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Algún día alguien debería tener la buena idea de escribir una enciclopedia que lleve
por título Historia Universal del Encantamiento. Resulta increíble que aún no exista una
biblioteca ilustrada que recoja todos y cada uno de los libros que se han escrito, con mejor o
peor fortuna, sobre el mundo de la fantasía. Quizá sólo Borges, que inventó tantos laberintos y
recorrió todos los caminos de la literatura, visitó alguna vez el paradero real de esa fantástica
biblioteca. En ella encontraríamos a Perrault y a los hermanos Grimm, a Andersen y a Michael
Ende, a Tolkien y a Ana María Matute con su Olvidado Rey Gudu y, por supuesto, a muchos
otros que soñaron mundos posibles o se adentraron en los rincones poco frecuentados de éste
para traernos, recuperadas, las historias perdidas que olvidamos cuando accedimos al pestilente
mundo de los adultos.
Recuperar la infancia. Volver a escuchar los cuentos que leímos cuando fuimos niños.
Sentir de nuevo miedo, si ese miedo nos hace más humanos y nos devuelve la inocencia que
dejamos cuando aprendimos a ser incrédulos. Creer de nuevo en las hadas, en su encantamiento.
Ser otra vez capaz de imaginar que lo imposible sostiene con su hechizo cada una de nuestras
certezas. Aceptar la invitación de lo irreal, ser sus comensales. Aprender a vivir de otro modo, si
es verdad que para querer vivir es necesario imaginar. Aunque ya no sea posible regresar al
mundo que perdimos, podemos recordar al menos lo que nos enseñaron. También cada uno de
los instantes que vivimos se perdieron en nuestra memoria y ahora parece mentira que hayan
sucedido alguna vez. Parece mentira que todo eso que ya no existe sustente lo que ahora somos.
Como las leyendas, los mitos, los cuentos, los hechizos y toda clase de fantasías. Parece mentira
que lo irreal sostenga con tanto esfuerzo a lo que creemos verdadero. Al fin y al cabo, qué sería
de nosotros sin la ayuda de lo increíble.
Se me ocurre ahora imaginar que en algún anaquel perdido de esa imaginada
biblioteca, escondido por la incredulidad del hombre, cubierto de polvo y estropeado por el paso
de los siglos que pasan en los cuentos, se encuentra el libro que el lector tiene ahora entre sus
manos. Hace mucho tiempo que nadie visita esa sección, la dedicada al mundo de las hadas, y
por eso no es imposible que la cubierta esté cuarteada y muy borroso ya el título, El mundo de
las hadas a través de los cuentos, y también el nombre completo de su autora, Alejandra
Ramírez Zarzuela.
El viajero que llegó hace días a esa estancia de la biblioteca no se imagina todavía que
está en un lugar distinto a todos los que ha visitado. No sabe todavía que de un momento a otro
comenzarán a suceder fenómenos extraños que su imaginación tardará en comprender. Hace
tiempo que olvidó o dejó de creer en cada uno de los seres que se le irán apareciendo. De
pronto, y casi sin pensarlo, ha sacado el libro de su sitio y ha comenzado a leer. Comprende
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entonces que las palabras que ahí están escritas le devuelven un paraíso clausurado hace tiempo.
Comienza a reconstruir con sus ojos cada unas de las ilusiones perdidas y su soledad se alegra
con esa elegante esperanza.
Ese libro que está leyendo es una invitación para no olvidar del todo los territorios de
la infancia. ¿Existió alguna vez una ninfa llamada Calipso que se enamoró de un viajero que
sólo quería encontrar el camino de regreso a casa? ¿Será verdad que los hilos que nos mueven
están en las manos de tres viejas hilanderas, y que una de ellas es la encargada de hacer el corte
que ha de dar fin a nuestra vida? ¿Será posible que también un hada sufriera la calumnia de los
hombres y ahora esté siendo recordada como una malvada bruja sólo para exaltar la figura de un
mítico rey?¿Hay alguien que recuerde todavía a la reina Mab, que crea en la tragedia de
Melusina, que siga las enseñanzas de la vieja Habetrot o sea capaz de enamorarse, como los
héroes del romanticismo, de unos ojos verdes o una voz que lo llama desde un claro del bosque?
Mientras lee en voz alta, el viajero que se atrevió a adentrarse por los pasillos de la
biblioteca tiene la vana creencia de que en algún lugar del mundo su voz leyendo tiene un eco
pálido en la voz de otro hombre, y que ese hombre es de algún modo un intérprete, un iniciado
en la lectura de los libros que su mano toca ahora en los anaqueles que recorre con la vista y que
muy pronto va a comenzar a leer. Él sabe ya que nunca podrá salir de esa estancia en la que
alguna vez estuvimos todos y de la un día que fuimos desterrados.
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ALGUNOS TORPES CONSEJOS PARA LOS QUE SE INICIAN EN EL MUNDO DE
LAS HADAS
1. Si éste es el primer libro que lee sobre hadas, y esto mismo le es válido para
cualquiera, debe tratar de liberar su mente de prejuicios. El mundo al que se asoma no es
tangible como la página que pasa, pero no por ello puede ser menos real en su pensamiento.
Olvide por unos minutos que usted es el centro del universo y que todo es como usted piensa.
Intente ponerse siempre en la óptica del otro, porque puede ser que entonces comprenda mejor
su propio mundo y el de las hadas.
4. Si quiere que la suerte le favorezca, nunca olvide que las hadas pueden estar
próximas a usted. Algo tan fácil como dejar un vaso de leche o de agua sobre la mesa cada
noche puede ser positivo y, por si un hada le está poniendo a prueba, cuando le pidan ayuda no
dude en prestarla.
5. Recuerde que la naturaleza, las hadas y los humanos comparten un mismo mundo.
Jamás maltrate a los animales, haga daño a los árboles o ensucie los ríos y mares. Aparte de que
está haciendo un mal contra usted mismo, un hada puede darle su merecido.
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LOS ORÍGENES
Los orígenes
Al igual que la mayoría de las palabras de nuestra lengua, la palabra “hada” viene del
latín. Generalmente se acepta que viene de fatum, en su forma plural fata, que significa oráculo,
designando así el destino, el hado, el futuro. De fata a hada no es muy difícil rastrear su
evolución. Primero evolucionó la t que, como el resto de las oclusivas sordas (p, t, k), en
posición intervocálica cambió a su forma sonora d (b, d, g), quedando la palabra “fada”.
En los primeros textos medievales en lengua castellana ésta era la forma que aparecía,
fada, como confirma el Rimado de Palacio, algunos textos de Juan Ruiz, el Apolonio, etc. En
ellos esta palabra no significaba lo que ahora significa, sino que la palabra fada respondía al
significado de “suerte, destino”, más apegado a su origen fatum (oráculo, destino, fatalidad,
hado).
De fada a hada pasó por la aspiración de la f inicial latina. Más tarde esta aspiración se
perdió, quedando así el sonido [ada]. En castellano dejamos signo gráfico de su pérdida
poniéndole una h-, para que se supiera que venía de esa f-, aunque ya no sonara. Desde un punto
de vista etimológico su evolución sería: fata > fada > hada.
En latín fata, además de oráculo, tenía otro significado, que explica mejor por qué a las
hadas se les llama así. Fata era otro modo de llamar a las Parcas. Las Parcas eran divinidades
del destino, tres hermanas a las que se representaba como hilanderas y que limitaban a su
antojo la vida de los hombres. Recibían el apodo de Tria Fata, las tres Hadas (Nona, Decima y
Morta). Una presidía el nacimiento, otra el matrimonio y la tercera la muerte. Las Parcas
presidían los nacimientos y decidían sobre el destino del niño.
Los romanos tomaron la idea de la Tria Fata de las Moiras griegas, de las que adoptaron
todas sus características. También eran tres, Cloto, Láquesis y Átropo, y velaban en un palacio
cercano al Olimpo por el desarrollo de la vida de los hombres. En un principio para los griegos
todo humano tenía su moira, su parte de vida, de suerte, pero con el tiempo se convirtieron en
divinidades, y fue a partir de la epopeya homérica (La Ilíada) cuando quedaron establecidas las
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Los orígenes
tres como reguladoras de nuestras vida: Cloto hilaba, simbolizando el curso de nuestra
existencia; Láquesis enrollaba, transcurriendo así la vida del individuo; y cuando Átropo cortaba
el hilo acababa nuestra vida.
Sin duda es por esta línea, por la Tría Fata, por donde debemos pensar que proviene la
evolución de nuestra palabra: las damas que rigen nuestro destino. Muchos siglos después,
Charles Perrault se hace eco de la tradición, ese milagro que hace que tengamos historia, y ya en
el siglo XVII escribe La Bella Durmiente del Bosque, continuando siglos más tarde la idea de
las Parcas.
Recordemos la infancia:
Todo empezó cuando la reina de un lejano reino dio a luz a la niña más bonita que
jamás la corte había visto. Su marido, el joven soberano, lleno de alegría, quiso invitar a todas
las hadas del reino al bautizo de su primera hija, para que le transmitieran suerte en su vida y le
concedieran un don. Pero los nervios traicionaron al monarca, que en un torpe descuido olvidó a
una de las hadas, una viejecita que hacía años que tejía encerrada en la torre del castillo.
Ofendida por el olvido se presentó en el bautizo y le echó un maleficio: “cuando cumpla los
quince años se pinchará con una rueca y morirá”. Todas las hadas le habían ya ofrecido sus
dones a la hermosa princesa, menos una, que lo único que pudo hacer fue modificar el hechizo:
no moriría la princesita, pero dormiría durante cien años.
El resto no os lo cuento ahora, porque esto me basta para demostrar cómo a lo largo de
las distintas culturas se ha seguido transmitiendo la misma idea: las hadas como una especie de
“divinidades” que protegen, controlan e intervienen en la vida de los humanos. Y en esto
coincidieron los griegos con las Moiras, los romanos con las Parcas, y nuestra infancia con
Perrault. Y un detalle más, la princesa se durmió con el huso de hilar, y las Parcas eran
hilanderas. ¿Es una mera coincidencia siglos después o apunta a una memoria común entre los
seres humanos?
En cuanto a la palabra “hada”, se rastrea un mismo origen en el resto de las lenguas
europeas. Todas tomaron la misma raíz para designar a estos seres. Comparten una misma idea
y un origen común, lo que nos da una idea de la universalidad de las hadas.
La palabra francesa “fée” procede también del latín fatae. Según cuentan por ahí,
cuando los romanos decidieron que Roma era poco para ellos y decidieron extenderse por
Europa (que por aquellos entonces no se llamaba Europa), llegaron a las Galias y las llevaron
con ellas. La presencia de las hadas es muy importante en el folclore francés. A nuestro país
vecino le debemos la primera versión escrita sobre Melusina, una de las hadas más conocida por
todas las culturas.
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Los orígenes
Tiempo después, y ya dominada las Galias, los romanos continuaron su dominio por
Europa e invadieron Inglaterra. Cuentan también que tampoco esta vez las olvidaron, y las fées
francesas acompañaron a los soldados. Del francés “fée” surgió por evolución la palabra que
usan los ingleses para designarlas. Primero crearon “fay” y posteriormente “fairy”, en plural
“fayries”, como se les conoce actualmente. También los ingleses dedicaron muchas páginas a
las hadas, y si no recordemos todo el ciclo artúrico y a Morgan La Fay, que rescató o secuestró,
según se interprete, al rey Arturo.
No sólo el avance romano es responsable de la extensión de la palabra “hada”, tampoco
hay que olvidar el papel relevante que jugaron las Cruzadas en la historia europea. Con las
Cruzadas también se introdujeron en Europa las ideas predominantes en Oriente acerca de los
seres fantásticos, formando una literatura del Reino de las Hadas que llegó incluso a constituir
un género poético especial.
El punto de discusión en este aspecto surge en el estudio de la etimología de esta
palabra. Algunos defienden que puede provenir de fata, como forma plural neutra de fatum (que
al ser neutro recalcaría la esencia etérea de estos seres), mientras que para otros vendría de
fatae, recalcando su forma femenina.
Para mí, al margen de esta polémica, lo verdaderamente importante es que viene del
latín y que distintas lenguas comparten un mismo origen, creando una especie de unión entre
todas las lenguas. De fata o fatae proviene hada en castellano, fata en italiano, en portugués
fada, en francés fée, en alemán fee y en inglés fay, más tarde fairy. La tradición no sólo ha
mantenido su significado, sino que además compartimos su etimología.
En cuanto a su aparición en los textos castellanos, desde los primeros textos medievales
se rastrea el significado de “fada”, pero no con el significado actual, sino con el sentido de
“destino”. También se usaba en esta época aplicado a las Parcas, como personificación
femenina del Hado. En los libros de caballerías era un término muy usado y, según Corominas,
con el sentido de hechiceras. En los libros de caballería las “fadas” eran seres femeninos
sobrenaturales que intervenían en la vida de los hombres. Pues sí, nuestras primeras “fadas”
literarias eran hechiceras. En ocasiones, como puede contarnos la hada Morgana, en los textos
medievales no estaba tan claro el límite entre las hadas y las brujas.
Y aunque hoy en día parece que hemos llegado al acuerdo de que las hadas son buenas
y las brujas malas, nuestros lingüistas tampoco parecen tenerlo claro.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define hada como “ser
fantástico que se representaba bajo la forma de mujer, a quien se atribuía poder mágico y el don
de adivinar el futuro”. Pero, ¿no son acaso las brujas las que adivinan el futuro?
Y no son los únicos. La Enciclopedia Universal Ilustrada Espasa recoge como segunda
acepción de hada el significado de “mujer hechicera que encanta o seduce por su talento, su
belleza, su gracia, etc.” Pero, ¿las hechiceras no son las brujas?
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Los orígenes
Igual que un día nos planteamos nuestro origen, y descubrimos que no éramos dioses
sino un mono evolucionado, también muchas culturas se plantearon el origen de las hadas. Dado
que no tenemos ninguna prueba genética aún no se ha llegado a un teoría en firme, pero eso sí,
cada cultura ha aportado su granito de arena en esta cuestión. Muchas de estas teorías, a mí que
soy de ciudad, me resultan un poco fantásticas o fantasiosas, pero sin duda es ahí donde reside
su encanto.
Son varias las teorías sobre el origen de las hadas, y muy dispares, pero todas coinciden
en un punto común: la relación de las hadas con la naturaleza.
En algunas de estas teorías, la explicación del origen de las hadas viene a dar respuesta
a un hecho de la naturaleza que el hombre desconoce o teme. Ante un hecho que no
entendemos, que nos supera, tendemos a buscar una explicación aunque sea fantástica, si no
comprendemos por qué hay tormentas, o nos sorprende un desprendimiento de tierra, o un
maremoto, o simplemente nos caemos porque somos torpes, nada mejor que decir que lo ha
provocado un duende o un hada.
Para algunos por esta misma razón surgieron las religiones, el hombre se siente
indefenso si no tiene en qué apoyarse y en muchos casos si no tiene a quién culpar, por ello creó
a los dioses y las culturas paganas a las hadas. El hombre es débil y torpe y ante su temor se
escuda en seres que dominan su destino.
Para los celtas, que fueron los primeros pueblos que se instalaron en la Europa centro-
meridional en torno al siglo V a.C., y para los eslavos, las hadas descienden de los ángeles
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Los orígenes
rebeldes que, cuando fueron arrojadas del cielo, se refugiaron en el mar, en el aire, en los
montes y ríos. Los irlandeses lo tienen claro, Dios expulsó a estos ángeles caídos debido a su
orgullo (al orgullo de los ángeles, no al de Dios, que quede claro).
Otra teoría defiende que las hadas descienden de una antigua tribu nórdica de la Edad de
Bronce, que fue vencida y oprimida por los celtas y, tras ser derrotadas, se escondieron en
colinas, montes, ríos y cuevas.
Algunas creencias populares todavía mantienen que estos seres son los más antiguos
del planeta, una raza primitiva, que nacieron antes de que se formaran las montañas o los
mares. Cuando se crearon los montes, los árboles, los mares y los ríos, todos anteriores a la
creación humana, las hadas se refugiaron en la naturaleza, vieron cómo ésta crecía y en ella se
quedaron. Posteriormente, ante el avance del ser humano, estos seres se ocultaron en cuevas y
marismas.
Una teoría curiosa viene a relacionar las hadas con los megalitos. Según cuentan los
bretones, los Korred, otros habitantes del mundo de las hadas, intervinieron en la construcción
de los dólmenes. Los Korred, que tenían una enorme fuerza, acarrearon las enormes piedras a
sus espaldas y luego las agruparon en círculos. Luego se escondieron en cuevas bajo esas
piedras. En Francia, por ejemplo, entre los nombres con que denominan a los menhires y
dólmenes aparecen Roca de las Hadas, Piedra de las Hadas, Gruta de las Hadas, dejando
constancia del supuesto origen de los menhires. A veces culpan a las hadas del desprendimiento
de piedras, pues según ellos las hadas las llevan en sus faldas y luego las arrojan, provocando el
desprendimiento.
Otra teoría sostiene que el origen de las hadas estaba en la antigua Roma, donde
tenían poderes proféticos, y cuando los romanos decidieron conquistar el resto de Europa las
hadas decidieron acompañarlos. A medida que ellos se iban instalando en los distintos pueblos
europeos, ellas iban con ellos, y de aquí la coincidencia etimológica entre los distintos
pueblos. Algunas teorías sostienen que las hadas no pasaron a Grecia porque ya estaban allí
instaladas las dríades y las ninfas, es decir, ya tenían sus propias hadas.
Relacionada con el mundo de los dioses, otra teoría explica que las hadas en su origen
fueron antiguas divinidades y héroes que se desvanecieron al instituirse los nuevos dioses. En
relación con esta creencia en Irlanda se les trata como si fueran divinidades, ofreciéndoles dones
para tenerlas favorables.
Una línea importante apunta que las hadas proceden de los muertos, aunque varía la
procedencia del alma.
Para algunos las hadas son almas de los druidas que murieron. Los druidas eran los
sacerdotes y los profetas de los antiguos celtas que habitaron la Galia y las islas británicas desde
el siglo II a.C. hasta el II d. C. Los druidas estaban muy instruidos en temas como la astrología,
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Los orígenes
la magia y las cualidades de plantes y animales. En Astérix y Obélix el druida era el viejecito
con barba que hacía las pócimas con plantas y animales que ayudaba siempre a los galos. Según
esta teoría, las hadas son las almas de los druidas, lo que explica su contacto y conocimiento de
la naturaleza. Se cuenta también que las Korrigan son nietas de las nueve sagradas druidas
femeninas de la antigua Grecia.
Otros pueblos coinciden en relacionar las hadas con la muerte, pero en este caso
defienden que las hadas son las almas de los niños muertos que no habían recibido el bautismo.
En Cornualles dicen que las almas de estos niños no bautizados se llamaban Piskies y aparecían
en el crepúsculo en forma de pequeñas mariposas blancas. Para otros son las almas de los
muertos paganos que murieron antes del Cristianismo.
Ninguna de estas teorías me convence, aunque me gusta pensar que son las almas de los
niños muertos, porque si analizamos su conducta hay muchas coincidencias entre el mundo de
las hadas y el de los niños. Pero mi razón me dicta algo diferente: casi me atrevería a sugerir
que las hadas surgen de la necesidad del hombre por no sentirse solo, sobre todo en un mundo
desconocido como es la naturaleza. La naturaleza, aunque formamos parte de ella, nos desborda
y aturde. Recordemos cómo uno de los sitios preferidos de las historias de terror son los
bosques, llenos de sonidos que no conocemos, sombras que se proyectan, luces y reflejos del sol
distorsionados, rumor de hojas, y ante este temor el hombre crea sus propias imágenes, inventa
sus habitantes y, a la vez que los teme, les pide ayuda.
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ANOTACIONES SOBRE LOS CUENTOS DE HADAS
Anotaciones sobre los cuentos de hadas
La narración oral es siempre el origen de todas las literaturas, ¿qué habría sido de los
cantares de gesta y de nuestra épica si no hubieran existido previamente esos primeros poemas
cantados de boca en boca?, ¿cómo nos habrían llegado los romances populares de los siglos XIII
y XIV si no se hubieran cantado durante siglos?, ¿qué habría sido de nuestra literatura si no
hubiera habido juglares o romances de ciegos cantados?
En ocasiones se tiende a menospreciar la narración oral en favor de la lengua escrita,
como si la letra impresa tuviera un doble valor. Pero la literatura, la cultura, no sólo se transmite
por letra impresa. Los cuentos que nos contaron de niños, los trabalenguas, los refranes, los
dichos, los chistes, las canciones con las que saltábamos a la comba o con las que jugábamos al
elástico, también nos transmitían un modo de ver el mundo y se hacían eco de la tradición.
A veces confundimos la cultura con leer a Shakespeare, reconocer una pieza de Mozart,
apreciar un cuadro de El Greco o saber de carrerillas todas las capitales del mundo. Esto es sin
duda muestra de cultura, pero cultura también son las distintas manifestaciones de un pueblo,
sus costumbres y el modo peculiar de entender la vida de esa colectividad. En este aprendizaje
los cuentos de hadas tienen un valor fundamental, puesto que suponen el primer contacto del
niño con la cultura.
Es un hecho que se va perdiendo progresivamente la buena costumbre de contar
cuentos. La falta de tiempo de los mayores hace que cada vez más se cambie el tiempo que
dedicamos a los niños encendiéndoles la televisión o regalándoles videojuegos. Para los adultos
son una liberación, ocupan un tiempo que deberían ocupar ellos. El problema es que estos
cuentos suponían una forma de comunicación, de contacto, y con la pérdida de estos cuentos
olvidamos nuestros orígenes y nuestra memoria.
Los cuentos de hadas, como toda forma de narración oral, llevan en sí una característica
implícita, se modifican continuamente, surgiendo las distintas versiones. Estos relatos no tienen
dueño, no pertenecen a nadie, lo que implica que la persona que lo cuenta lo hace suyo
añadiendo detalles que lo hace único. Nunca se puede contar dos veces de forma idéntica el
mismo cuento.
En cuanto a las versiones, es un error pensar que hay algunas mejores que otras. Un
cuento de Perrault no es mejor que el que nos cuenta el abuelito, es simplemente “su propia
versión” impresa. Perrault no se inventó esos cuentos, los recogió de la tradición y los puso por
escrito, aunque no hay que quitarle su mérito, gracias a Perrault, y más tarde a los hermanos
Grimm y a Hans Christian Andersen, no se perdieron muchos de los relatos que conocía el
pueblo desde mucho tiempo atrás.
Otro error frecuente es rechazar o menospreciar los cuentos de hadas por ser literatura
de niños, irreal y en exceso fantástica. No todo lo verosímil es verdadero, y un cuento puede que
no sea verosímil, pero puede ser la representación de una realidad.
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Anotaciones sobre los cuentos de hadas
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Anotaciones sobre los cuentos de hadas
eran protagonistas y demostraban que también ellas podían ser valientes, rebeldes y podían
luchar contra el mal.
Los cuentos de Perrault tienen un encanto añadido, sus comentarios, algunos muy
ácidos burlándose de las mujeres, de la sociedad. ¿Habría por ello que tacharlo de machista?
Puede que sí, pero también llena sus páginas de heroínas más que de héroes.
El siglo XVIII, el siglo de las luces, de la Ilustración, del saber, intentó por todos los
medios convertir la literatura en una escuela de buenas costumbres, además de entretener la
literatura debía enseñar, relegando a los cuentos de hadas a la literatura infantil y juvenil.
En esta época se ponen de moda las fábulas, las moralejas, despojando a los cuentos de
la crítica social y convirtiéndolos en cuentecitos didácticos y moralizantes. Con la excusa de
enseñar dejaron muy claro a la sociedad cómo había que actuar y establecieron cuáles eran los
roles de sus personajes. El bien lo encarnaba la niña que cosía, relegando a las heroínas a un
ámbito doméstico, Blancanieves sirve a los enanitos, Cenicienta limpia el hogar, etc., y sobre
todo, el fin de toda mujer es el matrimonio, la felicidad consiste en encontrar un hombre que se
case con nosotras, el matrimonio es felicidad, y, ¿cómo no?, la virtud representa un gran valor.
En los cuentos infantiles están mezclados los cuentos de hadas y las fábulas, y considero
que sería importante distinguirlos para aclarar a qué me referiré cuando hable de cuentos de
hadas.
Una fábula es una breve composición en verso o prosa, cuyos personajes son en general
animales u objetos inanimados. El fin de las fábulas tradicionales es demostrar una verdad
moral, siempre en forma de advertencia o consejo. El siglo XVIII es el gran siglo de las fábulas
en España con Iriarte y Samaniego, que recogieron también las fábulas de Esopo (fabulista
griego del siglo VI a. C.), de Fedro (fabulista latino del siglo I a. C.) y de La Fontaine, escritor
francés del siglo XVII.
En nuestra infancia nos contaron muchas fábulas a modo de cuento, por lo que en
ocasiones son difíciles de distinguir. En la fábula los personajes son animales, y lo más
importante, lo importante del final no es que sea feliz, sino que enseñe. Una fábula famosa es
por ejemplo la fábula de la cigarra y la hormiga, que nos enseña que hay que ser previsores y
ahorradores, como la hormiga, pues pueden venir malos tiempos en los que no tengamos nada y
debamos vivir de lo que obtuvimos en el pasado.
Los cuentos de hadas también son composiciones breves en prosa, pero en éstas el
componente fantástico es fundamental. En estos relatos pueden aparecer humanos, animales e
incluso seres sobrenaturales, duendes, genios, brujas, ogros, etc., pero los protagonistas suelen
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Anotaciones sobre los cuentos de hadas
ser los humanos. Estos relatos no tienen un fin didáctico, o al menos no es su primer fin, sino
que pretenden entretener y divertir, y el final del relato siempre será feliz.
Si en las fábulas dos o varios animales actúan y conversan para enseñarnos una verdad
moral, en los cuentos de hadas lo que encontramos es a un héroe o heroína que se enfrenta a
muchos peligros y logra superarlos con esfuerzo, encontrando al final siempre la felicidad.
En los cuentos de hadas no importa el nombre de la niña o del niño. Los protagonistas
suelen tener un nombre genérico que coincide con una de sus características: Caperucita llevaba
una caperuza roja, Blancanieves era muy blanca de piel, Cenicienta está así porque tenía que
trabajar mucho y estaba sucia por la ceniza de la chimenea, Pulgarcito era tan pequeño como un
dedo, etc., y tampoco nadie pretende hacernos creer que en realidad sucedió.
En los libros de cuentos infantiles están mezclados los cuentos de hadas con las fábulas
y los relatos tradicionales. Esto, pensando en el niño, no es importante, sino que se divierta y
disfrute con la literatura, pero sí es fundamental para aclarar de qué voy a hablar.
A mí sólo me interesarán para este libro aquellos relatos en los que aparezcan hadas,
sean cuentos de hadas, relatos tradicionales, dibujos animados o leyendas. Tampoco me importa
su procedencia, sólo que me sirvan de ejemplo para el mundo que les quiero mostrar.
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¿EXISTE EL PAÍS DE LAS HADAS?
animales y plantas
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¿Existe el País de las Hadas?
Si alguien al final de este capítulo espera encontrar respuesta a esta pregunta está muy
equivocado. ¿Existe el País de las Hadas? Pues no lo sé, pero no por eso lo niego. Es como si
queremos tener la certeza de que estamos solos en el mundo, ¿hay vida más allá de la
muerte?¿existen los ovnis?¿hay vida en otros planetas? Pues tampoco lo sé, y tampoco lo sabré
al terminar este libro.
Algunas teorías no dudan en afirmar que, al principio de los tiempos, los hombres y las
hadas compartían el mismo medio. Luego llegaron los avances técnicos, la civilización, el ruido
y las carreteras. Poco a poco el hombre se fue alejando de la naturaleza, y también de las hadas,
que se vieron obligadas a refugiarse en otros lugares. Así, unas asentaron sus reinos bajos las
colinas o dentro de cuevas, otras construyeron palacios de cristal bajo los ríos o en el interior de
los océanos, otras se escondieron en las fuentes, otras entre los bosques, separando su mundo
del de los hombres y rompiendo paulatinamente toda comunicación.
No tuvieron mal gusto las hadas para ir a refugiarse, pues escogieron el norte de Europa,
sobre todo las costas y lagos escoceses, las colinas irlandesas, los bosques daneses, incluso
zonas del norte de Francia. Con esto no quiero decir que no las podamos encontrar en otros
lugares, sólo que la mayoría de los relatos de hadas se sitúan en estas zonas.
Un precioso relato irlandés nos describe las colinas en las que vivía un rey elfo:
Hace muchos años un rey elfo se quedó prendado de la joven
Ethna, según decían todos la muchacha más hermosa de la tierra. La
muchacha vivía feliz en Irlanda, donde preparaba con ilusión su boda
con un elegante noble. Todos los amigos y conocidos de la joven
acudieron a la fiesta que celebraron la noche de su boda y contaron
que ella y su marido bailaban en el salón regalándose tiernas miradas.
La casa estaba adornada con guirnalda de colores y miles de luces
iluminaban el salón. Ethna sonreía a su marido mientras bailaba, pero
de pronto, un torpe traspiés dio con la joven al suelo. Se formó un
gran revuelo y todos rodearon a la novia, pero ésta no volvía en sí. Su
marido, muy preocupado, la tomó en sus brazos y se la llevó a su
alcoba, donde pasó toda la noche poniéndole paños mojados en su
frente.
A la mañana siguiente, con el primer rayo de sol, la joven
despertó.
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¿Existe el País de las Hadas?
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¿Existe el País de las Hadas?
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¿Existe el País de las Hadas?
No faltan los testimonios que aseguran la existencia del País de las Hadas. Frente a las
costas de Gales, cuentan los marineros que existe un reino famoso por sus palacios de cristal,
conocido como la Isla de Cristal. Este lugar de gran belleza dicen que sólo se puede apreciar
desde los barcos, porque su visión aparece y desaparece entre la niebla.
En muchos relatos la localización queda mucho menos definida. En algunas zonas de
Irlanda se asegura que, en ocasiones, una neblina oculta ciertas zonas del bosque y, si uno se fija
con atención, puede estar asistiendo a un cortejo de hadas, presenciando su desfile,
especialmente algunos días del año, como la Noche de San Juan. Esa noche abundantes
testimonios afirman que han presenciado una cabalgata. Primero escucharon las músicas de los
festejos, detrás un séquito de caballos pasaba ante sus ojos y, a través de la neblina, veían a
estos seres que aparecían y desaparecían, todo rodeado de una luz muy suave. De repente la
neblina se disipaba y estas imágenes desaparecían de la misma manera que aparecieron.
Otros relatos vienen a insistir, sin embargo, en la existencia de un mundo paralelo al
nuestro, como si hubiera otro mundo en nuestro propio mundo, pero en otra dimensión. En estas
narraciones se cuenta cómo un ser mágico le pide a un mortal que lo siga y éste obedece.
Empiezan a cruzar las calles del pueblo, pero de pronto, y ante la sorpresa del mortal, se
encuentra en lugar desconocido, en el que nunca había estado antes.
Pero hay un lugar, la Isla de Avalon, donde muchos relatos insisten que se encuentra el
País de las Hadas. Avalon, en galés Avallach, significa tierra de las manzanas. En gran cantidad
de leyendas célticas, y en especial las artúricas, era una isla mítica. Para los celtas ésta era una
isla paradisiaca, sobrenatural, invisible para los ojos de los mortales, donde no había llegado aún
la tradición cristiana y en la que los sacerdotes eran especialistas en artes curativas y mágicas.
En la isla de Avalon, o isla de las manzanas, no existía el tiempo, la enfermedad, el frío, el
sufrimiento o el dolor.
Las manzanas simbolizaban la eterna juventud y el lugar que aguardaba a los héroes,
por eso éste fue el sitio elegido por el rey Arturo como residencia y al que llegó mortalmente
herido antes de morir. También cuenta la tradición que en este lugar se encuentra el cuerpo
incorrupto de José de Arimatea, que llegó allí con el Santo Grial.
La isla de Avalon es la isla de las hadas; la isla donde se refugió Morgana huyendo de la
corte; la isla en la que se forjó Excalibur, la espada del rey Arturo; la isla en la que vivía Elaine
de Corbenic, la madre de Galahad, único caballero que alcanzó la posesión del Grial, y donde
también vivía Nínive, encargada de educar a Lanzarote. Allí llegó Arturo mortalmente herido, y
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¿Existe el País de las Hadas?
allí lo recibieron las tres mujeres, llorosas y vestidas de negro, que le hicieron los honores. Allí,
el lugar mítico del País de las Hadas.
Sea este lugar o cualquier otro, las crónicas, relatos y leyendas coinciden en describirlo
como un sitio parecido al nuestro, con islas, bosques, mares, lagos, fuentes, colinas, cuevas,
pero habitados por seres con apariencia humana con reglas y poderes diferentes. A estos seres
con apariencia humana y que no lo eran, coincidieron en llamarlos hadas o ninfas, duendes o
elfos, o simplemente “ellos”, y al lugar lo llamaron “El País de la Eterna Juventud”, “el Reino
de las Hadas” o “el Otro Mundo”. También contaron que allí descubrieron a humanos, niños y
mujeres que habían sido raptados, niños que por curiosidad habían llegado allí, gaiteros que los
acompañaban con la música, hombres atraídos por las bellas mujeres.
Todos insistieron que se encontraron en un lugar idílico, tanto, que cuando las hadas
aún no se habían alejado de nosotros, muchos hombres valientes vivían en la frontera de estos
reinos para disfrutar de su medio. Algunos no se atrevieron a cruzar la frontera, pero
encandilados por el terreno, vivían próximos a ellas y se negaron a volver.
En sus tierras no conocen ni el frío ni el calor, las sequías ni las heladas. El clima es
templado, lo que propicia una vegetación variada, árboles frondosos, frutales colmados de fruta,
jardines con flores de todos los colores y un aroma suave y delicado. Dicen que de día el sol
luce de modo deslumbrante, de noche el brillo plateado de la luna ilumina la oscuridad. No
conocen la enfermedad y el tiempo transcurre lentamente, tan lento, que casi se diría que no
transcurre, por eso no se envejece, o se tarda mucho en envejecer. Según confesó en una ocasión
un hada a un mortal, un día en este reino equivale a un año mortal.
Muchas historias tratan de explicar la equivalencia del tiempo entre el País de las Hadas
y el nuestro, como la siguiente:
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¿Existe el País de las Hadas?
donde había vivido durante años, pero ya no estaba, otra más moderna
ocupaba su lugar. Sin él esperarlo habían pasado cientos y cientos de
años de su partida y ya nadie lo conocía.
FAUNA
En este tranquilo lugar incluso la naturaleza tiene sus propios poderes. Los animales y
árboles están protegidos por las hadas, por eso con tanta frecuencia yerran los disparos los
cazadores.
La fauna del País de las Hadas es muy variada. Cuentan que allí podemos encontrar la
mayoría de los animales que pueblan nuestros bosques, como los ciervos, cabras, venados, pero
también se descubren animales desconocidos nuestros ojos. Entre las distintas especies de
animales que se descubren, unas son benéficas para el ser humano, al que conceden sabiduría o
fecundidad, pero otras son salvajes y peligrosas.
El empleo que hacen las hadas de los animales es similar al de los hombres: domestican
los perros, los caballos, cuidan los rebaños, protegen los peces, etc., y, al igual que los humanos,
también los domestican para que les acompañen y les ayuden.
Uno de los animales más queridos por las hadas es el caballo, y entre los caballos
prefieren los más pequeñitos, con los que participan en las cabalgatas, de las que hablaré más
adelante.
Además de estos pequeños caballos con los que asisten a los desfiles, otros caballos
famosos en el País de las Hadas son unos acuáticos que dicen que tienen poderes sobrenaturales.
Viven en el mar y, cuando llega el mes de noviembre, salen a la superficie a galopar por playas
y campos. Son los mejores corceles que podemos encontrar, de galope veloz y buena planta, por
eso son tan apreciados entre los mortales. Pero estos corceles encierran un gran peligro.
Cuentan que si alguna vez te encuentras uno debes arrastrarlo hacia la tierra e impedir que se
vuelva y mire el mar, porque si se revuelve y lo ve, arrastra con él todo lo que lleve. Muchos
relatos cuentan historias de hombres que, montados en sus grupas, fueron conducidos
violentamente hacia el mar hasta ser ahogados.
Entre los animales domésticos el perro es uno de los favoritos de las hadas, que
domestican para que les ayude con el rebaño y las acompañen en la caza, una de las aficiones
preferidas de las hadas. Estos perros son fieles y su olfato es muy fino. A los perros de caza se
les conoce como “los sabuesos de la colina”. Algunos hombres que contemplaron a una jauría
de perros de caza contaron sorprendidos que estos perros tenían una apariencia nada normal,
que su pelo era de un blanco resplandeciente, y sus orejas y ojos eran de color rojo.
Pero no todos los perros del País de las Hadas han sido domesticados, algunos son
violentos y salvajes. Entre los más conocidos por su fiereza destacan dos razas: los “perros
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¿Existe el País de las Hadas?
negros”, muy grandes y peludos que tienen el poder de estallar si alguien los golpea; y los
temidos “sabuesos presumidos del diablo”, que en lugar de cazar animales cazan almas.
Otro animal frecuente en los cuentos de hadas es el gato, que retratan como un animal
muy inteligente. Muy conocidas son las artimañas urdidas por el gato con botas para ayudar a su
amo a conseguir la riqueza. Por cierto, la primera versión española de este cuento de Perrault no
se llamó El gato con botas, sino Micifuz el de las Botas, que es lo mismo pero no es igual.
En algunos relatos el héroe se encuentra con gatos con caras de persona, que son
siempre un mal augurio, y dicen que incluso existe un pueblo élfico que son gatos con rostros
humanos.
El gato y sus connotaciones también forma parte de nuestra cultura. Si nos cruzamos
por la calle con un gato negro, todos sabemos que nos traerá mala suerte, y si lo lleva una bruja,
además de astuto será malvado. En el País de las Hadas cuentan que hay un gato muy peligroso
y terrorífico, conocido como “Orejas grandes”, que podemos hacerlo aparecer si lo invocamos.
Otros animales, por el contrario, poseen poderes benéficos para el hombre, como un pez
que dicen que al comerlo aumenta la fertilidad (no he logrado saber su nombre), o los salmones,
que dan la sabiduría a quienes los comen y les permite ver el mundo élfico.
Tampoco hay que olvidar la cantidad de aves que cruzan los cielos, como águilas y
halcones, o la cantidad de animales que habitan nuestros bosques, como lobos, osos, cabras y
ciervos, que también habitan en su mundo y están protegidos por las hadas.
Una peculiaridad del mundo de las hadas es que muchos de sus habitantes pueden
transformarse en animales, así podemos encontrar mujeres que son mitad pez, como las sirenas,
doncellas focas, hadas que se transforman en serpientes, como Melusina, en cisnes, en palomas,
etc.
En los cuentos rusos es muy frecuente que los personajes se conviertan en animales,
sobre todo en palomas, halcones y perros, con poderes sobrenaturales.
FLORA
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¿Existe el País de las Hadas?
El roble es el árbol sagrado por excelencia y uno de los refugios preferidos por las
hadas. Su madera es muy fuerte y durarera, por lo que éstas se sienten muy seguras en su
interior. Hace ya mucho tiempo, los druidas le rindieron culto y lo creían que pertenecía a una
antigua categoría de semidioses.
El fresno es un árbol también muy estimado porque protege contra los malos espíritus.
Cuentan que si te atreves a quemar una sola ramita de fresno en tu casa, la casa entera saldrá
ardiendo.
El otro árbol protegido es el espino, sobre todo el espino blanco, que da a las hadas
poderes mágicos. Si destruyes un espino, privas a las hadas de parte de su poder, por lo que
éstas impedirán a cualquier precio que lo logres.
Pero el poder de estos árboles aumenta si los encontramos juntos: dicen que cuando un
roble, un fresno y un espino crecen cerca, si se ata un hilo rojo que junte una rama de cada
árbol, se crea una fuerte protección contra los malos espíritus.
En el cuento La Bella Durmiente del Bosque de Perrault, la princesita cayó dormida
cuando se pinchó con el huso de hilar. Junto a ella se encontraba el hada que la había protegido
desde su nacimiento y, para que no se encontrara sola cuando despertase, decidió encantar todo
el castillo con sus habitantes dentro. Ante el encantamiento, alrededor del castillo, se formó una
alta muralla de espinos y zarzamoras entrelazadas que sólo el príncipe pudo cruzar. Así el
espino cumple la función de proteger el interior del castillo de las miradas curiosas, y el príncipe
será el único que pueda atravesarlo.
El saúco es otro árbol venerado por las hadas, sobre todo porque con las bayas de este
árbol se elaboran vinos y mermeladas. También es un árbol sagrado. En Inglaterra y en
Dinamarca estaban convencidos de que los saúcos albergaban a un espíritu guardián, que
protegía hasta tal extremo el árbol, que había que pedirle permiso para recoger las bayas. Si
alguien se atrevía a cortar un saúco, su osadía atraería las enfermedades, que acabarían con su
ganado o le traerían la muerte. Para los irlandeses los saúcos son brujas transformadas, por lo
que el peligro de talarlos aumenta.
El acebo ya era un árbol sagrado para los celtas. Las distintas culturas siempre lo han
considerado protector, e incluso es frecuente decorar la casa con macetas de acebo en Navidad,
como símbolo de paz en el hogar. Es un árbol pequeño, con un fruto de color rojo vivo, que en
invierno constituye una parte importante de la dieta de muchos mamíferos. En el mundo de las
hadas hay una gran diferencia entre encontrarlo con bayas, que tendría una gran potencia
benéfica, o encontrarlo sin ellas, pues entonces sería malévolo y peligroso.
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¿Existe el País de las Hadas?
Los árboles frutales también adornan el País de las hadas. Entre éstos el avellano y el
manzano destacan sobre los demás por sus virtudes mágicas. No debe extrañarnos que el
avellano sea uno de los árboles frutales frecuentes en el País de las Hadas: primero porque crece
en regiones templadas, y recordemos el fantástico clima de este sitio; segundo porque su fruto,
la avellana, contiene una sola semilla de sabor muy agradable, y ya sabemos la afición de las
hadas por los dulces. Pero, mortales, tened mucho cuidado con lo que hacéis a la sombra de un
avellano, porque dicen que aumenta la fertilidad. De este árbol también se cuenta que concede
sabiduría al mortal que lo come.
En cuanto a las manzanas, a nadie sorprende sus cualidades mágicas, porque en nuestra
cultura ha sido la fruta más repetida asociada siempre a la belleza, el poder y la juventud. En la
cultura occidental abundan las historias, leyendas y cuentos en que la manzana es el centro del
relato, con un enorme poder, capaz incluso de cambiar la historia de los hombres.
Los griegos y los romanos ya apreciaban esta fruta y en asentamientos prehistóricos
descubiertos en los lagos suizos se han hallado restos carbonizados de manzanas.
En la Biblia la manzana era la fruta prohibida. En el Edén el hombre podía comer de
cualquier árbol, menos de la manzana, porque el manzano era el árbol del saber, el árbol que
descubría al hombre que estaba desnudo y le hacía esconderse, era el árbol del conocimiento y
del dolor, símbolo de la desobediencia del hombre y origen del castigo divino. Por morder la
manzana perdimos el Paraíso y la inocencia.
En la literatura griega tampoco se olvidaron del poder de la manzana. Homero, en su
Ilíada, nos narró la historia de “la manzana de la discordia”, causante de la guerra de Troya.
Eris, diosa de la discordia, enojada por no haber sido invitada a la boda del rey Peleo y de la
nereida Tetis, arrojó en medio del banquete una manzana de oro destinada a la diosa más
hermosa. Como Zeus se negó a elegir, las tres diosas más bellas, Hera, Atenea y Afrodita, le
pidieron a Paris que eligiera a la más hermosa. Cada diosa trató de sobornar a Paris para que la
escogiera, y finalmente Paris eligió a Afrodita, que le prometió que si la escogía tendría a la
mujer más bella del mundo, Helena de Troya. Una vez que Afrodita fue elegida persuadió a
Helena para que se fugara con Paris. El famoso rapto de Helena fue el causante de la Guerra de
Troya. Aquí la manzana no expulsa del paraíso, pero provoca una guerra.
En Blancanieves la manzana es el instrumento de la venganza de la bruja. Nuevamente
esta fruta es considerada símbolo de la belleza. En este cuento la malvada bruja se enfada
porque el espejo le dice que ella no es la más bella, puesto que la más bella es Blancanieves. La
envidia despertó en ella deseos de matar a la joven, y como no pudo, escogió esta fruta para
envenenarla. Todos estos relatos tienen en común el poder mágico de la manzana.
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¿Existe el País de las Hadas?
En el mundo de las hadas también se les asocia un poder peligroso. Si cometes el error
de dormir profundamente bajo un manzano, puede suceder que las hadas te descubran antes de
que despiertes y te lleven con ellas. Otra advertencia sobre los manzanos es que cuando recojas
fruta, nunca debes arrancar la última del árbol, porque las hadas odian a las personas avarientas
que lo quieren todo para sí, y el espíritu del manzano podría vengarse y no dar fruta para la
cosecha siguiente.
Pero son las flores las verdaderas reinas del País de las Hadas, que adornan los valles
con sus colores y traen la paz al lugar con sus aromas. Para las hadas chiquitas las flores son su
casa, escondiéndose para jugar entre las hojas de una campanilla o bajo las hojas de los
abedules. En ellas duermen y con ellas juegan.
Las hadas, como todos los seres de las naturaleza, conocen los poderes mágicos de las
plantas, que utilizan para sus brebajes. Entre las flores más poderosas se encuentra el trébol de
cuatro hojas, capaz de romper los hechizos. Para los solitarios, nada mejor que el
pensamiento, remedio infalible en los filtros de amor. Si alguien desea protegerse contra el
diablo, le basta con llevar consigo una hierba de San Juan, de gran poder benéfico.
Más peligrosa que éstas es la campánula. Nunca debemos cortar un roble porque nos
caerá un gran peligro, pero si el roble que talamos está rodeado de campánulas, el castigo
aumentará. En muchos lugares se llega a contar que las brujas elaboran sus hechizos en los
bosques de campánulas.
Otra planta siempre presente en los cuentos infantiles y en los dibujos animados es la
seta, refugio de los seres pequeños, gnomitos y haditas. Las setas crecen, sobre todo, al pie de
los robles, con quien mantienen una relación muy peculiar: las setas dependen del árbol para
obtener energía y, a cambio, ayudan al árbol a obtener nutrientes del suelo y protegen sus
raicillas de ciertas enfermedades. Sin muchas de estas setas, como las micorrizas, los robles no
podrían sobrevivir ni desarrollarse, pero los hongos tampoco podrían existir sin los árboles. Las
setas también contribuyen al colorido del lugar con sus sombreros de llamativos colores.
Ahora voy a contar un cuento donde los animales tienen un papel importante.
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¿Existe el País de las Hadas?
- Pues no pasarás.
- Por mi amada pasaré, aunque sea sobre ti.
Rápidamente el tigre, el león, y el joven a caballo, pasaron por
debajo del gigante, que al ser más grande era más torpe y lento, y
cuando fue a golpearlos, por la fuerza de su impulso, se golpeó a sí
mismo y cayó de cabeza al río.
De nuevo iban los cuatro amigos por el camino, siguiendo el
sendero cuando se encontraron una pequeña choza entre los árboles.
De su interior salió una vieja arrugada y de mal humor que se cruzó en
el camino y le dijo:
- ¿A dónde te crees que vas tan rápido? ¿Qué es lo que
buscas aquí?
- Pasar.
- Pues no pasarás.
- Por mi amada pasaré, aunque sea sobre ti.
La vieja se volvió al interior de la casa y los amigos seguían
alegremente cuando escucharon que la vieja emitía un silbido agudo y
estridente. A sus espaldas diez perros negros de ojos rojos empezaban
la persecución.
El león y el tigre se miraron, el león se dirigió a los perros
hiriéndolos con toda la furia de la que era capaz, mientras el tigre
mordía a la bruja que gritaba pidiendo ayuda, pero no le sirvió de
nada, porque cayó muerta. Luego el tigre corrió en busca del león, que
todavía luchaba contra los perros, y entre los dos los fueron matando
uno a uno.
Y continuaron su camino. La selva se cerraba cada vez más, la
noche iba cayendo, los árboles parecían emitir sonidos, las hojas
susurros. Siguieron adelante cuando vieron que se abría un claro en el
camino, y allí detrás, vieron el hermoso palacio y, en uno de sus
balcones, la amada estaba asomada.
Con el corazón encogido el muchacho corrió a las puertas,
cuando de pronto empezaron a salir guardianes de todos lados. Los
animales luchaban contra los soldados mientras el joven buscaba una
escalera. Al otro lado del palacio, una de cuerda caía, y allá que subía
el muchacho mientras el león y el tigre intentaban frenar a los
guardianes. Subió el muchacho entre el griterío de las voces, los
rugidos del tigre y del león y los relinchos del caballo. Más arriba
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¿Existe el País de las Hadas?
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Cuéntame cómo son las hadas
Generalizar en una descripción que aúne a muchos seres siempre conduce a un gran
error. Decir que los hombres soló piensan en lo mismo, las mujeres conducen mal, los andaluces
son catetos, los catalanes agarrados, los madrileños unos chulos (y podéis añadir lo que se os
ocurra), no es más que una sarta de disparates. Incluso aunque uno de esos seres cumpliera la
condición que le asignamos, y aunque coincidieran dos, y aunque generalmente se cumpliera,
cada afirmación no deja de ser un tópico. Generalizar es extraer similitudes, puntos en común,
pero las posibilidades de equivocarse son amplias. Si queremos generalizar sobre el ser humano
y equivocarnos lo menos posible podemos decir: “es un ser con dos brazos, dos piernas, una
cabeza, anda sobre las dos piernas, hace como que piensa y tiene lenguaje articulado”. Y seguro
que más de uno se nos escapa. Temo decir que generalizaré en este capítulo, pero apoyándome
en los rasgos más genéricos. Aquellas características que sean excluyentes y considere que no se
cumplen en todas o en la mayoría de las hadas, las dejaré para el siguiente capítulo, cuando
hable de ellas de modo individual.
Creo que no me equivoco demasiado si juzgo como primer rasgo común que las hadas
son seres femeninos. Es cierto que su naturaleza no es tan estable o tangible como la del
hombre, por lo que escojo el término de “espíritu femenino” para designarlas. En las hadas, a
diferencia de los hombres, no podemos hablar de tamaños, edades o estatura, sino de aspecto.
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Cuéntame cómo son las hadas
ello es recompensada, mientras que la mala se muestra injusta y desprecia a este ser, siendo
castigada. Uno de los autores que han tratado este tema en sus relatos fue Perrault, en su cuento
Las Hadas. Su versión es una más entre las que hay, pero elijo para resumir la suya porque es la
más conocida. Lo que viene a continuación es una variación mía de su relato, pero os aconsejo
leer el de Perrault. Siempre hay que leer al maestro.
Érase una vez una viuda que tenía dos hijas, tan diferentes
entre sí que nadie diría que eran hermanas. De la más pequeña decían
los que la conocían que era el vivo retrato de su padre, generosa y
obediente, y más dulce que un terrón de azúcar. La mayor no podía
negar que era digna hija de su madre, siempre con el ceño fruncido y
de mal humor. Egoísta, altanera, creía que se lo merecía todo, y así le
fue.
Cada día, muy de mañana, la hija menor se levantaba
temprano, cogía su cántaro e iba a por agua a la fuente. La pobre
nunca se quejaba, aunque tenía que andar más de media legua de
camino para llegar.
Uno de esos días, cuando ya había llenado el cántaro y se
volvía a casa, se le acercó una anciana que le pidió de beber:
- Tome, señora, beba usted cuanto quiera, que ahora yo lo
lleno de nuevo.
Y la anciana bebió.
- Veo que además de hermosa tienes buen corazón. Te
concedo un deseo: cada vez que pronuncies una palabra, de tu boca
saldrán diamentes y piedras preciosas.
Pero la mujer no era una mujer cualquiera, era un hada
disfrazada que quería conocer los verdaderos sentimientos de la joven.
La niña volvió muy contenta a casa, y nada más llegar le
contó a la madre lo que le había ocurrido. Las piedras preciosas
brotaban de su boca ante el asombro de su madre. Le faltó poco
tiempo a la madre para llamar a la otra hija y decirle:
- ¿Has visto a tu hermana? Ya puedes ir a la fuente a por agua,
y si una vieja te pide agua se la das amablemente.
- Pero, mamá, ¿me vas a obligar a que vaya hasta la fuente,
con lo lejos que está y lo cansada que estoy?
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Cuéntame cómo son las hadas
Este relato nos viene a demostrar dos ideas, que las hadas pueden elegir la apariencia
bajo la que se muestran y que recompensan los buenos actos.
Es cierto que en ocasiones no son ellas las que eligen su aspecto, sino que es un ser con
más poder que ellas, un brujo o una bruja, quien lo elige. El caso más conocido es el de
Melusina, que por culpa de un maleficio estaba condenada a convertirse los sábados en
serpiente. Pero la historia de Melusina también os la contaré más adelante.
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Cuéntame cómo son las hadas
Como ya mencioné anteriormente, algunos mantienen que las hadas no son las que
cambian, sino que es nuestro pensamiento el que las hace cambiar de forma. Son como las
imaginamos, las vemos como queremos que sean.
Yo prefiero pensar que son espíritus traviesos y burlones contra la seriedad humana, y
si cambian de forma es para desmitificar la supuesta realidad en la que tanto cree el hombre.
Algunas hadas, como las Lamias, se caracterizan por su espíritu de negación, dicen sí cuando
quieren decir no, y no cuando quieren decir sí, y así lo hacen todo. Basta que creas algo para que
ellas te demuestren lo contrario. Pienso que es su traviesa forma de ser la que las hace cambiar
de tamaño. Si no me creen, pregunten a un niño, ¿es divertido disfrazarse, hacerse invisible,
jugar con los mayores a que crean lo que no es? Pues para ellas también es divertido, y por eso
juegan.
Respecto al cambio de apariencia, otros relatos demuestran que vemos lo que ellas
quieren que veamos, y no al revés.
Dicen que hace muchos años, una comadrona dormía
tranquila en su cama cuando dos hombres entraron en su casa
precipitadamente. Todo fue tan rápido que la mujer no supo cómo
reaccionar. Más tarde contaría que la agarraron de pronto, y sin
preguntarle nada la sacaron de la casa. Le taparon los ojos y la
montaron en un carro. Notó cómo se detenían y la obligaban a salir.
Cuando le quitaron las vendas estaban en una habitación enorme, muy
lujosa, donde descansaba una señora vestida de blanco, bellísima, que
estaba dando a luz. De pronto sintió una presión en sus ojos, alguien le
untaba algo y la casa se convirtió en un cuartucho sucio y pobre. La
mujer estaba tan sorprendida que pensó que había visto visiones,
probablemente por haber llevado tanto tiempo los ojos cerrados. Ya
sabemos que cuando se pasa mucho tiempo en la oscuridad, los ojos
tardan en acostumbrarse a la luz y no vemos bien durante un rato. La
comadrona conocía muy bien su deber y se puso manos a la obra.
Minutos después un hermoso niño lloraba en sus brazos. Luego se
lavó las manos y con la mano derecha húmeda se frotó el ojo. De
nuevo unas manos le vendaron los ojos y la devolvieron a su casa.
Una mañana, en el mercado, vio a uno de los hombres que la
llevaron a esa casa:
- ¿Cómo está el niño, está muy hermoso?
El hombre le miraba con ojos atónitos.
- ¿Con qué ojo me ves?
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Cuéntame cómo son las hadas
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Cuéntame cómo son las hadas
muchas personas no crean en las hadas, porque son cambiantes, casi invisibles, y juegan con
nosotros. Algunos mortales tienen capacidad para verlas: los nacidos en domingo, aquéllos con
sensibilidad especial y los poseedores de un talismán élfico. Y, sin duda, también es más fácil
verlas si crees en ellas, porque si no tu razón tratará de buscar una explicación convincente.
Entre sus rasgos también poseen facultades mágicas. Pueden ayudar a los hombres,
beneficiarlos, o pueden hacerles daño con sus poderes. Como veremos más adelante, una
Seligen puede convertir una flecha en plastilina, si con eso consigue que un hombre no mate a
un animal; una Anjana puede convertirse en fuego para escarmentar a un hombre malo, o una
Rusalki puede atraer a un hombre con sus poderes para ahogarlo.
Entre otras facultades conocen los poderes de las plantas, hablan con los animales,
pueden trabajar más rápido que los hombres sin esfuerzo y, muchas veces, usan sus tremendos
poderes para hacer que los hombres se obsesionen con ellas hasta la muerte.
SU VESTUARIO
En cuanto a cómo van vestidas o adornadas, puede haber tantas maneras como hadas.
Es cierto que suelen ser muy coquetas, pero también se puede ser coqueta con total sencillez. El
modo de vestir además de distinguirlas las define, es decir, según el tipo de ropa que llevan
podemos intuir cómo son. Algunas escogen para su adorno vaporosos vestidos o túnicas
blancas, como las damas blancas, las anjanas o las hadas madrinas. No es casual que
identificándose con el blanco, color de la pureza y la bondad, estas hadas sean benéficas y
protectoras con el ser humano. Otras visten de verde. El color verde es el color de la naturaleza,
de las hojas, lo que permite que se puedan confundir, mimetizar con el medio. Si van de verde,
confundiéndose con las hojas, sin duda son unas hadas traviesas y juguetonas, como las Damas
Verdes, que se divierten burlándose de los humanos. Si recordamos a Campanilla, su traje verde
nos confirma su forma de ser caprichosa y juguetona.
Algunos autores afirman que el traje verde nos avisa de que nos encontramos ante un
hada agrupada, mientras que el rojo nos informa de que se trata de un hada solitaria. Yo no
mantengo esta distinción, porque, ¿qué ocurre con aquellas que van de blanco, vestidas con
pieles de animales, con ricos vestidos bordados de dorado o simplemente van desnudas? Se nos
escapan tantas hadas que la simplificación rojo/verde no puede ser un punto de partida.
Y volviendo a los trajes, otras prefieren taparse con pieles de animales, como las
Aguane. Las Aguane son guardianas de los bosques, protectoras de sus animalitos. Conocen el
lenguaje animal, se visten como ellos y los protegen, ¿es o no casual que prefieran vestirse
como ellos?
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Cuéntame cómo son las hadas
LA ALIMENTACIÓN
Entre las muchas cosas que debemos aprender de las hadas, podemos aprender su apego
a la naturaleza. No sé si su comida es más rica que la nuestra, pero sin duda es más natural y
mejor para la salud. Como en todo les gusta lo natural, rechazan los alimentos elaborados de los
mortales, los precocinados, congelados, y seguro que se echan las manos a la cabeza con la
manipulación genética de los alimentos. Que conste, no estoy dando mi opinión. Una, que es de
ciudad, compra las judías verdes no sólo limpias y cortadas, sino congeladas. Pero comprendo
que, desde la óptica de estos seres, es una aberración contra la naturaleza, y quizás no se
equivoquen.
Varios son los alimentos básicos en su alimentación: las verduras, la fruta, la leche, el
trigo, y como golosina la miel. Podríamos decir que son vegetarianas, ¿cómo imaginarlas
matando a un animalito para comerlo? Prefieren las hojas y raíces de los árboles, los tallos de
brezo, y seguro que saben sacarle mucho partido a las hierbas.
El trigo, que convierten en pan, parece ser que es otro de sus bocados predilectos. Y
nos preguntaremos, ¿de dónde sacan la harina? Pues la roban de los hombres, así de simple.
Desde la óptica humana el robo es un delito, pero, ¿qué hacer si no tienes harina y la necesitas
para el pan? Pues robarla, su lógica es aplastante. También parece ser verdad que cuando las
hadas cometen un pequeño hurto luego lo devuelven, y siempre son generosas. En un relato se
cuenta cómo la harina la guardan en un tarro de cristal muy especial, y por mucha harina que
saques vuelve a estar lleno de nuevo. Así es fácil llegar a fin de mes.
En un relato inglés se cuenta cómo estaban unos bollitos dejándose hacer en un horno
cuando veían que se quemaban, entonces los bollos de pan gritaban: “ayudadnos, ayudadnos,
que nos quemamos”, y una niña buena los sacó de allí para que no se quemaran. Como vemos,
incluso sus alimentos pueden tener poderes especiales.
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Cuéntame cómo son las hadas
La leche, ¿hay alimento más natural que la leche? para ellas es un manjar. Les encanta,
pero disfrutan tomándola directamente de la vaca. En ocasiones, estas vacas no corretean libres
por el prado, sino que están en un establo y tienen dueño. No creo que les haga mucha gracia al
hombre levantarse a las seis de la mañana para ir a ordeñar a las vacas y ver que no tienen leche
porque las hadas se le han tomado. Lo peor es que suele suceder muy a menudo.
Tanto les gusta la leche, que una de las cosas que más agradecen es que por la noche,
antes de acostarse, les dejen un vaso de leche en la mesa para que, cuando todos duerman, ellas
puedan salir a tomarla. Dicen que si un hombre hace esto, ellas bendecirán su casa.
La fruta también les gusta, sobre todo las manzanas, que cogen directamente de los
árboles. Pero para ellas, lo más de lo más, es la miel. De nuevo les gusta tomarlas del modo más
natural, directamente del panal de las abejas. Lo que ya no sé es cómo tomarán las abejas que
les roben su miel, esto no nos lo han contado.
Esta es la alimentación que nos imaginamos en las hadas de los bosques, las más
naturales de todos. Cuentan que en la mesa de las hadas aristocráticas nos podemos encontrar
platos ricamente adornados y cocinados, pero parece ser que para ello hacen uso de su magia.
Incluso dicen que les echan especias.
En la versión Disney de La Bella Durmiente, las tres hadas madrinas que escondieron a
la joven, Fauna, Flora y Primavera, deciden por su dieciséis cumpleaños hacerle un hermoso
vestido y una rica tarta de cumpleaños. Cogieron harina, huevos, pero demostraron que eran
muy malas cocineras. La tarta tenía un pinta horrible, por cierto. Al final recurrieron al poder de
su varita mágica y, agitándola, los huevos y la harina se batían y mezclaban bailando sobre la
mesa, mientras daban forma a una magnífica tarta de cumpleaños.
LABORES
Nos puede llevar a error la imagen idílica que tenemos de las hadas, dulces, mágicas,
rodeadas de música y entretenidas en juegos y bailes. Esta idea no es falsa porque sea mentira,
sino porque es una verdad a medias, y una verdad a medias también puede ser una mentira.
“¿Dijiste media verdad?
Dirán que mientes dos veces
si dices la otra mitad.”
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Cuéntame cómo son las hadas
Y es errónea esta afirmación porque además de cantar y bailar ayudan a los hombres en
el campo, en la recolecta, tejen, algunas son hilanderas, otras matronas, muelen grano, cocinan,
hacen mantequilla, algunas son guardianas de los bosques, otras de los ríos, protegen a los
animales y plantas, otras acompañan a los ancianitos y solitarios, ayudan en las labores del
hogar, aunque eso sí, y no podemos negarlo, otras dedican su tiempo a mirarse en el espejo
mientras peinan su larga cabellera.
Los hombres del campo las conocen porque en ocasiones notan su presencia mientras
trabajan. Dicen que son muy rápidas y constantes en todas sus labores. En el campo unas veces
echan una mano en las labores de labranza, como en la recolecta, otras ejercen su control sobre
el tiempo protegiendo las cosechas.
Uno de los oficios comúnmente asociados a las hadas es el de hilanderas, donde son las
mejores. En esta ocupación destacan por la habilidad y calidad de sus hilados, esponjosos y
apenas manoseados. En muchos cuentos el huso y la rueca de hilar son protagonistas, como en
el de La Bella Durmiente, que la niña es condenada a pincharse con la rueca. Por cierto, tanto
Perrault como Grimm tienen una versión de este relato, aunque los Hermanos Grimm la llamen
Rosa-con-Espinas.
Son tan expertas en este arte que han montado una hilandería que dirige Habetrot, una
vieja hada que ayuda a las jóvenes humanas poco diestras en la materia. Un antiguo cuento
inglés nos relata su habilidad.
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Otro oficio común entre las hadas es el de matrona o ventreras. No deja de sorprender
que en el momento de dar a luz las hadas busquen matronas para el momento del parto, porque
precisamente son las humanas las que pedimos su protección para los nuestros. En Bretaña, por
ejemplo, cuando una mujer se pone de parto, junto a su habitación se arregla otra y se le deja
comida en la mesa, para conjurar a las hadas y que éstas les ayuden en esos momentos. No
podemos reprochar a las hadas que rapten a matronas humanas para que las asistan, es conocida
en el mundo entero nuestra experiencia en la concepción, y no hay más que ver a los chinos.
No podemos negar que muchas veces el apoyo que prestan a los hombres es
fundamental. Cuando uno está perdido por el bosque un hada suele enseñarle el camino de
vuelta (aunque otras se dediquen a perderlos para divertirse), otras acompañan a los ancianitos
que están solos, entreteniéndolos con saltos y contándoles cuentos, otras auxilian a los viudos en
las labores del hogar, limpiando y arreglando la casa a escondidas, otras socorren a los enfermos
y les ayudan con su brebaje milagroso, otras enseñan a los hombres el misterio de las plantas
para que ayuden a la humanidad, otras ...
Y es que el hombre debería fijarse más en su entorno y pensar menos que todo ocurre
por azar, ¿o todavía creen que la manzana de Newton se cayó por casualidad?
AFICIONES
Entre las aficiones de las hadas hay una común a todas ellas: su pasión por la música.
Además de que les gusta, demuestran que tienen un gran talento, buen oído y una hermosísima
voz. Ulises en la Odisea no tenía miedo de la belleza de las sirenas, sino de su voz, tan dulce y
sugerente que les hechizaba, perdían toda conciencia y eran atraídos hacia ellas, provocando que
chocaran los barcos y los marineros muriesen ahogados. Disney supo aprovechar bien esta
afición de las hadas para crear una fantástica banda sonora para su “sirenita”.
Es tal su pasión por la buena música que se dice que alguna vez no han podido resistirse
y han raptado a destacados gaiteros gallegos para que les acompañen en sus bailes. Con los
gaiteros han llegado a un buen intercambio de conocimientos, ellos les llevaron su música, y
ellas les enseñaron sus canciones.
La música les gusta en todas sus expresiones, disfrutan cantando, tocan el violín, la
flauta, el arpa, la armónica, les encanta tocar los platillos y saltar a su son, se divierten bailando,
...
En cuanto al baile, la danza de las hadas es muy peculiar. Se reúnen en corro, formando
un círculo, un círculo mágico, y a su alrededor saltan y bailan de modo alegre y despreocupado.
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Cuéntame cómo son las hadas
Lo que no soportan es que alguien curiosee por allí cuando ellas bailan, por lo que puede ser
peligroso para el ser humano que lo intenta, que siente una atracción que no puede controlar y
que le lleva a unirse a ese círculo. El encanto de la música, la algarabía del ambiente, los pitos,
saltos y cantos, acaban atrayéndolo a su interior, y si sucumbe y entra queda atrapado en su
mundo.
Cuentan que las noches previas al cambio de estación, las hadas salen al exterior a
divertirse con sus bailes y danzas, en el apogeo de sus poderes. La noche más propicia para
encontrar un corro de hadas es la Noche de San Juan, su noche preferida. Si una noche, por el
bosque, descubre muchas lucecitas a lo lejos que parece que saltan y una música desconocida,
está usted asistiendo al baile de las hadas.
Además de la música y la danza, otra afición de las hadas son las cabalgatas.
Para las hadas cualquier día puede ser motivo de fiesta, aunque tres son las noches
mágicas en que las leyes mortales quedan derogadas y las hadas salen a celebrarlo al exterior: la
noche de San Juan, inicio del solsticio de verano; la noche de Beltane, víspera del Primero de
Mayo; y el 31 de Octubre, víspera del Día de Todos los Santos.
En estas tres noches se sucede el siguiente rito.
Primero preparan sus cortejos mágicos, iniciando un magnífico desfile. Las hadas se
ponen sus mejores galas, sus vestidos de rasos y tules. Les acompañan sus corceles, adornados
con campanillas y borlas de colores, con el máximo colorido posible, y justo cuando llega la
medianoche avanzan en procesión. El orden suele estar establecido, delante los reyes, con todos
los honores, y detrás de ellos los siguen los principales caballeros a la orden del rey. Suenan las
gaitas, los tambores. Primero un estandarte rojo y un grupo de caballeros, luego el estandarte
verde y detrás los caballeros, más tarde el estandarte blanco y detrás más caballeros. Cierra el
desfile el resto de hadas y cortesanos. Unas avanzan a caballo, otras danzando y bailando a su
alrededor. A estas procesiones se les conoce como “correrías de las hadas”.
Cuando termina el desfile se reúnen en círculos alrededor de la hierba y da comienzo el
baile. Iluminan el lugar con la luz de las antorchas y al son de las gaitas cantan y danzan hasta el
amanecer.
Todos saben, o al menos todos deberíamos saber, que en ninguna de estas noches se
debe molestar a las hadas, porque si algún mortal, llevado por la curiosidad, atraviesa sus
dominios, éstas se pueden mostrar crueles, hacerles sufrir y burlarse de ellos para castigar su
osadía.
La noche de San Juan, noche mágica en todas las culturas, se celebra el 23 de Junio,
noche anterior a la Epifanía de San Juan Bautista. Por toda Europa los campesinos celebraban
esta noche encendiendo grandes hogueras, celebrando así la llegada del verano. Era una manera
de exorcizar los malos espíritus para que las cosechas fueran favorables.
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JUEGOS
Si a las hadas les gusta divertirse, no podemos negar que no hay mayor diversión que
los juegos, sobre todo si con quienes juegan es con los humanos. Les encantar gastar bromas,
jugar al escondite, a los juegos de pelota, al ajedrez, les alegra contar cuentos, etc.
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Entre sus bromas preferidas está la de perder a los humanos desorientándolos por el
bosque, mientras se burlan desde su escondite viendo como los hombres dan vueltas una y otra
vez por el mismo sitio. Otras veces juegan a asustarlos, le rozan apenas el brazo, o la pierna, o
les tiran pellizquitos, y se ríen viendo los saltos y los sobresaltos que se llevan los mortales, o
hacen ruidos por la noche para que los niños se asusten. Otras veces juegan con los hombres a
las apariciones, se hacen visibles por un instante y luego desaparecen, desconcertándolos. Otras
veces los hacen volverse locos cambiando las cosas de sitio, escondiéndolas, lo que explica que
muchas veces no encontremos las llaves. Y así pasan felices el tiempo. En el bosque disfrutan
más, porque el hombre se mueve peor en ese medio y se asusta con más facilidad. En el bosque
podemos escuchar sus risas continuamente, confundidas con el rumor de hojas.
A las hadas aristocráticas les encanta el ajedrez, sobre todo si juegan contra un humano.
Dicen que las más habilidosas en este juego son las Daoine Sidhe de Irlanda y las Sidh de
Escocia. Pero no son limpias en el juego, porque es tal su superioridad frente a los humanos que
les gusta retarlos a tres partidas, haciendo como que se dejan vencer en las dos primeras
partidas, para que se confíen. Luego los convencen para hacer apuestas cada vez más
ambiciosas, y en la tercera, cuando ya los tienen a su merced, se muestran implacables, ganando
el premio que ellas eligen.
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El otro gran divertimento de las hadas son los cuentos, sobre todo los cuentos que
hablan de ellas. En Peter Pan, la película de Disney, Campanilla y Peter Pan acudían cada
noche a escuchar los cuentos de Wendy.
Algo que caracteriza a los cuentos de hadas son los obstáculos que tiene que superar el
protagonista. En algunos relatos, este obstáculo suele ser tener que contar un cuento para que la
hada o el elfo le ayude a encontrar lo que busca o le dé la respuesta para poder continuar su
camino. En ocasiones un hombre vaga perdido de noche por el bosque hasta que llega a un
palacio. Las puertas son inmensas, de hierro forjado negro. Un hombrecito pequeño se asoma a
la puerta y le pregunta qué desea.
- Quiero un poco de comida y una cama de dormir, vengo muy cansado.
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Quiero empezar este punto advirtiendo al lector sobre sus prejuicios. En algunas
ocasiones es complicado justificar su actitud, pero no por ello debemos condenarlas de
antemano sin intentar comprenderlas. Digo en defensa de las hadas que cuando analicemos su
conducta, lo hagamos con la mente abierta y pensando desde su punto de vista, porque entonces
comprenderemos mejor su mundo. Si juzgamos el bien y el mal según la óptica del hombre no
entenderemos nada, porque ellas tienen sus propios motivos y una moralidad distinta.
Las hadas, como el resto de los seres féericos, son alegres, vitalistas, bromistas y
juguetones. Lo complicado es entender para los hombres lo que ellos consideran broma, porque
lo que para ellos es una broma divertida, para nosotros puede ser una broma de muy mal gusto.
En estos casos nos es difícil entender los motivos de sus bromas pesadas.
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Cuéntame cómo son las hadas
a afirmar que era tal la amistad con ellas que le estaban enseñando sus
poderes. Y poco a poco fue añadiendo detalles a sus relatos.
Pero una noche, no se sabe si porque las hadas estaban de peor
humor o estaban hartas de tanta mentira, decidieron gastarle una
broma. Y no era para menos. Allí, en la taberna, rodeado de
borrachos, el viejo atraía la atención de todos contando que las hadas
le estaban enseñando sus secretos y ahora era tan sabio como ellas.
El viejo Shaun-Mor representaba todo lo que ellas odiaban:
las mentiras, la prepotencia, la altanería, y muy ofendidas se pusieron
manos a la obra.
Ya había abandonado el viejo la taberna cuando miró
confundido la ciudad. Un ancho río atravesaba de izquierda a derecha
su casa y no podía cruzar. No sabía qué pensar, pero empezó a sentir
mucho miedo. De pronto a su espalda oyó un fuerte batir de alas. Se
volvió y encontró ante él una enorme águila que le miraba.
- Sube a mi espalda- le dijo- y te llevaré donde quieras.
Y sintió el anciano cómo se elevaba del suelo sobre su espalda
y ascendía cada vez más rápido. Cerró los ojos para evitar el mareo
que empezaba a notar en su barriga, y minutos después sentía cómo
aterrizaban. Abrió los ojos y vio asustado algo que parecía el pico de
una alta montaña, pero como si estuviera al revés, porque no
encontraba la falda de la montaña.
- ¿Qué hacemos aquí? Llévame a mi casa.
- Yo he cumplido con mi parte. Grita un poco y verás cómo
vienen tus amiguitas las hadas a ayudarte- y desapareció.
Miraba la montaña intentando saber cómo escapar de allí,
cuando se abrió una roca y empezó a resbalar. Shaun-Mor gritaba de
nuevo mientras trataba de agarrarse a cualquier desnivel del terreno.
De pronto, frenó en seco al sujetarse a un pico fuertemente. Sus pies
colgaban y, por si acaso, no se atrevía a mirar para abajo.
- ¿No te da vergüenza estar ahí colgado, Shaun-Mor? - le
preguntó el jefe de una bandada de gansos que volaban cerca de él.-
¿No crees que ya has bebido suficiente por hoy?
- No me dejes solo, amigo. Ha sido una broma de las hadas.
Ayúdame y te estaré eternamente agradecido.
Y se agarró como pudo a una de sus patas mientras sentía que
el vértigo aumentaba de nuevo. Entonces, un golpe brusco le hizo
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Cuéntame cómo son las hadas
volver en sí. Antes de poder abrir los ojos un cubo de agua fría mojaba
su cara.
- Amada mía, ¿por qué me tiras ese cubo? Así recibes a tu
marido.
- ¿Que si así lo recibo?¿Tú crees que estas son horas de llegar
y en ese estado? No debería ni mirarte, a saber qué has estado
haciendo. Entra, anda.
- Que no, mujer, que han sido las hadas
- Sí, sí, las hadas, como si no te conociera.
Y entró en casa dándole la espalda. Dicen que esa noche el
viejo Shaun-Mor contó a su mujer una historia sobre unas hadas
perversas que le habían llevado a la luna y que gracias a una bandada
de gansos estaba de nuevo en casa, pero, ¿quién iba a creer a un viejo
borracho? Y ya nunca más volvió a contar historias.
El que sean alegres y vitalistas, no quere decir que no puedan estar tristes, sentir dolor o,
incluso, morir de amor. Dicen que la Asrai gemía mientras que el pescador la llevaba a la orilla
y, si no, pensemos en la ninfa Calipso, que murió de tristeza por la marcha de su amor.
Hay una idea muy extendida, para mí errónea, que sostiene que, como las hadas no
tienen alma, no piensan ni sienten profundamente. Puede ser que piensen menos, o que se
sobrepongan a las penas antes que nosotros, pero, ¿debemos por eso decir que no piensan o no
sufren? No lo sé. No sé si tienen alma, pero parece que no, al menos individual, pero no por ello
negaré que no conocen el dolor o los sentimientos, aunque todo sea de un modo más débil que
el nuestro. No discuto que su pensamiento sea más simple o limitado, pero, ¿por ello debemos
afirmar que no sufren? En muchas historias de matrimonio entre hadas y mortales, vemos cómo
se pueden enamorar de verdad y sufrir de amor, y también sufren cuando se tienen que separar
de sus hijos y abandonan al marido.
Tampoco hay que pensar en unos seres ideales, alegres y bondadosos. Las hadas
conocen la venganza, y bien que la utilizan, y conocen el odio y saben defenderse muy bien de
los ataques humanos. También es cierto que en principio, sin motivo, no son seres dañinos con
el hombre, al menos la mayoría. El problema surge cuando analizamos sus motivos. Para un
hombre ir de caza y matar a un venado, no es motivo de ataque, pero para ellas, que protegen
sus animalitos, éste puede ser un motivo incluso de muerte, dependiendo del mal humor de las
hadas.
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Cuéntame cómo son las hadas
Si es una Vila, que son más severas, intentará primero alejar al hombre del bosque a
cualquier precio. Si el hombre logra superar todos los obstáculos, que serán muchos y
peligrosos, y llega a disparar a un animal, la Vila se vengará y le provocará un gran daño,
pudiendo incluso matarlo.
La Seligen también protegen sus animalitos, pero tienen un corazón bondadoso. Si el
hombre dispara al animal, la Seligen utilizará toda su astucia para que no le mate, moverá la
escopeta para que yerre el disparo, o hará que se doble como si fuera plastilina.
¿Pero son peores por ello las Vile? Parece ser que las hadas tienen una gran intuición, y
conocen mejor que nosotros mismos nuestras intenciones. Si una Vila reconoce a un hombre de
buen corazón le ayudará, y dicen que a las personas sencillas del campo les ayuda en la siembra.
Si una Vila se venga de este modo es porque ha visto la maldad en el corazón, y eso no lo
perdona.
Como vemos no podemos generalizar sobre la bondad o maldad de las hadas. Hay hadas
que por naturaleza son bondadosas e intentarán ayudar al hombre, como las anjanas, las damas
blancas, las hadas madrinas, etc. Otras, sin embargo, no es necesario que el hombre le dé
muchos motivos para hacerle daño, como las mujeres del Río, que si están las aguas un poco
revueltas, corres gran peligro de que estén de mal humor y te ahoguen.
Sin embargo, sí parece que hay algunos patrones en su conducta, ciertos valores que
ellas defienden y que castigan si no los cumples.
En su escala de valores, el respeto por la intimidad, la generosidad, el trato respetuoso,
la nobleza de corazón y la limpieza son para ellas grandes valores. Por el contrario atacan con
severidad el egoísmo, la brusquedad, el mal genio, la mezquindad, la suciedad y los malos
modales. Y prefieren la alegría a la tristeza.
En algunos relatos el eje central de la historia es el respeto por la intimidad. En éstos el
castigo del mortal llega porque un hombre se pone a curiosear en una fiesta de las hadas, o
porque las mira mientras se bañan. Para ellas éste es un motivo más que justificado de castigo.
Si a una Lamia te atreves a observarla mientras te bañas, tienes tres días para casarte con ella. Si
no lo cumples, la ley de las hadas caerá sobre ti matándote.
La generosidad es otro de sus grandes valores. Valoran si un mortal por la noche, al
acostarse, les deja comida, un vaso de leche o vino, también aprecian que al recoger fruta del
bosque no se coja toda la fruta, sino que dejemos algo para ellas en el árbol. Si un hombre actúa
así, tendrá una racha de suerte inesperada. Si puedes, y te recompensarán por ello, deja cada
noche tu balcón limpio para que entren sin mancharse, y en la mesa del salón pon un vaso de
leche, un vaso de agua, pan y queso. Es inimaginable la alegría de las hadas. El vaso de agua
limpia, aunque parezca una tontería, para ellas es muy importante, porque con esa agua limpia
pueden lavar a sus bebés.
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Cuéntame cómo son las hadas
Si no tienes compasión con los que sufren, ni ayudas a los que te necesitan, cuando
necesites ayuda tampoco te ayudarán. Ésta parece ser la moraleja.
Como contrapartida castigan los malos tratos, la rudeza, la brusquedad. Las hadas odian
a los hombres que pegan a sus mujeres. A veces para que un mortal se pueda casar con un hada,
el padre pone como condición que no golpee a su hija, porque si no ésta desaparecerá.
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Tienen una moralidad muy estricta, ya lo hemos visto, pero no ven mal el robo, ¡qué
tontería! En ocasiones son robos pequeños, como harina para hacer sus bollos, trigo, pero otras
veces roban ganado, comida, incluso personas, como niños y mujeres. También les gusta tomar
la leche de la vaca directamente, y se la beben, dejando sin leche al ganadero que por la mañana
va a ordeñar la vaca para los suyos.
Hay que decir en su favor que, cuando pueden, intenta devolver lo prestado, y son muy
agradecidas, devolviendo más de lo que han cogido o dejando algo de mayor valor en su lugar.
Otra contradicción en ellas es la verdad y la mentira. Valoran en los mortales que digan
la verdad y sean sinceros en sus actos, pero muchas de ellas no siempre dicen la verdad, a veces
por juego. Para comprender a las Lamias hay que saber que dicen lo contrario de lo que piensan,
y que dicen sí cuando quieren decir no. En ocasiones es por confundir a los hombres. No
mienten, pero les gusta el lenguaje equívoco, pero, ¿es o no lo mismo?
También puede chocarnos a los hombres su modo de agradecer. En ocasiones, cuando
un mortal se porta bien, se ven ampliamente recompensados, por ejemplo con trigo. El problema
es que a veces te devuelven tu trigo cogiéndolo de tu vecino, creando con ello en el mortal
cargos de conciencia.
Otro planteamiento que no comparte el hombre, es su contradicción entre la generosidad
que ellas defienden, y sin embargo su obsesión por poseer tesoros. Muchas de ellas, como las
Xanas, su máxima preocupación es proteger y ampliar sus tesoros. A ojos del mortal esta actitud
es mezquina y criticable, contraria a la generosidad, porque si tienes mucho probablemente es
porque compartes poco. Pero de nuevo ellas nos sorprenden con su actitud, pueden llevar meses
guardando riqueza, y si un mortal les ayuda con una tontería son capaces de darle una olla llena
de oro.
Como vemos, es un mundo complejo, con sus propias leyes. En ocasiones coinciden
con nosotros, en otras no podemos entenderlas. No pretendo con este punto defenderlas o
justificarlas, simplemente que tengamos en cuenta que no debemos juzgarlas, porque no somos
dioses. Con conocerlas nos es suficiente.
Un tema discutido y discutible es la mortalidad de las hadas, ¿son mortales como los
humanos o inmortales como los dioses? En este tema, salvo excepciones, parecen todos ponerse
de acuerdo en afirmar que las hadas son mortales, pero eso sí, su vida es mucho más larga que la
nuestra.
Recordemos que su tiempo no es el mismo que el nuestro, que un año en la vida de un
hombre es un día en el mundo de las hadas. El tiempo, al transcurrir tan lento, hace que tarden
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Cuéntame cómo son las hadas
mucho en envejecer y en morir. Esta lentitud del tiempo puede provocar la sensación de que no
transcurre, de que no envejecen, y que no mueren. Pero no es cierto. No hay que equiparar la
muerte de las hadas con la de los humanos; las hadas simplemente desaparecen. Para que una
Asrai muera, es suficiente con que le dé la luz del sol, que la disuelve en agua, y cuando el agua
se seca desaparece. Para matar a una Dríade basta talar el árbol en el que ella vive, al matar el
árbol muere con él su hada.
Hay personas que aseguran haber presenciado el funeral de un hada, una procesión de
pequeñas criaturas llevando un cuerpo sobre un tálamo hecho de flores. Coincido con algunos
autores en la opinión de que no es un funeral real, sino que sólo están jugando a imitar a los
hombres. Dos pensamientos me llevan a opinar esto: uno, las hadas no ven la muerte como los
hombres, no es algo doloroso, por lo que no tendría sentido verlas realizar algo serio como una
procesión, más propio sería ver un baile como muestra de alegría por la muerte, no una
procesión en silencio llevando un cuerpo; y dos, se sabe que muchas de las hadas desaparecen al
morir, lo que no les permitiría llevar su cuerpo a ningún sitio. De nuevo mantengo que las hadas
en realidad se estaban carcajeando de la seriedad humana y nada más divertido que imitarles.
Casi me parece estar oyendo sus risas.
El mundo humano y el élfico se muestran completamente opuestos en en el
pensamiento. Parece ser que en el mundo élfico no podemos hablar de un pensamiento
construido como tal, sino que sólo podemos hablar de conductas, modos de actuar.
Según afirman las hadas no tienen almas, por lo que es más fácil de comprender que
tengan una conducta tan diferente de la humana. Al parecer, las hadas no tienen un alma
individual, sino colectiva, lo que explicaría mucho de su forma de actuar. Explicaría su deseo de
tener un alma el que en ocasiones se muestren traviesas o malas con el hombre, fruto de la
envidia, o también el que anhelen por otro lado unirse a los hombres. El matrimonio con un
hombre les daría un alma, por eso es tan terrible para la ley de las hadas el casarse con un
hombre, porque se alejan del alma colectiva que las une a las demás.
En algunos relatos de matrimonio entre hada y mortal, el hada le pone como condición
que jamás le diga lo que oye cuando pasa de nuevo por el sitio donde la recogió, que nunca le
diga lo que están diciendo sus hermanas, porque entonces tendría que volver. Normalmente lo
que suelen decir es “vuelve con los tuyos”, entre llantos. El dolor que sienten sus hermanas nos
confirma la traición que supone para las hadas el que un hada se case con un mortal.
Hay un leyenda sobre las Gwragedd Annwn, que explica muy bien el pensamiento tan
diferente del nuestro. En este cuento el padre de un hada le pone como condición al marido que
no golpee jamás tres veces a su hija, porque con el tercer golpe regresará a su mundo. El hombre
es bueno con su mujer, a la que adora, pero por incomprensión la golpea tres veces, y ésta
desaparece. Analicemos este cuento.
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Cuéntame cómo son las hadas
Una de las veces que la golpea es en un bautizo. Los hombres están felices, las hadas
lloran desconsoladas. Para las hadas bautizar es dar nombre al ser nuevo, separarlo de esa alma
común que todas tienen, es individualizar, darle alma propia. Para ellas es una tragedia, porque
bautizar es separar del origen común. También debemos recordar la importancia que tiene para
las hadas el nombre, nunca debemos llamarlas por su nombre. En el cuento de la dona d’aigua el
que el marido la llame por su propio nombre es motivo para que ella la abandone, la condición
que le pone. Así, en un bautizo, la Gwraggedd Annwn llora desconsolada ante el estupor de su
marido, y para que deje de llorar éste la golpea.
Otro de los golpes llega en una boda. Todos ríen felices, ella llora. La boda de nuevo
conlleva la pérdida del alma común. Al casarse con un mortal las hadas se separan del alma
común para adquirir alma humana. Es cierto que las hadas se casan buscando este alma, pero
para las hadas hermanas es motivo de nuevo de tristeza infinita, de desgracia. En las Anjanas,
por ejemplo, el mayor tabú que una Anjana puede infringir y por el que recibe el mayor castigo
es casarse con un hombre. De nuevo los hombres ríen felices mientras la hadita lloraba, ante la
incomprensión del marido que le da un nuevo golpe.
Y el tercer golpe, a ojos del marido, también es lógico. Están en un funeral, lloran todos
ante la pérdida del familiar querido que nunca volverán a ver. El hada reía feliz. Para un hada la
muerte es la vuelta a esa alma común, la vuelta a los orígenes, a la unión con el resto de sus
hermanos. Ella reía feliz en medio del funeral. Ante la vergüenza que siente el marido por el
comportamiento de su mujer la golpea por tercera vez.
Según esta explicación, si el entierro para las hadas es motivo de alegría, no me parece
que fuera real el funeral protagonizado por las hadas. Sin duda nos estaban imitando.
En cuanto a su pensamiento, al carecer de alma, es mucho más simple que el nuestro.
Como dije al principio de este punto, en estos seres apenas hay pensamiento, hay actuación de
acuerdo con unas normas que ellas mismas se han puesto. Sobre si tienen o no lenguaje, parece
evidente que comprenden el lenguaje humano, además del de los animales, aunque en la
mayoría de los relatos se resalta lo poco que hablan con los humanos. En los relatos que narran
cómo un mortal se ha enamorado de un hada, para atraerla hacia él, al hombre le basta con
levantar la mano hacia ella, en señal de que ella le dé la mano, y su respuesta es aceptar
dócilmente, atendiendo la demanda sin rechistar ni dar su aprobación. También son muchos los
relatos en que un mortal mira durante muchos días a un hada, y la respuesta de ella es sólo una
boba sonrisa mientras peina su cabello a la orilla de la playa o de un río. De las Gwragged
Annwn se sabe que sólo saben contar hasta cinco, lo cual no nos dice mucho de la inteligencia
de estos seres. Pero en esta simpleza de pensamiento hay mucha alegría. Si tuviera que
definirlas diría que son alegres, traviesas, amantes de la vida, disfrutando de su tiempo
dedicándose a bailar, cantar, jugar o trabajar, sin mayores preocupaciones ni planteamientos, lo
cual es un poco envidiable.
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TIPOS DE HADAS
Tipos de hadas
EN BOSQUES Y CAMPOS
Las Anjanas
Las damas verdes
Las damas blancas
Guardianas de los bosques: Las Aguane en Italia
Las Vile en centroeuropa
Las Seligen en Austria
Las Dríades
Las hadas diminutas
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Tipos de hadas
En fuentes y arroyos:
Las Lamignaks vascas (o lamias) y
Korrigans de Gran Bretaña
Xanas asturianas (y mouras gallegas)
Náyades y ondinas
Mujeres marinas
Sirenas
Doncellas focas o selkies
Nereidas
EN OTROS LUGARES
LAS ANJANAS
Entre los bosques cántabros, una dulce y bondadosa ninfa espera para hacer el bien
siempre que puede. Cuando alguien está desesperado, le basta con invocar a esta pequeña hada
para que le ayude: “Anjana blanca, ten piedad de mí. Guíame por la oscuridad y por la niebla.
Líbrame de los peligros y de los malos pensamientos”.
Pequeña, de apenas medio metro de altura, de brillantes ojos negros o azules; su cabello,
largo y dorado, adornado con trenzas, flores y lazos de colores; su mirada, tierna, serena,
confiante. Si estás perdido sabes que ella te ayudará, mirar sus ojos te da la calma cuando crees
que nada tiene solución. Vestidas con vaporosos vestidos blancos, casi una ilusión mirarlas,
etéreas, como un rumor de hojas, apenas las presientes, pero sabes que están. Algunos dicen que
le han visto alas transparentes, casi imperceptibles.
Entre sus objetos personales suele llevar siempre un bastón, una vara de espino con una
estrella en la punta que se ilumina de noche. En él se apoya y con él hace los milagros. También
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Tipos de hadas
son mágicos una botella que lleva con un brebaje milagroso y una capa negra que se pone el
Viernes Santo.
Habita en cuevas que en su interior son palacios con el suelo de oro y las paredes de
plata. Pero su medio es el bosque, ayudando a los que se pierden a encontrar el camino de
vuelta, o con su brebaje milagroso socorriendo a los enfermos, cuidando los rebaños, limpiando
las fuentes y arroyos. Dicen que conoce el lenguaje de la naturaleza, que conversa con los
animales y las fuentes. Le conmueven los que sufren y las personas de conducta intachable.
Premia a las personas generosas, de buen corazón, pero también castiga si alguien la desobece.
Pero las buenas hadas también reciben castigos. Las anjanas tienen una prohibición,
enamorarse de los hombres. Y ya sabemos que el amor no siempre entiende de leyes, y a veces
se enamoran. El castigo es siempre terrible. Si una anjana transgrede la ley y convive con un
hombre, nunca hallará la paz ni el sosiego, los perseguirán las desgracias. Será un amor trágico,
condenados eternamente a amarse y nunca encontrarán la felicidad. Cuando tengan sed no
podrán beber, si tienen hambre no encontrarán comida, si tienen frío no encontrarán dónde
refugiarse. Y desearán la muerte, pero ésta no les llegará nunca. Y se verán obligados a errar
eternamente, juntos, sin saciar nunca ni el hambre, ni el frío, ni la sed. Eternamente juntos y
desgraciados.
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Tipos de hadas
Una película reciente del cine español ha tratado el tema de las Anjanas: El invierno de
las anjanas, protagonizada por Elena Anaya y Eduardo Noriega en 1999. Es una bonita historia
de amor en la que la protagonista, desesperada, invoca a las anjanas como le han enseñado para
que vengan a ayudarla. Más que la historia en sí, un poco exagerada, me gustó la recreación del
estado de los personajes. La película refleja muy bien la soledad, la tristeza, la impotencia, la
desesperación. La fotografía es encantandora, una buena ocasión para ver los bellos paisajes de
los acantilados cántabros. En toda la película son constantes las referencias a las anjanas, única
esperanza de la joven. La escena final viene a ser el testimonio de que las anjanas existen, y si
no existieran, tampoco hay por qué perder la esperanza. Todo puede ser posible si uno lo anhela
fuerte en su interior. Y sobre todo recuerdo la paz que sentía al salir del cine. Y si no fue esto lo
que quiso mostrar el director, así fue como yo entendí la película.
Casi invisibles y camufladas por unas largas túnicas verdes, se esconden unas bellas
hadas dispuestas a divertirse a costa de los humanos. Conocidas como las Damas Verdes, viven
estos seres felices entre los bosques y prados del Este de Francia.
Su característica más definida es su extremada belleza, pero más que una virtud es un
calvario para el mortal que cae en sus garras. Altas, rubias, aladas, hermosas y adornadas con
joyas, saben cómo explotar al máximo su belleza para atraer a los hombres. A modo de juego
les gusta enamorarlos y hacerlos sufrir terriblemente. Son etéreas, ligeras, casi invisibles, lo que
resalta aún más su misterio y atractivo.
Como su moral es distinta de la de los hombres, no ven maldad en extraviar a los
viajeros por los bosques, burlarse de los jóvenes o colgarlos de los árboles por los pelos. A
diferencia de otras hadas no se muestran generosas con los mortales y, si en alguna ocasión
ayudan a un hombre, es simpre a cambio de un favor.
Y aunque uno piense que más vale alejarse de ellas, se las ve tan hermosas, tan lindas,
tan dulces, que uno cree que no se les ocurrirá hacerte daño, y además, ¿quién se resiste a los
encantos de estos seres, con lo fáciles de engañar que son los hombres?
Entre los bosques holandeses, daneses y alemanes, unas hermosas damas cuidan de los
hombres que se han perdido. Altas y delgadas, de largos cabellos rubios, dulces ojos azules y
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Tipos de hadas
túnicas de gasa blanca, apenas se muestran a los ojos humanos. Aún más etéreas que las damas
verdes, son muy difíciles de ver. Dicen que sólo se pueden ver si las sorprendes besando a un
niño y tienes la suerte de haber nacido en domingo o posees un talismán élfico; el resto de los
mortales tenemos que conformarnos con su ayuda.
A las damas blancas les gusta vivir en los bosques de la Europa más fría, y sobre todo si
están nevados, donde pasan más desapercibidas. Para alojarse eligen los árboles de Alemania y
Austria, los antiguos castillos y las cuevas cerca de las aldeas.
Siempre están dispuestas a ayudar a los humanos, a quienes protegen cuando se han
perdido o están desesperados; acompañan a las mujeres en el parto; calman las tempestades e
incluso dan regalos a los hombres. Estas pacíficas hadas, sin embargo, también conocen el odio
y la rabia. Si alguien las ofende o las molesta, le hielan el corazón con la mirada, y detestan los
avances técnicos sobre todas las cosas.
Son muchas las leyendas que se cuentan sobre la aparición de una bella mujer vestida de
blanco que viene a ayudar a los hombres y, en ocasiones, les advierte con mensajes y
adivinaciones.
Probablemente las hadas madrinas de los cuentos han tomado de estos seres muchas de
sus características, siempre de blanco y presentándose ante quienes las necesitan.
Las hadas, como espíritus femeninos de la naturaleza que son, tienden siempre a
proteger el medio en el que se encuentran. Entre los bosques habitan unas mujeres de gran
belleza al cuidado de los animales y árboles, aunque dependiendo de la zona se les denomina de
un modo u otro. En Italia, en los Alpes, las Aguane se alzan como las protectoras de su
territorio; en los bosques de Europa Central son las Vile las encargadas de que el ser humano no
se adentre en sus dominios, y las Seligen son las guardianas de los bosques austriacos, alemanes
y suizos.
En los Alpes italianos las Aguane, vestidas con piel de animales, son las encargadas de
cuidar los prados y las corrientes de agua. Dicen que son bonitas, de pelo largo, aunque no tan
hermosas como las damas verdes o las Vile, y cuentan que tienen un defecto, sus pechos son
muy largos y sus pies están invertidos.
Las Aguane, a diferencia de las otras guardianes de los bosques, son amables con el
hombre y se reúnen con ellos, pero siempre que éstos se muestren cuidadosos con la naturaleza.
Si un Aguane sorprende a un hombre enturbiando sus aguas o tocando sus árboles, le enreda los
pies con sus cabellos y lo arrastra bajo el agua ahogándolo. A veces, dependiendo del daño
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Tipos de hadas
infringido por el hombre, ésta puede llegar incluso a llevarlo a su cueva donde lo viola para
luego devorarlo. Si por el contrario una Aguane encuentra a hombres humildes y trabajadores,
se acercará a ellos para ayudarles en el campo o simplemente buscando conversación. No hay
que tener miedo si nuestra intención es buena, ellas siempre lo detectan.
Mortales para el hombre suelen ser unas hadas de fascinante belleza que habitan los
bosques de Europa Central, las Vily o Vile, en singular Vila. Las Vile suelen destacar por sus
largos cabellos, que pueden llegar a cubrirles los pies, de color dorado o castaño rojizo . Sus
cuerpos son esbeltos y flexibles, sus ojos brillantes. Como la mayoría de las hadas,
contrarrestando su belleza, en ocasiones pueden tener algún defecto físico. De las Vily
yugoslavas dicen que pueden tener pies de cabra.
Prefieren para vivir los lugares elevados, por eso entre los bosques prefieren aquéllos
que estén en montañas o en picos escarpados. Conocidas como las señoras de los bosques,
protegen a los seres que habitan en ellos de modo obsesivo. Cuidan los rebaños, los ríos y
bosques, y conocen tan bien a los animales que en él habitan, que hablan su mismo idioma. Si
un humano se atreve a dañar a uno sólo de sus animales la Vila se muestra inflexible, y según el
daño que haya causado depende su castigo, llegando hasta la muerte.
Aunque podemos pensar que es vengativa o peligrosa, en ella sólo hay una protección
de los suyos. Si un humano no le causa confianza trata de alejarlo de su territorio, al precio que
sea. En cambio también pueden ayudar a los hombres que la necesitan, así no dudan en ofrecer
sus conocimientos sobre las plantas para curar las enfermedades, ayudar en la siembra o
resucitar a los muertos.
También guardianas de los bosques, pero más benevolentes con los hombres, se
muestran las Seligen. Originarias del Tirol, las Seligen habitan los bosques austriacos, alemanes
y suizos. Como las Vile, protegen los bosques y los animales que en él viven, pero al contrario
que éstas ayudan a los hombres en sus tareas. Cuando los campesinos están segando les ayudan
en su labor. Son muy trabajadoras, ordeñan y guardan el ganado, hacen crecer las cosechas más
deprisas o siegan a gran velocidad..
Es frecuente verlas por los bosques protegiendo a los gamos y ciervos de los cazadores,
pero en lugar de hacer daño al hombre para evitar que hieran a sus animales, las Seligen
prefieren proteger a los suyos errando los disparos.
Aproximadamente de un metro y medio de altura, cabello largo y rubio y de ojos azules,
apenas se diferencian de las mujeres de la zona, excepto por la altura. Les gusta la danza, jugar
con sus animalitos y vivir en paz.
Últimamente casi en extinción, las Seligen corren un gran peligro en los bosques por
culpa de los Wilde Männer u Hombres salvajes, unos gigantes que disfrutan arrasando el bosque
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Tipos de hadas
y arrancando árboles y plantas, y que tratan a toda costa de acabar con estos dulces seres. Las
persiguen por los bosques hasta que logran alcanzarlas y darles muerte. Sólo hay un modo de
salvarlas. Si un hombre marca en el tronco del árbol tres cruces, esta marca sirve de protección
para las Seligen contra sus enemigos. Con esta marca los Wilde Männer pierden su poder. Así,
los hombres y las Seligen viven en paz ayudándose mutuamente. Sólo tres cosas pueden
alejarlas de los hombres: que les toquen el pelo, las maldigan o las llamen por su nombre
propio, entonces desaparecen.
LAS DRÍADES
“Dríade” es el nombre con el que se conoce a las ninfas de los bosques. La vida de estas
pequeñas ninfas está siempre ligado al árbol en el que han nacido, al que cuidan durante toda su
vida y con el que morirán si éste muere.
Los humanos pensamos equivocadamente que no ocurre nada por talar un árbol,
arrancarle una hoja, quemarlo o arañarlo para poner corazoncitos. Esto es porque creemos que
sólo nosotros tenemos vida y conocemos el dolor. Pero no es así, porque si talamos el árbol en
el que habita una dríade, también estamos matándola a ella.
Los dioses de la mitología griega ya protegían a estos pequeños seres y, para que nadie
se atreviera a matarlas, castigaban fuertemente a aquéllos que destruían los árboles. De este
modo aprendían los griegos que debían respetar la naturaleza.
En cuanto a su apariencia, las dríades son unas jóvenes y hermosas ninfas, de cuerpo
esbelto y ojos dorados, que adoran la música y la danza. Cuentan que su voz es muy armoniosa
y que les fascina cantar, pero su voz se entremezcla con el rumor de los árboles, por lo que son
muy difíciles de descubrir.
Para poder ver a un hada, hay que prestar mayor atención a la naturaleza y fijarnos en
cada detalle. Si escuchamos un leve murmullo que parece una melodiosa voz, probablemente
próxima a nosotros se encuentre una dríade.
Bajo este epígrafe voy a reunir a distintos tipos de hadas que tienen en común su
pequeña estatura y su ternura. Aunque una de las características principales de las hadas es que
pueden cambiar de tamaño, no podemos decir lo mismo de estas pequeñas hadas, porque son tan
diminutas que no poseen esta particularidad, y si en algún momento logran cambiar de tamaño
es para hacerse aún más chiquitas.
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Tipos de hadas
Entre las hadas pequeñitas algunas son muy conocidas, como las llamadas gente
menuda de Cornualles, un condado del suroeste de Inglaterra. Es un lugar privilegiado; una
península rodeada por un lado del Oceáno Atlántico y por el otro por el Canal de la Mancha. El
clima es templado y destacan por su belleza los acantilados rocosos y la rica vegetación de la
zona. También destaca Cornualles por la abundancia de dólmenes que contiene. Este
paradisíaco lugar, últimamente convertido en centro turístico, fue el que eligieron estas
diminutas hadas para vivir hace muchos años.
La gente menuda de Cornualles son pequeños seres de gran corazón y muy queridos por
el pueblo. Son muy pequeñas y sólo pueden adoptar forma de pájaro, pero cada vez que
cambian de aspecto al volver al suyo original disminuyen de tamaño. Dicen que pueden
menguar tanto que llegan a convertirse en hormigas, y entonces se les conoce como Muryans,
pero ésta es su última fase antes de desaparecer de la tierra. Es tal la protección a estos seres en
Cornualles que se considera terrible matar a una hormiga, porque podrías estar matando a una
Muryan..
Estos tiernos seres viven bajo tierra, y salen a los lugares floridos para celebrar sus
fiestas cuando hay luna. Entonces los ves corriendo por los prados. Les gusta la danza y el baile,
y los pescadores cuentan que si de noche te acercas mucho a la costa puedes ver centenares de
lucecitas y música celestial. Se trata de las pequeñas hadas que han salido a bailar.
Son criaturas bondadosas que sufren con la soledad, por eso es frecuente verlas
acompañando a ancianos y a enfermos que no pueden salir de sus camas. Entonces aparecen
estos pequeños seres y los alegran con sus saltos y sus bailes. ¡Cuántas veces desearíamos que
nos acompañara un hada cuando estamos solos y tristes!
Otros seres diminutos muy simpáticos son las Portunes. Aparecen con frecuencia en los
relatos medievales y tienen el tamaño de un dedo. Las Portunes son pequeñas hadas agrícolas,
también bondadosas con los hombres, a los que ayudan en el campo. Les gusta la vida pacífica y
se divierten gastando bromas, pero bromas siempre inocentes. Entre éstas se cuenta que si
descubren a alguien durmiendo en el campo comienzan a dar saltitos en su cara para
despertarlos o se meten en sus sueños.
Otras hadas minúsculas son las Skillywidden, tan pequeñas que ni siquiera pueden
cambiar de tamaño. Pero sin duda, la más conocida por todos es Campanilla, el hada
protagonista de Peter Pan. En la versión de Disney, Campanilla es una damita juguetona y
celosa, va vestida de verde y tiene dos pares de minúsculas alas, el segundo más pequeño, que le
permite volar y moverse a una velocidad increíble. Sus orejitas son puntiagudas y la rodea un
halo de polvo dorado que le da poder y así, cuando el niño pequeño quiere hacer volar a la perra
nana para que les acompañe, agarra a Campanilla y la sacude haciendo caer su polvo dorado
sobre el animal, que en ese momento empieza a volar. Campanilla no es mala, sólo traviesa,
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Tipos de hadas
pero por culpa de los celos que siente hacia Wendy es capaz de poner en peligro la vida de sus
amigos.
Las hadas acuáticas suelen reflejar el medio en que se mueven. Así, si las mujeres del
río varían su humor dependiendo del estado del agua (como veremos más adelante) las
doncellas del lago reflejan una serenidad permanente. Las hadas del lago son siempre muy
hermosas, de piel suave y delicada, cabello dorado y ojos verdes. Suelen ser bondadosas con el
ser humano, y muchas son las historias de amor que se cuentan entre éstas (sobre todo de
doncellas cisnes y Gwraggedd Annwn) y los mortales.
Entre los relatos célticos de hadas, es frecuente encontrar como protagonista a una
mujer-cisne. El cisne es un animal admirado en todas las culturas, símbolo de elegancia: si la
Cenicienta se convertía en princesa, el patito feo se convertía en cisne. El cisne blanco, el más
conocido de los cisnes, se encuentra en lagos y ríos de cauce lento de Europa, Asia y
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Tipos de hadas
Norteamérica. Es precisamente en los ríos europeos donde encontramos una larga tradición de
mujeres que se convierten en cisnes.
Estos relatos siempre tienen unos puntos en común: un hombre, puede ser cazador,
príncipe, etc., asiste al baño de una hermosa mujer o varias mujeres, todas de gran belleza, y
roba el manto de una de ellas. Ante esta pérdida, la joven, que no recupera su piel, se ve
obligada a permanecer con el hombre. Es una buena esposa y vivirá feliz con su marido hasta
que un día, por casualidad, encuentre su manto escondido, lo recupere y desaparecerá para
siempre. En todos estos relatos la doncella asume su destino con resignación, siempre silenciosa
y obediente. En algunos de estos relatos pasan a tener un papel activo al ayudar al hombre a
superar las pruebas que le impone el padre de ésta para llevársela.
Además de las doncellas-cisnes, otras doncellas que habitan los lagos son las
Gwragedd Annwn, unas hermosas hadas que habitan en ricos palacios bajo los lagos galeses.
Rubias, altas y distinguidas, dicen de ellas que las noches de luna llena suelen salir a la
superficie, donde danzan y bailan toda la noche. De belleza irresistible, ojos apaciblemente
azules y vestidas con deslumbrantes vestidos blancos, las Gwragged Annwn despiertan una
enorme pasión entre los mortales.
Con muy buen gusto, estas mujeres prefieren la compañía de hombres jóvenes y
hermosos, con los que suelen vivir grandes amores que, con más frecuencia de lo que quisieran,
no suelen acabar bien. Y, como casi siempre, la culpa la tienen los hombres, que incumplen la
condición que ellas le ponen, no tocarlas con hierro y no golpearlas más de tres veces.
Uno de los relatos más conocidos sobre esta hada narra cómo
un granjero, junto al lago Llyn y Fan Fach, vio a una hermosa joven
de belleza sobrenatural. Cada día iba a visitarla, hasta que un día se
atrevió y le ofreció lo que llevaba, un trozo de pan. El hada le negó
con la cabeza, y le dijo: “tu pan es muy duro”, mientras se hundía en
el lago. Volvió a visitarla al día siguiente y esta vez le llevaba un pan
sin cocer, pero ella se negó de nuevo: “tu pan es demasiado blando”.Y
sin perder la esperanza el granjero lo intentaba un día tras otro. Esta
vez le llevaba un pan ni demasiado hecho ni demasiado crudo, pero no
veía a la joven. En su lugar apareció un anciano con dos hermosas
mujeres idénticas que le dijo: “si adivinas cuál de mis hijas es la que
amas, puedes llevártela contigo”. El granjero las miraba asombrado,
tal era la belleza y la igualdad de las mujeres, pero miró los pies y
reconoció los zapatos de su amada. Sólo le puso una condición,
“trátala con amabilidad, como la golpees tres veces sin motivo me la
llevaré conmigo y nunca la volverás a ver”. Durante años fueron
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Tipos de hadas
Entre sus virtudes dicen que conocen todos los secretos de las plantas, entre sus defectos
que no saben contar más de cinco, pero, ¿es que hay alguien perfecto?
Más timidas y delicadas se muestran las Asrai, unas frágiles hadas que viven en los
lagos ingleses. Suelen tener la altura de un niño, el cabello verde y la piel blanca. Son tan
delicadas que no puede rozarles el sol, un sólo rayo de sol puede hacer que se desvanezcan y
diluyan en el agua, es por eso que no pueden vivir en la tierra, sino en el fondo de los ríos. De
noche salen a la superficie para mirar la luna.
Ya en España, en los lagos y estanques de las aguas catalanas, cuenta la tradición que
podemos encontrar a las “donas d’aigua” o “alojas”. Como el resto de las hadas, coinciden los
testimonios en describirlas como una jóvenes hermosas. Viven en los bosques próximos a los
lagos y estanques, donde acuden las noches de luna llena a lavar sus ropas o a hilar. También les
gusta la danza, los juegos y cantos, a veces muy peligrosos. Cuentan que con sus mágicos
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Tipos de hadas
cantos pueden atraer a los jóvenes y, ya hipnotizados, arrastrarlos al fondo de las aguas hacia
sus ricos palacios.
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Tipos de hadas
En los lagos de las Islas Baleares encontramos a las “donas d’aigo”, muy similares a las
anteriores, aunque la descripción de éstas es mucho más delicada. También jóvenes y hermosas,
las donas d’aigo sienten gran debilidad por los mortales, a los que observan desde su escondite y
de los que se enamoran perdidamente. Tremendamente dulces y adorables, salen cada noche a
limpiar a escondidas el hogar del hombre que aman. De día se sorprenden al encontrar su casa
limpia y ordenada. En ocasiones son descubiertas, entonces se quedan con los mortales. Son
frecuentes los relatos que cuentan los amores de una dona d’aigo y un mortal, pero como ocurre
en la mayoría de los casos entre hadas y mortales, no siempre tienen un final feliz.
Se conoce así a unas jóvenes hadas que destacan sobre las demás por su juventud y
belleza. De piel blanca y suave, pelo dorado y ojos verdes, es frecuente verlas a la orilla de los
ríos peinándose el cabello mientras esperan que aparezca algún hombre. Entonces explotan todo
su encanto, los mira como sólo puede mirar un hada y sonríen llenando de luz el paisaje. Sólo
tienen un defecto, sus pechos son tan largos que se los pueden echar sobre las espaldas, pero
suelen esconderlos tapándolos con sus largos cabellos.
Aún más inquietante que su belleza son sus continuos cambios de humor, dependiendo
de cómo estén las aguas pueden pasar de una dulzura relajante a una violencia extremada.
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Tipos de hadas
Cuando las aguas están revueltas pueden incluso atraer al agua a los hombres y luego ahogarlos.
La época más violenta es la primavera, cuando la naturaleza está en todo su esplendor y
probablemente estén aún más bellas. Visten de blanco y pueden cambiar de apariencia, tomando
apariencia humana, peces, o mujeres-peces.
Pueden construir su hogar en las raíces de los árboles, en palacios de coral y perlas bajo
el agua o en casas en la orilla de los ríos.
En la superficie se sientan a la orilla de los ríos y disfrutan peinando sus cabellos,
tocando el arpa, bailando entre ellas o entonando dulces canciones. Si te encuentras a una bella
mujer de blanco a la orilla de un río, mírale el borde del vestido, si está mojado ya sabes que es
un hada.
A las mujeres del río las podemos encontrar por toda Europa, aunque las más conocidas
son las eslavas Rusalki y las Gwragedd Annwn galesas.
Cuentan que las Rusalki son las almas de las muchachas que se suicidaron tirándose a
un río, por eso ésta es su morada. Viven en la orilla de los ríos rusos y rumanos y su pelo nunca
debe secarse, porque se morirían. Como el resto de las mujeres del Río, son de piel pálida, voz
suave y largos cabellos rubios, pero no les gusta llevar vestidos, prefieren correr desnudas por la
ribera o adornarse con hojas de los los árboles. Es tal su unión con la naturaleza, que tienen el
poder de controlar las lluvias y el viento, y dicen que si bailan sobre un terreno sin duda la
siguiente va a ser una próspera cosecha.
Llevan una vida muy ordenada, por lo que no es posible verla en cualquier época del
año. En cuanto llega el invierno vuelven al interior de las aguas, y allí se quedan hibernando
hasta que llega el Jueves Santo, cuando abandonan las aguas. En la sexta semana después de
Pascua se trasladan a los árboles y en la séptima se dedican a recoger plumas para preparar su
morada para el invierno. En verano corren por los campos en los que les gusta jugar y bailar. En
esta época es cuando más dóciles están y es más fácil acceder a ellas.
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Tipos de hadas
Al igual que las Vile protegen los bosques, las Korrigans y Lamignaks protegen las
fuentes y los arroyos. Korrigans es el nombre que se da a las guardianas de estos lugares en
Inglaterra, Lamiñas (Lamignaks, Lamiñaks o Lamias) es como se las conoce en el País Vasco.
Aunque pasan muchas horas cerca de las fuentes y manantiales, su hogar lo tienen bajo
el suelo, en cuevas. Las Lamignaks, por ejemplo, prefieren adornar las grutas subterráneas. A
las Korrigans es muy difícil verlas de día, la luz de la noche las embellece. Entonces salen a la
superficie, próxima a las fuentes, y allí disfrutan peinando sus cabellos, bañándose en las aguas
y entonando bellas canciones. Las Lamiñas prefieren la luz del día y no aparecen en la
superficie hasta que amanece. De día se puede apreciar la belleza de estas pequeñas jóvenes, de
apenas sesenta centrímetros. Cerca de las fuentes peinan sus largos cabellos rubios, y aunque
bellísimas, suelen poseer alguna característica animal que las afea, como tener las patas de cabra
o de oca.
Entre sus facultades pueden cambiar de aspecto, transformándose en anguilas o
serpientes, y mediante unos rituales secretos convierten las corrientes en aguas curativas.
No son agresivas, pero como todas las hadas son celosas de su intimidad. Si un hombre
las sorprende bañándose, tiene de plazo tres días para casarse con ellas, si al término de estos
días el hombre no les promete matrimonio caerá muerto como castigo. También condenarán a
muerte al humano que ose interrumpir en sus fiestas, sobre todo en la fiesta de la primavera.
Aunque son frecuentes los encuentros entre Lamignaks y Korrigans con humanos, sin
embargo el entendimiento entre ellos es muy difícil. A las mujeres de las fuentes las caracteriza
su contradicción, siempre dicen lo contrario de lo que piensan. Si te dicen que está lloviendo,
quieren decir que luce el sol; si te dicen que pegues una paliza a los niños, en realidad te están
diciendo que los cuides; cuando dicen que no quieren decir que sí. Y luego dirán los hombres
que las mujeres somos difíciles ...
Unas hadas menuditas y bondadosas que habitan las fuentes asturianas son las Xanas.
En toda la mitología asturiana son frecuentes los relatos que afirman la existencia de estas
ninfas de las fuentes. El nombre de Xana proviene del latín Diana, diosa de la caza, aunque en
Asturias se pueden encontrar otras formas lingüísticas para designar a estos seres, como Xania,
Xiana o Injana. Aunque el mito las sitúa sobre todo en la zona oriental y centro de Asturias, la
presencia de las Xanas se va extendiendo cada vez más hacia la parte occidental del Principado.
Estas pequeñas y hermosas hadas, de apenas 40 cms de altura, suelen ir vestidas de
blanco y dicen que sus ondulados cabellos son largos y rubios, y sus ojos verdes y transparentes.
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Tipos de hadas
Habitan en cuevas cercanas a las fuentes, donde pasan la mayor parte del día y, entre las aguas,
las xanas prefieren las fuentes de agua cristalina, en las que disfrutan jugando con la espuma.
Al igual que el resto de las hadas, las xanas son muy trabajadoras. Se pasan horas y
horas hilando, siempre con su huso y la rueca. También se dedican a las labores del hogar,
cuidan a los niños, etc., y las noches del luna llena salen a las fuentes a lavar las madejas que
han hilado, pero eso sí, en cuanto sale el primer rayo del sol recogen sus madejas y corren a
esconderse en sus cuevas. Existe la imagen de que son muy tacañas, y el motivo es que una de
sus ocupaciones preferidas es ocultar tesoros, pero no es cierto, porque si alguien les cae bien o
les ayuda se muestran más generosas de los esperado.
Determinados días al año se las puede encontrar con mayor facilidad en las fuentes,
como la mañana de San Juan, día en que se celebra el solsticio del verano. En esa mañana
podemos contemplarlas a la orilla de una fuente, peinando sus cabellos. Son tan coquetas que
entre sus objetos personales suelen llevar con ellas un peine de oro y un espejo. Aunque son
unas hadas dulces y pacíficas, si te atreves a robarles su peine sacan toda su rabia y te persiguen
y te amenazan hasta que logran que se lo devuelvas.
Debido a la atracción que ejercen sobre los mortales, son frecuentes las relaciones entre
los hombres y las xanas. Algunas veces son ellas las que tratan de seducir a un mortal, pero la
mayoría de las veces son los hombres los que rendidos a su belleza (y a la fama de sus tesoros)
tratan de casarse con ellas. Como en muchas historias de hadas, las xanas suelen poner una
condición al matrimonio, que cumple el mortal durante varios años en los que viven felices,
pero siempre al final termina el mortal incumpliendo la norma y la xana desaparece para
siempre. Entre las leyendas se cuenta que las xanas están fuertemente ligadas a las fuentes por
un hilo de oro, y si lo encuentras y tira fuertemente sin soltarlo, puedes sacar la Xana con él
Muchos topónimos del lugar vienen a testimoniar la presencia de estos seres, como la
Cueva de la Xana, Desfiladero de las Xanas, Río de las Xanas, Fuente de la Xana, Monte de la
Xana, etc., así como muchos otros lugares que llevan su nombre por toda Asturias.
Cuenta una leyenda que por los años 790 a 800 de nuestra era,
reinaba en la monarquía asturiana Mauregato, rey asturiano que
gobernó Asturias entre el 783 y el 788 d.C. Los reyes sucesores de
Alfonso I, fundador del reino Astur, tuvieron que soportar la presión
de los musulmanes. Mauregato, ante la presión musulmana, se
comprometió a entregarles cien doncellas cada año, siempre las más
bellas del lugar, a cambio de vivir en paz. Una vez al año los soldados
del rey elegían a las jóvenes más hermosas y se las llevaban a la
fuerza. Cuando llegaron al pueblo de Illés, encontraron a una bella
niña, Galinda, que huyó cuando vio que se acercaban los soldados.
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Tipos de hadas
Varias son las ninfas acuáticas españolas y entre ellas suelen guardar unos rasgos en
común. Con muchos puntos de coincidencia se encuentran las mouras o donas gallegas y las
xanas asturianas. Ambas son doncellas bellísimas que se ocultan en las fuentes, de vestido
sencillo, apenas una túnica blanca, de cabello dorado que peinan todo el día y una obsesión, los
tesoros que guardan y que, a su antojo, comparten en ocasiones con los mortales.
Las donas gallegas son generosas si las tratas bien y, si las desencantas, te conceden uno
de sus grandes tesoros escondidos. Se las llama “encantadas” cuando adoptan forma de
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Tipos de hadas
serpiente, “mouras” cuando están relacionadas con un castro o monumento megalítico. Muchos
son los relatos que cuentan cómo estos seres construyeron estos túmulos o habitan en ellos
Se diferencian del resto de las hadas en que prefieren salir de día, a tomar el sol, y
también porque portan objetos beneficiosos para el hombre, como un cántaro de agua, que tiene
el poder de curar al instante.
También intentan ayudar a los seres débiles que las necesitan, como a los niños
perdidos, los ancianos o las jóvenes abandonadas. Frecuentemente salen a solicitar un favor de
los mortales, como que les peine su cabello, si estos satisfacen sus deseos se muestran
generosas. Por el contrario, si alguien las ofende, arrojarán su rabia sobre su ofensor, a quien le
conceden todas las desgracias posibles.
Los que aseguran haberlas visto, dicen que la mañana de San Juan salen a las fuentes a
hilar o peinar su cabello. Como hemos visto, comparten muchas de sus características con las
lamias vascas, que también habitan en las fuentes.
NÁYADES Y ONDINAS
Y por último, termino el capítulo referido a los espíritus femeninos de agua dulce,
deteniéndome en dos bellas ninfas acuáticas, las náyades y las ondinas. Por la información que
he podido recopilar sobre ellas, en realidad no responden a un tipo de hada en concreto, sino al
nombre genérico con el que se conoce a las hadas de las fuentes.
“Náyade” es el nombre que se daba en la mitología griega a las ninfas del elemento
líquido y encarnaban la divinidad del manantial que habitaban. Eran seres femeninos de gran
longevidad, pero mortales. Una fuente podía estar habitada por una sola ninfa, la llamada ninfa
de la fuente, o por varias ninfas, todas iguales entre sí y consideradas hermanas.
Se decía de ellas que poseían virtudes curativas, pero si alguien cometía el sacrilegio de
bañarse en sus aguas corría un gran peligro. Normalmente quien se atrevía a esto caía
gravemente por una enfermedad desconocida o se volvía loco. Para las náyades esta ofensa se
pagaba igual independientemente de quien fueras. Cuentan por ahí que el mismísimo Nerón se
atrevió una vez en Roma a bañarse en la fuente de Marcia. Después de aquello se vio afectado
por una especie de parálisis y mucha fiebre durante varios días.
De ellas sabemos que eran hermosísimas y que sus ojos eran verdes, y debían ser tan
llamativos que hasta Bécquer se acuerda de ellos en un poema:
“ Porque son, niña, tus ojos
verdes como el mar te quejas;
verdes los tienen las Náyades,
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Tipos de hadas
Pero como vemos, para los griegos, “náyade” es el nombre con el que se conoce a las
ninfas del agua, sin distinción.
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Tipos de hadas
“Ondina”, en cambio, era cada una de las hadas o ninfas de los lagos en la mitología
del Norte y equivalían a las náyades de los griegos. Representan a dos seres idénticos en dos
culturas diferentes.
Todas las ninfas del agua son seres muy seductores. Dicen que podemos reconocer a las
ondinas porque surgen del lago con la cabellera flotante y húmeda. Si las ves en la superficie
las puedes reconocer porque el extremo del delantal blanco que llevan siempre gotea agua. Si un
mortal comete el error de enamorarse de una y la sigue, una enorme ola lo arrastrará hasta
ahogarlo.
En la actualidad se llama “ondina” a cualquier espíritu femenino que vive en una fuente
o en un río, de este modo he encontrado la leyenda de la xana Caricea llamada también ondina
Caricea. El término “náyade” ya sólo nos suena a mitología.
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Tipos de hadas
En la mitología griega eran ninfas del mar, hijas del dios marino Forcis, que tenían
cuerpo de ave y cabeza de mujer. Su voz era tan dulce que atraían hacia las rocas a los
marineros. La imagen de estas sirenas no era la imagen tierna de Disney. Eran peligrosas, los
hombres que las oían perdían el control, eran atraídos hacia ellas como hacia el imán, y ellas le
llevaban haciala muerte.
En la Odisea, uno de los peligros que el héroe Odiseo logra superar, ya de regreso a
casa, es el encuentro con las sirenas. Odiseo (o Ulises en la tradición latina), junto con su
tripulación, se aproximan a la isla de las sirenas. Advertido por el peligro que corrían si llegaban
a oirlas, decide seguir el consejo de la hechicera Circe y tapar los oídos de los compañeros con
cera. Luego Odiseo se hizo atar al mástil de la nave para oír a las sirenas sin correr el riesgo de
sentirse atraído por ellas. Solo de este modo pudieron continuar el viaje sin peligro.
Canto XII, fragmento de La Odisea de Homero. Éste es el consejo de Circe:
“(...) Primero llegarás a las Sirenas, las que hechizan a todos los hombres que se acercan
a ellas. Quien acerca su nave sin saberlo y escucha la voz de las Sirenas ya nunca se verá
rodeado de su esposa y tiernos hijos, (...) antes bien, lo hechizan éstas con su sonoro canto (...).
Haz pasar de largo a tu nave y, derritiendo cera agradable como la miel, unta los oídos de tus
compañeros para que ninguno de ellos las escuche. En cambio, tú, si quieres oírlas, haz que te
amarren de pies y manos, firme junto al mástil -que sujeten a éste las amarras-, para que
escuches complacido la voz de las dos Sirenas; y si suplicas a tus compañeros o los ordenas que
te desaten, que ellos te sujeten todavía con más cuerdas. (...)”
Como hemos visto, en la mitología griega las sirenas tenían cuerpo de ave. Fue a partir
de la Edad Media cuando empezaron a representarse con la imagen que ahora tenemos, cabeza y
torso de mujer, cola de pez. Probablemente la leyenda de las sirenas la iniciaron los relatos de
los marineros, al confundirlas con mamíferos marinos como las focas. Durante siglos se
repitieron los relatos que afirmaban haberlas visto, hasta que llegó el siglo XVIII con el
racionalismo, que atacaba fuertemente la superstición y la fantasía, y con la razón se llevó a las
sirenas.
Hay muchos puntos de contacto entre las mujeres marinas y las sirenas. A todas se las
representa en el mar, utilizando su hermosa voz para atraer a los marineros, hermosas y su
cuerpo mitad pez mitad mujer, aunque son algunas sus diferencias.
Las mujeres marinas están casadas con los hombres del mar, ancianos con cola de pez
que visitan la superficie y controlan las tempestades (o descontrolan). Sus mujeres son jóvenes y
hermosas, y los esperan en casa cuidando los hijos, ordenando la casa y protegiendo a los
animales marinos. Viven en el fondo del mar, en palacios subacuáticos de gran esplendor. Y
ahora la gran pregunta, y sin pretender herir sensibilidades, ¿qué ocurre si una joven mujer
espera al anciano marido en casa, limpiando, mientras él hace como que trabaja? Pues lo lógico,
buscar a un joven que le alegre el día. Pues eso mismo hacen ella.
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Tipos de hadas
Al vivir aisladas en el fondo del mar, la búsqueda del joven es más difícil, por lo que se
ven obligadas a salir a la superficie y esperar a que llegue un barco con marineros, entonces
tratan de enamorarlos con sus cantos, sus largos cabellos dorados en la superficie (verdes bajo el
agua), hasta que logran atraerlos. Si un hombre no sucumbe a su encanto natural, ni a su voz, ni
a sus promesas, entonces lo atraen a la fuerza, aunque para ello tengan que hundir el barco
entero para poseerlo. Ése es el motivo por el que los hombres del mar las temen. El gran
problema luego es regresar, a veces se muestran condescendientes y cuando han satisfecho sus
deseos los dejan escapar, la mayoría los retienen para siempre o hasta que se aburren.
A las mujeres del mar podemos encontrarlas como peces, mitad mujer mitad pez, focas;
o mitad mujer mitad focas.
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Tipos de hadas
siempre pastelosa de Disney ella no provoca) y la sirena aprovecha para arrastrar al muchacho
hasta la orilla para salvarlo.
En el amor de la sirena hacia el mortal, además de capricho, hay mucho de gusto por lo
prohibido y de curiosidad. En el amor del hombre hacia la sirena está el atractivo del amor ideal
pero fatal, el encanto del amor peligroso, la atracción del vértigo, de lo desconocido.
Al igual que las mujeres marinas, las sirenas observan a los hombres desde su roca,
atrayéndolos con su belleza. Si no acceden provocarán una tormenta hasta conseguirlo. Pero si
en el mar son dominantes e impulsivas, en la tierra son tímidas y sumisas. Algún marinero
cuenta que pudo atraerlas robándoles su sombrero rojo o su capa oscura, entonces humildemente
los acompañaron, aunque nunca se acostumbraron a la tierra. Son mujeres del mar y el mar es su
medio, ¿para qué sacarlas del mar y tener una triste, dulce y sumisa mujer si puedes jugarte la
vida y vivir un amor salvaje, prohibido y peligroso en el mar?
Muchos cuentos infantiles han tenido como protagonista a una bella sirena. El más
conocido sin duda es La Sirenita, del escritor danés del siglo XIX Hans Christian Andersen. En
este cuento está basado la versión de dibujos animados de Disney. Pero si las películas de
Disney eligen siempre un final feliz para sus cuentos, Andersen no tuvo tanta compasión con su
personaje, a quien convirtió en espuma de mar, disolviéndose.
Y una sirena también muy conocida es la estatua de la Sirenita en Copenhague. Aunque
Andersen nació en Odense, Jutlandia, se fugó a los 14 años a Copenhague, huyendo de la
pobreza y la miseria en la que vivía en su lugar de origen. Desde entonces se estableció en la
capital danesa, su ciudad de adopción. En memoria del autor, esta ciudad erigió a la entrada del
puerto una estatua de bronce que representaba uno de sus personajes más queridos, la sirenita.
Estatua mundialmente conocida y visitada se la conoce así, como “la Sirenita de Copenhague”.
En las costas del norte de Europa son frecuentes los relatos sobre unas hermosas
jóvenes que juegan cerca de la playa divirtiéndose con las olas. Para bañarse esconden sus pieles
entre las rocas y, al llegar la noche o ante la presencia de mortales, se puede ver cómo recogen
sus pieles y se adentran en el mar convirtiéndose en focas. Por este motivo son conocidas como
las doncellas focas, o selkies, hadas-focas o Roane, como les llaman en Irlanda. Al igual que
ocurre con las doncellas cisnes, un humano puede retenerla robándole la piel y escondiéndola
donde ella no la encuentre, porque sin su piel no puede volver al mar.
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Tipos de hadas
Las focas habitan siempre en aguas costeras de poca profundidad, como bahías y
estuarios, y siempre en aguas templadas o frías del hemisferio norte. En las costas de Rusia,
Finlandia, Suecia, Groenlandia, Alaska, etc., podemos encontrar ejemplares de estos animales.
Estos mamíferos marinos descienden de antepasados con hábitos terrestres y que se adaptaron al
mar, por ello viven en el mar pero van a la tierra para parir y cuidar a sus crías. Según esto, no
es de extrañar que los relatos que traten este tema sean constantes en los países del norte de
Europa.
Cuando uno se acerca a lo que el hombre hace con la naturaleza, comprende el temor
que los animales sienten hacia él. La foca, un animal pacífico, hacia el que el hombre dice sentir
gran ternura, está continuamente en peligro, sobre todo sus crías, muy apreciadas por su piel. De
las focas se aprovecha su carne para comer, se fabrican vestidos con sus pieles y se utiliza su
grasa como combustible, y la última moda, contaminar sus aguas. En 1988 dos desastres
ecológicos atribuidos a la contaminación destruyeron buena parte del medio marino sueco: un
incremento en la concentración de algas devastó el medio marino de la costa occidental de
Suecia y una enfermedad vírica acabó con más del 65 % de la población de focas del mar del
Norte y del Mar Báltico. Todo un orgullo para el hombre.
Pues bien, con en el mundo de las doncellas focas, a mi juicio, el hombre tampoco se
comporta bien, y no porque las trate mal, sino porque para retenerlas les basta con esconder su
piel mientras se bañan, en lugar de enamorarlas y dejar que sean ellas por su voluntad quienes
asientan. Muchos de los matrimonios entre doncellas focas y hombres se basan en esta técnica,
el mortal se enamora y el hada no puede hacer nada para evitar ser retenida. Luego, debido al
carácter pacífico de estos animales, las jóvenes destacan por su bondad, su mansedumbre,
siempre buenas madres y esposas, pero anhelantes de volver al lugar del que partieron. He de
decir en favor de los hombres que raptaron a estas doncellas, que siempre las trataron bien y se
sintieron orgullosos de lo hermosas que eran. Pero el amor en estas condiciones nunca sale bien,
y en cuanto las mujeres focas encontraron sus pieles escaparon hacia el mar.
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Tipos de hadas
hacia las rocas, y allí estaba la hermosa joven. Esta vez se atrevió, se
aproximó a ella, y le quitó un gorro que tenía puesto. La muchacha le
gritó que se lo devolviera, pero el joven se negó y le dijo que debía ir
con él. La muchacha no contestó y le acompañó a su casa. Durante
años vivieron felices y tuvieron varios hijos, pero un día, el hombre
estaba ordenando el trastero cuando la joven vio su gorro escondido.
Esperó a que su marido saliera temprano a trabajar y cogió el gorro.
Limpió la casa, arregló a los hijos, los besó, y desapareció. Cuentan
que los hijos crecieron con membranas entre los dedos de las manos y
pies, y que todavía se puede reconocer a los descendientes de la joven
si se les mira las manos. Dicen que en Irlanda las familias con
protuberancias callosas de carácter hereditario son descendientes de
las focas, y puede que lo sean.
LAS NEREIDAS
Las nereidas, o hadas del mar, son unas hermosas y jóvenes ninfas, de piel blanca y
hermosa voz y que habitan en el fondo de los mares. Ayudan a los hombres en alta mar, sobre
todo cuando hay tormentas, pues tienen el poder de controlar las aguas. Son muy conocidas
sobre todo en Grecia, Albania y Creta.
Las nereidas son fáciles de reconocer porque van vestidas de blanco y dorado y llevan
un chal en sus manos. Pero si pueden ser benéficas con los hombres, también pueden llegar a ser
muy vengativas si se las molesta. Son muy celosas de su intimidad, no les gusta la presencia de
los mortales y mucho menos la de los curiosos. Es tal su pudor que si te atreves a mirarlas
mientras se bañan te robarán la voz.
Al igual que ocurre con las doncellas cisnes o las doncellas focas, que si un mortal les
roba la piel se tienen que quedar con él hasta que logren recuperarla, si a una nereida le robas su
chal se quedará contigo hasta que vuelva a su poder.
En su origen las nereidas eran diosas menores, hijas del dios Nereo. El dios Nereo se
casó con Doris, hija del titán Océano, y tuvo con ellas cincuenta hijas llamadas Nereidas. Estas
nereidas eran de una gran belleza y cuentan que a Jasón y a los Argonautas los salvaron en una
tempestad, cuando iban en el barco Argo en busca del Vellocino de Oro. En otra ocasión, el dios
del Mar Poseidón se enfadó con Casiopea porque se atrevió a decir que era más hermosa que las
ninfas del mar y, como castigo, envió a la tierra un terrible monstruo marino para que la
destruyera.
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Tipos de hadas
De las hijas de Nereo tres destacaron sobre las demás: Tetis, Anfitre y Galatea. Tetis es
la madre del héroe de la Ilíada Aquiles, el de los Pies Ligeros; Anfitre era la mujer de Poseidón,
dios del mar, y Galatea protagonizó una historia de amor imposible.
La historia de Galatea es la siguiente:
Dicen que Galatea, la ninfa del mar, era terriblemente hermosa y un feo cíclope,
Polifemo, se enamoró perdidamente de ella. Galatea jugaba a enamorarlo y desdeñarlo, pero a
quien en verdad quería era al joven Acis. Y un día, muerto de celos Polifemo al verlos juntos, le
tiró una enorme piedra que lo aplastó y le dio muerte.
Pero quien le dio la fama a Galatea fue Góngora, que narró esta bella y triste historia de
amor en su Fábula de Polifemo y Galatea en 1613. Y dice de Galatea:
13
“ Ninfa, de Doris hija, la más bella,
adora, que vio el reino de la espuma.
Galatea es su nombre, y dulce en ella
el terno Venus de sus Gracias suma.
Son una y otra luminosa estrella
lucientes ojos de su blanca pluma:
si roca de cristal no es de Neptuno,
pavos de Venus es, cisne de Juno.”
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“ ¡Oh Bella Galatea!, más süave
que los claveles que tronchó la aurora;
blanca más que las plumas de aquel ave
que dulce muere y en las aguas mora;
igual en pompa al pájaro que, grave,
su manto azul de tantos ojos dora
cuantas el celestial zafiro estrellas!
¡Oh tú, que en dos incluyes las más bellas!
En las dos octavas en las que describe a Galatea, Góngora destaca tres rasgos sobre los
demás, la hermosura de la joven (“ninfa, de Doris hija, la más bella”); la blancura de su piel, que
compara con el cisne (“blanca más que las plumas de aquel ave”) y el brillo de sus ojos azules,
comparándolos con estrellas (“su manto azul de tantos ojos dora / cuantas el celestial zafiro
estrellas!”).
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Tipos de hadas
Aunque al principio las nereidas sólo estaban en el mar, con el paso del tiempo, al
unirse con hombres y dioses, fueron desplazándose por los distintos lugares, por eso hoy
podemos encontrarlas no sólo en el mar, sino también en los ríos, montes y valles.
En la mitología hindú hay una ninfa celestial de gran belleza, la Apsara, que en su
origen fue una ninfa acuática equivalente a las Nereidas griegas.
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Tipos de hadas
No muy diferente de los humanos, se presenta el mundo élfico. Siempre hay clases,
inevitablemente, y distintas “preocupaciones” y ocupaciones. Hasta ahora hemos hablado de las
hadas según el medio natural al que pertenecían. En los campos y bosques encontrábamos hadas
sencillas, protectoras de su medio, vestidas con hojas, trajes verdes o simplemente desnudas.
Algunas ayudando al hombre en el campo, otras protegiendo los bosques de él. En las aguas
tranquilas de los lagos encontramos mujeres delicadas, dulces con los hombres, obedientes y
sumisas. En las aguas turbulentas de ríos y arroyos encontramos hadas de armas tomar, bellezas
demasiado atrayentes para los mortales que lo pagaban con su vida. El mar como un mundo
insondable, desconocido y sugerente para el hombre, como sus mujeres. Y nos queda por
conocer los palacios, la elegancia, el refinamiento.
Si la distinción se muestra por dentro y por fuera, no nos sorprenderá que éstas
destaquen por su extraordinaria belleza, su estatura, su talento musical y su poder. Son un
pueblo pacífico que habita en reinos subterráneos, en palacios bajo las colinas. Estas cortes se
extienden por las colinas de Irlanda, Escocia y Gales. A las hadas aristocráticas de Irlanda se le
conoce como Daoine Sidhe, en Escocia habitan los Sidh, y en Gales los Tylwyth Teg.
Cada palacio es gobernado por un rey, máxima autoridad, que tiene su propia corte y
ejército. Los súbditos obedecen fielmente las órdenes del rey y, en ocasiones, son los
encargados de traerles como esposa la mujer que él ha elegido, frecuentemente una hermosa
mujer de carne y hueso. Un cuento céltico narra la historia del granjero Guleesh que, sin darse
cuenta, se ve envuelto en el rapto de una mujer para un rey élfico.
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Tipos de hadas
Muchos relatos hablan de los raptos de jóvenes mortales por parte de los duendes para
satisfacer a un rey élfico. Aunque no siempre es un rapto. En ocasiones el rey las sumerge con
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Tipos de hadas
su música en una especie de sueño, haciendo que olviden su vida anterior y se rinden a su
encanto; otras veces las conquista con su encanto y las mujeres van por su propia voluntad. Pero
de este tema, las relaciones amorosas entre hadas y mortales, elfos y mujeres, hablaré más
adelante.
Las hadas aristocráticas son más altas y bellas que las rurales, y también las diferencia
su vestuario. En los desfiles se puede apreciar cientos de corceles montados por estas bellas
mujeres, todas con refinados ropajes y el pelo adornado de flores y joyas. Emplean su tiempo en
los desfiles y ceremonias, cazando, cabalgando o jugando al ajedrez, juego en el que las hadas
aristocráticas son muy habilidosas. A este pueblo, sobre todo a los Sidh de Escocia, les gusta
retar a los humanos a torneos de tres partidas de ajedrez. En estas partidas siempre hay apuestas.
En las dos primeras partidas siempre se dejan vencer para dar confianza al mortal y para así
aumentar el premio del torneo, en la tercera el mortal convencido de su victoria se lo juega todo,
terminando en manos de su adversario.
Igual de elegantes se muestran en su conductas. La convivencia con los humanos es
“relativamente” pacífica. Si un humano tiene la suerte de asistir a uno de sus desfiles, no corren
el peligro de perecer como ocurre con otras. Si, por ejemplo, las hadas del río atraían a los
hombres al agua para ahogarlos, las hadas aristocráticas prefieren demostrar su dominio
venciéndoles al ajedrez y así satisfacen sus caprichos. Aunque suelen ir en grupo, como en los
desfiles y cazas, individualmente visitan a los mortales como amantes. En estas relaciones
siempre hay algo de fascinación y temor, lo que aumenta aún más la atracción. Los mortales no
siempre pueden (o quieren) negarse a estas bellas y distinguidas mujeres, de piel blanca, ojos
claros y dotadas de encanto y poderes, aunque su contacto los pueda hacer enfermar o
enloquecer. Sobre todo, hay que tener precaución el primero de mayo y la víspera de Todos los
Santos, cuando salen de sus palacios a la superficie.
En el mundo de las hadas hay que extremar el cuidado de dos seres, la Reina Maeve o
Mab, de gran belleza, y de su Bufón Amadán-na-Breena. Dicen que mirar a la Reina es
peligroso, pero más aún que te toque, porque si te toca nunca podrás recuperarte. Siempre es
peligroso que te toque un ser del Otro Mundo, pero hay conjuros para quedar liberado, pero si te
toca la Reina o su Bufón no hay sortilegio posible. El mes de Junio es especialmente peligroso,
porque durante ese mes Amadán-na-Breena sale a la superficie e intenta tocar a cuantos
mortales puede, hasta hacerles perder el juicio. Para protegerte de esta raza nada mejor que usar
objetos religiosos (y a falta de uno puede servir una tijera de hierro abierta en forma de cruz) y
la sal, remedio que los mantiene alejados.
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Tipos de hadas
Se conoce como “la Hueste” o “la Sluagh” a un conjunto de hadas agrupadas malignas
para el hombre. La hueste la forman los muertos no perdonados, los espíritus de personas que
han fallecido. Siempre van en grupo, aunque eso no quiere decir que se lleven bien, porque sólo
conocen el odio. Como no fueron perdonadas sólo desean hacer daño al hombre y al resto de los
animales, a los que matan con sus dardos venenosos. Durante el día dicen que se encuentran
entre las nubes, aunque no pueden sobrepasarlas, pero de noche bajan a la tierra y caminan por
el suelo, principalmente entre los bosques. Cuando están en el suelo sólo disfrutan haciendo el
mal, hieren a los animales y maltratan a los seres humanos, a los que intentar convencer para
que den muerte a otros hombres. Hay quienes dicen que libran batallas entre ellas en el aire y,
en una noche silenciosa, es posible oír los gritos y los golpes. Al día siguiente la sangre en las
piedras es testimonio de esta lucha.
No pretendo con mi siguiente comentario negar la existencia de la Hueste, sino
reflexionar sobre ello. Al principio del libro dije que en muchos casos parece que los hombres
se escudan o recurren a las hadas cuando no tienen respuesta para algo. No deja de ser una
excusa decir que has matado a alguien porque un hada te convenció, o acusar directamente a un
hada cuando encuentras un animalito herido o muerto en el bosque. Los humanos “deberíamos”
ser lo suficientemente responsables como para asumir nuestras culpas y no señalar a otros como
excusa, y me incluyo en esta crítica, o a lo mejor me estoy equivocando y realmente detrás de
todo mal se encuentra la Hueste. Juzguen ustedes.
En España también tenemos algo parecido a la Hueste. Digo parecido porque aquí no
consideramos que sean hadas malas, sino sólo muertos que salen cada noche en procesión por
los bosques. En Asturias se le conoce como la Huestia, en Galicia como la Santa Compaña.
Según una tradición gallega, probablemente de origen celta, el cortejo de la Santa Compaña lo
componen los espectros de los muertos que salen cada noche sobre las doce, alumbrados cada
uno con una tea encendida y partiendo de una iglesia inician su recorrido. En algunas versiones,
delante de la Huestia va un cristiano acompañándola portando una cruz y, para librarse de ella,
debe esperar a que otro cristiano se cruce en su camino, entonces entregará a éste la cruz que
llevará durante el resto de su vida, a no ser que se cruce con otro. Se dice que salen a visitar a
los vivos y a anunciarles que en menos de un año les llegará la muerte. Los mortales temen
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Tipos de hadas
encontrarse con ella por miedo de que sean los elegidos. En otras versiones, el personaje que
precede a todo el cortejo fúnebre se denomina Estadía, y es una representación de la Muerte.
Una película española que recrea de modo encantador las creencias populares sobre la
Santa Compaña es El bosque animado, protagonizada por Alfredo Landa y dirigida por José
Luis Cuerda, según guión de Rafael Azcona y basado en el libro de Wenceslado Fernández
Flórez del mismo título. En esta película no falta ningún componente de la Huestia: todos los
vecinos saben que cada noche una procesión de muertos, la Santa Compaña, atraviesa el bosque,
acompañados por una lucecita y envueltos en una espesa niebla. El contrapunto a la tensión
dramática lo pone el personaje de Alfredo Landa, Malvís, un pobre hombre que pretende
“ganarse la vida” asaltando a los viandantes que se adentran en el bosque, haciendose pasar por
un terrible bandido, Fendetesta. Como compañeros de aventuras le acompañan un alma en pena,
que busca inútilmente a un mortal que cumpla la promesa que hizo de vivo, y Geraldo, un
pocero cojo y frustrado enamorado de Hermelinda, una joven del pueblo. Este drama rural está
salpicado de toques de humor que vienen a quitar hierro a la dura existencia de muchos de los
vecinos, que apenas saben qué hacer para sobrevivir. En un diálogo de la película la definición
de la Santa Compaña es perfecta:
“La Santa Compaña son ánimas del purgatorio, son las almas de los muertos de la
parroquia. Salen en procesión al cementerio por la noche por los campos. Delante va un mortal,
con una cruz, el candil de agua bendita y el hisopo. Si se encuentra con un mortal le da la cruz y
así queda libre. Salen para anunciar con un año de adelanto la muerte. El que la recibe tiene que
salir todos los días de su vida con la Santa Compaña”.
Y si tienen ocasión, no se pierdan esta magnífica película premiada con cinco Goyas.
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LOS HUMANOS Y LAS HADAS SE MEZCLAN
Los humanos y las hadas se mezclan
Las relaciones entre las hadas y los mortales han sido complejas a lo largo de los
tiempos. En ocasiones se dan entre ambos relaciones amorosas, con mejor o peor final, que son
las historias que normalmente se cuentan, pero entre ambos mundos también se han dado otro
tipo de relaciones obligadas que no siempre acabaron en una historia de amor, como suele ser el
rapto de un humano por parte de las hadas.
Como en todas sus contradicciones, las hadas pueden ser generosas y hospitalarias con
los humanos, pero también se han mostrado crueles con aquellos mortales que entraron en sus
dominios sin que fueran invitados. Por esto, es de gran importancia distinguir los motivos que
han podido llevar a los humanos a permanecer en el País de las Hadas, porque no trataron igual
a aquéllos que llegaron por pura curiosidad o por afán de aventura, o a aquéllos que se
perdieron, o a los que fueron raptados por ellas.
Cuando un humano entra en el País de las Hadas, debe tener en cuenta varias cosas:
una, no comer ni beber nada de los alimentos que le ofrezcan, porque si come de ellos, quedará
atado al País de las hadas para siempre; dos, si se encuentra un anciano o ancianita antes de
entrar y le da algunos consejos, debe seguirlo siempre, porque éstos suelen darles las claves para
poder encontrar lo que uno busca; tres, estar pendiente de todo, abrir los ojos más que nunca y
jamás fiarse de las apariencias, tratarán en todo momento de engañarnos; y cuatro, tener
presente que las hadas van a ponernos muchos obstáculos para escapar, por lo que se debe ser
muy valiente.
Si hay que ser tan cauto al entrar en el País de las Hadas no es por capricho, sino porque
las hadas conceden un gran valor a su intimidad, y aquél que entra en su mundo, aunque sea con
buenas intenciones, no deja de ser un visitante que ellas tratarán de mantener allí para que no
pueda contarle a nadie cómo son y cómo viven.
En algunos relatos se narra cómo algunos “valientes” intentaron espiarlas y curiosear y
pagaron caro su atrevimiento, pues las hadas los retuvieron en su mundo haciéndoles trabajar
duramente para ellas.
En cuanto a los múltiples impedimentos que ponen las hadas con el fin de retener a un
humano, nos basta recordar el relato de Ethna, la joven raptada en su noche de bodas por
Finvarra, un rey élfico. Su marido intentó durante varios días cavar la tierra para llegar hasta
ella, pero por mucho que cavara Finvarra usaba su poder para cubrir los agujeros de nuevo, y el
noble se vio obligado a cubrir de sal la tierra para combatir su poder.
Este tema, el rescate de un humano atrapado en el País de las Hadas por un familiar, es
uno de los más habituales en los cuentos de hadas. En muchos relatos se narra cómo un padre
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Los humanos y las hadas se mezclan
deja a su hijo a un ser élfico para que lo eduque con la promesa de recogerlo un año después,
pero éste no cumple la promesa y pone muchas trabas para devolverlo. En otros cuentos es una
niña la raptada y los hermanos van unos tras otro a buscarla. Normalmente son tres, los dos
primeros no lo consiguen y el tercero, el más pequeño y valiente, lo logra. Las variantes en este
caso son múltiples, hermanos que buscan a hermanos, padres que buscan a hijos, hijos que
buscan a padres, maridos que buscan a mujeres, etc.
Pero aunque en la mayoría de los relatos los familiares hacen lo imposible por recuperar
a su hijo, hija, padre o mujer, hay algunos relatos que lo que narran es la venganza de un
humano hacia sus conocidos porque no hicieron nada por liberarlo:
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Los humanos y las hadas se mezclan
estas nuevas, sólo buscan aprovecharse de los más débiles, y por eso
ha acudido a ustedes, ¿o creen de verdad que existen las hadas?
El padre agachó tristemente su cabeza, abrazó a su mujer y se
marcharon. El marido de la joven tampoco hizo nada por buscarla,
porque poco tiempo le faltó para buscarse a otra.
Y los años pasaban, y pasó el segundo, el tercero, el cuarto, y
nadie iba a por ella, luego el quinto, el sexto y por último el séptimo.
Un día, cuando el padre volvía del mercado, un golpe brusco lo dejó
ciego sin que nadie supiera qué había pasado. Luego llegó la desgracia
a la familia del marido, donde fueron muriendo uno tras otro, hasta
que sólo quedaron los vecinos para contar esta historia.
El robo de una persona, un delito grave a los ojos de los humanos, no parece que las
hadas se lo tomen con la misma seriedad.
Para comprender mejor el comportamiento de las hadas lo he comparado a lo largo del
libro con la conducta de los niños. Pensemos entonces en un niño de tres o cuatro años, todo lo
quiere y lo quiere porque sí, porque es mío. El sentido de propiedad que tiene el adulto se
aprende con el tiempo, es impuesta por nuestra cultura y nuestra moral. Pero las hadas se rigen
en este sentido por el mismo criterio del niño pequeño, cojo lo que quiero porque quiero, sin
plantearse para ello la bondad o maldad de su acto.
Entre sus robos más frecuentes, se encuentran los niños pequeños, sobre todo aquéllos
rubios, hermosos y fuertes. El mayor peligro lo corren los niños sin bautizar, porque al no tener
nombre todavía nada los ata a nuestro mundo.
Los humanos no le damos gran importancia a las palabras, si no es por escrito, “las
palabras se las lleva el viento”, decimos, y tampoco valoramos la importancia de los nombres, si
no es por distinguirnos unos de otros. En el mundo élfico la palabra y el nombre son de vital
importancia. Si sabes el nombre de un elfo es como si lo apresaras, por eso son tan reacios a dar
su nombre. En algunos relatos amorosos entre hadas y mortales, una de las condiciones que le
pone el hada para quedarse con el hombre, es que éste jamás la llame por su nombre, porque si
no tendría que volver a su mundo. Este tabú a nombrar está en todas las culturas, de hecho, el
Segundo Mandamiento de Dios nos dice: “No tomarás el nombre de Dios en vano”.
Para los judíos el nombre de Dios era sagrado, Yahvé, y sólo podían pronunciarlo dos
veces al año. Los escribas, encargardos de tomar por escrito las enseñanzas, viéndose en la
obligación de tener que escribir su nombre varias veces, acudieron a ocultar las vocales para
evitarlo, escribiendo YHVH o YHWH. Los traductores del hebreo confundieron los signos
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Los humanos y las hadas se mezclan
gráficos que pusieron los escribas, que significaban que no se debía pronunciar, con las vocales,
formándose a partir de aquí por error Jehová, interpretando las vocales.
Igual importancia prestan los seres élficos al nombre, que no debe ser pronunciado. En
el cuento de Tom-Tit-Tot, el hombrecillo desaparece con un alarido cuando la joven pronuncia
su nombre.
El bautizo para los cristianos no consiste sólo en dar nombre al nuevo ser, sino en su
incorporación a la Iglesia de Cristo. Los niños sin bautizar, al no tener nombre, nada los ata a
este mundo, por lo que son los más fáciles de raptar, debilidad que aprovechan las hadas.
Para llevarse a los niños, suelen esperan un momento de descuido por parte de las
madres, especialmente cuando éstas están en el trabajo, entonces se los llevan con ellos y, para
que la madre no note su falta, dejan a un individuo de su especie hechizado en su lugar, parecido
al bebé robado, aunque siempre más feo.
Dos hipótesis intentan explicar el porqué de estos robos: uno, el intento de mejorar su
especie, ya que normalmente escogen niños rubios, hermosos y sanos; y dos, un pacto con el
diablo. Los defensores de esta segunda teoría sostienen que las hadas han hecho un trato con el
diablo que les obliga a entregar cada once años un miembro de su especie y, para no entregar a
uno de los suyos, prefieren robar a un niño y darlo en su lugar.
En los casos de robos de niños es relativamente fácil descubrir al impostor y forzar la
situación para que devuelva el hijo. Lo primero es notar que algo raro ocurre, porque estos seres
no crecen y tienen la piel cada vez más arrugada, por lo que las madres empiezan a sospechar.
El siguiente paso es descubrir al impostor y para ello basta con quemarlos o tocarles con un
hierro, porque los seres féericos odian el hierro. Lo complicado no es quemar al farsante, sino
convencer a la madre de que ése no es su hijo y que debe quemarlo para liberarlo.
Era muy de mañana cuando una mujer escuchó unos ruidos extraños
en la cunita de su hijo. Rápidamente se levantó y lo cogió en sus
brazos, pero lo notaba muy extraño. Su piel no era tan sonrosada como
la noche anterior, mucho más arrugada, y los huesos se le marcaban
por todo el cuerpo. Preocupada la buena mujer lo envolvió en una
manta, y salió rápidamente en busca de un médico. El médico miraba
al bebé, pero no encontraba nada raro, excepto que parecía un
viejecito con cuerpo de niño. Le aconsejó que lo observara durante
unos días. Las malas noticias vuelan más rápidas que los malos
pensamientos, y bien pronto tenía en la puerta de su casa a vecinos
que venían a darle su opinión. Más de uno coincidió en que se trataba
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Los humanos y las hadas se mezclan
Para evitar el robo de un bebé se conocen varios trucos: bautizar al niño lo antes posible
para atarlo al mundo mortal y colgar de la cuna unas tijeras abiertas para que las hadas no
puedan acercarse, por temor al hierro. Esto nos dice la sabiduría popular.
Es muy significativo que las hadas roben a los niños sin bautizar mientras las madres
están trabajando. Parece que aquí la tradición está dejando su peso conservador: el aviso o el
peligro de los niños sin bautizar, por el temor de que llegue la muerte sin estar en contacto con
Dios, y el convencimiento de que las madres deben quedarse en casa cuidando de los hijos
mejor que trabajando fuera. Por si acaso fuera verdad, bauticen a sus hijos cuanto antes, pongan
un objeto de hierro en la cuna para que no los roben y estén atentas a su hijo en todo momento,
seguro que así no les ocurre nada.
No todos los casos de niños robados fueron rescatados por sus padres, porque algunos ni
se enteraron de que ése no era su hijo. Un buen día el elfo, cansado de los padres, se marcha
dejando en la cuna un cuerpo sin vida, quedando a los padres desconsolados. Pero, ¿qué pasó
con aquellos niños robados que nunca fueron rescatados?
Cuentan que a los siete años del robo los niños pueden recuperar su libertad, pero eso sí,
siempre que hayan respetado la norma de no comer ni beber de sus alimentos. En estos casos se
acostumbraron a sus nuevas mamás y las hadas los acababan aceptando como hijos suyos, y ni
regresaron ni echaron de menos el mundo en el que nacieron, porque lo olvidaron.
En algunos de los robos el móvil es simplemente el capricho de una reina hada por un
niño, que rapta y pone a su servicio como lacayo, dándole todos los mimos posibles, como narra
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Los humanos y las hadas se mezclan
William Shakespeare en el Sueño de una noche de verano. En esta obra la reina Titania siente
debilidad por un joven muchacho, a quien protege. Oberón, el rey, lo quiere para él como paje,
pero la reina se niega a dárselo. Oberón siente celos del joven humano y le da rabia que la reina
lo contradiga. Como venganza encanta a la reina con un néctar y se divierte viendo cómo
confunde a un hombre disfrazado de burro con su amor.
Esta obra de Shakespeare ilustra de modo magnífico cómo conviven el mundo de las
hadas y el de los mortales. Las referencias a sus costumbres, actitudes, bromas y juegos son
continuas, aparte de ser una comedia de enredo y amor deliciosa, en la que el amor no es más
que un hechizo de las hadas.
Otro sector de la población que suele ser objeto de robo por las hadas son las mujeres
que acaban de dar a luz. Cuando enumeré las características físicas de las hadas, hice
referencia a sus pechos deformes, larguísimos, que echan sobre sus espaldas y que están la
mayoría de las veces vacíos. La leche de sus pechos suele ser escasa y de poca calidad, por lo
que recurren a mujeres recién paridas para que amamanten a sus hijos. En estos casos el rapto
no es por maldad ni por hacer daño, las raptan porque las necesitan, y el robo sólo dura el
tiempo necesario para amamantar a sus bebés; luego las devuelven. El problema surge cuando
un mortal regresa a su mundo, porque el tiempo transcurre distinto en ambos lugares y, en
ocasiones, cuando han regresado a su mundo, sus familiares las han olvidado o no queda ya
nadie vivo que las recuerde.
Además de las mujeres recién paridas, suelen raptar en ocasiones a matronas para que
les ayuden en el parto, pero en estos casos el regreso es rápido y esa misma noche las devuelven
a sus casas.
Mejor ojo tienen los reyes élficos, que prefieren raptar a las jóvenes rubias y
hermosas. Cuando un rey está empeñado en una mujer, envía a sus súbditos para que la rapten
y la lleven a su palacio. Algunas veces los reyes prefieren jugar a enamorarlas, por lo que no se
puede hablar de rapto propiamente dicho, aunque sí es cierto que usan parte de sus poderes para
atraerlas. Primero las enamoran con su belleza, luego las convencen adormeciéndolas con
música para que olviden su vida anterior y éstas terminan rindiéndose a su encanto.
Se puede hablar de cierta injusticia o discriminación en el amor entre hadas y mortales,
porque cuando es un hada la que se enamora de un humano el amor es desgraciado, mientras
que si la unión es entre una joven mortal y un rey élfico el final es siempre feliz.
Tenía razón Calipso en la Odisea cuando se quejó de que los dioses eran injustos (¿ o
podríamos decir machistas?) porque Zeus le ordenó que liberara a Odiseo. Calipso dijo con
razón que por qué los dioses podían unirse a mujeres mortales y sin embargo castigaban a las
diosas y ninfas que lo intentaban con mortales.
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Los humanos y las hadas se mezclan
Al mundo de las hadas le podemos hacer la misma crítica, ¿por qué existe una ley que
prohíbe y castiga a las hadas que se unen a los hombres?¿por qué un rey élfico puede elegir una
mujer y todos los soldados le ayudan en su propósito? ¿por qué el amor de un hada y un mortal
suele ser infeliz?
Dos factores parecen imponerse también en el rapto de los humanos: uno, el cabello
rubio, de gran atractivo para los seres élficos, y poseer dotes para la música, ya sea porque se
tiene una voz melodiosa o porque se toca de manera asombrosa algún instrumento.
Desconozco la razón por la que las hadas prefieren el cabello rubio, pero parece
demostrado que en sus raptos siempre elegirán una mujer rubia o un bebé rubio a uno moreno.
Puede que éste sea uno de los motivos por lo que las hadas prefieren el norte de Europa.
En cuanto a las dotes para la música, no nos extrañan tanto los robos por este motivo,
dada la afición de las hadas por el baile y el canto. En ocasiones, llevadas por esta inclinación,
han llegado a raptar a músicos para que les acompañen en sus desfiles y les enseñen canciones.
Hay quien cuenta que llegaron incluso a raptar a gaiteros encantadas por su música.
Pero no siempre las hadas imponen sus caprichos raptando a los mortales, a veces ellas
son las víctimas del amor y lo único que hacen es rendirse a las órdenes del hombre que las
llama. Y esto es a lo que llamaré “cuando surge el amor entre hadas y mortales”.
Los mortales somos cotillas y morbosos por naturaleza. Nos encanta conocer los
trapicheos ajenos, con quién se acuesta ésta o aquélla, las miserias de otros, etc., por eso triunfa
la “prensa rosa” y por eso también las historias de amor entre hadas y mortales son las
preferidas por el público.
No sé si a todo contacto entre un hada y un mortal se le puede llamar amor, no seré yo
quién lo juzgue, pero, ¿cómo interpretar el coqueteo desmedido de las damas verdes, la
atracción fatal de las sirenas, el amor consentido de las Gwragged Annwn, la pasión ciega de
Calipso, la crueldad de algunas ondinas con los jóvenes enamorados, el amor casero de las
donas d´aigo, el desgraciado de las anjanas? Como no soy Dios y no estoy en los corazones, a
todo esto lo llamaré amor.
No muy diferente del amor entre un hombre y una mujer es el amor entre las hadas y los
mortales, cuyas relaciones se pueden resumir en tres grupos:
A) Cuando es el hada quien ama y el hombre no le corresponde.
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Los humanos y las hadas se mezclan
Y aunque los vínculos en estos casos son diferentes, el resultado siempre, o casi
siempre, es el mismo: la atracción entre ambos mundos es inevitable, el amor es violento y el
final trágico.
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Los humanos y las hadas se mezclan
Bécquer retrata muy bien este tipo de amor en su conocida leyenda Los ojos verdes, en
los que el joven Fernando se enamora perdidamente de una mujer de ojos verdes que vio junto a
un lago, y lo cuenta así:
“(...) Por último, una tarde... yo me creí juguete de un sueño...; pero no, es
verdad; le he hablado ya muchas veces como te hablo a ti ahora...; una tarde
encontré sentada en mi puesto, vestida con unas ropas que llegaban hasta las aguas
y flotaban sobre su haz, una mujer hermosa sobre toda ponderación. Sus cabellos
eran como el oro; sus pestañas brillaban como hilos de luz, y entre las pestañas
volteaban inquietas unas pupilas que yo había visto..., sí, porque los ojos de aquella
mujer eran los ojos que yo tenía clavados en la mente, unos ojos de un color
imposible, unos ojos...
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Los humanos y las hadas se mezclan
-¿La conoces?
-¡Oh, no! -dijo el montero-. ¡Líbreme Dios de conocerla! Pero mis padres,
al prohibirme llegar hasta estos lugares, me dijeron mil veces que el espíritu,
trasgo, demonio o mujer que habita en sus aguas tiene los ojos de ese color. Yo os
conjuro por lo que más améis en la tierra a no volver a la fuente de los álamos. Un
día u otro os alcanzará su venganza y expiraréis, muriendo, el delito de haber
encenagado sus ondas. (...)
(...) Ella era hermosa, hermosa y pálida como una estatua de alabastro. Y
uno de sus rizos caía sobre sus hombros, deslizándose entre los pliegues del velo
como un rayo de sol que atraviesa las nubes, y en el cerco de sus pestañas rubias
brillaban sus pupilas como dos esmeraldas sujetas en una joya de oro.
-O un demonio... ¿Y si lo fuese?
El joven vaciló un instante; un sudor frío corrió por sus miembros; sus
pupilas se dilataron al fijarse con más intensidad en las de aquella mujer, y
fascinado por su brillo fosfórico, demente casi, exclamó en un arrebato de amor:
-Fernando -dijo la hermosa entonces con una voz semejante a una música-,
yo te amo más aún que tú me amas; yo, que desciendo hasta un mortal siendo un
espíritu puro. No soy una mujer como las que existen en la Tierra; soy una mujer
digna de ti, que eres superior a los demás hombres. Yo vivo en el fondo de estas
aguas, incorpórea como ellas, fugaz y transparente: hablo con sus rumores y ondulo
con sus pliegues. Yo no castigo al que osa turbar la fuente donde moro; antes lo
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Los humanos y las hadas se mezclan
premio con mi amor, como a un mortal superior a las supersticiones del vulgo,
como a un amante capaz de comprender mi caso extraño y misterioso.
-¿Ves, ves el límpido fondo de este lago? ¿Ves esas plantas de largas y
verdes hojas que se agitan en su fondo?... Ellas nos darán un lecho de esmeraldas y
corales..., y yo..., yo te daré una felicidad sin nombre, esa felicidad que has soñado
en tus horas de delirio y que no puede ofrecerte nadie... Ven; la niebla del lago
flota sobre nuestras frentes como un pabellón de lino...; las ondas nos llaman con
sus voces incomprensibles; el viento empieza entre los álamos sus himnos de amor;
ven..., ven.
Fernando dio un paso hacía ella..., otro..., y sintió unos brazos delgados y
flexibles que se liaban a su cuello, y una sensación fría en sus labios ardorosos, un
beso de nieve..., y vaciló..., y perdió pie, y cayó al agua con un rumor sordo y
lúgubre.
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Los humanos y las hadas se mezclan
Es cierto que las hadas buscan el amor de los mortales, porque con este matrimonio
adquieren el alma que ellas tanto ansían o se liberan de algún hechizo, pero por contrapartida se
separarán de los suyos y se encontrarán multitud de obstáculos que superar.
Cuando un hombre se enamora de un hada, suele pedir el consentimiento del padre para
casarse con ella, aunque en ocasiones le basta con alargar su mano para conquistarla. Si un
hombre alarga su mano y ésta accede de modo dócil, ya se considera su esposa. Las hadas
suelen ser muy buenas esposas, obedientes y sumisas. Basta la orden de su marido para que ella
acepte, aunque eso sí, el hada siempre pone una condición en su matrimonio que el hombre debe
cumplir, y si rompe la promesa ella se verá obligada a volver con los suyos.
Normalmente, éstas suelen ser las condiciones que establecen para que la relación se
mantenga: que su marido nunca pronuncie su nombre, que no la golpee, que no le diga jamás lo
que escuche cuando pase por donde la recogió, que no la mire nunca mientras se baña, etc. .
En el cuento de la Grwagged Annwn, la condición que le pone el padre de la doncella
para que se pueda casar con el hombre es que nunca la golpee más de tres veces, porque
entonces tendría que regresar con los suyos; la promesa que tenía que cumplir el marido de
Melusina era no mirarla jamás mientras se bañaba (para que no viera que se convertía en
serpiente) y si no lo abandonaría; la condición que pone la Dona d`aigua a su marido es que
nunca la llame por su nombre, porque desaparecería, y así continúan muchos otros relatos.
Una vez puesta esta condición, que el hombre considera fácil de cumplir, se casan. No
podría confirmar que se trate de un matrimonio real con iglesia y todo, porque las hadas odian
todo acto cristiano. Es posible que este matrimonio se trate tan sólo de un compromiso pactado
con la misma validez que uno escrito, puesto que a las hadas les basta la palabra. El matrimonio
funciona durante muchos años en los que son felices o al menos viven en paz. El hada no
decepciona al marido, buena ama de casa, amantísima esposa y cuida con ternura de sus hijos,
pero un buen día, el marido incumple su promesa y, ante la desesperación del marido, el hada
desaparece. Si los niños que han tenido son todavía pequeños y necesitan el cuidado de su
mamá, el hada volverá cada día para lavarlos y arreglarlos hasta que sean mayores, pero siempre
a escondidas, para que su marido nunca la pueda ver. Cuando ya son autosuficientes el hada
desaparece.
No en todos los casos de matrimonios de hadas y mortales es el amor lo que les
mantiene, en ocasiones es un objeto robado por el marido que obliga al hada a estar junto a él
hasta que pueda recuperarlo. No queda claro si el hada llega o no a amar a su marido, aunque sí
que se porta bien con él e incluso se puede hablar de cierta felicidad. Suele darse esto en
aquellas hadas que cambian de apariencia, como las doncellas cisnes o las doncellas focas.
En este tipo de relatos se cuenta cómo un hombre asiste al baño de un grupo de jóvenes
preciosas en un lago y roba un objeto, como su ropa, sus plumas, un sombrero, un mantón, su
piel, etc. Cuando las hadas descubren que un hombre les espía cogen sus prendas y escapan,
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Los humanos y las hadas se mezclan
menos la pobre hada a la que pertenezca esa prenda, que se verá obligada a casarse con el
hombre hasta que un día, por casualidad, descubra el objeto, se lo ponga y escape para siempre.
Y es que, hay quien dice que las verdaderas historias de amor son las que acaban de
modo trágico, porque si no fuera por un fatídico final, el amor acabaría con el tiempo convertido
en rutina, y la rutina mata al amor.
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HADAS FAMOSAS
Hadas famosas
Queridas hadas:
No es mi intención en este capítulo herir la sensibilidad de ninguna de vosotras
afirmando que unas son más importantes que otras, porque para mí sois todas iguales. Pero
ocurre, y yo no tengo la culpa de ello, que algunas de vosotras son más conocidas por la
opinión popular. Tampoco quiero que ninguna se ofenda por el orden que escojo al enumeraros.
Para evitar cualquier preferencia recurro a un orden alfabético, pero tampoco tengo yo la culpa
de que unas letras vayan antes que otras. Espero que seáis comprensivas conmigo y os ruego
que me ayudéis para hablar de vosotras lo mejor que sé.
Fue Kundera, en su libro La Ignorancia, quien me puso tras la pista de esta ninfa. Se
llamaba Calipso y durante siete años fue la ninfa-amante de Ulises. La historia de este gran
amor nos la relató Homero en su Odisea.
Cuentan que Calipso vivía sola en la mítica isla de Ogigia, en el mar Jónico, y que
cuando Odiseo (o Ulises) naufragó en esta isla, la joven se enamoró perdidamente de él y lo
retuvo prisionero.
La Odisea de Homero narra el regreso del héroe Odiseo de la guerra de Troya. El relato
abarca diez años de viaje, repleto de aventuras y peligros. Uno de los obstáculos más difíciles de
superar fue el encuentro con Calipso, que intentó por todos los medios que no pudiera regresar a
Ítaca, su ciudad natal. Zeus, conmovido por la situación de Odiseo, que gemía suplicando poder
volver a Ítaca, decidió enviar al mensajero Hermes con la orden de que Calipso liberara a
Odiseo.
Canto V de la Odisea. Diálogo entre Hermes y Calipso, cuando Hermes le transmite la
orden de Zeus de liberar a Odiseo:
H: “ (...) Pero no le es posible a ningún dios rebasar o dejar sin cumplir la voluntad de
Zeus, el que lleva la égida. Dice que se encuentra contigo un varón, el más desgraciado de
cuantos lucharon durante nueve años en derredor de la ciudad de Príamo. (...) Ahora te ordena
que lo devuelvas lo antes posible, que su destino no es morir lejos de los suyos, sino ver a los
suyos y regresar a su casa de elevado techo y a su patria. (...)
C: “Sois crueles, dioses, y envidiosos más que nadie, (...) Yo lo salvé, que Zeus le
destrozó la rápida nave arrojándole el brillante rayo (...). Yo lo traté como amigo y lo alimenté y
le prometía hacerlo inmortal y sin vejez para siempre. Pero puesto que no es posible a
ningún dios rebasar ni dejar sin cumplir la voluntad de Zeus, el que lleva la égida, que se vaya
por el mar estéril (...).
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Hadas famosas
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Hadas famosas
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Hadas famosas
En todos los cuentos en los que interviene Habetrot hay siempre un punto en común,
una joven doncella que no sabe hilar y necesita esta cualidad para casarse. Me he preguntado
leyendo estos relatos por qué precisamente ayudan a las jóvenes casaderas. Creo que el motivo
es que las hilanderas de Habetrot son viejecitas que no encontraron de jóvenes maridos por no
saber hilar, con el tiempo aprendieron y ahora se dedican a ayudar a jovencitas en su situación.
Ésta es una teoría mía sin fundamento, pero no me parece tan descabellada.
Entre los relatos que hablan de hilanderas que ayudan a jovencitas, los hermanos
Grimm escribieron uno, Las tres hilanderas. Recordemos el cuento de Grim, y como siempre,
aconsejo leer al maestro.
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Hadas famosas
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Hadas famosas
De todas las literaturas, la Literatura Inglesa es la que más páginas ha dedicado a esta
pequeña pero importante hada. No se nos escapa que probablemente su existencia es una
creación de la mitología inglesa, pero a lo mejor sí que existió. Durante los siglos XVI y XVII
no había poeta inglés que no cantara a esta hada, considerándola Reina de las Hadas.
No es de extrañar que los poetas se fijaran en la Reina Mab, dada la descripción que nos
hacen de ella: pequeña, montada en un carro de una sola perla, llevada por insectos con alas de
pedrería, portadora de sueños. ¡Con lo que les gusta a los poetas las imágenes coloristas!
Los que la defienden cuentan de ella que hace soñar al ser humano, que les trae la
esperanza y la felicidad. Dicen que tiene un velo azul en su carro, el velo de los sueños, y que
cuando un mortal sufre lo cubre con su velo. De este modo el mortal olvida sus males y
recupera la alegría y la esperanza. Pero también tiene detractores.
En Romeo y Julieta, Mercucio se dirige a Romeo hablando de ella con desprecio. Para
Mercucio confunde a los mortales con sus sueños, es una vulgar celestina que enamora a las
jóvenes, echándolas en brazos de los hombres, haciendo que pierdan su virtud. A ella culpa del
amor que siente Romeo por Julieta.
Escena IV del acto I de Romeo y Julieta. Mercucio dice a Romeo:
“Ah, ya veo entonces que la Reina Mab ha estado contigo. Es la partera de las hadas, y
viene en tamaño no mayor que una piedra de ágata en el dedo índice de un concejal, arrastrada
por un tronco de pequeños átomos, entrando por la nariz de los hombres, mientras duermen; los
radios de su coche están hechos de largas patas de araña; la capota, de alas de saltamontes; las
riendas, de la más fina telaraña; las colleras de los acuáticos fulgores de la luna; su látigo, de
hueso de grillo; su cochero es un pequeño mosquito de librea gris, (...). Y con tales arreos
galopa noche tras noche por cerebros de enamorados, que entonces sueñan con el amor; (...) por
labios de damas, que sueñan besos en seguida, y a las que a menudo la iracunda Mab aflige con
ampollas, (...). Ésa es la misma Mab que trenza de noche las crines de los caballos, amasando
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Hadas famosas
los rizos de los duendes en numerosos sucios y pringosos, que al ser deshechos presagian
muchas desgracias; ésta es la bruja que, cuando las doncellas están tendidas de espaldas, las
oprime y las enseña a concebir, haciéndolas mujeres de buen concepto; ésa es.”
Pero el autor que mejor descripción nos ha dejado de ella ha sido Rubén Darío, que le
dedica un cuento y un poema, La copa de las hadas. En su libro Azul, en su cuento El vuelo de
la Reina Mab, nos detalla las características de esta pequeña hada y sus poderes.
“La reina Mab, en su carro hecho de una sola perla, tirado por cuatro coleópteros de
petos dorados y alas de pedrería, caminando sobre un rayo de sol, se coló por la ventana de una
buhardilla donde estaban cuatro hombres flacos, barbudos e impertinentes, lamentándose como
unos desdichados. (...)
(...) Entonces, la reina Mab, del fondo de su carro hecho de una sola perla, tomó un velo
azul, casi impalpable, como formado de suspiros, o de miradas de ángeles rubios y pensativos.
Y aquel velo era el velo de los sueños, de los dulces sueños, que hacen ver la vida del color de
rosa. Y con él envolvió a los cuatro hombres flacos, barbudos e impertinentes. Los cuales
cesaron de estar tristes, porque penetró en su pecho la esperanza, y en su cabeza el sol alegre,
con el diablillo de la vanidad, que consuela en sus profundas decepciones a los pobres
artistas.(...)”
En una de las ediciones de Azul, en una nota, Rubén Darío reconoce que estaba leyendo
este acto de Romeo y Julieta cuando le vino la inspiración. La Reina Mab era un motivo literario
muy plástico que le permitía dejar volar su imaginación. Deslumbrado por las imágenes de
Shakespeare se atrevió con un poema en prosa, persiguiendo el ritmo y la sonoridad verbal. El
resultado fue este libro de pequeños cuentos líricos, prosa poética, descubrimiento de este
brillante modernista. Por si queréis leer este cuento completo, se llama El vuelo de la Reina
Mab, de su libro Azul. De todos modos aconsejo el libro entero.
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Hadas famosas
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Hadas famosas
Crecieron las niñas sabiendo que vivían pobremente allí cuando podían ser princesas, si
no hubiera sido por el descuido de su padre, y desde muy pequeñas reprocharon a su padre el
error que cometió.
Con los años este sentimiento se fue convirtiendo en odio y querían venganza. Incitadas
por Melusina, las tres hermanas aprovecharon un descuido para encerrar a su padre en el Monte
Braudelois, de donde no pudo salir. Cuando la madre supo lo que sus hijas habían hecho con el
hombre que ella tanto había amado les echó una maldición. Melior fue encerrada en un castillo,
condenada hasta el fin de sus días a proteger a un gavilán prodigioso, pero a pesar del encierro
conservaba su belleza. Palestina no podía salir de una cueva en el condado de Barcelona. A
Melusina le tocó la peor parte, la convirtió en serpiente de cintura para abajo y le dijo:
- Y tú, Melusina, por ser la instigadora del crimen cometido contra tu padre, tendrás que
cuidar toda tu vida de la fuente sagrada. Puedes vivir si quieres como mortal, pero eso sí, todos
los sábados la mitad de tu cuerpo se convertirá en serpiente, para que nunca olvides el mal que
has hecho contra tu progenitor. Y podrás casarte si quieres, pero nunca podrá tu marido verte
mientras estés en ese estado. Si alguna vez rompe esta condición deberás abandonarlo al
instante y pasarás el resto de tus días convertida en serpiente.
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Hadas famosas
torre para ver a su mujer. Una larga cola de serpiente cubría el cuerpo de su esposa, pero no sólo
eso, sus ojos eran de fuego y sus manos unas garras. No pudo evitar emitir un grito. La mujer lo
miró tristemente, levantó unas alas que su marido nunca le había visto y escapó por la ventana
para siempre. El conde se reprochaba su curiosidad y falta de confianza, y lamentaba haberse
dejado llevar por murmuraciones en lugar de confiar en la que siempre fue honesta con él.
Cuentan que desde entonces el conde sufría en la soledad del castillo, aunque tenía
todavía a sus hijos. Todas las mañanas iba a despertarlos con todo amor, pero siempre estaban
ya levantados, vestidos y perfumados. Ellos decían que era su madre, que cada mañana iba a
darles el beso de buenos días y vestirlos. Dice la leyenda que no faltó ni un solo día a la cita,
hasta que los hijos no la necesitaron más. Y cuentan que el conde, aunque lo intentaba, nunca
pudo volver a ver a su mujer, y aunque lloraba a menudo suplicando su regreso ella nunca
volvió. También hay voces que afirman que cada vez que muere alguien de la familia en
palacio, aparece una serpiente alada que da vueltas por los balcones. Pero esto último sólo son
murmuraciones.
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Hadas famosas
cierto que para enaltecer a un héroe nada mejor que relatar sus infortunios: Ginebra, su esposa,
le traicionó con su “fiel” caballero Lancelot; el hada Morgana le retuvo prisionero en la Isla de
Avalón; su sobrino Mordered fue el instigador de una rebelión contra él; incluso dicen que
embrujaron a su espada Excalibur. ¡Cuánta desgracia en la vida de tan noble caballero! Puede
que sea verdad que tuviera una vida un tanto desafortunada o azarosa, pero no por ello creo que
fuera justo que para exaltar al rey Arturo se cambiara la leyenda de Morgana, que en unos siglos
pasó de ser una buena hada que lo rescata de un naufragio a una bruja promiscua y malévola que
atenta en todo momento contra su vida.
Cuentan que, en su origen, Morgana era un hada del mar. Precisamente de ahí viene su
nombre, Muirgein, que significa “nacida del mar”. Nació del mar, como cuentan las distintas
versiones, y se sabe que vivió en la corte del rey Arturo y que años más tarde se trasladó a la
Isla de Avalon, isla mítica en el mundo de las hadas.
Ahora empieza un verdadero relato de conjeturas y contradicciones.
Sabemos que a las órdenes del rey Arturo formaban la corte los doce caballeros de la
Tabla Redonda, precisamente redonda para no destacar en importancia a ninguno de sus nobles.
También conocemos el nombre de su mujer, la hermosa Ginebra, rubia y tremendamente
cristiana, que con el paso de los años le fue infiel con el caballero Lancelot o Lanzarote. La
infidelidad de Ginebra no se sabe a ciencia cierta. Parece que no ofrece duda que Lancelot
estaba perdidamente enamorado de ella, y que Ginebra le correspondía en sentimientos, pero
mientras algunos defienden que este amor sólo fue platónico, otros opinan que Ginebra le
correspondió con alguna otra parte de su cuerpo. Tres nombres más conforman la leyenda,
Excalibur, su espada; Merlín, el sabio consejero del Rey; y Morgana, nuestra protagonista.
Aunque en un poema del siglo VII aparece la primera referencia al rey Arturo y en los
siglos IX y X se escriben unos cuentos en latín sobre él, no será hasta el siglo XII cuando se
escriba la primera narración artúrica extensa. En este siglo abundan en Francia las narraciones
relacionadas con el rey Arturo, que se conocerán como “ciclo Bretón”, y de este país se
extendieron a Inglaterra, Gales o Irlanda. A medida que avanzaban los siglos nuevos personajes
y aventuras se iban añadiendo a su leyenda, al igual que se modificaba la naturaleza de sus
personajes.
La fantasía popular, el deseo de crear un héroe, fue añadiendo elementos truculentos a la
historia, que ganaba en acción, pero convirtió el relato del rey Arturo en una historia llena de
cabos sueltos.
Se sabe que el rey y Morgana guardaban entre sí cierto parentesco, unos mantienen que
eran hermanos, otros hermanastros. Este hecho en apariencia sin importancia, puede ser
fundamental ante la sospecha de que pudieron tener un hijo juntos. Nadie duda de que Morgana
tuvo un hijo, Sir Mordered, pero tampoco queda claro quién era su padre. Algunas fuentes
apuntan que era hijo del mismísimo rey Arturo, fruto de una relación incestuosa, y que por eso,
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Hadas famosas
al quedarse embarazada, abandonó la corte y se refugió en la Isla de Avalon. El odio que sentía
Sir Mordered hacia el rey Arturo, que le llevó a protagonizar una rebelión contra él y fue artífice
de su muerte, parece confirmarnos su origen. Para otros Sir Mordered no era hijo del rey, sino
su sobrino, y no reclamaba lo que era suyo como hijo natural, sino que lo hizo por ambición.
Nunca faltan las malas lenguas cuando se trata de mujeres, y contaron algunos
chismosos que Morgana tuvo varios amantes, entre ellos Sir Guindomar, otro posible padre para
su hijo. Para quienes contaron esta historia éste fue el verdadero motivo de que Morgana
abandonara la corte y se refugiara en la isla, donde fue a parar el rey para morir.
En los primeros poemas en verso el papel del hada Morgana era muy menor: una
hermosa y morena hada que ayudó al rey cuando éste llego en barco a las aguas de la ista de
Avalon, herido de muerte en la batalla contra Sir Mordered. Con el transcurso del ciclo artúrico
la personalidad del hada Morgana se complica. Cuentan que odiaba a Ginebra, y que, llevada
por el odio, le confesó al rey que su mujer le era infiel. No sabemos si Ginebra era infiel, pero sí
que esta confesión de Morgana fue para hacer daño al rey y desacreditar a su mujer y a los
caballeros de la corte.
La relación con el sabio Merlín también es muy confusa. Si en algunos relatos el mago
y ella mantuvieron relaciones y le enseñó necromancia, por eso Morgana sabía brujería, en otros
el sabio conocía las astucias de Morgana y la odiaba. Entre las múltiples acusaciones que recibió
Morgana se llegó a decir que le robó al rey su espada y que la embrujó, aunque no le sirvió de
nada porque fue descubierta.
Pero entre tantas sospechas, calumnias y rumores, lo único que sabemos de verdad es
que cuando el rey fue llevado herido a la Isla de Avalon, tres hadas llorosas y encapuchadas de
negro lo recibieron con todo mimo: Morgana o Morgan le Fay, como se le conocía; Nínive, el
hada encargada de educar a Lanzarote y que sedujo a Merlín para arrebatarle sus conocimientos;
y Elaine de Corbenic, que engañó a Lanzarote para llevarlo a su cama y con quien tuvo a
Galahad, el único caballero que alcanzó la posesión del Grial.
Es posible que el lector conozca muchísimas versiones sobre Morgana y piense que mi
interpretación es errónea, pero no, hay tantas historias que cualquiera puede ser verdadera. Son
sólo teorías. Cuando empecé la historia de Morgana no pensaba contarles la verdad sobre su
vida, porque nadie la sabe, sólo me planteaba que conocieran otras posibles “verdades”.
En cine no faltan las versiones sobre la vida del rey Arturo, y nunca falta Morgana. En
Los Caballeros del Rey Arturo, aunque Ginebra era rubia y Morgana morena, encontramos a
una bella y morena Ginebra, y a una rubia y astuta Morgana. La historia entre Ginebra y
Lancelot es totalmente platónica, de un amor puro y una fiel Ginebra como protagonista, aunque
Morgana intenta hacer creer al rey lo contrario, insinuándole al rey que hay mucho más que
amistad y respeto entre Ginebra y Lancelot. Merlín desconfía siempre de Morgana, y sabe que
su verdadera intención es desacreditar a los caballeros de la corte ante los ojos del rey.
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Hadas famosas
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Y PARA TERMINAR:
TRES CUENTOS
DOS LEYENDAS Y
UN POEMA DE HADAS
Y para terminar: tres cuentos, dos leyendas y un poema de hadas
(He elegido incluir el cuento de Tamlane, también conocido como Tam Lin, porque
recoge perfectamente todas las características del mundo de las hadas. Nos confirma cómo
viven en un mismo medio que nosotros. Aparece el héroe, deslumbrante, y una heroína,
hermosa. Encontramos también el motivo del niño raptado por las hadas, que de paso nos
describe su mundo, un lugar de paz. Nos confirma lo que ya sabíamos, la afición de las hadas
por la música, la magia de la noche de Halloween. Aprovechamos para asistir al desfile de las
hadas, superamos con el joven los duros peligros, y al final, como recompensa por la lucha, el
triunfo del amor).
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Y para terminar: tres cuentos, dos leyendas y un poema de hadas
Janet estaba sorprendida, no sabía si era verdad todo lo que había visto. Se fue a su casa
mientras pensaba en el hombre de blanco. Cayó la noche y ya en cama se durmió. A la mañana
siguiente el canto de unos pajaritos la despertó. Miró por su ventana, el sol brillaba aún más que
el día anterior, los pájaros revoloteaban de un sitio para otro y el campo aún parecía tener más
colorido.
- Hoy volveré de nuevo. Iré a por margaritas y le haré una corona a mamá, seguro que le
gusta.
Se levantó, peinó sus cabellos, esta vez los llevaba sueltos, se puso su traje de seda
verde y marchaba cantando. Recogió una canasta de margaritas y se sentó en el suelo haciendo
una corona.
- ¿Qué haces otra vez aquí?¿no recuerdas que te dije ayer que no volvieras más?
Allí estaba, de blanco de nuevo, mirándola con aquellos ojos grises.
- Quería hacerle una corona de margaritas a mi mamá, ¿por qué te molesta tanto?
Él parecía que iba a contestarle cuando un ruiseñor entonó el mejor y único canto de su
vida. Enmudeció la llanura. Tamlane también calló, y escuchaba en silencio. Cuando terminó la
canción Tamlane parecía pensativo.
- ¡Cuánto tiempo hace que no escuchaba a un ruiseñor! Había olvidado que no hay
canto igual en la tierra.
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Y para terminar: tres cuentos, dos leyendas y un poema de hadas
- ¿Por qué te pones tan serio cuando escuchas a los pájaros?¿No hay pájaros en el
mundo de las hadas?
- Las hadas no los necesitan, tienen su propia música para cantar y bailar. Sus voces son
preciosas y tocan los instrumentos como ningún mortal sabe hacerlo. No hay pájaros allí.
Durante años olvidé su canto. Los oía de pequeño con mi padre, el conde de Murrai, sobre todo
en el campo, cuando íbamos de caza. Pero la Reina de las Hadas se encaprichó de mí. Me
espiaba mientras acompañaba a mi padre de caza. Quería que yo fuera su paje. Un día, mientras
cazaba, mi padre acertó a darle a un ave, mi perro y yo corríamos buscando la presa, pero no la
veíamos. Los árboles me confundieron, todos parecían iguales, cuando me di cuenta estaba solo
y perdido. Las hadas vinieron a recibirme. Eran pequeñitas pero terriblemente hermosas, me
cuidaron muy bien y me trataron como si fuera hijo suyo. La reina me daba todos los caprichos,
yo era su favorito. ¡Fíjate!, ya lo había olvidado todo. Pensaba que era feliz allí, pero el canto
del ruiseñor me ha hecho recordar todo lo que tenía y que perdí.
- ¿No eres feliz en el País de las Hadas?
- En el País de las Hadas todo el mundo es feliz. Hay mucha alegría, y música, y juegos,
no conocen la enfermedad, ni el frío, ni el odio, pero no cantan los pájaros, y no estás tú.
Desearía deshacer el hechizo y volver a mi mundo contigo.
- ¿Qué tengo que hacer para liberarte y hacerte mortal como antes?
- Es muy peligroso y tienes que ser muy fuerte. Si no te atreves lo comprenderé.
Tenemos que separarnos y no vernos durante varios meses. No puedes volver a esta llanura ni
en verano ni en otoño, y trata de no pensar en mí mientras tanto. La última noche de octubre, la
víspera de Samain, la víspera de Todos los Santos Difuntos, ven a la colina y espera allí,
escondida detrás de aquella roca. Asistirás al desfile de las hadas. No tengas miedo, porque
estarán tan concentradas que no se fijarán en ti. Justo cuando den las doce la Reina de las Hadas
pasará por allí y la seguirán todos los caballeros. Yo iré detrás, vestido de blanco, sobre mi
caballo. Cuando me veas debes ser más valiente que nunca. Agarra con fuerza las riendas de mi
caballo, abrázate a mí y pase lo que pase, veas lo que veas, nunca me sueltes. Si lo consigues me
liberarás del hechizo y me casaré contigo. ¿Confías en mí?
Janet le miró a los ojos y supo que decía la verdad.
- Lo haré como tú dices y la noche de Halloween volveré a por ti - le apretó fuertemente
las manos y se fue. La niña se debatía entre la felicidad de saber que él la quería y la tristeza de
tener que separarse de él tanto tiempo.
Los meses transcurrían lentos, terminó la primavera, llegó el verano y empezó el otoño,
la fecha se acercaba. La niña esperaba el día cumpliendo su promesa, nunca más volvió a la
colina hasta esa noche, el 31 de octubre. La niña cenó con calma, le dio un beso a sus padres
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Y para terminar: tres cuentos, dos leyendas y un poema de hadas
antes de acostarse y se metió en su habitación. Cogió el traje más bonito de su armario, peinó
sus cabellos y sin hacer ruido, ya de noche, salió.
Serían las doce menos cuarto cuando la niña llegó a la roca y se escondió en silencio.
Minutos más tarde escuchó un ruido de fondo, sonaron unas gaitas, unos tambores abrían la
marcha, y justo a las doce la Reina de las Hadas pasaba majestuosa ante sus ojos. Detrás toda
una corte de caballeros y hadas desfilaban. Ella estaba pendiente. Primero pasó un estandarte
rojo y siete caballeros del mismo color detrás, uno delante y seis en fila detrás. Seguía el desfile.
A continuación el estandarte negro y siete caballeros detrás, todos del mismo color, de negro
con caballos negros. Justo después la corte marrón y el estandarte dorado, y un poco más atrás,
llegaba la corte de blanco. La niña miraba impaciente para descubrir a su amado. Allí estaba, el
más guapo de todos, de blanco y ojos grises. La niña corrió hacia el caballo y agarró las riendas,
tiró de él para sacarlo de la fila y se abrazó a Tamlane fuertemente. Se escucharon gritos, la
reina se volvió y vio lo que ocurría.
- ¿Qué haces, niña? ¡Tamlane, no escaparás! - y Tamlane se convirtió un lagarto
enorme. La cola la golpeaba fuertemente, pero ella le miró a los ojos, vio sus ojos grises y
más fuerte lo abrazaba.
- ¡No escaparás! - rugía la reina.
El lagarto se transformó en serpiente, una enorme boa se deslizaba entre sus brazos,
pero ella conocía esos ojos grises y más fuerte lo abrazaba.
- ¡No escaparás! - gritó la reina por tercera vez.
Y el lagarto se transformó en águila que intentaba volar, pero ella agarró sus patas y no
pudo escapar. De pronto pareció que el águila perdía fuerzas, ella lo atrajo hacia sí y lo abrazó
de nuevo.
La reina sabía que Janet había roto el hechizo. Miró al resto de las hadas y con un gesto
de su cabeza todas continuaron. El desfile seguía, y en ese instante, Tamlane recuperaba su
forma humana. Ella no dejaba de abrazarlo.
Amaneció. Cantaban jubilosos los pájaros, el sol lucía de nuevo. El día de Año Nuevo
las campanas repicaban alegres, Janet y Tamlane se casaban, y cuentan que siempre fueron
felices y no se separaron nunca.
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Y para terminar: tres cuentos, dos leyendas y un poema de hadas
ESTRELLITA
(Estrellita es una versión más del tema de las dos hermanastras o hermanas, una buena
y sencilla y la otra mala y arrogante. La hermana más dulce es obligada por su madrastra a
trabajar duramente y siempre la envía a por agua muy lejos de casa. La joven accede y en la
fuente encuentra un hada que recompensa su virtud. El cuento Las hadas de Perrault trata el
mismo tema).
Érase una vez un noble caballero que tuvo la desgracia de perder a su mujer poco
tiempo después de que naciera su única hija. La niña nació hermosa, angelical, y sus modales
eran tan finos que todos decían que era el vivo retrato de su madre. El padre la adoraba y sufría
al pensar que esa linda criatura crecería sin el afecto de una madre, por lo que decidió casarse
con una viuda rica del lugar, que tenía una hija tan bella como envidiosa.
Durante dos años los cuatro vivieron en paz en el castillo del conde, pero poco tiempo
después el rey llamaba a los nobles para luchar contra los moros, y el conde, siempre leal a su
rey, montado en su caballo partía a la guerra. Por segunda vez se asomó la mala fortuna a la
vida de su hija, porque el conde cayó muerto en batalla, quedando su hermosa hija y su palacio
en manos de la viuda.
Cuando la avara viuda supo que todo era sólo para ella olvidó la promesa hecha a su
segundo marido, dio a la hija del conde la peor alcoba del palacio y la obligó a trabajar
duramente
La niña obedecía en silencio. Se levantaba temprano, preparaba el desayuno, cogía el
cántaro y marchaba durante horas hasta llegar a la fuente, cansada a la vuelta por el peso. Una
mañana, mientras llenaba el cántaro de agua, no pudo evitar echarse a llorar desconsolada,
derramando sus lágrimas sobre la fuente. De pronto notó una mano que con toda dulzura le
acariciaba su pelo:
- ¿Por qué lloras tanto?¿no te han dicho que tienes una cara muy bonita y que se afea
con las lágrimas?
Hacía tiempo que la niña no escuchaba una voz amable y levantó su cara. Ante sus ojos
una mujer delgada y túnica blanca le sonreía. También ella le sonrió y un poco más calmada le
contó su vida.
La mujer sabía que decía la verdad, porque ellas tienen el don de leer nuestro corazón, y
le dio un regalo. Le tocó con su varita en la frente y apareció en ella una estrella.
- A partir de ahora te llamarás Estrellita, como la estrella de tu frente. Yo no puedo
devolverte a tu madre, pero sí puedo hacer que ella te proteja. Por esta estrella aquellos que te
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Y para terminar: tres cuentos, dos leyendas y un poema de hadas
miren sabrán que tienes buen corazón y te ayudarán siempre que lo necesites. Confía en mí, no
sufras y recuerda siempre actuar como tu padre te enseñó.
La niña le sonrió agradecida, cogió su cántaro e inició el camino de regreso a su casa.
Llevaba ya recorrido un buen rato cuando escuchó que se acercaba un caballo. Un muchacho
apuesto miraba sorprendido la estrella de la joven.
- ¿Cómo te llamas?
- Estrellita
- ¿Y a dónde vas tan cargada?
- A aquel palacio.
- ¿Tan lejos? Sube, que te llevo.
La muchacha sonrió de nuevo, y ayudada por el muchacho subió a su caballo con el
cántaro. En el camino le contó su vida, y a medida que hablaba el joven se iba enamorando,
porque descubría la nobleza del corazón de la niña. Poco después llegaron al palacio y el chico
le dijo que volvería al día siguiente a recogerla, para que no hiciera ese trayecto sola.
La niña entró ilusionada en su casa y le contó a la madrastra todo lo que le había pasado. A la
rica viuda no le gustó lo que oyó, porque sospechaba lo que podría ocurrir, llamó a su hija y le
dijo:
- Ya has visto la suerte que ha tenido tu hermana. Ve mañana tú a la fuente y haz como
que lloras un poquito, a ver si se te presenta esa mujer, porque este palacio nos pertenece sólo
hasta que tu hermana se case, una vez que se case ella es la heredera, así que no nos podemos
arriesgar a perderlo todo.
A la mañana siguiente se podía oír por todas partes los gritos de la hermanastra, que no
quería ir a por agua. Finalmente cogió el cántaro y llorando de rabia se puso en camino. El joven
pronto estaba a su lado, pero al no ver la estrella supo que no era Estrellita, le saludó
cortésmente y continuó su camino como si estuviera allí por casualidad.
Cuando llegó a la fuente hizo como que lloraba, pero la hada sabía que era de rabia, de
soberbia. Se acercó a ella y le dijo:
- ¿Por qué lloras, niña?
- ¿No lo ves?- dijo de modo impertinente - ¿no ves lo que me hacen sufrir? ¡A por agua,
a por agua me mandan!, todos los días lo mismo, ¡ni que fuera yo una criada!
La hada sabía que la niña le mentía, y nada le molestaba tanto como la mentira. Le tocó
con su varita y le dijo:
- No sigas hablando, ya sé quién eres. A partir de ahora te llamarás Orejita, por esta
orejita de burro que te pongo en tu frente. ¿Crees que soy tan burra como para creerme tus
mentiras? Desde ahora todos los que te vean sabrán tan bien como yo que no pueden fiarse de ti,
que sólo conoces el odio y la mentira.- Y desapareció.
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Y para terminar: tres cuentos, dos leyendas y un poema de hadas
La niña ofendida cogió su cántaro y se marchó. Pronto se le acercó el joven para ver si
era Estrellita. Le miró la orejita de burro e hizo una mueca de asco.
Dicen que poco después el joven y Estrellita se casaron y que desbordaban felicidad.
Cuando Estrellita se casó abrió el testamento de su padre, y aunque todo era suyo, sintió pena y
no echó a su madrastra y a su hermana de la casa, que en agradecimiento se portaron bien con
ella.
Un año después de la boda el llanto de una niña estallaba en la casa, a la que pusieron
Estrellita, porque era tan guapa y dulce como su madre y porque también llevaba su marca en la
frente.
CENICIENTA
Érase una vez una niña que se quedó huérfana de madre cuando era muy pequeñita. El
padre quería mucho a su hija y pensó que lo mejor para la niña era que le buscara otra madre.
Unos meses después, el padre se casaba con una viuda que tenía dos hijas, una alta y delgada y
la otra bajita y rechoncha, a cual más antipática. La madrastra cuidaba muy bien de las niñas,
pero una mañana, para desgracia de la niña, el padre amaneció muerto.
Durante unos meses todos trataron de animar a la niña para que no se sintiera triste, pero
a medida que pasaba el tiempo aumentaban las malas contestaciones, empezaron las órdenes, y
la niña se vio obligada a trabajar en la casa desde que amanecía hasta que anochecía. Tanto
trabajaba que por la tarde su piel casi no se distinguía, sucia de tanto polvo y de la ceniza de la
chimenea, así que todos decidieron llamarla Cenicienta.
Pero la niña no se sentía sola, porque jugaba con los ratoncitos de su cuarto y los
pajarillos que iban a visitarla.
Una mañana, unos clarines sonaban desde el bosque. Todos corrieron para saber qué
anunciaba. El viernes daba comienzo un gran baile en el palacio real que duraría toda la noche.
El príncipe buscaba esposa y quería conocer a todas las jóvenes casaderas del lugar. Todas
aquellas que quisieran presentarse estaban invitadas.
El revuelo llegó al pueblo. El sastre no daba abasto. La seda, los lazos y los tules había
que ir a buscarlos a otras ciudades, porque todo estaba agotado. El pueblo respiraba alegría y
todos parecían contentos.
Y llegó la tarde del viernes. Desde por la mañana en la casa nadie paraba:
- Cenicienta, peíname el pelo, que el príncipe vea que soy la más hermosa de la fiesta.
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Y para terminar: tres cuentos, dos leyendas y un poema de hadas
- ¿Qué dices, idiota? ¿Cómo va a fijarse en ti, tan gorda y bajita? Antes preferirá una
mujer alta como yo.
Y los gritos se repitieron toda la tarde, que si restriégame bien cuando me laves,
ayúdame a arreglarme, que si limpia mis zapatos, apriétame más el corsé, ... y la pobre
Cenicienta ya estaba cansada de tanto ir y venir.
Cuando las dos hermanas ya estaban vestidas preguntó la pobre Cenicienta:
- ¿Me ayudáis ahora a mí?
- Ja, ja, ja, ja, ja.
Las risas se oían en toda la casa.
- ¿Tú?, ¿pero te has mirado?¿A dónde piensas ir con esa facha?
- Me arreglaría, me he preparado un vestido.
- Anda ya.
Y Cenicienta lloraba.
La madrastra contestó:
- Bueno, vendrás si quieres al baile, pero primero tienes que mirar una por una las
lentejas de este saco y quitarle las piedrecitas.
La niña corrió rápida a su habitación, mientras las hermanastras reían.
- Vámonos - dijo la madre, pero en ese momento Cenicienta salía de su habitación.
- Ya está, ¿puedo ir con vosotras al baile?
La madrastra no comprendía cómo había terminado, porque no sabía que los pajaritos
hacían siempre lo posible por ayudarla, y le dio una nueva orden.
- De acuerdo, vendrás, pero primero tienes que terminar estos tres sacos de lentejas.
Cenicienta miró los sacos y supo que sus amiguitos no podrían ayudarla. Ni siquiera se
molestó en coger los sacos esta vez. Les deseó buena suerte y se marchó a llorar a su habitación.
Los ratoncitos trataban de animarla y hacían cabriolas, pero la niña no paraba de llorar, los
pajaritos cantaban alegremente, pero la niña no paraba de llorar. Y de pronto:
- ¿Por qué lloras tanto?¿nadie te ha dicho que los ojos bonitos no deben llorar?
La niña levantó la cabeza. Una hermosa mujer vestida de blanco la estaba mirando.
- ¿No me quieres contar qué te ocurre? A lo mejor puedo ayudarte.
- Estoy solita aquí. Esta noche había un baile en el palacio y yo quería ir. Quería ver a
las mujeres vestidas muy lindas y al joven príncipe, que dicen que es muy guapo. Quería por
una vez pasear por los grandes salones, mirar a la gente cómo se ríen, pero no me han dejado ir.
Aquí me ves, mira mi traje, mira mis manos, mira quiénes son mis únicos compañeros.
- No llores, pequeña, yo haré que tus sueños se hagan realidad. Le tocó con su varita y
su traje se transformó en un hermoso vestido blanco, sus manos estaban limpias, su pelo
radiante. La niña se miraba y se reía.
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Y para terminar: tres cuentos, dos leyendas y un poema de hadas
- ¿Y mis zapatos?
Le tocó de nuevo, unos hermosos zapatitos de cristal cubrieron sus pies desnudos.
La niña parecía radiante.
- ¿Y cómo iré?
El hada madrina miró a su alrededor.
- ¿Queréis ayudarla, amiguitos?
Los pajaritos piaban alegres y los ratoncitos bailaban.
- Bien, preparaos.
Primero buscó por la cocina, cogió una calabaza y la sacó al exterior, la tocó con su
varita y quedó convertida en una hermosa carroza. Luego se acercó a los ratoncitos y les dijo:
- Ahora vosotros, amigos - y quedaron convertidos en cuatro corceles negros.
A continuación llamó a los pajarillos, los tocó con su varita y aparecieron dos elegantes
cocheros, uno para conducir el carruaje y el otro para ayudar a la dama a subir al coche.
Cenicienta no cabía en sí de gozo.
- Querida niña, disfruta todo lo que puedas, pero recuerda lo que te voy a decir: antes de
las doce tendrás que abandonar el palacio, porque todo volverá a ser como antes.
La niña la miró agradecida, montó en la carroza y marchaba diciendo adiós por la
ventanilla.
El palacio era más grande de lo que ella pensaba. Unas enormes escalinatas daban
entrada al salón, donde dos sirvientes agacharon la cabeza a su paso. Las mujeres lucían sus
mejores joyas, sus mejores trajes, y a lo lejos, el joven príncipe bailaba con una joven. A medida
que ella entraba en el salón todos se volvían a mirarla. Era la más hermosa de la fiesta, hasta el
príncipe se le acercó.
- ¡No te había visto antes! ¿quieres bailar conmigo?
Y la niña le tendió su mano mientras unos violines entonaban una dulce melodía.
Hablaban como si se conocieran de toda la vida, ajenos a todo lo que ocurría a su alrededor. Ya
no veían las caras agrias de las jóvenes de la fiesta, las frentes arrugadas de sus madres, ellos
bailaban ajenos, como si sólo ellos estuvieran bailando. Y de pronto, una campanada entonó su
cantinela. La niña miró el reloj y cuando sonó la segunda soltó al príncipe, la tercera, la cuarta,
la niña corría por el salón, la quinta, la sexta, la séptima, mientras ella bajaba las escalinatas:
- ¡Mi zapato!
Pero no había tiempo para más, lo miró caer sobre los escalones y continuó mientras
sonaban las últimas. Su traje volvía a ser el de siempre, los ratoncitos y los pajaritos la miraban.
Cogió el zapato que le quedaba y volvió sola andando por el bosque. Llegó cansada a casa,
guardó su zapato, único recuerdo de su mágica noche y se echó a dormir.
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Y para terminar: tres cuentos, dos leyendas y un poema de hadas
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Y para terminar: tres cuentos, dos leyendas y un poema de hadas
LA FUENTE ENCANTADA
(La fuente encantada es una conocida leyenda granadina que narra la historia de una
ondina que vivía en una fuente a las orillas del Darro)
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Y para terminar: tres cuentos, dos leyendas y un poema de hadas
Cuenta una leyenda que hace mucho tiempo, cuando todavía los árabes ocupaban el
reino de Granada, cerca de las arenas del río Darro, se escondía una cueva de la que manaba una
fuente de aguas cristalinas.
Esta fuente era conocida por todos los lugareños, que sólo bebían cuando la sed era
insoportable, temerosos por el extraño poder que decían tenía su agua. Cuentan que algunos días
su agua era dulce como un terrón de azúcar, y quien la bebía se sentía el ser más afortunado de
la tierra, pero otros días el agua era tan amarga que despertaba la rabia y el odio en quien la
bebía. Incluso dicen que fue culpable de muchas peleas entre los habitantes del pueblo.
Tantas fueron las voces que hablaban del poder de estas aguas, que el cadí de Granada
(el administrador de justicia), cansado de tantas disputas, ordenó a los soldados que rodearan
aquella fuente hasta descubrir qué ocurría en ella. Pasaban los meses y los soldados no lograban
averiguar nada, porque cada noche, cuando daban las doce, un extraño sueño los abatía y no
lograban despertar hasta que llegaba el primer rayo de luz.
Cansados de esta situación, los soldados intentaron buscar una solución a su problema.
Todos se quedarían en la fuente apostados, como cada noche, mientras que uno se escondería en
un árbol próximo, sin tocar la fuente, y desde allí espiaría para ver cuál era su misterio.
Llegó la noche, y todos cayeron dormidos justo al dar las doce, menos uno, el valiente
que aguardaba en el árbol. Poco después una hermosa dama salía del agua y se sentaba al borde
de la fuente a cantar, mientras peinaba sus cabellos y los rayos de la luna le alumbraban. El
joven soldado se acercó:
- ¿Qué haces ahí?- gritó la joven
- Quería descubrir el misterio de estas aguas.
- No te acerques, no quiero hacerte daño. Mi nombre es Agrilla y soy la hada de esta
fuente. Vivo aquí desde mucho tiempo, antes de que tú nacieras, por eso a veces me siento
sola, y estoy triste, y mis lágrimas amargan el agua. Mañana cuando amanezca despierta a tus
compañeros y díles que ya sabes la verdad, marchaos y no volváis más. Si cumples mis deseos
prometo no hacerte daño nunca, ni a ti ni a los tuyos.
El soldado, cuyo único encargo era descubrir el milagro de esas aguas, prometió que lo
haría como ella decía. Despertó a sus compañeros y todos marcharon.
Durante muchos años las aguas seguían tal como el soldado las dejó, dulce cuando la
hada sonreía feliz y amarga cuando lloraba. Una mañana, ante la sorpresa de los moros, los
cristianos tomaron Granada. Cuentan que, desde entonces, nadie más volvió a ver a la hada, que
abandonó la fuente. Y cuentan también que, para siempre, sus aguas fueron siempre agridulce:
dulce por la ternura del espíritu que habitó sus aguas y amarga por las lágrimas que derramó
cuando tuvo que abandonar Granada.
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Y para terminar: tres cuentos, dos leyendas y un poema de hadas
* * *
LA FUENTE ENCANTADA
(Versión de la misma leyenda contada por Agustín Celis Sánchez).
Hasta hace muy poco tiempo se conservó en Granada una fuente que todos creían
encantada desde el tiempo en el que los árabes hicieron de esta ciudad uno de los
emplazamientos culturales más importantes de Europa. A la fuente se llegaba por una senda que
salía del puente de las Cornetas, y todos los que alguna vez bebieron en ella ya no olvidaron el
extraño sabor de aquellas aguas.
Como ocurre con tantas cosas que se han ido perdiendo con el paso de los siglos, o
han sucumbido bajo el negro peso de la memoria de los hombres, el viajero que se acerque a
Granada buscando algún vestigio legendario del viejo reino Nazarí, ya no podrá degustar el
sabor agridulce de las aguas de la fuente encantada, ni tendrá ocasión de ver ya al hada acuática
que un día moró allí mismo.
Pero hubo un tiempo en el que muchos peregrinos se acercaban a la fuente sólo para
comprobar si era verdad aquello que se contaba de sus aguas, que cambiaban de sabor según el
estado de ánimo de la ondina que por allí vivía, y así era dulce cuando estaba alegre y amarga
cuando estaba triste, e incluso hay narradores que afirman que muchos enloquecieron de tristeza
y hasta se dejaron ahogar por la pena que les embargó al beber del licor de la fuente mezclado
con el llanto del hada. También hay quienes dicen que otros volvían jubilosos de la fuente tras
haber bebido la alegría que aquella tarde animaba la corriente. Muchas mujeres embarazadas se
acercaban por allí con la esperanza de que ese día la ondina estuviese de buen humor y el parto
pudiera ser menos doloroso. Y todas las novias del lugar, la noche antes de la boda, recorrían la
senda que llevaba hasta la fuente para calmar los nervios del día siguiente.
Sin embargo todo esto ocurrió hace mucho tiempo, incluso antes de que Granada
cayera en poder de los cristianos. Tras la caída del reino Nazarí ya nadie volvió a ver a la ondina
y, aunque muchos siguieron creyendo en las propiedades mágicas de la fuente, nadie volvió
nunca a morir de pena por beber con descuido en sus aguas. Ya nadie volvió exaltado de alegría
por el dulce sabor de aquella corriente, y aunque hasta hace poco las mujeres embarazadas y las
novias seguían recorriendo la senda que conducía a la fuente encantada, aquel paseo no era ya
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Y para terminar: tres cuentos, dos leyendas y un poema de hadas
más que una vieja tradición que se había conservado de generación en generación, de madres a
hijas, sin fe y sin espera, pues ninguna de ellas creyó de verdad la leyenda a pesar del sabor
agridulce que tenían aquellas aguas.
Cuentan que hace ya mucho tiempo, un pobre pescador acudía cada mañana al lago
Kelter en busca de alimentos para sus hijos. Un día la caña tiró con más fuerza que nunca, y
convencido de que habría pescado algo muy gordo, dio un traspiés y se cayó de la barca.
Las horas pasaban en la casa del pescador, que esperaban que llegara su padre con la
comida, pero el pescador no regresaba. El hijo mayor, asustado por la tardanza de su padre, le
dijo a su hermano que cuidara al pequeñín de la casa, que él iba a buscarlo a la orilla del río. El
muchacho miraba por todas partes, pero sólo vio su pequeña barca a la deriva, y llevado por el
dolor, rompió a llorar.
- ¿Por qué lloras, muchacho?¿quieres contarme qué te ocurre por si te puedo ayudar? -
le habló un hombrecillo vestido de verde.
- En esa barca partió mi padre esta mañana y aún no ha vuelto. La barca está rota y él no
está en ella.
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Y para terminar: tres cuentos, dos leyendas y un poema de hadas
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Y para terminar: tres cuentos, dos leyendas y un poema de hadas
(He escogido este soneto de Garcilaso porque recoge perfectamente los tópicos de las
hadas, ninfas de agua que habitan en palacios de cristal, que tejen telas delicadas, de cabello
rubio, probablemente hermosas, a las que el poeta les pide que le saque de la tristeza en la que
se encuentra).
Y con este soneto de Garcilaso termino mi repaso al mundo de las hadas. Podría haber
elegido muchos otros poemas, pero quizá éste es el menos conocido.
Espero haber cumplido mis tres deseos iniciales: que les haya gustado, que conozcan
mejor a las hadas y que las aprecien tanto como yo.
Mucha suerte para todos.
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Leyendas de Galicia y Asturias, colección Labor Bolsillo Juvenil, Ed. Labor, Barcelona, 1984.
Torrente Ballester, Gonzalo, El cuento de una sirena, Difusión Directa Édera, Madrid, 1998.