Sunteți pe pagina 1din 57

Linck

http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-02182009000200009

Culpa, Dolo y Preterintenciòn

Culpa, Dolo y Preterintención.

Se puede entender por culpa la posibilidad de prever o previsibilidad el resultado no requerido.


Esta es otra de las formas de participación psicológica del sujeto en el hecho, junto al dolo el cual
se puede definir como la conciencia de querer y la conciencia de obrar, traducidas estas en una
conducta externa, es decir, es la voluntad consciente, encaminada u orientada a la perpetración
de un acto que la ley prevé como delito.

La preterintención es el resultado punible que sobrepasa la intención del autor denominase delito
preterintencional. El diccionario jurídico de Cabanellas , define al delito preterintencional como
aquel que resulta más grave que el propósito del autor, es decir, que el autor del delito obtiene un
resultado que no se esperaba y que sobrepasa a lo que el busco o tenia como fin a cuando
cometió el delito.

En la civilización actual se le debe prestar una atención especial a los delitos culposos, en razón de
el aumento y el progreso de las maquinas porque cada vez más frecuentemente los accidentes
que estos producen y con el conocimiento de los distintos puntos relevantes del dolo, la culpa y la
preterintención se podrá determinar si dichos accidentes fueron accidentes como tal y de esta
manera determinar el grado de culpabilidad de la persona y así poder establecer una sanción. He
aquí la importancia del tema y el objeto principal del trabajo el cual va a radicar a expresar los
distintos puntos relevantes a la culpa, el dolo y a la preterintención para facilitarnos el estudio y el
entendimiento de estos temas

Para la recopilación de esa materia fue necesaria la investigación en textos y libros especializados
en la materia que nos permitieran el entendimiento mejor de los temas.

Dicha información obtenida fue recopilada en el siguiente trabajo y estructurada en 3 capítulos:


Capítulo I: El Dolo; Capítulo II: La Preterintención; y Capítulo III: La Culpa.

CAPITULO I:

EL DOLO

El Dolo: Concepto.

El Dolo ha sido definido por numerosos e importantes autores. Entre los que destacan como los
principales Grisanti, Carrara, Manzini y Jiménez de Asúa quienes han emitido un concepto
completo de lo que se entiende por el Dolo.
Según Hernando Grisanti el Dolo es la voluntad consciente, encaminada u orientada a la
perpetración de un acto que la ley revé como delito.

Según Francisco Carrara el dolo es la intención más o menos perfecta de hacer un acto que se sabe
contrario a la ley.

Manzini define al dolo como la voluntad consciente y no coaccionada de ejecutar u omitir un


hecho lesivo o peligroso para un interés legitimo de otro, del cual no se tiene la facultad de
disposición conociendo o no que tal hecho esta reprimido por la ley.

Jiménez de Asúa dice que el dolo es la producción del resultado típicamente antijurídico con la
conciencia de que se esta quebrantando el deber, con conocimiento de las circunstancias de
hecho y del curso esencial de la relación de causalidad existente entre las manifestaciones
humanas y el cambio en el mundo exterior, con la voluntad de realizar la acción u con
representación del resultado que se requiere.

Evolución del Dolo.

La voluntad criminal constituida por la conciencia de querer y por la conciencia de obrar


traducidas en una conducta externa es el dolo que en el Derecho Romano Justiniano se
denominada “dolos”, “dolos malus”, “propositum”. Significaba la intención encaminada al delito
conciencia del hecho criminoso que se iba a cometer. En el Derecho canónico el dolo expreso con
las palabras “dolos”, “voluntas”, “sciens”, “malitia” por eso el dolo equivalió a la malicia, astucia.
En fin el dolo consiste en la voluntad de cometer un acto sabiendo que es punible, es una posición
de voluntad distinta de la actuación voluntaria, que es la acción.

La evolución del concepto de Dolo surgió primero la Teoría de la voluntad, y así el dolo se definió
tomando en cuanta solo el resultado previsto y querido por el autor del delito. Después, se
encontró que este único criterio no era aplicable a la construcción técnico- jurídica del dolo
eventual; surgió entonces una tesis más avanzada: “La teoría de representación” propugnada por
Von Liszt que sostenía que el dolo es el conocimiento que acompaña a la manifestación de
voluntad, de todas las circunstancias que concurren al acto previsto por la ley penal.

Posteriormente surgió la “Teoría de la Voluntariedad” sostenida por Francisco Carrara; según esta
teoría el dolo es la intención o voluntad más o menos perfecta de ejecutar un acto que se conoce
contrario a la ley.

Elementos del Dolo.

Existen distintos elementos, aportados por distintos autores, del Dolo, entre los cuales se pueden
señalar:

1)Los elementos descriptivos: señalan situaciones o acciones. Ej.: matar a otro; Por lo general no
suelen causar problemas en el ámbito de comprensión del sujeto.

2)Los elementos normativos: son síntesis de niveles de conocimiento como expresiones culturales.
Ej.: exhibición obscena.

Según Mezcal, para valorar el conocimiento o esa voluntad, hay que hacer una valoración paralela
en la esfera del profano (ciudadano de la calle).
3)Los elementos esenciales: son aquellos sin cuya concurrencia no se daría el tipo. Para que al
sujeto se le pueda imputar esa situación, el sujeto la debe conocer.

4)Los elementos accidentales son de dos tipos:

*Accidentales del tipo: la muerte del otro es un elemento accidental (el homicidio, elemento
esencial) que ese sujeto matara a otra persona alevosamente, la alevosía seria un elemento
accidental típico, recogido en el tipo.

*Extra típico o generales: que no están recogidos en el tipo y son los agravantes y las atenuantes.

Los principales elementos del Dolo y los señalados como tales por los principales autores son los
elementos intelectuales y los elementos emocionales.

1)Los elementos Intelectuales: Se exige el conocimiento de los hechos actuales, aquellos hechos
de tipo legal que existen ya en el momento en que el acto de voluntad se realiza y que por lo tanto
son independientes de la voluntad del autor. Por ejemplo en el caso de que un hombre seduzca a
una mujer es necesario que este conozca que la mujer es menor de 21 años o que el que hurta un
objeto conozca que este objeto es ajeno. Lo mismo ocurre a aquel hombre que tiene relaciones
con una mujer casada, es necesario que este conozca que esa mujer es casada.

2)Elementos emocionales: La escuela positivista combate insuficientemente el concepto clásico


del dolo, integrado únicamente por la concurrencia de la inteligencia y de la voluntad, y lo hace
consistir en 3 elementos: voluntad, intención y fin. La voluntad se refiere al acto en si, como en el
disparo de un revolver que puede ser requerido o accidental. La intención se refiere al motivo por
el que el acto con esta intención se ha buscado producir, como en el disparo del revolver, dirigido
deliberadamente a matar, se busca (el fin) vengar la ofenda, lograr el robo, defender la persona o
ejecutar una orden de autoridad.

Clasificación del Dolo.

El Dolo se puede clasificar en:

1) Dolo Determinado: Es aquel que ha sido dirigido a un preciso fin criminoso. Por ejemplo a la
muerte de un individuo. También conocido como Dolo especifico. Consiste en la consecuencia de
un fin determinado

2) Dolo Indeterminado: Es aquel del cual es informado el hombre que se ha dirigido a un fin
malvado previniendo además que de sus actos pueda derivar un evento más grave pero sin desear
y querer ese efecto más bien esperando que no ocurra. Según esta distinción quien golpea a su
contrario, tiene el dolo determinado hacia el homicidio. Si alguien en cambio da golpes con el solo
fin de golpear a su enemigo, al que no quiere dar muerte y aun cuando prevea que de sus golpes
puede resultar un efect9o letal no quiere sin embargo ese efecto, y más bien espera que no
ocurra; en tal hipótesis si la muerte ocurre el sujeto esta en dolo determinado con respecto a la
lesión y en dolo indeterminado con relación al homicidio. También es conocido como Dolo
genérico, el que se dirige simplemente a cometer una acción prohibida por la ley penal

3) Dolo Inicial: Un ejemplo típico del Dolo inicial seria el de la persona que quiere matar y mata.
Existe dolo en el inicio, es una intención que surge en el sujeto del principio.
4) Dolo de Daño y Dolo de Peligro: El Dolo de daño consiste en la voluntad consciente de producir
un daño en los bienes e interés o en la persona. El Dolo de peligro consiste en poner en peligro los
bienes e intereses de la persona.

5) Dolo de Ímpetu y Dolo de Propósito: Se distinguen 4 grados en el dolo. El primer grado, que es
el “sumum” se halla en la premeditación en la cual concurren la frialdad del calculo y la
perseverancia en la voluntad malvada. El segundo grado se encuentra en la simple deliberación,
en la cual concurre la perseverancia en el querer malvado, pero no la frialdad del animo. El tercer
grado se halla en la resolución imprevista. El cuarto grado se encuentra el predominio y choque
instantáneo de una pasión ciega, donde no concurre ni la calma del espíritu, ni el intervalo entre la
determinación y la acción.

Los dos primeros grados se denominan comúnmente Dolo de propósito y los dos restantes Dolo
de ímpetu.

6) Dolo Subsiguiente: es aquel que surge en el contexto ya iniciado en el que el sujeto no crea la
situación. Ejemplo: Un enfermero que advierte que una determinada inyección no es un calmante,
sino que es un material nocivo que mata al sujeto. Inicialmente el doctor no iba a matar al
paciente pero se encuentra con una situación y posteriormente surge la intención de matar
aprovechando la situación.

7) Dolo Alternativo: hay una cierta selección por parte del sujeto. Ej.: pago para que maten a
cualquiera de los hijos de mi enemigo.

La clasificación más importante es aquella que atiende a la diferente del elemento intencional en
el Dolo, y así diferencian los autores entre: Dolo directo de primer grado; Dolo directo de segundo
grado; y Dolo indirecto o eventual.

a. Dolo directo de primer grado: El sujeto persigue la realización del hecho delictivo. Quiere la
realización de ese hecho delictivo y es indiferente que el sujeto prevea el resultado como posible o
como seguro.

Ejemplo: Un sujeto quiere matar y mata, dispara. Que se consiga o no es intrascendente a efectos
del dolo del sujeto.

b. Dolo directo de segundo grado: El sujeto no persigue el resultado pero pese a ello, actúa y
realiza la acción (pero la advierte como segura). Ejemplo: es el del terrorista que quiere matar a un
General y pone una bomba en el coche a sabiendas de que con el va un conductor. No pretende
matar al conductor pero sabe que hay un porcentaje altísimo de que muera junto con el General al
explotar la bomba.

c. Dolo Eventual: El agente ha previsto el resultado típicamente antijurídico como probable, no ha


confiado en que su destreza, su pericia, impida la realización de ese resultado antijurídico, y sin
embargo ha seguido actuando, hasta que actualizo ese resultado típicamente antijurídico que
habían previsto como probable.

El sujeto no persigue el resultado pero se le representa como consecuencia inevitable de su


actuar. Por ejemplo: los mendigos rusos mutilaban a niños cortándoles miembros para así
incrementar aún más el sentimiento de piedad y obtener, como consecuencia, más limosnas. No
perseguían la muerte de los niños pero muchas veces esto ocurría como consecuencia de
infecciones o desangramientos.

El problema de esta diferenciación se plantea cuando hay que diferenciar entre el dolo eventual
de la culpa consciente con representación.

Hay básicamente 2 teorías al respecto que intentan resolver el problema planteado.

Teoría del consentimiento o aprobación:

Estamos ante un supuesto de Dolo Eventual cuando el sujeto de haber sabido el resultado a priori,
lo hubiese aprobado. Hay criticas a esta teoría porque en la construcción de la misma hay grandes
dosis de la interioridad del sujeto (solo se pueden castigar acciones y no pensamientos según el
principio penal del hecho).

Esta teoría se construye sobre la base de la intencionalidad del sujeto y eso casi es imposible de
determinar. Pero además hay otra critica y es que podría considerar como conducta dolosa
situaciones de escaso peligro objetivo, que eso si se puede probar.

Otra critica que se le hace es que parece que no resuelve porque de saberse que consentía
sabiéndolo a priori, seria como un Dolo directo de primer grado.

B) Teoría de la probabilidad o representación:

Surge como consecuencia de las criticas formuladas a la anterior teoría. Atiende al grado de
probabilidad con que la acción que se realiza produciría o no el resultado, es decir, cuando la
acción fue realizada de forma tal que la probabilidad de producción del resultado esa alta,
estaríamos ante un Dolo Eventual. Si, por el contrario, la probabilidad no era muy alta, estaríamos
ante la denominada culpa consciente con representación.

C) Teoría Ecléctica: últimamente ha surgido una teoría, que enunciaría el criterio delimitador sobre
la base de dos requisitos. Para que la acción se considere realizada por Dolo Eventual, son
necesarias dos cosas:

1.Que el sujeto tome en serio la posibilidad de que el resultado se produzca.

2.Que se conforme con dicha posibilidad de que el delito se produzca.

CAPITULO II:

LA PRETERINTENCIÓN

Junto al dolo y a la culpa, como forma típica de la participación psicológica del sujeto en el hecho,
la doctrina penal se ha referido también a la preterintención como una tercera forma que puede
asumir tal participación psicológica. Se trata de una responsabilidad que surge solo a titulo
excepcional, como ya lo dijimos, de acuerdo con lo que establece el artículo 61 de nuestro código.

La legislación penal venezolanaza se refiere concretamente a la preterintención en el artículo 74,


cuando establece como circunstancia atenuante genérica, que “no haber tenido el culpable la
intención de causar un mal de tanta gravedad como el que produjo”, señalando además otras
hipótesis típicas de delitos preterintencionales, como es el caso del homicidio (artículo 412) o de
las lesiones (artículo 421)

Sumamente controvertida aparece la naturaleza jurídica del delito preterintencional y el


fundamento que y tiene en este caso e atribución al sujeto del resultado no querido o de las
consecuencias que exceden de su intención.

Se habla de delito preterintencional cuando la intención se ha dirigido a un determinado hecho,


pero se realiza uno más grave que el que ha sido querido por el sujeto. Esto es, como señala
nuestro código, el hecho excede en sus consecuencias al fin que se propuso el agente. Se requiere
así, para que se configure el delito preterintencional la acción u omisión voluntaria del sujeto, la
intención dirigida a un determinado hecho dañoso, que por tanto es querido, y la realización
efectiva de un hecho dañoso, que por tanto es querido, y la realización efectiva de un hecho
dañoso más grave que el querido, que excede a la voluntad del agente, y el cual debe derivar
causalmente del comportamiento intencional del culpable; ese plus, es lo que caracteriza la
preterintención.

Además, se ha precisado en la doctrina que se requiere que se de una progresión en la misma


línea entre el resultado requerido y el resultado más grave que se ha verificado, y según esto, la
diferencia entre ambos resultados estaría en la gravedad de la ofensa, debiendo tratarse del
mismo genero de interés lesionado.

Elementos del Delito preterintencional.

Los elementos de este tipo de delito son los siguientes:

1.- Es sumamente necesario que el agente tenga intención delictiva, es decir que tenga la
intención de cometer el delito, obviamente, un delito de menor gravedad que aquel que
posteriormente se produjo, a diferenta de lo que ocurre en el delito culposo en donde el agente
no tiene intención delictiva presente.

2.- Es menester que el resultado típicamente contrario a la ley, es decir, antijurídico exceda a la
intención delictiva del sujeto activo.

Referente al delito preterintencional se divide la doctrina de la siguiente manera:

a) Dolo preterintencional: La doctrina italiana coloca la preaterintentionem en el mismo Dolo,


como lo pensó Carrara al estudiar el Dolos en el homicidio. Existe por tanto, para la mayoría de los
penalistas italianos, un Dolo preterintencional que Florián estima Dolo Indirecto y Alimena Dolo
indeterminado, pero que difícilmente se admite por Impallomeni, quien habla únicamente del
delito preterintencional, el cual es el criterio que según Jiménez de Asúa estima el correcto. En la
legislación actual de Italia persiste la formula del Código Penal de 1889, pero la Jurisprudencia a
construido la teoría de la concurrencia de la culpa con el Dolo.

b) Mixtura del Dolo y la Culpa: Fue una opinión sostenida por Marcelo Finzi en Italia, que ve un
concurso de Dolo y Culpa en la preterintención, principalmente en el ferimento seguido de morte
que contempla el artículo 411 del Código Penal Venezolano. Vannini, se inclina estimar en esta
situación más la Culpa que el Dolo, de modo que considera el homicidio que resulta del solo ánimo
de ocasionar una lesión personal, como culposo. Toma en cuenta que muchos homicidios culposos
tienen una causa dolosa, pero no son todos, de manera que su teoría no encaja en los demás
casos.

c) Delitos Calificados por el resultado: La Legislación Penal Alemana, conoce otro sistema de
agravación de la pena que la creación de un tipo de mayor gravedad, en la concurrencia de
algunas circunstancia como la de la preterintención. Entonces este tipo de delito agravado, se
califica por el resultado. Por ejemplo: Si el agente solo tuvo intención de herir o de hacer abortar,
etc., y resulta la muerte, el efecto se estima como una lesión o un aborto agravado por este
resultado. Estos delitos, así calificados por el resultado son tipos excepcionales fundamentados en
un criterio injusto y constituyen múltiples casos en la técnica penal alemana y también en la
venezolana (artículos: 412, 433, 434 del Código Penal Venezolano).

Aquí se carga a cuenta del sujeto activo un resultado que se ha producido fuera de intención.

d) Criterio Correcto: Ante esta adversidad de doctrinas es más razonable acoger el criterio de
concurso de dolo y culpa que permite resolver los problemas de la ultraintención y que tan
certeramente expuso Irureta Goyena al referirse al homicidio en términos: Del punto de vista
subjetivo el homicidio ultraintencional es una mezcla del dolo y culpa: dolo respecto de la lesión,
culpa respecto de la muerte. El sujeto ha querido inferir un daño y lo ha inferido: no ha querido la
muerte, pero esta ha sobrevenido a consecuencia de su imprevisión. La culpa consiste en no
preverse todas las consecuencias conjeturables de un acto o de una omisión.

Ese es el criterio adoptado en el proyecto del código penal venezolano Jiménez de Asúa, Méndez,
Mendoza, en el artículo 17 así propuesto: ” El delito preterintencional cuando de la acción y
omisión del agente se derive un resultado más grave que el que quiso producir, siempre que
pudiera ser previsto por el sujeto”.

La formula adoptada por el código penal tiene dos aspectos: en el primero es la de la atenuante
genérica definida en el ordinal segundo del artículo 74, que dice así: “no haber tenido el culpable
la intención de causar un malo de tanta gravedad como el que produjo”, formula que, asimismo,
se indica en el Proyecto como atenuante genérica (ordinal 3°, artículo 31); y en el segundo
aspecto, es la configuración de un tipo atenuado como el del artículo 412 para el homicidio, y el
del artículo 421, para las lesiones personales.

Teorías que explican la naturaleza del delito preterintencional.

Según algunos autores, el delito preterintencional es sustancialmente o esencialmente doloso y,


por tanto, reconducible al esquema general del dolo. Al respecto, por ejemplo, sostiene Musotto
que el delito preterintencional es un delito esencialmente doloso, aunque no es exclusivamente
doloso; en él hay un comportamiento doloso que ha producido un resultado más grave que el
propuesto, el cual imputa al agente en línea puramente objetiva, fuera de toda indagación
psicológica.

El dolo entidad íntimamente relacionada al resultado, no puede subsistir donde este no entre en la
intención del reo, y entonces es una opinión contradictoria, errada; o no tomada en cuenta en el
resultado más grave que constituye el elemento más relevante de la preterintencionalidad, y
entonces es una opinión arbitraria.
Otros autores han tratado de explicar la preterintención como una mixtura del dolo y culpa,
concepción que se remonta a Carrara. De acuerdo con esta posición, se afirma que se tendría dolo
con relación al resultado querido, y culpa en orden al resultado más grave. Variadas objeciones se
han dirigido a esta teoría. Se ha observado así que en el delito preterintencional se da una sola
acción y un único resultado, y no una acción con múltiples resultados. En el delito
preterintencional se da unicidad de acción y de resultados, uno querido y otros no.

Por ejemplo: El sujeto que lanza un cuchillo al brazo del otro y por un movimiento del adversario
lo alcanza en el corazón, en contraposición al caso de quien incendia el lecho de uno que duerme,
causándole la muerte, pero que ocasiona también el incendio de una habitación con tigua y la
muerte de la persona que se encuentra allí; Los dos casos son completamente diversos, siendo así
que en el ultimo la segunda persona que resulto muerta no entraba en la previsión ni en la
voluntad del culpable que no quería herirla ni eliminarla.

Otros autores, para explicar la preterintención, han recurrido al concepto del denominado dolo
indirecto a su vez ligado al celebre aforismo del “versari in re illicita”. A este respecto se imponen
algunas observaciones. En primer lugar cabe señalar, que el principio de “versari”, atribuido al
Derecho Canónico, a pesar de su formulación objetiva, no se aplicó en este sentido, y aun en los
casos en que se entendió así, ha de pensarse que en el contexto jurídico de la época, de evidente
predominio del objetivismo, significó ya un paso de avance la exigencia de que si algún
fundamento de voluntad torcida en el acto inicial, no se podía imponer ninguna pena.

Por otra parte, debe también aclararse el mencionado concepto de dolo indirecto, que se ha dicho
deriva de “versari”, y que se ha entendido como la simple voluntad de la causa que implicaría la
voluntad de efecto, o de quien pone la causa quiere el efecto. Pero tampoco puede entenderse el
mencionado concepto de dolo indirecto en un sentido meramente objetivista.

No creemos que pueda explicarse la preterintención con base al concepto de dolo indirecto. Si
entendemos tal concepto en su significación subjetivista, no encontramos fundamento alguno, al
menos en nuestra legislación, para exigir tales requisitos de previsión, o de previsibilidad, que
resultan sin duda excluidos de la preterintención. En todo caso, con tales exigencias estaríamos en
el campo del dolo simplemente y no de la preterintención, la cual presenta con características de
mera objetividad en cuanto al resultado más grave y sin alusión a tales elementos. Y si
entendemos como dolo indirecto en el sentido de una voluntad que solo se extiende al resultado
menos grave, sin abarcar el resultado más grave, entonces, ¿Cómo podemos hablar de dolo en
cuanto a ese resultado? Si hay dolo, aunque sea indirecto, se supone que la voluntad debe
extenderse de alguna manera al resultado más grave.

Por las criticas señaladas, la teoría más acertada es la de que reconoce que en el delito
preterintencional, el resultado más grave, esto es, el resultado preterintencional, se imputa a
titulo de responsabilidad objetiva, presuponiendo el dolo a la intención del resultado menos grave.
Se trataría de una combinación de dolo y de responsabilidad objetiva.

El resultado más grave se pone a cargo del agente, prescindiendo de todo ligamen psicológico y
por tanto, aun cuando haya sido causado sin imprudencia o negligencia. Y así, el único limite que
puede encontrar la responsabilidad por la consecuencia no querida esta en el noción de la relación
de causalidad.
Y en este mismo sentido, excluida la naturaleza culposa del resultado más grave involuntario, y en
la imposibilidad de descubrir una tercera figura autónoma respecto al dolo y la culpa, no queda
otra vía que la de afirmar que solo el nexo de causalidad material justifica la imputación del
resultado que excede la intención, y esta responsabilidad que se basa sobre el solo nexo causal no
puede confundirse ni con la responsabilidad dolosa ni con la culposa, sino que asume la
calificación de una responsabilidad objetiva, anómala, siendo por lo demás equivalente las dos
locuciones de responsabilidad por el nexo causal y la responsabilidad objetiva, expresándose con
ella una hipótesis excepcional de responsabilidad penal, responsabilidad por el resultado o sin
culpa, en el cual la aplicación de la sanción penal sigue a la mera omisión del hecho delictuoso.

El resultado más grave se carga a cuenta del autor a titulo de preterintención, precisamente
porque no ha sido requerido y en cuanto no a sido requerido. La responsabilidad preterintencional
subsiste, solo cuando subsiste una relación causal entre la acción y el resultado; equivalente a una
responsabilidad por el resultado y no se configura cuando el mayor resultado queda atribuirse a lo
fortuito. La preterintención es una combinación de dolo y de responsabilidad objetiva.

Además si la responsabilidad preterintencional excluye la voluntariedad del resultado más grave,


no consciente la demostración de la culpa presupone el dolo del resultado menor, el principio del
“versari in re illicita” puede ser útil orientación en la valoración y apreciación de esta
responsabilidad excepcional. Aunque la intención no abarque de manera alguna el resultado más
grave, de todas maneras esa intención inicial seria la que sugiere, por razones o exigencias de
política criminal, aunque sean discutibles, que se impute la ofensa más grave no querida, aunque
ello contraste con el principio de la responsabilidad moral.

El delito preterintencional ¿se trata de una figura autónoma de delito en que el resultado más
grave ha de considerarse como un elemento constitutivo del delito preterintencional, o ese
resultado más grave ha considerarse como una circunstancia agravante? No creemos que pueda
afirmarse que el resultado más grave absorbe en el resultado del delito preterintencional, dando
lugar a una figura autónoma del delito. Así en el homicidio preterintencional, el resultado de la
muerte de la persona absorbe el hecho querido de la lesión y consuma el delito preterintencional.
El único resultado, pues, que efectivamente cuenta en el delito preterintencional es el más grave
que absorbe al menor, el cual queda anulado para dar paso a la configuración de la hipótesis
preterintencional.

En cuanto a la preterintención en nuestro derecho positivo, cabe señalar, como ya lo apuntamos,


que existen dos tipos de disposiciones que se refieren a ella. Por una parte, la contenida en el
artículo 74 numeral segundo, de origen español, donde se establece como circunstancia genérica
de atenuación el “No haber tenido el culpable la intención de causar un mal de tanta gravedad
como el que produjo” y por la otra, las relativas a las figuras del homicidio preterintencional
(artículo 412) y a las lesiones preterintencionales (artículo 421), tomadas del Código Penal italiano
de 1.889.

Los delitos calificados por el resultado, tienen una gran semejanza con los delitos
preterintencionales en su estructura. Estos delitos calificados por el resultado se configuran en
todos aquellos supuestos en los cuales un determinado delito ve aumentada su penalidad por la
verificación ulterior de un resultado dañoso o peligroso que es diverso del requerido para su
existencia, imputándose tal resultado por el solo hecho de que ha derivado del comportamiento
del agente y por tanto, independientemente del dolo o de la culpa, en línea meramente objetiva.

Entre los más conocidos ejemplos de tales delitos, en el Código Penal venezolano, cabe citar el
caso de la violación, y de otros delitos contra las buenas costumbres, seguidos de lesiones o de
muerte (artículo 394), o el aborto seguido de muerte (artículos: 433, 434, 435) o el del abandono
de niño o persona incapaz, seguido de grave daño para la persona o salud del abandonado o
perturbación de sus facultades mentales o de la muerte (artículo 437).

En todos estos casos al sujeto se le imputa el resultado más grave que se ha producido con base
en una responsabilidad meramente objetiva, en atención al solo nexo de causalidad.

Entre estos delitos debe establecerse la diferencia entre aquellos en los cuales la agravación se
verifica en todo caso, sea cual fuere la actitud del agente con relación al resultado, como es el caos
de la condenación que puede seguir al delito de calumnia (artículo 241 del Código Penal
venezolano) y aquello en que en cambio, se requiere que el resultado que agrava no sea querido
por el agente en forma alguna, ya que de serlo se configuraría otra hipótesis criminosa, como el
caso de la muerte que puede seguir al aborto.

Estos delitos calificados, cuya existencia en la mayoría de los códigos ha sido duramente criticada y
que se explica tan solo acudiendo al discutido aforismo del versari, presentan diferencias, a pesar
de las evidentes semejanzas, por el supuesto de preterintencional.

La diferencia entre el delito preterintencional y los delitos calificados por el resultado radica
concretamente, no solo en la falta de homogeneidad que se da en estos últimos, esto es, en que el
segundo resultado no constituye una progresión en la misma línea, en tanto que en el primero se
trata tan solo de una mayor ofensa dentro del mismo genero de intereses lesionados sino,
fundamentalmente, en el que el resultado ulterior que se produce en tales delitos, no da vida a
una figura autónoma de delito, sino a una forma agravada del delito base (aborto, abandono, etc.).
Y por esta razón no se puede decir que se trate, en sentido propio, de delitos preterintencionales.

El Medio y la Intención.

Para establecer que faltó el dolo en el resultado excedido, solo tienen la ley y el juez un recurso
objetivo: examinar el medio de comisión empleado por el agente. Si ese medio es adecuado para
ocasionar el resultado, habría delito conforme a la intención. Si ese medio no debía
razonablemente ocasionar el resultado más grave producido, aparece claro que no existió tal
propósito, si la prueba de ese medio coincide, además, con otras que revelan la intención del
agente.

En este sentido cita Jiménez de Asúa muchos fallos de la jurisprudencia española y argentina. De la
primera recuerda el siguiente: “un agente de consumos armados con pistolas al cinto y provisto
además de bastón bastante fuerte, trató de revisar unos paquetes que un individuo deseaba pasar
por una Aduana Municipal. Negase este y ante las intimidaciones del consumero salio corriendo
sin hacer caso de las voces de alto. El agente de consumo no le disparó con su pistola que llevaba
al costado, y solo le arrojo el bastón con animo de golpearle en las piernas o trabárselas,
impidiendo así la fuga del individuo recalcitrante al pago del impuesto. Por mala fortuna, el
bastón, en vez de dar donde el consumero deseaba, golpeo al sujeto pasivo en la cabeza y le
fracturo la base del cráneo, falleciendo poco después. El homicidio preterintencional es perfecto y,
paladinamente demostrado no solo por la inadecuación del medio que el agente uso, sino por no
haber empleado el que realmente era capaz de producir la muerte ( la pistola que llevaba)

Por otra parte el medio ha de ser examinado en orden a grupos de sujetos sobre los que se
pretenden lograr un fin, e incluso con respecto a cierta clase de medios ordinariamente no
razonables para conseguir el objetivo, pero excepcionalmente adecuados para obtenerlo.

Por ejemplo: un puñetazo no es el medio más razonable para producir homicidios, pero el dado
por los boxeadores si es apto para causar la muerte de un hombre no entrenado en el boxeo.

En el grupo de determinados sujetos pasivos pueden colocarse los niños y los débiles o sujetos
incapaces para prevé a su salud, y así en el capitulo V del titulo IX del Código Penal Venezolano
castigase el abandono de niños y de las personas incapaces. Los golpes de puño ordinariamente
inadecuados para matar a un adulto sano, son un medio razonable para ocasionar la muerte de un
niño de corta edad.

Preterintención y causalidad.

Abordan los autores este tema interesante, alejando su solución de las interpretaciones alemanas
de los delitos calificados por el resultado y ciñéndola de preferencia a la correcta base de mixtura
de dolo y culpa que se da a este delito. Si en el homicidio el sujeto no ha podido prever las
consecuencias de su acto solo responde de la lesión inferida y nunca de la muerte.

Esto opina con razón, Irureta Goyena, cuando declara que le parece más racional este criterio
porque es un principio de derecho universalmente aceptado que nadie responde del caso fortuito.

Además agrega que el homicidio ultraintencional es una mezcla de dolo y culpa, dolo respecto a
las lesiones, y culpa respecto del homicidio; deben por consiguiente, aplicársele todos los
principios de la culpa, y si para ser responsable de culpa es preciso que el sujeto haya podido
prever las consecuencias de su acto, cuando por circunstancias de diferente orden esas
consecuencias se han hallado fuera de su previsión, la irresponsabilidad se impone con todos sus
efectos.

CAPITULO III

LA CULPA.

Concepto de Culpa:

Según Carrara, se entiende por culpa como la voluntad omisión de diligencia en calcular las
consecuencias posibles y previsibles del propio hecho. A esta teoría se le han formulado diversas
criticas, lo que no implica que no se reconozca que el concepto de previsibilidad juega un papel de
importancia en la culpa, sino tan solo que ese elemento no puede considerarse como suficiente
para servirle de fundamento, dado que en otras razones, aun siendo previsible el resultado, puede
no darse la culpa, si el sujeto ha actuado con la debida diligencia y prudencia.

Así, cabe pensar en todas aquellas actividades que siempre comportan un riesgo y que al ser
utilizadas por el sujeto con toda prudencia y diligencia, aun siendo previsibles determinados
resultados dañosos, excluyen toda culpa, a pesar de la previsibilidad, en razón de que la conducta
no ha sido contraria a las normas de diligencia y de prudencia.

En este sentido Musotto señala los ejemplos de los trabajos en minas, excavaciones e industrias
pesadas, los cuales implican necesariamente riesgos; y señala que no puede, por tanto, hacerse
consistir la culpa en no haber previsto lo previsible, ya que fundamentalmente lo que se requiere
es la existencia de una norma que imponga especiales deberes de prudencia y diligencia, debiendo
entonces decirse con mayor exactitud que la culpa punible no consiste solo en no haber previsto
lo previsible, sino en no haber previsto lo que la ley obliga a prever.

Otras de las teorías más conocidas, de naturaleza objetiva, en contraposición a la teoría de la


previsibilidad netamente subjetiva, es la de Stoppato, llamada también de la causa eficiente. De
acuerdo con esta teoría, la responsabilidad por el comportamiento culposo se fundamenta en dos
requisitos: que el sujeto haya sido la causa eficiencia de un resultado y que haya actuado o se haya
servido de medos antijurídicos.

Según esta concepción no interesa para nada el criterio de la previsibilidad. Lo que define a la
culpa es que el resultado sea el producto de un acto humano voluntario, de una actividad
voluntaria, que pueda ser referido a tal actividad como a su causa, y además, que haya actuado
con medios contrarios al derecho.

Son numerosas las objeciones que se han formulado a tal teoría. Maggiore la califica, entre otras
cosas, de teoría que “no se basta a sí misma”, “ultrapositivista, materialista y amoral” (se reduciría
toda la responsabilidad a una relación material y mecánica entre la acción y el resultado), de una
teoría que elimina toda distinción entre la culpa y el caso fortuito (también en el caso, cuando esta
empeñada la obra del hombre, y no se trata del suceso meramente natural, se da la formula
“acción voluntaria, evento involuntario”); y además, observa, la interpretación de formula “uso de
medios antijurídicos” conduce a insuperables dificultades: ¿Cómo ha de entenderse tal
expresión?, ¿ Se trata de los medios contrarios al derecho objetivo?.

En este caso, observa Maggiore, solo se considerarían los medios expresamente prohibidos por la
ley y se tendría culpa solo por inobservancia de un deber legal, pero no puede olvidarse que el
legislador no hace sólo referencia a los casos de inobservancia de leyes, reglamentos, ordenes,
etc., sino que la formula es más amplia y según tal concepción quedaría fuera de consideración un
vasto campo de transgresiones culposas.

Antolisei, señala en cuanto a los requisitos de la culpa que enumera esta teoría, que el primero no
tiene nada que ver con la culpa, puesto que la causación es un requisito indispensable ara la
atribuibilidad del resultado en todos los hechos punibles y que si se requiere en la culpa, es
necesaria también en el delito doloso. Y en cuanto al segundo observa que se trata de un concepto
muy vago que no resuelve satisfactoriamente las dudas e incertezas que se presentan en la
aplicación practica del derecho y, además, no se adapta a muchos casos de culpa, en especial a los
hechos omisivos debidos a negligencia como por ejemplo el que se duerme mientras debería estar
despierto, ¿se podría decir que ha hecho uso de un medio antijurídico?.

Otros autores, han señalado como esencia de la culpa la violación de un deber de atención como
esencia de la culpa la violación de un deber de atención. Al respecto observa también con agudeza
el mismo Antolisei, que en muchos delitos culposos puede no darse tal falta de atención, como es
el caos del medico inexperto que emprende una seria operación sin poseer los conocimientos
técnicos indispensables. Este profesional responderá de las consecuencias dañosas de su hecho
aun cuando haya prestado la mayor atención.

Finalmente, a más de otras teorías elaboradas en la doctrina, cabe destacar que para los
positivistas, quienes prescinden de la libertad del hombre y entienden que su conducta esta
determinada exclusivamente por diversos factores, la culpa encuentra su explicación en una falta
de reflexión, de inteligencia o de atención que encuentra su raíz en un vicio de la constitución del
autor. Con relación a estos sujetos que han considerarse peligrosos la sociedad debe defenderse.

En esta debatida cuestión de la esencia de la culpa creemos que una de las opiniones mejor
fundadas y que responde plenamente a las exigencias de la teoría normativa, es la sostenida por
Antolisei. Según este autor, para comprender la verdadera esencia de lo que es la culpa se debe
considerar que en la vida social se presentan situaciones en las cuales, dada una actividad
orientada hacia un determinado fin, pueden derivarse consecuencias dañosas para terceros.

La experiencia común o técnica, afirmen determinadas precauciones para evitar, que se


perjudiquen intereses ajenos. Así surgen las reglas de conducta que pueden ser simples usos
sociales como por ejemplo la del poseedor de un arma de fuego debe descargarla cuando la coloca
en un lugar frecuentado, o reglas que son impuestas por el Estado u otra autoridad pública o
privada, para disciplinar determinadas actividades más o menos peligrosas, en orden a prevenir en
lo posible las consecuencias nocivas que pueda derivarse para terceros, como las que fijan que
cuando se realizan trabajos en una vía pública se coloquen determinadas señales.

El delito culposo surge siempre y solamente por la inobservancia de tales normas y la infracción
justificada un reproche de ligereza para el agente. La esencia de la culpa esta en la inobservancia
de normas sancionadas por los usos o expresamente previstas por las autoridades a fin de
prevenir resultados dañosos. A estas reglas de conducta que derivan de los usos se refería el
código cuando habla en general de negligencia, imprudencia o impericia.

Y a la establecida por las autoridades cuando habla de la inobservancia de reglamentos, ordenes,


etc. Pues si bien la fuente de la norma puede ser diversa, el contenido de la culpa siempre es el
mismo, ya que en todo caso, también en la inobservancia de las normas impuestas por la
autoridad, se verifica una imprudencia o una negligencia, ya que no solo es imprudente o
negligente, el que descuida las cautelas impuestas por los usos de la vida ordinaria, sino también
el que descuida las cautelas prescritas expresamente por las autoridades.

La nota conceptual de la culpa esta dada por la imprudencia o la negligencia. Su carácter esencial
consiste en otros términos, en la inobservancia de las debidas precauciones.

La esencia de la culpa esta precisamente en la voluntariedad inobservancia de todas aquellas


normas de conducta expresas o derivadas de la practica común, que imponen al hombre que vive
en sociedad obrar con prudencia y diligencia, en forma tal de evitar determinados resultados de
daño o de peligro para los intereses jurídicos protegidos.

La culpa consiste en la violación de la obligación de diligencia y prudencia que nos imponen


determinadas normas. Concebida de esta manera la culpa, ella implica un reproche que se dirige al
sujeto por el comportamiento psicológico contrario a determinadas normas de prudencia y
diligencia, contrario a las exigencias impuestas al sujeto por el ordenamiento jurídico.

Los Elementos de la culpa y sus formas.

No tenemos en el Código Penal Venezolano una norma especifica en que se defina la culpa y se
señalen sus elementos. Sin embargo esto se deduce, pro una parte, del propio artículo 61, se
establece la regla general de la responsabilidad a titulo de dolo cuando se da la intención del
hecho, pero se prevé una excepción al decirse: “excepto cuando la ley se le atribuye como
consecuencia de su acción y omisión”, con lo cual se hace referencia al delito culposo en el cual,
por tanto, no se da la intención del hecho o la voluntariedad del resultado, aunque si la
voluntariedad de la acción u omisión según los principios implícitos en la propia norma y de
acuerdo con la presunción de voluntariedad, dado el sentido en que ya interpretamos el ultimo
aparte de esta misma disposición.

Por la otra, de las diversas disposiciones contenidas en el Libro II de nuestro Código donde se
describen hipótesis de delitos culposos haciéndose alusión a las formas de la imprudencia,
negligencia, impericia, inobservancia de reglamentos, ordenes, instrucciones, por ejemplo el
artículo 411 del Código Penal.

Los elementos de la culpa son los siguientes:

1)La voluntariedad de la acción u omisión:

Se requiere, en primer lugar, para que se configure la culpa, la voluntariedad de la conducta, esto
es, que la acción u omisión que realiza el sujeto sea voluntaria, que pueda ser referida a la
voluntad del ser humano.

La voluntariedad de la acción u omisión o voluntariedad de la causa es el elemento común a todos


los delitos y debe encontrarse también en el delito culposo. Se trata de la exigencia mínima para
que un hecho pueda tener importancia penal, y precisamente, como reflejo de tal exigencia
fundamental, ha de interpretarse la presunción del ultimo aparte del artículo 61, según el cual la
“acción u omisión penada por la ley se presumirá voluntaria a no ser que conste lo contrario”.

Se puede decir entonces que en la culpa, en todo caso, puede hablarse de una conducta
voluntaria, y ello, aun en los casos de delitos culposos omisivos, ya que también en tales casos
cabe hablar de voluntariedad en cuanto depende de la voluntad del sujeto el omitir el cuidado
debido o el no prestar la atención que le imponen sus deberes. Como lo afirma Petrocelli, no solo
puede hablarse de voluntariedad cuando se manifiesta un poder activo de impulso y de inhibición,
sino también cuando el sujeto omite tener pronta o despierta su voluntad en orden a realizar en el
momento oportuno el acto debido.

2)La involuntariedad del hecho:

La falta de intención o de voluntad del resultado o del hecho, intención o voluntariedad que,
caracteriza al dolo. El sujeto, por tanto, no debe haber tenido la intención de realizar el hecho
constitutivo de delito; el resultado producido debe ser involuntario. En este sentido se dice que el
delito culposo es un delito contra la intención.
No debe, sin embargo, creerse, que por ser involuntario el hecho producido, por no constituir tal
resultado el fin que se propuso el sujeto, falte a la voluntad, en este caso, la tendencia a la
consecución de un fin. También en el delito culposo la voluntad tiende a un fin, aunque en este,
caso a diferencia del delito doloso, tal fin es ilícito y es diverso al que efectivamente se produce
por la acción del sujeto.

3)Que el hecho no querido se verifique por la imprudencia, negligencia, impericia o inobservancia


de reglamentos, ordenes o instrucciones.

Se requiere en tercer lugar que el hecho no querido sea la consecuencia de un comportamiento


voluntario, contrario a las normas o reglas de conducta que imponen al hombre que vive en
sociedad una actuación prudente y diligente en forma tal de evitar hechos dañosos, en lo cual
radica la esencia de la culpa.

El Delito Culposo:

Es un acto dañoso y nocivo, pero inintencional (sin intención). La ley lo atribuye a consecuencia de
la acción u omisión del agente. Siempre se dice que una acción se verifica “sin querer” cuando no
es intencional, pero precisamente, este acto no querido, que provoca un daño se castiga como
hecho culposo. La categoría de los delitos de culpa esta formada por los conceptos de
imprudencia, negligencia, impericia en la profesión, arte, oficio o industria e inobservancia de
situaciones regidas por la ley.

Importancia de su estudio:

En la civilización alcanzada por las actuales sociedades debe prestarse una atención especial a los
delitos culposos, porque son muy frecuentes los accidentes que los producen, debido al progreso
de las maquinas. La velocidad de los transportes del día: trenes, autobuses, automóviles,
camiones, grandes vapores y aeronaves; la utilización del gas y de la energía eléctrica en muchos
órganos de la vida; la sustitución del trabajo manual de la agricultura, la industria y el comercio
por el trabajo mecánico, que acrecienta inmensamente la producción y las ganancias; todo, en la
sociedad actual, puede ser causa frecuente y constante de delitos involuntarios. Es trascendental
el estudio de estos delitos.

Evolución Histórica.

En la antigüedad casi no se conoció la figura del delito culposo. Algunas legislaciones de Oriente,
como la babilónica, contenida en el famoso Código de Hanmurabí, llegaron a establecer distinción
entre “el hecho querido y el voluntario”. La Biblia castigaba as benignamente los pecados por
ignorancia y por error. En Grecia se penaba a los médicos que por impericia dejaban morir a los
enfermos y a los individuos que en los juegos públicos matasen sin premeditación al adversario.

El derecho romano clásico fue el inspirador de la distinción al establecer la figura de la culpa


aquiliana, figura delictuosa con todas las categorías de la falta de diligencia, tales como la culpa
“lata, leve, y levísima”

En las concepciones del derecho canónico, que desenvolvió las teorías del libre arbitrio, la máxima
“voluntas spectur, no exitus”, se convirtió en principio cardinal de las leyes penales, y era difícil el
castigo del hecho voluntario, por ser entonces injusto equiparar el agente sin dolo al criminal, y
por eso, los legisladores desatendieron su penalidad.

Prestaron mayor atención al “animus”, a la voluntad, que al “exitus”, al resultado; pero la


influencia del viejo derecho romano, del derecho germánico y del franco, inspirados en el castigo
del resultado, modifico la concepción de la Iglesia y fue aceptada en las leyes penales la figura del
delito culposo. Por ultimo, la escuela positivista, que preconiza el castigo de individuo, porque vive
en sociedad, y examina el delito bajo el punto de vista sociológico, ha destacado la figura de la
culpa en las acciones u omisiones.

Teoría acerca de la naturaleza y el fundamento de la culpa.

1)Teoría Clásica Explicativa de la Culpa:

La Escuela Clásica fundamenta la representabilidad sobre el libre arbitrio, que supone el dolo en el
autor del delito, esto es, la inteligencia, y la voluntad como condiciones de la responsabilidad, la
esencia de la culpa está así en un defecto de la voluntad, en la inercia de las facultades de atención
y previsión, inercia que la voluntad podría remover, porque no haciéndolo da lugar a la
imprudencia o a la negligencia, que son las causas queridas del hecho. La culpa, es la omisión
voluntaria de diligencia al calcular las consecuencias probables y previsibles del propio hecho y la
hace descansar sobre la voluntariedad del acto, la falta de previsión del efecto nocivo y la
posibilidad de prever.

2)Teoría de la Escuela Positivista:

La Escuela Positivista sostiene que no existe libertad en las acciones humanas, determinadas solo
por influencias, unas congénitas del individuo, otras derivadas del medio y de la vida social, y en
consecuencia, considera que los delitos culposos tienen su origen en una falta de reflexión de
inteligencia o de atención, provenientes de un vicio de constitución del autor y se castigan en
virtud del principio de la responsabilidad social porque los individuos desatentos, irreflexivos o
que tienen defectuosa su inteligencia son peligrosos, sus actos son antisociales y la sociedad debe
usar de su derecho de defensa social.

3)Teorías Intermedias:

Acercándose a los principios de la escuela clásica o a los de la positivista, teorías intermedias han
tratado de explicar el fundamento del castigo en la culpa.

La culpa de una falta de ejercicio en la culpable para poner en nacimiento la atención y todos los
delitos de la culpa pueden reducirse a uina deficiencia o alteración en el mecanismo de la
atención.

El delincuente se presenta inadaptado a la vida civil en su desarrollo elevado, conservando, sin


embargo, intactos sus sentimientos altruistas.

Resumiendo los principios expuestos sobre la naturaleza de la culpa, se observa que la teoría
clásica descansa sobre el viejo axioma romano: “Cumpam esse quod cum, a diligente prividevi
poterit, non esse provisum, aunt tum denuntiatum esset cun periculum evitari non possit” , esto
es que si el Derecho Penal clásico se admite como culpa no hubiese previsto, como consecuencia
de una acción u omisión voluntarias, tal resultado, efectivo o potencial, que pudo preverse en el
momento en que se manifestó la voluntad.

Orientación Contemporánea

Los Expositores del nuevo código, explican, que la expresión: aunque se haya previsto, significa
que la previsión del resultado es extraña al concepto de delito culposo. Para el código hay delitos
dolosos cuando el resultado no solo se ha previsto sino que se ha querido; y hay delito culposo o
contra la intención, cuando el resultado aunque se haya previsto, no fue querido por el agente y es
obrar de las condiciones de imprudencia, negligencias, etc.

Clasificación de la culpa.

1) Culpa Mediata e inmediata:

Se distingue la “culpa mediata” de la “culpa inmediata”; esta, cuando existe una relación cierta y
directa entre la culpa del individuo y el resultado de ella, como si un empleado del tren en marcha
deja inadvertidamente abierta la puerta de un vagón de pasajeros y se cae un niño a la vía;
aquella, cuando entre la culpa del individuo y su resultado inmediato y directo, surge un hecho
nuevo, “indirecto y mediato”, que tiene por consecuencia un daño, ejemplo, en el mismo caso
expresado del tren en marcha, si al ver caer al hijo, el padre se lanza a socorrerlo y muere el padre,
más al hijo no le sucede nada.

El empleado negligente no es responsable de la muerte del padre, quien se lanzo voluntariamente


a la vía en socorro del hijo; en una palabra, se responde de la “culpa inmediata” no de la “culpa
mediata” porque esta más bien es una ocasión de la causa y no una causa de la causa, y la culpa
debe tener una relación directa con el hecho incriminado. No hay relación de causalidad.

2) Culpa derivada de hecho ilícito:

Se distingue también la culpa derivada de un hecho ilícito de la que no deriva de delito; aquella,
cuando interviene el resultado en el momento de cometerse un hecho punible; ejemplo, si un
ladrón nocturno para apoderarse de una gallina, le dispara un tiro y mata a una persona que no
había visto.

3) Culpa Consciente y Culpa Inconsciente:

La división más exacta de la culpa es en culpa consciente y culpa inconsciente, que Carrara
denomina culpa con previsión y culpa sin previsión; y que los romanos denominaban “culpa ex
ignorancia” y “culpa ex lascivia”. En la culpa consciente, el autor del hecho dañoso se representa
las consecuencias que puede producir su acto, mientras que en la inconsciente falta en el agente
esta representación.

4)Culpa Lata, Leve y Levísima:

Asimismo, se divide en culpa lata, leve y levísima, consistiendo la primera en un hecho que solo
hubieran previsto todos los hombres; la segunda en un hecho que solo hubieran previsto los
hombres diligentes; y la tercera, en un hecho que solo una extraordinaria diligencia hubiera
podido prever.
La Culpa en el Código Penal Venezolano.

El examen de los once delitos configurados en la Parte Especial de nuestro código revela que el
legislador ha señalado tres modos de apreciar la culpa: 1) Imprudencia y negligencia; 2) Impericia
en la profesión, arte o industria; 3) Inobservancia de reglamentos, ordenes, disposiciones
disciplinarias o instrucciones.

1)Imprudencia:

El concepto de imprudencia exige una acción, consiste en obrar sin cautela, en contradicción con
la prudencia, es la culpa por acción (culpa in agenda). Los individuos están obligados a observar, en
todas las circunstancias de la vida, aquellas condiciones bajo las cuales se hace compatible su
conducta, de acuerdo con las enseñanzas de la experiencia, con los intereses jurídicos de los
demás, y por tanto a dirigir sus cuidados y diligencias en tal sentido y a emplearlos en tal medida,
que no hay otro remedio sino conocer experimentalmente que ha cumplido con su deber. La
conducta contraria es imprudente.

En el Derecho Español se divide la imprudencia en temaria y simple. Equivale la primera a la culpa


lata, y la segunda a la leve. La imprudencia punible esta integrada por tres elementos: Una acción
u omisión voluntaria no maliciosa, un mal efectivo y concreto y una relación de causa a efecto que
ligue por modo evidente ambos extremos.

La imprudencia es conducta genérica contraria a la policía, conducta no conforme a los intereses


generales de seguridad, e implica la mayor parte de las veces una actividad positiva.

2)Negligencia:

la negligencia es una omisión, desatención o descuido, consiste en no cumplir aquello a que se


estaba obligado, en hacerlo con retardo, es la falta de uso de los poderes activos en virtud de los
cuales un individuo, pudiendo desarrollar una actividad, no lo hace por pereza psíquica.

Negligencia es, pues, imprevisión pasiva, falta de diligencia.

3)Impericia:

En el viejo Derecho francés denomina base torpeza la falta de destreza, de habilidad, de propiedad
en hacer una cosa, y se dividía en torpeza material y torpeza moral. En esta ultima entra la culpa
moral de la ignorancia profesional: el agente responde porque ha descuidado adquirir los
conocimientos elementales y necesarios para el ejercicio de su profesión o arte. La torpeza es
culpable cuando es grosera y podía evitarla el sujeto tomando ciertas precauciones.

El caso típico es el del albañil que desde el andamiaje en el cual trabaja deja caer un ladrillo que
mata a un transeúnte.

No debe confundirse la impericia con la poca habilidad profesional, porque la ley exige en las
personas que capacita para un determinado ejercicio profesional ciertas condiciones de estudio y
formalidades probatorias, pero entre los capacitados hay diferencias de ingenio, de habilidad, de
estudio.
Los profesionales pueden incurrir en culpa diversa de incapacidad, si en sus actos hay falta de
prudencia o de cuidado, esto es, por imprudencia o negligencia.

4)Inobservancia de reglamentos:

La palabra reglamento se una en sentido amplio, comprende tanto los decretos reglamentarios
propiamente dichos, como las leyes, ordenanzas y disposiciones de la autoridad que tengan por
objeto tomar medidas propias para evitar accidentes o daños, para la seguridad pública y para la
sanidad colectiva.

Las leyes obligan a todos los ciudadanos; sin embargo, algunas se dictan para determinadas
personas, como las que se contraen al ejercicio de la medicina, de la abogacía, de la farmacia, de la
odontología, de la ingeniería, etc. El profesional puede obrar de acuerdo con la ley que reglamenta
el ejercicio respectivo, pero también con imprudencia o negligencia.

Los reglamentos generalmente se dirigen a disciplinar a un determinado ramo de la actividad


individual o social, a cautelar a señaladas empresas, y pueden emanar de la autoridad, o de los
particulares, en las empresas privadas.

Cuando se trata de una violación de los reglamentos, que produce resultado perjudicial, basta la
demostración de la transgresión, sin necesidad de prueba de la previsión o no de las
consecuencias, porque el legislador se ha sustituido a los ciudadanos en la tarea de previsión.

5) la noción de previsibilidad:

Los delitos culposos configurados por el código penal venezolano se componen del elemento
subjetivo de la voluntariedad en el hecho inicial y de un coeficiente culposos, consistente en la
imprudencia, negligencia, impericia e inobservancia, que en algunos casos, se exige aisladamente,
y en otros, en forma alternativa

La noción de previsibilidad es necesaria en los casos de imprudencia o negligencia, porque la una y


la otra se manifiestan objetivamente como un efecto en la valuación de las consecuencias de la
actuación propia.

6)Pluralidad de sujetos:

Cuando la imprudencia, negligencia, impericia e inobservancia son atribuibles a varias personas


cada una responde en la medida de su culpa, la de uno no excusa la del otro, no hay tampoco
complicidad. La complicad exige una misma intención criminal, y en la culpa no existe la voluntad
de producir el resultado. La culpa de cada persona forma un elemento constitutivo del delito.

7)Culpa en la victima o en un tercero:

Cuando hay culpa en la victima no por eso deja de responder penalmente del resultado delictuoso,
el autor por la culpa propia; en nuestro derecho no puede admitirse la compensación de culpas en
materia penal. Si toda culpa proviene en la victima como en el caso del transeúnte que se arroja
en forma imprevista frente al vehículo, sin que el chofer pueda detenerlo y se mata, la
responsabilidad desaparece.
Si el hecho proviene de un tercero, responde este; y si en el accidente resultan lesionados autor y
victima, el autor puede ser perseguido por las otras victimas. Puede haber, asimismo, culpa común
de las victimas, que se extingue distintamente.

8)Los delitos culposos en el derecho penal venezolano:

La culpa en el código penal venezolano de 1.873 eximia de responsabilidad al que con la debida
diligencia causaba accidentalmente un mal, sin culpa ni intención suya de causarlo. Por
consiguiente la culpa se castigaba por excepción, y específicamente en algunos casos: en el
artículo 349, el homicidio con grave imprudencia o culpa; en el 373, las lesiones causadas no
maliciosamente pero con algún genero de culpa; en el 269, la evasión por descuido, negligencia u
otra culpa; en el 257, el juez negligente en la sentencia; en el 258, los empleados de la
administración de justicia que dejaren de cumplir su obligación por negligencia, etc.

Los once delitos culposos del Código Penal Venezolano son: revelación de secretos políticos o
militares (artículo 136); violación de sellos (artículo 230); sustracción de cosas dadas en prenda o
puestas en secuestro (artículo 232); incumpliendo de obligación en casos de su ministros públicos
(artículo 234); fuga de condenados 8articulo 266); incendio, explosión, inundación, sumersión o
naufragio por imprudencia, negligencia o impericia en la profesión, arte o industria o por
inobservancia de los reglamentos, ordenes o disposiciones disciplinarias (artículo 357); peligro o
catástrofe en la vía férrea por negligencia, impericia de arte o profesión e inobservancia de
reglamentos, ordenes o instrucciones (artículo 360); adulteración, envenenamiento o venta de
aguas medicinales por las mismas causas 8articulo 370); homicidio (artículo 411); lesiones
personales 8articulo 422); omisión de dar cuenta y omisión de prestar socorro a una persona que
se encuentre abandonada o en peligro (artículo 440); delito en el cual la culpa es discutida, y así, la
incriminación del artículo 440 no es considerada por Manzini como negligencia, sino como omisión
voluntaria; en cambio, si está en la nomenclatura de Tosti y en la de otros penalistas italianos.

CONCLUSIÓN.

La culpabilidad consiste esencialmente, en el reproche que se dirige al individuo por haber


observado un comportamiento psicológico contrario al deber, por haberse determinado a un
comportamiento socialmente dañoso en contra de las exigencias de la norma que le imponía
adecuar su conducta a sus prescripciones.

La culpa se clasifica en culpa mediata, e inmediata; la culpa derivada del hecho ilícito; y la culpa
lata leve y levísima

El dolo, la culpa y la preterintención, son unos de los elementos en que se fundamentan el juicio
de culpabilidad, es decir, los que hacen posible la formulación del juicio de reproche en el que
radica la esencia- de la culpabilidad.

El dolo representa la expresión más típica, más completa y más acabada de las formas en que
puede presentarse el nexo psicológico entre el autor y su hecho.

El dolo consiste en la intención de realizar un hecho antijurídico y esta fundamentado por dos
elementos como lo son la conciencia o previsión del hecho y la voluntariedad del mismo.
Otra de las formas de participación psicológica del sujeto en el hecho, junto al dolo, se concreta en
la hipótesis de la culpa, cuya esencia, esta precisamente en la voluntaria inobservancia de todas
aquellas normas de conducta que imponen al hombre que vive en sociedad, obrar con prudencia
en forma tal de evitar determinados resultados de daño o de peligro para los intereses jurídicos
protegidos.

Junto al Dolo y la culpa, como una tercera forma de participación psicológica del sujeto en el
hecho, se encuentra la preterintención; Esta se trata de una responsabilidad que surge solo a
titulo excepcional, cuando la intención se ha dirigido a un determinado hecho pero se realiza uno
más grave al previsto o querido por el sujeto.

Esto es, como señala el código penal, el hecho excede en sus consecuencias al fin que se propuso
el agente

El Código Penal Venezolano contiene en sus distintos artículos un total de 11 delitos culposos los
cuales eximen de responsabilidad al que con la debida diligencia cause accidentalmente un mal,
sin culpa ni intención suya de causarlo

En el código Venezolano establece que son delitos dolosos cuando el resultado no solo se ha
previsto sino que se ha querido; y son delito culposo o contra la intención, cuando el resultado
aunque se haya previsto, no fue querido por la persona y obra por la imprudencia, negligencia,
etc.

Los delitos de preterintencionalidad se encuentran establecidos en el Código Penal venezolano


específicamente en el artículo 74 de este, pero sus principales casos o ejemplos más notorios los
podemos conseguir en el los artículos referentes a los delitos contra las buenas costumbres,
seguidos de lesiones o de muerte , el aborto seguido de muerte y el abandono de niño o persona
incapaz.

BIBLIOGRAFÍA.

ARTEAGA, Alberto. (2.001): “Derecho Penal venezolano”. Caracas. Editorial Mc Graw- Hill. Novena
edición.

CABANELLAS, Guillermo (1.998): “Diccionario Jurídico Elemental”.Caracas. Editorial heliasta.


Edición de 1.998.

CARRARA, Francisco (1.997): “Derecho Penal”. México. Editorial Harla. Primera edición.

FRÍAS, Jorge (1.996): “Teoría del Delito”. Caracas. Editorial Livrosca. Primera Edición.

GRISANTI, Hernando (2.000): “Lecciones de Derecho Penal”. Vadell Hermanos Editores. 12° Edición
revisada.

http://www.monografias.com

MENDOZA, José Rafael. “Curso de Derecho Penal Venezolano”. Caracas. Librería Destino.
Elementos, clases y tipos de Dolo
Dudas legislativas Libro 1 Código Penal, Penal 2

El dolo en su forma general y básica, de entre todos los tipos de dolo del código
penal español que existen, se puede definir como la voluntad por parte de un responsable de la
comisión de un acto ilícito y contrario a la ley, en el cual se muestra aceptación por el resultado del
acto.

En el título preliminar del C.P, comienza hablando en el artículo 5 “No hay pena sin dolo o
imprudencia“, dando a entender de que no hay delito si no se cumple alguna de las 2 figuras.

A continuación vamos a hablar de los tipos y clases de dolo con ejemplos.


ÍNDICE [ocultar]
 1 Acciones y omisiones dolosas
o 1.1 Elementos del dolo
o 1.2 Comisión por omisión
 2 Tipos de dolo y ejemplos
o 2.1 Dolo directo o de primer grado
o 2.2 Dolo indirecto o de segundo grado
o 2.3 Dolo eventual

Acciones y omisiones dolosas


Como decíamos anteriormente, actúa con dolo el que comete un acto que, a sabiendas de ser
contrario a la ley, lo perpetra esperando un resultado. El autor tiene consciencia del hecho y del
resultado, y hay una voluntad para realizarlo.

Elementos del dolo


El dolo está compuesto por 2 partes:

 La primera parte se compone del elemento de consciencia, sabiendo que está mal lo que
hace. Se dice que no se puede cometer el hecho sino se sabe primero que el hecho es
contrario a la ley.
 La segunda parte lo compone el elemento volitivo, que no se puede llevar a cabo sin tener
primero la consciencia del hecho (elemento anterior). Este elemento es la voluntad que
tiene la persona para cometer el acto.

Nota: Una persona con algún tipo de problema mental o deficiencia que no pueda llegar a
comprender lo que hace, no se entenderá que realiza un acto doloso.

Comisión por omisión


En el artículo 10 del libro 1 del código penal, en sus inicios establece que se castiga tanto al
responsable de la acción como al que la omite, este apartado se completa en el siguiente
artículo denominado de forma general como comisión por omisión.

La comisión por omisión se da cuando una persona omite un hecho o acción sabiendo las
consecuencias que conllevan y los resultados que se pueden dar.

Ejemplo de comisión por omisión:

Una persona sale de casa desnuda sin vestirse porque ese día no le apetece, aun sabiendo que
pueden haber niños en el parque de al girar la esquina. Cuando esta persona gira la esquina todos
los niños ven sus órganos sexuales, en este caso el reo comete un delito de exhibicionismo. El
autor omite el hecho de vestirse, acepta el resultado pero no pone los medios necesarios para que
no se cometa.

Tipos de dolo y ejemplos


La clasificación entre los tipos de dolo que hay se hace teniendo en cuenta la intención del autor.

Dolo directo o de primer grado


Es la forma básica del tipo de conducta dolosa. El autor tiene intención de cometer un acto
contrario a la ley, lo ejecuta y obtiene un resultado.

Por ejemplo, un individuo planea un asesinato de una persona estrellando su vehículo con el de la
víctima. Cuando va de camino al trabajo, sabe el punto exacto en el cual debe ejecutar el delito. Lo
realiza y se va. El autor es responsable de un delito con dolo directo.

Dolo indirecto o de segundo grado


El autor no tiene intención de un resultado como consecuencia del acto principal que va a
llevar a cabo, sin embargo, lo acepta y lo lleva acabo. Causando el resultado principal más el
secundario.

Cogiendo el ejemplo anterior, el individuo planea el asesinato sabiendo que la víctima va


acompañada de su hija. El autor no quiere matar a la hija pero acepta el resultado para conseguir
el principal. Cuando llega el día, el autor estrella el vehículo causando la muerte tanto del padre
como de la hija.

Dolo eventual
El autor de un hecho no tiene intención de provocar un resultado, pero lo acepta y sigue
adelante. El resultado se puede dar o no.

Cogiendo los ejemplos anteriores, el individuo quiere estrellar su coche contra el de la víctima
para causar unas lesiones. Sabe que puede salir mal y asesinarla pero acepta las consecuencias y
sigue adelante.

Puedes encontrar más información y ejemplos sobre el dolo eventual en nuestra web.
Fuentes y Dudas

Hemos sacado información sobre el dolo y los tipos de dolo de varios apuntes de derecho y
del código penal del BOE. Si te ha gustado el artículo puedes compartirlo en las redes sociales. Y
si tienes alguna sugerencia o duda puedes hacérnosla saber a través de los comentarios o de
nuestro correo electrónico.

 ZONA CALIENTE

 El Trino

 Caos en Colón

 Credenciales

 Ciudad sin agua

Argumentos

Casos prácticos del dolo eventual


14/11/13 - 11:15 PM

Quienes, por ejemplo, ingresan a un supermercado o a la tienda del chinito con el


propósito de robar dinero o enseres, llevando o portando arma de fuego,




Silvio Guerra Morales /Abogado (opinion@epasa.com) / PANAMA
AMERICA

Quienes, por ejemplo, ingresan a un supermercado o a la tienda del


chinito con el propósito de robar dinero o enseres, llevando o portando
arma de fuego, al verse descubiertos sacan el arma de fuego que portan
y matan a quien los descubre. No puede decirse, jamás, que hay que
juzgarlos por una tentativa de robo y por un homicidio culposo, ya que
al llegar allí nunca fue con la intención de matar, sino de robar.

Esta sería una tesis por demás de inconcebible eminentemente irracional


e ilógica. Si quien ingresa a la casa o habitación de una persona, sin su
consentimiento, violenta la puerta, roba, y luego mata al dueño o
habitante de la morada, no puede sostenerse o decirse que no hay dolo
de matar porque la intención fue robar y no matar.

En uno y otro ejemplo, nos encontramos con casos muy claros y


definidos de auténticos homicidios calificados. No hay duda alguna sobre
ese particular. La Corte en Pleno y la propia Sala Segunda de lo Penal
tienen precedentes múltiples que así lo definen. Todos ellos elaborados
sobre la idea del dolo eventual.

Ya en entrega anterior referimos varios de esos fallos. No puede, en


razón de lo anterior, considerarse o pensarse que el dolo entendido
como intención solo existe allí en donde hay o media un largo discurrir o
reflexión por parte del agente para cometer un delito.

Un proceso de maduración de la idea criminal. Eso que en la doctrina


penal se conoce como el camino al delito . Doctrina que sustenta la idea
de que el delito se exterioriza desde el interior del hombre, quien
concibe la idea criminosa, la madura, decide o resuelve llevarla a cabo y
por ello la exterioriza desarrollando todos los actos propios e idóneos
para su producción o materialización. Es decir, la producción del
resultado.

Inter criminos

De modo que la tesis del dolo eventual, como ya lo he expuesto, no es


producto de la política criminal ni ha sido consecuencia o el resultado de
improvisaciones teoréticas.

DE SER CIERTA LA TESIS DE QUE EL DOLO EVENTUAL RAYA CON EL


PRINCIPIO DEL ESTADO DE DERECHO Y CON EL PRINCIPIO DE
CULPABILIDAD, ENTONCES EL DERECHO PENAL TERMINARÍA SIENDO
UN DERECHO DE MUY POCA EFECTIVIDAD Y SU SENTIDO DE
INSTRUMENTO DE CONTROL SOCIAL QUEDARÍA EN UNA PANTOMIMA
VULGAR DE LO QUE NO ES EL DERECHO PENAL.

El dolo eventual emerge de la vida misma, del conflicto penal, de casos


que ocurren a diario. Son situaciones de la vida. Como dijera el maestro
Wikfewdo Sáenz, el derecho penal camina a la par con el hombre, lo
acompaña a diario. El derecho penal es vida en desenvolvimiento social.
El dolo eventual es, agregamos por nuestra parte, vida en acción, pero
que colisiona con las normas sustantivas del derecho penal.

Es, en ese sentido, importante destacar que el dolo eventual no consiste


tanto en discernir o no la intencionalidad. Por allí no es el camino para
entender este instituto. La cuestión radica en la previsión consciente que
permite al agente estar claro y convencido de que con su acción se
puede producir un resultado criminal que dista mucho de encasillarse en
los requisitos o elementos de la culpa como tal.

El dolo eventual puede surgir en el instante; al momento, al fragor de la


ocasión. El agente no se halla o encuentra arrollado por la culpa, sino
por un dolo que surge de modo indirecto, inesperado, pero en el que la
voluntad del agente es determinante, pues puede y se encuentra en
capacidad de optar por una acción distinta o diversa al injusto penal o
disvalor que ha ocasionado.

Por ello, hay que tener cuidado cuando se trata de analizar aun así en
donde mediando un dolo eventual, el inexperto se deje sorprender por
el argumento de la culpa o por la supuesta infracción de un deber
objetivo de cuidado.

De ser cierta la tesis de que el dolo eventual raya con el principio del
Estado de derecho y con el principio de culpabilidad, entonces el
derecho penal terminaría siendo un derecho de muy poca efectividad y
su sentido de instrumento de control social quedaría en una pantomima
vulgar de lo que no es el derecho penal.

El dolo indirecto o eventual

Publicado el 1 mayo, 2016 por pilarserranozgz


2 Votes

En ocasiones, en un caso práctico nos podemos encontrar con la dificultad de determinar el grado
de conciencia y voluntad con la que actúo el sujeto cuando realizó la acción. Es decir, podemos
dudar entre apreciar un dolo directo de primer grado,un dolo directo de segundo grado (o de
consecuencias necesarias)o un dolo eventual o indirecto.

En nuestro sistema penal no existe ninguna diferencia penológica entre actuar con dolo directo o
indirecto pero sí que será importante que en el caso práctico lo sepamos explicar (la diferencia la
encontramos entre actuar dolosamente o de manera imprudente, sin observar el cuidado
objetivamente debido y siempre y cuando dichos delitos imprudentes estén contemplados
expresamente en nuestro sistema penal)

El sujeto actuará con dolo eventual cuando se represente como probables las consecuencias de su
actuación y pese a ello actúe (diferencia con la imprudencia-consciente-,en la que el sujeto confía
en que dichas circunstancias no se producirán).

Hoy en dia,debemos tener en cuenta que priman las teorías que dan más importancia al elemento
intelectivo del dolo(obra con dolo el sujeto cuando ha tenido conocimiento del peligro).De este
elemento se deducirá el volitivo.

Frente a estas teorías “de hoy”, encontramos las clásicas teorías en las que primaba la voluntad
del sujeto: teoría de la probabilidad de Sauer, Teoría del sentimiento (Mayer) y teoría de
consentimiento de Frank. En estas últimas el autor conoce o se representa la existencia en su
acción de un peligro de que se produzca un resultado y se conforma con tal producción,
decidiendo ejecutar la acción pretendida asumiendo la eventualidad de que aquel resultado se
produzca.

En nuestro Código Penal actual ,se admite el dolo eventual en prácticamente todos los delitos. Se
discute en algunos en los que el tipo delictivo utiliza expresiones como “a sabiendas”(ejemplo, art
404CP),aunque incluso en éstos, parte de la doctrina entiende que cabe dolo eventual.
A continuación se mencionan una serie de casos ,a modo de ejemplo, para que el opositor tenga
una visión global del alcance de este dolo indirecto o eventual:

-También se puede apreciar dolo eventual en el delito de asesinato: apreciándose esa


eventualidad respecto al resultado y un dolo directo respecto a los medios utilizados y la
producción de la indefensión de la víctima. En cuanto a la existencia de la alevosía, el Tribunal
Supremo tiene dicho que la misma es considerada de forma unánime y de los primeros tiempos de
la jurisprudencia de dicha Sala cuando se trata de la muerte de un recién nacido ( TS 2/2/2004 ) .

-En el asesinato en comisión por omisión: abandonar a víctima tras robar en su casa, amordazada y
atarla, pese a la petición de que le soltara, por ser insulinodependiente,

-Colocación de coche bomba en el establecimiento H de B, avisando de su colocación mediante


tres llamadas telefónicas: asesinatos y lesiones: no puede incidir la condena posterior del Estado
en la jurisdicción contencioso-administrativa como responsable civil subsidiario por tales hechos.

La sentencia del Tribunal Supremo (Sala de lo Penal) 848/2004 de 2 julio señala que “No se puede
negar tal dolo, al menos eventual cuando concurrieron las circunstancias siguientes que ponen de
manifiesto del Ministerio Fiscal y la acusación particular:

–Los hechos se producen en horario de apertura al público en un viernes por la tarde, aunque fuera
a primera hora de la tarde, es decir, en un momento en el que hay dentro un importante número
de personas en un establecimiento público tan frecuentado como lo era el H de B.

–La explosión estaba programada para esa hora de las 16.10 mediante la colocación de un
temporizador.

–Aunque fueron tres las llamadas efectuadas para avisar de la colocación del artefacto explosivo,
éste, colocado en la maleta de un coche debidamente aparcado y cerrado, no era fácil de localizar,
como de hecho no lo localizaron las fuerzas de policía que actuaron en tal ocasión”.

– Delito de aborto en concurso ideal con delito de lesiones: propina una fuerte patada en el
vientre a su esposa embaraza de siete meses: necesariamente ha de representarse el resultado.

-Apreciable en el delito de lesiones: arrojar agua fuerte a la cara provocando la pérdida de más de
un 90% de agudeza visual en uno de los ojos.

-Apreciable en el delito de abandono de familia: despreocuparse de la suerte de sus hijos


dejándolos solos con el equipaje en una parada de autobús, donde permanecen hasta ser
recogidos por unos policías.

-En el delito de daños: Daños: agente de policía local de paisano que dispara por tres veces su
arma reglamentaria contra vehículo al que trataba de detener por haber cometido su conductor
infracción de tráfico.
-Delito contra los derechos de los trabajadores: aceptación del peligro y del resultado dañoso que
puede ocasionarse ante las lagunas de seguridad en el funcionamiento de máquina, por parte del
acusado, gerente de la empresa.

– Delitos contra los recursos naturales y el medio ambiente: vertedero ilegal en zona forestal de
alto riesgo: conocimiento de su ubicación y del incremento de riesgo potencial de incendio.

-Delito de incendios: Incendio de piso en edificio que viven diez personas para estafar a compañía
aseguradora.

-En delitos contra la seguridad vial: Conducción temeraria: circular en sentido contrario: el
acusado continuó con su acción a pesar de las indicaciones de los agentes, asumiendo la
probabilidad del daño.

-Delitos de tráfico de drogas: recogida de paquete que contiene cocaína: el acusado al aceptar el
encargo admitió cualquier contenido ilícito en el paquete ya que del precio desproporcionado de
la recompensa se derivaba su probable ilicitud.

Nociones sobre el Dolo Eventual y la


Culpa Consciente
Nos planteamos en este artículo las diferencias entre la culpa
consciente y el dolo eventual, cuyos límites aparecen muy difuminados
en la práctica, pudiendo causarnos problemas de interpretación.
HomeNociones sobre el Dolo Eventual y la Culpa Consciente

 Próxima entrada
 Anterior entrada
La jurisprudencia ha construido dos tesis principales que
marcan la diferencia entre la culpa consciente y el dolo
eventual (Sentencias del Tribunal Supremo 41/2014 de 29 de
enero ó 419/2015 de 12 de junio, entre otras).

En el dolo eventual, el autor se representa como probable la


producción del resultado dañoso protegido por la norma
penal, pero continúa adelante sin importarle o no la causación
del mismo, aceptando de todos modos tal resultado
representado en la mente del autor. En la culpa consciente,
en cambio, no se quiere causar la lesión aunque también se
advierte su posibilidad y, pese a ello, se actúa. Es decir, se
advierte el peligro, pero se confía que no se va a producir el
resultado.
Para la teoría del consentimiento habrá dolo eventual
cuando el autor consienta y apruebe el resultado advertido
como posible. La teoría de la representación se basa en
el grado de probabilidad de que se produzca el resultado,
cuya posibilidad se ha representado el autor.

Obra con culpa consciente quien, representándose el riesgo


que la realización de la acción puede producir en el mundo
exterior al afectar a bienes jurídicos protegidos por la norma,
lleva a cabo tal acción confiando en que el resultado no se
producirá y, sin embargo, éste se origina por el concreto
peligro desplegado, esto es, el autor no se representa como
probable la producción del resultado, porque confía en que no
se originará debido a la pericia que despliega en su acción o
la inidoneidad de los medios para causarlos. En otras
palabras: obra con culpa consciente quien
representándose el riesgo que la realización de la acción
puede producir en el mundo exterior afectando a bienes
jurídicos protegidos por la norma.

La Sentencia del Tribunal Supremo 385/2015 de 11 de


febrero (recurso 1481/2014), (puedes acceder a la sentencia
desde Aquí), con cita de otras anteriores, considera que en el
dolo eventual el agente se representa el resultado como
posible. Por otra parte, en la culpa consciente no se quiere
causar la lesión, aunque también se advierte su posibilidad, y,
sin embargo, se actúa.
Podemos concluir en consecuencia que existe en
ambos elementos subjetivos del tipo (dolo eventual y culpa
consciente) una base de coincidencia: advertir la posibilidad
del resultado, pero no querer el mismo, aunque en el dolo
eventual el agente actúa aceptando la causación del daño,
siendo consciente del peligro que ha creado, lesionando
bienes jurídicos de la víctima, y cuyo control le es indiferente.

Otras teorías lo explican desde una perspectiva


más objetiva, en la medida que lo relevante será que la
acción en sí misma sea capaz de realizar un resultado
prohibido por la Ley, en cuyo caso el consentimiento del
agente quedaría relegado a un segundo plano, mientras en la
culpa consciente el grado de determinación del resultado en
función de la conducta desplegada no alcanza dicha
intensidad, confiando en todo caso el agente que aquél no se
va a producir. En definitiva concluye la STS 385/2015 de 11
de febrero ya citada que cuando el autor somete a la víctima
a situaciones que no puede controlar, debe responder de los
resultados propios del peligro creado, aunque no persiga un
resultado tipificado en la norma.
28 diciembre, 2015 / Artículos y noticias del mundo del
Derecho, Penal / Tags: culpa consciente, daño, dolo, dolo eventual

Doctrina del día: teoría del dolo eventual, análisis doctrinario y recepción en la jurisprudencia
cuyana
Por Thomson Reuters En 5 diciembre, 2012 · Añadir comentario · En Articulos de Opinión

Publicado por Daniel Gustavo Gorra, en La Ley Gran Cuyo 2012 (septiembre) 813

I.- Introducción

El clamor social suele crear una especie de opinio necessitatis, que formar parte de la cultura
jurídica y es receptada por la jurisprudencia. Así por ejemplo, hace décadas atrás, la jurisprudencia
comenzó a convalidar los matrimonios de aquellos que se habían divorciado; a pesar de lo que
establecía la legislación -que prohibía nuevos matrimonios- la gente se casaba y volvía a
divorciarse; esta cuestión sociológica fue receptada por la Corte -a pesar de lo que establecían las
leyes- no hizo sino adecuar las decisiones judiciales a las exigencias sociales de un momento
particular. Las conductas habituales de una determinada comunidad, adquieren el carácter de
fuente del derecho luego de haber alzando cierto grado de obligatoriedad social para los
miembros de la misma, a tal punto que pasa a ser necesaria la existencia de una ley que regula los
usos sociales que constituyen una fuente del derecho por intermedio de la costumbre. Pero la
costumbre -como la doctrina o la jurisprudencia- es fuente del derecho civil o del derecho
comercial, donde es admitida como tal. Pero en el caso del derecho penal, la única fuente es la ley,
en virtud del principio de legalidad que establece que la ley tiene que ser previa y anterior al
hecho del proceso; por ello también queda descartada la aplicación de la analogía en el derecho
penal.

En los últimos años ha cobrado fuerza, la admisión de una creación doctrinaria en el derecho
penal, denominado “dolo eventual”, como una variante de las “formas” de dolo, junto con el dolo
directo y el dolo indirecto. La aplicación del dolo eventual era casi de excepción; en primer lugar
por no estar contemplando en la legislación y en segundo lugar por las dificultades prácticas para
distinguirlo de la culpa consciente o con representación; sin embargo en la actualidad es frecuente
encontrar cada vez más, decisiones judiciales que receptan el dolo eventual.

La mayoría de los casos en donde se advierte la aplicación del dolo eventual es en la llamadas
“picadas callejeras”; ello debido a que la escala penal de figuras penales contempladas para este
tipo de delitos -homicidio culposo, lesiones culposas-, permitían que fuera excarcelable, pero por
aplicación del dolo eventual, se agravaba la pena y el delito dejaba de ser excarcelable.

Sin perjuicio de las consideraciones finales de este trabajo, adelantamos la posición contraria a la
aplicación del dolo eventual, por dos motivos: la doctrina no puede ser fuente del derecho penal,
su aplicación es una manifiesta violación al principio de legalidad, y segundo no hay forma o al
menos hasta el momento no se ha encontrado alguna herramienta metodológica para probar el
dolo eventual sumado a ello la dificultad de distinguirlo de la culpa consciente. Pero también el
análisis de los elementos del dolo -cognitivo y volitivo- y la supresión de este último como
exigencia del dolo,-como analizaremos en los párrafos precedentes-, no solo elimina el dolo
eventual, sino cualquier “forma” de dolo, para hablar solamente de un solo dolo.

II.- Dolo eventual


El dolo tiene dos elementos: el cognitivo (intelectual) y el volitivo (voluntad). Zaffaroni define al
dolo como la voluntad realizadora del tipo, guiada por el conocimiento de los elementos del tipo
objetivo necesarios para su configuración. (1) Núñez señala que el artículo 34 del Código Penal,
proporciona las bases legales para la elaboración de su teoría, como reverso del error o ignorancia
del hecho excluyente de la comprensión, por parte del autor, de la criminalidad del acto o de la
dirección de la acción. (2) Así en este orden de ideas, Bacigalupo considera que las reglas del error
del tipo contienen, de una manera indirecta, una definición de dolo; en tanto el error excluye el
dolo, un concepto es la contrapartida del otro. (3)

El conocimiento (elemento cognitivo) tiene que ser real, efectivo y no una mera probable
posibilidad. El conocimiento de los elementos objetivos del tipo, es anterior a la realización de la
conducta típica, sin él, no habría una finalidad en la conducta del agente; el elemento intelectual
es más importante que el volitivo, ya que no habrá desplazamiento de una voluntad hasta no
conocer el sujeto qué conducta quiere realizar. El sujeto tiene que conocer los elementos
objetivos del tipo. La jurisprudencia en lo que se refiere a la prueba del conocimiento del autor
sobre los elementos objetivos ha establecido:

“El conocimiento y la intención en los cuales el dolo consiste son hechos, aunque de naturaleza
psíquica, y como tales tienen que ser comprobados por el juez lo mismo que los otros hechos que
fundamentan la imputación delictiva. Lo que decide sobre la existencia del dolo no es siempre el
hecho delictivo en sí mismo, ni la imposibilidad del autor de probar que no actuó con dolo. Sobre
si el autor obró con o sin dolo, dirán circunstancias tales como la índole del acusado, las
manifestaciones precedentes al hecho, la causa para delinquir, la naturaleza de los medios
empleados, la manera de obrar, etc. ya que el estado de ánimo no puede ser justificado por
percepción directa, sino que tiene que ser deducido de conjeturas exteriores”. (4)

El dolo ha sido clasificado en tres clases: directo, indirecto y eventual. El dolo directo supone un
conocimiento y voluntad concreta de realizar una conducta típica, como el caso de un sicario que
conoce y quiere realizar el homicidio. El dolo indirecto también conoce y quiere un resultado
concreto, pero se le representa un resultado que no que busca en forma directa, pero para poder
cumplir su objetivo, la realización del mismo es necesario; por ello es denominado “dolo de
consecuencias necesarias”, como el caso de quien coloca una bomba en un auto para atentar
contra un diplomático y necesariamente será víctima el chofer o acompañante, que no eran
objetivo directo.

El dolo directo e indirecto implica conocimiento y voluntad de realizar la conducta típica, difiriendo
en el alcance del resultado -dolo indirecto-, pero en ambos es querido.

La tercer categoría es la del denominado “dolo eventual”, creado por la doctrina, el cual implica la
realización de una conducta, con una representación de un resultado posible pero no querido.
Como ejemplo suele utilizar al conductor que pase semáforos en rojo, con representación de que
puede herir a alguien, pero no le importa el resultado, se habla de un menosprecio por los bienes
jurídicos ajenos. El menosprecio del resultado posible -no querido- es el criterio utilizado para
distinguirlo de la culpa consciente, donde no hay un menosprecio sino un exceso de confianza.
El autor de dolo eventual, no destina especiales esfuerzos en la evitación del suceso, asintiendo su
producción no buscada o aprobando el plus lesivo en relación con el plan originario que no lo
incorpora. (5)

Jescheck considera que el dolo eventual significa que el autor considera seriamente la posibilidad
de realización del tipo legal y se conforma con ella. El contenido de injusto eventual es menor que
el de las otras dos clases de dolo porque aquí ni se persigue el resultado ni tampoco es visto como
algo seguro, sino que es abandonado al curso de los acontecimientos aun a conciencia de la
puesta en peligro del bien jurídico protegido. (6)

Los casos de dolo eventual -señala Stratenwerth (7)– están caracterizados, primeramente, de
modo negativo, mediante la circunstancia de que la realización del tipo no está en la línea de la
meta perseguida por el autor, sino que se halla con ella sólo en una relación posible. En las
consecuencias no se discute que el autor también aquí puede actuar dispuesto a tolerar el
resultado penalmente relevante ni que, entonces tenga que responder por dolo.

Por su parte Gimbernat (8) sostiene que existe dolo eventual cuando se somete al bien jurídico
protegido a un gravísimo riesgo de lesión, siendo irrelevante que para el caso hipotético de
producción segura del resultado el autor hubiera actuado igualmente o se hubiera abstenido de
actuar.

Así por ejemplo ha sostenido la jurisprudencia en un intento de objetivizar el dolo ante el peligro
real y concreto de reiteradas conductas por parte del autor:

“… el imputado actuó con dolo eventual, desde que disparó en forma reiterada hacia donde se
encontraban varias personas, de lo que se colige que se representó la posibilidad de matar o herir
a alguien. Ello por cuanto, era consciente de que disparaba un arma de fuego, elemento de alto
poder destructivo (fundamentos, fs. 313 vta.); y lo hacía en dirección a las personas que se
encontraban en el lugar. No obstante, siendo consciente de ambos extremos, continuó disparando
contra las personas, de lo que surge que actuó con indiferencia en relación a la producción del
resultado, ‘lo que surge al repetir varias veces la conducta peligrosa, que consiste en la numerosa
reiteración de los disparos’. En la formulación de esta premisa no se advierte violación a las reglas
del pensamiento, ni de la experiencia o de la psicología: adviértase que si un sujeto desde un
ciclomotor en movimiento, efectúa disparos en repetidas oportunidades, hacia un grupo de
personas, no se puede sostener válidamente que el individuo actúa con culpa o imprudencia: de
los propios actos ejecutados surge el dolo eventual: ser consciente del alto poder ofensivo de un
arma de fuego, que es disparada reiteradamente, hacia un grupo de personas, nos ubica sin
ningún viso de arbitrariedad en el ámbito del dolo eventual, porque el acto objetivamente revela
el desprecio o indiferencia hacia la producción del resultado…”. (9)

Este fallo es un claro ejemplo de dejar de lado el elemento volitivo para indagar sobre factores
externos -“objetivos” como el grave peligro de lesión. En este fallo se analizó la institución del dolo
eventual al plantear la defensa de que se trata de un delito culposo; caso contrario no se habría
hecho remisión a esta teoría, y se hubiese hablado de dolo sin distinción de forma.

La diferencia específica del dolo eventual de las otras formas de dolo, -explica Terragni (10)– está
en que el sujeto emprende una acción que, sabe, encierra el riesgo que él se concrete en un
resultado lesivo y obra voluntariamente frente a esa perspectiva. Esto no es igual a no saber el
autor si acertará o no: Si alguien quiere matar a otro, le apunta con un arma y dispara, habrá dolo
directo no obstante sepa que es un mal tirador y puede errar.

El criterio judicial de interpretar “desprecio” por el bien jurídico es el elemento que permite la
configuración del dolo eventual; en primer lugar se distingue del dolo directo porque el resultado
no es querido y en segundo lugar se distingue de la culpa consciente en la cual hay exceso de
confianza ante un resultado posible, pero que se confía que no ocurrirá; en este sentido la
jurisprudencia a manifestado sobre el desprecio:

“Dolo es conocimiento y voluntad del resultado dañoso. Es querer la realización del tipo objetivo,
por ello cuando no se sabe que se está realizando un tipo objetivo, no puede existir ese querer (el
resultado) y por ende no hay dolo… Tampoco se vislumbra en el obrar del encartado un desprecio
por el resultado dañoso, configurante de dolo eventual”. (11)

Zaffaroni sostiene que habrá dolo eventual, según el plan concreto del agente, la realización de un
tipo es reconocido como posible, sin que esa conclusión sea tomada como referencia para la
renuncia al proyecto de acción. (12) La posibilidad representada al agente -resultado- es lo que
permitiría distinguirlo de la culpa consciente, en la cual hay exceso de confianza en evitar el
resultado.

En el dolo eventual -señala Bacigalupo (13)– las consecuencias de la acción no perseguidas


intencionalmente por el autor son, al menos, posibles. Sin embargo, posibles son las múltiples
consecuencias de una acción y, por tanto, la teoría y jurisprudencia han tratado de delimitar los
casos en los que se debe apreciar el dolo.

En la actualidad se proponen criterios que dejan de lado las exigencias que imponía la teoría de la
voluntad. En este sentido Jakobs manifiesta que el autor habrá obrado con dolo cuando haya
sabido que las consecuencias accesorias posibles de su acción no son improbables. (14)

En el dolo eventual el sujeto no acepta el resultado sino la posibilidad del mismo, como ocurrió en
el caso de los niños mendigos. (15)

La jurisprudencia por ejemplo, ha establecido en la falta de cuidados del tutor respecto de quien
tiene a su cargo, que la representación del peligro que puede derivar de esa falta de cuidado
constituye un caso de dolo eventual:

“El hecho de ser madre de otros menores a los cuales les proporciona la atención y cuidados
debidos, constituye un indicio de que la imputada mediante su conducta, consistente en no
alimentar a uno de sus hijos, ni darle los cuidados básicos o higienizarlo, se representa la
posibilidad de que tal conducta, puede llevar a su hijo a la muerte, resultando tal acción típica en
los términos del artículo 80, inciso 1°, del Código Penal”. (16)

No hay dudas de que la madre respecto de su hijo menor, se presenta una posibilidad del dañar a
su hijo, pero ¿cómo interpretar esa falta de cuidado como un resultado no querido pero posible?
Si analizamos el criterio del fallo, el mismo podría ser configurado como un caso de culpa
consciente temeraria. De la misma manera si entendemos que la conducta de la madre ha sido
intencional, ¿por qué no considerarla como un dolo directo?
En la jurisprudencia no suele utilizarse criterios de distinción entre dolo directo y dolo eventual,
sino que se habla en uno u otro sentido indistintamente:

“La figura del homicidio criminis causa está estructurada sobre la figura básica del homicidio, pues
el verbo definitorio ‘al que matare’ es común a ambas, lo que en la práctica significa que para que
ella concurra, es necesario que se integre con el tipo básico del artículo 79 del Código Penal, más
un subjetivismo especial, que está representado por la finalidad o motivación del autor. Es decir,
que desde el punto de vista subjetivo, la culpabilidad reside en el dolo directo o eventual del
autor, representado por la idea de querer o asentir el resultado muerte, pero con la finalidad de
llegar al otro delito, terminar de consumarlo o asegurarse su impunidad”. (17)

III.- Dolo eventual y culpa consciente

Los límites para distinguir el dolo eventual de la culpa consciente es uno de los problemas del
ámbito probatorio. No hay dudas de que tratándose de un caso de culpa inconsciente donde el
sujeto no tiene representación del resultado, no podría confundirse con el dolo eventual. Pero las
mayores dudas son en el ámbito de la culpa consciente temeraria, aquella que sí tiene
representación del resultado y donde no hay dolo pero sí dominabilidad.

Ha sido siempre muy difícil ofrecer criterios estables y útiles para demarcar la frontera entre dolo
eventual y la imprudencia consciente o la negligencia. Sólo podría afirmarse que en la culpa
consciente, el resultado, aunque con un yerro en sus cálculos, es rechazado por el autor. (18) En el
mismo sentido –Stratenwerth (19)– admite que sigue siendo dudoso cómo se debe delimitar con
precisión un dolo de esa naturaleza -eventual- de la imprudencia temeraria.

La jurisprudencia ha reconocido esta dificultad de distinción y por lo tanto utiliza como eje
diferenciador la duda en beneficio del imputado y estar del lado de la culpa consciente ante la
dificultad de distinguirla del dolo eventual:

“Por no haber tomado los recaudos necesarios al tomar el arma, dirigiéndola imprudentemente en
dirección a la víctima, se debe responsabilizar al imputado como autor penalmente responsable
del delito de lesiones gravísimas culposas en virtud de ser la atribución más favorable que se
pueda realizar al hecho realizado por él, dada la duda respecto de cómo diferenciar el dolo
eventual de la culpa conciente, como asimismo en materia de los hechos no puede afirmarse con
grado de certeza si se representó o no el resultado, y que para el caso de haberse representado la
posibilidad del resultado, si obró con indiferencia o sobrestimando su capacidad para evitar el
resultado”. (20)

La cita jurisprudencial se refiere a “recaudos necesarios al tomar el arma” -deber de cuidado- y


luego expresa “dada la duda razonable de cómo diferenciarlo del dolo eventual de la culpa
consciente” y agrega “en materia de los hechos no puede afirmarse con grado de certeza si se
representó o no el resultado” -dificultad de índole probatoria-.

Otra jurisprudencia también se ha manifestado sobre el aspecto probatorio del dolo eventual,
interpretando el tipo de dolo que exige un tipo penal en particular:
“La figura del art. 278, exige como elemento subjetivo, no la culpa, sino el dolo eventual, que no es
otra cosa que la representación de la posibilidad de que las cosas provienen, de acuerdo con las
circunstancias, de un delito. Esa representación mental debe probarse; y no sólo por
circunstancias objetivas, sino también subjetivas”. (21)

La representación mental de las posibilidades de realizar el resultado, establece el tribunal debe


probarse objetiva y subjetivamente; en el primer caso el sujeto conoce los elementos objetivos del
tipo que quiere realizar -no así el resultado según la teoría del dolo eventual- ¿pero cómo probar
las circunstancias objetivas de prever algo no querido? ¿Cuáles son los criterios de distinción para
determinar que la conducta de dolo eventual y no de culpa conciente? Si el tribunal tiene claro
que el tipo penal exige dolo, eliminando el elemento subjetivo culposo, por qué no configurarlo
como un caso de dolo directo; o es dolo o es culpa. La distinción de las formas de dolo no hace
sino complejizar la interpretación de las conductas intencionales.

Las dificultades no solo son de orden probatorio sino también desde el punto de vista procesal.
Hay juzgados que tienen competencia en materia de delitos culposos; de acuerdo a la
interpretación de un juez un hecho puede ser culposo y otro juez considerarlo en grado de dolo
eventual, y crear un conflicto de competencias como ha sucedido por las diferentes
interpretaciones entre culpa consciente y dolo eventual:

“… el titular del Segundo Juzgado de Instrucción, rechaza la competencia atribuida, fundando su


decisión en que la imputación delictual atribuida debe ser la forma culposa, toda vez que de las
pruebas obrantes en autos así se desprende, planteándose así; el conflicto de competencia
negativa traído a conocimiento del tribunal. De la lectura de los respectivos autos, surge sin lugar a
dudas que el rechazo de la competencia surgido entre ambos tribunales, radica en la existencia del
elemento subjetivo distintivo de la culpa y el dolo eventual. En este orden de ideas, debe
precisarse que la calificación legal atribuida en el acto de la declaración indagatoria como así; en el
auto de procesamiento, es totalmente provisoria, y como tal, será; susceptible de ser modificada o
adecuada en el transcurso del juicio oral, en el caso que así; corresponda, que será; la etapa
procesal oportuna en la que se evaluarán todas las pruebas obrantes en la causa y por ende el
elemento subjetivo del tipo que en definitiva pueda ser enrostrado al imputado…”. (22)

El dolo eventual -señala Rusconi- presente déficit de legitimidad frente al dolo de consecuencias
necesarias, por la ausencia de certeza y frente al dolo directo, por la ausencia de dirección precisa
hacia el resultado lesivo. Ello ha generado dudas en la doctrina a la hora de definir la frontera
entre dolo eventual y culpa consciente. (23)

IV.- El dolo eventual y el principio de legalidad

En la introducción del trabajo hicimos referencia a la violación del principio de legalidad que
implica adoptar la teoría del dolo eventual, por no estar previsto en la ley y por convertir la
doctrina en fuente del derecho penal. Pero otra de las dificultades es de orden probatorio: ¿Cómo
se prueba el dolo eventual? ¿Cómo probar que a una persona se le presentó la posibilidad de un
resultado y lo menospreció? ¿Cómo distinguirlo un caro de menosprecio de uno de exceso de
confianza?
La mayoría de los tipos penales del Código Penal son dolosos y la jurisprudencia está plenamente
aceptado calificar delitos en grado de dolo eventual:

“Con relación a la antinomia planteada como agravante… pone de manifiesto la doble valoración
en sentido agravatorio efectuada en fallo… tales argumentaciones ya fueron efectuadas en orden
a la subsunción del hecho en el tipo penal de Homicidio Simple con dolo eventual –(24)-.”

Un homicidio simple (art. 79 del Código Penal) doloso exige conocimiento y voluntad. Si hablamos
de dolo directo, el sujeto conoce y quiere el resultado; el resultado representado en es querido;
pero cuando hablamos de dolo eventual, ese resultado no es querido sino probable. ¿De qué
manera puede analizarse el ánimo del agente para pasar a considerar que estamos ante una mera
probabilidad no querida, pero aún así realiza la conducta? Si el agente realiza la acción -
conociendo los elementos objetivos del tipo- y tiene una probabilidad real e inmediata del
resultado y lleva a cabo la realización de su conducta típica hace él ¿cómo podemos probar en este
hecho una cuestión psicológica sobre “resultado probable no querido? ¿No se trata del mismo
dolo directo o indirecto según el caso? ¿No hay en ambos casos dominabilidad?

No hay forma de probar la configuración del dolo eventual, más que la mera manifestación del
sujeto admitiendo que ese no era el resultado que buscaba, pero igualmente se le representaba;
en un caso de duda o falta de certeza y en virtud del principio indubio pro reo, se considerará un
caso de culpa consciente temeraria (como analizamos en el punto anterior).

Está claro que desde el punto de vista teórico, se distingue un dolo en grado directo o indirecto del
dolo eventual, pero las dificultades prácticas de orden probatorio en cuanto al método para
probar la configuración de un dolo eventual son evidentes.

Stratenwerth (25) señala que las dificultades de delimitar el dolo eventual de la imprudencia
consciente sugieren a la vez la pregunta ulterior de cuál es el modo en que han de ser averiguados
realmente los correspondientes detalles que de la actitud interna del autor.

Tanto la presentación de un posible resultado es un proceso interno, psicológico, sólo el sujeto


puede afirmar si el resultado fue “querido” o “probable pero no querido”; la ley no tiene
elementos objetivos, ni los jueces elementos probatorios para probar si hubo o no dolo eventual.
Salvo el caso de que el mismo sujeto admita ello, que lo previó un resultado, que no quería realizar
pero desprecio que ello pudiera ocurrir o no; difícilmente se haga una declaración donde se
agravie así mismo.

Parecería ser que es el juez quien desde su interpretación atribuye al sujeto si ha obrado o no con
dolo eventual, pero no en base a elementos objetivos y mucho menos sin haber podido penetrar
en su psiquis para ver que es lo que realmente quería el sujeto. Caemos en el peligro señalado
advertido por Stratenwerth (26) de una especie de derecho penal de autor, donde el juez juzga en
base a la creencia de que el sujeto puede actuar o no dolosamente. El dolo no se verifica por
constatación sino por atribución del juez.

V.- La superación de las “formas de dolo”


En los párrafos precedentes hemos discutido sobre lo innecesario de distinguir clases o formas de
dolo, para hablar de un solo dolo y ser más sencilla la distinción entre dolo y culpa. En este sentido
parte de la doctrina alemana, como en el caso de FRISCO (27), considera superada la teoría de la
formas de dolo al eliminar el elemento volitivo.

En la actualidad se está discutiendo acerca la presencia del elemento volitivo como integrante del
dolo y dar más preeminencia al elemento cognitivo.

El elemento volitivo es el criterio diferenciador de la teoría de las formas del dolo, para hablar de
dolo directo, indirecto y eventual. Suprimiendo el elemento volitivo, y teniendo en cuenta que el
elemento cognitivo es común a todas las “formas de dolo”, no tiene sentido de hablar de clases o
formas de dolo sino de un solo dolo.

Bacigalupo considera que la distinción entre dolo y culpa no se debe buscar en la antinomia
“voluntario/involuntario”, sino en el par de conceptos “conocimiento/desconocimiento”. (28)

Jakobs (29), toma posición al manifestar que “dolo es el conocimiento de la acción y sus
consecuencias”, reduciendo este concepto al elemento intelectivo y prescindiendo del elemento
volitivo.

En orden a las ideas planteadas sostenemos desde este trabajo dos formas de culpabilidad
principales para responder penalmente: el dolo (así, a secas) y la imprudencia (como se denomina
en España, para no provocar confusiones con la culpabilidad dolosa, al utilizar el término “culpa”,
que tiene una remisión directa al Derecho civil, por otra parte).

El dolo conocimiento, eliminando el elemento voluntad, que a partir de la teoría final de la acción,
es prácticamente innecesario y se encuentra inevitablemente unido en una acción dolosa, por
tratarse de una acción final.

Si el dolo es conocimiento, como ya lo demostró la sentencia del Supremo Tribunal Alemán en el


caso de la “correa de cuero”, es indudable que resulta inadmisible pensar que quien realiza una
picada implica el conocimiento de atropellar a alguien. Este un caso típico de imprudencia. Donde
lo relevante es la evitación: la conducta debió ser evitada. Pero con el dolo, la conducta es
conocida y meta del autor. Los asesinos de la víctima homosexual, sabían que apretarle el cuello
podía provocarle la muerte y así ocurrió, en eso se define el dolo. No existió imprudencia. Realizar
una picada no implica matar a una niña, es completamente distinto.

Si cuando analizamos la conducta del sujeto, éste conoce el curso de la misma, no interesa indagar
sobre el elemento volitivo. De qué forma puede negar el dolo -quien tiene un conocimiento real e
inmediato- y alegar que el resultado no era deseado; mientras más circunstancias conozca sobre el
posible resultado de conducta típica, menos posibilidades tendrá de negar el dolo, pero éste dolo
a secas, y no eventual; de lo contrario si las circunstancias o particularidades del caso prueban que
el resultado no era previsible o de tipo de error vencible, se tratará de un caso de culpa
consciente.

Esta perspectiva dogmática elimina la dificultad de dolo, dolo eventual, culpa con y sin
representación.
VI.- Conclusiones y toma de posición

La pregunta es sencilla: ¿cuál es el fundamento legal para aplicar una “institución doctrinaria” en
detrimento del principio de legalidad? Si la política criminal del Estado es contemplar las
demandas sociales, habría que comenzar por reformar la ley pero no dejarla de lado.

¿Por qué no darle validez a la teoría del dolo eventual por intermedio de la ley, en vez de la
arbitraria interpretación de los jueces ante cada presión social que se presente en cada caso en
particular?

El problema de las “formas” de dolo es a nivel de interpretación judicial y no de la ley, ya que es no


distingue clases de dolo y al momento de la aplicación de la pena, todas las formas de dolo quedan
equiparadas.

Hasta el momento pareciera ser que la adopción de los tribunales a la teoría del dolo eventual, no
es sino una forma de calmar la “sed del público”, al no conceder la excarcelación por el monto de
la pena.

La aplicación del dolo eventual es un claro ejemplo de una institución que se aplica de acuerdo a la
presión social del momento.

Si lo que se quiere evitar es la crítica ante los jueces por la decisión de dejar en libertad a
imputados, ante el carácter excarcelable del delito, habría que optar por cambiar la ley -
aumentando las penas, eliminando la posibilidad de excarcelación- y dejar de aplicar la doctrina
como fuente del derecho penal en detrimento del principio de legalidad.

(1) ZAFFARONI, Eugenio R., Manual de Derecho Penal. Parte General, Ed. Ediar, Buenos Aires,
2005, pp. 403.

(2) NÚÑEZ, Ricardo, Manual de Derecho Penal. Parte General, Ed. Lerner, Córdoba, 1999, pp. 187.

(3) BACIGALUPO, Enrique, Derecho Penal. Parte General, Ed. Hammurabi, Córdoba, 1999, pp. 316.

(4) Corte Suprema de Justicia de la Provincia de San Juan, Protocolo de Recursos Extraordinarios,
Tomo I, Folio 85. 22/03/2010. Sala II.

(5) RUSCONI, Maximiliano, Derecho Penal. Parte General, Buenos Aires, Ad Hoc, 2007, pp. 243.

(6) JESCHECK, Hans, Tratado de Derecho Penal, Barcelona, Bosch, 1981, pp. 321.

(7) STRATENWERTH, Günther, Derecho Penal. Parte General. El hecho punible, Buenos Aires,
Hammurabi, 1999, pp. 192.

(8) GIMBERNAT ORDEIG, Enrique, “Algunos aspectos de la reciente doctrina jurisprudencial sobre
los delitos contra la vida (dolo eventual, relación parricidio-asesinato)”, en ADPCP, t. XLIII,
Fascículo II, mayo-agosto MCMXC, pp. 428.

(9) Suprema Corte de Justicia, Pcia., de Mendoza, 24/04/06, “Fiscal c. Tribiño Bonilla, Gastón
Gabriel y otro p/Homicidio Simple Agravado por el uso de arma de fuego en concurso real con
lesiones leves agravadas por el uso de arma de fuego s/Casación”.
(10) TERRAGNI, Marcos, comentario a fallo, en
http://www.terragnijurista.com.ar/jurisprudencia/mendoza.htm. Recuperado el 20 de agosto de
2012.

(11) Cám. Penal y Contravencional nº 1 – Villa Mercedes (Pcia. de San Luis), 03/03/2009 –
“Incidente de apelación en autos M. G. E., C. P. D. /-Av. Homicidio calificado-Exp. nº 143-I-2008”.

(12) ZAFFARONI, ob. cit., pp. 407.

(13) BACIGALUPO, ob. cit., pp. 324.

(14) JAKOBS, Günther, Strafrecht, Allegemeiner Teil, 1991, pp. 268.

(15) Los niños eran mutilados para mendigar; por las mutilaciones varios de ellos murieron. Se
considera un caso de dolo eventual; los agentes encargados de las mutilaciones no querían el
resultado muerte -no podrían cumplir su objetivo de recaudar dinero por intermedio de las
limosnas- pero sí se les representaba el resultado de la muerte de los niños. Aceptaban la
posibilidad de ese resultado.

(16) Cám. Crim., n° 2, Mendoza, expte.: 19465 – Fiscal c. Videla Lucero y otros p/ homicidio
calificado y abandono de persona agravado por el resultado de muerte por el vínculo (arts. 80 inc.
1 y 106 del C.P.), 26/10/2011 – sentencia.

(17) Cám. Crim. n° 1, Mendoza, expte.: 28592 – Fiscal c. Loyola Corzo y otro p/ Homicidio criminis
causa, 18/06/2009 – sentencia.

(18) RUSCONI, ob. cit., p. 243.

(19) STRATENWERTH, ob. cit. p. 243.

(20) Cám. Crim. n° 5, Mendoza, expte.: 21085 – Fiscal c. Ahumada Núñez, Oscar Alejandro p/
homicidio agravado por el uso de arma de fuego, 18/08/2010 – Sentencia.

(21) Cám. Crim. n° 2, Mendoza, expte.: 1432 – Fiscal c. Videla Umbides p/ Hurto Calificado,
28/10/1983 – Auto.

(22) Corte Suprema de Justicia, Pcia. de San Juan, Sala II, 24/11/99, “Protocolo de causas de
competencia, Fº 23/24, año: 1999”.

(23) RUSCONI, ob. cit., p. 243.

(24) Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de San Luis, 30/12/2008, “S. D. y Otros /-Recurso
de Casación – Exp. Nº 17-S-2004”.

(25) STRATENWERTH, ob. cit.; p. 199.

(26) STRATENWERTH, ob. cit., p. 200.

(27) FRISCH, Vorsatz und Risiko, p. 496.

(28) BACIGALUPO, ob. cit., p. 324.


(29) JAKOBS, Günter, “Criminalización en el estadio previo a la lesión de un bien jurídico”.
Ponencia presentada al Congreso de los penalistas alemanes, Frankfurt, mayo 1985.

Normativización del Dolo Eventual – El Caso Utopía

Deja una respuesta

Sobre el aspecto subjetivo de la tipicidad: ¿Dolo eventual o culpa consciente?

DAVID A. ALAN CASTILLO

________________________________________________________________________________
_________

I. Hechos que sirven de marco fáctico

1. Los hechos que son objeto de valoración en el presente análisis y que sirven de marco
fáctico a la presente opinión legal se refieren al incendio acaecido el día 20 de julio de
2002 dentro de las instalaciones de la discoteca “Utopía”, ubicada enel sótano del Centro
Comercial Jockey Plaza en la ciudad de Lima, hechos que son de conocimiento público al
día de hoy.

2. Los hechos probados que sirven de marco al presente informe refieren que en la discoteca
Utopía se realizaron fiestas en la cuales se jugaba con fuego en las barras de la discoteca.
El día 20 de julio del 2002, aproximadamente a las 2:54 de la madrugada, el señor Percy
Edward North Carrión, administrador de la discoteca, se retiró de la discoteca a su
domicilio por un momento para cambiarse de ropa. Durante la ausencia del señor Percy
North, la persona de Ferreyros O`hara, empleado de la discoteca, realizó unos juegos con
la finalidad de divertir al público asistente. Como parte del show, Ferreyros O`hara roció
con bencina un hilo en el contorno de la cabina del discjockey, prendiendo fuego con
un encendedor, hecho que motivo que las personas allí presentes disfrutaran de mayor
diversión. Este acto se repitió varias veces sin mayores consecuencias, hasta que éste
cogió el aerosol Wizard y presionó la tapa, encendiendo el gas inflamable que salía del
aerosol con un encendedor, lo que provocó una llamarada de fuego que alcanzó el techo
del local, que por estar cubierto con un material inflamable, desató de inmediato el
incendio del techo de la discoteca, lo que provocó los lamentables resultados
de muertes y lesiones.

3. En este marco fáctico, al señor Percy North se le imputan las muertes y lesiones graves de
diversas personas producidas como consecuencia del incendio referido. Según la
imputación penal, en concreto, se le atribuye, en su calidad de gerente y administrador de
la Discoteca, haber remodelado y acondicionado la discoteca, sin adoptar las medidas de
seguridad necesarias frente a la posibilidad de un incendio.

II. Dolo eventual y culpa consciente

Estas dos figuras del aspecto subjetivo en sede de tipicidad, Dolo eventual y culpa consciente, se
encuentran desarrolladas por la doctrina y Jurisprudencia.

1. Respecto al Dolo eventual o Dolus eventualis, Claus Roxin lo resume de la siguiente


manera: la delimitación del dolus eventualis en relación con la imprudencia consciente no
puede prescindir de parámetros normativos de valoración. Pero el sustrato de esta
valoración no puede limitarse a determinada representación de peligros. Más bien, el
juicio sobre si el autor – así sea bajo una emergencia y de manera eventual – se ha
decidido en contra del bien jurídico protegido, tiene que ser emitido considerando todos
los elementos objetivos y subjetivos de los hechos, relevantes para la actitud de dicho
autor.[1] Es decir, al momento de la valoración normativa respecto al actuar del agente, se
ha de tener en cuenta todo el curso físico y psíquico que lo llevo a introducirse dentro de
la negación del bien jurídico amparado. Todo análisis ha de desarrollarse considerando
además de la posibilidad de la producción de un resultado, de las circunstancias en que
esta decisión se ha materializado en el tiempo. Por otro lado, según Ingeborg Puppe: actúa
con dolus eventualis quien establece un “peligro calificado” de que se produzca el
resultado, o sea un llamado “peligro de dolo”. Un peligro de Dolo es aquel que solamente
colocaría un autor razonable cuando se conforme con la producción del resultado, lo haga
suyo, etc., cuando un ser razonable aceptaría solamente bajo la máxima de que el
resultado de lesión vaya a ocurrir o por lo menos pueda ocurrir. La Conducta del autor
tiene que suponer una estrategia idónea para la realización del resultado. Si esto es así,
existe dolus eventualis, incluso si el autor no hubiera tomado en serio el peligro y haya
confiado en un desenlace feliz.[2] El dolo eventual o peligro de dolo, como lo acuña la
referida autora, se da en circunstancias tales en que el autor razonable – que no es otro
que aquel ciudadano que demuestra una garantía cognoscitiva de la norma, por
consiguiente sus actuaciones han de enmarcarse dentro de ella – posee una
representación de posibilidad sobre la realización del resultado; la idoneidad de su
conducta como estrategia para la materialización del resultado supone la valoración
normativa de un conjunto de acciones previas al desenlace que hicieran prever
físicamente su materialización contra el bien o bienes jurídicos protegidos, no existe
suficiencia valorativa al considerar únicamente la posible representación mental del
resultado por parte del autor, además, y aquí una similitud con lo expuesto por Roxin
anteriormente, ésta valoración normativa ha de tomar en cuenta todos aquellos datos
objetivos que permitan establecer relaciones tangibles entre los actos previos al daño
producido y los actos mismos de lesión al bien jurídico tutelado. En similar sentido, la
jurisprudencia ah establecido que la imputación en materia penal no puede estar
sustentada únicamente en la concurrencia de elementos cognitivos. El dolo eventual, que
es la categoría más cercana a la culpa consciente debe exigirse: (i) Un conocimiento de la
capacidad concreta de la conducta para generar un resultado típico; (ii) La producción del
resultado típico debe evaluarse dentro del contexto del aumento de un riesgo permitido;
(iii) Dicho conocimiento no debe implicar una evaluación estadística por parte del agente,
de la probabilidad de daño; (iv) Se trata de evaluar en la situación concreta y con relación
al agente, si su pronóstico concreto lo llevaba a la convicción de que no se produciría el
resultado Típico; (v) Finalmente, es de señalar que la aceptación a la que se alude en el
dolo eventual, en los términos aquí planteados, no se refieren a la aceptación del
resultado dañoso, sino únicamente de la conducta capaz de producirlo. En situaciones
especial y masivamente peligrosas el conocimiento del peligro propio de una acción que
supera el límite del riesgo permitido, es suficiente para acreditar el carácter doloso del
comportamiento; en consecuencia, obrará con dolo el autor que haya tenido
conocimiento del peligro concreto que deriva de su acción para los bienes jurídicos.[3] En
consecuencia, en el comportamiento a título de dolo eventual, el sujeto activo al
desplegar su conducta asume la posibilidad de producción del resultado,[4] pues según el
criterio predominante no debe tenerse en cuenta los sentimientos de aprobación o de
indiferencia del agente con relación al resultado; se considera suficiente que respecto a su
probable realización, el agente se haya conformado con que se produzca.[5]

Ahora bien, hasta aquí una breve exposición del panorama respecto al dolo eventual queda claro,
su delimitación en cuanto a la valoración de la conducta misma por un lado y la producción del
resultado típico como consecuencia de ésta, por otro, nos presenta un marco de análisis más
completo y estructurado.

1. Seguidamente delimitaremos el estado actual de la figura de la culpa consciente. Ella, tal y


como lo ha señalado el tribunal español en la sentencia del Caso Colza, se encuentra
también determinada por cuestiones volitivas de la conducta, esto se refleja así en la
capacidad de las personas de dirigir finalmente sus acciones u omisiones. Si en el dolo
eventual el agente considera seriamente la probabilidad del resultado dañoso, aceptando
necesariamente dicha probabilidad con la realización de una conducta peligrosa, per se, o
por otra persona; en la figura de la culpa consciente existe contrariamente la creencia de
que el peligro no va a concretarse o materializarse. Esta representación mental, en el
ámbito síquico del agente, requiere de igual manera que en el dolo eventual expuesto por
Roxin, de un análisis normativo de las circunstancias previas a la realización de la conducta
peligrosa o bien llamada para estos casos imprudente; es decir, la valoración de la
actividad desplegada por parte del autor no deberá circunscribirse únicamente en la
probabilidad que éste se haya elaborado mentalmente al momento de establecer la
posible peligrosidad de su conducta, es necesario una valoración normativa de los
antecedentes fácticos y las consecuencias típicas que ella produzca, incluso se deberá
tomar en cuenta la actitud que ejerza el autor durante y después de la realización del
resultado dañoso. Respecto a este punto, el profesor José Caro establece que lo esencial
del tipo de lo injusto del delito imprudente no es la simple acusación de un resultado, si no
la forma en que se realiza la acción; o sea, para saber quién debe responder del resultado
producido, no basta con establecer la simple conexión causal, sino que es preciso, además
saber quien actuaba diligentemente y quién no.[6] Es aquí donde la figura de la culpa
consciente encuentra su concretización valorativa y esto porque como he expuesto
anteriormente, el concepto “diligencia” en el ámbito jurídico-penal deberá extraerse
necesariamente mediante una operación valorativa de los datos objetivos existentes
desde el inicio de la conducta peligrosa, así como de su resultado típico. Los tipos
objetivos imprudentes o culposos exigen básicamente la realización de una conducta que
origine un riesgo típicamente relevante y que el riesgo creado, no permitido, sea el
resultado de una inobservancia del deber de cuidado – momento del desvalor de la
conducta, el cual resulta agravado si lo que se infringe son reglas técnicas de
profesión.[7] Así, esgrimir el criterio que permita distinguir el dolo eventual de la culpa
consciente resulta problemático, pues no se trata de fijar un esquema de orden
psicológico, sino más bien de precisar un criterio normativo.[8] Esto es así, respecto a la
culpa consciente, pues el sujeto no ha calculado la realización del tipo legal o del resultado
como formando parte de su plan de acción y además, el mismo confía imprudentemente
en que evitara lo que se había representado como posible o tiene la esperanza de que no
suceda y no deja que los sucesos sigan simplemente su curso. Ahora, la simple ligereza en
la realización del tipo legal dará lugar también a la culpa consciente, siempre y cuando
esta llamada ligereza se extraiga de la valoración objetiva del comportamiento peligroso
del agente. Entonces, la culpa consciente aparecerá luego de un procedimiento lógico en
la cual el juzgador comprobara la carencia de suficiencia volitiva en la realización de la
conducta peligrosa por parte del agente, ya sea porque éste, como se ha detallado
anteriormente, no planificó ni tuvo en cuenta como potencialmente posible la producción
del daño típico, ya sea porque su conducta expresa determinada ligereza de la cual se
pueda inferir que nunca tuvo la intencionalidad de lesionar un bien jurídico tutelado
penalmente.

En conclusión, estaremos ante un dolo eventual cuando alguien simplemente acepta, se conforma
o se resigna con la realización del tipo legal, desea la realización y, por consiguiente actúa
dolosamente; en la práctica estos requisitos pseudo volitivos como el aceptar, conformarse o
resignarse se deducen sobre todo, de la circunstancia de que un sujeto no haya desistido de su
conducta pese a ser consciente del riesgo de realización típica que conllevaba.[9] En la culpa
consciente, contrariamente a lo que sucede con el dolo eventual, si bien el agente realiza también
una representación mental sobre los posibles resultados o consecuencias de su conducta, éste
proceso psicológico lo determina, de acuerdo a las condiciones o circunstancias objetivas en la
cual se realiza la conducta, a suponer o esperar que el resultado típico no se concretice, por
consiguiente, aquí, el sujeto no se conforma ni acepta la consecuencia resultante.

III. Delitos Imputados

Ahora bien, estando a la exposición fáctica de las circunstancias en que se desarrollaron los hechos
materia del presente informe, está probado que el fuego acaecido en la Discoteca Utopía, del cual
el imputado Percy Edward North Carrión se desempeño como Gerente General, se produjo como
consecuencia del uso de agentes inflamables durante el desarrollo de una fiesta el día 20 de julio
del 2002, aproximadamente a las 2:54 de la madrugada. Esta conducta peligrosa produjo la
muerte de varias personas (pluralidad de víctimas) y lesiones graves en otras; en mi opinión
personal, ésta se subsume dentro de los tipos penales de Homicidio Simple y Lesiones Graves,
debiendo tenerse al imputado como autor de dichos ilícitos a titulo de Dolo Eventual; y por la
naturaleza de su materialización, estaríamos ante la figura de Omisión Impropia – Comisión por
Omisión; además, el imputado tenía la calidad de Gerente General durante la realización de los
hechos; circunstancia que configura respecto a éste, el deber de observar las mínimas reglas de
seguridad – Deber Jurídico -incorporando los procedimientos regulares de evacuación en los casos
de posibles siniestros, máxime, si la naturaleza de la actividad comercial que desempeñaba –
Discoteca Utopía – así lo requería; por consiguiente, al poseer el imputado un deber objetivo de
cuidado, las imputaciones contra él se fundamentan en las siguientes consideraciones de tipicidad:

1. El tipo penal de Homicidio Simple tipificado en el Art. 106º del Código Penal establece: “El que
mata a otro será reprimido con pena privativa de libertad no menor de seis ni mayor de veinte
años”; para cuya configuración, es preciso constatar en el agente una especial intencionalidad
dirigida hacia la realización del resultado típico, dicha intencionalidad importa en el sujeto activo
un conocimiento actual de los elementos objetivos del tipo.[10]

2. El tipo penal de Lesiones graves, prescrito en el Art. 121º del Código Penal establece: “El que
causa a otro, daño grave en el cuerpo o en la salud” (…); injusto penal que pone en peligro
inminente la vida de la víctima; siendo que la cualidad o intensidad de la lesión padecida se
establece en base a indicadores cuantitativos relacionados con la incapacidad generada por la
lesión o con el tiempo de asistencia facultativa que demanda.[11] Para el caso, tanto el delito de
Homicidio Simple y Lesiones Graves, son delitos de resultado.

3. Descrita la tipicidad de ambos delitos, es preciso establecer que, si bien es cierto, en la conducta
del imputado durante la realización de los hechos, no se evidencia una especial intencionalidad –
dolo directo – de producir el resultado muerte de los agraviados, no es menos cierto que de su
conducta y del curso causal de los hechos, puede inferirse que actuó con dolo eventual al infringir
una norma objetiva de cuidado, deberes que guardan estrecha vinculación con su calidad de
Gerente General de la Discoteca Utopía donde se registró el siniestro materia de análisis;
calificación que a continuación pasaremos a exponer haciendo uso de la Teoría de la Imputación
Objetiva.

IV. Acerca de la Imputación Objetiva en el presente caso

Análisis de la Tipicidad Objetiva

1. Para asumir los hechos a partir de la teoría de la imputación objetiva, debemos cumplir los
siguientes pasos, los cuales se condensan en la siguiente fórmula: a) Relación de Causalidad; b)
Creación o incremento de un riesgo Jurídicamente desaprobado; c) Que, este riesgo se realice en
el resultado[12]:

a) Bien, como primer paso tenemos la tarea de establecer la relación de causalidad existente entre
la conducta del imputado Percy Edward North Carrión, consistente en la infracción de un deber
objetivo de cuidado – aplicar y ejecutar las medidas de seguridad establecidas por la autoridad
competente en el local Utopía – cuya infracción se materializó mediante una omisión – no
implemento ningún procedimiento de seguridad -; y por otro lado el resultado dañoso, la muerte y
lesiones graves de los asistentes a dicho local nocturno. A efectos de confirmar este nexo causal,
es necesario utilizar la teoría de la equivalencia de las condiciones. Según esta teoría, un
comportamiento se puede considerar causa de un resultado si, suprimiéndose mentalmente hace
desaparecer el resultado. Entonces, si suprimimos la omisión realizada por el imputado Percy
Edward North Carrión respecto a la falta de previsión de medidas de seguridad y procedimientos
de evacuación necesarios para casos de siniestros, además de restringir toda actividad
recreacional riesgosa dentro del local – infracción de un deber de cuidado – el resultado muerte y
lesiones graves padecidos por los asistentes no se habría producido. Ello se desprende
sustancialmente de las declaraciones de Roberto Jesús Ferreyros O`hara, quien manifiesta haber
realizado actos de fuego dentro de la discoteca, en incluso dentro de la cabina del disc jockey
mediante un aerosol, lo cual fue autorizado por el mismo imputado, aunado a la carencia de
señalización y a las obstrucciones física que presentaba el local siniestrado, devino en el resultado
típico señalado.

b) Confirmada la relación de causalidad, seguimos con el análisis de la imputación objetiva. Se


trata de averiguar si el resultado (muerte y lesiones graves), es objetivamente imputable al
comportamiento del imputado (omisión de implementar medidas de seguridad). Para dicho
análisis, es necesario determinar si la acción consistente en una omisión introduce un peligro
jurídicamente desaprobado. Entonces, podemos inferir, según los datos fácticos, que se ha creado
un riesgo reprochable por parte del imputado, ya que el uso de agentes inflamables dentro de un
recinto cerrado y destinado para fines totalmente distintos a esa conducta, representan
materialmente una situación riesgosa, aunado a la carencia de medidas de seguridad necesarias
en casos de emergencia y evacuación; estas circunstancias dentro de un juicio de previsibilidad
objetiva, habrían de suponer la producción de un resultado dañoso de esta naturaleza. No se
puede concebir lógicamente, que durante la celebración de una fiesta dentro de un local
hermético, ubicado en el sótano de un inmueble, que por sus condiciones carecía de ventanas y
filtros de escape amplios, que los actos de fuego realizados dentro de ella, además de otras
actividades riesgosas, no dejarían como saldo el resultado con el que nos encontramos. La omisión
estrictamente concebida como la falta de medidas de seguridad y entorpecimiento de las vías de
evacuación, per se, constituyen un riesgo que no es tutelado por el derecho penal, menos aún
pretender sostener que el uso de objetos inflamables dentro de una discoteca para entretener al
público es parte de un uso habitual en el desarrollo de espectáculos de este tipo; lo cual no hace
más que sobredimensionar aquel riesgo jurídicamente reprochable por la conducta omisiva
consistente en la infracción de un deber objetivo de cuidado por parte de Percy Edward North
Carrión; en conclusión, en este punto encontramos la configuración de la creación de un riesgo
jurídicamente desaprobado por el derecho penal.

c) Como último paso, necesitamos comprobar materialmente si el resultado – muerte y lesiones


graves, representa la realización o concreción de aquel riesgo que introdujo la conducta del
imputado. Es decir, si la creación de este riesgo se ha materializado en el resultado típico de
muerte y lesiones graves. En efecto, tenemos que la acción realizada por el agente, que para el
caso consiste en la infracción de un deber objetivo de cuidado – Omisión Impropia – resulta ser
peligrosa y deviene en el resultado típico de muerte y lesiones graves materia de análisis, pues, el
riesgo creado por dicha conducta omisiva ha traído un resultado que le es imputable
objetivamente a éste. La fuente de peligro fue creada a partir de su estado de garante frente a la
víctimas (fue el imputado quien permitió el uso de agentes inflamables dentro de la discoteca); y,
la falta de mecanismos de seguridad frente a siniestros, actuaron de manera conjunta para
producir el resultado típico.

V. Análisis de la Tipicidad Subjetiva

Dolo Eventual

En la introducción del presente informe se ha clarificado las definiciones doctrinarias sobre el dolo
eventual y su tratamiento sistemático por la jurisprudencia nacional e internacional. Para los fines
de valoración normativa en el presente caso, tendremos que el dolo eventual, ha sido asumido
mayoritariamente como aquel “peligro calificado” de que se produzca el resultado dañoso, o sea
un llamado “peligro de dolo”. Un peligro de Dolo es aquel que solamente colocaría un autor
razonable cuando se conforme con la producción del resultado, lo haga suyo, cuando un ser
razonable aceptaría solamente bajo la máxima de que el resultado de lesión vaya a ocurrir o por lo
menos pueda ocurrir. La Conducta del autor tiene que suponer una estrategia idónea para la
realización del resultado. Entonces, el dolo eventual ha de suponer la valoración por parte del
sujeto de que su conducta riesgosa, es capaz de producir un resultado lesivo. Determinado el
ámbito interpretativo del dolo eventual, pasaremos a analizar el caso en concreto:

a) De acuerdo a las consideraciones fácticas sub exánime – el resultado lesivo para las víctimas, las
condiciones de seguridad del local siniestrado y la conducta riesgosa o fuente de peligro creada -;
se tiene que el imputado Percy Edward North Carrión manifiesta no haber actuado con dolo
eventual, que por el contrario actuó con culpa consciente ya que en autos no se ha acreditado que
su conducta sea la detonante del incendio; que no se ha comprobado que autorizó a Ferreyros
O`hara para la realización del espectáculo de fuego, y que no pudo evitar la propagación del
incendio debido a que no se encontraba presente en dicho lugar en el momento de los sucesos.
Los argumentos de defensa esgrimidos por el imputado en contraste con los fundamentos fácticos
corroborados en sede de investigación preliminar me lleva a la conclusión de que éste, si actuó
bajo dolo eventual.

b) En primer lugar, tenemos la manifestación de Ferreyros O`hara, empleado de la discoteca,


quien manifiesta que el imputado presto su consentimiento para que éste realizara un espectáculo
dentro de la discoteca haciendo uso de agentes inflamables, lo cual originó el incendio que
produjo la muerte de las víctimas. Este elemento representa el primer indicio del
quebrantamiento del deber de cuidado que poseía el imputado frente a las víctimas, además de la
falta de previsibilidad objetiva en relación al resultado lesivo. La diligencia que es transmitida al
imputado mediante una norma extra penal – normas de seguridad establecidas por intermedio de
la autoridad administrativa correspondiente – no puede dejar de ser advertida por éste bajo
ninguna circunstancia, máxime, si durante la realización de los hechos dirigía el local siniestrado en
calidad de Gerente General – posición de garante – lo cual, lo determina a adoptar las reglas
mínimas de cuidado para proteger bienes jurídicos extraños que ingresan dentro de la esfera de la
actividad comercial que ejecuta.

c) Luego, las inspecciones Técnico-criminalísticas realizados en el local siniestrado concluyeron


que éste no contaba con las medidas de seguridad, evacuación y protección para los asistentes
establecidas por el Instituto de Defensa Civil, menos aún, contaba con licencia de funcionamiento;
además, estos informes[13] señalan las deficientes condiciones de seguridad del local de la
Discoteca Utopía; no tenía señalamientos de salida indicados correctamente, ni alarma de
incendio, no existía tampoco un plano general de evacuación y las luces de emergencia no tenían
la duración necesaria, se rebasó la capacidad del local, el cual como se ha manifestado no tenía
licencia de funcionamiento, y existían muebles que obstruían la circulación para la salida de
emergencia nº 2. El mismo imputado admite que no adquirió extintores porque no imaginó el
incendio, pese al reglamento operativo del centro comercial donde funcionaba este local; además,
según el manual de Diseño y Habilitación de Locales del Centro Comercial, todo salón de uso
comercial debía contar como mínimo con un detector de humo conectado a la red general del
Centro y debía colocar sprinklers de acuerdo a las normativas vigentes de Seguridad en el Perú,
conectados a la red general del Centro Comercial, lo que no ocurrió en el presente caso. Los datos
fácticos señalados supra, se subsumen dentro del tipo de una comisión por omisión prescrita en el
primer párrafo Art. 13º del código sustantivo, “(…)si tiene el deber jurídico de impedirlo (…)”. Ello,
como se ha sostenido inicialmente, configura para el imputado, la posición de garante frente a las
víctimas. La condición de dirección y/o administración de una persona jurídica dedicada a
actividades comerciales en el rubro de entretenimiento como es el caso, establece
normativamente un deber jurídico de cuidado, sobre todo, cuando se trata de la realización de
actividades que por su naturaleza podrían lesionar bienes jurídicos tutelados por el derecho penal.
La calidad de Gerente General, cuyas funciones se encuentran plasmadas en una norma extra
penal – Ley General de Sociedades – así como en los estatutos fundacionales de una sociedad
mercantil, establecen en términos cualitativos el nivel de responsabilidad frente a la misma
sociedad y terceros que posee él órgano de gerencia y/o administración; además, las normas
administrativas referidas al permiso de funcionamiento y medidas de seguridad –
también extrapenales – son emitidas por órganos administrativos del estado – Municipalidades –
cuyas pautas tienen carácter imperativo para los administrados que desarrollen determinadas
actividades comerciales, máxime, si como se ha expuesto anteriormente, la actividad que se
ejecuta informa cierto riesgo en la integridad física o tranquilidad de la colectividad. Es por ello,
que en el presente caso, la omisión de no ejecutar las medidas concernientes a la seguridad del
establecimiento Utopía, configura la infracción de un deber objetivo de cuidado, que para el caso
ha sido corroborado probatoriamente por las instrumentales citadas supra.

d) De esta manera, nos encontramos en un punto del análisis donde se debe dejar sentada la
posición asumida, que no es otra que la concurrencia del dolo eventual por parte del imputado;
así, comprobado el resultado lesivo producto de la conducta omisiva peligrosa; según las reglas de
atribución del conocimiento aplicadas a Percy Edward North Carrión acerca de la peligrosidad de
su conducta, quien la ha definido dentro de sus argumentos de defensa como un actuar
imprudente – culpa consciente; sobre todo al encontrarnos ante delitos de resultado, la doctrina y
la jurisprudencia mayoritarias entienden que, para poder hablarse de una realización dolosa, es
necesario que el imputado se haya representado el riesgo concreto de producción del resultado
típico que creaba con su conducta.[14] Esto, podemos realizarlo en el presente caso haciendo uso
de la prueba de indicios, que consiste en la aplicación de máximas de experiencia a hechos de
naturaleza objetiva previamente probadas. Por consiguiente, los elementos indiciarios con que
contamos descritos en el punto C) de éste informe, nos llevan a asumir, luego de una valoración
normativa de su conducta, que efectivamente, existe dolo eventual; a) la creación de un riesgo
jurídicamente desaprobado, como es el uso de objetos inflamables dentro de un recinto cerrado
abarrotado de personas, que carece de los mecanismos de seguridad propios para salvaguardar la
integridad física de quienes se encuentran expuestos a dicho peligro, es una manifestación de la
aceptación del imputado de conformarse con el resultado que habría de producir una actividad
altamente peligrosa como la descrita; esta fuente de peligro, per se, constituye el primer indicio de
presunción de que el imputado conocía perfectamente de la peligrosidad de su conducta; b) La
falta de habilitación de mecanismos de seguridad que presentaba la discoteca Utopía, representa
el segundo indicio para inferir que la conducta del imputado, desde una perspectiva de
previsibilidad objetiva de los posibles consecuencias, produciría los resultados lesivos con los que
nos encontramos. Si bien es cierto, como se ha sostenido anteriormente, la fuente de peligro
creada a partir del uso de instrumentos de fuego; per se, constituye el origen del curso peligroso
de los hechos, los resultados dañosos podrían haber sido evitados relativamente si el local donde
operaba la discoteca y donde se expandía el fuego, hubiera contado con todos aquellos medios de
precaución y seguridad del que precisamente carecía. Bajo este supuesto, la omisión por parte del
imputado y en su calidad de gerente general de dicho Discoteca – Posición de Garante – de no
haber implementado dichos sistemas dentro del local siniestrado a efectos de proteger bienes
jurídicos protegidos por el derecho penal, rebasan la lógica de previsibilidad que posee un
individuo medianamente diligente a la hora de mantener la regularidad de sus actos dentro de lo
que manda el ordenamiento jurídico. Allí donde la norma extrapenal establece un deber jurídico
de fiel observancia por parte del ciudadano, el derecho penal no debe dejar de advertir su plena
concreción; sobre todo cuando su no cumplimiento u omisión, incide directamente sobre valores
jurídicos protegidos. Por consiguiente, como lo ha señalado ROXIN, la valoración de la conducta
desplegada por el imputado, no puede prescindir de parámetros normativos de valoración. El
sustrato de esta valoración no puede limitarse a determinada representación de peligros. Más
bien, el juicio sobre si el autor – así sea bajo una emergencia y de manera eventual – se ha
decidido en contra del bien jurídico protegido, tiene que ser emitido considerando todos los
elementos objetivos y subjetivos de los hechos, relevantes para la actitud de dicho autor. Bajo este
presupuesto, a merced del presente caso, nos es posible afirmar que la representación hecha por
el imputado acerca de la peligrosidad de su conducta, le debió necesariamente a concluir que el
resultado no sería otro que un perjuicio para los asistentes del lugar. Si tomamos en cuenta el uso
de objetos con fuego dentro del local abarrotado de personas, que ya es otra infracción del deber
de cuidado; la falta de implementación de medidas de seguridad en casos de siniestros, la
presencia de material obstructivo en los pasadizos de salida del local, la falta de señalización, entre
otras circunstancias, nos debe llevar a la conclusión, dentro del ámbito de representación del
peligro, que todas estas condiciones agravan la materialización de la infracción del deber de
cuidado que poseía el imputado en su posición de garante frente a los agraviados por las muertes
y lesiones graves producidas; a pesar de la presencia de estas circunstancias, él prosiguió con su
conducta peligrosa decidiéndose contra los bienes jurídicos protegidos penalmente; así, la
diligencia que establece la norma lo orientaba a evitar el resultado lesivo, entonces, expuesto así
el curso de los hechos y la valoración normativa que de ellos se realiza, es imposible asumir que a
pesar de conocer las circunstancias y la peligrosidad de la conducta desplegada, no era previsible
asumir que el resultado no sería otro que la lesión de los derechos de los concurrentes. Se
materializa entonces el presupuesto del peligro de Dolo que defiende Ingeborg Puppe: “Un peligro
de Dolo es aquel que solamente colocaría un autor razonable cuando se conforme con la
producción del resultado, lo haga suyo(…)”. Es decir, estamos ante la concurrencia del dolo
eventual.

e) Finalmente, objetando lo sostenido por el imputado, es mi posición que en el presente caso no


ha existido una actividad imprudente por su parte, esto de acuerdo a las consideraciones
expuestas en los apartados precedentes. Es necesario precisar que al hablar de una actuación
imprudente llevaría a valorar en la conducta del imputado, cuando menos la existencia de la
implementación de medidas de seguridad dentro del local, es decir, si bien el origen del incendio
se debió al uso de fuego dentro de la discoteca, estaríamos frente a una imprudencia o culpa
consciente si el imputado hubiera tomado alguna medida que evitara potencialmente el resultado
dañoso que ocasionó, y esta supondría para el caso en concreto, la adopción de mecanismos que
salvaguardaran la integridad física de los concurrentes a la discoteca, a pesar de la creación del
riesgo por medio de acrobacias con fuego. Tendríamos el siguiente escenario; se inicia el fuego
dentro de la discoteca, pero sería repelido mediante las medidas de seguridad adoptadas
correctamente conforme a lo dispuesto por la autoridad competente; entonces, habría una
actuación imprudente por autorizar el uso de agentes inflamables dentro del local abarrotado de
gente, confirmándose ésta en la valoración de la representación de la peligrosidad de la conducta
por parte del imputado: éste no aceptó el resultado que podría provocar su conducta peligrosa, y
al no conformarse, hizo uso de los medios de seguridad para mantener la vigencia de la norma y
así, la protección de los bienes jurídicos involucrados.

VI. Conclusiones

1. El dolo eventual supone la valoración de la conducta desplegada por el autor, no puede


prescindirse de parámetros normativos de valoración. Percy Edward North Carrión, desplegó una
conducta peligrosa, consistente en la omisión de implementar las medidas de resguardo
necesarias para la actividad que desarrollaba, la valoración normativa que confirma la doctrina
presupone el análisis del comportamiento del imputado durante el curso de los hechos; así, en el
presente caso se evidencia que éste si pudo advertir y prever la peligrosidad de su conducta y del
resultado dañoso producido.

2. La concurrencia de una conducta imprudente en el presente caso es negada y fundamentada en


las consideraciones expuestas anteriormente; a saber, esta fórmula también requiere de la
representación mental del agente sobre los posibles resultados o consecuencias de su conducta,
éste proceso psicológico lo determina, de acuerdo a las condiciones o circunstancias objetivas en
la cual se realiza la conducta, a suponer o esperar que el resultado típico no se concretice, por
consiguiente, aquí, el sujeto no se conforma ni acepta la consecuencia resultante. El imputado –
gerente general de la Discoteca Utopía – en la materialización de los actos peligrosos que se le
imputan – que produjeron el resultado muerte y lesiones graves – demostró una indiferencia
respecto al resultado, lo cual evidencia su determinación contra los bienes jurídicos lesionados.

3. Finalmente, estaremos ante un dolo eventual cuando alguien simplemente acepta, se conforma
o se resigna con la realización del tipo legal, desea la realización y, por consiguiente actúa
dolosamente; en la práctica estos requisitos pseudo volitivos como el aceptar, conformarse o
resignarse se deducen sobre todo, de la circunstancia de que un sujeto no haya desistido de su
conducta pese a ser consciente del riesgo de realización típica que conllevaba.

[1] Roxin, Claus. “La Teoría del Delito en la Situación Actual”, Editora Jurídica Grijley, Lima, 2007.
Pàg.190.

[2] “Der Vorstellunsinhalt des dolus eventualis”, ZStW 103 (1991), P. 1 Y SS.; “Vorsatz und
Zurechnung”. 1992, p.

35 y ss.; “Strafrecht als Kommunikation”, en L.H. a Grünwald, 1999, p. 469 y ss.

[3] Sentencia del Tribunal Supremo Español, del 23.04.92 – Caso Colza, Exp. N° 306-2004, Primera
Sala Penal

para Procesos con Reos en Cárcel (Cuadernos de Investigación y Jurisprudencia, Centro de

Investigaciones Judiciales ( N° 7, PP. 236 y ss.)

[4] Ejecutoria Suprema de 3 de enero de 1997, SP. RN. N° 3365-96-Piura.

[5] Hurtado Pozo, José; Prado Saldarriaga, José. Manual de Derecho Penal, Parte General, Tomo I,
Idemsa, 4º

Edición, Lima, 2011, Pág. 451.

[6] Caro John, José. Diccionario de Jurisprudencia Penal, Grijley, Lima, 2007, p. 168.

[7] Exp. N° 167-97.P/COR-Camaná. Armaza Galdós, Jorge y Zavala Toya, Fernando, La Decisión
Judicial.

Para leer el derecho positivo a través de la jurisprudencia, Gaceta Jurídica, Lima 1999, p. 26.

[8] Hurtado Pozo, José; Prado Saldarriaga, José. Manual de Derecho Penal, Parte General, Tomo I,
Idemsa,

4º Ediciòn, Lima, 2011, Pàg. 452.

[9] Raguès i Valles, Ramón. Consideraciones sobre la Prueba del Dolo. REJ – Revista de Estudios de
la

Justicia – Nº 4 – Año 2004, Pág. 14.

[10] R.Nº 4230-98-Puno, SPSsP.

[11] Acuerdo Plenario Nº 3-2009-CJ-116, VPJSPSsPT

[12] Cancio Melia Manuel. Aproximación a la Teoría de la Imputación Objetiva. Ed. Rubinzal-
Culzoni,
Santa Fe , República Argentina, 2004, pág. 422.

[13] Informe Técnico Nº 00090-2002-SRDC-02; Informe de DEPREIN Nº 010-2002, del Dir. de


Investigación de Incendios del Cuerpo General de Bomberos; Acta de Comprobación policial;
Diligencia de Ratificación de la Inspección Ocular y Dictamen Pericial que corre en el Exp. principal
a fs. Trece mil ochocientos sesenta y cuatro.

[14] La Distinción entre conocimiento en abstracto del peligro – que da a lugar a la imprudencia –
y conocimiento en concreto – que da lugar al dolo – es acogida en diversas resoluciones del
Tribunal Supremo Español, como entre otras, la STS del 5 de febrero de 1997

Jurisprudencia: Dolo eventual frente a culpa


consciente, criterios en la jurisprudencia del TS
Por

IDIBE

febrero 5, 2016

214

Compartir en Facebook

Compartir en Twitter

Imprimir

STS (Sala 2ª) de 21 de octubre de 2015, rec nº 10432/2015.


Accede al documento
“(…) resulta conveniente delimitar el concepto de dolo eventual en relación
a la culpa consciente y en este sentido es oportuno recordar los criterios en
que la calificación jurídica de la Sala de instancia se ha apoyado
El dolo eventual esta Sala lo ha ido construyendo sobre la tesis de la
probabilidad y el consentimiento, por lo que tal dolo exigiría la doble
condición de que:

1) El agente conozca o se represente la alta probabilidad o riesgo serio y


elevado de producción del resultado que su acción contiene.

2) Que además se acepte o asuma esa eventualidad, decidiendo ejecutar la


acción dañosa.

Actualmente ha evolucionado la doctrina de esta Sala hacia el concepto


normativo, que pone el acento en el concreto peligro de lesión del bien
jurídico protegido. En el conocimiento del riesgo se encuentra implícito el
consentimiento o aceptación de resultado, y desde luego la decisión del autor
está vinculada a tal resultado.

En consecuencia concurrirá el dolo eventual en quien ‘conociendo que su


conducta genera un peligro concreto jurídicamente desaprobado, no obstante
actúa y continúa realizando la conducta que somete a la víctima a riesgos
que el agente no tiene la seguridad de poder controlar y aunque no persiga
directamente la causación del resultado, se hace cargo de que hay un elevado
índice de probabilidad de que se produzca’.

Pues bien, en nuestra hipótesis el resultado hemos de concretarlo en la


pérdida o inutilización de un ojo, y si no resultaba difícil presagiar una lesión
en la cara de la persona que se encontraba detrás del cristal de la puerta, es
razonable representarse también que una esquirla del cristal le prive de la
funcionalidad de un ojo.
Así pues, la posibilidad de lesión del rostro entra dentro de los resultados
posibles y esperables, y si eso es así, los ojos son una parte delicada del
rostro y no es extraño prever que alguno de los trozos de cristal alcanzase a
ese órgano, como así fue. En el hecho concurrió, por tanto, dolo eventual.”
(F.D. 3º) [A.C.T.].

S-ar putea să vă placă și