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ANÁLISIS DE LA ENTREVISTA
Consideraciones generales y pautas de análisis:
El primer paso a seguir es la trascripción textual de la entrevista, incluyendo tanto lo verbal como
las manifestaciones conductuales.
Haremos una división del análisis de la entrevista en dos aspectos:
1) Aspectos fenomenológicos: son aquellos que nos son ofrecidos al estudio por medio de la
observación directa (pero a su vez lo más minuciosa y cuidadosa posible). Consiste en descubrir el
conjunto de síntomas que presenta el paciente a través de sus manifestaciones verbales y corporales. El
estudio sintomatológico se realiza de acuerdo a la concepción psicopatológica clásica, dentro de la que
existe una relación directa entre los síntomas predominantes y las entidades psicopatológicas.
2) Aspectos psicodinámicos: incluyen a los anteriores, pero el objetivo es llegar a conocer la
relación existente entre la sintomatología y la manera peculiar de ser del individuo que la padece. Esta
relación procura seguir una causalidad en lo que la sintomatología mantiene una relación directa con los
dinamismos psicológicos (relación entre las diversas instancias psíquicas que da por resultado una
determinada estructura de personalidad acompañada de una determinada sintomatología, en una
relación que no es lineal).
Funciones Psíquicas
Conciencia: la conciencia está íntimamente fusionada y consustanciada con todo aquello que podemos
percibir y con el yo, como una de las instancias del psiquismo.
En condiciones normales la conciencia entraña lucidez y claridad, pero bajo el imperio de
diversas circunstancias, esa claridad puede perturbarse y experimentar diferentes grados de
debilitamiento, desde una leve turbiedad hasta la falta de conciencia absoluta. La conciencia se puede
hallar obnubilada, pudiéndose distinguir tres grados:
a) Embotamiento o torpeza: es la forma más leve, propia de los estados de fatiga, psíquica o
física muy intensa, en que se produce un marcado entorpecimiento de toda la actividad psíquica.
b) Somnolencia: la perturbación es mayor que en el estado anterior. La percepción y toda la
actividad psíquica se hallan dificultadas debido a una gran propensión al sueño, que apaga la conciencia
normal de la vigilia. Este fenómeno, en condiciones normales, es el que se observa en la transición
sueño-vigilia. En condiciones patológicas, se observa en los comienzos de confusión mental debido a
procesos tóxicos o infecciosos que sumen al individuo en profunda torpeza y somnolencia.
c) Estrechamiento de la conciencia: en estos fenómenos encontramos una refracción del campo
de conciencia, con lo que una parte da la personalidad y sus manifestaciones psíquicas quedan
inactivas, a la vez que la conciencia del mundo externo queda reducida a un campo sumamente
estrecho. En estos casos, están conservadas algunas actividades en el orden motor, pero la memoria no
fija absolutamente nada; la conciencia de los objetos queda reducida a un pequeño círculo y resulta
borrado el resto del mundo. Esto se ejemplifica con el estado de algunos boxeadores en el ring (cuando
se dice que están "groggy"). Son capaces de parar y golpear a menudo su objetivo, no caen al suelo y
siguen todas las reglas del ring, pero no saben retirarse a su triángulo. Estados análogos a éstos pueden
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observarse en muchos epilépticos, en los que el enfermo puede llegar a cometer actos anormales,
antisociales, como agresiones, incendios, etc. Se actúa, se oye, pero no se registra a causa de la falta de
registro de parte de la conciencia.
Amnesia: estado de conciencia propio de los estados confusionales (por ejemplo en los delirios
alcohólicos subagudos). El paciente se esfuerza por comprender y percibir lo que ocurre en torno suyo,
lo que es dificultoso sino imposible debido a la incoherencia que deriva la interpretación de las
numerosas alucinaciones oníricas y representaciones mnemónicas de naturaleza paramnésica
(recuerdos erróneos); como consecuencia se produce desorientación y el paciente se sume en
perplejidad, intranquilidad y angustia.
Sonambulismo: estado de conciencia parcial y muy reducido. Las personas se levantan durante el
sueño y realizan acciones que no son recordadas al otro día.
Afectividad y estado de ánimo: se debe observar el tipo de afecto que presenta el paciente, su
intensidad, profundidad y su duración.
El estado de ánimo que predomina a menudo es sugerido por la expresión facial del paciente,
por tensiones musculares o por la actitud corporal, se debe tener en cuenta la propiedad del afecto, su
modelación, su reactividad y su oscilación; se notarán estados como euforia, júbilo, alborozo, excitación,
éxtasis, depresión, irritabilidad sombría y apatía o incongruencia (manías, depresiones, paranoia y
esquizofrenia, hiperemotividad en histerias, angustia en fobias, etc.).
Curso del pensamiento: se observa no el contenido del pensamiento, sino el tiempo de las
asociaciones y las características de los procesos de pensamiento. Debe notarse si se presenta una
rapidez poco habitual en las asociaciones, como ocurre en la fuga de ideas (manía), o si se presenta una
lentitud inusual (bradipsiquia: depresión, epilepsia).
Otro trastorno lo constituyen las incoherencias (esquizofrénicos pacientes deteriorados), la
prolijidad del pensamiento (el paciente alcanza finalmente su objetivo ideatorio, pero solo después de
muchos detalles triviales o innecesarios que le hacen perderse en tediosas digresiones (epilépticos,
débiles mentales, casos poco avanzados de psicosis senil).
Existen además variedades de ideas patológicas:
Idea delirante: error patológico elaborado por un juicio perturbado; es irreductible y condiciona la
conducta del individuo. Las ideas delirantes pueden ser: Verosímiles (paranoias), absurdas
(esquizofrenias, manía, delirios fantásticos), displacenteras (hipocondría, melancolía, delirios
persecutorios) y placenteras (megalomanía, delirios místicos, eróticos ).
Idea obsesiva: ideas que por si mismas irrumpen en la conciencia del sujeto, contra su deseo conciente.
Las obsesiones persisten tan tenazmente en la conciencia del enfermo que los procesos concientes, la
lógica y el razonamiento son completamente ineficaces para deshacerse de ellas. A pesar de esto, el
paciente reconoce el carácter erróneo de las mismas.
Idea hipocondríaca: el paciente está seguro que algún órgano de su cuerpo está enfermo aunque se le
diga lo contrario y no se constate nada. (En los neuróticos las ideas hipocondríacas son aquellas en las
que el paciente supone que está enfermo, pero al decírsele que no la tiene, acepta el diagnóstico, hasta
que consulta nuevamente por lo mismo o por "otra enfermedad"; es el paciente "imaginario").
Percepción: en los estados orgánicos y en los profundamente tóxicos la conciencia puede estar a tal
grado alterada que se hacen imposibles los procesos mentales para la percepción completa; como
resultado aparecen errores en la percepción, de los que el más patológico es la alucinación (percepción
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sin objeto a través de cualquiera de los sentidos). Distinguimos entre alucinación y alucinosis; en ésta
última se trata de un estado alucinatorio que no despierta ninguna interpretación delirante. Las
alucinaciones son frecuentes en los pacientes psicóticos, estados disociativos histéricos; se presentan
también en el estado de intoxicación aguda y en los síndromes de abstinencia alcohólicos; en éstos son
frecuentes las alucinaciones visuales en las que el paciente ve bichos, arañas, animales monstruosos,
denominadas zoopsias. En estos últimos casos se trata de estados alucinatorios agudos.
2) Manifestaciones del discurso: Es importante captar el qué, el cómo y con que ritmo verbaliza el
individuo; cotejar esto con la imagen que transmite a través de su manera de hablar. Hay que
analizar el estilo comunicacional con que transmite los diferentes mensajes, tanto lo denotado o lo
que se dice como lo connotado o lo que quiere decir en realidad; esto se logra analizando el discurso
a partir de:
a) Serie auditiva lingüística; tiene que ver con palabras que utiliza, los términos equívocos,
ambiguos, podemos observar también las omisiones, repetición de palabras, muletillas, lapsus, frases
incompletas o corregidas que hacen a la forma particular del sujeto, posibilitándonos una aproximación a
la estructura de personalidad.
b) Serie auditiva para-lingüística: se refiere al tono de voz, el sonido, el volumen, ritmos,
pausas, silencios: por ejemplo: el tono de voz puede ser suave, moderado, imperativo, el ritmo puede
ser: continuo o entrecortado; en cuanto a los silencios, existen diferentes tipos y el entrevistador debe
reconocer si es defensivo, fónico, confusional, etc.
c) Serie no auditiva para-lingüística: se refiere al lenguaje corporal, gestos, mímicas,
posturas.
Hay que hacer una lectura secuencial acerca del contenido del discurso y un análisis del
contenido manifiesto del mismo, el que consiste en observar longitudinalmente el discurso para detectar
la significación dinámica del orden en que el sujeto; presenta la información, como por ej. qué aspecto de
su vida elige para hablar, a cuáles se refiere preferentemente, de qué modo pasa de un tema a otro, las
fracturas del discurso, la alternancia de los temas; por ello hay que tener en cuenta todo aquello que
significa un desvío del clima reinante con anterioridad, los bloqueos, el incremento o disminución de la
ansiedad, que pueden producir variaciones en el estilo comunicacional.
4) Motivo de consulta: siguiendo a Arzeno y Ocampo, realizamos una distinción entre motivo de
consulta manifiesto y motivo de consulta, latente.
El motivo manifiesto es el síntoma que preocupa a quien solicita la consulta hasta el punto de
operar en él como señal alarma; es decir, que algo le ha preocupado, reconoce que no puede arreglarlo
solo y debe solicitar ayuda (en algunos casos la ayuda la solicita un tercero); en la mayoría de los casos,
el motivo manifiesto es, más o menos dentro de una gama extensa de síntomas que aquejan al paciente,
lo menos ansiógeno. El psicólogo, mientras escucha, puede elaborar ciertas hipótesis respecto del
verdadero motivo que trae al paciente a la consulta, El motivo puede ser otro, más serio y relevante que
el invocado en primer término, al que lo denominamos motivo latente, subyacente o profundo de
consulta.
8) Aspectos yoicos:
a) Déficit referido a la percepción, motricidad, proceso secundario, memoria, etc.
b) Estado de organización de las defensas:
El yo emplea diferentes mecanismos para mantener alejados de la conciencia los elementos
inconscientes y sus derivados. Aunque estos mecanismos son automáticos y no conscientes en si
mismos, los resultados que producen son manifiestos y accesibles al observador. Un ejemplo lo
constituyen las formaciones reactivas, que por definición atraen la atención del observador a la
contraparte reprimida de aquello que se exhibe de manera manifiesta. Un ejemplo típico es el carácter
obsesivo, en donde la manifestación de la tendencia al orden, a la limpieza, a la obstinación, a la
puntualidad, a la parsimonia, a la indecisión, al atesorar, al coleccionar, etc, pone al descubierto las
tendencias sádico anales inconscientes de las que se derivan las inclinaciones anteriormente
nombradas, la timidez y la modestia, también a modo de ejemplo, pueden ser resultantes de conflictos
referentes a un nivel fálico, pudiendo ser la reversión de tendencias exhibicionistas previas en
personalidades histéricas.
Se considerarán:
- defensas utilizadas;
- si la defensa es empleada específicamente contra las pulsiones individuales (que deben
identificarse) o, por lo general, contra la actividad pulsional y su satisfacción como tal.
- si la defensa está equilibrada, es decir, si el yo tiene a su disposición muchos mecanismos
importantes o si está restringido a unos pocos de manera excesiva produciendo rigidez.
- si la defensa es efectiva, especialmente en el control de la ansiedad, si ello resulta en
equilibrio, labilidad, movilidad o paralización dentro de la estructura.
- existencia o no de una interferencia secundaria en la actividad defensiva con los logros del yo,
es decir, el precio pagado por el individuo para mantener lo organización defensiva.
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9) Aspectos estructurales y dinámicos (conflictos):
a) conflictos internalizados entre el yo, super yo y el ello después que las acciones del yo han
hecho suyas las exigencias del mundo objetal y las representan para el ello (y para la parte del yo
coincidente con el ello), provocando sentimientos de culpa.
c) Conflictos internos entre impulsos insuficientemente fusionados o sus representantes
incompatibles (tales como ambivalencia no resuelta, actividad-pasividad, masculinidad-femineidad,
identificaciones contradictorias entre si, etc.).
Bibliografía
Paz, José H. Psicopatología, sus fundamentos dinámicos. Buenos Aires. Nueva Visión.
Fenichel, Otto Teoría psicoanalítica de las neurosis. Buenos Aires. Paidós
Ocampo, Arzeno, Grassano de Ficcolo y colab., Las técnicas proyectivas y el proceso psicodiagnóstico.
Buenos Aires. Nueva Visión.
Rolla, Edgardo, La entrevista en psiquiatría. Galerno
Ey, Henri Tratado de psiquiatría. Barcelona. Masson