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PERSONAJES
VERENIA (esclava) -
ANTONIO (dueño de esclava) - Jhon
MAGISTRADO - Martín
LUCIO (GUARDIA) – Renato
MARCO – Stuardo
SILAS – Checho
Prisionero 1 –
Prisionero 2 – Edgardo
Prisionero 3 –
CANCIÓN – OVERTURA
ESCENA 1
Aproximadamente en el compás 13 de la Obertura, se escucha un griterío en la parte de atrás del auditorio. Los
personajes de PABLO y SILAS son arrastrados hacia el escenario principal por GUARDIAS ROMANOS. Una pequeña
pero piadosa MULTITUD los sigue detrás, algunos acusando y otros defendiendo a los prisioneros.
La siguiente escena podría ser actuada con utilería sencilla, iluminando la parte baja de un escenario tipo prisión.
Una “silla de juez” y un “altillo de testigos” se pueden usar para crear la ambientación de “La Corte”.
MAGISTRADO: (aproximadamente en el compás 47) ¡Silencio!, ¡¡Silencio!! Traigan a los acusados para oír los cargos
en su contra.
Un GUARDIA trae a PABLO y SILAS de mala manera y los pone delante del MAGISTRADO. Durante toda esta escena
debería haber reacciones libres de la multitud como si algunos de ellos escucharan por primera vez las razones de
tanta conmoción que los atrajo en primer lugar.
GUARDIA: Estos son los hombres, Su Excelencia. Son extranjeros, alborotadores. Este se llama PABLO, de la
ciudad de Tarso, y este es su (con disgusto) “socio” a quien llaman SILAS.
MAGISTRADO: Con exactitud, ¿Cuál ha sido la naturaleza de sus ofensas? Y ¿quiénes son sus acusadores?
GUARDIA: Están incitando a la gente a creer en un falso Dios (multitud reacciona) Están inculcando una religión
peligrosa que refuta la soberanía de Roma y la deidad de Claudio César. (Multitud reacciona) Y es
más, han lanzado un hechizo sobre esta esclava aquí. (multitud reacciona)
VERENIA: (Con firmeza) No es cierto Señor. En realidad, me han librado de un hechizo, de una atadura terrible.
Como puede ver, estoy en mi sano juicio.
MULTITUD: (Riendo y burlándose)
¿Qué sabe esta?... Es una esclava… Ha sido hipnotizada… Mírenla… Sabe juicio - ¡Ja!... Métanlos a la
cárcel…
ANTONIO: (Tratando de calmar a la multitud) ¡Silencio!, ¡Silencio, déjenme hablar!
MAGISTRADO: Pablo de Tarso – tú y tu amigo tendrán un justo juicio. ¿Qué tienes que decir en tu defensa?
PABLO: Si liberar a esta mujer fue un crimen, con gusto lo volvería a hacer, yo sirvo a un rey que hace libre al
cautivo y solo a él serviré.
ANTONIO: ¡Lo acaba de admitir! ¡Es culpable y su amigo también! ¿No le escucharon decir que sirve a otro Rey?
¡Eso es traición!
CORO CANTA
CORO CANTA
MAGISTRADO: (Hablando a medida que la música termina – compás 93) Lucio, guardia de la prisión en Filipos…
LUCIO: (Se pone delante del MAGISTRADO) ¡Aquí estoy Su Excelencia!
MAGISTRADO: Entrego estos dos prisioneros – Pablo de Tarso y Silas, su cómplice – bajo tu custodia, para que sean
azotados y puestos en prisión durante seis meses.
VERENIA: (Si es posible, decir en el compás 107) ¡No! (Se tira a los pies del magistrado) Por favor, señor, pido
misericordia para estos dos hombres. ¡No han hecho nada malo!
MAGISTRADO: ¡Llévenselos!
LUCIO saca a PABLO y SILAS de la escena. El MAGISTRADO sale. La MULTITUD también sale haciendo bulla. Sólo
VERENIA y ANTONIO quedan en la sala de la corte.
VERENIA: (Dirigiéndose a ANTONIO) Oh amo, ellos no son criminales, son hombres buenos. Me han devuelto la
vida.
ANTONIO: ¿Qué vida? Mujer ignorante – Ellos te robaron el único propósito que tenías en la vida. Aparte de tu
don profético, tú no vales nada para mí ni para nadie. Eres una mujer sin dones, ni talentos. Ni
siquiera vales la comida que te doy para que no mueras de hambre.
Comienza la música. ANTONIO la mira cruelmente y sale, dejando a VERENIA entre lágrimas.
CANCIÓN - EN SOLEDAD
LUCES TENUES – AMARILLAS
(Sólo VERENIA)
ESCENA 2
Después que canta VERENIA sale de la escena. La utilería de “la corte” debe ser removida en oscuridad. Las luces de
iluminan para dar paso al set de “la prisión”. Los PRISIONEROS están en grupos. LUCIO entra con PABLO y SILAS.
LUCIO: (Dirigiéndose a PABLO y SILAS mientras entran) Los azotes fueron solo parte de la sentencia.
Personalmente, no tengo nada contra ustedes; solo soy un soldado romano que sigue órdenes. (Los
prisioneros reaccionan con palabras cínicas, por haber escuchado ese mismo “discurso” antes). El
Magistrado da las órdenes y yo las ejecuto. Tan simple como eso. Verán que esta prisión se maneja
de manera estricta de acuerdo a las reglas (usa un tono burlón al decir la palabra “reglas”).
PABLO: Esta prisión, señor, es lo que Dios ha provisto para mí y mi amigo esta noche. Así que lo bendecimos
por Su hospitalidad… y le agradecemos a usted por la suya.
LUCIO: (Moviendo la cabeza ante lo dicho por PABLO) Que me bendi… ¿qué? ¡Lunáticos! Mi mundo está
lleno de criminales y lunáticos.
PABLO: El mundo en general está habitado por criminales y lunáticos, señor. Por esa razón mi Dios se hizo
hombre.
LUCIO: Oh, (ríe) así que tu Dios se hizo hombre, ¿en verdad? (convencido que PABLO está loco) SÌ…sí…
¡mientras más rápido los encierre será mejor!
LUCIO QUITA a PABLO y a SILAS sus ataduras, cierra la puerta, da vuelta a la llave y se va. Mientras lo hace, el público
debe ver que VERENIA los ha seguido y se ha escondido en alguna parte cerca de las celdas. PABLO y SILAS deben
moverse hacia el centro de la celda y de pronto aparecen los PRISIONEROS rodeando a los recién llegados.
MARCO: (Sarcásticamente) Bueno, bueno ¿qué tenemos aquí? Dos viajeros cansados del camino de la vida.
(Comienza a rebuscar en la bolsa de Pablo) ¿Y qué cosa de valor llevan aquí, me pregunto?
PRISIONERO 1: Marco, no esperarás encontrar algo de valor aquí, ¿verdad?
MARCO: Claro que no, pero cualquier ladrón que se aprecie debe continuar practicando sus habilidades en
cada oportunidad que se presenta, para que no pierda su “toque”.
MARCO: Temo que encuentro tu historia muy difícil de creer, y aun más difícil… de tragar!!
Los prisioneros se ríen del comentario de MARCO.
PRISIONERO 2: Nunca había oído de este Jesús.
MARCO: No pudo haber sido un buen rey si terminó en una cruz. Hemos visto crucifixiones aquí y créeme,
están reservadas para lo peor de esta tierra… ¡como nosotros!
PRISIONEROS: (riéndose y diciendo) ¡Eso mismo!... ¡Sí como nosotros!...
ESCENA 3
PABLO: (Habla con la música de fondo) ¿Hay alguien aquí que quisiera escuchar la historia en su totalidad?,
¿Hay alguno que quisiera conocer a mi Rey? (hay una pausa silenciosa)
SILAS: ¿Alguno?
VERENIA: (pasando al frente, hablando fuerte) Yo quisiera conocer a tu Rey.
PABLO: (de manera cálida, como quien cuenta una historia) Jesucristo – la imagen del Dios invisible. El
primero de toda la creación; por Él todo fue creado; todo lo que hay en los cielos y en la tierra, visible
e invisible; trono y potestades; reinos y autoridades; todo fue creado por Él y para Él. Él es antes de
todas las cosas y en Él todas las cosas se sustentan. Este es el único, el verdadero Hijo de Dios, que
vino a habitar entre nosotros.
SILAS: En muchas maneras fue un hombre sencillo; Él se vistió como un hombre común; sus amigos más
cercanos fueron pescadores. Él hablaba claramente y enseñaba a todo el que quiera escuchar del
amor de Su Padre.
PABLO: Era un hombre de palabras dulces, un hombre de paz, pero no uno débil; por el contrario, era un
hombre muy poderoso en verdad, porque Jesucristo tenía un poder que ningún rey terrenal ha
poseído alguna vez: (con energía) Él tenía el poder de sanar el corazón del hombre.
SILAS: (Con la música de fondo) Mi pueblo había estado esperando a un rey terrenal, como César. Un rey
con ejércitos, armas y coronas. A medida que los rumores de su acercamiento se expandían, mucho
esperaban que Él fuera su rey.
Siguiendo la voluntad de su Padre, Jesús se dirigió directamente a la ciudad de Jerusalén, y durante
todo el camino la multitud gritaba ¡”Hosanna”! Arrojaban flores y ramos de olivo delante de Él
mientras cantaban alabanzas, pero solo Él entendía que lo alababan no por lo que Él era, sino por
quien ellos esperaban que Él fuese.
(Pablo y Silas se retiran a los lados)
ESCENA 4
. LUCIO se ha despertado al escuchar la historia. VERENIA escucha venir a LUCIO y se esconde entre las sombras.
LUCIO: (Con voz molesta) ¿Acaso no puede un hombre dormir en este lugar? (de manera incrédula) ¿Acaso
me despertó el sonido de una canción? Y ¿de qué, me pregunto yo, podrían estar cantando ustedes?
MARCO: Los dos nuevos prisioneros nos han estado entreteniendo con la historia de un rey del pueblo que
murió por amor. Muy divertida; deberías quedarte para escuchar la segunda parte.
LUCIO: (Interesado) ¿Un rey que murió por amor? (tratando de ocultar su interés) Ummm… Ah… no me
interesan esas historias de ficción. No, no. Ya he tenido suficiente por una noche. ¡Muchas gracias!
Temo que la hora de los cuentos terminó.
PRISIONEROS: (Hablando espontáneamente, incapaces de esconder su interés en la historia) No, por favor… ¿Cómo
sabremos el final?... Ya estaba llegando a la parte más interesante… Déjalo que siga, por favor…
LUCIO: (No muy convencido) Está bien, está bien. ¡Sólo espero que la segunda parte sea menos bulliciosa
que la primera!
Se voltea para retirarse, pero oye a VERENIA estornudar. La ve oculta entre las celdas.
LUCIO: (Tomando a VERENIA de la muñeca y sacándola hacia la luz) ¿Y ahora qué? ¿A quién tenemos aquí?
Tú eres la mujer que causó todo el problema esta tarde. La esclava que adivina la suerte. ¿Cómo es
que te metiste a la prisión?
VERENIA: Esta tarde lo seguí a escondidas señor. Por favor, no me eche. He sido abandonada por mi amo y no
tengo donde ir.
LUCIO: Bueno. Tengo que admitir que esto es algo nuevo. En toda mi carrera como guardia de la prisión, tú
eres la única persona que alguna vez trató de meterse a la cárcel.
VERENIA: No sabía donde más ir. Estos hombres, Pablo y Silas – han sido amables conmigo.
LUCIO: Estos hombres, como los llamas, son lunáticos y criminales. Son enemigos del Imperio y de la calaña
más baja que existe. Pero si estás decidida a asociarte con ellos, no tengo problemas en acomodarte.
(Abre la puerta de la celda y la arroja junto a los otros) Ahora – que esto sea lo último que escucho de
ti hasta mañana.
Lucio hace como si se fuera, pero se queda oculto fuera de la celda donde VERENIA había estado escondida, para
poder escuchar la “segunda parte” de la historia de Pablo.
PABLO: MARCO, ¿porque no puedes creer que Dios te ama y quiere perdonarte? Porque quieres seguir
viviendo asi?
MARCO: No vas a lavarme el cerebro, yo solo confío en mí, no necesito de nadie…
PABLO: Tu orgullo te ha cegado, ese orgullo que te hace creer que estas bien sin Dios, cuando en realidad
sabes que ese vacío que tiene tu corazón no se llenará con nada de lo que ya has intentado.
MARCO: No, yo no, no se… no entiendo…
PABLO: Tus maldades Marco, Dios las quiere limpiar y la única manera de hacerlo es a través de Cristo, tú
tenías que pagar con tu vida, esa ofensa que cometiste contra Dios, pero el mismo Dios mostrando su
amor decidió que su propio hijo fuera quien pague con su vida por tus pecados.
MARCO: (Con el fondo musical de la introducción) Hablas como si Él hubiera muerto especialmente por mí.
Eso no es posible. Ni siquiera me conocía.
SILAS: Eso no es cierto, Marco. Él te conocía, Te conoce.
PABLO: Silas tiene razón. Él sabía quien serías tú, aun antes de nacer. Te conoce ahora, esta misma noche.
Todo lo que hay en tu corazón. El pecado, tu fracaso, tu remordimiento. Él fue a la cruz por todas
estas cosas, para que puedas tener un nuevo comienzo.
MARCO: Lo siento, pero no puedo creerte. Es muy tarde para mí. Conozco mi vida, sé las cosas que he hecho y
en lo que me he convertido
ESCENA 5
Después que termina de cantar MARCO…
VERENIA: Marco, escúchame. Yo creo que lo que estos hombres dicen es verdad. Esta tarde PABLO habló con
gran poder invocando el nombre de Jesús y yo fui liberada. Ahora puedo comenzar una nueva vida.
MARCO: ¿Es que no comprenden? ¡No hay “nueva vida” para mí! Cuando eres ladrón, siempre serás ladrón.
MUSICA 10 – ESCENA 5
SILAS: (Con la música introductoria de fondo, SILAS habla despacio pero con firmeza) Marco, confía en
nosotros. No hay corazón tan oscuro que la Luz de Jesucristo no ilumine.
PABLO: Escúchame, escuchen todos ustedes. El mismo día que Él fue crucificado hubo otras dos cruces en
ese monte. Dos ladrones murieron allí. Ladrones como tú, Marco. Uno a cada lado de Él.
MARCO: (amargamente) Bueno, si eran ladrones se lo merecían.
PABLO: Sí, sí. Tú y yo podemos decir que siempre un ladrón recibe lo que merece. Pero nuestro Rey tiene un
sentido diferente de lo que es la misericordia. Verás, uno de esos ladrones puso su fe en Jesucristo
antes de morir. Jesús lo perdonó y le dio entrada a la vida eterna.
MARCO: ¿Vida eterna?
PABLO: Él tiene poder de perdonar nuestros pecados y darnos vida eterna.
SILAS: No importa lo que hayamos hecho o quienes seamos
PABLO: Ladrones y sacerdotes – pescadores y reyes. Todos somos pecadores y necesitamos perdón. ¿No lo
ves Marco? Él te ama – y quiere que tengas una nueva vida, una vida que no termina.
LUCIO: Debo confesar algo: Yo estuve escondido fuera de la celda, en la oscuridad, y también escuché la
historia de Jesucristo. (Decidido a arriesgarse) Dígame – por favor, señor - ¿Qué debo hacer para
recibir esa nueva vida que Él da?
PABLO: Lucio, Dios conoce tu corazón, conoce todas las cosas que has hecho y no quiere que cargues más
con esa culpa, él quiere limpiarte de tu pecado.
LUCIO: He cometido tantas maldades, estoy cansado de llevar una vida sin sentido.
PABLO: Deja los malos caminos que seguías Lucio, arrepiéntete de tus pecados y creen en que Jesús tomó el
lugar que tú merecías en la cruz, solo así podrás acercarte al Padre.
LUCIO: (Se arrodilla llorando) Yo creo en Jesús, creo que él es realmente el hijo de Dios y que vino a morir
por mí, por mis pecados y que me limpia de toda maldad.
MARCO: (hablando lentamente) Si todo esto es verdad, entonces Jesucristo debe haber sido el Hijo de Dios.
(Con desesperación) Pero aun si lo fue ¿de qué sirve ahora? (un poco molesto) Ya lo mataron, tú
mismo lo dijiste. ¿Y cómo un rey muerto puede prometerme una vida nueva?
SILAS: Marco, sé que la historia parece haber terminado en tragedia, pero… … ahí no acaba. Es solo el
comienzo. Jesús resucito al tercer día y venció a la muerte y al pecado.
PABLO: Quiero que entiendan algo. Nuestros pecados por más pequeños que sean nos alejan de Dios, Él es
Santo y en su presencia no puede consentir pecado.
La única forma de acercarnos a Dios es si fueramos perfectos y sin pecado, ninguno de nosotros lo es, pero hay
alguien que si lo fue, Jesucristo, el mismo hijo de Dios se hizo humano para morir en una cruz, llevando en su cuerpo
todos los pecados de la humanidad, para que así nosotros ya no tengamos que hacer algo para pagar por nuestro
mal, sino que él ya lo hizo al entregarse como una ofrenda. Jesús nos reemplazó en esa cruz. Por eso ahora si
confesamos que hemos vivido alejados de Dios y declaramos que Jesús pago nuestro pecado y que solo por el
podemos acercanos a Dios, obtendremos perdón de nuestros pecados y su amor y misericordia estarán con
nosotros. ¿Creen que Jesús es el verdadero hijo de Dios y tomo nuestro lugar en la cruz para perdonar nuestros
pecados?.
Verenia se pone de pie y dice ¡Yo creo! Y asi cada prisionero se va poniendo de pie y dice ¡Yo creo!
Marco aún no sabe si creer.
PABLO: ¿Marco crees en Jesús?
MARCO: Yo creo.