Sunteți pe pagina 1din 3

COMENTARIO CRÍTICO.

TEXTO DE CRÓNICA DE UNA MUERTE


ANUNCIADA
Ángela Vicario era la hija menor de una familia de recursos escasos. Su padre, Poncio
Vicario, era orfebre de pobres, y la vista se le acabó de tanto hacer primores de oro
para mantener el honor de la casa. Purísima del Carmen, su madre, había sido
maestra de escuela hasta que se casó para siempre. Su aspecto manso y un tanto
afligido, disimulaba muy bien el rigor de su carácter. «Parecía una monja», recuerda
Mercedes. Se consagró con tal espíritu de sacrificio a la atención del esposo y a la
crianza de los hijos, que a uno se le olvidaba a veces que seguía existiendo. Las dos
hijas mayores se habían casado muy tarde. Además de los gemelos, tuvieron una hija
intermedia que había muerto de fiebres crepusculares, y dos años después seguían
guardándole un luto aliviado dentro de la casa, pero riguroso en la calle. Los hermanos
fueron criados para ser hombres. Ellas habían sido educadas para casarse. Sabían
bordar en bastidor, coser a máquina, tejer encaje de bolillo, lavar y planchar, hacer
flores artificiales y dulces de fantasía, y redactar esquelas de compromiso. A diferencia
de las muchachas de la época, que habían descuidado el culto de la muerte, las cuatro
eran maestras en la ciencia antigua de velar a los enfermos, confortar a los
moribundos y amortajar a los muertos. […] [La madre] pensaba que no había hijas
mejor educadas. «Son perfectas», le oía decir con frecuencia. «Cualquier hombre
sería feliz con ellas, porque han sido criadas para sufrir.».

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, Crónica de una muerte anunciada (1981)

Localización. Tipo de texto. Intención.

El texto que comentamos a continuación pertenece a la novela de Gabriel García Márquez,


Crónica de una muerte anunciada, publicada en 1981, obra inscrita dentro del movimiento
literario del Realismo mágico, corriente que dominó la literatura hispanoamericana durante
la segunda mitad del siglo XX. Este movimiento persiguió la creación de una realidad
fundida con elementos fantásticos y fabulosos, dando lugar a un ambiente en que lo
cotidiano y lo fantástico y lo mítico se mezclan sin que se distingan bien sus bordes.
García Márquez fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1982 por esta y
otras novelas como Cien años de soledad, su obra maestra.

En concreto, el fragmento que analizamos pertenece al principio del libro, al segundo


capítulo, por lo que podríamos afirmar que se incluye dentro de la Presentación o
Introducción de la obra, teniendo en cuenta que esta produce bastantes saltos en el tiempo
ya que desde el principio conocemos el final de la historia, la cual es planteada como una
reconstrucción aparentemente real de lo sucedido en un pueblo de Colombia, acudiendo a
testimonios diversos de los personajes en momentos distintos, con lo que se crea una
secuencia cronológica no lineal y en la que la acción no avanza. Por tanto, la intención de
este texto es la de dar información acerca del crimen que se intuye en el título de manera
veraz, usando de una modalidad preferentemente descriptiva, si bien en el presente
fragmento se aprecian también ejemplos de estilo directo. En cuanto al narrador, este está
incluido como personaje dentro de la obra, usando de la tercera persona y, en ocasiones,
de la primera persona narrativa (“le oía decir con frecuencia”).
Ideas y temas principales del fragmento.

Este texto, al igual que el conjunto de la obra, está redactado en forma de crónica
periodística (la profesión de García Márquez era, no olvidemos, la de periodista). El objeto
de este subgénero periodístico es el de exponer de manera detallada una noticia acaecida
en el pasado, es decir, desprovista de actualidad, lo que diferencia a este subgénero de la
noticia. Para ello, el autor, en este caso, se sirve de la descripción de cómo eran los
orígenes de una de las protagonistas de la novela, Ángela Vicario, porque estos datos
descriptivos nos van a servir para tener una imagen clara y objetiva de cómo es la familia:
“su madre había sido maestra de escuela”, “las dos hijas mayores se casaron muy tarde”,
etc. El autor trata de ser objetivo en la exposición de los hechos (para ello se ayuda de la
tercera persona narrativa, como se aprecia en los ejemplos anotados), relatando con
frialdad y claridad los datos familiares de Ángela, pues no se aprecia ningún léxico
valorativo que refleje la opinión del autor, aunque en alguna ocasión se aprecia algún
rasgo subjetivo, como cuando dice que su madre, Purísima, se había casado “para
siempre”, lo que, como veremos, ya nos da una pista acerca de la sociedad machista en
que se desarrollan los acontecimientos. La reproducción de frases en estilo directo, como
“Parecía una monja”, actúa como dato de realismo (¿posible argumento de dato?), al igual
que si se tratara de un verdadero texto periodístico, pues nos deja las mismas opiniones
tal cual fueron dichas por los personajes, sin la aparente intervención del escritor, simple
cronista de los hechos.

Destaca en este fragmento el tema de la sociedad moral y conservadora, relatado con


imparcialidad, como si se tratara de algo natural y cotidiano, a través de los distintos datos
descriptivos que aporta el autor. Las mujeres han sido criadas para casarse y para sufrir,
mientras que los hombres han sido educados para ser hombres. Esta es la clave temática
de todo el fragmento, el cual nos transmite como si de una cámara de vídeo se tratara los
entresijos de una sociedad tremendamente machista en la que lo natural era que el
hombre y la mujer tuviesen los roles muy establecidos, de la manera que se relata en este
texto. De este modo, ya se nos va avisando de que este es uno de los motivos del crimen
que se atribuye a Santiago Nasar, pues Ángela no va virgen al matrimonio con Bayardo
San Román, y esto es un ultraje social que hay que limpiar, y de ahí que los hermanos de
Ángela maten a Santiago con el objeto de restablecer la imagen perfecta que exige una
sociedad como la descrita tanto en este fragmento como en el resto del libro.

Opinión personal y relación con otros ejemplos y obras similares.

Que el escritor no opine sobre la calidad moral o social de los hechos que narra no implica
que nosotros no debamos hacerlo. García Márquez, en su cualidad de escritor y periodista,
nos relata unos hechos que a nosotros, lectores del siglo XXI, nos parecen una auténtica
barbaridad. Esta sociedad descrita en el fragmento, machista, y por ello profundamente
determinista, lo que nos recuerda en parte a las doctrinas del Naturalismo literario del siglo
XIX, establece que las personas ya tienen asignado un papel desde el mismo momento de
su nacimiento. Las mujeres vienen al mundo para casarse y para sufrir, no existe margen
de maniobra, todo está determinado “para siempre”, como dice el autor. Y los hombres
están para ser hombres. Hoy día, esta situación parece casi tercermundista, aunque aún
hay estratos sociales en los que se sigue llevando esta clasificación de roles según el
sexo, así como también el respeto a un luto “aliviado” en casa y “severo en la calle”
(respeto que, como deja claro el autor, no se estilaba ya en todas las mujeres de la época,
lo que hunde aún más a nuestras protagonistas en una sociedad sin salida). Entre otras
cosas, es tercermundista porque una sociedad así limita la libertad del ser humano, no
deja ninguna posibilidad de crecimiento personal o profesional más allá de lo que se
asigna desde el nacimiento. En otras palabras, se le castra su libertad de elección y de
vida. Y, en nuestra sociedad, como hemos afirmado antes, hay grupos en los que se deja
muy claro lo que va a ser cada uno, como en la etnia gitana, pero también en grupos
rurales alejados de la ciudad y con poca densidad de población. Es decir, en nuestro
tiempo somos testigos de grupos sociales en los que ya desde el nacimiento no hay
libertad, y esto es una aberración contra la naturaleza del ser humano.

Al tratarse de una obra literaria, no encontramos medidas concretas, pues una obra de arte
se caracteriza no por lo concreto sino por lo sutil. De hecho, que García Márquez escriba
un relato así es ya una feroz denuncia de la sociedad de su tiempo, y casi de la sociedad
actual en muchos estratos sociales de la misma. Yo podría aportar la educación, clave
para construir una sociedad libre y autónoma, como manera de erradicar esto, pero ya el
autor deja aquí un fortísimo manifiesto contra los cánones sociales desfasados de la
Colombia rural de su tiempo, lo cual tiene valor universal pues es aplicable a cualquier
sociedad moral y restrictiva.

Conclusión.

En definitiva, García Márquez, desde la objetividad, la frialdad, como si no le importaran


los hechos que nos cuenta, establece una crítica feroz de la estructura de toda sociedad
machista y patriarcal que se nos pueda venir a la cabeza, creando una novela de alcance
universal. La ausencia de datos concretos que sitúen la historia ayuda a que la obra sea
aplicable a cualquier tipo de sociedad (aunque parece que está basada en los sucesos
acaecidos en Sucre, localidad colombiana). Por un momento, después de colgar el
“uniforme” de periodista, se lo volvió a poner en este texto, y en toda la novela, para
dejarnos un fiel documento sobre la moral excesiva y represora de la individualidad del ser
humano.

S-ar putea să vă placă și