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Diego Patricio Amador Castillo

Propercio y Goethe : El motivo de la visita

Biografía de Propercio.

Propercio perteneció a la gens Propertia,


probablemente una familia de caballeros de
clase media acomodada y nació alrededor de
los años 54 y 43 a. C.; Octaviano y Marco
Antonio llegaron a su terruño – probablemente
Asís – para confiscar bienes y dárselos a
soldados. Llegó a Roma, centro clave para el
desarrollo de una carrera literaria, y allí
desarrolló una relación con Mecenas a cuyo
círculo pertenecían Virgilio y Horacio y
conoció a Tibulo y a Ovidio. Su obra más
importante son las Elegías, de las cuales el
primer libro es llamado monobiblos y está dedicado en su totalidad a Cintia, su enamorada.

Acerca de Propercio, podemos encontrar en la literatura antigua la imagen de un poeta


entregado al amor; leemos, por ejemplo, en Ovidio los adjetivos blandus y tener (1) para
referirse a él y a sus versos. A la posteridad, además, fue conocido por estar embelesado con
los encantos de Cintia. (2)

La visita de Cintia

El tema del extracto I, 3 de las Elegías, que es llamado comúnmente “La visita a Cintia”, es
la asistencia de Propercio a la casa de su amada mientras ésta duerme; el inicio se ve
marcado por una alusión mitológica que sirve para ejemplificar y resaltar la hermosura de
Cintia que está recostada. El desarrollo es una reflexión sobre la belleza de su compañera
mientras piensa en las cosas que ella estará soñando y perturban su ánimo. Finalmente, se
cierra el extracto con una intervención de Cintia, que es un reproche a Propercio. La visita
es, en el caso de la obra de Propercio, una reflexión del autor al ver a su amada, es una
afirmación del amor que siente por ella.
Debemos, además, resaltar las referencias
mitológicas que Propercio hace, pues
demuestran el gusto artístico que el autor
tenía; según remarca Antonio Ramírez de
Verger (Verger, 1989, p. 84), las
alusiones a los mitos de Ariadna,
Andrómeda y la bacante, están basadas en
esculturas o relieves de la época.

Harold Parker, Ariadne, 1904, mármol blanco,


1041 x 1422 x 406 mm

Viéndolo de la manera anterior, la visita significa una interacción con la persona amada de
una manera íntima e introspectiva. El objeto del deseo está presente, es visitado, es
contemplado y sin embargo no es advertido de la presencia de quien lo busca.

(Goethe en la campiña romana (1787), por Johann


Heinrich Wilhelm Tischbein. Óleo sobre lienzo, 164 x
206 cm.)

Johann Wolfgang Goethe

Goethe nació el 28 de agosto de 1749 en


Fráncfort del Meno. La ciudad en la que
le tocó nacer se veía en un ajetreado
desarrollo por la industrialización propia de su siglo y era un centro cosmopolita y diverso
en muchos sentidos; sin embargo, su padre, que había vivido anteriormente en Italia. Eran,
pues, para Goethe muy familiares los paisajes romanos, ya que su padre tenía en su casa
adornos y detalles provenientes de varios lugares del país mediterráneo. Su posición
económica acomodada y su educación privilegiada fueron sin duda un detonante del interés
que desarrolló en muchos ámbitos.
Christiane Vulpius y las Elegías romanas

De acuerdo con Henry Lewes (Lewes, 1855; p. 316), Goethe y


Christiane Vulpius tuvieron su primer encuentro en julio de 1788.
La personalidad de Vulpius era mesurada y no tenía nada que ver
con el círculo intelectual al que pertenecía Goethe; sin embargo,
éste podía hablar con ella acerca de las investigaciones que en ese
momento llevaba a cabo (sobre óptica y botánica). Christiane fue
inspiración para Goethe en varios de sus poemas y fue, sin duda,
el motor principal para escribir Elegías romanas, pues, como
menciona Lewes, ella le recordaba a un niño de la Italia que él añoraba. Así como Propercio
tenía a Cintia como musa inspiradora, Goethe usa a Christiane para crear nuevos poemas,
tales como las Elegías romanas, Morgenklaren y Frech und froh.

La elección de hacer los poemas eróticos de manera clasicista, imitando a los antiguos
romanos, es clara en la elegía IV, cuando dice: “Amor schüret die Lamp' indes und gedenket
der Zeiten / da er den nämlichen Dienst seinen Triumvirn getan.” (“Amor aviva la lámpara y
recuerda los tiempos / en que hizo su mismo servicio a los triunviros”) Y en ese pasaje se
refiere a Catulo, Ovidio y Propercio.

J. W. Goethe, Der Besuch

El tema del poema “Der Besuch” (La visita) de J. W. Goethe es, de la misma manera que
Propercio, una visita a su amada sin que ella lo sepa. El desarrollo del poema también es una
reflexión acerca de la belleza de su amada y de las muchas cualidades físicas de ésta. A
diferencia de Propercio, Goethe termina el poema con un pensamiento propio y una
conclusión sobre cuán afortunado es por tener a esa mujer en su vida.

El motivo de la visita en Goethe es distinto y no se encuentra sólo en un poema, sino que


aparece en varios lugares tratado de diversa manera. Tenemos, por ejemplo, un poema
intitulado Der Besuch, escrito en Weimar en el año de 1788 y dedicado a Christiane
Vulpius poco después de haber establecido su hogar con ella (Williams, 1998; p. 105), del
cual cabe resaltar los siguientes versos:
Endlich, da ich leis' die Kammer öffne,

Find ich sie, gar zierlich eingeschlafen,

Angekleidet, auf dem Sofa liegen.

Bei der Arbeit war sie eingeschlafen;

Das Gestrickte mit den Nadeln ruhte

Zwischen den gefaltnen zarten Händen

Finalmente, abro con cuidado su recámara y la encuentro con


su túnica, dormida muy delicadamente, recostada sobre el
sofá. Por el trabajo, estaba dormida; el punto con las agujas
yacía entre las dos tiernas manos entrelazadas.

En este fragmento, Goethe narra cómo buscaba a su amada y muestra la imagen de la mujer
encontrada. Este pasaje recuerda a los versos III, 7-8 de Propercio, donde describe el estado
de Cynthia, que, según los versos anteriores (1 – 6), se asemeja a las figuras mitológicas que
mencionó antes:

talis visa mihi mollem spirare quietem

Cynthia consertis nixa caput manibus

Así me parecio que Cynthia respiraba una suave quietud,

apoyando la cabeza en sus manos entrelazadas.

Vemos en ambos pasajes una imagen similar, pero también son evidentes algunas
diferencias. Goethe deja claro que la mujer visitada está dormida y descansando a causa del
trabajo; las manos se encuentran entrelazadas por el trabajo, es decir, la costura; Propercio,
en cambio, no ofrece alguna explicación de la posición de Cynthia. Goethe, además,
menciona la mollis quies unos versos más adelante: “Auf den Lippen war die stille Treue”
(“En sus labios se encontraba la quieta fidelidad”) y “Da betrachtet' ich den schönen
Frieden, der auf ihren Augenlidern ruhte” (“Entonces contemplé la bella paz que yacía sobre
sus párpados”).

Otra diferencia en ambos poemas es la cavilación de los autores por acercarse a la mujer
dormida; tenemos, en el poema de Propercio, los versos 11 – 12, que hablan sobre la
intención de acercarse al lecho para tocar a su amada:

hanc ego, nondum etiam sensus deperditus omnis,

molliter impresso conor adire toro

Aún sin perder todo el sentido, intento dirigirme a ella

palpando suavemente el lecho

Goethe, en cambio, no piensa en tocarla ni en tocar su lecho, sino que duda si despertarla o
no:

Und ich setzte mich an ihre Seite,

Ging bei mir zu Rat, ob ich sie weckte

Entonces me senté a su lado

y me cuestionaba si debía despertarla.

Otro aspecto importante es la manera de aproximarse a su pareja para hacer notoria su


presencia. Propercio, en los versos 13 – 16 describe cómo intenta despertar a Cintia
tocándola, incitado por Baco y Amor:

et quamvis duplici correptum ardore iuberent

hac Amor hac Liber, durus uterque deus,

subiecto leviter positam temptare lacerto


osculaque admota sumere tarda (3) manu

Aunque Amor y Baco, ambos dioses inflexibles,

me invitaban con un doble ímpetu a tocarla suavemente con mi brazo bajo ella

y a tomar lentos besos con mi mano arrimada.

Goethe, al igual que el autor latino, sigue cavilando en despertarla:

Freudig saß ich da, und die Betrachtung

Hielte die Begierde, sie zu wecken,

Mit geheimen Banden fest und fester.

Con alegría me senté ahí, y la contemplación

aumentó las ansias de despertarla

con secretos lazos más y más fuerte.

Las ansias que siente Goethe por despertarla lo mueven finalmente a hablarle con un susurro
y comenzar un monólogo “«O du Liebe», dacht' ich…” (“«Oh, querida», dije…”); en
cambio, en el caso de Propercio, el autor juguetea con Cintia estando aún ella dormida por
miedo a la ira de su amada (“expertae metuens iurgia saevitiae”).

Goethe, Elegías romanas, XIII

Otro fragmento de la obra de Goethe donde podemos encontrar el motivo de la visita y un


eco de Propercio es en la elegía XIII, perteneciente al ciclo de elegías llamado comúnmente
“Elegías romanas” o “Erótica romana”.

En este poema interviene Amor para relatarle las delicias que puede ofrecer en Roma si se
entrega a él; entre ellas se encuentran la inspiración artística en general y noches placenteras.
Goethe sucumbe a las órdenes de Amor y remembra los gozos que bajo su mando ha
disfrutado. La comparación entre Propercio y Goethe reside en este extracto en la manera de
contemplar a la amada.
En el poema del autor latino encontramos que vela el sueño de Cintia y que se encuentra
feliz y aliviado por el mismo motivo; le gusta ver cómo titubea entre sueños y los
movimientos que hace mientras duerme (23 – 26):

nunc furtiva cavis poma dabam manibus:

omnia quae ingrato largibar munera somno

O daba manzanas secretamente a los huecos en tus manos:

entregaba todos los regalos a tu sueño ingrato.

“Furtiva”, adjetivo de “poma” o simplemente un adverbio, depende de cómo se quiera ver,


desvela una intención oculta o secreta que se mantiene escondida siempre que la amada se
encuentre dormida. Los regalos (“munera”) que se entregan, se dan al sueño, no a la amada;
de alguna manera, Propercio está agradeciendo al sueño por ser propicio para con la relación
que se está ejerciendo en ese momento.

El momento en que Cintia despierta significa un reclamo y una ruptura del ambiente creado
anteriormente (30 – 36):

donec diversas praecurrens luna fenestras,

luna moraturis sedula luminibus,

compositos levibus radiis patefecit ocellos.

sic ait in molli fixa toro cubitum:

'tandem te nostro referens iniuria lecto

alterius clausis expulit e foribus?’

Hasta que la luna, pasando frente a las ventanas encontradas,

luna que era inoportuna al demorar su resplandor,

con rayos tenues abrió sus ojos cerrados.

Así dijo apoyando su codo en el dulce lecho:


“¿Finalmente el desprecio de otra te trae a nuestro lecho

después de haberte cerrado las puertas?”

La gran desventaja que tuvo Propercio fue que la “sedula luna” despertara a Cintia, ya que
esto provoca que comience a reclamarle y que su conocida ira se haga patente. El momento
anterior a que se despertara la mujer, el léxico de Propercio es especialmente delicado, se
refiere a los ojos de Cintia como “ocellos”, forma diminutiva; se refiere a la cama en la que
yace como “toro molli”, es decir, un lecho agradable, suave, muelle, que es lo opuesto al
tono en que ella responde.

En el caso de Goethe pasa algo similar, pero sin la respuesta violenta por parte de la mujer
que yace con él. La magia también reside en el sueño de la misma:

Welch ein freudig Erwachen, erhieltet ihr, ruhige Stunden,

Mir das Denkmal der Lust, die in den Schlaf uns gewiegt! –

Sie bewegt sich im Schlummer und sinkt auf die Breite des Lagers,

Weggewendet; und doch läßt sie mir Hand noch in Hand.

¡Qué dichoso despertar, encuentro que las horas

tranquilas han conservado para mí la imagen del placer,

en que nos dormimos! Ella se mueve en sueños,

se da vuelta en el lecho pero deja su mano en la mía. (4)

Vemos, al igual que en Propercio, un gozo por que la amada se encuentre dormida. En el
sueño y el dormir se encuentran conjuntamente el placer y la tranquilidad. Versos después,
Goethe pide que los ojos de la mujer dormida no se abran y que continúen soñando:

Einen Druck der Hand, ich sehe die himmlischen Augen

Wieder offen. – O nein! Laßt auf der Bildung mich ruhn!

Bleibt geschlossen! Ihr macht mich verwirrt und trunken, ihr raubet
Mir den stillen Genuß reiner Betrachtung zu früh.

Oprimo su mano, veo abrirse de nuevo sus ojos

celestiales. "¡Oh no! Déjame descansar, seguir

contemplando la imagen. ¡Que sigan cerrados! Me turban

y embriagan, demasiado pronto me roban el goce

tranquilo de la contemplación pura!"

En esta petición, Goethe pide que los ojos de aquella no se abran porque le quitarán de todo
la tranquilidad cuando los vea fijamente; la razón varía razonablemente de la de Propercio,
pero en el fondo siguen significando un cambio radical en el comportamiento de los poetas:
de un estado apacible pasan a estar conmocionados. Termina Goethe, curisoamente, citando
el mito con el que Propercio comienza “La visita de Cintia”, es decir, el de Ariadna y Teseo:

Schlief Ariadne so schön: Theseus, du konntest entfliehn?

Diesen Lippen ein einziger Kuß! O Theseus, nun scheide!

Blick ihr ins Auge! Sie wacht! – Ewig nun hält sie dich fest.

Si así fuera, dormida, Ariadna, ¿podrías abandonarla,

Teseo? ¡Un solo beso de esos labios! ¡Oh Teseo,

ahora vete! ¡Mira sus ojos! ¡Ella despierta! Ahora

te retendrá para siempre.


El uso del mito, como vemos, es diferente y casi contrario. Propercio comienza este poema
haciendo alusión a la tranquilidad que irradia Cintia al estar dormida, tan quieta, callada;
Goethe, en cambio, muestra la consecuencia que significaría que Ariadna no hubiera estado
dormida en el momento en el que Teseo partía. ¿Qué hubiera significado que ella despertara
para Teseo? Seguramente algo
similar a lo que les sucede a
los dos poetas separados por
tantos siglos: una conmoción,
un arrepentimiento, un cambio
de idea. Goethe sugiere que
Teseo se hubiera quedado para
ella al ver sus ojos despiertos.

Evelyn de Morgan, Ariadne in Naxos, óleo sobre tela, 1877, 90.8 × 132.8 cm

Vemos en los fragmentos ofrecidos que no es únicamente la recepción lo que impera en la


creación literaria de Goethe, sino que la reinvención se encuentra constantemente jugando
con la poesía de Propercio, a veces contraponiéndose y a veces atenuando sus ideas. De
cierta manera existe un diálogo en el que Goethe responde a Propercio, le responde las
incógnitas que plantea, le enseña la reacción contraria de la amante; por esto, los dos
autores, patentemente distantes, son tan cercanos.

(1) Ovidio, Ars Amatoria, III, 333; y Tristia, II, 1, 456.


(2) Apuleyo, Apologia, 10, 7: Et Propertium, qui Cunthiam dicat; y Valerio Marcial,
Epigrammata, VIII, 73, 5: Cynthia te vatem fecit, lascive Properti!
(3) En la edición de G. P. Goold, de Loeb (1990) se lee “tarda; mientras que en la
edición de Paganelli, bajo la editorial Les Belles Lettres (1961), se lee “arma”,
refiriéndose a que depone las armas a favor del amor.
(4) Traducción de José Joaquín Blanco (Breve Fondo Editorial, México, 1994).
Bibliografía

Elegías / Propercio; introducción, traducción y notas de Antonio Ramírez de Verger,


Madrid, Gredos, 1989

Elegias / Sexto Propercio; introducción, versión rítmica y notas de Rubén Bonifaz Nuño,
México, UNAM, 1983

GOETHE, Johann Wolfgang von, Elegías romanas: edición, traducción, notas y estudio de
Salvador Mas Torres, Madrid, A. Machado, 2005

WILLIAMS, John R., The life of Goethe: a critical biography, Oxford, Blackwell, 1998

Recursos electrónicos

Elegies / Propertius; edición y traducción de G. P. Goold, LOEB Classical Library,


Cambridge, MA: Harvard University Press, 1990:

https://www.loebclassics.com/view/LCL018/1990/volume.xml

GOETHE, Johann Wolfgang von, Gesammelte Werke in sieben Bänden: Römische Elegien:

http://gutenberg.spiegel.de/buch/romische-elegien-3666/

GOETHE, Johann Wolfgang von, Elegías romanas; introducción, traducción y notas de


José Joaquín Blanco:

http://elegiasromanasjjb.blogspot.mx/

LEWES, George Henry, The life of Goethe, book digitized by Google from the library of
Oxford University:

https://archive.org/details/lifegoethe00lewegoog

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