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Huellas

¿Por qué se mató Silva?


Por Ramón Illán Bacca

José Asunción Silva (Bogotá, 1865-1896), poeta colombiano.

No hay más que un problema filosófico


verdaderamente serio: el suicidio.

Como en un laberinto borgiano, el Juzgar que la vida vale o no la pena de que se viva es responder
a la pregunta fundamental de la filosofía.
narrador-detective de este texto va
tras las pistas de la muerte del escritor El mito de Sísifo, Albert Camus

José Asunción Silva. Las posibles


Su muerte
razones para explicar su suicidio son
“Mire cómo nos dejó ese zoquete”, frase atribuida
variadas y contradictorias: problemas a Vicenta Gómez (su madre), dirigida a los primeros
económicos, impotencia sexual, dolientes que fueron a darle las condolencias. Ella se
desayunaba y el cadáver de Silva estaba en el cuarto
enfermedad venérea, incesto con su de enfrente. El dato lo da Fernando Vallejo en su libro
Almas en pena. Chapolas negras; sin embargo, Enrique
hermana y hasta un posible asesinato Santos Molano en El corazón del poeta nos dice que la
entra en escena. Mientras explora todas frase es de una tía que se encontraba en la calle.

las posibilidades, va creando un gran El entierro se efectuó el 12 de mayo de 1896, un día lu-
minoso, con poca gente y muchos curiosos en las ace-
cuadro de la Bogotá de su época y del ras.
paso de este poeta por la Costa Caribe
Lo metieron en el ataúd con la ropa que tenía pues-
colombiana. La ironía y el buen humor ta: pantalón negro de rayas blancas, medias punzó de
seda y zapatos charolados.
saltan a la vista en cada párrafo.
La marcha fúnebre se detuvo en el Palacio de la gober-
nación para llenar un formulario, y lo enterraron en

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el muro de los suicidas del cementerio común. El en- Es el mismo Fernando Vallejo quien en Almas en pena,
terrador levantó la tapa del ataúd para extender una Chapolas negras (p. 21) nos dice: “Silva se pegó un tiro
capa de cal sobre el rostro. Esa misma cara reprodu- por su libre albedrío. Por el fuero soberano de su lúci-
cida en los billetes de cinco mil y que a todos nos es da, libre, irredenta, atea e hijueputa voluntad. Y dejó a
familiar. muchos preguntándose que por qué se había matado”.

El hecho es que estamos hablando de un escritor de


Respuestas producción escasa, alrededor de 150 versos en tres li-
bros, todos póstumos:
La angustia metafísica es un tema recurrente en va-
rias de las respuestas dadas. Así, el poeta Julio Flórez El primer libro sería Poesías, prologado por Miguel de
escribió un poema que se popularizó: Unamuno en 1908. Editado en forma tosca, sin índice,
con erratas y en el que en el “Nocturno 1” se sustitu-
¿Por qué se mató Silva?
yó “Desnuda tú en mis brazos” por “Rendida tú a mis
En lo más abrupto y alto súplicas”. El segundo, Gotas amargas, fueron versos es-
de gran peñón de basalto critos por el poeta para no ser publicados. Por último,
detuvo un águila el vuelo Intimidades, poesías descubiertas en los setentas y pu-
miró hacia arriba, hacia arriba blicadas en 1977. Fueron escritas en su adolescencia,
y se quedó pensativa entre 1880 y 1884. El libro se compone de 59 poemas,
al ver que el azul del cielo de los cuales 33 eran inéditos.
siempre alejándose iba.
Escrutó la enorme altura Su producción también incluye una novela, De sobre-
y, con intensa amargura mesa, y escritos en prosa, cartas y textos en general.
sintió cansancio en las alas Ahora hay un rescate de casi todos los artículos de
en la glacial lejanía el sol moría, moría. prensa, hecho por Enrique Santos Molano. Este mis-
mo escritor compiló el libro Cuentos negros (1996) to-
Francisco Villaespesa (poeta español ahora olvidado) mando los cuentos aparecidos en los periódicos bogo-
dijo: “Se mató porque después de haber escrito una tanos de la época de Silva y que casualmente tienen su
poesía tan intensa, ni la naturaleza ni la vida podían estilo. No se puede probar que sean de él, pero de ser
ofrecerle nada, porque ya esa [la poesía] le había dado así, como dice en su prólogo R. H. Moreno Durán, se
la inmortalidad”. trataría de un excelente cuentista con el mismo estilo
de Silva y que viviría en la Bogotá de la misma época y
Miguel de Unamuno, en su prefacio al primer libro que nadie nunca supo quién era.
de Silva, publicado en 1907 bajo el título Poesías, dice:
“En rigor la tortura metafísica fue la que mató a Silva. Ahora bien, ¿estaríamos tan interesados en Silva y su
Silva canta como un pájaro, pero un pájaro triste, que obra si el suicidio no le hubiera dado esa aura trágica?
siente el advenimiento de la muerte a la hora a que se
acuesta el sol”.
El entorno
Juan Ramón Jiménez dijo: “Me gustaría representarme
a Silva desnudo con su Nocturno segundo y único en ¿Fue Silva un desadaptado? Contrario al abc del psi-
la mano. Quemaría el resto de su decadente vida y su coanálisis, Silva tuvo una infancia feliz. Se olvida con
escritura confusa. Todo ese dandismo provinciano y frecuencia que la Bogotá de Silva era una ciudad con
ridículo para asustar a los colombianos corrientes de mucha pobreza, la clase alta era pobre, dividida entre
una indiferente Bogotá”. hacendados de la sabana, comerciantes, unos pocos
banqueros y uno que otro abogado.
Laureano García Ortiz en “Quid est veritas”, escrito en
junio de 1896, sostiene que fue l’ennui. Fue el primero Los Silva Fourtoul eran ricos en forma absoluta al mo-
en afirmar que en la mesa de noche estaba el libro El rir el tío abuelo de Silva, quien dejó el equivalente a
triunfo de la muerte de D’Annunzio. Para Vallejo esto es cuatro millones de dólares actuales, pero Ricardo Sil-
ridículo, lo mismo que el dato referente a que se vistió va, el padre de José Asunción Silva, por una rabulería
de frac para suicidarse. jurídica había sido excluido de la herencia.

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Bogotá era una ciudad de 80 mil habitantes, malolien- San Miguel, que me sea fiel.
te y cara, costosos los bienes importados y sin mucho San Román, que sea galán.
sentido de la comodidad. Casas con tienda en los pisos San Justo, que sea a mi gusto.
bajos, mucho mendigo, poca distancia física entre las San Enrico, que sea muy rico.
damas distinguidas, las lavanderas y las vendedoras. San Severino, que no le guste el vino.
Estos datos los da Martín García Merou (1884), diplo- San Abdón, que tenga buen corazón.
mático argentino, en su libro Impresiones. San Bonifacio, que tenga un palacio.
San Alejo, que no sea viejo.
Tema ilustrado con los datos sobre un baile realizado
Qué contraste con un Silva y sus sombreros duros
en el palacio presidencial el 8 de agosto de 1891, siendo
grises, vestidos ingleses, zapatos de charol, petacas
presidente Carlos Holguín. Había 1500 invitados con
plateadas con cigarrillos turcos, grandes botones de
ocasión, tal como lo decían las tarjetas, de “una exhi-
tagua en el saco, anchas corbatas, gran perla, medias
bición de la cultura y del buen gusto bogotano”, pero
de seda y clavel rojo o azucenas en las solapas; todo lo
como dice el anónimo cronista:
que entra en la definición de dandy según The concise
Oxford dictionary (Oxford, 1990): “Un hombre indebi-
Las señoras y caballeros invitados al baile, ya fueran
damente dedicado al estilo, la agudeza y la moda en la
a pie o en coche, eran recibidos por aquella plebe
soez con insultos y rechiflas que daban bien a cono-
ropa y la apariencia”.
cer qué clase de sentimientos bullen y se agitan en el
fondo de aquella masa. Por analogía se relacionaba el contoneo de un barco o
una carroza con el contoneo de los elegantes de la épo-
¿Qué había pasado? Que en la ciudad circulaba la idea ca. Es una aristocracia espiritual, decía Baudelaire, ya
de que los bailes eran danzas infernales y que ocasio- que poseía las más variadas facultades para el estudio
naban toda clase de pecados. y para el arte.

La Defensa Católica no había dejado de incitar a la feli- Solo un talento le faltaba a Silva, y era saber ocultar
gresía ni un solo día contra el baile. su mérito bajo una capa de vulgaridad, dijo Delio Se-
raville, y acota Enrique Santos Molano: “Cómo es eso
Para la ocasión se publicaron las partituras de cuatro de difícil en un medio donde encubrimos nuestra vul-
valses del compositor Jorge Pombo Eyerbe, compues- garidad con una capa de mérito”.
tos expresamente para la fiesta. Constaban de ocho
páginas financiadas con dos avisos: uno de la Cerveza Max Grillo nos relata una reunión en casa del poeta:
Kopp’s Bavaria y el otro de los importadores de pianos
Estábamos el uno frente al otro en su escritorio. Leía
R. Silva e hijo (José Asunción).
con acento original de notas más agudas que graves.
Fumaba de cuando en cuando un cigarrillo de bo-
Había una presencia clerical omnipotente; así, el nú-
quilla de los mismos que tanto escándalo provocó en
mero telefónico del arzobispo era el uno, el del presi-
Londres al verlo en los labios atormentados del autor
dente el 106 y el del almacén Silva el 375. de Dorian Grey. La luz de las lámparas era tenue ta-
mizada al través de las pantallas de un leve color lila.
E. Rothlisberjer en su libro de viajes retrata a un peti- En el centro del escritorio un ramo de rosas, “genio
metre de bogotano y lo clasifica como “criollo” al lado del combate” que parecían corazones sangrientos.
de los huitotos, chibchas y arhuacos; es decir que la De pronto por la puerta del centro sala-escritorio
mirada europea no hacía mayor diferencia entre un apareció Elvira vestida de azul pálido. Mientras viva
dandy nuestro y un indígena. Y digo esto para referir- recordaré aquella visión divina. Elvira Silva ejercía
me al refinamiento de Silva en el vestir. “Hacer una sobre quien la contemplaba una fascinación de dio-
carrera de dandy criollo implicaba correr con gastos sa. Tenía algo de Helena un campo de hermosura
y riesgos excepcionales, todo cuesta más y el precipi- como sideral.
cio está más cerca” (Malcolm Deas, citado por Bacca,
2013). El ambiente de Bogotá en que vive Silva está descrito
en “Día de difuntos”:
Bogotá era esa ciudad donde las damas seguían los
consejos de El secretario de los amantes, libro que les La luz vaga. Opaco el día
sugería que antes de dormir recitaran: La lluvia cae y moja

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Con sus hilos penetrantes
La ciudad desierta y fría.
No era un hombre que se hacía querer por el grueso “¿Estaríamos tan interesados en
público. En la antología Ofrendas del ingenio al bazar de
los pobres, hecha por José Manuel Marroquín y Ricar- Silva y su obra si el suicidio no le
do Carrasquilla, incluyeron a Silva con un poema, “La
crisálida”. Al volver de París, Silva se refirió a Marro-
hubiera dado esa aura trágica?”.
quín como un mal poeta. Esto se lo cobraron en Pax,
novela escrita por J. Rivas Groot y Lorenzo Marroquín,
hijo del expresidente. La novela fue un éxito porque
estaba escrita en clave y aludía a motivos políticos de
la época. En ella hay un poeta llamado S. C. Mata que
pretende, sin lograrlo, caricaturizar a Silva. Llega has-
ta ridiculizar el “Nocturno”:
Una noche
Una noche
A la una,
A las dos de la mañana
A la una
A las dos
A las tres de la mañana.

Silva en la Costa Caribe


Es interesante observar que en su paso por Cartage-
na y Barranquilla Silva se sintió más tranquilo. Ya se
sabe que antes de ir a Caracas como diplomático lle-
gó a Cartagena para saludar al presidente Núñez. Fue
homenajeado, y en carta a su madre relata cómo lle-
gaban a él unas personas y le declamaban sus versos.
Doña Soledad, la esposa del presidente Núñez, y su
Elvira Silva (1870-1892), hermana del poeta, murió de neumonía.
hermano Enrique Román le parecían personas sen-
cillísimas; él, a pesar de ser gobernador, atendía su
botica por la noche, y ella conducía su cochecito para
hacer sus diligencias. En sus visitas a Núñez hablaban Silva se amañó en Caracas, pero por desacuerdo con
(y él lo comenta divertido a su madre) de política, y vio su jefe inmediato, un militar de apellido Villa, costeño,
cantar a Conchita Nicolao, que como decía un crítico que recordamos porque se tropezó con Silva, preten-
de la época: “Su pecho subía y bajaba como las ondas dió regresar a Bogotá, tal vez con la ilusión de despla-
del mar”. zar a su superior, pero al llegar a Sabanilla su barco, el
“Amérique”, naufragó el 2 de febrero de 1895.
Todo eso explica que el “Nocturno” se publicara por
primera vez en la revista de Cartagena Lectura para to- El periodista Aurelio de Castro, alias “Tableau”, herma-
dos, dirigida por Carlos Gastelbondo. no del general Diego de Castro, el primer gobernador
del departamento del Atlántico, y Julio H. Palacios,
No interesó el poema en general, pero sí a Rafael un exsecretario de Núñez, hablaron con los primeros
Núñez, quien se lo comentó a su secretario O’Byrne. Se marinos sobrevivientes del naufragio que llegaron a
sabe que el mismo Núñez le comentó a su secretario Barranquilla, y estos dijeron que había uno embarca-
la legendaria belleza de Elvira Silva, muerta reciente- do en La Guaira, “très poli et très élégant”. A lo que los
mente, y la apostura de José Asunción. periodistas exclamaron: “¡Ese es Silva!”.

En sus memorias, Julio H. Palacios dice:

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La impresión que nos produjo su personalidad fue como él mismo los califica en una carta a su madre,
extraordinaria, pues no encontré en ella nada siquie- para que se asociaran a la empresa de baldosas que
ra vagamente parecido a lo que se había pintado. Un estaba proyectando. Fracasó porque estos personajes
hombre sencillo, tranquilo, discreto, de maneras y le dieron largas al asunto y falsas esperanzas.
porte aristocráticos pero sin asomos de esnobismos,
con nervios muy bien templados porque después de Cuando Mainero Trucco murió, el poeta cartagenero
los tres trágicos días que había vivido exhibía sin
Luis Carlos “El Tuerto” López compuso una “fabulilla”
afectarla una calma imperturbable.
que decía:
Como había perdido todos sus baúles, con todos sus Y aquel gran tigre cebado
valores, entre ellos los poemarios, novelas y cuentos que con saña se comía
escritos en Caracas, Castro y Palacios llevaron a Silva de noche y a pleno día
al mejor almacén de ropa para hombre en Barranqui- los burros de mi cercado
lla, de propiedad del señor Emilio Bell; allí Silva pagó se murió… todo el ganado
con una letra de cambio de un banco de Caracas, pero solídepo que temía
posteriormente le fue devuelto el dinero por decidir la cual teme la burguesía
jefatura militar aviar a los náufragos. la zarpa del potentado.
Tigre viejo, sabio y fuerte
Hubo otro personaje, el escritor sefardita radicado en
que a muchos asnos dio muerte
Barranquilla Abraham Zacarías López Penha, que se
y se murió como en broma
aproximó y le dio alojamiento a Enrique Gómez Carri- para que un jumento
llo, el celebérrimo periodista guatemalteco radicado clamase con sentimiento
en París. ¡murió como una paloma!
Gómez Carrillo y Silva no congeniaron. Cuando se Silva finalmente hizo un contrato con seis socios de
estaba hundiendo el “Amérique”, Gómez se acercó a Bogotá y se dijo que la empresa había fracasado. En
Silva y le dijo: “Mire qué crepúsculo opalino”. Silva co- mayo de 1896, la contabilidad de la fábrica arrojaba
mentó después que nunca antes había sentido el deseo un déficit que anunciaba una segunda quiebra. Muer-
de matar a alguien. to Silva y al hacer la liquidación se mostró que no era
así. A la madre de Silva le correspondieron “dos mil
A. Z. López Penha estaba resentido con Silva porque, pesos de la época” (cuatro millones de ahora).
en alguna forma, le había llegado la noticia de que el
poeta bogotano había escrito en un periódico de Cara- En ese mayo de 1896 Silva había perdido toda su obra
cas tildándolo de mal poeta. literaria en el naufragio del “Amerique”. Era mirado
como un fracaso económico.
Se conoce una carta de Silva a Baldomero Sanín Cano
de octubre de 1894 en la que se queja de la importancia Pasada la euforia primera en el negocio de las baldo-
que le dan en Venezuela a A. Z. López Penha, Julio N. sas, en mayo del 96 su último cheque, por cuatro pe-
Galofre y a Ernesto O. Palacio, secretario de Núñez e sos, fue para enviarle flores a su hermana Julia. No
inquisidor literario, importancia que en su concepto quedaba ni un centavo más en su cuenta bancaria.
no merecen. ¿Era el final?
Gómez Carrillo no menciona en su autobiografía a Su pariente Hernando Villa escribió:
López Penha ni su hospitalidad, pero este último man-
tuvo su rencor a Silva y en una entrevista que le hizo Mis presagios sobre su suicidio obedecían no a que
décadas después Julio Enrique Blanco se refirió a Silva viera en él signo de locura, sino en la inmensa des-
como un “petimetre de nalguitas entecas” y exaltó la proporción entre su vida extremadamente elegante,
virilidad costeña. sus aspiraciones a vivir a todo lujo y la carencia de
medios para realizarlas. Si José Asunción hubiera sa-
Después del naufragio, Silva estuvo en Cartagena y Ba- bido ser pobre, no se habría matado.
rranquilla, en la que intentó convencer a J. B. Mainero
Trucco y a Martínez Bossio, un par de “pejes gordos”, Más explícito su biógrafo Cano Gaviria nos dice:

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Silva no se había matado porque su obra lo anun- Fernando Vallejo duda y dice: “Coño, una garçonnière
ciare de acuerdo a una mitología literaria de origen en una ciudad de noventa mil habitantes con la lengua
romántico, ni porque su biografía estuviera llena de suelta”. Más adelante agrega:
fechas infaustas y su casa pudiera ilustrar cualquier
novela escrita desde una óptica naturalista inspirada Apartamento, Garçonnière, esos son anacronismos
en las leyes de la herencia, aspectos que no eran des- en el siglo xix. En la Bogotá de Silva lo que había eran
conocidos para él, sino porque al fin había encontra- “tiendas”. Hernando Villa está repitiendo lo que dijo
do un buen motivo, estaba arruinado. Arias Argáez, y Arias Argáez está inventando. La inti-
midad de Silva es un secreto que él tuvo más guarda-
El mismo poeta parece confirmarlo cuando decía: do que sus deudas de las que nadie habló.
“Prefiero la muerte a estar pálido de nuevo” (frente a
sus acreedores). Su confidente Hernando Villa dijo:

Más lapidario fue Umaña Bernal al decir: “Silva se sa- Lo que puedo asegurar es que Silva jamás entró a
crificó a los dioses ciudadanos”. ¿Explica todo eso el casas de mujeres alegres, pero sí tuvo amores muy
suicidio? íntimos con distinguidas damas de la sociedad, con
quienes se veía en un apartamento que tenía en la
calle 19 y con una de ellas –respecto a la cual me hizo
Silva y su sexualidad íntimas confidencias– tuvo una hija en la que se no-
taban los bellos rasgos de José.
De Silva se ha dicho que era “El casto José”.
Como “La casta Susana” se le bautizó en Caracas. Al
Daniel Arias Argáez da testimonio de cómo por un parecer Silva desechó cualquier amorío con las damas
incendio se encontró una “garçonnière” llena de diva- de la sociedad caraqueña que estuvieron en un princi-
nes, almohadones, retratos femeninos y unas maripo- pio entusiasmadas por él.
sas clavadas en la pared con flechas que indicaban las
citas satisfechas. Al parecer el arrendatario era Silva. Cano Gaviria conjetura que la pasión de Silva por Julia
Holguín, hija del presidente Carlos Holguín, pasión no

Calle Real (Carrera Séptima) en Bogotá, 1869.

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correspondida, hizo que el poeta y diplomático no fija- que le fueron suministradas en París por el profesor
ra su atención en otra dama; de ahí el apodo. Legendre.

Fernando Vallejo dice: El profesor José Francisco Socarrás va más lejos y dice
que se le prescribían afrodisíacos para la impotencia.
“No era Silva el ejemplar para gustar a las mujeres Las letras aphd de las fórmulas médicas son indicati-
de su tiempo. El sitio estaba dominado por el hombre vas de la voz francesa aphrodisiaque.
más macho. Bogotá era más una ciudad de provincia
que la capital tirando a cosmopolita que vemos hoy”. Luis Alberto Sánchez, escritor y político peruano, insi-
núa que tenía una enfermedad venérea inconfesable.
A todo esto se puede afirmar que Silva es el primero en Los datos que aporta son muy débiles. Saca a relucir
introducir el erotismo en la poesía de Colombia: un poema de Gustavo Adolfo Bécquer:
Temblabas y eras mía, temblabas y eras mía Una mujer me ha envenenado el alma
bajo el follaje espeso. Otra mujer me ha envenenado el cuerpo
(…) Ninguna de las dos vino a buscarme
Desnuda tú en mis brazos fueron míos tus Yo de ninguna de las dos me quejo.
besos.
Para Sánchez, esa es una confesión clara de Bécquer
Tu cuerpo de veinte años entre la roja seda
sobre su sífilis, y una confesión oculta sería la de Silva
Tus cabellos dorados y tu melancolía
Tus frescuras de virgen y tu olor de reseda. cuando escribió en sus “Gotas amargas”:
De los filósofos etéreos
Si se compara este poema (“Poeta di paso…”) con el poe- huye la enseñanza teatral
ma “Elvira Tracy” de Rafael Pombo, en el que el poeta y aplícate buenos cauterios
coloca al ángel de la guarda enamorado de la quin- al chancro sentimental
ceañera muerta, un tema inefable, nos damos cuenta (“Psicoterapéutica”)
de la turbulencia sensual que aportaba Silva. No hay
pues tal castidad. Y tras de mil angustias
y gestas y pasiones
Afectado, afeminado eran algunos de los epítetos que se hubiera suicidado
se le adjudicaban. con una smith y wetson
ese espermatozoide.
Carrasquilla dijo: “Es un prójimo tan supuesto y afec- (“Zoospermos”)
tado, que causa risa e incomodidad al mismo tiempo”.
Estas invocaciones a la muerte prosaica y amarga le
Fernando Vallejo habla sin mucho fundamento de una dan pie al peruano para insinuar una enfermedad in-
posible homosexualidad: “¿Pero lo era?” –se pregunta curable y vergonzosa en Silva.
el mismo Vallejo–, y concluye: “No sé, Dios sabrá. La
intimidad de Silva es un misterio”. Lo de la impotencia está desmentido por la presencia
de una presunta hija de Silva. Así, se ha dicho que el
Blas Matamoros, autor de una biografía sobre Rubén poeta tuvo relaciones con la hija de los dueños de una
Darío, recoge la conseja y lo tilda de “loca de armario”. tipografía, llamada Herminia Cortés. De esa relación
nació una hija bautizada con el nombre de Elvira.
Hay algo de grotesco en todo esto, pienso que Silva era
un heterosexual no machista. La única prueba de todo esto es el testimonio de la
propia Herminia; sin embargo, en el centenario de la
Un malqueriente, como era Ismael Enrique Arcinie- muerte de Silva no se presentó ningún descendiente a
gas, hace una lista de los calificativos que le endilga- los eventos conmemorativos.
ban: Casto José, Casta Susana, Don Azuceno, Silva Pen-
dolfi, etc. El amor incestuoso por su hermana Elvira
Lo que parece más pertinente es una probable impo- El primero en insinuar un amor incestuoso entre Silva
tencia. Aníbal Noguera afirmaba conocer unas recetas y su hermana Elvira fue el escritor venezolano Rufino
Blanco Fombona. Así retrata al poeta:

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Poseyó la hermosura corporal a la par de la hermosu-
ra del espíritu, regalo que los dioses combinan rara
vez en un mismo presente a los mortales. De dandy
se le ha calificado, no sin razón, pero este Brummel
tenía el alma de Leopardi.

De Elvira dijo lo siguiente el poeta y “clubman” Alfre-


do de Bengoechea, samario residenciado en París y le-
jano pariente de Silva:
Elvira n’était pas belle
C’était la beauté même.
Que Silva tenía conciencia de ello estaría en el hecho
de que cuando iba al teatro el poeta alquilaba un bal-
cón distinto al de su madre y hermanas para dedicarse
a mirar a sus anchas la hermosura de Elvira.

Elvira murió el 6 de enero de 1892. Había cogido un


frío al mirar una cometa en el diciembre anterior. So-
metida a un tratamiento contraindicado, murió a los
22 años. A su muerte Silva se encerró con el cadáver y
le derramó los más caros perfumes y saturó el salón
de lirios y rosas.

¿El “Nocturno” fue escrito en Cartagena? López Mi-


chelsen en su ensayo sobre el poeta nos dice:

¿Quién ha visto luciérnaga en la sabana? ¿Quién ha


El dandy y su culto a la elegancia.
oído chillar las ranitas verdes de las zanjas sabaneras
en las noches de luna? No, solo los sapos de tierra ca-
liente emiten chillidos como los del nocturno.

En suma, concluye Blanco Fombona: “Se enamoraron


el uno del otro”. Silva pertenecía a la familia de los “La mirada europea no hacía
neurópatas, delirantes, ansiosos, erotómanos y, por
último, suicidas. Cada día “necesito sensaciones más mayor diferencia entre un dandy
refinadas”, escribió Silva a un amigo (Blanco Fombona nuestro y un indígena”.
no nos dice cuál).

Alfredo de Bengoechea echó más leña al fuego cuando


en carta a Blanco Fombona le manifestaba: “En ser tan Hernando, publicada con el título Cita en la trinchera
superior y al margen del común de los mortales ni me con la muerte, y de Alfredo se sabe que se casó con una
chocaría, ni me escandalizaría, pero si fue así a nadie condesa o una marquesa emparentada con el Barón
le consta”. de Montesquieu, el mismo que le sirvió de modelo a
Proust para crear su Barón de Charlus.
Se aclara que este Alfredo de Bengoechea era hijo del
comerciante samario Onofre de Bengoechea, el mis- Baldomero Sanín Cano salió al quite sobre esta teoría
mo con quien el poeta alternó en su estadía en París y en una carta a Blanco Fombona escribió:
en 1885. No se entendieron.
Silva y su hermana paseaban a menudo a la luz de la
Tanto Alfredo como su hermano Hernando fueron luna, en su casa de campo por una vereda alta donde
poetas y alternaron con el alto mundo social de Pa- la sombra de los dos cuerpos se extendía hasta desva-
rís. Darío Achury Valenzuela escribió la biografía de necerse en la planicie que quedaba muy abajo en el

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camino. Elvira hizo la observación de cómo se exten-
dían y se perdían sus sombras en el llano.

Cito unas estrofas de un poema del propio Silva: “Silva es el primero en introducir el
Dime quedo, en secreto, al oído muy de paso erotismo en la poesía de Colombia”.
con esa voz que tiene suavidades de raso
si entrevieras en sueños a aquel con quien tú
sueñas
Tras las horas del baile, rápidas y risueñas
y sintieras sus labios anidarse en tu boca
y recorrer tu cuerpo y en su lasciva boca Como en esas películas en las que después de una se-
besar todos los pliegues cuencia se retrocede y se repite pero con una variante,
de tibios aromas llenos así una y otra vez Santos Molano habla de las palabras
Y las rígidas puntas rosadas de tus senos que cruzaron esa noche en la cena ofrecida por Silva
si en los locos, ardientes y profundos abrazos este y su pariente Hernando Villa. Algo se dijeron y se
agonizas, soñaras de placer en sus brazos demoraron un tanto. Villa, según Santos Molano, esta-
por aquel de quien eres todas las alegrías ba implicado en la falsificación de billetes nacionales.
¡oh!, dulce niña pálida, ¿di, te resistirías? Silva lo amenazó con denunciarlo.

A estas alturas podemos decir que al poeta lo inclina- Después de la cena, alrededor de la medianoche, Silva
ba a la muerte: galopó por San Victorino rumbo a Fontibón. Al llegar
a la fábrica unos sujetos lo emboscaron y le dieron un
ƒƒ El fracaso económico tiro certero en el corazón (Santos afirma que Villa era
un excelente tirador). Trasladaron el cuerpo, y como el
ƒƒ La exquisitez sibarítica solar de la casa de Silva colindaba con la casa de Villa,
lo entraron sigilosamente a la casa del poeta y nadie
ƒƒ La disonancia con el medio lo advirtió.

ƒƒ La neurastenia provocada Santos Molano concluye:

ƒƒ La quiebra en los negocios No localicé ninguna prueba concreta que permita


señalar a determinadas personas como autores in-
ƒƒ Su amor y desconsuelo por la muerte de Elvira. telectuales o materiales de la muerte de Silva, pero
las pruebas circunstanciales recogidas en esta inves-
Según Rivas Groot, su falta de fe cristiana (este es tigación me han dejado con la convicción absoluta de
un juicio muy sectario. Silva no era creyente). que Silva no se disparó sino que le dispararon.

En su monumental libro El corazón del poeta, biografía Fernando Vallejo afirma:


de Silva escrita por Enrique Santos Molano, este afir-
ma: Enrique Santos Molano, que es quien más sabía de
Silva antes de que llegara yo, sale al quite y dice que
No hay tal depresión del poeta, ni un suicidio anun- en realidad en la conversación que sostuvieron Her-
ciado. No hay tal pérdida en la fábrica de baldosas, nando Villa le dijo a Silva lo siguiente: “Déjate de esa
cuando Silva se suicida el negocio tenía buenas pers- vida, vive como vivimos todos sin tantos refinamien-
pectivas. Nunca hubo crisis de nervios en Silva, era tos, pues si sigues así acabas por darte un balazo”.
un hombre muy aplomado, la locura súbita es des- A lo que contestó Silva: “¿Suicida yo? ¡Qué bonito!”.
cartada. No hay tales amores incestuosos. Unas horas después se mató.

Todo esto es, según Santos Molano, una confabula- J. J. Tablada decía que Silva no era una Vida sino una
ción para tapar lo que pasó en la realidad: a Silva lo leyenda, y Stefano Gondi afirmó que “Quiso morir por
asesinaron. ¿Quiénes? y ¿por qué? no haber podido poner su vida de conformidad con su

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Bibliografía
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de sombra. Caracas: Monte Ávila Editores.

Gran Enciclopedia de Colombia (2007). Literatura, tomo 1.


Bogotá: Intermedio Editores, pp. 195-208.

Palacio, J. H. (1990) Historia de mi vida. Barranquilla, Colom-


“¡Oh las sombras que se buscan y se juntan bia. Ediciones Uninorte.
en las noches de negruras y de lágrimas!...”.
Revista Casa Silva (1997). Silva: su obra y época. Memoria del
Congreso No. 10, tomo 1.
sueño” (Per non aver potuto rendere la sua vita conforme Revista Credencial (1996). Silva, cien años. Edición 76, abril.
al suo sogno).
Santos Molano, E. (1992). El corazón del poeta. Bogotá: Nuevo
Midnight dreams Rumbo Editores.
Anoche, estando solo y ya medio dormido,
mis sueños de otras épocas Vallejo, F. (1995). Almas en pena. Chapolas negras. Bogotá: Al-
se me han aparecido. faguara.
Los sueños de esperanzas, de glorias,
de alegrías y de felicidades que nunca han
sido mías, Webgrafía
se fueron acercando en lentas procesiones
y de la alcoba oscura poblaron los rincones José Asunción Silva (Bogotá, 1865-1896), poeta colombiano.
hubo un silencio grave en todo el aposento Tomado de: https://linacontemporanea.wordpress.
y en el reloj la péndola detúvose al momento. com/2015/02/09/jose-asuncion-silva-breve-biogra-
fia/
La fragancia indecisa de un olor olvidado,
llegó como un fantasma Elvira Silva (1870-1892), hermana del poeta, murió de neu-
y me habló del pasado. monía. Tomado de: http://casadepoesiasilva.com/
jose-asuncion-silva/
Vi caras que la tumba desde hace tiempo
Calle Real (Carrera Séptima) en Bogotá, 1869. Tomado de:
esconde,
y oí voces oídas ya no recuerdo dónde. http://s3.amazonaws.com/periodismosinfronteras/wp-
content/uploads/2013/10/Alumbrado-en-actual-cra-
Los sueños se acercaron 7-en-1869.jpg
y me vieron dormido,
El dandy y su culto a la elegancia. Tomado de: http://www.
se fueron alejando, sin hacerme ruido
vanitatis.elconfidencial.com/estilo/2008-05-02/
y sin pisar los hilos sedosos de la alfombra
y fueron deshaciéndose y hundiéndose en la dandismo-doscientos-anos-de-elegancia-extre-
sombra. ma_547988/

Portada de Nocturno y otros poemas. Tomado de: http://www.


poemas-del-alma.com/jose-asuncion-silva-una-no-
che.htm#ixzz47jIQoAS3

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