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Los racimos de uva que maduran en los viñedos y aquellos que permanecen
intactos, permanecen protegidos del oxígeno atmosférico que les rodea, gracias a la
eficaz barrera del hollejo que los protege, no teniendo más contacto con la atmósfera
que a través de los fenómenos de respiración o intercambio gaseoso producidos en
los órganos verdes de la planta. Desde el primer instante de rotura de los granos de
uva y hasta el final de la vida del vino, la acción del oxígeno está presente en su
evolución, generalmente de forma negativa con las temidas oxidaciones y alteraciones
microbianas aerobias, aunque también a veces beneficiosas durante determinadas fases
de la fermentación alcohólica y crianza de los vinos (Hidalgo Togores, 2003).
Los efectos de la oxidación sobre la calidad de los vinos son conocidos desde
hace años, los cuáles provocan modificaciones en el color, olor y sabor de los mismos
(Franco Aladren, y col., 1995). En Enero de 1995, la oxigenación de mostos pasó a
formar parte oficialmente del “Código Internacional de las Prácticas Enológicas”,
como el tratamiento
Los primeros indicios del efecto positivo de la adición de oxígeno a los mostos
fueron propuestos por Muller-Späth y col. (1977a, 1977b, 1978) en los años sesenta,
que, con el objetivo de realizar pruebas para reducir el empleo del anhídrido sulfuroso,
observó cómo el pardeamiento de los mostos no afectaba a la calidad del vino. Así, las
primeras experiencias sobre el efecto estabilizante frente a la oxidación de los vinos
fueron realizadas por Müller- Späth y col. (1989). De este modo, Guerzoni y col. (1981)
propusieron la técnica determinada “hiperoxigenación”, siendo aplicada con éxito a
partir de uvas recolectadas mecánicamente con el objetivo de producir una estabilización
de los vinos blancos en lo que respecta al color, aportando a los vinos mayor cuerpo y
riqueza de aromas, evitando o reduciendo el uso del anhídrido sulfuroso (Zironi y col.,
2000).
JUSTIFICACIÓN
La industria enológica, al igual que otras industrias alimentarias, ha sufrido una
transformación importante en los últimos años, que le ha llevado a realizar una gran
inversión orientada a la mejora en tecnología básica necesaria para la obtención de un
producto que ofrezca garantía de seguridad y de calidad del consumidor.
Una vez superada dicha etapa de demanda del mercado en el sector enológico, se
está derivando hacia una diversificación del mercado, donde el consumidor pueda hallar
una gama de productos diferentes entre los cuáles elegir el más adecuado a sus
preferencias.
El oxígeno puede desempeñar un doble papel en el vino, afectando unas veces de forma positiva y
otras negativamente a las características del vino. El equilibrio entre estos efectos depende de la
cantidad y concentración de oxígeno disuelto, del momento de la disolución, y de las
características del vino (por ejemplo, los vinos tintos son menos sensibles a la oxidación que los
blancos). En particular, los efectos del oxígeno están relacionados con los siguientes aspectos: 1.
Modificación de los compuestos fenólicos:
• Pardeamiento y modificación del color, tanto de los mostos, como de los vinos, como
consecuencia de la oxidación de los polifenoles
• Efectos positivos sobre la evolución y envejecimiento del vino (por ejemplo, la reducción de la
astringencia, la estabilización de la fracción fenólica) 2. Modificación de la fracción aromática:
• Variedad Algunas variedades (por ejemplo, Sauvignon) son muy sensibles al contacto con el aire.
La resistencia de un sustrato a la oxidación está relacionada con su composición: un mayor
contenido de compuestos antioxidantes naturales en el mosto (polifenoles, glutatión, ácido
ascórbico) puede mejorar esa resistencia, reduciendo la susceptibilidad al O2.
• Temperatura Esta variable afecta tanto a la disolución como a la actividad del O2 en los mostos y
vinos. A 20-25 °C, el máximo nivel posible de disolución de oxígeno es de aproximadamente 6-7
mg/L (concepto de "saturación"), pero este porcentaje puede aumentar a temperaturas más
bajas: aprox. 10 mg/L a 5 °C. Por el contrario, la velocidad de las reacciones de oxidación aumenta
a altas temperaturas. Por ejemplo, la oxidación de los compuestos del color del vino tinto como
por ejemplo las antocianinas se produce más rápido a 30 °C que a 20 °C.
En las reacciones relacionadas con elaboración de los vinos, este equilibrio "redox" refleja dos
grupos de compuestos. Algunos de ellos pueden actuar como agentes oxidantes, mientras que
otros son agentes reductores.
El agente oxidante más importante en el mosto y en los vinos es el oxígeno. Otros productos
químicos puede incrementar su acción en el vino actuando ellos mismos como potentes oxidantes.
Por ejemplo los metales pesados como el hierro y el cobre, que están normalmente presentes en
el vino y son poderosos catalizadores, pueden aumentar de forma importante la acción del
oxígeno y la velocidad de las reacciones de oxidación. Además, algunos radicales libres y peróxidos
(por ejemplo, peróxido de hidrógeno - H2O2), se producen a partir de la oxidación de compuestos
fenólicos y también pueden participar como compuestos oxidantes
Los agentes reductores más importantes del vino son el anhídrido sulfuroso (SO2), el ácido
ascórbico, los compuestos fenólicos y el glutatión.
El ácido ascórbico (AA), conocido también como vitamina C, se encuentra en diversas frutas en
concentraciones variables. Este compuesto desempeña un papel importante en la limitación del
pardeamiento enzimático de los mostos, pero en su actuación en los vinos se ha visto que puede
reaccionar con el oxígeno generando peróxido de hidrógeno (un poderoso oxidante). El AA se
utiliza normalmente en vino en combinación con el SO2 con el fin de eliminar el H2O2, reduciendo
el riesgo de "daño oxidativo"
El glutatión (GSH) es un tripéptido (constituido por ácido glutámico, glicina y cisteína) que se
encuentra naturalmente presente en muchas plantas y microorganismos. Es activo frente a los
radicales libres y otros compuestos reactivos con el oxígeno. El GSH puede disminuir de forma
importante el proceso de oxidación del mosto reaccionando con algunos productos de la
transformación enzimática (PPO) del ácido caftárico (una de los sustancias más oxidables del
mosto de uva). El resultado de esta reacción es el llamado ácido 2-S-glutationil-trans-
cafeoiltartárico, también conocido como "Grape Reaction Product " (GRP). En condiciones
normales, es decir con uvas sanas, este compuesto es estable durante las sucesivas oxidaciones y
por esta razón, el glutationato es capaz de detener la cadena de oxidación que puede provocar la
oxidación y al pardeamiento del mosto.
El problema se mantiene en los mostos afectados por Botrytis, ya que el GRP puede ser un
sustrato de la enzima lacasa. Por esta razón, las vinificaciones de uva botritizada siempre tiene
más problemas de pardeamiento.
Es bien sabido que los taninos y polifenoles son poderosos antioxidantes. Estos compuestos
representan uno de los grupos de sustancias presentes en los mostos y en los vinos más reactivos
con el oxígeno. Su oxidación provoca el pardeamiento y la pérdida de color, así como la formación
de polímeros y su posterior precipitación.
Reacciones del oxígeno en el mosto
Las reacciones de oxidación en los mostos están ligadas principalmente a actividades enzimáticas
(PPO) sobre ácidos fenólicos (por ejemplo, ácido caftárico).
En el caso de uvas sanas, la tirosinasa (de la uva), es la principal enzima implicada en las reacciones
de pardeamiento. La actividad de esta macromolécula es su reducción rápida en el mosto, ya que
es muy sensible al SO2 y es fácilmente eliminada por algunos agentes clarificantes, como la
bentonita. Por el contrario, la lacasa de Botrytis cinerea se ve poco afectada por los tratamientos
con bentonita, así como por el anhídrido sulfuroso, por lo que representa un importante problema
para los vinicultores.
La fuerte reactividad de los mostos frente a la oxidación puede ser utilizada para su estabilización.
El concepto de hiperoxigenación se basa en la saturación con O2 del mosto con el fin de eliminar
todas las sustancias oxidables por polimerización, precipitación y simple trasiego.
A diferencia de las reacciones en los mostos, la oxidación en los vinos está ligada principalmente a
reacciones no enzimáticas.
Es importante recordar que el O2 no siempre es negativo para la evolución del vino. Pasteur,
durante sus estudios, observó que una adecuada aireación era importante para el desarrollo de la
fermentación alcohólica.
Un aporte de oxígeno bien administrado puede proporcionar ciertas ventajas a los vinos,
especialmente a los tintos:
• Evolución y estabilización del color gracias a las reacciones entre taninos y antocianos
Estas ventajas (sobre todo los dos primeros puntos) se conocen desde los albores de la vinificación
y son empleadas en las técnicas de crianza en madera (solubilización limitada y controla de O2 a
través de la madera) y en la actualidad, en las modernas técnicas de microoxigenación. También es
bien sabido que el paso de un flujo limitado de oxígeno a través del cierre de la botella, es
beneficiosa para el correcto desarrollo de un vino, así como para su conservación.
Como en el caso de los mostos, es la reacción de los compuesto polifenólicos con el oxígeno la que
provoca el pardeamiento y la pérdida de color por precipitación de la materia colorante. Estas
reacciones de oxidación también puede dar lugar a la formación de diferentes tipos de
compuestos volátiles que a veces son responsables de cambios aromáticos. El Acetaldehído
(MeCHO) es el principal compuesto volátil que participa en el consumo de oxígeno. No deriva del
metabolismo microbiano, sin de la oxidación del etanol catalizada por algunos metales pesados
(hierro y cobre) Durante la crianza en madera o la microoxigenación, el acetaldehído interviene en
algunas reacciones relacionadas con el color y con la estabilización de los compuestos fenólicos. Si
la solubilización de O2 es concentrada o se prolonga, se forman cantidades más elevadas de
MeCHO, que a su vez puede inducir la formación de otros compuestos aromáticos (acetilos) que
son responsables de las típicas notas sensoriales de los vinos oxidados.
En general se acepta que en el mosto las levaduras son capaces de respirar azúcares en
condiciones aerobias, mientras que realizan la fermentación alcohólica (FA) en anaerobiosis. De
hecho, la capacidad de las levaduras de vino de utilizar la glucosa a través de la respiración
depende del contenido de azúcar del mosto. Si la concentración de azúcar es superior a 9 g/L,
Saccharomyces cerevisiae, el principal microorganismo implicado en la fermentación alcohólica,
no será capaz de completar la transformación de los azúcares en aerobiosis. Esto significa que en
condiciones normales del mosto (contenido de azúcar aprox. 180-220 g/L) las levaduras pueden
sólo llevar a cabo la fermentación alcohólica. Este fenómeno se conoce como "efecto Crabtree" Es
evidente que la aireación del mosto después de la inoculación de levaduras seleccionadas (o la
oxigenación del pie de cuba antes de adición), favorece el desarrollo del proceso de fermentación.
Estos beneficios no están relacionados con el aumento de poblaciones de levadura obtenida por el
proceso de la respiración, sino que están relacionados principalmente con el hecho de que la
misma oxigenación favorece la producción de factores de crecimiento para la levadura, como
algunos ácidos grasos y esteroles. Del mismo modo, un ligero aporte de aire (por ejemplo, por
bombeo) a mitad de la FA, también es útil para obtener un desarrollo adecuado de las últimas
fases del proceso de fermentación.
condiciones normales del mosto (contenido de azúcar aprox. 180-220 g/L) las levaduras pueden
sólo llevar a cabo la fermentación alcohólica. Este fenómeno se conoce como "efecto Crabtree" Es
evidente que la aireación del mosto después de la inoculación de levaduras seleccionadas (o la
oxigenación del pie de cuba antes de adición), favorece el desarrollo del proceso de fermentación.
Estos beneficios no están relacionados con el aumento de poblaciones de levadura obtenida por el
proceso de la respiración, sino que están relacionados principalmente con el hecho de que la
misma oxigenación favorece la producción de factores de crecimiento para la levadura, como
algunos ácidos grasos y esteroles. Del mismo modo, un ligero aporte de aire (por ejemplo, por
bombeo) a mitad de la FA, también es útil para obtener un desarrollo adecuado de las últimas
fases del proceso de fermentación.