad del Estado
regularla, vigilarla y promoverla”. En tal sentido se quería que el artículo 1º.- Modificase el inciso a)
del artículo 15º de la Ley Nº 26842, Ley General de Salud, por el siguiente texto: “Artículo 15º.- Toda
persona, usuaria de los servicios de salud, tiene derecho: a) Al respeto de su personalidad, dignidad
e intimidad; así como a recibir una indemnización por el daño causado, en los casos de error,
negligencia, impericia u omisión, que causen lesiones, invalidez temporal o permanente o muerte,
para lo cual quienes desempeñan actividades profesionales propias de la medicina, odontología,
farmacia o cualquier otra relacionada con la atención de la salud, deberán contar con un seguro
obligatorio por responsabilidad en el ejercicio profesional, de acuerdo a las condiciones que se
establezcan por Decreto Supremo. Este proyecto de ley genero mucha controversia por aquel
tiempo, los colegios profesionales de la salud con sus decanos se manifestaron en contra de esta ley
por considerarla abusiva además de que beneficiaría a las empresas aseguradoras y perjudicaría a
los profesionales de la salud.
Sin duda que los tiempos eran otros y quizás los sueldos también, hoy en día otra es la situación y
seguimos encontrándose más casos de negligencia profesional en distintos sectores, como los
delincuentes que salen de presión por errores judiciales o excesos de carcelería y vuelven a
delinquir, muchos de estos trámites administrativos son errores garrafales cometidos por
profesionales de la justicia que no son castigados salvo con amonestaciones o memorándum los
cuales el mayor daño que pueden producir es ir a su hoja de vida profesional.
Somos un país donde se cometen muchos abusos, somos testigos de cómo muchos funcionarios
públicos burlan a la justicia y como criollamente se dice “aquí no pasa nada”. Tal vez urge la
implementación de un seguro de responsabilidad civil profesional el cual regule y baje el índice de
negligencias profesionales.
Somos un país donde podemos ver como muchos profesionales del sector educación son separados
de sus cargos por tener afiliaciones a grupos terroristas, así como también vemos como muchos de
ellos son acusados de abusar sexualmente a sus alumnos. Dichos profesores son separados del cargo
de por vida por atentar en contra de niños y adolescentes.
De igual manera podemos decir que durante la década de los noventas muchos profesionales de la
comunicación (periodistas, redactores, comunicadores) vendieron su línea profesional, armando
psicosociales, noticias falsas, engañando a la población y conspirando con cuanto candidato
opositor salía, de esta manera se restringía la libertad de expresión y se difamaba sin el menor
escrúpulo posible. Dichos profesionales de la comunicación luego salieron a hacer un mea culpa y
hoy son defensores de la democracia y los derechos humanos.
No hace poco tiempo observamos como un puente de la solidaridad con seis años de uso (no se
cayó sino se desplomo) a decir del ingeniero civil José Luis Justiniano quien en un intento por
defender su postura frente a la caída del puente respondió que estaba “hablando técnicamente”.
“Usted quizá no me va a entender nunca porque usted es periodista”, cuál sería la responsabilidad
de los ingenieros que realizaron esa obra, que seguramente tuvo una inversión millonaria y apenas
duro unos años, porque no se tuvieron los mínimos criterios técnicos al momento de construirlos.
Imaginemos cual hubiera sido su castigo si decenas de personas hubieran perdido la vida al intentar
cruzarlo y de pronto se viniera abajo.
La cuestión aquí es que urgen medidas para mejorar las condiciones y prácticas profesionales no
bastan solo las amonestaciones, como dice el dicho “El infierno está lleno de buenas intenciones y
el cielo de buenas obras”.
Actividades de aplicación:
SITUACIONES PROBLEMÁTICAS 02
Apellidos y nombres:
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N° DE GRUPO: ________
01.- Escribe cinco situaciones, desde tu punto de vista, por qué el sistema universitario, en el campo ético-
axiológico, está mal en nuestro país.
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02.- Señala, quién o quiénes son los responsables o culpables de estas situaciones. ¿Por qué?
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04.- En los actos de tu vida diaria; ¿algunas veces has tratado el bien como un mal y en otras el mal como un
bien? Explica brevemente.
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05.- ¿Ética y moralmente hablando, las personas que han ido a la universidad, son mejores que, las que no
han ido? ¿Influye el tener instrucción? ¿Por qué?
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06.- ¿Qué ventajas pueden tener sobre los demás, desde el plano ético, aquellos que estudian esta
asignatura? ¿Por qué?
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07.- En esta asignatura, ¿has aprendido algún valor que no practicabas, antes? ¿Cuál o cuáles?
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CASO:
OAUP, es una destacada universidad de la localidad cuya enseñanza se caracteriza por su calidad y tiene
convenios a nivel internacional. M. A. es una destacada secretaria de una de las direcciones de las Escuelas
Profesionales de dicha universidad y por sus dotes personales y profesionales goza del aprecio y, también,
de la admiración de sus colegas y del propio Director. Éste, como tiene que asistir a muchas reuniones propias
de su trabajo, siempre, asiste con M. A. En una de estas reuniones ella conoce a un destacado Decano de una
universidad de la capital y luego de tres reuniones en que asisten, le ofrece a M. A. hacer las gestiones
necesarias para que ocupe un alto cargo de funcionaria de dicha universidad y lo único que tiene que hacer
es salir con él.
Responda:
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