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Milton Santos

METAMORFOSIS DEL
ESPACIO HABITADO

304.2
s237 oikos-tau
Metamorfosis del espacio habitado
Metamorfosis del
espacio habitado

Milton Santos

Trnducción:
Gloria María Vargas López de Mesa
( 1995)

Revisión. corrección y composición:


Sergi Martínez Rigol

oikos-tau
APARTADO 5347- 08080 BARCELONA
~"V/DI~Sf4R m:l Wl~ S MJ!.f:EL0r;4 - ESPAÑA
·'· .:- . . ,.... . e
7 SI
El autor

Milto n de A lmeid a San t os (Brotas de Macaúbas, Bahía, Brasil.


1926) se licenció en derecho en la universidad federal de Bahia, en 1948.
Se doctoró en Geografía en la universidad de Strasbourg (Francia), en 1958.
Dos años antes, en 1956 inició su labor docente en Geografía humana en la
universidad católica de Salvador, hasta 1960, en que pasó a la universidad
federal de Bahia hasta que tuvo que exiliarse al advenimiento del régimen
militar en Brasil, en 1964. Entre 1964 y 1971, residió en Francia, donde
enseñó sucesivamente en las unive rsidades de T oulouse, BordcauJt y de
París, y eolobor6 y organizó diversos grupos de inv~:stigación. Entre 1971
y 1972, en los Estados Unidos, donde enseñó en el Massachussels Institue
of Technology. Entre 1972 y 1973, en Can3dá, en la universidad de
Toronto. En 1973, en la universidad Nacio nal de Ingeniería de Lima. En
1974, en Venezuela, en la Universidad Central. Entre 1974 y 1976, e n
T anzania, en la universidad de Dar es Salaam. En 1976, nuevamente en
Venezuela, y en 1977 en Estados Unidos, en la Columbia U niversity, de
Nt.'W Yo rk. En 1975, había a sido profesor invitado en la universidad de
Campinas, en Brasil, y entre 1978 y 1982. lo fue de la facultad de
arquitectura de la universidad de Sao Paulo. Entre 1979 y 1983, de nuevo fue
profesor titular de la universidad fede ral de Rio de Janeiro y des del 1983 lo
es de la de Sao Paulo, ya plenamente reintegrado al B rasil. Durante e sta
ingente labor docente ha realizado también una importante tarea
investigadora que ha fructificado en la publicación de 44 libros, 7 l
capítulos y partes de libros colectivos y 231 artfculos, en d iversas
leng uas. Ha aplicado también sus conocimient<Js teóricos y prácticos a
nivel internaciona l como consultor ante Naciones Unidas, la Organización
Internacional del T rabajo, la UNESCO, la Organización de Estados
Americanos y de algunos gobiernos de los estados de Arge lia y Guinea
Bissau y del senado federal de Venezuela para c uestiones metropolitanas,
además de las numerosas consulto rías y asesorías en todos los niveles de la
administración del estado brasileño. Ha recibido varios doctorados ho noris
causa: en 1980, en la Université de Toulouse-le Mirail; en 1986, e n la
Universidade Federal da Babia; en 1992. en la Universidad de Buenos Aires;
en 1994, en la Universidad Complutense de Madrid; en 1995 en las
universidades Est3dual do C entro Oeste (Bahia) y Federal de Sergipc; en
1996, finalmente, en las universidades de Rio Grunde do Su!, Estadual do
Cearl de Passo Fundo y de Barcelona. Además. en 1994, recibió el premio
internacional de Geograffa Vautrin Lud. en el Festival Internacional de
Geografía de Saint-Dié des Vosges y la Medalla del Mérito de la
Universidad de La Habana, entre otros honores dispensados en su país.
Sumario
Prefacio................................................................. 9

O. Introducción .. .. .. ..... .... ...... ... .. ... .... .......... .... ... .. . 13

l . El re descrubrimiento y la re modelación de l
planeta en el período cit!ntífico-téc nico y el
nuevo rol de la ciencias ............. ...................... 15

l. 1 IX la in~macionalizxon a la globalizaoon . 15
12 ¿Un período técnico-cientflico? ............ 19
1.3 Mundialización perversa y perversión
de las ciencias ...................................... 2O
1.4 Las ¡x>sblidad~ de las cimcias del oombrc .. 23

2. La r enovación de una disciplina amenazada ... 25

2. 1 En busca de un objeto: el espacio ........ 27


2.2 Importancia actual del espacio ............. 29
2.3 H acia una geografía global .................. 3O
2.4 Gl obalizació n y cmpiri zac ión de
las categorías ...................................... 32
2.5 Por una gcogmffa renovada ................. 35

3. Metamorfosis del espacio habitado .................. 37

3. 1 La expangón de la población mWldial .... 37


3.2 Heterogeneidad del espacio habi tado ... 39
3.3 En un siglo, una humanidad mezclada . 40
3.4 La explotacvn urbana y metropolitana..... 40
35 La creación de un medio geográfico
artificial ................................................ 41
3.6 ¿"IX la n:lluralei'.a ha;til a un e!paci> dd
hon1bre ............................................... 43

4. Categorías tradicionales, categorías actuales .. 45

4.1 La religión ........................................... 45


42 Circuitos espaciales de producción ....... 48
4.3 E~acializacioncs productivas y aumen10
de circulación ...................................... 5O
4.4 La ciudad: el lugar revolucionario ....... 52
4.5 Nuevas relaciones ciudad-campo ......... 54
4.6 Nueva jerarqufa urbana ........................ 55
4.7 El presente y la totalidad ..................... 56

S. Paisaje y espacio ...... .... ... . ........ ............ ... .... ..... 59

5.1 Paisaje: su realidad ............................. 59


5.2 Percepción y conociemienlo ................ 59
5.3 Paisaje y región ................................... 60
5.4 Los objetos culturales .......................... 61
5.5 Paisaje naturJI, paisaje artificial ............ 62
5.6 Paisaje y producción: los instrumentos
de trabajo ............................................ 63
5.7 Un cambio pcnuanentc ....................... 65
5.8 Datación y movimiento del paisaje ...... 66
5.9 Las mutaciones del pais:tF: lo csructuml
y lo funcional ...................................... 66
5. 10 Espacio: su realidad ........................... 68
5.1 1 El paisaje no es el espacio .................. 68
5.12 La cspacialización no es espacio ........ 70

6. Configuración territorial y espacio ................. 73

6. 1 Configuración territorial y paisaje ....... 73


6.2 El espacio: fijos y flujos ..................... 75
6.3 Los iijos .............................................. 75
6.4 Sistemas de ingeniería .......................... 76
6.5 División del trabajo a escala ................. 78
6.6 Pcriodizaciones ................................... 79
6.7 Por una visión prospcctiva ................... 81
7. De lo físico a lo humano. De lo natural a lo
arUicial. Geografía fisca. Geografia hurmna .. 83

7.1 El hombre y la producción .................. 83


7.2 Acción humana y geografización ........ 84
7.3 La naturaleza y sus prótesis ................. 85
7.4 Geografía física, geografia humana ...... 85
7.5 El nuevos sistema de la naturaleza ....... 87

8. El e1pacio y el movimienb de las contradireiones .. 91

8.1 Lo exte rno y lo interno ....................... 92


8.2 Lo nuevo y lo viejo ............................. 93
8.3 El Estado y el mercado ........................ 95

9. Geografia general (an dtiernini5ta) y geografia


regional ........................................................... 99

10. De la teoría a la prádca: un mo~lo analítico . 105

10. 1 La defini ción del espacio ................... l 05


10.2 Estado y federación ............... ...... ...... l 07
10.3 Necesidad de una periodización ........ 1m
10.4 Un e1qucma o¡xracional: el an.1lisis
de la situación actual ......................... 100

Bibliograjia ............................... "................................. 113


Prefaciou

Milton Santos llegó a España, en los inicios de los


años setenta, a través de la traducción que realizó la profesora
Rosa Ascón, del libro Geografia y Economía urbanas en los
países subdesarrollados. en la colección que asesora Enrie
Lluch para esta misma editorial Oikos-Tau, en 1973. El
original de aquel libro había sido publicado, en francés,
cuatro años antes por el Centre de Documemation
Universitaire de Pari s, durante el exilio del autor. Milton nos
llegaba así a los estudiantes y profesores jóvenes del
momento, como un miembro más de la escuela geográfica
francesa, caracterizada por sus enfoques regionales, pero
animada ya por puntos de vista críticos, de estilos tan diversos
como los de Picrrc Gcorgc. Jcan Tricart o Yvcs Lacoste.
Como Samir Amin, Milton Santos compartía el interés por el
análisis de los problemas del Tercer Mundo, desde el Tercer
Mundo.

El contacto directo con el autor llegó mucho más


tarde, mientras las influencias de la Geografía francesa habfan
ya sido desplazadas signil1cativamcnte por las nuevas visiones
anglosajonas, cuantitativas o radicales. Sólo tras la cafda de las
dictaduras en Espana y en BrJSil, los contactos se iniciaron.
El propio Milton, tras enseñar e investigar en Europa. África
y América, pudo rebrasilianizarse, sobre todo para los
forasteros, que empezamos a conocer sus planteamientos
teóricos renovadores de la Gcograrfa.

P rimero llegó él, directamente. no dejando nunca sus


contactos internacionales, en una serie de seminarios que
impartió, en 1987, en la escuela de ingenieros y en las
facultades de Geografía de Barcelona. Aquf presentó. por
JO 1 MetamOJfosis del espacio habiwdo

primera vez ante nosotros, sus ideas acerca del medio natural
y del medio científico-técnico. Después algunos de sus
alumnos, de los grupos de la Universidade Federal de Rio de
Janciro, quienes se hicieron eco de la profundidad teórica y
de su capacidad de estimulo: cuando ya se había él mismo
desplazado a la prestigiosa Universidade de Sao Paulo (USP),
en 1983.

De estos contactos con el Departamento de Geografía


Humana se publicó, con fecha de 1986, en el nº 65 de la
revista Geocrírica, el texto castellano de su Espar;o e merodo,
que había editado el año anterior en Brasil. Su influencia
teórica comenzó a despertar el interés de algunos geógrafos
de la Universitat de Barcelona, que, desde entonces, hemos
mantenido contactos constantes con Milton Santos y con la
Geograffa brasileña. Desde los primeros momentos, Milton
quiso aprovechar su propia notoriedad con el fin de
diversiticar los contactos e introducir a sus colegas en los
círculos internacionales, sin protagonismos excluyentes.
Invitaciones a congresos y seminarios en muchas
universidades brasileñas y media docena de tesis doctorales
de profesores de varias universidades brasileñas presentadas
en la Universitat de Barcelona son los frutos mjs importantes
de esta colaboración.

Durante este proceso, los contactos personales con


Milton Santos no se han interrumpido. En 1988 participó en
un curso sobre la reorganización de la sociedades humanas
en el tercer milenio, en la Fundació La Caixa, y en 1990,
animó intensamente y clausuró un curso en la sede
valenciana de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo
sobre las ciudades internacionales, junto a sus colegas
europeos y americanos.

Este mismo año, a raíz de los contactos que mantiene


Milton con el grupo de geógrafos de la Universidad
Complutense de Madrid, se publicaba la versión castellana de
su libro Por uma Geografia Nova, en la editorial Espasa
Calpc. La primera vers ión de este libro se había publicado en
Sao Paulo, en 1978, y ya habfa sido traducida al francés. El
Prefacio 1 JI

Dr. Joaquín Bosque Maurel fue el promotor de la edición y el


autor de su introducción. Desde aquel momento disponemos
de un manual de Geografía diferente. teórico y profundo, que
presenta una visión dinjmica y comprometida de nuestra
disciplina, que tanta falta hacía para la enseñanza, escrito
desde Brasil, pero desde una perspectiva y una vocación
internacionales. Nuestros estudiantes tienen ciertas
dificultades teóricas para comprender rjpidamente este libro,
pero siempre admiran en él su jovialidad crítica, la renovación
de los planteamientos que fonnula y la amplitud, incluso
territorial, de sus puntos de vista. El libro de Milton se alejó
de los, por otro lado excelentes, manuales anglosajones, que
ofrecen una visión del Mundo exlcu~ivamente anglosajona.

En 1992, Milton participaba personalmente de nuevo


en el coloquio organizado en Girona por los geógrafos de
Barcelona y de Toulouse, como la clausura de tres años de
investigación conjunta sobre las mu taciones socioeconómicas
en las dos aglomeraciones urbanas. que culminó en diversas
publicaciones. Desde entonces ha participado y animado
diversos seminarios sobre teoría de la Geografía y sobre
América Latina, organizados en diversos Jugares de España:
Madrid. Salamanca, Ciudad Real, Málaga.

Como resultado de esta colaboración y del


conocimiento mútuo que se desprende, Milton nos ha
querido obsequiar con la traducción de este magnífico
estudio sobre las metamorfosis del espacio habitado,
publicado por primera vez en Brasil, en 1988.

El libro estj organizado en diez capítulos desiguales.


en los que el autor concreta los principios que habfa seí'lalado
en su nueva geografra. En primer lugar plantea el
redescubrimiento y remodelación de la superlicie terrest re a
partir de la implantación del período técnico-cientílico, para a
continuación analizar detalladan1ente los cambios que ello
entraña para la disciplina geogrj(ica. Introduce la renovación
necesaria de la Geografía, detalla las metamorfosis del espacio
mundial, a partir de la expansión demogr{ifica y urbana del
desarrollo científico y rcalila un repaso de Jos conceptos
12 1 Mr:tamOifosis cM espacio habiwúo

tradicionales de la Geografía a la luz de estas metamorfosis.


Región, ciudad, jerarquía urbana, paisaje y espacio en todas
sus implicaciones son los principales conceptos analizados.
Finalmente plantea la necesidad de superación de las
dualidades tradicionales de la Geografía, escindida e ntre física
y humana, entre lo estjtico y lo dinjmico, entre lo general y
lo regional, avanzando un nuevo modelo analítico.

Este libro, que ha alcanzado ya cuatro ediciones en


Brasil, supone la primera traducción extranjera, lo que
constituye una gran apo1tación a la bibliografía geográfi ca en
lengua castellana. Como indica el autor, la profesora Gloria
María Vargas Lópcz de Mesa realizó la primera versión, que
ha sido corregida y revisada por Sergi Martíncz Rigol, del
Grup d'Estudis Territorials i Urbans de la Universitat de
Barcelona. A ellos hay que agradecer su desvelo e interés. A
Jordi Gareía Jacas, el editor, también, ya que a pesar de las
leyes del mercado sigue publicando libros de Geografía, que
constituyen la base de nuestro trabajo de formación de
geógrafos.

Finalmente, hay que agradecer a Milton Santos, su


lucidez y su empeño en seguir ilustrándonos. Sea esta
publicación un homenaje, en un año tan especial, cuando
Milton ha cumplido los setenta años en una madurez gloriosa
y ha aceptado entrar en el claustro de doctores de la
Universitat de Barcelona.

Ba rcelo na, Septiembre de 1996

Dr. Caries Carreras i Verdaguer


Catedratic de Geografia Humana
Director del Departament de Geografia Humana
Universitat de Barcelona
Introducción

Este libro constituye, de alguna forma, una


continuación de Por una Geografia Nueva, cuya primera
edición la publicó la HUCITEC en 1978. Nuestra ambición,
plasmada en la introducción de aquel libro, de desarrollar una
serie de temas interrelacionados, se llevó a cabo durante diez
años con un constante trabajo teórico, de investigación
empírica, y de elaboración de cursos de licenciatura y de
postgrado que ofrecimos en diferentes lugares a geógrafos,
arquitectos y planificadores.

Algunos de los problemas que entonces planteamos


fueron objeto de varios ensayos. algunos ya publicados.
mientras que otros todavía no han tomado una forma definitiva.
Mientras tanto, el desarrollo actual de la geografía brasileña
exige una clarificación urgente de algunas categorías analíticas.
La geografía crftica, que tanto auge tuvo en ese perfodo, no
puede puede pem1itirse ser sólo crítica. Para ser útil y poder
utilitzarse, la crítica tiene que ser analítica y no sólo discursiva.
Puctle incluso ser destructiva, a partir tlel momento que tenga
algo por proponer explícita o implícitan1ente, sin lo cual no
contribuiría al avance del conocimiento.

Muchas tesis académicas, libros, y arHculos de revistas,


ya han ya han contribuido valiosamente a renovar las ideas
sobre el espacio geográfico. Todavfa hay mucho por hacer y es
en esta línea donde desean1os inscribimos modestan1eme. Este
libro se concibió justamente para debatir algunas realidades del
presente y sus conceptos resultantes. Por eso, los dos primeros
capítulos buscan situ ar la geografía en el contexto del mundo
actual, en tanto que los demás, tomando como punto de partida
las metamorfosis del espacio habitado, buscan replantear
14 1 MetamOifosis del espacio habitado

categorías tradicionales y sugerir algunas líneas de reflexión


metodológica. Hablar sobre el espacio es insuticiente, si no se
busca defi nirlo a la luz de la historia concreta. Hablar
simplemente de espacio, sin ofrecer categorías de análisis
también es insuficiente _ Por eso nos pareció oportuno
distinguirlo del paisaje y de la configuración territorial, que,
mientras tanto, aparecen como elementos fundamentales para
su entendimiento. Esa comprensión pasa por el reconocimiento
de la creciente imbricación entre lo natural y lo artificial, que
permite abordar tanto el viejo debate sobre la del1nición de la
geografía física y de la geografía humana, como la discusión
sobre el sentido de la geografía general en relación con la
geografía regional. Todo esto compromete diferentes visiones
del movimiento de las contradicciones, cuyo resultado son las
metamorfosis del espacio.

Dcnise Elias, futura Doctora en Geogra fía de la


Universidad de Sao Pauto, me ayudó tanto en la discusión sobre
el proyecto del libro, como en su redacción. Espero que esta
obra, por su lenguaje, sea accesible al mayor número de
lectores, sin ántmo de caer en simplismos ofensivos.

Los capítulos 1 y 2 fueron publicados conjuntamente


como artículos en francés, inglés y español por cl lmemational
Social Science Joumal, v 36, no. 4, de la UNESCO en 1984 y'
por la Revista Brasileira de Tecnología del CNPq, en 1985 y el
capítulo 3 apareció también en fom1a de artículo en la revista
Arquitectura e Urbanismo, nov. 1985. Los demás capítulos son
inMitos.

Milton Santos
1
El redescubrimiento y la remodelación del
planeta en el período técnico-científico y
los nuevos roles de las ciencias

Entre los múlliplcs aspectos del período actual, es


obligatorio reconocer las relaciones entre las condiciones de
realización histórica y la nueva revolución científica. Esa
revolución histórica y científica atribuye a las ciencias del
hombre y de la sociedad un lugar todavía más privilegiado en el
conjunto del conocimiento. En un mundo reestructurado asf, le
incumbe un papel particular a la ciencia geográfica - una
ciencia del espacio del hombre. Debemos interrogamos sobre
los problemas que. desde esta óptica, se plantean para su
realización, frente al conflicto que ocasiona, a la actualización
de la disciplina y sus actuales estructuras, los nuevos
contenidos. ¿Se puede pensar que la inercia se impondrá al
movimiento, impidiéndole su desarrollo, o se debe creer en la
afinnación de una geografía renovada?

1.1 De la internacionalización a la globalizaci6n

No sin razón K . Polanyi habló de una "Gran


Transfonnación'' al presentar los profundos cambios impuestos
a nuestra civilización desde el inicio del siglo1. ¿Qué dec ir

1 "l.:¡ ¡;jvili7.ación del siglo XIX naufraga. Este libro trata de los orígenes

políticos y económicos del acontecimiento y de la grantransfomJación que le sucedió.


Esa civilización se apoyaba en cuatro in~titucioncs. La primera era e l
sistema de equilibrio de fucr7.as que durante un siglo pc:mJit ió evitar la deflagración de
grandés y devastadora$ guemis entre las potencia$. La $Cgunda fue el patrón oro como
161 Metamorfosis del espacio habitado

entonces de la verdadera subversión que el mundo conoció a


partir de finales de la Segunda Guerra Mundial, cuando se
inició, por mediación de la globalización, una fase enteramente
nueva de la historia?
Ciertamente, lo que estamos viviendo ahora ha sido
largamente preparado y el proceso de intemacionalización
viene de lejos. El proyecto de mundializar las relaciones
económicas, sociales y políticas empieza con la extensión de
las fronteras del comercio a comienzos del siglo XVI, avanza
intennitentemcnte a través de los siglos de expansión capitalista
para finalmente ganar cuerpo en el momento en que se impone
una nueva revolución científica y técnica y en que las lom1as de
vida en el Planeta sufren una repentina transfonnación. Las
relaciones del hombre con la naturaleza conllevan una
transfonnación, gracias a los fonnidables medios puestos a
disposición del primero. Hubo cambios cualitativos
sorprendentes, el más notable fue la posibilidad de conocer y
utilizar todo a escala planetaria, convertida desde entonces en el
cuadro de relaciones sociales. Ahora podemos hablar de
mundializaci6n ya que antes se trataba de mera
intcmacionalizaci6n2.
Dado el nuevo alcance de la historia, importa "revisar
toda la estructura de los postulados y prejuicios en los cuales se
asentaba nuestra visión del mundo", en palabras de G.
Barraclough (1965, p. 10). Más recientemente Katona y
Strumpel (1978, pp. 2-3) critican la visión económica poco
influenciada por nuevas realidades, lamentando que factores

referencia internacional que simbolizaba la organización única de la economía mundial.


La tercera era el mercado auto-regulado que generó un bienestar sin precedentes. La
cuan.a era el Estado liberal. Según una cicna clasificación, dos de ellas eran nacionales
y las otras dos imemadonales. Juntas dctenninaron las grandes líneas 1.k la hi>turia de
nuestra civilización". Karl Polanyi, Tite Gr~al 'J'ransformation {1944) Boston, Bcacon,
1957, p.2

2
"El sistema capitalista fue siempre un sistema mundial. No podremos
comprenderlo si excluimos la intcrncción entre el efecto intcmo de una de sus partes y
los efectos eJttemos sobre esa parte. Por eso la contribución de aquellos que
enfatizaron el papel de la periferia en el establecimiento del capitalismo desde su inicio
no es ni peque11o ni complementario. (...)." San1ir A m in, 1980, p. 187
~Aunque haya sido siempre un sistema mundial, el sistema capitalista pasó
por diversos niveles(...)". Samir Amin, 1980. p. 188.
El redescubrimiento y la remodelación del planeta ... / 17

como las finanzas se estudien todavía en un contexto puramente


nacional, y no en su contexto global. La sociología, tal como se
fundó en la segunda mitad del siglo XIX dcbcrfa subslituirse
según A. Bergensen (1970, p. I) por una "visión sistemálica
mundial", más adaptada a las nuevas realidades.
Pero ¿será posible sostener que ese sistema mundial (A.
Bergensen y R. Schoenberg, 1980), llámese sociedad mundial
(Ralph Pettman, 1979) o sistema global, existe (G. Modelski)?
Sería el resultado de todas las posibles interconexiones, entre
las más lejanas y diferenles sociedades nacionales, por fuerza
de las nuevas condiciones de realización de la vida social; o
sea, de una división mundial capitalista del trabajo, basada en el
desarrollo de fuerzas productivas a escala mundial y dirigida
por mediación de los Estados y las multinacionales o de las
empresas transnacionale~.
La universalización del mundo puede constatarse en los
hechos. Universalización de la producción, que incluye la
producción agrícola, los procesos productivos y el marketing.
Universalización de los intercambios, del capital y de su
mercado, de la mercancía, de los precios y del dinero como
mercancía-patrón, de las finanzas y de las deudas. del modelo
de utilización de los recursos por medio de una universalización
rac ional de las técnicas4, universalización del trabajo, es decir,

' "En la fase del monopolio múltiple transnacional, el desa rrollo de las
fucr.tas produ.;tivas se dcsarn¡Jia a eH·ala plam:laria. La conseC11encia de la 1livisi(>n
mundial capitalisla del trabajo es al mismo licmpo Wla especialización avanzada y una
imcg ración. La posibilidad concreta de localizar sectores. pro!=esos, fábricas.
explotaciones económicas, de ulilizar redes de transporte y comercialiU~ción, de
obtener infonnaciones prácticamcnle instantáneas de !odas partes y procesa rlas
elecuónicamemc en esos centros cstrat~glcamcmc disuibuitlos. de influenciar de
manera decisiva en las resoluciones políticas nacionales o multinacionales, o de
movilizar rápidamente funcionarios y agentes por todo el mundo; todo eso transfonna
las corporaciones múltiples en faclorcs poderosos de Wla compleja combinación de las
fucr7.as productivas. con variables mucho más numerosas y parámetros operacionales
que actúan en varios niveles de agregación." M. Zavala, p. 43.

~ "(... ) una triple universalidad: universalidad espacial, universalidad


cualitativa, univen~alidad rcladonal". S. Brcton, 1968, p. 112
•(...) La universalidad relacional (...) concretamente (... ) se define por la
com unicación de !odas las técnicas que se relacionan unas con otras en un afán de
2
181 Metamorfosis del espacio llabillldo

del mercado de trabajo y del trabajo improductivo, del


ambiente de empresas y de las economías, de los gustos, del
consumo y de la alimentación. Universalización de la cultura y
de los modelos de vida social, de una racionalidad al servicio
del capital erigida en moralidad igualmente universalizada,
universalidad de una ideología mercantil concebida desde el
exterior, universalización del espacio, de la sociedad
mundializada y del hombre amenazado por una alienación total.
Vivimos en un mundo donde la ley del valor
mundializado rige la producción total, por medio de las
producciones y las técnicas dominantes, las que utilizan el
trabajo científico universal previsto por Marxs. Con base en
todas esas producciones. también es universal, y su realización
depende en lo sucesivo de un mercado mundial.
¿Es completa esa mundialización? Para muchos, no
habría. por ejemplo, mundiali zación de las clases sociales
(V. Navarro, 1982 y A. Bergensen, 1980, p. 10) ni una
moralidad uni versal, asf ésta fuera de los Estados. Si las
empresas multinacionales crean siempre burguesías
transnacionales (R. L. Sklar, 1976), y si en todos los países
existen instituciones de naturaleza semejante, las clases aún se
definen territorialmente, de la misma manera que las
aspiraciones y el carácter de un pueblo todavía están en función
de las herencias históricas. Los Estados, cuyo número se
multiplicó debido a las nuevas condiciones hi stóricas,
constituyen un sistema mundial, pero individualmente son, al
mismo tiempo, una puerta de entrada y una barrera para las
influencias cxógenas. Su acción, aunque autoritaria, se alinna
en las realidades preel\istcntcs y por eso jamás induce una
mundialización completa de las estructuras profundas de la
Nación. Pero esto no basta para impedir que se habJe de
globalización.

complcmentaric<.lad que condiciona simultáneamente la posibili<.la<.l de su e~ti,tcnda y la


de su eficacia". S . Brcton, 1968, p. 114.

'" M ar~t utilizó de manera c~tplícitn la categoría "trahajo universal" en


relación a1 trabajo cicntífioo". Emcst Mande!, 1980. p. 132.
El redescubrimiento y la remodelaci611 del planeta ... / 19

1.2 ¿Un período técnico-científico?

Es posible discrepar en cuanto a la denominación y a


las características del actual período histórico. Lo vivimos, pero
no hay nada más dificil que definir el presente. No obstante,
sabemos de antemano que nuestra época implicó una
revolución global todavfa inconclusa, pero cuyos efectos son
perceptibles en todos los aspectos de la vida. Como dice Lucicn
Goldman (1978, pp.l85-186) "a partir de la Segunda Guerra
Mundial, se hace más evidente para los investigadores serios la
existencia de un tercer tipo de capitalismo, con varias
denominaciones como: capitalismo de organización, sociedad
de masas, etc. Se trata, siempre del capitalismo, sin duda, pero
con cambios esenciales". Esta época nos sugiere tener presente
la advertencia de Marx, para quien "el destino de las nuevas
creaciones históricas es el de ser consideradas como una
contrapartida de las formas antiguas, y hasta muertas, de la vida
social. a las cuales se asemcjan''.6 Creemos. como tantos
otros, que las perturbaciones que caracterizan esta fase de la
historia humana provienen en gran parte, de los extraordinarios
progresos en el campo de las ciencias y de las técnicas.
Estaríamos en el período del capitalismo tecnológico, según L.
Kaarpi k (1972), o de la sociedad tecnológica, conforme a H.
LeJcvrc (197 1).
Sin duda podemos preguntamos, por un lado, si el
desarrollo económico no dependió siempre del progreso
científico (Tsuru, 1961; P. Jalée, 1969; Ch. Bettelhcim, 1967;
R. Aron, 196 1; J. Ellul, 1954), o recordar como hizo E. Mandcl
( 1980) que apenas nos encontramos en la tercera revolución
ClcntíJica; y por otra parte sería bueno plantear con frecuencia
la pregunta de R. Heilbroncr (1967): "¿Las máquinas hacen la
historia?". Están los que creen en una especie de detenninismo

6
71u• Puris Conmume, Moscou, Progress Publi)hers, 1970, p. 58.
20 1Metamorfosis del espacio habitado

tecnológico7 y los que se ponen en guardia contra todo riesgo


implfcito e n la creencia de una " ilusión tecnológica".
Preferimos la companía de estos últimos, sin por ello minimizar
el papel fundamental desempeñado por los progresos científicos
y t~enicos en las transfom1acioncs acaecidas recientemente en
el planeta. E sta "transformación total de los fundamentos de la
vida humana" de que habla Berna! habría sido imposible de
otra forma. 8
Ahora se plantea una verdadera interdependencia entre
Ja ciencia y la técnica, contrariamente a lo que sucedía antes.
De hecho, como observó R. Richta (1970, p.37), hoy "la ciencia
precede a la técnica", aunque su realización esté cada vez más
subordinada a esta última. La tecnología de ahí res ultante se
utiliza a escala mundial, donde sólo cuenta con una búsqueda
desenfrenada de lucro, donde quiera que las condiciones lo
permitan. Este es un dato fundamental de la situación actual. El
hecho de que la tecnología se haya convertido en un elemento
exógcno para gran parte de la humanidad - ya señalado por A.
Herrera (in C. Mendes, 1977, p. l59) - acarrea consecuencias
de enom1e alcance, ya que su utilización universal, casi siempre
sin relación con los recursos naturales y humanos locales, es
causa de graves distorsiones. Ahora, todo eso sólo es posible
porque el trabajo científico fue prácticameme puesto al servicio
de la p roducción. La ciencia tiene en adelante un papel
productivo (J. Thibault,1967).

7
M Muchos histoñadores se inclinaron a considerar la tecnología como si
ruviese Wla imponancia ocasional y hasta recientemente ignoraron su in!luencia. Otros
científicos sociales como W.F. Ogbum fueron de hecho panitlarios tle un detrnninismo
tr:cnológico que consideraba que la tecnología con! rola las fom1as sociales y las nonnas
culturales. La antropóloga Lc•lie White d ice explícilamente que ' Jos sistemas sociales •
son verdaderamenle secundaños y sub$idiaños en relación a los sistemas tecnolúgicos
(...). la tecnología sería. para eUos. la vañable independienle, y el sistema social ' la
variable dt..'"Pendiente". Víctor Ferkisss, 1970, p.37.

l "(...) cJ té nuino 1\!Volud.Sn cicntífi ..:a y técnjca lo propuso n ema! para

designar la transfom1ación total de los fundamentos de la vida humana, orgánicamente


ligados a las transfom1acioncs de la propia vida". R. Ridlt.a, 1970. p.43.
El redescubrimielllo y la remodelación del planeta... 1 21

1.3 Mundializaciún perversa y perversión de las ciencias

La mundialización que se percibe es perversa (Santos,


1978). Concentración y centralización de la economía y del
poder político, cultura de masas, cientiflzación de la burocracia,
fuerte centralización de las decisiones y de la información,
sirven de base para estimular las desigualdades entre países y
entre clases sociales, así como para la opresión y desintegración
del individuo. De esta forma se comprende que haya
corrcpondencia entre sociedad global y crisis global. Es
igualmente comprensible, pero lamentable, que ese movimiento
general haya alcanzado a la propia actividad cienlffica.
El redescubrimiento del Planeta y del hombre, es decir,
la ampliación del saber al respecto, son apenas dos términos de
la misma ecuación. Esa ecuación está presidida por la
producción en sus formas materiales e inmateriales. Los
conocimientos actúan sobre los instrumentos de trabajo,
imponiéndoles modificaciones no ra ramente brutales y
produciendo males o beneficios, según las condiciones de
utilización.
Cuando la ciencia se deja subordinar claramente a una
tecnología cuyos objetivos son más económicos que sociales, se
vuelve tributaria de los intereses de la producción y de los
productores hegemónicos, y renuncia a toda vocación de servir
a la sociedad. Se trata de un saber instrumentalizado, donde la
metodología substituye al método.
Un sabe r comprometido con intereses e
institucionalizado en función de conocimientos estrictamente
delimitados, acaba por sufrir una fragmentación cuyo resultado
es, no la autonomía deseable de las disciplinas científicas, sino
su separación. La evolución económica agrava esa distancia y
nos aleja cada vez m ás de un enfoque global y de la visión
crítica que este pem1ite. Entonces, el trabajo del científico se ve
despoj ado de su contenido teleológico y debe realizarse según
una óptica puramente prctgmálica para atender a los que exigen
las investigaciones o di rigen las instituciones de enseñanza.
Cuando el trabajo científico debe atender objetivos
utilitariamentc establecidos, tenemos ante nosotros el divorcio
entre la teoría y la práctica (A. Gouldner, 1976). De esto se
22 1 MetamOifosis del espacio habitado

desprende la posibilidad del éxito práctico de las falsas teorías


(M. Bunge, 1968). He a~uí porqué se habló, y con razón, de la
perversión de la ciencia
En ese contexto, las ciencias sociales no son la
excepción. El mismo movimiento también las defomtó y
descaracterizó. Nunca es excesivo insistir en el riesgo que
representa una ciencia social monodisciplinar, sin interés por
las relaciones globales entre los diferentes vectores que
constituyen la sociedad como un todo. Tal vez se puede
encontrar una de las principales causas de la crisis actual de las
ciencias sociales en su insularidad. Buena parte de la
producción intelectual en ese campo desprecia los estudios
mundiales globalizantes. Ese atraso en relación al mundo, es
una de las peculiaridades de ese desatino de las ciencias
humanas. Incapaces de comprende r la separación entre
principios y nomtas (A. Catemario, 1968, p.74), y por eso
mismo empobrecidas, no sorprende constatar. las múltiples
fonnas de su sumisión a intereses, casi siempre no gloriosos,
del mundo de la producción. Se sitúan, algunas veces sin juicio
crítico, al servicio del marketing, de aquello que se considera
relaciones humanas, de toda clase de social engineering y de
producción, amparados por las ideologías (Michael Usecm,
1976), y reduciendo así gradualmente sus posibilidades. De ese
modo las ciencias sociales muestran un tendencioso interés por
las contradicciones más imponantes: el Estado y las empresas
multinacionales, el Estado y la nación, el c recimiento y el
empobrecimiento, el este y el oeste, el desarrollo y el
subdesarrollo, cte., para ocultar las causas reales y los
resultados previsibles de las conexiones entre fenómenos.
Así, al reducir su alcance y fragmentar su campo de
acción, las ciencias sociales se internacionalizan, volviéndose
incapaces de una visión mundial crítica. Los excesos de

9 Un rasgo notable .Id pcñooo actual es que los análisis vivamente cólicos
M

de la empresa ci~ntífica provienen de universiurios respetables, cuyo radicalismo es


moderado o ilulo. F..sa crítica de la ciencia. rcpeuble y hecha desde el inte rior, expresa
la nueva conciencia de la ciencia y el abandono de su anterior seguridad. Cuando se
consideran las declaraciones de portavoces de la ciencia. se queda uno sor¡Jrendido por
su car.icter propaganJístico. El científico era, para personas como T. lluxh:y (1894),
von llelmhotz (1893) o Karl Pearson ( 1892). un ejemplo de las mayores virtudes
intelectuales y morales". J. P. Ravclz, p. 79.
El redescubrimiento y la remode/ación del planeta... 1 23

especialización y la pérdida de ambición de universalidad son


dos aspectos de una misma cuestión que pcnniten su utilización
perversa.
La geografía no escapa a esa tendencia. Desarrollada
parcialmente bajo el signo del utilitarismo, y basada en la
economía neoclásica - por lo tanto aespacial - se veía obligada
a negarse a s( misma. Por eso cuenta entre sus debilidades con
el hecho de no tener un objeto claramente definido y la pobreza
teórica y epistemológica sobre la cual reposa su práctica. La
inexistencia de un sistema de referencias más sólido, explica
finalmente el papel de relevo que esa disciplina desempeñó en
la reorganización no equitativa del espacio y de la sociedad,
tanto a nivel mundial como local.

1.4 Las posibilidades de las ciencias del hombre

Aunque marcado por actividades casi siempre


desviadas hacia preocupaciones inmediatistas y utilitaristas, el
actual período histórico encierra igualmente el gem1en de un
cambio de tendencia. Si de una parte la ciencia se vuelve una
fuerza productiva, se observa, por otra, un aumento de la
importancia del hombre -es decir, de su saber- en el proceso
productivo. Ese saber permite un conocimiento más amplio y
profundo del planeta, constituyendo un verdadero
redescubrimiento del mundo y de las enormes posibilidades que
conlicnc, pues la propia actividad humana se revaloriza. Sólo
falta colocar esos inmensos recursos al servicio de la
humanidad. Se trata de una tarea de gran envergadura, pero no
imposible, que supone la existencia de ·una ciencia autónoma,
tal y como la definió R. Wuthrow (1980, p.30).
Por el momento, las condiciones locales de realización
de la economía internacional acaban por privilegiar al
imperativo tecnológico, conjuntos técnicos considerados fijos,
ya que la propia ciencia económica parece organizar sus
postulados en función de las ecuaciones técnicas rfgidas. Cabe
ahora llegar a una liberación de ese imperativo tecnológico y
subordinar las opciones técnicas a finalidades mucho más
amplias que la propia economía. Se ve que no se trata en
24 1 Metamoifosis del espacio habitado

absoluto de una cuestión técnica ni del ámbito de las ciencias


exactas, pues el problema es respecto a las ciencias sociales,
cuya responsabilidad se ve asf aumentada.
Aunque impuesta por necesidades históricas, el
redescubrimiento de la naturaleza y del hombre debe atribuirse
sobre todo a las disciplinas naturales, biológicas y exactas, o
sea a las "ciencias". Eso sugirió en las "no ciencias",
disciplinas del hombre y de la sociedad, un nuevo valor,
todavía insuficientemente evaluado, en la construcción racional
de la historia.
Los nuevos conocimientos " científicos" apuntan hacia
el reino de lo posible, mientras que su realización concreta
pertenece más al ámbito de las condiciones económicas,
culturales y políticas. Como el futuro no es único, pero debe- ser
escogido, son las ciencias sociales las que se transforman en
ciencias de base para una construcción voluntaria de la historia.
¿Cómo?. Se trata de ampliar su base filosófica de tal modo que
las preocupaciones telcológicas no constituyan obstáculo a la
fiel transcripción de los fenómenos.
Las nuevas realidades son al mismo tiempo causa y
consecuencia de una multiplicación de posibilidades,
potenciales o concretas, cuya multiplicidad de disposiciones
son un factor de complejidad y de diferenciación crecientes. No
se trata aquí de adaptación del pasado, sino de subversión de las
concepciones fundamentales y de las fonnas de abordar los
temas de análisis. Eso equivale a afinnar que cambian al mismo
tiempo el contenido, el método, las categorías de estudio y las
palabras claves.
En cuanto promesa, el crecimiento de las posibilidades
se refiere al mundo entero y a toda la humanidad, pero la
historización y la gcografización de las posibilidades están
sujetas a la ley de 1as necesidades. La división de los ámbitos
no es siempre nítida, pero se puede pensar que, en un mundo
construído así, son las ciencias del hombre las que avanzan.
Además, un sinúmero de combinaciones, en adelante posibles,
no son deseables; otras, igualmente numerosas, no son
convenientes en todos los países o regiones.
2
La renovación de una disciplina
amenazada

La importancia actual del territorio (para no hablar de


espacio...) en la construcción de la historia puede indicarse por
el creciente interés que le dedican no sólo geógrafos sino
también, y cada vez más, los urbanistas, los planificadores,
científicos tan diversos como economistas. sociólogos,
etnólogos, politicólogos, historiadores, demógrafos, etc. Tanto
Neis Anderson ( 1965, p.5) como, más recientemente, Pierre
Georgc ( 1982, p.l) señalaron que el así llamado objeto
tradicional de la gcogral"fa era tratado cada vez más por varios
especialistas. "Nuestro objeto", lo estudiarían mejor otros, se
queja V. D. Dennison (1981, pp.271-272).'
Por otra parte, la geografía que sucumbió a las
seductoras exigencias del mundo de la producción, ¿no será
víctima de una especialización exagerada?. Max Sorre, ya en
1957 (p. lO; pp. 35-36), hablaba de una amenaza de
"desmembramiento". J. Allan Patmore (1980) llamó la atención
sobre estos riesgos y, a pesar de su escepticismo, R. J. Johnston
(1980) llegó a sugerir que, tal como iban las cosas, la disciplina
acabaría en anarquía. La misma preocupación llevó a Brian
Bcrry (1980, p. 449) a declarar. en su discurso presidencial de
la Asociación de Geógrafos Americanos, que nos
encamináb:unos "del pluralismo a la pcm1isividad". ¿Se puede

'La crilica de V. D. Dcnnison (1981) es sc\1\:ra. Para él la noción de región,


que constiluía el centro de la geografía tradicional, fue subs!ituida en la geografía
modcma por el estudio de conceptos e ideas. Pero esas "ideas y conceptos que ahora
constituyen su base no son en absoluto espccífi¡;os de la geografía, y no seria raro que
fueran lomados de 0(111.5 d isciplinas".
26 1 Metamotfosis del espacio habitado

entonces decir, como afirn1a M. E. Eliot-Hurst (1980, p. 3), que


se trata de una disciplina moribunda?. Se trata sin duda de una
disciplina amenazada. Pero las amenazas vienen mucho más de
ella misma en su estado actual, que de las disciplinas vecinas.
La cuestión se complica cuando admitimos, junto con
R. J. Johnston (1980), que existen tantas gcograffas como
geógrafos2 o cuando reconocemos, con H. Lefcbvre (1974,
p.l5) que "los escritos especializados informan a sus lectores
sobre todos los tipos de espacios precisamente especializados
( ... ) habría una multiplicidad indefinida de espacios:
geográficos, económicos. demográficos, sociológ icos,
ecológicos. comerciales. nacionales, continentales, mundiales".
Y. Lacoste (1981. p. 152) sintetiza hasta cierto punto esos
pareceres al escribir: "De hecho existen tantas concepciones del
'espacio geográfico' o del 'espacio social' como tendencias ' de
escuelas' en geografía, sociología o tecnología; al final, existen
tantas manera de ver las cosas como individual idades
conduciendo una demarché científica(...)".
Es evidente que existen diversas percepciones de las
mismas cosas. porque existen diferentes individuos. Pero. ¿se
debe por eso renunciar a la aproximación de una definición
objetiva de las realidades?. Contrariamente, no se sabría
siquiera por donde empezar el trabajo científico. Estaríamos
siempre a merced de una ambigüedad. En efecto. para el asunto
que nos interesa, es necesario transformar en uno sólo lo que
parece ser un problema doble. Se trata de definir el espacio de
la geografía, tanto si es una geografía renovada o redefinida, y
establecer asf su objeto y sus límites.3

, Allí donde Johnston afim1a que todo lo que los geógrafos hacen es
geografía. Alain Bidaull. Maurice Rlondeau y Anne-Marie Gérin (1978) prefieren
preguntarse: ~¿Existen tantas geografías como ge6gr..ros?"

'"Para tener un papel específico y útil, una c iencia necesita un campo de


trabajo particular y también Je su propio conjunto de cooccptos. ¿Se pueden definir las
caractcríslicas de las geografías?" Arillllloh-Jensen. 19&1 , p. 4.
La rcnomción de una disciplina amenazada 127

2.1 En busca de un objeto: el espacio

Un sistema de realidades, o sea, un sistema formado


por las cosas y la vida que las anima, supone una legalidad; una
estructuración y una ley de funcionamiento. La explicación, es
deci r, su teoría, es un sistema construido desde una filosofía
cuyas categorías de pensamiento reproducen la estructura que
asegura el encadenamiento de los hechos. Si la llamaramos de
organización espacial, estructura espacial, organización del
espacio, estructura territorial o simplemente espacio, sólo
cambiaría la denominación y esto no es fundamental. El
problema es encontrar las categorías de análisis que nos
pcm1itan su conocimiento sistemático, es decir, la posihilic1ad
de proponer un análisis y una síntesis cuyos elementos
constituyentes sean los mismos.
Recientemente los geógrafos perdieron mucho tiempo
y talento en una discusión semántica sin salida. Por ejemplo,
algunos prefieren hablar de espacialidad o hasta de
espacialización de la sociedad, rechazando la palabra espacio,
asf se trate del espacio social. Sin embargo, la renovación de la
geografía pasa por la depuración de la noción de espacio y por
la investigación de sus categorías de análisis. Cuando Am1ando
Correa da Silva ( 1982, p.52) enuncia que no hay geografía sin
teoría espacial consistente, afirma también que esa "teoría
espacial consistente" sólo es válida analíticamente si se
dispusiera de un "concepto referente a· la naturaleza del
espacio".
El espacio no es ni una cosa ni un sistema de cosas.
sino una realidad relacional: cosas y rclacionesjuntas.4 Por esto

4
" Es im¡x>rtante consic.krar Jos tres modos por los cuales el espacio puede
conccptua.liurse. En primer lugar, el espacio puede ser vtsto desde un senltdo absoluto,
como una cosa en sí, con existencia específica, detcm1inada, de manera únic:a. Es d
espacio del agrimensor y del c:anógrJfo, identificado mediante WJ cuadro dt: l'l![t:renc:ia
convencional, especialmente las latitud~s y longituJ.·s. En segundo lugar. hay un
espacio relativo, que pone de relieve las relaciunes entre ubj•·tos y <JU" existe solamente
por el hecho de que esos objt:tós existan y estén en rdación Ullós con otros. Así, ~¡
tuviéramos tres localidades A, B, C, las dos primeras físicamente próximas, mientras
que C está más lejos pero dispone de mcjores medios dt: transporte hacia A. es posible
afimlar en ténninos relativos csp:~cialcs, que las loc:alidad..-s A y C están más próximas
entre sí que A y B. En te rcer lugar está el espacio rdacional, donde el espacio es
28 1 Metammfosis del espacio habitado

su definición sólo puede situarse en relación a otras realidades:


la naturaleza y la sociedad, mediatizadas por el trabajo. Por lo
tanto, no es, como las definiciones clásicas de geografía, el
resultado de una interacción entre el hombre y la naturaleza
bruta, ni siquiera de una amalgama fomtada por la sociedad de
hoy y el medio ambiente.
El espacio debe considerarse como el conjunto
indisociable del que participan, por un lado, cierta disposición
de objetos geográficos, objetos naturales y objetos sociales, y
por otro, la vida que los llena y anima, la sociedad en
movimiento. El contenido (de la sociedad) no es independiente
de la forma (los objetos geográficos); cada fonna encierra un
conjunto de fomtas, que contienen fracciones de la sociedad en
movimiento. Las fomtas, pues, tienen un papel en la realización
social.
En cuanto totalidad, la sociedad es un conjunto de
posibilidades. La totalidad, afinna Kant, es la "pluralidad
considerada como unidad" o la "unidad de la diversidad",
según A. Labriola ( 1982) y E. Scrcni ( 1970). Esa unidad no es
más que la esencia nueva o renovada, cuya vocación consiste
en dejar de ser potencia para volverse acto. Este contenido- la
esencia - puede equipararse a una sociedad en marcha, en
evolución, en movimiento. O, mejor, a su presente todavía no
rea1izado.
El contenido corporificado, al ser transfonnado en
existencia, es la sociedad incorporada a las fomtas geográficas,
la sociedad transfomtada en espacio. La fenomenología del
espíritu de Hegel sería la transfonnación de la sociedad total en
espacio total. La sociedad sería el ser: y el espacio, la
existencia. El ser se metamorfosea en existencia por mediación
de los procesos impuestos por sus propias deterrninaciones, las
cuales hacen aparecer cada fom1a como una f orma collfenido,
un individuo separado capaz de influenciar el cambio social. Es

perc ibido como contenido, y representa en el interior de si mismo otros tipos de


rela<:i(lfle< 'l"e exi<t"'n ent re obj<•t(>~ (...)"".A. L Mabogunjc, 1980, p.52.
La te rcera acepción tle esp..cio tle Mabogunje se acerca a la definición de
geografía tlcl japonés K. Takcuchi ( 1974, pp. 2-3): "Pensamos que la geografía humana
actual debe con side rarse como el estudio d e los principios de organiución espacial de
las actividades humanas o aún como el análisis de los mecanismos y de los procesos
que regulan el s istema espacial de activitlatles humanas integradas".
La renovación de una disciplina amenazada 1 29

un movimiento permanente, y, por ese proceso infinito, la


sociedad y el espacio evolucionan contradictoriamente (Santos,
1983, pp.43-46).

2.2 Importancia actual del espacio

La globalización de la sociedad y de la economía


genera la mundialización del espacio geográfico, y le otorga un
nuevo significado (S. Amin, 1980, p.226). En la evolución de la
sociedad, cada uno de sus componentes tiene un papel diferente
en el movimiento de la totalidad, y el rol de cada uno es distinto
cada momento.
El espacio asume hoy en día una importancia
fundamental, ya que la naturaleza se transforma en su totalidad,
en una forma productiva (0. Prestipino, 1973, 1977, p.l81).
Cuando las necesidades del proceso productivo llegan a todos
los lugares, de manera directa o indirecta, se c rean
paralelamente selectividades y jerarquías de utilización con la
competencia activa o pasiva entre los diversos agentes. En
consequencia, se plantea una reorganización de las funciones
entre las diferentes fracciones del territorio. Cada punto del
espacio adquiere entonces importancia, efectiva o potencial,
que se desprende de sus propias virtualidades. naturales o
sociales, preexistentes o adquiridas según intervenciones
selectivas. Al mundializarse la producción, las posibilidades de
cada lugar se afirman y se diferencian a nivel mundial. Dada la
creciente intemacionalización del capital y el ascenso de las
empresas multinacionales, se observará una tendencia a la
11jación mundial - y no nacional - de los cosLcs de producción
y a un equilibrio de las tasas de beneficios gracias a la
mobílidad internacional del capital (E. Mandel, 1978, pp. 187-
188), al mismo tiempo que la búsqueda de lugares más
rentables será una conslante.
Por esta razón las diferenciaciones geográncas
adquieren una im ponancia estratégi~.:a fundamental, como
advierte Y. Lacosle (1977, p 147). Se puede escoger a distancia
el lugar ideal para una empresa concreta. Ross, Shakow y
Susman ( 1980) recuerdan a propósito, que actualmente los
30 1 Metamoifosis del espacio habitado

proyectos locales están subordinados a restricciones de


naturaleza mundial.
Se puede, pues, decir con respecto a esas nuevas
realidades, que tales especializaciones en la utilización del
territorio -sean originalmente naturales o culluralcs, o
provengan de intervenciones políticas y ttcnicas- significan un
verdadero redescubrimiento de la Naturaleza o por lo menos
una revalorización total, en la cual, cada parte, es decir, cada
lugar, recibe un nuevo rol, gana un nuevo valor.
Como el fenómeno es general, se podrfa decir que en
esta fase de la historia se afim1a el carácter geográfico de la
sociedad, al cual se refería ya en 1957C. van Paasscn.s El
hombre alcanza finalmente un conocimiento analflico y
sintético de toda la Naturaleza y adquiere la c"apacidad de
utilizar de una fonna general y global las cosas que le rodean.
A partir del momento en que la Naturaleza se define de una
fom1a nueva y sus relaciones con el hombre se renuevan, se
vuelve necesaria una renovación de las disciplinas que la
estudian. Pant la geogr.tfía, se trata de nuevas perspectivas y de
una capacidad innovadora de trabajar con leyes universales.

2.3 Hacia una geografía global

Pero... la geografía ¿ya no era global?. En el siglo XIX,


K. Rilter y Vidal de la Blache hablaban de la unidad de la
tierra. Un autor como K. Boulding ( 1966, p. 108), aunque
economista, no duda en afirmar que la geografía es, entre todas,
"la disciplina que interpretó la visión del estudio de la Tierra
como un fenómeno global". Pero en un artículo reciente, V.O.
Dcnison (1981, pp.271-272) parece responder anrmaliva y
negativamente a la pregunta, aunque para él esa disciplina sea
sinónimo de estudios mundiales. Una cosa es la ambición de

5
"La cicnc ia gcogr.ificJ ti~n~ una base f cnomenológica, o sea, ti~ne su
o rigen en una conciencia geográfica y vuelve a la sOC1e<lad más consciente de la
geografía. Por otra par1c, sin embargo. el o.lcspcr1ar o.lc la ckncia geográfica o.lcpcnJc Je
la existencia de una concicnci" geogr.ífica naiural y prccicniífica. Los geógrafos y la
ciencia geográfica no puco.lcn cxi,tir sino en una socico.lad dotada de una sensibilidad
gcográfic:1". C.vnn P3;>-<scn. 1957, p.21 citado ¡><>r Olovi Grnni>. 1981. p.22.
La renomción de una disciplina amenazada 131

conseguirlo, o sea la voluntad de abarcar la totalidad de los


fenómenos y traducirlos en fomlUlaciones cientfficas; otra,
lograrlo.6
La vieja tradición de las escuelas nacionales de
geografía, o por lo menos las premisas históricas de la
evolución de la ciencia geográfica en los diversos contextos
nacionales, fue tal vez un obstáculo para que se alcanzara un
nivel de estudios geográficos globales. Es cierto que el
problema de la g!obalización se ha resuello mejor, y desde hace
mucho tiempo, en el ámbito de lo que se llama geografía física',
mientras que en la esfera de los hechos sociales fue más difícil.
En efecto, en este ámbito los esfuerzos de teorización
difícilmente superan el estado embrionario, y esto cuando no
son francamente pobres o se quedan en el simple discurso.
La intemacionalización de la economía permitió hablar
de ciudades mundiales, verdaderos nudos en la cadena de
relaciones múltiples que dan estructura a la vida social del
Planeta8 • En verdad, todo el esp:Kio se mundializó y ya no
existe un único punto en el globo que se pueda considerar
aislado.
La teoría geogr:tllca debería entonces construirse desde
una perspectiva más amplia. J. F. Unstead, indicaba ya en 1950
la necesidad de hacer una "geografía mundial'' o una "geografía
global". Pero los proyectos fomwlados en ese sentido no
funcionaron. Al oscilar entre la descripción y la generalización,
desde la antigüedad hasta el siglo XIX, la geograría nunca pudo

6 Recientemente , tul autor ~omo J. E. M..:ConncU (198:!, pp. 1633· 1634) se

quejó de no haberse consegu ido estabkccr todavía sistemáticamente las relaciones


existentes entre el comportamiento intcn~cional de los s i. tcmas induslrial~s y las
fonnas espaciales.
7 Según Varopay (1978, p.616) la voluntad Je obtener un ccmocimiento

gloOOJ del Planeta habr:a empezado en los aJios treinta, "cuando se inicia la explotación
mundial del océano y la invc>tigación alcanza una escala mundial".

1 Autores como J. Friec.lman ( 1982) recupe ran cucstiOtlcs como la de las

~ciudades globales", asunto que interesó a cs¡x:cialistas de las más diversas d isciplinas

. . .", . ,;.
corno lltcodur von L:u1c (1969). Stt>phcn 11. llymcr (1971 ), G. MoJclski (1972). D. A.
llco:nan (1977) y tantos otros. El hc;;ho. >in cmb.1rgo, es que no solamente las g ranllcs
metrópolis son actualmente ciulla:JL'6 gl..~ul~•: la ..itttltltlti'IIÍ5 J>o!'l""ia t:.t~tbién lo es. En
~·;, ~" ~r ··~l.'~·<~•»·~!f o/Sfu! ""[
32 1 Metamoifosis del espacio habitado

describir la totalidad, ni huir de las generalizaciones


frecuentemente inconsistentes. A finales del siglo pasado y
comienzos de este, asume una voluntad de teorización -o por lo
menos de independencia cientílica- con la postulación de
principios. Sin embargo, todavía no se conoce bien el Planeta y
un gran número de otras ramas del conocimiento apenas
empiezan a despuntar. No obstante, con un gran esfuerzo. la
geografía procura establecerse como ciencia, aunque sin
conseguirlo por completo.
La razón de esos fracasos no se debe al talento de los
geógrafos, si no al hecho de que todavía no existen las
condiciones históricas, y consecuentemente surgen dificultades
para elaborar una teoría geográfica. En el transcurso de este
siglo, mientras el debate sobre la verdadera naturaleza de la
geografía se confunde con el de sus pretensiones científicas, se
dejan de lado preocupaciones epistemológicas más sólidas.
Incluso los esfuerLOS realizados después de la Segunda Guerra
Mundial no consiguieron sino una parte limitada de los
objetivos perseguidos. Creemos. sin embargo. que es
justamente ahora cuando se reunen las condiciones para
construir esa geografía global y también teórica, tan buscada
desde hace un siglo.

2.4 Globalización y empirización de las categorías

Ahora que el mundo se mundializó, ¿qué porvenir tiene


la geografía?. No hay duda de que el mundo siempre fué uno
solo. Sin embargo, como dijimos, no era posible percibir la
unicidad, excepto en algunos fenómenos de alcance más
general y fuera del ámbito social. Actualmente, con la
intemacionalización de las técnicas, de la prod ucción y del
producto, del capital y del trabajo, de las modas y del consumo,
la mundialización de las relaciones sociales de todo tipo
(económica, financiera, política ... ) es la garantía de
universalidad que permite comprender cada fracción del
espacio mundial en función del espacio global.
Solamente a partir de esta uni versalidad -una
universalidad empírica- ciertas categorías lilosóticas pueden
La renovación de una disciplina amenazada 133

transcribirse, con todo su significado, en un lenguaje


geográfico. Es el caso de las categorías de universalidad,
particularidad y s ingularidad, asf como de las de forma,
función, proceso y estructura -esta última como sinónimo de
esencia, o sea, tntbajando la oposición, no muy asimilada entre
geógrafos, entre paisaje y sociedad o entre paisaje y espacio.
En adelante, la geografía está preparada para superar la
"paleodialéctica" de las geografías clásicas y también actuales.
Al igual que la "ley cero" de la dialéctica propuesta por E.
Marquit ( 198 1) -la ley de la interconección universal 9 - es
verificable empíricamente, el rol de la contradicción en el
proceso de elaboración del conocimiento, tan justamente
resaltado por Sean Sayers ( 1981-82), adquiere toda su fuerza.
He mos llegado a este punto porque el proceso de
intcmacionalización iniciado hace casi cinco siglos se convirtió
en un proceso de mundialización. Hasta entonces, la
totalización con que podíamos trabajar se encontraba en un
principio al nivel del espíritu y se afim1aba incompletamente en
los hechos. Actualmente ella ocurre primero en los hechos y
relaciones y después en el espíritu.
Se puede decir que los grandes universales se
empirizan cuando, por una parte, la ejecución práctica de las
técnicas es independiente del medio que las acoge y por otra, el
conjunto de las técnicas utilizadas es potencialmente el mismo.
La independencia de las técnicas frente al medio y la
mundialización del modelo técnico hacen de la técnica un
verdadero universal concreto (Ladricre, 1968, pp.2 16-217, y
Breton, 1968, p.ll4), instrumento de creciente solidaridad entre
momentos y lugares. Estamos ante un conjunto técnico

1
E. Marquil (1981. pp. 309-310) recuerda que en los escritos de filosofía
marxista-leninista .e encuent ran generalmente tres leyes de la dialéctica. Y añade una
cuarta, J;¡ que llanHI Ley Cero o Ley de la interconexión Universal, enunciada asi:
"Todas las cosas estan ligadas a las demás por infinidad de conexione•. La ley de la
interconexión universal es la base para el conceplo materialista dialéctico de unidad del
mundo y su conocimiento. Una excepción c ualquiera a la interconexión universal
significaría que existen segmentos de la realidad objetiva desconectados del resto, o
sea, no estarían asoc,iados a ningún fenómeno (... ). La Ley de la interconexión
Universal es al mismo tiempo una afimlación dialéctica de la independencia relativa de
las cosas y de los procesos, porque el verdadero concepto de interconexión de las cosas
y de los fenómenos sugiere también su separación relativa (.•.)".

3
34 1 Metamorfosis del espacio habitado

homog~neo, convertido en sistemático porque ha sido dirigido


y revitalizado por relaciones internacionales mundializadas y,
por consiguiente, trunbien unificadas. En este escenario actúan
ias instituciones supranacionales, las empresas multinacionales
y los grandes organismos burocráticos centralizados, que
existen gracias a la expansión mundial de los medios de
transporte y de comunicación.
El valor universal del modo de producción representa
actualmente la base material para llegar a conceptos
universales. S amir Amin ( 1980, p.4) afirma que son
generalmente válidos los conceptos cuya posibilidad de
aplicación es general, y recuerda que el modo de producción
feudal no tiene forzosamente validez universal, en la medida
que fue extraído de una parte de la historia y de Europa. Por
otra parte, considera que Marx no puede considerar ciertas
leyes universales a causa de su limitada experiencia sobre
luchas sociales y a la ignorancia entonces generalizada sobre
los países no europeos. Tal vez no sea exactamente así, pero
como en su época la intemacionalización todavía no había
alcanzado el estado de desarrollo conocido actualmente, la
extracción de categorías universales era casi siempre imposible.
La cantidad de relaciones implicadas en el
funcionamiento de la sociedad, de la economía y de la política
aumenta exponencialmente, de manera que el j uego de
variables ligadas a un objeto o fenómeno es actualmente más
bien amplio. Las grandes generalizaciones. por lo tanto, son no
sólo posibles sino necesarias, volviéndose al mismo tiempo más
sistemáticas y más en consonancia. Debemos recordar que su
base es empírica.
Así, podemos volver al tema de la geografía como
"ciencia de los lugares", a la que se relacionan nombres como
Vidal de la Blache y C. Sauer, o al replanteamiento de esa
misma discusión, con el debate sobre la uniqueness, en que se
involucraron, entre otros, Hartshome {1955), Prestan James
(1972), Schaefer (1953), Gourou (1 973), D. Grigg {1965),
Kalisnik (1971), Bunge (1966 y 1979), ele..
Cuanto más se mun<.Jializan los lugares, más se vuelven
singulares y cspecflicos, es decir, "únicos". Esto se debe a la
especialización dcscnftcnada de los elementos del espacio -
La renovación de una disciplina ame11azada 135

hombres, empresas, instituciones. medio ambiente-, a la


disociación siempre creciente de los procesos y subprocesos
necesarios para una mayor a(:umulación de capital, y a la
multiplicación de las acciones que hacen del espacio un Cümpo
de fuerzas multidireccionales y multicomplejas, donde cada
lugar es extremadamente distinto del otro, pero también
claramente unido a todos los demás por un nexo único, que
prov·ene de las fuerzas motrices del modo de acumulación
hegemónicamente universal. Tendríamos así esa totalidad
concreta, perceptible a través de una dialéctica concreta, como
la que nos prescn:a G Lukács en Historia y Conciencia de
Clase (1923, 1960) y Karcl Kosik en Dialéctica de lo Concreto
( 1963, 1967).
Ya no se puede hablar de contradiccvn entre
uniqueness y globalidad. Ambos se completan y explican
mutuamente. El lugar es un punto del mundo donde se realizan
algunas de las posibilidades de este último. El lugar es parte del
mundo y desempeña un papel en su historia, o para citar a
Wh1tehead (1938, p. 188), "cualquier agitación local sacude al
universo entero". El mundo siempre fue un conjunto de
posibi!Jdadcs_ Hoy, sin embargo, tales posibilidades están
interrelaciOnadas y son interdepcndientes.

2 5 Por una geografía renovada

Actualmente, como vimos, las técnicas se utilizan en


ladas partes sin considerar los sistemas locales de recursos
nalur.1les y humanos, y se superponen a realidades económicas
y soctalcs diferentes. Los resultados, creadores de distorsiones
y desigualdades en cualquier lugar, imponen a cada uno de
ellos combinaciones particulares, que son otras tantas fomtas
específicas de complejidad de la vida social. El problema, por
lo tanto, consiste en reconocer el efecto de esas superposiciones
en la existencia de cada sociedad.
El puente a establecer entre posibilidades planteadas y
el acto de construir una nueva historia vendrá del ámbito de las
comhinacioncs variables de los datos encontrados en la propia
complejidad social. De ahí la renovada importancia de las
36 1 Metamorfosü de'/ espacio habitado

ciencias del espacio dd hombre, es decir, de la geografía, si se


desea dominar correctamente las fuerzas de que, en adelante, se
dispone.
Frente al antiguo planteamiento, el nuevo stock
multiplicado y diferenciado de los conocimientos y de las
posibilidades, implica una subversión general para el conjunto
de las ciencias, con la nueva división y modificación de los
territorios científicos, la creación de nuevas disciplinas y la
renovación de las ya existentes. Las ciencias deben renovarse
desde las realidades que condicionan su desarrollo y para
responder a su dcsafro. Este dcsaffo se define sobretodo por las
nuevas relaciones ya establecidas, o posibles, entre una
sociedad transfonnada en universal y los recursos mundiales.
Para la geografía, el hecho nuevo y dominante es lo que
se puede denominar madurez histórica, o sea el conjunto de
nuevas infonnacioncs que la historia del mundo impone a la
disciplina. Para los geógrafos, profesionalmente preocupados
por el espacio del hombre, la nueva situación es apasionamc.
Por una parte, su campo de interés se amplía, pues el espacio
geográfico se vuelve, más que nunca, elemento fundamental de
la aventura humana. Por otra, la mundialización del espacio
crea las condiciones -hasta aquf insuficientes- para establecer
un cuerpo conceptual, un sistema de referencia y una
epistemología, recurso de trabajo que siempre faltó a esa
disciplina y que limitó su campo de estudio a lo largo de este
siglo.
La universalidad es una garantía, pues asegura la
posibilidad de comprender mejor cada fracción del espacio
mundial, en función del espacio global, y pem1itir. así, el
reconocimiento e interpretación de las intervenciones sucesivas,
mientras paralelamente se construye una ciencia crítica. Eso no
era posible antes de que el planeta se mundializara realmente;
es decir, antes de ser él el objeto, en cada uno de sus puntos, de
la acción de variables cuya dimensión es planetaria.
3
Metamorfosis del espacio habitado

Espacio habitado y ccumcne son sinónimos. Estas


expresiones fonnan parte del lenguaje de la gcograffa y de otras
disciplinas que estudian el territorio, pero ya se han integrado al
vocabulario del hombre común. Actualmente, como atlrrnaba
hace años el gran geógrafo franc~s Maximilien Sorre, "el hecho
capital es la ubicuidad del hombre", capaz de habitar y explotar
los lugares más recónditos del planeta. Se podrá, sin duda,
recordar los viajes interplanetarios y el paseo del hombre sobre
la Luna como conquistas recientes del genio de la cspede. Pero
la ticJTa, sigue siendo la morada del hombre.
La cuestión del espacio habitado puede abordarse desde
un punto de vista biológico, por el reconocimiento de la
adaptabilidad del hombre como individuo a las más diversas
altitudes y latitudes y a los climas más diversos, a las
condiciones naturales más extremas. Otra fom1a, es considerar
al ser humano no como individuo aislado, sino como un ser
social por excelencia. La raza humana se extiende, se distribuye
y ocasiona sucesivos cambios demográficos y sociales en cada
continente (pero también en cada país, en cada región y en cada
lugar). El fenómeno humano es dinámico y una de sus formas
de alim1arlo está exactantcnte en la transfonnación cualitativa y
cuantitativa del espacio habitado.

3.1 La expansión de la población mundial

La población mundial tardó varios milenios antes de


lograr, en estos dos últimos siglos, un proceso de crecimiento
sustentado. Antes, la curva de la población total, como la de los
38 1 Merammjos1s del espario lwbilado

diversos continentes, regiones o países, oscilaba


considerablemente y, sobre todo, a remolque de los factores
naturales. Cuando fue posible trasladar y adaptar especies
vegetales y animales de un lugar a otro, los riesgos de hambre a
causa de cosechas desastrosas, disminuyeron. Los progresos de
la navegación pemtitieron que, mayores y más veloces barcos,
posibilitaran el transporte de un continente a otro de grandes
cantidades de cereales y de carne, al aparecer los navfos
fri goríficos. Los avances de la ind ustrialización y su
repercusión mundial logran un progresivo aumento del
bienestar, aunque desigualmente distribuido. Los adelantos en
medicina, lentamente obtenidos en los siglos antc.-Jores, se
multiplican a partir de finales del siglo XIX. Entonces el
crecimiento demográfico ~e estabiliza gracias a la caída de la
mortalidad y a la normalización o aumento de la natalidad. Es
más, estos últimos fenómenos son mucho más sensibles en los
países "nuevos" o "subdesarrollados". De la inestabilidad de la
curva demográfica pasat.10S a un crecimiento galopante de la
población mundial.
La aceleración de la expansión demográfica es
acumulativa. Entre el neolítico, cuando hubo la gr.m revolución
que generó al horno sap1ens, hasta los ini.·ios de la cristiandad.
un pcrfodo que se calcula en milenios, (¿tres? ¿cinco?), la
población del Planeta apenas se duplica, pasa de cien o ciento
veinte millones, a doscientos cmcuenta millones de habitantes.
Para que la población se duplicara otra vez, fueron necesarios
casi quince siglos, entre la época romana y el reinado de I.uis
XIV, cuando los efectivos humanos sumaban quinientos
millones, para alcanzar quimentos cuarenta y cinco millones en
1750. La nueva duplicación del stock humano se da en apenas
un siglo. pues hacia 1850 había entre m;J cien millones y mil
doscientos millones de personas. Desde que Bismarck y Cavour
construyen la unidad de Alemania e Italia y el fin de la Segunda
Guerra Mundial, la población vuelve a duplicarse, y en 1950.
alcanza los dos mil cuatrocientos millones. Desde entonces. la
progresión es prodigiosa. Quince años después, en 1965,
contabilizamos tres mil quinientos millones de habitantes sobre
la faz de la tierra. Hoy en dfa, somos aproximJdamente cinco
mil 4uinientos millones y se admite que en el cambio de siglo,
Metamorfosis del espacio habitado 139

la sociedad humana estará fonnada por casi seis mil quinientos


millones de seres humanos.

3.2 Heterogeneidad del espacio habitado

La evolución global de la población mundial solo


puede comprenderse en su totalidad si consideraramos al menos
tres datos esenciales. Primero, la distribución de la población en
las diversas áreas del globo y en cada país evoluciona de fonna
desigual. Dcspu~s. como eso apenas es el resultado del exceso
de nacimientos sobre el de muertes, tenemos que considerar las
migraciones internas e internacionales, cada vez más
frecuentes. Pero tambi~n. las porciones del territorio ocupadas
por el hombre cambían de fonna desigual de naturaleza y
composición, y exigen una nueva definición. Las nociones de
espacio habitado, y de tierra habitada se ven alteradas
brutalmente después de la Revolución Industrial y,
especialmente, dcspu~s de los años 50.
Mientras que Europa y la parte asiática de la antigua
Unión Sovi<!tica tardaron un siglo, entre 1860 y 1960, en
duplicar su población, Asia y Africa obtuvieron el mismo
resultado en sesenta años; en cuarenta, América del Norte; y en
treinta, América del Sur. En cuanto a Bra.o;il, entre 1890 y 1920
la población crece más del doble en treinta años y se triplica en
los cuarenta años que separan 1940 <le 1980. En los últimos
treinta y cuatro años, la población crece de nuevo más del
doble, pasa de setenta millones en 1960 a poco más de ciento
cincuenta millones actualmcnte.1

' A mediados del siglo XVII. los países subdesarrollados comprendían el


79,2% de la humanidad. Esa proporción disminuye, primero lenta y después
r.íp1damente durdntc los dos siglos sigu it!nl~s, en favor de lo< paí•es hoy desarrollados:
er.~n 78,4% en !800, 72% en 1850 y 68% en 1900. La Segunda Guerra Mundial marca
un punto de innexión, pues en 1961 la población de los países pobres representa el
69,1% del total mumliall, en 1985 corresponde al 74%, y en 1992 al 78%. Y sigue
creciendo, en la medida en que los índices de fertilidad bajan en Europa y en Estados
Unidos, y son más altos en Asia. África y América Latina, a pesar do: las campañas
amiconccpción que se hacen en ~sla parte del muudo. bajo los auspicios de los países
del centro.
401 Metam01josis del espacio habitado

Una de las características del espacio habitado es pues,


su heterogeneidad, sea en térn1inos de distribución numérica
entre continentes y pafscs ( y tambi~n dentro de estos), o en
ténninos de su evolución. Es más, esas dos dimensiones
esconden e incluyen otra: la cnonnc diversidad cualitativa de
razas, culturas, credos, niveles de vida, cte.

3.3 En un siglo, una humanidad mezclada

La segunda mitad del siglo XIX marca el incio de


grandes migraciones de los pa(ses "viejos" hacia las naciones
"nuevas", donde se instalan centenas de millares de europeos.
El fenómeno es particulamente sensible en Estados Unidos.
Canadá, Uruguay, Argentina, Brasil, Chile, Australia, Nueva
Zelanda, pero tambi~n en países africanos y asiáticos recién
colonizados, al igual que en el resto de América Latina y del
mundo.
Después de la Segunda Guerra Mundial, hay una
tendencia hacia la inversión de estas corrientes migratorias
gracias, en gran parte, a la renovada prosperidad de los países
ricos, cuyos habitantes menosprecian las tareas consideradas
más humildes, pesadas o degradantes. Grandes contingentes de
población se Lmsladan desde los países vecinos más pobres de
Europa, y más tarde desde los antiguos países coloniales. El
otro lado de la colonización es la coloración de Europa. En
Estados Unidos, ahora el país central, el suministro de mano de
obra barata proviene de América Latina, sobre todo de México
y Puerto Rico, pero tan1bién de otros países.
Los cambios políticos, frecuentes en los países
subdesarrollados, también generan varias y voluminosas
corrientes migratorias, pero también existen migraciones
internacionales de mano de obra bastante representativas.

3.4 La explotación urbana y metropolitana

Dentro de cada país, la repartición geográfica de la


población tan1bién cambia. Ciertas regiones pierden población
Metamotfosis dd espacio habitado /41

a favor de otras, más dinámicas (en el caso del Brasil, la


pérdida de sustancia demográfica del nordeste en favor del
sudeste es notoria), pero lo esencial del movimiento se debe a
2
la urbanización.
Al considerar el planeta como un todo. la población
urbana representaba apenas el 1,7% del total a comienzos del
siglo XIX; en 1950, ese porcentaje era del 21%, que pasa al
25% en 1960, 37,4% en 1970, cerca del41 ,5% en 1980, y 45%
en los noventa.
El fenómeno de la urbanización es hoy avasallador en
los países del tercer mundo. La población urbana de los países
desarrollados (basada apenas en c iudades con más de veinte mil
habitantes) se multiplica por 2,5 entre 1920 y 1980, mientras
que en los países subdesarrollados el multiplicador se aproxima
a 6. Al retraso de la urbanización en los países del "sur", le
sigue una verdadera revolución urbana. En el caso de Brasil, la
población urbana prácticamente se multiplica por cinco en los
últimos treinta y cinco años y por más de tres en los últimos
veinticinco años.
La proliferación de grandes ciudades fue sorprendente
en los países pobres. De las veintiseis ciudades mundiales con
más de cinco millones de habitantes en 1980, dieciseis están en
los países subdesarrollados. Se estima que en el año 2000, de
las sesenta ciudades con esa población en el mundo entero,
cuarenta y cinco estarán en el tercer mundo.

3.5 La creación de un medio geográfico artificial

Los cambios son cuantitativos, pero también


cualitativos. Si en los inicios de los tiempos modernos, las
ciudades aún contaban con jardines, esto va siendo cada vez

1 Entre 1800 y 1950, la poblaciún OIUIH.Iial se lllUitiplicó por 2.3; micntra~ la


poblaci,)n ulbatl:l total se multiplicó por 20. En 1800, 27,4 mill,lllCS de personas vivían
en ciuJaJcs con más Jc cinco mil habitantes; en !850 ese número eraJe 75 millones:
de: 219 millones en 1900 y Jc 716 millones en 1950. En ciento cincuenta a1ios, 101
pobl:~ci<ín Jc esas localitla.Jcs pa.<a Jcl 3% a casi el 30% J c la pohlación mun.Jj¡¡),
421 M etam01[osis del es¡ a iu " . ad•l

más raro el medio urbano es cada vez más un medio artificial,


fabricado con restos de naturaleza primitiva crccientemente
encubiertos por las obras de los hombres. El paisaje cultural
subst1tuye al paisaje natural y los artefactos ocupan un lugar
cada vez más amplio de la superficie de la lierra Con el
aumento de las poblaciones urbanas, dedicadas a actividades
tercaarias y secundarias, el campo tuvo que producir más
intensivamente. En el siglo XIX, para alimentar a una persona
de la caudad era necesario el trabajo de cerca de sesenta
personas del campo. Esta proporción se fue modificando a lo
largo de estos dos siglos. En ciertos pafses, hoy, hay un
h..tbit;mte nmd por cada 10 urbanos. En Bmsil, vamos hacia una
proporción similar en ctertas regiones, como en la mayor parte
del Estado de Sao Pauto.
La agricultura se beneficia entonces de los progresos
caentíficos y tecnológicos, que aseguran una producción mayor
en porc10nes de tierra meno cs. Los progresos de la química y
la gen~tica, conjuntamente con las nuevas posibilidades creadas
por la mecanización, multiplican la productividad agrfcola y
reducen la necesidad de mano de obra en el campo. La
urbanizactón gana asf un nuevo impulso y el espacio del
hombre, tanto en las ciudades como en el campo, se vuelve
cada vez más un espacio instrumentalizado, culturizado,
tecnificado y que cada vez trabaja más según los dictámenes de
la ciencia. El capital constante, que antes era una característica
de las ciudades, sobre todo en aquellas donde se concentraba la
producción industrial, pasa también a ser una característica del
propio campo, en la fom1a de herramientas, fertilizantes e
insecticidas, máquinas y sem illas selecciOnadas. Ese capital
constante fijo o localizado, llega, a todas partes, apoyado por la
expansión de la red de ferrocarriles y carreteras que aseguran
una circulación más r.lpida y relativamente más barata, sin la
cual el abastecimiento de las ciudades sería imposible El hecho
de que la energía se t!ansporte en fonn a de electricidad o a
1 rav~s de modemos oleoductos petrolíferos o de gas, pcm1itc,

despu~s la dcsconcen ración industrial, mientr s que en el siglo


pasado el fenómeno de industriali:t.ación expiica las grandes
concentrac:ones humanas de Europa y del este de Estados
Umdos. Los transportes se modcmizan y acortan las distancias
k · ( tumr tfosis de!l espacio habitado 143

entre ciudddes y dentro de ellas. Además el urbanismo


subtem1neo se Lran!>fonna en un apoyo indispensable a las
fom1as de vida y actividades económicas contemporáneas.
Todo esto sucede en un marco de vida donde se
ultrajan las condiciones ambientales, con graves consecuencias
para la salud mental y física de las pobaciones. Dejamos de
recrear la naturaleza amiga y creamos la naturaleza hostil.

3 6 ¿De la naturaleza hostil a un esp:1ci0 del hombre?

El examen de lo que s1gm f1ca actualmente el espac1


hab1tado, deja entrever clarJJnente que llegamos a una SlllJación
límite. despu~s de la cual el proceso de destrucción de la
especie humana puede ser irreversible.
El espacio habitado se volvió un medio geográfico
completamente diferente de lo que fue en los albores de los
tiempos histó ricos. No puede compararse cualitativa o
estructuralmente aJ espacio del hombre anterior a la Revolución
Industrial. Asi, como se 1ala Garret Ekbo en su bello libro El
Paisaje Que Vemos, con la Revoluc1ón Tndusl! íal, la
articulación tradicional e histórica de la comumdad en su marco
orgánico natural, fue entonces su~·tituida por una vasra anarquía
mercantil. Ahora el fenómeno se agra . a, en la medida en que el
uso del suelo · e vuelve cspccuJ:,tivo y la detemtinación de su
valor proviene de una lucha sin tregua entre los diversos tipos
de capital que ocupan lct c1 udad y el campo. Ei fenómeno se
extiende por 1., faz de la llcrra y los efectos directos o mdircctos
de esa nueva composic•on alcanzan la totaiidad de la especie.
Sei\or del mundo, pat.ón d..: la naturaleza, el hombre utiliza el
saber científico y los 1 ,ventos kcnológico, sin aquel sentido de
medida que caracterizJr · su:> primeras relaciones con el entorno
naturJI. El resu:tado, como vemos, es dramátiCO.
4
Categorías tradicionales, categorías
actuales

Los cambios que el territorio experimenta en sus


fonnas de organización, tenninan por invalidar los conceptos
heredados del pasado y obligan a renovar las categorías de
análisis. Seguidamente daremos algunos ejemplos de lo
imperativo que es substituir estos conceptos.

4.1 La región

Geógrafos del mayor prestigio y de los más diversos


orígenes, tuvieron en la región un ámbito para desarrollar
estudios profundos. tanto a nivel de teorización como en el
campo de los trabajos empíricos. Los enfoques son múltiples,
tal y como nos demuestra R. Lobato Correa (1986).
Durante un largo período, la región se estudió
aisladamente del mundo como un todo. La veían como una
entidad autónoma, con aspectos particulares, lo cual equivalía
dividir el mundo en una infinidad de regiones autosuficientes,
que mantenfan pocas relaciones entre sí. Pero el mundo can1bió
y las transformaciones fueron cada vez más intensas y rápidas.
El territorio se organizó a cada momento de manera diversa,
muchas reorganizaciones del espacio se plantearon y siguen
planteándose, según las demandas de la producción de la cual
es armazón. Merecen destacarse especialmente las
transfonnaciones que se sucedieron a partir de mediados de este
siglo, que representaron mucho más que un simple cambio. Al
461 Melammfosü del espacio habllado

mismo nivel de las grandes navegaciones del siglo XVI y la de


la Revolución Industnal en el stglo XVJil
Este momento de la historia del hombre está marcada
por la "creciente internacionalización de la economía
capital ista, con una total interdependiencia de las diferentes
economías nacionales y una nueva división internacional del
trabajo" (Castells, 1986, p.7). El mundo, como un todo. se
unificó para atender las necesidades de la nueva manera de
producir, que pasa por encima de las regiones, países, culturas,
etc. Pero, mientras que los procesos modernos eJe producción se
extienden por todo el planeta, la producción se especializa
regiOnalmente.
Aumentan los intercambios, y las relaciOnes entre las
dife rentes áreas del globo se intensifican y asumen diversos
roles, no sólo económicos sino también polfticos, culturales,
etc. Cualquier parte del globo adquiere una nueva connotación,
cada vez más abierta, más vulnerable a las influencias
cxógenas. Las crecientes relaciones con áreas cada vez m:is
alejadas. suprimen las veleidades de la autonomía. No se puede,
pues, considerar la región como autónoma.
Comprender una región implica entender el
funcionamiento de la economía a ni el mund ial y su respuesta
en el territorio de un país, con la mediación del Estado, de las
dcm:is instituciones y del conjunto de los agentes de la
economía, empezando por sus actores hegemónicos.
Estudiar una región stgnitica pcnc!rar en un mar de
relaciones, fom1as, funciOnes, organizaciOnes estructuras. etc.
con sus más diversos niveles de interacción y contradicción.
Si el espacio se unitica para atender las necesidades de
una producción globalizada, las regiones aparecen como las
distintas versiones de la mundialización. Esto no garantiza la
homogeneidad, sino al contrario, instiga diferencias, las
refuerza y hasta depenc.Je de ellas. Cuanto más se mundializan
los lugares , más se vuelven singulares y espccfficos, es deci r,
únicos.
Es en este contexto que el estudio regional asume un
importante papel en la actualidad, con la finalidad de
comprender cómo un mismo modo de producción se reproduce
en diferentes regiones del globo, en-base a sus especificidades.
Categorfas trudlcwnales, categorfas actuales 1 47

La región se convtcrtc en una imponante categoría de análisis,


importante para que se pueda captar la manera como una
misma forn1a de producción se plantea en panes específicas del
planeta o dentro de un país, al asociar la nueva dinfunica a las
condiciones pre-existentes.
No basta com prender teóricamente lo que pasa en el
mundo, tenemos que considerar las diferentes formas, como
variables inherentes a la nueva manera de producir, se vuelven
geográficas . .No podemos despreciar esta importante vía de
comprensión de la realidad. Hoy, la región, lo regiOnal, la
rcgionalización, tienen que cnLenderse así .
Pero si para comprender cualquier fracción del planeta
hay que tener presente la totalidad del proceso que la engloba,
asimismo para comprender la realidad global es indispensable
entender lo que es la vida en las diferentes regiones; sus
funcionamientos específicos, sus epecializacioncs, sus
relaciones, en fin, su disposición particular, siempre en
movimiento. Un mismo elemento, -un banco, un centro
comercial, una tienda de productos agrícolas, una escuela
superior, la vcrticalización de la viv ienda, fi nanciaciones
gubernamentales, una carretera, un aeropuerto, cte. tendrá
impactos di rcrcntes en distintas las áreas de un país o del
Planeta. Para ello se tendrá en cuenta la histona del lugar, las
condiciones existentes en el momento de la internalización
(cuando lo que es externo a un área de vuelve interno) y el
juego de relaciones que se establecerá entre lo que llega y lo
pre-existente. Ese conjunto hará que un mismo proceso de
escala mundial tenga resultados particulares, según sea el lugar.
En un estudio regional, se debe intentar detallar su
composición en cuanto organizactón soc ial, polflica,
económica, cultural, y abordar los hechos concretos, para
reconocer cómo se inserta el área en el orden ceonón11co
internacional, teniendo en cuenta lo pre ex1stentc y lo nuevo,
para captar la lista de causas y co• ecuencias del fenómeno.
Los elementos que se agrupan y componen la
configuración espacial de un lugar, tienen que estudiarse más
profundamente, desde el hombre hasta las instituciones que van
a dirigir, junto con las empresas, las fom1as de materialización
de la sociedad. Desvelar las relaciones existentes entre esos
481 MelamOifosis del espado habirudo

elementos, y convertir los conceptos en realidades empíricas,


permitirá vislumbrar, en el tiempo y en el espacio, la
transformación.
La búsqueda de la explicación de las transfom1aciones,
supone la comprensión de los grandes grupos de variables que
componen el territorio, empezando por los indicadores más
comunes que engloban este tipo de trabajo hasta los más
complejos, reveladores de los grandes cambios ocurridos en el
período téenico-cientCfico (tipología de las tecnologías. de Jos
capitales. de la producción, del producto, de las empresas, de
las instituciones; intensidad, cualidad y naturaleza de los flujos;
captación de los circuitos espaciales de producción; peso de los
componentes técnicos modernos en la producción agrfcola;
expansión de la agroindustria; nuevas relaciones de trabajo en
el campo; desmalerialización de la producción, etc.). Estas
variables son interdependientes, unas son causa y/o
consequencia de otras, y por lo tanto no tienen valor real si no
se analizan en conjunto.

4.2 Circuitos espaciales de producción

Hoy, la noción de región se incluye en un contexto


mayor, donde ya no podemos hablar más de la clásica noción
de red urbana; así como tampoco podemos referimos a las
clásicas nociones de la relación ciudad-campo. No se trata de la
inexistencia de estas relaciones, sino que cambiaron de
contenido y de fom1a. Hoy, una ciudad puede no mantener
intercan1bio con su vecina inmediata y, sin embargo, mantener
relaciones intensas con otras mucho más distantes, que incluso
están fuera del propio país. Por ejemplo, una industria mecánica
localizada en la ciudad de Scnaozinho que pertenece a la sexta
región administrativa del Estado de Sao Pauto, integrada por
ochenta municipios, mantiene relaciones comerciales. tanto de
compra como de venta, con apenas unas seis ciudades loca1es;
sin embargo, mantiene intensas relaciones con la capital del
Estado y con otros países, ya que exporta gran parte de su
producción anual de máquinas.
Categorlas tradicionales, categorfas actuales 1 49

El mundo está organizado en subespacios, articulados


dentro de una lógica global. Ya no podemos hablar más de
circuitos regionales de producción. Con la creciente
especialización regional y los irmumerables flujos de todo ti(X>,
intensidad y dirección, tenemos que hablar de circuitos
espaciales de producción. Estos serían las diversas etapas por
las que pasa un producto, desde el inicio del proceso de
producción hasta llegar al consumidor final. Si quisiéramos, (X>r
ejemplo, conocer los circui tos productivos de la agroindustria
de la cana de azúcar, tendríamos que observar todos los
momentos de producción. desde la siembra hasta el consumo de
alcohol, azúcar u otros derivados. Tendríamos que observar,
entonces, varios itcms distintos; asf sobre la materia prima,
observaríamos, local de orígcn, fonnas de transporte, ti(X> de
vehículo de transporte, etc; sobre la mano de obra,
cualificación, orígen, variación de las necesidades en los
diferentes momentos de la producción etc.; sobre el
almacenamiento, cantidad y calidad de los almacenes, de los
silos, proximidad a la industria, relación entre almacenaje y
producción, etc.; sobre transportes, calidad, cantidad y
diversidad de las vías de transporte, de los medios de
transpone, etc.; sobre la comercialización, existencia o no de
monopolio de compra, formas de pago, gravamen de impuestos.
cte.; sobre el consumo, quién consume, donde, tipo de
consumo, si productivo o para consumo directo, cte. Si
estudiáramos, durante 1980, los circuitos espaciales de la
producción de caña en el Estado de Sao Paulo, productor de
más del 50% de lo recolectado en el país, podríamos empezar
por la siembra, en una área productora concreta y tem1inar
donde se consume el alcohol, el azúcar y sus derivados.
Una misma área puede actualmente ser punto de
confluencia de diversos circuitos productivos. En una misma
región se dan varias fases de diferentes circuitos de producción.
El análisis de estos, junto con el de los circuitos de cooperación
(SanLos, 1985), nos da la organización local y su posición en la
jerarquía del poder mundial. "Discutir los circuitos espaciales
de producción es discutir la espacialización de la producción-
disLribución-inLcrcambio-<:onsumo como movimiento circular

4
501 Melamoifosü del espacio habilado

constante. Captar sus elementos detenninantes es dar cuenta de


la esencia de su movimiento" (A.C. R. Moraes, 1985, p.4).

4.3 Espacializaciones productivas y aumento de circulación

Con la di fusión de los transportes y de las


com uniciones, se plantea la posibilidad de especialización
productiva. Las regiones se especiali~an, y ya no necesitan
producir de todo para subsistir, pues con los rápidos y eficientes
medios de tramporte, pueden buscar en cualquier otro punto del
país y hasta del planeta, lo que necesitan.
Antes de esa posibilidad, la mayoría de las regiones
producían casi todo lo que necesitaban para su reproducción: en
todos los lugares se producía casi de todo; se vivfa
prácticamente en autarquía. Hoy presenciamos la
especialización funcional de las áreas y lugares, lo que implica
la intensificación del movimiento y la posibilidad creciente de
intercambios. Por eso crecen no sólo las grandes ciudades, sino
también las ciudades medias. Cuanto mayor la inserción de la
ciencia y la tecnología, más se especializa un lugar, y aumentan
más el número, la intensidad y la calidad de los flujos que
llegan y salen de un área. Ese proceso puede conducir al
estancamiento o hasta a la desaparición de las ciudades
pequeñas.
La disminución relativa de los precios, calidad,
diversidad y cantidad de los transpones, crea una tendencia al
aumento de movimiento. El número de productos, mercancías y
personas que circulan crece enormemente, y como
consecuencia la importancia de los intercambios es cada vez
mayor, pues no sólo crecen en volúmen, sino q ue se
diversifican. Surgen, en la actualidad, así nuevos y complicados
problemas para analizar cualquier situación. Entre ellos
podrfan10s citar la modernización agrícola, con los progresos de
la biotecnología y la mecanización, la dcsmaterialización de la
producción y de los productos, la desvinculac ión de la
producción agrícola del consumo alimenticio. y es más
simulláneamente, sucede que las agroindustrias ganan en
impo rtanc ia, lo cual acarrea una gran diversidad de
Categorras tradicionales. categorfas actuales 151

repercusiones geográficas. Entre estas, podemos considerar: el


domicilio no rural de parte de la creciente mano de obra
agrícola, la diversidad de flujos y la intensidad de relaciones de
todos los niveles, resultados de los altos niveles de
especialización, los nuevos objetos gocgráficos creados para
atender las nuevas condiciones técnicas, o la disolución de la
metrópoli, es decir, la posibilidad abierta a las grandes ciudades
de mostrar su presencia inmediata en todo el territorio.
El desarrollo teórico y metodológico nos enseña lo que
deja de tener valor explicativo y, por lo tanto, implica sustituir
las categorías tradicionales por categorías actuales, es decir, del
presente. Un ejemplo de esto es exactamente la imposibilidad
actual de simplemente hablar, como hace veinte años, de
dicotomías como ciudad/campo, agricola/industrial, etc. Hoy el
agricullor también puede ser un hombre urbano -por emjcmplo
la existencia del trabajador itinerante, el "jornalero", que es un
trabajador agrícola pero ya no habita en la zona rural. Los dos
mercados de trabajo tienden a confundirse.
Entonces, vale la pena recuperar el debate sobre si la
geografía sería una ciencia de los lugares, como hace casi un
siglo afim1aba Vidal de la Blache, o si apenas sería una ciencia
de los hombres. Actu:tlmcntc creemos que la geografía tiende a
ser cada vez más la ciencia de los lugares creados o refonnados
p::ra atender detenninadas funciones, aunque la fom1a cómo los
hombres se circunscriben en esa configuración territorial esté
ligada, inseparablemente, a la historia del presente. Sí los
lugares pueden esquemáticamente seguir siendo los mismos, las
Situaciones cambian. La historia atribuye funciones diferentes
al mismo lugar. El lugar es un conjunto de objetos que tienen
autonomía de existencia por las cosas que lo fonnan -calles,
edificios, canalizaciones, industrias, empresas, restaurantes,
elcctrilicación, pavimentaciones- pero que no tienen autonomía
de significados, pues cada dfa nuevas funciones sustiLUyen las
antiguas, nuevas funciones que se imponen y se ejercen.
52 f Metamoifosis del espacio habitado

4.4 La ciudad: el lugar revolucionario

En la transición del feudalismo al capitalismo, cuando


las tierras pertenecen a los señores feudales, la ciudad aparece
como el lugar del trabajo libre. El burgo, donde el trabajo libre
es posible. concentra a artesanos y albañiles, pero también a
comerciantes. Este Jugar, la ciudad, se diferencia del campo,
entre otros motivos, por la posibilidad de ese trabajo libre.
La ciudad aparece entonces como una semilla de
libertad; genera producciones históricas y sociales que
contribuyen al desmantelamiento del feudalismo. Representa la
posibilidad del hombre libre, de la libertad de elegir, aunque
esta fuera relativa, ya que los oficios estaban reglamentados por
las corporaciones, por las cofradías.
Las ciudades pudieron formarse gracias a un
determinado avance de las técnicas de producción agrfcola, lo
cual propició la fonnación de un excedente de productos
alimenticios. Al existir este excedente, algunas personas
pudieron dedicarse a otras actividades, siendo la ciudad,
predominantemente, el lugar de las actividades no agrfcolas.
La ciudad renace (pues ya existía antes del feudalismo -
las primeras se formaron alrededor de 3.500 a.C.) en el
momento en que se crea un movimiento bastante intenso de
intercambios. El descubrimiento de América, y la
intensificación de las relaciones comerciales con Asía y África,
hacen crecer las ciudades. Cuando se compra más, las ciudades
producen más, intercambian más excedentes entre sí y,
consecuentemente, pueden extenderse y ver aumentar
elementos y relaciones en sus espacios; crecen y se especializan
en determinadas actividades.
La ciudad reune un considerable número de las
llamadas profesiones liberales, posibilita sus interrelaciones.
por lo que la creación y la transmisión del conocimiento ocupa
un lugar privilegiado en ella De esa forma, la ciudad es un
elemento impulsor del desarrollo y del perfeccionamiento de
las técnicas. Se puede afim1ar, entonces, que la ciudad es un
lugar en constante ebullición.
En la transición del feudalismo al capitalism9. con el
fortalecimiento de las ciudades (burgos), la burguesía era la
Calegor(as 1radicionales, calegor(as acluales 153

clase revolucion<lria; se oponfa a la aristrocracia (poseedora de


las tierras). Algunos autores, entre ellos el propio Marx,
afirman que en sus inicios, el capitalismo, en la historia de la
humanidad, es de carácter revolucionario pues, entre otras
cosas, aumentó el número de personas que vivían en las
ciudades, que en aquél entonces tenían un carácter
transformador e incrementaron el trabajo libre.

4.5 Nuevas relaciones ciudad-campo

Durante unos siglos, el campo y la ciudad eran


interactivos, pero con el proceso que se inicia con las grandes
navegaciones, y que se consolida con la Revolución Industrial,
ya no es posible quedarse al margen de los cambios y continuar
con los mismos conceptos y clasificaciones jerárquicas. Cuando
Lisboa, Londres, etc., mantienen relaciones intensas con las
áreas distantes que suministraban gran parte de sus riquezas,
hablar de una ciudad que dependen de un campo y viceversa, es
poco, o mejor dicho, es incorrecto. Las relaciones con áreas
lejanas al campo inmediato pasa a ser una constante, y hasta
una necesidad. Pero la antigua noción perduró e incluso hoy,
cuando la vida rural se vuelve a veces casi autónoma en
relación a la pequeña ciudad más próxima, vemos que todavía
se menciona incorrectamente el tipo clásico de relaciones entre
ciudad y campo.
Cuanto más modernizada la actividad agrícola, más
amplias son sus relaciones y su alcance más lejano. Por eso, se
puede hablar de un cortocircuito con la ciudad siguiente, ya que
el esquema tradicional se había roto. ¿Qué hacer, entonces con
el viejo concepto de red urbana (ciudades mayores que tienen
las menores como tributarias) en ese esquema piramidal y
militar?. Los esquemas a seguir representan la visión
tradicional de red urbana y, por otro lado, una aproximación de
la realidad tal como se plantea actualmente.
En el esquema tradicional, había una serie de escalas,
etapas, y seguirlas era crecer en importancia, subir en la
jerarquía, aseccnder en la escala de la red urbana. Se utilizó
este esquema durante un siglo, y es apenas a comienzos de la
54 1 Metamoifosis del espacio habitado

década de los 70 cuando se elaboran las primeras propuestas


contra este esquema, y se sugiere que se abandone (Santos,
1975), ya que la ciudad apenas mantiene relaciones con las más
próximas de la pirámide.

Esquema clásico Esquema real (aproximado)

A Ciudad local
B Ciudad Regional
C Metrópoli incompleta
D Metrópoli completa
E Pueblo

Fig. Las relaciones cnLI'c las ciudades en una red urbana


Categorfas tradicionales, caregorfas actuales 155

4.6 Nueva jerarquía urbana

La propuesta de abandonar ese esquema jerárquico


tiene como argumento la historia concreta, o sea la obserYación
de las transfom1aciones reales, palpables, procesadas a lo largo
del tiempo. Los transportes y las comunicaciones avanzaron
muchísimo en los países subdesarrollados. Por ejemplo, los
procesos mayores se realizan a trav~s del autobús y del
automóvil; y los flujos pueden intensificarse gracias a su mayor
flexibilidad, lo cual no sucedía con el tren, medio mucho más
rígido e inllexible. La mejora de carreteras y vehículos y el
encontrar combustibles más baratos representan
modernizaciones que pcnniten la disminución de los costes. En
general, el precio del transporte aumenta menos que los demás
factores de producción y la reducción del coste de los viajes
posibilita a las personas escoger donde adquirir bienes y
servicios que, frecuentemente, van a buscar a lugares más
distantes, pero donde los precios ofrecen mayores atractivos.
Evidentemente, los que hacen esos viajes son los que disponen
de mobilidad. Esa mobilidad en el tcrriLOrio es, además, negada
a los que disponen de menos renta.
Quien no puede moverse periódicamente para obtener
los nuevos ftems de consumo que la publicidad le insinúa,
tem1ina por irse del todo. Tenemos, aquí, un motivo nuevo para
que aumente el número de emigrantes hacia centros mayores.
No nos olvidemos del papel que el transistor, al llegar a los
puntos más recónditos del territorio, tuvo en la revolución de
los hábitos de consumo. Como las ciudades pequeñas no están
en condiciones concretas de abastecerse de todos los bienes y
servicios, los vende muy caros, y acaban por perder buena parte
de sus habitantes. La migración, en última instancia. es. sin
paradoja, consecuencia también de la inmovilidad. Quien
puede, como ya mencionamos, consume y vuelve al lugar de
orígcn. Quien no puede trasladarse periódicamente, va y se
queda allí. La migración que también se presentaba de fom1a
escalonada, según las etapas de la mencionada jerarquía urbana,
se dirigía cada vez m~s directamente hacia los grandes centros.
De ese modo, también se modifican los volúmenes relativos
dentro del sistema urbano. Sumemos a todo esto la realidad de
561 Metammfosis del espacio habitado

las agroindustrias, actividades modernas, sedientas de


tecnología, capitales. información y altos beneficios y que
pasan a relacionarse directamente con los grandes centros. Sólo
la producción directa se da localmente. Pero la garantfa de
participar en una lógica extralocal coloca esas actividades en
nexos cada vez más extralocalcs.
Con la transformación del mundo, hay que substituir las
antiguas categorías de análisis por otras, para explicar tanto lo
nuevo como los cambios. El análisis, para ser válido, no puede
carecer de historia concreta. Como respuesta a las nuevas redes
de relaciones, hoy podemos hablar de una nueva jerarquía
urbana.

4.7 El presente y la totalidad

La geograffa debe ocuparse de las relaciones presididas


por la historia corriente. El geógrafo se vuelve empirista, y está
condenado a equivocar sus análisis, si únicamente se considera
el lugar. como si éste lo explicara todo por sf mismo, y no la
historia de las relaciones, de los objetos sobre los que se
realizan las acciones humanas. ya que objetos y relaciones
mantienen relaciones dialécticas, donde el objeto acoje las
relaciones sociales, y estas impactan sobre los objetos. El
geógrafo ser(a funcionalista si tuviera tan sólo en cuenta la
función; y estructuralista si apenas indicara las estructuras, sin
reconocer su movimiento histórico, o la relación social sin el
conocimiento de lo que la provocó. Se impone, en el análisis,
aprehender los objetos y las relaciones como un todo, y solo así
estaremos cerca de ser holistas, es decir, gente preocupada con
la totalidad.
La relación social, por más parcial o más pequeña que
parezca, contiene parte de las relaciones globales. Por ejemplo,
lo que pasa en este mismo momento, en un lugar cualquiera, no
se restringe a los limites de ese lugar, va mucho mas allá. La
historia de la produccón de un hecho desencadena un proceso
mucho más amplio, que coloca el fenómeno en contextos cada
vez más amplios.
Categorfas tradicionales, call'gorfas actuales 1 57

Sólo a través de esa relación no nos engañaremos ante


las cosas que tienen la misma apariencia. Cada persona, cada
objeto, cada relación es un producto histórico. De esa manera,
conseguimos comprender cómo nuestra disciplina estudia las
relaciones, que se dan por medio de los objetos. Hay una
interdependencia entre los objetos y las relaciones .
Cuando trabajo con el mundo, utilizo en un momento
dado todas sus variables. Pero ningún lugar puede admitir ni
todas ni las mismas variables, ni los mismos elementos ni las
mismas combinaciones. Por eso, cada lugar es singular, es una
situación que no se parece a ninguna otra. Cada lugar combina
de manera particular variables que pueden, muchas veces, ser
comunes a varios lugares. El acontecer global se plantea
selectivamente, de modo impar, aunque siempre dominado por
la totalidad, y es eso lo que nos lleva imperativamente a la
necesidad de apuntar hacia la historia concreta del hoy, de la
comunidad humana, de su actualidad, sin importar el lugar
particular donde aparezca lo nuevo.
La teorización depende de un esfuerzo de
generalización y de un esfuerzo de individualización. La
generalización nos da la lista de posibilidades; la
individualización nos indica cómo en cada lugar, se combinan
algunas de esas posibilidades.
Apenas a partir del momento en que la información es
inmediata, podemos construir la teoría en la ciencia geográfica.
En la medida en que cada día podemos entender las nuevas
relaciones creadas por las nuevas técnicas, estamos mucho más
próximos de la teorfa geográfica, pues la hisloria nos ayuda a
analizar los hechos de la globalización. Lo perjudicial es que no
conocemos el hecho en sf, sino las interpretaciones realizadas
por las agencias internacionales. Por eso es necesario, por parte
del intelectual, de leer no sólo una, sino varias versiones sobre
un hecho, para poder tener otra visión del mundo, una visión
real de los hechos concretos, ya que el mundo puede apreciarse
con muchas lentes distintas.
5
Paisaje y espacio

El espacio está en el centro de las preocupaciones de


los más variados profesionales. Para algunos, es objeto de
conocimiento. Para otros, simple medio de trabajo. Hay desde
los que lo ven como un producto histórico, hasta los que lo ven
como un proceso histórico. Podríamos decir que el espacio es el
más intcrdisciplinar de los objetos concretos (Santos y Souza,
1986, p.l)
Todos los espacios son geográficos porque estábn
determinados por el movimiento de la sociedad, de la
producción. Pero tanto el paisaje como el espacio provienen de
movimientos superficiales y profundos de la sociedad, una
realidad de funcionamiento unitario, un mosaico de relaciones,
de formas. funciones y sentidos.

5.1 Paisaje: su realidad

Todo lo que vemos, o que nuestra visión alcanza es el


paisaje. Este puede definirse como el dominio de lo visible, lo
que la vista abarca. No sólo está fom1ado por de volúmenes,
sino también por colores. movimientos, olores, sonidos, etc.

5.2 Percepción y conocimiento

Nuestra visión depende de la localización donde uno se


encuentra, bien sea en el piso, en un piso bajo o alto de un
edificio, en un mirador estratégico, en un avión, et.c. El paisaje
adquiere escalas diferentes~ ·
p~cscRla Ele feRnfts di t<crsas a
se ,"\,
"t_r.'" u N 1 V € R S 1 0 A 0
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... ...··.·;. {
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-·- ·-· · .. --- --
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60 1 Metam01josis del espacio habitado

nuestros ojos, según donde estemos, ampliándose cuanto más


se sube en altura, po rque de ese modo desaparecen o se atenúan
los obstáculos de la visión, y el horizonte vislumbrado no se
interrumpe.
La dimensión del paisaje es la dimensión de la
percepción, lo que llega a los sentidos. Por eso, el aparato
cognitivo tiene crucial importancia en esa aprehensión, por el
mero hecho de que toda nuestra educación, fonnal o infonnal,
se ha llevado a cabo de forma selectiva, y por lo tanto
diferentes personas presentan diversas versiones del mismo
hecho. Por ejemplo, lo que un arquitecto o un artista ven, otros
no lo pueden ver o lo hacen de manera distinta. Esto es válido
tanto para profesionales con diferente fonnación como para el
hombre común.
La percepción es siempre un proceso selectivo de
aprehensión. Si la realidad es apenas una, cada persona la ve de
fom1a diferente; por eso, la visión del hombre de las cosas
materiales está siempre defonnada. Nuestra tarea es la de
superar el paisaje como aspecto, para llegar a su signil1cado. La
percepción no es aún conocimiento, que depende de su
interpretación y será tanto más válida cuanto más limitemos el
riesgo de considerar verdadero lo que sólo es apariencia.
Existieron tiempos en que, para muchos, la geografía
tendría como objeto el estudio del paisaje. Pero Sorre
introducía una restricción que distingufa el fenómeno
geográfico de su mera expresión corpórea. Decfa. el gran
maestro francés, que el geógrafo debfa utilizar en su
descripción, "la noción capital de complejo geográfico local,
cuya expresión concreta es el paisaje". Y añadía: "he ahf el
verdadero dato geográfico" (Megale, 1984, p. 126), como si
quisiera mostrar la importancia de alcanzar la esencia del
acontecer geográlico.

5.3 Paisaje y región

Muchos también consideraban como sinónimos paisaje


y región. Es un hecho que, en tiempos bastante remotos, la
geografía correspondiente a cada grupo se explicaba por la
Paisaje y espacio 161

propia acción del grupo, y el paiSaJe y la región estaban


directamente asociadas. Esta idea persistió en el espíritu de los
geógrafos europeos hasta finales del siglo pasado. "La teoría de
Vidal de la Blache concebía al hombre como un antiguo
huésped de varios puntos de la superficie terrestre, que se
adaptaba en cada lugar al medio que lo rodeaba, creando en la
relación constante y acumulativa con la naturaleza un acervo de
técnicas, hábitos, usos y costumbres, que le permitieron utilizar
los recursos naturales disponibles. A este conjunlo de t6cnicas y
costumbres, construido y transmitido socialmente, Vidal lo
denominó "género de vida", lo cual expresaba una relación
entre la población y los recursos, una situación de equilibirio,
construida históricamcnlc por las sociedades. La diversidad de
los medios explicaría la diversidad de los géneros de vida"
(Moraes, 1986, p. 68-69).
En Eu ropa, la personalidad de cada región fue
constituyéndose como resultado de una larga evolución; y los
trazos del pasado podían, por eso, cristalizarse. Las actividades
creadas se mantenían durante un largo período, dando la
impresión de irunovilidad. Por eso se planteó la idea de que el
paisaje, creado en función de un modo de producción duradero,
debía confundirse con la región, o sea, el área de acción del
grupo interesado.
Es un hecho que asf (y sobre todo en el comienzo de la
historia del hombre) era posible entrever cierta semejanza entre
paisaje y región. Pero el mundo cambió, y hoy la confusión
entre Jos dos conceptos ya no es posible. La geografía ya no es
más el estudio del paisaje. como imaginaban nuestros colegas
de antaño; no es que estuvieran equivocados, sino que hubO
grandes transformaciones en el mundo. La modernización de la
agricultura y la dispersión industrial introducen fom1as nuevas
de organización espacial.

5.4 Los objetos culturales

Carl Sauer, padre de la geografía cultural -muy


próxi ma a la antropogcografía de Ratzel y de la geografía
humana de Vidal de la I3lache- propuso que consideranunos
62 1 Metamo1jo sis del espacio Jwhitado

dos tipos de paisaje, el natural y el artificial. Argumenta que a


medida que el hombre se enfrenta a la naturaleza, existe entre
los dos una relación cultural, que tambi~n es política, t~cnica,
cte. Se trata de la huella del hombre sobre la naturaleza,
ll:.unada por Marx de socialización .
De esta manera, con la producción humana se plantea
la producción del espacio. El trabajo manual se relegó a un
segundo plano, y la maquinari a se usó cada vez más, hasta
llegar a la automatización. La producción del espacio es
resultado de la acción de los hombres que actúan sobre el
propio espacio, a través de los objetos naturales y artificiales.
Cada tipo de paisaje es la reproducción de niveles diferentes de
fue rzas productivas, materiales e inmateriales, pues el
conocimiento también fonna parte del papel de las fuerzas
productivas.

5.5 Paisaje natural, paisaje artificial

El paisaje artificial es el paisaje transfom1ado por el


hombre, en cuanto que a grosso modo podemos afim1ar que el
patsajc natural es aquel que todavía ll•) ha sido modificado por
el esfuerzo humano. Si en el pasado había d paisaje natural,
hoy esa modalidad de paisaje práctic:.u11entc no existe. Así un
lugar que no haya sido manipulado físicamente por la fuerLa
del hombre, es objeto de preocupaciones e intenciones
econónucas y políticas. Hoy todo se sitúa en el ámbito de
interés de la historia, y es por lo tanto, social.
El paisaje es un conjunto heterogéneo de fom1as
naturales y artificiales; está fonnado por fracciones de ambas,
ya sea en cuanto al tamaño, volúmen, color, util idad. o por
cualquier otro criterio. El paisaje siempre es heterogéneo. La
vida en sociedad supone una multiplicidad de funciones y
cu:mto mayor su número, mayor la diversidad de fom1as y
actores. Cuant o más compleja la vid a social. más nos
distanciamos de un mundo natural y nos dirigtmós hacia un
mundo artificial.
Si consideramos la sucestón histórica de los modos <.le
producción, reconoceremos los diversos grados de lo artificial,
Paisaje y espacio 1 63

con la parte cultural volviéndose cJda vez más importante y


significativa. Este parece ser el camino de la evolución. Por eso
hoy, ante una gran ciudad como Sao Paulo, Nueva York, Pans,
Londres o Buenos Aires, es diffcil distinguir lo natural de lo
artificial. La percepción de la diferencta es cada vez más ardua
y temeraria. Sabemos, sin embargo, que el camino de lo mis
natural a lo más artificial trae consigo una mayor cantidad de
instrumentos de trabajo fijos y que cada vez se impone mis el
ámbito de las técn:cas. Hay una relación entre los instrumentos
de trabajo (Objetos de los más diversos tamaños, que el hombre
crea para poder producir) y el paisaje. Muchos de esos
instrumentos no son materiales, pero se elaboran como
elemen· J~ ncc'.sarios para la producción. En eras bastante
remotas. los ins:rumentos de trabajo eran una prolongación del
hombre · ro a medida que transcurre :it.:mpo, se transfonnan
en prolongaciOnes de la tierra. prótes:s o inc•ementos a la
propia natur.t: za. bien sean o no d.:r·:deras. Los instrumentos
de trabaj' inmóvtles tienden a predonunar '>nbrc lo;,; n1óviks y a
ser su condición de uso. Carreteras, dif.cio.,- pu··ntes. pue11os.
depósit• s, ~te so•; elementos añadidos a la naturakza :-;in los
cuales la producción sería imposihle. La ciudad es el mejor
ejemplo de esos complementos a !o natu!·al.

5.6 Paisaje y producción: los instrumentos de trabájo

La relación entre paisaje y producción está en que cada


fom1a productiva necesita un tipo de mstrumento de trabajo. Si
los instrumentos de trabajo están unidos al proceso direcw de
próducción, es decir, a la producción propián1cñtc dicha,
también lo están a la circulación, dtstribución y consumo. El
paisaje se organiza según estos niveles, en la medida en que las
exigencias de espacio varían en functón de los procesos propios
a cada producción y al nivel de capital, tecnología y
organizactón correspondientes. Por esa razón. el paisaje urbano
es más heterogéneo, ya que la ciudad abarca diversos tipos y
niveles de producción. Cada instrun cnto de trabajo tiene una
localización específica, que obedece a la lógica de la
64 1 MetamOifosis del espacio habitado

producción en los cuatro momentos mencionados anterionncnte


y por esta razón el espacio se usa de fomta tan desordenada.
El paisaje no se crea de una sola vez, sino por
incrementos, substilucioncs: la lógica por la cual se hiw un
objeto en el pasado era la lógica de la producción de aquel
momento. Un paisaje es una escritura sobre otra, es un conjunto
de objetos con edades di ferentes, una herencia de muchos
momentos di ferentes. De ahf viene la anarquía de las ciudades
capitalistas. Si se mantienen juntos elementos de edades
diferentes, responderán de diferentes formas a las demandas
sociales. La ciudad es esa heterogeneidad de fomtas, pero
subordinada a un movimicmo global. Lo que se llama desorden
apenas es el orden de lo posible, ya que nada está desordenado.
Solamente que una parte de los objetos geográficos ya no
atiende a los fines de cuando fue construido. Así, el paisaje es
una herencia de muchos momentos pasados, lo que llevó a
Lcnin a afimtar que la gran ciudad es una herencia del
capitalismo, que llegó para quedarse, y, por lo tanto, los
planificadores del futuro deben tener en cuenta esa realidad.
En los inicios de la historia del hombre, sus
instrumentos de trabajo estaban separados; hoy son cada vez
más indivisibles, como en un ferrocarril, una autopista, etc. El
camino histórico de los instrumentos de trabajo va, cada vez
más, de la divisibilidad a la indivisibilidad y del dato aislado, al
síslema. Es lo que ocurre con la energfa eléctrica, el agua, el
teléfono, etc. Otra tendencia actual de los instrumentos de
trabajo es ir de lo diminuto a lo inmenso -por ejemplo, los
ci rcuitos integrados y los hipem1ercados. Cada uno de esos
instrumentos es un sistema en sí mismo, que se relaciona con
un sistema global. De esa fonna, un shopping cemer tiene su
propio s istema de crédito, sus párkings, su lógica
organizacional, su sistema funcional. Hay una sistcmaticidad
del objeto moderno que se relaciona con un sistem a mayor.
Pasarnos de los objetos, geográfica y funcionalmente aislados, a
los objetos agrupados sistemáticamente y, también, sistémicos.
Las ciudades más antiguas se adaptan, se transfomtan más o
menos lentamente; las nuevas ya nacen así.
Paisaje y espacio 165

5.7 Un cambio permanente

En cada momento histórico las maneras de hacer son


diferentes, el trabajo humano se vuelve cada vez más complejo
y exige cambios correspondientes a las innovaciones. A trav~
de las nuevas técnicas vemos la substitución de una fonna de
trabajo por otra, de una configuración territorial por otra. Por
eso, el entendimiento del hecho geográfico depende tanto del
conocimiento dc.los sistemas técnicos.
El hombre construye nuevas maneras de hacer cosas,
nuevos modos de producción que reúnen sistemas de objetos y
sistemas sociales. Cada período se caracteriza por un conjunto
de técnicas concretas. En cada perfodo histórico tenemos un
conjunto propio de técnicas y objetos correspondientes. En un
momento B. muchos elementos del momento A pem1anecen; y
luego surgen otros nuevos. Es la innovación triunfante que
pem1itc salir de un pcrfodo y entrar en otro. La innovación trae
la modificación del paisaje, que pasa a tener objetos de los
momentos A y B.
El paisaje no es para siempre. Es objeto de cambio. Es
un resultado de sumas y restas sucesivas. Es una especie de
marca de la historia del trabajo, de las técnicas. Por eso, es
parcialmente trabajo muerto, ya que está fom1ado por
elementos naturales y artificiales. La naturaleza natural no es
trabajo. Ya su antinomia, la naturaleza artificial, es el resultado
del trabajo vivo sobre el trabajo muerto. Cuando la cantidad de
técnica sobre la naturaleza es mayor, el trabajo se basa sobre el
trabajo. Es el caso de las ciudades, sobre todo las grandes. Las
casas, la calle, los ríos canalizados, el metro, etc, son resultados
del trabajo corpori ficado en objetos culturales. Se~mos
reiterativos: al ser susceptible a los cambios irregulares a lo
largo del tiempo, el paisaje es un conjunto de formas
heterogéneas, de edades di ferentes. pedazos de tiempos
históricos representativos de diversas maneras de producir las
cosas, de construir el espacio.

5
66 1 Metamorfosis del espacio IIabitaclo

5.8 Datación y movimiento del paisaje

Los objetos son susceptibles, pues, de una datación,


tienen edades. Por la fecha de los objetos de un paisaje
deberíamos poder reconocer su edad (o sus edades). Pero esto
no siempre es posible, ya que muchas veces los objetos
antiguos son suprimidos del paisaje. Quien desembarca en Sllo
Pauto, reconoce la historia de los objetos presentes. pero no la
historia de la ciudad. En la vieja Europa, los trazos del pasado
son más visibles; todo es una diferencia de ritmos. Pero en
todos los casos. no existe paisaje indiferenciado desde el punto
de vista histórico, excepto en el caso de una ciudad casualmente
inaugumda ayer.
El paisaje tiene, pues. un movimiento que puede ser
más o menos rápido. Las formas no nacen apenas de las
posibilidades t6cnicas de una 6poca, sino que dependen tambi6n
de las condiciones económicas. políticas. culturales. etc. La
t6cnica tiene un papel importante, pero no tiene existencia
histórica fuera de las relaciones sociales. El paisaje debe ser
pensado paralelamente a las condiciones políticas, económicas
y tambi6n culturales. Revelar esa dinám ica social es
fundamemal, pues los paisajes nos restituyen todo un conjunto
histórico de t6cnicas, cuya cm nos descubre; pero no muestra
todos los datos, que no siempre son visibles.

5.9 Las mutaciones del paisaje: lo estructural y lo funcional

La mutaciones del paisaje pueden ser estructurales o


funcionales. Al pasar por una gran avenida, tanto de dfa como
de noche, contemplamos diferentes paisajes, gracias a su
movimiento func ional. La calle, la plaza, el paseo público
funcionan de modo diferente según las horas del día, los días de
la semana, las épocas del año. Dentro de la ciudad y a causa de
la división territorial del trabajo, también hay paisajes
funcionalmente distintos. La sociedad urbana es una, pero se
presenta según fom1as-lugares diferentes. El es principio de la
diferenciación funcional de los subespacios. La sociedad no
cambió, permaneció siendo la misma, pero se presenta de
Paisaje y espacio 167

acuerdo con ritmos distintos, según los lugares; y cada ritmo


corresponde a una apariencia, una fonna de parecer. Es el
principio de la variación funcional del mismo subcspacio.
También se plantea un cambio estructural por el
cambio de las formas. Cuando se construyen edificios de
cuarenta pisos en vez de veinte o treinta y dos, es, como regla,
señal de que también podr:ín construirse otros, de que tenemos
actividades y gente para llenarlos, y justificar su construcción.
Hay una relación entre la estructura socio-espacial y la
estructura socio-económica y política. Alteraciones de viejas
fonnas para adecuarlas a las nuevas funciones también son
cambios estructurales.
Es en ese marco donde se analiza el envejecimiento de
las fonnas, tanto ffsico como social. Las fonnas envejecen por
inadecuación física, cuando, por ejemplo, se desgastan los
materiales. Ya el envejecimiento social corresponde al desuso o
desvalorización, a causa de la preferencia social de otras
formas. A veces. el movirniento corresponde a una moda, como
la construcción de suites en las habitaciones; aquí existe un
envejecimiento moral. A veces el envejecimiento de las fonnas
pcmlite que haya un cambio brutal de su uso -grandes casas se
vuelven inquilinatos, pasan de ser habitación de ricos para ser
albergue de pobres. El envejecimiento físico de las formas es
previsible por la duración de los materiales; el envejecimiento
moral no es tan previsible, cambia de acuerdo con el marco
político, cnonómico, social y cultural.
El paisaje es un palimpsesto, un mosaico, pero tiene un
funcionamiento unitario. Puede contener fom1as viudas y
formas vfrgencs. Las primeras cst~n a la espera de una
reutilización. que incluso puede hasta llevarse a cabo; las
segundas se crean a propósito para nuevas funciones, para
recibir innovaciones. Las funciones que son más susceptibles
de crear nuevas fonnas son: bancos, hipem1crcados. el Estado,
shopping cellters. cte., adcm:1s de ciertas instituciones públicas.
Fuera de éstas, son pocas las funciones capaces de crear nuevas
fom1as, y por eso es más común el uso de las preexistentes por
medio de una readaptación. Es el caso de hospitales, escuelas,
servicios diversos, pequeñas fábricas, etc, que se instal:m en
antiguos caserones o edificios abandonados por otras
68 1 Metamotfosis del espacio habitado

actividades, donde se readaptan formas viejas para nuevas


funciones.

5.1() Espacio: su realidad

Según Armando Correa da Silva (1986, pp.28-29), las


categorías fundamentales del conocimiento geográfico son,
entre otras, espacio, lugar, área, región, territorio, hábitat,
paisaje y población, que definen el objeto de la geografía en sus
relaciones (...) De todas, la más general -que incluye a las
demás- es el espacio.
Pero el paisaje y el espacio son cosas diferentes. Al
igual que el vocablo paisaje, la palabra espacio también se usa
en decenas de aceptaciones. Se habla del espacio de la sala, de
lo verde, de un país, de una nevera, espacio ocupado por un
cuerpo, cte. Es uno de los ténninos que posee más aceptaciones
en los diccionarios y enciclopedias; y en algunos aparece con
centenas de sentidos diversos.
Para palabras como rojo, duro o sólido sus significados
no se ponen en duda. están asociados a experiencias
elementales. Esto no sucede con la palabra espacio,
frecuentemente substituida por lugar, territorio, etc. La palabra
se utiliza mucho como sustantivo, así como en los casos de
espacio del hombre, del emigrante, del sedentario, etc. La
propia palabra paisaje es comúnmente utilizada para designar al
espacio.
El espacio seña un conjunto de objetos y relaciones que
se ejercen sobre estos objetos; no entre estos específicamente.
sino pára los cuaJes ellos sirven de intermediarios. Los objetos
ayudan a concretar una serie de relaciones. El espacio es
resultado de la acción de los hombres sobre el propio espacio,
por medio de los objtetos, naturales y artiíiciaJes.

5.11 El paisaje no es el espacio

En realidad no existe, paisaje inm5vil, inerme; y si


usamos este concepto apenas es como recurso analftico. El
Paisaje y espacio 169

paisaje es materialidad, formada por objetos materiales y no


materiales. La vida es sinónimo de relaciones sociales, y éstas
no son posibles sin la materialidad, la cual fija relaciones
sociales del pasado. En conscquencia, la materialidad
construida será fuente de relaciones sociales, que también se
producen por mediación de los objetos. Éstos pueden ser
sujetos de diferentes relaciones sociales -una misma calle puede
servir a diferentes funciones en distintos momentos.
La sociedad existe con objetos; y gracias a ellos se
vuelve concreta. Por ejemplo, s ao Paulo tiene dieciseis
millones de habitantes, pero si no explicamos cómo se
desplazan para ir a su casa, al trabajo, de compras; cómo viven,
cómo participan en la reproducción social, cte., no nos
referirfamos a SITo Pauto, sino a dieciseis millones de personas.
El paisaje es diferente del espacio. El primero es la
materialización de un instante de la sociedad. Sería, en una
comparación osada, la realidad de hombres fijos, posando para
una foto. El espacio es el resultado del matrimonio de la
sociedad con el paisaje. El espacio contiene el movimiento. Por
eso, paisaje y espacio son un par dialéctico. Se complementan y
se oponen. Un esfuer¿o analítico impone que los separemos
como categorías diferentes, si no queremos correr el riesgo de
no reconocer el movimiento de la sociedad.
Imaginemos la ciudad de Salvador (Bahía) el día uno
de junio de 1996, a las tres de la tarde. Tendríamos una
detenninada distribución de personas, de producción sobre el
territorio. Tres horas más tarde, esta distribución cambiaría. El
conjunto de trabajos y actividades cambia, así como la visión
de conj unto. El movimiento de las personas corresponde a la
etapa de producción que se plantea en aquel momento. Todos
son productores -el operario, el actor de teatro, el vendedor de
supem1ereado, el intelectual, el chófer de taxi, etc; incluso los
que no están vinculados directamente en el proceso de
producción, ya que también consumen. La manera cómo se
plantea la producción y el intecambio entre los homhres es lo
que otorga un aspecto al paisaje. El trabajo muerto (acumulado)
y la vida se dan juntos, pero de maneras diferentes. El trabajo
muerto sería el paisaje. El espacio sería el conjunto del trabajo
70 1 MetamOJfosis dd t'spado habilaclo

muerto (fomws geográficas) y del trabajo vivo ( el contexto


social).
Existe una adecuación de la sociedad -siempre en
movim iento- al paisaje. La sociedad se acopla al paisaje,
supone lugares donde se instalan, en cada momento, sus
diferentes fracciones. Hay de esa manera, una relación entre la
sociedad y un conjunto de fom1as -materiales y culturales.
Cuando se alcanza un cambio social, también se plantea un
cambio en los lugares, por ejemplo, la invasión de Sao Paulo
por los pobres, hace cerca de treinta y cinco años. Diríamos,
con Edward Soj a ( 1983) que la sociedad s iempre está
espacializándose. Pero la espacialización no es el espacio. La
espacialización es un momento de la inserción territorial de los
procesos sociales. El espacio es más que eso, pues funciona
como un dato del propio proceso social.

5.12 La espaciali1.ación no es espacio

El espacio es el resultado de la suma y la síntesis,


siempre reelaborada, del paisaje con la sociedad a través de la
espacialidad. El paisaje permanece y la espacialidad es un
momento. El paisaje es cosa, la espacialización es funcional y
el espacio es estructural. El paisaje es relativamente pem1anente
mientras que la espacialización es mutable, circunstancial,
producto de un cambio estructural o funcional. El paisaje
precede la historia que se escribirá sobre él o se modifica para
acoger una nueva actualidad, una innovac ión. La
espacialización es siempre el presente, un presente que huye,
mientras que el paisaje es siempre el pasado, aunque sea
reciente.
El espacio es igual al paisaje, más la vida que existe en
él; es la sociedad acoplada en el paisaje, la vida que palpita
conjuntamente con la materialidad. La espacialidad sería un
momento de las relaciones sociales geogral1zadas. el momento
de la incidencia de la sociedad sobre una determinada
disposición espacial.
La espacialización no es tan solo el reso llado del
movimiento de la sociedad, porque depende del espacio para
Paisaje y espacio 1 71

realizarse. En su movimiento pennanente, en su búsqueda


incesante de geografización, la sociedad está subordinada a la
ley del espacio preexistente. Su subordinación no es el paisaje,
que considerado aisladamente es un vector pasivo. Es el valor
atribuido a cada fracción del paisaje por la vida -que
metamorfosea el paisaje en espacio- lo que pennite la
selectividad de la espacialización. No se trata de un proceso
autónomo, porque en su orígen, depende de las relaciones
sociales y al final no es independiente del espacio, ni su
concepto substituye el concepto de espacio. La espacialización
tampoco es apenas el resultado del movimiento de la sociedad,
porque depende del espacio.
6
Configuración territorial y espacio

Los conceptos de paisaje, configuración territorial y


espacio son di ferentes. El paisaje no es la configuración
territorial, aunque sea una parte de ella. La configuración
espacial no es el espacio, aunque participe también en él. La
configuración territorial es el territorio, más el conjunto de
objetos existentes en él; objetos naturales u objetos artificiales
que la definen. Muchas veces lo que imaginamos como natural
no lo cs. mientras que lo artificial se vuelve "natural" cuando se
incorpora a la naturaleza. Así, las cosas creadas ante nuestros
ojos y que para cada uno de nosotros constituyen lo nuevo.
aparecen como un hecho banal para las nuevas generaciones.
Lo que vimos construir es, para las generaciones siguientes, lo
que existe ante ellos como naturaleza. Descubrir si un objeto es
natural o artificial exige la comprensión de su génesis, es decir,
de su historia.

6.1 Configuración territorial y paisaje

Sea cual sea el país y el estado de su desarrollo,


siempre existe una configuración territorial fom1ada por la
constelación de recursos naturales, lagos, ríos, planicies,
montañas y bosques; y también por los recursos creados:
carreteras, rcrrocarriles, conducciones de todo orden, diques.
presas, dudades, y otros. Ese conjunto de todas las cosas
dispuestas como sistema es lo que fonna la configuración
territorial, c uya realidad y extensión se confunden con el propio
te rritorio de un país. T ipos de bosques, suelo, clima,
deslizamcntos, son interdcpcndientes, como tambi~n son las
74 1 MetamOtfosis del espacio habitado

cosas que el hombre sobrepone a la naturaleza. Es más, la


interdependencia se complica y completa justamente porque se
presenta entre las cosas que llamamos naturales y las que
llamamos artificiales.
El paisaje es el conjunto de objetos que nuestro cuerpo
alcanza a percibir e identificar. Como simples peatones, sería el
jardín, la calle o el conjunto de casas de enfrente. Una fracción
más extensa de espacio que nuestra vista alcanza a ver desde lo
alto de un edificio. Lo que vemos desde un avión que vuela a
1.000 mt de altura es un paisaje, como el que percibimos en una
extensión lOdavfa más vasta, cuando lo divisamos de una altura
mayor. El paisaje es nuestro horizonte, estemos donde estemos.
Es también el contacto de nuestro cuerpo con el cuerpo
orgánico que es la naturaleza. A través del paisaje, la
configuración territorial apenas se plantea parcialmente
miniaturizada en las fotografías o los mapas, en la medida en
que dominemos las infom1aciones. Pero la configuración
territorial es siempre un sistema, o mejor. una totalidad, aunque
inerte. La naturaleza es una totalidad y un sistema siempre que
no haya independencia entre las partes; ni en la naturaleza
llamada natural, ni en la naturaleza transfom1ada. Pero el
paisaje no es total. sino parcial. Es siempre sectorial, un
fragmento, y por eso hasta su percepción nos engaña, y no nos
puede conducir directamente a la comprensión de lo real,
porque nunca se presenta como un todo.
La configuración territorial, sin embargo, es un todo.
Al más rico y audaz de los mercaderes, de nada le valdrá
comprar un trozo de una carretera. ¿Qué podría hacer con eso?
¿De qué sirve adquirir un pedazo de calle? ¿Qué se puede hacer
con ese fragmento, sino utilizarlo dentro y en función de la
totalidad de las cosas que fonnan la configuración territorial?
El paisaje es el conjunto de cosas que perciben
directamente nuestros sentidos; la configuración territorial es el
conjunto total, integral de todas las cosas que forman la
naturaleza en su aspecto superficial y visible; y el espacio es el
resultado de un matrimonio o un encuentro sagrado, mientras
dura, entre la configuración territorial, el paisaje y la sociedad.
El espacio es la totalidad verdadera porque es dinámico, es la
geografización de la sociedad sobre la conliguración territorial.
Configuración territorial y espacio 1 75

Las fonnas pueden, durante mucho tiempo, seguir siendo las


mismas, pero como la sociedad está siempre en movimiento, el
mismo paisaje, la misma configuración territorial, nos ofrecen,
en el transcurso de la historia, espacios diferentes.

6.2 El espacio: rijos y flujos

El espacio está siempre formado de fijos y de flujos.


Tenemos cosas lijas, flujos que provienen de esas cosas fijas, y
flujos que llegan a esas cosas fijas. Todo este conjunto es el
espacio.
Los fijos nos muestran el proceso inmediato de trabajo.
Los fijos son los propios instrumentos del trabajo y las fuerzas
productivas en general, incluyendo la masa de hombres. Es por
esta razón que los diversos Jugares, creados para ejercitar el
trabajo, no son idénticos y su rendimiento está relacionado con
la adecuación de los objetos al proceso inmediato de trabajo.
Los flujos son el movimiento, la circulación y por lo tanto
también nos explican los fenómenos de la distribución y del
consumo. De ese modo, las categorías cl~sicas, es decir, la
producción propiamente dicha, la circulación, la distribución y
el consumo, pueden estudiarse por mediación de esos dos
elementos: fijos y flujos.
El análisis eJe los flujos es a veces diffcil a causa de la
ausencia de datos. Pero el estudio de los fijos pcnnite abordarlo
más cómodamente, a través eJe los objetos localizados: agencias
de correos, sucursales bancarias, escuelas, hospitales, fábricas ...
Cada tipo de fijo tiene sus características, técnicas y
oganizacionalcs. Y de ese modo, a cada tipo de fijo
corresponde una tipología de flujos. Un objeto geográfico, un
fijo, es un objeto técnico pero también un objeto social, gracias
a los flujos. Fijos y Oujos interactúan y se alteran mutuamente.

6.3 Los fijos

A partir eJe ese c.Jato tal vez podamos abordar de otra


forma aquella antigua discusión, al oponer lo que se
76 1MetamOtfosis del espacio habitado

acostumbra llamar espacio económico a lo que se considera


espacio geográfico. El espacio económico es un conjunto de
puntos y de flujos, mientras que el espacio geográfico es el
espacio banal. Pero no se pueden distinguir, ya que los fijos
provocan flujos en función de sus datos t~cnicos, que son
generalmente locacionalcs, pero también en función de datos
políticos. Los fijos, como instrumentos de trabajo, crean
masas. Pero no basta crear masas, es imperati vo provocar su
movim iento. Y la capacidad de movilizar una masa en el
espacio la produce exactamente el poder económico, político o
social, poder que, por eso es mayor o menor según las
empresas, instituciones y los hombres en acción.
A través de la historia vemos Wl cambio de importancia
relativa de cada una de esas instancias en la realidad y en la
interpretación espacial. Hoy en día, ciertamente más que nunca,
al alcanzar los fijos una gran importancia, la circulación tiene
una impon;mcia fundamental, entre otras razones por el hecho
de que el producto se internacionalizó y, por consiguiente, ha
de distribuirse por todo el mundo, independientemente de
fronteras y de distancias. Por otro lado, la necesidad de
acumulación se agravó y, por consiguiente, la circulación
alcanzó un ritmo frenético. ·Quien tiene menos rapidez de
movimiento ve como su producto y su medio de trabajo se
desvaloriza.

6.4 Sistcmns de ingeniería

El conjunto de fijos, naturales y sociales, forma


sistemas de ingeniería, sea cual sea el tipo de sociedad. Hasta
las llamadas civilizaciones primitivas disponían de sistemas de
ingeniería y a veces hasta mejor elaborados que los actuales,
porque con ingenio y arte, emprendían proyectos con pocos
medios. El dominio, por ejemplo, de la.~ aguas saladas en un
pafs como Guinea Bissau, que todavía es económicamente
pobre y atrasado, ilustra perfectamente esa capacidad de
amoldar la naturaleza con la construcción de diques, para
desalinizar la tierra y sembrar arroz. Se trata de un caso límite
de elaboración de un sistema de ingeniería, que se define como
Configuración territorial y espacio 1 77

un conjunto de instrumentos de trJbajo af\adidos a la naturaleza


y de otros instrumentos de trabajo que se localizan por encima
estos, en una orden creada para y por el trabajo. La naturaleza
es más, es un orden, ·aunque se nos presente con diferentes
niveles de organización, tanto en la naturaleza natural como en
la artificial. Por ejemplo, el nivel de organización de un cristal
aislado no tiene nada que ver, en dimensión y escala, con el
nivel de organización de un macizo como el del altiplano
Diamantinao. Ni las "bolanhas" guineanas son, desde ese punto
de vista, comparables con las grandes máquinas urbanas que las
metrópolis modernas constituyen.
Dentro de la naturaleza modificada por el hombre, los
niveles de organización son tan diversos como los niveles de
humanización de la naturaleza. Los sistemas de ingeniería
evolucionan con la historia. De forma general, podemos afirmar
siempre que pasamos primero de un uso mayor del trabajo a un
uso mayor del capital. Por ejemplo, en el caso del arroz de
bolanha de Guinea, es el trabajo quien construye los diques, los
canales de irrigación o drenaje, mientras que en los países más
ricos, los sistemas modernos de irrigación y drenaje, es más el
capital quien lo lleva a cabo y, por eso mismo auyenta al
trabajo. Por esto la palabra y el acto de irrigar tienen, con el
tiempo, significados diferentes desde un punto de vista no
apenas técnico, sino económico, social, político y cultural, y
paralelamente la evolución de los sistemas de ingeniería
transcienden la naturaleza que se vuelve más y más artificial.
Esa conquista no es homogénea, al estar algunas áreas más
imbuidas de esas verdaderas prótesis que otras. Los sistemas
de ingenieria pasan de un aislamento a una interdependencia
creciente. Veamos por ejemplo el caso de los generadores de
electricidad. De un número enomte de empresas, casi tan
numerosas como el número de localidades con este servicio.
nos encontramos hoy con una tendencia a la unificación tanto
técnica como organizacional. Lo mismo sucede con el teléfono,
los ferrocarriles, las carreteras. La tendencia a una mayor
interdepemlencia va acompañada de una mayor diversificación
y expansi6n de objetos técnicos en el espacio. Al mismo tiempo
que las actividades capitalistas aumentan su presencia en el
78 1 Mewm01[osis dd espacio habitado

territorio, se plantea lo contrario con los espacios


indiferenciados.
La evolución de los sistemas de ingeniería tambi~n
implican pasar de una división del trabajo local y simple, a una
cooperación geográficamente extendida y compleja, de pocas a
muchas mediaciones al usar técnicas cada vez más extrañas al
grupo. Por ejemplo, la irrigación creada en el siglo pasado en la
región de Brumado, en Bahia, se hacía (y todavía se hace) con
técnicas que en realidad eran el resultado de una interacción
directa, casi sin mediación entre el grupo y su porción de
naturaleza. Mientras tanto, las nuevas fonnas de irrigación son
el resultado de t6cnicas extnu1as al grupo. Paralelamente, cada
vez que se desarrolla el sistema de ingeniería, el control de su
utilización se vuelve más unificado. Hay una unificación del
control de esos sistemas tanto desde el punto de vista de la
economía como del institucional. Pasamos también de flujos
cortos en el espacio, y que actúan en áreas limitadas, a flujos
que se expanden con el apoyo de nuevos sistemas de ingeniería.
El interés de las grandes naciones por crear grandes complejos
hidroeléctricos en los países pobres, naturalmente financiados
por el Banco Mundial (que es el gestor de sistemas a escala
internacional), se justifica mientras los sistemas de ingeniería
tengan tendencia a universalizarse, por lo menos en cuanto a su
uso.

6.5 División del trabajo a escala

Pero sobre todo, lo importante es que, con la evolución


de los sistemas de ingeniería, la propia noción del tiempo
cambia: el tiempo de producción, el de circulación, el de
consumo y el de producción de la plusvalía. Mientras más
evolucionan Jos sistemas de ingeniería, más cosas se producen
en menos tiempo. También se transportan más objetos en
menos tiempo, el consumo es más inmediato, y facilitan cada
vez más, gracias a los cquip:.unentos creados por el Estado, la
circulación. Se altera la relación capital-trabajo, es decir, la
ecuación de los empleos, y cambia la estructura profesional,
Configuración lerritorial y espacio 1 79

aumentando el número de técnicos, administradores y otros


trabajadores terciarios.
Por la fornta como el capital lijo se distri buye en el
espacio, es posible discernir las articulaciones que se crean, en
cualquier momento, tanto en la articulación interna a cada
subespacio como también entre subespacios. Estas
articulaciones nos cxplicarál el movimiento de la urbanización
y su repartición en el territorio. Nos parece que esto es posible
al eliminar la posiblidad de un debate conceptual o una guerra
de libros, partiendo de la realidad y volviendo a ella, a través de
la construcción de un cuerpo conceptual. En esa construcción
intelectual, un dato fundamental es la noción de escala, pero no
propiamente como un dato espacial, sino, sobre todo, como un
dato temporal; por el hecho de que la división territorial del
tmbajo es claramente función del tiempo histórico. Por esto
podemos trabajar con el matrimonio indisoluble, que existe en
lo real, entre las nociones de tiempo y espacio. Es evidente que,
dentro de un territorio existe una oposición entre escalas. Cada
escala corresponde a un nivel de intencionalidad. El del
gobierno fede ral no es obligatoriamente el mismo ni vel de
intcncionalidad del de un gobierno estatal o municipal, o de una
agencia regional. El nivel de intencionalidad de la empresa que
usa el espacio nacional como un todo, no es el mismo, ni tiene
la misma cualidad o dirección, que el de una empresa que
apenas puede usar una fracción del espacio o que tenga su radio
de acción limitado a apenas algunos barrios de una ciudad. La
noción de escala es entonces esencial para comprender la
diversidad y el enfrentamiento entre intencionalidades de
diversos niveles, las cuales se manifiestan por medio de
decisiones y repercuten en el orden económ ico, cultural,
político y moral, asf como en el orden territorial.

6.6 Pcriudizaciones

Otra noción indispensable es, por consiguiente, la de


periodización que implica a otras dos: la noción de Jtgimen y la
de ruptura. El régimen lo integra el conjunto de variahles que
funcionan annónicamente, du rante una porción considcrJble de
80 1Metam01josis del espacio habitado

tiempo. pero cuya evolución no es homogénea. Siempre hay


desniveles entre las diversas variables. Lo que les pcm1itc
trabajar, es decir funcionar en conjunto, es la existencia de una
organización encargada de imponer reglas de acción. La
organización es la que mantiene las cosas funcionando durante
un cierto período de tiempo de una manera concreta, a pesar del
movimiento real de la sociedad. Esto se mantiene hasta el
momento en que la organización deja de ser eficaz. Aquf es
cuando se presenta la ruptura, senal de crisis e inicio de otro
período.
Esa noción de periodización es fundamental porque nos
pemlite defini r y redefinir los conceptos y, al mismo tiempo,
autoriza la cmpirización del tiempo y del espacio en su
conjunto. En realidad, nuestro gran problema no es empirizar el
espacio, que también está fonnado por cosas materiales y
tangibles; sino empirizar el tiempo y el espacio al mismo
tiempo. Hacer esto equivale a utilizar, en el dom inio del
análisis espacial, la extraordinaria aportación epistemológica de
Einstein, para quien el espacio y el tiempo son equivalentes sin
ser apenas simultáneos. Tiempo es espacio y espacio es tiempo.
Para trabajarlos conjuntamente y de fonna concreta, tienen que
empirizarse y esta cmpirización es imposible sin la
periodización. Es a través del significado particular, espccffico
de cada segmento de tiempo, cuando aprendemos el valor de
cada cosa en un momento concreto. ¿Qué valor tiene hoy una
red de itTigación construida en el siglo pasado, o qué significa
un camino vecinal? Ambos pueden tener la misma realidad
aparente, ayer y hoy, pero no el mismo significado, que
cambió, por el mero hecho de que tiene otro papel en la
economfa y en la sociedad. Esto, además. es válido para
cualquier objeto que estemos tratando.
Una empirización efectiva, útil, eficaz, sólo se puede
hacer cuando se alcanza una periodización, la cual pcm1ite
definir, o mejor, redefinir las cosas. que se nos presentan como
si fueran las mismas, por sus fomtas, por la realidad de su
existencia o por su cuerpo. Por eso mismo nos abren la
posibilidad de incurri r en falsedades, ya que una misma cosa
deja de ser lo que era antes, en el transcurso de la historia, a
medida que cambia su contenido histórico. Asi se nos plantea,
Configuración territorial y espacio 181

en un solo tiempo, el rehacer la historia, mientras nos empujan


a revisar el pasado, con criterio coherente, pero sobretodo nos
pem1ite también descubrir la tendencia, es decir, volver al
futuro e intentar imaginar lo que va a pasar. En ciertas
condiciones sociopolflicas, por ejemplo, un cierto tipo de
actividad productiva crea una cierta ecuación de empleo, si se
realiza a partir de un determinado sistema de ingeniería. Pero
sabemos que si cambia el sistema de ingeniería en cualquier
aspecto, la tendencia es que esa ecuación de empleo también
cambie.
Al conocer el valor de cada variable, estamos más
cerca de saber qué intervención es necesaria para obtener tal o
cual resultado. También es verdad que existen impondembles,
sobre todo porque, como vimos, hay diferencias de escala e
intencionalidad entre escalas.

6.7 Por una visión prospectiva

Una visión prospectiva que permita vislumbrar el


futuro de fomta objetiva, debe tener en cuenta diversos datos,
bajo un mismo nexo: fijos y Oujos; sistemas de ingeniería,
paisajes, configuraciones territoriales y espacio; vida urbana y
mundo agrícola, formas antiguas y nuevos procesos; regímenes
y ruptums; procesos económicos, polfticos y culturales, etc. Las
tendencias que lo pemtiten son, entre otras, la nueva ecuación
del empleo, la nueva estructura demográfica, la nue~a
estructura fundiaria, la participación en la economía del capital
fijo, del capital circulante y del capital constante y variable.
También, por ese método, se podrán entrever, para cada
fracción del espacio. las necesidades de avance del capital
inherentes a cada producción, y hasta las nuevas distribuciones
locales de clase.
A través de un estudio de ese tipo, también se pueden
vislumbmr las migraciones como resultado de la adición de m~
capital a un espacio. Así es como se crean, además, corrientes
migratorias en los dos sentidos: provocando la expulsión de los
que no se adaptan a los niveles técnicos y de capital instaurados
y aproximando para el área aquellos dotados de las nuevas

e
82 1 Me1amo1fosis drl npacio habiuulo

capacidades exigidas para desarrollar el nuevo instrumental


cientílico y t~cnico. Un m ~todo elaborado de esta fonna
sistemáticamente aplicado, nos pcm1itirá entrever igualmente
las nuevas tendencias del uso del territorio, que incluyen las de
urbanización, el papel renovado y los nuevos conflictos entre
las diversas instancias administrativas y, por último, las
diversas facetas de un movimiento social integrado sin dejar de
ser contradictorio.
Así nos daremos cuenta, en el mismo movimiento, de
las posibilidades ya realizadas en lo real y de las que se
mantienen en reserva. Debemos entonces recordar que si lo real
es lo verdadero, lo posible es siempre mayor que lo real y el
futuro más amplio que lo existente.
El presente es lo real, lo actual que se desvanece y
sobre ~l . como sobre el pasado, no tenemos ninguna ruerza. El
futuro es el que constituye el dominio de la voluntad y es en
base a ~1 donde debemos centrar nuestro esruerzo, para hacer
posible y eficaz nuestra acción.
7
De lo físico a lo humano. De lo natural a lo
artificial. Geografía Física.
Geografía Humana

El hombre constituye, dentro de la naturaleza, una


fonna de vida. ¿Qué lo distingue de otras formas de existencia?
Las respuestas son numerosas, por ejemplo que el hombre se
distingue de otras fom1as de existencia porque tiene la
posibilidad de hablar, o porque es el único animal erecto, o aún
más, porque es el único capaz de pensar, de reflexionar...
Todas estas respuestas , aunque ciertas, son
insuficientes para caracterizar dentro de la naturaleza, la gran
distinción entre el hombre y otras fom1as de vida. El factor
distintivo detem1inante es el trabajo; lo que hace del hombre
una fonna de vida sui generis es su capacidad de producir.

7.1 El Hombre y la producción

El trabajo es la aplicación de la energfa del hombre


sobre la naturaleza. directamente o a travt5s de dispositivos
mecánicos, que son prolongación de su cuerpo, con la intención
de reproducir su vida y la del grupo.
Algunos afirmarían que otros animales tambit5n
realizan trabajo, cuando de alguna fonna utilizan y modifican la
naturaleza, pero el hombre es el único que reflexiona sobre la
realización de su trabajo. Antes de lanzarse al proceso
productivo, piensa, razona y, de alguna manera, prevé el
resultado que tendrá su esfuerzo.
84 1 Metamolfosis del espacio habitado

En su relación con la naturaleza, el hombre no tiene


una actitud de repetición, sino de invención. Los demás
animales se limitan, a trav~s de los siglos, a la simple
repetición. Al repetir el gesto inicial, el hombre diliere,lo altera
y al aumentar asf su número. lo depura. El trabajo del hombre
aumenta su inteligencia. Y el trabajo es un proceso de
intercambio recíproco y permanente entre el hombre y la
naturaleza.
El proceso de trabajo exige un aprendizaje previo, el
hombre necesi la aprender la naturaleza para poder
aprehenderla. Cuando aprende, aprehende; cuando aprehende,
aprende. La riqueza de la enseñanza de la naturaleza es
proporcional a la acción del hombre sobre ella; cuanto mayor el
intercambio con la naturaleza, tanto mayor el proceso de
intercambio entre los hombres. La relación entre el hombre y su
entorno es un proceso siempre renovado que modifica tanto al
hombre como a la natur..tlcza.

7.2 Acción humana y geografización

El hombre es activo. La acción que realiza sobre el


medio que lo rodea, para suplir las condiciones necesarias a la
manutención de la especie, se llama acción humana. Toda
acción humana es tmbajo y todo trabajo es trabajo geográfico.
No hay producción que no sea producción del espacio,
no hay producción del espacio que se dé sin el trabajo. Vivir,
para el hombre, es producir espacio. Como el hombre no vive
sin trabajo, el proceso de vida es un proceso de creación del
espacio geográfico. La fom1a de vida del hombre es el proceso
de creación del espacio. Por eso. la geografia estudia la acción
del hombre.
El hombre, en el transcurso de su historia, no sólo
acumula experiencia, sino tambi~n como ya vimos innovación.
La innovación puede ser lenta o rápida, puede darse en una
parte o en el espacio total, pero siempre hay transfom1ación. La
relación del hombre con la natumlcza es progresiva, dinámica;
podemos afirmar que es recíprocamente progresiva. La
naturaleza registra, incorpora la acción del hombre, y adquiere
De lo flsico a lo humano. De lo natural... 185

de ~1 diferentes rasgos, que corresponden a los rasgos del


respectivo momento histórico.

7.3 La naturaleza y sus prótesis

El hombre tambi<5n impone a la naturaleza sus propias


formas, las que podemos llamar formas u objetos culturales.
artificiales, históricos. Estas formas históricas no son las
mismas en cada ~poca; las de los tiempos primitivos son
diferentes a las de los actuales. Hoy, las formas impuestas a la
naturaleza son mucho más complejas, resultado también de una
serie de herencias.
La naturaleza vive un proceso de humanización cada
vez mayor, ganando a cada paso elementos que son resultado
de la cultura. Se presenta cada día más culturizada, más
artificial, más humanizada.
El proceso de cullurización de la naturaleza se
transforma, cada vez más. en el proceso de su tecnificación. Las
t~cnicas se incorporan más y más a la naturaleza y ésta se
socializa, pues es, cada día más, el resultado del trabajo de un
mayor número de personas. Partiendo de trabajos
individualizados de grupos, hoy en día todos los indi viduos
trabajan conjuntamente, aunque no lo perciban. En el proceso
de desarrollo humano, no hay una separación del hombre y de
la naturaleza. La naturaleza se socializa y el hombre se
naturaliza.
Cabe, por tanto, a esta altura, plantear una cuestión:
¿cómo situamos ante la división clásica entre geografía humllla
y geografía física? ¿Hasta donde llega la geografía física y
donde empieza la gcografra humana o viceversa? ¿Cómo
debemos tratar esos dos temas?

7.4 Geografía Física. Geografía Humana

Antes de la presencia del hombre sobre el planeta, sólo


existía la naturaleza. ¿En aquella época había una geografía
ffsica o apenas una física? La gcografra física no podfa existir
86 1 Metam01josis del espacio habitado

antes del hombre. No hay geografía física que no fomte parte


de la geografía humana. Lo que hay de verdad es una geograffa
del hombre, que podemos subdividir en geografía física y
humana.
La presencia del hombre en la faz de la tierra cambia el
sistema del mundo. El hombre es el centro de la tierra, del
universo, al que le imprime una nueva realidad con su simple
presencia. El hombre es un dato de la valorización de los
elementos naturales, físicos, porque es capaz de acción. Usa sus
fuerzas intelectuales y físicas contra un conjunto de objetos
naturales que selecciona como indispensables para mantenerse
como grupo. Asf, el hombre es sujeto, y la tierra, objeto. Y es
en tomo al hombre que el sistema de la naturaleza conoce una
nueva valorización y, por consiguiente, un nuevo significado.
Para el hombre, es decir, para el grupo social que la
confronta, la naturaleza deja de ser algo que apenas funciona
según leyes naturales, y se transfom1a en un gran conjunto de
objetos, de los cuales el hombre escoge algunos que aprende a
utilizar. Esos objetos son, para el grupo, la naturaleza útH, un
subsistema del sistema natural total o su subsistema eficaz. Ese
subsistema aún es naturaleza, pero tambi~n es social, porque ha
sido deliberadamente escogido por el hombre.
Si el hombre es un sujeto y la tierra un objeto, ¿no sería
la geografía física un conjunto de objetos naturales que
pcmtitirían la acción del hombre? ¿Todavía se podría hablar de
geografía física. después de que la humanidad transfomtara
toda la superficie de la tierra en ecumene, ya fuera para su uso
productivo o apenas para poseer su conocimiento? Hoy ya no
hay nada que escape a la presencia del hombre, o en cualquier
caso, a su visión multiplicada, alargada y profundizada por
instrumentos de observación, cuya agudeza ha crecido de fonna
galopante durante este siglo. ¿Existi rá la geografía física en un
momento en que todos los objetos naturales ya se trabajan o son
susceptibles de ser trabajados?
Hoy la sociedad humana domina la tierra; el planeta, el
Mbitat de la sociedad humana. En realidad, hí1bitat y ecúmeno
son ahora sinónimos, y abarcan igualmente toda la superficie de
la tierra, pues el planeta y la comunidad humana se confunden
en un tlnico todo. La presencia del hombre es un hecho en toda
De lo jfsico a lo humano. De lo natural... 1 87

la faz de la tierra, y la ocupación que no se materializa, así


mismo existe políticamente.

7.5 El nuevo sistema de la naturaleza


Actualmente los grupos humanos tienen el poder de
modificar la acción de las fuerzas naturales. La naturaleza
todavía obliga a esos grupos a adaptaciones, o sino, impone
diversos resultados a acciones semejantes. El progreso técnico
no elimina la acción de la naturaleza. La acción humana se
verifica según diversos modelos:
• el hombre tiene fuerzas para modificar los aspectos
del marco natural, haciendo de éste una segunda naturaleza más
adaptada a sus fines;
• el hombre, al prever cambios coyunturales del marco
natural, se prepara para aprovecharse de esos cambios y para
reducir los efectos nefastos o puramente negativos. Por
ejemplo, hoy en día los efectos de una helada en una
plantación, no son los mismos, no tienen los mismos resultados
que cincuenta años atrás, cuando no se conocían o no eran
posibles las formas de protección de la actividad agrícola;
• a través del conocimiento de las posibilidades de
oscilaciones de las condiciones naturales -consideradas en
relación con la actividad humana desarrollada en cualquiera
área- el hombre imagina, elabora, codifica, impone un sistema
regulador mediante el cual los daños sociales o individuales se
absorvcn colectivamente. Por ejemplo, ¿quién paga al
productor su protección c-ontra las inclemencias del tiempo?
¿Podemos llamarlo naturaleza socializada? Hay una
socialización de la naturaleza cuando la sociedad es
responsable de la acción del grupo sobre la naturaleza, es decir,
cuando la sociedad se responsabiliza por el trabajo de todos.
No siempre puede haber control activo de la naturaleza,
sino apenas control pasivo; por ejemplo, cuando se escoge,
eicntfficamente, la mejor estación del año para plantar un
producto u otro o cuando se elaboran controles financieros o
88 1 Metamoifosis del espacio hubitudo

fiscales, para garantizar el precio independientemente de las


condiciones climáticas. Es como si aquí la naturaleza fuera
esquivada, engaiiada en su acción, pero no significa que deje de
existir o de actuar.
Estamos pues, ante un nuevo sistema de la naturaleza,
Hoy el hombre no manda sobre las inclemencias del tiempo,
pero tiene conocimiento previo de su aparición. Tiene
condiciones de prever los terremotos, las inundaciones etc., y
eso puede cambiar las consecuencias. ¿Son, ciertamente esos
datos naturales "invencibles" (por lo menos hasta ahora) los que
entonces incluirfamos en el capftulo de la geografía física?
Faltan, todavía, muchas otras cosas como las corrientes
fluviales y aéreas, los movimientos de los océanos y mares, la
erosión y los desplazamientos de tierra, la expansión y la
retracción de los cascos glaciales, el ritmo de las selvas, la
biografía de los seres vivos, etc.
¿Debería, entonces, la geografía física comentarse con
una geomorfología dinámica, una climato~ogía y una
biogeografía en sus numerosos y múltiples interrelaciones? ¿O
deberíamos profundizar cada vez más verticalmente en los
procesos, buscando más y más leyes de causa y efecto,
afinando el objeto de nuestra preocupación para descubrir las
primeras y últimas verdades que estén a nuestro alcance,
aunque el interés del hombre brille por su ausencia?
Quien sabe si nuestra invesligación abarca hoy apenas
el campo de interés de las sociedades humanas más complejas y
sofisticadas; pero ¿y mafiana? ¿Debe el científico limitar su
espectro ante una historia que todavía está por hacerse en un
mañana no lejano?
Este es, sin duda alguna, un dilema: al igual que toda
búsqueda de definición de un objeto conlleva un dilema . Asf
como la historia jamás se escribe en la v(spcra, la nueva historia
de las relaciones del hombre con la naturaleza no puede,
cabalmente, preverse. Sin embargo, existen algunas pistas:
debemos buscar el conocimiento de los sistemas, con la
geografía física en busca de una sistematización horizontal, ya
que la búsqueda de relaciones verticales infinitas nos posibilita
avanzar. Hay, pues, un campo particular de la geografía física
a pesar de los avances de la técnica, ya que la historia no es
De lo jfsico a lo humano. De lo natural... 1 89

indiferente a los hechos naturales. Y la geografía regional,


¿haría o no el matrimonio entre la geografía física y la humana,
como se pretendió durante algún tiempo? R. Lobato Correa
(1986) ya respondió esa pregunta de manera adecuada
mostrando el interés y los límites del método regional.
Lo que se podrfa sugerir también, es la óptica amplia,
la óptica de la producción de las cosas, o mejor, de los
fenómenos naturales y sociales. Esto llevaría a otra fonna de
pensar el estudio regional, al considerar la región como el lugar
donde ocurre la acción. Se trata del espacio de la acción, del
impacto de la acción; tanto natural como humana, que puede
tener ongen local o distante, pero siempre resulta en un impacto
sobre un pedazo de territorio. Esta acción se ejerce sobre
objetos naturales y creados. Pero la verdad es que, con el
avance de la técnica, los objetos creados sustituyen cada vez
más a los naturales, pero aparecen también como objetos
naturales a los ojos de las nuevas generaciones. Es la historia de
su producción lo que distingue la naturaleza heredera de lo
natural y la que proviene de lo artificial.
8
El espacio y el movimiento de las
contradicciones

Teorizar sobre la ciencia geográfica equivale a buscar


caminos para entender el fenómeno geográfico. Una situación
geográfica, o sea lo que es un lugar en un momento
detenninado, siempre constituye el resultado de acciones de
diversos elementos de diferentes niveles. Esos elementos son
variables pues cambian de significado a tmv~s del tiempo.
La historia no tiene fin, siempre está rehaciendose. Lo
que hoy parece un resultado, tambi~n es un proceso; y
actualmente un resultado es, asimismo un proceso que mañana
se convertirá en otra situación. El proceso es un devenir
pcm1anente. Sólo si pudieramos detener la historia podríamos
estar en un estado, en una situación pcnnanente.
Toda situación es, desde el punto de vista estático, un
resultado, y desde el punto de vista dinámico. un proceso. En
una situación de movimiento, los actores no tienen el mismo
ritmo, se mueven según ritmos di versos. Por lo tanto, si
tomamos apenas un momento, perdemos la noció.n de la
totalidad en movimiento.
Las rupturas en el tiempo nos plantean situaciones en
un momento detem1inado. No captan el movimiento, apenas
son una fotogrJfía. El movimiento es diacrónico, sin lo cual no
hay historia. No habrfa dialéctica si el movimiento de los
elementos se expresara de manera sincrónica.
Si consideramos una situación X, ella es el resultado de
un juego de contradicciones existentes en X-I. Esa situación es
el momento en el cual se plamea una nueva contmdicción cuyo
resultado será X+ l. Tenemos, entonces, uña situación S(X) que

. t .f • ..
.. (. I
u""'tvrnSt O A D

- )
92 1 MelamOtfosis del espacio habiwdo

tiene como antecedente S(X- 1) y como resullado S(X+l). X


sería el resultado de movimientos dialécticos que se procesaron
en X-1 y sería el proceso que conduce a X+ l. Y así sucesiva e
indefinidamente.
A una situación se suceden otras. La situación
representa una inestabilidad. Detrás de una fotografía de una
situación, hay movimiento. El proceso es la propia historia, el
movimiento, la lucha de contr.1rios que chocan entre ellos y
crean una nueva realidad.
Aquí sólo vamos a privilegiar algunos elementos que
participan de ese proceso dialéctico. Lo externo y lo interno, lo
nuevo y lo viejo, el Estado y el mercado son tres de las grandes
contradicciones de cualquier si tuación. Son tres pares
dialécticos que se refieren al hecho geográfico. Ese tema ya se
abordó en otro estudio (M. Santos, Espa~o e Método). Vamos a
reconsiderarlo bajo un enfoque diferente.

8.1 Lo externo y lo interno


Lo interno es todo lo que en un momento concreto. ya
está presente en un lugar detern1inado. En lo interno las
variables tienen la misma dimensión del lugar; por consiguiente
las dimensiones se sobreponen delimitadas por el lugar. Lo
interno es lo que aparece como local. La escala del lugar se
confunde con su propia existencia. Pero las variables que
fonnan una situación son, frecuentemente. extralocalcs; por lo
tanto, más amplias que el lugar. La escala de las variables es
mayor que la escala del lugar ( el pafs, el mundo). Lo externo es
todo aquello cuya jurisdicción está fuera del lugar, y mantiene
una escala de acción mayor que el lugar, aunque incida sobre
él.
Cada lugar tiene, pues, variables internas y externas. La
organización de la vida en cualquier parte del territorio depende
de la interrelación de esos factores. Las variables externas se
intemalizan, y se incorporat1 a la escala local. Hasta el
momento en que impactan sobre el lugar son externas, pero el
proceso de espacialización es también un proceso de
intcmalización.
Es espacio y el movimiento de las contradicciones / 93

La realidad de lo externo depende, ademjs, de lo


interno. Ninguna variable externa se integra a una situación si
esta no posee condiciones internas para aceptarla. La presencia
local de ciertas condiciones, aparece, pues, como indispensable
para la internalización de los hechos externos. De esta fonna,
las variables externas no pueden, en un momento concreto,
inserirsc en todos los lugares. Por ejemplo, para que los
televisores se instalen en un lugar detenninado, es necesario
que haya energía eléctrica. A grosso modo. si existe la
posibilidad de que se establezcan diez mil variables externas en
un país o en una región, sólo algunos lugares serán capaces de
interiorizarlas.
La internalización de lo externo no se plantea de fonna
arbitraria, sino en lugares especfficos, donde se pueden
combinar las variables internas con las externas. La
combinación entre lo externo y lo interno depende de una
articulación entre esas diferentes variables. y, a partir de ahí, se
crea un nuevo precipitado. Todo lo que existe en un lugar está
en relación con los demjs elementos de ese lugar. Lo que
define un lugar es exactamente una trama de objetos y acciones
con causa y efecto, que forman un contexto y alcanzan todas las
variables ya existentes, internas; y a las nuevas. que se van a
intcmalizar.
La eficacia del mismo factor externo varía según los
lugares, según sus valores internos. Los lugares se diferencian
por la manera en que los factores internos resisten a los
externos. detem1in:mdo las modalidades del impacto sobre la
organización pre-existente. A partir de esa confrontación se
impone una nueva combinación de variables, otra disposición,
destinada a mantenerse en constante movimiento.

8.2 Lo nuevo y lo viejo

Cada lugar combina variables en tiempos diferentes.


No existe un lugar donde todo sea nuevo o donde todo sea
viejo. La situación es una combinación de elementos con
edades diferentes. La disposición de un lugar, a través de la
aceptación o rechazo de lo nuevo, depcnderj de la acción de los
94 1 Mctammfosis del espacio habitado

factores y de la organización existentes en ese lugar, a saber, el


espacio, la política. la economía, lo social, lo cultural.
Tanto lo nuevo como lo viejo son datos pcm1ancntcs de
la historia; se encuentran en todas las situaciones. Pero si los
elementos de una situación concreta trabajan en conj unto, lo
nuevo es lo que aparece como dotado de una mayor eficacia.
La estructura hegemónica .de la sociedad no siempre
desea lo nuevo, para ella existe lo nuevo que le conviene y lo
que no le conviene. Lo nuevo puede rcchazurse si implica una
ruptura que puede quitarle la hegemonía de las manos a quien
la 1iene. Por ejemplo, cuando se descubrió el petróleo, los
propietarios del carbón se resistieron. Deshacerse de un aparato
productivo que se ha vuelto obsoleto e inadecuado, significa
frecuentemente deshacerse de los propios patrones, y éstos
resisten.
Lo nuevo no llega a todos los lugares, y cuando llega
no es al mismo tiempo; por eso no siempre llega cuando es
absolutamente nuevo. Por lo tanto podemos datar la llegada de
las variables en el momento en que comienzan a existir, su
momento cero. El año que aparece la primera mjquina a vapor,
ella es lo nuevo absoluto, y este es su momento cero. La
innovación es lo nuevo absol uto, a partir de ahí se considera
que empieza lo nuevo o lo viejo relativo. Éstos ind ican la
distancia entre la aparición de una variable y el punto en el
tiempo en que se implanta en un u otro lugar. Mientras una
localidad está a quince anos de una innovación, otra estj a
cincuenta. El país que implantó el telégrafo diez ru1os después
del año cero, estará diez años atrasado. Lo nuevo absoluto es
siempre el de la historia de las cosas tomadas en sf. La
combinación de las cosas, que la geografía estudia, se plantea
como un desfase.
La llegada de lo nuevo causa una confrontac ión.
Cuando una variable se introduce en un lugar, cambia las
relaciones pre-existentes y establece otras. Todo el 1ugar
cambia. Por ejemplo, cuando se construye un hotel de
cuatrocientas plazas, cambia todo el lugar y no sólo el sector
hotelero.
Como ya al1nnan10s cada situación es diferente de otra.
Ninguna situación reproduce otra, pero estj siempre compuesta
Es espacio y el movimiento de las contradicciones 1 95

de pares dialécticos. Sólo podemos comprender la situación a


través del movimiento. Y movimiento es sinónimo de tiempo.
Las diversas variables tienen múltiples dimensiones, presentan
las más diferentes vertientes. Una misma variable presenta lo
nuevo y lo viejo, al existir una lucha continua entre ambos
agentes. Muchas veces lo nuevo expulsa rápidamente lo viejo,
que a veces resiste mucho tiempo. Esta resistencia no depende
sólo de esa variable vieja, sino del conjunto de variables, de la
combinación y relación que existe entre ellas. Es esta relación
contextua! la que establecerá cómo se planteará la lucha entre
lo nuevo y lo viejo. Es más. lo nuevo no es obligatoriamente lo
interno ni obligatoriamente lo externo, ni todo lo externo es lo
nuevo absoluto.
Cual<.Juiera que sea el lugar. las variables presentes no
tienen la misma edad. Por ejemplo, en Estados Unidos es donde
tenemos las mayores innovaciones; sin embargo, el correo
brasileño es mucho más avanzado que el norteamericano, así
corno los ferrocarriles japonenses son mucho más modernos
que los de Estados Unidos...

8.3 El Estado y el mercado

Aquí tenemos un par dialéctico más, de los muchos que


nos dan la conliguración de un lugar. Ambos median entre lo
externo y lo interno, entre lo nuevo y lo viejo. Hablarnos del
Estado y del mercado.
El mercado es un facto r de control, un dato de
unificación, un conjunto de elementos capaces de establecer um
equil ibrio concreto (equlibrio general de la economía). Actúa
aparentemente sin violentar a nadie y pasa de una situación de
equili brio a otra. Este equilibrio, que el mercado tiene siempre
corno función restaurar, cambia de signi ficado con el tiempo. El
equilibrio de hoy no es el mismo de otros tiempos. y con
seguridad no será el de mallana. Es la "mano invisible", corno
afirma Adam Smilh.
Adan1 Smith, que vivió en el siglo XVIII, se considera
el padre de la economfa poHtica y, principalmente, del
liberalismo económico aplicado a la producción nacional y al
96 1 MetamOJjosis del espacio habitado

comercio internacionaL Esa "mano invisible" regularía el


funcionamiento de la economía; el propio mercado regularía el
sistema económico. Pero si la idea de "mano invisible" era
todavía posible cuando la economía era nacional, cuando la
vida económica se internacionaliza, esta idea se vuelve
extremadamente frágil. Aún así, actualmente en algunas partes
del mundo como Brasil, muchos todavfa exigen que el Estado
no interfiera más en la economfa.
Las ideas de J. M. Keynes, producidas en años todavía
recientes de este siglo, se contraponen a las de A. Smith. Para
Keyncs, para mantener el equilibrio en el sistema económico,
es necesario que el Estado tenga un papel constante de
intervención. Esta intervención sería más fuerte en los
momentos en que el mercado no consiguiera superar las crisis.
Con la intemacionalización de la economía, el Estado
es llamado a intervenir para orientar el mercado. A partir de los
afias treinta y cuarenta, pero sobre todo despu~s de la Segunda
Guerra Mundial, el Estado ejerce cada vez más un papel
regulador, pues detenta los instrumentos para realizar esta
labor. Hoy el mercado no logra equilibrarse sin la intervención
del Estado.
Esta intervención del Estado se lleva a cabo de manera
planificada, tanto a corto como a mediano plazo. La
intervención del Estado en la vida económica de una nación
está cada vez más plani licada, aunque la planificación haya
sido en principio una práctica de los países del Este. Muchos
economistas occidentales asocian la economía planificada con
el comunismo, práctica desarrollada despu~s de la Revolución
Rusa, pero no hay nada más planificado que la economía
capitalista, donde el Estado juega un papel fundamental. Hoy se
planifica hasta la misma recesión.
La manera por la cual se realiza la intervención del
Estado está condicionada por su configuración espacial, a
trav<5s de la geografización de las diversas variables que
integran una situación. Así el Estado limite su illlervención a lo
económico, el resultado es que los demás niveles de la vida
social, como salud, educación, ocio y otros son organizados por
la ley de mercado, siendo la especulación una de sus am1as. Fue
Es npacio y el movimiento de las comradicciones 197

ésta, por ejemplo, la que llevó a la ciudad de Sao Paulo a tener


las dimensiones que presenta hoy.
Hay diferentes niveles de Estado: la federación, los
estados federados, los municipios. Muchas veces, el interés de
uno de esos niveles no es el de los demás y los resultados de
una misma acción no serán los mismos para los diferentes
niveles. Hay en todos los casos, una relación dialéctica entre el
Estado y el mercado, pero eso no elimina el hecho de que el
Estado ejerza su ayuda al mercado.

7
9
Geografía General (no determinista) y_
Geografía Regional

La preocupación de algunos de los defensores de la


inclusión de la geografía en el esquema de las disciplinas
autónomas. que habría de conducirlos a la sobre-estimación de
leyes rígidas, derivadas de relaciones pem1anentes entre los
elementos de la composición geogr~lica, los llevaría a admitir,
a través de este camino engaf\oso, la existencia de un
deLem1inismo que la observación demostró imposible de
verificar. Al querer adoptar. según esta hipótesis, una rigidez
ineludible. incorporaban así un concepto equívoco de
causalidad.
Sin embargo, el geógrafo no debe tener como
preocupación dominante en su actividad, la búsqueda de
principios generales llamados leyes, creyendo poder, mediante
la misma combinación, conseguir i d~ntico resu ltado en
cualquier punto de la Tierra. Hasta en el deseo de afinnamos
como ciencia autónoma, no debe ser esa nuestra mayor
preocupación, pues corremos siempre el riesgo de ver echar por
tierra nuestro raciocinio lógico o nuestra generalización. frente
a realidades bien diferentes, resultantes de un juego inusitado o
inesperado de los mismos elementos.
Hay entre los fenómenos que pertenecen al campo de la
geografía, un sinnúmero de asuntos susceptibles de ser
medidos, pero hay tambi~n muchos imponderables, lo cual
dificulta toda y cualquier generalización.
El problema de la supcrpoblación es sintomático. En él, .
entran como factores apreciables la presión poblacional, la
producción y su distribución, la riqueza nacional o el deseo de
100 1Metamotfosis del espacio habitado

bienestar del pueblo. ¿Serán, mientras tanto, los paises más


densamente poblados los de mayor tasa inmigratoria? Y vice-
versa, ¿los más escasamente habitados los de mayor absorción?
¿Tendrán siempre las puertas cerradas para que no puedan salir
sus habitantes las naciones que más producen? Es evidente que
no. Ni estos factores se combinan de igual fonna ni pueden, de
antemano, detem1inar el resultado en esta o aquella situación.
Es necesario no olvidar que participan tambi~n del juego datos,
que a veces no son ni materiales, como las convicciones
religiosas o ideológicas, las creencias o las costumbres que
influyen diferentemente en el cómputo final.
La tarea del geógrafo tiene que ser, por eso mismo, la
de evitar, a priori tanto cuanto pueda, tales generalizaciones.
Son un peligro y pueden ser la desgracia de nuestra ciencia.
Buscadas con afán por los que tenían prisa de ver la geogmfía
como ciencia autónoma, tambi~n pueden transfonnarse en un
motivo de dcscr~d ilo. Son tantos los matices con que se
presentan en la realidad las construcciones idealmente
ho mo g~neas, que sería una vana teme ridad organizar
ecuac iones definidas, solamente porque los elementos
participantes son los mismos.
Lo que la realidad nos muestra es que el hecho de que
dos o más regiones rengan idénticas condiciones naturales. no
conduce a que estén organizadas de la misma fonna por el
hombre. ni que ganen así una fisonomía similar. Por el
contrario, lo que vemos es la diversidad, como la indicada por
Gottman ( 1952) entre Marruecos y California, cuyas constantes
naturales, de clima, vegetación, etc., pueden ser comparables.
Por de otra parte podemos encontrar una cierta unidad.
podemos decir humana, en regiones como la llamada cuenca
parisina, cuyas características geográficas son muy diferentes.
Ya Gallois (1908, p. 223) afinnaba que "entre las
condiciones impuestas por la naturaleza a la actividad humana,
es necesario sin embargo, tener en cuenta la posición, la
fac ilidad de comunicación, todo un conjunto de causas que, en
cada época, para un estado de civilización detenninada, pueden
conceder ventajas a una región o a un sitio detenninado".
Según P. Gourou, cuya opinión es muy discutida. para una
explicación geográfica total de los paisajes, debemos tener
Geografía General (no determinista) y Geograffa Regional! 101

muy en cuenta la civilización, cuadro selectivo que se interpone


entre los elementos físicos y humanos y condiciona sus
relaciones.
No se puede predecir de antemano la naturaleza de las
relaciones que se plantear{.ín en un determinado territorio
solamente por considerar sus condiciones naturales y las
técnicas aportadas por el grupo que se va a instalar en él,
porque existen otros elementos del juego, muchos de los cuales
no se pueden medir ya que actúan de fom1a diferente, e
implican consecuencias también diferentes.
Hoy. con los recursos que la técnica le dió, el hombre
puede alterar sustanciahnentc el cuadro que le sería impuesto,
si se subordinase con las manos atadas a los ritmos de la
naturaleza. Su acción, en ese sentido. depende en gran medida
de su medio, medio geográfico, con énfasis. Como subraya
Demangcon, no existen las fatalidades sino voluntades
humanas. No hay determinismo absoluto sino apenas
posibilidades que la iniciativa humana crea. (A. Dcmangeon,
1945, p. 31).
Por eso los grupos humanos no se organizan igual, ni
valoran el espacio de que disponen de igual fom1a. Ésto, j unto
con las propias diferencias estructurales de lugar a lugar,
constituye el gem1en de la diferenciación del mundo y de su
reparto en conjuntos regionales, cada cual manteniendo su
individualidad, por lo que podemos afi rmar que la superficie
del Globo es un verdadero mosaico de regiones.
No se cncontrarfan, por eso mismo. relaciones
constantes entre dos o más fenómenos concretos. Puede darse
el caso de una coincidencia persistente, de una analogfa, pero
como ejemplo aislado, que no bastará para elevarlo a la
categorfa de ley. Lo que se verilica, al contrario. es la presencia
de combinaciones sorprendentemente nuevas.
Para creer en la geografía general, no se la debe
considerar descosa de encontrar relaciones penuancntes de
causa y efecto entre los fenómenos. sino como el estudio del
conjunto de los diferentes factores. tanto de sus estructuras
como de sus dinamismos. y verificar por otra parte, sus
potenciales de combinación.
102 1 MewmOJfosis del c•spacio habitado

Nuestra preocupación no debe ser, por eso mismo, la de


clasificar los hechos geográficos dentro de fórmulas definidas,
sino, por el contrario, estudiar estos fenómenos a escala
planetaria, segu ros sin embargo, de que sus combinaciones
locales serán muy diversas. Seguros también que la
comprensión de lo que pasa en cada lugar es indispensable para
el entendimiento de procesos a niveles mucho más amplios, que
nos conducirán a considerar la propia mecánica del mundo
como un todo. Cada lugar es hoy solidario de todos los demás
lugares y es ese encadenam iento que plantea la base de las
explicaciones.
La geograffa humana general suministrará pues un
material más que necesario para el propio análisis regional. Le
Lannou puntualizaba, desde los años cuarenta las siguientes
ventajas de la geografía humana general:

* sirve para construir cuadros metódicos de


observación, para definir los tipos, para convertir los hechos en
fónnulas y reducirlos a datos comparables entre sf;
* exige el exan1en y la confrontación de ejemplos de
todo el planeta {...) y de una naturaleza tal que pemlile aclarar
singulannente muchas lagunas del estudio regional. El estudio
regional presenta muchas veces planteamientos engañosos, y
acentua sólo una de las apariencias más visibles...
* los estudios son de una naturaleza tal que nos
sum inistran técnicas seguras, cada vez más necesarias para
nuestros trabajos regionales, si queremos conocer los
fenómenos naturales, demográficos o económicos que
contribuyen a caracterizar nuestro objeto, desde una perspectiva
diferente de la de un simple aficionado (Le Lannou, 1949, p.
279).

Sus enseñanzas son indispensables, no sólo porque


sugiere diferentes conceptos, sino porque nos plantea una idea
de cómo los diferentes elementos del enunciado pueden entrar
en composición, es decir, el juego de las inlluencias recíprocas.
La segu ridad de que es imposible reduci r los
fenómenos geográficos a esquemas predeterm inados o a
fórmula:; fijas, pem1itirá la fonnulación de una geografía
Geografía Genl'ral (no determinista) y Geograffa Regional/103

general menos ambiciosa, que dejará de ser la que investiga las


leyes absolutas que regulan los hechos gcográl1cos, es decir un
fin en sí misma, para dedicarse al estudio de la estructura más
general, donde se incluyen los elementos geográficos y su
aptitud para entrar en combinación, es decir un método. La
geografía humana general, más que un fin en sí, debería ser un
ejercicio y un control, indispensables para la cohesión de las
investigaciones y para la conservación del espíritu geográfico
(Le Lannou, 1949, p. 279).
No debemos preocupamos pues, de una geograffa
general clasificadora, esperanzada en destacar hechos simples
para su estudio, apreciación y valorización, como si ellos
pudieran tener existencia fuera del conjunto a que pertenecen.
Decía Cholley que sólo hay dos puntos de vista cuando
se estudia geografía: el de la geografía general y el de la
geografía regional. Esta últi ma "se propone reconocer y
estudiar los diferentes dominios, medios o regiones que las
combinaciones físicas, biológicas y humanas han hecho
aparecer en la superficie del planeta; y por otra parte, la
geografía general física y humana, que se eleva por encima de
los casos regionales para considerar la estructura y el juego de
los factores que entran en combinación en la superficie del
planeta " (A. Cholley, 1951, p. 29).
A lo largo de sus divergencias conceptuales, todos los
geógrafos parecen estar de acuerdo en que nuestra disciplina
debe dedicarse a las realizaciones de los grupos humanos sobre
nuestro planeta. Los esfuerzos de los grupos humanos para
alim1arse, mediante la combinación de recursos que están a su
alcance, y la capacidad de que disponen para desarrollarlos en
su medio, son un factor de diferenciación y organización.
Tenemos pues el mundo repartido en organizaciones regionales
que constituyen los mejores rasgos de la presencia del hombre
sobre la Tierra.
Sobre una detemtinada fracción del territorio un grupo
humano se dedica a la organización del espacio que dispone y a
partir de las condiciones existentes o adicionales, va a fonnar
su medio de vida y su paisaje, subordinándose o imponiéndose
a los imperativos del medio físico. combinando con él sus
aplitudcs o borrando tanto como le ~ca posible sus in_nuencias,
104 1 Metamorfosis del espacio habifaclo

de acuerdo con los niveles de civilización material a que


hubiera llegado.
Las condiciones naturales y las realizaciones humanas
forman pues una red de relaciones, cuyo ordenamiento
constituye un todo complejo y una realidad definida.
Como operación de análisis, la investigación geográfica
tiende a verificar en la síntesis, el hecho geográfico, cuales son
sus componentes próximos o distantes y cómo entran en
combinación. En una área detcmlinada o en un dctenninado
lugar, un espacio "in concreto". Si podemos admitir como R.
Clozicr ( 1942, p. 9 1) que "los hechos sólo adquieren verdadera
signiticación geográfica concebidos en función del encuadre
regional", no sabríamos al estudiarlos como separar un
elemento, si es cierto que apenas constituye un eslabón en la
cadena de fuerzas que actuan conjuntamente en una dirección
concreta pero que ultrapasan la escala del lugar. Su fom1ación
depende de un todo mucho más complejo.
Al contrario de lo que pensaba Vallaux ( 1929. p. 173)
que no veía conexión posible entre ellas, la llamada geografía
general, renovada, y la llamada geografía regional, subordinada
al conocimiento de contextos más amplios. se ayudan
mutuamente, porque si una suministra a la otra un inventario de
posibilidades previstas en el presente, las cuales usará como
punto de partida para sus investigaciones. recibe por otra parte
a través de los estudios in concreto, un nuevo subsidio para sus
nuevas deducciones. La geografía general es un capítulo
introductorio indispensable y de su renovación depende la
capacidad de a1ejar el riesgo de explicaciones detenninistas.
Lo correcto en geografía es no perseguir seguridades en
las posibilidades admitidas. pues cs. de hecho, más fáci l
desmentir que confirmar pronósticos que se afirman en
experiencias pasadas. ParJ ser válida. la geografía general tiene
que ser constantemente renovada, a la luz de una historia en
constante movimiento.
JO
De la teoría a la práctica: un modelo
analítico

10.1 La definición del espacio

10.1.1 La definición del espacio es una de las tareas m:is


difíciles y ha desafiado a los especialistas de las respectivas
disciplinas explicativas y nonnativas, desde la gcograffa hasta
la planificación territorial. De esa definición depende el buen
resultado de los análisis de la situación y de los enfoques
prospectivos. Proponemos aquí, una definición que es
operacional y al mismo tiempo fundada en lo real.

10.1.2 El espacio está fonnado por dos componentes que


interactúan continuamente: a) la configuración territorial, es
decir, el conjunto de datos naturales, más o menos modillcaclos
por la acción consciente del hombre, a través de sucesivos
"sistemas de ingenieña"; b) la dinámica social o el conjunto de
relaciones que definen una sociedad en un momento
detem1inado. ·

10.1.3 La conliguración territorial o configuración espacial está


confom1ada tal como ya describimos, por la disposición de los
elementos naturales y artificiales de uso social sobre el
te rritorio: plantaciones. canales, caminos, puertos y
aeropuertos, redes de comunicación, edificios residenciales,
comerciales e industriales. etc. A cada momento histórico, varía
la disposición de esos objetos sobre el territorio. El conjunto de
los objetos creados fonna el medio técnico, sobre el cual se
basa la producción y evoluciona en función de ~sta.
8
106 1 Metam01[osis ele: espacio habitado

10.1.4 La dinám ica social es planteada por el conjunto de


variables económicas, culturales, políticas, cte., que a cada
momento histó rico dan un significado y unos valores
específicos al medio t~cnico creado por el hombre, es deci r, a la
configuración territorial.

10.1 .5 El espacio total está constituido por subespacios:


agrícolas, urbanos, mineros, estratégicos. etc. De esos
solamente el subcspacio urbano tiene las condiciones
requeridas (el aparato terciario) para mantener relaciones con
los demás subespacios. Naturalamente esas relaciones también
son interurbanas. El conjunto de ciudades y de infraestructuras
de transporte y comunicaciones fonnan el verdadero annazón
de la economía.

10.1.6 De ese modo, la red urbana tiene un papel fundamental


en la organización del espacio, pues asegura la integración
entre fijos y flujos, es decir, entre la configuración territorial y
las relaciones sociales. Su estudio es fundamental para
comprender las articulaciones entre las diversas fracciones del
espacio.
Un análisis evolutivo de un sistema urbano, bajo esta
óptica, pcm1ite reconocer las diversas dinámicas espaciales en
diferentes momentos, y. asf mismo, nos da pautas al futuro.

10. 1.7 Es evidente que el estudio de la red urbana es


insuficiente para conocer la dinámica espacial de un área, sobre
todo cuando buena parte de los procesos racionales se orientan
fuera del territorio estudiado. Aunque no fuera así, lo que pasa
en los subcspacios no urbanos tiene una lógica propia, que
influye sobre el sistema urbano. De este modo su estudio
exclusivo puede Uevar a resultados fragmentados y
posiblemente falsos. La evolución de las condiciones y de los
resultados de la producción agrícola y mineral, la expansión de
los medios de circulación y el movimiento asf generado son
igualmente datos esenciales para la comprensión de un espacio
detem1inado.
De lateorfa a la práctica: un modelo a11alf1ico 1 107

10.2 Estado y Federación

10.2.1 La organización espacial correspondiente a una región o


a una unidad político-administrativa de un país no se plantea de
fonna autónoma. Para cada país, del mismo modo que hay una
sociedad global, hay también un espacio total. Las leyes que
regulan la sociedad (el conjunto de relaciones sociales) rigen
sobre el pafs como un todo, de forma indivisible, y las
infraestruturas que integran el territorio (carreteras, etc.)
también son indivisibles.

10.2.2 En un país de economía integrada y donde el Estado


centraliza los recursos y decisiones, los flujos son cada vez
más, cualitativa y cuantitativamente, de naturaleza nacional. El
Estado federado, y hasta los municipios, también pueden crear
flujos, muchos de los cuales todavía están subordinados. Es
más, cuando la e.conomfa se mundializa, como ahora, se deben,
obligaLOriamente, tener en cuenta los flujos de naturaleza
internacional.

10.2.3 Como la economía está en frecuente mutación, las


infraestructuras de apoyo se renuevan instantáneamente, y lo
hacen bajo auspicios que no siempre competen al Estado
federado, sino a la Unión, y no raras veces para responder a
proyectos nacionales.

10.2.4 En la fase actual de la historia mundial, los datos


referidos en los dos ítcms anteriores son de gran importancia,
debido esencialmente a dos factores: a) la extensión de la
división internacional del trabajo a las más diversas instancias
de producción; b) el uso, cada vez más generalizado y necesario
de capita1es constantes fijos, como condición sine qua non para
que se puedan plantear la producción, la circulación y el
consumo.

10.2.5 Así, el uso del territorio de un Estado federal es, en gran


parte, resultado de flujos generados fuera de él, y hasta en el
exterior, y que escapan al control de sus instituciones. En otras
108/ Mctamo,fosis del espacio habitado

palabras, la organización del espacio provincial es, en buena


parte, dictada desde afuera. Por eso, el análisis debe tomar en
cuenta los diversos niveles de origen de las variables, ya sea
para fines de intervención o de planeamicnto.

10.3 Necesidad de una periodización

10.3.1 Para que el estudio pueda alcanzar sus objetivos, es


decir, interpretar el presente como resultado de un proceso e
indicar posibles lfneas de evolución, se impone un esfuerzo de
periodización. El espacio está. grosso modo. fonnado. como
vimos, por s istemas de ingeniería y flujos de relaciones.
Aquellos dejan su marca concreta en los obj etos geográficos
materiales que fonnan la configuración territorial y los paisajes,
los cuales funcionan como verdadera condición del desarrollo
social. El hecho de que los cambios operados en el espacio
raramente eliminan de una vez los rasgos materiales del pasado,
obliga a reconsiderar las fases respectivas de instalación de
nuevos instrumentos de trabajo y de creación de nuevos medios
de trabajo. En cada fase, las relaciones sociales no son de la
misma naturaleza. Asf, las combinaciones entre flujos y fijos,
aunque estos aparentemente no cambien, no son las mismas
según los períodos.

10.3.2 Cada período tiene una fase ascendente y una


descendente, donde el j uego interno de las variables can1bia, y
enfatiza un factor cuya importancia e ra menor en el primer
período. De ese modo se reconocen las tendencias y se está en
condiciones de imaginar las posibles líneas de evolución.

10.3.3 Una periodización que interese a una región, un estado


de la Federación por ejemplo, en las condiciones actuales, tiene
que tener en cuenta factores internacionales y nacionales,
además de los que se refieren a la proria área estudiada. Es la
única mane ra de no despreciar relevantes factores de
explicación. La periodización es indispensable para que, en el
trabajo de empirización de categorías, no se nos escape, según
De la teorfa a la práctica: un modelo analftico 1 109

los momentos, el problema del cambio de valor de cada


variable.

10.3.4 Aquí el problema de la división del trabajo abarca toda


su dimensión. Cada división del trabajo cam bia el uso del
territorio en virtud de Jos tipos de producción exigido por las
técnicas directamente utilizadas y por las fonnas cómo se
ejercen las diversas instancias de producción, al exigir nuevos
objetos geográficos (casas, etc ...) y al atribuir nuevos valores a
los objetos preexistentes.
Como no todos los lugares están afectados igualmente
por los efectos de las sucesivas divisiones del trabajo, la
comprensión de lo que pasa en cada uno de ellos exige que se
tengan en cuenta las diversas divisiones del trabajo. Como la
división internacional del trabajo se ejerce, dentro del territorio
nacional, de fonna específica en cada país, se puede hablar de
una división interna (nacional) del trabajo, ind ispensable
también a tener en cuenta. El problema de las demás escalas
geográficas es también relevante, en función del nivel territorial
de análisis escogido.

10.4 Un esquema operacional: el análisis de la situación


actual

10.4.1 La fom1ulación de un escenario de organización espacial


exige dos series paralelas de cuestiones: a) el conocimiento de
la situación presente, es decir, de los elementos que explican la
siluación actual, en sus aspectos genéticos y presentes. Eso nos
dará igualmente el conocimiento de los procesos subyacentes a
la realidad y debe, también, permitir reconocer tendencias; b) la
fijación de metas construidas sobre la base de probables
interrelaciones.

10.4.2 Las tendencias son la unión indispensable entre esas dos


órdenes de cuestiones, y aseguran un carácter realista a las
propuestas de cambio.
De ese modo, la pieza esencial del estudio será el
análisis de la situación actual en que no apenas se identifican
1JO 1 Metam01josis del espacio habitado

los aspectos de estructura si no también las tendencias


aparentes o encubiertas tras el presente.

10.4.3 El análisis de la s ituación actual deberá hacerse desde


los principios básicos enunciados antes y constará
esencialmente de:

*estudio fonn al (estadístico y documental)


* análisis de contenido
* tentativa de periodización de identificación de las
tendencias
*definición de la problemática actual.

10.4.4 El estudio fom1al considerará los aspectos cuantitativos


y cualitativos concernientes a:

* Distribución espacial de las actividades materiales, de


los servicios, de las infraestruturas y de los hombres;
* F lujos generados por las acti vidades y po r la
presencia de una población: vías y medios de transporte y
comunicación.

10.4.5 El análisis de contenido se esforzará en identificar:

* Una caracterización de la evolución del contexto y de


sus variables, con la identil1cación de sus respectivas causas;
* La distinción entre evolución "espontánea", derivada
principalmente de las fuerzas del mercado, y de la evolución
"dirigida" o planilicada;
* Los efectos recíprocos entre los diversos tipos de
evolución;
* Las condiciones de evolución reciente y aclual.
De·la teorfa a la práctica: un modelo ana/{tico 1 111

10.4.6 Los dos grupos de análisis indicados precedentemente


deberán pcnnitir una nueva serie de análisis, que conduzcan a
definir paralelamente:

* La periodización de la evolución;
* Las características de cada período;
*La identificación de las tendencias generadas en cada
período y de las rupturas que marcan el paso de un período a
otro;
* La identificación, así, de los factores de evolución y
de mutación;
* Las principales consecuencias relacionadas con los
ftems precedentes.

10.4.7 En el estudio de la problemática actual de la


organización espacial se valorará particularmente:

* La concentración geográfica de las actividades y sus


consecuencias sociales. económicas, administrativas. etc.;
* Las actividades de control externo, recientes o no y
sus consecuencias sociales. económicas, administrativas, etc.:
* Las perspectivas de una evolución ''espontánea" y sus
componentes espcculativos;
* El papel del poder público, dentro de esa evolución,
en sus diversos niveles.

Creemos que ese análisis, fundado en hechos concretos


nos indicará el mejor camino hacia una geografia que explique
lo real y tenga asf, un importante papel prospcctivo.
Bihliogrq,fía

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TEXTOS D E GEOGRAF A

Este librC'I, MetMnorfosis del espKio habitlldo, que ya ha alcanzado cuatro ediciones
en Brasil, supone su primera traducción extranjera, lo que constituye una gran aporta-
ción a la bibliograffa geográfica en lengua castellana. Milton Santos concreta en éi los
principios que habfa señalado en su nuevd geogro~ffa. En primer lugdr plantea el
redescubrimiento y remodelac1ón de la superficie terrestre a partir de la implant;~ción
del periodo técnico científico, para a continuación analizar detalladamente los cam-
bios que ello entrana para la disciplina geográfica. Introduce la renovación necesaria
de la Geografía, detalla las metamorfosis del espacio mundial, a partir de la expansión
demográfica y urbana y del desarrollo cientffico y realizo~ un repo~so de los conceptos
tradicionales de la Geograffa a la luz de estas metamorfosis. Región, ciudad, jerarqufa
urbana, paisaje y espacio en todas sus implicaciones son los principales conceptos
analizados. Finalmeó"lte plantea la necesidad de superación de las dualidades tradicio-
nales de la Geograffa, escindida Pntre flsica y humana, entre lo estátiCO y lo dinámico,
entre lo general y lo regional, avanzando un nuevo modelo analflll:o

Mihon de Almeidll S..ntos (Brotas de Macaúbas, Bahía, Brasil, 1926), se licenció en


derecho en la Universidad Federal <ie Bahía, en 1948. Se doctoró en Geografla en la
Universidad de Strasbourg (Francia), en 1958. Dos anos antes, en 1956, inició su labor
docente en Geografía hum¡¡na en la Universidad Católica de Salvador, hasta 1960, en
que pasó a la Universidad Federal de Bahía hasta que tuvo que exiliarse al advenimien-
to del régimen militar en Bras1l, en 1964. Entre 1964 y 1971 enseñó sucesivamente en
las universidades de Toulouse, Bordeaux y Parfs. Entre 1971 y 1972 enseM en el
Massachussets lnstitute of Techno!ogy, en Estados Unidos. Entre 1972 y 1973, en
Canadá, en la Universidad de Toron:o. En 1973, en la Universidad Nacional de lnge-
nierla de Lima. En 1974, en Venezuela, en la Universidad Central. Entre 1974 y 1976,
en Tann;nia, en la Universidad de Dar es Salaam. En 1976, nuevamente en Venezuela,
y en 1977 en Estados Unidos, en la Columbia University, de New York. Entre 1979 y
1983, de nuevo fue profesOJr titular de la Universidad Federal de Rio de Janciro y desde
1983lo es de la de sao Pau!o, ya plenamente reintegrado al B~il. Durante esl<l ingen-
te labor docente ha realizado tilmbién una importante tarea investigadora que ha fruc-
tificado en la publicación de 44 libros, 71 capitulas y partes de libros colectivos y 231
articulas, en diversas lenguas. Ha recibido varios doctorados honoris <.-ausa: en 1980,
en la Université de Toulouse-le-Mirail; en 1986, en la Universidad Federal de Bahia; en
1992, en la Universidad de Buenos Aires; en 1994, en la Universidad Complutense de
Madrid; en 1995 en las universidades Estadual do Centro Oeste (Bahia) y Federal de
Sergipe; y en 1996, en las universidades de Rio Grande do Sul, Estadual do Cear~. de
Passo Fundo, y de Barcelona. Además en 1994, recibió el premio internacional de
Geografla Vautrin Lud, en el Festivallntemacional de Geograffa de Saint-Dié des Vosges
y !a Medalla del Mérito de la Universidad de la Habana, en: re otros honores dispensa-
dos en su país.

9
ISBN 84-281-<)890..()

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