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ASILO Y EXTRADICIÓN
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protocolo. Así mismo, ningún Estado por solicitar la derogación de este principio
acogido en la norma ya acotada.
Para una mayor claridad es preciso trascribir el texto expreso del artículo
33(1) de la Convención de 1951, la misma que señala:
"Ningún Estado Contratante podrá, por expulsión o devolución, poner en modo
alguno a un refugiado en las fronteras de los territorios donde su vida o
su libertad peligre por causa de su raza, religión, nacionalidad, pertenencia a
determinado grupo social, o de sus opiniones políticas".
El principio de no devolución es aplicable tanto al país de origen de un
refugiado, como también al de cualquier otro país donde el refugiado tiene un
temor fundado de persecución relacionado con uno o más de los motivos
estipulados en el artículo 1A(2) de la Convención de 1951, o cuando existe
la probabilidad de que la persona pueda ser enviada a un país donde corra
un riesgo de persecución vinculado con alguno de los motivos de la Convención
El derecho internacional de los refugiados permite excepciones al principio de no
devolución únicamente en las circunstancias estipuladas en el artículo 33(2), el
cual establece lo siguiente:
"Sin embargo, no podrá invocar los beneficios de la
presente disposición [artículo 33(1)] el refugiado que sea considerado,
por razones fundadas, como un peligro para la seguridad del país donde
se encuentra o que, habiendo sido objeto de una condena definitiva por
un delito particularmente grave, constituya una amenaza para
la comunidad de tal país".
La aplicación de esta disposición requiere que el país de asilo determine
en forma individualizada, que se cumplan los siguientes criterios respecto a las
excepciones al principio de no devolución:
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Por ende, se puede decir que, en una cuestión a priori, que el asilo ha constituido
y constituye un obstáculo para la extradición, ya que es aquella institución que
protege a un individuo que presuntamente ha cometido un delito según la
legislación del país extranjero pero que no lo es para la mayoría de los restantes
Estados, por lo que por medio de esta última institución se busca la entrega a
otro Estado a un sujeto acusado o condenado por la comisión de un delito.
En este orden de ideas, diversos autores han afirmado de forma
categórica que el Asilo y la Extradición constituyen instituciones opuestas, pues
mientras la primera busca proteger de la persecución por hechos antes descritos,
la extradición busca la persecución de los delincuentes que huyen de
la acción de la justicia. Es por eso que si bien ambas instituciones se
contraponen, pero también, con una afirmación aparentemente contradictoria, se
complementan ya que una protege el posible exceso persecutor del Estado, y
por otra, la solidaria universal de ayuda entre Estados para buscar y entregar a
verdaderos delincuentes en aras del bienestar de la Humanidad.
Por otro lado, para determinar si se debe conceder o no la extradición, es
probable que el Estado requerido se encuentre ante un conflicto de obligaciones.
De un lado, el deber de extraditar puede surgir de un acuerdo bilateral o
multilateral del que son partes tanto el Estado requirente como el Estado
requerido, o bien el deber puede surgir en virtud de disposiciones contenidas en
instrumentos regionales o internacionales que establecen la obligación de
extraditar o juzgar a la persona. Por otra parte, el Estado requerido debe cumplir
con sus obligaciones de no devolución conforme al derecho internacional de los
refugiados y de los derechos humanos, el cual prohíbe la extradición de un
refugiado o un solicitante de asilo hacia el Estado requirente bajo las condiciones
ya analizadas. En estas situaciones, las prohibiciones de entrega de un individuo
establecidas por el derecho internacional de los refugiados y de los derechos
humanos deben prevalecer por encima de cualquier otra obligación de
extradición que pueda tener el Estado.
La prioridad de las obligaciones de derechos humanos no depende de
disposiciones específicas, que al efecto existan en el tratado que disponga el
deber de extraditar. Más bien, la primacía de las obligaciones de derechos
humanos sobre las que contienen los tratados de extradición se debe a su
naturaleza, y al lugar que ocupan dentro de las jerarquías del ordenamiento
jurídico internacional. Esta primacía emana del artículo 103 junto con los
artículos 55(c) y 56 de la Carta de las Naciones Unidas. El artículo 103 de
la Carta de las Naciones Unidas establece la primacía de las obligaciones de la
Carta, por encima de aquellas que se derivan de otros acuerdos internacionales.
Además, en virtud de los artículos 55(c) y 56 de la Carta, los Estados Miembros
de las Naciones Unidas están obligados a emprender acciones que contribuyan
a alcanzar los objetivos de las Naciones Unidas, lo cual incluye el respeto
universal y efectivo de los Derechos humanos y de las libertades fundamentales
de todo ser humano sin distinción alguna de raza, sexo, idioma o religión.
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3. ASILO
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El asilo fue reconocido por primera vez bajo la ley romana en el siglo IV
D.C., y su cobertura geográfica se fue extendiendo gradualmente. En el siglo VI,
el emperador Justiniano-en anticipación a las leyes modernas sobre el asilo-
limitó el privilegio para la gente que no fuese culpable de crímenes graves.
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3.5. CARACTERISTICAS
Se exige de los países que se reciba en algún lugar a las personas que huyen
de la situación persecutoria. El principio de no devolución, incluido en el
artículo 33 de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951,
prohíbe situar al refugiado, ya sea por expulsión o devolución, en las
fronteras de territorios donde su vida o libertad corre peligro por causas de
raza, religión, nacionalidad, etc.
Derecho de salir de cualquier país, incluyendo del suyo propio. Este derecho
se vincula con el derecho de buscar asilo. El derecho de salir de cualquier
país no es absoluto, pero la limitación sólo puede ser impuesta en virtud de
una ley para prevenir infracciones penales o para proteger la seguridad
nacional o el orden público, la moral o la salud públicas o los derechos y
libertades de los demás. Así, las autoridades pueden establecer unos
requisitos legales para el ejercicio de este derecho, los cuales deben ser
razonables. Este derecho no implica que exista la obligación del país
extranjero de dejarle entrar.
Cabe señalar que los Pactos Internacionales de Derechos Civiles y
políticos y de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, de 1966, no
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4. LA EXTRADICIÓN
4.1. DEFINICIÓN
1
JIMÉNEZ DE ASÚA, Luis. Tratado de Derecho Penal. Tomo II. 3ra Edición actualizada. Editorial Losada
S.A. Buenos Aires, 1964.
2
Art. 37 de la Constitución Política de 1993.
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4.3. EXTRADITURUS
3
Art. 513 del Código Procesal Penal – D. L. 957.
4
VALLE-RIESTRA, Javier. “Tratado de Extradición”-En tres volúmenes. Volúmen I. Primera Edición. AFA
Editores Importadores S.A. Lima, 2004.
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4.5.1. IMPROCEDENCIA
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4.5.2. DEMANDA
4.5.3. CONCURSO
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Así, tenemos que ésta se inicia cuando el Poder Ejecutivo del Perú, a
instancia de la Sala Penal de la Corte Suprema podrá requerir la extradición de
un procesado, acusado o condenado al Estado en que dicha persona se
encuentra, siempre que lo permitan los Tratados o, en reciprocidad, la Ley del
Estado requerido.
4.6.1. TRAMITACIÓN
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VALLE-RIESTRA, Javier. “Tratado de Extradición”-En tres volúmenes. Volumen I. Primera Edición. AFA
Editores Importadores S.A. Lima, 2004.
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4.7.1. REQUISITOS
4.7.2. DENEGATORIA
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4.7.3. TRÁMITE
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obligaciones asumidas, para que el Estado de condena adopte las medidas que
correspondan al caso.
Los actos de cooperación del Perú con la Corte Penal Internacional son:
- La detención y entrega de personas;
- La detención provisional;
- Los actos de cooperación previstos en el artículo 93° del Estatuto de la
Corte Penal Internacional.
Asimismo, en cuanto no estén incluidos específicamente en dicha norma
internacional, procede otorgar asistencia en los supuestos previstos en los
literales b) al m) del numeral 1) del artículo 511°, así como en lo relativo a la
ejecución de penas impuestas a nacionales por la Corte Penal Internacional.
4.10.1. TRÁMITE
Primero, las solicitudes de cooperación de un órgano de la Corte Penal
Internacional serán recibidas vía diplomática y remitidas inmediatamente a la
Fiscalía de la Nación, como autoridad central. También pueden cursarse
directamente a la Fiscalía de la Nación.
Segundo, la Fiscalía de la Nación cursará al Juez de la Investigación
Preparatoria las solicitudes de cooperación de detención y entrega, de detención
provisional, y de todas aquellas establecidas en el artículo 511°.
Tercero, si el acto de cooperación consiste en:
- la identificación y búsqueda de personas u objetos;
- la realización de exhumaciones y el examen de cadáveres y fosas
comunes; y,
- la identificación y determinación del paradero de bienes delictivos,
corresponderá su admisión y ejecución al Fiscal Provincial del lugar de la
diligencia. Si la solicitud, a su vez, exige la realización de inspecciones
oculares; el congelamiento o la incautación de bienes delictivos, el Fiscal
Provincial instará al Juez de la Investigación Preparatoria dicte la
resolución autoritativa que corresponda. Salvo que requiera autorización
jurisdiccional, el Fiscal Provincial estará encargado de la conducción de
las labores de protección de víctimas y testigos.
Finalmente, cuando fuera necesario, y el interés de la justicia lo exige, las
autoridades nacionales que intervienen en un acto de cooperación estarán
obligadas a preservar el secreto de las actuaciones en que intervengan. Con
especial énfasis se entenderán secretas las diligencias en tanto ellas puedan
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CONCLUSIONES
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