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En la segunda premisa se señalaba: "Procura ser imparcial en el trato con los niños"
El corazón de la Kindergartina debe alimentar un cariño igual para todos los niños, por
consiguiente no debe manifestar preferencia por ninguno, ni aun aparentemente porque nada es
más perjudicial para la formación del carácter del niño que este proceder (Maluschka, s/a).
La segunda idea se relacionaba con el "Dedícate con amor sincero a los niños", pues como una
buena madre, se debía querer a todos los hijos por igual sin manifestar preferencia. De lo
contrario, la maestra provocaría problemas para el infante y el curso en general.
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ABETT DE LA TORRE DIAZ, Paloma. Sirviendo a la Patria: Las maestras kindergarterinas en los albores del sistema de educación
parvulario en Chile (1905-1915). Hist. educ. anu., Ciudad autonoma de Buenos aires., v. 12, n. 1, jun. 2011. Disponible
en<http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2313-92772011000100007&lng=es&nrm=iso>. accedido
en 25 nov. 2015.
Al mismo tiempo debía estar siempre atenta y alerta, ya que los niños son permeables a cualquier
mala influencia, lo que se relacionaba con la cuarta premisa: "Cuida de tus modales delante de
tus alumnos". Allí resaltaba la inteligencia y perspicacia de los niños para percibir las buenas o
malas costumbres de la maestra, retomando la vieja idea del magisterio como ejemplo de virtud y
buenas costumbres, que no sólo pasa por un modo de vestirse, sino principalmente por una
manera de ser y comportarse en sociedad.
Por esto la Kindergartina debe cuidar en primer lugar de su exterior; de su traje, de todo su
arreglo; no debe ser jamás, descuidada en este sentido; pero debe evitar caer en el extremo
opuesto. Debe además cuidar de no demostrar desigualdad de carácter, ni falta de dominio de sí
misma: lo que un día prohíbe no debe permitirlo al día siguiente; jamás debe dejarse llevar de la
ira y menos castigar corporalmente a los niños (Maluscka, s/a).
El quinto precepto nos señala "Vigila continuamente a tus alumnos para evitar que cometan
faltas". Con estas ideas se destacaba la labor de normalización que realizaba el magisterio, quien
debía enseñar a sus estudiantes, mediante un estricto control del comportamiento, la vigilancia
constante tiene gran influjo en la conducta:
La mirada de la maestra tiene una fuerza mágica para los alumnos, especialmente en esta edad;
dominados por ella se empeñarán en hacer lo bueno o por lo menos evitarán lo malo i esto guía la
voluntad a la práctica de bien, mientras que si se sienten abandonados fácilmente aprovecharán la
ocasión para hacer algo que no debieran (Maluscka, s/a).