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Por Santiago Giordano

“Si uno se estanca en lo mismo, tarde o temprano se cansa, por eso me gusta variar. Es
más, lo siento casi como una obligación”. Chano Domínguez asegura esto al teléfono,
antes de regresar a Buenos Aires, ciudad de la que, asegura, guarda hermosos
recuerdos. “La primera vez que fui fue en los ’90 –rememora–. Y la última vez fue el
año pasado, en dúo con Niño Josele. Y siempre resultó maravilloso”. El lunes a las
21, en la Usina del Arte (Caffarena 1), con entrada gratuita, el pianista gaditano,
precursor de jazz flamenco y uno de los músicos españoles con mayor proyección
internacional, se presentará en trío. Con él estarán Horacio Fumero en contrabajo y
David Xirgu en batería. “Tocar en trío es siempre saludable para un jazzista –asegura
Domínguez–. Si bien me gusta mucho destacar otras formaciones que llevo adelante,
como el cuarteto flamenco, o los dúos, o los encuentros con orquesta, me entusiasma
reencontrarme con el sonido del trío, con esa dinámica que te permite libertad y
diálogo. De alguna manera el trío es una parte importante de mi historia y del trabajo
que desarrollo, aunque en esta oportunidad llevo una sorpresa: mi hijo Pablo
Domínguez tocará la percusión flamenca en algunos temas”, adelanta.
Desde sus comienzos en los ámbitos de lo que ya en los ’70 se señalaba como rock
flamenco, con el grupo Cai, Chano Domínguez no deja de reflejar la inquietud de
trazar puentes que le permitan cruzar por las distintas tradiciones. “Yo tuve la suerte
de nacer en Cádiz –explica–. Eso me dio la posibilidad de hacer lo que hice con total
naturalidad. Me crié con el flamenco, a través de mi padre y mi madre y todo lo que
tenía alrededor, junto con otras influencias como el rock y la música improvisada, que
me acercó al lenguaje del jazz, que en definitiva es lo que más estudié”.
En 1992 Domínguez editó su primer disco solista, Chano, un trabajo en que temas
como “Naima”, de John Coltrane, o “Well You Needen´t”, de Thelonious Monk,
dialogan con versiones de “La tarara” o composiciones propias, todo interpretado en
clave de flamenco con desarrollos de improvisación. “Cuando salió ese disco, donde se
hace por primera vez bulerías y otros palos del flamenco en el piano con un trío de
jazz, pensé que me crucificarían de los dos lados: los del jazz y los del flamenco. Fue
todo lo contrario. Recibí buenas apreciaciones y el aliento para seguir. Y seguí”,
reflexiona Domínguez.
-- ¿Cómo siente que está hoy el jazz-flamenco, tras décadas de rodajes y
con un público internacional?
-- Hoy se hace música flamenca en todo el mundo y es natural. Cuando nosotros
comenzamos en los ’70 en el rock andaluz, éramos los únicos que fusionábamos los
ritmos flamencos. También lo hacían en Cataluña los del grupo Música Urbana, que
en esas mezclas de músicas mediterráneas incluían algo de flamenco. Desde entonces
el panorama ha cambiado mucho y hoy es habitual escuchar guitarristas y pianistas
flamencos en Francia, Alemania, Inglaterra. Músicos jóvenes que se han pegado a esta
tendencia de mezclar lo que es la cultura flamenca.
-- ¿El sonido del Jazz-Flamenco pasa por los instrumentos, por los rasgos
melódicos, por los armónicos?
-- El que es flamenco toca flamenco con lo que tenga, sea una tuba o un saxo o un
palo de escoba. Es cierto que hay instrumentos que son más cercanos a ese sonido que
otros, pero es el músico más que el instrumento el que hace que algo suene a
flamenco. Ahí está el lenguaje.
--¿Y cómo se combina ese lenguaje con otros?
-- En mi caso, nací ya fusionado. Me gustó usar los ritmos del flamenco para tocar un
estándar de jazz o un blues o una canción latinoamericana llevada al jazz. Hay que
conocer bien los dos lenguajes y pensar que entre ellos debe haber un ida y vuelta
constante. La armonía del flamenco originalmente es más limitada, por su carácter
modal, pero el jazz le abrió nuevos campos, la enriqueció notablemente. Hoy en día
puedes ver que cualquier guitarrista flamenco usa acordes que hace 30 años pocos
podían imaginarse en esa música. Y suena flamenco, están incorporados a ese
lenguaje. Al mismo tiempo el jazz se ha enriquecido rítmicamente con los palos del
flamenco.
--¿Y cómo han sido las experiencias de combinar el trío de jazz con la
orquesta sinfónica?
--Hace tiempo que estoy escribiendo música para orquesta sinfónica y es muy
estimulante disponer de una maquinaria sonora como esa para trabajar los palos del
flamenco. Ocurre también que en general las orquestas no tienen incorporado en su
lenguaje corriente las cosas del flamenco, como es natural que sea. Ese es el gran
desafío en este sentido. De todas maneras mis experiencias, últimamente con la
Orquesta Nacional de Costa Rica y antes con la Orquesta Nacional Española o la
Orquestra Camera Musicae de Barcelona, fueron muy gratificantes.
-- Así como impulsó el piano flamenco también impulsará la orquesta
flamenca...
-- Hombre, eso ya lo hicieron Manuel De Falla, Isaac Albéniz, Enrique Granados. Yo,
con mucho respeto, hago la música que me nace, que por supuesto tiene mucha
influencia de ellos.
--¿Tiene pensado seguir escribiendo para orquesta?
-- La música me ha ido llevando a tantos estados diferentes, a tantas formaciones,
tocando músicas de las más variadas, que cada vez que encuentro el momento me
apetece escribir para orquesta. En un horizonte espero no muy lejano tengo la idea de
escribir un concierto para piano y orquesta, mientras tanto estoy terminando una obra
para quinteto de bronces con piano, que estrenaremos el año que viene con los
Spanish Brass.
Entre otras cosas, en el corto plazo de Domínguez hay otro encuentro con Paquito
D’Rivera para tocar en el Birland de New York, con la idea de grabar en vivo, y varias
presentaciones en dúo de pianos con el italiano Stefano Bollani. “Como le decía al
comienzo, me gusta variar. Con cada músico que me encuentro tengo que tocar de
una manera diferente. Eso es lo enriquecedor”, concluye el andaluz..

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