Sunteți pe pagina 1din 6

Rata de laboratorio en la ciudad de Bayport

Cuando Jett Lauren me preguntó que si quería ser su novia, le respondí que no tenía
sentido que se enamorara de una chica con una enfermedad terminal.

Y cuando descubrí lo que El Tulipán Holandés y mi madre me habían hecho, me estaba


desmoronando desde mi interior, segura de que no iba a curar en ningún futuro
próximo.

Me estoy rompiendo.

Pero, supongo que debo comenzar desde el principio.

----------

-Yo te conozco.

Estiré mis manos para alcanzar mis libros de texto. Caminé hasta la puerta y noté a
Jett a mis espaldas, siguiéndome al pasillo después de clase. Mi mente era un caos
y hubiera matado para poder conseguir un momento de soledad conmigo misma donde no
tuviera que pensar en eso.

-Mira, estoy realmente cansada y nunca te había visto en mi vida- Mentí.

Jett mantuvo su expresión.

-No- Él dijo- Sí lo has hecho.

-¡Si eso quieres creer! Ahora, si no te importa, tengo un largo camino que recorrer
para encontrar mi próxima clase.

-Puedo ayudarte.

-No. No. No tienes por qué hacerlo. Sólo nos vimos en la fila del hospital, no
estás obligado a ser mi amigo- Inconscientemente, había recordado dónde había visto
a Jett y había hablado sin pensar. Me di cuenta de mi error y recosté mi frente en
los libros que llevaba. Inhalé profundamente.

-Así que me recuerdas- Dijo Jett con una sonrisa de victoria.

-Bueno, sí. Creo que recuerdo haberte visto en... el hospital. Fuiste algo grosero
conmigo si no estoy mal.

-En mí defensa, te estabas saltando la fila.

-Tenía

algo importante que hacer, ¿bueno?- Le miré burlonamente con los ojos
entrecerrados- Y parece que sobreviviste ese agonizante minuto extra en la fila. Te
aplaudo, valiente soldado. Ahora, me tengo que ir.

-Sí, yo también. ¿Te veo después?

-Claro- Respondí.

Después de eso, mis interacciones con Jett fueron episódicas, sin embargo, las
disfrutaba cada vez más. Algunas veces, podía pasar todo un día entero sin
dirigirme la palabra, y otros días, parecía como si fuera la única persona en su
mundo. Cada vez que hablábamos, era casi como si estuviéramos transcendiendo en el
tiempo. No en una manera espiritual, tampoco romántica. No, no funcionaba de esa
manera. Solo que cada vez que hablábamos, era una cosa totalmente diferente. Nunca
continuábamos conversaciones antiguas, incluso si no las terminábamos. Una vez nos
alejábamos, todo lo que habíamos vivido ya no existía. Podíamos viajar en la línea
del tiempo; encontrarnos con el otro cada vez que deseábamos sin tener una razón
concreta.

Sí, fue agradable mientras duró.

----------

Todo lo que puedo decir es que lo hago por mi madre. A veces pienso que mi vida no
es nada más que un castigo inminente para ella, y lo digo de la mejor manera que
puedo. Así que cuando me dijo que quería probar en mí un nuevo tratamiento, dentro
de mi cabeza yo solo podía quejarme, pero en el exterior actué como si en realidad
pensara que podía llegar a hacer algún cambio. Lo que su pobre alma no podía
entender, era que yo conocía mi cuerpo mejor que nadie. Conocía mi cuerpo mejor que
todos los

doctores con sus costosas máquinas y podía sentirlo agotándose lentamente. Le


hubiese podido decir, pero su mente no lo hubiera aceptado. Hubiera rechazado este
pensamiento. Como siempre lo hace.

-Genial. ¿Un tipo diferente de quimio? ¿Una forma diferente de aplicarla? Soy toda
oídos, Ma.

-No, no es quimio. No haremos más con eso. Eso creo. Sólo lo intentaremos por un
momento. Si este nuevo tratamiento... no funciona... o....- Carolyn se quedó sin
palabras.

-Ehh, está bien Mamá. El doctor Langford me lo explicará. Está bien- Me levanté
para retirarme.

-No. Ya le hablé sobre eso. No hay necesidad. Ya me lo entregó y todo eso.

-Oh. El doctor Langford usualmente tiene un largo texto sobre cada nuevo
tratamiento. Quizá el anticuado señor por fin ha sido iluminado. ¿Así que es una
pasta?- Pregunté.

-Sí, es una pasta. Se llama Litzofenomén- Dijo. En un repentino momento, sus ojos
se volvieron soñadores y me miró cómo si hubiera regresado 17 años atrás al
hospital y fuera la primera vez que posara sus ojos en mí. Se levantó y frotó su
cuello.

-Anna, tengo este extraño sentimiento. Como... como si esto... Como si esto pudiera
ser nuestra respuesta. Podríamos vencer esto de una vez por todas. Siento que
mejorará tu estado. ¿No lo crees?

Desvié mi mirada. Mi cuerpo me habló.

Estoy definitivamente cansado. No, no lo creo Anna. Mis huesos se debilitan. Mis
hombros parecen más débiles cada mañana. ¿No lo has sentido también? Como si
lentamente se estuvieran consumiendo, como si en un abrir y cerrar de

ojos pudiesen desaparecer. ¿No lo sientes? Me estoy lastimando y no sé cómo parar.


No, Anna, no lo creo. No, Anna. No pasará. No, Anna. No en esta vida. Estoy
agotado.

-Sí, mamá- Le dije- Litzofenomén suena bien. Quizá todo sea mejor con esto. Nunca
lo sabrás con certeza. Cualquier cosa es posible.

No, Anna. No lo creo.

----------

Esto no puede estar pasando. Debe ser un sueño. Despertaré en cualquier momento.

En cualquier momento estaré despierta.

----------

-Qué bien que también lo pienses, cariño. Aquí tienes- Carolyn me alcanzó una
pequeña botella naranja con el papel de información pegado a ella. Hundiendo el
seguro para niños, rodeé la tapa y tan pronto como salió, fui golpeada por un
detestable hedor proveniente del medicamento que asaltó sin piedad mis sentidos.
Olía como una mezcla entre químicos y tierra. Extrañamente imaginé, que de alguna
parte de él, provenía un olor a tulipán. No tan fuerte para poder determinar si en
realidad olía así, pero lo suficiente para persistir que sí lo hacia. Manteniendo
mi cabeza alejada del frasco, vertí un poco de su contenido en el mesón de la
cocina.

Uno siempre debe observar el veneno antes de ingerirlo. O al menos, es lo que yo


siempre digo.

Observé detenidamente la peculiar forma de las pastas y su intenso color verde


oliva. Tomé una, ignorando mi disgusto por su olor. Su superficie era rizada y sin
forma. Parecía más una barra de granola pequeña que una pastilla.

-Es... extraña- Fue lo único que pude decir.

Carolyn estudió

mi expresión.

-Bueno, es un nuevo tratamiento.

La miré de vuelta.

-¿Cómo de nuevo?

-Oh, no lo sé, Anna. No inventé esa maldita pastilla. Sólo sé que tiene potencial
para curar a mi hija y eso es todo lo que me importa. No te la daría si no supiera
que es cien por ciento segura. Lo sabes.

-Sí, lo sé. Lo sé.

Tomé la botella y leí el papel.

Litzofenomén. Administre una vez al día. NO CONSUMA SIN UNA PRESCRIPCION MÉDICA.
MANTENER AFUERA DEL ALCANCE DE LOS NIÑOS. Puede producir efectos secundarios como

Y ahí terminaba. Se la pasé a Carolyn.

-Mamá, no dice los efectos secundarios.

Sin detenerse a pensarlo ella respondió.

-Debe ser un error en la impresión. Estoy segura de que no es para tanto.


Miré de nuevo la etiqueta. -¿Y el doctor Langford aprobó esto?

-¡Que sí, Anna! ¿Qué es todo esto? Sé que usualmente él va por los tratamientos
tradicionales, pero Litzofenomén es un proyecto que ha estado circulando por un
tiempo ya. Él piensa que vale intentarlo. Está 150% seguro.

Mirándolo ahora, debí haberlo sabido. La etiqueta era demasiado simple. Ninguna
medicina que yo tomara podía tener algo menos que un ensayo completo. Nunca sé cómo
usar mis ojos correctamente.

Reí por un momento. -Mamá, deberías volver a la escuela porque 100% es el límite.
Como sea, supongo que si Langford lo aprobó, entonces está bien...

-Por supuesto que lo hizo- Mi madre sonrió.

Mentirosa.

----------

Descubrí la verdad después de haber estado ingiriendo Litzofenomén

por todo un mes entero.

Podía decir que algo estaba mal desde el momento en el que pisamos el hospital
porque Carolyn quería deshacerse de mí.

-¿Dónde está tu amiga?

Claramente se refería a Nephertarie. Ella sabía que cada vez que íbamos al
hospital, yo la visitaba. Era prácticamente en todo lo que podía pensar. Pero, como
era Lunes, ella estaba en la pequeña escuela del hospital. Había intentado
saludarla rápidamente el mes anterior pero me fue imposible. Conseguí un largo
discurso por parte de su profesor acerca de la importancia de la educación.

-No podré visitarla hoy. Está en la escuela- Dije con indiferencia-Pero hay una
cosa que quería decirte, mamá. Estaba pensando en crear una fundación. Una
fundación para niños con Cólera.

Carolyn no debió escucharme. No respondió.

No estaba reuniendo todas las pistas. Como el modo en el que mi madre parecía cada
vez más agitada; cómo retorcía sus dedos, o las infrecuentes respiraciones que
daba.

-Podemos saltarnos esta consulta, cariño. No será un problema.

-¿Ah? No, está bien. No tengo nada mejor que hacer.

Carolyn estaba trabajando bajo presión. Constantemente miraba hacia los lados como
si un asesino fuera a saltar sobre ella en cualquier momento.

-A-Anna- Mi madre estaba ahogándose en sus propias palabras.

Me alarmé. -¿Carolyn? ¿Mamá? ¿Qué está pasando?

-Tu no... Tú no puedes entrar allí. Yo no puedo entrar allí. Yo- Yo he hecho algo,
Anna. Oh, Anna. ¡Te alejaran de mí!
Y lo supe. Lo supe todo. En mi cabeza, recordé

el hedor a químicos y tierra, y en alguna parte de ese aroma, el persistente olor a


tulipán.

----------

Ella sabía que me estaba envenenando. Ella lo sabía.

----------

El sonido del golpe seco sigue estando fresco en mi memoria. Sabía que no podía
hacer mucho contra él. Yo era tan débil como una muñeca y él tan alto como un
gigante. Nunca tuve la oportunidad y lo sabía. Él detuvo mi ataque tan amablemente
como pudo mientras yo arañaba y gritaba. Lo que resta de ese momento es como un DVD
rayado en mi cabeza. Todo lo que recuerdo es Carolyn gritando, llorando, y
repitiendo una y otra vez que nunca quizo lastimarme. El Tulipán Holandés estaba
mudo. No tenía nada que decir para defenderse. Lo miré, mi cuello a punto de
colapsar; mi cuerpo desmoronándose desde el interior. Las pastillas color oliva
fueron tiradas al piso de la cocina. Nos miramos a los ojos, y en ese momento de
desgracia, pude ver por primera vez dentro de su mente, y transmitió toda su
tristeza a mi alma.

Lo miré de vuelta. Quería matarlo.

Entre bocanadas de aire, me las arreglé para gritar.

-¡No soy... su rata de laboratorio!- Rugí.

Y me deshice de sus brazos bruscamente.

----------

El día después de que Jett Lauren me invitara a salir y le dije que no, me dijo que
se mudaría.

-¿Por qué- Dije, -¿Por qué demonios me preguntaste que si quería ser tu novia si
sabías que te mudarías?

Él revolvió su pelo castaño. -No lo sé, Anna Nolan. Supuse que podía llevarme un
pequeño pedazo de ti conmigo... Pero ahora sé que fue una mala idea pensarlo.

Intenté reír pero no pude. No le había contando a Jett lo que había pasado con las
pastillas, mi madre, y el Tulipán Holandés, y no planeaba hacerlo.

-¿A dónde irás?- Pregunté.

-Oh, no lo sé. Creo que iré a Plutón. Plutón es un planeta terriblemente solo.
Apuesto a que a él le gustaría tener un amigo- Respondió Jett sin la más mínima
pizca de humor.

-¿Por qué asumes que Plutón es un "él"?-Pregunté- Plutón puede ser una chica por lo
que sabemos.

Jett soltó una risita por mi respuesta.

-¡Y la más grande feminazi* está de vuelta!

Una sonrisa rota se dibujó en mi rostro.


-Tengo algo para ti. No es... No es mucho pero...- Jett sacó un pergamino blanco
doblado de su mochila y me lo entregó.-Léelo después.

Y entonces lo besé. Lo besé suave y lentamente. No fue tanto un beso como fue un
susurro. Yo no amaba a Jett; no en la manera en la que una mujer ama a un hombre.
Él sólo era un chico y yo sólo era una chica.

Lo besé porque sabía que pude haber llegado a amarlo de verdad. En un lejano
universo paralelo en donde yo tuviera pelo largo y tiempo suficiente, yo pude haber
llegado a amar a Jett Lauren.

-----

*feminazi: término, tanto adjetivo como sustantivo, usado desde la década de 1990
para referirse a mujeres que creen en la superioridad de su sexo frente a los
hombres.

S-ar putea să vă placă și