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Estrategias de lucha: los derechos de los detenidos

y el abolicionismo

Massimo Pavarini1
Universidad de Bologna

Algunas notas personales

Es extraño, y por eso pido autorización, congruente entre el discurso de los derechos
anticipar consideraciones “personales”. Sin del detenido y la dimensión “real” de la pe-
embargo, en razón de lo que argumentaré, nalidad carcelaria, como precisamente lo son
pienso que no se puede prescindir de algunos –en un delirio cacofónico de tipo futurista– las
datos bio-bibliográficos. palabras en libertad.
En treinta y cinco años de reflexión sobre Tengo una extensa militancia –extensa
la cárcel no me he interesado nunca por los como mi vida profesional– en el movimiento
derechos del detenido. Confieso que, en tanto abolicionista, no del sistema de justicia penal,
penólogo, en sentido estricto, pero siempre sino de la cárcel como institución. He sido un
de formación penalista, esta circunstancia es, convencido abolicionista de la cárcel cuando
como poco, sorprendente. Luego, esta laguna parecía relativamente fácil librarse de la ne-
no es ciertamente imputable a la desatención cesidad de esta institución total, por otra parte
o a algún capricho “estético” que acompaña totalmente en crisis.
siempre todo recorrido de investigación, en Frente a la nueva estación de oro de la cárcel
el cual hay temas que gustan y temas que –inaugurada por los procesos de re-encarce-
no. He evitado este tópico carcelario, tan lamiento– he dedicado mucho tiempo a tratar
exquisitamente jurídico, con mucha pruden- de entender científicamente lo que estaba
cia, conscientemente. Y la razón de fondo es sucediendo y sus razones. Políticamente, me
que me ha parecido siempre, mucho más que he ocupado de reducir los daños de un proceso
cualquier otro, signado por un fuerte déficit que parece querer hacer retroceder en el tiem-
teórico. Un déficit tan radical capaz de blo- po las manecillas del reloj de la historia. No
quear cualquier comunicación científicamente me he interrogado seriamente en este contexto

Traducción al castellano de Vanina Ferreccio (Universidad Nacional del Litoral).


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acerca de si las razones del abolicionismo del tópico de los derechos de los detenidos
seguían siendo válidas. y por qué me he equivocado, políticamente,
Creo que ha llegado el momento de en- al no insistir en una estrategia de superación
tender por qué he sido reticente a ocuparme de la cárcel.

La pena degradante y la “cosificación” del detenido

En su fundación filosófica en los orígenes fines de degradación. Y el efecto degradante


de lo penitenciario, la pena de privación de de la pena se traduce en la “cosificación” del
la libertad de ejecución carcelaria se coloca condenado-detenido, en su reducción a la
en la esfera del “no-derecho”. Las páginas de esclavitud, en la sujeción al poder de otro. La
Pietro Costa en El proyecto jurídico (1974) cárcel es, entonces, el aparato administrativo
son convincentes sobre este punto. inventado por la modernidad –aun cuando
Por otra parte, como nos enseña la socio- haya sido heredado de la tradición jurídica
logía de la pena, la cárcel en su dimensión premoderna de los vínculos y de los status de
material es producción agregada y artificial dominio/sujeción impuestos por la relación de
de handicap, es decir que se trata de la pro- corvée– para la producción material, precisa-
ducción de sufrimiento como privación y mente, de la servidumbre penal. En este sen-
limitación de derechos y expectativas (Mari, tido, la cárcel, al igual que otros dispositivos
1993). Y sólo la metafísica romántica, como disciplinarios, se coloca en el cono de sombra
nos ilumina Brombert (1975) ha podido ima- del no-derecho, como opuesto simbólico y
ginar una pena que se autocensurase como funcional al principio “luminoso” del habeas
la pena del alma sufriente por la privación corpus. O por lo menos así ha sido en los
de libertad. La pena de cárcel es, en esto no orígenes de la modernidad y en la reflexión
diversamente de cualquier otra penalidad, un jurídica que siguió hasta el ochocientos.
sufrimiento causado intencionalmente con

Un territorio libre del derecho

Después de esta primera siguió, en el inicio Pennisi (2002) en dos óptimas y exhaustivas
del siglo pasado y en particular en la reflexión monografías sobre los derechos del detenido.
alemana (Mayer, 1924; Shmitthenner, 1967), Por el contrario, estaría tentado a calificar esta
la doctrina administrativista de la “supremacía teoría como sociológica, esto es, descriptiva
especial” (Offidani, 1953), surgida para dar del “ser”, capaz de decir la verdad, lo real, de
cuenta de la existencia de los muchos “espa- la penalidad, como de otros “hechos sociales”,
cios vacíos por y desde el derecho” todavía para decirlo al estilo de Durkheim. En tanto,
presentes y no reconducibles por el proceso de si esta lectura descriptiva asumiera alguna
estatalización de la sociedad. En mi opinión, dimensión “prescriptiva”, del “deber ser”, en-
es discutible considerar “ideológica” en sen- tonces sólo se transformaría en una ideología
tido negativo esta fundación teórica, es decir, tecnocrática. Pero a nivel de teoría “sociológi-
como fundada sobre un prejuicio –como han ca” ésta se encuentra científicamente fundada:
argumentado recientemente Ruotolo (2002) y no obstante el creciente dominio de lo jurídi-
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co, existen aún espacios irreductibles de re- “libre” y por tanto “discrecional” de algunos
laciones sociales de sujeción, unilateralmente hombres sobre otros, al punto que algunos de
dominadas por poderes que se sustraen, total éstos sufren, si bien en distintos grados, de
o parcialmente, a cualquier predeterminación libertades “vaciadas” y/o “devaluadas” y/o
legal. Son los espacios que Foucault (1975) “limitadas”. Esta teorización no se expresa,
definirá, muy lejos de esta teorización nacida realmente, acerca de los límites que el derecho
en la Alemania bismarkiana, como lugares de puede o podría poner a las relaciones de do-
disciplina. La cárcel, como el manicomio, el mino. Sólo deja entender que dicho dominio
colegio, el ejército, pero también –si no más, no podrá ser nunca absorbido, hegemonizado
por su relevancia social– la familia, la escuela por el “derecho”. Permanecerá siempre un
y la fábrica, resisten como espacios no total- núcleo mínimo pero fuertemente resistente y
mente hegemonizados por el derecho, donde refractario de libertad “del” derecho.
se despliega un dominio tendencialmente

El “nuevo” derecho del condenado a la reeducación

En lo que se refiere al tópico carcelario y derecho resulta ocultado y progresivamente


a la fundamentación teórica de los derechos oscurecido por el surgimiento del nuevo dere-
del detenido, una nueva estación se abre en la cho/deber a la reeducación. Pero de este modo
segunda mitad del siglo pasado con la asun- se abren algunas insanables antinomias.
ción del modelo correccional de justicia penal Si el objetivo de la educación es un fin y
(Garland, 1985; 1990). Este modelo orienta un límite a la/de la pretensión punitiva, la
teleológicamente –y por lo tanto limita– el reeducación (es decir, la promesa del Estado
poder disciplinario hacia la finalidad de in- de ocuparse de la inclusión social del conde-
clusión social. Entonces la pretensión punitiva nado) se eleva al rango de pretensión jurídica,
del Estado resulta vinculada a la obtención de derecho fundamental del mismo detenido,
de una finalidad precisa: la resocialización derecho que absorbe y anula cualquier otro.
del condenado. Considero que es justamente Todo otro derecho del detenido subyace no
la emergencia de la cultura correccionalista, más y no tanto en la pretensión punitiva del
por un lado, y la afirmación de objetivos de Estado sino en el derecho a la resocialización
prevención especial positiva de la pena, por el del mismo condenado. Es decir que no es
otro, lo que favoreció, si no determinó, aquella posible resistir al bien de la reeducación, ya
grave situación de confusión y equivocidad que el objetivo del Estado de punir coincide
que está en la base del déficit teórico arriba con el del condenado a ser educado. El tema
denunciado. del conflicto, sobre el cual se construye fisio-
Como se quiera entender la estación de lógicamente el espacio de los derechos, resulta
oro del correccionalismo penal, debemos por lo tanto anulado, eliminando uno de los
reconocer como esta cultura jurídica espe- sujetos de la relación.
cial-preventiva ha terminado por operar una De otro modo se podría argumentar –pero
radical suspensión o “puesta entre paréntesis” con esto se determina otra aporía– que el
de los términos en que venía declinado hasta tratamiento penitenciario reeducativo se sus-
entonces el tema de los derechos del detenido. tancia en la educación en la legalidad a través
El conflicto entre libertad “de” y libertad “del” de la legalidad, esto es a través del ejercicio
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pleno (o mejor, más pleno) de los derechos del este punto: si la cárcel u otra modalidad de
condenado. Pero con este proceder el Estado castigo se alienan de la función material y
debería simple y radicalmente renunciar a pu- simbólica de producción y reproducción de la
nir, a infligir intencionalmente un sufrimiento. diferenciación social, traicionan la misión de
Aunque la cárcel como cualquier otra pena- la penalidad. No son más castigos legales.
lidad alternativa a la misma –como enseña La vía de la resocialización y del tratamien-
la experiencia de los procesos de descarce- to correccional, con prescindencia de toda
lamiento– comporta siempre significativas valoración crítica sobre el grado de efectivi-
limitaciones de las libertades y derechos del dad contingente e históricamente alcanzado,
condenado, en obsequio de la ley áurea de la no conduce entonces a una distinta y más
less elegibility, según la cual las necesidades convincente afirmación de los derechos de
de degradación social imponen la producción quien sufre la pena. Por el contrario, lleva
“agregada” de diferenciación social. Por lo en una dirección en que el tema no puede
tanto, el Estado debería renunciar a punir, encontrar algún fundamento en función de
dedicándose a “premiar” al condenado ga- la coincidencia de intereses entre Estado y
rantizándole o esforzándose por garantizarle condenado o bien no existe más porque el Es-
alguna forma de promoción social. Es ésta una tado ha renunciado a toda pretensión punitiva
situación aparentemente paradojal que a veces respecto del condenado.
puede darse. Pero la paradoja es sólo aparente. Por otra parte se puede sostener –como
Parto de mi experiencia como frecuentador de se ha hecho autorizadamente (entre los más
los infiernos penitenciarios del tercer mundo. recientes, ver Margara (1997))– que en la era
He visitado penitenciarías del tercer mundo de la resocialización la calidad de vida de
en las que la población detenida, aun privada “nuestras” cárceles se ha elevado. Y en este
de su libertad en condiciones inimaginables proceso los detenidos han gozado de mayores
para el primer mundo, al menos una vez libertades que en el pasado. Es verdad. Pero
al día recibe una comida y, si se encuentra todo esto, entiéndase bien, tiene poco que ver
gravemente enferma, recibe una suerte de con el derecho/deber a la resocialización y
ayuda sanitaria. Este universo penitenciario está más vinculado al proceso de civilización
está compuesto principalmente por pobla- de las costumbres –para decirlo siguiendo a
ciones marginales que viven en los guetos Elías– y a la tendencia a la humanización de
metropolitanos en los que contar con algo los castigos –ver la interesante relectura de
para quitarse el hambre o curarse no es algo Elías realizada por Garland (1990: Cap. X)–.
que esté garantizado. Pero repito, la paradoja Quiero decir que este “progreso” se hubiera
es sólo aparente: la cárcel en estas realidades dado también en ausencia de una cultura
se ha alejado ya de toda dimensión punitiva especial-preventiva.
(si alguna vez la tuvo), para transformarse en En suma, más allá de un paradigma jurídico
el único presidio de un welfare minimalista de tipo conflictual, no es posible dar funda-
para los “miserables de la tierra”. Las penas en mento al tópico de los derechos del deteni-
estas situaciones extremas son precisamente do/condenado. La pregunta en este punto es
las informales y/o ilegales: la pena de muerte, la siguiente: ¿es posible hoy, en plena crisis
la tortura sin proceso por parte de la policía o del modelo correccional, fundar una teoría
el linchamiento de la muchedumbre, es decir, jurídica distinta de los derechos del deteni-
formas de penalidad premodernas. do/condenado adhiriendo a un paradigma
De todos modos, lo importante es afirmar conflictual de la penalidad?
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Los criminales como “enemigos” y los derechos de los prisioneros

El presente penal está cada vez más marca- “nueva” cultura del “derecho penal del
do por el pasaje de la retórica y de las prácticas enemigo” pareciera más abierta a una seria
del welfare a aquellas cruel pero realistamente consideración de la tutela de los derechos de
definidas del prison-fare. El crecimiento de los enemigos “capturados”: una vez desar-
la “multitud” de los excluidos políticamente mados y puestos en condición material de no
vuelve cada vez más irreal el proyecto de agredir, todo otro sufrimiento infligido –es
un orden a través de la inclusión social. Es decir, cada nueva reducción y compresión de
la estación de la declinación miserable de los derechos– resultaría inútil y sobre todo
la ideología reeducativa y de la emergencia injustificada e injustificable. Si reflexiona-
y subsiguiente triunfo de las prácticas de mos bien, esta lógica estuvo ya presente en
neutralización selectiva, completamente la experiencia del exilio y de la deportación
coherentes con el lenguaje de la guerra al como sanciones criminales. Y lo está hoy
enemigo interno. también en la difundida práctica de la deten-
La idea y las prácticas de una penalidad ción administrativa con fines de expulsión de
orientada hacia el solo fin de la neutralización extranjeros inmigrados irregularmente en el
plantean –y fundadamente– más temores polí- primer mundo.
ticos que sustentadas perplejidades científicas. Lamentablemente, en un mundo único y
Quiero callar sobre los temores, que comparto. global, no hay una nueva Australia donde de-
En lo concerniente a las perplejidades científi- portar a los enemigos “internos”. Sólo la fan-
cas, concuerdo con lo que decía Baratta (1984; tasía futurista de la película Escape from New
1985): “La finalidad de la prevención especial York sugiere otras posibles deportaciones.
negativa no es ideológica en el sentido de que Pero precisamente este “sueño” de un dispo-
no prescribe una finalidad ‘ideal’ que no pueda sitivo administrativo con el solo fin de exclu-
realizarse como función ‘material’”. Bajo esta sión social y no de irrogación de sufrimiento
óptica, es inatacable desde la razón crítica. se convierte en los hechos en una negación de
Ciertamente, puede no gustar. Personalmente, todo derecho para quien está constreñido a su-
no me agrada, pero por razones ético políticas, frirlo. En efecto: la tematización de la exclusión
no por razones científicas. conduce obligatoriamente, antes o después, a la
Sin embargo, una cosa es cierta: una política determinación material de un “espacio absoluto
de represión penal que adhiera al paradigma de no-derecho”. La lógica de la neutralización
de la guerra, libera o alivia fuertemente la mis- conoce un solo resultado coherente: el debilita-
ma de todo compromiso tanto con la urgencia miento del enemigo. Efectivamente, la historia
vindicativa de tipo retributivo como con la nos enseña que la tentación recurrente del
vocación solidaria de tipo reeducativo. En la campo de concentración es la de transformarse
guerra se hacen enemigos y prisioneros pero en campo de exterminio.
no para educarlos con fines de integración Por lo tanto, también la retórica y la práctica
social. Se hacen enemigos y prisioneros por de los condenados como “beligerantes”, como
la sola necesidad de defensa. “rehenes”, no llega a dar un espacio “teórico”
Tanto abstracta como idealmente, esta creíble a los derechos de quien es castigado.
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Déficit teórico y consecuencias políticas

Después de este recorrido en búsqueda de tativa de vida del detenido. Entonces el derecho
un fundamento para la afirmación de “liberta- a la vida y a la salud del detenido es –aun en la
des de derecho” –luego, ¿cuáles? y garantiza- realidad carcelaria más virtuosa, y por eso mis-
das ¿de qué forma?– incluso en los espacios mo sólo virtual– aquello que resulta “posible”
de “libertad del derecho”, ulteriormente me tutelar de la vida y de la salud en una realidad
convenzo de la presencia de un déficit teórico que amenaza, comprime, reduce naturaliter
de fondo, a fin de cuentas casi paralizante. estos bienes. Pero esto puede decirse también
Es verdad, cómo no darse cuenta, que hace de la pena de flagelación. En efecto, donde
al menos cincuenta años que, primero a nivel se la aplica, como por ejemplo en los países
supranacional y luego nacional, se ha inau- islámicos, sabemos que lo es bajo la estrecha
gurado la estación, no sólo doctrinaria sino vigilancia médica y, después de la ejecución,
legislativa y jurisprudencial, de la afirmación el supliciado es asistido adecuadamente en
de algunos –luego crecientes– espacios de estructuras hospitalarias. Entonces en la pena
libertad para quien está penalmente privado de flagelación como en la pena de cárcel, el de-
o limitado de ella. recho a la salud se reduce a aquello que resulta
Pero cómo no advertir que esta estación no posible, es decir “residual”, a la ejecución de la
ha desplazado ni un solo milímetro la cuestión pretensión punitiva del Estado y sólo “compa-
teórica de fondo: cualquier derecho del conde- tible” funcionalmente con ésta. Yo no veo un
nado, y todavía más del detenido, se afirma por solo derecho –de los numerosos “abstractamen-
medio de la formulación negadora del derecho te” reconocidos también al condenado privado
reconocido “condicionalmente”. Las recu- o limitado legalmente de la libertad personal,
rrentes subordinadas del tipo “con tal que no que en buena sustancia deberían y en parte lo
contraste con las exigencias de la detención”, son “in the books”, todos los derechos, menos
“siempre que no sea un impedimento a las uno– que no sea aquel que contingentemente
necesidades de disciplina”, etc., nos confirman “puede sobrevivir”, siempre residualmente, a
la existencia de espacios de “libertad” sólo las necesidades materiales y funcionales que
eventuales y siempre concedidos por quien, sustancian la ejecución de la pena misma. Y
discrecionalmente, puede también negarlos. entonces, honestamente, no creo que se pueda
Para entenderlo bien, estas formulaciones son hablar de “derechos” en sentido propio. Mi
todavía hijas legítimas de la teoría administra- posición es distinta.
tiva de la “supremacía especial”. Por un lado, es crítica respecto de una teo-
Aun cuando el reconocimiento formal de un rización que considero ideológica en términos
derecho es completo, de hecho está subordi- negativos, que quisiera hacernos creer en la
nado: no tanto por el poder discrecional de la posibilidad “real” de una penalidad privativa
autoridad como por la naturaleza de la penali- y/o limitativa de la libertad personal respetuo-
dad misma. Piénsese en el derecho a la vida y sa de todo otro derecho. Como he tratado de
la incolumidad física del condenado frente a la demostrar, esta posición no sólo no describe
incontrastable e insuprimible nocividad de la el “ser” de la penalidad, sino que prescrip-
cárcel. Incluso en la mejor cárcel del mundo, tivamente indica una meta “imposible”, ya
una detención media significa una reducción que la naturaleza misma del castigo legal es
significativa, empíricamente cuantificable y la producción artificial de una diferenciación
cuantificada (véase Gonin, 1991) de la expec- social por degradación del estatus jurídico.
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Entonces esta posición puede ser sostenida, recho y no derecho signa contingentemente el
pero sólo a condición de que se sea consciente enfrentamiento entre las fuerzas del campo. Y
de su naturaleza embustera y, por lo tanto, esto vale para toda lucha por la conquista de
hago se haga uso de ella solamente de manera los derechos, una vez que se asume que los
políticamente instrumental. Quiero decir que derechos son tomados en cuenta “seriamente”.
ésta es aceptable políticamente en cuanto se Pero, a diferencia de lo que es posible abs-
plantea lo imposible. tractamente en otros espacios comprendidos
Los procesos de multiplicación y especifi- entre el derecho y el no-derecho, en el sistema
cación de los derechos están efectivamente en de ejecución de las penas, son el contenido y
la base de la lucha por los derechos. La lucha el sentido del castigo legal los que se cons-
política por los derechos, siendo estos últimos truyen como negación del derecho. Superar
nada más que una “construcción social”, se esta posición significa renunciar a punir. Por
asume una vez desparecida toda ilusión de lo tanto, hasta que no nos liberemos de la
fundación iusnaturalista de los mismos. Y los necesidad de punir, debemos ser conscientes
espacios de libertad “del” derecho determinan de que no podrá nunca imponerse la libertad
necesariamente un conflicto tendiente a limi- “de” derecho sobre la libertad “del” derecho.
tar su perímetro, en la conquista de nuevos Podrá ciertamente avanzar. Pero nunca más
territorios “al” derecho. Así ha sido, es y allá del umbral que nos permitiría afirmar
siempre será, aun con diversas vicisitudes. que, finalmente, también los condenados,
Una frontera “móvil” –donde los retrocesos tienen derechos.
son fisiológicos como los avances– entre de-

Para poder imaginar una sociedad sin prisiones

Hubo un tiempo en que se pensó seriamente superación histórica de la pena privativa de


que se podía prescindir de la cárcel. Digo libertad y pensaba que las condiciones históri-
seriamente porque “liberarse de la necesidad cas para la superación de la cárcel estaban ya
de la cárcel” no fue una meta vivida como presentes o eran, cuanto menos, inminentes.
utópica sino políticamente realista; aun Con los años noventa, la historia tomó
siendo ambiciosa, le pareció a algunos y no aquel pliegue que todos conocemos y que
precisamente a pocos, que estaba al alcance parece comportar también, entre otras muchas
de la mano. consecuencias, la de una nueva centralidad
Ese tiempo, en realidad, fue apenas ayer: de la cárcel en las políticas de control social.
las décadas de los setenta y ochenta del siglo Es fácil concluir entonces que la estrategia
pasado. Yo ya me ocupaba profesionalmente abolicionista, que falló manifiestamente, ha
de la cárcel, en el sentido de que reflexionaba develado aquella penología revisionista que
científicamente sobre esta modalidad de punir. insistía en la obsolescencia histórica de la
Y era un abolicionista convencido. No sólo y pena detentiva como científicamente errónea.
ni siquiera principalmente por generosidad de Personalmente considero que las cosas son
corazón (o bien, por las buenas intenciones más complejas. Tal vez ha llegado el momento
que ennoblecen el espíritu de los jóvenes), de rever críticamente la cuestión abolicionista,
sino porque científicamente me persuadían sobre todo hoy, bajo el dominio de un nuevo
las tesis que se manifestaban a favor de una “gran internamiento”.
14 Massimo Pavarini

El abolicionismo carcelario –al menos en la cosa mejor que la pena privativa de libertad.
literatura penológica revisionista de los años Pero se trata de una fe abolicionista demasia-
setenta y ochenta del siglo XX– apuesta a la do ingenua. Ésta, en efecto, se origina en un
superación histórica de la pena privativa de estado de indignación moral frente a la cons-
libertad por razones, si no opuestas, cierta- tatación de que las finalidades manifiestas de
mente muy distintas de aquellas que habían la cárcel no se realizan. Lo penitenciario no
denunciado el fracaso de la invención peni- es sólo sufrimiento del espíritu, sino todavía
tenciaria durante al menos dos siglos. y sobre todo de la carne, como en las aborre-
La prevención –del delito y/o de la rein- cidas penas corporales de la premodernidad.
cidencia– a través de la pena carcelaria ha La cárcel no enmienda al delincuente sino
sido bastardeada como imposible hace por que lo pervierte ulteriormente y no disuade
lo menos dos siglos (ver la rica bibliografía de delinquir, como la estadística de la crimi-
citada por Padovani, 1981). Que la cárcel nalidad de fines del ochocientos demostraba
ha sido desde siempre un holocausto es una fácilmente. Entonces, ¿por qué todavía una
verdad conocida hace tiempo. Pero no basta justicia penal de la prisión?
con tomar en cuenta ese fracaso para avanzar Hasta que no se logre dar una respuesta
una hipótesis abolicionista científicamente razonable a esta pregunta no puede ni siquiera
fundada. imaginarse una sociedad sin prisiones. La
Toda la segunda mitad del siglo diecinueve penología revisionista ofrece una respuesta
está llena, como nunca, de posiciones de in- que a mí me parece, aún hoy, muy convin-
transigente repudio del escándalo carcelario cente. Recorramos velozmente senderos ya
y de genuina voluntad de encontrar alguna recorridos.

Abolicionismo y penología revisionista

La literatura criminológica radical de los las razones originarias de la cárcel fueron


años setenta comparte, aun con diversos decayendo progresivamente.
énfasis, métodos y calidades, un elemento En esto, como tuve oportunidad de aclarar,
común: el hecho de ser una lectura crítica del la hipótesis abolicionista no tiene nada de
control social y penal en las democracias del subversivo: desde la mitad del siglo pasado,
estado social maduro. Más específicamente, la reforma penal se orienta en el mundo
en lo que concierne al tópico penológico, el occidental hacia el horizonte del desencar-
movimiento revisionista lee la cárcel como celamiento como un destino obligado antes
una necesidad de la modernidad. que auspiciable.
Aun crítica respecto de la institución pe- La idea de la decarceration (ver por todos,
nitenciaria y de la ideología y prácticas co- Scull, 1977) es en sí misma simple, como pa-
rreccionalistas, aquella literatura penológica rece simple aquella que inspiró la invención de
piensa las formas históricas de la penalidad la cárcel. El objetivo de la integración social
contemporánea como dirigidas a finalidades del condenado no necesita más de prácticas
de control social de tipo inclusivo. Éste es el correccionales en la cárcel sino de tomar a car-
punto nodal: la cuestión abolicionista nace en go al desviado en la community, en lo social,
el interior de la cultura progresista del estado ordenado y abundante de redes ofrecidas y
social, la única que permitía entender cómo organizadas por el Estado del welfare (Cohen,
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1977). El desencarcelamiento como objetivo (Bakal, 1973; Janowits, 1976). En la reflexión


político a alcanzar en el corto y mediano plazo científica, paradigmático de esa estación, al
conoció entonces su época de oro. menos en el contexto italiano, fue el denso
El pensamiento abolicionista no hace otra ensayo de Melossi (1980) publicado en Italia
cosa que recoger las consecuencias del cambio en 1980 pero meditado y escrito en los Estados
disciplinario y aprovechar la contingencia Unidos y pensando especialmente para los
histórica de observar la cárcel y su historia en Estados Unidos: sobre las cenizas de las ins-
el momento en que se evaporan las razones tituciones panópticas, las nuevas necesidades
de su originaria fundación. Convencido de de disciplina social privilegian y se identifican
que esas necesidades de disciplina social han cada vez más con la dimensión urbana y con
desaparecido definitivamente prefigura, a su organización de los espacios. La cárcel
menudo temiéndolas, las nuevas necesidades aparece, entonces, como una vieja reliquia
de control social no custodiales, es decir, ya del primer capitalismo, que malamente trata
no fundadas en el secuestro institucional de los de sobrevivir a un destino ya signado.
portadores del malestar y del conflicto social

Malos entendidos e ingenuidad

Los límites entre reduccionismo y abolicio- pidamente se recostó sobre una perspectiva
nismo de la cárcel no se han trazado nunca política moderada, minimalista e ingenua
claramente. En efecto, para distinguir las que terminó por declinar abolicionismo con
dos posiciones frecuentemente militan sólo desencarcelamiento y desencarcelamiento
valoraciones de oportunidad estratégica y no con más recorridos alternativos a la pena
de principios, como, en cambio, se ha dado detentiva. Ergo: quien se pronunciaba a favor
entre abolicionismo y reduccionismo penales de estos últimos terminaba por aparecer a
(Pavarini, 1985; Hulsman, 1983; Ferrajoli, favor de la abolición de la pena privativa de
1985). Invocar el criterio de la pena privativa la libertad. Una bella confusión, no hace falta
de libertad como extrema ratio logra poner de decirlo! Pero que no es imperdonable, a fin
acuerdo, si no a todos, ciertamente a la mayoría. de cuentas. Se puede alegar algún atenuante
Y desde la mitad del siglo pasado, el objetivo para el malentendido.
del progresivo desencarcelamiento es asumido “Más alternativas a la cárcel = menos penas
tanto a nivel supranacional como nacional. carcelarias” le parecía a la mayoría como algo
Yo, por ejemplo, no conozco de aquel período de palmaria evidencia. No creo haber podido,
ningún sostenedor de la cárcel. Increíble pero en ese momento, convencer ni a una sola per-
real: respecto de la cárcel, la mayoría decía sona de que esa relación era posible pero no
sólo todo lo malo posible, salvo unos pocos que necesaria. Un esfuerzo derrochado.
desconsoladamente admitían que todavía no se Por otra parte, la estación de las “alternati-
habían determinado plenamente las condicio- vidades” (a través de la diversión procesal, las
nes políticas para reducir su uso. Ciertamente, penas sustitutivas y las medidas alternativas)
era sólo una cuestión de tiempo. Sobre la futura todavía no era entendida como un efecto obli-
muerte de la cárcel, todos estaban dispuestos a gado de la flexibilización de la pena (y por
“poner las manos en el fuego”. tanto de la producción de un derecho penal
En suma: el abolicionismo carcelario rá- cada vez más desigual en la fase del sentencing
16 Massimo Pavarini

(Pavarini, 1996)) sino solamente como una secuestro institucional? No pretendo absolver a
oportunidad para reducir el recurso a la pena nadie, mucho menos al suscripto, que no fue la
privativa de libertad. Y por esto se prestaba excepción en esa difusa desatención (Pavarini,
atención a aquellos contextos nacionales que 1986). Pero ciertamente el nuvum que avanzaba
se habían inclinado, en mayor medida, a favor era difícil de entender para quien se movía aún
de los recorridos de alternatividad. Para enten- con las categorías científicas elaboradas en la
derlo bien, en estos contextos la dimensión de cultura del Estado social.
“otra cárcel”, es decir, de quien sufría una pena Lenta y dolorosamente se descubrió –o se
en todo o en parte no custodial, era –incluso al- redescubrió, por qué en otras épocas el sistema
gunas veces– más amplia que aquella de quien penal había sido hegemonizado por lógicas
sufría la pena de la privación de la libertad. de tipo malthusiano, también ingenuamente
Bastaba ese simple dato para hacer creer que vividas como contingencias económicas des-
invocando esa estrategia se estaba abordando el tinadas a ser rápidamente superadas– que la
problema en una perspectiva abolicionista y en cárcel puede funcionar contra la criminalidad.
un razonable lapso. Sin embargo, la penología No ciertamente en el sentido de combatirla
crítica de aquellos países ya advertía que la eficazmente sino simplemente al acentuar los
ampliación de los circuitos de alternatividad procesos de exclusión social, poniéndose en
no se compensaba con una correlativa restric- condiciones de seleccionar y neutralizar a aque-
ción de la penalidad carcelaria (Cohen, 1985; llos que el sistema social no está en condiciones
Christie, 1993). Por el contrario, en los Estados de, o considera que no está en condiciones de,
Unidos de aquellos años parecía asistirse a una o simplemente no quiere, incluir.
situación paradojal: más condenados a penas Una de las consecuencias más significativas
restrictivas de libertad se acompañaban con de este cambio se registró a nivel cultural. La
más condenados a penas privativas de liber- criminalidad –en especial la masiva– dejó, cada
tad. Y todo esto, en algunos (AAVV, 2001; vez más, de ser objeto de conocimiento desde
Blumstein-Beck, 1999) comenzaba a hacer la perspectiva causal y entonces, al final, dejó
vacilar el optimismo penológico que había de ser objeto de conocimiento tout court, salvo
permitido, incluso a la doctrina más cautelosa en su dimensión estadística, única útil para
(Blumstein-Cohen, 1979; Blumstein, 1984), medirla en términos de variación de riesgo.
sostener una relativa estabilidad de las penas En este sentido, tal vez, se puede decir que la
detentivas en el mediano plazo y una tendencial nueva criminología administrativa leyó con
reducción de las mismas en el largo plazo. provecho los aportes de la criminología crítica,
Habíamos entrado en la tercera fase de evo- notoriamente antietiológica. De la criminalidad
lución de la cárcel y ninguno había sido capaz no nos defendemos atacando las causas, por la
de comprender con la debida anticipación esta simple razón de que la acción criminal no es
evolución. Se necesitaba tiempo para entender- el efecto de una en particular, sea individual
la (Snacker et al., 1995). ¿Cómo fue posible o social. De la criminalidad –como realidad
que todavía por largo tiempo se insistiera nociva– nos defendemos reduciendo los riesgos
en estar atento respecto de la difusión de las de victimización, por un lado, y neutralizando
nuevas estrategias de soft control cuando ya selectivamente a los “enemigos”, por el otro.
era evidente que la característica cada vez más En última instancia: el pasaje de un modelo
clara desde los años ochenta era la de un fuerte inclusivo a uno exclusivo en la política crimi-
retorno a las políticas de hard control, in primis, nal está signado por negar progresivamente
el nuevo rol hegemónico de las prácticas de a la criminalidad la dimensión misma de
Estrategias de lucha: los derechos de los detenidos y el abolicionismo 17

cuestión: no se trata de algo problemático que apriorísticamente esto último, la criminalidad


deba ser estudiado, entendido y eventualmen- deviene un inevitable costo social que, en los
te resuelto atacando sus causas. No existe, límites de la compatibilidad ofrecida por el
de esta forma, alteridad posible a la norma- sistema político-económico en su totalidad,
lidad del presente desorden social. Aceptado se combate militarmente.

Abolicionismo sin nostalgia

Ha llegado el momento de recoger los vocación pedagógica, simplemente porque


remos en la barca. éstas no pueden ya proponerse.
He aclarado cómo la cultura y las prácticas La cárcel, refuncionalizada en el Estado de
abolicionistas de la cárcel surgen y se imponen guerra como instrumento de neutralización
al interior de las políticas inclusivas propias de los enemigos, puede combatirse sólo ata-
de los avanzados Estados sociales de derecho, cando la cultura y las prácticas de un sistema
fundiéndose sobre modelos explicativos capa- de justicia penal especiales. Lo que significa
ces de dar cuenta de las razones históricas (en –a nivel de la ejecución penal– adelantarse a
el sentido de económicas, sociales y políticas) las lógicas que subyacen a la diferenciación
de la inadecuación irresoluble del modelo cus- tratamental por razones de peligrosidad. Ba-
todial con los objetivos de las nuevas políticas talla difícil cuyos resultados finales son muy
de control social. Signado por un vergonzoso inciertos en tanto reenvían a la determinación
retraso en la comprensión de la involución de de las condiciones económicas, políticas y
las políticas de control penal hacia explícitas sociales –mucho antes que jurídico-pena-
finalidades de exclusión social, el paradigma les– favorables a un retorno de las políticas
abolicionista resulta aún hoy convincente criminales de tipo inclusivo.
cuando niega toda sobrevivencia a las prác- Pero si estas últimas deberían retornar en
ticas de secuestro institucional al interior de algún momento como dominantes, un sis-
una política de inclusión social; y con esto tema de justicia penal del ciudadano y sólo
denuncia radicalmente como ilusoria toda del ciudadano no sabría más qué hacer con
esperanza de poderse oponer a las políticas la pena carcelaria. La cárcel que no sea un
penales de neutralización selectiva, confiando campo de concentración –y se podría decir,
en un retorno a una penalidad carcelaria trata- perfectamente, que donde lo es no es cárcel
mental e inclusiva. Si la cárcel se parece cada más que nominalmente, pero en los hechos es
vez más a un campo de concentración, esto solamente un campo de concentración– sim-
no justifica un comportamiento nostálgico plemente no tiene futuro.
respecto de prácticas segregativas de explícita

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