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La leyenda cuenta que una mujer querida por todo el pueblo, vendía flores con sus dos
hijos un día cuando regresaron de cortar flores se estaba quemando su casa ella se bajó del bote,
pero sus hijos no el bote se empezó a alejarse los niños gritaban, pero la mujer preocupada no
escucho a los niños gritar después del que apagaron el fuego la mujer volteo y los niños ya no
estaban todo el pueblo los busco y busco hasta que por fin los encontraron ahogados y la mujer no
dejaba de lamentarse ay mis hijos ay mis hijos hasta que la mujer murió unos años después se
empezaron a escuchar los lamentos de la mujer en la noche se empezó a llevar a los niños de la
misma edad que eran los suyos y no los volvieron a ver y a la fecha de hoy
LOS CALCULOS DE LA LECHERA
Una joven lechera, sobre la cabeza cojín y bote, caminaba presurosa haciendo cuentas de
aquel lote.
Soñaba con las cosas que compraría con el jornal que percibiría.
¡Al suelo se fue el bote y por aquel se esparció la leche derramando las ilusiones, los
sueños y hasta la dote!
Moraleja: los castillos de los sueños no pasan de ser eventos, que, como los arena, se
deshacen con los vientos.
CAPERUCITA ROJA
En una aldea había una niña que todos en el lugar la llamaban caperucita roja. Era una niña
buena y alegre… quizás demasiado alegre y juguetona.
Aquella mañana había salido de casa con su cestita al brazo llevando pan, tortas y una jarra
de miel para su abuelita, que vivía en el corazón del bosque y estaba enferma. Su mama le había
dicho:
--- No te entretengas, caperucita y ten cuidado porque dicen que ronda un lobo.
--- Pero a la niña, tan alegra, se le olvido la advertencia y se detenía gozando de las flores y
las mariposas… ¡Que susto el suyo, cuando alguien de improviso la saludo con toda corrección!
--- Hola, Hola, caperucita ¿Cómo por aquí? --- Dijo el lobo con su bozarron.
--- ¡Hooola, señor lobo! Voooy a… casa de mi abuelita a llevarle todooo esto…
El astuto animal pensó: “puesto que a caperucita roja la tengo segura, vere de hecharle el
diente a la abuela”. Y a la carrera, por extraviada senda, marcho a la casa de la abuela.
Muy cortez llamo a la puerta, pero cuando entro la pobre señora casi se muere del susto.
Eso si sin perdida de tiempo salto de la cama y se enserro del armario.
Cuando por fin llego caperucita roja, se acercó mimosa hasta la cama de la abuelita y…
¡cuando abultaba hoy! .
Muy asombrada, la niña exclamó: ---¡Ay, Abuelita, que orejas más grandes tienes! Te
han crecido, ¿verdad? ---Eso debe ser, tal vez para oírte mejor ---¡Hay abuelita, que
narices más grandes tienes! ---Así, paloma mía te huelo mejor ---Abuelita mía, ¡Que
grandes son tus ojos!
---¡Hay Abuelita, que boca tan grande tienes! ---¡Con ella te comeré a placer!
De un salto, el Lobo lo abandono. Corrió la pequeña. El animal corrió más. Pero entonces …
Salió la abuelita del armario y, de alegría, se puso buena. Abrazó a su nietecilla y ambas al aguerrido
cazador. En adelante, sin peligro alguno, Caperucita pudo ir a la casita del bosque a disfrutar de la
compañía de la dulce ancianita.
FIN