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Las categorías diagnósticas con mayor prevalencia en la población clínica infantil y

adolescente son los trastornos de conducta, ansiedad, depresión, del desarrollo, y de


eliminación. Este resultado coincide, en líneas generales, con los de otros autores que
han estudiado la prevalencia diagnóstica en población clínica en nuestro medio
(Fernández, Martínez, Rodríguez, 2000).

En el ámbito de la prevención de las alteraciones psicopatológicas en la infancia y la


adolescencia, los trastornos externalizarte como: conductas disruptivas, comportamiento
antisocial, trastorno por déficit de atención con hiperactividad y trastorno negativista
desafiante, son los que han recibido una mayor atención (Greenberg, Domitrovich,
Bumbarger, Peters y McMahon citado por Torella, Servera, Balle y Fullana, 2004).

Las conductas disruptivas que son más habituales en los niños y que asisten con más
frecuencia a consulta, son: la desobediencia, las rabietas, el negativismo, entre otros. Estos
problemas pueden resultar muy perturbadores para los padres dado que suelen suponer un
desafío a su autoridad y control, llegando a establecer un vínculo relacional coercitivo con
los hijos. Estos problemas, lamentablemente, parecen ir incrementando su magnitud,
frecuencia y lo que es más significativo: su edad de inicio que es cada vez es más temprano.
(Banús, 2006).

“Los episodios de desobediencia pueden forman parte de un desarrollo "normal" del


niño en ciertas edades. Por ejemplo hay autores Achenback y Edelbrock (1981) que
encuentran que a la edad de 5 a 6 años un porcentaje elevado de padres (50%) se
quejaban de conductas de desobedecer órdenes o destruir objetos, bajando el porcentaje
a los 16 años (20%). Para establecer el punto de corte entre la normalidad y la patología
deben tenerse en cuenta la frecuencia de estas conductas y su gravedad”. (Banús, 2006).

La familia influye en el desarrollo socioafectivo del infante, ya que los modelos, valores,
normas, roles y habilidades se aprenden durante el período de la infancia, la cual está
relacionada con el manejo y resolución de conflictos, las habilidades sociales y
adaptativas, con las conductas prosociales y con la regulación emocional, entre otras.
Aunque son multidimensionales los factores que afectan el desarrollo de los niños y
niñas, es importante identificar la influencia de la familia y de los estilos y pautas de
crianza en el desarrollo socioafectivo, además de identificar factores de riesgo y
problemas de salud mental en la infancia, tales como: la depresión infantil, agresividad,
baja autoestima, problemas en conductas adaptativas, entre otras. (Cuervo, 2010, pag).

Villegas (s.f) afirma que las pautas de crianza son aprendidas por los padres de sus
propios padres y son transmitidas de generación en generación, algunas veces sin
modificaciones. Este proceso que se inicia durante la socialización del niño en el núcleo
familiar, social y cultural, lo asimilan por medio del juego de roles, con el que se apropian
de las pautas con las que sus padres los orientan, las asumen e incorporan, para más tarde,
al ser padres, implementarlas con sus hijos.

Por otro lado, entre los estilos en las pautas de crianza, algunos autores coinciden en que
las características de un menor agredido (castigo), donde se observa, el aplanamiento
emocional, limitaciones para experimentar placer, desorganización conductual,
hipervigilancia, dificultades en el establecimientos de vínculos afectivos, inseguridad, baja
autoestima, depresión, antisociabilidad; bajo o mal funcionamiento cognoscitivo y
académico, éste último reflejado como bajo aprovechamiento escolar.(Barcelata y Álvarez
2005).

Este último, uno de los de mayor demanda en la asistencia a piscología y con mayores
remisiones por los colegios del municipio de Piedecuesta, se decide empezar a revisar cual
es la causa por la cual los niños y adolescentes presentan bajo rendimiento académico y
cuáles son las dificultades que se presentan a nivel familiar y social.

Se realiza una con una propuesta, donde se pensó trabajar la ansiedad generalizada en
los niños y adolescentes que acuden a consulta psicológica al Centro de Proyección Social
de la Universidad Pontificia Bolivariana. Luego de empezar a trabajar con la población y
observar los motivos de consulta que llegaban, se identificó que la mayor problemática eran
las inadecuadas pautas de crianza que trabajaban los padres con sus hijos, lo que genera
algunas dificultades a nivel familiar, escolar y social.

Se cambiar el plan de trabajo y se empieza a trabajar sobre las pautas de crianza de los
padres hacia sus hijos, por medio del Análisis Funcional de la Conducta.

Este estudio se basó en el concepto de pautas de crianza y la importancia de la familia


en el desarrollo de estas. Por consiguiente es importante realizar una aproximación teórica
alrededor del concepto mencionado y referenciar algunas investigaciones que hayan
abordado el tema.

Villegas (s.f) plantea que la crianza es un proceso secuencial que los padres inician
desde su formación como hijos en sus propias familias. Es un proceso aparentemente
natural, por lo que se cree, que por el hecho de hacerse padres desde lo biológico se está
preparado para afrontar con éxito el ejercicio de la paternidad. Pero los avances
tecnológicos y los rápidos cambios sociales dificultan el desarrollo de este proceso en
forma armónica y natural, por lo cual es necesario que los padres se preparen para
desarrollar eficazmente su tarea.

Solís, Díaz, Ovando, Esquivel, Acosta, Torres, (2007), refieren que el estilo de crianza
se puede definir como un constructo psicológico multidimensional que representa
características o estrategias de crianza de los padres. Los estilos más reconocidos fueron
derivados de las descripciones prototípicas de la crianza propuestas por el modelo de
socialización de Baumrind (1966); sin embargo, en la práctica los estudios han
operacionalizado al modelo implicando una o más dimensiones, como son las de
comunicación, afecto, etc. (Ato, Galián & Huéscar, 2007; Darling & Steinberg, 1993). Por
ejemplo, la combinación de las dimensiones de control (o coerción) y de afecto (o apoyo)
ha permitido determinar los estilos autorizativo o democrático (alto control y alto afecto),
autoritario (alto control y bajo afecto), y permisivo (bajo control y alto afecto). Commented [L1]: Citas y referencias

Por otro lado, se puede afirmar lo que necesita un niño no se puede responder mediante
un instinto maternal innato, sino de acuerdo con los patrones de crianza de la comunidad en
la que nace. (Bock, citado por Di Iorio, Ortale y Rodrigo, s.f). Así todo ser humano está
condicionado por las pautas que su contexto sociocultural le ha trasmitido por distintos
medios, moldeando la percepción y el conocimiento de lo cotidiano. (Di Iorio et al. s.f).

Solís, Díaz, Ovando, Esquivel, Acosta, & Torres citado por Cuervo (2010) definieron la
crianza como las actitudes y comportamientos de los padres y también realizaron
investigaciones para establecer los factores que afectan la participación de los padres,
identificando el bienestar subjetivo, las actitudes y las expectativas sobre el desarrollo del
niño.
Berk citado por Cuervo (2010), destaca la importancia de la familia en el proceso de
socialización y aprendizaje de los niños a lo largo de su desarrollo y de su vida escolar; en
consecuencia, los padres facilitan el desarrollo de competencias sociales.

Según Rodríguez (2007), la familia es el primer contexto para la transmisión de las


normas, valores y modelos de comportamiento, es la familia la que socializa al niño
permitiéndole interiorizar los elementos básicos de la cultura y desarrollar las bases de su
personalidad; cada familia asume las pautas de crianza dependiendo de sus características,
dinámica y factores contextuales, así como los recursos y apoyos, entre otros.

Para Cuervo (2010), los cambios en la familia, en las interacciones y en las pautas de
crianza pueden afectar los estilos parentales y el desarrollo socioafectivo en la infancia. Por
lo cual para Cabrera, Guevara y Barrera (2006) la red familiar se reorganiza y las relaciones
se redefinen permanentemente; en las interacciones negativas en la familia pueden crearse
desajustes psicológicos en los hijos, lo cual dependerá del grado de satisfacción que se
tenga por ser padre. De igual manera, los conflictos que enfrentan los padres diariamente y
el estrés experimentado, debido a funciones relacionadas con la crianza, pueden influir
sobre las características de los hijos y su ajuste emocional.

Bradly citado por Ezpeleta (2005), plantea que la falta de afecto, el afecto negativo o la
desaprobación a toda acción o comportamiento de los padres, se relaciona con problemas
externalizantes y con baja autoestima en niños, además, la vinculación insegura con los
cuidadores como un factor de mayor vulnerabilidad para la psicopatología infantil.

Por otro lado Ramírez (2002) plantea que las prácticas de crianza que utilizan los padres,
se relacionan con los problemas de conducta de los hijos; como prácticas de crianza
inadecuadas: afecto negativo, castigos no físicos, control autoritario y énfasis en el logro,
los hijos tienen mayor probabilidad de presentar problemas de conducta tanto externos
como internos. Concretamente, el afecto negativo predice conducta agresiva, problemas de
atención y de comportamiento, el control autoritario predice ansiedad/depresión y el énfasis
en el logro predice ansiedad/depresión, problemas sociales.

MacCoby y Martín, (1983); Carey, (1994) y Emery, (1988) citados por Ramírez (s.f) en
sus investigaciones demuestran la relación entre prácticas de crianza negativas y la
conducta de los hijos y ponen en evidencia cómo los niños cuyos padres utilizan prácticas
de crianza de riesgo pueden presentar problemas de conducta. Las prácticas de crianza
negativas pueden estar incidiendo en los problemas de conducta de los menores.

También se puede señalar que las pautas de crianza en una sociedad se trasmiten
durante el proceso de desarrollo del niño, este proceso se encuentra inserto en una relación
afectiva entre un adulto y un menor. Se comenta que el proceso de crianza es gradual y que
la familia no siempre es el agente de socialización más importante, si no en ocasiones, la
televisión, entre otros, puede pasar a ocupar un rol más central. (Aracena, Balladares,
Román, Weiss, 2002).

La crianza implica tres procesos psicosociales: las pautas de crianza, las prácticas de
crianza y las creencias acerca de la crianza. Por un lado, las pautas se relacionan con la
normatividad que siguen los padres frente al comportamiento de los hijos siendo portadoras
de significaciones sociales. Cada cultura provee las pautas de crianza de sus niños. Por otro
lado, las prácticas de crianza se ubican en el contexto de las relaciones entre los miembros
de la familia donde los padres juegan un papel importante en la educación de sus hijos.
(Bouquet y Pachajoa 2009).

El brindar una orientación y apoyo mediante programas de pautas de crianza que


permitan prevenir psicopatologías en la infancia, generar factores protectores en la familia,
de problemas comportamentales y emocionales durante la infancia y la adolescencia,
orientados desde las pautas de crianza y promoviendo estilos de crianza asertivos,
competentes y positivos. (Cuervo 2010). Ya que es necesario afirmar que la mayoría de los
padres no tienen un estilo de crianza definido o bien presentan pautas de crianza
contradictorias. Además, el uso que los padres hagan de cada uno de los estilos de crianza
tendrá repercusiones, ya que los diversos modelos tendrán consecuencias en la conducta y
adaptación prosocial y emocional del niño (Torío, Peña, & Inda citados por Bouquet y
Pachajoa 2009)

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