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El derecho a la no intervención y la Doctrina Monroe

Doctrina Monroe: El principio de no-intervención, es una


consecuencia inherente a la soberanía propia de los Estados. Sin embargo
hasta el establecimiento de la política del equilibrio en el siglo XIX, la
intervención era el modo de imposición de uno o más Estados sobre otro.
Por lo tanto, no tenía nada de extraño que la Europa de la Santa Alianza
fuese intervencionista y que intentara recuperar las colonias americanas
para sus antiguas metrópolis teniendo en cuenta que el proceso de
independencia no estaba del todo finiquitado. Por otra parte, hacia 1823, los
avances territoriales de Rusia en el continente americano a través de
Alaska, se hicieron cada vez mas frecuentes, evidenciando su pretensión de
avanzar hasta la costa de California. Por estas razones el Presidente James
Monroe de los EE.UU., en un mensaje dirigido al Congreso de los EE.UU. el 2
de diciembre de ese mismo año, proclamó tres principios de política
internacional que se conocen con el nombre de Doctrina Monroe. Estos
principios son: 1) el de no colonización; 2) el de no-intervención europea; 3)
la no-injerencia en los asuntos europeos. El primero de ellos, interesaba en
forma directa a los EE.UU. por la determinación de sus límites con Rusia en
Alaska. Fue proclamado como un principio en el que están envueltos los
derechos e intereses de los EE.UU., por el cual el continente americano, no
puede considerarse como sujeto a futura colonización por cualquier
potencia europea.
En cuanto al carácter jurídico de la Doctrina Monroe, debe tenerse en
cuenta que es una declaración unilateral, que por su fundamentación ha
pasado a ser principio del DI. Algunos internacionalistas limitan el ámbito de
vigencia al continente americano. 1
Los tres principios enunciados en la Doctrina tuvieron un alcance y
una evolución que es interesante señalar, El principio de descolonización
tuvo una doble limitación:
1) en el espacio: puesto que no se aplicaba a otros estados
americanos, los que podían adquirir territorios en otras partes del
continente fuera de sus límites, y
2) en el tiempo: ya que la prohibición está dirigida al futuro y no tiene
efectos retroactivos. Por aplicación de este principio se negó toda
posibilidad de adquisición territorial en América por parte de potencias
europeas y no europeas (Doctrina Lodge contra las pretensiones japonesas
en California y México). También se negó la transferencia de colonias ya
existentes (Antillas francesas a Alemania, en 1940). A consecuencia de este
episodio se firmó el Convenio de La Habana del mismo año sobre
"Administración Provisional de las Colonias Europeas en América".
1
Aplicaciones de la doctrina Monroe: Algunas potencias europeas reconocieron la Doctrina Monroe
como por ejemplo: Alemania e Italia, cuando bloquearon a Venezuela, se dirigieron previamente al
gobierno de EE.UU. para notificarle la medida: y Francia con relación al incidente de los cables franceses
en México. Pero no sirvió para evitar que Gran Bretaña ocupara las Islas Malvinas; Gran Bretaña y
Francia bloquearon el Río de la Plata; España ocupó las Islas Cinchas; Francia estableció una Monarquía
en México. En cuanto a la aplicación de la doctrina a situaciones relacionadas con el territorio de la
República Argentina, la actitud norteamericana siempre fue negativa. En la cuestión de las Islas Malvinas.
EE.UU. no sólo no se opuso a la ocupación inglesa, sino que hizo la defensa de los derechos que invocó
Gran Bretaña, e incurrió el propio EE.UU. en violación de nuestra soberanía a raíz del incidente del
buque de guerra Lexington. Durante el intercambio de notas que se suscitó, el secretario de Estado, Mr.
Bayard, sentó que la doctrina Monroe no se aplica a la competencia territorial basada en un título anterior
a su proclamación, a lo que el presidente argentino Dr. Quintana contestó que Gran Bretaña jamás ha
ejercido soberanía alguna en la Isla del Este o Soledad, y que por lo tanto, la ocupación de 1833 se trataba
de un establecimiento nuevo que Gran Bretaña no tenía anteriormente.
El principio de no-intervención tuvo también un alcance
exclusivamente continental. En virtud del mismo EE.UU. se opondría a
cualquier tentativa de intervención de las potencias europeas en América,
con la intensión de extender su sistema político o atentar contra la
independencia de los estados americanos. Sin embargo, pese a que en los
primeros tiempos la tendencia del gobierno norteamericano fue la de la
aplicación estricta del principio, al poco tiempo comenzó a variar está
tendencia hasta convertirse en un verdadero monopolio del poder de
intervención ejercido en todo el continente, a favor de los EE.UU. La anexión
de Puerto Rico, y las intervenciones en Cuba (Enmienda Platt) y Panamá
(Tratado Hay-Bunau-Varilla sobre el Canal) son una muestra elocuente de
este giro que llegó a su máxima expresión con la Doctrina del Destino
Manifiesto del Secretario de Estado Elihu Root (1912). Dos modalidades que
adquirieron las intervenciones americanas en el continente fueron: "las
intervenciones de policía", aplicación de la política del big stick (garrote), de
Theodoro Roosevelt, y las "intervenciones financieras", aplicación a su vez
de la "diplomacia del dólar" llevada a cabo por el presidente Taft en
Centroamérica.
En cuanto al principio de aislamiento, su enunciación puso de
manifiesto el predominio de la tendencia "Washington-Jefferson" en la
política norteamericana de entonces, pero varios hechos fundamentales
demostraron la no viabilidad del principio. Se trata de la participación de los
EE.UU. en las grandes conferencias y tratados internacionales (por ejemplo
Conf. de Berlín de 1885 - Conf. de La Haya de 1899 y 1907, etc.). Su
participación en la Primera y Segunda Guerra Mundial; la firma de los
tratados de paz, así como del Pacto de la SDN y de la Carta de la ONU, su
colaboración en la reconstrucción de Europa, etc. En 1947, este principio fue
definitivamente desplazados por la Doctrina Truman: "Ayudar a los pueblos
libres equivale a salvaguardar la seguridad de los EE.UU." enunciada para
ayudar a Grecia y Turquía.
El Estado no tiene derecho de inmiscuirse en los asuntos internos de
los demás ni de extralimitarse fuera de su propia zona de competencia. Una
extralimitación de esta índole, violatoria de la autonomía de otro Estado, se
llama intervención. Si un Estado se inmiscuye en los asuntos internos o
externos de otro para exigir la ejecución o la no ejecución de un hecho
determinado, procurando imponer su voluntad y bajo cierta presión para
hacerla prevalecer, comete el delito de intervención.
Fue ampliamente discutida en el orden internacional la existencia o
no, de un derecho de intervención, enfrentándose al respecto dos
concepciones totalmente opuestas. En Europa el principio de intervención
existió a comienzos del siglo XIX, pero hacia 1850 surgió el de no
intervención. 2

2
La intervención es muy controvertida en la doctrina, donde no hay unanimidad en cuanto a la extensión
de este concepto y tanto menos en cuanto a su encauzamiento normativo; por ejemplo, para Rousseau, las
intervenciones son licitas o ilícitas. Es lícita cuando el Estado actúa en virtud de un derecho propio, ello
ocurre a) siempre que se pueda invocar un tratado especial o una norma abstracta b) cuando existe una
petición formal de intervención por parte de un gobierno legal; c), cuando el Estado puede invocar un
interés legítimo, tal como la protección de sus nacionales o de sus bienes, a condición, claro está, de que
la intervención no sea desproporcionada a su causa originaria, porque entonces se convertiría en abusiva,
y d), en ciertas hipótesis en las que el Estado actúa en beneficio del interés general de la comunidad
internacional. Sería difícil admitir la licitud del tratado de 1903 que autorizó a los EE.UU. una
permanente intervención en Cuba, o de las intervenciones financieras.

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