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TEMA 3
ARTE ROMÁNICO
ARQUITECTURA
-La arquitectura integradora de todas las artes: el monasterio y las iglesias
PLÁSTICA
- El papel de la imagen en el arte románico: escultura y pintura
¿Qué hacer, sin embargo, cuando tienes muchas historias que contar a
quien no sabe leer? Si no conocemos lo que un estilo se propone, con
dificultad podremos enjuiciarlo adecuadamente. Esto, que es cierto para
toda época, se convierte en obligatorio en el caso del arte románico:
poner en relación el mundo de las formas con la finalidad de las mismas.
Y la finalidad nos la marca la época.
INTRODUCCIÓN
El término románico nace en 1824 para designar un estilo artístico que se crea de forma
paralela a la formación de las lenguas romances derivadas del latín popular y por sus
relaciones con el arte de la antigua Roma.
Nos encontramos ante la culminación de un largo proceso de ensayos que suponen los
estilos prerrománicos, a los que se incorporan influencias bizantinas y orientales que se
reciben a través de Italia, la Península Ibérica y, más tardíamente, por el contacto directo
de los cruzados con las culturas del mediterráneo Oriental.
Además de un ARTE DE SÍNTESIS, el románico es, también, el ARTE DEL FEUDALISMO pues se
corresponde con la organización política, social y económica del Occidente europeo desde
finales del siglo IX al XII.
1. ARQUITECTURA ROMÁNICA
Tras un estudio de las características generales de la arquitectura pasaremos a explicar
con algunos ejemplos la tipología básica de edificios: el templo y el monasterio
La arquitectura románica es la culminación del largo proceso de ensayo que suponen los
estilos llamados PRERROMÁNICOS a los que sumar influencias orientales y bizantinas. El lugar
principal de las edificaciones lo ocupa la arquitectura religiosa a la que se subordina la
plástica. Estudiaremos en primer lugar el vocabulario de elementos para ver cómo se
conjugan en una planta y cuál es el sistema de equilibrio. Terminaremos estos rasgos
generales con los valores estéticos resultantes.
ELEMENTOS DE LA
ARQUITECTURA ROMÁNICA
BÓVEDA DE CAÑÓN
ARCOS FAJONES
BÓVEDA DE ARISTA
La PLANTA más generalizada para el templo es la de cruz latina de una o varias naves
longitudinales -terminadas en su cabecera corrientemente en un ábside semicircular con
ábsides pequeñitos (absidiolos)- y una nave transversal llamada transepto o nave del
crucero. En la fachada, a los pies de la iglesia, es frecuente que se siga el modelo francés y
se sitúen dos sólidas torres.
El tramo producido por la intersección de la nave del crucero y la nave central se llama
también crucero y adquiere gran importancia dentro del edificio porque se suele cubrir con
cúpula o con linterna o cimborrio que contribuye a iluminar el interior y a dar esbeltez al
exterior.
Cuando el templo tiene más de una nave, si los laterales dan vuelta por detrás de la capilla
mayor, esa parte de las naves laterales constituye la girola o deambulatorio.
El SENTIDO SIMBÓLICO de este espacio cobra toda su fuerza en el ábside, lugar santuario
de Dios, ya que el templo es la casa de Dios en la tierra, la Jerusalén celestial encarnada en
piedra. La orientación de Este (ábside) a Oeste (pies) de la mayor parte de los edificios
marca la dirección del nacimiento y muerte del sol: la semipenumbra de las naves central y
laterales se convierte en símbolo de aquella en que se encuentra el hombre hasta
encontrarse con la divinidad en el altar que te acerca a la resurrección.
La madera de los antiguos edificios amenazaba con el incendio destructor que fue el final
de muchos de ellos. Al cerrar ahora en piedra había que articular un método que pudiera
recoger las cargas que de las bóvedas van a fundamentos, cargas verticales que aguanta el
pilar y el muro pero sin olvidar las cargas laterales u oblicuas que recogen las bóvedas de
las naves laterales y transmiten al muro exterior y al contrafuerte.
Este predominio del macizo responde, como hemos visto, a las necesidades del
sistema de construcción pero también, en buena medida, a la intención de
conseguir este efecto. La exigencia de muros gruesos y resistentes condiciona el
que para no debilitarlos se reduzcan los huecos predominando el muro sobre las
posibles ventanas. Éstas son, la mayor parte de las ocasiones, simples aberturas
estrechas y normalmente abocinadas. Al tener un amplio espacio mural es muy
posible el desarrollo de la pintura en semejante marco.
• HORIZONTALISMO
Las construcciones románicas (sobre todo en el primer románico) dan sensación
de pesadez, de predominio de lo horizontal sobre lo vertical. En el interior hay
un movimiento desde los pies a la cabecera donde se sitúa el altar mayor: este
movimiento horizontal está provocado por la ordenación y el ritmo de las
arquerías de la nave central y de los tramos de la bóveda.
Al horizontalismo de la construcción que lleva la mirada hacia el altar se opone
una tendencia al verticalismo, tendencia que conforme evoluciona el estilo va
creciendo. De igual forma la austeridad predominante al principio da paso a una
ornamentación cada vez mayor.
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La planta de Santiago de Compostela
responde a estas necesidades. Cruz latina
con tres naves, más ancha la central, y
girola que incluye capillas absidiales,
crucero destacado y tripartito con
cimborrio central. Posee entradas monumentales tanto en la nave principal como en
la del crucero.
Las cubiertas son bóvedas de medio cañón reforzadas con arcos fajones en la nave
central y de arista en las laterales. Los absidiolos se cubren con cuarto de esfera y
en el centro del crucero se levanta un cimborrio cupulado apoyado sobre trompas.
Todo el sistema se refuerza al exterior con gruesos contrafuertes. Este exterior
da muestra de una gran armonía de volúmenes
y dos torres a los pies más una magnífica
decoración escultórica hoy desvirtuada.
El alzado es igualmente monumental. Los
soportes son pilares cruciformes con medias
columnas adosadas que reciben los impulsos
de los correspondientes fajones y se
prolongan en la nave central hasta apear los
arcos de la cubierta. En un segundo
nivel se abre un triforio con ventanales
geminados de medio punto y que corre
sobre la nave principal y la girola. El
arco de medio punto, doblado y
moldurado, se repite a lo largo de la
iglesia.
2.2. La escultura.
Desde finales del siglo XI hasta 1188 Moissac en Francia conoció la edad de oro del
monasterio que había caído bajo el poder de Cluny. En este periodo se hicieron el
claustro y las esculturas del tímpano, obra maestra del románico.
Es comparable a un gran arco triunfal que acogía a los peregrinos y les daba un
adelanto de la gloria celestial. El centro lo constituye un gigantesco PANTOCRÁTOR
(imagen de Cristo sentado con la mano derecha en actitud de bendecir y en la
izquierda el libro de los evangelios. El vocablo en griego significa “omnipotente). A
su alrededor se agrupan dos serafines y el TETRAMORFOS (conjunto de los símbolos
de los cuatro evangelistas: hombre –san Mateo-; buey –san Lucas-; león –san
Marcos-; y águila –san Juan-).
A ambos lados y bajo este grupo central, distribuidos en frisos, están los
veinticuatro ancianos del Apocalipsis que llevan cálices e instrumentos musicales. La
escena representa, casi al pie de la letra, versículos del cuarto y quinto capítulos
del Apocalipsis de San Juan.
La estética es claramente románica. La severa inmovilidad de Cristo acentúa su
poder y majestad y contrasta con la dinámica de los demás
personajes. Todos los ancianos miran al Salvador. El escultor ha
acentuado la agitación de la escena colocando una línea sinuosa
serpenteante que discurre paralela al dintel para separar a los
ancianos del tetramorfos.
La escala es también característica del románico: más grande
cuanto más significativo e importante. La jerarquía queda
patente: la figura mayor es la de Cristo, seguida de los ángeles y
los ancianos.
Vayamos del estudio de un tímpano a una fachada completa. No podía ser otra que la
de Santiago de Compostela, conocida con el nombre de Pórtico de la Gloria y formada
por tres arcos completamente cubiertos de esculturas que dan entrada a la iglesia,
seguramente diseñado por el maestro MATEO, al que el rey Fernando II encargó que
finalizase las obras en 1168; estamos a las puertas del cambio estético que nos
llevará al gótico.
pliegues es también muy importante: los hay rectilíneos sobre el pecho y las piernas
pero los de la manga derecha parecen volar y entre las rodillas la tela se riza en
finos arabescos.
Los rasgos del rostro nos enseñan la
geometrización: los ojos son dos severos
círculos negros; la nariz, dos líneas paralelas
que dividen el rostro y se prolongan en unas
cejas altas y abiertas que agrandan el gesto
de la cara; la barba y el pelo, un alarde de
geometría compositiva y de esquematismo
lineal. Todo inscrito en el potente óvalo de la
cara.
No encontraremos ni modelado, ni simulación
de profundidad. Todo es línea –marcada,
rotunda- y color. Una pintura plana que
acusa más la frontalidad en Cristo que en los ángeles y personajes que le rodean y
que giran la cabeza para mirarlo.
El objetivo se ha conseguido: la representación perfecta de una divinidad
sobrenatural que “no es de este mundo”. Al ámbito sobrenatural remiten su fuerza,
su inmovilidad y la fijeza de su mirada.
CONCLUSIÓN