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Introducción a la Teología
por Evilasio Amorim Oliveira, Félix Velasco y Fernando Jimenez Mocobono
En este informe lo que pretendemos es aproximarnos a las nociones, intuiciones y percepciones que
Joao Batista Libanio, Alfonso Murad, Clodovis Boff y Olegario González de Cardedal, tienen sobre
las cuestiones del sentido y misión de la teología, lo que identifican como obstáculos con los que la
teología se enfrenta y las sospechas que se levantan en torno a ella, y, finalmente, sobre el porqué y
el para qué de la teología. Lo que vamos a exponer es lo encontrado y recogido en los textos
propuestos en el curso para esta unidad: Introducción a la teología (pp. 23-56), Teoría del método
teológico (pp. 25-39) y El quehacer de la teología (pp. 37-50), de los mencionados autores.
Cabe tener en mente que se trata de una aproximación a cuestiones importantes para quien se inicia
en el estudio y, esperamos también, en la práctica de la teología. Así, pues, consideramos que sirven
de rudimentos conceptuales y de elementos de situación, cosas que atañen especialmente a un ramo
de Introducción a la Teología. Con esto dicho, entremos en materia.
Cuando Libanio y Murad se aproximan a lo que ellos consideran el sentido y misión de la teología,
la exponen como aquella tarea que todo cristiano y, en particular, que todo teólogo tiene: interpretar
las verdades de fe para nuevos tiempos y contextos sin dejar de mantenerse fiel a esas mismas
verdades.
De esta manera, invitan a considerar que la teología, “haciéndose compañera, quiere contarnos las
historias de Dios que nos permiten encontrar sentido a esta aventura tan breve entre los infinitos del
ayer y del mañana [...] las más hermosas historias de aliento y consuelo, extraídas de la palabra de
Dios [...] historias de la cercanía de Dios al hombre y de las posibilidades de la cercanía del hombre
a Dios [...] [que] narran y traducen en la analogía de los símbolos esa presencia y compañía de Dios
en la trayectoria humana”.1
Por su parte, González de Cardedal considera que “la misión de la teología cristiana, a la luz de su
origen, consiste en explícita apertura metafísica del hombre a Dios, exponiendo la entrega histórica
de Dios a los hombres en Cristo, mostrando la convergencia entre estos dos”.2
1
Joao Batista Libanio y Alfonso Murad, Introducción a la teología, perfiles, enfoques y tareas (México:
Dabar, 2000), 32.
2
Olegario González de Cardedal, El quehacer de la teología: génesis, estructura, misión, Vol. 177
(Salamanca: Sígueme, 2008), 37.
En este trabajo, la iniciativa no es del hombre, ni las preguntas vienen de él, sino que vienen de
Dios que busca y cuestiona al hombre. Entonces debemos estar atentos a lo que Dios nos pide, pues,
las preguntas nacen de una búsqueda originada en la experiencia con Dios.
Así es como, este autor, considera que la teología debe, por un lado, “ser una reflexión sobre Dios,
en la medida en que él se ha manifestado en la historia de Israel y en la persona de Jesucristo como
el Santo, el Infinito, el Justo, quien por la encarnación ha explicitado su omnipotencia y santidad en
compadecimiento y muerte”3. Y, por otro lado, la teología debe “decir en alto la compresión
histórica que el hombre tiene de sí, a lo largo del decurso de los siglos y no sólo en un punto de él
[...] a la vez [que] oír, acoger e interpretar la comprensión de sí mismo, la propuesta de sus
designios y la promesa que para el hombre Dios ha manifestado en su revelación.”4
Sin embargo, tanto González de Cardedal como Libanio y Murad, ponen de manifiesto las
dificultades que ellos perciben e intuyen en el desarrollo del quehacer teológico.
Entonces, tomando en cuenta que Libanio y Murad escribieron para gente de comienzos de la
primera década del siglo XXI y que casi veinte años más tarde las cosas pueden ser un poco
diferentes, acerquémonos a lo que ellos llaman las “persistencia de las sospechas sobre la teología”5.
Sospechas que pesan sobre la teología y que se convierten en obstáculos y son fuente de
dificultades.
Identifican, como una de ellas, a la pastoral inmediatista "popular"6, que se traduce en la
concepción de no pocas personas de que los teólogos y clérigos son los que saben, y a los laicos les
toca sólamente poner en práctica lo que se les enseña. Esto, genera anticlericalismo y una actitud
anti-teórica, de parte de quienes piensan que el conocimiento se restringe porque es poder. Y,
también, genera una sospecha de sesgo conservador sobre la teología moderna y la teología de la
liberación por su aspecto liberal; sospecha que tiene por detrás la preferencia de dejar intacta la
religiosidad del pueblo por temor a perturbar su sencillez piadosa.
También identifican como fuente de sospecha y dificultad al espiritualismo7, que se traduce en
espiritualidad sin teología. Hubo en el pasado una ruptura entre escolástica y espiritualidad, que es
cada vez menor desde el Vaticano II. Se nota una mayor armonía entre teología y espiritualidad,
pero, también se ve el surgimiento de una espiritualidad de corte emocional alejada de la teología.
3
González de Cardedal, El quehacer…, 46
4
González de Cardedal, El quehacer…, 47
5
Libanio, Introducción…, 34
6
cfr. Libanio, Introducción…, 34-36
7
cfr. Libanio, Introducción…, 37-38
En ese sentido, es paradigmática frase que revela el fideísmo subyacente al espiritualismo: "Yo
prefiero no reflexionar sobre la fe, para no perderla.”
El mayor control centralizador8 también tiene su sospecha sobre la teología. Hay una tensión
complicada: el conflicto entre las posiciones de determinados teólogos y el magisterio romano. La
libertad académica del teólogo queda bajo sospecha. Y esto repercute en un lento y difícil caminar
de la teología, porque el clima de libertad es sustituido por un cierto rigor vigilante, controlador de
expresión. Así se deja sentir una tendencia mayor a la uniformidad y obediencia en desmedro de la
diversidad y creatividad. Las teologías “nuevas” quedan bajo sospecha y restricciones.
Pesan también las sospechas sobre el lugar desde donde se enseña la teología9, su carácter
tradicionalmente conservador y uniformizante, y las oportunidades y potencialidades que se
vislumbran en ambientes académicos más diversos que cuestionen, aporten otros puntos de vista,
pero también reciban respuesta desde la teología y rompan sus prejuicios.
Hay sospechas sobre quienes estudian teología por su clericalización, mundanización, falta de recta
intención y/o desinterés, en contraste con las oportunidades que se ven ante un aumento de
estudiantes laicos y la diversidad de visiones e interrogantes socioculturales de los jóvenes de la
actualidad. Esto último plantea un reto para la reflexión y la docencia. Y sospechas por falta de
sistematización, que afecta a los desarrollos teológicos actuales versus el enorme esfuerzo que se
está realizando en pos de una organicidad teológica en este tiempo, y sobre la distancia entre la
teología y la pastoral, que no termina de salvarse a pesar del énfasis que el Vaticano II puso sobre
la cuestión.10
González de Cardedal muestra que lo que antes era piedra de sustento para la teología, ahora se
torna una piedra de tropiezo. Explica que lo que se pone bajo sospecha son los propios fundamentos
de la teología11: Revelación en la historia, fe positiva, Iglesia institucional. Así, a la teología, le toca
hacer frente a preguntas como: ¿Es posible la revelación de Dios en la historia y, dentro de ésta, en
forma encarnativa? Esa revelación ¿se ha diluido ya? Y si perdura, ¿dónde la encontramos: en
textos muertos o en testigos vivos? Los textos bíblicos ¿no están tan afectados por una cultura, una
ciencia y una imagen del mundo que los harían absolutamente inaceptables para nosotros, al
implicar una comprensión de la realidad, que no es la nuestra y que no puede sernos impuesta? La
comprensión que se tiene sobre Dios y la concepción del hombre son correlativas. Esto se
8
cfr. Libanio, Introducción…, 38-41
9
cfr. Libanio, Introducción…, 42-44
10
cfr. Libanio, Introducción…, 44-48
11
cfr. González de Cardedal, El quehacer…, 45
manifiesta en una pregunta fundamental “¿qué realidades, proyectos y decisiones ensanchan la vida
humana?, ¿qué hombre quiero ser y qué Dios quiero tener?”12
Entonces, frente a estas dificultades y desde su sentido y misión, se plantea la cuestión del porqué y
para qué la teología, con el añadido de porqué y para qué hoy.
Libanio y Murad ven un contexto, principalmente latinoamericano, que ha cambiado y se muestra
desafiante pero lleno de oportunidades. En el creciente interés de los laicos por la teología y una
formación teológica seria, el pluralismo en espacios de reflexión, una apertura mayor al
ecumenismo y al diálogo interreligioso y una pastoral más exigente, ven necesidades que surgen
como retos al quehacer teológico actual. Son contextos, en donde la teología tiene una palabra que
decir.
González de Cardedal, mucho más directamente, vincula la justificación del quehacer teológico a la
persona del teólogo diciendo que hace teología “para ayudarnos a los demás en la memoria fiel de la
verdad y de la revelación de Dios en Cristo, en el descubrimiento de su potencia transformadora
para nuestra existencia y en la abertura a un Futuro absoluto”13. Para él, la teología encuentra su
actual en tanto nos ayuda a vivir esta vida en relación con Dios y con los demás, en una permanente
dinámica de transformación para bien.
Aquí, finalizando esta parte y como aclaración, cabe decir que por más que intentamos no pudimos
encontrar una manera de vincular el texto de Boff a las cuestiones aquí expuestas, puesto que de lo
que se ocupa es más bien de una exposición más sistemática de lo que es la teología en su carácter
científico y sapiencial, que si bien es un tema tocado en clase, no pareció ser el centro de atención
de la unidad introductoria.
Considerando la propuesta de los autores, creemos que dibujan un panorama más o menos actual
del contexto en el que hoy se hace teología. Aportan, desde sus propios contextos y experiencia
percepciones e intuiciones sobre obstáculos y oportunidades que resultan valiosas para personas
que, como nosotros, están comenzando a imbuirse de lo que implica hacer teología.
Por otro lado, creemos, en tanto una parte importante de lo expuesto por los autores se refiere a un
contexto pasado (el más nuevo de los libros es de hace diez años), cabe matizar de cierto modo lo
leído a la luz de acontecimientos más actuales como lo es el papado de Francisco, que de alguna u
otra manera ha modificado la situación.
Para concluir, presentamos los que consideramos son los principales aprendizajes extraídos de la
lectura y el trabajo realizado:
12
González de Cardedal, El quehacer…, 46
13
González de Cardedal, El quehacer…, 50
La noción de misión que presentan los textos revisados repercute en el punto de partida que
vayamos a tomar cuando comencemos a hacer teología. Así el horizonte del trabajo de reflexión es
una mejor entrega del mensaje de Jesús sobre la relación salvífica que Dios quiere tener con el
hombre, a partir de una comprensión más rica y profunda de ella.
Por otro lado, el ejercicio la comparación de nociones diferentes pero compatibles, nos anima a ir
elaborando respuestas propias a las cuestiones planteadas en esta unidad, apoyados en las nociones
revisadas, pero enriqueciéndolas a lo largo de los estudios y de la vida.
Finalmente las intuiciones sobre las oportunidades y sospechas, relacionadas a la teología, plantean
retos a la teología que pueden traducirse, cuando son trabajadas, en aportes importantes para la
evangelización en el contexto eclesial actual.