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Historia,

caracterización y análisis participación de las mujeres en


los movimientos sociales políticos y populares en Colombia, 1970-
1990

Ensayo

Autor:

Luis Parmenio Cano Gómez

























Historia, caracterización y análisis participación de las mujeres en
los movimientos sociales, políticos y populares en
Colombia: período 1970-1990



Justificación: Las acciones colectivas, supone la existencia de
elementos asociados que permiten su concreción y delimitación. No
solo en términos del periodo de tiempo en q u e se realizan; sino
también en lo que hace referencia a su significado y alcance; en el
contexto de una determinada sociedad. Aquí, significado y alcance,
constituyen conceptos necesarios para acceder a la tipificación. Es
algo así como establecer una dinámica propia, soportada en algunos
insumos generales derivados de análisis sociológicos, filosóficos,
antropológicos y políticos, en lo que respecta a contenidos, pautas y
motivaciones de los conglomerados humanos, al momento de definir
unos objetivos precisos y los procedimientos para alcanzarlos. En
esto es importante, también, recabar acerca del n e x o entre
individualidad y colectivo; comoquiera que esto último no es posible
sin la una condición previa: la interacción entre los (as) sujetos (as)
individualmente considerados (as), en uno o varios escenarios.

Ahora bien, investigar en torno a estas acciones colectivas (en la
definición e interpretación inherente a este trabajo, es lo mismo que
movimiento colectivo), permite establecer un marco conceptual,
como norte. Esto, a su vez, introduce un perfil que obra como
elemento de diferenciación. Tanto en lo que se refiere a las
particularidades propias de la tipificación; como también en cuanto a
determinados objetos concretos. LO anterior explica, a manera de
ejemplo, la vigencia de líneas específicas, en la investigación social
e histórica. Porque, solo a partir de reivindicar los conceptos de
especialización y énfasis, se hace posible identificar aspectos
particulares; en la intención de exhibirlos como identidad, con
repercusiones irrepetibles e, incluso, como horizonte de referencia.

En el caso de los movimientos sociales, políticos y populares; es
posible asumir variables d i v e r s a s al momento de efectuar
seguimiento y análisis; a través de periodos históricos y a partir de
contextos sociales específicos. D e hecho, en términos generales,
abundan estudios e interpretaciones, desde diferentes disciplinas
de las ciencias sociales . L o anterior incluye, el desarrollo y
consolidación de líneas y /o escuelas de pensamiento. E n este
sentido, basta recordar la incidencia de teorías como las de: Alexis
de Tockeville (La democracia en América, El antiguo régimen y la
Revolución Francesa); Raymond Aron (Introducción a la Filosofía de
la Historia, Democracia y totalitarismo); Max Weber (La ética
protestante y el desarrollo del capitalismo); Errico Malatesta
(Anarquismo y gobierno); Manuel Castells (Movimientos sociales
urbanos), etc. S e trata, entonces, de efectuar un recorrido que
permita establecer algunos insumos de referencia; sin q u e ello
implique subsumirse en los mismos. Por el contrario, debe implicar
(como lo dije antes) la asunción de u n a interpretación q u e ejerza
como perfil, en el proceso de diferenciación.

E n Colombia, el estudio y análisis de esos movimientos y su
connotación en periodos de tiempo definidos; así como también en el
o los contextos sociales específicos; ha convocado la atención de
diferentes historiadores (as) y sociólogos (as). L o contenidos
conceptuales y metodológicos, pueden o no coincidir con líneas
teóricas generales. Lo cierto es un acumulado en el cual confluyen
conceptos, descripciones y caracterizaciones diversas, incluso
contradictorias. Tal es el c aso, a

manera de ejemplo, de los trabajos realizados por Ignacio Torres
Giraldo ( Los inconformes); Indalecio L i é v a n o A. (Los grande
conflictos sociales en Colombia). E s fácil inferir, de su lectura y
análisis, posiciones conceptuales diferentes, contradictorias.

E n este proyecto, tanto su título general; como el tema específico;
retoma un criterio general, en cuanto al entendió de las acciones
colectivas (movimientos), precisando denominaciones como:
movimientos sociales, políticos y populares; con las diferenciaciones
inherentes cada u n a de ellas, como tipificación. S i n embargo,
introduce una variable para el análisis, vinculada con la condición y la
perspectiva de género. Concretamente, en lo que tiene que ver con
la participación de las mujeres en esos movimientos y en el periodo
definido (1970-1990).

E s t a especificidad supone, en consecuencia, la introducción de
conceptos relacionados con diferentes disciplinas de la ciencia
social. Pero, no como opción generalizante. Más bien como
contribución para la construcción de una teoría precisa, en torno al
significado y alcance de los roles asumidos por las mujeres; como
sujetos diferenciados.

Objetivo general: Ya se han insinuado algunas características,
vinculadas a la justificación del objeto general de la investigación. En
particular, cuando se hizo alusión al sesgo asociado a la condición y
perspectiva de género.

En tratándose de precisar aspectos básicos inherentes a la variable
específica en sí; el proyecto pretende alcanzar una delimitación en
términos de diferenciación. No tanto por el prurito de la originalidad,
al margen de la utilidad conceptual y práctica; sino como insumo que
registre la participación femenina, como interacción entre su
condición de género y las acciones colectivas generales que
convocan a hombres y mujeres. Destacar su rol (...el de las mujeres)
e incluso establecer los elementos de identidad; sin q u e esto
implique u n a desviación intencional, a partir de la manipulación
metodológica, conceptual. Pero, eso sí, arribando a un anál isis y a
unas conclusiones q u e actúen como referentes, al momento de
cruzarlos con los insumos derivados de los movimientos específicos
de las mujeres por sus derechos.

Antecedentes: En estricto, no puede hablarse de investigaciones o
escritos precedentes, en la especificidad propuesta en este proyecto.
Los referentes más cercanos, hablan de algunas expresiones en las
cuales se vincula la condición y perspectiva de género; en contextos
asociados a los movimientos específicos de las mujeres en
Colombia. Ta l es el caso, a manera de ejemplo, de los estudios
relacionados con la lucha de las mujeres por el derecho al voto;
investigaciones relacionadas con acciones colectivas específicas
relacionadas con los derechos de las mujeres, en la familia, por la
igualdad en sus relaciones laborales; por reivindicaciones inherentes
a sus hijos e hijas(por ejemplo: luchas concretas en los barrios por
hogares infantiles); investigaciones en torno al impacto de la guerra
interna y del desplazamiento forzado; etc.

Visto así, entonces, el proyecto sitúa una opción de análisis
diferente. Pero, al mismo tiempo, complementario; si se entiende por
esto la reivindicación de la autonomía de las mujeres y su derecho a
ejercer, no solo como partícipes pasivas; sino como suj etos
concientes.

Metodología: Además de los elementos metodológicos generales,
inherentes a la investigación social y politica; el proyecto introduce la
utilización de algunas figuras teóricas que expresan la diferenciación
entre movimiento social, movimiento político y movimiento popular;
así como también tipificaciones en torno lo conciente y lo
inconciente, referidos tanto a los (as) sujetos (as) individualmente
considerados (as); como a los sujetos colectivos. A partir de ahí, se
efectúa un recorrido histórico; centrado en las acciones y hechos
relacionados con la intervención de diferentes sectores sociales en la
promoción y desarrollo de acciones y movilizaciones constitutivas de
confrontación a posiciones y/o poderes específicos; con el propósito
de alcanzar reivindicaciones u

objetivos diferenciados; según sea cada caso.. Lo anterior, supone el
análisis de algunos textos pertinentes; bien sea relacionado con la
descripción o con la interpretación de aspectos puntuales de los
hechos y las acciones inherentes al objeto de estudio. O, también,
relacionados con la investigación y posiciones teóricas al respecto.

Todo lo anterior, en la perspectiva de configurar un escenario
vinculado a la indagación acerca de la participación femenina en
esas acciones y hechos.

Cronología: S e supone explícita, en cuanto el proyecto sitúa la
investigación en un período histórico definido: 1970-1990. Ya , en
desarrollo del trabajo, se hace énfasis en el tipo de movimiento
analizado y el año (...o los años) a que corresponde.

MARCO TEÓRICO.



1. De lo conciente y lo inconciente. De lo individual y lo colectivo


S e trata de establecer el nexo entre acciones individuales y las
acciones colectivas; a partir de dilucidar el significado que adquiere
la relación unilateral del sujeto, que ha internalizado determinadas
pautas, con lo externo; entendido como entorno ajeno. Al tiempo que
se define su interacción con respecto los otros y las otras que actúan
también en ese mismo entorno. Algo así como proponer, desde lo
conceptual, un hilo conductor que permita entender la dinámica de
ese proceso y , por esta vía, las diferencias entre el sujeto
individualmente considerado y el sujeto colectivo; con todo lo que
esto tiene de complejo, comoquiera que toda acción individual o
colectiva supone incidir sobre la exterioridad, a la manera de proceso
que la transforma.

1.1 Acerca del (la) sujeto (a) individual.

Elaborar u n a posición al respecto, supone la asunción de u n o o
varios referentes. Ante todo porque está involucrada una noción del
ser; en términos de subjetividad. Es decir, retomar algunos insumos
conceptuales que han ejercido como significantes; al momento de
dirimir una contradicción básica entre el (la) sujeto (a) entendido (a)
como uno (a) autónomo (a) y lo externo, entendido como universo
que circunda al (la) sujeto (a) y lo (a) afecta; en cuanto lo (a) imprime,
otorgándole elementos que pueden ser tramitados o procesados. Es,
en consecuencia, un tipo de relación q u e permite identificar una
aproximación a lo que podría llama rse utilitarismo primario; a partir
del cual cada sujeto (a) establece su propia visión y decide acerca de
las condiciones en las q u e delimita su territorio subjetivo, con
respecto a la territorialidad general, externa; escenario que comparte
con los (as) otros (as) sujetos (as).

Lo anterior es tanto como entender la relación entre la naturaleza y
el (la) sujeto individual. Ahora bien, desde la perspectiva
estrictamente centrada en la teoría del conocimiento; cabe una
aseveración (anterior a la lógica propuesta por la corriente del
pensamiento complejo) la cual, a su vez, involucra una
contradicción; relativamente simple: en principio, el ser como sujeto
(a) individual, construye su internalización y su autonomía; a partir de
un ejercicio, mediante el cual procesa la información proporcionada
por la exterioridad. Solo a partir de ahí le es dado al (la) sujeto (a)
u n a relación conciente con esa exterioridad; en razón a q u e la
elaboración realizada por el (ella) define, de por sí, la particularidad
propia de su identidad y autonomía.

Así las cosas, entonces, hablar de la identidad del ser supone utilizar
un concepto asociado a la autonomía. Pero también a al ejercicio
que permite la apropiación de la exterioridad; como proceso

de internalización sin la cual no es posible una actuación individual
conciente y diferenciada. Esto es lo mismo q u e asumir como
verificable, en la intervención de u n o (a) sujeto (a), las acciones
inherentes a su identidad construida en términos de su relación con
la exterioridad. Aquí cabe un entendido, de ese proceso que conlleva
a la internalización individual, diferenciado. E s decir asociado a
momentos y/o períodos históricos; los cuales determinan la calidad y
complejidad que adquiere la autonomía, la identidad; la capacidad
para regresar a la exterioridad; bien sea para transformar la
naturaleza física; o para interactuar con los (as) otros (as) sujetos
(as) en términos de comunicación; generando opciones de
transformación cuya concreción supone una actuación conjunta.

La anterior interpretación conduce a plantearnos un interrogante
relacionado con la diferenciación primaria entre los (as) sujetos (as),
con respecto a la visión adquirida a partir del proceso de
internalización de la exterioridad. Esto supone entender (la
interpretación) como dinámica; ajena a un procedimiento lineal
homogéneo. Veamos:

La internalización individual está dada por la realización de un
ejercicio de apropiación de la exterioridad, independiente. Es valida
para cada sujeto (a) en su condición d e ser que se diferencia de
los (as) otros (as); así sea en el período más primario. Es decir
en aquel en donde la relación con la naturaleza se ejerce a partir de
insumos y procedimientos elementales. A manera de ejemplo: los
hombres y las mujeres definidos (as) como primitivos (as) en la
historia de la humanidad; no establecieron un tipo de relación igual
con la naturaleza; así el producto de esa relación se hubiera
manifestado a través de una transformación y de utilidad similar; en
cuanto significó la provisión de recursos inmediatos en nexo con sus
necesidades primarias. Cada uno (a), en su ejercicio de apropiación
de la exterioridad, adquirió y procesó elementos de manera
individual. Esto es lo q u e permite entender acciones posteriores
diferenciadas; inclusive entre aquellos (as) que compartía un mismo
territorio físico y tenían pautas similares; entendidas estas como
insumos colectivos derivados de su relación con ese territorio
común.

Vito así, entonces, no es pertinente la afirmación que reclama la vida
colectiva primitiva, como sinónimo de unanimismo o identidad
colectiva, que diluye la apropiación individual de la exterioridad. Si
bien es cierto, en principio, q u e la intervención colectiva para la
transformación de la naturaleza, se tradujo en acciones en las cuales
la división de las mismas(..o del trabajo) no implicaba
diferenciaciones en jerarquía q u e permitieran la acumulación
individual; no es menos cierto q u e estas acciones colectivas no
conllevaron a subsumir lo individual, como proceso de
internalización, mediante la cual cada uno (a) construía su propia
visión y pudo elaborar conceptos diferentes, comparados con las
visiones y conceptos de los (as) demás.

E l ser individual, entonces, es tal en razón a su identidad y a su
autonomía para elaborar visiones y conceptos. E s t o permite
entender, a manera de ejemplo, el desarrollo y aplicación de
opciones individuales; en el mismo contexto de la transformación
colectiva de la naturaleza. De no ser así, el tránsito de un período a
otro se hubiese producido sin ninguna contradicción; en condiciones
de homogeneidad en las cuales no habría lugar para el ensayo y
la inventiva. Esto traduce: no todos (as) reaccionaron de manera
uniforme ante los retos derivados del proceso de transformación
colectiva de la exterioridad. E n t r e otras razones, porque la
construcción individual de visiones y conceptos, i n c l u y e un
distanciamiento, una abstracción a través de la cual se construye la
identidad individual, como instrumentos indispensable para
desarrollar la autonomía como posibilidad y como requisito para la
diferenciación. E s t o no implica asimilar, de por sí diferenciación
individual a jerarquía y/o acumulación primaria de poder atado a la
apropiación del producto derivado del trabajo colectivo. S e trata,
simplemente, de entenderlo como dinámica posible, necesaria y
lógica; en el contexto de la evolución traumática y compleja de la
humanidad; desde períodos históricos primarios hasta períodos en
los cuales se expresan los logros alcanzados; por la v í a de la
interacción entre las acciones colectivas e individuales.

Como corolario inicial es pertinente expresar lo siguiente: La
condición de sujeto (a) individual está dada por la asunción de la
identidad y la autonomía; a partir de la diferenciación en el proceso d
e aprehensión de la exterioridad. Esta identidad y autonomía, a su
vez, permite establecer una incidencia en la transformación de la
exterioridad y una interacción con los (as) otros (as) sujetos (as); sin
subsumirse; sin perder los referentes propios originados en su
particular visión e interpretación (concepto) de la naturaleza y de la
relación con los (a) otros (as).

1.2 De la interpretación (conceptos) individuales y su incidencia en
lo colectivo.

El ser individual es, de por sí, complejo. En cuanto logra, aún en su
condición de individuo (a) primario (a), construir su propia visión de
la exterioridad. Este proceso está asociado a los sentidos biológicos.
La percepción, como ejercicio inicial q u e permite acceder a
insumos externos, ejerce como instrumento para recolectar esos
datos y procesarlos. Ya ahí, la diferenciación se establece por la
vía del seguimiento y continuidad, originados en la capacidad para
retener la información e interpretarla. No es una memoria simbólica ni
formal, como la de los otros animales. Esa memoria trasciende a la
repetición simple de lo aprendido, a manera de expresión
espontánea y/o de respuesta instintiva a motivaciones externas. Por
el contrario, es u n a memoria en constante actividad y q u e actúa
como recurso pleno e intencional, cuando se hace necesario
recordar lo visto antes, lo vivido; a partir de experiencias individuales
y colectivas. Así y solo así se puede entender la capacidad que
adquiere cada sujeto (a), para proponer y desarrollar opciones
dirigidas al proces o de transformación de la exterioridad. Pero
también, para entender la construcción de una simbología para sí; de
tal manera que ejerza como instrumento fundamental, a la hora de
definir sus propias perspectivas; en cuanto expectativas originadas
en su propia pulsación con respecto a los (as) ) otros (as). Entonces,
la esperanza, la ilusión, los afectos, el placer como elaboración suya;
constituyen referentes en los cuales se cruzan la individualidad y lo
colectivo. N o como derogación de lo primero en función de lo
segundo; sino como interacción q u e el (la) sujeto (a) individual
acepta, e incluso propone, en el camino hacia la obtención de un
determinado fin. Ya , en esta expresión, es pertinente entrever la
influencia (...en esa memoria individual, como acum ulado
constante) de las tradiciones aprehendidas por la v í a de la
imposición y/o de la experiencia directa, que adquieren determinadas
instancias simbólicas; construidas a partir de procesos individuales y
colectivos. Así entonces, a manera de ejemplo, cabe analizar en ese
espectro; el rol de la religión, de los códigos y paradigmas que
ejercen como limitaciones al desarrollo pleno de la individualidad, en
cuanto adquieren una significación que trasciende a cada sujeto (a) y
lo (a) obliga a un acatamiento; so pena de quedar por fuera de esa
figura de concertación colectiva que lo (a) compromete. No reconocer
la concertación (a la manera de equilibrio); tuvo siempre (...y tiene
ahora) para cada sujeto (a) repercusiones profundas. Inclusive, de su
aceptación o no, depende en muchos casos la existencia suya como
sujeto (a) individual vivo, como actor válido.

E n este contexto cabe una expresión relacionada con la incidencia
que adquieren las opciones propuestas, por parte de los (a) sujetos
(as) individuales; en lo que hace referencia a la interpretación de
las pautas, paradigmas y condiciones vigentes en un determinado
período histórico. En sí esas pautas y condiciones, no son otra cosa
que construcciones colectivas que trasciendan a cada individuo (a).
Podría aseverarse inclusive que, en las mismas; cada sujeto se
subsume, como quiera que no le está permitido transgredirlas. Está
obligado, en consecuencia, a asumir una interpretación similar a la
que realizan los (as) otros (as). Si su decisión es hacer trasgresión,
bien sea por la vía de proponer una interpretación diferente y/o de
asumir la opción directa de cuestionarlas y trabajar por su
destrucción; se entiende que asume las consecuencias a q u e esto
conlleva…Entonces se configura, a partir de esa intervención
individual, u n a confrontación con la simbología e iconografías
colectivas. Aquí, en esa confrontación, se enfrenta la construcción
individual con la construcción colectiva. E s t o es válido, como
decíamos arriba, tanto para los paradigmas colectivos asociados a la
religión; como para aquellos paradigmas asociados a la noción de
ordenamiento y de jerarquización. Queda claro, asimismo, que estas
construcciones colectivas,

son posteriores a la apropiación primigenia de la exterioridad, a la
internalización primera realizada por cada sujeto (a) en su contacto
inicial con la naturaleza. Es decir, son elaboraciones, desarrolladas
en el tiempo y en el espacio; como acciones concientes o
inconcientes (...o mediante una interacción entre los dos estados) en
d o n d e se aplica el conocimiento acumulado, a manera de
ordenamiento de las percepciones recibidas y almacenadas en la
memoria. Pasa a ser, por esta vía, una memoria de todos y todas.
Una memoria colectiva q u e se construye a través de la
comunicación y de la instauración de códigos e íconos que dan fe de
la concertación.

Toda herejía, en principio, es una acción individual. Compromete a
quien realiza una interpretación diferente y se decide a proponerla
como opción. Bien sea como modificación parcial de las pau tas,
paradigmas y condiciones instaurados como referentes colectivos;
o como alternativa que conlleva a u n a modifi9cación total, radical.
Algo así como o son esas pautas y paradigmas o son estas pautas
y paradigmas alternativos. Ya ahí, en esa acción de proponer una
alternativa, se configura un distanciamiento con respecto al
ordenamiento vigente. Adquiere ese hecho un significado
asimilado a la ruptura. En el proceso de enfrentar esa opción (...u
opciones) con las existentes; el (la) sujeto (a) q u e ejerce como
cuestionador (a), desemboca en una posición herética. A partir de
ahí, se trata de definir las condiciones y el tipo de acciones a
realizar, el proceso de difusión de la opción u opciones nuevas. Aquí,
condiciones, tienen que v e r con los insumos reca udados para
sustentar la nueva opción. Tipo de acciones, tiene q u e v e r con
realizar u n a confrontación individual absoluta. O la adquisición,
mediante el proceso de persuasión o imposición, de una
aceptación de los (as) otros (as). D e tal manera q u e pueda
presentarse y desarrollar como opción u opciones colectivas. Esto no
es otra cosa q u e el comienzo de u n a sumatoria de acciones
diferenciadas; en procura de lograr la aceptación y acatamiento,
bien sea de la modificación parcial o de la erradicación de las
anteriores pautas y paradigmas y, en su reemplazo, erigir las nuevas.
D e todas maneras, bien sea que se actúe n un u otro sentido, es
evidente la necesidad de cierta subyugación hacia los otros y las
otras. Algo así como entender y aceptar el principio bás ico
relacionado con el ordenamiento y el equilibrio por la v í a de la
imposición de pautas y paradigmas: siempre existan referentes
establecidos como condición para el ordenamiento y el equilibrio;
habrá unos códigos y obligaciones que ejercen como limitación a la
libertad individual. Alcanzar unos nuevos referentes, unos nuevos
códigos y nuevas obligaciones; supone la realización de acciones
que controvierten lo anterior.

1.3 Del sujeto Colectivo

Ahora se trata de establecer los términos de referencia, a partir de
los cuales se configura la presencia y las acciones del colectivo;
como sujeto pleno que trasciende a la individualidad pero no la
puede subsumir.

Desde una interpretación etimológica, sujeto colectivo se entiende
como figura plural. E s decir, se asume su configuración como
sumatoria, simple o compleja, de individualidades con presencia en
un determinado escenario, ámbito o territorio. También involucra un
concepto adjunto, q u e da cuenta de u n a posición asimilada a la
conciencia y a su significado. Algo así como entender al sujeto
colectivo en condición vinculante con respecto a u n a visión (o
visiones) y a una interpretación de la exterioridad que lo circunda. El
problema radica en la posibilidad efectiva para precisar el nexo entre
esa figura colectiva y la individualidad, sin que implique la disolución.
Porque, a partir de u n a interpretación centrada en el estricto
comportamiento mecánico; podría pensarse en u n a dicotomía
elemental, en donde la conciencia colectiva es una expresión que
traduce los acumulados históricos, en cuanto vivencias, como
información procesada q u e induce a u n a definición desde la
perspectiva cultural.

D e todas maneras, la interpretación de lo colectivo, supone un
imaginario. Este, a su vez, debe estar asociado a l concepto de
espacio físico. Algo así como establecer una dinámica en la cual

aparece la interrelación entre los (as) sujetos (as) individuales,
asociados e integrados con respecto a determinados códigos
reconocidos como válidos. Ya decíamos ante, en e sta misma
línea de reflexión: los referentes, entendidos como códigos, pueden
ejercer como punto de equilibrio; a través del cual se expresan las
coincidencias. Ahora bien, la complejidad en la interpretación del
significado y alcance de este equilibrio, está dado por el análisis del
recorrido previo para acceder al mismo. Tal parece que se presentan
dos opciones en la interpretación. Una
de ellas tiene que ver la identidad pasiva que realiza cada sujeto
individual con los códigos o referentes generales que inducen al
equilibrio. La otra tiene que ver con la coacción, con la imposición,
por la vía de acciones ejercidas por parte de quien o quienes se
erijan como centro y/o como intérpretes únicos de esos códigos.

La primera opción supone un tránsito no traumático, mediante el cual
cada sujeto asume la identificación con los códigos (conciente o
inconciente). Es de suponer que, ya ahí en ese tránsito hacia la
identificación o reconocimiento, se configura una ruptura con
respecto al yo absoluto. Se traslada parte de la identidad personal, a
la identidad colectiva; como condición indispensable para acceder al
equilibrio. Se entiende y acepta esa necesidad, en una perspectiva
grupal, plural. Ahora bien, los códigos pueden adquirir características
religiosas, o de simples premisas para el trabajo asociado; o de
compromisos para establecer una figura colectiva relacionada con el
ordenamiento global de obligaciones; o una sumatoria compleja de
todas estas las anteriores. Lo cierto es que la aceptación se expresa
como actitud soportada en la libertad para definir.

La segunda opción supone la presencia de posiciones previas; en las
cuales es evidente una diferenciación en términos no solo de
interpretación y elaboración con respecto a la exterioridad; sino
también en términos de apropiación unilateral de los acumulados
históricos de las vivencias entendidas como insumos para la
construcción de los códigos, referentes..o paradigmas. Aquí,
entonces, se configura un recorrido traumático; por cuanto supone la
restricci ón impuesta a las posibilidades individuales. No es ya la
aceptación en libertad; es por el contrario la imposición a reconocer,
tanto los referentes en sí, como también a quien o quienes los
representan y los imponen.

1.4 De lo conceptual en una perspectiva de género

Abordar una reflexión, en términos de indagar-investigar, acerca de
asuntos relacionados con género; supone la asunción de referentes
que permitan establecer un hilo conductor pertinente. Algo así como
precisar las condiciones y características q u e adquiere, en el
contexto de un proceso determinado.

Digamos q u e reconocerse, implica una primera identificación del
significado básico como sujeto; en lo q u e este tiene de vigencia
como expresión de lo humano que se concreta. Aquí, entonces, lo
femenino y lo masculino, supone u n a interacción originada en el
“descubrimiento” de la diferencia que, a su vez, está asociado al
desarrollo de las percepciones primarias que, por esto mismo,
permiten agregados hacia la construcción de acciones y
realizaciones complejas. E n otras palabras, se trata de logros
individuales y colectivos denominados (...en una sumatoria lógica,
mas no de lineal) cultura.

L a desagregación de roles, en escenarios de intervención y
presencia de los sujetos (hombres y mujeres), trascienden a la sola
posición adjudicada por la diferenciación biológica, natural. Se
entiende como elaboraciones en nexo con ese reconocimiento de sí;
como esa expresión que trasciende a lo primario y se convierte en
pauta, en códigos instaurados como necesarios, que requieren ser
acatados, sin que necesariamente, implique a la identifi cación o,
inclusive, así supongan una posición en contravìa de la autonomía y
la libertad para el desarrollo de la individualidad.

Entonces, cada construcción cultural; pasa por la imposición de un
determinado modelo, de u n a determinada guía o procedimiento
para consolidar el reconocimiento que invoca cada individuo (a);
en un contexto que reclama y requiere ordenar y pautar la vida;
como soporte para articular, para justificar el “equilibrio” entre
quienes conviven en un espacio territorial y han hered ado
procedimientos, costumbres y visiones de lo natural. Por lo tanto se
entienden comunes. Se asume, en consecuencia, que “se ha estado
ahí”..., “y se está ahora”; con los condicionantes y las imposiciones
q u e han sido previamente desarrolladas y acumuladas, como
agregados que comprometen.

Visto así, la noción de lo social, se erige como colateral de los
acumulados y agregados culturales compartidos (...Impuestos) y que
ejercen como condicionantes; para hombres y mujeres en escenarios
territoriales y geográficos determinados. Inclusive, la misma noción
de geografía, territorio y espacio, está relacionada con las
identificaciones previamente establecidas y transmitidas.

Ahora bien, en el entendido moderno, se habla de civilización,
cuando se quiere referenciar al desarrollo de los seres humanos,
precisamente con esas identificaciones, esos códigos, esas
herencias, como modelos y como pautas. Esto explica, entre otras
razones, la existencia de disciplinas y profesiones que investigan y
analizan los momentos y periodos que ha precedido al presente y, a
partir de ahí, localizan bien sea estereotipos y /o expresiones
valoradas como “prueba”, cuando se trata de identificar aspectos
específicos o líneas de comportamiento.

Para el caso que nos ocupa, hablar de género, como condicionante;
como insumo que permite entender la diferenciación biológica y que,
al mismo tiempo, permite efectuar el seguimiento y análisis de las
elaboraciones culturales, las pautas y los códigos construidos, a
partir del desarrollo y agregados culturales. N o es algo diferente a
introducir esa variable subjetiva q u e nos permitan entender las
implicaciones; como quiera q u e (..ya lo dijimos arriba) las
restricciones a que conlleva cualquier modelo impuesto como válido
y necesario para permitir los “equilibrios” entre la individualidad y un
colectivo(..o sociedad); están dadas por la inherente pérdida de la
libertad, de la autonomía absoluta de cada sujeto(a).

Podría decirse, entonces, q u e el género (como variable q u e se
precisa y se ha ce visible en el desarrollo cultural), convoca a
entender dinámicas y lógicas adicionales, como expresiones
diferenciadas q u e permiten reconocerse e identificarse a los (as)
sujetos (a), como portadores (as), bien sea de restricciones
adicionales o de derechos conferidos por las normativas y los
códigos culturales asumidos como válidos.

Así las cosas, nuestro punto de comienzo, supone la preexistencia
de valores(..como concreciones de lo cultural) q u e permiten e
inhiben. E s lo siguiente: asumimos como vigentes (...sin que
implique aceptarlos) referentes q u e permiten u n a línea de
interpretación primaria, en cuanto a la diferenciación biológica entre
hombres y mujeres, en la cual se erige como insumo condicionante
la “necesaria” coacción, la necesaria implementación de códigos que
establecen un nexo lógico, explicable, justo; entre esa diferenciación
biológica-natural y las restricciones hacia las mujeres; como una
figura que, simplemente, expresa u n a interpretación de algo
preestablecido. Una figura que invoca la división de roles, en donde
los (as) sujetos (as) deben reconocerse en relación con la
jerarquización de los mismos y, en donde, lo masculino emerge y se
impone en condición de superioridad.

E s punto de comienzo supone, asimismo, entender la dinámica
histórica; como elaboración que conlleva a precisar, analizar y validar
momentos y períodos; en un contexto en el cual el significante
subjetivo puede o no ser cuestionado. Pero, de todas maneras, debe
ser interpretado como inherente a ese momento, a ese período
determinado. Es como la asunción de una lectura y

una didáctica en donde se puede “explicar” lo cotidiano del pasado,
con arreglo a los acumulados culturales..o, lo que es lo mismo, al
estado de desarrollo de la civilización en su momento. I n c l u s i v e , a
manera de ejemplo, pueden aparecer con posterioridad, expresiones
en las c uales se presentan “excusas” a nombre de los beneficiarios
de determinados acumulados culturales(..como los religiosos) por el
hecho de haber permitido, desde l misma lógica inherente a esos
agregados, exterminios de aquellos y aquellas que ejercieron como
contradictores, al margen del grado de ruptura propuesto y
desarrollado por estos (as). E l caso patético de las Cruzadas
Cristianas y de los Tribunales de Inquisición..y el “arrepentimiento”
de la Jerarquía Católica, con el liderazgo de J u a n Pablo II;
simplemente es una muestra de ello.

En esta línea de interpretación, el análisis del rol de las mujeres en la
construcción y desarrollo del periodismo en Colombia,
particularmente a finales del Siglo XVIII y en el Siglo XIX, supone
precisar un contexto en lo que podríamos llamar “L a sociedad del
Nuevo Reino de Granada, en nexo con las imposiciones culturales
de España.”

Queda claro, en aplicación de la caracterización propuesta arriba,
q u e las condiciones vigentes en el período q u e comprende el
análisis, estaban cruzadas por los insumos conceptuales y los
valores que ejercían como códigos, como yuntas originadas en el
ideario de quienes ejercían como invasores y detentadores del
poder. A su vez, esos valores y conceptos de los españoles, tenían
un nexo, no circunstancial, con los conceptos y valores
predominantes en Europa. Es una interacción de doble vía, en veces
con rasgos contradictorios (..e incluso antagónicos, como en caso de
la opción derivada de la Revolución Francesa en 1789 y su colateral
la Declaración de L o s Derechos Universales del Hombre, con
respecto a la opción mantenido por la monarquía Español,
particularmente en cuanto al control autoritario ejercido en el “Nuevo
Reino de Granada”.

Para el caso específico del escenario político y social en el periodo
objeto de análisis, se expresaba con todo rigor ese principio básico
que reivindicamos como válido: la imposición de valores construidos
a partir de los paradigmas tejidos, en un proceso que involucró a todo
el quehacer, que fue agregando interpretaciones y decisiones; con
unos determinados referentes. Una sucesión de construcciones, en
las cuales predominaban aquellos conceptos y aplicaciones que
convocaban a los sujetos (hombres y mujeres) a reconocerse en
ellos; a identificarse con esos proyectos y con todo el proceso. Es
obvio, en esa perspectiva, que “lo conciente” (...así como ahora), no
era otra que la obligación a asumir como propias las imágenes y las
“instituciones”, fundamentalmente ancladas en la visión del mundo
coincidente con la Religión predominante.., entendida e impuesta
como la única posible.

Q u e decir, entonces, de los “habitantes originarios” del nuevo
territorio, conquistado, avasallado, esquilmado. Fue una labor (..así
lo expresa con lucidez Eduardo Galeano, en su texto “Las Venas
Abiertas de América Latina.). Una obscurana absoluta en términos
del conocimiento. Una imposición q u e reclama la obligación de
asumir la “única verdad posible”(..la del Rey, de sus delegatarios.., de
la Iglesia Católica). No hay lugar para es cisiones, fundamentalmente
en lo que hace a la interpretación del mundo físico, como expresión
inmanente, en todo tiempo y lugar, de la divinidad, de su sentir; que
no era otra cosa que la reivindicación del poder terreno, como simple
extensión de se poder divino.

En lo anterior, la ignorancia, “ese reconocerse” como sujeto perdido,
sin libertad, sin elementos para el discernimiento y para la
apropiación adecuada del conocimiento; tenía una cobertura total.
Eran vasallos los sujetos hombres y las sujetos mujeres. ..Pero,
estas, sufrían (..casi como ahora) el doble rigor, la doble expoliación
espiritual. No podía ser de otra manera; porque el Imperio (España),
no e r a otra cosa que el horizonte cultural en el cual se acuñaba
como cierta y necesaria la coincidencia entre la diferenciación
biológica y la diferenciación (discriminación) efectiva, práctica,
cultural.

1.5 De la comunicación.

La acción de comunicarse es inherente a la condición humana. Es
la palabra, como transferencia de necesidades, de sentimientos...del
conocimiento. E l acumulado cultural, los agregados primarios y
complejos, han permitido establecer las conexiones indispensables,
en el proceso de elaboración mediante los cuales es posible vivir y
sentir el contacto con la naturaleza, de su transformación. La noción
de comunidad solo adquiere presencia y dinámica plena, en función
de la comunicación..de la palabra.

Ahora bien, el sentido de las palabras (al menos en su aprehensión
inicial), como transferencia, como instrumento primero para la
comunicación; tiene que ver con lo que el (la) sujeto reconoce e
identifica como insumo que no le es extraño para expresarlo al otro o
a la otra. Asimismo, en la recepción, los mensajes recibidos
adquieren validez, en razón a la posibilidad que otor gan para
dilucidar, a partir de ahí, lo desconocido. Es el intercambio de las
opciones. Una figura cercana al trueque de ideas, de conceptos, de
imaginarios.

Lo que se erige como Civilización (en el sentido planteado arriba), ha
desarrollado mecanismos inherentes a la comunicación. Tanto como
reconocer q u e ha instaurado lógicas permitidas, en el universo
cultural construido e impuesto como posible y como dominante. Ha
sido un recorrido complejo; en donde los agregados asumidos como
cultura, no son otra c o s a q u e la reivindicación de paradigmas
circunscritos a las “ideas” vigentes, válidas, permitidas y aceptadas.
Por esta v í a se ha arribado a opciones en las cuales lo q u e se
“transfiere” y /o “transmite”, es una forma de replicar y difundir eso
que es permitido, validado y aceptado. Cuando se comunica algo que
pueda ejercer como disidencia o cuestionamiento de ese
“ordenamiento cultural válido”; se incurre en herejía ..y, por lo tanto,
debe ser obstaculizado, cuando no castigado. Ya lo decíamos antes,
en re ferencia a la acción inquisidora por parte de los vigilantes,
representantes de las jerarquías y de la dominación, en defensa de
las únicas verdades posibles.




2. De la noción de poder y su ejercicio.

Ahora es pertinente desarrollar algunos conceptos en relación al
comportamiento del sujeto colectivo; a partir de su separación con
respecto a los (as) sujetos (as) individualmente considerados.
Supone, entonces, la aceptación de su existencia con expresi ón
propia; regida por pautas que, a su vez, pueden ejercer como
referentes generales. E l problema tiene que ver con precisar las
condiciones y/o prerrequisitos necesarios para consolidar la figura de
la instancia abstracta; aquella que se desprende del sujeto colectivo
y se rige como referente que debe ser acatado; no solo por los (as)
sujetos (as) individuales; sino también por la colectividad q u e se
construye y se hace plena en razón a la interacción constante entre
los (as) sujetos (as). Ya, aquí, puede hablarse de una prefiguración
territorial y de unos vínculos que hace posible esa interacción.
Supone la aceptación de la identidad individual propia de cada sujeto
(a); pero también la existencia de los (as) otros (as) como pares que
comparten una misma identidad colectiva.

2.1 ¿Qué es el poder?

Habábamos arriba acerca de las condiciones en las cuales se puede
concretar la aceptación, por parte de los (as) sujetos (as)
individuales, de unos referentes y/o principios básicos; por fuera de
si. Es decir, externos a cada uno a cada una. Quedó clara, en esta
línea de análisis, la interpretación, a partir de dos opciones. Una u
otra, definen tránsitos diferentes hacia la consolidación de de los
principios, referentes o paradigmas que han de centrar y orientar el

quehacer de los (as) sujetos (as) individuales; en un entorno preciso,
en el cual se involucra la aceptación de los (as) otros (as) como
pares. Pero, al mismo tiempo, adquiere el significado inherente a
la separación de esos principios-referentes con respecto a lo
colectivo, entendido como sujeto q u e simplemente asume como
sumatoria de las individualidades. Es decir, empieza a erigirse como
figura que trasciende a los (as) sujetos (as); tanto en lo individual
como en lo colectivo.

También habíamos expresado acerca de la connotación q u e esto
adquiere; en cuanto supone la presencia de quien o quienes asumen
como responsables del manejo o supervisión del acatamiento debido
en torno a esos principios-referentes. Es algo así como indagar con
respecto a las condiciones que debe o deben reunir ese sujeto (a),
o esos (as) sujetos (as).

D e s d e la interpretación propuesta por Marx y Engels; podría
aseverarse q u e el ejercicio de esa responsabilidad supone la
asunción de una posición de dominio, como efecto colatera l de una
apropiación con respecto a los excedentes de los bienes producidos
por la vía del trabajo, de la transformación de la naturaleza. A lo
anterior podría agregarse, como extensión necesaria, la apropiación
de los acumulados del conocimiento adquirido en ese mismo
proceso. De ser así, entonces, surge un nuevo elemento alusivo a la
cultura; entendida como superestructura construida a partir de la
relación establecida con la exterioridad (naturaleza). Aparece, por
esa misma vía, la figura de beneficiarios o beneficiarios. Esto, de por
sí, adquiere el significado propio de unas relaciones, y a no en
igualdad de condiciones; sino en las cuales se establece un dominio
sobre aquellos (as) que no ejercen como tal.

Otra alternativa, para la interpretación, tiene que ver con la
posición Kantiana; en la cual aparece la razón como sujeto abstracto
que conduce los procesos. Por lo tanto, adquiere una connotación
ajena a los (as) sujetos (as), en tanto se entiende como condición
preexistente al proceso de transformación de la naturaleza. Por lo
mismo, entonces, se entiende como extensión y aplicación
modificada de la posición socrática y aristotélica. L a variante tiene
que ver con el de que, en Kant, la Razón aparece como abstracción
que ejerce como referente, inher ente a la noción de poder; como
instancia que convoca y que debe ser acatada; en cuanto se concreta
a través de una figura asimilada al concepto de Estado.

Ya, aún antes de Marx, Engels y Kant; Juan Jacobo Rousseau;
Tomas Hobbes y Nicolás Maquiavelo, desarrollaron teorías
alrededor de ese concepto de poder y de dominio. Opciones
diferencias hacia la interpretación de ese hecho. Variantes como el
equilibrio entre lo colectivo y lo individual, a través de la aceptación y
la concertación (Contrato Social, postulado por Rousseau); o como la
exaltación y justificación de un ejercicio de dominio, desde una
perspectiva centrada en la imposición (Leviatán, de Hobbes); o como
figura asociada a la intermediación y trámite conciente de un sujeto
individual que impone una determinadas condiciones (El Príncipe, de
Nicolás Maquiavelo).

El asunto queda planteado y precisa de un desarrollo, si se pretende
dilucidar el significado del control ejercido sobre los (as) sujetos (as)
individualmente considerados (as)..o sobre estos (as), entendido
como colectivo que no ejercen como beneficiarios (as) de este
control.

Tal y como lo hemos insinuado, el poder no es otra cosa q u e el
control ejercido por parte de quien o quienes adquieren la capacidad
para hacerlo Acceder a esta capacidad, su explicación, se explica
según sea la interpretación asumida. De todas maneras, en estricto,
desde el momento en que se configura una determinada forma de
control; este actúa como condicionante q u e impide el desarrollo,
pleno y absoluto, de la libertad individual entendida en los términos
y a señalados: como posibilidad q u e tiene cada individuo (a) para
interactuar con la exterioridad; a partir de sus propias vivencias. De
su particular nexo con la misma y con el (la) otro (a). Supone, en fin,
la pérdida de la autonomía primaria. Esto explica, hasta cierto punto,
la tensión latente que acompaña todo proceso mediante el cual se
efectúa u n a imposición. U n a tensión y a prefigurada por Freíd en
“Tótem y

Tabú”..y desarrollada por (sin saberlo) por Engels en “El origen de la
familia, la propiedad privada y el estado”. Con mayor claridad,
Marcase, identifica ese n e x o en sus trabajos: “E l hombre
unidimensional” (en tanto que sitúa una interpretación del control
político, como yunta q u e inhibe al –la- sujeto –a-) y en “Eros y
Civilización” (en t a n t o se retoma t o d o el espectro, derivado del
malestar q u e acompaña a cada sujeto – a -, desde el momento
mismo de su vinculación forzada a la vida colectiva.).

Así entendido, entonces, el poder inhibe el desarrollo del (la) sujeto
(a). Supone la instauración de u n o s referentes para interpretar el
nexo que cada u n o (a) realiza con la exterioridad y de la
internalización que este (a) efectúa, como efecto colateral de esa
relación primaria. Algo así, entonces, como objetivar los acumulados
de procesos anteriores, convirtiéndolos en pautas q u e deben ser
aceptadas. Por esta vía, en consecuencia, podría entenderse esa
inhibición, en condiciones similares a la que existe con respecto a los
condicionantes primarios anclados e n los contenidos propios de la
religión. E n principio, podría aseverarse q u e (en estricto) poder y
religión causan el mismo efecto en cada sujeto (a)...la inhibición. En
torno a este hecho, cabe expresar desde ahora un elemento que
será desarrollado poster iormente: Cuando se actúa, de manera
individual o colectiva, en contra de esa inhibición; se configura un
conflicto que origina un castigo, una sanción; por parte de quienes
ejercen como controladores hacia quien o quienes actúan en
contravía de los referentes. Es el caso, a manera de ejemplo, de lo
sucedido con Prometeo.

2.2. El poder político.

A manera de ilustración (...Con reservas obvias), es pertinente
presentar la reflexión efectuada por Francisco Segui, el prólogo a
una de las ediciones de La República (Platón); veamos: “...Si la vida
ciudadana, la polis como forma comunitaria, se hunde desgarrada
por el escepticismo, el agnosticismo y el relativismo, la polis como
organización política sucumbe ante el empuje de la democracia. Y si
Sócrates buscaba la solución invitando a revisar los conceptos
éticos, a encontrar lo absoluto, Platón idea todo un mecanismo
político-social. Su República no es una descripción de un mundo
ideal: es una técnica de formación de una sociedad. Aunque de
vez en vez cai ga en ciertas disquisiciones sobre conceptos tales el
de justicia o felicidad, está orientada al estudio de los aparatos de
control social. Su objetivo es el orden, la estabilidad (rechazará
todo cambio que no sea un acercamiento al ideal descrito en la
obra). Y para ello parte de la educación. L a educación es el
principal elemento represivo, el medio más eficaz para el control, el
más apropiado homogenizador social. Educar es, para Platón,
construir ciudadanos. E n la educación se hará al ciudadano: se
condicionará su sensibilidad, su voluntad y su pensamiento, de
modo que nada pueda desear sino aquella situación q u e por
naturaleza le pertenece.

Toda técnica de control social responde a u n a concepción del
hombre y de la vida, sin duda. Pero es un error pensar que Platón
extrae sus ideas políticas de la teoría de las ideas. Al contrario, la
Ideas serán u n a metafísica, u n a cosmovisión, u n a especie de
creencia favorable para llevar a cabo la política…”1

Desde la interpretación acerca del poder, propuesta y desarrollado en
este escrito, es evidente la asimilación al concepto de control. El
asunto siguiente tiene que ver con su definición en términos de
control político. Lo anterior, por cuanto la noción de política,
adquiere una connotación relacionada con la actuación colectiva.
Algo así como entenderla, en el contexto permitido por los agregados
adquiridos a través de determinados procesos previos. Es decir: la
politica no constituye una opción originada en el proceso de
internalización q u e efectúa cada suj eto (a), con respecto a la
exterioridad. Es, por el contrario, el desarrollo de elaboraciones
acumuladas, a través de procesos q u e trascienden a cada sujeto
(a); comoquiera q u e se configuran a partir de u n a forma de
apropiación realizada por parte de quien o quienes convierten esas
elaboraciones, en opciones
1Segui, Francisco. Prólogo a La República, Tomo I. Ed.Universales, Bogotá

que entran a ejercer como referentes. En consecuencia constituyen,
por esto mismo, un mandato; una convocatoria que pretende el
reconocimiento individual y colectivo. Está expresada en códigos (...o
definiciones) que conforman un cuerpo teórico, con repercusiones
prácticas en el quehacer cotidiano. Es, en otras palabras, el soporte
necesario para ejercer gobierno, autoridad; por parte de quien o
quienes se han separado de los (as) otros (as); en su condición de
usufructuarios (as) de esos mismos códigos.

L a diferenciación comienza, desde el momento mismo en que
aparecen insumos q u e la permiten. Si bien es ilustrativa la
interpretación (...un poco lineal) propuesta en el recorrido: sociedad
primitiva- esclavismo-feudalismo-capitalismo; como proceso
explicativo en cuanto al origen de la dominación. Lo cierto es que el
asunto es mucho más complejo. Porque supone, entre otras cosas,
retomar el entendido de la apropiación de los referentes y su
imposición; a partir de un ejercicio originado en la diferenciación;
pero asimismo, en nexo con el proceso de internalización individual.
Valga presentarlo de la siguiente manera: si la sociedad primitiva
descrita por Lewis H. Morgan, constituyó un estado en el desarrollo
de la humanidad; no puede inferirse, necesariamente, la ausencia de
determinadas formas de diferenciación...y de control. Con las
limitaciones sociológicas y políticas propias de su investigación, el
texto que la resume, tiene elem entos importantes; en cuanto a la
interpretación de los hechos originados en la misma investigación
q u e se relacionan con la actividad humana. Por lo mismo es
pertinente resaltar lo siguiente:

“..Los hechos indican la formación gradual y el desarrollo
subsiguiente de ciertas ideas, pasiones y aspiraciones. Aquellos que
ocupan las posiciones más prominentes, caben ser generalizados
como crecimientos de ideas particulares, a las que se encuentran
íntimamente vinculadas…

..ÚLTIMO. L a idea de propiedad se formó lentamente en el
pensamiento humano, permaneciendo naciente y endeble durante
períodos inmensos de tiempo. Adquiriendo vida en el salvajismo,
requirió toda la experiencia de este período y del subsiguiente, de la
barbarie, para desarrollar el gérmen y preparar el cerebro humano
para la aceptación de su influencia de contralor. S u imperio como
pasión por sobre todas las demás pasiones, señala el comienzo de
la civilización...”2
Ahora bien, como lo hemos señalado arriba, el poder adquiere
significado a partir de la apropiaciónunilateral de insumos
relacionados con el conocimiento acumulado. E s t a apropiación
permite la elaboración de unas determinadas condiciones que deben
ser acatadas, por parte de quien o quienes no actúan en posición
de usufructuarios. Así planteado, entonces, no implica
necesariamente un nexo primario con la posesión de bienes. Otra
cosa es que la posesión permita el desarrollo y consolidación
posteriores de mecanismos de control y, por esta vía, de
imposición. L o anterior es lo mismo que entender la dinámica del
poder y del control; como una sucesión de eventos en los cuales se
v a n estructurando unas instancias en las q u e predominan
instrumentos conceptuales, como opciones únicas para la
interpretación de la naturaleza y de las re laciones necesarias para
transformarla…o, simplemente, para convivir con ella.

A partir de esta lógica para la interpretación del poder; se entiende
que este adquiere una connotación política, como opción válida en el
proceso de consolidación y defensa del mismo, por parte de quien o
quienes actúan como detentadores. L o que, en principio, e r a un
control en términos de pautas y códigos propuestos (...o impuestos)
como única alternativa para establecer un nexo con la externalidad;
se convierte un la instauración de instancias que identifican esos
pautas y códigos con los usufructuarios. Esto supone el desarrollo de
mecanismos constitutivos de reglas orientadas a distanciar, aún más,
el poder con respecto a quienes se controla. Es decir este (el poder)
se torna mucho más complejo; comoquiera q u e se configura la
intermediación como requisito indispensable para acceder a sus
representantes. El territorio, en este contexto, deja de
2Morgan, Lewis H. La Sociedad Primitiva, edición Divulgación Cultural
Universidad Nacional de Colombia, 1972.

ser simple externalidad primaria, natural en la cual se efectúa la
interacción y el intercambio por parte de los (as) sujetos (as). Se
convierte, por lo mismo q u e se consolida la figura del poder, en
escenario en el cual la relaciones (...Sociales) adquieren
características, cada vez, más complejas. Y a no es, entonces, la
simple aceptación de los códigos originarios, casi siempre asociados
a la religiosidad. Ahora se trata de una figura ensanchada de este.
Una ampliación del espectro; en función de los nuevos elementos
que lo acompañan y sustentan.

Vale la pena reiterar acerca del condicionamiento que se le imprime a
la actuación individual. El proceso, por medio del cual se instaura la
dominación, supone una inhibición a la libertad. Y a no existe la
posibilidad de ejercer la autonomía inicial; para exteriorizar los
conceptos elaborados a partir de la relación con la naturaleza, con
la externalidad. Lo que prevalece, ahora, es la asunción de los
referentes establecidos como única opción posible. Es una
interpretación mediada por los códigos y las instancias desarrolladas
por parte de quien o quienes ejercen como detentadores de esos
referentes. A esto se agrega el hecho del nexo entre esa acción de
control primaria y la evolución del sistema de apropiación de los
excedentes derivados del trabajo. S e configuran, entonces, unas
relaciones sociales en las que prevalece la imposición de reglas.
Algo así como u n a sumatoria de conceptos básicos q u e obligan.
Actuar en contravía de los mismos sitúa, a quien o quienes lo hacen,
por fuera de esas condiciones. Por lo tanto debe ser entendió c omo
desafío, como rebelión. Esto es lo q u e explica, en términos del
concepto de legalidad, la estructuración de figuras que describen y
validan el castigo; como procedimiento indispensable para mantener
el control. E s ahí en donde, el poder, adquiere su connotación
política.

Es pertinente, para este caso, citar la posición expresada por J.C.
Friedrich, en su texto La filosofía del derecho. “..Puesto que para el
derecho siempre tiene importancia fundamental que la obligación
de sus normas se encuentre firmemente anclada en la convicción de
la legitimidad de la autoridad que crea la ley, sea D i o s , sea la
acción popular, la importancia de las normas legales en la vida
social estará, en todo momento, hondamente influida por la fe en
la legitimidad del gobierno q u e las impone y por la cual son
creadas. El nomos y el jus de griegos y romanos estuvieron en
vigor mientras se mantuvo la fe en la comunidad de la polis, pues la
polis estaba regulada por el nomos y el jus, debido a la
constante fe del pueblo en la heroica sabiduría de algún antiguo
legislador, ya fuera un Solón, un Licurgo, o las Doce Tablas. Sin
embargo, para los judíos del Antiguo Testamento, no fue Moisés, ni
siquiera los profetas, sino el Dios único, quien habló a Moisés y
le ordenó que comunicara sus leyes a su pueblo (Levítico 19: 1-
2). Y fue su pueblo el q u e quedó convertido en u n a comunidad
sagrada gracias a esa comunicación, por la santidad misma del
Dios que había dictado las leyes. Y de esta santificación, al dar y
obedecer la ley, se desarrolló o, quizá fuera mejor decir q u e se
derivó, como corolario la doctrina del pueblo elegido...”3

2.3 El concepto de Estado

Ya quedó planteada la interpretación en torno al poder y al control.
Se infiere, en consecuencia, una connotación asociada al concepto
de sociedad; entendida como interacción colectiva en un
determinado territorio y cohesionada por u n a reglamentación;
impuesta como norma de obligatorio acatamiento.

Cabe ahora extender esa interpretación. Ya no tanto en lo que hace
referencia a la implementación coercitiva de los códigos y de las
instancias a cuyo cargo está la vigilancia y desarrollo de los mismos.
Se trata de entender la dinámica que adquiere esa implementación; a
través de un proceso que v a instaurando instancias, como figuras
mucho más complejas en lo que hace

3Friedrich, C.J., La Filosofía del derecho, ed. Fondo de Cultura Económica

referencia a los mecanismos de control, de su desarrollo y
distanciamiento con respecto a la interpretación primaria, rígida de la
inhibición y subyugación hacia el (..o los) sujeto (os).

L o que antes era un escenario en el cual se exhibían unas
relaciones simples de dominación; ahora se va convirtiendo en
territorio en donde los códigos y normas conforman un sistema
lógico, abstracto. D e tal manera que los (as) sujetos (as)
involucrados (as) como dominados (as), pasan a ser un colectivo
q u e es obligado a identificarse con ese sistema complejo de
mandatos y requerimientos; intermediado por instancias próximas y
lejanas. Es, en otras palabras, una asociación forzada q u e tiene
como justificación y como centro, la aceptación de ese sistema
normativo. Al mismo tiempo, implica el reconocimiento de
intermediarios q u e ejercen como representación válida de esa
asociación (...de ese Contrato Social, diría Rousseau).

Lo anterior no supone, en estricto, la pérdida de las aspiraciones
íntimas de cada sujeto (a), entendido en los términos propuestos
arriba. Por el contrario, a pesar de la imposición del sistema de
normas, persiste ese conflicto (...o malestar que llamaría Freud)
latente con respecto a esa misma imposición. Veámoslo, un poco, en
los siguientes términos:

“..Creo poder decir, en resumen, que la filosofía estoico-ciceroniana
del derecho tiene sus raíces en u n a ética racional a la que se
adjudica una validez universal, como ley de la naturaleza humana.
Esta ley, como todas las leyes de la naturaleza, es la razón inherente
a la naturaleza toda; es su significado. Por tanto, podemos, y
debemos derivar leyes de esta ley (a lege ducendum est juris
exordium), porque esta ley, la ley natural, es la fuerza de la
naturaleza ( naturae vis) y, por tal motivo, es la norma q u e define
lo que es bueno y lo que es malo. El cumplimiento de esta ley
natural es tarea impuesta a los diversos estados (civitates) que
expresan la verdadera ley en las normas del jus pentium, común a
todas ellas. Cada comunidad, sin embargo, tiene su propio jus
civile, válido sólo para sus ciudadanos, y a que toma en
consideración las condiciones especiales, tanto espirituales como
materiales, que son peculiares de tal comunidad. Pero ni el jus
Pentium ni el jus civile deberán estar en conflicto con el jus naturae.
Si lo están, tales normas no son verdaderas leyes, sino mandatos
arbitrarios...”4
Hasta aquí queda claro, en nuestra línea de interpretación, la
dicotomía q u e subyace a la implementación del poder político,
como una expresión de la coacción hacia el sujeto. Este ejercicio
de dominación tiene, como colateral, una forma de subyugación; en
tanto supone la imposición de limitaciones al desarrollo autónomo
individual que permite acceder a la naturaleza y tomar de ella las
percepciones e impresiones necesarias para construir el bagaje
conceptual indispensable, como proceso q u e consolida la
independencia de cada sujeto (a). La inhibición, derivada de la
imposición de ese tipo de poder, induce a reprimir la autonomía y la
libertad; como cuota necesaria que debe otorgar el (la) sujeto (a)
para disfrutar las posibilidades derivadas del poder que, a su vez, se
erige como avance colectivo en la escala de la evolución
humana...de la civilización; pero implica asimismo la latencia del
conflicto, del deseo de libertad reprimido. Veámoslo, en términos de
Marcase:

“E l desarrollo del sistema jerárquico d e trabajo social no solo
racionaliza la dominación, sino q u e también contiene la rebelión
contra la dominación. E n el nivel individual, la rebelión original es
contenida dentro del marco del conflicto de Edipo normal. En el nivel
social, las recurrentes rebeliones y revoluciones han sido seguidas
por contrarrevoluciones y restauraciones. Desde la rebelión de los
esclavos en el mundo antiguo hasta la revolución socialista, la lucha
de los oprimidos ha terminado siempre con el establecimiento de un
nuevo, y mejor, sistema de dominación; el progreso ha tenido lugar a
través de una cadena de control cada vez más eficaz...* 5

4Friedrich, C.J., obra citada.
5Marcuse, Hebert, Eros y Civilización, Ed. Seix Barral Barcelona, 1968,
página 92

Son evidentes las limitaciones en el enfoque Freudiano propuesto
por Marcase. No solo en lo que respecta al espectro social y su
dinámica; sino también en lo que hace referencia al desarrollo y
manifestación de los mecanismos de dominación, mucho más
complejos que los esbozados en ese enfoque. Habría que mirar, en
perspectiva, análisis desde la interpretación sociológica y política.
Pero, de todas maneras, Marcuse permite reconocer e identificar el
conflicto entre sujeto y poder, que subyace a la tensión constante
que acompaña a cada individuo inmerso en el sujeto colectivo y en
su expresión orgánica; como instancias de control.

Así la cosas, entonces, existe un nexo insoslayable entre poder
político y Estado. Este último no es otra cosa que la racionalización y
organización del poder político; por la vía de instancias
jerárquicas, independientes del sujeto individual y del sujeto
colectivo. A través de ellas se expresan unas relaciones de
dominio q u e abarcan territorios definidos. Es, el Estado, un
ordenamiento a partir del poder político. L e imprime a este una
connotación abstracta, en razón a q u e ejerce como referente que
convoca a la aceptación; como garantía para la cohesión de quienes
comparten el territorio y que, asimismo, tienen un origen y
expresiones culturales comunes. Constituye, en otras palabras, la
única posibilidad para acceder a beneficios en condiciones de
igualdad. Uno de ellos, a manera de ejemplo, tiene que ver con la
opción para dirimir conflictos, entre los súbditos. Lo anterior por la vía
de la interpretación lógica y neutral; a cargo de instancias creadas y
desarrolladas en el marco permitido por el Estado.

3. De la dominación, los dominados y la subversión.


Hasta aquí hemos presentado una interpretación, acerca del origen
y desarrollo del concepto de poder; así como del conflicto latente
que acompaña a cada sujeto (a) con respecto al mismo. En lo que
sigue, se trata de profundizar en torno al contenido que adquiere
la dominación, particularmente en su connotación política. También,
con mucho mayor énfasis en razón al significado que tiene para el
desarrollo posterior de las acciones organizadas en contra de la
dominación en sus diferentes manifestaciones, en lo que tiene que
ver con la asunción de opciones de ruptura y /o de cuestionamiento;
por parte de los (as) sujetos asociados y dirigidos a partir de esas
relaciones de dominación impuestas.

3.1 La dominación como imposición y control.

Como quedó dicho, el ejercicio del poder, supone la instauración de
referentes y de mecanismos que permiten su imposición. Lo anterior
significa la concreción de condicionantes en el proceso inherente a
las relaciones sociales. Es como si estas se transformaran. Desde un
intercambio autónomo y libertario de experiencias, saberes y
acciones de transformación de la naturaleza; hacia un intercambio
relacional mediado por la imposición de opciones, a partir de los
instrumentos e instancias jerarquizadas. E n términos del desarrollo
histórico, se instauran unas relaciones de dominación.

La jerarquización y su expresión a través de determinadas
instancias; no es otra cosa que condicionar y limitar a quienes no
ejercen como beneficiarios del poder. Adquiere presencia, por esta
vía, la segregación al interior de los ámbitos geográficos que
delimitan los territorios físicos, como expresión de las
denominaciones asimiladas a países y/o naciones. Esto, a su vez,
debe ser entendido en el contexto insinuado arriba; cuando se hizo
referencia a los elementos de identidad colectiva asociados a raza,
cultura, religión, etc.

En relación con el objeto de este trabajo, el énfasis se sitúa en la
figura del poder como soporte para la implementación de las
relaciones de dominación; con todos sus efectos colaterales. Mucho
más preciso aún: sus efectos en términos de control, de restricción a
la libertad y la autonomía;

tanto para cada sujeto (a) individualmente considerado (a); como
también para los (as) s ujetos (as) colectivos que tienen como nexo
una determinada identidad que los diferencia de los detentadores del
poder. Así planteado, entonces, adquieren la condición de
dominados (a). Las afectaciones están dadas, como y a lo
expresamos, de manera dife renciada; bien sea q u e se analice
desde u n a perspectiva individual, o desde u n a la perspectiva
colectiva. D e s d e esta interpretación, es pertinente presentar la
siguiente expresión:

“..La civilización es considerada como una serie de impedimentos y
obstruc ciones que impiden al hombre natural la realización de sí
mismo. Esta concepción representa una inversión de la doctrina de
Hobbes de la ´guerra de todos contra todos´. En Hobbes, el Leviatán
tiene como único fin el refrenar el carácter solitario, avieso, grosero y
brusco del hombre natural. Desde el punto de vista anarquista, la
doctrina de Rousseau de la bondad natural del hombre es sólo una
solución parcial de los problemas que presenta la concepción de la
naturaleza humana de Hobbes. Pues para el anarquista tiene menos
importancia que el hombre sea bueno o bestial que lo que los
hombres hagan para preservar su fuero interno. Rousseau
comparte con los teóricos del poder la idea de q u e la
autopreservación exige que los hombres cedan contractualmente sus
derechos privados. La paradoja rousseauniana se encuentra en que
la consecución de la supervivencia lleva implícita una pérdida del
carácter humano. Las obligaciones absorben los derechos. El
Estado absorbe a la sociedad civil. E l hombre natural se ve
flanqueado y vencido por la estrategia de la sociedad...”6

E n consecuencia, la dominación, adquiere la posición de
condicionante. En ese escenario (en el que se aplica la dominación);
los (as) individuos (as) asumen un rol que no corresponde con la
opción internalizada de libertad y de acción. Por lo tanto, el dominio
político, tiene razón de ser siempre y cuando coaccione y restrinja las
posibilidades autonómicas y libertarias de quienes no son
usufructuarios (as) del mismo. En ese mismo contexto, la simbología
e iconografía q u e acompañan a las relaciones de dominio, son
fundamentales para consolidar la dominación; para apuntalarla con
arreglo a los intereses de quienes ejercen como beneficiarios y
usufructuarios del poder.

Cabe analizar, en esa misma dirección, las figuras de intermediación.
Aquellas que permiten el ejercicio del poder delegado. Instancias en
las cuales se replica el control y los condicionantes; por la vía de
desmitificar el poder, acercándolo a los (as) dominados (as); de tal
manera que es te pueda aparecer y entenderse como identificación
posible; como coincidencia de intereses, en razón a su neutralidad
con respecto a la diferenciación y segregación objetiva, derivada de
la apropiación y el control ejercido por los beneficiarios directos. Con
las limitaciones y prevenciones obvias, respecto a análisis e
interpretaciones en determinados contextos; vale l a pena transcribir
una opinión en relación con el objeto de nuestro análisis en este
apartado.

“..He aquí el origen del sistema parlamentario moderno.
Hoy en día, el gobierno, compuesto de propietarios y de gente puesta
a su servicio, hállase del todo a disposición de los propietarios, hasta
el punto de que los más ricos no consideran necesario formar parte
de él. Rothschild no tiene necesidad ni de ser diputado ni de ser
ministro; le basta, simplemente, con tener a su disposición a los
ministros y a los diputados.

En multitud de países, el proletariado obtiene una mayor o menor
participación nominal en la elección del gobierno. Es ésa una
concesión hecha por la burguesía, bien para obtener el concurso del
pueblo en la lucha contra el poder real o aristocrático, bien para
apartar al pueblo de la idea de su emancipación, concediéndole una
participación aparente en el poder político...”7


6Horowitz, Irving Louis (compilador), “Los Anarquistas parte I (La
teoría), Ed.Alianza Editorial tercer edición 1982, páginas 15-16.
7Ibíd., pagina 94, tomado de De la Anarquía Errico Malatesta (1853-1932),

Se infiere que la dominación politica no es una aplicación lineal,
homogénea. Casi siempre adquiere matices e intermediaciones;
según sea el período histórico analizado y/o las manifestaciones que
adquiere la apropiación, en el contexto de determinadas relaciones
de producción y de poder. De todas maneras, sin embargo, se erige
como condicionante último el control ejercido por los beneficiarios del
poder.

3.2 De los dominados. De la subversión.

Las relaciones de dominación son tal, en la medida en que existen
sujetos (as) sobre los (as) cuales se ejerce dominio. S o n los (as)
damnificados (as). Aquellos y aquellas 8 que aparecen como objetos
susceptibles de subyugación; en c u a n t o están separados y
separadas, no sólo de los beneficios derivados de la apropiación;
sino también de las instancias de poder que la soportan y consolidan.

Se entiende que esos (as) sujetos (as), como colectivo y como
individualidad, no constituyen por el hecho de ser dominados (as)
una figura homogénea. Lo anterior, en razón a sus particularidades.
Estas pueden, inclusive, remitir a diferenciaciones por raza, cultura,
etnia, etc. Lo que si es cierto es la convergencia, la similitud y la
coincidencia derivadas de su condición de dominados (a); aún
manteniendo esas diferenciaciones.

Para ilustrar, desde u n a interpretación filosófica, la aseveración
precedente; consideramos importante, a pesar de su extensión,
transcribir apartes de un texto sobre el solipsismo de Jean Paul
Sartre.

Es curioso que el problema de los Otros no haya inquietado nunca de
veras a los realistas. En la medida en que para el realista se da todo,
le parece, sin duda, que el prójimo se da también. E n medio de lo
real, en efecto ¿qué hay más real que el prójimo? Es una sustancia
pensante de la misma esencia que yo, la cual no podría
desvanecerse en cualidades secundarias y cualidades primarias, y
cuyas estructuras esenciales encuentro en mí. Empero, en la medida
en que el realismo procura dar razón del conocimiento del
conocimiento por una acción del mundo sobre la sustancia pensante,
no se ha cuidado de establecer una acción inmediata y recíproca de
las sustancias pensantes entre sí: ellas se comunican por intermedio
del mundo; entre la conciencia ajena y la mía, mi cuerpo, como cosa
del mundo, y el cuerpo del otro son intermediarios necesarios. El
alma ajena está, pues, separada de la mía por toda la distancia que
separa ant e todo mil alma de mi cuerpo, y luego mi cuerpo del
cuerpo ajeno, y, por último, el cuerpo del otro de su propia alma. Y, si
no es verdad que la relación entre el Para -sí y el cuerpo sea una
relación de exterioridad (problema q u e hemos de tratar más
adelante), por lo menos es evidente que la relación de mi cuerpo con
el cuerpo del prójimo es una relación de pura exterioridad indiferente.
S i las almas están separadas por sus respectivos cuerpos, son
distintas como ese tintero es distinto de este libro; es decir, no se
puede concebir ninguna presencia inmediata de la una a la otra. Y,
aún si se admite una presencia inmediata de mi alma al cuerpo
ajeno, queda todavía todo el espesor de un cuerpo para que su alma
me sea alcanzada. Así pues, si el realismo funda su certeza sobre la
presencia en persona de la cosa espacio temporal a mi conciencia,
no podría postular la misma evidencia para la realidad del alma
ajena, puesto que, como el propio realismo lo confiesa, esta alma no
se da en persona a la mía: es una ausencia, una significación; el
cuerpo apunta a ella sin entregarla; en una palabra: en una filosofía
fundada en la intuición, no hay intuición alguna del alma ajena. Ahora
bien, si no se juega con las palabras, esto significa que el realismo
no deja lugar alguno a la intuición del prójimo: de nada serviría decir
que, por lo menos, no es dado el cuerpo del prójimo, y q u e este
cuerpo es cierta presencia del otro o de una parte de él… 9

8Nótese que en este trabajo no se efectúa el análisis de la dominación en una
perspectiva de género.
9Sartre, Jean Paul, El ser y la nada, Ed.Altaya, 1993, página 252.

Así las cosas, la individualidad no se diluye en el sujeto colectivo; per
o tampoco lo niega. Es una coexistencia en la diferenciación. Para el
caso que nos ocupa, significa la convivencia en un escenario real
q u e los convoca a u n a identificación, en tanto que aparecen
subyugados (as), dominados (as) y restringidos en su autonomía;
por cuenta de unas relaciones de dominación ejercidas por parte
de quienes aparecen como detentadores del poder. Es partir de ahí,
esa identificación les permite desarrollar acciones, bien sea de
asimilación pasiva con respecto al poder; o bien sea de
cuestionamiento del mismo. Una figura que puede entenderse como
causa común, dentro de la diferencia. Esto es lo que explica, hasta
cierto p u n t o , la posibilidad de desarrollar interpretaciones
diferenciadas en torno a la dominación y al poder. Sin la persp ectiva
de esas opciones, sería imposible pensar el la asunción de
posiciones de liderazgo, en el evento de la confrontación al poder. No
de otra manera puede entenderse el surgimiento de personajes
históricos que han conducido procesos específicos en contr a de la
dominación. Lo cierto, sin embargo, es q u e las rupturas, con
respecto a determinadas relaciones de dominación, no pueden
constituir un tránsito hacia alternativas diferentes, sin la intervención
de los sujetos (as) como colectivo.

L a acción de confrontar al poder establecido, está asociada al
concepto de subversión; en tanto que significa oponer a la
dominación, alternativas y opciones; cuya concreción supone la
ruptura, la eliminación parcial o total del tipo de relaciones q u e la
sustentan.

Ahora bien, subvertir el ordenamiento establecido, puede originar o
no una transformación radical de las relaciones sociales conducidas
y condicionadas por las relaciones de dominación política. Lo anterior
traduce: puede presentarse u n a modificación total, radical; en
términos de desvertebrar la hegemonía impuesta por quienes
ejercen como beneficiarios del poder. O puede darse modificaciones
parciales en las condiciones de la dominación; de tal manera que
implique la instauración de reformas parciales; a partir de las cuales
los (as) dominados (as) adquieran determinados derechos o
atenuaciones de la subyugación y del control ejercido hacia ellos
(as).

Dependiendo de las características y los alcances que adquiera la
confrontación, como acción de subversión, puede entenderse y
valorase sus implicaciones; tanto en relación con las condiciones
específicas en las que se concretan las relaciones de dominación,
como en lo puedan tener de referente histórico y como influencia en
procesos posteriores.

A manera de ilustración, conviene la siguiente cita, tomada del texto:
Historia del Movimiento Obrero, en el cual se cita, a su vez al autor
en su texto L e Chartisme; escrita por Eduard Dolléans: “..Esos
rostros humanos concretan y encarnan las doctrinas q u e se
mezclaron con el cartismo. Pero, por encima de los diques de la
ideología, hubo corrientes que arrastraron ese movimiento de masas
como un río; su curso f u e tan impetuoso que, franqueando los
obstáculos que le ponían en su camino las circunstancias adversas o
la perversidad de los hombres, a veces lo arrasó todo, inclusive las
ideologías. 10El cartismo debe su fuerza a ese ímpetu de las masas
obreras que ha n hecho para sí, su primera experiencia histórica...”

Desde nuestra interpretación, toda acción en contra de expresiones
objetivas de la dominación, supone la asunción de posiciones, por
medio de las cuales se cuestiona al poder ejercido por parte de los
beneficiarios directos. Esto, por cuanto la dominación no puede ser
entendida como yunta etérea; o como coerción implementada a
través de instancias abstractas. De lo que se trata, entonces, es
situar e identificar los contenidos concretos que adquiere la
dominación politica y, a partir de ahí, entender la dinámica y la
autonomía de la acción o las acciones desarrolladas, por parte de un
sector (...o sectores) en contra de manifestaciones de esa
dominación; comoquiera
10Dolléans, Eduard, Historia del Movimiento Obrero, Tomo I, pagina 123,
traducción de Diego Abad de Santillán de la sexta edición, 1957

que estas manifestaciones afectan, limitan y/o vulneran intereses
concretos o, simplemente, limitan y condicionan las aspiraciones de
bienestar individual y colectivo.

Visto así, se propone superar la interpretación un tanto elusiva,
asumida por quienes han desarrollado la opción derivada de la
teoría acerca de los aparatos ideológicos del estado. Decimos esto,
no en el afán impertinente de descalificar propuestas y teorías que
han incidido en el quehacer vinculado a la confrontación y a los
conflictos sociales. S e trata, más bien, de centrar la atención en un
aspecto que ejerce como eje de nuestra visión: las manifestaciones
concretas que adquiere la dominación y el poder que la sustenta; es
necesario analizarlas y valorarlas, no solo en el contexto global en el
cual actúan las diferentes instancias como un todo. Esto traduce la
posibilidad de encontrar manifestaciones de esa dominación, en
diferentes ámbitos del territorio físico y social. E s allí, con los
insumos q u e otorga esa identificación y valoración, en donde es
posible la caracterización de los conflictos particulares. Inclusive, con
la precisión en cuanto a su dimensión y trascendencia.

Con la reserva conceptual, en torno al significado y alcance que
adquieren las citas de texto, consideramos pertinente reseñar dos
expresiones divergentes, en lo q u e hace referencia a la
interpretación de la dominación y del poder. Una de ellas, es de Louis
Althusser, en su obra La Revolución Teórica de Marx .La otra es de
Manuel Castells, en su escrito Movimientos Sociales Urbanos. En
nuestra opinión, estas expresiones, permiten inferir diferencias
sustanciales, las cuales pueden coadyuvar la precisión, en lo que
respecta a la identificación de los mecanismos de dominación y
su incidencia a la hora de entender la dinámica de los procesos de
confrontación al poder, por parte de sectores concretos de los no
beneficiarios del mismo. Veamos:

“..No se puede, por lo tanto, emprender un estudio marxista de las
obras de juventud de Marx (y de todos los problemas q u e ellas
plantean) sin haber roto con las tentaciones espontáneas o reflexivas
del método analítico-teleológico que se encuentra siempre más o
menos asediado por los principios hegelianos. Para lograrlo es
necesario romper con los supuestos de este método, y aplicar a
nuestro objeto los principios marxistas de una teoría de la evolución
ideológica.

Estos principios son radicalmente diferentes a los principios
enunciados hasta aquí. Implican:

1. Q u e cada ideología sea considerada como un t o d o real,
unificado interiormente por su problemática propia, y en tal
forma que no se pueda sacar un elemento sin alterar el sentido.

2. Que el sentido de este todo, de una ideología singular (aquí el
pensamiento de un individuo) depende no de su relación con
una verdad diferente a él, sino de su relación con un campo
ideológico existente y con los problemas y la estructura sociales
que le sirven de base y se reflejan en él; q u e el sentido del
desarrollo de una ideología singular depende, no de la relación
de este desarrollo con su origen o con su término considerados
como su verdad, sino de la ideología singular y las
mutaciones del campo ideológico y de los problemas y
relaciones sociales que la sostienen.

3. Que el principio motor del desarrollo de una ideología singular no
reside, por lo tanto, en el seno de la ideología misma, sino fuera
de ella, en el más-allá de la ideología singular: su autor como
individuo concreto y las historia efectiva que se refleja en este
desarrollo individual según los lazos complejos del individuo con
esta historia...” 11

“..Este conjunto de fenómenos forma un todo. No son sucesos car


acterísticos de una civilización en crisis. Constituyen un proceso
social estructurado cuya lógica y unidad dimanan del desarrollo
11Althusser, Louis. La Revolución Teórica de Marx, ed. Siglo Veintiuno,
séptima edición en español, 1973, páginas 49-50

progresivo de nuevas contradicciones sociales en las sociedades
capitalistas. En efecto, la concentración acelerada de los medios de
producción, la constitución de trusts económicos y financieros, de
grandes organizaciones de producción y gestión de la producción,
vinculadas a una interpenetración creciente de un aparato de Estado
que se convierte en omnipresente; en una palabra, la constitución del
capitalismo monopolista de Estado y su articulación en el plano
mundial tienen como efecto directo la concentración progresiva de
grandes masas de población en las regiones metropolitanas y la
constitución de vastas unidades colectivas de organización de la vida
cotidiana que corresponden a esta concentración de la fuerza de
trabajo. Si bien este proceso está sólidamente implantado desde los
comienzos de la industrialización capitalista, la fase actual presenta
características que le confieren una importancia particular en tanto
que fuente de contradicciones...”12

Queda claro, para nosotros, la existencia de la dominación en
términos concretos. Esta se manifiesta de manera constante y en
ámbitos diferentes. Significa la cobertura, el ensanchamiento del
control; a partir de de la posesión de los medios. Pero también, a
partir del desarrollo de instrumentos que ejercen como instancias a
través de las cuales se efectúa ese control. No se trata de proponer
una interpretación, a manera de invisibilidad y abstracción de
esas instancias. Tampoco entenderlas a la manera de imaginario
perverso, como simple réplica del control. Son, en esta línea de
interpretación, una mixtura que evidencia, de un lado, el progreso
inherente a las relaciones sociales históricas, específicas. D e otro
lado, significan manifestaciones concretas de la dominación. Algo así
como instancias q u e se presentan como intermediación, como
soporte” neutral” de la misma.

Así las cosas, cuando un (a) sujeto (a), individual y/o colectivo, logra
trascender la afectación que producen esas instancias de control y
de poder. Cuando logra establecer las condiciones concretas en
q u e se produce la afectación, bien como inhibidora de su
autonomía vinculada a su interpretación de las relaciones sociales,
y/o como restrictiva de las posibilidades para acceder a condiciones
de bienestar inmediato-tendencial, como expresión de una
subsistencia digna. O, simplemente, como equilibrio necesario que
le permita interactuar, en el escenario condicionado por la
dominación, en mejores condiciones, sin limitaciones absolutas. Es
algo así, entonces, como una asimilación a la dominación; a partir
de alcanzar atenuantes a la misma….. Cuando esto sucede, aún con
las limitaciones propias de su alcance, se configura la confrontación
al poder y a la dominación. E n otras palabras: la búsqueda de
alternativas, originada en el (la) sujeto (a) individual y /o colectivo,
significa confrontar manifestaciones concretas del poder y de la
dominación. L a dimensión que adquiera, esta confrontación, estará
determinada por las características mismas de las alternativas
propuestas..de los objetivos señalados como perspectiva que orienta
el quehacer específico de la confrontación; de las acciones
implementadas .D e todas maneras, cualquiera sea el objetivo, en
cuanto que adquiere la condición de alternativa que la diferencia con
respecto a lo establecido como normal, legal y válido, en el contexto
de las relaciones de dominación impuestas; se origina una expresión
q u e subvierte; comoquiera q u e define la no aceptación de esa
legalidad, normalidad y validez.

Hasta aquí algunos análisis y enunciados, con los cuales tipificamos
los condicionantes vinculados al poder y a la dominación; así como la
situación de los (as) sujetos (as) sobre los (as) cuales se ejerce la
dominación. S e propone, asimismo, una tipificación de las acciones
de confrontación; como concreción del conflicto de intereses. Sí, el
nivel de confrontación, conduce o no a rupturas radicales que
permitan transformaciones fundamentales en las condiciones de
dominación; tiene q u e v e r con la profundidad y alcances de las
reivindicaciones propuestas. E s decir con los contenidos y los
términos asociados a la confrontación.


12Castells, Manuel. Movimientos Sociales Urbanos, ed..Siglo Veintiuno,
segunda edición en español, página 5

E n lo q u e sigue, desarrollaremos un análisis vinculado esas
posibilidades de ruptura. E l hilo conductor, en lo conceptual, está
relacionado con la caracterización del t i p o de acciones para la
confrontación; de las alternativas propuestas y de los (as) actores (a
s) involucrados (as); así como del espectro y cobertura, relacionados
con la caracterización de los (as) sujetos (as) intervinientes en el
proceso; según sus reivindicaciones y el tipo de identificación. Algo
así como indagar acerca de la unidad alcanzada, bien sea por la vía
de los propósitos comunes transitorios; o por u n a identidad que
trasciende esa transitoriedad y se convierte, por esto mismo en una
confrontación decantada, en términos políticos, sociales y
económicos.

4. De la asociación y la identidad en la confrontación.

La confrontación es un agregado del conflicto. Es su manifestación;
como quiera que supone la expresión, mediante acciones precisas y
concretas, bien sea de una parte del conflicto o de la totalidad de
este. Si es lo uno o lo otro, se define a partir de los contenidos que
adquieren las acciones; pero también de, a partir de su significado
con respecto al poder y sus manifestaciones.

L o anterior se entiende mejor, ubicado en el contexto que ejerce
como escenario en el cual se aplica y desarrolla el poder. D e las
instancias, procedimientos a través de los cuales se ejerce el control.
D e las franjas o sectores sociales que aparecen como dominados.
Inclusive, en un análisis más preciso, de la diferenciación que
adquiere la dominación; según la identidad q u e pueden alcanzar
algunas de esas franjas o sectores, con respecto a los beneficiarios
directos del poder. Algo así como entender u n a dinámica en la cual
aparecen beneficiarios (as) transitorios y parciales; sin q u e esto
implique la asunción del poder en sí.

En nuestra línea de interpretación, se trata de proponer una opción,
en la cual se hace visible la presencia de la dominación en diferentes
niveles. Ya no tanto en lo que hace referencia a las instancias y/o
los aparatos ideológicos del Estado, como expresiones a partir de las
cuales se pueda explicar y generalizar la cobertura y afectación de
la dominación. Lo nuestro es más la pretensión de alcanzar una
caracterización de la dinámica que adquiere la aplicación del
poder y la dominación; en cuanto que ejerce u n a cobertura que
permea sectores específicos, vinculándolos al proceso inherente al
control político y económico; como beneficiarios transitorios. O,
simplemente, como soportes pasivos a partir de lograr su apoyo en
términos de captar su identificación con los propósitos últimos del
poder. Cuando, en este marco conceptual propuesto, se producen
fricciones o rupturas; se configuran expresiones de la confrontación
que vinculan a esos sectores con acciones q u e expresan
contenidos concretos de un determinado conflicto; sin q u e esto
implique la disolución de nexo con las instancias del poder. En esta
perspectiva, inclusive, cabe validar el concepto q u e propone un
entendido del Estado, como una sumatoria de micropoderes; a la
manera de de bloque de sectores o de clases en el poder. Esta
opción supone la presencia de una figura asociada al equilibrio, en el
cual confluyen intereses, en veces divergentes, unidos alrededor de
u n a (...o unas) determinadas formas de poder q u e les permite
imponer decisiones en nexo con sus intereses estratégicos. Es más,
por esta vía, podría entenderse la “delegación del poder formal”, a
individuos y sectores que ejercen como expresiones “neutrales”.

Vale la pena, como ejemplo, transcribir el aparte del texto “Los
Límites de la Modernización”, escrito por la profesora Consuelo
Corredor Martínez. Lo consideramos importante, en razón a que
se insinúa una interpretación del poder y la dominación; a partir
del análisis de un período concreto de la historia del desarrollo
político y económico en nuestro País.

“..Los alcances de esta modernización han sido bastante limitados y
sus implicaciones extremadamente conflictivas, debido a que ella se
ha adelantado en un contexto marcadamente liberal en el cual han
prevalecido los intereses de las élites dominantes. El modelo liberal
de

desarrollo ha significado la subordinación del Estado, minimizando su
función de interpretar, gestionar y regular los intereses colectivos, y
obstaculizando la configuración de un espacio público en el que se
puedan expresar, confrontar y resolver los conflictos sociales. El
Estado colombiano es un Estado privatizado, atrapado entre el
liberalismo económico y el conservadurismo político.

En esta perspectiva liberalismo y conservadurismo no se oponen
sino que, por el contrario, se articulan y se prestan mutuos servicios.
El logro de intereses particulares sin importar los costos sociales
encuentra un terreno propicio en el orden jerárquico y tradicional por
el cual se vela el conservadurismo. El costo de esa coexistencia ha
sido el rezago de la organización política de las transformaciones
socioeconómicas que han trastocado el orden en que estaba
cimentada.

Las restricciones derivadas de los sistemas económico y político
colombianos han entretejido una gama de relaciones tanto modernas
como posmodernas, lo que hace la sociedad más compleja y
fragmentada que en el pasado. Ha sido una acumulación histórica de
tensiones que han significado en forma continua períodos de crisis y
de relativa estabilidad. Y en esta dinámica, los momentos de crisis
son cada vez más severos por la fragmentación de los escenarios y
de los actores, la mayor polarización y desigualdad sentidas y una
amplia percepción del carácter excluyente de los sistemas social y
político…”13
A partir de esta opción nuestra de interpretación, en consecuencia,
se hace necesario presentar un análisis que permita introducir la
diferenciación acerca de los contenidos, alcances y significación, en
cuanto a niveles de expresión del conflicto, de la confrontación y las
acciones por medio de las cuales este se concreta.

4.1 El concepto de lo popular. La confrontación del poder.

La connotación que adquiere la diferenciación, en el contexto de las
relaciones sociales, supone u n a determinada caracterización de
roles; a partir de análisis soportados en categorías conceptuales y
metodológicas. Por lo tanto, ya no se trata de una simple réplica de lo
observado, como representación objetiva. Por el contrario, significa
profundizar acer ca de esas expresiones de superficie; indagando
por las condiciones q u e la subyacen, como soporte. Ya , en ese
procedimiento, pueden y deben aparecer algunos niveles de
abstracción, referidos a la interpretación alusiva a los acumulados
históricos en nexo con la participación, en esas mismas relaciones
sociales, de los (as) sujetos individuales y colectivos (as). D e las
condiciones en que esta se ha producido y del grado de inserción
con respecto al conocimiento, a las instancias que lo promueven y
controlan. Pero también, y con mayor énfasis habida cuenta del
horizonte propuesto en nuestro escrito, acerca del significado de esa
participación con respecto al poder y a las instancias que lo soportan,
a sus manifestaciones como instrumentos de control, de domi nación
y de imposición.

H a habido, en el curso del tiempo, interpretaciones que asocian la
caracterización antes aludida, a posiciones antropológicas y
culturales. Por esta vía, ha desembocado en expresiones que
delimitan (a manera de diferenciación) la intervención de los (as)
sujetos individuales y colectivos en el desarrollo de las relaciones
sociales; a partir de asignarle a determinados sectores una posición
periférica, respecto a los beneficios del conocimiento, entendido
como proceso, como aprendiz aje que v a decantando, segregando.
Aquí, en esta opción, se valida, en veces, un instrumento de
diferenciación asociado la pertenencia a una determinada raza y/o
etnia. Visto así, entonces, cabe u n a propuesta de interpretación
generalizante; pero también de especialización; por cuanto se
establece unos condicionantes vinculados con normas y pautas, a la
manera de posición que

13Corredor, Consuelo. Los Límites de la Modernización, segunda edición.
Editada por Cinep, página 23

reivindica una versión predominantemente aceptada y acatada, de
cultura, como sinónimo de civilización; como paradigma, a partir del
cual es posible establecer una segregación.

Ya no se trata, en el anterior escenario conceptual, de admitir una
posición periférica respecto al poder y a las instancias que lo
soportan. Aquí, la noción de lo periférico, está referido a un espectro
mucho más amplio; en razón a que los márgenes constitutivos de la
delimitación social, están contraídos en términos del grado de
apropiación y/o de acceso a los beneficios del conocimiento, y de la
cultura asumidos como referentes de civilización. Esto no es otra
cosa que entenderlo, como adecuación, como asimilación de los
roles y los paradigmas allí consignados.

E n un documento de trabajo (La Educación Superior en América
Latina), presentado en el debate al interior de la Universidad
Nacional de Colombia, previo a la realización del Primer
Congreso Nacional de Educación Superior, realizado en la ciudad de
Barranquilla los días 1,2 y 3 de diciembre de 1999; se expresa un
concepto que consideramos válido. Veamos:

“…En estas condiciones, la Escuela, no es otra cosa que una
expresión que, en principio, transfiere el dominio estatal. No tanto en
la aplicación elemental marxista de aparato ideológico; sino como
complejidad q u e articula instancias del conocimiento, aplicadas y
estructuradas en programas y acciones, a partir del ese centro-poder,
sin ser el. No es, entonces, una aplicación a partir de la lógica lineal.
Es una interacción heterogénea orientada por unos perfiles definidos
a partir de las necesidades inherentes a los intereses que impone
ese centro-poder. Es decir, lo suyo no es otra cosa que contextualizar
la sociedad en términos de su propio rol, de su significación. Con
esto tratamos de establecer lo siguiente: la globalización siempre ha
existido, si asumimos que esta no es otra cosa que la imposición de
referentes a partir del dominio ejercido.

S i n pretender un traslado conceptual mecánico, las condiciones
impuestas desde el centro -poder económico y político internacional,
permiten trazos que imprimen todo el quehacer económico, político y
cultural de los dependientes. Y a , de por sí, el solo hecho de
reivindicar los autóctono (como acervo cultural) es constitutivo de
herejía con respecto a los modelos considerados prevalecientes.
Esto es mucho más evidente, en lo que respecta al desarrollo del
conocim iento por la v í a de implementaciones programáticas
escolarizadas. L a escolarización, en sí, origina rupturas si se
compara con las aprehensiones y las tradiciones propias de las
culturas nativas. Porque no habría de serlo, entonces, a partir de la
concreción del dominio desde el centro hacia la periferia. E n esto,
por decirlo de alguna manera, se mantiene incólume el postulado de
Samir Amin, cuando en su texto en torno al capitalismo, su desarrollo
e implicaciones, habla de las culturas periféricas, atadas a las
condiciones que impone el centro-poder..14
Arribamos, así, a una opción conceptual que nos permite proponer
un entendido en torno a los sectores sociales periféricos. E s decir,
aquellos sectores no solo desvinculados de los beneficios del poder,
subyugados y dominados por este; sino también segregados por la
dinámica propia del desarrollo cultural predominante. Algo así como
insertos en la civilización, pero ajenos a ella, en lo que esta tiene de
otorgadora de roles asociados a los paradigmas origina dos en ese
mismo desarrollo cultural, por parte de sus usufructuarios. Ahora
bien, no puede inferirse de nuestra expresión, el hecho de que
proponemos una asimilación de intereses entre los beneficiarios
del poder y sus instancias de dominación y aquellos sectores que
acceden y se identifican con los avances del conocimiento y de la
cultura que ejercen como predominantes; como expresión
avanzada de la civilización.

Surge entonces, en nuestra opinión, un insumo que soporta una
segregación: lo periférico, en cuanto sector y/o sectores
considerados por fuera de la versión oficial de la cultura; entendida
esta
14Pira Claudia y Cano Parmenio. La Educación Superior en América
Latina, edición en cuadernillo, noviembre 1999, Bogotá D.C.

como originaria de paradigmas, pautas y comportamientos. Para
nosotros, esto no es otra cosa que la denominación de popular,
referido a esos sectores que, de por sí, adquieren u n a dinámica
propia y unas expresiones propias, diferenciadas. E s obvia, sin
embargo, la necesidad de apuntalar este concepto, con arreglo al
significado que adquiere el contexto social y económico; en el cual se
desenvuelven estos (as) sujetos (as). Tanto en sus expresiones
individuales como colectivas. Para este caso, el problema surge
al momento de establecer las pautas y/o el horizonte teórico. Porque
no puede delimitarse solo a partir de la figura elemental asociada al
lugar e n el cual se sitúa con respecto a las características del
beneficio plusválico, derivado del modo de producción v i g e n t e , o
prevaleciente. De ser así no habría lugar a postular la diferenciación
que se advierte en la definición anterior.

Por lo tanto, el análisis remite a un territorio de mayor complejidad:
uno de los elementos clave para dilucidar ese significado, tiene que
ver con el entendido de de contexto social y económico. Ya decíamos
antes: es un escenario no determinado por la voluntad o por la
noción primaria acerca de lo ético. Por el contrario, constituye una
instancia, como período histórico. Esto, a su vez, remite a la
evolución de las relaciones sociales; como proceso soportado en
sucesión de rupturas y equilibrios. Estos últimos, impuestos por
quienes adquieren posiciones de dominio. Así, entonces, cada
momento (sin importar su duración) en el cual se exhibe o manifiesta
ese equilibrio; no es otra cosa q u e la expresión de unas
determinadas condiciones de dominación económica y política.

Ahora bien, como lo hemos postulado antes, en la franja constituida
por quienes (bien sea q u e se tipifiquen como sectores o como
secciones del espectro social) no ejercen como beneficiarios directos
del poder, se erige la heterogeneidad. Y a ahí, se introduce otro
insumo como soporte para la segregación. A manera de ejemplo: la
posición y comportamiento de aquellos sectores sociales sobre los
cuales se ejerce dominación política y económica; pero q u e han
accededlo a determinados beneficios del acumulado plusválico y
cultural (como poseedores y usufructuarios del conocimiento); no
puede ser el mismo, comprado con la posición y el comportamiento
de aquellos sectores absolutamente vulnerables y desvinculados de
cualquier beneficio plusválico y cultural.

Lo anterior conlleva, en consecuencia, a establecer categorías
diferenciadas en el análisis de lo popular, como expresión de
determinados sectores sociales; en el c o n t e x t o de unas
determinadas relaciones de dominación político y económico. Puede
colegirse de nuestra línea de interpretación, u n a conclusión
fundamental: no todo sector social dominado es, necesariamente,
un sector popular. Por lo t a n t o , aún a riesgo de silogismo, al
momento de tipificar acciones (inmediatas, mediatas o
tendenciales) específicas de confrontación a determinadas
manifestaciones de la dominación política y económica; es preciso
trabajar con estas categorías.

Luego, el espectro de cobertura, está dado por la definición de
objetivos vinculados a conceptos y escenarios heterogéneos; en
términos del nexo con los sectores sociales. No es, por esto
mismo, una opción en la cual se configure una posición de clase; al
menos en la versión ortodoxa marxista. N o supone, asimismo, una
posición necesariamente revolucionaria y /o de confrontación al
origen y vertebración del poder y de las relaciones de producción
vigentes. Adquiere connotaciones diversas, en la mayoría de los
casos asociadas a reclamaciones puntuales, relacionadas con
determinadas condiciones de vida. S i n embargo puede, derivar en
expresiones híbridas; en cuanto pueden coincidir diferentes aspectos
en los cuales ejerza importancia un cuestionamiento a posiciones y/o
programas gubernamentales o políticas de estado. Tal es el caso, a
manera de ejemplo, de algunos movimientos populares desarrollados
en relación con decisiones que vulneran determinados intereses y
derechos de franjas amplias de la población. Siendo así, cabe
resaltar tonos grises en la diferenciación teórica y práctica entre
movimientos populares, movimientos sociales y movimientos
políticos. En veces, puede hablarse de diferenciación en términos del
espectro de cobertura. Otras veces, puede plantearse en relación
con los contenidos de sus opciones o programas. Con respecto a
este asunto del método para construir tipologías; es pertinente
presentar una expresión como la siguiente:

“… ¿Se politizan las luchas urbanas por el hecho de enfrentarse en
la mayoría de los casos al Estado, como lo afirma Castells? No
podemos en este momento desarrollar la discusión sobre el papel
fundamental ocupado por el Estado en la urbanización capitalista,
caracterización que parte de una generalización, arbitraria a nuestro
juicio, de la relación entre Estado y Sociedad Civil – en el sentido
dado por Marx y no en el Gramsciano-, pero si podemos afirmar que
no basta q u e el blanco al cual se dirigen las flechas de un
movimiento social sea el Estado, para determinar su carácter político;
es el carácter de sus reivindicaciones, el contenido de clase de sus
luchas, su método y sus formas las q u e lo definen, y no basta
encontrar un contenido político, hay que identificar si se trata de una
lucha democrático-burguesa (en lo formal o lo real), o socialista.

Vayamos por partes:

A similitud de u n a huelga obrera en u n a empresa capitalista de
Estado o de los asalariados de un ministerio burgués que levanta
reivindicaciones puramente económicas, sin plantearse
modificaciones en las relaciones de poder entre las clases, ni en el
carácter del Estado o de sus formas de ejercicio de la dominación
burguesa, un movimiento de colonos o inquilinos que solicita, por
ejemplo, la regularización de la propiedad de sus tierras, o un
servicio cualquiera y q u e utiliza para ello el método de la
negociación apoyado por llamados a la opinión pública a través de
los medios de comunicación, paradas en los organismos oficiales,
etc., pero sin plantearse en ningún momento consignas políticas,
no es político. N o es el agente social al cual se enfrenta un
movimiento el que define el carácter de la lucha, sino el contenido
concreto de clase de él, manifestado en su programa reivindicativo y
su método para alcanzarlo. ..”15
Puede colegirse, entonces, lo insensato de las generalizaciones; a
partir de categorías preestablecidas. De lo que se trata no es de
posicionar modelos de caracterización, como paradigmas
inamovibles. En nuestro caso, hemos efectuado un recorrido amplio;
a través del cual hemos postulado opciones de interpretación
relacionadas con las condiciones que actúan sobre los (as) sujetos
(as). Esto nos ha permitido proponer la asunción de conceptos
asociados a la conciencia y al nexo entre esta y las acciones
inmediatas o tendenciales; por medio de las cuales estos (as)
intervienen en procesos particulares, de confrontación.

4.2 De lo social, como concepto. De las acciones y sus contenidos.


Ya hemos visto, en un ejercicio de análisis complejo, algunas
definiciones; presentadas como opciones para la interpretación de
las relaciones sociales: Asimismo, algunas delimitaciones en el curso
de procesos históricos, asociados al desarrollo humano. Postulamos
un concepto de civilización, de l cultura; del origen y evolución del
poder. Por lo tanto, asumimos el arribo a posiciones precisas y
claras. Esto, de por sí, deriva en la diferenciación conceptual, sin que
ello implique el desconocimiento de otras opciones que puedan
contradecir nuestra interpretación.

Visto así, para nosotras, lo social adquiere una expresión de mayor
espectro, comparada con el concepto de lo popular; comoquiera
que supone una cobertura hacia sectores ubicados en franjas de
diferente origen, en el contexto de las relaciones sociales de
producción y de poder, prevalecientes en un determinado periodo
histórico. Esto supone, por ejemplo, la presencia de franjas,
inclusive, beneficiarias y usufructuarias del acumulado plusválico
(para el caso de la

15Pradilla Cobos, Emilio. “Mitos y realidades de los llamad os movimientos
sociales urbanos”. Artículo escrito en junio de 1981, en Méjico, D.F.
Ponencia presentada al 4º Seminario Internacional cehap -peval Los
pobladores: protagonistas urbanos en América Latina; realizado en la ciudad
de Medellín, entre los días 7 y
11 de abril de 1986.

sociedad capitalista) y/o del conocimiento y de la cultura; cono
depositarias y tenedoras del conocimiento.,

Luego hablar, en este escenario propuesto, de movimientos sociales;
conduce a u n a ampliación del espectro para la intervención. Se
entiende, por lo mismo, la heterogeneidad; en cuanto pueden confluir
franjas o sectores con opciones e intereses disímiles, incluso
contradictorios. Un movimiento social no implica, indefectiblemente,
un movimiento en contra del poder político; bien sea gubernamental
o estatal. Tampoco, un cuestionamiento del soporte fundamental de
las relaciones de producción vigentes, ni de sus efectos colaterales.
S u alcance, en consecuencia, estará determinado por el contenido
de sus objetivos. Estos, a su vez, pueden ser de corto, mediano o
largo plazo. Inclusive y a , en la tipificación de la cuantificación y
caracterización con respecto a periodos de tiempo, pueden
configurarse algunas dicotomías conceptuales. L o cierto es la
existencia de algunas categoría dinámicas y flexibles, que coadyuvan
a determinar y caracterizar esos objetivos y ese alcance, con arreglo
a al contexto social preciso. Veamos un ejemplo ilustrativo
(insistimos, como lo hemos hecho antes, que no se trata de postular
coincidencias forzadas, con nuestro método de análisis):

“En general, los grandes proyectos hidroeléctricos en Colombia, han
provocado la movilización de los pobladores de los municipios
afectados contra las empresas estatales propietarias de las centrales
y embalses. Así ocurrió, en efecto, con la Central de San Carlos que
originó violentos enfrentamientos de los habitantes de San Rafael y
S a n Carlos (Antioquia) con Interconexión Eléctrica S .A .; con la
Central de Chivor que enfrentó nuevamente a ISA con los municipios
de Santa María, Chivor, Almeida y San Luis de Galeno (Boyacá); con
la Central del Guavio que motivó otro conflicto de los habitantes de
Gachetá y Gachalá (Cundinamarca) con la Empresa de Energía
Eléctrica de Bogotá; y con la Central de Salvajina que ha dado origen
a la movilización de los pobladores de la localidad de Suárez
(Cauca) contra la Corporación Autónoma Regional del Cauca (Ver
mapa del país con la localización de los principales proyectos y
municipios en conflicto).

Pero el primero y más importante conflicto social de este tipo ha sido
el movimiento de pobladores del El Peñol y Guatapé contra las
Empresas Públicas de Medellín a raíz de la construcción de la
Central Hidroeléctrica del Nare. Este movimiento cívico se mantiene
por más de 25 años llegando a ser ampliamente ilustrativo de las
condiciones en que surgen, desarrollan y resuelven los movimientos
de pobladores contra las grandes centrales hidroeléctricas…”16

4.3 De lo político. Niveles y contenidos en la confrontación al poder.

Nuestra línea de interpretación y análisis, conlleva a otra
delimitación: Remitimos, para este caso, a las opciones propuestas;
tanto en lo metodológico, como en lo que hace referencia al
contenido de las posiciones planteadas. Retomamos, por ejemplo, la
interpretación del rol de la conciencia, como significante; al momento
de definir la trascendencia y la lucidez en las acciones de los (as)
sujetos (as), individuales y colectivos. En una aplicación dinámica de
estos conceptos, puede entenderse como el límite entre lo
conciente y lo inconciente. Remitimos, para mayor precisión, a
nuestra interpretación del en sí y el para sí, referidos al (la) sujeto y/o
a los (as) sujetos; en las construcciones teóricas de Kant, Fichte,
Schelling y Marx

Las expresiones de confrontación, a cargo de uno o varios sectores
sociales, con respecto a políticas gubernamentales y / estatales;
adquieren connotación politica, en razón a los contenidos que
ejercen como hilo conductor. S u tipificación y, por consiguiente, su
ubicación en términos de
16Sáenz, Orlando. Movimientos de pobladores y grandes proyectos
hidroeléctricos. E caso de El Peñol y Guatapé – Antioquia. Ponencia
presentada al 4º Seminario Internacional cehap -peval; realizado en Medellín
entre los días 7 y 11 de abril de 1986.

opciones q u e conllevan a la ruptura, a la reforma o a simples
cambios posicionales; no puede circunscribirse a la aplicación de
esquemas metodológicos asociados a la teoría general, bien sea
sociológica y/o politica. Nosotras hemos, al menos así se infiere del
contexto planteado en este escrito, propuesto u n a tipificación
centrada, de una parte en contenidos programáticos. De otra
parte, hemos manejado el concepto del espectro social y del poder
político-económico; de sus beneficiarios y orientadores. Pero,
asimismo, nuestro análisis admite un corolario heterodoxo, en
términos de los objetivos. Esto es lo que nos permite defender una
opción interpretativa, como la siguiente: los movimientos políticos no
son, necesariamente, expresiones de confrontación progresiva,
reformista o revolucionaria. Algunos de estos movimientos pueden,
inclusive, ejercer como punta de lanza en la confrontación a
posiciones y opciones que reivindican la lucha en contra del poder
político vigente y sus efectos colaterales. Algo así como movimiento
políticos en contravía de los cambios, de la ruptura. E n otras
palabras; movimientos políticos q u e agrupan a sectores sociales
diversos; para consolidar posiciones y beneficios derivados del
poder; en tratándose de un poder político y económico (para el caso
del periodo) soportado en el capital…O para cuestionarlo y
derribarlo, en tratándose de un poder político y económico soportado
en la teoría socialista o similar. Ejemplo del primer caso: el
comportamiento del Movimiento Falangista en España o de las AUC
en Colombia. Del segundo caso: El movimiento de los (as) cubanos
(as) exiliados en Estados Unidos, en contra del Régimen Político,
liderado por Fidel Castro.

4.4 La noción de Política. Se entiende como la precisión, a la manera
de directriz general, de una sumatoria conceptual relacionada con
una determina área en la cual el Estado o un Gobierno deben
intervenir. En este nivel de expresión se proponen programas que
delinean la intervención, con unos objetivos concretos; de tal
manera q u e delimiten escenarios y el espectro mismo q u e la
origina. Esto presupone la preexistencia de opciones teóricas y
prácticas en nexo con esa área específica.

En términos de Estado, una política, debe proponerse de tal manera
que se entienda como derivación lógica y coherente, con respecto al
soporte conceptual que lo acompaña; en cuanto a cohesionador de
las fuerzas que actúan como integrantes del País y de la Nación.

Tratándose de un Gobierno, entendido como expresión circunstancial
y trans itoria, las políticas ejercen como concreción a través de
Planes específicos q u e orientan la actividad económica, política,
social, etc.; de ese Gobierno, por un periodo definido.

Tanto en lo que respecta al Estado, como a los Gobiernos; se
entiende que debe existir una concatenación, también lógica y
coherente, a partir de la Norma General (Constitución Política) que
orienta el quehacer del Estado y otorga a los asociados unidos
determinados beneficios e impone unas determinadas obligaciones.

Visto así, entonces, se introduce u n a diferenciación necesaria,
derivada del tipo de Estado instaurado para una sociedad específica.
Esto traduce que no es lo mismo diseñar una política de asistencia
social, a manera de ejemplo, por parte de un Estado soportado en un
una opción hacia el bienestar general; que esa misma política por
parte de un Estado anclado en la ortodoxia con respecto al desarrollo
de los mecanismos del mercado; los cuales pueden establecer (por
sí mismos) un equilibrio.

Para el caso que nos ocupa en este trabajo, asumimos la existencia
de una definición Constitucional, q u e reivindica la vigencia de un
Estado Social de Derecho, obligado a proponer y desarrollar una
políticas públicas de beneficio general, con énfasis en la protección
de los sectores mas vulnerables de la población.

Tanto es así que, en la Constitución Política, se expresa el hilo
conductor para la intervención del Estado. Veamos:

Artículo 1. Colombia es un Estado social de derecho, organizado en
forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus
entidades territoriales, democráticas, participativa y pluralista,
fundada en el respeto de l dignidad humana, en el trabajo y la
solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del
interés general. 17

Artículo 2. Son fines esenciales del Estado: servir a la comunidad,


promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los
principios, derechos y deberes consagrados en la Cons titución;
facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan y
en la vida económica, política, administrativa y cultural de la Nación;
defender la independencia nacional, mantener la integridad territorial
y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo.

Las autoridades de la República están instituidas para proteger a
todas las personas residentes en Colombia, en su vida, honra,
bienes, creencias, y demás derechos y libertades, y para asegurar el
cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los
particulares.18

En consecuencia, el diseño e implementación de las políticas públicas
para el bienestar de los habitantes, deben estar orientados por ese
mandato Constitucional. La reglamentación de esas política (...o de
una de ellas en particular), debe tener en consideración el escenario y
los grupos sociales a los cuales están dirigidas. Lo anterior está
definido, de manera taxativa, en la Norma Constitucional, así:

Articulo 339: Habrá Plan Nacional de Desarrollo conformado por una
parte general y un plan de inversiones de las entidades públicas del
orden nacional. En la parte general se señalarán los propósitos y
objetivos nacionales de largo plazo, las metas y prioridades de la
acción estatal a mediano plazo y las estrategias y orientaciones
generales de la política económica, social y ambiental que serán
adoptadas por el gobierno. El plan de inversiones públicas contendrá
los presupuestos plurianuales de los principales programas y
proyectos de inversión pública nac ional y la especificación de los
recursos financieros requeridos para su ejecución.

Las entidades territoriales elaborarán y adoptarán de manera
concertada entre ellas y el gobierno nacional, planeas de desarrollo,
con el objeto de asegurar el uso eficiente de sus recursos y el
desempeño adecuado de las funciones que les hayan sido asigna
das por la Constitución y la ley. L o s planes de las entidades
territoriales estarán conformados por una parte estratégica y un plan
de inversiones de mediano y corto plazo.19

Artículo 366: El bienestar general y el mejoramiento de la calidad de
vida de la población son finalidades sociales de Estado. Será objetivo
fundamental de su actividad la solución de las necesidades
insatisfechas de salud, de educación, de saneamiento ambiental y de
agua potable. 20

En aplicación de esta noción de política, particularmente de política


pública, el presente trabajo, desenvuelve el seguimiento con
respecto al rol de las mujeres vinculadas a Fundac, en lo que
concierne a al desarrollo de los programas y proyectos del Gobierno
Distrital para la protección y atención a los grupos poblacionales
vulnerables.

5 La noción de participación.
17 Constitución Política de Colombia 1991, segunda edición ESAP, febrero
1992
18 Ibíd.
19 Ibíd.
20 Ibíd.

El trabajo se sitúa en un entendido de participación, definido a partir
de del significado que adquiere el quehacer de grupos sociales no
vinculados con el poder político y económico. Es tanto como recorrer
el acumulado de experiencias presentadas en diferentes momentos y
en relación con acciones que reivindican derechos, tanto en lo que
concierne a la calidad de vida, como también a aquellos que hacen
referencia a su relación con el Estado, en lo que esta tiene de
manifestaciones por alcanzar beneficios puntuales que ejercen como
colaterales indispensables para alcanzarla.

Visto lo anterior, entonces, aparece una posición en términos de
fundamentar la intervención, soportada en definiciones, tanto
teóricas como prácticas, que han orientado los procesos hacia la
adquicisión de lo conciente , como condición indispensable para
trascender la espontaneidad y la visión reduccionista que no permite
diseñar estrategias para el mediano y largo plazo.

En una publicación del Centro de Estudios del Hábitat Popular –
Cehap, adscrito a la Facultad de Arquitectura de la Universidad
Nacional de Colombia, se recopilaron documentos presentados en el
4º Seminario Internacional CEHA – PEVAL, realizado en la ciudad de
Medellín entre el 7 y el 11 de abril de 1986, en el cual se analizaron
las experiencias en América Latina, bajo el título: Los pobladores,
protagonistas urbanos en América Latina.

En una de las ponencias titulada Aproximación a los Movimientos
Sociales Urbanos en América Latina, el investigador Etienne Henry,
adscrito al Institut National de Recherche sur les Transports et leur
Segurite-INRETS, Francia; dice, en uno de los apartes referido a los
Movimientos Regionales y Nacionales:

“..Finalmente los movimientos sociales se despliegan alrededor de
los principales polos urbano - industriales. Tienen una connotación
más obrera y, las organizaciones sindicales son aquí las que
incentivan la formación de frentes regionales. Pero su evolución
depende de su capacidad en aglomerar a las masas urbanas y a sus
organizaciones representativas. Los bloques de clases son aquí
menos policlasistas y esos movimientos pueden derivar hacia meras
huelgas obreras o revueltas de protesta popular.

Tales movimientos regionales no se reducen a u n a oposición al
poder central y una afirmación del poder regional. Hay que buscar en
la configuración de los segmentos locales de clases, su dominación y
su depresión socioeconómica, las razones de la vitalidad de su mo
vilización y las perspectivas de los bloques regionales. No
constituyen duraderas alianzas de clases ni son portadoras de
proyectos históricos específicos; pero si corresponden a una fuerza
social capaz de imponer modificaciones parciales en los esquemas
administrativos y redistributivos. E n la medida en q u e las masas
pauperizadas concentradas en los núcleos urbanos participan de
esos movimientos en forma importante – y a veces mayoritaria – es
legítimo ver aquí una expresión de los movimientos urbanos...” (sic)21
De otra parte, el investigador Emilio Pradilla Cobos, presentó un
escrito titulado “Mitos y realidades de los llamados Movimientos
Sociales Urbanos “, publicado en diciembre de 1984 por la Editorial
de la Universidad Autónoma Metropolitana. Unidad Xochimilco,
Méjico D.F., Méjico., como ponencia en ese mismo evento. Destaco
un aparte que considero pertinente, veamos:

“..Este análisis se inició poco tiempo después de que el movimiento
real se hubiera manifestado. De un lado, por parte de los
investigadores y técnicos al servicio del Estado y las clases
dominantes, en busca de respuestas que permitieran mediatizarlo,
controlarlo, articularlo o reprimirlo, a fin de mantener “el orden y la
paz social” necesarios al desarrollo del capitalismo y para evita r la
formación de un nuevo componente perturbador en la ya convulsa
situación social. De otro lado,
21 Texto citado, página 37

los investigadores comprometidos, en una u otra forma, desde una u
otra vertiente ideológico - política, con las luchas de los explotados y
los militantes de las organizaciones políticas de izquierda, para
entender su potencial revolucionario, sus contradicciones internas,
sus límites, y encontrar las alternativas correctas para su vinculación
con las otras formas de lucha de las clases explotada...”. (sic).22
El punto, en consecuencia, tiene que ver con desarrollar una
interpretación asertiva, en lo que hace alusión a la participación.
Aquí, lo asertivo, no supone una actitud de simple extensión de esa
participación, hacia aplicaciones acrìticas, en las cuales,
simplemente, se replican esquemas, al margen de una construcción
teórica, derivada del análisis del objeto de esa participación, de los
mecanismos para desarrollarla y de las transformaciones que la
misma pueda propiciar.

En consideración a la anterior aseveración, es importante conocer la
propuesta de Amartya Sen, Premio Nóbel de Economía en 1998.,
con respecto al sentido que adquiere lo humano en el marco de las
políticas de desarrollo del capital. Veamos:

En el articulo “Las Teorías del Desarrollo A Principios del Siglo XXI”,
Amartya Sen dice, entre otras cosas,”El alcance de este
planteamiento no se limita a una fundamentación teórica del
desarrollo; sus connotaciones prácticas han de plasmarse en el
terreno de la política estatal. Si bien la prosperidad económica y la
situación demográfica favorable fomentan el bienestar y la libertad de
una sociedad, no es menos cierto que la mayor educación,
prevención y atención sanitaria y otros factores similares afectan las
auténticas libertades de que disfruta la población. Estos `avances
sociales’ deben considerarse como parte del ‘desarrollo’, puesto que
proporcionan una existencia más prolongada, libre y fructífera,
además de que estimulan la productividad o el crecimiento
económico.

La concepción tradicional del concepto de ‘capital humano’ tiende a
concentrarse en la segunda función de la ampliación de las
capacidades del ser humano, es decir, la de generar ingresos. Y
aunque este aspecto no deja de ser importante, a los ingresos hemos
de añadir los be neficios y ventajas de tipo ‘director’ o primario. Esta
ampliación es de carácter adicional y acumulativo y no una
alternativa a la noción actual de ‘capital humano’. E l proceso de
desarrollo no es independiente de la ampliación de las
capacidades del ser humano, dada la importancia intrínseca e
instrumental de esta ampliación...” (sic)23
22 Ibìdem
23 Publicado en Cuadernos de Economía No. 29, Departamento de Teoría y
Politica Económica, páginas 89- 90.

Esto implica, para el caso de este trabajo de investigación, que
asumo una posición que trasciende la mera expectativa generada a
partir de la participación comunitaria, como acompañamiento pasivo
en el proceso de aplicación de u n a determinada política
gubernamental en lo que hace al bienestar de la población. Supone,
en consecuencia, definir un entendido, en la perspectiva de localizar
los elementos agregados, como valores q u e cualifican esa
participación, en función de interpretar esas políticas y proponer, a
partir de ahí, la posibilidad de una intervención conciente de los y las
sujetos que la promueven.

5.1 La política social y el Estado. Ya he señalado arriba acerca del
nexo lógico entre concepto, teoría y aplicación de un modelo
determinado de Estado, con respecto a la implementación de
políticas gubernamentales siendo este ( el gobierno) u n a expresión
transitoria, fundamentada en estrategias, programas, políticas y
acciones. D e todas maneras, es preciso discernir en torno a la
incidencia que adquiere la envoltura conceptual y práctica del Estado
como guía para cualquier desarrollo estratégico y/o circunstancial de
políticas gubernamentales. Algo así como entender la presencia de
una dinámica en la cual se expresan condicionantes propios de ese
modelo.

E n términos de soporte teórico fundamental, no es lo mismo la
construcción de u n a opción de Estado, a partir ( a manera de
ejemplo) de la propuesta planteada por J u a n Jacobo Rousseau en
“El Contrato Social”; a una opción de Estado construida a partir de la
propuesta de Tomas Hobbes en “El Leviatán”. Inclusive, situándome
en un escenario mucho más próximo (como quiera que se asume
como inherente al horizonte teórico q u e ha acompañado a la
definición y aplicación política y económica en Occidente); es
relevante proponer un ejercicio de análisis a partir de la
confrontación entre la doctrina de Adam Smith y la de John Maynard
Keynes. Porque, entre otras razones, permite precisar aspectos
relacionados con la economía política, en el contexto del capitalismo,
como sistema económico y como oferente de las condiciones para la
construcción de Estado, como ordenador y como aglutinante de las
fuerzas que actúan al interior de las sociedades y de las naciones.

En mi disquisición, aunque no aparece como centro, es conveniente
resaltar la propuesta de Estado q u e se deriva de la doctrina del
Marxismo ortodoxo; entendido como el concepto político y
económico que cuestiona los principios éticos, económicos y políticos
en los cuales se fundamenta el Capitalismo. En este sentido y con el
propósito de insinuar (...a futuro) una profundización con respecto a
las opciones para su interpretación; me parece conveniente citar
(...en extenso) la expresión alcanzada por la profesora Consuelo
Corredor en su texto “Los Límites de la Modernización “. Veamos:

“1.1. El doble ideario de la sociedad moderna

Digamos entonces, a manera de hipótesis, que el advenimiento de la
sociedad moderna recoge un doble ideario: el de transformar el
entorno material, y el de transformar al hombre como centro del
mismo. Mientras el primero alude a la modernización, el segundo a la
modernidad.

La configuración histórica de la sociedad moderna ha puesto al
descubierto que esta diferenciación no es meramente teórica, sino
que se trata de un proceso real que ha tenido lugar, con mayor o
menor fuerza y nitidez, es distintas regiones y países. Por lo tanto,
partiendo de la posi bilidad analítica de diferenciar los dos procesos
se ha llegado a constatar y padecer su disociación real.


Durante el proceso, la modernización se ha convertido en el abecé
del progreso, colocándose como un fin en sí mismo y no como un
medio, imprescindible por cierto, para dotar a la sociedad de unas
mejores condiciones materiales. Lo paradójico es que si bien no
sería concebible una sociedad moderna carente de un proceso de
modernización, este último no requiere ineluctablemente de la
modernidad y aún menos conduce por sí mismo a ella.

Este es el conflicto no resuelto por muchas sociedades actuales: la
tensión entre modernidad y modernización. Marx lo puso claramente
al desnudo a través de la crítica a la sociedad burguesa moderna,
q u e a lo largo de su obra, desde el Manifiesto del Partido
Comunista hasta El Capital, está presente como núcleo de
reflexión central. Así lo podemos apreciar en el siguiente pasaje:

L a época de la burguesía se caracteriza y distingue de todas las
demás por el constante y agitado desplazamiento de la producción,
por la conmoción interrumpida de todas las relaciones sociales, por
una inquietud y u n a dinámica incesantes..Todo lo q u e se creía
permanente y perenne se esfuma, lo santo es profanado y , al fin, el
hombre se v e constreñido por la fuerza de las cosas a contemplar
con mirada fría su vida y sus relaciones con los demás. (C. Marx y F.
Engels –1848. El Manifiesto Comunista, Editorial Ayuso, Madrid,
1974, p. 76.).

La profunda crítica de Marx pone de manifiesto la potencialidad que
encierran las fuerzas productivas, pero también, y principalmente,
su interdependencia e interacción con las relaciones sociales entre
los hombres. M u t u a y compleja interacción q u e lejos de ser
reductible a un problema de causa – efecto, como en forma
equivocada se interpretó por algunos, es un proceso
profundamente c o n f l i c t i v o de construcción, destrucción y
reconstrucción del orden social”. 24

L a pertinencia de la cita, obedece a la necesidad de introducir un
insumo teórico que permita concretar elementos de diferenciación, al
momento de proponer una interpretación, respecto a la intervención
estatal, por vía de planes y programas de política social, en una
sociedad como la nuestra. Inclusive, con la posibilidad ubicarla en el
contexto de América Latina, habida c u e n t a de los elementos
comunes q u e la cruzan; en u n a transversalidad q u e se hace
evidente, a partir de la cotejación de posiciones e implementaciones.

Visto así, entonces, me atrevo a aseverar lo siguiente: En Colombia,
las políticas sociales de sucesivos gobiernos, asumiendo como base
el mandato presente en la Constitución Política de 1991,
particularmente en su articulo número 366; se suponen ancladas en
el principio de intervención estatal, en términos de asimilados a lo
propuesto por Rous seau en El Contrato Social y a los lineamientos
Keynesianos acerca de la redistribución social de la renta nacional.
Queda claro que no pretendo establecer una relación de causalidad
absoluta, entre los principios ortodoxos del la teoría de John
Maynard Keynes y la norma Constitucional en lo que respecta al
nexo entre el Estado como garante y dador de bienestar en la noción
de política social que subyace al articulo
366 de la Constitución Política. Se trata, simplemente, de utilizar ese
referente teórico (..el de Keynes), como horizonte conceptual para
construir un análisis que me permite acceder a una valoración
pertinente de la política social implementada en el Plan Nacional de
Desarrollo y en el Plan de Desarrollo Distrital.

Otro de los aspectos que convoca mi atención, tiene que ver con el
análisis y seguimiento del rol que ha desempeñado el Estado en
América Latina. Se trata de una cotejación, que permita encontrar los
elementos de coincidencia en cuanto que representan la incidencia
de programas gubernamentales; pero también los insumos
conceptuales y prácticos, originados en la intervención de los
Movimientos Sociales, en c u a n t o ejercicios de movilización y
confrontación q u e “obligan” a modificaciones puntuales y
estratégicas, a los gobiernos que actúan como mandatarios de
ese
24 Corredor, Consuelo. Los Límites de la Modernización, Cinep -
Facultad de Ciencias Económicas Universidad Nacional de Colombia –
Sede Bogotá, segunda edición, 1997, páginas 37-38.

“equilibrio” que se supone pleno en la configuración de las políticas
de Estado. Lo que, desde mi interpretación, conlleva a una
construcción compleja en la cual confluyen diferentes énfasis
relacionados con teorías y postulados disímiles. Algo así como un
entrelazamiento entre posiciones autoritarias y despóticas(...a la
manera de Thomas Hobbes, en el Leviatán ), posiciones de
“equilibrio” entre intereses diferenciados (..A la manera de Rousseau,
en su Contrato Social) y una fuerte intervención estatal (...una figura
cercana a la combinatoria entre Marx y Keynes), que adquiere
matices. Desde opciones estrictamente populistas, hasta aquellas
que encontraron su mayor expresión en el programa liderado por
Salvador Allende, en Chile.

En una ponencia presentada ante el Cuarto Seminario Internacional
Cehap – Peval “Los Movimientos de los Pobladores en los Barrios
Populares de las Ciudades Latinoamérica”(realizado en la ciudad de
Medellín-Colombia, entre el 7 y el 11 de abril de 1986); Marta Baliero
(de los Movimientos de Favelados en Brasil), presentó una ponencia
(Caracterización del concepto urbano en Brasil). Destaco el siguiente
aparte:

El Estado Brasileño y su Manejo de lo Urbano.

“E s innegable que el modelo de Capitalismo Monopolista viene
gestándose desde los años 30, marco histórico de la
industrialización en el Brasil. D i c h o paradigma posee una
característica notable. Habría en él, un cierto papel de Estado que lo
hace invisible. Esto quiere decir que el Estado no aparece ni se
manifiesta bajo la forma de inversiones y ese no dejarse ver ocurre
exactamente en el lugar focal de la determinación de la tasa de
ganancia del conjunto oligopolista.

Esto quiere decir, según plantea el sociólogo Francisco de
Oliveira (Oliveira, Francisco de /O Estado e o Urbano no Brasil
Estudos do Cebrap, a ser publicado). Que por fenómenos inherentes
a dicho modelo, los cuales se colocan en contraposición al
Capitalismo de Libre Competencia, dicho Capitalismo Monopolista
(no competitivo y salvaje de cualquier país subdesarrollado) politiza
las relaciones económicas al máximo en el sentido inequívoco de
que el Estado (a través de los hombres de empresa ) pasa a ser, en
cierta medida, el lugar en donde la tasa de ganancia – cuota que
cada conjunto oligopolìsrtico tiene en la masa excedente de
excedente social producido en el país- se determina por el acceso
empresarial a los aparatos del Estado”,.25

Me queda la sensación (...o la reafirmación), en el sentido de que ,
en nuestra América Latina, el Estado (...o, quienes actúan y ejercen
como sus portavoces y/o beneficiarios directos)
Ha actuado, en la intención de incidir en las relaciones sociales, con
un estilo y mecanismos de intervención como híbrido teórico y
político, bien sea circunstancial o programático.

Ahora bien, desde la pretensión de este trabajo, se trata de
reivindicar, también, el asunto relacionado con la incidencia efectiva
de este tipo de participación estatal. Porque, entre ot ras razones, la
caracterización y seguimiento de la misma; permite cierta
aproximación a una teoría general de la intervención estatal y sus
verdaderas repercusiones, en cuanto políticas de contenido social
que son asumidas por la población, como “evidencia” y como
“resultado” del mandato Constitucional. O, en otra opción de
interpretación, como expresión obligada por parte de un determinado
gobierno; a partir del desarrollo de movimientos sociales, tanto
urbanos como rurales (..en otras palabras: como reivindicación
alcanzada, mediante la realización de movimientos populares que
“obligan”, por la vía de la fuerza, a modificaciones absolutas o
transitorias, de programas gubernamentales originales. Un ejemplo
de este tipo de intervenciones y su efecto colateral, tienen que ver
con la agitación y movilización en contra de la propuesta original
inmersa en la modificación del régimen de transferencias, adjunto al
Plan Nacional de Desarrollo, tanto en el
25 Baliero, Marta, “Caracterización del Concepto Urbano en Brasil,
Seminario Los pobladores: protagonistas urbanos en América Latina,
Memorias Editorial Lealon, marzo de 1988.

gobierno del Presidente Andrés Pastrana Arango, como también el
gobierno del Presidente Álvaro Uribe Vélez. Esto es significativo, en
la medida en que compromete, entre otros aspectos, la participación
de las regiones en el diseño y aplicación del gasto público, a partir de
las regiones y con énfasis en rubros tan importantes como la salud y
la educación

Para el caso del Distrito Capital, se presenta un e f e c t o de
traslación, si entiende como tal el hecho de q u e las regiones,
simplemente extienden la aplicación de los conceptos y postulados
generales inmersos en la doctrina estatal que orienta a la gestión
social, a la manera de políticas que la desarrollan.

Cabe, entonces, enfatizar acerca de los contenidos en cuanto a la
noción de política social en un universo de aplicación en el cual está
demostrado la vigencia de un modelo de producción capitalista;
acompañado (..por simple derivación doctrinaria) de un modelo de
Estado que navega entre el intervensionismo, como “árbitro
imparcial” por parte del Estado que convoca al equilibrio institucional
necesario para poder desarrollar políticas de beneficio común y el
dejar hacer entendido como la libertad ortodoxa derivada de los
mecanismo del mercado q u e actúan como agentes abstractos y
prácticos para el equilibrio. De todas maneras, en uno u otro punto de
referencia, se asume como fundamento y como soporte económico
el asunto relacionado con el excedente económico global, como
sujeto plusválico, derivado del desarrollo propio del capitalismo.
Entonces, la política social, tiene razón de ser( en términos de su
viabilidad económica) en la figura de la plusvalía presentada por
Marx, a través de mecanismos coercitivos implementados desde el
Estado, por la vía de imposiciones que permiten captar recursos
(..a manera de impuestos) . Es decir, ¡otra vez¡ la figura del equilibrio
actúa como soporte para la conversión del beneficio plusválico, en
beneficio social, como aplicación de una política de redistribución; en
la cual el entendido de beneficio social adquiere características
diferenciadas, dependiendo de las estrategias y programas
inherentes a los Panes de Desarrollo gubernamentales.

5.2 La Política Social y los derechos

Las variables trabajadas ( en lo que concierne a la noción de política
social), hasta ahora, suponen la vigencia de un determinado modelo
de Estado, fundamentado en conceptos y/o teorías que implican,
tanto a la economía política, como también a las categorías de la
filosofía y la ética; como implicación universal; hasta cierto punto
abstractas.

En la intención de precisar y concretar la vigencia d e opciones, en
esa perspectiva, he citado (para nuestro caso, en Colombia); la
figura del articulo 366 de la Constitución Política. S e entiende, por
aplicación, la vigencia y la pertinencia de u n o s derechos
consignados; de tal manera que su implementación no es otra cosa
que el cumplimiento de un mandato perentorio; como quiera que la
Constitución Política norma mayor.

Sin embargo, vale la pena resaltar un hecho que, si bien es cierto,
pudiera estar relacionado o en nexo con ese mandato, adquiere
connotación propia y, hasta cierto punto, independiente. Se trata del
derechos (...o derechos) que se promueven y ejercen como
consecuencia de acciones y movilizaciones que involucran a
aquellos sectores no beneficiarios directos del excedente plusválico
y/o de la tasa de ganancia derivada del ejercicio económico
Capitalista. Es, en otras palabras, la confrontación entre el poder,
como posibilidad y como práctica relacionada con el control de los
medios de producción (...en el lenguaje Marxista) y de la
superestructura en el Estado Capitalista; y los hombres y la
franja(...la mayoría ) de la sociedad no beneficiaria y/o excluida de
los beneficios que se derivan del acumulado plusválico.

Así las cosas, entonces, cabe una expresión asumida como hipótesis
lógica: las modificaciones y las transformaciones en lo que respecta
a la utilización del acumulado plusválico( -...o del excedente
originado en la porción de la tasa de ganancia absorbida por el
Estado, a través de las

reglamentaciones impositivas y sus agentes retenedores), en
muchas ocasiones, ha estado (..y estarán) condicionadas por la
realización de acciones de confrontación, por parte de las
organizaciones y/o movimientos de los no beneficiario0s directos; a
la manera de acciones y movilizaciones de masas que reclaman el
redireccionamiento de estos beneficios, que se concretan por la vía
de políticas de beneficio social en ámbitos diferenciados; pero que,
en fin de cuentes, remiten a opciones relacionadas con la calidad de
vida, más allá de la simple reproducción de la fuerza de trabajo.

Se configura, a partir de esta hipótesis y para el caso que me ocupa,
u n a posición q u e involucra al concepto de derecho al beneficio
social; como quiera que se entiende en nexo con esa porción de la
riqueza, construida a partir de la intervención de los sectores sociales
que actúan en el espacio geográfico entendido como país y/o como
Nación. Para no hablar de la aplicación, en este tiempo, de la figura
cercana a la internacionalización o interacción global de los factores (
humanos y materiales) que ejercen como soportes para el desarrollo.
L a acumulación, entonces, se asume como inherente a la
intervención de esos(as) actores8as) y recursos materiales; en los
términos que ya había advertido Rosa Luxemburgo en su obra “La
Acumulación del Capital. Es conveniente resaltar esta expresión:

La segunda condición previa fundamental, tanto para la adquisición
de medios de producción, como para la realización de la plusvalía,
es la ampliación de la acción del capitalismo a las socieda des de
economía natural. E l capital necesita que todas las capas y
sociedades no capitalistas se conviertan en compradores de
mercancías y que le vendan sus productos. Parece como si aquí, al
menos, comenzase la paz y la igualdad, el do ut des, la reciprocidad
de los intereses, la competencia pacífica y los influjos
civilizadores.”26

Está, en mi interpretación, involucrada una noción similar al entendió
de “calidad de vida”, aún el universo del Capitalismo. Luego, por
deducción, se infiere que estoy hablando de políticas sociales con
u n a elaboración q u e presupone la presencia de índices para ser
medidas y cuantificadas en lo q u e respecta a la calidad y a la
cobertura. E s decir, entendidas como derechos propuestos y
asumidos, no como dádivas tangenciales; sino como inmersos en la
misma dinámica que propone y desarrolla la propuesta de bienestar
social, como aplicación lógica prevista en la teoría de la
“reproducción” de las condiciones necesarias para la ampliación de
las fuerzas productivas. Algo así, como condición necesaria para
que el capital pueda reproducirse y ampliarse, con la intervención de
los agentes necesarios para ello.

Lo anterior traduce, en consecuencia, que el seguimiento propuesto
(en lo que compromete a la participación e intervención de las
mujeres) relacionado con la política de bienestar social
implementada por el gobierno del Distrito Capital, supone la
presencia de una opción para su interpretación; desde una
perspectiva que involucra al significado de calidad de vida y, por esto
mismo, al concepto de redistribución del acumulado plusválico,
entendido como aquella porción “apropiada” por parte del Estado
(..Incluidos los entes territoriales) de la tasa general de ganancia
originada en el ejercicio inherente al modo de producción capitalista.

5.3 El concepto de bienestar y el Neoliberalismo.

Ya había expresado antes un criterio para la interpretación del
concepto relacionado con el bienestar, en el contexto de la
intervención del Estado, como institución que aglutina (en los
términos del Contrato Social) los intereses de los habitantes del
territorio nacional; inc lusive como garante de la concreción que
adquiere el concepto de Nación. En esa aseveración presentada, se
expresa una interpretación acerca del “equilibrio” de los sectores
sociales , incluido lo étnico y lo racial, como variables que reclaman y
adquieren una presencia efectiva, a partir de la cual se
26 LUXEMBURGO, Rosa, “La Acumulación del Capital”, página 298,
editorial Grijalbo, edición 1967

originan conflictos no resueltos; precisamente en razón a la
orientación y a la lógica q u e subyacen a esa misma institución
estatal.

Retomo, entonces, la cotejación entre la opción del Estado
Benefactor anclado en el beneficio social general a partir de su
intervención con políticas precisas, en las cuales se incluye el
direccionamiento de la redistribución de la porción recaudada de la
tasa general de ganancia, al margen de las leyes del mercado
capitalista; y la opción del Estado orientado hacia la aplicación de
políticas fundamentadas en el curso general de esas leyes del
mercado y las cuales se asume la posibilidad efectiva de q u e estas,
por sí mismas, conducen al equilibrio social, sin que esté implicada
la intervención estatal en su direccionamiento.

E n otras palabras, hice precisión respecto a la metodología
propuesta por Amartya Senn, en mi entendido, como desarrollo de la
opción del Estado interventor, profundizando u n a línea de
interpretación del desarrollo, como agregados en los cuales queda
involucrada la teoría del bienestar general de la población; a partir de
introducir el concepto de nivel de vida digna, más allá de la simple
sobrevivencia.

Me corresponde ahora, insistir en los aspectos de contradicción
entre los postulados fundamentales de la Constitución Política,
expresados en sus artículos 1 y 2 , de un lado y las aplicaciones de
sucesivos gobiernos q u e contrarían esos mismos postulados,
incluyendo agendas de reformas a la Constitución, con el objeto de
facilitar la implementación de esas políticas. Es el caso, a manera
de ejemplo, de los Actos Legislativos a través de los cuales han
modificado aspectos como el Régimen de Transferencias y de los
insumos sociales que orientan la elaborac ión e implementación del
Plan Nacional de Desarrollo, conforme a lo que, originalmente, había
sido establecido en los artículos 150, 200, 339 y 341.

Asumo, en extensión de los criterios que he venido reivindicado como
válidos, que el punto de comienzo para el quiebre de los postulado
Constitucionales señalados, tuvo que ver con la política desarrollada
por parte del doctor César Gaviria Trujillo, en c u y o mandato
presidencial se configuró la propuesta de “Apertura Económica”; la
que a su vez, estuvo soporta da en la opción de intervención estatal,
anclada en la presunción de que las condicione de libre mercado y
libre competencia derivaban, por sí mismas, en escenarios de
equilibrio para el bienestar general de la población; puesto que (..En
su interpretación) el obstáculo para el crecimiento y desarrollo , tiene
q u e v e r con el excesivo intervensionismo q u e se manifestaba,
fundamentalmente, en el sobredimensionamiento del paradigma
relacionado con esa intervención, al momento de definir acerca del
bienestar social colectivo y de la calidad de vida. A partir de ahí, se
explica todo el ejercicio relativo a trabajar por “u n bajo perfil” de la
presencia del Estado y el consecuente desmonte acelerado de esa
incidencia. E n este contexto es representativa la expedici ón de la
Ley
100 de 1993, proyecto que fue liderado (“coincidencialmente”) por el
doctor Álvaro Uribe Vélez, actual presidente y que, antes, había
liderado el proyecto que concluyó con la expedición de la Ley 50 de
1990. en el gobierno del doctor Virgilio Barco Vargas. Se trata de un
hilo conductor que se mantiene y que se ha profundizado.

La expresión Neoliberalismo, en consecuencia, no tiene una
connotación peyorativa. Define, simplemente, esa postura política y
económica q u e le atribuye a la intervenció n estatal hacia el
beneficio social general y hacia las consecuencias calamitosas del
libre juego del mercado, consecuencias ajenas y en contravìa del
desarrollo económico; le atribuye, algo así como una posición de
asfixia y de obsolescencia, respecto al paradigma del crecimiento
económico. Cabe resaltar, entonces, la esencia de su perspectiva
estratégica: el énfasis hacia el crecimiento económico y la
modernización, no puede ser obstaculizado por la implementación de
una intervención estatal en términos del beneficio social, a no ser que
retracemos nuestra inserción en la dinámica de los mercados
globalizados, competitivos.

.4 .De la participación

Como consecuencia de este tipo de orientación política, económica y
social, por parte de los teóricos y usufructuarios fundamentales del
modelo neoliberal; el Estado adquiere una connotación que desvirtúa
su razón de ser como garante del beneficio social y como propiciador
de ese equilibrio dinámico entre los sectores sociales, con énfasis
en la implementaci ón y desarrollo de políticas sociales y económicos
en las cuales la predistribución de esa franja de la tasa de ganancia
q u e le corresponde (..por la v í a de la política y las normativas
tributarias), se asume como recurso efectivo para concretar procesos
plenos para el impulso y aplicación de modelos de intervención en
áreas fundamentales como la salud, la educación, los servicios
públicos de alcantarillado, acueducto, energía; en una posición que
reivindique la calidad de vida.

Asimismo, como colateral indispensable, este modelo (neoliberal)
propone un entendido de intervención de los asociados (ciudadanos
(as), campesinos (as), grupos étnicos, mujeres, etc.), en el cual, el
ejercicio de derechos (por ejemplo, la participación), se erige como
insumo, bi en de formalidad y /o como objeto extraño que, hasta
cierto punto, es necesario restringir. Esto explica, entre otras razones,
el hecho de la implementación de propuestas y acciones
modificatorias en lo que respecta al marco conceptual que soporta a
los derechos fundamentales y básicos. Para el caso de nuestro
País, es evidente la insistencia de objeciones al ejercicio de los
derechos otorgados por la Constitución Política. Es una dinámica que
reivindica la contradicción entre la teoría de “seguridad del Estado” y
el ejercicio de esos derechos. Un elemento trascendental, del último
tiempo, ilustra esa perspectiva: El Estatuto de Seguridad
Democrática y la propuesta hacia la restricción de la Acción de
Tutela prevista en la Constitución Política; con una argumentación de
doble vía: de un lado por sus efectos económicos y, de otra parte, en
alusión a la inserción de procedimientos que lesionan la unidad de
mando en la aplicación de las normas básicas q u e sustenta al
Estado.

Se configuran, en ese contexto descrito, expresiones dicotómicas, de
contradicción latente y efectiva. Porque confrontan, de manera
permanente, las visiones y opciones libertarias de participación, con
las visiones y las opciones de restricción propias del modelo
neoliberal presente en diferentes gobiernos de América Latina y,
particularmente, en nuestro País. Es una confrontación en la cual se
exhiben las contradicciones, tanto en lo que respecta a los recursos
económicos y de infraestructura, al momento de proponer y aplicar
acciones q u e involucran reivindicaciones económicas y sociales.
Adquiere significado, en ese horizonte, esa interpretación que
involucra a los sujetos (hombres y mujeres) en expresiones un tanto
kafkaianas, como quiera que es como un “n o reconocimiento”, un
“extrañamiento” con respecto al entorno, a la “realidad” a la que
invita el modelo, q u e pretende imprimir y consolidar como “única
verdad” y como “única posibilidad” que tienen que ser asumidas, a no
ser q u e se “pretenda, por parte de los quejosos, desvertebrar al
Estado y .sumirlo en la impotencia.”

E l reto (...o lo retos) propuesto (para quienes ejercemos como no
beneficiarios (as) fundamentales), a partir de la implementación de
ese estilo, de esa concepción, de esa visión de sociedad, de
derechos y de futuro; supone la asunción de insumos para el
cuestionamiento de fondo; lo cual supone (..Por esto mismo) una
cercanía al cuestionamiento político en profundidad. Casi como
reconocer que, la “simple” reivindicación de participación libertaria,
por derechos fundamentales y básicos en salud, educación,
recreación....; y a de por si, es constitutivo de herejía y de
“subversión”; como quiera q u e “ataca”, los cimientos mismos del
modelo y de todos sus efectos colaterales inherentes. Para situarnos
en ejemplos recientes, l lamo la atención acerca del sentido que ha
adquirido la confrontación a la propuesta del ALCA y de su símil
regional el TLC...o, en un terreno mucho mas parroquial, el
enfrentamiento a la propuesta del “peajito social”, en el territorio
N o r t e cercano en Antioquia (Copacabana, Girardota, Barbosa);
propuesta que se sustenta en (según el doctor Álvaro Uribe Vélez) “l
necesidad de que los pobladores colaboren, se metan la mano al dril,
para ampliar y mejorar la Troncal de Norte..”

.5 .De las mujeres, su participación.

U n a observación de superficie, evidencia la asunción de retos
importantes, en un universo de intervención que incluye diferentes
aspectos. E s importante resaltar, por ejemplo, el desarrollo de
actividades relacionadas con la confrontación a los motivos que
sustentan al desplazamiento forzado y a las desapariciones. Es tanto
como si las acciones de movimientos como los de las Madres de la
Plaza de Mayo, en Argentina, hubiera permeado a las mujeres, como
madres, como esposas, como compañera en unión libre; de tal
manera que les ha permitido alcanzar niveles de confrontación que
han trascendido la formalidad de la denuncia. Se han convertido, sus
organizaciones y sus acciones, en insumos aleccionadores. Porque,
entre otros aspectos, han permitido dilucidar esos elementos
ideológicos y políticos de profundidad, que recorren transversalmente
a los contenidos de la política de “contención a la subversión” que
está en la base las proclamas gubernamentales. I n c l u s i v e , ha
permitido localizar el nexo “no visible” e ntre la denominada
“autoridad pública oficial, militar, de policía y...todos sus afines al
servicio de la defensa del Estado”, cono aquellos actores que
efectúan esa “contención”, por la vía de castigar con la muerte, la
desaparición, las torturas...etc., a quienes suponen (...! Ellos!, claro
está) q u e tienen nexos con la subversión armada y no armada.
Porque, en mi opinión, se mantiene el soporte conceptual básico
originado en la didáctica de la “guerra de baja intensidad”, auspiciada
por los militares Norteamericanos a través de la Escuela de las
Amèricas; según la cual la “contención” debe efectuarse, actuando
sobre los sujetos (hombres y mujeres), q u e puedan influencia
acciones hacia la desestabilización; aún en escenarios de
intervención política legal (como en el caso de la Unión Patriótica).
Porque, aquí en esa didáctica ideológica, lo que cuenta es el soporte
teórico conciente q u e pueda originar acciones
generalizadas..”Subversivas”.

Me parece relevante, presentar un aparte de lo expresado por el pr
ofesor Francisco Leal Buitrago, en su texto “El Oficio de la Guerra”, a
propósito de las realizaciones en la política de seguridad, por parte
del gobierno del doctor César Gaviria Trujillo, Es conveniente aclarar,
eso sí, q u e la investigación del profesor Leal, se efectúa en un
contexto que supone (..Según los objetivos mismos de la
investigación), desagregar la información, de tal manera q u e pueda
se pueda acceder, de manera objetiva, a los insumos necesarios
para balancear la política general de seguridad nacional. Veamos:

Por otra parte, y eso es lo negativo, el Gobierno se dejó desbordar
por la intransigencia guerrillera, colocándose a su mismo nivel al dar
prioridad a los medios militares sobre los políticos e incluso violando
los derechos humanos. E l ejecutivo disimuló su actitud guerrerista
escudándose con el fortalecimiento de la justicia brindado por el uso
del estado de excepción constitucional y el manejo “eficientista” por
parte de la Fiscalía de la política de sometimiento a la justicia. E n tal
es circunstancias, al debilitarse los recursos políticos oficiales, el
Gobierno perdió la capacidad de avanzar en la formulación de la
política estatal de seguridad y, más grave aún, , dio aliento a militares
y policías para continuar con la iniciativa d e l manejo armado del
orden público, cuyo subproducto es la constante violación de lo
derechos humanos. Los mayores recursos para la seguridad y la
ampliación de efectivos de la fuerza pública se convirtieron en la
panacea para sustituir la ausencia del Estado en las comarcas y los
quehaceres ciudadanos..27

En esa intervención de madres, hijas, esposas, compañeras en
unión libre, aparecen momentos y signos que pueden interpretarse,
con limitantes apenas obvias, como el acercamiento a posiciones
concientes; en donde la condición de sujeto autónoma, se exhibe,
trascendiendo, “superando” la dominación masculina. Porque,
supone una mirada, un recorrido y una interpretación de los
27 LEAL BUITRAGO, Francisco. El Oficio de la Guerra, página 176, TM
editores -Iepri, primera edición, julio 1994.

hechos, con un método diferente. En el cual se descubren fortalezas,
se consolida una visión de lo sensible, como punto de comienzo para
entender, en adelante, asuntos de mayor complejidad; como quiera
que el derecho a la vida, adquiere presencia y sentido, a partir de
establecer u n a contradicción entre este derecho inalienable y los
postulados básicos de la política de seguridad nacional. E n este
sentido es aleccionadora la experiencia y el nivel de participación
adquirido por organizaciones de mujeres como las q u e se han
originado y desarrollado en el Magdalena Medio, particularmente, en
Barrancabermeja.

Quiero enfatizar, con esto, acerca de la significación particular que
adquiere el concepto de participación (...ya lo expresé arriba), en un
escenario en el cual la doctrina de seguridad nacional, promovido
desde los gobiernos que se reclaman como portadores de esa teoría
y prácticas relacionadas con u n a intervención del Estado como
agente q u e debe garantizar el libre juego del mercado y,
colateralmente, achicar su participación en las actividades
susceptibles de ser asumidas por la empresa privado.. o, al menos,
con una visión gerencial, en donde la racionalidad y la eficiencia son
entendidas como garantía plena para avanzar en un diseño moderno
del Estado q u e propicia la injerencia de la metodología y los
horizontes propuestos desde l a perspectiva reguladora en beneficio
de esa política de expansión del capital; aún en países como el
nuestro (..y todos los dependientes) en donde el desarrollo de las
denominadas fuerzas productivas, ha sido atrofiado por el control y la
división del trabajo impuesto por Estados Unidos y Europa. Este
énfasis supone colocar un insumo importante para proponer una
reflexión en torno a esa participación femenina en diferentes
procesos. Porque, entre otros efectos colaterales, el modelo
impuesto, supone reivindicar prácticas económicas derivadas de ese
estilo de gestión y de n e x o con organismos internacionales de
financiación, que ejercen (a su vez) como orientadores del rumbo
q u e debe mantener el manejo económico gubernamental. Esto
explica, a manera de ejem plo, la intervención del Fondo Monetario
Internacional en el diseño de las políticas fiscales, en la perspectiva
de disminuir el componente relacionado con el gasto social, en el
diseño y aplicación presupuestal; a más de la definición de
horizontes macroeconómicos q u e deben ser mantenidos,
independientemente de su incidencia en la pauperización
generalizada de la población.

U n a de las consecuencias derivadas de la política económica
desarrollada para mantener los equilibrios macro necesarios; tiene
que ver con el decrecimiento tendencial del gasto público hacia el
beneficio social. Esto, a su vez, se concreta en la profundización de
las contradicciones entre esa política y los postulados
Constitucionales ya referenciados y que establecen la obligatorieda d
del Estado y de los gobiernos concretos, en el sentido de asumir la
responsabilidad de estrategias y programas de contenido social y
económico que beneficien a la población vulnerable. Recabar acerca
de esa contradicción entre Derechos Constitucionales y el realismo
económico y político; permite entender ciertas dinámicas y
características q u e adquieren la participación de las mujeres, al
momento de concretarse acciones inherentes a la defensa de esos
derechos, en áreas como la atención a los niños y a las niñas; así
como su intervención en actividades comunitarias generales, en las
cuales adquiere un perfil alto e introduce elementos de diferenciación
con respecto a los hombres; sin q u e esta afirmación pueda
entenderse como aseveración, en el sentido de l a plena conciencia
de su rol, en la perspectiva de género, como se proclama desde
sectores de mujeres en la academia y /o en espacios en donde
predomina la reflexión con el soporte de insumos teóricos que no
son visibles y concretos para muchas mujeres q u e actúan en la
cotidianidad, que las convoca a mantener referentes inmediatos y
prácticos sin ese “deslinde” entre simples acciones puntuales y lo
conciente, en su condición de mujeres que deben aspirar a ejercicios
libertarios más allá de estas. Entender esta forma de dicotomía, va a
permitir u n a lectura crítica de los resultados obtenido en la
investigación precisa, acerca del significado q u e adquiere la
participación de las mujeres adscritas a Fundac; de su visión e
interpretación de las políticas propu estas y desarrolladas por el
Gobierno Distrital, hacia los niños y las niñas y la población adulta
vulnerable, en deferentes zonas de la geografía física y política
Distrital.

5.6 A manera de corolario transitorio

: Esta indagación acerca de la participación de las mujeres, en un
escenario en el cual se aplica con todo rigor las diferentes políticas
derivadas del modelo neoliberal; me permiten llamar la atención en
torno al contenido de esa intervención; entendido e s t e (...el
contenido) como lo conciente que ejerce en condición de agregado
no circunstancial e inmediato; sino como agregado que trasciende a
ese quehacer y lo sitúa en posición de referente, un tanto como
paradigma, en todo el proceso. Esto me permite establecer, como
posibilidad efectiva, una perspectiva política en la cual pueda hacer
fusión esa disponibilidad práctica, inmediata; con los insumos
teóricos propuestos y desarrollados en aquellas actividades en
donde la condición de género, es reivindica da en términos de
propuesta libertaria; en la cual la diferenciación trasciende a lo
estrictamente biológico y, por lo tanto, insinúa aspectos como la vida
afectiva, la equidad, la convivencia, la sexualidad, etc.

6 Las mujeres, su intervención. América Latina; Colombia. D e los
referentes teóricos.

H e venido desarrollando una interpretación, en términos del
significado que adquiere la intervención de las mujeres en la
realización de movimientos sociales y políticos. T a l v e z el aspecto
exhibido con mayor énfasis, tiene que ver con la dicotomía entre
aquellos roles asumidos de manera simple y espontánea y
aquellos que trascienden esa característica; en razón a que
suponen una posición conciente en la cual hace presencia esa figura
denominada (...a veces de manera peyorativa) identidad como
sujeto para sí.

L o anterior implica el manejo de expresiones relacionadas con el
concepto de referentes teóricos, en el proceso de participación. Uno
de los elementos señalados arriba, tiene que ver con el horizonte
propuesto a manera de bitácora. Este es el caso, a manera de
ejemplo, de la intervención en escenarios en los cuales, si bien es
cierto aparece con claridad el objetivo q u e se pretende, este no
puede ser entendió como la asunción de posiciones que trasgr edan
la posición predominante, en lo que esta tiene de yunta que impide la
reivindicación libertaria plena; al menos en lo que hace referencia a
desinhibir a las mujeres de aquellos agregados culturales que
minimizan su expresión como género y como sujeto.

Mi interpretación conlleva a establecer diferencias fundamentales, al
momento de analizar e interpretar la participación de las mujeres en
el inicio y desarrollo de movimientos sociales y políticos. Es tanto
como entender que esta puede (...y de hecho se ha dado) , sin que la
misma implique u n a acción conciente en lo q u e respecta a la
identificación de su rol como sujeto pleno en derechos, que puede y
debe reclamar el reconocimiento de su autonomía. Algo así como
entender esa intervención como interacción plural, en cuanto los
objetivos ejercen como condicionantes. E s t o traduce un t i p o de
participación condicionada por esos mismos objetivos y en donde no
existe lugar para la libertad, entendida como horizonte en si mismo.
En otras palabras, es una figura asimilada ese tipo de acciones en
las cuales el punto de comienzo y el resultado aparecen como simple
yuxtaposición de de opciones diferentes que coinciden, de manera
transitoria, con respecto al objeto q u e origina la necesidad del
movimiento.

Este es el caso, a manera de ilustración, de la participación de las
mujeres en movimientos sociales relacionados con la vivienda, la
educación, la salud, etc. Inclusive, en procura de una tipificación con
respecto a movimientos originados en aspectos relacionados con los
conflictos asociados a la guerra; aún en aquellos en los cuales la
iniciativa y los objetivos, ha estado en cabeza de mujeres (como el
caso de los movimientos en contra de las desapariciones forzadas y
el desplazamiento); su rol no implica e l reconocimiento de su
condición autónoma, ni libertaria.

S i n embargo, no pretendo desconocer la participación cociente
originada en determinadas franjas de las mujeres, que proponen y
desarrollan movimientos estrictamente relacionados con su identidad
de género, con repercusiones asociadas a la misma. D e lo que se
trata, para el caso que

me ocupa, es de precisar términos de referencia, en cuanto a
significado y alcance; en la aplicación de un método que introduce,
insisto en esto, la diferenciación de los movimientos, introduciendo
u n a tipificación necesaria, al momento de evaluar perspectivas y
resultados.

6.1 El caso de América Latina.

En algunos de los casos presentados, en desarrollo de este trabajo,
he hecho referencia a algunos movimientos sociales en América
Latina. Es el caso de las citas de texto e interpretación efectuadas, a
partir de algunos de los trabajos presentados en el Cuarto Seminario
Internacional de CEHAP – PEVAL, realizado en la ciudad de Medellín
entre el 7 y el 11 de abril de 1986. Como se puede observar,
revisando las acotaciones, e s notoria la preocupación en cuanto al
nexo entre los objetivos de algunos movimientos y el alcance que
adquiere la ausencia de lo conciente como insumo necesario, al
momento de promover transformaciones de fondo que trasciendan a
la sola expectativa y/o realización reivindicativa. Esto para no hablar
de que los sujetos protagónicos aparecen diluidos en esos mismos
objetivos. Es relevante señalar, en aplicación estricta del concepto de
variación de las condiciones en el tiempo y en los escenarios, que ha
habido modificaciones relativas importantes, en cuanto al alcance,
los objetivos y los roles. S i n embargo, queda claro q u e persisten
niveles (...tal vez los fundamentales) de participación en los cuales
se reafirman las condiciones de no-identidad q u e permiten la
permanencia de las condiciones de dominación las que, a su vez,
profundizan la segregación. Esta afirmación no es otra cosa que
reconocer las limitaciones propias de los movimientos sociales, en
cuanto no implican, necesariamente, una opción de poder hacia la
desarticulación y eliminación de las condiciones de dominio
prevalecientes.

Con ese mismo horizonte como referente se ha desarrollada la
participación de las mujeres. Inclusive, en el caso de Argentina, el
movimiento liderado por las mujeres en denuncia de las
desapariciones durante la Dictadura Militar, a partir de 1976 (Madres
de la Plaza de Mayo); a pesar de promover y desarrollar expresiones
en contra de las acciones represivas de los militares, el hecho se
circunscribe al espectro relacionado con las desapariciones forzadas,
particularmente de hijos e hijas. E s claro, eso sí, q u e el mismo
implica la asunción de una posición política que trasciende la simple
intervención reivindicativa simple; en razón a q u e deriva en el
cuestionamiento del poder y, aún hoy, se convierte en referente para
la defensa conciente y consecuente de la democracia, y de los
Derechos Humanos. A partir de los postulados originados en ese
movimiento, se han inspirado y desarrollado acciones similares. Es el
caso de l o s movimientos de mujeres en Guatemala, E l Salvador
(...en el tiempo anterior y posterior al derrocamiento de Anastasio
Somoza, por parte de Frente Sandinista de Liberación Nacional) y
Chile.

E l caso de Guatemala; así como en Méjico, adquiere una
connotación adicional, habida cuenta de las condiciones de profunda
segregación hacia la población nativa (indígena). Además de las
características dramáticas relacionadas con la discriminación de las
mujeres y de su utilización, por parte de sectores gubernamentales y
civiles, para proveer el mercado infame de jóvenes para surtir
prostíbulos y mano de obra en oficios emparentados con el
esclavismo y el feudalismo. B a s t a recordar, para el caso de
Guatemala, la descripción realizada por Miguel Ángel Asturias en “El
Señor Presidente” y “E l Papa Verde”, para efectuar análisis e
interpolaciones con respecto a la situación actual. Para el caso de
Méjico, es ilustrativa la situación de las mujeres en Tijuana.

6.2 El caso Colombia.

Antes he referenciado algunos ejemplos de participación de las
mujeres en movimientos sociales. Me permito recordar, asimismo, el
análisis propuesto en términos de los derechos Constitucionales
relacionados con la participación ciudadana, particularmente con el
énfasis acerca de la reivindicación de derechos para las mujeres.

Me corresponde, ahora, enfatizar en torno a algunos aspectos que
pueden ejercer como referentes, en cuanto a la connotación teórica
y política. Pretendo un seguimiento y análisis de los diferentes
movimientos organizados y dirigidos por mujeres, para enfrentar
algunas de las repercusiones más dramáticas del conflicto armado
interno: el desplazamiento y las desapariciones forzadas. En mi
opinión, la cotejación de algunos elementos exhibidos en ese
proceso, con las vari ables relacionadas con la identidad y lo
conciente; permiten extraer conclusiones importantes que
contextualizan el objeto de este estudio.

La intervención de las mujeres en la promoción y construcción de
organizaciones, en algunas de las zonas más afectadas por el
conflicto armado, ha tenido un soporte preciso: denunciar el
desplazamiento forzado de que son objeto las comunidades de
mujeres (incluidas las niñas), y hombres (incluidos los niños), en los
diferentes grupos etéreos; así como reclamar la inte rvención
gubernamental (nacional, departamental y municipal) en la solución
de los problemas derivados a partir de ahí y la restitución de las
condiciones que permitan revertir el proceso de desplazamiento. De
otra parte, algunas de estas organizaciones, asumen también la
denuncia de las desapariciones forzadas y los asesinatos de
mujeres, hombres, niños y niñas, como consecuencia directa de ese
mismo conflicto.

Me convoca, sin q u e esto implique el desconocimiento de otras
organizaciones de mujeres, la la bor realizada por la organización
que agrupa a las mujeres del Magdalena Medio, particularmente en
Barranbermeja. Tal vez por su itinerario, por los hechos que les ha
correspondido enfrentar y, como efecto colateral, por el proceso que
han construido. Esto ha permitido trascender la denuncia inmediata,
para asumir posiciones de fondo, como quiera que han ejercido como
punta de lanza en el cuestionamiento de los beneficiarios directos de
la guerra y del poder. Todo esto, a partir de introducir aspectos de
identificación y de análisis en torno a su rol como víctimas directas o
indirectas. Podría decirse, entonces, que se asumen como sujeto
individual y colectivo que reivindican su visión y caracterización del
conflicto y, como derivación, actúan en contra del mismo, por la vía
de reclamar derechos asociados a los Derechos Humanos, el
Derecho Internacional Humanitario. Esto supone, a la vez, exigencias
en cuanto a la eliminación de las acciones y las condiciones que
originan el desplazamiento y las desapariciones. Asimismo, conlleva
a reivindicar (en la lógica misma del sistema económico y político
vigente) la concreción de derechos como vivienda, trabajo,
salud...plena y cumplida justicia.

En este caso, a pesar de de avances en torno a la identidad en
cuanto a la condición de género, se inhibe de manera relativa su
autonomía en lo que corresponde a su plena identidad, como sujeto,
que reclama libertad y equidad. Lo anterior, en razón a que opera en
sus acciones, como dirigente de un proceso que involucra diferentes
opciones y objetivos; todos relacionados con los efectos directos y
colaterales del conflicto armado. Supone no trascender, en estricto, a
esas acciones; ni implicarse como sujeto con identidad de género,
que pueda acceder a expresiones que contraríen a la subyugación
originada, inclusive, en aspectos diferentes al conflicto mismo.

Llama mi atención, también, organizaciones como la liderada por la
señora María Eugenia Zabala (ganadora del Premio Mujer Cafam
2004). Mi inquietud, sin dejar de lado el necesario reconocimiento a
su tenaz labor, está relacionada con el tipo de paradigma que se
construye a partir de su experiencia. Esto, a pesar de q u e sus
acciones y la organización q u e lidera, se originan en hechos
similares a los que originaron las acciones y organización de las
mujeres del Magdalena Medio (veamos su relato: “... Mi hijo fue el
primero en morir - sic - , porque esos hombres llegaron pidiendo la
cédula y él estaba con otro muchacho. Jorge les dijo que no tenía la
cédula y ahí mismo lo quemaron vivo. Al otro muchacho como que
se le reflejó la muerte, estaba blanco, cadavérico. El fue la siguiente
víctima.28 S i n embargo, en mi interpretación, los efectos de esas
acciones (...las de María Eugenia Zabala), derivan en opciones
diferentes, en cuanto que es evidente el manejo de
28Entrevista a María Eugenia Zabala. Revista Cafamilia, edición No. 99,
abril-mayo 2004, página 4

los conceptos y la caracterización del conflicto suponen un entendido
en el cual los niveles de cuestionamiento y de identificación del
soporte y componentes del mismo, son diferenciados. De un lado, en
el caso del Movimiento de Mujeres del Magdalena Medio, existe la
certeza de los factores que originan el conflicto y de los agregados
posteriores que lo profundizan. De otro lado, en el caso de la
Organización liderada por María Eugenia Zabala (El Valle
Encantado), aparece una vivencia dramática, a partir de la cual surge
la necesidad de implementar acciones de reparación que permitan
acceder a soluciones en términos de vivienda y manutención.

No se trata, de mi parte, introducir el análisis y diferenciación teórica
que re mitan a la minimización y /o desconocimiento de la opción
propuesta por María Eugenia Zabala; simplemente pretendo ubicar
perspectivas derivadas de esa diferenciación, a partir de entender
que postulan y realizan dinámicas disímiles.

Lo cierto, de todas maneras, es la vigencia del método que permite
asumir posición con respecto al alcance y profundidad que adquieren
los movimientos sociales. Esto, de por sí, permite identificar y valorar
la presencia de lo conciente, como agregado que introduce una u
otra perspectiva. Para el caso analizado aquí, cabe la aseveración:
no todo movimiento social liderado por mujeres tiene la connotación
de género, en términos de su identidad y autonomía. Ese perfil (en
cuanto a reivindicar la identidad de género, en plena autonomía que
permita la interacción, sin perder su referente), se adquiere en razón
a un agregado conciente. Acceder al mismo supone, entonces, la
presencia de elementos de análisis y reflexión, por medio de los
cuales es posible establecer la separación pertinente. Algo así como
entender el proceso que compromete a las mujeres en su condición
de género, como resultado de una sumatoria compleja de agregados
conceptuales, adquiridos a partir de de una abstracción relativa con
respecto a la experiencia inmediata; de tal manera que permiten una
elaboración que trasciende a la motivación originaria y se convierten
en soporte para proponer y realizar opciones de mayor profundidad,
transformadoras. Esto supone rupturas con esquemas y paradigmas.

De lo que se trata, en consecuencia, es entender y contextualizar la
participación. No toda participación, individual y colectiva, origina
insumos para modificar procesos, o escenarios, o realidades
transitorias asumidas como válidas. La transformación es una opción
que requi ere de calidades especiales en el liderazgo y definición de
objetivos. Requiere asumirse como sujeto individual y/o colectivo, a
partir de cierto ejercicio de abstracción que permita el análisis y
construcción de alternativas; en una lectura clara del entorno, de los
objetivos propuestos y de los condicionantes.

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