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Bre ves re fe re ncia s biog r á f ica s s obre Ba rt olomé d e L a s Ca s as y Giné s de Sep úlve d a

BARTOLOM É DE L AS CAS AS ( e n w w w . art e his t oria . c om)

Hijo de un modesto mercader natural de Tarifa, Bartolomé de las Casas


nació en Sevilla en 14 72.

En la capital hispalense cursó estudios de latín y humanidades antes de


partir hacia La Española en la expedición comandada por Nicolás de Ovando en
1502. D e esta manera Bartolomé con tinuaba la tradición familiar ya que su padre
había participa do en el segundo viaje de Colón. En La Española consiguió un
repartimiento, una encomienda de indios, dedicándose desde el primer momento a
la labor pastoral ya que sería ordenado sacerdote en 1510, estando considerado
como el primer sacerdote ordenado e n Améric a. Los postulados dominicos
contrarios a la encomienda -de bidos a lo s abusos cometidos c ontra los indios - no
cambiaron la opinión de fray Bartolomé, defendiendo la vi gencia de la institución.
Junto a Pánfilo de Narváe z se trasladó a Cuba donde ostentó el c argo de capellán
castrense y recibió un buen repartimiento donde se ocupaba "en mandar sus
indios de repartimiento en las minas a sacar oro y hacer sementeras , y
aprovechándose de ellos cuanto podía". Paulatinamente fray Bar tolomé irá
tomando conciencia co ntraria a la institución de ja encomienda, sintiéndose
llamado por Dios para predicar la encomi enda como injusta.

Consideraba que los únicos dueños del Nuevo Mundo eran los indios y que
los españoles sólo debían acudir allí para convertir a los indígenas. Esta
concienciación motivará que renuncie a to das sus encomiendas e inicie una
campaña en la defensa de los indios, mostrando la acción negativa de las
encomiendas. Su campaña fue dirigida en primera instancia al rey Fernando y
posteriormente al cardenal Cisneros , quien le nombrará "protector de indios" en
1516. La muerte del cardenal motivará que fray Bartolomé continúe su tarea con
el nuevo monarca, Carlos I. Los abusos de los funcionarios serán denunciados
públicamente lo que le valló la enemistad de numerosos administradores,
especialmente de los miembros del Consejo de Indias presidido por el obispo Juan
Rodríguez de Fonsec a .

Las ideas propugnadas por Las Casas se encamin arán a la pacífica


colonización de las tierras americanas a través de labradores y misioneros. Con
este objetivo se dirigió a América en 152 0 donde Carlos I le conce dió el territorio
venezolano de Cumaná para poner en prá ctica sus teorías.

La nueva fórmul a se experimentó c on es caso éxito y a que una ausencia de


Las Casas será aprovecha da por los indios para a cabar con un buen número de
colonos. El desastre del experimento de Cumaná motivó su ingreso en la orden
dominica, iniciando un periodo de retir o que d uró 16 años. Este intervalo de
tiempo no sirvió para apagar sus encendidas teorías contra la encomienda y la
esclavitud de los indios -curiosamente sí estaba a favor de la esclavitud de los
negros -, defendiendo que todas las guerras contra los indios eran injustas por lo
que se enfrentó con los demás teólogos, especialmente fray Francisco de Vit oria .

Solicitó en diversas ocasiones permiso a sus superiores para acudir a


argumentar sus ideas ante e l Consejo de Indias pero el fracaso de Cumaná le
desacredi taba y la desea da licencia no llegó en 16 años. En 153 5 par tió hacia el
Perú pero su barco naufragó frente a las costas de Nicaragua donde se enfrentó
al gobernador Rodrigo de Contreras al denunciar el envío de esclavos indios al
Perú. Al año sigu iente se trasladó a Guatemala para con tinuar su predicación y
poner en marcha un proyecto de conquista pa cífica denominado de la "Vera Pa z".

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Entre 1537-1538 se logró la cristianización de la zona de manera pacífica,


sustituyendo la encomienda por un tribut o pa gado por los indios. En 1540
regresará a la península al estar convencido de que era en la corte hispan a donde
se de bía venc er la bat al la a favor de los indios.

Dos años más tarde el Consejo de Indias escucha los planteamientos de Las
Casas, opiniones que causaron profunda impresión en Carlos. Posiblemente
motivado por el con tac to con Las Casas e l 20 de noviembre de 1542 se publicaron
las "Leyes Nuevas" en las que se restringían las encomiendas y la esclavitud de
los indios. A pesar de las innovaciones jurídicas que suponían dichas leyes, Las
Casas censuró algunos de sus contenidos al considerarlas contrarias a sus
principios. Por estas fechas escribió su obra más importan te: la "Brevísima
relación de l a destrucción de las Indias" en la que acusa a los descubridores del
Nuevo Mundo de to do tipo de crímenes, abusos y atropellos.

En su momento ia obra fue tildada de es candalosa y exa gerada por lo que


no cumplió su objetivo: evitar la continuación de l as conquistas. Sería publicada
ilícitamente en 1552, alcanzando gran éxito a lo largo del siglo XVII para
convertirse en una de las fuentes utilizadas en el desarrollo de la "Leye nda
Negra" contra el Imperio Hispánico. En 1543 Las Casas rechazó el obispado de
Cuzco pero sí admitió el de Chiapas donde el monarca español le encomendó la
puesta en marcha de sus teorías. En Sevilla fue consagrado al año siguiente,
partiendo a Chiapas. Su recibimiento no fue muy acogedor al ser considerado por
los colonos como el responsable de la publicación de las "Ley es Nuevas". En
tierras americanas escribió un "Confesionario" donde adver tía de que, an tes de
iniciar la confesión, el penitente tenía que poner en libertad a los esclavos que
tuviere. Estas medidas motivaron numerosos disturbios por lo que en 1546 tuvo
que marchar a México donde continuó co n la misma política. Sus doctrinas serían
rechazadas por una junta de prelados.

Ese rechazo unánime motivó el embarco en Veracruz con des tino a la


península, retirándose al convento de San Gregorio en Valladolid. En la ciudad
castellana tuvieron lugar, a lo largo de los años 1550 -1551 tuvo grandes
discusiones con el teólogo esclavista Sepúlveda sobre la le gitimidad de las
importantes discusione s sobre la legitimidad de la conquista, saliendo victorioso
el segundo.

En esas discusiones siempre contó c on la ayuda de sus hermanos


dominicos, como Melchor Cano, etc. Siempre estaba escribiendo, retirado en algún
convento, escribiendo cartas a numeroso s personajes o presentando ponencias en
alguna Junta real. Y era frecuentemente consultado en la Corte sobre cuestiones
de América.

Discutido y calumniado por algunos, la posteridad le ha hecho justicia,


viendo en él a un insigne evangelizador de los pobr es (los indígenas) y a un
incansable luchador por la justicia. En sus últimos tiempos lamentó amargament e
el que durante un tiempo había ace ptado la esclavitud de los negros, para
reemplazar a los indígenas en los trabajos pesados, aunque luego se arrepint ió y
pensó siempre lo contrario: que la di gnidad es igual para todos los seres
humanos. Creyó, como siempre, que había fracasado, pero, c omo siempre
también, su efec to fue positivamente inca lculable.

Es un ejemplo para to dos, pues contó con armas poderosa s: un vasto


conocimiento de América, dominio de l derecho y la teología, elocuencia
abrumadora, pluma fácil y una fuerza de voluntad Incansable. Durante su larga

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vida "fue sucesivamente sacerdote, fraile, obispo, obispo jubilado y estadista en


la Corte. Def endió la causa de los indios ante cuatro soberanos españoles; influyó
en las decisiones de tres papas; fue ayudado por oficiales, juristas, caciques
nativos. Escribió miles de páginas, compareció ante incontables comisiones,
redactó leyes protectoras, cruz ó el Atlántico al menos diez veces. En total,
Bartolomé de las Casas consumió 'cincuenta años mortales' dirigiendo quizás el
mayor esfuerzo para los derechos civiles y la justicia racial en la historia de la
humanidad" (Helen Rand Parish).

Fray Bartolomé renunció a su obispado y falleció santamente en el conven to


de Ato cha en Ma drid a los 82 años, en 1 5 66.

JUAN GI NÉS DE L 5EL PÚLVED A ( e n w w w . a rte his t oria . c om ) (149 0 – 157 2/73)

Juan de Ginés Sepúlveda estu dió en Córdoba y Alcalá de Henares,


completando su formación académica e n Bolonia. Su interés por Aristóteles le
llevó a traducir dos de sus obras . Pasó como consejero al servicio del cardenal
Cayetano, colaborando en la elabora ción del "Nuevo Testamento ". Su pa pel
contrario a las reformas eclesiásticas le llevó a combatir el pensamiento de
Erasmo de Rotterdam y a refutar a Lutero, defendiendo a Ca talina de Aragón
frente a Enrique VIII. En 1535 fue nombrado ca pellán por Carlos I e inicio su
defensa del derecho de los pueblos civilizados a someter por las armas a los
salvajes. Con trario al espíritu de las "Le yes Nuevas" consiguió que las revocaran
en 1542, lo que motivó la llegada a Españ a de Las Casas .

Desde ese momento se inició una guerra dialéct ica en tre Sepúlveda -con la
publicación de "D e justis belli causis apud indios" - y Las Casas -publicando
"Treinta proposiciones muy jurídicas" - que condujo a la celebración de una
reunión de teólogos en Valladolid entre los meses de agosto y septiembre de 155 0
con el objetivo de solucionar la disputa. En la reunión participaron Domingo de
Soto, Bartolomé Carranza y Melchor Cano , sustituido posteriormente por Pedro de
La Gasca. Sepúlveda defendió sus ideas de guerra justa contra los indios a causa
de sus pecados e idola trías, por su inferioridad cultural y para evitar guerras
entre ellos, argumentos a los que ya se había opuesto Francisco de Vitoria . No
hubo r esolución final y cada uno de los contrincantes se consideró vencedor.
Sepúlveda abandonó la vida pública para retirarse a su pueblo natal donde
falleció.

"Brevísima relación de la destrucci ón de Las Indias" (1552) Bartolomé


de Las Casas

Texto 1

Otra cosa es bien añadir ( 8 ) : que hasta h oy, desde sus principios, no se ha
tenido más cuidado por los españoles de procurar que les fuese predicada la fe de
Jesucristo a aquellas gentes, que si fueran perros o otras bestias; antes han
prohibido de principal i ntento a los religiosos, con muchas aflicciones y
persecuciones que les han causado, que no les predicasen, porque les parecía que
era impedimento para a dquirir el oro e riquezas que les prometían sus cudicias ( 9 )
. Y hoy en todas las Indias no hay más con ocimiento de Dios, si es de palo, o de
cielo, o de tierra, que hoy ha cien t años ( 1 0 ) entre aquellas gentes, si no es en la
Nueva España, donde han anda do religiosos, que es un rinconcillo muy chico de
las Indias; e así han perescido y perescen to das sin fe y sin sacramentos.

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Fué induci do yo ( 1 1 ) , fray Bar tolomé de la s Casas o Casaus, fraile de Sanc to


Domingo, que por la misericordia de Dios ando en esta corte de España
procurando echar el infierno de las Indias, y que aquellas infinitas muched umbres
de ánimas redemidas por la sangre de J esucristo no perezcan sin remedio para
siempre, sino que conozcan a su criador y se salven, y por compasión que he de
mi patria, que es Castilla, no ia destruya Dios por tan grandes pe cados c ontra su
fee y honra cometidos y en los prójimos, por algunas personas notables, celosas
de la honra de Dios e compasivas de l as aflicciones y calamidades ajenas que
residen en esta cort e, aunque yo me lo tenía en propósito y no lo había pues to
por obra por mis continuas ocup aciones.

Acabéla ( 1 2 ) en Valencia, a o cho de diciembre de mil e quinientos y cuarenta


y dos años, cuando tienen la fuerza y e stán en su colmo actualmente todas las
violencias, opresiones, tiranías, matanzas, robos y destruiciones, estragos,
despobla ciones, angustias y calamidades susodichas, en todas las partes donde
hay cristianos de las In dias. [...]

Después de escripto lo susodicho, fueron publicadas ciertas leyes (13) y


ordenanzas que Su Majes tad por aquel tie mpo hizo en la ciudad de Barcelona, año
de mil e quinientos y cuarenta y dos, por el mes de noviembre; en la villa de
Madrid, el año siguiente. Hizo las dichas leyes Su Majestad después de muchos
ayuntamientos de personas de gran auto ridad, letras y consciencia, y disputas, y
conferencias en la vil la de Valladolid, y, finalmente, con acuerdo y pare cer de
todos los más, que dieron por escrito sus votos e más cercanos se hallaron de las
reglas de la ley de Jesucristo, como verdaderos cristianos, y también libres de la
corrupción y ensuciamiento de los teso ros robados de las Indias. Los cuales
ensuciaron las manos e más las ánimas de muchos que entonces las mandaban,
de don de procedió la c egue dad suya para que las destruyesen, sin tener
escrúpulo alguno dello.

Texto 2

Madrid: Cátedra 1984, S.71 -73 y 77-78

Todas estas universas e infinitas gentes a toto género crió Dios las más
simples, sin maldades ni dobleces, obedientísimas, fidelísimas a sus señores
naturales y a los cristianos a quien sirven; más humildes, más pacientes, más
pacíficas y quietas, sin rencillas ni bollicios, no rijosos, no querulosos, sin
rancores, sin odios, sin desear venganza s, que hay en el mundo. Son así mesmo
las gentes más delicadas, flacas y tiernas en complisión y que menos pueden
sufrir trabajos, y que más fácilmente muere n de cualquiera enfermedad, que ni
hijos de príncipes y señores entre nosotros, criados en regalos y delicada vida, no
son más delicados que ellos, aunque sea n de los que entre ellos son de linaje de
labradores. [...]

En estas ovejas mansas y de las calid a des susodichas por su Hace dor y
Criador así dotadas, entraron los español es desde luego que las c onocieron como
lobos y tigres y leones crudelísimos de muchos días hambrientos. Y otra cosa no
han hecho de cuarenta años a esta parte , hasta hoy, y hoy en es te día lo hacen,
sino despeda zallas, mat tallas, angustialias, afligillas, atormentallas y destruillas
por las estrañas y nuevas y varias y nunca otras tales vistas ni leídas ni oídas
maneras de crueldad, de las cuales algunas pocas abajo se dirán, en tanto grado
que habiendo en la isla Española sobre tres cuentos de ánimas que vimos, no hay
hoy de los naturales della doscientas personas. [...]

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Una vez vide que, teniendo en las parrillas quemándose cuatro o cinco
principales y señores (y aun pienso que habí a dos o tres pares de parrillas donde
quemaban otros), y porque daban muy grandes gritos y daban pena al capit án o
le impedían el sueño, mandó que los ahogasen; y el algua zil, que era peor que
verdugo, que los quemaba (y sé c ómo se llamaba y aun sus parientes conocí en
Sevilla), no quiso ahogarlos, antes les metió con sus manos palos en las bocas
para que no sonasen, y ati zóles el fuego hasta que se asaron de espacio como él
quería. Yo vide to das las cosas arriba dic has y mucha s otras infinitas.

Y porque algunas veces, raras y pocas, mataban los indios algunos con
justa razón y santa justicia, hicieron ley entre sí que por un cristiano que los
indios matasen habían los cristianos de m atar cien indios.

TRAT ADO D E LAS JUST AS CAUS AS DE LA G UERRA CONT RA LOS


INDIOS
GINÉ S DE S EPÚL VEDA

“Con perfecto dere cho los españoles ejercen su dominio sobre éstos
bárbaros del Nuevo Mundo, e islas adyac entes, los cuales en prudencia , ingenio y
todo género de virtudes y humanos sentimientos son tan inferiores a los
españolas, como los niños a los adultos, las mujeres a los varon es, como gentes
crueles o inhumanos a muy mansos, exa geradamente intemperantes a cont inentes
y moderados, finalmente estoy por decir cuanto los monos a los hombres" (1941,
p.101, 1951, B.33 .y n. 808) .

"Como los puercos, siempre tienen su vista dirigida a la tierra, como s i


nunca hubieran mirado al cielo" (195.1, p. 38)

"Esos hombrecillos en los que apenas e ncontrarás vestigios de humanidad


que no sólo no poseen ciencia alguna, sin o que ni siquiera conocen o usan las
letras ni conservan ningún monumento de su historia , sino cierta obscur a y v aga
reminiscencia de algunos hechos consignados en ciertas pinturas y tampoco
tienen leyes escritas, sino instituciones y costumbres bár baras" (19 41, p. 1 05;
1951, p. 3 5)

"¿No es todo eso prueba de que ellos son siervos, por naturaleza… barbarie
o innata servidumbre?". (1941, p. 1 0 9, 1951, p. 36-37) Hombreci llos tan
bárbaros, t an incultos, tan inhumanos"... (1941, p. 11 1, 19 51, p. 37 n. 915)
. . . !
"Bárbaros, pues, violad ores de la naturaleza, blasfemos e idolatras" (1941,
p.145, 1951, p. 71, n.18 11)

"Así pues, ¿cómo hemos de dudar que é stas gentes tan incultas , tan bár -
baras, cont aminadas con tan nefastos s acrifi cios e impías religiones, han sido
conquistadas, con el mayor derecho y mayor beneficio para los propios bárbaro s,
por Rey tan ex celente, piadoso y justísimo, com o lo fue Fernando (el cat ólico) y
lo es ahora el César Carlos, y por una nación piadosa y humaní sima y excel ente
en to do género de virtudes ?". (194 1, p.11 3 , 1951, p. 38).

"¿Qué mayor beneficio y venta ja saluda ble pudo aca ecer a éstos bár baros
que el quedar sometidos al Imperio de quienes con prudencia y virtud y religión,
los han de convertir de bárbaros y a pe nas hombres, en hombres civili zados en
cuanto pue den serlo; de viciosos, en honrados y pro bos; de impíos y siervos de
los demonios, en cristianos y adoradores del verda dero Dios -de la v erdadera

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religión?"' (1941, p. 133, 19 51, p.6 3)

"Están obligados, éstos bárbaros a recibir el imperio de los españoles


conforme a la ley de naturaleza... Y s i rehúsan nuestro imperio, podrán ser
compelidos por las armas a ac eptarle … siendo además tan grande la ven taja que,
en ingenio, prudencia, humanidad, fortaleza, de alma y de cuerpo, y to da virtud,
hacen los españoles a éstos hombre cillos, como las que hací an a las demás
nacion es los antiguos' romanos" (1941, p . 135, 1951, p. . 63, n. 1610)…” Im buidos
de la religión cristiana, quienes se han mostrado dóciles a los sacerdotes que les
hemos mandado ,… tanto se diferencian de su primitiva condición, como los
civilizados de los bárbaros ,… en una palabra, para de cir lo de una vez, casi cuant o
los hombres de las bestias" ( 1 951, p. 38)

"Afirmo que los bárbaros pueden ser sometidos a nuestro dominio con el
mismo derecho con el que pue den ser c ompeli dos a oír el Evangelio" (1941, p.
139, 1951, p. 65) … "¿Y cómo se han de predicar a éstos bárbaros... si
previamente no se ha sojuzga do a esos bárbaros?"(1941, p. 14 -1, 1 951, p. 67)

TEX TOS EX TR A ID OS D E L IP S CH Ü TZ , AL EJ A ND R O, “ EL P R OBL EM A R A CIA L EN LA


CONQU IS TA D E A M ER ICA Y EL M ES TIZ A J E ” , ED . A U S TR AL , 1963, p p . 71, 73

"A la doctrina y los consejos convienen añadir las amenazas y que se in -


funda el terror, para que se aparten de los vicios y del culto a los ídolos" (1941,
p. 14 7, 19 51, p. 73, n. 1850)

“La guerra que los nuestros hacen a esos bárbaros no es contraria a la Ley
divina y está de acuerdo con el derecho de gentes que, (por su parte) está en
acuerdo con el derecho natural y ha autorizado la se rvidumbre y la ocupación de
los bienes de los enemigos" ( 194 1, p. 1 61 , 1951, p. 89, n. 115).

“Perdi da la libertad, ¿cómo han de rete nerse los bienes? (1941, p. 165,
1951, p. 9 2, n. 150).

“La justa guerra es causa de la justa e sclavitud, la cual contraída por el


derecho de gent es, lleca consigo la pérdida de la lib ertad y de los bienes” (1941,
p. 16 6, 19 51, p. 99, n. 326).

" No hay ninguna razón d e justicia y humanidad que prohíba tampoco la


filosofía cristiana , dominar a los mortales, sujetos a nosotros, -ni exigir los
tributos que son justo galardón de los trabajos y son tan necesarios para sostener
a los príncipes, a los magistrados y a los soldados, tampoco prohíbe tener
siervos, y usar moderadamente de su trabajo, pero lo que sí está prohi bido es el
imperar con avaricia y crueldad , el oprimir a los sier vos con intolerable
servidumbre, siendo así que se debe vel a r por su salud y bienestar como parte del
propio bienest ar" (19 41, pp. 175, 177 , 19 51, p. 123).

Ӄste es pues el orden na tural que la ley divina, y e terna manda observar,
tal do ctrina se (confirma con) la autorida d no solo de Aristóteles..., sino también
de Santo Tomás" (1 941, p. 153, 1951, p. 84) (1)

Sepúlveda no es siempre consecuente, como les sucederá en los siglos


venideros también a varios comentaristas insignes del derecho natural y del
derecho de gentes que emana de "la guerra que es violación de tod os los
derechos" (Gómez de la Serna, véase nuestro capítulo I,E) : Por una parte hay que
"Someter c on las armas, si por o tro ca mino no es posible, a aquellos que por

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condición natu ral deben obede cer a otros y rehúsan su imperio" (Sepúlveda,
1941, p. 8 1, 1 951, p. 19)

Pero por otra part e, "el modo racional de vivir" de estos mismos indios
prueba " que no son osos ni monos, y que no carecen totalmente de razón" (19 41, :
p. 109, 1951, p. 37) Por cierto, son "inf elices " que han "nacido, m ás bien para
servir que para mandar" (1941, p. 157, 1951, p. 86), pero todos son mortales,
son prójimos, y socios entre sí , por aquel género: de socieda d qué
amplísimamente se extiende a todos los hombres... y por todos tenemos la
obligación de velar , por ley divina y na tural " ( 19 41, pp. 127-1 29, 1 951, p. 59-60)

"No es verdad... que no haya nada de co mún entr e nosotros y los paganos,
sí que hay, pues son y se llaman compañeros y pr ójimos nuestros y ov ejas del
mismo señor aunque no del mismo redil " (1951, p. 76) " Estando to dos los
hombres unidos entre s í por cierta proximidad y parentesco, y llamándose y a
socios, o prójimos; ya hermanos, muchas son las obligaciones qué deben tener
entre sí uno con o tros, só lo por el hecho de ser hombres” (1 951, p. 80)
Entonces!... (2)

(1) Extraído de L IP S CH Ü TZ , A L EJ A ND R O , op . cit . p . 74


(2) Extraído de L IP S CH Ü TZ , A L EJ A ND R O , op . cit . p . 74 -75

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