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EL CEREBRO Y LAS EMOCIONES

Profesora: Alumnas:
Ivette Peña Ivonne Duarte
C.I. V- 15.962.795
Nancy Vásquez
CI. V-8.810.819

Turmero, Junio de 2017.


El cerebro está compuesto de más de mil millones de neuronas.
Algunos grupos específicos de ellas, trabajando en conjunto, nos dan la
capacidad para razonar, para experimentar sentimientos y para comprender
el mundo. También nos dan la capacidad para recordar datos distintos y
numerosos. Los tres componentes principales del cerebro son el cerebro, el
cerebelo y el tronco del encéfalo.
Cabe mencionar que el cerebro se divide en hemisferios derecho e
izquierdo, cada uno con lóbulos frontales, temporales, parietales y
occipitales. El hemisferio derecho es el que controla las emociones. La
corteza cerebral (materia gris) es la parte exterior del cerebro y nos permite
realizar las funciones relacionadas con el pensamiento consciente. Las
circunvoluciones y los surcos incrementan la superficie del cerebro, lo que
nos permite tener una considerable cantidad de materia gris dentro del
cráneo. En lo profundo de la materia gris se encuentra la "materia blanca"
cerebral. La materia blanca permite la comunicación entre la corteza y los
centros bajo y central del sistema nervioso.
En cuanto al cerebelo, se ubica cercano a la base de la cabeza. Crea
programas automáticos para que podamos realizar movimientos complejos
sin pensar. El tallo cerebral conecta al cerebro con la espina dorsal y está
compuesto por tres estructuras: el cerebro medio, la protuberancia y el bulbo
raquídeo. El tallo cerebral nos brinda funciones automáticas necesarias para
la supervivencia (Kantor 2015).
Dentro de este contexto, puede decirse además, que la estructura de
nuestro cerebro tiene cincuenta mil generaciones de historia evolutiva, con
sus propios éxitos de supervivencia, por eso, no debe sorprendernos si ante
los eventos de la vida, respondemos instintivamente con recursos
emocionales adaptados a nuestras necesidades. La emoción es un impulso
que mueve a la persona a actuar, la raíz etimológica de la palabra viene del
latín “e-movere”, es decir, “ir hasta”. Cada uno de nosotros viene equipado
con unos programas de reacción automática o una serie de predisposiciones
biológicas a la acción, sin embargo, nuestras experiencias vitales irán
modelando con los años esa programación para definir nuestras respuestas
ante los estímulos emocionales (Xerra y Espert 2016).
Ante estas revelaciones, es de mencionar que el troncoencéfalo es la
parte más primitiva del cerebro y la que regula las funciones básicas como la
respiración, el latido cardíaco o el metabolismo; inmediatamente por encima
del tronco está el sistema límbico, sede de las emociones, gracias a las que
los primeros seres humanos pudieron reaccionar para adaptarse a las
exigencias de un entorno cambiante y pudieron desarrollar la capacidad de
identificar los peligros y evitarlos; por lo tanto, el sistema límbico está
relacionado a la memoria y al aprendizaje.
Es de hacer notar que en esta zona está la amígdala, sede de los
recuerdos emocionales, la que nos permite de dar un sentido a nuestras
experiencias por reconocer las cosas que ya hemos visto y darle valor. Por
encima del sistema límbico encontramos el neocórtex, que nos diferencia del
resto de las especies, porque gracias a él tenemos sentimientos, lenguaje,
comprensión de símbolos, arte, cultura, civilización, es decir, nos hace
posible sobrevivir y darle un sentido a nuestra vida (Xerra y Espert 2016).
Ahora bien, la parte de nuestro cerebro dedicada a los pensamientos se
desarrolló a partir de la región emocional y estas dos zonas cerebrales
siguen estado muy vinculadas mediante circuitos neuronales, esto significa
que hay una relación entre pensamientos, sentimientos y emociones, es
decir, áreas cerebrales encargadas de “leer” nuestras emociones más
viscerales y darles un sentido en forma de sentimiento.
Por último, la relación entre el neocórtex y el sistema límbico amplió el
número de posibles reacciones ante los estímulos emocionales, por ejemplo,
ante el temor, qué lleva los animales a huir o defenderse. Los humanos
podemos tener otros comportamientos como llamar a la policía. El neocórtex
nos permite leer, interpretar o controlar nuestras emociones, pero tener la
capacidad de controlar las emociones no significa ser racionales con
nuestros sentimientos y saber las causas de todos los comportamientos
(Xerra y Espert 2016). Las conexiones neuronales de los pensamientos
están conectadas con las de las emociones, de hecho, cada circuito neuronal
no puede funcionar independientemente del otro, es decir, los pensamientos
añaden algo a las emociones (las interpretan) y las emociones añaden algo a
los pensamientos (le dan el color emocional a nuestra vida).
De acuerdo con lo antes mencionado, puede evidenciarse que el
cerebro no solo domina el aspecto cognoscitivo del ser humano sino que
sirve de base para las emociones de todo tipo que experimenta a lo largo de
su existencia, puesto que las mismas se van desarrollando y adaptando a las
estructuras biológicas que componen nuestros cuerpos, así como por la
influencia de los factores externos ambientales y socioculturales.
REFERENCIAS

Kantor, Daniel (2015). Neurology. VeriMed Healthcare Network. A.D.A.M.


Editorial team. Página En línea. Disponible en
https://medlineplus.gov/spanish/ency/anatomyvideos/000016.htm
[Consulta 2017, Junio 3]

Xerra, L. y Espert, R. (2016). ¿Cómo funcionan las emociones? El cerebro


emocional. Página en línea. Disponible en
http://psicologiaycomunicacion.com/como-funcionan-las-emociones-el-
cerebro-emocional/ [Consulta 2017, Junio 3]

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