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LA PSICOLOGIA DE LOS YOES y EL VOICE DIALOGUE :

De la critica a la autoestima
En muchas ocasiones, el peor enemigo de una persona es
ella misma. Y es que, dentro
de nosotros, habita una vocecita siempre dispuesta a criticarnos
y a señalar nuestras debilidades. Su misión es ahorrarnos decepciones, pero, si su voz es
demasiado fuerte, se come la autoestima. La clave para convertir al crítico en aliado es
reconocerlo y aprender a dialogar con él.

Mira que eres despistado! ¡Lo haces todo mal! ¡Tienes un tipo horrible! ¡Eres incapaz de
seguir una dieta!” ¿Te dices a menudo frases como estas? En el interior de la mente de
cada uno de nosotros habita una voz cuya única función parece que sea criticarnos. Es
como una emisora de radio sintonizada directamente a nuestra cabeza y todo lo que dice
es incesamente crítico. Muchas veces, no somos conscientes de ello, pero las críticas y la
erosión a la autoestima están allí. Pero, ¿cómo es posible que nos tratemos tan mal a
nosotros mismos? ¿No es suficientemente difícil ya la vida como para ir metiéndonos
cruelmente con nuestra propia persona? ¿Por qué lo hacemos?

EL DESEO DE ACEPTACIÓN
El origen de nuestra voz crítica está en el deseo de aceptación. Deseamos
desaforadamente ser aceptados por los demás. ¡Casi desesperadamente! En la familia,
entre los amigos, en el trabajo… Y todo el esfuerzo que ponemos en ello nos deja
exhaustos y, lo que es peor, insatisfechos, porque de aceptación nunca se sacia uno. Esa
gran necesidad de aceptación tiene su inicio –como la mayoría de los impulsos más
poderosos que tenemos– en la infancia. Véamoslo.

AFECTO PARA SOBREVIVIR


Cuando nacemos somos completamente vulnerables. Para sobrevivir, los humanos
necesitamos que nos protejan tanto física como afectivamente o, de lo contrario, ¡nuestra
esperanza de vida se reduce a unas cuantas horas! De forma instintiva, en los primeros
días de vida empezamos a darnos cuenta de que es fundamental la presencia de nuestros
cuidadores para seguir viviendo.
Es tan importante que vamos convirtiéndonos en expertos en asegurarnos esta presencia.
Con el pasar del tiempo, notamos que nuestros padres nos prefieren cuando mostramos
ciertas actitudes, por ejemplo, al sonreír, y tomamos buena nota de ello.
De manera inconsciente, repetimos aquellos comportamientos que obtendrán una
respuesta de afecto y atenciones, que nos harán parecer a ojos de nuestros padres como
merecedores de amor. Para esos seres vulnerables que somos cuando nacemos y en los
primeros años de nuestra vida, el miedo al abandono y a la soledad es terrible. Si constato
que, por ejemplo, mamá se enfada cuando le robo un juguete a mi hermanito, no tardaré
en apartar en cierta medida mi parte egoísta. El riesgo de ser egoísta es demasiado grande:
perder el amor y la protección de mi madre. Entonces, mi conversión en un niño amable
y desprendido se forma rechazando, ocultando, mi yo egoísta.
A lo largo de los años crecemos y nos hacemos adultos, pero esa parte infantil y
vulnerable nos acompaña siempre. Aunque rechazado, ese yo sigue teniendo la necesidad
de ser amado, reconocido y apreciado.

NUESTRA PERSONALIDAD RECHAZADA


Según el modelo psicológico de “la psicología de los yoes” y voice dialogue (diálogo de
voces), método de desarrollo personal ideado por los psicólogos estadounidenses Hal y
Sidra Stone, las personas poseemos diferentes yoes o subpersonalidades. Los
comportamientos con los que hemos aprendido a identificarnos, los que consideramos
válidos para ser aceptados por los demás, son los yoes primarios. Es la parte de nuestra
personalidad que nos atrevemos a mostrar. Los comportamientos opuestos a los primarios
son excluidos de nuestra vida y dan lugar a las subpersonalidades rechazadas. Son
comportamientos que consideramos inaceptables; no debemos ser así de ninguna forma:
arrogantes, egoístas, sensuales… Tenemos la capacidad de mostrarlos, pero si lo hacemos
nos sentimos culpables o no nos queremos reconocer.

MIEDO A QUE NOS DESCUBRAN


El crítico interior es un yo que nace tambien para que se respeten las reglas de los yoes
primarios, y que se nutre, a lo largo de los años, de todos los reproches que hemos recibido
y de todas las reglas con las que nos hemos topado. Es esa parte que nos critica
constantemente si no somos como creemos que deberíamos ser, que nos hace sentir
inadecuados, que nos riñe si no nos comportamos como se espera de nosotros. Vive
constantemente preocupado de cometer un error y aterrorizado de que los demás
descubran qué clase de persona somos en realidad –nuestra parte rechazada: “estúpidos,
ineptos, superficiales, vagos, ignorantes, egoístas, obesos…”
En el fondo, el crítico interior sólo quiere asegurarse de que seremos amados por los
padres –y por los demás–, aunque con frecuencia se sobrepasa en sus funciones y entonces
el resultado, al final, serà limitarnos excesivamente.

RECONOCER AL CRÍTICO
Normalmente todos oímos a nuestro crítico, pero no sabemos que se trata de una parte
nuestra como todas las demás que nos componen. Pensamos que somos eso que nos dice
y, muchas veces, esto es extremadamente doloroso y mina profundamente nuestra
autoestima. Hasta el extremo de hacernos renunciar a la realización de nuestros sueños y
deseos: ¿Cómo podría quererme totalmente si me miro a través de los ojos de mi crítico
interior? ¿Cómo puedo desear hacer cualquier cosa que se salga de lo que he interiorizado
como “correcto” si siempre, según él, se trata de un error?
En esos momentos, el crecimiento personal de la persona pasa por reconstruir su relación
con el crítico. En primer lugar, detectando sus mensajes negativos, aprendiendo a
reconocer estos pensamientos como el punto de vista del crítico interior, y no como una
verdad absoluta. Entonces, entendemos que todos esos mensajes no reflejan lo que
realmente somos; los yoes rechazados también forman parte de nuestra personalidad total.
Nadie es completamente bueno o malo, eficiente o inútil, generoso o egoísta... Cuando
entendemos esto, la ansiedad se reduce, el crítico interior se vuelve más objetivo y
asistencial en vez de destructivo, porque puede guiarnos en vez de castigarnos.
Cuando la persona en su conjunto –con todas sus subpersonalidades– entiende este
mensaje, el crítico interior puede convertirse en un poderoso aliado en el camino hacia el
crecimiento y la plenitud.

***
ALIARSE CON UNO MISMO

RECONOCE SU VOZ
El primer paso para forjarse una buena autoestima es reconocer al Crítico Interior cada
vez que lo oímos y cambiar nuestro modo de expresarse. Por ejemplo, si lo que dice es
“Soy feo”, puedo decirme, “Mi crítico piensa que soy feo”. Esta estrategia nos permitirá
no identificarnos constantemente con él.

RESPETA SU VISIÓN
Cuando detectes la voz de tu Crítico Interior, no te pongas nunca a discutir con él para
hacerle cambiar de idea porque tiene siempre las de ganar. El diálogo tiene que partir del
reconocimiento de lo que éste percibe para pasar a negociar con él desde la objetividad.

PONTE A SU SERVICIO
Pregúntale a tu Crítico qué le preocupa y despues preguntate a ti mismo:qué puedo hacer
para atender esas preocupaciones. Esta atención sincera le servirá para asumir que no
tiene por qué ser agresivo y tajante en sus planteamientos porque... ¡ya le escuchamos!

EMPLEA EL HUMOR
Una de las herramientas más eficaces que nos apoyarán en el cambio es el humor. Un
Crítico excesivo hace que nos tomemos demasiado en serio. Prueba a sacarle el chiste a
tu situación: verás qué descanso.

DEJA DE COMPARARTE
De entre todas las habilidades de nuestro Crítico Interior, su especialidad es la
comparación. Y no hay nada mejor para hacernos sentir que no estamos a la altura como
compararnos continuamente. Para combatir esa tendencia, te propongo la siguiente
táctica.
Respóndete a las siguientes preguntas:
1. ¿Te viene a la mente el nombre de alguien a quien tu crítico te compara?
2. ¿Qué te dice el crítico de tu cuerpo cuando lo compara con el de la otra persona?
3. Si le das crédito al crítico, ¿hay algo que puedas hacer para parecerte a esa persona?
Normalmente, la respuesta que nos damos a esta última pregunta es un sonoro: “¡NO!”
Seguiremos estando mal hasta que veamos que esas comparaciones son creaciones del
Crítico y que es mejor no entrar en ese juego.

ATRÉVETE A SER ‘NORMAL’


La sociedad nos pide que seamos “especiales”. No basta con un cuerpo sano; también ha
de ser musculoso. Con ser amables tampoco vale, también hemos de destacar en las
reuniones sociales. Para liberarte de la carga de tener que ser más que la media, hazte las
siguientes preguntas:
1. ¿Qué recuerdas de cuando eras pequeño y adolescente sobre el hecho de ser especial?
2. ¿Has sido empujado en una cierta dirección? ¿Quién te empujaba y por qué?
3. ¿Qué piensa tu Crítico del hecho que podrías ser simplemente una persona normal?

EL INVENTARIO POSITIVO
Los dos próximos ejercicios te ayudarán a ti y a tu Crítico a ser más objetivo en cuanto a
tus capacidades, lo cual aumentará tus posibilidades de realizar tus proyectos con éxito.
Se basa en una práctica ideada por la terapeuta Franca Errani (Il caleidoscopio interiore.
Ed. MIR). Empieza escribiendo una lista de tus abilidades y talentos innatos; otra de las
habilidades y conocimientos adquiridos; y finalmente, de las experiencias realizadas. Una
vez completado el inventario, lee la lista con atencion y saboréala con gratitud.

¿Qué son esas voces que escuchas en tu cabeza?


El psicólogo Charles Fernyhough desvela las claves de todas esas voces internas en su
libro The Voices Within

“Tengo que poner la lavadora, y no me apetece un pelo... ¿Qué estará haciendo él justo
ahora?”. “Vas a llegar tarde. Eres un desastre, deberías haberte programado la alarma
media hora antes, así no estarías otra puta mañana igual”. “¿Quién se creerá que es ese
capullo?”. “¿Por qué tendrías que hacer esto? Si no te apetece no lo hagas...”

Cada día, miles de pensamientos entran en nuestro cerebro... para no salir de ahí.
Conversaciones no verbalizadas con uno mismo o con otros que, llegados a un punto,
puede que lleguen a asustarnos.

Porque... ¿qué es en realidad esa voz que parece salir de nuestra cabeza?

¿A dónde van esas conversaciones?

¿Cómo puedo hacer para que paren esas voces?

¿Me estaré volviendo loca?

Todos nos hacemos alguna vez esas preguntas.

Las voces y conversaciones internas han sido asociadas tradicionalmente con los
desórdenes mentales y, en concreto, con los trastornos del espectro esquizofrénico,
enfermedades psiquiátricas de las que aún sabemos poco, o casi nada. Y eso es lo que
llevó al psicólogo Charles Fernyhough a interesarse por la multiplicidad de formas en las
que nos comunicamos con nosotros mismos.

De esa investigación nace el libro The Voices Within: The History and Science of How
We Talk to Ourselves, una cuidada reflexión con la que trata de derribar el estigma que
pesa sobre aquellas personas que "oyen voces".

Porque callar al cerebro es muy complicado

Todos tenemos algo, que el autor define como “habla interna”, que hace que nuestro
cerebro nunca se quede en silencio. Es esa vocecita que te dice que llegas tarde o la que
te anima ante un reto complicado. “Venga, va. Tú puedes”, grita tu habla interna mientras
subes la montaña. “Pero qué haces loca. ¡Por ahí no!”, parece que te advierte tu voz
interior cuando quieres cruzar por un sitio peligroso.

Este monólogo interior se compone a su vez de dos tipos de conversación. Por un lado,
aquellas frases rápidas como flashes de luz que pasan por tu cerebro casi
automáticamente, se conocen como 'pensamiento verbal ordinario'. Por otro, un tipo de
conversación más lenta y reposada que se conoce como 'pensamiento dialogado'.

Tú debatiendo contigo mismo. Tú sopesando pros y contras. Tú analizando un contexto


desde diferentes ángulos o flagelándote a dos voces por lo que no te atreviste a hacer.
Este tipo de habla dialogada suele adoptar la forma de una conversación entre más de un
punto de vista interno. Como si nuestro cerebro estuviera indeciso y se autopreguntara.
“El agua está fría. Pero hace calor. Pero tampoco tanto. Un poco sí. Venga, ¿me baño o
no?”, dice nuestro pensamiento dialogado. Y al final te bañas.

Todos tenemos algo, que el autor define como “habla interna”, que hace que nuestro
cerebro nunca se quede en silencio

Según el psicólogo ruso Lev Vygotsky, este pensamiento dialogado es, básicamente, la
internalización del hábito del niño pequeño de pensar en voz alta.

Todos hemos disfrutado —o sufrido— alguna vez los pensamientos en alto de un crío:
“Voy a coger el osito de peluche y luego nos vamos a ir todos juntos al parque. ¿A qué
sí, osito?”, grita como un poseso tu sobrino. Pues bien, cuando nos hacemos adultos
tendemos a repetir ese comportamiento pero solo dentro de nuestro cerebro. Y menos
mal.

Imagina un vagón de metro o una oficina llena de gente que compartiera en voz alta y a
cada minuto sus pensamientos sobre absolutamente todo.

Insoportable.

¿Pero la voz interna nunca se calla?

Fernyhough explica que escuchamos esas voces interiores al menos durante un cuarto de
nuestro estado de vigilia, y quizás un poco más. El autor cree que esta voz es buena,
incluso terapéutica. Es lo que conocemos como autosugestión, el uso del habla interna
para llegar a una acción determinada.

De esto habló en el pasado el psicólogo y farmacéutico Émile Coué, que popularizó la


“cura” de la autosugestión. Coué se decía todos los días: “Todos los días, en todos los
sentidos, estoy cada vez mejor y mejor”. Puede sonar a palabrería sin más, pero la
autosugestión funciona.

Fernyhough le preguntó a 1.500 personas si escuchaban las voces de los personajes de


ficción en sus cabezas, y el 80% dijo que sí

Además de psicólogo, Fernyhough también es novelista, por lo que en su libro también


se detalla otro fenómeno del habla interna muy curioso. Ese según el cual escuchamos a
los personajes de los libros.

Seguro que te ha pasado, estás leyendo un libro y, mientras lees, escuchas a los
protagonistas. Sus discusiones, sus conversaciones e incluso su pensamiento. Cada uno
con "su propia voz". Casi como si estuvieras viendo una serie. No te preocupes, no estás
loco. Es perfectamente normal.

Fernyhough le preguntó a 1.500 personas si escuchaban las voces de los personajes de


ficción en sus cabezas, y el 80% dijo que sí. De hecho, uno de cada siete dijo que “esas
voces eran tan vívidas como si estuvieran escuchando a una persona hablar”.
Muchos novelistas describen la experiencia de construir los personajes como una tarea
más observacional que creativa. Según el escritor David Mitchell, el trabajo de un escritor
es algo así como “un trastorno de personalidad controlado”. Para crear tus personajes
tienes que concentrarte en sus voces y conseguir que hablen entre ellas. Y eso no siempre
es fácil.

En su libro, el psicólogo también detalla y explica la ciencia que hay detrás de aquellos
que escuchan voces ajenas. La experiencia de escuchar voces la sufren las personas que
padecen trastornos del espectro esquizofrénico y también personas aquejadas por
trastornos de estrés postraumático y trastorno bipolar. El autor derriba el estigma que pesa
sobre este proceso mental y, en vez de hablar de alucinaciones, se refiere a “escuchar
voces”.

Fernyhough llevó a cabo entrevistas con personas que experimentaban este tipo de voces
vívidas con regularidad. También las sometió a imágenes por resonancia magnética
funcional. Y llega a la conclusión de que, en el caso de estas personas, el cerebro genera
voces internas de forma habitual pero luego no es capaz de reconocerlas como propias.
Es decir, las voces se encuentran dentro y parecen venir desde fuera.

Fernyhough sugiere en su libro que esta podría ser la base de las experiencias religiosas
intensas que se han registrado a lo largo de la historia.

Gente que cree haber escuchado a Dios cuando, realmente, solo está escuchando la voz
de su propio cerebro.

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