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LOS VUELOS DEL ALMA

Y LA PSICOLOGÍA

Isabel Jáidar Matalobos

AL RECORRER LOS CAMINOS DEL PENSAMIENTO y de la historia humana nos en-


frentamos con la ineludible necesidad de reflexionar, al inicio de los
estudios en psicología, sobre los puntales del saber y la intuición que
han entretejido el material substancial de esta disciplina. Es nuestro propósito
favorecer en el estudiante la comprensión de dicho conocimiento como una
elaboración humana milenaria y universal; acompañar al estudiante en la
fascinante aventura de la búsqueda de sí mismo, del otro y de las infinitas
construcciones del nosotros.
El ser humano, en su necesidad de explicarse y encontrarse a sí mismo, a la
vida y a sus semejantes, recorre ilimitados caminos creando imaginarios,
significados, ilusiones y complejas estructuras del pensamiento. Frente al te-
rror que le ocasionan el caos y los abismos del alma, organiza, desde su capacidad
creadora, su realidad, inventándola, pintándola y llenándola de significados.
Persigue sus sueños y sus anhelos y los cree ciertos. Conoce su finitud y la
niega imaginándose inmortal, trasciende la muerte con sus obras y se desconoce
en ellas. Cree en la ilusión de la unión y se desintegra en la separación. Huye
del miedo y lo disfraza. Por todo eso, el hombre es mítico porque el mito le
sigue los pasos en este delirio, lo construye y significa. Lo eleva a lo humano y
a lo sagrado. Sí, el hombre y la mujer, hechos del barro o del maíz míticos,
reciben el soplo de la capacidad creadora, del imaginario, de la compleja creación
de signos, símbolos y significados y con ellos, inicia el lenguaje y la cultura. Así
descubren otro camino del pensamiento: el conocer. Y en el laberíntico mundo
de la razón encuentran su capacidad de poner orden y de seguir derroteros
lógicos que calman la angustia. Eternas formas del conocer: la intuición, la
emoción y la razón.

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Alma y psique. Del mito al método

DESPERTAR EL AMOR AL SABER

Es importante que el estudiante de psicología conozca y comprenda las diferentes


maneras y concepciones que la humanidad ha elaborado a través de los tiempos,
para entender, reflexionar o imaginar nuestro ser y nuestra existencia. Que
recorra el asombro y las emociones que surgen del estar en el mundo, que se
entregue al delirio de los innumerables caminos del conocimiento, que avive
en él el deseo de reflexionar sobre lo humano y sus culturas milenarias.
Corresponde a la psicología conocer cómo todas estas manifestaciones de
la cultura universal construyen la subjetividad. Y, a su vez, la subjetividad
construye culturas; magia, arte, religión, filosofía y ciencia son caminos del ser
humano para explicar y convocar un territorio común: el universo y el ser en
general. Cosmovisiones y construcciones de la inteligencia y la intuición hu-
manas que no pueden subsistir aisladas sin un mutuo enriquecimiento.
El humano edifica con su pensamiento e imaginaciones el edificio mara-
villoso del conocimiento, el pensamiento que no se abandona al capricho, el
pensamiento que vive la experiencia y se ajusta a los caninos de la lógica. Sin
embargo, el anhelo de certezas absolutas es algo inherente a la naturaleza humana,
este anhelo en muchos casos limita el conocimiento, lo inmoviliza en radi-
calismos: deseos de poseer la verdad por medio de representaciones colectivas.
Líneas imaginarias de la creatividad colectiva, que quizá se interceptan
todas en algún punto de lo real, para escapar del caos. Necesario es aceptar la
contradicción, la incertidumbre y el desorden, pues la especie humana sigue
buscando cauces que sean profundos que no sean espejismos, que no sea una
realidad cue desaparezca con el conjuro de discursos distintos del huracán de
las ideas en pugna.
En lag maravillosas aventuras del pensamiento, en el azoro frente al misterio,
el ser se enfrenta a la convicción de que el entendimiento humano es débil para
comprender la inmensidad del universo.
En al unos casos, el humano se torna escéptico, en otros, el espíritu que
ama la aventura de investigar se limita a reconocer los límites, pero intenta
llegar a ellos. El conocimiento es la puerta de entrada a las construcciones imagi-
narias y subjetivas que intentan dar respuesta a las preguntas arriba planteadas.
De tal suerte quedaría establecido el significado de la ciencia con base en toda
filosofía. En la historia de la humanidad la razón ha seguido las huellas de la
fantasía. Trabajoso camino, pues mientras la imaginación vuela el razonamiento
camina con cargas pesadas como el análisis, la crítica, etcétera. El intelecto sue-
le llegar tarde a las cúspides alcanzadas por la intuición y la imaginación. Pero su
vía regia a las cúspides ha sido la abstracción, que puede llegar hasta lo increí-
ble y crear mundos tan exaltados que aun la propia imaginación se queda corta.

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Los vuelos del alma y la psicología

En este sentido se oye decir en la actualidad que la física se ha vuelto


metafísica. Porque la física está abordando problemas que hasta hace no mucho
tiempo eran considerados asuntos exclusivos de la filosofía como el tiempo y
el espacio. Y lo que nos puede resultar más sorprendente : la subjetividad.
Puesto que ciencia, magia, arte y religión han sido y son explicaciones so-
bre la vida y la existencia, pueden coexistir bajo un consenso , subordinando lo
individual a lo colectivo . He aquí cómo en la sinfonía grandiosa que es la vida
del hombre cada instrumento marca su tiempo y su armonía, es un dibujo
melódico que determina ritmo, orquestación , armonía y sonoridad. Es el
pensamiento melodioso del alma que ha experimentado y reflexionado, es la
voz que perfora las edades y todos los cielos de la cultura. Han muerto religiones,
magias, concepciones éticas, manifestaciones artísticas que ambicionaron ser
eternas pasaron al dominio de la arqueología . Sólo un simbolismo ha probado
ser perenne: el deseo de la vida de manifestarse y explicarse a sí misma.

EL SENTIDO DEL SER

Emmanuel Kant sintetizaba en cuatro dramáticas preguntas la angustia exis-


tencial : ¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué puedo esperar ? ¿Qué es el
hombre y la vida? Así , nos dice que la primera pregunta tiene su respuesta en
la metafísica, la segunda en la moral, la tercera en la religión y la cuarta en la fi-
losofía.
Actualmente , a pesar de las especulaciones e innovaciones científicas y fi-
losóficas, de los avances de sociología , neurología, psicología y de la psiquiatría,
que han abierto grandes horizontes al entendimiento de lo humano , a pesar de
todo, básicamente las mismas preguntas siguen planteadas. ¿Qué es el ser
humano? ¿A dónde va? ¿De dónde viene? ¿Qué debe hacer? ¿Qué puede
saber? ¿Está solo? ¿Qué puede esperar? Y ante estos cuestionamientos
dramáticos a que se enfrenta todo ser humano que posea una mínima
inteligencia, preguntas existenciales que espantan , quedamos perplejos de nueva
cuenta. Llegamos a pensar que el ser está inmerso en una gran soledad de la
que sólo escapa pasajeramente por mecanismos inconscientes de negación o
por esfuerzos conscientes . Esfuerzos conscientes que remontan vuelos ex-
traordinarios, construcciones a través de los tiempos que van dando diferentes
frutos en las diversas edades y culturas . Pasemos a reflexionar sobre algunos
de estos vuelos que, a nuestro parecer, comparten indisoluble historia con la
psicología, que construyen subjetividades y culturas.

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Alma y psique. Del mito al método

UN POCO DE HISTORIA DEL ALMA Y DE LA PSIQUE

Como escenario indispensable a la reflexión propuesta anteriormente y como


fundamento y objetos adecuados en la constitución de la disciplina de la psi-
cología, proponemos en este escrito enfocarnos a analizar, aunque de manera
concisa, dos esenciales matrices en las cuales se fraguan las múltiples maneras
de respuestas del ser: la psique y la cultura -iY el alma?
Durante milenios, la psique o alma, a través de la historia de la humanidad,
ha intrigado a pensadores de todo género. Es evidente que desentrañar el mis-
terio de la dualidad cuerpo-mente es tarea titánica, y que aun cualquier recorte
del tema para su análisis requiere de un desarrollo histórico tan complejo que
rebasa con mucho los límites de este escrito. Incluso para varios científicos
modernos el problema de la relación materia-espíritu o materia-energía es
insalvable. Sin embargo, podemos intentar reflexionar sobre algunas preguntas
y algunos aspectos de tan complejo tema.
El alma, creencia en vigor en todos los pueblos no podía dejar de imprimir
su huella en la psicología. En los más remotos tiempos, el pensamientos egipcio,
caldeo, etrusco, chino, hindú, y en fin, los pueblos y culturas de la antigüedad,
concibieron un principio, una esencia, una luz que daba vida al humano y pervivía
a la muerte.
Si bien sería necesario remontarnos a las concepciones más arcaicas de
alma o de mente en los innumerables mitos, imágenes, íconos y otras muchas
manifestaciones de la cultura universal, donde los seres han plasmado sus cues-
tionamientos y respuestas sobre esta noción, dejamos al interés del estudiante
incursiona - por su cuenta en el tema para centrarnos en algunas especulaciones
a partir de los griegos. Considerado el pensamiento griego como cuna y fun-
damento del pensamiento occidental, ofrece el vocablo psique, como alma, pero
también como el principio de los fenómenos mentales. Es un principio que da
movimiento y con eso vida. En un sentido de vida orgánica más bien espiritual.
Psique es entendida cono alma en cuanto ésta es fuente de toda vida humana.
Para Aristóteles, el alma es el acto primero del cuerpo físico y orgánico que
tiene la vida en potencia. El concepto griego más antiguo de alma es la Psiquis,
el mito "casto" de la antigüedad. Esta y otras diferentes formas, concepciones y
representaciones del alma son adoptadas por el cristianismo. Es introducido el
mito de Psiquis y Eros en el cristianismo. El simbolismo de la Psiquis tiene dos
ámbitos, uno poético y pasional, y otro de enseñanza religiosa: la salvación por
medio del amor puro y casto.
Posterior a los griegos, la fusión de este concepto con el pensamiento bíblico
llevó a un camino que partía de Platón y más tarde de Aristóteles para fundirse
en San Pablo, quien concibe la idea de un alma interior en un cuerpo orgánico.

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Los vuelos del alma y la psicología

Pero ya en esta concepción encontramos los indicios de una diferenciación de


alma y psique. El alma y el espíritu son inmateriales, intangibles, es el interior
del ser que debe ser salvado del pecado y del infierno. En cuanto la psique es
una facultad corpórea. En esta concepción que más adelante San Agustín lleva
a la especulación filosófica, el cuerpo y la psique son receptáculos del alma. O
expresado con mayor precisión, el cuerpo es ocupado por el alma y por la
psique. A partir de esta separación de alma y psique se inicia la concepción de
ésta como el enlace entre el exterior y el hombre interno. Estas concepciones
de sujeto, en su dualidad o en cierto sentido "trinidad": cuerpo, mente, alma,
prevalecieron en los primeros siglos del cristianismo.
Santo Tomás nos dirá tiempo después, que el alma es el principio primero
por el cual vivimos, sentimos, nos movemos y entendemos. En esta expresión
tomista ya encontramos en alma las características de psique, ya que señala que
el alma humana tiene facultades y propiedades.
En el siglo XVII, Descartes establece una separación entre el cuerpo y el
alma, y con esto abre la puerta al estudio de los fenómenos psíquicos, enseñando
una fecunda y desconocida manera de observación por medio de la duda y la
razón. En el pensamiento cartesiano, el alma está en la "conciencia" de obrar,
padecer, querer y conocer. Entra la discusión a un terreno de difícil solución, Si
la conciencia es una simple cualidad del alma, objeto no percibido por la razón
y las sensaciones, el alma sería una sustancia y la conciencia su acción. ¿Existe
algún limite entre lo corpóreo y la psique? Entiéndase ésta como alma o como
mente.
Con el movimiento de Reforma y la creciente secularización de la población
europea, cada vez más en aumento, así como los atisbos del inicio de la "era" de
la razón, se volvió a retomar la discusión sobre la dualidad cuerpo-mente.
Desde entonces, en la historia de la filosofía y la psicología ha existido
fuerte debate entre diferentes posiciones a este respecto. El dividir al hombre
en compartimentos, en especial el dualismo cuerpo-mente, ha representado
para el pensamiento occidental un marco de referencia en el desarrollo de
pensamientos dualistas e ideológicos.
Prevalecen por un lado ideas innatistas en disputa con las empiristas. En el
primer caso, ya desde Platón se sostiene que el hombre viene dotado con ciertas
ideas innatas que lo llevan a elegir, por ejemplo, entre lo bueno y lo malo.
Numerosos filósofos, entre ellos Descartes, se avienen a esto. Empiristas como
Locke, filósofo inglés del siglo XVIII, sostienen, por el contrario, que la mente
del recién nacido es como una página en blanco en la cual la experiencia va
grabando todo cuanto el hombre llega a conocer y a ser. Leibnitz (siglo xvlli)
sostiene otro punto de vista, que parece unir a ambos: "Nada hay de la mente
que no provenga de la experiencia, excepto, claro está, la mente misma, que es

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Alma y psique. Del mito al método

naturalmente la posibilidad de que haya experiencia". Esta controversia filosófica


no terminó con estos autores, de hecho ha continuado hasta nuestro días.
En la psicología de finales del siglo xix a la fecha, esta polémica fue adop-
tando formas menos filosóficas, hasta incluir intereses políticos y económicos,
como en el caso de psicólogos innatistas que sostienen, por ejemplo, que la des-
igualdad ce las razas humanas y de las clases sociales está determinada por la
biología y la química innata a las diferentes razas. Por otro lado, los empiristas
enfatizan en exceso la influencia de la experiencia como son la educación y el
ambiente social, tal es el caso de muchos empiristas, experimentalistas y con-
ductistas.
En el siglo xx, Charlotte Buhler, Arnold Gesell o Jean Piaget, entre otros,
en la psicología evolutiva, sostienen que mucho antes de poseer una conciencia
desarrollada, desde el momento de nacer, el sujeto manifiesta una serie de capa-
cidades y actividades de autoconservación y desarrollo. La psicología evolutiva
ha estudiado y estudia ampliamente este desarrollo del psiquismo, una serie de
estadíos que atraviesa el ser antes de desarrollar lo que pudiéramos entender
como conciencia.
Para Sigmund Freud ("Interpretación de los sueños", 1900), la psique tiene
la capacidad de recibir, transformar y transmitir una determinada energía. Según
Freud, la vida de los grupos humanos no sólo es común en las acciones que
éstos realizan, sino también en su vida psíquica: sus deseos, emociones,
representaciones, pulsiones y todas los procesos inconscientes que forman los
sentimientos propios de un grupo social, es decir, las creencias, representaciones
sociales, ideas y sentimientos dominantes en cada sociedad.
En nu astra opinión, el problema de la constitución del pensamiento y de la
psique es inseparable de la constitución de las culturas. Si en la actualidad
separáramos a niños pequeños ylos dejáramos aislados se desarrollarían ellos y
sus descendientes, de manera muy similar a como lo hizo la humanidad. Lo
que sosterenios es que el pensamiento, la subjetividad y el psiquismo son el
resultado de una larga historia biológica, social, cultural, política, religiosa,
psicológica, que no deben entenderse como separados o individuales, sino como
una construcción social, colectiva, de una cultura que es siempre colectiva, es
decir; intersubjetiva.

LA GRAN ESCENOGRAFÍA: LA CULTURA HUMANA

Tratar de entender históricamente la subjetividad por su obra, es entender la


cultura. La cultura --mitos, religiones, lenguajes, artes, ciencias- es una serie
de sistema s y formas simbólicas. El hombre es, pues, un "ser simbólico". Ningún

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Los vuelos del alma y la psicología

otro ser, hasta donde sabemos, genera un mundo simbólico.' Pero entonces y
ante todo, ¿qué es un símbolo? En nuestros días proliferan las investigaciones
sistemáticas sobre el símbolo y el simbolismo desde la antropología, la sociología,
la lingüística y, desde luego, la psicología y el psicoanálisis. Ya en 1945, Ernest
Cassirer,z nos dice: "un símbolo es una parte humana del sentido... los símbolos
contienen un valor funcional".
El símbolo es una representación cargada de un enorme poder de reso-
nancia. Según Bachelard, "la resonancia nos llama a una profundización de
nuestra propia existencia. Opera un giro del ser".3 El símbolo es innovador, no
se limita a despertar resonancias, exige una transformación de la propia
existencia. Nos lleva a movilizar nuestra energía.
Simbólico es el pensamiento mítico, simbólico propiamente es el lenguaje,
simbólico el arte, las matemáticas, pero cada una de estas formas simbólicas lo
son en un aspecto específico, su¡ generis; si tomamos al símbolo en un sentido
no unívoco, tiene un sentido universal y de valor analógico. Es el material esen-
cial de la construcción humana de su realidad, de su mundo, de su psiquismo.
¿Cuál es el material esencial y común a todas las manifestaciones humanas?
Una clave en la naturaleza del hombre: el símbolo.
El pensamiento y el conocimiento simbólico no tienen como realidad al yo
individual sino al sujeto colectivo de la especie y la cultura, el nosotros, que es
como llega a ser subjetivo, singular y colectivo. Sólo por el significado del nosotros,
de la representación colectiva, llega a ser el sistema simbólico de la cultura el
bien común de grandes grupos humanos, y así produce movimientos subjetivos
que dan forma y vida a las sociedades.
Las vías de expresión del bien común, la producción simbólica y cultural,
son innumerables. En este terreno, el limite entre lo racional y lo irracional es
ficticio, la realidad de la intuición es innegable. En las culturas humanas pri-
mordiales, lo religioso, lo mágico, lo abstracto y lo artístico se funden. Pero la
historia ha mostrado que cuando el imperio del subjetivismo4 se exacerba, el
hombre se arroja al torbellino de lo racional. Y contrariamente, cuando el discurso
racional y abstracto agota la emoción humana, ésta regresa al otro extremo, y

' Para Lévi-Strauss toda cultura puede considerarse como un conjunto de sistemas simbólicos, de entre
los cuales figuran en primer plano el lenguaje, las reglas matrimoniales, las relaciones económicas, el arte, la
ciencia y la religión.
z Ernest Cassirer, 'Antropología filosófica". En Introducción a una filosofía de la cultura. FCE, 1945.
Chevalier, Jean; Alain Gheerbrant. Diccionario de los símbolos, Herder, Barcelona, 1988.
"Tomado como sistema epistemológico, el subjetivismo tiene distintas formas, desde la simple tendencia
a lo subjetivo hasta la conversión de la subjetividad en sistema explicativo de los objetos reales. El subjetivismo
como tendencia se presenta ordinariamente en el estudio de lo humano después de un periodo en que han
predominado los estudios realistas o metafísicos". Jáidar, Isabel. Caleidoscopio de subjetividades. UAM-Xochimilco,
México, 1993.

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Alma y psique. Del mito al método

puede acontecer incluso un regreso a la barbarie.' En este terreno el arte ofrece


siempre una salvación, el artista huye de lo racional y se refugia en un mundo
simbólico primitivo, a la expresión libre de su subjetividad.
La realidad humana se construye y se expresa con símbolos. En el símbolo
se entrelazas significante y significado para formar una síntesis dual (no dualista).
Organizados en diferentes discursos que son un diálogo con la realidad, para
muchos investigadores de las ciencias sociales estos discursos crean a su vez
realidades y subjetividades . El anhelo fundamental del ser humano es encontrar
significados que lo construyan como sujeto y al mismo tiempo inscribirse en el
orden cultural de los símbolos y significados que le den pertenencia e identidad,
creando así, poli sémicaniente , construcciones míticas y religiosas de infinitas
tramas.

MÁS ALLÁ DE LAS COSAS NATURALES'

En esta breve exposición sobre los derroteros y diversificaciones que ha llevado


el alma racional para convertirse en psique, nos interesa introducir algunas
reflexiones sobre el seludero metafísico del alma y la psique, para un mayor enri-
quecimiento del tema.
Ya nos decía el gran filósofo alemán, Emmanuel Kant, que la respuesta a la
dramática pregunta "¿Qué puedo saber?", constituía la metafísica,' iniciada
como ciencia por Aristóteles. Augusto Comte8 nos dice que la metafísica es una
supuesta ciencia de las cosas inaccesibles. Otros filósofos que piensan que en el
mundo de las ideas es más importante la originalidad que la verdad, tienen por
metafísica tido conjunto de ensueños y ficciones inverosímiles; sin que exista
un acuerdo sobre una definición exacta, hay quienes la señalan coro la ciencia
del universa: y otros, como de lo ideal y lo absoluto.

A este respecto citamos ranas reflexiones de Freud (1931), cuando el nazismo empezaba a ser una
amenaza para li humanidad, pero que sin embargo parecen de una actualidad sorprendente: "He aquí a
ni¡ entender, la cueslLn decisiva para el destino de la especie humana: si su desarrollo cultural y en caso
afirmativo en qaé medida, puede dominar la perturbación de la convivencia que proviene de la humana
pulsión de agresión e de autoaniquilamiento". Nuestra época merece quizá un particular interés justamente
en relación con esto. 1 lov los seres humanos han llevado tan adelante su dominio sobre las fuerzas de la
naturaleza, que con su auxilio les restultará fácil exterminarse unos a otros, hasta el último hombre. Ellos lo
saben; de ahí buena parte de la inquietud contemporánea de su infelicidad, de su talante angustiado. Y
ahora cabe esp-,rar que el otro de los dos "poderes celestiales", el Eros eterno, haga un esfuerzo para
afianzarse en la lucha contra su enemigo igualmente inmortal. "¿Pero quién puede preveer el desenlace?"
Etimología de la palabra metafísica.
Ciencia que trata de los principios primeros y universales, y de las cosas del orden espiritual, y aún
corpóreo considerado Co sus razones más abstractas y universales. Enciclopedia Espasa-Calpe, Madrid, 1957.
' Littré, Analyst, ranoruu'é (loo mora de philosophie positivo de Aucu,te Cenit,. París, 1545.

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Los vuelos del alma y la psicología

Las creaciones metafísicas del pensamiento han sido fecundas , la subje-


tividad se ha desbordado en sueños metafísicos para explicar el universo y lo
inasible. Ha generado construcciones colectivas de gran magnitud que han
perdurado a través de siglos, como es el caso, por citar alguno , del espiritismo.
Si como sostienen algunos filósofos como Wolf (siglo xix), los objetos de estudio
de la metafísica son Dios, el hombre y el mundo, forman parte de la metafísica la
teología, la antropología , la física y la psicología. Desde luego el materialismo,
el positivismo, los empiristas y los racionalistas científicos niegan toda validez a
la metafísica. Según Comte, el fundador del positivismo, la humanidad atravesó
por un periodo metafísico que ya pasó. Sin embargo, la realidad humana, los
tejidos de la subjetividad se muestran diferentes a este planteamiento . Platón,
Aristóteles, San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Leibnitz, y en general todos
los filósofos escolásticos y cristianos son metafísicos . Efectivamente, como sostenía
Kant, la metafísica es la respuesta a la eterna pregunta sobre ¿qué puedo saber?,
la metafísica como construcción simbólica tendrá vigencia mientras no existan
respuestas certeras. Si nuestro ser no es cognoscible, podemos pensar que no se
puede conocer nada en la vida, porque conocer una cosa es conocer su natura-
leza. En el terreno metafísico, la psicología ha explorado poco camino . Sólo unos
autores como William James en el siglo XIX, en Estados Unidos, y el psicólogo suizo
Carl Jung, tienen interesantes aportaciones en este terreno.

UN VUELO DEL ALMA DESEANTE , EL INCONSCIENTE

El deseo de la vida de manifestarse y explicarse a sí misma, del deseo humano,


que mencionamos al inicio de este escrito, llega a un hito esencial del conocimiento
sobre lo humano: el inconsciente. Patético y multifacético personaje aparece
a finales del siglo XIX, atisba en trabajos de filosofía como los de Shopenhauer y
Nietzche y pide carta de naturalización en la psicología con Freud. La obra
genial de este médico vienés dio profundidad a la psicología diciendo: "Todos
los actos psíquicos son en principio producto de lo inconsciente y lo inconsciente
no es en modo alguno residuo del alma, sino por el contrario su materia prima,
la cual sólo en mínima parte alcanza la superficie iluminada de la conciencia; y
no está privado de dinamismo ya que quizá representa la parte más plástica de
nuestra existencia psíquica".9
El descubrir que nuestros actos, pensamientos, deseos, amores y desamores
no brotan de la consciencia y la razón, como orgullosamente se pensaba hasta
entonces, nos lleva a un vuelco que como relámpago en las tinieblas parece una
nueva luz. Nuestra vida psíquica aparece como una lucha incesante y patética
9 Freud, S. (1915). " El inconsciente", Obras completas . Amorrortu, 1980.

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Alma y psique. Del mito al método

entre el querer consciente y el inconsciente. Entre nuestra voluntad consciente


y nuestros deseos inconscientes.
Todas las construcciones y manifestaciones humanas, miradas desde este
lente de conocimiento que es el inconsciente, se miran distintas, adquieren un
nuevo significado. Si el ser humano manifiesta su inconsciente y su subjetividad
en toda su obra, ¿a cuál de las preguntas centrales contestaría? ¿0 quizá a las
cuatro? ¿0 quizá toda respuesta debe encontrarse en el inconsciente?
Decir i aconsciente es referirnos necesariamente al drama erótico del ser
humano, a todas las angustias de la convivencia y la supervivencia, en fin, a
todo lo que tiene de trágico y misterioso la vida. Decir inconsciente es hablar de
los recónditos placeres del arte.

UN VUELO ONÍRICO FINAL

Suena en el aterdecer de las culturas el tañir de la campana que convoca al


regreso a la comunidad, plegaria común. Sombras solitarias, enfermas de indi-
vidualidad, se hacinan en la penumbra ateridas buscando el retorno al significado
de la comunidad. En el silencio se dispersan. Sueñan sueños individuales.
Desesperados ansían la audición del concierto, de la calurosa asistencia
colectiva. Pero se han hecho extraños unos de otros: infinitos significados.
¿Cómo volver al rebaño? ¿A reflejarse en el otro y entender en él nuestras
propias construcciones? El pensamiento existe fuera y dentro del sujeto, se
transmite, nos transmite en polimórfica gama. Todo es cuestión de recrear
simbolismos comunes. Las religiones, el arte, las ciencias y los caminos del
conocimiento, en su acto de realidad humana, se han individualizado,
fragmentas o. Se toca la gran sinfonía del desconcierto, de la incertidumbre y el
desorden.

Bibliografía

Aristóteles. Ética y psyque. México, Porrúa, 1971.


Chevalier y Gheerbrant. Diccionario de símbolos. Herder, Barcelona, 1988.
Freud, S. El malestar en la cultura. Ed. Iztaccihuatl, México, 1968.
. Obras completas, Arnorrortu, Buenos Aires, 1976.
Jaidar, I. (comp.). Caleidoscopio de subjetividades. UAM-Xochimilco, México, 1993 y 2000.
Jaspers, Karl. Filosofía de la existencia. Planeta, México, 1985.
Hegel, I. et al. Historia de la filosofía. Siglo xxi, México, 1981.
Lévi-Strauss, C. Antropología estructural. Siglo XXI, México, 1979.
Michel, G. Una introducción a la hermeneútica. Castellanos Editores, México, 1996.

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