Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Paz Guarderas
Departament de Psicologia Social - Universitat Autònoma de Barcelona;
pazguarderas@gmail.com
Abstract
Keywords Very few studies have been done in Ecuador on psychosocial interventions involv-
Psychosocial intervention ing gender violence. This article, based on research carried out in Quito with peo-
Gender violence ple who have experienced this type of violence, is intended to contribute to the
Narrative productions debate on the subject. Through narrative production methodology, we hope to
construct new meanings of psychosocial intervention and gender violence. The
participants offer conceptions of gender violence that go beyond aspects usually
taken into account in the creation of laws and services. They point out that cur-
rent psychosocial intervention in response to gender violence tends to homoge -
nize women, providing services that reduce these situations to woman/victim-
man/perpetrator scenarios.
Guarderas, Paz (2014). La violencia de género en la intervención psicosocial en Quito. Tejiendo narrativas para
construir nuevos sentidos. Athenea Digital, 14(3), 79-103. http://dx.doi.org/10.5565/rev/athenea.1269
Aquellas tardes cuando mi abuela se sentaba a tejer, yo sujetaba las hebras de distintos
colores mientras ella hacía los ovillos. Me maravillaba ver cómo, con su croché, trans-
formaba rápidamente la lana en retazos de colores y los juntaba convirtiéndolos en co-
loridas colchas. Escribir este texto me ha remitido a esas tardes, pues se compone de
las palabras de cuatro mujeres y de varios autores y autoras que uso como hebras de
colores, para tejer diversas narrativas sobre la intervención psicosocial en situaciones
de violencia de género.
79
La violencia de género en la intervención psicosocial en Quito
de Gloria Camacho, Kattya Hernández y Verónica Redrobrán (2010) sobre las Comisa-
rías de la Mujer y la Familia, y algunas sistematizaciones institucionales de las expe -
riencias de los servicios (por ejemplo Soledispa, 2007). Es necesario, entonces, profun-
dizar en el análisis crítico de estos servicios, más aún cuando en Quito, hay un proceso
de transición de la institucionalidad en la atención a la violencia de género. Se requiere
construir nuevos sentidos sobre la violencia de género y la intervención psicosocial
junto a quienes la enfrentan. Este debate, situado en un contexto específico, invita a
construir nuevas posibilidades de comprensión y práctica en relación con este fenóme-
no en otras latitudes.
1
Desde 1995 hasta el 2014 se contempló la violencia intrafamiliar en la ley 103. Esta ley fue derogada con la apro -
bación del Código Integral Penal en febrero del 2014.
80
Paz Guarderas
género u orientación sexual; violencia sexual en conflicto armado. Son estos las con-
travenciones y los delitos vinculados con la violencia de género. Respecto a la inter-
vención psicosocial, utilizo la definición de Marisela Montenegro (2001, p. 66) “un con-
junto de prácticas que buscan incidir en un estado de cosas para transformarlo a partir
de la demanda hecha desde algún ente social que expresa un descontento con el estado
actual de cosas”.
Las colchas de mi abuela además de sus combinaciones osadas eran muy útiles. Yo
nunca aprendí a tejer con croché, pero en este artículo quiero aventurarme en la tarea
de tejer ideas.
El método consiste en producir textos con quienes se investiga para responder las
preguntas del estudio. Quien investiga transforma su posición inicial del fenómeno re-
conociendo que su visión es limitada y profundizando en el análisis del proceso duran-
te el cual ha cambiado su posición de partida (Balasch, et al.,2005).
Realicé cuatro narrativas con personas que han vivido la violencia de género. Es-
cogí a quienes habían acudido a los centros públicos de atención destinados a “las víc-
timas de violencia de género, intrafamiliar e institucional”, (Ordenanza 286, 2009, artí-
culo I). En estos centros funcionaban las comisarías de la mujer y la familia 2, la fiscalía,
las policías especializadas en atención a la violencia intrafamiliar, la policía especiali-
zada en niñez, la policía judicial y un equipo técnico conformado por profesionales de
psicología, trabajo social y derecho. La intención de estos servicios era brindar aten-
2
En el momento en que realicé las narrativas las comisarías estaban en funcionamiento, actualmente atienden las
unidades judiciales de violencia contra la mujer y la familia.
81
La violencia de género en la intervención psicosocial en Quito
ción integral y no únicamente legal. Las mujeres eran las principales usuarias de estos
servicios. Además incluyo la narrativa de una persona que si bien no utilizó los Cen-
tros aporta otros significados a las preguntas de esta investigación, que vale la pena
considerar.
Elaboramos las narrativas entre 2011 y 2013. Primero grabamos una entrevista de
una hora a una hora y media. Con este material no escribí un texto literal sino organi -
cé las ideas para crear un “relato coherente dotado de un argumento y una trama” y
recoger el “tono de nuestros diálogos”, como diría María Cuvi (2008, p. 39). Luego les
envié esta versión para que la leyeran y modificaran a su antojo, tras lo cual tuvimos
un nuevo encuentro, para leer juntas el texto, profundizar en algunos temas, recortarlo
y aumentarlo. Aunque una de las cuatro mujeres no acudió al encuentro decidí mante-
ner su narrativa. En una última sesión leímos y editamos la versión que es la que in-
cluyo en este artículo.
El coraje de asumirte
Cecilia3 se identifica como mestiza de clase media-baja. Tiene 44 años. Está casada.
Vive al extremo norte de Quito. Se dedica a la artesanía, bisutería y tiene un mini-
bazar de disfraces. Trabaja en una red comunitaria.
3
Nombre real, su uso fue autorizado, sin la inclusión de su apellido.
82
Paz Guarderas
Fui usuaria de los Centros, del área de psicología. Llegué allí porque estaba
desestabilizada. Recibía violencia psicológica de mi esposo. También se invo-
lucraron mis hijos, mis cuñadas y mi suegra.
Las mujeres damos la vida por nuestros hijos y cuando ellos te dan la espalda
es lo peor. Fue una situación fatal. Estaba sumamente triste. Fue entonces que
acudí al Centro.
El proceso terapéutico duró dos meses. Necesité solo un poco de ayuda. Fue
importante. Yo siempre me había caracterizado por organizar mi casa y volví
a organizar a mis hermanos, primos, suegros, cuñadas. Todos dependen de
mí. La terapia me ayudó también a salir de la casa. Creo que trabajar en el
ámbito barrial ha sido clave en mi vida, porque he podido relacionarme con
otras personas y ahí ves cuánto vales.
Una vez que salí de la terapia volví a tener el liderazgo que siempre me había
caracterizado. Y no solo en mi familia, sino en el barrio, en la ciudad y ahora
incluso en el país. Mi marido me ha dicho “ves, lo que pasa es que tú estabas
yéndote por otros caminos”. Quizás tenía razón porque estaba metiéndome
en la política y eso sí te da malas experiencias. Te desvincula de lo familiar y
eso era lo que estaba pasando. También lo asumí así y ahí dividí mi tiempo.
83
La violencia de género en la intervención psicosocial en Quito
Primero la familia, los hijos, la casa y luego todo lo demás. Ahora el tiempo
me alcanza para todo. Aunque a veces aún estoy “hecha ocho”. 4
Yo creo que el psicólogo es una persona que te da confianza para hablar, que
no te criticará ni te dirá lo que tienes que hacer. A veces no hay confianza
con gente allegada y es muy positivo hablar con una persona desconocida
que no contará a nadie tus cosas. Si hablas con una persona conocida es pro-
bable que te diga: “es tu marido debes aguantarlo o qué dirá tu familia”. Hay
muchas cuestiones que pueden ponerse a favor o en contra. Una persona
desconocida es más imparcial al guiarte en relación con tus penas.
El que hayan recalcado en mi terapia que soy una persona valiosa y que soy
ejemplo para muchas otras mujeres me ayudó mucho. Eso lo asumí y volví a
tomar fuerzas. En realidad demostrar a tus hijos que vales mucho es impor-
tante. La familia mira más tus defectos que tus virtudes. La terapia sirve para
4
Expresión que denota la complicación de tener muchas actividades que realizar.
84
Paz Guarderas
mirar tus virtudes, para tener coraje de asumir lo que eres y poder mostrarte
así a los demás. Y de esta manera los otros te ven de manera distinta. (Cecilia,
narrativa, 20 de mayo del 2013).
Sin embargo, Cecilia indica que es posible encontrar estrategias para mantenerse
en el lugar deseado. Es posible actuar de distintas maneras y socavar la fuerza norma -
lizadora. Como diría Judith Butler (1997/2001, p. 106) el sujeto nunca se constituye ple-
namente en el sometimiento, sino que se constituye repetidamente en él. Es esa repeti-
85
La violencia de género en la intervención psicosocial en Quito
La violencia se acepta por la culpa. Yo al menos sentí eso. Él fue tan manipu-
lador que le reconoció a mi hija y llevaba su apellido. Pero en la realidad no
era un buen tipo. No me dejaba que usara pantalón apretado o escote. Tenía
que usar calentador6, zapatillas, ropa floja. Si salía vestida de otra manera era
porque iba a buscar a otro. Él siempre fue el machista de la casa. El machis-
mo es cuando la mujer acepta todo lo que el hombre hace y dice. (Carmen,
narrativa, 5 de julio del 2013).
5
Nombre real, su uso fue autorizado sin usar su apellido.
6
Se refiere a chándal o traje deportivo.
86
Paz Guarderas
En búsqueda de seguridad
Al llegar al Centro tenía claro que quería terminar de una buena vez con esa
situación. Al principio quería un apoyo para ver si él lograba cambiar. Fue
inútil. Al ver que no había interés definí que quería divorciarme. Mis hijos
mayores ya estaban casados. Ellos me habían dicho que no me dejara golpear
más. Pero quedaban los dos pequeños y ellos seguían diciendo “mi papito”.
Entonces mi caso pasó a la fiscalía. La policía investigó, tomaron fotos del lu-
gar y se hizo todo el procedimiento. El fiscal, al conocer el hecho, dio la or-
den de tirar esa nueva construcción. Pero aun así la nueva comisaría le dio
toda la razón al señor.
7
Son las medidas de protección para las víctimas de violencia intrafamiliar que son de aplicación obligatoria de
acuerdo a la ley ecuatoriana contra la violencia a la mujer y la familia (Ley 103) vigente hasta febrero del 2014.
8
Se trata de la marca de cubiertas de fibrocemento usadas comúnmente en las construcciones populares.
87
La violencia de género en la intervención psicosocial en Quito
El miedo también es a ser señalada. Yo tenía amigas que ya no son más, tras
mi divorcio se alejaron. El otro día sucedió algo. Había una reunión y mi ve-
cina me dijo que no me invitaban porque las otras invitadas habían dicho:
“¿Es casada? ¿Tiene marido? ¡No! ¡Imagínate! No vale invitarla porque vaya
a ser que nos robe el marido”. Entonces comentamos con la vecina y le dije
que no quería que me llevara, que se quede tranquila y no se preocupe. Se-
guimos siendo amigas, conversamos, nos reímos, salimos a caminar, pero yo
no voy a sus fiestas ni reuniones.
Son las propias mujeres las que señalan. En mi barrio es así porque las perso-
nas se conocen. Y todo el mundo sabe lo que pasa en la manzana. Un día lle-
varon a una virgencita para rezarle el rosario en mi casa. Y justo toparon un
tema de la biblia de la samaritana. Fuimos opinando. Ellas empezaron a de-
cirme que el tema me ha dado en el clavo. Yo les paré el carro. Les dije que
efectivamente ese tema había tocado en mi casa, pero que eso no les autori-
zaba a juzgarme. Les aclaré que no vivía de sus opiniones y que tampoco
buscaba su amistad. Todas se quedaron mirándome sorprendidas.
88
Paz Guarderas
Esto sucede también en la iglesia. Si vas sola te quedan viendo mal. Yo inclu-
so me he retirado. No voy a misa porque no me aceptan. Pero no me hago
problema porque puedo ir a caminar y tener mi contacto con dios. (Carmen 5
de julio del 2013).
Era un curso con un hombre sabio. Participamos otras mujeres que también
habían pasado por situaciones de violencia, las personas que trabajaban en
los centros y había algunos chamanes.
El taller nos enseñó a sentir que nunca estamos solas y a la naturaleza como
compañía: el aire, el sol, la madre tierra, la lluvia, el fuego. A las piedras
como nuestras abuelas. Al principio me causaba chiste eso de tener el apoyo
de una piedra y hasta me dormía. Pensaba: es una estupidez, tanto charlatán,
ya no saben qué inventarse.
Pero había algo que me retenía. Así empezó mi sanación, basada en el trabajo
con piedras. Hicimos “temazcal”. Las piedras ayudaban a limpiar los chacras
y sacar las malas energías. Saqué todo ese sufrimiento, aquello que me hacía
pasar los días llorando. Escribimos lo negativo, lo quemamos en una fogata y
lo enterramos en el Ilaló. Esa fue mi sanación, mi limpieza espiritual. Tengo
que subir a agradecer a la loma.
Me di cuenta del cambio cuando un día que salí a la calle. Aún no había ter-
minado el curso. Y hubo un nuevo intento de secuestro. No tuve miedo ni re-
gresé a mirar, solo dejé que mi cuerpo fluya. Y de ahí nunca más.
89
La violencia de género en la intervención psicosocial en Quito
Carmen destaca el control social que ejercen las vecinas y los feligreses. Sus argu -
mentos coinciden con los de Michael Hardt y Toni Negri (2002, p. 37-53) al referirse a
la “sociedad de control” como el poder de vigilancia extendido a los miembros del con-
junto social, pues implica que han internalizado las normas y criterios que definen lo
posible y aceptado, y lo que no lo es. Quienes instauran el miedo no solo son los per-
petradores de la violencia. Vecinas y feligreses establecen el orden y ejercen violencia
de género de maneras sutiles, escurridizas.
90
Paz Guarderas
Los servicios, según Carmen, deben brindar seguridad. Esta es la protección mate-
rial y simbólica que requieren quienes viven situaciones de violencia. No porque son
débiles o incapaces, sino porque están tomadas por el miedo. Si bien, como diría María
Jesús Izquierdo (2007), las leyes y servicios alimentan los estereotipos de mujer y hom-
bre puesto que colocan a la mujer como quien debe recibir protección y al hombre
como quien debe recibir un castigo, no es menos cierto que el proceso de sometimien-
to cala profundamente en la subjetividad y en el cuerpo de las mujeres. El miedo es
una reacción frente a la posible ruptura del sometimiento. Se activa cuando se rompe
el orden por el temor al castigo simbólico pero también material. La protección de los
servicios es necesaria para preservar a quien enfrenta dichas situaciones.
Carmen indica que los servicios dotan de seguridad y protección de manera aza-
rosa. Es la suerte la que pauta el camino a recorrer. Los servicios son necesarios para
modificar la situación pero no siempre se activan de manera idónea. Depende, como
señala Carmen, de las relaciones que se establecen. En el caso de Carmen ella respon-
día a la “usuaria ideal”, su caso era considerado un hito en la actuación adecuada del
sistema. Actuación pautada también por la buena relación con la abogada, el fiscal y la
trabajadora social. Pero pese a ello la ruta sigue siendo crítica (Cuvi, 1999). Carmen
apunta hacia la corrupción como una posible causa para que ciertas funcionarias o
funcionarios no protejan a quien recibe la violencia, sino a quien agrede. Los servicios
pueden ser cómplices del mantenimiento del orden patriarcal o pueden modificarla,
dependiendo de la relación.
Aunque en los servicios se puede encontrar protección (si se activan las relaciones
adecuadas), ese miedo no se supera solo a través de los procesos institucionalizados
por el Estado. Para Carmen hay otros espacios curativos ancestrales que trabajan sobre
el cuerpo en los que se logra superarlo.
9
Nombre ficticio solicitado por la protagonista para que su identidad quede protegida.
91
La violencia de género en la intervención psicosocial en Quito
Quitarme mi “lesbianidad”
Esa vez se le pasó la mano a mi hermano. Me agredió al salir del baño. Yo es-
taba desnuda. Tenía una toalla en la cabeza y con la otra tapaba mi cuerpo.
Me cayó a palazos. ¿El motivo? Había comenzado a tener problemas con su
hija. Ella fue a vivir conmigo en el departamento de mi mamá. Llegó con sus
dos hijos. Eran ajenas para mí. Mi sobrina decidió contárselo a su papá.
Cuando él llegó, el descalabro fue total. Lo que querían es que dejara el de-
partamento, querían sacarme. Los dos me pegaban e insultaban. Luego llegó
mi mamá. Ella lo tomó como un conflicto de familia. No vio la dimensión del
problema. Pero yo creo que en realidad sucedió así porque mi mamá nunca
aceptó mi lesbianismo y más bien quería quitarme mi “lesbianidad”, sí esa es
la palabra. Siempre tuve conflictos con mi familia. Sobre todo tuve problemas
con mi hermano mayor. Esta no fue la primera agresión, desde niña él me
agredía.
Hace diez años que estoy con mi pareja y mi madre siempre creyó que yo an-
daba en pasos malos. Vinculaban mi relación con borracheras, con cosas ba-
jas. Siempre me molestaban. Pero ya era una mujer de treinta y pico, hecha y
derecha. Lo cierto es que siempre me contradecían en todas mis decisiones.
En otras palabras no me dejaron hacer lo que yo quería con mi vida. (Nora,
narrativa, 11 de mayo del 2012).
He hecho varias denuncias. La primera vez, hace ocho años, fuimos a poner
una denuncia en la comisaría llegamos mi pareja y yo y no nos “pararon
bola”.10 Nos hicieron caso en el momento en que mostré que estaba golpeada.
De tanto insistirles nos tomaron la denuncia. Creían que me había golpeado
mi marido. Cuando le dijimos que fue por ser lesbiana y que las dos éramos
pareja, empezó el maltrato. Era una comisaría nacional, en ese tiempo aún no
había las comisarías de la mujer y la familia. Me empezaron a preguntar lo
que había hecho para que me golpearan. Me decían “usted les debe haber di-
cho o hecho algo”. Ellos nos quedaban viendo, sus miradas eran de morbo. El
10
Expresión que significa "no nos prestaron atención".
92
Paz Guarderas
En una ocasión también hice una denuncia a nivel internacional a través del
Ministerio de Relaciones Exteriores con la Comisión Ecuménica de Derechos
Humanos (CEDHU). Presenté mi expediente con todas mis denuncias. De
esto se desprendió que en el Plan Nacional de Derechos Humanos de aquel
entonces se iba a incluir el tema de las lesbianas, a través de la participación
de organizaciones en este proceso. Yo estaba en Amnistía, pero esta instancia
no podía formar parte de una coalición de organizaciones. Ahí me pidieron
que me involucrara como fundación y creé la mía: Fundación Tina Brandon.
Ahí surgieron otras tensiones con las otras organizaciones de gais y lesbia-
nas.
11
Nombre que reciben quienes pasan a los migrantes de un país a otro de manera irregular, a cambio de cuantiosas
sumas de dinero.
93
La violencia de género en la intervención psicosocial en Quito
La CEDHU nos apoyaba para salir del país, pero todo quedó en nada porque
no teníamos recursos. Hemos salido incluso en medios de comunicación. Par-
ticipé en la rueda de prensa en la que expuse que en el Ecuador éramos vícti-
mas de violencia por nuestra orientación sexual. Llegó una representante de
Amnistía de Bélgica, hizo un reportaje de mi caso y otros. En el reportaje
muestra también que existe el día del orgullo gay, que una vez al año este
grupo puede salir a la calle y mostrar su orientación sexual. Abordaba tam-
bién las discotecas y lugares donde sí pueden estar las diversidades sexuales.
Pero no creo que estos ejemplos impliquen ningún avance. No se trata de te-
ner discotecas. Se trata, como le mencioné a una ex concejala que trabajaba
estos temas en el Municipio de Quito, de tener espacios culturales y educati-
vos donde se trate el tema abiertamente para romper estereotipos.
Pese a que desde hace años Nora ha apoyado la problematización de este tipo de
expresión de la violencia de género, hasta el momento no se han dado pasos firmes a
nivel institucional para erradicarla. Ella denuncia cómo esta manera singular de la vio-
lencia de género es omitida y perpetuada en los servicios judiciales y psicológicos bajo
los cánones de la heteronormatividad.
94
Paz Guarderas
ro. Es una violencia que actúa silenciosamente y es legitimada, que persigue a los
“cuerpos indisciplinados” que escapan de la heteronormatividad para normalizarlos
como diría Nicholas Rose (1998). Para Teresa Cabruja (2007) la psicologización, el si-
lenciamiento y la psicopatologización son formas de violencia de la psicología hacia
las mujeres. Y como Nora lo corrobora, el intento de quitarle su lesbianidad es una es-
trategia normalizadora de la práctica psicológica.
En relación con los servicios legales y sociales Nora abre nuevas lecturas en con-
sonancia con los trabajos de Bárbara Biglia y Conchi San Martín (2007), Eva Gil e
Imma Lloret (2007) y Adriano Beiras, Maristela Moraes, Roberta de Alencar-Rodriguez
y Leonor Cantera (2012, p. 42) referidas al sujeto de la violencia de género. En los ser-
vicios este sujeto es “la” mujer. El énfasis en el artículo singular se debe a que al tratar
este fenómeno, la categoría que se activa con mayor fuerza es la de “género”, limitando
su significado a la relación hombre-mujer. Esto no niega que efectivamente quienes
ocupan la posición de mujer enfrentan más comúnmente violencia y que esta situación
ha sido naturalizada. Pero como indica Nora, el énfasis en “el” género y la omisión de
otras categorías como la orientación sexual, marcan su trayectoria.
La ruta se vuelve más crítica cuando la persona que vive situaciones de violencia
se aleja del lugar “mujer víctima de violencia”: cuerpo de mujer, clase media o baja, he-
terosexual, mestiza. Nora muestra las innumerables veces que acudió a las más diver-
sas instituciones pero no obtuvo una respuesta. En algunos casos por prejuicios y este-
reotipos, en otros porque se quedaron en buenas intenciones.
No me sentí vulnerable
Daniela12 tiene 30 años. Es soltera y no tiene hijos. Nació en Quito. Vive en el norte.
No se considera de ninguna etnia, pues cree que es difícil marcar a las etnias en una
ciudad. Es de clase media-alta y trabaja en la universidad.
Terminé la relación
Una vez viví un episodio de violencia física con un novio. Fue hace dos años.
No acudí a ningún servicio. No lo estimé necesario. Fue una vez. Terminé con
la relación, ¡obviamente! No me sentí afectada emocionalmente. No tenía
tanto vínculo emocional con esa persona. Solo tenía rabia de que me hubiese
pasado. Además pude controlar bien la situación. Estaba sola en mi casa. No
dejé que se agrandase más de lo que debía y no volví a escuchar de él.
12
Nombre ficticio solicitado por la protagonista para que su identidad quede protegida.
95
La violencia de género en la intervención psicosocial en Quito
La violencia nunca es la solución. Pero en nuestro caso fue lo mejor que pudo
pasar. Fue ese episodio el que permitió que termináramos. Ninguno de los
dos soltaba la relación. Para evitar esta situación debimos separarnos a tiem-
po. En realidad nunca debimos haber empezado. Creo que él sí sentía lo que
decía pero yo no. Yo fui la que buscó extrapolar la relación. Me dije: “capaz
que de allí surge algo”.
96
Paz Guarderas
debía estar. Luego de esta relación he tenido dos relaciones importantes. Pero
creo que soy yo quien tiene un problema de fondo. Nunca he tenido una rela-
ción sana. No sé si es por esa situación específica, o si son otras experiencias,
o son mis propios miedos. Pero nunca he vuelto a vivir una situación de vio-
lencia. Al menos nunca he percibido violencia en mis relaciones. Tal vez ten-
go miedo de eso, de que me ofendan de alguna manera y que tenga que reac-
cionar. No sé si estos miedos son a partir del incidente o de antes.
He ido a varios psicólogos desde que tengo quince años. Ahora he encontra-
do alguien que ha hecho un efecto en mí. Sentía que los otros eran una pérdi-
da de tiempo y de dinero. En este espacio no he hablado del episodio de vio-
lencia porque este evento para mí no fue tan importante.
Creo que para salir de esta situación es importante que el hombre tenga más
seguridad y educación para darse cuenta de que está mal. (Daniela, narrativa,
8 de noviembre del 2011).
97
La violencia de género en la intervención psicosocial en Quito
Daniela evidencia lo que María Jesús Izquierdo (2007) plantea con respecto a las
leyes (y yo añadiría los servicios de atención en violencia). Éstas alimentan una falsa
dicotomía antes mencionada: la idea de mujer víctima, objeto de protección, versus la
de hombre victimario, objeto de castigo. Si no se responde a la “interpelación” (Butler,
1997/2001) de víctima, no se considera necesario denunciar la violencia. La concepción
de víctima necesariamente remite, como indica Daniela, a la de persona vulnerable ne-
cesitada de protección. En dos casos antes anotados, este sentido es necesario en los
servicios cuando el miedo se encarna. Pero cuando la violencia no responde a esta ca-
tegoría ocurre lo contrario: no se la denuncia ni se evidencia el problema.
Otra arista de la violencia de género que se abre con los aportes de Daniela es la
de “la construcción patriarcal de la masculinidad” (Kimmel, 2008). Se trata de la violen-
cia simbólica que asigna roles aprisionadores a hombres y mujeres. La masculinidad
como dirá Victor Jorquera (2007, p. 133) es parte de códigos y prácticas insertos en un
“juego de relaciones estratégicas generizadas de poder”.
98
Paz Guarderas
Puntadas finales
Construir nuevos sentidos sobre la intervención psicosocial en los casos de violencia
de género ha implicado, en primera instancia, ampliar el concepto. La violencia de gé-
nero no se reduce a la intrafamiliar. Esta violencia no es solo la que tiñe de rojo los pe-
riódicos o la que humilla o deja marcas en el cuerpo, la que se aborda en leyes y se
atiende en los servicios. También se expresa de maneras más sutiles, en ocasiones so -
terradas. Y de formas descarnadas pero omitidas.
Las narrativas evidencian que las instituciones conciben y actúan de ciertas ma-
neras y estas concepciones y prácticas pueden tener efectos alejados de lo esperado.
99
La violencia de género en la intervención psicosocial en Quito
Tal es el caso de la idea de “víctima”. Si bien en unas situaciones esta figura permitió
activar el sistema de protección, también es la que aleja a otras que no se conciben
como tales.
100
Paz Guarderas
Para cerrar, tejer narrativas ha sido desafiante y placentero. He evitado caer conti -
nuamente en la trampa de la representación como diría Gayatri Spivak (1988/1994),
destejiendo y entrelazando los hilos del texto varias veces. El disfrute de tejer a varias
manos ha sido la tónica de esta investigación. Es posible construir teoría desde las par-
ticipantes. Espero que este artículo provoque nuevas preguntas. También que sus na-
rrativas se perpetúen como las colchas de mi abuela que siguen cubriendo la cama de
mi hijo Lorenzo.
Agradecimientos
Este trabajo se ha realizado en el marco del programa de doctorado en Psicología So-
cial de la Universitat Autònoma de Barcelona. Agradezco a Marisela Montenegro, a
María Cuvi, a Nicolás Cuvi y a las lectoras o lectores de la Revista Athenea Digital por
sus agudos comentarios. Esta investigación ha sido realizada gracias al financiamiento
de la beca doctoral de la SENESCYT-Ecuador.
Referencias
Arboleda, María; Gutiérrez, Lola & López, Tania (2012). Levantando el velo: estudio
sobre acoso y violencia política en contra de las mujeres autoridades públicas
electas a nivel local en Ecuador. Quito: ONU Mujeres-AMUME-AECID.
Balasch, Marcel; Bonet, Jordi; Callén, Blanca; Guarderas, Paz; Gutiérrez, Pamela; León,
Alejandra… Sanz, Jordi (2005). Investigación crtítica: desafíos y posibilidades.
Athenea Digital, 8, 129-144. http://atheneadigital.net/article/view/223/223
Balasch, Marcel & Montenegro, Marisela (2003). Una propuesta metodológica desde la
epistemología de los conocimientos situados: Las producciones narrativas.
Encuentros en Psicología Social, 1(3), 44-48.
Beiras, Adriano & Cantera, Leonor M. (2012). Narrativas Pessoais, Construções de
Masculinidades–Aportações para a Atenção Psicosocial a Homens Autores de
Violência. Psico, 43(2).
http://revistaseletronicas.pucrs.br/ojs/index.php/revistapsico
/article/viewArticle/10023
Beiras, Adriano; Moraes, Maristela; de Alencar-Rodriguez, Roberta & Cantera, Leonor
(2012). Políticas e leis sobre violência de gênero. Reflexões críticas. Psicologia
& Sociedade, 24(1), 36-45. http://dx.doi.org/10.1590/S0102-71822012000100005
Biglia, Bárbara & San Martín, Conchi (Eds.) (2007). Estado de Wonderbra. Entretejiendo
narraciones feministas sobre las violencias de género. Barcelona: Virus.
101
La violencia de género en la intervención psicosocial en Quito
Bosch, Esperanza; Ferrer, Victoria; Ferreiro, Virginia & Navarro, Capilla (2013). La
violencia contra las mujeres. El amor como coartada. Barcelona: Anthropos.
Butler, Judith (1997/2001). Mecanismos psíquicos del poder. Teorías sobre la sujeción.
Madrid: Cátedra.
Cabruja i Ubach, Teresa (2007). LO«K»AS LO«K»URAS O«K»UPADAS. Violencias de
la psicología a las mujeres: psicologización, psicopatologización y
silenciamiento. En Bárbara Biglia & Conchi San Martín (Eds.), Estado de
wonderbra. Entretejiendo narraciones feministas sobre las violencias de género
(pp. 155-170). Barcelona: Virus.
Camacho, Gloria; Hernández, Katya & Redrobán, Verónica (Eds.) (2010). Las comisarías
de la mujer. ¿Un camino hacia la justicia? Quito: CEPLAES.
Código Orgánico Integral Penal de 10 de febrero de 2014, Registro Oficial No. 180,
C.F.R.
Cuvi, María (1999). Violencia contra las mujeres. La ruta crítica. Quito: OPS.
Cuvi, María (2008). Voces narrativas en contrucción. Feminismos y literatura. (Tesis
inédita de maestría). Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito.
Foucault, Michel (1975/1996). Vigilar y Castigar: nacimiento de la prisión. México: Siglo
XXI.
Gil Rodriguez, Eva & Lloret Ayter, Inma (2007). La violència de gènere. Barcelona:
UOC.
Gilmore, David (2008). Culturas de la masculinidad. En Àngels Carabí & Josep M.
Armengol (Eds.), La masculinidad a debate (pp. 33-45). Barcelona: Icaria.
Haraway, Donna (1991/1995). Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la
naturaleza. Madrid: Cátedra.
Hardt, Michael & Negri, Antonio (2002). Imperio. Buenos Aires: Paidós.
Heise, Lori (1998). Violence against women. An integrated ecological framework.
Violence Against Women, 4(3), 262-290.
http://dx.doi.org/10.1177/1077801298004003002
Izquierdo, María Jesús (2007). Estructura y acción en la violencia de género. En Maria
Dolors Molas i Font (Ed.), Violencia deliberada: las raíces de la violencia
patriarcal (pp. 223-234). Barcelona: Icaria.
Jorquera, Víctor (2007). La crisis identitaria masculina: sobre los obstáculos para poder
pensar una crítica de la masculinidad. En Bárbara Biglia & Conchi San Martín
(Eds.), Estado de wonderbra. Entretejiendo narraciones feministas sobre las
violencias de género (pp. 125-138). Barcelona: Virus.
Kimmel, Michael (2008). Los estudios de la masculinidad: una introducción. En Àngels
Carabí & Josep M. Armengol (Eds.), La masculinidad a debate (pp.15-31).
Barcelona: Icaria.
Lagarde, Marcela (1990/2011). Violencia y poder. Los cautiverios de las mujeres.
Madresposas, monjas, putas, presas y locas. Madrid: horas y HORAS.
Martínez-Guzmán, Antar, & Montenegro Martínez, Marisela (2010). Narrativas en
torno al trastorno de identidad sexual. De la multiplicidad transgénero a la
producción de trans-conocimientos. Prisma Social, 4, 1-44.
102
Paz Guarderas
http://www.isdfundacion.org/publicaciones/revista/numeros/4/narracion-
construccion-social-realidad.html
Millet, Kate (1969/2010). Política sexual. Madrid: Cátedra.
Montenegro Martínez, Marisela. (2001). Conocimientos, Agentes y Articulaciones: Una
mirada situada a la Intervención Social. (Tesis de doctorado, Universidad
Autónoma de Barcelona). Recuperado de
http://www.tesisenred.net/handle/10803/5410
Ordenanza 235 de 24 de abrilde 2012, que establece las políticas hacia la erradicación
de la violencia basada en género en el distrito metropolitano de Quito, C.F.R.
Ordenanza 286 de 29 de enero de 2009, de institucionalización de los Centros de
Equidad y Justicia del distrito metropolitano de Quito, Registro Oficial No.
602, C.F.R.
Romero, Carmen & García, Silvia (2003). Saturaciones identitarias: de excesos,
materialidades, significación y sus (in)visibilidades. Clepsydra, 2, 37-56.
Rose, Nikolas (1998). Inventign Our selves. Psychology, Power and Personhood.
Cambridge: University Press.
Soledispa, Azucena (2007). Se hace camino al andar. Sistematización de las propuestas
metodológicas desarrolladas por los servicios penales para la atención a víctimas
de delitos sexuales en las ciudades de: Quito, Guayaquil, Cuenca, Esmeraldas y
Portoviejo. Quito: CEPAM.
Spivak, Gayatri Chakravorty (1988/1994). Can the Subaltern Speak? En Patrick
Williams y Laura Chrisman (Eds.), Colonial Discourse and Postcolonial Theory
(pp. 66-111). Nueva York: Columbia University Press.
Stith, Sandra & Farley, Sara (1993). A predictive model of male spousal violence.
Journal of family violence, 8(2), 183-201. http://dx.doi.org/10.1007/BF00981767
Este texto está protegido por una licencia Creative Commons 4.0.
Usted es libre para Compartir —copiar y redistribuir el material en cualquier medio o formato— y Adaptar el documen-
to —remezclar, transformar y crear a partir del material— para cualquier propósito, incluso comercialmente, siempre
que cumpla la condición de:
Atribución: Usted debe reconocer el crédito de una obra de manera adecuada, proporcionar un enlace a la licencia, e in-
dicar si se han realizado cambios . Puede hacerlo en cualquier forma razonable, pero no de forma tal que sugiera que tie-
ne el apoyo del licenciante o lo recibe por el uso que hace.
103