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Paideia: los ideales de la cultura griega.

Reseña.

1. Cultura y Educación de la Nobleza Homérica.

Este capítulo busca completar la explicación del mérito, talento, virtud,


valor) que no es más que el concepto central de la educación griega. Para ello
se sirve de dos de las grandes obras de Homero, el poeta griego, a saber la
Iliada y la Odisea. Se busca establecer cuál de las dos obras es más antigua; la
Odisea refleja un estudio muy posterior de la historia de la cultura. Hallar la
fijación del siglo a la que pertenecen es el problema; más allá, otra cuestión
más actual es saber si las dos deben agruparse como parte de un todo sin
responder la pregunta por su fecha de escritura, o separarlas y hacer ese
sacrificio cronológico.

Las obras distan por la “solemnidad” que maneja una y por la “frialdad” de la
otra; una la Odisea, otra la Iliada. El racionalismo ético y religioso que
predomina en la primera parece de carácter Jonio, lo que hace pensar que ésta
ya estaba desde Hesíodo. Sin embargo la Iliada, toda en su conjunto ofrece
una impresión de mayor antigüedad. Determina pues que la Iliada es el poema
más antiguo.

El más antiguo de los escritos da la primera pauta de lo que empieza a formar


parte de la cultura griega: predominio del estado de guerra, evocando las
grandes emigraciones de las estirpes griegas. Y en medio de ello surge el
espíritu heroico del areté que encarna el de todos los héroes; ante todo el
Noble es valiente, es el hombre de rango. La lucha y la victoria son su más alta
distinción y el contenido de sus vivencias; para eso vive el Noble, para la lucha;
sin embargo no olvidan que son “grandes señores con todas sus
preeminencias, pero también con todas sus imprescindibles debilidades”
(Jaeger, 2001, pág. 33).

La Odisea por su parte ofrece otra visión diferente, pues ésta rara vez
menciona ese espíritu de lucha presente en la Iliada. Aquí se habla del retorno
como sinónimo de paz, puesto que la guerra ha terminado. Mediante la fiesta
por el retorno de rey, se conoce el estado de la cultura aristocrática. Se
distingue por el realismo vital, la imagen de la nobleza; la imagen que brinda la
Iliada de la nobleza, es una imagen ideal de la fantasía fruto de los antiguos
cantos heroicos. La nobleza es una problema social y humano; “es una clase
cerrada, con fuerte conciencia de sus privilegios, de su dominio y de sus finas
costumbres y modos de vivir” (Jaeger, 2001, pág. 34); difiriendo de las
grandiosas pasiones de las imágenes sobre humanas y los trágicos destinos de
la Iliada.
Ese realismo vital no es más que la representación de una sociedad en la cual
las maneras y la conducta distinguidas son tenidas en la más alta estimación.
Las discusiones de los hombres se dan en un ambiente de irreprochable
educación. Nobles y vulgares conservan decoro en todas las situaciones; se
trata pues de la elevación de la cultura y las costumbres. Esa elevación de la
cultura y las costumbres viene dada por la tradición hereditaria de la relación
Padre e Hijo; eso no es más que educación, pero no cualquier educación; esta
debe ser distinguida, consciente de las costumbres de la época.

Respecto de lo anterior surge un juicio severo: esa educación solo es posible


para las clases privilegiadas, sugiriendo además que esta debe ser en la
temprana edad pues se pretende modelar, formar al hombre; si la educación es
considerada como la formación de la personalidad humana mediante el consejo
y la dirección espiritual sólo puede ser característica de la nobleza de todos los
tiempos y pueblos.

La más alta medida de todo valor, en la personalidad humana, de la cual se


encarga la educación, sigue siendo el ideal heredado de la destreza guerrera;
ese es el carácter propio del hombre Noble, pero qué decir de la mujer. A la
mujer lo propio es la hermosura, el objeto de la solicitud erótica del hombre, su
posición social como señora de la casa, como gobernante de la casa; es la
mujer quien determina las decisiones del esposo mediante su intercesión o su
consejo. El respeto por la mujer es amplio, se ve en ella la madre de una
generación ilustre. Es la mantenedora y custodia de las más altas costumbres y
tradiciones.

Los dos, hombre y mujer forman al hombre en el más alto nivel de la virtud
humana; son educados para saberse dirigir a los demás, para saber tomar
decisiones en momentos difíciles, buscando formar seres nobles, virtuoso
éticos pues en su educación encontrarán su destino.

El problema claro que se encuentra en esta cultura y educación es cuando no


se es capaz de educar a alguien que camina hacia la perdición, que no es
capaz de doblegar a alguien que actúa conforme a una “mala educación”, pero
también ve luz al ver que mediante ella se puede transformar al hombre, y la
transformación del hombre no es más que su concepción de llegar a ser
hombre. Un principio pedagógico fundamental será el ejemplo, esto se
convertirá en categoría fundamental de la vida y del pensamiento, bien se dice,
no hay nada más contagioso que el ejemplo.

2. La educación del estado de Esparta.


 La Polis como forma de cultura y sus tipos.
“La cultura griega alcanza por primera vez su forma clásica en la estructura
social de la vida de la polis” (Jeager, 2001, pág. 84). La polis es el centro
dominante a partir de la cual se organiza históricamente el periodo más
importante de la evolución griega. Sólo en la Polis es posible hallar aquello que
abraza todas las esferas de la vida espiritual y humana y determina de un
modo decisivo la forma de su construcción. Describir la ciudad griega equivale
a describir la vida de los griegos en su totalidad.
La polis se constituye en marco social para la historia de la cultura helénica. Es
importante ver cómo el espíritu de la polis griega halló su expresión, primero en
la poesía y, luego, en la prosa y determinó de un modo perdurable el carácter
de la nación.

Platón parte del estudio de los poetas y llega a determinar dos formas
fundamentales que parecen representar la totalidad de la cultura política de su
pueblo: el estado militar espartano y el estado jurídico (Jonia); y en el ideal de
cultura de Platón se funde, en una unidad más alta, con la idea fundamental, de
un estado de derecho.

 El ideal espartano del siglo IV y la tradición.


Esparta no tiene lugar independiente en la historia de la filosofía ni en la del
arte; sin embargo si en el ámbito de la educación. La característica creación de
Esparta es su estado, un estado que representa una fuerza pedagógica.

En la política de Aristóteles se verá la creencia de que la educación espartana


haya sido un adiestramiento para la guerra. Eso se ve claramente después de
la victoria de Esparta en las guerras del Peloponeso, que le daría a Esparta
hegemonía indiscutible en Grecia. Sin embargo esa preponderancia, una vez
perdida, dio como resultado que el ansia de dominio hiciera perder la disciplina
y la educación. El dinero, antes desconocido, entro en el país como propiciador
de la ruina a Esparta.

Después de esto las invasiones en Esparta continuaron y con ello se introdujo


el ideal de hombre espartano: hombre rubio, de alta estirpe a imagen del
hombre heroico de la Odisea, a Aquiles y en general al hombre heroico. De ahí
que se pueda afirmar que temas de la actualidad como la eugenesia proceden
de los espartanos.

Los espartanos formaban una pequeña clase dominante tardía entre la


población laconia. Su asamblea popular no era más que la antigua comunidad
guerrera. El eforato es la autoridad más poderosa del estado y reduce a un
mínimo el poder político de la realeza. Para ellos en cuanto mayor importancia
se concede a la educación y a la tradición oral, menor es la construcción
mecánica y externa de la ley sobre todos los pormenores de la vida.

Fue Esparta el modelo a seguir, para muchos, y apareció como respuesta al


problema de la educación posterior en tanto la superación del individualismo y
la formación de los hombres de acuerdo con normas obligatorias de la
comunidad; dado que la educación se extendía hasta los adultos y alguien no
era libre de hacer lo que quisiera, nadie pertenencia a sí mismo sino a la patria.
Por el contrario “Licurgo habituaba a los ciudadanos a no tener ni el deseo ni la
aptitud para llevar una vida particular. Los llevaba por el contrario, a
consagrase a la comunidad y a congregarse en torno a su señor, liberándolos
del culto al propio yo para que pertenecieran enteramente a la patria” (Jeager,
2001, pág. 89). Por esa razón no se comprendía muy bien el modelo de estado
que proponía Esparta, ya que el resto de Grecia se sumergía en el
individualismo total.

Los derechos de los ciudadanos espartanos se encontraron siempre vinculados


a su calidad de guerreros. La participación de todos los ciudadanos en la
educación militar hacía de estos una especie de casta aristocrática, todo
proveniente de la misma tradición (herencia) de la conformación de la
comunidad.

 Llamamiento de Tirteo a la Areté.


Desde el personaje de Tirteo se establece un perfil de la política y la educación
espartana. Las elegías de Tirteo se hallan impregnadas de un ethos
pedagógico de estilo grandioso. Las altas exigencias del patriotismo y voluntad
de sacrificio que propone a los ciudadanos se hallaban, sin duda, justificadas
por las circunstancias en que fueron formuladas: el grave peligro en que se
hallaba Esparta en las guerras mesenias.

En aquel grave momento no necesitaba sólo militares y políticos de la mayor


resolución. Tenía también necesidad de hallar una expresión adecuada para los
nuevos valores humanos que se revelaban en la guerra. Persiste también la
idea de una comunidad ciudadana que trasciende toda individualidad y para la
cual todos viven y mueren. El ideal homérico del areté (virtud) parece el mismo
de Tirteo: el amor a la patria conseguido por el heroísmo de sus héroes. Así
pues la muerte es bella cuando la sufre un héroe, en aras de un bien más alto.

Esto era su bien más alto, ya que los griegos no conocían la inmortalidad del
“alma”, con la muerte corporal muere el hombre. Sin embargo el hombre que
muere por la polis se inmortaliza, es decir inmortaliza su yo ideal, su nombre, el
héroe es la forma más alta de la humanidad. La polis es la suma de todas las
cosas humanas y divinas.

Tirteo impregnó para siempre a la ciudadanía espartana de la nueva idea de la


comunidad y del heroísmo que dio al estado espartano su sello histórico. La
más alta manifestación del espíritu del estado dórico, cuya finalidad se halla en
la educación pública de los ciudadanos, es decir, en la formación para la
destreza guerrera.

Conclusión.

El problema de la educación es un problema de orden inductivo; se procede de


lo minúsculo a lo mayúsculo, es decir de lo pequeño a lo grande para poder ser
abordado de forma objetiva. Ya se ve desde los espartanos, que la educación
debe orientar a un fin colectivo, pero a su vez debe formar al individuo.

Dentro del texto suena bastante cruel el hecho de que la educación era
simplemente para el hombre Noble, pues la educación no era más que para
éste, ya que sus condiciones garantizaban que le fuera fácil adquirirla; sin
embargo se habla sobre las discusiones entre el noble y el de menor clase,
siempre debían ser en el decoro; esto me hace pensar que con educación o sin
ella siempre se deben propiciar los encuentro amables entre todos los seres
humanos sin importar su clase social o política.

Bibliografía.

 Jaeger, W. (2001). Paideia: los ideales de la cultura griega. Fondo de


cultura económica.

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