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CAPITULO 1

MATERIA PRIMA VEGETAL.

1. LOS FUNDAMENTOS BÁSICOS DE LA AGRICULTURA.

1.1. La atmósfera y el anhídrido carbónico.

a. La atmósfera.

Es la capa gaseosa que envuelve a la tierra. A corto plazo, es fija en cuanto a


composición y prácticamente su contenido es constante. A largo plazo hay elementos
0.7 ppm /año, como consecuencia de las combustiones de carácter industrial y de la
respiración.

Se distinguen distintas capas verticales superpuestas en la atmósfera, de límites


variables, que poseen distintas temperaturas.

Analizando la masa de la atmósfera diríamos que: la mitad de la masa de la atmósfera


se encuentra entre la corteza terrestre y unos 5300 m de altura.

La mitad del agua atmosférica está comprendida en los primeros 1800 m. de altura y el
material sólido atmosférico en un espesor menor.

Analizando la presión y temperatura atmosférica, se puede indicar que disminuye


uniformemente con la altura.
b. El anhídrido carbónico.

El contenido medio de dióxido de carbono o anhídrido carbónico CO2 en la atmósfera


es de 0.033% (300ppm) y es el resultado de la respiración de los seres vivos.

Esta concentración sufre variaciones diarias y estacionales. Durante el día las plantas
utilizan el CO2 para realizar la fotosíntesis, y la concentración disminuye, alcanzando
un mínimo a primeras horas de la tarde. Si la cantidad de CO2 alcanza valores
inferiores a las 100 ppm, la intensidad de la fotosíntesis disminuye.

Las variaciones estacionales se producen en verano, porque las plantas aumentan su


actividad y consumen mayores cantidades de CO2.

Por encima de 1000 y 1500 ppm, la atmósfera se hace malsana para el hombre y los
animales.

1.2. El viento y la contaminación atmosférica.

a. El viento.

El viento es el movimiento natural de las masas de aire. Los desequilibrios térmicos


entre unos lugares y otros provocan diferencias de presión atmosférica, los mismos
que dan origen a los vientos. Como factor atmosférico los vientos pueden producir
diversos efectos sobre las plantas:

 Aumento de la transpiración: la transpiración es el proceso mediante el cual las


plantas pierden agua en estado de vapor.

 Aumento del recambio de CO2: el movimiento del aire favorece el intercambio de


gases y en consecuencia, incrementa el intercambio de CO2 en el interior de la
masa vegetal y en el interior de la planta, lo que favorece la fotosíntesis.

 Alteraciones morfológicas: si los vegetales están expuestos a vientos secos, sus


células son pequeñas por falta de hidratación. En las costas y en las cimas de las
montañas, donde los vientos soplan fuertemente, la altura de los árboles se
reduce. En los lugares en donde la dirección del viento es constante, el tronco de
los árboles es asimétrico, se desarrollan más los anillos y la copa adopta formas de
bandera.

 Encamado: por efecto del viento los tallos de las plantas herbáceas (maíz, sorgo,
girasol, etc.) se tumban sobre el suelo.
 Tronchamiento: por efecto del viento, los vegetales sufren rotura en el tronco o en
el tallo.

 Transporte de sales: los vientos marinos transportan cantidades importantes de


cloruro de sodio muy tóxico para los vegetales.

 Abrasión: el viento transporta partículas de suelo que al chocar contra los


vegetales, pueden producirse daños en la corteza o en los brotes.

 Caída de frutos.

b. La contaminación atmosférica.

Los agentes contaminantes son: los humos, las cenizas y los gases, que son los más
importantes dentro de la contaminación atmosférica.

Entre los gases que se encuentran en mayor cantidad, tenemos: el anhídrido sulfuroso,
que ocasiona el blanqueamiento marginal de las hojas y posteriormente la desecación,
el hidrógeno sulfurado, el ácido fluorhídrico, los óxidos de nitrógeno y los oxidantes.

También se debe tomar en cuenta que a demás de la llamada atmósfera seca se han
de añadir pequeñas cantidades de helio, metano, criptón, óxido nitroso, hidrógeno,
xenón y ozono que representan en un 0.01% del volumen total.

1.3. La radiación solar.

Todas las manifestaciones climáticas de la atmósfera tienen su causa primaria en la


energía solar recibida por la tierra. Esta energía viaja a través del espacio en forma de
radiación electromagnética, tiene características ondulatorias y se desplaza a velocidad
constante de 300.000 km/s, sin embargo, las radiaciones difieren en su longitud de
onda (λ) que se expresa en nanómetros ( 1nm = 10 ¯⁷m = 1milimicra).

El espectro de la radiación electromagnética incluye desde los rayos X y gama (γ) que
tienen longitudes de onda muy pequeñas 10 ¯¹⁰ cm, hasta las ondas de radio con
longitudes de onda del orden de 10⁴ cm.
La temperatura de la superficie terrestre, los movimientos del aire y el vapor de agua
dependen de estos rayos caloríficos.

La energía que alcanza las capas altas de la atmósfera se estima en 2 calorías pos cm²
cada minuto, pero esta cantidad disminuye al llegar a la superficie de la Tierra, ya que
la atmósfera absorbe y refleja parte de esta radiación. Por otra parte, la energía solar
recibida difiere según las regiones y la estación del año, debido a la forma esférica de
la Tierra y a la inclinación de su eje de rotación sobre sí misma, respecto al plano
elíptico de rotación alrededor del Sol. Las regiones que captan más energía son
aquellas en las que los rayos del Sol inciden perpendicularmente, tal como sucede
prácticamente durante todo el año en las regiones ecuatoriales. En las demás regiones,
a medida que vamos del Ecuador a los Polos, los rayos del Sol inciden cada vez más
oblicuamente, con la consecuente disminución de la energía solar absorbida.

1.4. Balance energético.

La energía emitida por el sol no permanece estática al llegar a la superficie terrestre,


sino que está en constante movimiento y/o Transformación.

Una parte de la energía solar recibida por la Tierra no es absorbida, sino que se refleja
y vuelve a la atmósfera (albedo). La energía luminosa (luz visible) es absorbida por los
pigmentos clorofílicos de las plantas verdes y utilizada para realizar la fotosíntesis. La
energía calorífica (rayos infrarrojos) es absorbida en parte por el agua de los tejidos
vegetales, produciéndose el fenómeno de la evaporación (transpiración); la otra parte
es absorbida por el suelo calentándolo y evaporando el agua contenida en él.

1.5. Radiación y fotosíntesis.

La extensión en que se realiza la fotosíntesis en una planta depende de una serie de


factores internos y externos. Los principales factores internos son: la estructura de la
hoja y su contenido en clorofila, la acumulación de los productos de la fotosíntesis en
las células de las partes verdes de las plantas y la presencia de pequeñas cantidades de
sales minerales. Los factores externos son: la calidad y cantidad de luz incidente en las
hojas, la temperatura ambiente y la concentración de dióxido de carbono y oxígeno en
la atmósfera envolvente.

La mayor eficacia fotosintética se obtiene, en general, a baja intensidad luminosa


10000 a 20000 lux, correspondientes a 0,15 – 0,3 cal/cm²/min. A partir de estos
valores, el aumento de la intensidad de la luz no produce ningún efecto en la velocidad
de la fotosíntesis (saturación).

Exceso de luz acompañado de un exceso de calor, producen algunos aspectos


negativos, como: una detención del incremento de la fotosíntesis (fenómeno de
saturación luminosa). Con un exceso de intensidad de luz se destruye el aparato
fotosintético y se inactivan algunas enzimas, sustancias básicas en la actividad de todo
ser vivo. Finalmente, el exceso de temperatura que acompaña al exceso de luz
favorece la fotorrespiración, fenómeno respiratorio inverso a la fotosíntesis.

1.6. Deficiencia de radiación.

Casi nunca una deficiencia de radiación luminosa actúa como factor limitante. Defectos
de iluminación pueden darse en plantaciones muy densas, donde las hojas inferiores
reciben menos radiación. Pero, por otra parte, si hay plantas, éstas podrían quemarse.

En las plantaciones con una gran densidad de plantas, puede producirse un


amarillamiento o una caída de las hojas inferiores, una deficiente ramificación, la caída
de ramas inferiores, la debilitación de los tallos alargados y poco lignificados con el
consiguiente “encamado”, como en los cereales, también puede afectar la fertilidad de
determinadas plantas. Por otra parte no debemos olvidar que tiene consecuencias
ventajosas en determinados cultivos como la lechuga.
1.7. Como aprovechar mejor la radiación.

Aproximadamente el 90% de la materia seca de las plantas superiores está formado


por compuestos de carbono derivados de la fotosíntesis, siendo éste el proceso por el
cual las plantas sintetizan compuestos orgánicos (hidratos de carbono) a partir de
sustancias inorgánicas (dióxido de carbono y agua) en presencia de la luz solar.

Si para la realización de la fotosíntesis se utilizara toda la energía procedente del Sol, la


producción vegetal sería muy alta, pero, por una parte, los pigmentos fotosintéticos
solo absorben las longitudes de onda comprendidas entre 400 y 700 nm. (que
constituye un 41% de la radiación global). Además también se pierde un 8% de la
radiación total por efecto de la reflexión por la superficie foliar y otro 10% se inactiva
al ser absorbida por pigmentos no fotosintéticos, paredes celulares, etc. A todas estas
pérdidas debe sumarse la producida por la respiración de los vegetales, que viene a
representar otro 33%.

De éste cálculo se deduce que el límite máximo teórico de productividad corresponde


a una utilización bastante moderada de la energía global, 12 – 13 % según Loomis,
aunque en la práctica siempre es menor.

Para mejorar la utilización de la radiación pueden ponerse en práctica algunos medios


como: mejoras genéticas, favorecer el transporte de los hidratos de carbono desde las
partes verdes a los órganos de acumulo y reserva, procurar que no falten los depósitos
para los productos de la fotosíntesis, entre otros.

1.8. Fotoperiodismo.

La floración de muchas plantas depende de una serie de ciclos diarios de luz y


oscuridad. El fotoperiodismo es la respuesta de la planta a la longitud del día.

En los equinoccios y en el Ecuador el día y la noche son de 12 horas cada uno; pero
esto es una excepción. La longitud del día varía según un ciclo estacional, con variación
de la duración relativa del día y de la noche dependientes de la latitud:

A 15° latitud: de 13 a 11 horas.


A 30° latitud: de 14 a 10 horas.
A 45° latitud: de 15 a 9 horas.
A 60° latitud: de 18 a 6 horas.

Según la longitud del fotoperíodo, las plantas pueden clasificarse en tres categorías:
plantas brevidiurnas, plantas longidiurnas y plantas fotoindiferentes.
Para florecer, las plantas brevidiurnas necesitan un período de oscuridad más largo
que el umbral crítico (12 – 14 horas) y no pueden florecer bajo condiciones de
iluminación continua (soja, tabaco, sorgo, crisantemo, etc. especies de origen tropical
y subtropical).

En las plantas longidiurnas se inhibe la floración si el período de oscuridad supera el


fotoperíodo crítico (12 – 14 horas) y puede florecer bajo iluminación continua (plantas
de altas y medias latitudes como: el trigo, las habas, la remolacha, el trébol, etc).

En las plantas fotoindiferentes no depende de la duración de la noche. Como ejemplos


podemos citar: el girasol, la calabaza, el tomate y muchas brevidiurnas que resultan de
la adaptación a un nuevo ambiente.

1.9. El Fotoperiodismo y las técnicas de cultivo.

Debido a la importancia del período luminoso sobre el ciclo vital de la planta, se


comprende que constituya un medio de adaptación en las estaciones desfavorables y
que tenga una notable incidencia en la distribución geográfica de las plantas.

En ciertos cultivos, sobre todo en invernadero, el control de la longitud del día es una
práctica habitual y existen distintos métodos para ello.

Si se cubre el cultivo con una tela de plástico negro, puede acortarse el día en verano,
reduciendo a 8 horas diarias de sol. Con ello se favorece la floración de las plantas de
días cortos, así se consigue programar el cultivo de crisantemo. La misma técnica
puede aplicarse para evitar la floración indeseada de las plantas de días largos.

El efecto contrario, alargar la duración de la luz diurna durante el invierno, requiere


sistemas más complejos y no tan económicos, por medio de iluminación artificial.

1.10. Temperatura y Calor.

La temperatura es un término cualitativo que expresa el grado o nivel térmico de los


cuerpos, así, un cuerpo puede estar más caliente que otro por tanto se dice que está a
temperatura mayor.

Al poner en contacto dos cuerpos a temperaturas diferentes, después de un breve


espacio de tiempo, se establece un equilibrio térmico, en el que los dos cuerpos han
alcanzado la misma temperatura. En este proceso existe una transferencia de energía
conocida como calor.
La propagación del calor de los cuerpos calientes a los fríos se puede realizar de tres
maneras: por conducción (transferencia de energía sin transporte de masa),
convección (Transferencia de energía con transporte de masa) y radiación (todos los
cuerpos por el hecho de estar a diferente temperatura, emiten radiaciones semejantes
a la luz, parte es absorbida y otra reflejada por los cuerpos).

En el campo agrícola nos interesa conocer la temperatura del aire y la del suelo, ya que
de éstas depende la de la planta.

1.11. Variación de la temperatura.

La mayor parte de la energía que recibe la Tierra, procede de la radiación solar. La


posición del Sol, la forma de la Tierra y su movimiento alrededor del Sol y sobre sí
misma dan lugar a las grandes variaciones de temperatura.

Cuando amanece, la Tierra empieza a recibir más calor que el que emite a la
atmósfera, con lo que aumenta cosiderablemente su temperatura. A lo largo del día las
ganancias de calor son compensadas por las pérdidas por irradiación, convección y
conducción. Este equilibrio se mantiene hasta después del medio día, cuando la
radiación solar es más débil. Al anochecer la superficie caliente de la Tierra sigue
cediendo calor, pero no recibe aporte de éste, con lo que la temperatura del aire
decrece y la del suelo aún más, llegándose a un mínimo térmico a la salida del Sol.

La altitud es un factor fundamental de la distribución de las temperaturas. Cuando se


sube a una montaña se nota que el aire se va enfriando, esto es debido a que con la
altitud la presión atmosférica disminuye y el aire, por ser un gas, al expandirse se
enfría.

La variación de la temperatura llamada gradiente térmico de una masa de aire seco


ascendente es aproximadamente de 1°C por cada 100 m de altitud. Pero si este aire
está saturado se forman nubes y el agua, al condensarse, cede calor y el enfriamiento
del aire es más lento, de manera que la variación térmica queda reducida
aproximadamente a la mitad, es decir que el gradiente térmico medio es de 0.6 °C por
cada 100 m.

1.12. Factores que regulan la temperatura del suelo.

Entre los factores que son regulados por el hombre y que pueden influir en la
temperatura del suelo, tenemos:
a) Color del suelo.

La cantidad de radiación que puede absorber un suelo y la cantidad de calor


que puede almacenar, están en relación directa con su color. Si en el suelo no
hay cobertura vegetal y el color es claro, el albedo, es decir, la reflexión de calor
hacia la atmósfera, es muy alto y el suelo se enfría.

Cuando el color del suelo es obscuro, absorbe casi todas las radiaciones que le
llegan, reflejando muy pocas, aumentando de ese modo su temperatura.

b) Contenido de agua del suelo.

Cuanta más agua hay en el suelo, más lentos son los cambios de temperatura
en éste, porque el calor específico del agua es mayor que el calor específico de
sus constituyentes sólidos. Es decir, el agua retiene una mayor cantidad de
calor que las partículas sólidas y además, en un suelo saturado de agua la
radiación calorífica procedente del Sol se utiliza para evaporar el agua y no para
aumentar la temperatura del suelo.

c) Inclinación y exposición de las pendientes.

La intensidad de radiación solar recibida por una superficie depende del ángulo
que forman los rayos solares respecto al terreno y es más alta cuanto más
perpendicularmente inciden sobre el mismo. A una mayor exposición a la
radiación solar corresponde, evidentemente, una mayor temperatura del
terreno. También varía con respecto a la orientación.

1.13. Efectos de la temperatura.

La intensidad de las funciones vegetales y microbianas (fotosíntesis, respiración,


humificación, etc.) están en relación directa con la temperatura.

La temperatura a la cual las reacciones biológicas se realizan a la máxima velocidad


recibe el nombre de temperatura óptima.

Las temperaturas cardinales, máxima y mínima, son aquellas que por encima o por
debajo de su valor, una función vital queda detenida, pero reemprende su
funcionamiento cuando la temperatura vuelve a los valores intermedios. Si se alcanzan
temperaturas críticas, máxima y mínima, las funciones vitales sufren daños
irreparables.
Los efectos de la temperatura no son iguales para las especies vegetales. Las especies
microtermas son aquellas cuyas funciones vitales se desarrollan mejor a bajas
temperaturas y las macrotermas se desarrollan mejor a temperaturas más elevadas.

Con la construcción de invernaderos se puede modificar la temperatura en un


momento determinado. Así, de día la temperatura tendrá que ser alta, para que la
fotosíntesis sea elevada, pero no en exceso porque sino aumentaría la respiración, de
noche ésta debe disminuirse para que el transporte de hidratos de carbono sea el
adecuado.

Las distintas fases del ciclo de una planta tienen exigencias térmicas crecientes. Por
ejemplo, para el Trigo, se han encontrado las siguientes temperaturas cardinales
mínimas: 0 – 5°C para germinar; 10 – 12°C para espigar; 17°C para florecer y 19°C para
madurar.

1.14. Integral térmica.

Las fases de desarrollo de algunas plantas cultivadas no dependen del tiempo


transcurrido, sino de la cantidad de calor recibido. La aplicación práctica de este
concepto se basa en la integral térmica, que consiste en acumular, sumando, las
temperaturas medias diarias superiores a la cardinal mínima. No es aplicable a todos
los cultivos ya que no se toma en cuenta otros factores como: la temperatura del
suelo; las temperaturas cardinales máximas; la longitud del día; las alternancias de
temperatura entre el día y la noche, etc.

En la práctica se puede aprovechar del fenómeno llamado termoperiodismo, que


consiste en utilizar temperaturas óptimas distintas según se trate del día o de la noche.
Por ejemplo: en el cultivo de tomate en invernadero, la fructificación mejora si la
temperatura diurna es de 26,5°C y la nocturna de 17°C. Si las temperaturas nocturnas
son superiores a 22°C o inferiores a 10°C, se altera la fructificación ya que los procesos
nocturnos de transporte de los azúcares, desde las hojas a los frutos son más lentos.

1.15. Vernalización y latencia.

Las plantas tiene unos mecanismos para sobrevivir durante la estación adversa: el
fotoperiodismo; la vernalización y la latencia.
1.16. Temperaturas críticas.

Las altas temperaturas tienen efectos negativos sobre la producción vegetal, ya que la
respiración es superior a la fotosíntesis, con la consiguiente disminución de la
asimilación neta, además causan daños en las plantas, como: la deshidratación; la
muerte del protoplasma por coagulación; la quemadura del cuello de los cereales; etc.

A bajas temperaturas se puede congelar el agua de los tejidos, o el mismo protoplasto,


pueden precipitar las proteínas, pueden deformarse los frutos, pueden agrietarse los
tejidos con la consiguiente infección por bacterias y hongos, etc.

1.17. Heladas y medios de defensa.

Helada, indica el descenso de la temperatura por debajo de 0°C. El efecto de las


heladas en las plantas dependen de varios factores, entre ellos: la especie y variedad
cultivada; el estado de desarrollo de la planta; es más afectada cuando se encuentra la
planta en plena actividad vegetativa (germinación, floración, etc.).

Puede superar los efectos de la helada cuando crece bajo unas condiciones nutritivas
óptimas, ya que los jugos celulares están más concentrados.

Si las temperaturas descienden puede llegar a detenerse la absorción de las sustancias


nutritivas a través de las raíces y aunque el suelo disponga de cantidades suficientes de
agua para abastecer a la planta, ésta se marchita (aridez fisiológica).

Durante el invierno, las plantas poseen unos mecanismos que les confiere resistencia
frente a las heladas. Éstos mecanismos, llamados de endurecimiento, consisten en el
acumulo de sustancias de reserva, aumento de la concentración de los jugos celulares,
entrada en reposo vegetativo y disminución de agua en los tejidos.

Pero también existen heladas en verano y son éstas las que ocasionan más daños a las
cosechas, llamadas tardías o precoces. Su duración es corta y se presentan en forma de
escarcha.

El enfriamiento de la atmósfera a nivel del cultivo se puede producir por: convección y


por irradiación.

Para combatir las heladas existen algunos medios prácticos como:

 Crear una capa opaca a los rayos infrarrojos del terreno;


 Empleo de humos;
 El uso de un gran ventilador;
 Usando los medios térmicos de protección; y
 El mejor sistema consiste en dar riego a los cultivos.

1.18. Agua y medio ambiente.

El agua, sustancia de la vida, cubre las tres cuartas partes de la superficie del planeta
Tierra y representa el mayor componente de los organismos vegetales y animales. De
estas tres cuartas partes, el 97% no se utiliza por ser agua salada de océanos y mares; y
de ese pequeño 3% utilizable, el 98% se encuentra congelada en los casquetes polares,
o evaporada en la atmósfera.

El agua determina el clima y el tiempo atmosférico; además, almacena y distribuye la


energía solar en el planeta. Es también un poderoso agente de transformación de la
superficie terrestre, pues al fluir sobre el terreno forma mesetas, cañones y montes.
Debido a su constante circulación (evaporación y transpiración), se convierte en el
puente que conecta la atmósfera, la litósfera y la hidrósfera permitiendo así la vida
sobre la tierra.

1.19. El agua atmosférica.

La atmósfera contiene agua en los tres estados: en forma de vapor que se comporta
como un gas y que constituye la humedad absoluta, en gotas de condensación y en
estado sólido.

La humedad relativa, se expresa en porcentaje y representa el déficit de saturación o


de presión de la atmósfera, o lo que es lo mismo, lo que le falta a la atmósfera para
saturarse.

La humedad de aire no tiene mucha importancia como fuente directa de agua para los
vegetales, pero tiene un gran significado como reguladora de las pérdidas de agua por
evaporación del suelo y por transpiración de las plantas.

Dependiendo de una serie de circunstancias ambientales (altitud, temperatura, vientos


dominantes, relieve, etc.) el vapor de agua condensado da lugar a una serie de
meteoros atmosféricos: lluvia, granizo, nieve.
1.20. Ciclo del agua – hidrometeoros.

El agua de la superficie del planeta está sometida a un continuo ciclo. Del agua
procedente de la precipitación, la vegetación utiliza una parte muy pequeña para sus
funciones vitales, el resto mediante el proceso de transpiración, la devuelve a la
atmósfera en forma de vapor. Una parte del agua recibida en el suelo vuelve a la
atmósfera de un modo más o menos rápido por evaporación, la parte que queda en la
superficie por escorrentía, va a parar a la hidrósfera y más tarde termina por
evaporarse.

Para vivir, la planta necesita solamente el agua presente en el suelo, agua que
proviene de la evaporación y que retorna al suelo en forma de hidrometeoros que
pueden presentarse en formas diversas:

 La lluvia: es el resultado del paso del agua en estado de vapor a estado líquido.
 La nieve: resulta del paso del estado de vapor a sólido.
 El rocío: es la condensación de la humedad atmosférica sobre superficies frías.
Cuando el rocío se produce a temperaturas bajo cero da lugar a la escarcha.
 El granizo: es el resultado de la condensación de agua en la parte alta de la
atmósfera con temperaturas inferiores a 0°C, en torno a núcleos de
condensación.

La principal fuente de agua del suelo es la lluvia, factor determinante del clima y de los
rendimientos. La precipitación hídrica se mide en milímetros y un milímetro de lluvia
equivale a un litro por metro cuadrado o diez metros cúbicos de agua por hectárea.

Una clasificación climática, atendiendo solamente a las precipitaciones anuales, es la


siguiente:

 Clima árido __________________________________ menos de 250 mm.


 Clima semiárido ______________________________ entre 250 y 500 mm.
 Clima subhúmedo _____________________________ entre 501 y 750 mm.
 Clima húmedo ________________________________ más de 750 mm.

Desde el punto de vista agrícola tiene más importancia la frecuencia de lluvias y la


distribución, que la cantidad. Es más importante el agua durante el período vegetativo
que durante la época de reposo.
1.21. Importancia del agua para la planta.

Los organismos vivos se originaron en un ambiente acuoso y en el curso de la


evolución, han llegado a ser absolutamente dependientes del agua. El agua es esencial
para la planta por diversas razones como:
 Es un constituyente básico del protoplasma de las células, en proporciones que
varían desde un 10 – 15% en las semillas, hasta el 95% del peso total en frutos y
órganos en actividad vegetativa;
 Participa directamente en gran número de reacciones químicas en los
organismos vivos;
 Es una fuente de átomos de hidrógeno para la transformación del dióxido de
carbono en oxígeno e hidratos de carbono (fotosíntesis); y es un producto de la
respiración;
 Es responsable del mantenimiento de la rigidez de la planta;
 Es el medio de transporte de las sustancias nutritivas, desde las raíces a las
hojas y de éstas a los órganos de utilización y reserva;
 Es el medio en que se realiza la fecundación; y
 Participa en la diseminación de algunas esporas, frutos y semillas.

1.22. La transpiración – evapotranspiración.

Del total de agua absorbida por una planta, sólo una pequeña cantidad es retenida, la
mayor parte, aproximadamente un 99% se transporta a las partes aéreas, donde se
evapora. La pérdida de agua de las plantas en forma de vapor se llama transpiración.

A pesar de sus efectos negativos, la transpiración es un proceso necesario para la


planta ya que sirve para facilitar la absorción de oxígeno y dióxido de carbono por las
hojas.

La velocidad de transpiración aumenta cuando el aire que rodea a la planta es seco,


debido a que el vapor de agua pasa con mayor facilidad a la atmósfera.

En agricultura, más que la transpiración, es interesante conocer la cantidad de agua


perdida por una masa vegetal en un tiempo dado, incluida la evaporación del suelo, es
lo que se conoce como evapotranspiración, es decir que consiste en el agua perdida
realmente por una superficie a consecuencia de la evaporación y transpiración.

Al igual que la transpiración, la evapotranspiración depende:


 de las condiciones atmosféricas ( radiación, viento, humedad);
 del suelo (color, abastecimiento de agua, exposición, etc.); y
 de la vegetación (aparato radicular, extensión y morfología del área foliar).
1.23. El potencial hídrico de las plantas.

En el complejo suelo – planta – atmósfera, el agua circula gracias a la diferencia de su


energía potencial entre dos puntos, es decir, a gradientes de potencial hídrico. La
materia se mueve desde los puntos de mayor energía potencial a los de menor,
alcanzando así el equilibrio, es decir que el agua se mueve desde el suelo a la raíz, de la
raíz al tallo, del tallo a las hojas y de las hojas a la atmósfera.

Conocer el potencial hídrico de las plantas es muy importante para saber su estado
hídrico en cada momento y así aplicar el riego en el momento adecuado.

1.24. Formación del suelo.

El suelo es la capa externa de la corteza terrestre capaz de sustentar una vegetación


que lo utiliza como soporte y como fuente de aprovisionamiento de agua y de sales
minerales. Esta capa proviene de la transformación de las rocas bajo los efectos de
fenómenos físicos (erosión, cambios de temperatura, etc.), químicos (acción de la
atmósfera, del agua, etc.) y biológicos (por la actividad de los seres vivos), sometidos a
la influencia de factores climáticos, de relieve, de composición de las rocas originales,
etc.

Cuando la transformación es debida estrictamente a los agentes naturales, se habla de


suelo natural; cuando a las acciones naturales se suma la actividad del hombre, recibe
el nombre de suelo agrario.

El material básico a partir del cual se forma el suelo es la roca madre, que sirve de
soporte al tiempo que suministra los componentes que lo forman. La relación entre la
composición de la roca madre y la naturaleza del suelo es más patente en los suelos
jóvenes, de formación reciente que en los suelos evolucionados o maduros.

Los suelos pueden formarse y depositarse sobre un soporte compacto y duro como
puede ser el granito, son los llamados suelos autóctonos, o bien sobre un sedimento
como sedimentos aluviales, limos eólicos, etc., que también actúan como roca madre,
llamados suelos alóctonos o transportados.

Los suelos autóctonos tienen características poco favorables para la agricultura, son
poco fértiles, poco profundos y están constituidos por partículas de la misma
naturaleza. Por el contrario los suelos alóctonos tienen las características que les faltan
a los anteriores por lo que son considerados generalmente muy adecuados para la
implantación de cultivos.
1.25. Meteorización de las rocas.

La acción de la atmósfera sobre las rocas recibe el nombre de meteorización y puede


ser de naturaleza física, química y biológica.

Mediante la meteorización física la roca madre se disgrega en fragmentos pequeños o


en los minerales primarios que la componen: micas, feldespatos, cuarzo, etc.

La meteorización química implica la descomposición de los minerales de las rocas


fragmentadas por la meteorización física.

Los fenómenos de meteorización biológica son acciones físicas, químicas o bioquímicas


llevadas a cabo por los seres vivos.

1.26. Las partículas sólidas.

El suelo contiene ciertas cantidades de líquido (agua) y de gas (aire), pero sus
componentes más abundantes se presentan en estado sólido. La parte sólida del suelo
está constituido por partículas de dimensiones variable, desde las más pequeñas que
se encuentran en estado coloidal, a las más gruesas que se presentan como granos de
arena, gravas o bloques.

La composición centesimal de las diversas fracciones de la tierra fina recibe el nombre


de granulometría o textura, que permite determinar ciertas propiedades físicas y
químicas ligadas a fenómenos de superficie.

La textura de un suelo se define por el análisis mecánico de la tierra fina, que consiste
en separar cuantitativamente las diversas fracciones según su tamaño.

PARTÍCULAS SÓLIDAS QUE CONFORMAN EL TERRENO


DIMENSIONES DENOMINACIÓN
 20 cm Bloques
20 cm – 2 cm Piedras
2 cm – 2 mm Gravas
2 mm – 0.2 mm Arena Gruesa
0.2 mm – 0.02 mm Arena fina
0.02 mm – 0.002 mm Limo
 0.002 mm o 2µ Arcilla

Los suelos óptimos para la agricultura son los francos ya que presentan una textura
representada por diversas fracciones granulométricas en proporciones armónicas.
TEXTURA DE UN SUELO FRANCO
DENOMINACIÓN CONTENIDO EN %
Gravas AUSENTE
Arena Gruesa 50 – 30
Arena fina 30 – 15
Limo 15 – 10
Arcilla 10 – 5
Caliza 5–1
Materia Orgánica 5–3

1.27. Naturaleza de un suelo.

Las partículas sólidas que constituyen el suelo pueden ser de naturaleza mineral,
orgánica u orgánico mineral.

Las partículas minerales forman la mayor parte de la fase sólida del suelo y provienen
del material rocoso originario, constituido por una mezcla de partículas de diferentes
dimensiones y propiedades físicas y químicas.

Las sustancias orgánicas forman un componente esencial del suelo. Son los organismos
vivos del suelo y están constituidos por los productos metabólicos, restos de estos
seres y de hojarasca, restos en vía de descomposición, humificación y humus.

Los compuestos orgánicos presentes en el suelo sufren una serie de transformaciones


bioquímicas muy profundas que dan lugar a una nueva sustancia de color oscuro,
amorfa, de elevado peso molecular y muy resistente a posteriores degradaciones,
conocida como humus. Según Scheiner y Dawson, el humus resultaría de la
acumulación progresiva de las sustancias orgánicas más resistentes a la degradación.

Según Waksmann, el humus es el complejo lignoproteico que resulta de la unión de la


lignina con proteínas. Las teorías más recientes ven al humus como un producto
sintético de origen microbiano y extremadamente complejo, en el cual se encuentran
sustancias de formación nueva. Al proceso de evolución de la materia orgánica del
suelo que lleva a la formación del humus se conoce como humificación.

Finalmente, la materia orgánico-mineral es un componente del suelo formado por


complejos de arcilla y humus.
CAPITULO 2

CULTIVOS DE CLIMA TROPICAL Y FRÍO

2.1 Cereales, hortalizas y frutas.

CAPÍTULO 3

MATERIA PRIMA VEGETAL Y ANIMAL.

3 LOS FUNDAMENTOS BÁSICOS DE LA AGRICULTURA.

3.1 El agua del suelo. Potencial hídrico. Constantes hidrológicas.

3.1.1 El agua del suelo.

El agua es un elemento básico para la vida de los seres vivos: animales, plantas y
microorganismos.

Al actuar como disolvente constituye junto con las sales minerales la solución del
suelo. Además tiene un importante papel en la formación del suelo, porque interviene
en los procesos de meteorización física y química también sirve como medio de
transporte para hacer descender sustancias disueltas de una parte del perfil a otra.

El agua que proviene de la lluvia, de la fusión de la nieve, de otros hidrometeoros y del


riego, así como el agua que existe en el subsuelo debido a la proximidad de la capa
freática, entran en el suelo por infiltración a través de la superficie.

El exceso de agua existente se pierde hacia el fondo del perfil por drenaje, como
también se elimina parte del agua por evapotranspiración.

3.1.2 Potencial Hídrico.

En el sistema continuo suelo-planta-atmósfera, el agua no está libre, sino retenida por


fuerzas que ejercen una presión negativa o tensión sobre el agua, para sustraerla de
dichos sistemas se debe realizar trabajos de succión.
Las fuerzas que disminuyen el potencial hídrico total en el suelo son
fundamentalmente de cuatro tipos:

 Fuerza de Absorción: son las que actúan sobre las capas moleculares del agua que
envuelven las partículas del suelo.

 Fuerza de retención o capilares: se presentan debido a la atracción de las


moléculas de agua.

 Fuerza de gravedad: Es aquella que hace que el agua se deslice hacia la parte
profunda del perfil y determina el potencial gravitacional.

 Fuerza osmótica: se presenta debido a la concentración de sustancias disueltas en


el agua o por las partículas en suspensión.

En suelos muy húmedos la fuerza que prevalece es la gravitacional. En suelos poco


húmedos asume una importancia relevante el componente capilar. En un suelo muy
seco predomina la absorción y en suelos salinos la fuerza osmótica. Por lo expuesto
podemos decir que el potencial hídrico del suelo depende del contenido de humedad.

3.1.3 Constantes Hidrológicas.

Después de una lluvia intensa o de un riego, toda la macroporosidad está llena de


agua, en este estado se dice que el suelo está saturado y presenta su capacidad
máxima de retención.

El agua que escurre un suelo saturado, es decir el agua no retenida, recibe el nombre
de agua gravitacional.

Dos o tres días después de una lluvia el movimiento descendente del agua se para, los
macroporos se vacían de agua y se llenan de aire quedando el agua retenida en los
microsporos. Esta agua se llama capilar y es la que utilizan las plantas para su
crecimiento.

A la cantidad de agua que las fuerzas de capilaridad son capaces de retener en el suelo
se denomina Capacidad de Campo.

Cuando el suelo se seca, las plantas no pueden absorber agua con la misma rapidez
con que la pierde por transpiración. El agua del suelo solamente se localiza en los
intersticios más pequeños. La cantidad de agua en este momento toma el nombre de
punto de marchitez o humedad crítica.

El agua que contiene un suelo en estado de marchitez no es utilizada por la planta,


debido a que en parte es agua capilar contenida en los capilares más pequeños y agua
higroscópica que es aquella absorbida en el suelo en forma de vapor.

El agua que utiliza la planta es la comprendida entre la capacidad de campo y el punto


de marchitez. El agua gravitacional no es utilizada por las plantas porque se pierde
rápidamente por drenaje, si no existe este fenómeno se estanca y desplaza al aire de la
macroporosidad, con la consecuente asfixia de plantas y animales.

3.2 El laboreo de los suelos.

En sus condiciones naturales primitivas, el suelo rinde múltiples productos vegetales,


pero evidentemente sin ningún orden comercialmente aprovechable.

El hombre ha descubierto, en el transcurso de los siglos, que aplicando una serie de


métodos puede conseguir transformar las condiciones del suelo y adaptarlo para que
en él crezcan las diversas especies vegetales en la forma que sea más aprovechable.

De estas técnicas agrícolas una de las principales es la que se conoce como laboreo ,
que consiste en el conjunto de manipulaciones mecánicas del suelo realizadas con el
fin de obtener las condiciones más favorables para acoger al cultivo, convirtiéndose en
un factor indispensable en la producción agrícola, por tanto la producción vegetal es
mejor en un terreno labrado.

3.2.1 Instrumentos para realizar las labores.

Las labores del suelo se efectúan con instrumentos adaptados especialmente para
cada función. Así, hay instrumentos volteadores, que mezclan las capas del suelo;
instrumentos cortantes, que realizan la disgregación del suelo, pero sin invertir el
orden de los estratos; instrumentos mezcladores y otros especiales y mixtos.

La tracción de estos instrumentos puede ser humana, animal o motora. Hoy en día los
motores mecánicos han desplazado prácticamente a las otras dos formas de tracción.

3.2.2 Tipos de labores.

Según la sucesión y características, las labores pueden clasificarse en labores de:


puesta en cultivo, labores preparatorias y labores de cultivo o consecutivas.
a. Labores de puesta en cultivo.- Cuando un terreno se encuentra en estado natural,
por no haber sido nunca cultivado o porque hace mucho tiempo que se abandonó
su cultivo, suele estar cubierto de plantas que han crecido espontáneamente,
herbáceas, arbustivas o arbóreas. Para transformar este terreno virgen en terreno
cultivable puede ser necesario recurrir a operaciones extraordinarias para suprimir
los obstáculos que se oponen al normal desarrollo de la actividad agraria.

Estos obstáculos comprenden la vegetación espontanea, las piedras, las rocas, etc.
Que se encuentra normalmente en las praderas, matorrales y bosques. Estos
terrenos deben ser sometidos a la operación de roturación, que en sentido estricto
es la primera labor que se realiza en un suelo inculto.

La vegetación natural que impide el cultivo del terreno puede ser de muy distinta
magnitud, desde las estepas y matorrales, hasta los bosques, pero incluso en el
caso de prados y pastos naturales, es necesario efectuar una roturación previa al
cultivo. Naturalmente, en este último caso, la operación es fácil y se limita al
enterramiento de la cubierta herbácea. En otros casos, será necesario recurrir a la
extirpación o quema.

En algunas ocasiones debe recurrirse a la explanación, es decir a aplanamiento del


terreno. Esto es necesario en caso de fuertes ondulaciones, tal como sucede
frecuentemente en zonas costeras y dunosas.

La roturación propiamente dicha es la labor que finalizará la puesta a punto para el


cultivo de un terreno. La modalidad de este trabajo debe adaptarse al ambiente y
al tipo de cultivo que se quiere introducir. La profundidad de la roturación, por
ejemplo, debe ser la adecuada a las raíces de la planta que se pretende cultivar.
Así, si se quiere plantar cultivos herbáceos, la profundidad será de 50 o 60 cm,
mucho menor que la que sería necesaria si se quiere cultivar plantas arbóreas. No
se puede caer en el error de pretender roturar indiscriminadamente cualquier tipo
de terreno inculto.

b. Labores Preparatorias.- Los trabajos preparatorios de la siembra no siempre se


efectúan, pero a menudo son aconsejables, para que la ejecución de las sucesivas
labores culturales sea menos fatigosa o mejor hecha y para que el resultado final
contemple adecuadamente las expectativas del agricultor.

A menudo, el arrancamiento de los restrojos con gradas de discos o cultivadores


evita la excesiva desecación y endurecimiento del suelo arcilloso y se facilita de
este modo la labor de arada. En el caso en que sobre el terreno a preparar haya
crecido vegetación abundante que pudiera estorbar a la labor principal, puede ser
útil efectuar previamente una extirpación. Así mismo, ciertos residuos orgánicos
groseros, como la paja, tallos de maíz, etc. son un obstáculo para la ejecución de la
labor principal, por lo que en general resulta muy conveniente proceder a su
trituración con máquinas especiales.

La labor de arada es la operación fundamental en la preparación del terreno y de


ella depende en gran medida el éxito de la cosecha.

c. Profundidad de las labores.- Las labores preparatorias eran clasificadas


anteriormente, según una antigua convención proveniente de otros tiempos, en
esta forma:

Superficiales < 15 cm.


Medias 15 – 25 cm.
Profundas > 25 cm.

Recientemente se ha sentido la necesidad de revisar estos límites, habiendo sido


propuesta la siguiente clasificación:

Superficiales 20 cm.
Ligeras 20 – 25 cm.
Medias 25 – 45 cm.
Profundas 40 – 60 cm.

Efectivamente, en los últimos lustros, pudiendo disponer de motores de potencia


prácticamente ilimitada, se ha ido configurando la tendencia a efectuar las labores
preparatorias lo más profundamente posible.

Ha habido siempre un desacuerdo entre los agrónomos sobre la conveniencia


técnica y económica del laboreo profundo. Algunos sostienen que los laboreos
que sobrepasan los 25 – 30 cm. de profundidad son inútiles o en todo caso no
remunerativos, especialmente en climas áridos. Otros, en cambio, sostienen que
el laboreo profundo e incluso profundísimo, es siempre conveniente.

Esta divergencia de opiniones, todas ellas basadas no solo en consideraciones


teóricas, sino también sobre resultados experimentales, es justificada por la
diferencia de condiciones climáticas y de cultivo en las que han trabajado los
distintos investigadores.
d. Labores de cultivo.- Las labores de cultivo son las que se realizan después de la
siembra, para asegurar el mejor desarrollo de las plantas cultivadas, mediante las
siguientes acciones: mejoramiento de la adherencia del suelo a la semilla para que
germine mejor, lucha contra las hierbas infestantes; mantenimiento de un suelo
suelto, con las consiguientes ventajas para la penetración del aire y del agua;
economización de agua, reduciendo las pérdidas por evaporación; modificación del
ritmo de desarrollo de las plantas cultivadas; posibilidad de realizar el riego con
determinados sistemas.

El rulado puede ser hecho inmediatamente después de la siembra o después de la


aparición de las nuevas plantas. Esto permite asegurar el íntimo contacto del suelo
con la semilla, favoreciendo la ascensión del agua por capilaridad de los estratos
inferiores, que son más húmedos, al hecho de siembra.

La escarda consiste en remover superficialmente el suelo que hay entre una fila de
plantas y otra, con máquinas escardadoras o a mano con azadas o azadillas. La
profundidad de la escarda no debe ser ni demasiado exigua ni excesiva (para no
dañar el aparato radicular), en general se efectúa a 5 – 6 cm.

El recalce aporcado, consiste en acercar al pie de la planta una cantidad más o


menos importante de tierra. Su práctica está reservada a ciertos cultivos y con ella
se pretende protegerlos de los daños de la helada durante el invierno. Se consigue
también mejorar el enraizamiento.

3.3 Riego.

El riego es una aplicación artificial de agua al terreno con el fin de suministrar a los
vegetales la humedad necesaria para su desarrollo.

El riego es una práctica agronómica antiquísima. En el código Hammurabi (Babilonia)


ya se hablaba que la existencia de las gentes dependía del regadío. Egipto tiene la
presa más antigua del mundo construida hace 5.000 años, para almacenar agua de
riego. Hace unos 4.000 años se construyó en China la Presa de Tu-Kiang, que en la
actualidad continua en funcionamiento y riega unas 200.000 ha de arrozales.

Actualmente el riego atraviesa un período de renovado interés. Las necesidades


nutricionales de una población que crece día a día imponen un aumento de la
producción vegetal y uno de los medios más seguros y eficaces lo constituye el
regadío.
Los cultivos más beneficiados del riego son: los frutales, las hortalizas entre otros.

Con el riego, además de proporcionar humedad a los cultivos, se aseguran cosechas


durante sequias de poca duración, se refrigera el suelo y la atmósfera, se disuelven las
sales contenidas en el suelo y se da temperatura a la tierra, siendo un complemento de
las aguas que provienen de las precipitaciones, otros meteoros, aguas superficiales y
aguas subterráneas.

3.4 Tipos de Riego.

Hasta aquí nos hemos referido al riego más común, en el cual el agua ejerce su acción
benéfica sobre la producción supliendo las exigencias hídricas de los vegetales, En
otros casos, el riego manifiesta sus efectos sobre la producción de los cultivos a través
de acciones diversas como:

3.4.1 Riego Fertilizante.

El agua puede contener sustancias con valor fertilizante, que depositadas en el suelo,
pueden elevar su fertilidad o enmendarlo. Esto sucede cuando el agua de riego recoge
las aguas de los pueblos o de los establos, o cuando contiene carbonato de calcio o de
magnesio (aguas duras), o cuando se le añaden expresamente sales fertilizantes.

3.4.2 Riego Lixibiante.

Los suelos de las regiones áridas contienen grandes cantidades de sales. Las escasas
lluvias no penetran en los suelos a la profundidad suficiente para producir una
percolación apreciable y esta falta de percolación de las regiones áridas, junto con la
excesiva evaporación superficial, produce la acumulación de sales que son
perjudiciales para la vida de las plantas.

Los riegos pueden ejercer una acción extraordinariamente eficaz de mejora de la


habitabilidad del suelo cuando se hacen de manera que laven y lleven a zonas
profundas a las sales acumuladas en la superficie. Análogamente, cuando se riega con
agua salobres es necesario emplear en cada riego cantidades de agua muy superiores a
las necesidades hídricas del vegetal, para poder realizar la acción de lavado sobre el
suelo y arrastrar la salubridad.
3.4.3 Riegos Térmicos.

En ciertos casos no es el agua de riego en sí la que ejerce efectos beneficiosos, sino


que es más importante el calor que el agua lleva consigo, manteniendo constante la
temperatura, eliminando o reduciendo las oscilaciones de temperatura entre el día y la
noche. Otro caso de riego térmico es el antiescarcha.

3.4.4 Riego Climatizante.

Un tipo muy difundido de riego climatizante es el que se conoce con el nombre de


MIST, que se realiza en los invernaderos y viveros para favorecer el enraizamiento de
ramas o vástagos de difícil arraigo con los sistemas tradicionales. Se realiza
nebulizando continuamente agua sobre las ramas de modo que permanezcan
continuamente húmedas.

Recientemente se ha propuesto un tipo de riego climatizante para cultivos a campo


abierto (riego en niebla) cuya función principal es la de crear unas condiciones
climáticas que favorezcan el desarrollo de las plantas. Si la temperatura es muy
elevada, con el riego disminuye y aumenta la humedad relativa del aire, por lo que se
reduce la evapotranspiración potencial.

3.5 Suelo y Riego

El estudio de la aptitud del suelo que se pretende regar debe tener en cuenta los
siguientes aspectos:

 Características topográficas.
 Pendiente.
 Uniformidad.
 Posibilidad de regularización.
 Perfil.
 Espesor.
 Permeabilidad del suelo.
 Contenido de sales. y
 pH.

Debe asegurarse una máxima aireación y desarrollo radical, una estabilidad y contar
con buenas propiedades hidrológicas. También se debe tomar en cuenta la velocidad
de infiltración y la capacidad de campo.
3.6 Clima y Regadío.

El estudio del clima es importante cuando se proyecta realizar un riego. Es necesario


conocer la pluviosidad, los vientos y sobre todo la evapotranspiración durante el
tiempo de regado. El conocimiento del viento de la zona puede orientar sin duda la
elección hacia ciertos sistemas de riego.

Cuando se proyectan regadíos se debe prestar particular atención a no interpretar


erróneamente las cifras de precipitaciones medias mensuales o anuales. Durante los
períodos largos, una zona puede estar sometida a variaciones de las precipitaciones
que se dan de un año a otro, en consecuencia las medias de períodos largos carecen de
significación a la hora de predecir la humedad que se espera en un mes o en un año
determinado. Los sistemas de riego han de ser calculados contando con las frecuencias
esperadas.

El conocimiento de la evapotranspiración es fundamental para establecer la cantidad


necesaria de agua para diferentes cultivos, ya que con el riego se reintegra el agua
evapotranspirada por el suelo cultivado.
En consecuencia, las medias de períodos largos carecen de significación a la hora de
predecir la humedad que se espera en un mes o en un año determinado. Los sistemas
de riego han de ser calculados contando con las frecuencias esperadas de los períodos
de sequía.

3.8 Sistemas de riego.

El agua de riego se aplica al suelo en tres formas básicas: por encharcamiento


superficial del terreno; por surcos o riego subterráneo y por aspersión. Además de los
distintos sistemas, pueden distinguirse los métodos de riego que difieren entre sí en la
forma de preparar las parcelas a regar y en algunos aspectos inherentes a la aplicación
del agua.

Los sistemas de riego varían con las zonas, dentro de cada región, y de una finca a otra
dentro de cada término, a causa de las diferencias se suelos, o de su topografía, del
abastecimiento del agua, de los cultivos y de las costumbres del lugar.
3.8.1 Sistema de riego Superficial.

 Riego por deslizamiento.

El agua se aplica por inundación de zonas extensas bajo la forma de una


película móvil; de este modo se logra que se infiltre hasta que el suelo esté
embebido en el grado deseado. El caudal de agua se calcula de acuerdo con la
permeabilidad del suelo de manera que se absorba lentamente.

La base del sistema es un campo con una cierta inclinación natural o artificial.
Sobre la parte alta del campo discurre la acequia que suministra el agua
perfectamente horizontal, y en la parte baja del campo el canal colector que
recoge el agua en exceso y la aleja, el agua se vierte sobre la parcela en forma
de lámina fina y uniforme. Se considera una buena distribución cuando el agua
llega al final de la parcela en un tiempo que equivale a la cuarta parte de la
duración total del riego.

 Método de las acequias horizontales.

Es el método que se practica en la montaña para regar prados y pastos. Las


acequias siguen las curvas de nivel y por eso son perfectamente horizontales,
desde las crestas a los valles el agua rebosa y escurre uniformemente hacia
abajo. Las acequias más bajas sirven de colectores de las aguas sobrantes que
proceden del terreno que está por encima. Con este método, si la pendiente es
muy fuerte, es necesaria una cubierta herbácea para conseguir una protección
eficaz contra la erosión y el lavado del suelo.

 Sistema de riego subterráneo.

Mediante este sistema, la superficie no se moja o se moja muy poco. El agua se


introduce a presión dentro de una red de tubos, enterrados a cierta
profundidad, de la cual sale y se difunde por capilaridad en la zona explorada
por las raíces.

Es un sistema técnicamente sugestivo, pero hasta ahora con pocas aplicaciones


prácticas. Un método bastante interesante está basado en una red enterrada
de tubos de plásticos flexibles provisto de fisuras. De este modo se evita la
obstrucción, que ocasionaría saltos de presión en la red de tubos.
Un tipo particular de este sistema es aquel en que cada árbol tiene un tubo
vertical, hendido en el suelo hasta la zona radicular por el que se introduce
agua a fin de que pase a la raíz.

 Sistema de riego por aspersión.

El riego por aspersión consiste en aplicar agua a la superficie del terreno


rociándole en forma de lluvia ordinaria. Este sistema ha sido usado desde
épocas antiguas, en horticultura, fruticultura y jardinería, mediante las
regaderas o instrumentos similares, pero la aspersión propiamente dicha como
sistema de riego se inicio en el siglo XX.

Los primeros sistemas de riego por aspersión que se emplearon fueron


instalaciones fijas de tuberías perforadas, que se colocaban sobre los árboles,
con aspersores rotatorios. A principios de los años treinta, con el desarrollo de
la fabricación de tuberías hechas de aleaciones ligeras y sistemas de
acoplamiento rápidos, se empezaron a usar los sistemas portátiles, más baratos
y cuyo uso se expandió rápidamente.

Este sistema de riego en forma de lluvia se difundió en gran parte porque era
especialmente adecuado para ciertas condiciones. Así, por ejemplo, los suelos
demasiados porosos, en los que los métodos de riego superficiales de tipo
tradicional no son adecuados, aceptan muy bien la distribución del agua que
facilita este sistema. También es recomendado en suelos de orografía muy
abrupta, que no permiten una buena nivelación, así como en los de gran
pendiente y en los que son muy erosionables o excesivamente ondulados, es
adecuado utilizar este sistema, cuando se dispone de un pequeño caudal de
agua y no requiere el empleo de mano de obra demasiada especializada.

3.9 Fertilización.

Se entiende por fertilización la mejora de la fertilidad agronómica del suelo mediante


la adición de sustancias capaces de modificar positivamente la función nutritiva o las
condiciones de habitabilidad del mismo.

Un fertilizante es toda sustancia o técnica que se emplea para restituir o aumentar la


fertilidad del suelo, ya sea en cuanto a la estructura, el PH o a sus elementos nutritivos.
Los fertilizantes pueden dividirse en enmendantes o modificadores de la estructura,
correctivos o modificadores del PH y abonos o sustancias empleadas para mejorar las
condiciones nutritivas del suelo.
3.10 Nutrición de las plantas.

Las plantas son organismos capaces de sintetizar compuestos orgánicos a partir de


sustancias inorgánicas. Los elementos necesarios para el crecimiento, desarrollo y
producción de los vegetales cultivados son: el carbono, hidrógeno y oxígeno tomados
del agua; el dióxido de carbono del aire y las sales minerales del suelo a través de las
raíces.

Las sales minerales proceden de las rocas de la parte sólida de la Tierra, las cuales
mediante los procesos de meteorización, se convierten en productos solubles, que son
transportados hasta los suelos y son absorbidos por las plantas y posteriormente por
los animales. Por la acción del hombre y bacterias, las sustancias inorgánicas vuelven al
suelo al descomponerse los productos de desecho y los restos orgánicos de los
animales y de las plantas, teniéndose entonces dos tipos de abonos: minerales y
orgánicos.

a) Abonos minerales.

Para conservar y aumentar la fertilidad del suelo, resulta necesario añadir


cantidades de nitrógeno, fósforo y potasio. Por lo general, un contenido
elevado de materia orgánica significa un adecuado contenido en estos
elementos, pero cuando los análisis indican la carencia de alguno de ellos, es
necesario recurrir a los abonos minerales que suelen clasificarse en:
nitrogenados, fosfatados y complejos.

b) Abonos orgánicos.

Se entiende por abonos orgánicos, todas las sustancias de origen animal,


vegetal o mixtos, que se añaden al suelo con el fin de mejorar su fertilidad.
Constituye una técnica tradicional y muy eficaz para mejorar los cultivos, ya
que mediante este sistema se añaden al suelo todas las sustancias necesarias
para las plantas. No obstante la proporción de nutrientes no es siempre las
más adecuadas, por lo que requiere el uso complementario de abonos
minerales.

Los abonos orgánicos además de aportar al suelo sustancias nutritivas, influyen


positivamente sobre la estructura del suelo y sirven de alimento a los
microorganismos.

Se puede citar entre los abonos orgánicos de origen animal a: la orina, sangre,
huesos, cuernos, deyecciones sólidas, residuos de pesca, etc. de origen vegetal:
la turba, residuos de cultivos, semillas, hojas secas, algas, etc. y de origen
mixto como: el estiércol, residuos de hogares, etc.

a. Cultivos orgánicos.

CAPÍTULO 4

FUNDAMENTOS DE BIOLOGÍA ANIMAL.

4.1 Especies menores, avícolas, piscícolas, apicultura, caprino, porcino,


Vacuno, etc.

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