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El capitalismo digital es una privatización por la puerta de

atrás. 28 mar 2018


El investigador y escritor Evgeny Morozov denuncia que las políticas de austeridad de los
gobiernos llevadas a cabo durante la crisis han hecho que las empresas tecnológicas hayan
logrado penetrar allí donde antes no habían podido.

Evgeny Morozov en Berlín en 2015. Flickr.com / Rosa Luxemburg-Stiftung

Evgeny Morozov, investigador y experto en las implicaciones sociales y políticas de las nuevas
tecnologías y uno de los mayores críticos sobre Cambridge Analytica, advierte de la nueva
ola privatizadora que está suponiendo el capitalismo digital.

Para Morozov, la tecnología no cambia en muchos casos las dinámicas básicas sobre las que se
asienta el orden social, sino que las hace mucho más complejas. Lo que podemos hacer, según
su punto de vista, es replantearnos el modo en el que usamos la tecnología para no ser
usados por aquellos de quienes dependen las plataformas tecnológicas.
El investigador desecha la visión optimista del capitalismo digital que dice que el futuro
depende de nosotros y que el uso de las nuevas tecnologías puede ayudar a defendernos un
poco mejor. Y desgrana cuál ha sido el desarrollo de las compañías tecnológicas en las últimas
dos décadas desde la aparición de servicios gratuitos financiados por la publicidad de las
empresas. Esa práctica poco a poco ha ido generando una gran cantidad de datos de aquellas
personas que utilizan estos servicios, sobre todo en las redes sociales, lo que ha ido creando
una customización de la publicidad a la que estamos expuestos.
Pero este modelo, afirma, también ha tenido consecuencias negativas, como se ha visto
recientemente con las manipulaciones políticas del escándalo de Cambridge Analytica. En
su opinión, las plataformas tecnológicas se están convirtiendo en extractoras de nuestros
datos, que es como funcionan compañías como Google. Lo que ha ocurrido, relata, es que las
mismas compañías que han estado recopilando estos datos están comenzando a utilizarlos
de una forma diferente para manipularnos.
Así, nos pone un ejemplo: las verificaciones de Google para descartarnos como robots. Antes
tenías que leer y teclear unas letras, y ahora te pide que reconozcas imágenes. Esas respuestas
de todos los usuarios son utilizadas por Google para desarrollar tecnología de reconocimiento
de imágenes y objetos, logrando que la gente haga ese trabajo para ellos, pero gratis.

Introduciéndose en lo que queda del Estado del Bienestar

Poco a poco, estas empresas están adquiriendo la posibilidad de entrar en terrenos donde
antes no tenían la posibilidad de acceder. Pone otro ejemplo, el del Sistema Nacional de Salud
del Reino Unido, donde Google ha tenido acceso a todos los historiales de los pacientes,
lo que le ha permitido analizarlos para desarrollar sistemas de predicción. Así, ahora tienen
acceso a unos datos que aumentan su valor como empresa a la hora de ofrecer otros
productos.

Edificio de Google en Irvine, California (EE.UU). 7 de agosto de 2017. / Mike Blake / Reuters

Este tipo de servicio es ofrecido tan solo por unas pocas compañías de EE.UU. y China, que te
venden que incorporando todos tus datos a sus servicios puedes funcionar de una forma
mucho más eficiente. Pero en realidad lo que están haciendo es recopilando toda la
información sobre ti.
Lo que se ha producido durante la última década en la que han tenido lugar los recortes
presupuestarios por la crisis económica internacional, es que las Administraciones
Públicas para poder ofrecer un sistema básico de servicios han sido y son proclives a utilizar
los servicios de estas empresas, que consideran más eficientes, aunque les hayan tenido
que entregar nuestros datos.
Otro caso más expuesto por Morozov es la protección contra 'hackers' que Google y otras
empresas proponen, creando y ofreciendo sus propios productos para vendernos que nos
deben proteger de los fallos de sus otros productos. "La centralización del acceso a la
inteligencia artificial en manos de estas compañías está creando una situación nada alentadora
(...) Es una privatización por la puerta de atrás", concluye.

"Para que Uber consiga retorno para sus inversores (inversores como el Gobierno
de Arabia Saudí o Goldman & Sachs) debe asegurarse de que pueda destruir a la competencia
local".Evgeny Morozov, escritor e investigador sobre implicaciones políticas y sociales de la
tecnología
Así, una de las consecuencias del capitalismo digital es que en lo que quedaba del Estado del
Bienestar también está penetrando el capitalismo. "Está entrando en áreas muy
importantes", subraya.
Un sector de la economía que sigue creciendo

Morozov afirma que hay un sector de la economía que sigue creciendo, tanto en tamaño como
en capitalización de mercado: el de la industria tecnológica, que es precisamente la que
fomenta el uso de los datos.

Relata que Amazon, Google, Apple, Microsoft y Facebook han crecido en el último año cerca
de 1,3 billones de dólares. Y podemos ver lo mismo en China.

Hay empresas que ni siquiera cotizan, como Uber, Airbnb o Volunteer. Pero cada una de ellas
tiene un valor de entre 20.000 y 60.000 millones de dólares. El capital de estas empresas
proviene de fondos de pensiones, entre otros de este tipo, que piensan que estas compañías
pueden ser muy lucrativas. De esta manera, según explica el investigador, construyen un
modelo y lo escalan a 200 países y, mientras, destruyen las empresas locales. Es
precisamente lo que hace Uber con los taxis en países como España. El modelo es muy
sencillo.

Logo de Uber en un Ipad durante una conferencia de la Compañía en Taipei, Taiwán (China). 13 de abril de 2017. / Tyrone
Siu / Reuters
"Para que Uber consiga retorno para sus inversores (inversores como el Gobierno de Arabia
Saudí o Goldman & Sachs) debe asegurarse de que pueda destruir a la competencia local",
afirma. Y han tenido bastante éxito y tienen unas técnicas "bastante ruines", dice el
investigador. Se pueden permitir perder dinero hasta que acaben con la
competencia. Pueden hacerlo porque atraen capital de esos grandes inversores
institucionales.
Otro ejemplo es el de la empresa japonesa SoftBank, un gran fondo que aumentó gracias al
dinero barato durante la crisis económica, que involucra a otras empresas en la financiación de
sus compras. SoftBank tiene una deuda enorme, según cuenta Morozov. Toma dinero, lo gasta
y vuelve a tomar dinero prestado, debido al bajo interés del mercado, y así llega a dominar la
industria, acaba con sus competidores y domina el mercado. Después puede recuperar lo
perdido.
Con el alquiler ha sucedido lo mismo. Hemos asistido a cómo barrios enteros han subido de
precio y cómo aumentan los alquileres de corta estancia. Se trata del fenómeno Airbnb. Esta
compañía está financiada por fondos soberanos, como los de China y Singapur, descubre
Morozov, que más o menos es cómo funcionan los fondos de pensiones.
Más allá de Silicon Valley

Por otro lado, explica que para entender esta financiarización tecnológica hay que seguir el
dinero más allá de Silicon Valley. "Se está creando una burbuja que hasta que estalle va a
seguir creciendo y creciendo", vaticina el escritor.

"Tenemos que tomar esta crisis y utilizarla como una oportunidad de ofrecer los
servicios del Estado del Bienestar de una forma mucho más descentralizada".Evgeny Morozov,
escritor e investigador sobre implicaciones políticas y sociales de la tecnología
La ausencia de crítica a lo que está sucediendo lo asocia a la paradoja del desprecio
europeo hacia Donald Trump, ya que la mayor parte de los políticos europeos creen que estas
empresas, mayoritariamente estadounidenses, son aliadas y pueden resolver el problema del
desempleo o de los cuidados. Hay muchos políticos que fomentan la idea de que la asociación
con ellas es la elección natural en nuestras sociedades, como Macron o Renzi, que son "los
mejores amigos de las empresas tecnológicas", opina.
Sin embargo, el hecho de que la ciudadanía no lo perciba así, como una crisis, le perturba
muchísimo: "Tenemos que tomar esta crisis y utilizarla como una oportunidad de ofrecer los
servicios del Estado del Bienestar de una forma mucho más descentralizada", aconseja. De esta
manera, se trataría de aprovechar algunas de las estructuras que han aparecido con
plataformas como Uber o Airbnb y darles la vuelta para que beneficie a los ciudadanos y no
solo a los inversores.
Europa deberá elegir entre tecnología de EE.UU. o de China

El gigante asiático también está en la carrera de las empresas tecnológicas. Morozov pone el
ejemplo de la empresa china Alibaba, que ha comprometido 10.000 millones de dólares en
los próximos años para desarrollar inteligencia artificial. China tiene comprometidos 125.000
millones de dólares para el sector hasta 2030.

Campus de Facebook en Menlo Park, California (EE.UU.). 6 de abril de 2016. / Noah Berger / Reuters

Además, el investigador afirma que tenemos dos grandes gigantes tecnológicos, que son
EE.UU. y China. Esta última es casi autosuficiente en términos tecnológicos y tiene muchos más
datos que los norteamericanos, mientras que Europa casi no aparece en este mapa. "En los
próximos años Europa tendrá que elegir entre tecnología estadounidense o china", afirma.
Por otro lado, opina que este tema tiene que ser politizado por los partidos políticos. Deben
trabajar sobre cómo se financia la infraestructura y sobre cómo tener una estrategia nacional
sobre inteligencia artificial. "¿Qué tipo de régimen de propiedad de datos quieren?", se
pregunta.
La alternativa: democratización del acceso a datos

Evgeny Morozov apuesta por que nuestros datos no solo puedan ser propiedad de empresas
como Facebook, Google o Amazon. Una alternativa sería que pudieran ser de propiedad
colectiva y que esas empresas tuvieran que pagar por ellos como hacemos los ciudadanos
como individuos.

"Los datos deben ser útiles para construir un proyecto común, que se puedan
aprovechar no solo por las empresas para su propio beneficio".Evgeny Morozov, escritor e
investigador sobre implicaciones políticas y sociales de la tecnología
El experto piensa que una solución puede ser la democratización del acceso a los datos. "Si no
lo hacemos, podemos dañar la confianza que las personas tienen en las Administraciones
Públicas", explica. En caso contrario, ¿cómo sería la política en un mundo en que un pequeño
número de empresas controlan todos los servicios?, se pregunta.
También cree que tenemos un "capitalismo superelevado", que hay cierto consumo, ciertas
libertades... pero que si no realizamos ningún cambio drástico, en el sentido de descentralizar
las estructuras clave, "vamos a tener problemas". Sin embargo, deja claro que no se refiere a la
renacionalización de estos servicios, asegurando que ese concepto hoy en día no se puede
barajar.

Según el escritor, se está delegando poder en las empresas y deberíamos ser capaces de
conectar lo digital con lo político. En este sentido, considera que el espacio clave para la
libertad política a partir de ahora debe reconsiderar la versión tecnocrática. "Estamos viendo
una gestión puramente tecnocrática de las fuerzas políticas", explica Morozov, que insta a ir
más allá de la pura crítica moralista humanitaria. ¿Quién las financia? ¿Para qué? ¿Desde
dónde?, deberían ser, en su opinión, algunas de las preguntas imprescindibles.

Oficina de Amazon en Sao Paulo (Brasil). 17 de octubre de 2017. / Paulo Whitaker / Reuters

El investigador no considera que el problema sea ahora la protección de nuestros datos


personales, sino encontrar "dinero, ganas y esfuerzo" para hacer algo con toda esa
información. "Deben ser útiles para construir un proyecto común, que se puedan aprovechar
no solo por las empresas para su propio beneficio", sostiene. Así, el escritor plantea utilizar
esos datos para que tengan un servicio público sin comprometer la privacidad de las personas.

¿Quién es Evgeny Morozov?

La aparición en la escena internacional del bielorruso Evgeny Morozov supuso un soplo de aire
fresco en un campo que desde hace mucho tiempo se ha caracterizado por una falta de
autocrítica y una autoconcepción un tanto 'naif'. Conocido por su punto de
vista escéptico sobre la idea de que Internet está ayudando a democratizar regímenes
autoritarios, afirma que igualmente se puede utilizar para aumentar la represión y la
vigilancia de los disidentes.
Nacido en 1984, este investigador y escritor estudia las implicaciones políticas y sociales de la
tecnología. Su primer libro 'Net desilusion. The dark side of the Internet freedom' ('El
desengaño de Internet. Los mitos de la libertad en la red', en español), de 2011, supuso una
revolución en la forma en que se percibía el fenómeno de Internet. En 2013 volvió a sorprender
con su segundo libro: 'To save everything, click here' ('La locura del solucionismo
tecnológico' en español), donde rompía con el mito de que había algo inherentemente
liberador en las nuevas tecnologías.
***Las declaraciones recogidas en este artículo han sido realizadas en una conferencia
llamada 'Capitalismo digital y sus descontentos' enmarcada en una serie de conferencias
organizada por el Museo Nacional de Arte Contemporáneo Reina Sofía de Madrid que lleva el
título de 'Seis contradicciones y el fin del presente'.

Nuria López

https://actualidad.rt.com/actualidad/266857-experto-cambridge-analytica-capitalismo-digital-
privatizacion

Facebook, Cambridge Analytica y la dictadura de los


algoritmos. 27 mar 2018

En la época de la transición digital la mayoría sucumbimos ante la ilusión de la libertad y la


interconexión que suponían las redes sociales, y al final estamos pagando un alto precio: la
prostitución de nuestros datos.

Imagen ilustrativa.
Ralph Peters / www.globallookpress.com

En la mayoría de los países democráticos el fenómeno de la falsa libertad se adhiere a las


sociedades. Ante la penetración de Facebook, nuestros hábitos de consumo se traducen en
procesos comerciales y políticos con alternativas limitadas y predeterminadas, prácticamente
personalizadas, todo gracias a la 'big data' y los algoritmos.
Ahora bien, la revelación de la filtración de datos de más de 50 millones de usuarios de
Facebook que utilizó la empresa Cambridge Analytica con fines electorales en la campaña
presidencial de Donald Trump, elevan a otro nivel el poder del algoritmo y solo se
evidencia qué tan controladas están nuestras opciones en un escenario configurado para
manipular masas.
La responsabilidad que tiene Facebook es absoluta y tiene que responder en forma radical
ante este tipo de daños masivos; el impacto de este gran escándalo le costó más de 74.000
millones de dólares, solo la semana pasada en bolsa.
Facebook, el dueño del mercado

Durante años a la par que ganaba popularidad, Facebook se convirtió en uno de los peores
dictadores. ¿Pero por qué ha sido permitida tal dictadura en estos tiempos? Número uno, el
desconocimiento del campo, la falta de regulación (en algunos países ya tienen algunas
legislaciones) y la innovación, por lo que se adueñó de forma absoluta del mercado. Dos, ha
sido relativamente gradual, la forma en que ha ido absorbiendo nuestros hábitos de
consumo.

Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, durante una conferencia en San Francisco, California (EE.UU.). 12 de abril de 2016. / Stephen
Lam / Reuters

En los últimos años, las prácticas de Facebook para dominar el mercado, han sido aplastantes.
En 2012 compró Instagram por 1.000 millones de dólares, y en 2014 WhatsApp por 19.000
millones.
Pero bien dicen que existe el Karma, y Facebook lo sabe bien. La red de Mark Zuckerberg ha
impedido la entrada de nuevos competidores. En 2013 quiso comprar Snapchat y ante la
negativa de la aplicación del 'fantasmita', Facebook reaccionó imitando su principal
característica de temporalidad en sus tres redes sociales con 'Historias' en Facebook e
Instagram y 'Mi Estado' en WhatsApp.
Además, la industria editorial tiene mucho que argumentar, la News Media Alliance que
representa a 2.000 medios, entre ellos The Wall Street Journal y The New York
Times, denunciaron en 2017 que tanto Google como Facebook "dominan el tráfico de noticias
en línea y consumen la mayor parte de los ingresos publicitarios digitales", lo que deja a los
medios a merced de las reglas de estos dos gigantes.
Este llamado se hizo en el marco del desplome de la adquisición de noticias impresas versus
los sitios digitales y la captación del 60% de la publicidad en línea por parte de Google y
Facebook, que antes financiaba parte del periodismo.

Sede de Cambridge Analytica en Londres (Reino Unido). 21 de marzo de 2018. / Henry Nicholls / Reuters

Actualmente los medios de comunicación están sujetos a una serie de reglas (algoritmos) para
lograr su subsistencia, pero la amenaza que supone Facebook a la democracia, como
algunos lo señalaron anteriormente, cobra más trascendencia tras las revelaciones de medios
británicos sobre Cambridge Analytica.
Uno de los medios más importantes de Brasil, el Folha, ha decidido salir de Facebook en una
clara manifestación pública contra la red social. La estrategia no está, según su director, exenta
de connotaciones. "Toda decisión editorial trae consigo una manifestación política. Folha cree
que el contenido de calidad tiene que ser remunerado; que el usuario tiene que exponerse a
opiniones contradictorias; que el noticiario debería seguir los parámetros del periodismo
profesional antes de ser divulgado. Y Facebook no parece tener en cuenta nada de eso".

La dictadura de los algoritmos

Pese a una posible caída de esta red social, el nacimiento de posteriores plataformas obliga a
la reflexión sobre la forma en que convivimos y conviviremos en el entorno digital en un
mediano y largo plazo.
No solo la industria editorial y periodística está padeciendo. Actualmente Facebook nos tiene
en sus manos: "elegimos libremente" de las opciones que se escogieron de manera
predeterminada a través de un algoritmo para nosotros. El que estén cambiando las reglas de
manera constante, nos pone en un papel vulnerable tanto a medios periodísticos como a la
sociedad en general, pues estas plataformas no son muy transparentes en sus políticas y el
uso de nuestra información. Ya vimos lo fácil que es operar como sicarios digitales, y poco
puede hacer ya la red social con el daño hecho a la democracia de muchos países.

Trampas sexuales, 'fake news', espías, sobornos:


Trucos de Cambridge Analytica para ganar elecciones

Entre 'fake news' y rumores, el periodismo libre, indispensable para cualquier democracia sana
en el mundo, tiene que sortear cada vez mayores obstáculos para subsistir.

En medio de la crisis, Facebook ha pedido disculpas, pero parecen pocos los esfuerzos llevados
a cabo por Zuckerberg para remediar la gravedad de su error y complicidad (involuntaria o
no).

Es difícil pensar que todos migraremos de Facebook, por lo menos en un corto plazo. Estamos
interconectados las 24 horas del día con nuestras comunidades, hemos creado hábitos de
consumo y costumbres sociales en torno a esta red social, pero tal vez sea el momento
de implementar fuertes regulaciones tanto legales como sociales.
Pero hay que estar conscientes que los algoritmos de las redes sociales nos conocen mejor
que nosotros mismos. Saben a qué le damos 'like', qué compartimos y en qué momento, con
quién intercambiamos mensajes, qué contenidos vemos y por cuánto tiempo. Comercialmente
las empresas se acercan a sus clientes potenciales, políticamente… estamos susceptibles a ser
bombardeados por contenido propagandístico específicamente diseñado para nosotros con
objetivos ajenos al de una democracia.
¿Da miedo? Sí. Es la era de la dictadura del algoritmo.

Por Adriana Buentello


@adituzita

https://actualidad.rt.com/actualidad/266751-facebook-caida-gigante

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