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Tabla de Contenidos
Introducción
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Cuadernos FODEPAL Seguridad Alimentaria
INTRODUCCIÓN
Este trabajo, encomendado por FODEPAL, tiene por objetivo sistematizar lo esencial
de toda esa información, reflejando el "estado del conocimiento" en los distintos
aspectos de la seguridad alimentaria y su relación con las políticas económicas.
1. Conceptos y tendencias. Esta primera parte del trabajo formula los conceptos
básicos sobre la seguridad alimentaria y la vulnerabilidad de los modos de vida de los
hogares, trazando también el desarrollo histórico del concepto de seguridad
alimentaria desde sus orígenes. Asimismo, en esta primera parte se presenta la
evidencia estadística existente sobre la evolución de la seguridad alimentaria durante
las últimas décadas en el mundo, con especial énfasis en América Latina. Para ello se
revisan las cifras disponibles sobre producción y consumo de alimentos; sobre la
composición predominante de las dietas; sobre la pobreza y la distribución del ingreso
como factores básicos que restringen el acceso de los hogares a los alimentos; y
sobre la incidencia de la malnutrición en el mundo.
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En efecto uno de los principales desafíos en su preparación brota del carácter inter-
disciplinario de la seguridad alimentaria, en cuyo tratamiento intervienen
conocimientos provenientes de muy diferentes campos: medicina y nutrición, sistemas
de producción agrícola, análisis macroeconómico, y varios más. Es esperable que los
lectores de este trabajo difícilmente sean competentes en todos esos campos a la vez,
de modo que fue necesario insertar en cada tema ciertas explicaciones elementales
que son innecesarias para el especialista pero esenciales para los demás. Así, por
ejemplo, la explicación de los mecanismos de ajuste macroeconómico se ha
mantenido en un nivel de adecuada sencillez para que pueda ser aprovechado por los
lectores que no son economistas, del mismo modo que la explicación de los aspectos
biológicos y médicos de la nutrición, o ciertos aspectos técnicos de la estimación
estadística de la subalimentación o la desnutrición, han tenido que ser explicados con
un nivel de detalle que el especialista puede encontrar excesivo.
En cada caso, los especialistas pueden acabar insatisfechos por las simplificaciones
impuestas por la vastedad del tema y la necesidad de sintetizar, pero se espera que
de este modo los no-especialistas consigan, pese a todo, entender todos los temas
que no forman parte de su especialidad. Asimismo, los especialistas encontrarán, de
todos modos, un análisis resumido de las discusiones técnicas más recientes sobre
cada uno de los temas. También se ha procurado que las necesarias simplificaciones
en el tratamiento no se hagan a costa de la precisión y la actualización; como dice
Samuelson acerca de su libro introductoria sobre Economía, se ha procurado que lo
aprendido en este texto no tenga que ser desaprendido en un estudio más profundo
de cada tema. Para ello se ha tenido que traer a colación diversos aspectos que en
una explicación sencilla podrían estar ausentes, pero que son esenciales para una
comprensión cabal del estado de la cuestión. También se cita en cada caso, y se
suministra en detalle al final de la obra, una extensa bibliografía que permite al lector
interesado revisar el conocimiento acumulado y los distintos puntos de vista
existentes sobre cada tema.
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En los últimos años noventa y comienzos del nuevo siglo todo esto tiende a confluir en
un concepto más amplio de "seguridad y sostenibilidad del modo de vida". Según este
enfoque, la seguridad alimentaria es uno de los problemas u objetivos de los hogares
pobres, y constituye sólo un elemento en una amplia lista de factores que determinan
las decisiones de los hogares pobres para lograr subsistir, distribuir y minimizar los
riesgos, y asegurar la subsistencia en el corto y el largo plazo. Por ejemplo, algunos
estudios empíricos descubrieron que algunos hogares "optan" por pasar un poco de
hambre temporalmente a fin de preservar sus activos hogareños y asegurar su futuro,
en vez de optar por satisfacer sus necesidades alimentarias inmediatamente y
posponer las preocupaciones por el futuro. Esto condujo a definir mejor los modos de
vida y su sostenibilidad, tema que será examinado en el capítulo siguiente.
El siguiente cuadro resume los principales hitos de la evolución sufrida por el concepto
de seguridad alimentaria como tal, desde los años setenta.
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resultados. En el caso del régimen Nazi en Alemania se produjo en verdad una crisis
alimentaria y nutricional cuando esa política fue aplicada antes de la Segunda Guerra
Mundial (véase Baten y Wagner, 2002). También ha habido crisis similares en Corea
del Norte en años recientes, y en China durante la Revolución Cultural.
Asimismo el concepto surgió en un período en el cual las economías del mundo tanto
desarrollado como en desarrollo, bajo las reglas de Bretton Woods, practicaban el
comercio internacional con limitaciones y barreras, en un contexto macroeconómico
en el cual regía el control de cambios y donde el flujo internacional de capitales
privados también estaba fuertemente restringido. Si bien se promovía el comercio
internacional, las barreras persistían y se fueron levantando muy lentamente. Cuando
los acuerdos de Bretton Woods llegaron a su fin en 1973 los países desarrollados
todavía mantenían algunas barreras comerciales, aunque las habían desmantelado en
gran parte, y los países en desarrollo, especialmente los de América Latina, las
mantenían en general bastantes altas y en plena vigencia.
En ese contexto, sobre todo por las restricciones al flujo de capitales, un factor
limitante muy significativo era la escasez de divisas; en particular los países del
Tercer Mundo enfrentaban precios muy bajos para sus exportaciones primarias, y
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La política de autarquía alimentaria casi nunca fue aplicada en forma estricta. Salvo
en casos especiales es casi imposible aplicarla en forma absoluta. Podría tener sentido
en países amenazados por guerras y bloqueos, o en una situación de enormes
altibajos del mercado internacional, o donde persistiera un contexto macroeconómico
de economía cerrada o "insular"(1). El propio concepto de autosuficiencia sectorial deja
de tener sentido en una economía más abierta, donde las exportaciones de un sector
pueden servir para cubrir las importaciones de otro, y donde los flujos financieros
privados pueden cubrir los eventuales déficit del comercio exterior. Las condiciones de
la economía insular no son las que existen en la actualidad en América Latina, ni en el
mundo en general (la "globalización" se expresa centralmente en un proceso de
liberalización e integración de los flujos financieros internacionales), y por lo tanto los
conceptos de autarquía y autosuficiencia dejan de tener respaldo y validez en un
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Las economías "insulares" han sido definidas por Ronald McKinnon como aquellas economías que no están cerradas
al comercio exterior pero que tienen restringidos los mercados cambiarios y los flujos financieros privados entre el país
y el resto del mundo (McKinnon 1981, reproducido en McKinnon 1996, p. 291). Al mantener restringidos y controlados
el mercado cambiario y los flujos financieros internacionales privados, los acuerdos de Bretton Woods establecieron en
la posguerra y hasta 1973 un sistema de economías insulares. Si bien gradualmente se fue introduciendo, aun antes
de 1973, y sobre todo entre países industrializados, cierta relajación de dichas restricciones, las mismas continuaron
en vigor hasta la década del ochenta o aun hasta la del noventa en la mayor parte de los países en desarrollo.
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2. Un fuerte aumento del precio del petróleo aplicado por la OPEP en 1973, que
incrementó el costo de producción y transporte de productos agrícolas por su
impacto en el precio de los combustibles, los pesticidas y los fertilizantes.
3. Un cambio en la política comercial de los Estados Unidos, que desde 1945 hasta
los primeros años setenta había mantenido enormes stocks de alimentos en
manos del Estado para destinarlos a ayuda alimentaria en situaciones de
emergencia (por ejemplo despachando masivas cantidades de alimentos a la
India durante la sequía de 1965-66); a partir de los primeros años setenta
Estados Unidos redujo sus stocks, y priorizó las exportaciones comerciales y el
uso de los alimentos como una herramienta de su política exterior respecto a la
Unión Soviética.
En primer lugar, ocurrió el colapso en 1973 del régimen cambiario fijo establecido en
Bretton Woods, que condujo a la gradual adopción de un tipo de cambio único y
flotante y un régimen cambiario más liberalizado; esto ocurrió primero en los países
desarrollados pero fue gradualmente adoptado también en muchos países en
desarrollo. En segundo lugar, la gradual liberalización de los flujos financieros
internacionales, que permitió a los países en desarrollo (en particular a sus gobiernos
pero también a las empresas) obtener crédito en bancos privados internacionales,
incrementando notablemente la deuda externa pública y privada en los países en
desarrollo, sobre todo los de América Latina (la deuda en África siguió siendo
principalmente con organismos financieros internacionales como el Banco Mundial). En
tercer lugar, una gradual liberalización del comercio exterior, impulsado por las
sucesivas rondas de negociaciones celebradas bajo el Acuerdo General de Aranceles y
Comercio (GATT), la última de las cuales (la Ronda Uruguay) concluyó con el
establecimiento de la Organización Mundial de Comercio en los años noventa. Estos
cambios condujeron a relajar las restricciones derivadas de la escasez de divisas en
los países en desarrollo, y facilitaron las exportaciones e importaciones, de modo que
la autosuficiencia o autarquía alimentaria dejó de aparecer como una alternativa
conveniente o necesaria.
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En este mismo período, sobre todo luego de la crisis de la deuda externa desatada por
el default mexicano de 1982, se iniciaron procesos de ajuste estructural y reforma
económica en muchos países, particularmente en América Latina, los cuales
condujeron a una mayor liberalización comercial y financiera, así como a una mayor
preocupación por la pobreza y la satisfacción de necesidades básicas (entre ellas la
alimentación) de los grupos más vulnerables de la sociedad. El propio proceso de
ajuste estructural produjo efectos regresivos en la distribución del ingreso y un
aumento importante de la pobreza y la vulnerabilidad, lo cual acentuó el interés en el
tema. En 1989 un nuevo libro de Amartya Sen y Jean Drèze, Hunger and public
action, desarrolló aún más el concepto de vulnerabilidad, e introdujo una distinción
importante entre las políticas públicas destinadas a promover los derechos
(entitlement promotion), para ayudar a que la gente adquiera mayor capacidad para
acceder a la alimentación en el largo plazo, y otras políticas orientadas a proteger
los derechos (entitlement protection) cuyo objetivo es el de proveer una red de
seguridad para evitar el impacto de los variados "shocks" (por ejemplo crisis
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En este contexto la seguridad alimentaria fue cada vez más claramente enfocada
como una consecuencia de la falta de acceso, y no de la falta de oferta de alimentos,
sobre todo al comprobarse que las principales hambrunas de la década del noventa
(como la que ocurrió en Etiopía en 1992-93) estaban más relacionadas con la guerra y
el colapso del Estado que con el fracaso de las cosechas o la escasez física de
alimentos.
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La importante colección en tres volúmenes de trabajos sobre el problema alimentario, The political economy of
hunger (Drèze & Sen, 1991) presenta un panorama del estado de la cuestión a fines de la década del ochenta.
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Uno de los debates reveladores en este aspecto es el que se refiere a las prioridades
en materia de promoción de la producción. La mayor parte de los campesinos pobres
con inseguridad alimentaria viven y trabajan en zonas con bajo potencial agrícola, en
tierras marginales y con escasez de agua tanto pluvial como de riego. ¿Se debe
promover la producción agrícola de esas tierras, o más bien la producción de otras
áreas con mejor dotación de recursos naturales? ¿Se promueve mejor la seguridad
alimentaria de un país gastando dinero en proyectos de dudosa productividad en
áreas marginales, o invirtiéndolo en proyectos situados en las zonas de mayor
productividad?
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Pese a ello, esa definición de la Cumbre Mundial refleja los diferentes aspectos que
esos conceptos abarcan en la actualidad. La seguridad alimentaria se refiere no sólo a
los países sino también a los hogares y los individuos. El acceso es tanto o más
importante que la disponibilidad. La utilización apropiada y como resultado el buen
estado nutricional son elementos esenciales e indicadores últimos de éxito en materia
de seguridad alimentaria.
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En general, la falta de acceso físico a los alimentos tiene que ver con su insuficiente
disponibilidad u oferta en el país o la zona donde se los necesita, mientras que la
falta de acceso económico se refiere a una insuficiente demanda por falta de poder
adquisitivo. El acceso físico exige que los alimentos no sólo estén en el país, sino que
puedan llegar físicamente hasta el lugar donde se los necesita. Esto permite identificar
dos de los aspectos principales de la seguridad alimentaria: La disponibilidad de
alimentos y el acceso a los alimentos.
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En algunas ocasiones la expresión food safety (sanidad e inocuidad de los alimentos) ha sido traducida erróneamente
al castellano como "seguridad alimentaria" o "seguridad de los alimentos", creando una confusión con el concepto más
amplio de food security. Esta confusión es muy frecuente en algunos países como España o Chile donde la sanidad e
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requiere que los alimentos estén asegurados. La sanidad e inocuidad de los alimentos
exige que los alimentos sean seguros para la salud humana. Esta última es una
condición necesaria para que haya seguridad alimentaria, pero es sólo un aspecto. De
nada valdría para la seguridad alimentaria que los alimentos sean inocuos si éstos no
existen en cantidad suficiente o si la población no tiene acceso a ellos. Del mismo
modo, no habría seguridad alimentaria si todo el mundo tuviese acceso a los
alimentos pero dichos alimentos estuviesen en mal estado o no fuesen aptos para el
consumo humano.
inocuidad de los alimentos se suele denominar "seguridad alimentaria" o "seguridad de los alimentos". En portugués se
suele distinguir entre "segurança alimentar" (seguridad alimentaria) y "segurança dos alimentos" (sanidad e inocuidad
de los alimentos).
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Este respeto a las preferencias tiene, no obstante, sus límites. Algunos pueblos consu-
men insectos, o carne de perro, pero hasta ahora ningún programa de seguridad ali-
mentaria se ha basado en esas peculiares preferencias. El supuesto subyacente para
ello es que esas preferencias son el fruto de la carencia de mejores alimentos, y no el
resultado de una opción deliberada entre opciones igualmente factibles.
En realidad no sólo los niños pueden tener un deficiente estado nutricional, pero ordi-
nariamente se considera sobre todo el estado nutricional de los niños pues las
carencias de alimentación o de salud en esa edad tienen graves consecuencias de
largo plazo. Por otra parte, la existencia de niños con deficiencias nutricionales es un
indicio muy fuerte de que existen problemas alimentarios en la población como un
todo.
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Una vez que el ingreso es obtenido y los alimentos son adquiridos por el hogar,
todavía algunos miembros del hogar pueden acabar con problemas alimentarios o de
nutrición por dos clases de factores: distribución o uso inadecuados en el hogar.
Por una parte, algunos miembros del hogar pueden tener todavía falta de acceso a los
alimentos debido una distribución inapropiada de los alimentos en el seno del hogar
(por ejemplo, en algunos pueblos de África y Asia existe la costumbre de dar más
alimentos a los niños varones que a las niñas). Por otra parte, puede haber una
utilización inadecuada de los alimentos en el hogar; este concepto un poco vago de
utilización se refiere a varias clases de problemas: por una parte al desperdicio o
pérdida de alimentos en el hogar una vez adquiridos; en segundo lugar, a ciertas for-
mas de procesamiento o preparación de alimentos que destruyen algunos de los
nutrientes contenidos en los alimentos (por ejemplo algunas vitaminas son destruidas
cuando los alimentos son secados al sol), o bien finalmente la defectuosa utilización
biológica de los alimentos en el organismo de algunos miembros del hogar debido a
infecciones intestinales u otros problemas de salud.
Algunos grupos o países tienen alto riesgo y por lo tanto se consideran como grupos
o países vulnerables. Hay sociedades o clases sociales enteras en condiciones de
vulnerabilidad, como por ejemplo los países del Sahel en África, o los campesinos de
subsistencia en zonas agrícolas de baja productividad en muchas partes del mundo.
También a menudo se identifican categorías sociodemográficas específicas afectadas
por una mayor vulnerabilidad, como los niños, las madres que son jefas de hogar, los
hogares encabezados por ancianos que no gozan de beneficios de Seguridad Social, y
así sucesivamente.
Los riesgos enfrentados pueden ser de diferente tipo. Por una parte muy
frecuentemente se trata de riesgos climáticos (sequías, inundaciones); otras veces se
trata de riesgos económicos o socioeconómicos (el riesgo de quedar sin trabajo, o de
ser afectado por un proceso inflacionario). En ocasiones se trata de riesgos asociados
al conflicto social o militar, o a la inestabilidad política, como es el caso de las familias
que deben abandonar sus hogares escapando de la violencia o la represión.
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Los hogares pueden tener mayor o menor capacidad de respuesta ante esos riesgos,
ya sea para prevenir la ocurrencia de desarrollos adversos, o para reaccionar una
vez que ellos se hayan producido. Esa capacidad de respuesta preventiva o de
reacción se expresa en una amplia gama de mecanismos usados por los hogares,
desde la búsqueda de nuevas fuentes de ingresos (por ejemplo mediante la
migración), la liquidación de activos (por ejemplo ganado), la obtención de préstamos
informales, etc., o bien mediante la reducción de la ingesta de alimentos o la
degradación de la calidad de la dieta. Estos mecanismos para enfrentar factores
adversos (conocidos en inglés como coping mechanisms) tienen variados efectos de
corto y largo plazo sobre la salud, la alimentación y el propio modo de vida de los
hogares. La comprensión de este tema requiere una introducción más detallada del
concepto de modo de vida o modo de subsistencia.
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Algunas veces livelihood ha sido traducido como "medios de vida del hogar" o "medios de subsistencia", en lugar de
"modo de vida" o "modo de subsistencia". La seguridad del modo de vida (livelihood security) se ha traducido así en
algunas ocasiones como seguridad de los medios de vida del hogar. Estas expresiones son en general sinónimas y
pueden usarse indistintamente como traducciones de la palabra inglesa livelihood.
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Satisfacción de
Recursos Estrategias Actividades
necesidades
Formación de familia, re-
Sostenimiento de
producción, crianza de
sistemas de pro-
Físicos hijos Alimentación
ducción agrope-
Asignación de la fuerza de cuaria familiar
trabajo familiar
Acumulación y asignación
de activos físicos, Participación en el
Æ Vivienda, abrigo
Æ financieros y sociales mercado de Æ
Financieros y saneamiento
trabajo
Prestar y tomar créditos
Artesanía y pe-
Humanos Inversión en educación Seguridad
queño comercio
Migraciones
Migración y remesas estacionales o Educación
Sociales
permanentes
Otras Otras Otras
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Este marco de referencia considera como un modo de vida sostenible aquel que no
sólo satisface (al menos a un nivel mínimo aceptable) las necesidades básicas, sino
que está caracterizado por una baja vulnerabilidad y/o por una alta capacidad de
respuesta del hogar ante la presencia de adversidades. Esto le permite perdurar en
el tiempo, e incluso preparar el terreno para que la próxima generación también tenga
un modo de vida sostenible. Su capacidad de responder depende de la magnitud y
calidad de sus recursos, y de la flexibilidad y diversidad de sus estrategias. Asimismo
depende del nivel absoluto de su calidad de vida normal: si un modo de subsistencia
permite al hogar apenas satisfacer sus necesidades esenciales, cualquier evento
adverso podría ponerlo en una situación deficitaria insostenible; en cambio si el modo
normal de subsistencia del hogar le permite satisfacer con más comodidad u holgura
sus necesidades, las adversidades podrían rebajar su estándar de vida pero sin poner
en peligro la satisfacción de sus necesidades básicas.
En términos más generales, los procesos y eventos adversos pueden ser considerados
como factores negativos que reducen la capacidad del hogar para usar eficientemente
sus recursos. Estos factores negativos pueden tener muy diferente temporalidad.
Por ejemplo, algunos factores adversos son estacionales, como la escasez de
alimentos antes de la siguiente cosecha en los sistemas agrícolas de subsistencia;
otros factores tienen ciclos plurianuales, como las sequías o inundaciones asociadas
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La expresión "eventos adversos" equivale aquí al concepto de "shocks" para el cual no hay un equivalente castellano
preciso (la traducción literal "choques" no es muy correcta en este caso).
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"Resiliencia" es un neologismo que ha empezado a usarse en español como traducción del inglés "resilience" o
"resiliency" (del latín resilire o resalire = volver a la posición original, de donde el francés "resilir" y el italiano
"risalire"). En su aplicación física significa "capacidad de rebote" o "capacidad de recuperación", es decir, la capacidad
para subir después de haber bajado, o la capacidad que algo tiene de volver a la posición original cuando ha sido
sacado de ella por una fuerza externa. Se usa en inglés para indicar la capacidad de soportar y contrarrestar
adversidades, retornando tenazmente a la posición o condición normal a pesar de las dificultades sufridas. Posible
sinónimo: "capacidad de recuperación".
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al Fenómeno del Niño (ciclos cuya duración no es por lo general predecible con
exactitud); otras adversidades son aleatorias y totalmente impredecibles, como un
terremoto o un accidente fatal del jefe de familia; otras son procesos de largo plazo
como el envejecimiento de la gente o el empobrecimiento de las tierras, y pueden o
no ser predecibles, ya que esto depende del conocimiento que la gente tenga de los
procesos en cuestión (todos pueden predecir el propio envejecimiento, pero no todos
pueden darse cuenta que la tierra agrícola se está empobreciendo gradualmente, o
que el clima de la región se va tornando cada vez más árido). Algunos factores
golpean a todos por igual, otros afectan especialmente a hogares determinados, o
tienen un efecto diferencial que depende del tamaño del hogar, de su estándar de
vida, de su riqueza o de su nivel educativo. Algunos factores afectan a todos los
miembros del hogar, mientras otros golpean sobre todo a algunos miembros (niños,
mujeres, ancianos, mujeres o varones adultos).
Los riesgos que corren los hogares a menudo se clasifican en dos grupos: riesgos que
afectan al modo de subsistencia, y riesgos que afectan la vida y la salud de las perso-
nas. Los factores adversos afectan a los dos tanto en forma directa como indirecta,
como lo muestra el Cuadro 2.
Riesgos para
Procesos y el modo de
eventos subsistencia Riesgos para
adversos la vida y la
salud
Hay procesos y eventos que de por sí ponen en riesgo la vida y la salud, como por
ejemplo una breve epidemia de cólera, sin necesariamente afectar el modo de subsis-
tencia de la población. Pero algunos eventos sí lo afectan, complicando su efecto
directo con un efecto indirecto a través del deterioro del modo de subsistencia. Por
ejemplo, la enorme y prolongada epidemia de SIDA en África, que amenaza volverse
endémica, no sólo implica el obvio peligro de enfermarse y morir, sino que además
deja muchos hogares sin padre o sin madre, afectando así la supervivencia de los
hijos al faltarles su principal fuente de subsistencia, obligando a muchas familias a
emigrar, y modificando profundamente la forma en que subsisten y se ganan la vida.
Una crisis económica o una devaluación de la moneda, de por sí, no ponen en riesgo
la vida o la salud, pero pueden afectar el modo de subsistencia al reducir los ingresos
reales de los hogares, y así, indirectamente, incrementar el riesgo para la vida y la
salud.
Los distintos recursos en que se basa un modo de vida sufren diferentes tipos de
riesgo. En el esquema del Cuadro 3 (basado en Frankenberger, Drinkwater & Maxwell,
2001) se identifican las principales clases y fuentes de riesgos para cada tipo de
recurso.
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Algunos de estos riesgos son de tipo "macro": cuando ellos ocurren afectan a todos
los hogares involucrados, como por ejemplo un impacto de políticas económicas sobre
el salario real o los precios. En otros casos, el riesgo sólo se efectiviza para algunos
hogares y no para otros; por ejemplo, ciertos hogares campesinos pueden perder sus
tierras mientras otros las conservan. Para una presentación sintética de los riesgos en
relación a la alimentación y las hambrunas véase FIFC (2002).
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La elección de uno u otro mecanismo de emergencia por parte de una familia depende
de las prioridades de esa familia. Por ejemplo, ciertas familias podrían sacrificar su
bienestar presente para asegurar la continuidad de su modo de vida en el futuro;
otras en cambio podrían aceptar un mayor riesgo de discontinuidad futura con tal de
asegurar la subsistencia inmediata. El mayor o menor valor atribuido al futuro frente
al presente depende, por lo general, de la gravedad de la situación y del nivel inicial
de bienestar de la familia. Cuando el sacrificio inmediato requerido es excesivamente
grande, o el punto de partida es un estándar de vida muy bajo, la reducción del
bienestar presente no es una opción realista. En cambio cuando la familia tiene un
margen de reducción posible en su bienestar inmediato puede dar mayor prioridad a
la preservación de su modo de vida en el largo plazo.
Así como las prioridades familiares determinan la opción entre el presente y el futuro,
entre el corto y el largo plazo, también determinan opciones entre diferentes
necesidades que se deben satisfacer. Algunos hogares deciden sacrificar la educación
de sus hijos para que éstos puedan contribuir al sostenimiento del hogar, mientras
otros hogares sacrifican el bienestar presente a fin de asegurar la educación de los
niños.
El principal tipo de mecanismo de emergencia es, por supuesto, la reducción del es-
tándar de vida. En una situación de adversidad los hogares postergan consumos,
dejan sin reparar los desperfectos de su vivienda, disminuyen la cantidad o calidad de
los alimentos que consumen, no renuevan su vestimenta con la frecuencia habitual, y
así sucesivamente. Desde el punto de vista nutricional es posible que la reducción de
la ingesta de alimentos haga que algunas personas adelgacen hasta el punto de
situarse en el límite (o por debajo del límite) de peso aceptable para su edad o su
estatura. Cuando el estándar de vida previo estaba situado por encima del nivel
mínimo compatible con la salud, una reducción podría no tener efectos significativos
en el largo plazo, pero cuando el estándar de vida habitual estaba situado apenas al
nivel de la subsistencia mínima cualquier reducción de ese tipo causa en seguida
problemas nutricionales o de salud.
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Por otro lado, las familias pueden cambiar su participación en otros mercados, aparte
del mercado de insumos y productos. Por ejemplo, la familia podría incrementar su
participación en el mercado de trabajo estacional, como respuesta a una caída de sus
ingresos habituales provenientes de la finca familiar o de otras fuentes. También
puede incrementar o disminuir su participación en el mercado financiero, sobre todo
en el mercado financiero informal al cual acceden los pobres, pidiendo préstamos a
parientes, amigos, comerciantes o prestamistas a fin de cubrir un período de bajos
ingresos.
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Cuadernos FODEPAL Seguridad Alimentaria
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El ganado fue históricamente la primera forma de capital acumulado por las familias, y lo sigue siendo en muchas
economías campesinas de subsistencia. De hecho la palabra "capital" originalmente se refería a las cabezas (cápita) de
ganado que una familia poseía; la palabra inglesa "cattle" (ganado vacuno) es una deformación de ese uso primitivo
de la palabra "capital".
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Cuadernos FODEPAL Seguridad Alimentaria
Estos mecanismos de emergencia son vistos por las familias como medidas penosas
pero necesarias en tiempos de dificultades, y guardan entre sí un cierto orden de
"severidad". Algunos de ellos son adoptados sin mayores dificultades, como por
ejemplo la venta de algunos animales o la búsqueda de un empleo asalariado
temporal. Otros mecanismos son vistos como más penosos, y sólo se adoptan en
casos de extrema emergencia, como ocurre por ejemplo con la decisión de emigrar a
otro país. Sin embargo, este orden jerárquico de los mecanismos de emergencia,
desde los más "fácilmente aceptables" hasta los que sólo se usan como último
recurso, varía mucho de una población a otra. Frecuentemente las evaluaciones de la
vulnerabilidad tienen como uno de sus objetivos el de averiguar cuáles son los
mecanismos de emergencia usados por la población, y cuál es su ordenamiento por
grado de "aceptabilidad" o "severidad".
En una determina zona de economía alimentaria, sin embargo, puede haber más de
un modo de subsistencia, e incluso más de una economía alimentaria de los hogares,
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Cuadernos FODEPAL Seguridad Alimentaria
Hace doscientos años, cuando el mundo tenía una pequeña fracción de la población
que tiene actualmente, el reverendo Thomas Malthus publicó sus temores de que la
producción de alimentos se quedaría atrás respecto al crecimiento de la población.
Desde entonces, sin embargo, y pese a un explosivo crecimiento de la población
mundial, la producción de alimentos ha crecido aún más rápidamente. Una fracción
cada vez más pequeña de la población se dedica directamente a la producción
agrícola, y la productividad por hectárea y por persona ocupada en la agricultura se
ha multiplicado enormemente. El resultado es que la producción per capita ha seguido
aumentando en el mundo. Esta tendencia se ha mantenido en las últimas décadas,
como lo muestra el índice de la FAO de la producción agropecuaria mundial (Figura 1
Figura 1)(8). Nótese, sin embargo, que la producción per cápita mundial estuvo
estancada durante la década del ochenta y hasta comienzos de los noventa.
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Las figuras y cuadros sobre producción y consumo de alimentos han sido preparados con datos extraídos de
FAOSTAT, el sistema de bases estadísticas de la FAO (http://faostat.fao.org/). Los índices de producción total y de
producción per capita tienen base 100 para el período 1989-1991, y son índices de cantidades valoradas a precios
constantes, basados en los precios internacionales promedio del mismo período. Debido al uso de precios
internacionales, las ponderaciones implícitas en los índices no reflejan necesariamente el peso de cada producto según
los precios internos de cada país.
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Cuadernos FODEPAL Seguridad Alimentaria
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100
80
60
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1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010
El aumento no ha sido igual en todo el mundo. Los países industrializados y los países
en desarrollo, lo mismo que los países en transición (ex bloque socialista) crecieron en
forma más o menos pareja hasta 1990, pero desde entonces tienen un
comportamiento fuertemente divergente (Figura 2).
Figura 2. Índice de producción agrícola per capita por grupos de países (1989-
91=100)
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Cuadernos FODEPAL Seguridad Alimentaria
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Países en desarrollo
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110 Mundo
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Países industrializados
90
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Países en transición
70
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1960 1970 1980 1990 2000 2010 2020
En particular, la producción per capita en el África al sur del Sahara tuvo una
tendencia descedente desde 1970 hasta 1990, y se mantiene estancada desde
entonces. En América Latina el crecimiento es mucho más lento pero positivo, con un
importante período de estancamiento durante la década del 80, la llamada "década
perdida". La producción retomó fuerza después de iniciado el proceso de apertura y
reformas estructurales a partir de 1990, con un aumento global de 20% en la
producción agropecuaria per capita para toda la región de América Latina y el Caribe,
entre 1990 y 2003, apenas inferior al promedio de todos los países en desarrollo.
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Cuadernos FODEPAL Seguridad Alimentaria
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140
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100
80
60
40
1955 1960 1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005 2010
En las distintas áreas del mundo subdesarrollado la evolución del consumo de energía
no ha sido pareja. Nuevamente la mejora está concentrada en China. África y América
Latina, cada una en su nivel, han tenido leve tendencia positiva en los años noventa y
comienzos del siglo XXI.
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La disponibilidad alimentaria o consumo aparente de alimentos equivale a la producción, más las importaciones
netas, menos las pérdidas post cosecha y los usos no alimentarios (productos usados para semilla, forraje, o industrias
no alimentarias), considerando también la variación de existencias.
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3500
3000
2500
2000
1500
1955 1960 1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005
Africa Sur del Sahara Países desarrollados
Países en desarrollo A.Latina y Caribe
China
Nótese que a pesar de su producción declinante (véase la figura anterior) África con-
sigue un leve aumento en el consumo per capita de calorías. Es evidente que ello se
ha logrado merced a una creciente importación de alimentos en esa región del mundo.
En una época de amplia y creciente apertura económica, con una fuerte expansión del
comercio mundial, los intercambios entre los países explican una porción creciente del
consumo mundial, y no sólo de alimentos. La misma China, pese a su enorme creci-
miento en producción, ha incrementado también notablemente sus importaciones de
alimentos, y se espera que lo siga haciendo en los años próximos. Nótese que la
China ha aumentado el consumo promedio desde unas 1650 calorías diarias hasta
cerca de 3000 en el curso de cuarenta años. El bajísimo nivel de 1961 era, sin
embargo, un efecto temporal de las políticas económicas de la época: irónicamente,
un resultado del "Gran Salto Adelante" implementado en esos años, y la ruptura con
la Unión Soviética en 1960. Tomando como base un consumo de aproximadamente
2000 calorías entre 1965 y 1976, en los siguientes 25 años (1976-2001), que
coinciden con su apertura económica al mundo capitalista, China aumentó su consumo
en 1500 calorías diarias per capita, es decir unas 75 calorías diarias adicionales por
año. Actualmente su nivel de consumo promedio se sitúa muy cerca del promedio de
los países desarrollados. En América Latina el promedio hacia 1960 era apenas
superior a las necesidades, es decir unas 2300 calorías, mientras a comienzos del
nuevo siglo se sitúa cerca de 2700, con un crecimiento suave sin grandes altibajos
(aunque hubo una cierta desaceleración luego de 1980 en coincidencia con la primera
crisis de la deuda externa en 1982 y el inicio de la "década perdida".
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3500
3000
2500
2000
1500
1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010
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suministra los datos en que se basan los gráficos de las subregiones de América
Latina, tomados del sistema FAOSTAT (http://www.fao.org/faostat).
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Los países industrializados así como los países en desarrollo han aumentando
gradualmente su consumo de calorías de origen vegetal en las últimas décadas
(Figura 6 y Cuadro 5), entre unas 1800-2100 al inicio y unas 2300-2500 calorías
diarias por persona en los últimos años considerados10. La diferencia entre ellos ha
disminuido gradualmente, de unas 300 calorías al inicio a sólo unas 100 al final de las
cuatro décadas consideradas. Los países del bloque socialista, que tenían un consumo
de calorías vegetales muy superior al resto, sufrieron en este aspecto una caída
moderada (del orden de un 10%) después de la caída del Muro de Berlín, bajando de
unas 2.500 a unas 2.250 calorías vegetales por persona y por día. A comienzos del
siglo XXI las países en desarrollo, los países en transición y el promedio mundial
prácticamente están en un nivel similar de consumo per capita de calorías de origen
vegetal., en torno a 2.300 calorías diarias. Los países desarrollados están apenas un
poco por encima, entre 2.450 y 2.500 calorías.
10
Las cifras y gráficos utilizados para indicar estas tendencias se refieren a promedios trienales correspondientes a los
períodos 1967-69, 1977-79, 1987-89 y 1997-99.
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2700
2500
En transición
2300
2100
Industrializados
1900 Mundo
En desarrollo
1700
1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010
1,000
800 Industrializados
En transición
600
400
Mundo
200
En desarrollo
0
1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010
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Figura 8. América Latina y Caribe: Calorías diarias por persona, de origen animal y
vegetal
3000
2000
Origen vegetal
1500
1961 1971 1981 1991 2001
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energía de origen vegetal, seguidas por Brasil. El Cono Sur se ubica inmediatamente
debajo de la media, y más abajo la Comunidad Andina y los países del Caribe.
3000
2500
2000
1500
1955 1960 1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005
En cuanto a la energía de origen animal las diferencias (y el orden entre las áreas)
son completamente distintas (Figura 10). Entre 1961 y 1980 aproximadamente sólo el
Cono Sur se distinguía claramente del resto, con un consumo per capita del orden de
800 calorías diarias de origen animal, mientras todas las otras áreas estaban cerca de
la media regional entre 400 y 500 calorías. En el caso del Cono Sur hay fuertes
oscilaciones interanuales en este rubro básicamente originados en los ciclos de
producción ganadera de la Argentina y el Uruguay (vinculados a los menores precios
relativos de las carnes respecto a los granos, y la creciente dificultad para colocar
carnes de la subregión en los mercados internacionales debido al aumento de la
protección comercial, sobre todo en Europa). En los años ochenta y noventa el
consumo de calorías de origen animal en el Cono Sur se estabiliza en las 800 calorías
diarias por persona.
Figura 10. Calorías diarias de origen animal por persona según subregiones en A.
Latina
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1000
Cono Sur
800
México
600
C.Andina
400 A.Central
Brasil Caribe
200
0
1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010
42
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180
150
Otros
Kg/hab/añ 120
Trigo
90
60 Maíz
30
Arroz
0
1961 1971 1981 1991 2001
160
140
Otros
120
100
Kg/hab/año
80
Trigo
60
40
20 Maíz
0 Arroz
1961 1971 1981 1991 2001
11
La categoría "países desarrollados" incluye los países industrializados y los países en transición".
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180
160
140
Otros
120
Kg/hab/añ
100 Trigo
80
Maíz
60
40
Arroz
20
0
1961 1971 1981 1991 2001
En América Latina el consumo total de cereales aumentó de unos 110 a unos 126 Kg.
anuales per capita (es decir de 302 a 347 gramos diarios por habitante), como
muestran la Figura 14 y el cuadro 7).
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140
Otros
120
100
Trigo
80
60
Maíz
40
20
Arroz
0
1961 1971 1981 1991 2001
Las proporciones entre los cereales en general se mantienen. Hay una leve tendencia
a una menor participación porcentual del maíz, de aproximadamente 39% a alrededor
de 37%, mientras crece levemente la participación del arroz y el trigo. Estos tres
cereales representan la casi totalidad del consumo total de cereales. El consumo de
cebada (sin incluir la cerveza) y de otros cereales menores (avena, centeno, mijo,
sorgo) así como el de quinua y otros granos andinos, no llega a ser significativo, aun
considerados en conjunto: su participación total permanece alrededor de 2% con
leves oscilaciones (Figura 15).
80% Trigo
60%
40% Maíz
20%
Arroz
0%
1961 1971 1981 1991 2001
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