Sunteți pe pagina 1din 8

A partir de la década de los 90 (Cumbre de Río sobre medio ambiente)ha

cobrado relevante importancia en las relaciones internacionales el tema de los

recursos naturales estratégicos, entendiendo como tales el petróleo y gas,

agua dulce, biodiversidad y minerales estratégicos como el níquel, el cobalto o

el coltan. Son estratégicos porque son recursos valiosos a los que los Estados

(y las empresas) deben acceder por razones de seguridad. Existe una

creciente atención en el aprovechamiento y protección de tales recursos, tanto

por parte de los países desarrollados, importadores de los mismos en grandes

cantidades, como por parte de los países en vías de desarrollo, fuente de gran

cantidad y variedad de tales recursos. Si bien, distinguiendo de entre estos

recursos aquellos que son vitales, que no pueden encontrar sustituto a través

de desarrollos tecnológicos e investigaciones, como sucede con los

combustibles fósiles, algunos recibirían el apelativo de recurso vital, entre los

que estaría de manera destaca el agua dulce. Su suministro es considerado

derecho esencial en cualquier comunidad humana, y, por tanto, vitales, en el

sentido de que sin su existencia y adecuada disponibilidad y capacidad de uso,

la vida social estaría desestructurada o vencida a situaciones de marcada

penuria y muy graves limitaciones para un elemental desarrollo. A esto

debemos sumarle que su condición de recurso finito por lo que su progresiva

reducción, los altos costes, crecientes, en su explotación, el impacto del cambio

climático y el aumento poblacional incrementan las tensiones en estas

cuestiones. Como dijo Kennedy: “Quien fuere capaz de resolver los problemas

del agua, será merecedor de dos premios Nobel, uno por la paz y otro por la

ciencia”.
Entendiendo que la Tierra no tiene más agua que hace 2.000 años, cuando

estaba habitada por poco menos de 3% de la población actual, sin embargo la

demanda es creciente por lo indispensable para la agricultura, la industria, la

generación de energía y el consumo doméstico, lo que ha creado una enorme

competencia por el escaso recurso hídrico. El 70% de la superficie de la Tierra

es agua, pero la mayor parte de esta es oceánica y solo 3% de ella es dulce, la

cual se encuentra en su mayor parte en la forma de casquetes de hielo y

glaciares; y solo 1% es agua dulce superficial fácilmente accesible. Esta es el

agua que se encuentra en lagos, ríos y a poca profundidad en el suelo.

El líquido elemento es un recurso más antiguo que la vida humana y

completamente necesario para la subsistencia y el desarrollo económico de las

sociedades actuales por eso aparece en el siglo XXI, según expertos como

Catarina de Albuquerque, Relatora Especial sobre el derecho humano al agua

potable y al saneamiento de las Naciones Unidad, como otro motivo de

posibles guerras si no se toman las medidas necesarias por parte de los

organismos internacionales y de los gobiernos. Según estudios realizados

durante la década del agua de las propias Naciones Unidad, en el año 2025 la

demanda de agua en el mundo será un 56 % superior al suministro, y en

algunas zonas del planeta será mayor, lo que concitará y ya es así, pugnas y

desavenencias entre diferentes naciones o dentro de los propios países por

ese preciado oro azul.

A otras escalas de impacto, no menos importante y no tan bélico, se demuestra

la importancia de la gestión de los recursos hídricos si recordamos que en 2010

la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó una resolución en la cual


declaraba que el derecho humano al agua y al saneamiento como un derecho

humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los derechos

humanos, incluyéndolo como uno de los Objetivos del Milenio que debían

alcanzarse en 2015. Así este derecho se configura como una norma jurídica

obligatoria para todos los Estados que componen la comunidad internacional,

generando determinadas obligaciones de las que no podrían eximirse aunque

delegaran al capital privado su gestión.

Sin una gestión eficaz de nuestros recursos hídricos, corremos el riesgo de

intensificar las disputas entre comunidades y sectores y aumentar las tensiones

entre las naciones.

Así, las cuestiones que se plantean a nivel mundial en torno al agua se

encuentran estrechamente unidas a aspectos como la alimentación, la salud, la

energía, la globalización y el medioambiente. De lo que se derivaría que un

manejo integrado de los recursos hídricos que tenga en cuenta esta

interdependencia y los distintos usos que se hacen del agua permitiría

armonizar los objetivos sociales, económicos y ambientales del

aprovechamiento de que se trate. En este sentido, un enfoque multidisciplinario

de la problemática del agua permite un entendimiento más acabado de todos

los aspectos que tanto su aprovechamiento como su suministro plantean.

Otros de los factores que repercuten directamente en el abastecimiento y

carestía del agua dulce en el mundo son los ya innegables efectos del cambio

climático. Al hilo de esto, el Banco Mundial no pudo dejar de prestar atención a

la repercusión de éste en el agua y en la economía y preparó un informe


exhaustivo sobre la materia que se presentó en 2016. En él se afirma que a

menos que se adopten medidas en el corto plazo, el agua comenzará a

escasear en regiones donde hoy es abundante, como África central y Asia

oriental, y la escasez se intensificará considerablemente en regiones donde el

agua ya es un recurso escaso, como Oriente Medio y el Sahel en África. Para

2050, las tasas de crecimiento de esas regiones podrían registrar una

disminución de hasta el 6 %, debido a los efectos de la escasez de agua en la

agricultura, la salud y los ingresos.

En el informe también se advierte que la menor disponibilidad de agua dulce y

la competencia que generan otros usos que ya hemos apuntado como la

generación de energía y la agricultura, podrían llevar a que para 2050 la

disponibilidad del agua en las ciudades se reduzca en casi dos tercios respecto

de los niveles de 2015. Como apuntaba el director del Banco Mundial Jim Yong

Kim: “a escasez de agua constituye una amenaza importante al crecimiento

económico y la estabilidad en el mundo, y el cambio climático está agravando

el problema.

Con motivo del 22 de marzo, Día Mundial del Agua, Julio Barea, portavoz de

aguas de Greenpeace España, alertó de que otro de los claros efectos del

cambio climático es que cerca de dos millones de hectáreas de tierra en todo el

mundo se encuentran ya irreversiblemente degradadas. Las inundaciones, los

tifones y las sequías prolongadas resultan también particularmente destructivos

para el agua no solamente a nivel de infraestructura y de transporte, sino

también en cuanto a que contaminan los suministros de agua, ocasionando


muchas veces brotes epidémicos de enfermedades transmitidas por el agua,

como el cólera.

En esta situación se hace necesario el abordaje de políticas e inversiones que

pueden ayudar a que las economías de los países garanticen una mayor

seguridad hídrica y sean más resistentes a los envites del clima. Esto incluye

una planificación más adecuada a la hora de asignar los recursos hídricos, la

adopción de incentivos para aumentar la eficiencia hídrica y la realización de

inversiones en infraestructura destinadas a promover la seguridad en el

suministro y la disponibilidad de agua, con la implicación de la escena

internacional.

En este sentido, España no puede menos que prestar seria atención a esta

ecuación de geopolítica, cambio climático y escasez de recursos hídricos. Si

bien las sequías cíclicas son fenómenos propio de nuestra situación

geográfica, todo parece apuntar a que la que estamos sufriendo ahora se ve

acentuada por el cambio climático y la mala gestión de los recursos hídricos

en nuestro país.

Durante este 2107 nos enfrentamos a una de las mayores sequías desde hace

casi un cuarto de siglo y además es generalizada. La geografía española

presenta gran variedad de climas, más o menos húmedos, la falta de

precipitaciones, el exceso de explotación de nuestras aguas y la mala gestión

de las mismas nos ha llevado a una situación alarmante que cuesta enfocar.

Las cifras que arrojan de agua embalsada en pantanos y lagos en las 21


cuencas hidrográficas en las que se divide España señalan que nos superamos

el 37% cuando en el 2016 pasado, a estas mismas alturas de año natural,

superábamos el 50%. Una primavera y un otoño secos, además de un verano

extremadamente cálido, acompañados de las pocas medidas impuestas por las

autoridades públicas, nos han llevado a esta situación.

Las cosechas han descendido este año hasta en un 80% en varias

comunidades, perdiéndose en su totalidad en buena parte de los casos. Los

daños en la ganadería han sido incluso mayores, especialmente en la

producción ecológica, donde se ha tenido que recurrir al pienso ecológico,

mucho más caro, ante la falta de pastos naturales.

Como comentábamos, respecto al almacenamiento de agua estamos en

mínimos históricos. La distribución empieza a verse afectada y cada vez son

más los municipios de toda España que aplican restricciones en el servicio de

abastecimiento de agua potable y las restricciones podrían alcanzar a las

grandes capitales. Además, y en consecuencia de la escasez absoluta de

lluvias, la generación de energía hidroeléctrica se ha situado en los niveles más

bajos desde que se tienen registros, por lo que los costes de la electricidad y

las emisiones de CO2 se han disparado en el último año.

En la actualidad, la política hidráulica se encuentra en primera línea de la

política nacional y tiene dos focos principales de atención: la protección del

medio ambiente y la gestión de la escasez de agua. La Directiva Marco del

Agua, traspuesta por Real Decreto Legislativo el pasado abril, establece unos
objetivos comunes de protección de los ecosistemas acuáticos que son de

obligado cumplimiento a corto plazo para todos los países de la Unión

Europea. Junto a ello, España debe hacer frente a los problemas de escasez

de agua planteados por el aumento continuado de la demanda de agua en el

sector agrícola y del sector servicios, sobre todo el turismo.

La configuración de las principales estructuras de gestión de los recursos

hídricos, como la red de pantanos y embalses de la España seca, son

heredadas, física y conceptualmente, de los planteamientos bienintencionados

pero no especialmente acertados de la primera mitad del siglo XX, centradas

en llevar agua a ciertas regiones para que, a través de la reorientación de los

cultivos hacia el regadío, se mejoraran las condiciones de vida y se fomentara

el crecimiento económico. Paralelamente, se busca paliar que la desigual

distribución de los recursos hídricos en España a través de otros caminos como

los conocidos trasvases entre cuencas hidrográficas, que van perdiendo

apoyos y fuerza e imponiéndose por el contrario criterios de racionalidad y

eficiencia (ecológica y económica) en el uso del recurso y el desarrollo

sostenible de los sistemas hidrológicos. Otras de las soluciones aportadas

técnicamente, y a explorar más en profundidad en el futuro, son las plantas

desaladoras y potabilizadoras que ya se usan en los archipiélagos, sobre todo

en el Canario, y en algunas otras regiones como Murcia. Con todo, aunque la

desalación del agua de mar puede ser una solución en tiempos de sequía, las

potabilizadoras pueden abastecer la demanda de ciudades y de industrias,

pero difícilmente pueden cubrir las necesidades agrícolas, que representan

entre el 70 y 80% del consumo total de agua.


Es necesario desarrollar una serie de reformas estructurales, además

de impulsar la inversión en todo tipo de infraestructuras, ya que desempeña un

papel clave en la economía a corto y medio plazo, por lo que se hace

imprescindible promover un plan de inversión pública, basado en prevención,

ahorro y optimización de los recursos hídricos. Las medidas para combatir la

sequía y la falta de agua deben hacerse durante los períodos húmedos, con

soluciones aportadas por científicos y técnicos. Una tarea tan compleja que,

como apuntaba JFK, merecería el más alto reconocimiento internacional.

S-ar putea să vă placă și