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El viejo del saco

Autor: José Luis García

(En el centro una fuente y al fondo fachadas de varias casas. Junto a la


fuente, de la que parece que mana agua, está sentado un hombre viejo de
aspecto siniestro y a su lado vemos un saco vacío, y un garrote).
(Se abre la puerta de una de las casas del fondo y aparecen en ella Madre y
Rosita, una niña de unos seis años que porta un cántaro vacío. En el cuello de
Rosita luce una gargantilla de coral).
MADRE.-
¿No será demasiado pesado para ti?
ROSITA.-
No, mamá.
MADRE.-
Ten cuidado. No hables con extraños.
ROSITA.-
No, mamá.
MADRE.-
Y no pierdas la gargantilla.
ROSITA.-
No, mamá.
(Rosita se dirige con el cántaro a la fuente. La Madre entra en la casa y cierra
la puerta).
(Cuando Rosita llega a la fuente, se cruza su mirada con la del Viejo. La niña
coloca su cántaro para que se llene en la fuente y luego se quita la gargantilla
y la deja en el borde de la fuente).
ROSITA.-
Así no se me caerá al agua cuando recoja el cántaro.
(La niña espera a que se llene el cántaro y de vez en cuando mira al Viejo,
que parece ajeno a ella).
(Cuando ella cree que ya está lleno, lo sujeta con gran esfuerzo y
trastabillando se encamina hacia la puerta de su casa. Cuando está en esto, el
Viejo esconde la gargantilla dentro del saco).
ROSITA.-
(Antes de llegar a la puerta).
¡Mi gargantilla!
(Deja el cántaro en el suelo y se dirige presurosa hasta la fuente. Una vez allí,
por más que busca no encuentra su collar).
ROSITA.-
(Al Viejo).
¿No ha visto usted mi gargantilla?
VIEJO.-
No sabía que era tuya. La metí en el saco para que no se perdiera. Búscala tu
misma, que yo soy tan viejo que casi no puedo moverme.
(La niña se acerca hasta el saco y rebusca sin encontrar su preciado objeto).
VIEJO.-
(Sin moverse de su sitio).
Seguro que está en el fondo.
(Como el saco es grande y la niña pequeña, ella se introduce en él y dejamos
de verla. El Viejo se levanta con gran agilidad, cierra el saco y toma su
bastón).
VIEJO.-
Ahora harás lo que yo diga, o te golpearé con mi bastón.
ROSITA.-
(Desde dentro del saco. Y hasta que se diga, a partir de ahora, la voz de la
niña será siempre desde dentro del saco).
Casi no puedo respirar.
VIEJO.-
Haz lo que yo te diga y pronto te soltaré.
(El hombre se carga el saco a la espalda y se acerca con él hasta la puerta de
una de las casas, y llama. Se abre la puerta y asoma un Hombre).
HOMBRE.-
¿Eh?
VIEJO.-
Por una moneda puedo hacer que cante mi saco.
HOMBRE.-
Que cante primero y si es verdad, te daré la moneda.
VIEJO.-
(Al saco).
¡Saco, canta! ¡Si no, con el bastón daré en tu panza!
ROSITA.-
(Canta desde dentro del saco).
Por agua fui a la fuente.
Que lejos no está.
Y perdí mi gargantilla,
gargantilla de coral.
¡Ay, madre de mi alma,
que enfadada estará!
HOMBRE.-
Vaya. Si que canta bien tu saco. Te has ganado tu moneda.
(El Hombre rebusca entre sus ropas y luego le da la moneda al Viejo. Cierra la
puerta de su casa).
VIEJO.-
Es un buen negocio.
ROSITA.-
Casi no puedo respirar.
VIEJO.-
Haz lo que yo te diga y pronto saldrás.
(El Viejo se acerca hasta otra puerta, siempre con el saco. Llama y abre una
Mujer).
VIEJO.-
Por una moneda puedo hacer que cante mi saco.
MUJER.-
Sí, claro. Venga, que cante y si me gusta te daré esa moneda.
VIEJO.-
(Al saco).
¡Saco, canta! ¡Si no, con el bastón daré en tu panza!
ROSITA.-
Volví luego a la fuente,
para poder encontrar,
mi querida gargantilla,
gargantilla de coral.
¡Ay, madre de mi alma,
que enfadada estará!
MUJER.-
Eres un viejo loco, pero tu saco canta bien.
(Le da una moneda y cierra la puerta).
VIEJO.-
Me voy a hacer de oro.
ROSITA.-
Casi no puedo respirar.
VIEJO.-
Calla, que pronto te sacaré.
(El Viejo se acerca a la casa de Rosita y llama a la puerta. Abre la Madre).
VIEJO.-
Por una moneda, puedo hacer que cante mi saco.
MADRE.-
¿Has visto a una niña pequeña con un cántaro?
VIEJO.-
No.
MADRE.-
Toma la moneda.
(Se la da).
A ver si viene mi hija al oír el canto de tu saco. ¡Le gustan mucho las
canciones!
VIEJO.-
(Al saco).
¡Saco, canta! ¡Si no, con el bastón daré en tu panza!
ROSITA.-
No encontré mi gargantilla,
gargantilla de coral.
No encontré mi gargantilla
y perdí mi libertad.
¡Ay, madre de mi alma,
que enfadada estará!
MADRE.-
¡Qué voz tan bonita tiene tu saco! Te daré otra moneda, pero déjame tu
bastón para alcanzar con él la caja donde la tengo guardada.
(El Viejo le da el bastón a la Madre y esta le da un garrotazo con él al Viejo,
que cae al suelo. La Madre abre el saco y sale Rosita de él).
ROSITA.-
Casi no podía respirar.
(Vuelve a entrar en el saco y al poco sale otra vez, ahora con la gargantilla en
una de sus manos).
Olvidaba mi gargantilla.
MADRE.-
Ya hablaremos luego. Ahora trae el cántaro, mientras yo le doy una lección a
este malvado.
(Rosita va a por el cántaro y la Madre entra en la casa y sale enseguida con un
perro, al que mete en el saco. La mujer vuelve a entrar en la casa y esta vez
sale con un gato, al que introduce también en el saco. Luego lo cierra y ayuda
a Rosita que aún trastabilla con el cántaro y la gargantilla entre sus manos.
Entran las dos en la casa y cierran la puerta).
(El Viejo se despierta y ve cómo el saco se agita).
VIEJO.-
¡Ay, no recuerdo nada!
(Al saco).
Niña, quédate quieta, que te doy con el garrote.
(El saco sigue con su movimiento y el Viejo golpea con el bastón al saco, pero
éste se mueve aún más que antes).
Vas a saber quién soy yo.
(Abre el saco y el perro sale de él y se agarra a una de las piernas del hombre,
que se aleja un poco del saco. El gato sale también y se agarra a la otra
pierna. El Viejo corre de un lado a otro, entre gritos, pero no consigue zafarse
de los animales. Sale).
(Se abren sus respectivas puertas y asoman el Hombre y la Mujer).
HOMBRE.-
Esta es la historia. Y aunque testigos no hemos sido…
MUJER.-
Así nos la han referido.
AMBOS.-
¡Chimpún!
(A la vez, cada uno entra en su casa y cierra su puerta de un portazo).
FIN
Por qué no se debe pegar a los niños
Autor de esta adaptación: José Luis García

(Dos casas, cada una en un extremo de la escena. La de la derecha, que


llamaremos B, tiene la puerta cerrada; y en la otra, A, se ve una ventana con
una cortina. Entre ambas viviendas, una piedra. De A sale el ruido de una
fiesta).
(La Madre sale de la casa B y justo en ese momento la Amiga asoma por la
ventana de A).
AMIGA.-
¿Vienes a la fiesta?
MADRE.-
Sí, señora. Estoy harta de que mi marido pase todo el tiempo fuera del
pueblo; harta de estar todo el día trabajando; harta de no haber probado
nunca la cerveza de maíz.
AMIGA.-
Y no tendrás que preocuparte por tus hijos. Si dejas la puerta bien cerrada,
no podrá pasarles nada.
MADRE.-
Eso es, una puerta cerrada no es una puerta abierta.
AMIGA.-
Entra a la fiesta.
(La Madre entra en la casa A y la Amiga abandona la ventana. Durante un rato
no vemos a nadie, sólo se escucha el ruido de la fiesta, que aumenta de
volumen).
(La Madre asoma por fin por la ventana de A, lleva un vaso en la mano).
MADRE.-
(Está ligeramente bebida. De vez en cuando, el hipo la sobresalta).
¡Qué mareo más tonto me ha entrado!, ¡será posible! Voy a ver si tomando un
poco más de cerveza se me pasa, ¡será posible!
(Desaparece de la ventana hacia el interior de la casa).
(Vemos cómo se mueve la puerta de la casa B y al poco rato asoma la cabeza
de la Niña, que observa; luego sale la Niña de la casa).
NIÑA.-
¡Puertas a mí!
(Camina unos pasos).
Creo que nadie me ha visto.
(Se acerca hacia la casa en la que se celebra la fiesta).
Me voy a enterar por qué mi madre me ha encerrado. Nunca lo había hecho.
(Llega con sigilo hasta la ventana y se asoma por ella. Observa lo que ocurre
en su interior).
Ahí está mi madre. ¿Qué hace?
(Se retira de la ventana)
Creo que me ha visto.
(Se aleja de la ventana y se esconde detrás de la piedra que está entre las dos
viviendas).
MADRE.-
(Que se asoma por la ventana, después de manotear las cortinas. De vez en
cuando, el hipo la sobresalta).
Esto es muy raro, cuanta más cerveza bebo, más mareo tengo; no lo entiendo.
(Mira hacia la piedra).
¡Será posible!, ¿qué estoy viendo?
(Se aleja de la ventana y dejamos de verla. Al poco rato sale desde la casa A.
Tararea una canción popular, podría ser “La Cucaracha”, y se acerca hasta la
piedra, en la que sigue escondida la Niña).
MADRE.-
Vaya, no recuerdo para qué había salido.
(Apoya una mano sobre la piedra y la desliza por ella hasta tocar la cabeza de
la Niña).
Ay, madre; ¡una piedra peluda!
(Retira la mano y observa, hasta que descubre a la Niña escondida).
Pero, si ésta es mi hija; ¡será posible!
(A la Niña).
¡Levántate de ahí!, ¡será posible!
(La Niña se levanta, cabizbaja).
¿No te dije que no salieras de la casa?
(La Madre se acerca aún más a la Niña).
No me mires así y respóndeme.
(Silencio).
¡Mira que te doy un cachetón!, ¡será posible!
(La Niña no dice nada. La Madre le da un cachetón en la cara, ligero).
Y ahora entra en la casa.
(La Niña se dirige en silencio hasta la casa).
(La Madre la observa).
¿Cómo es que ahora tengo dos hijas en vez de una?
(Ríe bajito, como para sí misma).
(La Niña entra en la casa y la Madre cierra la puerta).
Muy bien, sí señor. Ahora cierro la cervecita y me voy a tomar otra puertita. A
ver si se me pasa el mareo éste; ¡será posible!
(Se acerca hasta la casa en la que se celebra la fiesta).
¡Comadre!, ¿me pone otro poquito de cerveza?
(Entra en la casa y dejamos de verla).
(La Niña vuelve a salir de la casa en la que estaba encerrada).
NIÑA.-
Si mi madre cree que me va a dejar encerrada, lo tiene claro. Esto es una
injusticia. Los mayores siempre tienen que tener la razón.
(Se acerca muy enfadada hasta la piedra).
Me quedo fuera, y si vuelve mi madre y me vuelve a pegar, me da igual. Esto
es una injusticia.
(La Niña se sienta junto a la piedra).
(Asoma un Niño desde la casa por la que antes salió la Niña).
NIÑO.-
Anda, la puerta está abierta; seguro que ha sido mi hermana.
(Ve a su hermana junto a la piedra y se acerca hasta ella).
¿Qué haces aquí?, mamá nos dijo que no saliésemos.
NIÑA.-
Me da igual. Mamá me ha pegado. Es una injusticia, ella está de fiesta y
nosotros tenemos que estar encerrados.
NIÑO.-
Mamá nunca nos ha pegado.
NIÑA.-
Me dio un bofetón por salir de la casa. ¡Es una injusticia!
NIÑO.-
¡Es una injusticia!
NIÑA.-
Y además, es injusto.
NIÑO.-
Reuniremos a todos los niños del pueblo. Están todos encerrados en sus casas
mientras sus padres están en la fiesta. ¡Es una injusticia!
NIÑA.-
Y además, es injusto.
NIÑO.-
Me acabo de acordar de una antigua leyenda que nos contaba la abuela. Si
todos los niños del pueblo nos ponemos de acuerdo, le daremos una lección a
los mayores.
NIÑA.-
Se lo merecen por injustos.
NIÑO.-
Y por hacer injusticias.
(Salen ambos).
(La Madre sale de la casa, viene contenta y canta su canción).
MADRE.-
(De vez en cuando, el hipo la sobresalta).
Espero que esa niña no se haya escapado otra vez. Miraré en la piedra.
(Se acerca, alegre, hasta la piedra; la toca mientras tiene una risa tonta).
Vaya, esto no es la piedra; es una señora.
(Sigue toqueteando la piedra).
¡Qué señora más chiquitita, y más calva! Perdone señora, no quería
molestarla. Voy a la fiesta tomarme otra calva, porque estoy mareada.
(Se aleja de la piedra).
No me ha respondido. Mejor; a palabras sordas, oídos necios.
(Llega hasta la casa de la fiesta).
¡Comadre!, ¿me pone otro poquito de cerveza?
(Entra en la casa y dejamos de verla).
(Suena una música, con un ambiente entre mágico y cool).
(Entran un grupo de niños en fila, vienen bailando al son del ritmo de la
música).
NIÑO 1.-
¿Cómo vamos a convertirnos en estrellas?
NIÑO.-
Vamos a intentarlo. ¡Las leyendas de la abuela nunca nos han engañado!
NIÑA.-
Sólo tenemos que bailar, juntos, el mismo ritmo.
NIÑO 2.-
Esto es un rollo. ¿Cómo vamos a volar?
NIÑA 2.-
Inténtalo.
(La Fila de Niños baila un momento en silencio, y al poco comienza a elevarse
del suelo).
NIÑO 2.-
¡Hala!
NIÑA.-
Sigue bailando, si no, nos caeremos.
(La Fila de Niños vuelve al suelo).
NIÑA 2.-
¡Oh, no!
NIÑO.-
Sigamos, veréis cómo funciona.
(La Fila de Niños baila en silencio. Se eleva de nuevo en el aire).
NIÑO 2.-
¡Funciona!
NIÑO.-
¡Bien!
NIÑA.-
Si los mayores quieren niños para pegarles, que se los fabriquen de corcho,
porque nosotros estaremos muy lejos.
(La Fila de Niños sigue un rato en el aire, hasta que desaparece en la lejanía).
(Cesa toda música).
(La Madre manotea en la cortina de la ventana, y al poco asoma por ella).
MADRE.-
Ha sido una fiesta fantástica. Qué pena que acabe.
(Mira en silencio).
¡Qué silencio más extraño!
(Mira hacia la otra casa).
¡La puerta está abierta! Esa niña se ha vuelto a escapar. Le voy a decir
cuarenta y siete cosas y media; ¡será posible!
(Desaparece de la ventana).
(La Madre sale de la casa, cantando su canción).
MADRE.-
(De vez en cuando, el hipo la sobresalta).
¡Qué mareillo más tonto tengo! Tiene que ser una bajada de tensión.
(Llega hasta la piedra y tropieza con ella).
¡Perdone, señora!
(Se ríe y acaricia la piedra).
¡Qué señora más chiquitita y más calva!
(Ríe).
¡Qué calva tiene la señora!
(Mira hacia la piedra).
Si esto no es una señora. Es una piedra.
(Ríe).
La piedra… Entonces mi hija tiene que estar escondida por aquí. Vamos a ver.
¡Yiip!
(Se asoma hacia delante).
No está. Entonces estará debajo de la piedra; sí, señor.
(Se agacha y va a mirar debajo de la piedra, pero se detiene en el último
momento).
¿Cómo va a estar debajo?, ¡ni que fuera una hormiga! Ya sé, seguro que me ha
visto y ha vuelto a la casa. Le voy a decir cuarenta y ocho cosas; ¡será posible!
(Se acerca hasta la casa B, y desde la puerta llama hacia adentro).
Hija, sal de ahí. ¡Sal de ahí, te digo!
(Silencio).
Qué cosa más rara.
(Entra en la casa B. Al rato vuelve a salir).
Aquí dentro no hay nadie.
(Desde el fondo entran Amiga y Amiga 2).
AMIGA.-
¡Han desaparecido todos los niños del pueblo!
AMIGA 2.-
Como si se los hubiese tragado la tierra.
MADRE.-
O como si hubiesen salido volando.
(Las tres miran hacia arriba).
LAS TRES.-
¡Cuántas estrellas!
MADRE.-
¡Qué tonta soy!, me había olvidado de la leyenda.
AMIGA.-
¿Qué leyenda?
AMIGA 2.-
¿La leyenda de la abuela?
MADRE.-
Sí, qué tonta soy. Olvidé que no se le debe pegar a los niños, porque ellos
pueden escapar en una canción y convertirse en estrellas. Se me está pasando
hasta el mareo…
AMIGA.-
¡Cuántas estrellas!
MADRE.-
Nunca más le volveré a pegar a mi hija.
(Pausa mientras miran hacia el cielo).
Espero que no tarde en volver.
FIN
Personajes por orden de aparición:

Mamá Osa
Osito Pepín
Abuela Childrita
Conejo Pepito
Vecino
Manuela

Escenografía:

Algunos árboles que den idea de bosque, varias flores. A la derecha la casita de los vecinos.
Acto Único:

I Mamá Osa: (Barriendo o plumereando) ¡Ya son más de las diez y Pepín todavía está en
cama! ¡Y hoy es su cumpleaños! ¡Qué hijito perezoso tengo! ¡Con un día tan bonito! Lo
despertaré.

Mamá Osa: ¡Pepín, hijto, feliz cumpleaños!. Ya es hora de levantarse. Tomarás una rica taza
de chocolate y me ayudarás a preparar la torta ¿Quieres Osito?

Osito Pepín: (sin levantarse, soñoliento y fastidiado) ¡No! ¡No! ¡No! ¡No quiero chocolate y no
me gusta ensuciarme con harina!

Mamá Osa: (conciliadora) Bueno Pepín, te prepararé té, pero antes deberás lavarte la carita,
los dientes y las manos: ¿vienes, hijito?

Osito Pepín: (Más enojado) ¡No! ¡No me lavaré la cara y no tomaré té! ¡No me gusta! (se
levanta)

Mamá Osa: Pero hijito... los ositos deben tener la cara limpia... además te daré galletitas para
el desayuno.

Osito Pepín: ¡No quiero galletitas! ¡Voy a jugar aquí en el bosque! ¿Me das permiso? Jugaré
con el conejito

Mamá Osa: Bueno hijito. Pero, ya sabes que no debes alejarte pues aún eres pequeñito y
pueden atacarte los lobos.

Osito Pepín: ¡Adiós mamá! Volveré enseguida (Se va cantando y saltando muy feliz)
Juguemos en el bosque
Mientras el lobo no está.
Juguemos en el bosque
mientras el lobo no está
¿Lobo estás? (se detiene en expectativa)
No, no y no... (sigue cantando y saltando)

Mamá Osa: (Ha quedado sola; preocupada) Pepín es muy caprichoso... me desobedece
siempre... se porta muy mal... A todo siempre dice: ¡No! ¡No! y ¡No! ¿Qué haré? Childrita: (Es
muy viejecita. Viene con un bastón) Buen día querida Osa ¿Cómo estás? Te noto
preocupada...¿Qué te está pasando?

Mamá Osa: Buen día abuela Childrita. Sí, estoy preocupada... por Osín ¿Sabe? Se porta muy
mal y no quiere obedecer. Tendré que darle unos chirlos y no quisiera hacerlo. Childrita:
(Pensando) Mm... mmm.... ¿No quieres que te ayude? Tú sabes que sé preparar algunos tés
mágicos con hierbas del bosque.

Mamá Osa: ¡Ay, abuela Childrita! ¡Cuánto se lo agradecería! Tengo miedo que algún día le
pase algo a Pepín.
Childrita: Bueno, trataré de ayudarte pero si Osito tarda en regresar, no te preocupes; yo
cuidaré de él (va saliendo)

Mamá Osa: ¡Gracias, muchas gracias! ¡Hasta luego, abuela Childrita!

Childrita: Hasta luego.... hasta luego.... (mamá Osa se va, dejando sola a la abuela)

Childrita: (Reflexionando simula ir ya en camino) Realmente, este osito se porta mal... Creo
que merece un escarmiento... A ver, ¿qué podría darle? ¿El té del sueño...? No; ¿el de las
cosquillas...? no, tampoco serviría. ¡Ah...! ya sé: las frutitas rojas serán lo mejor.
Buscaré a Pepín. (mientras habla saca de una bolsita o canastita que lleva, unas frutas
pequeñas y rojas, las mira, sonríe, las vuelve a guardar y sigue caminando)
¡Ahí va Pepín...! ¡Qué lejos está ya de su casa! Bueno, le pondré la frutita aquí a ver si la come
y, si la come... no podrá decir otra cosa que "no". ¡Será la única palabra que podrá pronunciar!
(Coloca la frutita roja y se va riendo).

Osito Pepín: (aparece muy contento y algo cansado) ¡qué lindo!, ¡qué lindo! ¡como corrí!
¡lastima que no pude alcanzar a las abejas...! ¡Con lo que me gusta la miel! y casi me picaron
(sigue caminando, canta, se agacha, mira las flores, levanta una piedrita, salta) ¡Qué hambre
tengo! creo que volveré a casa a tomar chocolate. ¿Pero donde estoy? (mira a su alrededor)
¿Cuál es el camino para volver a casa? ¡Bahh..! No importa. Ya preguntaré a alguien y me
indicarán como volver. (Ve la frutita y se acerca a ella). ¿Qué será esto? Parece rico, me lo
comeré. (La come) ¿No hay más? ¡Es dulce! ¡Me gusta! (Continúa buscando)

Leñador: (Cargado con un atado de leña y caminando inclinado) Buenas tardes osito. ¿Qué
andas haciendo por aquí? Estas bastante lejos de tu casa. ¿Acaso te has perdido?!

Osito Pepín: (Intentando hablar pero sin poder hacerlo) ¡No...! ¡No..!

Leñador: ¿No sabes saludar? ¿Qué te pasa?

Osito Pepín: ¡No..!¡No..!

Leñador: ¿Has perdido algo?

Osito Pepín: ¡No..! ¡No..!

Leñador: ¿Te duelen las muelas?

Osito Pepín: ¡No..! ¡No..!

Leñador: Me parece que eres un maleducado, y si sabes como volver a tu casa, yo seguiré mi
camino así que ¡adios!

Osito Pepín: ¡No..! ¡No..! (Intenta detener al leñador con gestos pero este no lo ve y se aleja)
(Osito queda muy triste)

Pepito:
(bailando y cantando)
Soy Pepito, el conejito.
Bailarín por excelencia del lugar
El que baila dando tumbos y saltitos
solamente con las patitas de atrás.
(baila un momento. Luego ve al Osito y se le acerca, contento de encontrar un amigo)

Pepito: ¿Qué tal osito? ¿Quieres qué juguemos juntos?

Osito Pepín: ¡(con expresión feliz) ¡No...!

Pepito: ¿No quieres jugar? ¿Por qué?

Osito Pepín: ¡No...! ¡No...! (al mismo tiempo que hace gestos de que sí, quiere jugar)

Pepito: ¿Qué no? Bueno, pero somos amigos ¿no?

Osito Pepín: ¡No...! ¡No...! (hace gestos desesperado para hacerse entender)
Pepito: ¿Quieres que comamos una nuez? Sí.... Sí....

Osito Pepín: (afirma con la cabeza) ¡No...! ¡No...!

Pepito: ¡Oh, todo no! ¡Osito malo! ¡No jugaré contigo!

Osito Pepín: ¡No...! ¡No...!

Pepito: ¡Estas loquito! (canta) ¡Osito está loquito! (da vueltas alrededor de Pepín mientras ríe y
canta) ¡Osito loquito...!

Osito Pepín: (Sigue haciendo gestos desesperados) ¡No...! ¡No...!


Pepito: ¡Osito está loquito...! (se va cantando y saltando)

Osito Pepín: (Camina, dando muestras de gran cansancio. Se sienta, se toca la pancita
demostrando que tiene hambre, alza un fruto del suelo e intenta comerlo pero después de
probarlo lo tira haciendo gestos de disgusto. Pone cara triste y llora despacito mientras dice
No.. No... (Luego se levanta, se seca con las manos la cara, busca una dirección para seguir y
camina).
Childrita: (Sin que la vea Osito) Espero que Osito aprenda la lección. No podrá preguntar el
camino para regresar a su casa. Pero yo estaré cerca para protegerlo (se va)

Osito Pepín: (Llega hasta una casita, mira la puerta, se muestra indeciso y por fin, llama)

Vecino ¡Hola, Osito! ¿Qué andas haciendo por aquí)

Osito Pepín: No... No...

Vecino ¡Habla más fuerte que no te escucho bien! (Se toca la oreja y acerca la cabeza para
escuchar mejor)

Osito Pepín: No... No...

Vecino ¡Más fuerte que no te escucho! ¿Qué quieres?

Osito Pepín: No, no (Hace gestos tratando de explicarse)

Vecino (Gritando) ¡Manuela! ¡Manuela! ¡Ven aquí que no entiendo qué quiere este oso!

Manuela: (Aparece secándose las manos en un delantal como si terminara de realizar alguna
tarea). No me grites que no estoy sorda como tú! ¿Cómo vas a entender lo que te dice si ya
casi no oyes? (dirigiéndose al Osito) ¿Qué quieres, Osito? ¿Es cierto que te has perdido?

Osito Pepín:
No.. no ... (afirma con la cabeza)

Vecino ¿Qué se ha dormido? No Manuela, está despierto, ¿no lo ves?

Manuela: ¡Callate ya, que todo lo entiendes al revés! (al osito) ¿no? ¿Y para qué llamaste?
Dímelo pronto que se me quemará el pastel. (Al oír la palabra pastel, la expresión de Osito se
ilumina y se pasa la lengüita por los labios)

Vecino ¿Qué pasa con el papel?

Manuela: (impaciente) ¿Pero es que no sabes decir otra cosa que no? ¿Quieres pasar?

Osito Pepín: No... no...

Manuela: (enojada) ¿No? Y, entonces, ¿qué es lo que quieres?


Vecino Un papel, ya lo dijo...

Manuela: ¡Cállate, estás diciendo tonterías! ¡Y no hables si no escuchas bien!

Vecino ¿Qué no me siento bien? ¡Claro que estoy bien! ¿Quién te dijo que estoy enfermo?
Manuela: (Se toma la cabeza con las manos en un gesto de desesperación) ¿Quieres callarte
de una vez? (empiezan a discutir)

Osito Pepín: (Yéndose triste) No... No... No...


(los vecinos entran a la casa)

Childrita: (Apareciendo a un costado) Creo que el castigo fue suficiente. Lo ayudaré a regresar
a su casa.(Acercándose a Pepín). Pepín, tu mamá me invitó a comer pasteles y voy a tu casa,
¿quieres que vayamos juntos?. Así podrías ayudarme ya que estoy muy viejecita y me canso
mucho...

Osito Pepín: (Moviendo la cabeza afirmativamente se levanta y comienza a caminar junto a la


abuela Childrita. Su rostro se ve muy feliz)

Childrita:
Estoy muy contenta de haberte encontrado. Comeremos esos bollos tan ricos que hace tu
mamá, ¿verdad hijo?

Osito Pepín: (Afirma con la cabeza)

Childrita: ¿No tienes hambre? Mira, aquí tengo una frutita muy rica. .¡Cómela!

Osito Pepín: (Come la frutita y al poco rato dice) Bueno, (se alegra y asombra de poder hablar)
¡Hablo! ¡hablo de nuevo! ¡qué lindo! (mira a su alrededor) Árbol...flor...abuela Childrita...¡Qué
felicidad! (Salta y baila contento)

Osito Pepín: (Sigue caminando hasta llegar a la casa) ¡Mamá! ¡Mamá! (Pepín corre hacia la
mamá y la abraza feliz)

Mamá Osa: ¡Hijito! ¡Cariño mío! ¡Todo el día fuera de casa!

Osito Pepín: (Atropellándose con las palabras) Me perdí mamita... me perdí en el bosque y no
podía hablar! Decía NO... NO...y tenía miedo

Mamá Osa: (cambia una mirada con Childrita). Bueno, querido (lo acaricia y lo besa) Ya
pasó...ya pasó...¿quieres chocolate?
Osito Pepín: ¡Sí, si que rico! Mucho, ¿eh?

Mamá Osa: Debes lavarte las manos, las tienes sucias...

Osito Pepín: Si, si

Mamá Osa: ...y péinate pues vendrán tus amiguitos a la fiesta de cumpleaños.

Osito Pepín: ¡Sí, sí! ¡Qué lindo! Jugaremos y cantaremos y tendré un año más! (Se va a lavar
y vuelve) ¿Sabes mamita? Pepito, el Conejito no quería jugar conmigo... Me decía loco, loquito
y yo no sabía volver a casa

Mamá Osa: Bueno, bueno hijito, ya estás aquí... Termina de lavarte (Pepín sale y vuelve
corriendo)

Osito Pepín: ... y el señor, mami, no escuchaba y la señora se enojó y yo tenía hambre y no
tenía nada que comer...

Pepito: (Entra saltando) ¡Feliz cumpleaños Osito! ¿Ya no estás loquito y jugaremos en tu
fiesta? ¿O quieres que me vaya?

Osito Pepín:
No te vayas, seamos amigos, estoy contento de que estés aquí.
(entran el leñador, el vecino y Manuela)
Todos:¡Feliz cumpleaños Osito!
Qué los cumplas feliz
Qué los cumplas feliz
Qué los cumplas Osito,
Qué los cumplas feliz
Osito Pepín: Quiero ir a jugar un ratito con Pepito, ¿Me das permiso, mamá? Estaremos cerca.
Mamá Osa: Bueno, Osito (A todos) ¿Vamos a mirar como juegan?

Osito Pepín: ¡Vamos, vamos!


(Salen todos detrás del conejito)
Todos: ¡Adiós, chicos, adiós!

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