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EN RELATOS
ÍNDICE
PRIMERA PARTE:
¿QUÉ ES LA EUCARISTÍA?
1. La Eucaristía - ¿Aburrida? Lo más bonito.
Casi, casi no se firmó el contrato de aprendizaje 17
2. La Eucaristía - Un Memorial que se hace presente.
Víctima de la guerra en su hogar 21
3. La Eucaristía - La vida entregada por los hermanos.
Chrístofer 25
4. La Eucaristía - Fuerza que viene del sacrificio de Cristo: Nos hace
fuertes
y valientes.
Reinaldo 30
5. La Eucaristía - La Comida Real de los Bautizados. Don de Dios a los
hom-
bres.
Se llamaron Hansel y Gretel 34
6. La Eucaristía - Una fiesta: La fiesta de la Pascua.
El rapto fallido 37
7. La Eucaristía - Obligación: nuestro deber.
La campana ambulante 40
8. La Eucaristía - Una Fiesta del Cielo: Asisten los Ángeles.
Llegó con una hora de adelanto 43
9. La Eucaristía - Para descubrirla, requiere participación: con el
corazón, la boca, el alma y el cuerpo.
La máquina no arrancó 46
10. La Eucaristía - Presencia: Jesús, presente con su Amor.
La luz de Jerusalén 49
SEGUNDA PARTE:
LO QUE SUCEDE EN LA EUCARISTÍA.
13. El guión de la Eucaristía. Partes de la Misa. Consagración.
La fiesta del abuelo 61
14. Entrada a la Eucaristía. El sacerdote une a todos.
Entrada en Jerusalén 70
15. Inicio y saludo: Deseo de que el Señor actúe en nosotros.
El peso y la fuerza de un saludo 73
16. Acto penitencial: Necesidad como cristianos.
La grandeza auténtica del emperador 76
17. Kirie: Señor ten piedad: Reconocimiento de ser: El Salvador, el
Señor, la Luz.
El adorador del Dios sol 79
18. Gloria: Canto de triunfo por el vencedor.
La vía triunfal aún existe 82
19. Oración colecta - Oratio: Es la declaración de intenciones.
El campo de Lech 84
20. Lectura del Antiguo Testamento que se descubre en el Nuevo.
Después del exilio 86
21. Canto Responsorial: Para responder a la palabra de Dios.
Respuesta o esponja mojada 89
22. Lectura del Nuevo Testamento: Leer, escuchar, acoger, meditar.
La transformación de Agustín 91
23. Canto del Aleluya: Dar gracias por la palabra divina.
Aleluya en medio de la muerte 94
24. Evangelio: Hoy habla Cristo.
Hoy 97
25. Sermón, corto, claro, con amor.
Se durmió durante la homilía 100
26. Credo: Proclamar la fe y decir sí a la Palabra de Dios.
El emperador que reforma la liturgia 103
27. Plegaria universal: Actual, sencilla, humilde, con confianza.
Le perseguía 105
28. Actitud del Ofertorio: Amor agradecido a Dios Creador.
No contenía amor 107
29. Ofertorio: El honor de ayudar a Misa.
Los primeros acólitos 110
30. Oración de preparación.
Como una película 113
31. Quien no da: Ser agradecidos. No hay motivo para el aburrimiento.
Nada, ni un centavo 116
32. Lavatorio de manos y Orad, hermanos.
Lavar el corazón más que las manos 119
33. Oración sobre las ofrendas.
Hasta la corona 123
34. El Canon. Acción de Gracias por Cristo.
Ella llevaba algo misterioso 125
35. Santo.
El profeta y los niños 128
36. La palabra más importante en el Canon.
La ventana del Espíritu Santo 130
37. Canon: Relato de la Última Cena, Consagración.
La palabra es potente 133
38. Canon: La elevación de las formas sagradas.
Una religiosa ahuyenta a los sarracenos 135
39. Canon: Ofrecimiento.
Sacrificio añadido al sacrificio 138
40. Padrenuestro.
En sus huellas 140
41. Oración y saludo de la paz.
La púrpura que resbala 142
42. Cordero de Dios.
La matanza del corderito 145
43. Fracción del pan.
Un vuelo hacia el pasado 148
44. Comunión.
La nueva siderurgia 151
45. Comunión.
Le consideraban debilucho 153
46. Canto de la Comunión.
Por los demás 156
47. Después de la Comunión.
El alegre Felipe 159
48. Bendición.
El prisionero bendice 161
49. Podéis ir en paz.
¿Quién irá? 163
50. Podéis ir en paz.
Un muerto hace de guía 166
51. Podéis ir en paz.
Permanece y vuelve de nuevo 169
TERCERA PARTE:
LAS COSAS DE LA EUCARISTÍA.
52. El Señor esté con vosotros.
Como niños 173
53. Agua bendita.
Sed y refresco 174
54. Incienso.
Buen clima 176
55. Campanas y campanillas.
Los enemigos huyen 178
56. Cirios.
La luz quita el miedo 181
57. Vestidos litúrgicos.
La identificación de los ayudantes 183
58. Beso del altar.
Leónidas y su hijo 185
59. El buen comportamiento en la Iglesia.
El rey de España viene de visita 187
60. Manos extendidas y manos juntas.
Como Jesús en la Cruz 190
61. Cáliz y Altar.
El hombre como altar 192
62. La Eucaristía como meta.
El hijo del cacique 196
Queridos muchachos:
Una vez, durante el mes de mayo, hicimos una excursión a Sankt Peter con
unos 50 niños, un autobús repleto. A los niños los llamábamos «niños de
mayo». Cuando el autobús partió comenzó a llover. Después de una hora
llegamos a la meta. Llovía a cántaros. Al comienzo no fue tan
desagradable porque en el lugar nos ofrecieron café con pastas. Terminado
el festín lloviznaba sólo un poquito, de manera que podíamos salir a
caminar por el bosque. El guardabosque nos mostró una cueva de zorros, en
la lejanía vimos un venado. Pero la alegría duró poco. Comenzó otra vez a
llover. El agua formaba un velo entre el cielo y la tierra. Nos empapamos
como un oso polar que chapotea en el estanque. Dos niñitas se abrazaban
fuertemente y lloraban. Se podía decir de ellas como en el cuento: «Dios
y nuestros corazones lloran juntos.» Corriendo llegamos al albergue de
Sankt Peter. Allí habían encendido la calefacción. Dejamos los zapatos y
los calcetines empapados en el atrio, también los abrigos húmedos.
Algunos tenían ropa de repuesto. Movimos mesas y sillas a un rincón y nos
acomodamos en el hermoso piso de parqué, era también algo del bosque. El
capellán comenzó a contar:
Queridos Co-hermanos:
«La red de oro de la Iglesia». Así llamaba a la liturgia el Abad Fernando
Cabrol. Extienda esta red de oro y tendrá una gran «pesca» entre sus
niños.
¿Cómo echar la red cuando no hay en el centro una red de hilos grises,
anudados y primorosamente tejidos? Este tejido gris forma parte de la
red, en caso contrario no funciona. También «la red de oro de la
liturgia» funciona por medio de su tejido. Red, eso es lo que retiene, lo
que captura, de la que uno no puede liberarse. Junto con la red de oro de
la liturgia se nos ofrece la « historieta» , no la historia sino la
anécdota, el relato, el recuento de hechos, la leyenda. En esta red es
capturada la atención de la gente joven y de edad. Aquí la red de oro
alcanza su fuerza. Todos los predicadores y toda comunidad, todo «niño de
Primera Comunión», todo auxiliar de Primera Comunión sabe que puede
paliar la distracción, que desaparece todo aburrimiento cuando uno
comienza diciendo: «Hace doce años sucedió en... ».
En este libro ofrecemos con sus historietas los hilos grises para la red.
Hay que contarlas, compartirlas desde su corazón. Para ello es necesario
poseerlas, adquirirlas por la lectura y la propia meditación. La
enseñanza eucarística, la preparación a la Primera Comunión le llevará a
usted y a los suyos una nueva alegría.
PRIMERA PARTE:
¿QUÉ ES LA EUCARISTÍA?
SEGUNDA PARTE:
LO QUE SUCEDE EN LA
EUCARISTÍA
Dos días más tarde Tomás llega al colegio. Murmuraba dentro de sí: «Vieja
bruja». Este título lo había copiado de su bisabuelo que, cuando estaba
de buen humor, decía de toda mujer: «Vieja bruja». «Me ha ensuciado mi
lista con un punto de interrogación».
Ciertamente ella había marcado con un punto de interrogación «Señor, ten
piedad y Gloria». También al lado de «Lectura» y otro entre «prédica y
ofertorio» . Después un interrogante grueso y rojo entre prefacio y
Padrenuestro. Abajo había escrito: «Tenemos que hablar sobre esto. La
nota viene más tarde. Se te reconoce con mucho valor tu tarea libre».
Un día más tarde, había clase de religión en la penúltima hora. La última
clase fue cancelada. Tomás tenía que quedarse. Le hubiera gustado pinchar
a la «vieja bruja». La catequista era la esposa del profesor de historia.
Sabía bastante. Fue una conversación muy hermosa.
«Tu tarea libre es muy buena. Me hubiera gustado darte un "excelente"».
Pero hay que aclarar los interrogantes. Después lo escribes todo de
nuevo. No es un examen ni una composición. Mira: ¿Por qué escribes «Señor
ten piedad y Gloria»?
Tomás sabía contestar: «Hace unos días el párroco habló con el director
del coro parroquial. El párroco gruñía de descontento porque el coro
había cantado de manera muy triste el "Señor ten piedad" de una
Eucaristía cantada moderna. Después dijo el párroco: El "Señor ten
piedad" no es un acto penitencial. Es una aclamación del emperador. Igual
que el gloria con sus aclamaciones tomada del cortejo triunfal del
emperador. El "Señor ten piedad" y el Gloria son juntos un canto a Cristo
Rey al comenzar la Eucaristía». «Te has defendido bien», dijo la
catequista, «borremos el punto de interrogación. Ahora aquí: tú escribes
Lectura. En realidad la Eucaristía tiene dos lecturas antes del
Evangelio».
Tomás argumentó en contra: «Pero sólo los domingos y fiestas. Por lo
demás muchos son flojos y leen sólo una.» «Bien, borremos el segundo
punto de interrogación, dijo la profesora, pero aquí: Después del sermón
o la prédica haces seguir de inmediato el ofertorio». «¡Ay de mí!, me
estoy volviendo viejo, dijo Tomás en una neta imitación del bisabuelo. No
me he fijado que después del sermón han aclamado al abuelo con tres hurra
y un aplauso cerrado. Es algo como el Credo en la Eucaristía».
«Insértalo, por favor» dijo la catequista.
«Ahora llegamos al problema más grande: Muy bien, has puesto el prefacio
al lado del discurso de agradecimiento del abuelo. Pero te has comido el
santo, el canon y la consagración. ¿Cómo vas a encontrar un paralelo en
la fiesta del abuelo?» Tomás calló un momento. Tosió un poco y dijo
dudando: «Lo del "santo" es fácil, sencillamente ponemos un canto del
coro». «Pero el canon, la consagración», insistía la profesora. «El canon
es tan corto que uno ni se fija en él». «Pero dime, ¿cómo vas a dejar de
lado el relato de la Última Cena, el punto central en el canon cuando se
realiza la consagración?» La profesora había puesto el dedo en la herida.
Tomás había llegado al final de sus argumentos.
Pero de pronto aparece la solución: «El canon es una parte de la
Eucaristía, la acción de gracias, el discurso del abuelo en la fiesta.
Entonces hay que comparar: Canon, iniciado por el prefacio y Discurso de
agradecimiento del festejado. Pero esto no puede compararse en modo
alguno con la palabra "consagración". Esto es un acontecimiento
sobrenatural que realiza Dios mismo. Es el cielo que irrumpe en la
tierra. Escapa al ojo y al oído pero es tan real como es real Dios. Lo
que dice Dios, se realiza. En este lugar pinta una cruz solamente. Esto
nos recordará que aquí está la cruz y aquí está Dios.»
Cuando Tomás llevó tres días más tarde la hoja de nuevo al colegio tenía
el siguiente aspecto:
35. SANTO.
El profeta y los niños.
Entre los grandes mensajeros del Antiguo Testamento debe considerarse
como el mayor a Isaías, el hijo de Amós. Durante los últimos años del
reino de Judá antes de la conquista por Babilonia, Dios le permitió echar
un vistazo en el cielo. Él mismo cuenta: «He visto al Señor en un trono
alto y excelso. Su manto llenaba todo el santuario. Los ángeles estaban
alrededor de Él. Cada uno tenía seis alas. Uno gritaba al otro y hablaba:
"¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡El Señor de los ejércitos! ¡De su gloria está
llena la tierra!". En ese momento temblaban los umbrales a causa de este
gran clamor. La casa se llenó de incienso».
Este cántico del cielo lo cantamos cuando se ha iniciado el canon. El
prefacio ha dicho: Queremos dar gracias a Dios, nuestro Señor. Queremos
alabarlo, porque ha hecho grandes cosas por nosotros. Queremos bendecirlo
porque es glorioso en medio de los ángeles. Entonces viene el profeta
Isaías y nos susurra al oído: «¡Santo, santo, santo... !». Nos dice:
«Abrid los ojos de vuestra alma. Mirad cómo Dios está sentado en su trono
excelso, cómo su manto real traspasa todo el cielo. Escuchad cómo los
ángeles cantan y cantan». Entonces también nosotros nos unimos a ellos,
primero un poco tímidamente, luego cada vez con mayor entusiasmo:
«¡Santo, santo, santo... !».
Con el profeta Isaías vienen también otros; no son los santos, ángeles o
coros celestiales. Son niños; niños de Jerusalén de la calle, con manos
sucias y ropa de andrajoso. Nos dicen suavemente: «¡Ayudadnos!
Quisiéramos competir con el gran profeta. Podemos continuar su canto.»
Después cantan: «Hosanna el que viene en nombre del Señor. Hosanna en las
alturas». Es el canto del Domingo de Ramos. Lo cantaban los niños cuando
Jesús entró solemnemente a Jerusalén para celebrar el sacrificio de la
cruz para la salvación de los hombres.
Quisiéramos ver junto a los niños del Domingo de Ramos a los niños que
Jesús ha bendecido cuando lo pedían sus madres. Quisiéramos descubrir al
joven que ha resucitado de entre los muertos, al joven de Naím, a la hija
de Jairo. Cantan junto con los demás: «¡Bendito el que viene en nombre
del Señor, Hosanna!».
Lo que sucedió entre los apóstoles se repite. Jesús coloca a estos niños
en medio de nosotros y nos dice: «Sed como ellos. Aprended de ellos.
Cantad con ellos: ¡Bendito! ¡Hosanna en las alturas!».
La aclamación del santo es un canto de la Sagrada Escritura. Más aún:
relata lo que sucede en la Eucaristía. Cristo viene a nosotros, y
nosotros vamos a su encuentro tan intensamente como el profeta, tan
alegres como los niños.
40. PADRENUESTRO.
En sus huellas.
En Bohemia vivía un duque que era un santo. Se llamaba Wenceslao. Cada
mañana, incluso en invierno cuando estaba aún oscuro y hacía frío, bajaba
de su castillo a la Eucaristía en la iglesia del pueblo. Decía: «Sin
Eucaristía no puedo vivir». Su ayudante tenía que acompañarle y llevar la
linterna.
Cierto invierno especialmente duro el ayudante se quejó a media voz: «Con
este frío podríamos quedarnos en casa». Wenceslao le oyó y le preguntó:
«¿Tienes mucho frío?» «Sí, contestó el otro, el frío en los pies es casi
insoportable». El duque Wenceslao le dijo: «Presta atención. Cambiemos de
posición. Yo voy primero y tú me sigues. Cuida de colocar tus pies
siempre en mis huellas. Te darás cuenta de que te hace bien».
San Wenceslao abría camino. El ayudante le seguía. Cuidadosamente
colocaba sus pies sobre las huellas de su señor que eran como pequeños
tubos en la nieve profunda. Con cada paso el ayudante sentía cómo de la
huella subía una ola de calor agradable hacia sus pies. Después de
caminar cien metros ya no sentía frío. Le parecía que estaba dando un
paseo de verano.
Después del canon comenzamos el padrenuestro con las palabras: «Oremos
como el Señor nos ha enseñado». Entonces seguimos las siete peticiones
del padrenuestro como unos pasos pesados. Cristo nos precede. Pronuncia
para nosotros cada frase. Entramos en sus palabras como el ayudante de
San Wenceslao que colocaba sus pies en las huellas de su señor. Al rezar
el padrenuestro seguimos las huellas de Jesús.
«Padre, así rezó en la cruz. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu».
«Se haga tu voluntad» así habló en el Monte de los Olivos con angustia
mortal.
«Danos hoy nuestro pan de cada día», así lo ha instituido el Jueves
Santo.
«Perdónanos nuestras ofensas», para ello ha dejado que lo crucifiquen.
«Líbranos del mal», de esto canta el cielo entero: Tú nos has redimido, a
todas las razas y naciones por tu sangre preciosa.
Entramos así en las palabras de Jesús. Entonces saldrá de ellas una
fuerza misteriosa que dará calor a nuestro corazón.
TERCERA PARTE:
LAS COSAS DE LA
EUCARISTÍA
56. CIRIOS.
La luz quita el miedo.
La fiesta de Navidad acababa de celebrarse. El segundo día de Navidad los
aviones espías sobrevolaban el lugar. Llegó la noche del 28 de diciembre.
El bombardeo fue horrible. Nuestra casa se tambaleaba como un barco en
alta mar. El perro pequeño se escondió en el rincón entre pared y caja.
Una bomba explotó en el jardín vecino. La luz se apagó. La explosión
arrancó las puertas. Las ventanas y puertas colgaban destrozadas. La
oración que tanto nos tranquilizaba se bloqueó. Buscamos un fósforo. La
oscuridad trae miedo. Hemos encontrado la quinta parte de una vela de
Navidad. De repente una pequeña luz se encendió en el caos, y con la luz
llegó la tranquilidad. Vimos que la casa no había sufrido daños y
seguimos rezando. Así lo que quedaba de una velita nos trajo no sólo luz
sino tranquilidad, quitó el miedo que nos oprimía, nos permitió respirar
con calma.
Esta pequeña experiencia de la noche del bombardeo 1944/1945 nos dice lo
que significa la vela en el altar. La vida de los hombres debe atravesar
la oscuridad. Es amenazada exterior e interiormente por desgracias,
destrucción y violencia. Los hombres tenemos miedo. Entonces se encienden
las velas de la Iglesia antes de comenzar la Eucaristía. Nos
tranquilizamos. Cristo, nuestra paz viene a nosotros. Se nos quita el
miedo. En nosotros hay una seguridad: «Aquí está Jesús, la luz del
mundo».
La noche pascual comienza con la bendición del fuego, la bendición del
cirio pascual, el compartir el fuego pascual con todos los demás. Por eso
las velas del altar nos recuerdan la luz pascual, la «luz de la noche
maravillosa». Arde para el banquete pascual de la Eucaristía.
En algunas regiones uno lleva el fuego pascual a su casa en una linterna
con una pequeña vela. Con él se enciende la cocina. En otras partes
llevan a casa una réplica reducida del cirio pascual. De todos modos, el
fuego pascual no debe ser algo solamente para la Iglesia. Necesitamos la
luz también en la casa, en la vida de todos los días. Tenemos que
compartir la luz con los demás para que el mundo sea iluminado.
Frecuentemente se llevan cirios en la Eucaristía solemne, a la entrada o
para el evangelio, y para la consagración. Entonces los que llevan las
velas cantan un cántico hermoso a la comunidad. Aquí viene Cristo, la luz
del mundo que ilumina toda oscuridad.