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¿CÓMO DESPERTAR EL GUSTO POR LA VERDAD?

Por siglos, los filósofos intentaron demostrar que hay verdades absolutas y con ello,
demostrar, además, que sí es posible alcanzar la verdad. Tal esfuerzo estaba basado en la
certeza que es mejor vivir en la verdad que en un mundo de mentira; analógicamente,
subyace la certeza que es mejor estar en un lugar iluminado que en uno plagado de
oscuridad; en el primero sé a qué atenerme, en el segundo, recibiré, mínimo, unos cuantos
tropiezos y golpes.
En contraposición al esfuerzo de los filósofos, en nuestra sociedad impera la posverdad, la
cual no es más que el “(…) cimiento de una cultura de la mentira”, como bien lo presenta el
compañero Luis Eduardo Guzmán. Los medios de comunicación masiva, acompañados ahora
de las redes sociales, pueden producir “verdades”, maquillarlas, transfigurarlas, de tal manera
que se parezcan a lo que la gente quiere ver. Es una sociedad que consume hechos, como
bien lo expresa el profesor Tomás Barrero (2017): “el consumo de hechos a voluntad es
peligroso para la salud mental, social y política del consumidor. No se aconseja ni siquiera
bajo su propia responsabilidad. Tiene la desventaja de destruir el bien de consumo”. Se va
destruyendo, desfigurando (…) la verdad.
Pero, una cosa es que yo quiera ver una película que me muestra a un hombre que vuela y
tiene poderes -como Superman-, y otra, muy distinta, es que me lo crea. A los cinco años esa
creencia es inocencia, a los 20, 30 o 50 (…). A partir de esta realidad, la pregunta a responder
es por qué, si no se espera que creamos en superman, lo hacemos.
La respuesta es abrumadoramente simple. Estamos ante una sociedad muy particular;
estamos inmersos, como lo expresa Luis Eduardo, en “(…) una sociedad que gusta de vivir
engañada”. ¿Nos gusta vivir engañados? ¡Cómo contradice esta condición a las pretensiones
de los grandes filósofos!
Teniendo en cuenta esta realidad, se impone a nuestra profesión docente un gran reto:
devolver a las personas, en este caso, a nuestros estudiantes, el “gusto por la verdad” en
contraposición al “gusto por vivir engañados”. Pero ¿cómo lograrlo? ¿Qué actividades
pedagógicas se nos ocurren para alcanzar este objetivo? Les agradezco compartir sus ideas.
Un saludo.

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