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¿Dónde está el Tribunal Supremo de

Elecciones?
Por Juan Huaylupo Alcázar - 23 Marzo, 2018 - En Opinión

Los procesos democráticos gestados por la ciudadanía costarricense, a través de la


historia, han requerido de la protección y el amparo del Estado o dicho de otro modo, de
su institucionalidad pública. Esto es, la democracia en una sociedad con derecho a tener
derechos, tiene en el Tribunal Supremo de Elecciones y otras entidades públicas, los
medios para que la democracia sea respetada y conservada, como garantía ciudadana
y de institucionalidad democrática.

Quizás podría pensarse que es una obviedad hacer esta afirmación, sin embargo, no lo
es, porque apreciamos -no solo en estas elecciones-, que la violación a la forma y
contenido de la democracia costarricense, se propicia y acentúa cuando hay complicidad
y consentimiento por parte de las instituciones que tienen el mandato de protegerla. Así,
la libertad de expresión, que tiene en la libertad de información su correlato en toda
democracia, hoy, con anuencia del TSE, se permite y protege la veleidad de un candidato
para que se ausente de los debates públicos, concertados, aceptados y luego
rechazados, sin intervención institucional que defienda el derecho a la información útil y
necesaria, para optar por algún candidato al momento de emitir su voto.

Se violenta el derecho ciudadano a la información por parte del TSE y del candidato, que
desde ya, transgrede su obligación pública de dar a conocer su perspectiva y propuestas
sobre el desarrollo social y nacional. Así como, se le permite carecer de un plan de
gobierno que, supuesta e imaginariamente, presentará cuando asuma el gobierno.

Esto es una burla, porque consiente que se propaguen burdas, cínicas e ignorantes
posiciones sobre y contra lo público, por parte de un candidato con sus aliados y
consejeros de la Unión Costarricense de Cámaras Empresarios y Asociaciones del
Sector Empresarial Privado (UCCAEP), liberales o justificadores ideológicos de la
creciente desigualdad e inequidad social creada por los usurpadores del bienestar. El
candidato neopentecostal fundamentalista, algunos empresarios y banqueros, los
medios de opinión privada y sus ideólogos, han creado una improvisada alianza sin
principios para imponer acciones contra los derechos, intereses y anhelos de la
colectividad nacional.

El TSE esta coludido con la privatización al reducir las elecciones a procesos de


apariencia técnica y mecánica, con ello desvaloriza el acto cívico y es cómplice de las
orientaciones que son ajenas al interés público y nacional. Calla ante el irrespeto al
derecho a la información por parte de un candidato y su partido, permite que se violente
la prohibición de hacer política desde los cultos, dispone que el sector bancario sea un
intermediario parcializado que gestiona la deuda política a los partidos, así como ampara
para que sean los partidos organizaciones con dueño, o que solo sirvan como máquinas
electorales y clientelares.

Asimismo, ha legalizado la conformación de partidos en representantes exclusivos de


grupos de interés privado, así como permitió, en una anterior elección, el conteo
informático de votos, desconociendo el código madre del software contratado y sin
recuento manual de la totalidad de los votos. Esto es, lo que ocurre en este proceso de
elecciones confirma, que el TSE no cautela las expresiones democráticas, pues al
legalizar ilegítimamente los resultados, viabiliza que sean los intereses privados, no
públicos ni nacionales, los que se impongan a la nación. No es democracia, amparar los
derechos privados en desmedro de los colectivos.

El TSE, un ente de la institucionalidad pública, ha involucionado al contribuir con la


privatización de lo público, al violentar la democracia y renegar ser una institución del
Estado Social. Lo común a todos o lo público, es una necesidad social y una obligación
estatal, en un contexto de interdependencia, con democracia e igualdad de derechos.

(*) Juan Huaylupo Alcázar es catedrático de la Facultad de Ciencias Económicas de la


Universidad de Costa Rica.

1. Fernando
23 marzo, 2018 at 12:08 pm

Desde que el señor Sobrado está dirigiendo el tribunal, la credibilidad de éste ha venido en
picada. En el 2006 cuando Ottón Solís iba ganando la elección, se paró el conteo sin ninguna
justificación y se retomó el día siguiente con datos que ya empezaron a favorecer a Arias. En
el 2007 durante el referéndum, se violaron las leyes electorales de este país, se permitió la
intromisión extranjera en los comicios y el tribunal no hizo nada. Siempre ha tenido una
parcialidad hacia el PLN y un odio patológico al PAC, sus actuaciones siempre han sido de
un favoritismo descarado hacia el PLN. Tanto en 2006 y 2007 e incluso recientemente (lo dijo
Juan Diego Castro) se ha hablado de fraude, esto era antes un sacrilegio. En fin ese tribunal
así en minúscula ya no tutela ni las elecciones y menos nuestra democracia.
Reply

2. Marich
23 marzo, 2018 at 1:15 pm

Sobrado es como el ex fiscal general Chavarría incondicional del PLN (red de cuido) y ahora
es Fabricio el títere de Arias, falta mucho que limpiar en nuestras instituciones de gobierno.
Reply

3. Franklin Rojas H.
23 marzo, 2018 at 9:58 pm

Es evidente “la parcialidad” del “Tribunal Sobrado de Elecciones”; existen individuos que se
creen dueños de instituciones del estado, eso debe corregirse.
Reply

4. Carolina Jiménez
23 marzo, 2018 at 10:03 pm

Excelente articulo! Creo que muchos costarricenses estamos de acuerdo con usted. El TSE
no cumple sus funciones como debiera para preservar la democracia. Por ejemplo, no podría
haber variado la fecha de las votaciones de la 2a. ronda para que no coincidiera con el
Domingo de Resurrección y favoreciera el abstencionismo. Pareciera que vivimos en una
dictadura, todo es inamovible, está escrito en piedra. El TSE, ha permitido el maridaje de
religión y política desde el inicio de la campana, ha lesionado nuestra democracia. También,
los ciudadanos debemos exigir eficiencia al TSE así como se la exigimos a la Fiscalía.

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