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Contenido

1. Escuela MRI ............................................................................................................... 2

2. La terapia estratégica breve del MRI .......................................................................... 2


2.1 Antecedentes. .......................................................................................................... 2
2.2 El Mental Research Institute (MRI) ........................................................................... 3

3. Metodología del MRI ................................................................................................... 5


3.1 Antecedentes teóricos: la revolución sistémica- cibernética y la pragmática de la
comunicación. ................................................................................................................ 5
3.2 El aporte de Bateson ................................................................................................ 6
3.3 El aporte de Donal Jackson ...................................................................................... 8

4. Teoría de los problemas y el cambio terapéutico. ..................................................... 10


4.1 Teoría del cambio................................................................................................... 10

5. Evaluación. ............................................................................................................... 12

6. Metas y estrategias terapéuticas .............................................................................. 12

7. Técnicas de intervención. ......................................................................................... 14


7.1 Técnicas axiales. .................................................................................................... 14
7.2 Prescripciones. ....................................................................................................... 15
7.3 Intervenciones Especificas. ........................................................................................ 15
7.4 Intervenciones Generales. ...................................................................................... 19
7.5 Otros recursos técnicos. ......................................................................................... 20

Referencias. .................................................................................................................... 23
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1. Escuela MRI

Se define como un enfoque de terapia breve creado en torno al año 1968, después de la
muerte de Don Jackson, quien fundo el grupo del MRI en 1959. Watzlawick, Weakland,
Fisch Y Segall integraron el Brief Therapy Center del Mental Research Institute de Palo Alto.

Su trabajo se caracteriza por intervenir sobre aquellas respuestas que los pacientes y
sus familias desarrollan para solucionar la situación sintomática y que han resultado
infructuosas. Apuestan por una terapia breve, cuya duración no sobrepase las diez sesiones
espaciadas semanalmente, basada en estrategias eficaces para evitar que sigan vigentes
los factores mantenedores del problema que motiva la consulta.

Las estrategias se apoyan en una hábil utilización de la postura del paciente y de sus
familiares ante el problema, la terapia y el terapeuta con la finalidad de evitar
confrontaciones que dificulten el desarrollo del tratamiento. En este sentido es notoria la
influencia de las técnicas de hipnoterapia gestadas por el creador Milton Erickson, de quien
son deudores muchos autores que configuran el movimiento de la terapia familiar sistémica
(García, 2013)

2. La terapia estratégica breve del MRI

2.1 Antecedentes.

En el año 1942 se realiza la primera conferencia Macy en Estados unidos, donde


participaron connotadas personalidades, entre ellos Gregory Bateson, Margaret Mead y
Milton Erickson. Esta primera conferencia, marco el inicio de la cibernética a través del
estudio de la “inhibición cerebral”, un modo de hablar de hipnosis. En el año 1946 se realiza
la segunda conferencia, prácticamente con los mismos participantes, para así asegurar la
continuidad de las conversaciones. En esta conferencia queda en claro la necesidad de
superar las barreras impuestas por el lenguaje de las ciencias particulares. La tercera
conferencia se realiza en 1947 bajo el nombre de «Mecanismos teleológicos». Las
siguientes conferencias (1948 y 1949) se dieron bajo el nombre de «Cibernética». En 1949
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se integra a dichas conferencias el físico austriaco, recién llegado, Heinz Von Foerster
(Schaefer, 2013)

Finalizando las conferencias, Bateson y Mead deciden terminar su matrimonio,


razón por la cual Bateson, a instancias de Jürgen Ruesch (psiquiatra de origen suizo), se
traslada a San Francisco para estudiar la comunicación en psicoterapia, relacionándose por
primera vez con la psiquiatría. De este trabajo conjunto nace La comunicación: matriz social
de la psiquiatría.

En 1952 Bateson recibe una beca de la fundación Rockefeller para estudiar la


comunicación. Se inicia con ello «El Proyecto Bateson», cuya meta era estudiar la
comunicación en general y las paradojas de la comunicación en particular. Para la
concreción de dicho proyecto se forma un grupo integrado por John Weakland, Jay Haley
y William Fry. Este último dejó el proyecto después de un año (Bertrando, 2005)

En el contexto del trabajo del grupo Bateson se estudia la naturaleza del «doble
vínculo», el que se observaba en familias disfuncionales. No obstante, es sabido que igual
modo de interacción ocurría en la terapia de Erickson, solo que en su vertiente terapéutica.
Bateson envía una carta a Erickson, y con ello se producen las visitas de Weakland y Haley
al famoso hipnotista. Estas visitas permiten observar de primera mano la hipnosis de
Erickson y comprender la técnica desde la pragmática de la comunicación (Haley, 1971).

2.2 El Mental Research Institute (MRI)

De acuerdo con (Schaefer,2013) el MRI se gesta por la colaboración de dos grupos.


Por un lado, la influencia del proyecto de Gregory Bateson y, por otro, el trabajo de un grupo
de clínicos dirigidos por Don Jackson, quienes practicaban reuniones clínicas que buscaban
aplicar la cibernética a la comprensión de las familias.

Jules Riskin, médico de profesión, oyó acerca del trabajo del proyecto Bateson a
través de un taller presentado por Haley y Bateson, razón por la cual muestra interés de
participar en dicho proyecto. No obstante, Bateson le niega su participación, con lo cual es
invitado por Jackson a sus reuniones clínicas junto con Virginia Satir y otros residentes del
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hospital de veteranos de Menlo Park. Estas reuniones crean definitivamente el MRI en el


año 1959 bajo la dirección de Jackson en Palo Alto, California.

El MRI original estaba compuesto por Don Jackson, Jules Riskin y Virginia Satir. El
objetivo inicial era observar la interacción familiar y el desarrollo de la salud en los miembros
de una familia.

Una vez disuelto el grupo Bateson, Weakland y Haley se integran al MRI, mientras
que Bateson decide proseguir sus estudios.

Posteriormente, en 1960 se suma al MRI Paul Watzlawick, de origen austriaco,


doctorado en lenguas modernas y filosofía, quien en 1950 se forma como analista jungiano.
Entre 1957 y 1959, trabajó en la carrera de psicología en la Universidad de El Salvador. De
paso por Estados Unidos, antes de regresar a Europa, oye hablar de Jackson y decide, en
1960, conocer dicho proyecto, pasando finalmente a residir en forma definitiva en Palo Alto.

La llegada de los años sesenta implica un período muy prolífico en el desarrollo


teórico, ya que se aplica la cibernética a las relaciones humanas, gestándose la
«pragmática de la comunicación» (esta obra está publicada en español como Teoría de la
comunicación humana). En esta obra se describen los axiomas de la comunicación y sus
paradojas (Watzlawick, Beavin & Jackson, 1997).

Con el trabajo de este grupo surge una nueva comprensión: ahora el contexto es la
matriz de significados de las acciones y conductas individuales. Con este enfoque nace la
terapia familiar de tipo sistémica. Cabe destacar que paralelamente dicho tema también es
abordado por Nathan Ackermann en Nueva York, con quien hay una fructífera cooperación.

Posteriormente, muere Jackson y Virginia Satir abandona el MRI, pero se incorpora


Richard Fisch. De este grupo resultante deriva el trabajo largo y productivo del llamado
Grupo de Palo Alto, especialmente en el campo de la psicoterapia. Richard Fisch,
psiquiatra, conoce a Jackson, quien lo integra progresivamente al MRI. Con Weakland
aprende formalmente la hipnosis. Por otra parte, producto de las conversaciones informales
con Weakland y Watzlawick surge la preocupación de acortar la terapia, de tal modo que
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en enero de 1967 se crea el Centro de Terapia Breve al interior del MRI. Luego a este grupo
se une Art Bodin (Schaefer, 2013)

3. Metodología del MRI

La metodología de investigación en el MRI se aleja marcadamente de los métodos que


la psicología y la psiquiatría usaban en aquella época. Las aproximaciones positivistas
predominantes resultaban inadecuadas e insuficientes para estudiar fenómenos
conductuales e interaccionales que ocurren en la familia y en el individuo. Es preciso
visualizar a la familia como una cultura, donde las conductas y síntomas que se manifiestan
pueden ser comprendidos desde el amplio contexto de la familia como una totalidad.
Aquello que puede resultar confuso para la psicología y la medicina tradicional, se puede
entender mejor según las creencias, los valores, las definiciones, los patrones de
comunicación, etc., que se dan en el interior de la familia. Sus investigadores ocuparían la
“metodología cultural antropológica”. La que fue propuesta por Weakland, que consiste en
procesos de observación naturalista mediante los cuales se obtienen patrones de conducta
(Schlanger, s.f).

Al MRI también se le debe el uso de la cámara de Gessell, más conocida como “sala
de los espejos unidireccionales”, dispositivo que permite simultaneidad de observadores
externos y participantes. Al observar las familias, es posible escuchar conversaciones para
fijarse en la elección de palabras y relatos que excluyen otros, haciéndose repetitivos y
dándose de modo circular. Hay circuitos cibernéticos altamente estables. Finalmente, la
metodología se acomoda a la visión pragmática, o sea, ver cómo las interacciones tienen
efectos conductuales, con la presencia de definiciones y reglas (Schaefer, 2013)

3.1 Antecedentes teóricos: la revolución sistémica- cibernética y la


pragmática de la comunicación.

En los años cincuenta surge una nueva epistemología basada en la segunda ley de
la termodinámica, que enfatiza principios como «orden», «modelo» y «entropía negativa»,
utilizando el concepto de información. Se decanta el fruto de la primera conferencia Macy
y se produce una ampliación de la teoría de sistemas, la cual concibe la existencia de
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sistemas más amplios junto a la idea de retroalimentación y autocorrección. La concepción


de la causalidad es circular.

La nueva epistemología gestada encuentra su aplicación en las relaciones


humanas. Los individuos forman redes de interacción circulares que operan como
totalidades, donde cada conducta se entiende en función de esa totalidad. Estos sistemas
son integrados por individuos, sus conductas, sus creencias compartidas y las reglas que
regulan el comportamiento recíproco. Se aplican propiedades sistémicas como:
retroalimentación, mecanismos homeostáticos, formación de estructuras y procesos
negentrópicos. Los sistemas humanos funcionan de forma autocorrectora, de tal modo que
la estabilidad es posible, así como también la inmovilidad y la resistencia al cambio
(Schaefer, 2013)

Watzlawick (1992) va a señalar la diferencia entre la visión «monádica» y la visión


«pragmática». La primera consiste en observar la conducta y analizar las propiedades
inherentes que la explican, la naturaleza íntima del fenómeno, para ver la unidad separada
de todo contexto. En cambio, en la visión pragmática se observa la interacción de la
conducta con su contexto, se observan totalidades y patrones de conducta redundantes; en
otras palabras, se ve la forma, no el contenido.

3.2 El aporte de Bateson

El aporte de este autor (Schaefer, 2013) se puede resumir en lo siguiente:

1. Distinción de niveles de interacción: para la comprensión de las relaciones


humanas y la comunicación, Bateson incorpora la «teoría de los tipos lógicos»
propuesta por Russell y Whitehead. Esta teoría permite entender que hay distintos
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niveles en la interacción, por lo cual es posible hablar de metacomunicación, las


distinciones de nivel de contenido y relacional de un mensaje (Watzlawick et al.,
1997).

Del mismo modo, el pensamiento en niveles acrecienta la concepción del


aprendizaje, el que ocurre del nivel 0 al infinito, siendo observable de modo más
frecuente en la naturaleza hasta el nivel 2, y, de modo especial en el ser humano,
el nivel 3 (Bateson, 1991). El nivel 1 equivale a los modos de condicionamiento
estudiados por los conductistas, donde las respuestas son trasladadas a nuevos
contextos. El nivel 2 corresponde a modos de aprendizaje 1 que ocurren en un nivel
de contexto mayor, en algo así como contextos de los contextos. Quizás un buen
modo de entenderlo es con la expresión «aprender a aprender». El nivel 3 sería
equivalente a «aprender a aprender a aprender», lo que ocurriría en la psicoterapia
exitosa y en la conversión religiosa, donde cambian los supuestos de la propia
existencia.

2. Ecología de la mente: Bateson amplía la concepción de lo mental hacia aquel


espacio donde fluyen diferencias. El acto básico de conocer es captar una distinción
o una diferencia, que puede fluir en circuitos que van más allá del cerebro humano.
Esta idea es expresada en la llamada «parábola del hombre que derriba un árbol».
Hay un circuito entre el sujeto (con sus ojos, vías aferentes y eferentes, cambios
cerebrales), el hacha y el árbol. Los tres forman una unidad. De este modo, Bateson
argumenta que todo está interconectado (Bateson, 1991).

3. Teoría de las paradojas y la doble coacción: mediante el estudio de las paradojas


se llega a la convicción de que en aquellas familias donde hay pacientes
esquizofrénicos hay modos de interacción caracterizados por una ingente
comunicación paradójica, la que unida a otras características construye una matriz
social con un operar doble-vincular o «hagas lo que hagas te castigo» (Bateson,
1991).

4. Cibernética de segundo orden: las personas van haciendo distinciones al


interactuar, destacando y ordenando los hechos de cierto modo y construyendo la
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realidad de cierta manera. No hay objetividad ya que el observador está incorporado


en lo observado, a través de un acto constructivo de lo que observa, entonces, todo
conocimiento es autorreferencial. El constructivismo es incorporado en la visión
cibernética, por lo cual interacción y construcción de la realidad son inseparables.

3.3 El aporte de Donal Jackson

Don Jackson (Schaefer, 2013) es considerado uno de los primeros en el campo de


la terapia familiar sistémica y, asimismo, es el creador de la llamada “teoría y terapia familiar
interactiva”.

Formado en la tradición de Sullivan (uno de los principales exponentes de la


psiquiatría interpersonal), adquiere de él la importancia de observar que hacen las familias.
Sullivan, viendo como la ansiedad fluía entre los miembros de una familia, señalaba que la
personalidad no puede ser vista en forma aislada del complejo de relaciones
interpersonales, en el cual obtiene su ser y sentido.

Jackson es considerado un gran exponente en el desarrollo de conceptos como:


homeostasis familiar, normas familiares, coaliciones, etc., y mantuvo una visión
estrictamente cibernética y una posición constructivista en la práctica clínica. Jackson
enfatizaba la importancia de ver al individuo inserto en la familia, en los contextos concretos
y actuales.

Algunas de las premisas básicas de Jackson son, de acuerdo con (Schaefer, 2013):

- El punto central de la terapia es el comportamiento observable, lo que ocurre en el


presente entre los miembros de la familia.

- El contexto más importante es la familia (las relaciones primarias del paciente). Los
síntomas y defensas son las respuestas a las interacciones que se dan en un contexto
particular.

- Toda conducta disfuncional es comunicación, por lo cual es inseparable de su contexto.


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- Cualquier creencia o descripciones compartidas constituyen la realidad experimentada


entre las personas.

- Los participantes en las relaciones intentan definir continuamente la naturaleza de la


relación. La relación tiene dos características: da significado a quien está involucrado
en ella y es de naturaleza permanente.
- En la comunicación las personas presentan mutuamente definiciones de su relación en
un esfuerzo por determinar la naturaleza de dicha relación.

- Con el tiempo algunas conductas son aceptadas y otras excluidas, de manera que se
generan patrones redundantes de interacción. Estas redundancias son consideradas
las normas que rigen las relaciones.

- Cuanto más rígidas o restrictivas sean las normas, habrá mayor dificultad de
adaptación al cambio y a la evolución propia de toda familia y, con probabilidad, un
miembro será identificado como sintomático. Esto muestra lo difícil que es llegar a un
consenso acerca de la naturaleza cambiante de la relación.

- La creencia en que se puede controlar la conducta de los demás, el miedo al cambio y


el mantener la estabilidad están en los intentos por definir la naturaleza de la relación.

Las intervenciones de Jackson implicaban los siguientes aspectos clínicos derivados


de los principios anteriores:

- La familia se entiende como un sistema homeostático que busca mantener el statu quo,
lo que es favorecido por la conducta sintomática. El síntoma es útil para equilibrar las
relaciones.

- Es tarea del clínico observar lo que no se dice ni se hace, a fin de descubrir las normas
familiares.

- Es preciso alterar los patrones redundantes de interacción que se dan en torno al


paciente sintomático.
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- Jackson supone que la gente elige la mejor alternativa en un contexto dado.

- Jackson interviene en distintos niveles del mensaje. Estas intervenciones implican


pasar de un nivel a otro, por lo cual, con esta idea se da pie a un trabajo paradójico y
al uso de la prescripción del comportamiento problemático.

4. Teoría de los problemas y el cambio terapéutico.

4.1 Teoría del cambio.

El objetivo terapéutico, según Ochoa de Alda (1995) es alcanzar un «cambio 2» en


relación con la clase de solución intentada. Los integrantes del MRI distinguen entre cambio
1* y cambio 2*. El primero comprende cambios dentro de la misma clase de soluciones
intentadas, que únicamente contribuyen al mantenimiento del síntoma. Por el contrario, el
cambio 2 supone la creación de una nueva clase de intentos de solución, lo que reduce y/o
hace desaparecer la sintomatología.

4.2 Quejas, dificultades y problemas.

Lo que las personas plantean en la consulta son “quejas”. Para entender el problema
es necesario introducir el concepto de “dificultad”. Estas representan pequeños o grandes
obstáculos que se presentan en la vida, los cuales muchas veces demandan respuestas
que permitan recobrar nuestro equilibrio y bienestar. Si el sujeto cuenta con ciertas
habilidades y la suficiente flexibilidad, hará los ajustes necesarios ante ellas. Sin embargo,
en ciertas ocasiones se “mal enfoca” la solución y la dificultad se complica más. Cuando
esto sucede esto se vuelve un “problema” (Schaefer, 2013).

La movilización al cambio se da como resultado de una desviación respecto de una


norma. El sentido común y la lógica dirán que, a mayor desviación, mayor deberá ser la
acción correctora. Si un sujeto está «estresado o nervioso» la acción lógica será la
relajación, tanto como el calor es necesario para el frío. Este enfoque de los problemas
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permite dar cuenta de que muchos de ellos se originan o se complican por dichas acciones
correctoras, lo que indudablemente se puede dar en distintos niveles: individual, marital,
grupal, familiar, etc. (Watzlawick, Weakland & Fisch, 1995).

5. La entrevista

Establecer un encuadre y asumir una postura como terapeuta son acciones que se realizan
desde la primera sesión, pero estos no son sus únicos objetivos y acciones. los objetivos
de la primera sesión, de acuerdo con Schaefer (2013) son:

a. Establecer un encuadre y definir la postura del terapeuta.


b. Conocer la postura del paciente.
c. Definir la queja, el problema y las soluciones intentadas fracasadas.
estos objetivos se logran con lo anterior mencionado, pero agregando de manera activa dos
maniobras:
1. Preguntar: hacer preguntas referidas tanto al problema como a las soluciones
intentadas, de manera de poder describir la pauta
2. Devolución estratégica: son devoluciones en base a lo que se ha comprendido, a
modo de síntesis y comentarios que persiguen el fin de achicar el problema y
orientar al sujeto a la solución. Orientan en una dirección que permite hacer que el
problema sea solucionable (Pacheco, 1996).

Para la solución (Schaefer, 2013) del problema es necesario evitar ciertas trampas que
desorientan y no son útiles. Es necesario evitar un dialogo centrado en el pasado, en la
explicación causal, la información confusa y ambigua y la multiplicidad de focos. Si hay más
de un foco, el paciente es quien decide con cual trabajar primero.

Se requiere de un lenguaje aplicativo e indirecto. Por ejemplo:


- “De los problemas que me señala, ¿Cuál quiere solucionar primero?” (presupone que
el problema se va a solucionar y que es él quien decide la prioridad).
- “las cosas que ha hecho hasta aquí parece que no funcionan” (presupone que, si hay
una solución, solo que, de esa forma, no).
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- “No hay nada más que me pueda señalar sobre su problema, ¿es solo eso?” potencia
la percepción en el paciente de que el problema es más pequeño de lo que pensaba).
- “¿cómo que imaginas que la terapia te ayudara?” (potencia la expectativa de que la
terapia será exitosa).
- “¿ocurre esto cuando estas en la casa y no en el trabajo?” (potencia la percepción de
que el problema es más pequeño, evita su generalización).

6. Evaluación.

El síntoma se origina en un cambio en la vida del paciente y/o de su familia, al que


los autores denominan “dificultad” (Watzlawick, 1976;1980), que precisa de un nuevo tipo
de respuesta. En su trabajo original, el Brief Therapy Center del MRI considero los
problemas ligados al ciclo vital como elementos importantísimos en la gestión de los
síntomas.

En 1974, Weakland y colaboradores afirman: “interpretamos los pasos


transicionales normales en la vida familiar como las dificultades cotidianas más comunes e
importantes que pueden derivar en problemas (p.147).

Se observa su opción por una tecnología del cambio. Únicamente se interesan por
entender el modo en que las familias mantienen sus problemas con sus intentos
bienintencionados, pero desafortunados, por superarlos. Consideran que una dificultad se
convierte en problema cuando se intenta resolverla de manera equivocada y, después del
fracaso, se aplica una dosis más elevada de la misma solución ineficaz (Ochoa, 1995)

7. Metas y estrategias terapéuticas

El MRI pide a los pacientes y a sus familias que definan las metas concretas que
quieren conseguir con el tratamiento, de forma que el trabajo terapéutico se oriente, tanto
por parte del terapeuta como por parte de los pacientes, a la consecución de dichos
objetivos. Por otro lado, la concreción permite que ambas partes sepan cuándo finalizar la
terapia -cuando se alcancen las metas- y tengan una referencia de su eficacia.
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A continuación, citamos las estrategias que debe seguir el terapeuta:

1. Definición operativa de los objetivos que se pretende lograr con el tratamiento, con
lo que se especifican los referentes conductuales que posibilitan la consecución y
evaluación de los cambios.

2. Elección de un cambio mínimo (también definido en términos de conductas


concretas) seguido de una planificación que facilite el inicio de un efecto de
irradiación. Dicho efecto supone una generalización del cambio mínimo a otras
conductas pertenecientes a la nueva clase de soluciones promovidas por la
intervención terapéutica. La terapeuta pregunta: «¿Qué es lo que usted consideraría
como primera señal de que ha ocurrido un cambio significativo, aunque sea
pequeño?

3. La estrategia efectiva se aparta 180° del impulso básico o clase de soluciones


intentadas hasta entonces. Por ejemplo, si el intento de solución consiste en exigir
obediencia, la intervención debe orientarse a exigir desobediencia. Es importante
destacar que nunca se debe pedir a las personas que no hagan nada, sino que
hagan algo diferente, en general lo opuesto a lo que venían haciendo.

4. Utilización de la postura del paciente -su lenguaje, sistema de valores, actitud ante
el problema, la terapia y el terapeuta- para equipo. Al encuadrar una sugerencia
dentro de la postura de los clientes se aumenta la probabilidad de que la acepten.

5. El terapeuta busca permanentemente una posición «inferior», evitando la


confrontación, que le posibilite intervenir en cualquier condición que presente el
paciente. Los autores sostienen que el profesional de la psicoterapia, por el mero
hecho de serlo, ya se encuentra en una posición superior a la familia y al paciente
cuando éstos solicitan sus servicios (Fish, 1985). Al mismo tiempo propugnan que
remarcar la superioridad del terapeuta favorece la creación de resistencias en la
generalidad de los clientes, razón por la cual insisten en la conveniencia de asumir
una posición igualitaria e incluso inferior. Aun cuando la situación haga necesario
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adoptar una postura de superioridad porque el paciente responda mejor así, siempre
es más fácil pasar de una posición inferior a una superior que a la inversa.

8. Técnicas de intervención.

El grupo del MRI ha desarrollado un gran número de técnicas de intervención,


algunas en términos de programas para problemas específicos. La eficacia de este enfoque
no reside solo en los recursos técnicos directamente relacionados con el cambio de la
solución intentada, sino también en conjunto de estrategias dirigidas a persuadir al paciente
y a la familia para que lleven a cabo las prescripciones del equipo. La intervención se ubica
al final de la entrevista y consta fundamentalmente de una redefinición a la que se suman
tareas para realizar en casa (Ochoa de Alda, 1995).

7.1 Técnicas axiales.

Watzlawick (1999) señala que un reencuadre significa reubicar la situación


experimentada en otro marco conceptual y/o emocional, el cual resulta igual o más
adecuado que el anterior, modificándose con ello todo su sentido. Estos pueden ser de dos
tipos:

a. Directo: consiste en entrenar de forma deliberada y explicita nuevos significados, a


modo de comentario. Esta modalidad se divide en dos subtipos:

- Connotación positiva: muy utilizada en Grupo de Milán. Se trata de valorizar


positivamente aquello considerado negativo. Corresponde a una revalorización.

- Redefinición: se trata de reubicar un hecho en otra categoría conceptual para permitirle


nuevos significados. Se deja de conceptualizar como un evento aislado. Hay una Re
categorización.

b. Indirecto: se entrega en forma indirecta a través de metáforas, analogías, historias,


etc. se potencia la posibilidad de hacer asociaciones y Re asociaciones
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inconscientes. El uso de estos recursos lingüísticos se corresponde con el


funcionamiento de la mente inconsciente, la que es indirecta y metafórica. El uso del
lenguaje hipnótico potencia enormemente estos recursos.

Las intervenciones metafóricas son intervenciones cognitivas que se emplean para


transmitir un mensaje, no relacionado directamente con el problema, sin que su percepción
pueda bloquearse por la intervención de las funciones racionales y se confía en que ejerza
su acción por vía analógica (Watzlawick, 1980). El mensaje puede ser una nueva definición
del problema, una solución al mismo o ambas cosas a la vez (Fisch, 1985).

7.2 Prescripciones.

Son asignaciones de tareas o directivas de conducta, algunas de las cuales están


prescritas para ser hechas y otras definitivamente no. La prescripción del síntoma es
“pautear la pauta”, es crear una nueva pauta que influya la pauta del problema. Esto supone
un “salto de nivel lógico”, y esto significa salir del sistema, y posibilitar el cambio 2. Para el
éxito de esta intervención es preciso acompañar las indicaciones de bunas “razones
lógicas” para el sujeto, es preciso reencuadras o “vender “la tarea (Schaefer, 2013).

7.3 Intervenciones Especificas.

Los componentes del MRI (Ochoa de Alda, 1995) han diseñado cinco intervenciones
estandarizadas, útiles en problemas caracterizados por cinco tipos de soluciones intentadas
(Fisch, 1985): forzar algo que sólo puede ocurrir espontáneamente; dominar un
acontecimiento temido aplazándolo; llegar a un acuerdo mediante coacción; conseguir
sumisión a través de la libre aceptación, y confirmar las sospechas del acusador mediante
la autodefensa. La denominación de cada intervención viene rotulada por el intento de
solución del paciente o familia.

1. Forzar algo que sólo puede ocurrir espontáneamente. Abarca problemas como
insomnio, tics, dolores de cabeza, rendimiento sexual o tartamudeo, en los cuales
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el paciente define fluctuaciones normales del funcionamiento corporal o mental


como problemas y toma medidas para corregirlas y para que no reaparezcan.

La intervención invierte la anterior solución, pidiendo al sujeto que fracase en su intento


de superar el problema. Así, por ejemplo, en problemas de insomnio en los que el sujeto
intenta dormir, se le sugiere que intente no dormir.

Las técnicas de persuasión para «vender» la tarea se basan en argumentar dos tipos
de razones. En primer lugar, se dice al paciente que debe provocar el síntoma
deliberadamente para que pueda observarlo sin la angustia de luchar contra él, de
manera que en la siguiente entrevista traiga una información más detallada de lo que le
ocurre. Se le reitera que los nuevos datos así obtenidos permitirán establecer una
evaluación más exacta de su problema. En segundo lugar, el terapeuta argumenta que
el sujeto necesita entrenarse para lograr un control definitivo de la conducta sintomática,
y le explica que el paso inicial del proceso de aprendizaje consiste en provocar el
síntoma.

2. Dominar un acontecimiento temido aplazándolo. El impulso básico* del paciente es


dominar con antelación una tarea para no fracasar, lo que le lleva a no enfrentarse
nunca a ella. La intervención implica exponer al cliente al acontecimiento, con un
dominio incompleto y en una situación controlada, impidiéndole acabar la tarea con
éxito.

La «venta» de la tarea alude a la necesidad de aprender a superar fracasos como única


vía para saber qué hacer en esa situación. Se reitera al paciente que debe evitar a toda
costa tener éxito. Por ejemplo, si el problema es la imposibilidad de relacionarse con el
sexo opuesto, se le pide que incremente deliberadamente la posibilidad de ser
rechazado en su próximo encuentro, comportándose de forma absurda y torpe. Se
subraya que la finalidad de la tarea es inmunizarlo/ a al impacto del rechazo.

3. Llegar a un acuerdo mediante coacción. Es una solución común en padres de


adolescentes conflictivos, que sermonean reiteradamente a sus hijos sobre el deber
de obedecerles de un modo respetuoso en conductas concretas. El objetivo de la
intervención es que adopten una postura de inferioridad denominada «sabotaje
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benévolo». La tarea se basa en el supuesto de que, al eliminar la actitud


dominadora, desaparecerá la conducta provocadora e inductora de rebeldía que los
progenitores han estado empleando involuntariamente.

Para que se motiven a intentar la tarea propuesta por el equipo, el terapeuta redefine la
rebeldía del adolescente como un conjunto de reacciones imprevisibles e irracionales
que deja impotentes a los padres. Por ello, para «reducir» al muchacho deberán
volverse también imprevisibles, ya que hasta ahora se han conducido de forma
completamente predecible para él, quien sabe de antemano qué van a decir y hacer.
Además, siempre que pidan algo a su hijo seguirán la fórmula: «me gustaría que...» y
cada vez que el adolescente les desobedezca, emplearán consecuencias negativas
reales imprevisibles y no anunciadas; por ejemplo, echar sal en lugar de azúcar en el
café o cerrar la puerta de la calle por dentro cuando el chico llegue más tarde de lo
convenido. Después se disculparán, mostrándose totalmente desamparados y
desconcertados por lo que han hecho.

También se les puede vender la tarea aduciendo que el adolescente necesita aprender
a protegerse de las dificultades que encontrará cuando sea adulto, siendo el hogar el
mejor campo de entrenamiento para la supervivencia en el mundo exterior.

En ambos casos los padres, quienes inicialmente adoptaban una postura externamente
autoritaria e incluso amenazadora que daba paso a la rendición e impotencia ante las
conductas «desatinadas» de su hijo, ensayan otro tipo de solución. Ésta consiste en
aparentar una amabilidad y una impotencia que encierran una respuesta implacable,
con consecuencias negativas reales ante la conducta no deseada de su hijo.

4. Conseguir sumisión a través de la libre aceptación. Es un intento de solución muy


habitual en las relaciones entre padres e hijos, así como en las relaciones de pareja.
En este caso se trata de lograr una respuesta espontánea del otro que coincida con
los deseos de uno mismo. El sujeto piensa que, si pide directamente lo que desea,
su obtención quedará invalidada por no haberlo conseguido de manera espontánea.
Por ejemplo, un padre puede decir a su hijo «quiero que quieras estudiar» en lugar
de «quiero que estudies». La primera formulación implica que el chico para
obedecer a su progenitor debe cambiar de actitud y no únicamente de conducta. Al
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mismo tiempo, lo somete a una comunicación paradójica, ya que le está diciendo


que para obedecerle debe desobedecerle (ser espontáneo supone que no puede
cumplir el mandato, porque en tal caso la espontaneidad cesaría automáticamente).

Problemas que encierra esta solución intentada son la falta de entendimiento de una
pareja en el ámbito sexual, problemas de conducta infantiles que implican desobedecer
a los padres, e incluso el lenguaje esquizofrénico parece ser una respuesta a tal tipo de
maniobras. Ante la petición indirecta del padre («no te estoy diciendo lo que quiero que
hagas») para que se comporte de una forma determinada, el hijo psicótico contesta con
un rechazo indirecto a través del síntoma («de acuerdo, yo tampoco estoy rechazando
nada; simplemente estoy loco»).

La intervención se fundamenta en la necesidad de hacer peticiones directas


(Watzlawick, 1981), una vez redefinida la benevolencia de quien demanda algo («quiero
que quieras, pero no quiero que lo hagas si no te sientes feliz haciéndolo») como algo
inintencionadamente destructivo a largo plazo, y las solicitudes directas como algo
beneficioso, aunque difícil de poner en práctica en un principio.

5. Confirmar las sospechas del acusador mediante la autodefensa. En este caso se


produce un reiterado conflicto entre dos personas en donde la persona A sospecha
que B realiza un acto que ambos consideran equivocado, A vigila y acusa a B y B
niega las acusaciones y se justifica, lo cual suele confirmar las sospechas de A.

La intervención, cuyo objetivo es interrumpir la secuencia de acusaciones y


justificaciones, se denomina «interferencia» o «confusión de señales». Por ejemplo, en
las recriminaciones por alcoholismo, se recomienda al marido beber al azar, y aparentar
estar borracho cuando no lo está y al revés. El terapeuta sugiere a la esposa que intente
averiguar cuándo ha bebido realmente y cuándo no, pero sin decir nada. Ambos deben
llevar un registro diario, por separado, y traerlo a la entrevista siguiente. Conviene
aclarar que los autores sostienen que el alcoholismo se mantiene, en parte, por la
conducta recriminatoria del cónyuge no alcohólico. La intervención, además de bloquear
las recriminaciones, implica la posibilidad de un control voluntario de la conducta
problemática mediante la simulación del síntoma por parte del paciente identificado
durante aquellos días en que no bebe.
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7.4 Intervenciones Generales.

Son intervenciones de tipo estratégico, que pueden emplearse cuando las


intervenciones específicas no han logrado el resultado esperado o cuando conviene
complementarlas con alguna indicación adicional (Fisch, 1985).

Ochoa de Alda (1995) describe las más relevantes, son éstas cuatro:

1. No apresurarse. Se aplica básicamente en tres situaciones. Primero, con sujetos


cuya solución intentada es esforzarse mucho por superar el problema, ya que si
reducen su esfuerzo el síntoma remitirá. Segundo, con pacientes pasivos que urgen
al terapeuta para que lleve a cabo una acción curativa, la sugerencia de que vayan
más despacio actúa como acicate para que se movilicen hacia el cambio. Y, por
último, siempre que haya cambios y mejorías el terapeuta debe recordar a la familia
y al paciente que los cambios lentos son más sólidos que los súbitos. Con ello, por
un lado, se previenen recaídas al evitar que el sujeto vuelva a esforzarse demasiado
y, por otro, se da el mensaje de que es preferible el cambio paulatino, lo cual permite
que se valore cualquier pequeño cambio y no sólo el espectacular.

2. Peligros de una mejoría. Es una intervención adecuada cuando el paciente no ha


realizado la tarea prescrita en la sesión anterior y en síntomas como la ansiedad.
En el primer caso, si la postura del sujeto es de oposición al terapeuta, la
intervención funciona acelerando el cambio. En el segundo caso, si la persona
comprueba que la mejoría no es un lecho de rosas, se sentirá menos obligada a
exigirse rendir más, modificando su intento de solución de esforzarse demasiado.
Por ejemplo, si una mujer que trata por todos los medios de «cazar» un marido sin
conseguirlo, encuentra ciertas desventajas en el matrimonio, como tener menos
tiempo libre y menos independencia, reducirá su «acoso» a los hombres,
incrementando la probabilidad de que alguien se fije en ella.

3. Un cambio de dirección. Cuando las intervenciones no han producido el cambio


deseado, el terapeuta cambia de dirección argumentando que se ha dado cuenta
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de que ha seguido un camino equivocado o que ha consultado con un «experto»


que le ha recomendado variar el rumbo de la terapia. El cambio de estrategia puede
completarse adoptando una posición inferior («el experto aludió a un punto que yo
no logré entender, pero él dijo que usted sí lo entendería»).

4. Cómo empeorar el problema. Se emplea cuando en las últimas entrevistas continúa


sin haber cambios. El terapeuta manifiesta al paciente y a los componentes del
sistema familiar que tanto él como su equipo no han sabido cómo ayudarles a
mejorar el problema, pero que sin embargo sí saben cómo podría empeorar.
Educadamente y sin ninguna acritud, se enumera de forma específica todo aquello
que el paciente y su familia han hecho para solucionar el problema. Así se subraya
el papel activo del sujeto y sus familiares en la persistencia del síntoma, esperando
que asuman una expectativa de lugar de control interno* del mismo. En absoluto es
conveniente culpabilizarlos por no haber cambiado, lo cual añadiría un nuevo
problema, deteriorando la imagen de eficacia de la familia y dificultando la labor de
otro profesional, en caso de que inicien otra terapia.

7.5 Otros recursos técnicos.

Existen otras técnicas que fueron formuladas para ciertas situaciones problemáticas.
Destaca, por ejemplo, el no invitar ni estimular al paciente depresivo, el evitar la autodefensa
en las discusiones, no esforzarse en situaciones espontaneas, exposición a lo temido sin
dominio ni aplazamientos, ect. Su descripción es vaga y no hay lineamientos claros para el
aprendizaje de ellos. Sin embargo, en la terapia estratégica breve de segunda generación,
los patrones de persistencia son más nítidos y las técnicas consecuentes muy simples
(Schaefer, 2013).
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Diálogos.

Primera sesión.

Paciente de nombre celeste de 27 años, acude a la clínica Tamaulipas para continuar su


tratamiento psicológico. Es referida de la clínica Zaragoza, donde inicio su tratamiento por
secuelas del temblor ocurrido el dia 19 de septiembre de 2017. El motivo de consulta, por
lo cual acude la paciente, es querer mejorar en su ámbito laborar y en sus relaciones
interpersonales.

T: ¿De qué te gustaría hablar hoy?

P: Pues me gustaría continuar con el tratamiento, pues siento que me ha estado ayudando
mucho. He tramitado algunos documentos que son importantes, como mi pasaporte, mi
acta de nacimiento, mi INE. Además de que estoy estudiando de nuevo para poder terminar
la preparatoria y estoy tomando un curso de manicurista.

T: ¿Cuáles son los objetivos o metas que alcanzar en la terapia?

P: Me gustaría levantarme de buenas siempre, ser mejor persona, poder relacionarme


mejor con las personas, ser más eficiente en mi trabajo para poder así empezar a generar
dinero.

T: ¿Porque en el ámbito laboral y mejorar en las relaciones con las demás personas?

P: Pues estoy iniciando un curso de manicurista, me gustaría ser más eficiente, pues me
frustro cuando no hago las cosas rápido o me salen mal. Me gustaría hacer mejor las cosas,
para poder abrir un negocio y empezar a generar dinero. No me gusta fracasar, quiero hacer
un buen trabajo, aunque me lleve tiempo.

T: ¿Y por qué querer mejorar tu actitud con los demás?

P: Pues me gustaría ser más alegre, no me gustaría quedarme estancada donde estoy.
Aunque no me gustan las multitudes, me incomoda estar ante mucha gente. Pero me
gustaría ser más alegre conmigo misma y poder relacionarme mejor con mi pareja y los
demás.

T: ¿Has intentado actuar de esa manera?


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P: Pues no, no me gustan las multitudes, me incomoda cuando estoy con mucha gente, Y
no soy muy simpática con las personas. Con mi pareja, pues no nos hemos visto, y no me
gusta ser muy cariñosa con él, pues siento que no sería yo.

T: ¿Como te empezarías a dar cuenta de que estas logrando estos objetivos?

P: Pues levantándome con una actitud positiva y empezando a sonreír todos los días.

Segunda sesión:

La paciente no asiste a la sesión programada. Manda mensaje y se reagenda la cita para


la siguiente semana a las 5:0p.m

Tercera sesión.

Cuarta sesión.
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Referencias.

Bateson, G. (1991). Pasos hacia una ecología de la mente. Buenos Aires: Planeta- Carlos
Lohle.

Fisch, R. (1983), Commentary to L. MacKinnon: Contrasting strategic and Milán therapies,


«Family Process» 22 (4), 438-440.

García, F. (2013). Terapia sistémica breve. Fundamentos y aplicaciones. Chile: RIL

Haley, J. (1971). Estrategias en psicoterapia. Barcelona: Toray S.A.

Ochoa de Alda, I. (1995) Enfoques en terapia familiar sistémica. Barcelona: Herder.

Schaefer, H. (comp.). (2013). Terapia sistémica breve. Fundamentos y aplicaciones. Chile:


RIL

Schlanger, K. & Watzlawick, P. (s.f.). Historia del Mental Research Institute. Palo Alto: MRI
(monografía no publicada).

Watzlawick, P. (1980), El lenguaje del cambio. Barcelona: Herder,

Watzlawick, P. Beavin, J. & Jackson, D (1981), Teoría de la comunicación humana. Buenos


Aires; Herder

Watzlawick, P., Beavin, J. & Jackson, D. (1997). Teoría de la comunicación humana:


interacciones, patologías y paradojas. Barcelona: Herder S.A.

Weakland, J., Fisch, R., Watzlawick, P. & Bodin, A. (1974). Terapia breve: centrada en la
resolución de problemas. Family Process, 13, 141-168.

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