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a. La atmósfera.
La mitad del agua atmosférica está comprendida en los primeros 1800 m. de altura y el
material sólido atmosférico en un espesor menor.
Esta concentración sufre variaciones diarias y estacionales. Durante el día las plantas
utilizan el CO2 para realizar la fotosíntesis, y la concentración disminuye, alcanzando
un mínimo a primeras horas de la tarde. Si la cantidad de CO2 alcanza valores
inferiores a las 100 ppm, la intensidad de la fotosíntesis disminuye.
Por encima de 1000 y 1500 ppm, la atmósfera se hace malsana para el hombre y los
animales.
a. El viento.
Encamado: por efecto del viento los tallos de las plantas herbáceas (maíz, sorgo,
girasol, etc.) se tumban sobre el suelo.
Tronchamiento: por efecto del viento, los vegetales sufren rotura en el tronco o en
el tallo.
Caída de frutos.
b. La contaminación atmosférica.
Los agentes contaminantes son: los humos, las cenizas y los gases, que son los más
importantes dentro de la contaminación atmosférica.
Entre los gases que se encuentran en mayor cantidad, tenemos: el anhídrido sulfuroso,
que ocasiona el blanqueamiento marginal de las hojas y posteriormente la desecación,
el hidrógeno sulfurado, el ácido fluorhídrico, los óxidos de nitrógeno y los oxidantes.
También se debe tomar en cuenta que a demás de la llamada atmósfera seca se han
de añadir pequeñas cantidades de helio, metano, criptón, óxido nitroso, hidrógeno,
xenón y ozono que representan en un 0.01% del volumen total.
El espectro de la radiación electromagnética incluye desde los rayos X y gama (γ) que
tienen longitudes de onda muy pequeñas 10 ¯¹⁰ cm, hasta las ondas de radio con
longitudes de onda del orden de 10⁴ cm.
La temperatura de la superficie terrestre, los movimientos del aire y el vapor de agua
dependen de estos rayos caloríficos.
La energía que alcanza las capas altas de la atmósfera se estima en 2 calorías pos cm²
cada minuto, pero esta cantidad disminuye al llegar a la superficie de la Tierra, ya que
la atmósfera absorbe y refleja parte de esta radiación. Por otra parte, la energía solar
recibida difiere según las regiones y la estación del año, debido a la forma esférica de
la Tierra y a la inclinación de su eje de rotación sobre sí misma, respecto al plano
elíptico de rotación alrededor del Sol. Las regiones que captan más energía son
aquellas en las que los rayos del Sol inciden perpendicularmente, tal como sucede
prácticamente durante todo el año en las regiones ecuatoriales. En las demás regiones,
a medida que vamos del Ecuador a los Polos, los rayos del Sol inciden cada vez más
oblicuamente, con la consecuente disminución de la energía solar absorbida.
Una parte de la energía solar recibida por la Tierra no es absorbida, sino que se refleja
y vuelve a la atmósfera (albedo). La energía luminosa (luz visible) es absorbida por los
pigmentos clorofílicos de las plantas verdes y utilizada para realizar la fotosíntesis. La
energía calorífica (rayos infrarrojos) es absorbida en parte por el agua de los tejidos
vegetales, produciéndose el fenómeno de la evaporación (transpiración); la otra parte
es absorbida por el suelo calentándolo y evaporando el agua contenida en él.
Casi nunca una deficiencia de radiación luminosa actúa como factor limitante. Defectos
de iluminación pueden darse en plantaciones muy densas, donde las hojas inferiores
reciben menos radiación. Pero, por otra parte, si hay plantas, éstas podrían quemarse.
1.8. Fotoperiodismo.
En los equinoccios y en el Ecuador el día y la noche son de 12 horas cada uno; pero
esto es una excepción. La longitud del día varía según un ciclo estacional, con variación
de la duración relativa del día y de la noche dependientes de la latitud:
Según la longitud del fotoperíodo, las plantas pueden clasificarse en tres categorías:
plantas brevidiurnas, plantas longidiurnas y plantas fotoindiferentes.
Para florecer, las plantas brevidiurnas necesitan un período de oscuridad más largo
que el umbral crítico (12 – 14 horas) y no pueden florecer bajo condiciones de
iluminación continua (soja, tabaco, sorgo, crisantemo, etc. especies de origen tropical
y subtropical).
En ciertos cultivos, sobre todo en invernadero, el control de la longitud del día es una
práctica habitual y existen distintos métodos para ello.
Si se cubre el cultivo con una tela de plástico negro, puede acortarse el día en verano,
reduciendo a 8 horas diarias de sol. Con ello se favorece la floración de las plantas de
días cortos, así se consigue programar el cultivo de crisantemo. La misma técnica
puede aplicarse para evitar la floración indeseada de las plantas de días largos.
En el campo agrícola nos interesa conocer la temperatura del aire y la del suelo, ya que
de éstas depende la de la planta.
Cuando amanece, la Tierra empieza a recibir más calor que el que emite a la
atmósfera, con lo que aumenta cosiderablemente su temperatura. A lo largo del día las
ganancias de calor son compensadas por las pérdidas por irradiación, convección y
conducción. Este equilibrio se mantiene hasta después del medio día, cuando la
radiación solar es más débil. Al anochecer la superficie caliente de la Tierra sigue
cediendo calor, pero no recibe aporte de éste, con lo que la temperatura del aire
decrece y la del suelo aún más, llegándose a un mínimo térmico a la salida del Sol.
Entre los factores que son regulados por el hombre y que pueden influir en la
temperatura del suelo, tenemos:
a) Color del suelo.
Cuando el color del suelo es obscuro, absorbe casi todas las radiaciones que le
llegan, reflejando muy pocas, aumentando de ese modo su temperatura.
Cuanta más agua hay en el suelo, más lentos son los cambios de temperatura
en éste, porque el calor específico del agua es mayor que el calor específico de
sus constituyentes sólidos. Es decir, el agua retiene una mayor cantidad de
calor que las partículas sólidas y además, en un suelo saturado de agua la
radiación calorífica procedente del Sol se utiliza para evaporar el agua y no para
aumentar la temperatura del suelo.
La intensidad de radiación solar recibida por una superficie depende del ángulo
que forman los rayos solares respecto al terreno y es más alta cuanto más
perpendicularmente inciden sobre el mismo. A una mayor exposición a la
radiación solar corresponde, evidentemente, una mayor temperatura del
terreno. También varía con respecto a la orientación.
Las temperaturas cardinales, máxima y mínima, son aquellas que por encima o por
debajo de su valor, una función vital queda detenida, pero reemprende su
funcionamiento cuando la temperatura vuelve a los valores intermedios. Si se alcanzan
temperaturas críticas, máxima y mínima, las funciones vitales sufren daños
irreparables.
Los efectos de la temperatura no son iguales para las especies vegetales. Las especies
microtermas son aquellas cuyas funciones vitales se desarrollan mejor a bajas
temperaturas y las macrotermas se desarrollan mejor a temperaturas más elevadas.
Las distintas fases del ciclo de una planta tienen exigencias térmicas crecientes. Por
ejemplo, para el Trigo, se han encontrado las siguientes temperaturas cardinales
mínimas: 0 – 5°C para germinar; 10 – 12°C para espigar; 17°C para florecer y 19°C para
madurar.
Las plantas tiene unos mecanismos para sobrevivir durante la estación adversa: el
fotoperiodismo; la vernalización y la latencia.
1.16. Temperaturas críticas.
Las altas temperaturas tienen efectos negativos sobre la producción vegetal, ya que la
respiración es superior a la fotosíntesis, con la consiguiente disminución de la
asimilación neta, además causan daños en las plantas, como: la deshidratación; la
muerte del protoplasma por coagulación; la quemadura del cuello de los cereales; etc.
Puede superar los efectos de la helada cuando crece bajo unas condiciones nutritivas
óptimas, ya que los jugos celulares están más concentrados.
Durante el invierno, las plantas poseen unos mecanismos que les confiere resistencia
frente a las heladas. Éstos mecanismos, llamados de endurecimiento, consisten en el
acumulo de sustancias de reserva, aumento de la concentración de los jugos celulares,
entrada en reposo vegetativo y disminución de agua en los tejidos.
Pero también existen heladas en verano y son éstas las que ocasionan más daños a las
cosechas, llamadas tardías o precoces. Su duración es corta y se presentan en forma de
escarcha.
El agua, sustancia de la vida, cubre las tres cuartas partes de la superficie del planeta
Tierra y representa el mayor componente de los organismos vegetales y animales. De
estas tres cuartas partes, el 97% no se utiliza por ser agua salada de océanos y mares; y
de ese pequeño 3% utilizable, el 98% se encuentra congelada en los casquetes polares,
o evaporada en la atmósfera.
La atmósfera contiene agua en los tres estados: en forma de vapor que se comporta
como un gas y que constituye la humedad absoluta, en gotas de condensación y en
estado sólido.
La humedad de aire no tiene mucha importancia como fuente directa de agua para los
vegetales, pero tiene un gran significado como reguladora de las pérdidas de agua por
evaporación del suelo y por transpiración de las plantas.
El agua de la superficie del planeta está sometida a un continuo ciclo. Del agua
procedente de la precipitación, la vegetación utiliza una parte muy pequeña para sus
funciones vitales, el resto mediante el proceso de transpiración, la devuelve a la
atmósfera en forma de vapor. Una parte del agua recibida en el suelo vuelve a la
atmósfera de un modo más o menos rápido por evaporación, la parte que queda en la
superficie por escorrentía, va a parar a la hidrósfera y más tarde termina por
evaporarse.
Para vivir, la planta necesita solamente el agua presente en el suelo, agua que
proviene de la evaporación y que retorna al suelo en forma de hidrometeoros que
pueden presentarse en formas diversas:
La lluvia: es el resultado del paso del agua en estado de vapor a estado líquido.
La nieve: resulta del paso del estado de vapor a sólido.
El rocío: es la condensación de la humedad atmosférica sobre superficies frías.
Cuando el rocío se produce a temperaturas bajo cero da lugar a la escarcha.
El granizo: es el resultado de la condensación de agua en la parte alta de la
atmósfera con temperaturas inferiores a 0°C, en torno a núcleos de
condensación.
La principal fuente de agua del suelo es la lluvia, factor determinante del clima y de los
rendimientos. La precipitación hídrica se mide en milímetros y un milímetro de lluvia
equivale a un litro por metro cuadrado o diez metros cúbicos de agua por hectárea.
Del total de agua absorbida por una planta, sólo una pequeña cantidad es retenida, la
mayor parte, aproximadamente un 99% se transporta a las partes aéreas, donde se
evapora. La pérdida de agua de las plantas en forma de vapor se llama transpiración.
Conocer el potencial hídrico de las plantas es muy importante para saber su estado
hídrico en cada momento y así aplicar el riego en el momento adecuado.
El material básico a partir del cual se forma el suelo es la roca madre, que sirve de
soporte al tiempo que suministra los componentes que lo forman. La relación entre la
composición de la roca madre y la naturaleza del suelo es más patente en los suelos
jóvenes, de formación reciente que en los suelos evolucionados o maduros.
Los suelos pueden formarse y depositarse sobre un soporte compacto y duro como
puede ser el granito, son los llamados suelos autóctonos, o bien sobre un sedimento
como sedimentos aluviales, limos eólicos, etc., que también actúan como roca madre,
llamados suelos alóctonos o transportados.
Los suelos autóctonos tienen características poco favorables para la agricultura, son
poco fértiles, poco profundos y están constituidos por partículas de la misma
naturaleza. Por el contrario los suelos alóctonos tienen las características que les faltan
a los anteriores por lo que son considerados generalmente muy adecuados para la
implantación de cultivos.
1.25. Meteorización de las rocas.
El suelo contiene ciertas cantidades de líquido (agua) y de gas (aire), pero sus
componentes más abundantes se presentan en estado sólido. La parte sólida del suelo
está constituido por partículas de dimensiones variable, desde las más pequeñas que
se encuentran en estado coloidal, a las más gruesas que se presentan como granos de
arena, gravas o bloques.
La textura de un suelo se define por el análisis mecánico de la tierra fina, que consiste
en separar cuantitativamente las diversas fracciones según su tamaño.
Los suelos óptimos para la agricultura son los francos ya que presentan una textura
representada por diversas fracciones granulométricas en proporciones armónicas.
TEXTURA DE UN SUELO FRANCO
DENOMINACIÓN CONTENIDO EN %
Gravas AUSENTE
Arena Gruesa 50 – 30
Arena fina 30 – 15
Limo 15 – 10
Arcilla 10 – 5
Caliza 5–1
Materia Orgánica 5–3
Las partículas sólidas que constituyen el suelo pueden ser de naturaleza mineral,
orgánica u orgánico mineral.
Las partículas minerales forman la mayor parte de la fase sólida del suelo y provienen
del material rocoso originario, constituido por una mezcla de partículas de diferentes
dimensiones y propiedades físicas y químicas.
Las sustancias orgánicas forman un componente esencial del suelo. Son los organismos
vivos del suelo y están constituidos por los productos metabólicos, restos de estos
seres y de hojarasca, restos en vía de descomposición, humificación y humus.
CAPÍTULO 3
El agua es un elemento básico para la vida de los seres vivos: animales, plantas y
microorganismos.
Al actuar como disolvente constituye junto con las sales minerales la solución del
suelo. Además tiene un importante papel en la formación del suelo, porque interviene
en los procesos de meteorización física y química también sirve como medio de
transporte para hacer descender sustancias disueltas de una parte del perfil a otra.
El exceso de agua existente se pierde hacia el fondo del perfil por drenaje, como
también se elimina parte del agua por evapotranspiración.
Fuerza de Absorción: son las que actúan sobre las capas moleculares del agua que
envuelven las partículas del suelo.
Fuerza de gravedad: Es aquella que hace que el agua se deslice hacia la parte
profunda del perfil y determina el potencial gravitacional.
El agua que escurre un suelo saturado, es decir el agua no retenida, recibe el nombre
de agua gravitacional.
Dos o tres días después de una lluvia el movimiento descendente del agua se para, los
macroporos se vacían de agua y se llenan de aire quedando el agua retenida en los
microsporos. Esta agua se llama capilar y es la que utilizan las plantas para su
crecimiento.
A la cantidad de agua que las fuerzas de capilaridad son capaces de retener en el suelo
se denomina Capacidad de Campo.
Cuando el suelo se seca, las plantas no pueden absorber agua con la misma rapidez
con que la pierde por transpiración. El agua del suelo solamente se localiza en los
intersticios más pequeños. La cantidad de agua en este momento toma el nombre de
punto de marchitez o humedad crítica.
De estas técnicas agrícolas una de las principales es la que se conoce como laboreo ,
que consiste en el conjunto de manipulaciones mecánicas del suelo realizadas con el
fin de obtener las condiciones más favorables para acoger al cultivo, convirtiéndose en
un factor indispensable en la producción agrícola, por tanto la producción vegetal es
mejor en un terreno labrado.
Las labores del suelo se efectúan con instrumentos adaptados especialmente para
cada función. Así, hay instrumentos volteadores, que mezclan las capas del suelo;
instrumentos cortantes, que realizan la disgregación del suelo, pero sin invertir el
orden de los estratos; instrumentos mezcladores y otros especiales y mixtos.
La tracción de estos instrumentos puede ser humana, animal o motora. Hoy en día los
motores mecánicos han desplazado prácticamente a las otras dos formas de tracción.
Estos obstáculos comprenden la vegetación espontanea, las piedras, las rocas, etc.
Que se encuentra normalmente en las praderas, matorrales y bosques. Estos
terrenos deben ser sometidos a la operación de roturación, que en sentido estricto
es la primera labor que se realiza en un suelo inculto.
La vegetación natural que impide el cultivo del terreno puede ser de muy distinta
magnitud, desde las estepas y matorrales, hasta los bosques, pero incluso en el
caso de prados y pastos naturales, es necesario efectuar una roturación previa al
cultivo. Naturalmente, en este último caso, la operación es fácil y se limita al
enterramiento de la cubierta herbácea. En otros casos, será necesario recurrir a la
extirpación o quema.
Superficiales 20 cm.
Ligeras 20 – 25 cm.
Medias 25 – 45 cm.
Profundas 40 – 60 cm.
La escarda consiste en remover superficialmente el suelo que hay entre una fila de
plantas y otra, con máquinas escardadoras o a mano con azadas o azadillas. La
profundidad de la escarda no debe ser ni demasiado exigua ni excesiva (para no
dañar el aparato radicular), en general se efectúa a 5 – 6 cm.
3.3 Riego.
El riego es una aplicación artificial de agua al terreno con el fin de suministrar a los
vegetales la humedad necesaria para su desarrollo.
Hasta aquí nos hemos referido al riego más común, en el cual el agua ejerce su acción
benéfica sobre la producción supliendo las exigencias hídricas de los vegetales, En
otros casos, el riego manifiesta sus efectos sobre la producción de los cultivos a través
de acciones diversas como:
El agua puede contener sustancias con valor fertilizante, que depositadas en el suelo,
pueden elevar su fertilidad o enmendarlo. Esto sucede cuando el agua de riego recoge
las aguas de los pueblos o de los establos, o cuando contiene carbonato de calcio o de
magnesio (aguas duras), o cuando se le añaden expresamente sales fertilizantes.
Los suelos de las regiones áridas contienen grandes cantidades de sales. Las escasas
lluvias no penetran en los suelos a la profundidad suficiente para producir una
percolación apreciable y esta falta de percolación de las regiones áridas, junto con la
excesiva evaporación superficial, produce la acumulación de sales que son
perjudiciales para la vida de las plantas.
El estudio de la aptitud del suelo que se pretende regar debe tener en cuenta los
siguientes aspectos:
Características topográficas.
Pendiente.
Uniformidad.
Posibilidad de regularización.
Perfil.
Espesor.
Permeabilidad del suelo.
Contenido de sales. y
pH.
Debe asegurarse una máxima aireación y desarrollo radical, una estabilidad y contar
con buenas propiedades hidrológicas. También se debe tomar en cuenta la velocidad
de infiltración y la capacidad de campo.
3.6 Clima y Regadío.
Los sistemas de riego varían con las zonas, dentro de cada región, y de una finca a otra
dentro de cada término, a causa de las diferencias se suelos, o de su topografía, del
abastecimiento del agua, de los cultivos y de las costumbres del lugar.
3.8.1 Sistema de riego Superficial.
La base del sistema es un campo con una cierta inclinación natural o artificial.
Sobre la parte alta del campo discurre la acequia que suministra el agua
perfectamente horizontal, y en la parte baja del campo el canal colector que
recoge el agua en exceso y la aleja, el agua se vierte sobre la parcela en forma
de lámina fina y uniforme. Se considera una buena distribución cuando el agua
llega al final de la parcela en un tiempo que equivale a la cuarta parte de la
duración total del riego.
Este sistema de riego en forma de lluvia se difundió en gran parte porque era
especialmente adecuado para ciertas condiciones. Así, por ejemplo, los suelos
demasiados porosos, en los que los métodos de riego superficiales de tipo
tradicional no son adecuados, aceptan muy bien la distribución del agua que
facilita este sistema. También es recomendado en suelos de orografía muy
abrupta, que no permiten una buena nivelación, así como en los de gran
pendiente y en los que son muy erosionables o excesivamente ondulados, es
adecuado utilizar este sistema, cuando se dispone de un pequeño caudal de
agua y no requiere el empleo de mano de obra demasiada especializada.
3.9 Fertilización.
Las sales minerales proceden de las rocas de la parte sólida de la Tierra, las cuales
mediante los procesos de meteorización, se convierten en productos solubles, que son
transportados hasta los suelos y son absorbidos por las plantas y posteriormente por
los animales. Por la acción del hombre y bacterias, las sustancias inorgánicas vuelven al
suelo al descomponerse los productos de desecho y los restos orgánicos de los
animales y de las plantas, teniéndose entonces dos tipos de abonos: minerales y
orgánicos.
a) Abonos minerales.
b) Abonos orgánicos.
Se puede citar entre los abonos orgánicos de origen animal a: la orina, sangre,
huesos, cuernos, deyecciones sólidas, residuos de pesca, etc. de origen vegetal:
la turba, residuos de cultivos, semillas, hojas secas, algas, etc. y de origen
mixto como: el estiércol, residuos de hogares, etc.
a. Cultivos orgánicos.
CAPÍTULO 4