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GANADERÍA EN EL CESAR Y SU RELACIÓN CON LOS DERECHOS

HUMANOS

Para empezar es importante poner en claro ciertos conceptos que facilitarán la


comprensión del artículo.

GANADERÍA: partiendo del concepto más básico, según la RAE ganadería quiere
decir “crianza o comercio de ganado” (RAE, 2016), pues bien, habiendo dejado
claro la definición más sencilla se hace importante mencionar los tipos o especies
de ganado usuales en Colombia, dentro de los cuales encontramos bovino
(vacas), equino (caballos), porcino (cerdos) y avícola (aves), estas son las
especies de ganado más importantes del país, según Barreto Pereda la ganadería
se define como “una actividad económica de origen antiguo que consiste en la
crianza de animales para su aprovechamiento. También la ganadería es la
actividad agraria que consiste en la crianza de animales para la obtención de
diversos productos como: carne, leche, huevos, pieles, lana entre otros” (Pereda,
2011).

GANADERÍA EXTENSIVA: según FEDEGAN la ganadería extensiva es aquella


que requiere de grandes extensiones de tierra porque la carga de animales por
hectárea es muy baja (CONTEXTO GANADERO, 2017).

CONTEXTO DEPARTAMENTO CESAR: es menester hablar de los antecedentes


de la actividad ganadera en el departamento, se plantea un límite temporal que
parte desde 1960 hasta la actualidad, ello en virtud de que el censo agropecuario
colombiano está disponible en el DANE desde 1960 y que abarcar una mayor
cantidad de tiempo desbordaría el objetivo de esta investigación y distraería la
finalidad de la misma. Para el censo realizado por el DANE en el 1960 Colombia
contaba con 113.891.413 hectáreas, de las cuales se censaron 27 millones en el
60 y 30 millones en el 70, lo que de inmediato deja ver una carencia absoluta que
afecta abruptamente las conclusiones a las que pueda arribarse, toda vez que se
ha censado menos del 30%, sin embargo haremos uso de los datos recopilados
en el censo mencionado, de otra parte, nuestra investigación propone en esta fase
metodológica una descripción de antecedentes.
Las 27 millones de hectáreas censadas en el 60 encontramos una distribución de
la siguiente manera: 5 millones para uso agrícola, 14 millones para pastos y 7 para
otros usos, y en el 70 la distribución varío de la siguiente manera: 7 millones para
uso agrícola, 17 millones para pastos y 5 millones para otros usos.

AÑO 1960 1970


Cultivos de 1000 54.705 196.783
hectáreas o más

En 1960 la cantidad de cultivos permanentes de 1000 hectáreas o más era de


54.705, rubro que aumentó en el 70 a 196.783, cifra que es muy reveladora puesto
que es evidente que lejos de disminuir, la ganadería extensiva (ver significado
arriba) ha aumentado, de tal manera que el uso de la tierra en actividades
agropecuarias tiene una distribución equivocada, ello sin ni siquiera mencionar la
desigualdad social que trae consigo el hecho de que un cultivo tenga más de 1000
hectáreas, lo dicho anteriormente pretende dar la muestra de que en Colombia las
haciendas de más de 1000 hectáreas son un incentivo a la desigualdad y la
prueba fehaciente de la pésima distribución de la tierra. Para el caso del
departamento del Cesar en el 60 es imposible obtener información, porque el
mismo hacía parte del Magdalena, sin embargo para el 70 encontramos una cifra
relevante y es la de la cantidad de hectáreas empleadas en la producción agrícola,
que era de 1.692.772 rubro que es equiparable al de todos sus homólogos de la
costa caribe colombiana (DANE, 1980), lo que se traduce en el avistamiento de la
dependencia que tiene el departamento de la actividad agrícola, pues pese a ser
un departamento recién creado ya ocupaba la misma cantidad de hectáreas que
otros departamentos de tradición agrícola también.

El Cesar cuenta con una superficie de 2.292.500 hectáreas, de las cuales se


dedicaban en el 70 a la actividad agrícola la no despreciable suma de 1.692.772
hectáreas, lo que representa cerca del 74% del territorio, cabe resaltar por lo tanto
que la importancia de esta investigación correlacional de derechos humanos y
actividad ganadera en el Cesar cobra vitalidad y vigencia, máxime porque de esas
1.692.772 hectáreas para la actividad ganadera como tal se emplean 837.771
(49.5%), lo que se traduce en que de la superficie total del departamento del
Cesar se dediquen a ganadería 36.5% (DANE, 1980).

Para cumplir con el objetivo de la comparación valga decir que para el 2009 el
Cesar empleaba 1.993.637 hectáreas en actividad agrícola en general, de las
cuales 1.625.682 estaban destinadas a la actividad ganadera (Jahir Lombana Coy,
2012) es decir que del total de la superficie del territorio departamental (2.292.500
Hcs) el porcentaje que se dedica a la ganadería es del 70.9%, por lo tanto del 60
al 2009 aumentó 34.4%.

En lo relativo a los derechos humanos

PRODUCTIVIDAD DE LA ACTIVIDAD GANADERA

En aras de conocer el rendimiento económico que reporta la ganadería en el


Cesar, entrevistamos a 2 expertos en el tema con el propósito de advertir la
realidad de la actividad en el departamento y percatarnos de primera mano de la
rentabilidad cierta que obtiene un ganadero promedio de la zona, los resultados
fueron los siguientes:

DR. CESAR CABALLERO (veterinario egresado de la universidad de Córdoba):

 Producción de una hectárea de tierra dedicada a la ganadería doble


propósito: la carga que manejan las fincas de la zona es de 1.3 – 1.5
animal/hectárea, la producción de cada animal es en promedio 3 litros
diario, suponiendo un intercambio de animales paridos secos por animales
paridos entrando en lactancia, dando como resultado una producción
constante de 365 días/año, en ese sentido la producción de litros por
hectárea en un año conforme a la carga de nuestra zona es de 1642 litros
aproximadamente, el precio del litro de leche en el departamento ronda los
1000 pesos, por lo tanto la ganancia de una hectárea en una año con una
carga de 1,5 y un promedio de producción en ordeño de 3 litros diario por
animal es de 1.642.000 pesos.
 El rubro de trabajadores es en promedio 1 trabajador por cada 50
hectáreas y en la suplementación de un animal se gasta anual en plan
vacunal y medicamentos alrededor de 60 mil pesos y reporta cada animal
ganancia de 1 cría cada 18 meses que entre la fecha de nacimiento y la de
potencial venta debe llegar a los 140 kls, con el fin de destetarlo (apartarlo
de la lactancia materna), un ternero puede ser vendido de ese peso por
aproximadamente 500-400 mil pesos.

DR. IVAN QUINTERO (veterinario egresado de la universidad Santo Tomas


B/manga):

 Producción de una hectárea de tierra dedicada a la ganadería doble


propósito: la carga que manejan las fincas de la zona es de 1.5 – 2
animal/hectárea, la producción de cada animal es en promedio 4 litros
diario, suponiendo un intercambio de animales paridos secos por animales
paridos entrando en lactancia, dando como resultado una producción
constante de 365 días/año, en ese sentido la producción de litros por
hectárea en un año conforme a la carga de nuestra zona es de 2190 litros
aproximadamente, el precio del litro de leche en el departamento ronda los
1000 pesos, por lo tanto la ganancia de una hectárea en una año con una
carga de 1.5 y un promedio de producción en ordeño de 4 litros diario por
animal es de 2.190.000 pesos.
 El rubro de trabajadores es en promedio 1 trabajador por cada 50
hectáreas y en la suplementación de un animal se gasta anual en plan
vacunal y medicamentos alrededor de 20 mil pesos y reporta cada animal
ganancia de 1 cría cada 18 meses que entre la fecha de nacimiento y la de
potencial venta debe llegar a los 120 kls, con el fin de destetarlo (apartarlo
de la lactancia materna), un ternero puede ser vendido de ese peso por
aproximadamente 400-450 mil pesos.
En cuanto a los derechos humanos la productividad de la actividad ganadera tiene
como consecuencia informalidad laboral y otra serie de repercusiones que se
explican de la siguiente manera:

Derechos Laborales
Niños del campo, en riesgo por la ganadería.
“Un informe publicado este lunes por la FAO deja en evidencia que el
trabajo infantil en estos sectores "está muy extendido", es el menos
atendido y puede afectar de manera considerable el crecimiento, salud y el
proceso educativo de los menores. "El trabajo infantil en el sector ganadero
está muy extendido y en gran medida ignorado", dice la FAO en el primer
estudio a nivel mundial sobre el tema, divulgado este lunes. La publicación,
llamada "El trabajo infantil en el sector ganadero: más allá del pastoreo",
señala que la agricultura representa la mayor parte del trabajo infantil del
que existe información, y la ganadería supone el 40% de la economía
agrícola.

De acuerdo al informe, las condiciones de trabajo de los menores que


atienden el ganado son distintas: mientras que algunos cuidan del rebaño
unas horas a la semana y todavía van a la escuela, otros pastorean durante
muchos días seguidos, a veces lejos de su casa, sin posibilidad de
escolarización y son particularmente vulnerables por la interrupción de su
desarrollo físico, mental, moral y social. Incluso, se habla de algunos
menores que se encuentran en situaciones de trabajo forzoso u obligatorio
o proceden del tráfico ilegal de menores.

En estos casos, el riesgo es grande: “trabajar en estrecho contacto con el


ganado aumenta el riesgo de contraer enfermedades relacionadas con los
animales, lesiones directas por los aperos o mordeduras de los animales,
problemas de salud causados por trabajar largas horas en condiciones
climáticas extremas, falta de saneamiento e higiene, lesiones provocadas
por productos químicos y, en algunos casos, el estrés psicológico resultante
del temor al castigo, a los ladrones de ganado, o por un sentido de
responsabilidad hacia el capital familiar”, explica el documento.

Respecto a la relación que existe entre trabajo infantil, ganadería y


afectaciones en el proceso educativo, la FAO señala que “hay fuertes
señales de que las comunidades de pastores reconocen la importancia de
la educación para sus hijos y valorarían mucho enviarles a la escuela si la
educación es de buen nivel y relevante para el modo de vida pastoral y,
sobre todo, si la escuela puede ser combinada con trabajo de los niños
atendiendo al rebaño” (Pelaez, 2013).

Mayordomos y trabajadores de la finca tiene derecho a primas de servicio


“El Ministerio de Trabajo dio a conocer La Ley 1788 del 7 de julio de 2016,
la cual además de empleadas domésticas, conductores de familia,
jardineros, entre otros, también favorece a las personas que trabajan en el
sector rural. Es importante que los ganaderos tengan en cuenta que
corresponde a 30 días de salario por año, el cual se reconocerá en 2 pagos,
la mitad máximo el 30 de junio y la restante tiene como plazo el 20 de
diciembre. El pago deberá hacerse por todo el semestre trabajado o
proporcionalmente al tiempo que la persona laboró en el predio.

Los pagos deberán ser cancelados a partir de este semestre, lo que quiere
decir que comprende el periodo de tiempo comprendido entre el 1 de julio y
el 31 de diciembre, aunque la fecha de pago es la citada anteriormente.
Para tener claro el monto que usted deberá cancelar a las personas que
cumplan las condiciones que cita la Ley es importante precisar que se trata
de la mitad de un salario mínimo vigente, que actualmente está en $689 mil
455. Para aquellos que tengan personal pero no de manera constante o fija
como parte de su nómina, el Gobierno estableció una regla que le permite
aprender a liquidar el valor que usted debe pagar a sus empleados” (vega,
2016).
El Estado colombiano y los derechos de los asalariados y jornaleros del campo

“En la actual coyuntura de movilización y protesta campesina nadie se


refiere a las problemáticas específicas de los trabajadores asalariados y
jornaleros del campo. Detrás de cada papicultor, o dueño de hato lechero,
productor de café, de arroz, o de un ganadero, hay por lo menos tres,
cuatro, cinco o más trabajadores que se encuentran en una situación
todavía peor: ni siquiera devengar un salario mínimo, no tienen afiliación a
la seguridad social, trabajan de sol a sol sin la protección contra las
enfermedades profesionales y accidentes de trabajo. Son trabajadores que
cuando llegan a viejos se quedan sin ningún ingreso, pues ya nadie los
contrata y nunca tuvieron oportunidad de cotizar para una pensión.
Las propias estadísticas del DANE y del Ministerio del Trabajo indican que
en 2012 el trabajo informal en el sector agropecuario era del 91%, es decir,
trabajo que no se ajusta a las normas del Código Sustantivo del Trabajo y a
los convenios de la OIT; que el 73.1% de los trabajadores y trabajadoras
devenga menos de un salario mínimo, y que el ingreso promedio en este
sector apenas alcanza el 79% de un salario mínimo. Todos estos
trabajadores, más los que trabajan por cuenta propia en sus pequeñas
parcelas, son los que hacen la masa de los pobres del campo, que en las
estadísticas del DANE aparecen como “el resto”, y alcanza el 46.8% de la
población. A éstos hay que agregar los que están en la pobreza extrema,
que en estas regiones afecta al 22.8% de la población.
Esta pobreza e indigencia está asociada, por supuesto, a los ingresos
laborales que recibe la mayor parte de la población trabajadora del campo y
a la desprotección social en que se encuentra. En este resultado el Estado
tiene una gran responsabilidad, pues una de sus funciones: la de inspección
del trabajo, en la práctica está completamente ausente en el campo
colombiano, pues para todo el país apenas se cuenta con 456 inspectores,
uno por cada 46 mil trabajadores.
Esta función, que debe ejercer a través del Ministerio del Trabajo, obliga al
Estado a velar por el cumplimiento de las disposiciones legales relativas a
las condiciones de trabajo y a la protección de los trabajadores y
trabajadoras en ejercicio de su profesión: horas de trabajo, salario,
seguridad, higiene y bienestar, empleo de menores, libertades sindicales y
demás disposiciones afines. Incluye también facilitar información técnica y
asesorar a empleadores y trabajadores sobre la manera más efectiva de
cumplir dichas disposiciones; y finalmente, poner en conocimiento de la
autoridad competente las deficiencias o los abusos que no estén
específicamente cubiertos por ellas” (Vasquez, 2013).
De otra parte, la poca rentabilidad de la ganadería extensiva se traduce en un
incentivo inmejorable para el crecimiento de la brecha desigualitaria.
Desigualdad
“Colombia es uno de los países con mayor desigualdad en la tierra: Oxfam.
Colombia es uno de los países con mayor desigualdad en la tenencia de
tierra, señala un informe de la ONG inglesa Oxfam, que conoció Caracol
Radio. El vocero de la ONG, Asier Hernando Malax, reconoció que el
acaparamiento de tierra en el país es muy grave “Colombia es uno de los
países del mundo con más desigualdad en el acceso a la tierra, hay pocos
países del mundo que sean más desiguales que Colombia, y esto lleva a
situaciones enormes de pobreza rural, contribuye al conflicto y limita el
desarrollo que se pueda llevar a cabo en el país”. Subrayó

Reconoció que el problema se está agravando porque las tierras cultivables


están llegando a su límite y por el fuerte incremento de la ganadería. De
acuerdo con el informe de Oxfam las tierras son el recurso más rentable
para invertir, especular o para la producción de biocombustibles y no para la
alimentación de los colombianos
“Vemos que si no se toman las regulaciones pertinentes para frenar el
proceso de acaparamiento de tierras a cinco años la situación puede ser
muy grave”, manifestó el vocero de la ONG. Agregó que desde 2001 se ha
incrementado la utilización de tierras para la producción de biocombustibles
que es algo muy grave y que cada vez será más agudo “Lo primero que
identificamos es que en Colombia hay acaparamiento de tierras, vemos
también es un fenómeno más agudo del que pensábamos”, explicó.
Afirmó que la capacidad que tiene el gobierno para limitarlo es bastante
reducida y estimó que se deben tomar los correctivos del caso o de lo
contrario las implicaciones de desplazamientos de campesinos o en la
producción de alimentos va hacer muy grave. De acuerdo con el reporte de
Oxfam Todos los procesos de compra y venta de tierras son menos
transparente y hacen muy difícil poder identificar y tener un buen
diagnóstico de lo que está pasando en Colombia.
En cuanto al tema de la ganadería señalan que están utilizando más tierras
que para la producción de alimentos: “Las vacas que tenemos en Colombia
son las vacas más cómodas en todo el continente”. Creemos que se podría
tener la misma producción de carne y leche con la mitad del territorio que
hoy tienen”, puntualizó Asier Hernando Malax, dijo que a esto se suma los
problemas del accionar de los grupos al margen de la ley en la tenencia de
la tierra en el país. Finalmente, dijo que el proceso de restitución de tierras
es fundamental y que el actual Gobierno está dando los primeros pasos en
la entrega de tierras a los campesinos desplazados por la violencia”
(Estrada, 2011).
Agro y ganadería se disputan medio país
“El desorden en la distribución geográfica de la producción obedece a los
altos de niveles de inseguridad, pobreza, desempleo, desigualdad social,
carencia de vías, falta de tecnología, inexistencia de servicios públicos y
deficiencia en el acceso a la educación y a la salud. La producción
pecuaria, en su mayoría vacuna, continúa su avance hacia la ocupación de
tierras aptas para la agricultura, desplazando principalmente cultivos
semestrales. Y no es que la ganadería esté creciendo a ritmo acelerado,
sino que esta actividad lleva varios años reacomodándose en las mejores
tierras, sin que exista una política que garantice la seguridad alimentaria.
Cerca de 60 millones de hectáreas dedicadas a agricultura y ganadería se
encuentran sobreutilizadas o subutilizadas.
‘EMBESTIDA’ GANADERA

De acuerdo con las cifras de Finagro, mientras a comienzos de los 90 más


de la mitad del crédito se destinaba a capital de trabajo para cultivos de
ciclo corto, hoy la mayor parte se orienta a actividades pecuarias, de las
cuales el 90 por ciento corresponde a bovinos. El desorden en la actividad
productiva hace que 13,5 millones de hectáreas sean disputadas entre
ganaderos y agricultores, en tanto que unos 18 millones de hectáreas estén
subutilizadas al no ser explotadas acorde con su potencial productivo. El
caos del sector se evidencia en el mapa sobre Zonificación de tierras en
conflicto de uso, elaborado por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, a
través del cual esa entidad alertó al Ministerio de Agricultura en el 2002,
sobre el avances del deterioro ambiental por sobreutilización de suelos, lo
que a su vez ocasiona disminución de fuentes de agua, erosión,
desaparición de flora y fauna y mayores riesgos de inundaciones,
avalanchas y deslizamientos, entre otras amenazas. Este panorama no ha
sido reversado en los últimos cinco años y por el contrario, el impacto
negativo se ha intensificado.
LA SOBREUTILIZACION

Y es que el uso equivocado de la tierra está llegando a niveles críticos. El


60 por ciento del área continental que ha sufrido la presión por la
intervención del hombre, presenta conflicto en el uso, bien sea por
subutilización o por sobreutilización en diferentes grados de intensidad. De
este total, el 32,7 por ciento corresponde a exceso en el uso de los predios,
en tanto que el 29,7 por ciento obedece a zonas con potencial productivo
desperdiciado. Las regiones donde se presentan las mayores extensiones
de tierra sobreutilizada son en su orden la Andina (61 por ciento), Amazonia
(12) y Caribe (10 por ciento). “Casi la mitad del área cubierta con pastos, se
ubica en las mejores tierras, las cuales tienen vocación agrícola, lo que las
clasifica como zonas subutilizadas ligera o severamente”. Según los
resultados de la investigación, el país tiene 23 millones de hectáreas sin
ningún conflicto de uso agrícola o ganadero o en donde las actividades que
se desarrollan son las adecuadas para esos predios. Esta porción de
territorio equivale al 37,7 por ciento del área que ha recibido algún tipo de
cambio por efecto de la mano del hombre. Entre los predios utilizados de
manera adecuada, sólo el 7 por ciento corresponde a agricultura,
especialmente sembrados de café, palma de aceite, banano, frutales y
algunos cultivos transitorios. La ganadería, por su parte, se desarrolla bien
en el 29 por ciento de los suelos usados en forma adecuada” (Delavalle,
2007).
Colombia: el contexto de la desigualdad y la pobreza rural en los noventa.
“los resultados económicos de la globalización neoliberal fueron nefastos,
los resultados sociales globales obtenidos en la década no pudieron ser
más dramáticos, pues al menos media docena de indicadores se movieron
en la dirección incorrecta:

i) La tasa de desempleo de mujeres jóvenes (12-24 años) se remontó


del 15% en 1992 al 40,6% en el 2000.

ii) La tasa global de participación en el mercado laboral aumentó 2


puntos porcentuales entre 1991-2000, con mayor aceleración en el
segundo quinquenio, pues aumentó 4 puntos en 1995-2000, con
disminución de escolaridad por deserción educatIVA de los
estudiantes para refugiarse en las actividades informales.

iii) La migración interna por desplazamiento forzoso acumuló los 2


millones de personas entre 1985-2000, y en el 2002 ya superaba los
2,7 millones, en una progresión desenfrenada, ya que de 89.000
desplazados en 1995 se pasó a 317.400 en el 2000 y a más de
400.000 en el 2002.

iv) El número de pobres con un nivel de ingresos por debajo de la


línea de pobreza, se incrementó en 4,1 millones de personas en
1991-2000, para totalizar 24,6 millones de colombianos en esa
condición en el 2000, que representaron el 59,6% de la población
total (41,2 millones) en ese año.

v) El aumento de la desigualdad de ingresos fue impresionante: en el


2000, el 10% más rico (decil 10) percibía 77 veces más ingreso que
el 10% más pobre (decil 1), mientras que en 1991 ese decil 10
percibía 30 veces más ingreso que el decil 1 de la distribución; se
trata de un resultado apenas lógico si se tiene en cuenta que ese
10% más pobre perdió más de la mitad de su participación en el
ingreso total en el período, pues redujo en más de la mitad su
participación, del 1,3% en 1991 al 0,6% en el 2000.

vi) La precarización laboral aumentó, por cuanto la población


ocupada en el sector informal en toda la economía pasó del 55% al
61% en la década, pero la informalización para los más pobres (decil
1 de la distribución) alcanzó al 92,5% de la población ocupada.

No obstante, se observa que mientras el PIB creció al 5% anual en la


primera mitad de los noventa, las variables sociales al menos no
empeoraron, en tanto que, en la desaceleración y la recesión a partir de
1997, los indicadores sociales se muestran muy sensibles al ciclo
económico. Puede entonces concluirse que en el periodo 1991-2000 el
modelo de globalización aplicado concentró mucho más la economía,
aumentó las desigualdades haciendo más ricos a los ricos y más pobres a
los pobres, con la circunstancia atenuante del ciclo económico, según su
signo, el cual aminora o acelera las tendencias, en la bonanza reduciendo
levemente la pobreza (primera mitad de los noventa) y en la recesión
multiplicándola (segunda mitad de los noventa), pero con un saldo final
negativo para la década en su conjunto” (Pizarro, 2016).

SEGURIDAD ALIMENTARIA

En lo que a la seguridad alimentaria respecta bien vale decir que el departamento


del Cesar tiene como normativa vigente el “PLAN DEPARTAMENTAL DE
SEGURIDAD ALIMENTARIA Y NUTRICIONAL” y el conpes social 113 de 2008
“POLITICA NACIONAL DE SEGURIDAD ALIMENTARIA Y NUTRICIONAL”.

Dos de los principios rectores del conpes son;

 Soberanía alimentaria: En el marco de la autonomía y de las competencias


territoriales que la Carta Política le otorga a los entes territoriales, la política
de seguridad alimentaria y nutricional responde al derecho de las regiones
y de sus habitantes a construir y desplegar políticas y estrategias propias
de producción, distribución, comercialización y consumo sustentables de
alimentos, que procuren la realización del derecho a la alimentación para
toda la población, con base en relaciones y procesos dirigidos a superar
las diferencias injustas y evitables entre géneros, hogares, localidades y
regiones; facilitar a los distintos actores de la cadena alimentaria, en
particular a los pequeños y medianos productores, de las oportunidades y
las facilidades que el libre mercado no les ofrece; y distribuir entre ellos los
beneficios de manera equitativa.
 Corresponsabilidad. Para lograr la seguridad alimentaria y nutricional de la
población cesarense, se requiere el compromiso y la concurrencia de la
familia, la sociedad y el Estado. Los organismos internacionales, la
industria, los gremios, la academia, entre otros, juegan un papel
fundamental en la ejecución. Es indispensable que el acuerdo social que
se propone involucre a todos los actores sociales, de manera existan
compromisos locales y regionales alrededor de la SAN en forma
permanente, y que todos asuman con confianza, optimismo y certeza, su
responsabilidad, con la seguridad de que no sólo participan en la solución
conjunta de un gran problema social, sino que se garantiza la seguridad
alimentaria y nutricional en su entorno y se hace un formidable aporte al
desarrollo del país.

Una de las razones por las cuales puede presentarse una crisis estructural de
seguridad alimentaria es por la menor actividad agropecuaria debido al uso
inadecuado de tierras aptas para la agricultura en ganadería, definitivamente se
trata de un problema que afecta gravemente el departamento del Cesar, toda vez
que de la tierra dedicada a actividad agropecuaria en total es de 1.993.637
hectáreas, y de ese total lo que se dedica a actividad agrícola (no ganadera) es
apenas de 340.995 hectáreas, es decir, el 18,45%

En cuanto a los alimentos que se consumen al interior del departamento la


balanza comercial alimentaria está en déficit, ya que cerca del 75% de los
alimentos consumidos son importados.

Según el plan departamental de seguridad alimentaria y nutricional el subsector


agrícola usaba el 21% de la tierra disponible para siembra en 2004, sin embargo,
para 2008 se redujo hasta el 11,1 % del terreno disponible, por lo que
encontramos un descenso del 9,1% en 4 años, lo que se traduce en una carencia
de estos productos que tiene como consecuencia la importación de los mismos
para el consumo interno.

Es evidente que al hablar de actividad pecuaria nos referimos en su gran mayoría


a la ganadería bovina, prueba de ello es la siguiente distribución: de las 1.910.989
cabezas (total), El 84.6% es bovino, (GOBERNACIÓN DEL CESAR, 2009) el 4.4%
porcino, el 6.8% ovino-caprino y el 4.2% equino.
Cesar, Magdalena y Guajira son los departamentos con la mayor prevalencia de
inseguridad alimentaria a nivel nacional, 51,8% en cualquiera de sus tres niveles:
severo, moderado o levemente inseguros. Según la ENSIN (2005), el porcentaje
de hogares que se consideran inseguros alimentariamente en estos tres
departamentos fue de 51,8%, de los cuales el 28% se autoevalúa como levemente
inseguro. Es importante mencionar que este dato concuerda con el indicador de
percepción de pobreza del Departamento Administrativo Nacional de Estadística
(Dane), el 92,4% de los jefes de familia en el Cesar se sienten pobres.

Lo curioso es que el Cesar esté dentro de los departamentos con mayor


prevalencia de inseguridad alimentaria si conforme a la encuesta nacional
agropecuaria de 2009 en Córdoba hay 2.310.541 cabezas de ganado
aproximadamente y en el Cesar 1.879.086 y en la región (Bolívar, Magdalena,
Sucre, Guajira, Atlántico) 8.248.210 cabezas. Es claro que Córdoba tiene la mayor
participación con un porcentaje de 28% y el Cesar es el segundo con 23%, sin
embargo, es un dato relevante el que cuando se compara el inventario total con
otras anualidades tenemos que Córdoba ha reducido el suyo. Así si bien en 2002
en machos sobrepasaba el millón de cabezas, ya en 2009 apenas alcanzaba las
900.000. En cuanto a hembras, el departamento contaba en 2002 con 1.600.000,
cifra que en 2009 se redujo a 1.400.000. Por su parte, Cesar pasó de poco más de
400.000 machos en 2003 a contar aproximadamente con 650.000 machos en
2009. En hembras la tendencia también ha sido creciente, pues pasó de 700.000
en 2003 a casi 1.200.000 en 2009.

La producción de carne en el Caribe ha sido constante frente al total nacional. El


total de la región Caribe respecto al resto del país se ha mantenido entre un 25 y
un 30% durante la década. Por participación promedio, los departamentos de
Cesar (6,5% del total nacional) y Córdoba (6,9% del total nacional) son los
mayores productores de la región. Se evidencia la poca participación de La
Guajira en el total regional y el nacional.

Se espera que para el 2020 el Cesar sea el primer productor y exportador de


carnes y lácteos del país. El total diario de sacrificio se estima en 796 cabezas , la
producción láctea se estima (diariamente) en la no despreciable suma de
1.350.410 litros, en de la guajira se sacrifican 56 cabezas de ganado que se
acopian fundamentalmente en el municipio de Riohacha, en leche se estimó para
2009 una producción de 318.274 litros, En el Magdalena el sacrificio diario
departamental se contabiliza en 495 cabezas (2009), La producción total de leche
se estima en 976.874 litros, todas las estadísticas de sacrificio y producción láctea
provienen de FEDEGAN, por otra parte no deja de ser curioso que el
departamento del Cesar sea el segundo en cantidad de animales sacrificados
dentro de la región (Córdoba es el primero) y el primero en litros de leche
producidos y aun así esté entre los tres con mayor prevalencia de inseguridad
alimentaria, sin dejar de lado la gran diferencia existente entre el Cesar y sus
homólogos Magdalena y Guajira que son los otros dos con el más alto porcentaje
de inseguridad alimentaria.

GASES EMITIDOS, ¿QUÉ GASES? ¿QUÉ TAN DAÑINOS SON?

Como temática fundamental de este artículo, tenemos el efecto de la ganadería


sobre el medio ambiente, temática que contiene un punto clave y es el efecto de
los gases emitidos por las vacas en el diario desarrollo de la actividad económica,
pues bien, para ahondar más es menester conocer qué es el efecto invernadero,
qué gases aportan a dicho efecto invernadero, a lo que respondemos citando a
Lyda Forero “el efecto invernadero es un fenómeno que permite pasar la radiación
solar y luego, mediante la acción de varios gases, es capaz de retener una parte
impidiendo que vuelva rápidamente al espacio exterior” (TORRES, 2011)
precisamente a esta retención de radiación solar transformada en calor se le
conoce como efecto invernadero y los gases que retienen dicha radiación son los
gases de efecto invernadero, habiendo dicho lo anterior hay que relacionarlo con
el cambio climático “el aumento de gases invernadero atmosféricos ha
incrementado la capacidad que tiene para absorber ondas infrarrojas. Si
intensificamos la capacidad de retener calor, se disipa menos calor hacia afuera y
aumenta la temperatura en la atmósfera. Este aumento de temperatura es lo que
conocemos como el calentamiento global del planeta” (TORRES, 2011), habiendo
dicho lo anterior es clave reconocer los gases de efecto invernadero “el principal
gas de efecto invernadero es el dióxido de carbono (CO2), pero existen otros
gases que emitimos en mucho menos cantidad como el metano (CH4), los óxidos
de nitrógeno (NOx) y los clorofluorocarbonados (CFC y HCFC). Los gases
invernaderos existen en la atmósfera en pequeñísimas cantidades; sin embargo,
su poder de atrapar calor es tremendo. Se estima que el del metano es unas 30
veces más potente que el CO2” (TORRES, 2011).

Estando claro el catastrófico efecto del metano en la capa de ozono y el efecto


invernadero debemos ahondar en las cifras referentes a la actividad ganadera, al
respecto la FAO (organización de la ONU para la agricultura y la alimentación)
divulgó en un informe que “el sector ganadero genera más gases de efecto
invernadero –el 18 por ciento, medidos en su equivalente en dióxido de carbono
(CO2)- que el sector del transporte” (FAO, 2006), no se trata de un dato menor
pues es claro que todos conocemos del esfuerzo de las grandes potencias y
empresa privada por reducir las emisiones producto del sector transporte, sin
embargo, el esfuerzo por reducir las emisiones de la actividad ganadera o sus
consecuencias, o incluso desincentivar el consumo de carne es poco o nulo,
prueba de ello es que el aumento de consumo de carne es considerado una señal
de prosperidad e igualdad, en ese sentido afirma el mismo informe “Está previsto
que la producción mundial de carne se duplique desde los 229 millones de
toneladas en 1999/2001 a 465 millones de toneladas en 2050, al tiempo que la
producción lechera se incrementará en ese período de 580 a 1 043 millones de
toneladas” , es evidente que no existe un plan de contención a todo este efecto
negativo que tiene la ganadería sobre el medio ambiente, pese a ser una de las
industrias que más genera daño a la capa de ozono.

La actividad ganadera genera el 65% del óxido nitroso de origen humano, que
tiene 296 veces el Potencial de Calentamiento Global (GWP, por sus siglas en
inglés) del CO2. La mayor parte de este gas procede del estiércol. Y también es
responsable del 37 por ciento de todo el metano producido por la actividad
humana (23 más veces más perjudicial que el CO2), que se origina en su mayor
parte en el sistema digestivo de los rumiantes, y del 64 por ciento del amoniaco,
que contribuye de forma significativa a la lluvia ácida, ello en cuanto a la huella
medio ambiental proveniente de la ganadería, pero no es el único efecto
importante de la misma (FAO, 2006).

Medio ambiente
El medio ambiente, de un Estado como Colombia y en especial, en el
departamento del cesar, rico en biodiversidad, ríos, lagos, lagunas, la sierra
nevada de santa marta, la serranía del Perijá, entre otros fenómenos geográficos,
datan de un sector de territorio apto para cualquier actividad económica, incluso
es uno de los departamentos mineros de Colombia. Sin embargo, esta riqueza
natural no es contrastada con el cuidado y buen trato, que debe dársele a los
recursos naturales, por ende en este aparte, se desarrollaran algunos puntos de
vista relacionados con la actividad ganadera y la incidencia que esta ha tenido en
el medio ambiente.
“El caso ganadero ilustra muy bien esta situación. El territorio dedicado para
ganadería alcanza los 39 millones de hectáreas en el país, mientras la
vocación natural del territorio para esta actividad no supera los 19 millones
de hectáreas. Esto quiere decir que 20 millones de hectáreas están siendo
mal utilizadas. Para quienes nos preocupamos por el medio ambiente, la
ganadería ha sido vista como fuente de deterioro, concentración de la tierra
y pérdida de biodiversidad.
La productividad de la ganadería colombiana es baja, con una tasa de
extracción cercana al 15%, frente a 27% de Argentina y 23% de Brasil. Esta
situación está muy bien documentada en el estudio realizado por Antonio
Hernández Gamarra, Importancia de Modernizar la Ganadería Bovina
Colombiana, el cual concluye que "a la menor productividad de la ganadería
colombiana contribuyen la baja carga de animales por hectárea, una baja
natalidad, una alta mortalidad, la poca producción de leche por vaca
ordeñada, el escaso incremento diario de peso por animal, el amplio
período entre partos, la poca intensidad en el uso de capital y canales de
comercialización que muestran precariedad en su organización". A lo cual
habría que añadir el escaso cultivo de pasturas para la alimentación
especializada".
Acabo de regresar del departamento del Cesar donde la implementación de
sistemas silvopastoriles está generando una revolución. Además de
restaurar los suelos degradados que dejó la época algodonera y el uso
intensivo de agroquímicos, los sistemas silvopastoriles protegen los pastos
y la humedad de los suelos, cuidan las aguas, alimentan el ganado y
mejoran la calidad en la producción de carne y leche en épocas de verano.
La productividad por hectárea ha mejorado al pasar de una carga animal
entre 0,5 a 0,8 animales mayores (450 kilos de peso) por hectárea año a
2,5 - 3,0 sin sistemas de riego. Con riego se alcanzan los 4.0 animales por
hectárea. En cuanto a productividad esto significa pasar de 150 kilos de
carne por hectárea/año a más de 1.500 kg y en leche se pasa de 800 litros
a más de cuatro mil por hectárea/año” (Maldonado, 2010).

La ganadería industrial: la causa oculta del cambio climático


“Algunas de las consecuencias de esta mercantilización de los animales
son el cambio climático y la destrucción del medio ambiente. Numerosos
estudios reputados relatan que la cría de animales para nuestra
alimentación es responsable de entre el 18% y el 51% de todos los gases
de efecto invernadero, más que todo el sector del transporte mundial. La
producción pecuaria es la principal causa de la destrucción de las selvas
tropicales, la extinción de especies, las zonas muertas en los océanos y la
contaminación acuática. Ocupa el 45% del suelo sin hielo del planeta 3 y
consume el 30% del total de agua que utilizamos. ” (Diaz, 2012)

70% de las enfermedades que afectan al ser humano provienen de los animales
“En un informe que publicó la FAO se advierte que el 70% de las nuevas
enfermedades que han afectado a los seres humanos en el mundo
provienen de animales de diferentes especies. El crecimiento demográfico,
la expansión agrícola y el auge de las cadenas de suministro de
alimentos son las razones principales por las cuales en las últimas décadas
ha aumentado la amenaza de proliferación de males.
El nuevo informe de la FAO aporta diversas razones de peso para dar una
nueva orientación a la aparición de síntomas endémicos. Señala que los
países en desarrollo se enfrentan a una enorme carga de enfermedades
humanas y ganaderas, que suponen un importante obstáculo para el
desarrollo y la inocuidad alimentaria. “Esto significa que no podemos
abordar la salud humana, animal y del ecosistema de forma aislada:
tenemos que considerarlas de forma conjunta, y hacer frente a las causas
de la aparición de las enfermedades, su persistencia y propagación, en
lugar de combatirlas simplemente cuando surgen”, añadió Wang en el
informe.
Esperanza Polanía, coordinadora de Seguimiento Epidemiológico de la
Federación Colombiana de Ganaderos, Fedegán-FNG, señaló que
en Colombia las enfermedades que se transmiten de bovinos a humanos o
en su defecto de humanos a vacunos son la brucelosis, tuberculosis y “la
lectospirosis que no ha sido muy estudiada” (Daza, 2013)

PIB

El PIB del departamento del Cesar en el año 2016 creció 1,3% y la participación
en el PIB nacional fue de 1,8%, sin embargo, el DANE aún no consolida el análisis
departamental del año 2016, por lo que usaremos el de 2015, en el que indica que
la participación de la actividad agropecuaria en el PIB fue de 9,5%, sólo superada
por la actividad minera con un 33%, ´pues bien, de ese 9,5% a la ganadería le
corresponde una participación del 4,4%.Por otro lado el Cesar participó en las
exportaciones a nivel nacional con 5,9%, que a su vez se subdivide en 31,3 %
perteneciente a las exportaciones por actividades agropecuarias.

GANADERÍA EN RELACIÓN CON POTENCIALES DELITOS.

En vista de que el departamento del Cesar es una zona geográfica rica en


explotaciones ganaderas fue de algún modo objetivo económico inicialmente de
los grupos armados al margen de la ley, es aquí donde se entrelaza la historia y la
actualidad de la ganadería con los derechos humanos, de ello da fe el profesor
Carlos Maldonado cuando menciona en un sentido más general que “…el
principio, la política y la filosofía de los derechos humanos existen porque existe la
violencia. Si no existiera violencia carecería de sentido preocuparnos por los
derechos humanos…”, ello para expresar que bajo la mirada de un pensamiento
reflexivo y analítico es cierto que la violencia da sentido a los derechos humanos,
esto es relevante para el caso que aquí se trata puesto que la violencia nació con
el descontento de las clases campesinas y económicamente vulnerables por la
falta de oportunidades y la poca posibilidad de movilidad social, entonces, esa
violencia traía consigo una necesidad de sustento económico que diera lugar a
una visibilidad mayor por parte del gobierno de turno, y como penúltimo eslabón
de esa cadena encontramos que la geografía del departamento del Cesar y
Magdalena al ser eminentemente ganaderos facilitaban la actividad de los grupos
armados al margen de la ley, al tiempo que proveían de forma inagotable un
abundante recurso de financiación que era otorgado en forma voluntaria o por la
fuerza. Este modelo de financiación trajo consigo un sin número de formas y
métodos criminales que pasan por el secuestro, hurto de ganado, extorsión,
apropiación ilegal de tierras, desplazamiento y otras más que resultan ir escalando
niveles insostenibles que a su vez motivaron el nacimiento de otros grupos
armados al margen de la ley que se sustentaron sobre una propuesta contra-
guerrilla, pero que aumentaron esa violencia exponencialmente y sumaron el
narcotráfico como instrumento de financiación.

Es así, que a fuerza de plomo se forjaron algunos de los terratenientes más


acaudalados de nuestro departamento, ya que algunos de los más poderosos
jefes paramilitares y guerrilleros son nativos de la capital del Cesar (Valledupar)
como Simón Trinidad y Jorge 40, una buena razón para que ello sea así una vez
más se halla en la actividad ganadera, que de por sí poseía unos terratenientes
con grandes superficies de tierra que comenzaron a ser víctimas de la actividad
guerrillera mediante secuestros, asesinatos, extorsión con el fin de financiarse a sí
misma, los hijos de estos ganaderos tradicionales de la región optaron por
construir un bloque contraguerrilla, que termino desfigurando su fundamento y se
convirtió en un grupo igual o más violento que la guerrilla, a esto hace referencia
Alonso Sánchez Baute cuando afirma que “nunca me preocupé por la guerra en
Colombia hasta que apareció el supuesto computador de Jorge 40, a Jorge 40 y
Simón Trinidad los conocí antes de que se marcharan a la guerra…Nací en uno de
los pueblos más asolados por la violencia colombiana contemporánea. Pueblo
donde durante los últimos veinte años las palabras más mentadas han sido
asesinato, extradición, secuestro, extradición, secuestro, extorsión, abigeato,
masacre, limpieza social…” (Baute, 2010).

En cuanto a la implicación de despojo de tierras Susana Noguera en su columna


del diario EL TIEMPO, nos menciona que “hicimos un balance de la actividad de
restitución de tierras y encontramos que el 25 % de las reclamaciones están
donde hay títulos mineros o donde se están solicitando. También hay políticos,
empresarios, personas investigadas por lavado de activos, todos metidos en esa
guerra” (Noguera, 2016), al respecto la revista colombiana de sociología de la
Universidad Nacional de Colombia menciona que “con los antecedentes de la
presencia de grupos paramilitares en las cercanías de Aguachica durante los años
ochenta, dirigentes políticos y grandes propietarios recurrieron a Carlos Castaño
para defenderse del asedio de la guerrilla en las goteras de Valledupar, a
mediados de los años noventa. Lo que parecía un recurso a la defensa propia
frente a la depredación del ELN y de las FARC, y que recibió el apoyo decidido de
buena parte de la elite cesarense, se convirtió pronto en un pretexto para expulsar
a decenas de familias de sus tierras y tomarse la administración del Estado en los
órdenes municipales y departamentales. Algunos integrantes de esta elite (incluido
Rodrigo Tovar Pupo) se paramilitarizaron sin medir las consecuencias que les
depararía su codicia”, (Lemus, 2012)

AÑO 1988 1997 1999 2000 2001 2008


CIVILES 23 54 76 122 116 2
MUERTOS EN
EVENTOS DE
CONFLICTO
GUERRILLEROS 11 10 11 7 24 70
MUERTOS EN
EVENTOS DE
CONFLICTO

Se puede apreciar del cuadro anterior la crudeza de la guerra por la tierra en el


departamento del Cesar, guerra en la que inicialmente el poder pertenecía a un
grupo (guerrilla) y después a otro (paramilitares).

En lo que al despojo de tierras respecta vale destacar que según la revista


colombiana de sociología de la Universidad Nacional en el Cesar entre 1997 y
2007 se despojó de mano de sus sueños 74.742 hectáreas aproximadamente
(Lemus, 2012).

Desplazamiento forzado
GanaderÍa avanza a pesar de la violencia
“Nunca hemos creído en la naturaleza violenta de los colombianos, y menos
aún en la violencia como un sino trágico que persigue a nuestra patria cual
maldición mitológica de los dioses. Tampoco creemos que las
desigualdades justifiquen la violencia, aunque sí la puedan explicar
parcialmente, y por lo tanto creemos también que todo esfuerzo por superar
tan grandes diferencias es un paso hacia la paz, pero no es suficiente si el
imperio de la ley y el orden no se impone como norma básica y aceptada de
convivencia bajo la dirección suprema del Estado. Estas son convicciones
del gremio ganadero que surgen de haber sido el más perseguido por el
conflicto y, por ende, el más interesado en el advenimiento de una paz total
y duradera.

En efecto, aunque la violencia ha extendido sus tentáculos a todo el país,


incluidas las grandes concentraciones urbanas, es un hecho que durante
décadas asoló sin miramientos al campo y, con particular sevicia, a la
ganadería colombiana. Así pues, el mapa de la violencia en Colombia, es
decir, el de la presencia de los diferentes grupos al margen de la ley, se
puede superponer al de la ausencia del Estado en las inmensas
extensiones rurales, y al mapa de la actividad ganadera nacional, situación
que ha causado enormes daños a sus productores.

En los últimos cinco años, es decir, entre 1999 y 2003, y sin contar lo que
va corrido de 2004, han sido secuestrados más de 2.400 ganaderos y 118
de ellos fueron asesinados, lo que representa un verdadero genocidio
gremial continuado. Este es sin lugar a dudas el mayor perjuicio para la
actividad ganadera, aunque no se pueda medir en millones de pesos. Los
perjuicios que se pueden cuantificar son también desastrosos para
cualquier actividad económica, representados en el costo económico del
secuestro, la extorsión generalizada, el abigeato, la destrucción de fincas y
las masacres de ganado, y principalmente, los costos derivados de la
'desadministración' de las empresas ganaderas, que terminaron siendo
hasta hace muy poco manejadas a control remoto por los productores.

Definitivamente, sólo el coraje y el tradicional apego de los ganaderos a su


actividad productiva explican que la ganadería colombiana se haya podido
sostener con el gran peso específico que aún hoy conserva dentro del
desarrollo económico y social del campo colombiano. Las cifras lo dicen
todo. A partir del seguimiento que Fedegan ha venido haciendo a tan
tremenda variable de distorsión a su desarrollo, en el año de 1999 las
pérdidas económicas atribuidas al conflicto alcanzaron los 582.900 millones
de pesos, crecieron aún más durante la época del despeje, hasta llegar a
los 678.498 millones en 2001, y durante 2002 fueron ligeramente inferiores,
con un monto de 673.748 millones de pesos” (Visbal, 2006 ).

violencia homicida y ganadería en Colombia


“El pasado 19 de diciembre, la Fundación Colombiana Ganadera,
Fundagán, entregó un balance general de la gestión que realizó con sus
diferentes programas a lo largo de 2013 en las diferentes regiones del
país. De acuerdo con Nataly Delgado Pinzón, directora ejecutiva de
Fundagán, con el programa ‘Una vaca por la paz’, proyecto bandera en
generación de bienestar y construcción de tejido social rural, se logró un
crecimiento en cobertura del 105% con respecto al año anterior.

“Con el programa fortalecimos la soberanía alimentaria de cientos de


familias campesinas vulnerables en todo el territorio colombiano. Hoy
‘Una vaca por la paz’ beneficia a 1.400 núcleos familiares,
enriqueciendo con leche la dieta diaria de más 5 mil 200 personas que
componen dichos núcleos en 87 municipios del país”, informó Delgado
Pinzón. Gracias a esta punta de lanza de la Fundación, aumentó la
producción de leche por vaca entregada, creció el consumo per cápita y
mejoraron las finanzas familiares. Asimismo, los favorecidos que recibieron
las vacas preñadas, han cumplido con su compromiso de entregar al
programa la primera cría para beneficiar a otras familias, lo cual es parte de
la esencia de este programa que se caracteriza por impulsar una cadena de
solidaridad” (rodriguez, 2016).

CANTIDAD DE FINCAS DE MÁS DE 500 HECTÁREAS


El Cesar es un departamento de una concentración de tierra muy particular, toda
vez que según el atlas de la distribución de la propiedad rural en Colombia la
extensión promedio de cada predio rural es de aproximadamente 54 has, lo
curioso es que pese a ser una cantidad de predios específica (34.500 aprox.) en
los que se divide el territorio destinado a la actividad ganadera 1.625.682 has, el
cálculo se confunde al incorporar la cantidad de propietarios, al respecto el atlas
de la distribución de la propiedad rural en Colombia menciona que “El Gini de
tierras en 2009 fue de 0.666, y se encuentra entre los más bajos del país, con una
diferencia de 0.19 con el Nacional. Sin embargo, la brecha entre el Gini de tierras
y el Gini de propietarios es bastante amplia. Ello puede ser el resultado de unos
pocos propietarios con posesión de varios predios”.

DERECHOS HUMANOS EN RELACIÓN CON LA GANADERÍA.

Afirmar categóricamente que la ganadería es sinónimo de violación a los derechos


humanos es por decir lo menos atrevido, sin embargo, en este artículo
pretendemos plantear que existe una relación innegable entre una y otra, dejando
claro que dicha relación no es de necesariedad sino circunstancial en la zona de
investigación (Cesar), es crucial proponer un hilo conductor (estadística) entre la
actividad ganadera y la violación de derechos humanos pues los datos son
reveladores, y en un ejercicio comparativo la actividad pecuaria ha tenido una
serie de repercusiones sobre la situación de derechos humanos en el Cesar y es
inevitable concluir por inferencia lógica que las estadísticas son de una u otra
forma dependientes.

En lo que a derechos humanos respecta la ganadería influye en seguridad


alimentaria, medio ambiente, laboralmente, movilidad social, y ello es evidente con
solo verificar que la cantidad de alimentos importados en el Cesar ha aumentado
en razón del indebido uso de la tierra apta para siembra, puesto que esa tierra
especial por decir lo menos se destina a la ganadería, actividad que no requiere
de unas especificaciones de suelo y subsuelo tan específicas, pues bien, haciendo
dicho esto es menester descender sobre el tema particular de la pésima
distribución de la tierra, esta incentiva el estancamiento de las empresas
agropecuarias porque permite generar una riqueza suficiente para los
terratenientes, pero, sustentado en unas extensiones de tierra innecesarias, por lo
tanto una distribución más equitativa traería consigo una mayor tecnificación de
las empresas agropecuarias, daría lugar a una competitividad racional y por
supuesto sería una posibilidad latente de gestar una mano de obra calificada, lo
que se traduce en una potencial movilidad social correcta. En lo que a medio
ambiente se refiere las empresas agropecuarias no tienen responsabilidad social,
atendiendo a una serie de factores que suprimen la oportunidad de que la
ganadería en el Cesar se practique en forma responsable medio ambientalmente,
valga decir que la falta de acompañamiento por parte de las Corporaciones
Autónomas Regionales es curiosa, ni que decir de Fedegan, es por ello que en
orden de obtener un mayor aprovechamiento de la actividad económica es el
deseo de los ganaderos, sin embargo, el Estado vía instituciones públicas debe
encargarse de brindar asesoría, acompañamiento y subsidios para quienes
practican la ganadería, con el fin de dar un vuelco al modo en que se ejerce la
actividad agropecuaria en el Cesar, y lograr así la consecución de una ganadería
sostenible, eficaz, eficiente, y responsable que transforme estas cualidades en
respeto por los derechos humanos.

EDWIN GIRÓN
EFRAÍN CALVO

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