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Universidad de Chile

Facultad de Filosofía y Humanidades


Departamento de Literatura
Literatura Española Clásica
Profesor: Francisco Cuevas
Alumno: Ignacio Cornejo

Rimas sacras XVIII: ¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?


¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta cubierto de rocío
pasas las noches del invierno escuras?
¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuántas veces el Ángel me decía:
«Alma, asómate agora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía»!
¡Y cuántas, hermosura soberana,
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!

Félix Lope de Vega Carpio nace un 25 de noviembre, día de San Lope, el año 1562 en
Madrid. Es hijo de Félix de Vega Carpio, maestro bordador, y de Francisca Fernández Flórez,
originarios de La Montaña de Santander. Lope de Vega, como es popularmente conocido, es
uno de los más importantes narradores, poetas y dramaturgos del Siglo de Oro español en su
etapa barroca. Se le atribuyen 3000 sonetos, tres novelas, cuatro novelas cortas, nueve
epopeyas, tres poemas didácticos y gran variedad de comedias: “cultiva todos los géneros,
todos los tonos, todas las fórmulas expresivas (lírica culta en forma de sonetos, canciones,
églogas, epístolas ...; lírica tradicional de villancicos, seguidillas, letrillas, romances...)”1.
Lope, a través de sus experiencias vitales: amores, alegrías, dolores, arrepentimientos,
melancolías y tristezas es capaz de producir su propio material lírico. En 1612, año en que

1
Menéndez Peláez, Jesús. Historia de la Literatura Española. Volumen II-Renacimiento y Barroco. León:
Editorial Everest S.A, 2005. PP. 621
muere su hijo Carlos Félix, sufre una crisis espiritual que lo lleva a ingresar a la Orden
Terciaria Franciscana. En 1614, tras ser ordenado sacerdote en marzo de ese año, publica
Rimas sacras, obra dedicada a su confesor fray Martín de San Cirilo. La obra, compuesta de
cien sonetos y varias poesías de distinta índole, es una recopilación de poesía religiosa escrita
años anteriores: “Recoge aquí muchas composiciones dedicadas a santos y a fiestas de
circunstancias, y a algunos sonetos muy notables, que adoptando fórmulas de la poesía
profana (petrarquismo, evocaciones de Garcilaso ...) alcanzan a expresar una religiosidad
de gran emoción…”2. Ejemplo de la gran emoción religiosa producida en sus Rimas sacras
es el soneto XVIII, el cual será objeto de nuestro análisis.

La periodización del Renacimiento y Barroco español abarca los siglos XVI y XVII. Resulta
difícil calificar la producción artística de ambos siglos como homogénea. El siglo XVII, siglo
del Barroco español, corresponde a un momento histórico de crisis a nivel político, social,
económico y religioso en España que influye en las fuentes creación artística: “El sentimiento
de crisis que caracteriza al hombre barroco se manifiesta en el predominio de ciertos temas
(fugacidad, muerte, tiempo, vanidad, inestabilidad...) que me interesa ahora subrayar en
tanto son expresión de un espíritu de época, y sólo se comprenden de manera cabal situados
en el marco de esa cosmovisión”3.

El Barroco, si bien presenta características que lo constituyen como un concepto distinto al


de Renacimiento, es una construcción teórica acuñada por la crítica para delimitar su objeto
de estudio a partir de criterios diferenciadores. La obra Lope, y la del resto de los autores
sesentistas, en su contexto de producción permanece ajena a la distinción entre Barroco y
Renacimiento, lo cual supone una literatura con rasgos comunes a ambos conceptos. El
soneto analizado, por ejemplo, métricamente responde al esquema ABBA- ABBA- CDC-
DCD, esto es, dos cuartetos construidos con rimas abrazadas, dos terceros con rimas distintas
a los cuartetos y versos de once sílabas o endecasílabos: “¡Cuán/ tas/ ve/ ces/ el/ Án/ gel/ me/
de/ cí/ a:”4. Los primeros intentos de cultivar el soneto en tierras españolas se deben al

2
Menéndez Peláez, Jesús. Historia de la Literatura Española. Volumen II-Renacimiento y Barroco. León:
Editorial Everest S.A, 2005. PP. 627
3
Ibíd. PP. 537
4
En los catorce versos que componen el soneto se hallan once sinalefas repartidas entre las cuatro estrofas:
“¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?; ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,; que a mi puerta cubierto de
rocío; pasas las noches del invierno escuras?; pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,; «Alma, asómate agora
a la ventana,; verás con cuánto amor llamar porfía»!; «Mañana le abriremos», respondía,”
Marqués de Santillana (1398- 1458), quien sigue la estructura métrica y conceptual de Dante
y Petrarca. sin embargo, sus sonetos no transcendieron debido a su adecuación fue forzada.
Juan Boscán y Garcilaso de la Vega son considerados los principales cultivadores del soneto
en su forma clásica, pues a través de ellos el soneto echa raíces en España. Lope ajusta
métricamente su poema al soneto clásico introducido en el Renacimiento, es más, es en el
Barroco que el soneto tiene su mayor auge: “todos los poetas de la época lo cultivan con
maestría sin igual: Lope, Góngora, Quevedo, son los máximos sonetistas de la época (solo
de Lope se calculan más de 1500 sonetos)” 5.

El tema del poema es la apelación que realiza la voz lírica a Jesús, entendido como el hijo de
Dios en la tradición cristiana y mencionado explícitamente en el segundo verso: “¿Qué
interés se te sigue, Jesús mío,”, preguntándole por qué insiste tanto en acercarse a un alma
que lo desdeña: “si de mi ingratitud el hielo frío?”. El hablante lírico tras apelar a Jesús se
refiere a su culpa por no haber atendido al llamado de Jesús y de cómo no hizo caso de los
consejos de el Ángel: “¡Cuántas veces el Ángel me decía:/ «Alma, asómate agora a la
ventana, / verás con cuánto amor llamar porfía»! / ¡Y cuántas, hermosura soberana, /
«Mañana le abriremos», respondía, / para lo mismo responder mañana!”. La temática
religiosa es lo que engloba la totalidad del poema, pues hay una voz lírica que, manifestando
sus lazos que lo vinculan con lo divino, confiesa su culpa por no responder a los llamados de
la divinidad.

El primer cuarteto abre con el pronombre interrogativo <<qué>> en sus dos primeros versos:
“¿Qué tengo yo que mi amistad procuras? / ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,?”. <<Qué>>
nos indica que la voz lírica realiza una sentida apelación a un <<tú>> divino, que en este caso
resulta ser Jesús, para preguntarle por qué se interesa tanto en un alma que no abre su puerta
a un ser divino como él. La apelación a un <<tú>> divinizado resalta una característica
sobresaliente el poema, ya que denota la presencia de un diálogo constante a lo largo del
poema. La estructura dialógica del soneto provoca una diálogo familiar y directo con la
divinidad, lo que provoca la sensación de dramatismo y urgencia a la interpelación de la voz
a Jesús. La familiaridad con la que el hablante se refiere a la divinidad, <<Jesús mío>>,
responde progresiva humanización del motivo bíblico en el arte Barroco.

5
Quilis, Antonio. Métrica Española. Madrid: Ediciones Alcalá. PP. 133
Jesús, utilizado como sinónimo de Cristo por el cristiano, es un personaje bíblico que ostenta
la figura de un Redentor, lo que simbólicamente significa: “el triunfo de la vida sobre la
muerte, de la salvación eterna y de la redención del pecado original”6. Por su parte la voz
lírica se configura a sí misma como parte del mundo de los hombres al ser propensa al pecado.
En este sentido, Jesús acude a la puerta de la voz, entendiendo puerta como la entrada a su
alma, para redimirla de sus pecados y otorgarle salvación eterna. La venida de Cristo a la
tierra, en la cosmogonía cristiana, es la inauguración de un nuevo orden espiritual, en
consecuencia, entendiendo la venida de Jesús a la tierra como un cambio de paradigma
espiritual, podemos darle un sentido simbólico al contenido del soneto: la voz lírica interpela
a la divinidad en representación de la especie humana pecadora que no ha sido capaz
responder al mensaje divino: “¡Cuántas veces el Ángel me decía:/ «Alma, asómate agora a
la ventana,/ verás con cuánto amor llamar porfía»!”. La interpretación tiene correlato con la
coyuntura social, política y religiosa del siglo XVII español: “la sensación de crisis histórica
conduce a una solución situada en el plano de la contemplación ascética y el rechazo del
mundo y sus tráfagos”7. La divinidad se le presenta a la voz lírica en noches oscuras de
invierno: “pasas las noches del invierno escuras?”. El ámbito simbólico del invierno connota
la muerte y el reposo de la naturaleza: “está estrechamente relacionado con los principios
subterráneos de oscuridad y la humedad”8, esto es, Jesús llega al encuentro de la voz lírica
en un instante de crisis personal y, extrapolando la situación al sentimiento de crisis
generalizada del hombre barroco, en momento en que la sociedad de España demanda un
cambio de paradigma social, político y religioso. Esto se manifiesta en el sentimiento de
inestabilidad, uno de los temas predilectos del Barroco, que trasunta el tono del hablante del
soneto, vale decir, el poeta mediante la expresión de la voz lírica manifiesta el espíritu de su
época y su apreciación de ésta como un periodo de reposo invernal en que la naturaleza,
sociedad en el caso del poema, se prepara para iniciar un nuevo ciclo. En la cosmovisión de
Lope, su tiempo histórico es terreno fértil para la sociedad española en crisis emprenda
nuevos rumbos.

6
Battistini, Matilde. Símbolos y Alegorías. Barcelona: Electa, 2003. PP. 108
7
Menéndez Peláez, Jesús. Historia de la Literatura Española. Volumen II-Renacimiento y Barroco. León:
Editorial Everest S.A, 2005. PP. 337
8
Battistini, Matilde. Símbolos y Alegorías. Barcelona: Electa, 2003. PP. 42
El segundo cuarteto en su primer verso nos remite a la idea de entrañas: “¡Oh cuánto fueron
mis entrañas duras!” Entendemos entrañas de dos maneras: como la parte más íntima o
esencial de algo en particular y como un órgano contenido en el cuerpo del humano. Creemos
que las entrañas, en su acepción de órgano, funcionan dentro del soneto como metáfora de
laberinto debido a su forma, en efecto, la simbología del viaje a través del laberinto nos remite
a la idea de un camino interior que se recorre para alcanzar un conocimiento más profundo
del ser: “se trata de acciones iniciáticas para superar los obstáculos que se oponen a la
elevación espiritual…”9. Las <<duras entrañas>> simbolizan en el soneto la imagen
metafórica de un laberinto que le impide a la voz lírica responder al llamado de la divinidad:
“pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío”. En relación a la interpretación del primero cuarteto,
surge un correlato respecto a la crisis histórica que vivía España representada en la imagen
de un laberinto que incomoda y confunde al poeta y a sus contemporáneos. El <<desvarío>>
ocasionado por la confusión del laberinto provoca sentimientos de culpa en la voz lírica a
causa de su frialdad con la divinidad: “si de mi ingratitud el hielo frío”. La voz lírica
confronta su maldad, calificándose de <<ingrata>>, con las grandes cualidades de Jesús,
quien es capaz de procurar su amistad pese al desdeño reiterado de la voz. El último verso
del cuarteto enlaza con el anterior, pues el <<hielo>>, entendido como fenómeno físico del
agua, provoca que las heridas de los pies de Cristo cicatricen: “secó las llagas de tus plantas
puras!”. La referencia a las llagas, vocablo propio del Barroco, plantea una descripción Cristo
física y realista que se propone estremecer al lector a través de la presencia humanizada de
lo divino en el poema, efectivamente, la representación de un Jesús realista responde a la
humanización de lo divino propuesta por el Barroco.

Los últimos dos terceros abren la posibilidad de referir a un tema que no hemos abordado,
esto es, la construcción temática de la poesía religiosa que: “encarnaba tópicamente un
sentimiento fundamental distinto del religioso que era el amor cortés.”10. La temática
religiosa, en el caso del soneto analizado, no opera de la misma forma que en un soneto
amoroso propiamente tal, sino que toma formas que le son propias: “La dama, a veces o casi
siempre, no amaba al poeta. Situación que, en principio, parece no darse en el caso de la

9
Battistini, Matilde. Símbolos y Alegorías. Barcelona: Electa, 2003. PP. 262
García Berrío, Antonio. “Construcción textual en los sonetos de Lope de Vega: Tipología del
10

macrocomponen sintáctico”. Revista de Filología Española. LX (1978-80): 89


poesía religiosa”11. El soneto XVIII aborda temáticamente el amor incondicional de Jesús,
joven desdeñado en términos amorosos, hacia la voz lírica, joven desdeñosa que mantiene en
un sufrimiento constante a su enamorado. La amada confiesa su culpa de no haber
correspondido al amor que se le prometía presa de un hondo pesar: “¡Cuántas veces el Ángel
me decía:/ «Alma, asómate agora a la ventana,/ verás con cuánto amor llamar porfía»! ”. El
poema refleja como el pecado, obstáculo representado en el laberinto del segundo cuarteto,
impide la unión de la voz lírica y la divinidad: “¡Y cuántas, hermosura soberana,/ «Mañana
le abriremos», respondía,/ para lo mismo responder mañana!”. El sufrimiento por un amor
no correspondido o imposible de corresponder del amor cortés se replica en un escenario con
situaciones y personajes diferentes.

García Berrío, Antonio. “Construcción textual en los sonetos de Lope de Vega: Tipología del
11

macrocomponen sintáctico”. Revista de Filología Española. LX (1978-80): 89


Bibliografía:

1.- Menéndez Peláez, Jesús. Historia de la Literatura Española. Volumen II-Renacimiento y


Barroco. León: Editorial Everest S.A, 2005.

2.- Quilis, Antonio. Métrica Española. Madrid: Ediciones Alcalá

3.- Battistini, Matilde. Símbolos y Alegorías. Barcelona: Electa, 2003

4.- García Berrío, Antonio. “Construcción textual en los sonetos de Lope de Vega: Tipología
del macrocomponen sintáctico”. Revista de Filología Española. LX (1978-80): 23-157

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