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La imagen personal nunca había estado tan en boga más allá de los cánones sociales. Así, y desde las
sociedades más primarias, a mujeres y hombres se les educa para que sepan cómo deben y cómo no
deben presentarse en sociedad, creando así una imagen, cuyas características nos hacen hablar del
concepto de imagen personal.
Durante siglos, primero la corte de las monarquías absolutistas, y luego las clases burguesas y
acomodadas empleaban guantes para preservar sus manos, con el fin de que siempre estuvieran
suaves y tiernas, sin curtir por el sol, señal de que no realizaban trabajos físicos y, por ende, de su
posición en la sociedad.
También existía la misma obsesión con el tono de la piel del rosto, en Versalles se puso de moda el
maquillaje blanquecino entre los miembros de la corte, e inclusive las damas, desde entonces,
empezaron a emplear sombrillas o parasoles para evitar cualquier tipo de sometimiento a las
inclemencias solares, siempre persiguiendo como objetivo un mantenimiento riguroso de su imagen
personal y, por tanto, de su peso social.
Esta costumbre, incluso llega a nuestros días en las sociedades asiáticas, que desde sus épocas más
primarias, teñían sus rostros, especialmente las mujeres, con polvo de arroz, para preservar su frescura
y lozanía, y a su vez alejarse de los trabajadores agrícolas, cuyos semblantes lucían siempre tostados
por el sol.
Estos son sólo algunos apuntes de lo que la imagen personal ha significado a lo largo de la historia para
el individuo, repasemos:
Además la imagen personal con la que las mujeres y hombres de hoy en día se presentan en sociedad
tiene mucha influencia en lo que de ellos se piense o la proyección personal y profesional que el
individuo tenga, influyendo inclusive en el éxito o proyección laboral.
Acercamiento, hemos detectado que la persona tiene una afinidad o conexión con nuestro canon
estético y social. Nos gusta su imagen, valoramos su ropa o los accesorios que lleve y por tanto
queremos acercarnos a ella porque o bien la consideramos “igual a nosotros” o bien nos admira
como “modelo a seguir” y queremos sentirnos cerca y en conexión con aquello que admiramos.
Alejamiento, hemos detectado que la persona no tiene afinidad o conexión con nuestro canon
estético y social. No nos gusta su imagen, valoramos su ropa o sus accesorios en negativo y por
tanto queremos huir de ella. En muchos casos por el –qué dirán de quienes nos acompañan, en
otros por acto reflejo de nuestro propio ser.
IMAGEN PERSONAL A TRAVÉS DE LAS REDES SOCIALES
A esto, se le une que construimos una segunda imagen personal a través de las redes sociales,
sobredimensionando el valor en origen de la misma, ofreciendo una concepción dual de ésta.
Proyectamos en las redes sociales los valores más idílicos de nuestra imagen ofreciendo siempre una
visión sobredimensionada de nuestra personalidad a través de las imágenes que compartimos.
Retocamos nuestras fotos, calculamos los planos más favorecedores y enseñamos sólo aquella parte
de nuestra vida que nos gusta o que creemos que más estima social generará. Y que además medimos
a nivel de interacción externa, es decir, con las interacciones en forma de likes que las personas de
nuestro entorno, directo e indirecto nos proporcionan.
Y son precisamente esas interacciones de gusto positivo o likes las que refuerzan el valor de nuestra
imagen personal y la atención hacia la misma. Ya que a través de dicha imagen, captamos a una
audiencia anónima que sigue nuestros pasos en la red, puesto que se identifica o se siente agradado
por lo que contamos o mostramos y por cómo lo hacemos. Es en este contexto, en el que el
individuo refuerza su sentido de identificación y pertenencia social, fortaleciendo aquellos rasgos de
su personalidad que, canalizados a través de la imagen, son capaces de generar el agrado de otros
individuos que a su vez se desarrollan personal y socialmente bajo los mismos cánones y
comportamientos.
Nos encontramos en un momento en el que la imagen personal cobra más fuerza que nunca, adquiere
doble interpretación, la física y la virtual, y no es de extrañar que surja un enorme nicho de mercado
laboral en lo que al cuidado de la misma respecta.
La primera impresión hoy día empieza inclusive antes de conocer a la persona “en persona” y es que
cada vez son más las empresas que cuando inician un proceso de selección con candidatos a nuevas
vacantes, hacen un sondeo previo de los mismos en la red.
Y es más, a veces creemos que conocemos a las personas por la imagen que sobre ellas mismas
construyen en sus redes sociales de cabecera, sin ser realmente cierto.