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TRASTORNOS NARCISISTAS DE LA PERSONALIDAD: EL PATRÓN EGOÍSTA

Tanto el patrón narcisista como el antisocial se vuelven hacia sí mismos en busca de gratificación y han
aprendido a confiar más en sí mismos que en los demás para obtener seguridad y autoestima. Temen la pérdida
de autodeterminación, hacen ostentaciones de sus logros y luchan por destacar y ser más influyentes, más
fuertes, más atractivos, más ricos y más importantes que los otros. En suma, lo que les sirve como piedra
angular para su seguridad y satisfacción es lo que piensan de sí mismos y no lo que digan o les puedan propor-
cionar los demás.
El tipo narcisista basa su autoestima en una presunción ciega y superficial de valía y superioridad personales, y
para el tipo antisocial emana de la desconfianza y de la presunción de que los demás los humillarán y los
explotarán.

CARACTERISTICAS CLINICAS

Nivel comportamental

 Expresivamente arrogante

 Interpersonalmente explotador

Nivel fenomenológico

 Cognitivamente expansivo

 Autoimagen admirable

 Representaciones objétales artificiales

Nivel intrapsíquico

 Mecanismo de racionalización

 Organización espúrea

Nivel biopsíquico

 Estado de ánimo despreocupado

Comportamiento interpersonal: explotador

Como ya se ha mencionado, los narcisistas creen merecer y esperan favores especiales sin asumir
responsabilidades recíprocas. No sólo carecen de empatía, sino también se toman excesivas confianzas sin
ningún reparo y utilizan a los demás para satisfacer sus propios deseos. Los narcisistas suelen evaluar a quienes
les rodean y rápidamente se disponen a adiestrar a los. más susceptibles de honrarlos; por ejemplo, a menudo
seleccionan a una pareja dependiente que será reverente, solícita y servil sin esperar nada a cambio excepto
fortaleza y garantías de fidelidad. El estilo interpersonal narcisista necesita que la buena fortuna le asista sin
reciprocidad. Puesto que estos individuos creen merecer todo lo que deseen y han conseguido que los otros les
proporcionen un bienestar que no se han ganado, tienen pocos motivos para variar su habitual comportamiento
presuntuoso y explotador.

Estilo cognitivo: expansivo

La mayoría de los narcisistas muestran una imaginación desenfrenada y parecen estar absortos en fantasías
inmaduras y autoglorificantes de éxito, belleza o amor. Aunque no llegan a tener ideas delirantes, se ajustan
mínimamente a la realidad.

Autoimagen: admirable

Creen que son personas especiales, si no únicas, dignas de una gran admiración. Es bastante frecuente que se
comporten de forma grandiosa y con una gran confianza, lo que no suele ir acompañado de logros significativos.
Aunque esperan ser considerados personas de mérito, la mayoría de ellos son vistos por los demás como individuos
egocéntricos, desconsiderados y arrogantes. Su autoimagen consiste en que son personas superiores, “especialísimas”,
que merecen derechos y privilegios inusuales.

Representaciones objétales: artificial

En el caso de narcisistas, estas representaciones objétales se ponen de recuerdos ilusorios y cambiante mucha mayor
medida de lo normal. Afortunadamente muchos narcisistas han llegado a la creencia inducidos por sus padres, de que
son irremisiblemente perfectos y dignos de amor a pesar de lo que hagan o piensen.

Mecanismos de defensa: racionalización/fantasía

Mientras aún confían en sí mismos, los narcisistas se engañan con gran facilidad, encuentran razones plausibles que
justifiquen su egocentrismo v sus comportamientos sociales desconsiderados.
Lo que el narcisista no es capaz de resolver mediante la fantasía es simplemente reprimido, eliminado de la conciencia,
inventan coartadas, excusas y pruebas que parecen plausibles y consistentes, y llegan a convencerse de su talla y
perfección. Estas racionalizaciones pobremente concebidas tal vez no les proporcionen alivio y, lo que es más grave,
pueden suscitar el escrutinio y el desprecio de los demás. En estas ocasiones, el narcisista es empujado a utilizar la
proyección como mecanismo de defensa, así como para empezar a construir lo que posteriormente serán ideas
delirantes primitivas.

Organización morfológica: espúrea

Los narcisistas sufren pocos conflictos; su pasado les ha proporcionado, quizás en demasía,
elevadas expectativas y mucho apoyo. En consecuencia, tienden a confiar en los demás y a esperar
que las cosas les funcionen. Debido a la mala dirección de sus experiencias tempranas (p. ej., es
cierto que los narcisistas no necesitan esforzarse demasiado para que las cosas les vayan bien),
estas personas nunca han desarrollado las habilidades internas necesarias para regular
adecuadamente sus impulsos, canalizar sus necesidades o adquirir estrategias de resolución de
conflictos, corrección de errores y recuperación del sentido de competencia tras experiencias
problemáticas.

Estado de ánimo/temperamento: despreocupado

Estimulados por su imaginación, los narcisistas experimentan un completo sentido de bienestar en su


vida diaria y muestran una apariencia optimista No obstante, su afecto, aunque basado en distorsio-
nes grandiosas de la realidad, suele ser relajado, incluso alegre y despreocupado. Presentan un aire
general de indiferencia, de imperturbabilidad, de tranquilidad fingida.

SÍNDROMES DE LA INFANCIA

Los que siguen el paradigma psicoanalítico general estarían dispuestos a describir al joven narcisista como a un niño
rechazado y con problemas, que ha tenido que volverse hacia sí mismo en busca de afecto y aprobación en vez de
depender de los demás para conseguir tal admiración. Por el contrario, los que optan por el modelo del aprendizaje
social describirían entornos familiares excesivamente indulgentes y dispensadores de admiración. Por otra parte, según
nuestra opinión, no es probable que los niños que son rechazados y sufren abusos, y que por tanto, deben volverse
hacia sí mismos en busca de cuidado emocional, evolucionen hacia un patrón narcisista adulto.

SUBTIPOS ADULTOS

El narcisista sin principios

El comportamiento de estos narcisistas se caracteriza por un arrogante sentido de la propia valía, una indiferencia
hacia el bienestar de los demás y unas maneras sociales fraudulentas e intimidatorias. Son conscientes de que explotan
a los demás y de que esperan reconocimientos y consideraciones especiales sin asumir responsabilidades recíprocas.
Su tendencia a burlarse de las normas, a implicarse en acciones que amenazan la integridad personal y a
despreocuparse por los derechos ajenos ejemplifica la deficiencia de su conciencia social. Estos narcisistas son algo
más que simplemente desleales y explotadores, puede encontrárseles entre los estafadores y los charlatanes, y muchos
son vengativos y desprecian a sus víctimas. Las evidentes características del narcisista sin principios apoyan la
conclusión de que en estas personas se mezclan características narcisistas y antisociales.

El narcisista amoroso

La característica distintiva de este subtipo de personalidad narcisista es una actitud erótica seductora, existe una
conciencia indiferente y una reserva frente a la verdad y la responsabilidad social que, si se les hace notar, provoca en
el narcisista amoroso una actitud de inocencia. Estos narcisistas son especialistas en seducir, encantar y tentar a los
necesitados.
Algunos narcisistas amorosos temen al sexo opuesto, temen que se vean cumplidas sus pre-
tensiones y ambiciones y no estén a la altura de las circunstancias. Sus escarceos sexuales y sus
persecuciones seductoras no son más que simples maniobras para superar sus profundos senti-
mientos de inadecuación. Aunque parecen desear el afecto de una relación cálida e íntima, suelen
sentirse inquietos e insatisfechos cuando la encuentran. No están dispuestos a aceptar
responsabilidades sociales genuinas ni a cambiar su estilo seductor, rechazan una relación seria y se
esfuerzan en probar su valía. Como nunca han aprendido a controlar sus fantasías o a preocuparse
por cuestiones de integridad social, seguirán manteniendo su estilo encantador, si fuera necesario
mediante el engaño, el fraude, la mentira y seduciendo a los demás con gracia y astucia.

El narcisista compensador

El narcisista compensador representa a los pacientes denominados “narcisistas” en la comunidad


psicoanalítica y que han sufrido traumas en su infancia. Muchos de ellos se han visto expuestos a
experiencias similares a las de los tipos negativista, evitador y antisocial. Esencialmente, estas
personalidades intentan disimular o compensar sus deprivaciones infantiles. Son similares al
antisocial, pero el narcisista compensador intenta superar su sentimiento de vacío mediante la
creación de una ilusión de superioridad y construyendo una imagen propia de gran valía, en vez de
usurpar el poder y el control que los otros poseen o mediante la acumulación de posesiones.
Los narcisistas compensadores necesitan que los demás secunden su esfuerzo por conseguir
prestigio. Intentan mejorar su autoestima, obtener y almacenar en el Sí mismo todas las formas de
reconocimiento que le «glorificarán» públicamente.

DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL

La característica distintiva de los narcisistas es el deseo de evitar la dependencia de los dem ás y de


ser considerados “fríos” y “por encima” de las responsabilidades de la convivencia. Por el contrario, las
personalidades histriónicas, aunque también necesitan reconocimiento y tributo, “pueden ser
expresivamente cálidos, suelen buscar relaciones íntimas y están dispuestos a aceptar las convenciones y
normas de la vida social siempre éstas que les aporten la aprobación y las atenciones que desean”.
Donde sí existen problemas de diagnóstico diferencial es entre las personalidades narcisistas y las
paranoides, las personalidades paranoides son a menudo, si no siempre, variantes más graves de la
personalidad narcisista que reflejan el deterioro progresivo de las funciones anteriormente adaptativas.
También resulta difícil diferenciar entre las personalidades narcisista y antisocial debido a su
frecuente comorbilidad y similares características. Ambas son independientes y se orientan a
satisfacer sus necesidades por encima de las de los demás. Sin embargo, los narcisistas explotan
pasivamente a los otros, indirectamente para que les consideren especiales y merecedores de un trato
de favor. Por el contrario, los antisociales son más manifiestamente fraudulentos y antagonistas, y
usurpan el poder y los bienes materiales de los otros.

INTERVENCION TERAPEUTICAS

Técnicas orientadas al ámbito


Las intervenciones comportamentales para el tratamiento de los comportamientos narcisistas (p.
ej.. la explotación sexual) y de los hábitos destructivos (p. ej., el gasto excesivo, no trabajar)
incluyen el manejo de las contingencias y la prevención de respuesta. La desensibilización siste-
mática del malestar asociado a la evaluación y la imitación (role-play) que incremente la compren-
sión empatica de los demás son también complementos útiles de la terapia individual.
La terapia de pareja es una estrategia muy eficaz para que el narcisista aprenda a relacionarse con
otra persona de forma empática. Las personas de estas características tienden a aceptar las
atribuciones narcisistas de culpa por las dificultades conyugales. Para contrarrestarlo esto debe
ponerse de manifiesto el carácter complementario de los patrones de cada miembro de la pareja y
asegurar la colaboración de ambos. Llegar a un acuerdo sobre el reparto de las obligaciones
domésticas y económicas puede ayudar al narcisista a abandonar el papel de “merecimiento”. La
imitación y la inversión de papeles pueden enseñarle la comprensión empática que requiere tal
transición.
El enfoque cognitivo para el tratamiento del trastorno narcisista de la personalidad diseñado por
Becky Freeman (1990b) sugiere que, puesto que los objetivos a largo plazo del tratamiento varían
para cada paciente, deben incluir “el ajuste de la grandiosa visión de sí mismo, la limitación de la
focalización cognitiva en la evaluación de los demás, la mejora del manejo de las reacciones
afectivas frente a la evaluación ajena, la promoción de la toma de conciencia sobre los
sentimientos de los demás, la activación de un afecto más empático y la eliminación del com-
portamiento explotador”
Con el fin de aumentar la empatía del narcisista se recomiendan tres estadios generales de intervención. En
primer lugar deben ponerse a manifiesto los déficit de empatía. El terapeuta puede llamar la atención sobre los
sentimientos de los demás. Si es necesario, deben señalarse situaciones de desconsideración y explotación.
En el segundo estadio, el paciente puede racionalizarse cómo se sienten los demás, a menudo usando la
imitación y la inversión de papeles.
TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD: EL PATRÓN FANFARRÓN

Son conducidas por una necesidad de probar su superioridad; la independencia no surge de la


propia autoconfianza, sino de la desconfianza de los demás. Estas personalidades antisociales
sólo tienen fe en ellas mismas y sólo se sienten seguras cuando son independientes de las
personas que temen que les puedan herir o humillar.
Sólo un pequeño subgrupo del patrón de personalidad antisocial entra en conflicto con la ley,
muchos se ven elogiados y reforzados en nuestra sociedad competitiva, en la que el
individualismo se considera un atributo necesario para la supervivencia. La mayoría de estos
individuos hallan un hueco socialmente valorado en el duro del mundo de los negocios, la
política o el ejército. Lo que complica aún más la caracterización del antisocial es la
eliminación de la personalidad sádica como entidad clínica separada.

CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS

Nivel comportamental

 Expresivamente impulsivo

 Interpersonalmente irresponsable

Nivel fenomenológico

 Cognitivamente desviado

 Autoimagen autónoma

 Representaciones objétales degradadas

Nivel intrapsíquico

 Mecanismo de impulsividad-actuación

 Organización indisciplinada

Nivel biofísico

 Estado de ánimo insensible

Comportamiento observable: impulsivo


Muchas de estas personalidades muestran una baja tolerancia a la frustración, parecen actuar
impetuosamente y no pueden retrasar o posponer la obtención inmediata de placer. Son
impredecibles e incontrolables, actúan rápida y espontáneamente de una forma imprudente y
como en cortocircuito. Sus comportamientos impulsivos son incautos y no prevén las
consecuencias. Existe una tendencia a saltar de una situación excitante o momentáneamente
gratificante a otra, sin tener prácticamente en cuenta las consecuencias potencialmente
negativas. Cuando las cosas van saliendo como ellos quieren, los antisociales pueden
comportarse de una forma agradable, ingeniosa e inteligente, aunque es más característico el
comportamiento arrogante, resentido y hosco.

Estilo cognitivo: desviado


Cabe señalar que estas personalidades mantienen la claridad y la lógica en sus capacidades
cognoscitivas, por tanto, aunque poseen una idea clara de por qué deberían alterar algunos
de sus comportamientos problemáticos, fracasan repetidamente en su modificación. Para
ellos, lo correcto y lo incorrecto son abstracciones irrelevantes. Lo que está alterado no es su
capacidad de juicio, sino su ética.

Autoimagen: autónoma

El sentimiento de autonomía que guía esta autoimagen es que el sujeto antisocial no se


siente constreñido por las personas, los lugares, las obligaciones y las rutinas. También hay
que resaltar que el antisocial se otorga un sentimiento de autosuficiencia muy importante.
Esta independencia de los demás suele hacer que se enorgullezca de cuestionar cualquier
cosa, sin manifestar la menor voluntad de recibir el cuidado y el afecto que los demás
pueden expresar. Los antisociales hacen lo que creen que es correcto para ellos, sin
importarles que el comportamiento en cuestión sea deshonesto o claramente
manipulativamente rara vez se asignarían a sí mismos el apelativo “antisocial”; desde su
punto de vista, su comportamiento es adecuado con las personas cuyas acciones desdeñan.

Representaciones objétales: degradadas


No se puede confiar en los demás. Abusarán de tí, te explotarán y te utilizarán, arrebatándote
todas las gratificaciones y, si pueden, te tratarán de un modo dominante y brutal. Para evitar
esta situación, uno debe adquirir todo el poder posible; ha de impedir que los demás posean
los medios para ser explotadores, peligrosos y despreciativos. Sólo mediante una vigilancia
constante y una reacción vigorosa se podrá frenar su malicia. Manifestar debilidad o
voluntad de comprometerse con los demás es una concesión fatal que debe evitarse a
cualquier precio.

Mecanismos de defensa: impulsividad-actuación/proyección


La proyección es otro de los mecanismos de defensa utilizados por los antisociales.
Acostumbrados por sus experiencias anteriores a la indiferencia y la hostilidad de los demás
a estar extraordinariamente atentos a los sus sutiles de rechazo.

SÍNDROMES DE LA INFANCIA

La historia de delincuencia juvenil aparece con frecuencia en estas personalidades y es un


fenómeno demasiado complejo y extenso como para comentarlo en un espacio tan reducido,
En lo que podríamos llamar el síndrome parcialmente socializado y delincuente observan
violaciones reiteradas de las normas social (p. ej., absentismo escolar, abuso de sustancias,
robos sin confrontación), cae una de las cuales tiende la mayoría de las veces ejecutarse en
el contexto del grupo de amigos. Millón (1969) ha denominado el “síndrome de rebeldía” se
hace patente un ataque más vigoroso contra las normas estableció mediante actos
antisociales intencionados, dirigidos a los representantes y símbolos de la sociedad.
Existen innumerables maneras en las que los niños pueden reaccionar de forma rebelde al
estrés que supone el crecimiento. Una forma frecuente y relativamente leve la constituyen
las escapadas de casa. Normalmente, estos niños están respondiendo a las presiones y
expectativas de los padres, y utilizan el mecanismo de huida no sólo como forma de escapar,
sino también como un medio para causar a los padres problemas que se hacen públicos y
forzarles así a que desistan de sus demandas. Con frecuencia este comportamiento se debe a
conflictos parentales intolerables.
Las reacciones de rebeldía más graves toman la forma de absentismo escolar persistente,
vandalismo y agresiones o comportamientos sexuales inapropiados. Estos actos representan
la respuesta de los niños a lo que consideran las reglas y costumbres opresivas de una
sociedad hipócrita. Los casos de delincuencia juvenil se encuentran en todos los tipos de
familias y todos los vecindarios; no están limitados a los barrios marginales y las familias
más desfavorecidas.

SUBTIPOS ADULTOS

El antisocial codicioso

En este tipo de personalidad, en especial en la forma más pura, observamos a individuos que
consideran que han sido privados del apoyo emocional y las recompensas materiales que
merecían, que otros han recibido mucho más y que ellos nunca han disfrutado de las
gratificaciones de la vida. Lo que mueve a estas personalidades son la envidia y el deseo de
ser recompensados por los agravios que han recibido. El antisocial codicioso experimenta
una sensación de vacío muy importante, una necesidad poderosa del amor y el
reconocimiento que no tuvo en la infancia. No importan el éxito ni las posesiones que hayan
adquirido, estos antisociales siempre se sienten vacíos.
Aunque el principal objetivo de estas personalidades es el engrandecimiento a través de la
posesión de bienes que usurpan a los demás, no debe olvidarse que la inseguridad es un
componente esencial de la construcción de la estrategia de esta personalidad y del carácter
avaricioso de su patología. Su vida es muy materialista y se caracteriza por el consumo
notable y la ostentación. A pesar de sus deseos voraces y de sus logros, siempre sienten
celos y envidia. La mayoría de estos individuos están completamente centrados en sí
mismos y son muy indulgentes con sus comportamientos, acostumbran a despilfarrar y
nunca comparten con los demás por temor a que vuelvan a quitarles lo que tanto desearon en
su infancia.

El antisocial que defiende su reputación

No todos los antisociales desean llenar su sentimiento de vacío con cosas materiales. A
veces, lo que desean defender o potenciar es su reputación y su posición. Los antisociales
que defienden su reputación desean convencer a los demás de que son personas poderosas, a
las que no se puede mantener margen fácilmente y que no permitirán que nadie usurpe su
posición.

El antisocial arriesgado
El comportamiento arriesgado suele autoalimentarse; lo que lo motiva y lo mantiene en
excitación que produce, la sensación de sentir vivo. Más allá de esta incapacidad para
controlar sus comportamientos y sentimientos, el antisocial arriesgado parece no tener
miedo y se mantiene impertérrito ante experiencias que para la mayoría de las personas
serían peligrosas o amenazadoras. Manifiesta signos de un espíritu aventurero que parece
ciego a las consecuencias potencialmente negativas. Las acciones de estas personas se deben
a la sensación de verse atrapados por las responsabilidades, sofocados y constreñidos por la
rutina y el tedio. Incapaces de modular su necesidad de autonomía, carecen de hábitos de
disciplina, se sienten inseguros de haber conseguido alguna vez llenar el vacío que
experimentan en su interior cuando están en el mundo real y les atrae la posibilidad de
experimentar nuevas y excitantes aventuras, y embarcarse en actividades dispersas y
peligrosas.

El antisocial nómada

Es común la creencia de que las principales características de los antisociales son sus com-
portamientos abiertamente oposicionistas, hostiles y negativistas, y que están
intencionalmente dirigidos a minar los valores de la sociedad. Aunque esta caracterización
es aplicable a muchas de las personas que calificamos como antisociales, sería incorrecto no
tener en cuenta a otros individuos cuya adaptación es igualmente problemática desde el
punto de vista social. Éstos son los denominados antisociales nómadas, individuos que
buscan huir de una sociedad por la que se sienten despreciados, aislados y abandonados. Son
como gitanos, vagabundos itinerantes que se han convertido en personas inadaptadas y
marginadas socialmente. Sin embargo, este aislamiento no es benigno.

DIAGNOSTICO DIFIRENCIAL

Por ejemplo, una personalidad antisocial, tras una desavenencia con el jefe, puede robar
impulsivamente material de oficina que no carece de valor o falsificar cheques de escaso
valor, aunque no tenga necesidad económica para ello. Como resultado, la persona puede
terminar perdiendo su empleo y originar un escándalo personal y familiar. Impulsado por los
dictados del inconsciente, este comportamiento es un sin sentido cuando se valora
objetivamente y no parece tener propósito alguno; es como si se hubiese llevado a cabo sin
ninguna razón.
Asimismo, los trastornos antisociales suelen covariar con los histriónicos. No obstante, éstos
últimos no suelen exhibir una hostilidad franca ni comportamientos que son socialmente
reprobables. En cualquier caso, ambos trastornos muestran una tendencia a la seducción, a la
búsqueda de estímulos y a la impulsividad.
También debe distinguirse entre la personalidad sádica y la antisocial. Si bien pueden
coexistir, la personalidad sádica es violenta y explosiva, y está orientada fundamentalmente
a la destrucción y humillación de los demás sólo con el propósito de vengarse o descargar
tensiones psíquicas. Por el contrario, los antisociales que no son sádicos tienen motivos más
astutamente manipuladores y más contenidos, y no suele haber evidencias claras de
intencionalidad hostil, sino de explotación y engaño a los demás.
INTERVENCION TERAPEUTICA

Técnicas orientadas al ámbito


Aunque la frecuencia de ciertos comportamientos desadaptados puede reducirse utilizando
técnicas comportamentales como el condicionamiento aversivo, los beneficios pocas veces
trascienden el contexto terapéutico y no se generalizan a otros hábitos igualmente
desadaptados, puesto que no se intenta corregir la causa subyacente de estas disfunciones.
Como la inmensa mayoría de las personalidades antisociales poseen buenas habilidades
sociales y su manera de actuar no se ve alterada por la ansiedad, casi todas las técnicas
comportamentales demuestran tener poco valor en un programa terapéutico.
Las terapias familiares suelen intentarse cuando el paciente está hospitalizado. Dependiendo
de1 grado de las tendencias antisociales en los miembros de la familia, la intervención puede
ser de un sistema de cambio activo. El éxito depende en gran parte de situación; es muy
probable que el trabajo con familias de algunos antisociales esté abocado al fracaso. Las
situaciones de grupo permiten a los antisociaciales aprender técnicas de resolución de
problemas a largo plazo, ayudando a los demás situaciones parecidas, y los éxitos en las
vidas otros miembros del grupo pueden servir como modelos positivos.
La intervención terapéutica consiste en ayudar al paciente a clarificar las prioridades y a exa-
minar todo el abanico de posibilidades y consecuencias antes de elaborar una conclusión
sobre cuál es el comportamiento más apropiado. El ejercicio de revisar las distintas
posibilidades es muy útil en estos casos. La situación problemática se sitúa en una escala de
1 a 100, que representa la satisfacción del paciente.

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