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Alumna: Rosa Elena Allende Espinoza Sacramentos I

Profesora: Jutta Battenberg 29 de marzo 2018

BAUTISMO DE LOS NIÑOS, CONFIRMACIÓN E INICIACIÓN


CRISTIANA DE ADULTOS

Karl Barth, pone en tela de juicio el bautismo de los niños con la sencilla pregunta
de ¿Cómo justificar la carencia de fe en un niño para poder participar en el
sacramento? Si el bautismo de agua es una respuesta personal, libre, una decisión
ante la revelación de Dios, ¿por qué obligar a los niños a dar esa respuesta? 1.-
¿Bautismo de los niños en las comunidades apostólicas?
1.1.- La expresión “bautizados él y su casa”
Algunos textos neotestamentarios describen algunas conversiones colectivas sin
embargo no es seguro que se extendieran a los niños. La expresión “él y su casa”
hace referencia al grupo sociológico en el que convivían. Pero la pregunta es, si la
conversión afectaba a esa estructura sociológica. El principio general era más bien
bautizar al que personalmente creía. Al bautismo correspondía ordinariamente la fe
personal.
1.2. La perícopa sobre los niños y el reino de Dios.
Mc 10, 13-16 El contexto de la perícopa es sobre la actitud de los discípulos ante el
matrimonio, ante los niños y ante la propiedad y en nuestro caso es pretender que
los padres cristianos lleven a sus hijos a Cristo.
En Mc el logion de los niños manifiesta que Dios reserva los favores de su reino a
los niños pequeños, es considerar al grupo que no cuenta nada a los ojos de los
hombres, posteriormente la iglesia reinterpretar la escena como un presupuesto
jesuánico para no impedir a los niños formar parte de la comunidad cristiana, y
aceptarlos en el bautismo.
2. El bautismo de los niños en los primeros siglos de la iglesia.
Con el pasar del tiempo era presumible que muchos cristianos proviniesen de
familias creyentes y que el encuentro con la fe ocurriera en su infancia. El orgullo
de haber sido por largo tiempo fieles a Cristo es común en no pocos cristianos del
siglo II, no se puede decir que se bautizaron recién nacidos, tal vez más grandes,
más conscientes, jóvenes.
Hipólito testifica el bautismo de los niños, incluso de algunos recién nacidos, bajo la
responsabilidad de su familia ofreciendo datos para el rito bautismal.
En el siglo IV fue especialmente difícil para el cristianismo; la fe no era tan genuina
y limpia, muchas familias no bautizaban a sus hijos. Acentuada la dimensión

Bibliografía: García Paredes, J. C. R. Bautismo de los niños, en iniciación cristiana y eucaristía,


San Pablo, Madrid 1992, páginas, 173-183
Alumna: Rosa Elena Allende Espinoza Sacramentos I
Profesora: Jutta Battenberg 29 de marzo 2018

penitencial de bautismo como perdón de los pecados personales, se veía un cierto


sinsentido en administrarlo a los niños.
Ninguno de los Santos Padres del siglo IV fue bautizado de niño, aunque hubiesen
nacido en familias cristianas.
“Bautizamos incluso a los niños pequeños, aunque no tengan pecado, para que les
sea concedida la justicia, la filiación, la herencia, la gracia de ser hermanos y
miembros de Cristo y de convertirse en morada del Espíritu Santo” Juan Crisóstomo.
Agustín defendería la necesidad del bautismo de los niños. El niño nace, según él,
hijo de ira, afectado por el pecado original, y por eso debe ser bautizado para recibir
la gracia. El niño nace sin pertenecer a Cristo; por el bautismo es constituido hijo de
Dios en Cristo. “la Iglesia creía en el pecado original”. A partir de Agustín se hizo
común la praxis de bautizar a los niños.
Pseudo-Dionisio se preguntó por el bautismo de los niños. La intervención del
padrino no es una simple sustitución que permita cumplir a la materialidad de los
ritos. El padrino se compromete a que el niño, cuando llegue al uso de razón, pueda
asumir las responsabilidades del bautismo.
3.- Objeciones actuales y respuestas al bautismo de los niños.
3.1 ¿Un gesto responsable?
“Si se quiere continuar esta praxis debe asumirse como propia la responsabilidad
del gesto que se hace; hay que contar con toda la teología bautismal de la Escritura,
que no separa nunca la fe personal de la gracia de Dios dentro de la dinámica
sacramental. El bautismo normal es el bautismo del adulto. Si se construye una
teología del bautismo a partir de un mínimo indispensable que sirva para justificar
su validez en un ser humano sin uso de razón, se corre el riesgo de construir una
cadena de gestos mágicos. La norma es el adulto consciente y responsable, que en
el bautismo pone toda su confianza en un Dios La praxis indiscriminada del
bautismo de los niños se entiende hoy como una grave irresponsabilidad. Lo que se
ha dado en llamar “apostasía silenciosa de las masas” que abandonan la iglesia es
un hecho preocupante, es urgente una nueva evangelización.
3.2 Presupuesto: relación entre fe y bautismo.
a) Relación entre fe y bautismo: El bautismo es la celebración simbólica en la que
se manifiesta y revela la gracia de Dios y la fe con la que el hombre y la comunidad
responden a su gracia, no son dos realidades alternativas o contrapuestas, son
complementarias. La fe se expresa en el bautismo;
No comenzamos a creer cuando recibimos el bautismo, sino cuando Cristo actúa
sobre nosotros, en este sentido la fe desborda el momento del bautismo.

Bibliografía: García Paredes, J. C. R. Bautismo de los niños, en iniciación cristiana y eucaristía,


San Pablo, Madrid 1992, páginas, 173-183
Alumna: Rosa Elena Allende Espinoza Sacramentos I
Profesora: Jutta Battenberg 29 de marzo 2018

b) Divergencia cronológica: El bautismo se realiza en una celebración sacramental.


Sin embargo, la fe es todo un proceso existencial. La fe no se reduce a un instante
de decisión, es un proceso vital, siempre nuevo y siempre amenazado.
Fe y bautismo en mutua relación. La realización de la fe personal no ha de coincidir
incondicionalmente con el acontecimiento sacramental. De la misma forma puede
darse la fe cuando aún no se ha celebrado el sacramento.
3.3 Justificación teológica del bautismo de los niños.
a) El bautismo de los niños resalta la incondicionalidad de la gracia: Si el bautismo
es sacramento de la gracia y de la fe, en el bautismo de los niños se resalta, sobre
todo, su dimensión de sacramento de la gracia. Un bautismo que supusiera
necesariamente una previa decisión de fe del hombre ¿tendría en cuenta esta
dimensión incondicionada de la gracia? La fe personal es fruto de la gracia, es
provocada por ella. De todas formas, la gracia simbolizada en el bautismo es una
gracia ofrecida a todos los hombres, pero no significada en los no-bautizados.
b) La fe personal-individual nunca acontece sola.
Por otra parte, la fe que requiere el sacramento no debe ser entendida como el
resultado de una decisión privada e individual, se da una solidaridad biológica,
antropológica y espiritual entre el niño y su familia y la comunidad humana en la que
está inserto.
El bautizado es llevado al bautismo, símbolo de la liberación definitiva del hombre,
por sus padres, que se responsabilizan de esta decisión de expresar públicamente
en el símbolo ritual que es un hijo de Dios.
c) La lógica de la fe culmina en el bautismo: Según el Nuevo Testamento la fe lleva
al bautismo, en él encuentra su expresión y culminación. El bautismo exige una
profesión y confesión de fe ante la comunidad.
d) ¡No a un bautismo de niños indiscriminado! La aceptación de un niño dentro del
símbolo de la gracia y la fe de la Iglesia ha de realizarse dentro de un contexto
auténticamente eclesial.
En el bautismo del niño sin uso de razón el sacramento es ciertamente símbolo de
la fe, pero de manera deficiente: le falta el signo de la adhesión personal. ¿Será la
confirmación la culminación sacramental del único bautismo y de esa celebración
que resultó deficiente?

Bibliografía: García Paredes, J. C. R. Bautismo de los niños, en iniciación cristiana y eucaristía,


San Pablo, Madrid 1992, páginas, 173-183

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