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Introducción, 9
PRIMERA PARTE
La teoría social y feminista del cuerpo
TERCERA PARTE
Introducción
Itinerarios corporales y procesos de autotransformación
L El título original del proyecto fue «La Construction des sexualités en Europe du
Sud» (1993-1996), y en el mismo participamos representantes de Grecia (dos perso-
nas), Francia (tres personas), Portugal (dos personas) y Euskal Herria-Estado Español
(dos personas, una de ellas yo misma). Este proyecto fue coordinado por Marie-Eli-
sabeth Handman (Laboratoire d' Anthropologie Sociale-RH.E.S.S. de París) y aseso-
rado por Teresa del Valle (UPV-EHU). Se recibieron subvenciones del Ministere de la
Recherche y laA.N.R.S.~Agence Nationale de Recherches sur le Sida, de Francia, y
el Programa de Cooperación Franco-Española del Estado español.
lQ ~- Antropología
del
cuerpo Introducción 11
distintos artículos, entre los que se pueden destacar dos: «El cuidado ría social actual del cuerpo:. pasar.de considerar el cuerpo como un
de la imagen en los procesos vitales. Creatividad y miedo aldescon- 'objeto a considerarlo como un ~lii!ili))a 'i(i~~tificaryoes y cuerpos, a
trol» (Esteban, 199711998), alrededor de la temática de las dietas, re- le-~-y·e-scribirtambién de otra r~i'añéra las trayectorias vitales, sin de-
gulación del peso y cuidado estético general, y el titulado «Promo- jar a un lado su ~~r,~.:~~~-9-~~-.P.i2~§~~'ir12~-cii~iP".2~-d~sde fuera, y
ción social y exhibición del cuerpo» (Esteban, 2000), orientado al asumiendo, por tanto, las consecuencias que de ello se derivan. Un
análisis de la exhibición y usos del cuerpo dentro del ámbito del mo desplazamiento que es mu~ho~ás-sen'Ciffo-<leproCTa'ínarenfa teoría:\' <¡)!Y\ »r:
delaje de pasarela y publicidad. que en la práctica, por lo que será necesario todavía ensayar diferenj..::====
Hace tres años, y por diferentes razones a las que me referiré en tes alternativas metodológicas. En ese sentido, mi propuesta de los
la primera parte del libro, introduje algunas variaciones en la pers- itinerarios corporales es una contribución más a este proceso de cam-
pectiva utilizada a la hora de analizar las entrevistas y los contenidos bio teórico y metodológico.
de las observaciones realizadas, lo que desembocó por fin en la pro- Este desplazamiento facilita además, desde mi punto de vista, ,;
¡
l\flf. puesta metodológica g_ue es la base de este libro: la des~;i.PcióñY seguir poniendo en Ct1eStÍÓn la idea de lo mass..!ill.no Y lo femeni¡io (
? \,03/ análisis de lo.que he denominado los itin:~arios corporales de algu-
\'-\ t» ·l 11 !!_ª"sjo_~~~r~v1st~das/os.Esto me ha permitido ab_?!~~i::.Ae o~ra -~~~-
como categorí.as est~]es, fijas1 sin f~•:!.rn.§d.'permite.. mo.strar que la)
identidad de género es siempre una identidad corporal, qu~nos iden-~
~r.e.("'Vn~xpenencia corporal y .~ocj_al~ tomando a estas personas como tif~~~gs,=:!?:,E~!~5:1ª~~-~!__g;~~~!.?. ~~~!~~J'_<!,.P.@;L!iLillumadet~millªda )
, ~~~!!~~~g_e....~IJ-~~yj_q~ y__~.9_ .exclusivamente como víctimas de un corporeidad,desde una vivencia y ~~~-E~!S.t'.'.PXión.4~.t~r..QÜPJldfüi~ ..no- \
~d ,,,·.'.'."2-_det~mii:.~"'~o si~tema de gén~~~-~~~-~?~~~~~~óni- so_~_?~~~~!,Ui_c)_~~~s-~_?_iíii~~i~$::siifrnªl~;. una ~-~~P.<?E~iQ.~1. 9.~~..x-~_gge- \
~l'!- en Occidente qüeliaCeOel cuerpo un terreno privilegiado para la más absolutamente dinámica. Por tanto, las prácticas de género son ,
subor-~ili~CconsT<lerar"ilfas-persoñas··éñprimera"fñs'iancia consideradas, en la l~dfferentesautoras/es a los que me referi-1>, ' l
como agentes y no como víctimas no significa que se piense que sus ré en la primera parte del libro, corno pr~~~~-~~~Jf~i_(?5!.~d-~tnso1iªl~~'(_,;, {~~
itinerarios se conforman de una manera lineal, plana, en oposición motrices, emocionales, etc. Y los debates, los desafíos y las luchas fe- 9,eei<:.--,:_o
sin más a una orientación victimizadora clásica. Muy al contrario, se miÜ1ii.~i;~C.S}_ilio'desáfíos y contiendas encarnadas: y no entenderlo así rJ
tienen en cuenta las exigencias y sufrimientos a los que son someti:" tiene que ver s"ó10y exclus-ivameniecoñnuestras propias limitaciones
~~ªll.~!!!~nte
...__,.,......,,_,_
los sujetos por ser parte de una cultura que es in-
teriorizada y asumida, de una sociedad que pr~~-;;ca~iesiguaI<lades
~.__...,,..-.•-•--• •...,,,.......,..., ·- --·.. ,o-.•--Y••••·--•-.
las d~~i_g_!!,~!Q.~Q.~tL-º.~.$~!.!~fO,que es el ámbfto p~Íncipal al que me e~ y será siempre cor.l?sira!z_~~-º-~~Xá. El hecho de haber seleccionado. '
voy ~ referir en este trabajo. Per?; en .la ~erspect~~; ~U~~e pJ:Q~ne, el ámbito del género, más en concreto, las transformaciones en las
se}tlende de una manera especial; siguiendo a~, a identidades y prácticas de género, no quiere decir que no sea posible
las'resistencias' que esa misma X!!._CulturacióncorQoral comQ.Q.~ª-.la el análisis de los itinerarios corporales con otros objetivos y otras te-
~ontestación y las transformaciones que los individuos ponen en m~i~~s,sino que se propone}9.-.q_Ll~--~~P!.2P.~h~i?-~ri_gg~if.i~~:¿~_l1E-ª
m~~~~:.~:~_!li.~!~~~~--~-~~~5:1.1.~.:.i_entemente, t~~te-a~"üCÜitura:SupoU'e, teoría social más general.
por tanto, no ocultar siiíó mosttar-·y...contextualfzarT~¡;--¿ofüra<liccio- --ETlibro-está--éHvid.l'<loen tres partes. La primera está dedicada a
nes y conflictos y, en deumtiva, la complejidad de las diferentes ex- la revisión de la teoría social y feminista del cuerpo, hace un repaso
perléñcfas:··············~ .... ···":'~: _ -r:· -·--·- .. ·--,..----.---- ..-- .. ___,_
rápido de algunas aportaciones actuales, selecciona para. ello las qµe
~----TÓ~~~-á las 12ers?nascoi:i~o_nllevát~mtüétum-1!1Q.Yi- me parecen más significativas, y muestra además sus conexiones con
m2-ento; -~~-~~P.!.~-~~Er.~~~~~~g ~P~§j_(?._i:g2_l§gl~2 ..Y.~}!!PfÜf.9 ~.ll. yJ,qg~_,_Q.9..I distintas corrientes sociológ¡casyantropOlÓgícasdelsiglo x~n la
otra parte, es.tá_~!!1P1..i.~.~-~~-p~r.~~ ~~!.. T~.Y..~~~~~~~ ~~~il'l~~~·~·. Y...c:l~J~J~o- seg~~<la-pa;te-se.-dibuja.uñ-panorañi.a-geñerardeT tratamiento. y usos •
12 Antropología del cuerpo Introducción _;__;__.;..e_:_
d~ cuerpo en la sociedad occidenral.teníendc en cnenta las relaciones riencia como mujer u hombre, junto con otros factores que iremos
~~:Mnei:p. Los contenidos e ideas incluidos en la misma surgen del analizando, están produciendo modificaciones significativas errfas -
trabajo llevado a cabo en la primera fase de mi investigación en torno prácticas e identidades de género.
al cuerpo y la imagen corporal, incluyéndose también algunos frag- ¿Por qué establezco esta diferencia entre los itinerarios del.pri-
mentos de los testimonios de las personas entrevistadas. La tercera y mero y segundo capítulos? Sobre todo para mostrar que la transforma-
última parte es el núcleo central del libro, en la que me adentro ya en ción de las prácticas e identidades crece y tiene un efecto público
la descripción de los itinerarios corporales de doce personas, diez mu- mayor en la medida en que la interrogación, la discusión sobre una
jeres y dos hombres, seleccionados intencionadamente de entre todas misma (lo escribo en femenino porque las informantes seleccionadas
las entrevistas que había llevado a cabo unos años antes. Estos itine- para ello son mujeres) se alimenta de la reflexión y la crítica feminis-
rarios, que he distribuido en dos grandes capítulos, quedarán caracte- ta. Es decir, en mi opinión, se necesita como condición el convenci-
rizados como itinerarios de auto transformación .. miento sobre la igualdad de oportunidades y derechos, así como una
Este último aspecto, el de la autotransformación, cuando tiene visión crítica de los ideales corporales y de belleza occidentales.
que ver directa y explícitamente con la transformación social, queda La metodología a la hora de trabajar los itinerarios ha sido va-
desarrollado sobre todo en el segundo de los capítulos, el titulado «De riada aunque, en general, he optado por entretejer el relato de la per-
sa~íos corporales: transformaciones individuales y colectivas». Ei;'"e1 sona y mis propios comentarios, combinándolo en ocasiones con la
m1smo se analizañ-dTier~!]:_i~~i-~-~pei{eildas<le~uj~~~~--~-Cuya trayec- bibliografía relacionada con los distintos aspectos tratados. Sólo dos
t~T.9.:~.:.-~P~~~e aparecer ~~~tradicciones-yco-nflictosres=- de los casos se han presentado en primera persona -Elena y Sara-
p_ect{)_~J.!l_.imªg~n y el cuerpo, se aprecian mocHfícaC!ones~significa- y constituyen dos ~autob}ogra~ cor¡:iorales», cuestión a la que me
tiyJ1,§J:_i!l_~Al1~g rupturas de las identidades y prácticas de gé~~r~:_q_l!e referiré en la primera parte del libro. Todos los itinerarios se han ido
tien.l'._!!._U,~ª- repercusíón.sígnifícaüva en lo público. Esto último está agrupando de dQS eQ,QQ§, y se han elaborado poniendo el énfasis en
directamente relacionado con la profesión de las-protagonistas, que un aspecto, que corresponde al título del subapartado en cuestión. Pa-
actúa o puede actuar de contexto multiplicador de los cambios. En el ralelamente, en cada caso, se han trabajado otras cuestiones que tienen
primero de los capítulos, que he titulado «Trabajo corporal y cambios que ver siempre directa o indirectamente con las modificaciones en las
en la identidad de género», no aparece, o no de forma tan significati- subjetividades respecto al género. En todo caso, y al margen de que el
va ni en todos los casos, esa proyección pública de los cambios indi- objetivo final sea obtener unas conclusiones generales, mi intención
viduales. El objetivo de este primer-capítulo es mostrar la experiencia es mostrar tanto la singularidad como la complejidad de cada itineqi-
de mujeres y hombres en profesiones o actividades que implican un rio, configurándolos_~-~~~~~~~J.!inerarios~~ierto_~R_<?.~~s,
( trabajo corporal (Wacquant, 1995) específico, es decir, un ejercicio confrádicforios~eTñacab ados.
físico intenso y un remodelamiento y/o mantenimiento de una de- Este textoseii.agestado
muy lentamente, por lo que se ha podi-
terminada forma corporal, como son el modelaje, algunos deportes do nutrir de aportaciones múltiples que no quiero dejar de explicitar
(como la halterofilia) o la danza. En algunos casos, como en el mo- y agradecer. En primer lugar, quiero dar las gracias a Marie-Elisa-
delaje, son contextos donde predominan ideas y autodefiniciones es- beth Handman, antropóloga del Laboratoire d' Anthropologie (EHESS)
tereotipadas pero también contradictorias acerca del ser mujer; otras de París, por ofrecerme la oportunidad de participar en el proyecto
veces 'se encuentran conceptualizaciones «alternativas», «atípicas» europeo sobre sexualidades antes citado que me permitió ubicarme en
respecto a la identidad de género, como en algunos deportes practica- este campo de investigación. También a Teresa del Valle, que ante-
dos por mujeres o la danza en los hombres. La combinación de una riormente había dirigido mi tesis doctoral y que ha sido una referencia
actividad física determinada e intensa, junto con la alternatividad, clave en todo el proceso. Absolutamente fundamentales en la elabo-
contradicción o, por lo menos, reflexión acerca de la propia expe- ración de distintas partes del libro han sido las sugerencias y críticas
14 Antropología del cuerpo Introducción --------------~15
respecto, en su libro Símbolos naturales (1988) Douglas señala que poreizadq, Finalmente, B2,UL.~(1988, 1997) tiene el mérito de, en-
Mauss es el primero que intenta una teoría socio-antropológica del tre --·--
otras cosas, haber roto definitivamente con uña-tradición socioló-
·····,····~·· . -------- .............. .... --..,.- ...... ---·-----
cuerpo de tipo general, el primero que construye una hipótesis gica que, salvo honrosas excepciones, había dejado la corporeidad ~n
«con arreglo a la cual puedan explicarse las variantes culturales» un lugarexterno al actor social, sin tener en cu~!11ª-1ª0mtili~-ªciO_Qes
(1988, p. 90). Posteriormente, otros autores, como la misma Dou- e1
defmfa!i"1()~ii-Tª~v¡{igjoCfaC·s·us trabajos-so·b~e gusto, el ha!?_yus y_
glas, han pretendido hacer también teorías de alcance general; esta las. reÍaciones entre cuerpo y clase son también réferencfa-;bHgada
autora es, además, una de las máximas representantes del estudio para ~i.íilíqu!erp.erso·naqÜe.se-iñici~-~n este campo. En esta tradición
del cuerpo en tanto que en cuanto que cuerpo social.' En una parte general hay que incluir también las aportaciones desde otras disci-
importante de su obra, D~~~ analiza la respuesta humana al de- plinas o corrientes científicas, como el psicoanálisis o la feno~-
sorden, al riesgo, a la incertidumbre y a la contradicción, siempre nología,,'._Esta última, donde destaca el trabajo de Maurice Merleau-
'desde la idea de que el cuerpo humano es el principal sistema de Po~y.(~000), aborda desde una perspectiva filosófica la experiencia
i clasificación y metáfora del sistema social en muy distintas reali- encarnada, el cuerpo vivído, defendiendo la idea de que el mundo es
1,dades culturales (en Turner, íbid.).4 En este sentido, es crucial su percibido a través de una determinada posición de nuestros cuerpos
)interpretación de cómo los miedos culturales frente a los fluidos en el tiempo y en el espacio, por tanto es ésta la condición misma de
'(sangre, mucosidades ... ) están relacionados con la capacidad cor- la existencia.
poral para representar simbólicamente los miedos de una determi- Las diferentes perspectivas incluidas en la teoría social actual
nada comunidad (en Niebylski, 2000).
--
del cuerpo se apoyan, releen o trascienden todas estas y otras aporta-
Foucault (1987, 1992), por su parte, es un autor ineludible en ciones anteriores; destacan, por ejemplo, intentos, como los de Tho-
este breve.repaso de las teorías pioneras respecto al cuerpo, y uno de mas Csordas (1994), de combinar la perspectiva fenomenológica)". el
-----.
los mayores responsables del desarrollo que ha ido teniendo el estu- estudio de la práqtica de ~urdieu en su elaboración del concepto_Ae
dio social del cuerpo en.ia·s
iiitimas décadas. Su obra ha generado lec- embodiment. Este concepto es central en el estudio actual del cuerpo,
tur;~-;_lternatfvas~y-~uy ín~~·;;dor-;;:;d;-lo corporal, a partir sobre aunque sea de uso general en la disciplina antropológica, sobre todo
todo de su análisis del biopoder, de las relaciones en!f~oder y cono- en el medio anglosajón, y aunque no sea utilizado siémpre-en ei "ri;is-
cimiento, y de los cambios soci~l-~~-~~~~~~.1!:!?.~J~~R~!!!i.~.~ S?bre los mo sentido: Hayqufones prefieren el concepto de bo1:JJY..ness, corpo-
éuerpos~~.As(lia.proporCfoña<lo una brillante explicación de cómo lo ralidad (Csordas, 1994). Con la noción de embodiment se quiere su-
corp-oraf"ha sido procesado social y políticamente en diferentes con- p~~~~·¡-;idead~q;~y~~:~9gi~l-~~t11scr.i.~~.~-12 e1;ueffiQ:'p_ar.ª.hª-º1?r de
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téxfosy:tambiéi1, sobre cómo esto ha permitido a los suj_eto~res1stir lo corporal cómo auténtico· campo de la cultura.f5.2!llº «proc~~i:tma-
deS<le'"sus _Qropios cuerpos. Sin embargo, se le achaca a veces que no teriªl.Jie..foi~[;},cció·n.sociai";;-(!·1-i~T),.ysubray; su dimensión poten-
hayasa-bTdo teñefígualmente en cuenta en sus escritos la práctica cor- cial, intenciona(TntersiilJjetíva, activa y relacional. iiTcuerpo·-es·;·a:sí,
poral, es decir, que su análisis haya estado de alguna manera descor- cÓnsTcierado.<<uf.i~~éI1fe y un'1ii~aroeinters~.s~.iÓn taI].~9.,jel qrde,n
ind~~Y-P.!?i<:9.J.2g!~g--~~fili~~~-~fi~_I;"-~~~~m~.-el· cuerpo_~~~ .. :'.!~}º
como unserl:)iológicO.P~:ro también como una entidad consciente, ex-
3. Nancy Scheper-Hughes y Margaret Lock (1987) clasifican y analizan los dife-
rentes abordajes científicos del cuerpo en tres grandes grupos: el cuerpo individual, el
pet1_enc~~L~tg~~~~-~- j(lte.tpie.~ad~~~(.·:·:)·i-~"~ff;}efi;i6~rtÍ'.httf~ttfVi'de
cuerpo social y el cuerpo político, o las políticas sobre el cuerpo. la agencia adquiere un significado.más amplio cuando el actor social
4, En castellano tenemos distintas traducciones de las dos obras principales de esta es entendido como un agente encarnado» (Lyon y Barbalet, 1994,
autora relativas al cuerpo: la ya citada Símbolos naturales (l 987), así como Pureza y pp. 55, 63). Es ésta una perspectiva que busca la ruptura de las prin-
peligro (1973). Por otra parte, puede~ consultarse los diferentes ~rtícu~o~so?re l~s
aportaciones de Douglas tanto al estudio del cuerpo como a la teoría feminista incluí- cipales dualidades delpensamiento occidental: m~nte/Cuerpo, suje-
dos en Valcárcely Romero (2001). to/objeto, objetivo/subjetivo, objetivo/preobjetivo, pasivo/activo, ra-
--···~--~-·- ..--~-~
respecto, en su libro Símbolos naturales (1988) Douglas señala que \ poreizado. Finalmente, ~g!!Ip.@(1988, 1997) tiene el mérito de,en-) i/i
Mauss es el primero que intenta una teoría socio-antropológica del tre otras cosas, haber roto definitivamente con un-atradkión ·socioló~ <
cuerpo de tipo general, el primero que construye una hipótesis gicaqüe,-~ai~~-honro~~-~xcépck;~~¡;-{ad~j;<l~~r;;~~n.•·.•··
«con arreglo a la cual puedan explicarse las variantes culturales» urilugar e~~emo al act.or social, sin tener en_~!:l!Ditl~ü.m.Rli-º..~~li)-nes ·.
(1988, p. 90). Posteriormente, otros autores, como la misma Dou- del~!~~() e,rr)i~\.14i~?c~~-rsus trabajos-sobre el SP.~.t.?:_~~-!!~b,itusy
glas, han pretendido hacer también teorías de alcance general; esta las relaciones entre cuerpo y cla~~-§9n también referencia obligada
autora es, además, una de las máximas representantes del estudio para cu.aiciu!er"persohaqÜe-seinicie en este campo. En esta tradición
del cuerpo en tanto que en cuanto que cuerpo social.' En una parte general hay que incluir también las aportaciones desde otras disci-
importante de su obra, D~las analiza la respuesta humana al de- plinas o corrientes científicas, como elpsicoanálisis o la feno~~
sorden, al riesgo, a la incertidumbre y a la contradicción, siempre nologfª~-Esta última, donde destaca el trabajo de Maurice Merleau-
"desde la idea de que el cuerpo humano es el principal sistema de Ponty (2000), aborda desde una perspectiva filosófica la experiencia
! clasificación y metáfora del sistema social en muy distintas reali- enc~;~;da, el cuerpo vivido, defendiendo la idea de que el mundo es
l'¡dades culturales (en Turner, ibid.).4 En este senuido, es eructa . 1 su percibido a través de una determinada posición de nuestros cuerpos
/interpretación de cómo los miedos culturales frente a los fluidos en el tiempo y en el espacio, por tanto es ésta la condición misma de
·(sangre, mucosidades ... ) están relacionados con la capacidad cor- la existencia.
poral para representar simbólicamente los miedos de una determi- Las diferentes perspectivas incluidas en la teoría social actual
nada comunidad (en Niebylski, 2000). del cuerpo se apoyan, releen o trascienden todas estas y otras aporta-
Foucault (1987, 1992), por su parte, es un autor ineludible en ciones anteriores; destacan, por ejemplo, intentos, como los de Tho-
este breve"fepaso de las teorías pio~especto al cuerpo, y uno de mas Csordas (1994), de combinar la perspectiva fenomenológic~l
los mayores responsables del desarroll~ que ha ido teniendo el estu- estudio de la práctica de Bourdieu en su elaboración del concepto de
dio social del cuerpo enlas.Íiltimas décadas. Su obra ha generado lec- embodiment. Este concepto es central enel estudio actual del cuerpo,
"~aunque
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tur~;~lternativa·s--y~uy in~~;~<l~-io córporal, a partir sobre sea de uso general en la disciplina antropológica, sobre todo
todo de su análisis del biopoder, de las relaciones en~~der y cono- en el medio anglosajón, y aunque no sea utilizado siémpre:-en~ei ~is-
cimiento, y .de los cambios soc~~l5~-~.~-~~~E.!~ ~.!~~J??!f!!S~.~.<?~ los mo senti<lo:IiayqÍ.iíeñ.es prefieren el concepto de bof1ilyness~. corpo-
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cor"[ior"af"ha sido procesado social y polft~te.~ndiferentes con- p~r~;·¡~-ide""~<l-;;-q:;;eí?~-~()~i!!!.~<?i.l.1~~!})?~-~~ el_~Q:'p.arn_h11blarde
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cleSdeSus _Qropios cuerpos. Sin embargo, se le achaca a veces que no teriªLd~Jnt.~racción social» (ibid.), y subrayar su dimensión poten-
háyasabiá¡;teñefigualmente en cuenta en sus escritos !ªpráctica cor- cial, intencioti~i,TüiersÜbjefiva, activa y relacionai.·1.:¡·~~~;po~e~:·isí,
poral, es decir, que su análisis haya estado. de alguna manera descor- c6risldefadü'<<uif[.Ke:ñt~J' un··rugarae inters~f~i~n t~~!9...E$.Lm.:de,n
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como un ser biolqgicQ pero también como una entidad consciente, ex-
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3.. Nancy Scheper-Hughes y Margaret Lock (1987) clasifican y anal~zai; l?s dife- periencial, actµante e interpretadora( ... ) La dimensión interactiva de
rentes abordajes científicos del cuerpo en tres grandes grupos: el cuerpo individual, el la ~gen~r;-;dq~¡~;~ ~~ ~ig~iÍi-~a(fo·más amplio cuando el actor social
cuerpo social y el cuerpo político, o las políticas sobre el cuerpo.
4. En castellano tenemos distintas traducciones de las dos obras principales de esta es entendido como un agente encarnado» (Lyon y Barbalet, 1994,
autora relativas al cuerpo: la ya citada Símbolos naturales (1987), así como Pureza Y pp. 55, 63). Es ésta una perspectiva que busca la ruptura de las prin-
peligro (1973). Por otra parte, pueden consultarse los diferentes ~rtícu~o~ so~re l~s
aportaciones de Douglas tanto al estudio del cuerpo como a la teoría feminista incluí-
cipales dualidades del pensamiento occidental: inerite/cuerpo, suje:-
dos en Valcárcel y Romero (2001 ). to/objeto, objetivo/subjetivo, objetivo/preobjetivo, p~sívo/activó, ra.. ·•·
22 Antropología del cuerpo El estudio del cuerpo en las ciencias sociales ----------- 23
cional/emocional, lenguaje/experiencia. O, lo que es más importante, En todo caso, se trata de un campo de trabajo que surge estre-
las pone en discusión.' chamente ligado a dos tipos de fenómenos sociales y culturales. En
En castellano no existe un consenso sobre cómo traducir este primer lugar, a unos usos concretos del cuerpo en la sociedad occi-
concepto de embodiment: algunos/as autores/as están utilizando el tér- dental, contexto donde las tendencias reivindicativas y represivas de
mino encamación (García Selgas, 1994; del Valle, 1999); otros/as han un determinado orden social, cultural y político perteneciente al ca-
preferido el de corp~ión (Capitán, 1999), en un intento de evitar pitalismo contemporáneo hacen que el~}i9)seconvierta en uno de·
los contenidos ligados a usos religiosos del término anterior; por últi- los __ <'.:~E_aci~.e_rin_~~l.~§..de_<;o11J.~~qicci2.RiQciaJ_,_Así, Turner ( 1994 ),
mo, hay también quien utiliza el término en inglés (Orobitg, 1999). En o Lyon y Barbalet (1994, p. 54), destacan la importancia de ciertos
mi caso, he ido optando por el uso del adjetivo encarnado/a, reser- elementos directamente relacionados con esa cultu:@JkLc. .m:;rpo -,-el
vando corporizacián/corporeidad para el sustantivo, aunque en los úl- c~ns~m~y~ crft~~l),,yJ_QQtj,~-C.~~~!~~~-~-~~J~:~E.~?.~~<!<.tdmédica y
timos tiempos me estoy inclinando más por utilizar también en este la ~~~ti~-~-f.~~_Laj~~=· Turner llama a todo este conjunto de.factores
caso el término encarnación, teniendo en cuenta las propuestas de «Contexto de emergencia del cuerpo» (1994).6 Por otra parte, es un
García Selgas ( 1994) para la laicización del mismo. campo de estudio que se relaciona también con una determinada ex-
Me gustaría señalar que en la actualidad este campo del estudio periencia y problernatización cultural del cuerpo en el entorno geo-
del cuerpo en su conjunto presenta algunas características, entre las gráfico donde más se ha expandido en la última década, en el mundo
que podríamos destacar su falta de delimitación clara, así como el he- ¡¡nglosaiQn.,. · ~-
cho de que esté inmerso en un cierto c~os teórico y una falta de siste- Además, es una especialidad que tiene que ver directamente con
matización, que tiene que ver también con una interdisciplinariedad la a~ueva§ encrucijadas y controve[filas a niy_~J~pist~mq_~ó-
positiva pero dispersante. Me refiero a que las referencias que los/as
investigadores/as del cuerpo utilizan no se limitan a sus propias dis-
ciplinas, sino que se basan en orientaciones múltiples que se enraízan
t:;_Ist~f?§~fil¡~-};~~~~~~:~~;?;~st~~~c~~~;;~={~~;ftfi~~l~~~~
sq~~~l~Q~EE.?..~e asociarían a la crisis. d-;¡·pe;Jj_~amTeñt§~9.~~!;;f~ntal
en disciplinas y especialidades muy diversas, como la filosofía, la so- (o mejor aún, a la cfis'lsde'Ta-~J4~·i..m:~afa.~~-Q~if¡I y"~i~~Úfica) (Turner,
ciología, la antropología, la semiología, los llamados estudios cultu- 1994, p. 29). Para algunos"autores, este análisii.de io corporal res- ,
_,rales y otras muchas manifestaciones artísticas y culturales, Esta fal- ondería mejor que ningún otro a la reformulación necesaria de las -,
j ta de delimitación tiene connotaciones positivas en cuanto permite la d]~ª-~ías sQt2rn.la...identidad'".la_e~P-~.rJm9J.ªsJ_~.-~l!H.1:.1Ii(c~~;~ J
t¡ permeabilidad y reflexión co~jun.ta. ~ntre disciplinas y o~ienta~ion~s das, 1994, p. 4). Y entre sus utilidades destacaría, siguiendo a Berthe-
[distintas, pero conlleva, en rm opnuon, una falta de consistencia t:o- ~ot (1991, p. 395), la de contribuir a resolver una tensión entre las
rica. Por otra parte, el hecho de que se trate de un campo de estudios principales perspectivas teóricas que abordan los distintos fenómenos
«de moda», en relación estrecha con temáticas y preocupaciones de , ) s~ciales. En P.rimer lugar, aquellas orientaciones que analizan los fe
interés social general que llegan fácilmente a los investigadores, no nomenos sociale~_II!O fenómet!2_~str~tural~§.,_,tS10_e.s.._c.run.o..ai:tic.u-
siempre redunda en una justificación clara de la necesidad de los aná- lacionés mecánicas, funcionales o estructurales de elementos sociales
lisis, de sus ventajas, inconvenientes o dificultades; parece que con definido's~-~~fu;;türeStéíaciüñádüs~f\qfüü15icatí~;ºs,
escribir algo es suficiente, sin considerar las consecuencias del traba- \ por ejemplo, el análisis estructural-funcionalista o el :::~rxista (lf!i..d.).
jo en sí. ). ) En ~~~~~~~~~~r, aquellas otras que tienen en cuenta los f~nóm.enos
1
sociales en cuant9 constelaciones, complejos de significados, produ-
cidos
-·--- .....e interpretados por sujetos
" ,_:_
y colectivos. Y entre és-
individuales _::_---
S. Considero que en la noción demindful body, acuñada por Scheper-Hughes y Lock
( 1987) para su propuesta de análisis del cuerpo y la salud, queda muy bien reflejada
esta conjunción entre procesos racionales, emocionales y corporales. 6. Contexto al que se hace referencia en Ja segunda parte de este libro.
24 Antropología del cuerpo El estudio del cuerpo en las ciencias sociales -----------
¡{¡tas se incluyen la fenomenología de ~~~l?..QQ_ty, o el ~nálisis inte- mu y bien a las tensiones sociales y políticas que ha vivido ese país en .
¡ raccionista de GoffmanLJ)or citar dos casos (ibid.). Esto es, la investi- las últimas décadas. Es un culto sincrético, de base católica pero coro~·
gación del cue;pÓ-pOd(ía ayudar a romper, o por lo menos a poner en binado con otros muchos elementos religiosos y esotéricos, que tiene
discusión, las dicotomías sociales y científicas entre racionalizacio- funciones curativas pero también sociales, pues sirve para canalizarla
nes estructurales y causales, por un lado, y racionalizaciones inten- rearticulación social, la supervivencia formal e informal y la recons-
cionales y simbólicas, actores, códigos y significados, por otro (Ber- trucción de la identidad étnica e histórica (Ferrándiz, 1996, pp. 125-
thelot, 1991, p. 395). 126). La dimensión corporal es esencial en el culto de María Lionza
Pero el cuerpo de esta nueva teoría social no es el cuerpo como y en el estudio de Ferrándiz. Sus referencias teóricas son múltiples:
signo, símbolo y significado de, por ejemplo, el estructuralismo de desde la fenomenología de Merleau-Ponty, totalmente adecuada para
Douglas, ni si~ el cuerpo de los planteamientos de Foucault o su análisis de las percepciones sensoriales y de los trances, hasta la
~u, o el~~!E9)como unI!lediador en el análisi~ economía política, en la línea del trabajo de la antropóloga estadouni-
sino el cue~2-~Qm~UlJ1J?.l:?J~t() <J:~~S.~l19lg_p_r~(_)Ei~_~_?o__1~omo una ma- dense Nancy Scheper-Hughes.
rÍera-di-fer~nte y alternat.iva _ct~-ª-~ct~Q~t.ªLªn.41!~!~,,9:~!~ existencia Los protagonistas principales de este culto son los médiums
·-h~-~a~-; de
y-i~-~~lt~ra, las-~elaciones entre sWeto, cuer:E_q_y sociedaa, (también denominados materias), que reciben a diferentes y diversos
entr~-~at~~al~z;-;:-~~ltura, entre 1o org~__I1._i_~9_y J.o..sY11m:&s!~J~_f.Q11s- espíritus durante sus trances, y que llevan inscritos en sus cuerpos
tituc ió;perotaiñ-bTéndelafrag-mentación del sujeto. Es un cuerpo, fragmentos de la historia venezolana (colonialismo, migraciones,
como señala el mismo Foucault, prisioI}ero de un dispositivo de domi- crisis ... ). Estos espíritus están clasificados en cortes que han ido re-
n~ci~ero)JQ~~-!!1!3~º t~~~~~'.Ll!lhmg_;,_ un Cl!._~1Jl9 ~~~~i_ficad_o novándose: entre las más clásicas, las principales son la india vene-
pero libre de identidades.Iimitantea.jm cµerp_Q ql}_~ prol??:~~eri:i~~te zolana (caciques nativos del tiempo de las colonias), la chamarrera
son muchos cuerpos(según la disciplina o campo de estudio de que (campesinos, médicos o espiritistas antiguos), la médica (médicos y
se tr~t~), ~~chos cuerpos que discuten entre ellos: Pero un cuerpo to- . enfermeras) y la libertadora (presidentes, generales o héroes de los
·1. davía huérfano epistemológicamente, que apenas estamos aprendien- tiempos de la independencia). En los años noventa surgen cortes nue-
.: do a pensar y escribir. Se responde así a una necesidad de e~ vas: la malandra (delincuentes), la africana y la vikinga, en las cuales
\ también de otra manera la diversidad humana _y_ las relaciones' entre se ve la influencia directa de una culturajuvenil inmersa en una gran
\ t¡;:()~p_r_~~tica, lo que contribuye a resolver la t~!§E_ entre exgli- violencia. Además, existen otras cortes más esporádicas: la cubana, la
\ car ~xistellclahumana y comprenderla a -~e una ciencia social india norteamericana, la china, la mexicana, la colombiana, la egip-
\que no se olvide de reflejar el sentido de la vi~~_E~ral~s personas in- cia, la hindú, la española y la holandesa (Ferrándiz, 1996). Aunque los
lmersas eñ-dfsflnfüs-procefoá(lei>-eq~~o Q..graI!_al~ance~ trances son el elemento central del culto, todo ello se rodea de una
E~~~te.sentidü-,-unaTnvesúgación donde se logra resolver esta parafernalia religiosa muy prolija, en altares rebosantes de iconos e
tensión, y que es un ejemplo modélico de lo que se puede aportar des- imágenes, y se utilizan productos muy diversos, como licores, tabaco,
de una antropología del cuerpo, es la que Francisco Ferrándiz ha lleva- ungüentos y flores, que contribuyen a la riqueza sensorial del mismo.
do a cabo en torno al culto espirista venezolano de María Lionza. Este Los trances, de muy distinto tipo, provocan también que las corpora-
culto constituye un fenómeno de religiosidad popular muy dinámico lidades sean muy diversas e intensas a nivel sensorial; con implica-
y flexible, aunque extendido entre todos los sectores sociales, que tie- ciones sociales y políticas también diversas, puesto que tienen liria re-
ne cada vez más implantación social y que responde y ha respondido lación estrecha con la experiencia sensorial y corporal que caracteriza
el día a día de los barrios venezolanos. Es decir, el culto es sobre todo
7. Para comprender las diferencias entre explicar y comprender un fenómeno, pue- una práctica corporal muy compleja y dinámica, que canaliza usos
de consultarse Terradas (1991). muy diversos del cuerpo, de las capacidades sensoriales y de los es-
26 Antropología del cuerpo El estudio del cuerpo en las ciencias sociales -------------:
quemas de percepción. Prácticas y habilidades que conforman para c:eación cultural. Que considere a los ª.?~?!~_s!_a~~2~~,a1.~~-~5?~~.-~~~n.:fl
_
Ferrándiz el habitus espiritista, un habitus totalmente abierto (1996, fos~· queconsfga lecturas científicas innovadoras, que ponga en prác- ~
pp. 126, 133), donde se articula la cotidianeidad y la religiosidad, losa- tic.a análisis de la-·r-~}Tªa:dsocíafg~qñtrib~yan también, por qué
grado y lo profano (ibid., 1999b, p. 50). no, a la transformación social, al ._.,
,,.-.............--~·------ «empoderamiento»,
.. de aquellas/os
Lo más notable es el hecho de que esta práctica religiosa se en situación de subordinación o discriminación, como es el caso de
·~··•,·•••~~·~...>••·~•'""'~'"•"""c'•"'"'"''~•'"W"''~'"•"'.,_c_ _,,~,••;•,••·,"•~·~·
} los hechos biológicos determinen las exper. iencias sociales de hom- que la patología más significativa respecto al género en edades jóve-
[! bres y mujeres (Connell, 1997, p. 35), sino que «el género existe pre- nes sea precisamente la anorexia y la bulimia, directamente relacio-
h
cisamente en la medida en que la biología no determina lo social» nadas con la imagen corporal y con un conflicto en cuanto a las re-
€ibid.). presentaciones y prácticas de género. Otro ejemplo es que, en nuestra
El feminismo de finales del siglo xx, como otros movimientos época, las niñas de mayores querían ser madres, amas de casas, en-
sociales,~clcuerpoenel ceñtr; de l~lucha ~J.ª-.)1~jyJndicaci9J_L fermeras ... En la actualidad, y en un número significativo, quieren ser
Pero el cuerpo polític~-~-~f~~~~~~l'{~P~ero~uctivÜ\ modelos de pasarela. Se podría decir que están fascinadas por el gla-
A
y, a este respecto, y aunque han surgido en la última~década nuevas mour que se desprende del tratamiento mediático de ese mundo, pero
l preocupaciones y dilemas, sobre todo alrededor de las nuevas t~cno- creo que eso es simplificarlo en exceso. Creo que ellas pueden ver en
(,p" logías reproductivas, podemos afirmar que los frutos del trabajo fe- esos espacios de la imagen la posibilidad de articular lo que la socie-
l r~~f=~~~~;f~!~~r::¿;~~:E~:~~:rg::;z;r:
dad les exige en cuanto a su cuerpo y su apariencia, por un lado, con
la búsqueda de la independencia económica que ellas han interioriza-
J.J.l do ya desde pequeñas, por otro; es decir, que es una contradicción que
'. por lo menos a nivel teórico, ha quedado también bien definido el no la ven como tal. Luego, por supuesto, la mayoría no podrá acceder
~\ d~t~cº~Q~.la;·lllii~f~~~~~: ..e!~~~~:.Pero, poco a poco:
ei cuer¡)o8efía a esos campos profesionales y se tendrán que conformar con lucir su
convertido cada vez más en objeto de la economía, del consumo, en físico como simples dependientas o camareras, profesiones en las que
objeto de exhibición, de visibilización, dentro de un proceso en el que se encuentran en una gran proporción las mujeres jóvenes. Por otro
todo~yj9gª_s_<:_<~Jª1ILOS imglicadQ§{as, hombres y mujeres, feministas lado, las escuelas de modelos que están funcionando en casi todas las
y no feministas.2 La situación sociafY'política ha camfüadoycreo capitales de provincia, además de ser centros de enseñanza, se están
que ·;;~-p~~~i~ ~firmar que el cuerpo femenino de la época actual es en convirtiendo en oficinas de empleo, donde muchas mujeres acceden
gran medida el cuerpo de la estética, de la imagen, de lo visible, algo a puestos de trabajo muy diversos y donde, por supuesto, tienen unos
\ •'\..(}-.,
~g{'J) que tiene que ver con dinámicas sociales y culturales más allá del sis- requerimientos en cuanto a la imagen, sin que medie ningún tipo de
tema de género. ~ro si el cuerpo social es el cuerpo estético, el cuer- reflexión sindical o social en ello.
~O } Eº visto,3 el cuerpo político debería partir también de estos hechos. Y El feminismo tiene que adaptarse a estos hechos en todos sus ni-
Y,•:./::; 1
esto tiene consecuencias diferentes para-fas-·.Fsvene:s-y-·J:aS-mayores, veles ye:;eacios..:. No ten~?Jó~mul~p_ara esta adaptación pero sf veo.
J '. ~ porque las mayores estamos protegidas por la edad, que hace que las que hay que proponer análisis alternativo~gque-coñCíban a las muferes
e.Y~' , .\f V' normati vizaciones de género nos afecten de otra manera. no ·c()fl.1?~~ÍCtlm~.s,~si~.~:~-~.mo~)y-qu~~-¡~~-Ieetu(as
,r.,15..v Uno de los problemas más visibles en este sentido es el hecho de víctimizadóras de la experiencía'dé'Tás mujeres. Este reajuste puede
infl"tíria:ñto en nuestra propi~acofüoen. el diseño concre-
to de políticas feministas en-este camiü·;·aspecto-áTqüeme-referlié~1
~-----------
finalde-~ste-aparfa<lO.cuan<l~-h;bl~· de-;nálisis 1~~ j
2. Vivimos en una cultura donde la visibilización del cuerpo, el hacer visible lo in-
terno, es algo priorizado, de forma que la medicina y la tecnología están teniendo un
.qµiero decir que debamos pensar que las normativizaciones de géne-
papel fundamental en la sustitución de lo que se es por lo que se ve. Esto es Claro, por
ejemplo, en el empleo de tecnologías visuales en procesos como el control de emba- ro n?_t!~P~.U.k.Q.!'l~~cuencias negativas sobre las mujeres, ni mucho me-
~~-----. _..,_....-.-
razo, algo que conlleva entre otras cosas cambios significativos en la individuación y
personificación del feto, . . . . . .. ·. . . . . . ..
{io~, s ~1;_Q,_@§.J:iayq·üe-miranamoien-ra·expeiierú:1a:·c:oíi.ciétá.. <le las
muj~~es, . sin .h9~9g~T:1~tz.ªr!41s;·s-¡rr·coúvertirlás' eij.~§~j-.i,~~Pª~§!.Y9i~~-g_~-~
lo~
3. Agradezco a Rosa Medina el haberme llamado la atención sobre está noción de
_cuerg_Q_eylsí.<m_, que no es exactamente igual a Ja de Cl:J~Q"~~~· que es Ja que ha- es uño.de riesg9s.12~!!1~!pa1~~ .que iiene·T¡¡-:yi_~~i.m}.~-ª-~L~i:t·
Para ex-
~e utilizado. Ella me ha alertado sobre el riesgo de reducir excesivamen-
te mi análisis al no tener en cuenta otras dimensiones de la identidad y la vivencia cor-
plicar mejor Ú:Ído.esto voy a ~fre.ceTffna'vfS.ión muyrápida de las di-
poral más allá de lo visible. ferentes posiciones feministas respecto al cuerpo, siguiendo y com-
Aproximaciones significativas para el feminismo
32--------'---------- Antropología del cuerpo
/-----
pletando la clasificación aportada por Elizabeth Grosz ( 1994, capítu- po, la perspectiva 'constructivista, ayoritaria, por otra parte, dentro del
lo 1). Haré, para ello, una breve descripción de mi propio itinerario ámbito académico en tomo al cu~o(femiñIStayno-feminiSta)ypara
como antropóloga del cuerpo, donde quedan reflejadas las principa- la que éste ya no es un ob.sfacüfo enTfl'cüiúiecüdón <leía igualcíacC<le
les perspectivas feministas y su evolución. oportul!~4ª(i~ªP~ª-hi~i~s-·y-miiJeres. _En este ai)artadoGrosz(Tbld::
Mis comienzos en el feminismo, en mis primeros años universi- p. 16) incluye a la mayoría"<l~~ias~teó~ié~as-fémTñfsias:-Jüiiet"M.íiChell,
~ tarios en la carrera de medicina, estuvieron marcados por un~ J ~lia Krist~~~-':Mi§~~fo ~~~I~~]:~:~ff§I~h1i{füf§'~~-'§!ré§ñf~~º---~~-
xista, el feminismo psicoanalítico ... En definitiva, a todas aquellas que
~ negativa del cuerpo femenino y de su <<especificidad» (ciclicidad,
menstruación, embarazo, maternidad, lactancia ...), negatividad direc- defierideri.qüelaTdeñfia:a:a~-nrsuojetividad, - se construye socialmente.
tamente entroncada en algunas teorías feministas de la igualdad Estasautoras-tlenen una actitud mucho trl~s positiva respecto al
(Grosz cita a figuras como Mary Wollstonecraft, Simone de Beau- cuerpo: no lo _yen como un obstáculo y no entienden la oposición men-
vojr, Shulamith Firestone ... ) y que se traducía en la id~_j~ teicú~i],<:>_~c:>_tp.~~~-~odlfi~-ª42J'-2rl~_2J2.?SÍcióñ naturalezalC't;fr~~a,
(ti;~¿-~s unalimit~~~.?~J?~"...~L!!~~~-2-~0~~-_!llujeresa -~~os como las anteriores, sino «por la distinción entre biÜlogía y psicolo.g_fa
yprivjJ§g~9_S, qii~Ja sociedad otorga a los hombres. En la versión más y la separación entre los ámbitos prodücfivolfeproduc-ti~~(~tie"~p~) ·e
\negativa de esta p~rspeciiva-i~~--éuerpos·creTas·mujeres son entendi- ideológico (merite)»-(lb!d.): Afgo queTuego-ño-se
correspüñae-exacta-
! idos como una limitación per se para la igualdad de las mujeres. En su mente con la oposición masculino/femenino. Así y todo, siguen com-
(versión más positiva, «los cuerpos y experiencias femeninas permiten partiendo la separación entre cuerpo y mente como alg.Q..determinado,
\a las mujeres tener un especial punto de vista, una posibilidad de si- fiJo;-áhIStóíicO:«la mente es vista C!?_!llº un producto de la ideología.jm
-¡ tuarse en el mundo que los hombres no poseen. Pero ambas parecen objeto social, cultural, histórico, mientras que el cuerpo sigue enten-
····· ············· .....-----.---"--~----------.-.....---."~
_ aceptar las asunciones misóginas y patriarcales acerca del cuerpo fe diéndose de tlJ:1ªJ~mna naturalista, precultural» (ibid., p. 17). Sin em-
¡ menino como más natural, más relacionado, más comprometido con bargo, desde esta p~~iCióñ~no se velaoifilogíanegativa en sí misma,
los «objetos» que los cuerpos masculinos» (ibid., p. 15). Desde estas sino que se piensa que es el sistema social el que la organiza y le da
1
s. posiciones, el cuerpo está biológicamente determinado, es un «alíen» sentido. Esto permite entender de otra manera la opresión de las mu
para los fines culturales e intelectuales, haciendo una distinción entre jeres y el cambio, que vendría, por tanto, de nuevas lecturas, de aso-
l
una mente sexualmente neutra y un cuerpo sexualmente determinado ciar nuevos contenidos y valores a ese cuerpo. El~n-
) y limitado; así, lo masculino no estaría nunca limitado en su trascen- ces, e-&1 dotar de diferentes significados al cuerpo y a l~io~~gja. ·
\_~encia, mientras que lo femenino, sí. -~--,. --. .... _~-------· ---·~--·~----.--~--------..---~-----------·-~-----~ - ' '·: .
e Una gran mayoría de las usuarias de los centros de planificación En la versión más---®ra,_eG~;;;i es e?._sJ.!Ilismo i-!,rel~y_ªn_te para la
familiar en los que trabajé como médica durante doce años transmi- transformación política, y, en la más 1:)-land"il) es un vehículo para el
. -~~.---·-"'/ _ -------~ ....
tían esta visión de su propio cuerpo y de su salud, y tratar de entender cc:unl?ic:> J>8-!_c=ológico, un instrumento para u¡f@~<:!º_!!lás_profl!.n..do. Por-
y reaccionar frente a esto fue uno de los puntos de partida de mi pri- que lo que hay
que.cambiar son las actitudes, las creencias, los valores,
mera investigación', en el campo de la salud reproductiva y sexual, más que el cuerpo en sí (ibid.).
que constituyó mi tesis doctoral, defendida en 1993.4
~ La antropología, uno de los marcos teóricos principales de ese es- Sigue siendo operativa también la distinción entre sexo y género,
r ) tudio, me puso en contacto con una segunda forma de entender el cuer- como una deducción de la distinción ~ntrn]o pf(),16giéo,Io natunii:Y
lo mental,fo~oci~i?lo-id~~l()gi~Q_: ···-··· - - -- ----·~ --------.
Este énfasis en la minimización de las diferencias biológicas y
4. La parte principal de esta tesis ha sido publicada años después junto con algunos en la búsqueda de unos diferentes significados y valores culturales es
trabajos posteriores bajo el título de Re-producción del cuerpo femenino. Discursos y
prácticas acerca de la salud (Esteban 200lb). la que caracteriza todos mis trabajos y reflexiones en salud reproduc-
Antropología del cuerpo Aproximaciones significativas para el feminismo
tiva y sexual, desde Jos primeros análisis de los centros de planifica- ro femenino, y donde emergen y se combinan valores relacionados has-
ción familiar y la experiencia femenina en cuanto a la salud, hasta los ta ahora con lo masculino, como la autonomía económica y el poder,
más cercanos en el tiempo sobre menopausia, maternidad y cuidados con valores "femeninos", como la belleza» (2000, p. 206).
de salud.5 En esta primera fase de mi investigación fue fundamental En toda mi trayectoria de investigación ha habido siempre un in-
la lectura del libro de la antropóloga Emily Martin The woman in the tento premeditado de no tomar a las mujeres sólo como víctimas sino
body (1987). Esta autora lleva a cabo un minucioso repaso de las con- como agentes de sus vidas. En estaNisiófr<<riovktimisfa.» de la vida de
ceptualizaciones y metáforas en torno al cuerpo y la salud de las mu- las mujeres me influyó mucho el enfoque utilizado Eor>Doldi:esJúlia~
jeres, así como un exhaustivo estudio empírico de la experiencia fe- ñO!(199"2~i 99-8)-~~-s~--~;t·~<l1o<lé""i~~'subcÜlt~-~as··r;;~~~inas,-de ¡;~-as-
menina en relación con diferentes momentos del ciclo fértil." Durante tírcias y resistencias por partede l~i~~eS:~y de Sü··c~pacid;dp.;ra
algunos años no fui apenas consciente de que ~sde el constructivis- g~!l~~~rpi9g\i~st~§~ªii~rQ~I~~~~r-~i~~~[:!iié.~,§::ª]~~:~~~~~!t~mas~1t
•·de desventa.Ja; estrategias que muchas veces permanecen mvmbTes m-
~~~)~> ~p~~%~i:~1~~~~~e~~~c~.~~pyo~~n~;~~~~ cfoso-paraias propias feministas. Juliano analiza muy diferentes cues-
cía alliecnoaeque el cuerpo como mateña,Como experiencia, esta- tiones, desde la transmisión positiva de modelos femeninos a través de .
~~ba a1:1•~~·~~~•:ªiIAi1~~J.ElS:sñaaI:~~·-·-----·----------·-·---~-~--- los cuentos infantiles hasta el papel de las mujeres en la religión. Su,
Tampoco mis primeras publicaciones en torno al cuerpo y la ima- explicación, por ejemplo, de la experiencia de las Madres de la Plaza)\~ d \-
gen corporal, en una segunda fase de investigación, abandonaron to- de Mayo argentinas resulta muy reveladora de cómo incluso desde la¡ Y_,,Y .
davía del todo esta orientación. Fueron dos los artículos principales asunción del rol de madres se puede poner en cuestión un sistema po-
que publiqué, como ya he comentado en la introducción, y gran parte lítico en su conjunto (1992). Esto le lleva adenuncia~unavisión:.clá"'l\
de su contenido está en la segunda parte de este libro. En el primero de sica enel.feminismoy en. las.ciencias sociales qúeil1.siSteéff·lá su~~i: /
ellos (Esteban, 1997/98) abordaba más específicamente la regulación
alimentaria y Ia delgadez, y en general el cuidado corporal, como una ~~n~~i!tvBigtu~s~~~i~~i!~drd~·Jb~~eA~~b~i¿~:~=~~~~{.h·aciérid•°_j
forma de control social pero también como una experiencia creativa y .. · En los últimos años he releído a autores/as que son ya referencias
variada. El segundo (Esteban, 2000) se centraba en la profesión de incuestionables en el estudio del cuerpo, y a los que ya he citado ante-
modelo, haciendo además una revisión crítica del planteamiento he- riormente, como Merleau-Ponty, Foucault, Bourdieu, o la misma Don-
gemónico feminista en relación con el cuerpo, la imagen corporal y la na Haraway (1995), a la que me referiré posteriormente. Asimismo h~
/
equiparación entre sexualización, objetualización y discriminación de tenTclOlaOportunidad de conocer otros trabajos que me han resultado
las mujeres. Fue un artículo que resultó bastante controvertido, por mi muy apropiados por la revisión y análisis que hacen de otros estudios
!
defensa de que la profesión de modelo está investida «de elementos y por sus propias aportaciones teóricas pero, sobre todo, por sus plan- .·
' simbólicos y sociales más .allá de su relación. con la moda y el diseño: teamientos empíricos. Entre ellos- destaco los de Ernesto de Martina
un nuevo espacio de aprendizaje, significación y ritualización s~cial (1999[1961]); Jean y John Comaroff (1991); Mariela Pandolfi (1993);
para las mujeres( ... ) El modelaje se erige en una esfera de promoción Nadia Seremetakis ( 1994 ); Robert Connell ( 1995); Francisco Ferrándiz
social desde la utilización del propio cuerpo, en la que se incorporan y (1995,1996,1999a,1999b), al que ya he aludido en el apartado ante-
articulan elementos de subordinación y de emancipación para el géne- rior; Teresa del Valle (1997); e Iban Ayesta (2003). A todos/as ellos/as
reservaré un comentario antes de finalizar este capítulo.
5. Véanse Esteban (200lb, 2003d). Al tiempo de este proceso de lecturas y discusiones teóricas, y
6. Posteriormente, Martín ha publicado un libro, Flexible Bodles: Tracking Immu-
nity fo American Culture-From the Days of Polio to the Age of AIDS (1994), sobre la
emergencia del sistema inmune en las definiciones y explicaciones sobre la salud hu- 7. Volveremos a este tema del estudio de la subalternidad al final de esta primera
mana, y sobre la flexibilidad como un nuevo rasgo del cuerpo humano. parte.
36 Antropología del cuerpo Aproximaciones significativas para el feminismo ---------- 37
por motivos profesionales, me vi inmersa en un momento de balance trabajo de investigación se da una vinculación estrecha entre biografía
de mi dedicación como antropóloga, y todo ello me animó a escribir del/de la autor/a y los contenidos y las perspectivas de su trabajo; como
un ensayo de «autoetnografía» en torno a mi propia experiencia y su ya se ha demostrado en bastantes casos, y que hacer evidente esta ar-
articulación con mi proceso de investigación; esto constituyó mi pri- ticulación no tiene por qué ser negativo, sino todo lo contrario, máxim~-
mer itinerario corporal como tal y, como también he comentado, lo cuando lo que se busca es no dejar el cuerpo, la materialidad carnal,
presenté en el Coloquio «Medical Anthropology at Home» (Tarrago- fuera de la reflexión. · . _ · '-:!
na, 19-21 de abril de 2001).8 Fue un artículo que resultó más contro- Pero en mi trabajo ha influido también una tt,~~~~~rjQ~i1,,,,2j
vertido todavía que el relativo a las modelos, sobre todo en mi círculo nista en el~§1!l_dio_~l __<::~~z.1~_9!!~~~?aen el postestructura-
profesional cercano. Arriesgándome a resumir las reacciones genera- lismo. De manera específica, me he ~ej~d9se~ucir p9r el «~sfuerzo
das frente al mismo, señalaría que, en general, las/os colegas más ve- 6laStematorio» de . llortna.• HaraV.ay\ c;()n sü<<M'at1ifiesto'pára cyborg~~>
teranas/os y con mayor experiencia se mostraron enérgicamente en (1995, pp. 251-311), donde se propone el cyborg como un «recurso ima-
contra de un ejercicio de esas características, mientras que las/os más gi11atiy_o_>~~JJ!Ll2@Samieq!Q_yUil mundo dicot~mi~;d¡;-~~eX~
jóvenes y también por tanto las/os más inexpertos, elogiaron el inten- ye y uniformiza a las mujeres. El cyborg de Haraway es una ficción que
to y le vieron aspectos positivos. También destacaría que mi autorre- pretendeaoarcar la~d social y corporal de las mujeres, como una
flexión fue mucho mejor acogida en el campo de la antropología de la forma de abordar la ruptura de los dualismos, que en la cultura científi-
salud, donde no hubo ningún cuestionamiento, que en otros espacios ca actual se concreta en la discusión de las fronteras entre lo humano y
antropológicos, probablemente por las características específicas y lo animal, lo humano y la máquina, lo físico y lo no físico:
los contenidos del primer campo.
Un balance más sereno de las reacciones recibidas me permitiría La imaginería cyborg puede ayudar a expresar dos argumentos crucia-
concluir que la antropología del cuerpo tiene, entre otros, un riesgo; un les en este trabajo: primero, la producción de teorías universales y to-
peligro, sobre el que es necesario estar bien alerta, como es la vanidad, talizadoras es un grave error que se sale probablemente siempre de la
realidad, pero sobre todo ahora. Segundo, aceptar responsabilidades de
el narcisismo implícito y explícito, tanto por parte de la/el investiga-
las relaciones sociales entre ciencia y tecnología significa rechazar una
dora/dar como por parte de las personas entrevistadas, que refleja de
metafísica anticientífica, una demonología de la tecnología y también
alguna manera el narcisismo general de nuestra propia cultura.9 Pero abrazar la difícil tarea de reconstruir los límites de la vida diaria en co-
considero también que cualquier ejercicio de «autoetnografta», que, al nexión parcial con otros, en comunicación con todas nuestras partes
fin y al cabo, no es sino una forma más de etnografía, es mejor tolera- (... )La imaginería del cyborg puede sugerir una salida del laberinto de
do cuando lo que se narra es una experiencia trágica y dolorosa, como dualismos en el que hemos explicado nuestros cuerpos y nuestras he-
puede ser una enfermedad o un proceso de salud grave; la tolerancia rramientas a nosotras mismas( ... ) Significa al mismo tiempo construir
disminuye cuando se refiere a cualquier otro ámbito de la experiencia. y destruir máquinas, identidades, categorías, relaciones, historias del
Es probable que esta mayor tolerancia respecto a los análisis de situa- espacio. A pesar de que los dos bailan juntos el baile en espiral, prefie-
ciones trágicas no responda realmente a que se comprendan sus virtu- ro ser un cyborg que una diosa (Haraway, 1995, p. 311).
des científicas y metodológicas, sino a un posible patemalismo frente a
[ Pero, sobre todo, me he dejado convencer por lo que podríamos de-
circunstancias especialmente crueles de la vida. Creo que en cualquier
nominar la tébfía fem1liiáta dé fa pfádfoa; de laágéiit)/~10 inspirada en
8. Comunicación que ha sido publicada en las Actas de ese coloquio cori el título de
«Embodied Anthropology, Anthropology from oneself» (Esteban, 200la). «Véase la
traducción al castellano en Esteban (2004)». l O. Otro término anglosajón de difícil traducción, que estoy utilizando en castella-
9. Esta idea del narcisimo vinculada a la emancipación de las mujeres la retomaré no como acción social e individual. García Selgas utiliza también el término «agenti-
en el apéndice del libro. vidad» (1994 ).
38 Antropología del cuerpo Aproximaciones significativas para el feminismo ---------- 39
(y enriqueciendo) el trabajo de autores co~urdieu,(}ic1(ie,ns,() con tomar la diferencia sexual como un principio, sino que, en todo
~gilft_y los planteamientos gramscianosentornoal eje, he,ge,1110- caso, debería ser tomada como una hipótesis de trabajo, como una co-
fu!~~l!!?filJ~!..lli.dfül_,~a los que he ya me he referido al h~blar deltrabajo yuntura. Así y todo, la relectura y revisión de los trabajos llevados a
d~J~U~.Q.Q_, Perspectiva que considera además que la·s-füriñ"áS-deáC- cabo desde la diferencia me parecen ahora mismo ineludibles para
ción e interacción más sugerentes para el análisis son «aquellas que una antropología del cue_rpo vivido, ex erimentado, agente, or ue
. \~tienen lugar en las relaciones sociales asimétricas o de dominación en son precisamente e as las Qfi_~~s en ensayar formas alternativas de
- c/1
\V .
~,un contexto y tiempo concreto» (debVálle et al., 2002, p. 22). Esta ~~bl~~-4~~9e el cu~rpo y no sot?!~-~J_¿¡;}~ii)_2~yt;mbién por su te~a-
ción sobre Ia otredad que va más allá de una otredad de género, Ade-
'\i'.J. º ..
t.e· r·.ía···i.nflu.ye. como
~vQ(j \J.f....-~~.deL«cuerpo e.n· · · · .e ·l· · .· agente».
. ·s.·.·.·u· · · r·.: ·.gi·m· · ·. ·.iento
Unodedelolos
queautores
voy a de
.. ~om.ina:
mas ~1 e~tudioa
significativos más, estoy··~~;~~~-;ida J;;;-q~~~~-~;t~"fase-'Cfe"desarroffo de la teoría
\Y~(;i·r>· .1 este respecto es ConriellQl 995), ya citado y al que me referiré al fi- 11 feminista en la que nos encontramos, repensar y articular aportacio-
u :, nal de este capítulo, que es muy crítico tanto con los estudios sobre el nes aparentemente contradictorias nos puede permitir una revisión de
cuerpo generados desde las ciencias biológicas como desde las cien- la misma teoría feminista a nivel general que rehuya y supere separa-
cias sociales, y que parte de la premisa de que tanto la biología como ciones y clasificaciones anteriores, como la misma de feminismo de
la sociedad producen diferencias de género en cuanto a las conductas. la igualdad y feminismo de la diferencia, que no se sostienen en la ac-
(!::\ En esta cuarta perspectiva feminista, lejos de contemplar el cuér- tualidad de una forma tan lineal o no de la forma en que se configu-
:. L\ 1 Pº en términos pasivos, no culturales, ahistóricos, éste es visto ya raron hace ya varias décadas, y que pueden estar bloqueando el avan-
<:: COrri(5éllü'garde_la_resTstenc1a:deTacontestación, en diferentes con- ce de la misma.
tiendas ecoñómicas:·¡;c;ifticas:Se¡ü;1;;·;,:-estéticaseintereétuaféS;filln- En una 2osición ql1e podríamos ..sl~. dr.Jr9J1J:~ri.~~~ntre eJ_e_~
que siempre con la dificultad de discernir entre lo que es y no es resís- tructuralismo y el feminismo de la diferencia, aungp.e _Y..Ll"llLY-!LlAtrn-
tencia o ruptura. Y esto nos conecta también con una quin!ay_última dlsi~~=~~~~:§"~sa, estaría la norteameriCaña-J~hh BÓtler, que Grosz
)\ perspectiva feminista respecto al cuerpo, la que surge en los años se- (1994) incluye en el grupo anterior, autora de obras tan conocidas y
1) tenta c~ñ-eTITamaaoremm1smo-cre-ra-aI!ereñcíi,dentro-deléllafcl discútida~-ZcmióBodies tha-t Matter (1993) y" Gender Trouble (1999).12
cuerpo es crudaiparaeñfen-der_fa_ eiTsteñCia-social·y'Ps"[Oológica de A ella me referiré específicamente también al final de este capítulo.
1a~~~jú~_s:13sfiiperspecüv;;Cñücóñs1<lera-efcü'erpo corñoun. obj cio He citado anteriormente a diversos/as autores/as, dedicados o no
ahistórico ni biológicamente dado, sino como constituido en el orden específicamente al ámbito de los estudios de género, cuyas aporta-
,~~-~-~~seo, de la significación, d~l°.-~m.l?§Jt<;_Q1• d~IÉQder. {\.quí habría ciones son muy pertinentes para una teoría feminista del cuerpo, y
que d·éstaCifr"-aiifüffürc·omoTuceIrigaray, Hélen~S~9JJ.ULM..onigue que han influido de forma definitiva en mi percepción actual de ese
Wittig (Grosz, 1994), por eje~pfo:-· ·- · ... ·"·- estudio. Voy a dedicar ahora algunas líneas a comentar lo más signi-
... ".~
· El feminismo de la diferencia parte de la constatación de la mu- ficativo de algunos de estos trabajos. Incluía entre ellos a Mariela
jer como lo absolutamente «Otro» y toma la exploración del incons- Pandolfi, antropóloga italiana que ha trabajado muchos años en Ca-
ciente que propone el psicoanálisis como medio privilegiado de re- nadá. Pandolfi hace, en su artículo «Le self, le corps, la "crise de la 1
nen a la vez como la más sensible y la más fecunda: un lugar de libre cas actuales, donde algunas nociones también de máxima actualidad
toma de conciencia, de una percepción ambigua, pero a veces tam- adquieren toda su relevancia, como la misma de resistencia, a la que
bién lugar de tensión creativa» (Pandolfi, 1993, p. 59). Entre todas ya hemos aludido, o las de agency y embodiment, totalmente en boga
ellas destaca esta autora las aportaciones del también antropólogo e sobre todo en el ámbito anglosajón, donde no siempre se conocen las
historiador italiano Ernesto de Martino. aportaciones de otras tradiciones antropológicas.
De Martina (1999) había llevado a cabo en los años cincuenta Dedica Pandolfi la parte final de su artículo a comentar su pro-
en la Apulia rural, al sur de Italia, un estudio muy riguroso de un pio estudio sobre los relatos femeninos en torno a diversos síntomas
fenómeno religioso-popular nacido en la Edad Media y que había so- y enfermedades, esta vez se trata de mujeres que viven a finales de los
brevivido hasta el siglo xx, las curas rituales en torno al tarantismo, años ochenta en otro pueblo italiano (San Marco dei Cavoti), caracte-
donde actuaba como símbolo la picadura de la tarántula. El antropó- rizado por tener una estructura urbana compacta. Estableciendo una
logo analiza, a partir de las crisis estacionales y repetidas sufridas por comparación con los informantes de De Martino, estas mujeres recu-
los atarantados, donde la música, la danza y los colores funcionan rren a un lenguaje «icónico», a través del cual:
como evocadores y vehiculadores de la catarsis, las relaciones entre
subalternidad y ritual mágico-religioso, inspirándose en la obra de {describen] un cuerpo enfermo en el que la línea de descendencia fe-
menina maternal se reconstruye a través de relatos de una fisiología
Gramsci:
imaginaria. Esto significa que, para las mujeres, el relato que habla hoy
día del cuerpo se sustituye a la posibilidad que existía anteriormente de
En general, el símbolo mítico-ritual del tarantismo se articula de modo
que ofrece evocación, liberación y resolución a algunos contenidos crí- hablar «a través» de un cuerpo poseído y enfermo (... )Esta manera
nueva y más compleja de narrar narrándose muestra que en la vida so·
ticos y conflictivos determinados por la presión ejercida por el orden
social, en un régimen existencial determinado, desde la primera infan- cial, las mujeres tienen tendencia a construirse una identidad parcial a
cia hasta la madurez y la vejez. Entre estos contenidos ocupa el primer partir de los fracasos, de los acontecimientos negativos, o más aún, de
lugar el eros de distintos tipos, reprimido por el orden familiar, la cos- las enfermedades relacionadas con los demás en un recorrido de des-
tumbre o los contratiempos amorosos. Esto explicaría el hecho de que cendencia maternal que deja, sin embargo, lugar a la creación de otras
en el tarantísmo haya habido siempre una alta participación femenina, formas posibles de autonomía (Pandolfi, ibid., p. 65).
incluyendo las mujeres de clase social alta (De Martino, 1999, p. 179).
Otra autora que no puedo dejar de mencionar es Nadia Seremetakis,
Remarca Pandolfi que el cuerpo poseído de De Martirio es un cuerpo una antropóloga griega que se esfuerza por hacer lecturas alternativas
que deviene metahistórico, que nos obliga a analizar la complejidad de tradiciones culturales populares que muchas veces han sido sesga-
de las relaciones entre cuerpo e historicidad del sujeto; un cuerpo que damente interpretadas desde la teoría social hegemónica, es decir, la
adquiere el sentido de la resistencia, y que «es a la vez riesgo de per-
derse y protección creada por dicha cultura subalterna» (1993, p. 62);
anglosajona. Seremetakis reivindica una antropología gue pong_a en
.
relación estrecha la experi~~-iª-_sensorial con el surgi~_to_de.nue-
-
pero una resistencia anclada en la historia, puesto que «es un lugar vas·identid~des'cültu.rales:-consi~i;;raT1~mo algo.mediado
donde la clase subalterna se opone a condiciones de vida difíciles y culturalme_nte"afravés"{fo"á"Ctos'eñcafríados.ydens-a~-~~t~~~~;i~ti~~s,
precarias determinadas por la cultura hegemónica» (Pandolfi, 1993, y todo ello desde la idea d~·q;~-~~-~~i~t~~ftQ!l.t~r.~~clar""aseñtresen
p. 62). Un cuerpo que se anticipa medio siglo a las discusiones teóri- .tídos y emoción, entre cuerpo y m~nte, entre place;yaoTüi;eñfrelo
~~iUñrano-y-101nvo1üñ-farió:··é-nir~la-ei.'P.~feficia.at'ecilva~:Y-Ta-estéii-
,ca-:A:ñafíZá-1ambiéñIOSCáñücos y lamentos de-muertecoiño-fOrma<le
vas que implican directamente al cuerpo y que provocan el surgimiento de sujetos «empoderamiento» femenino, partiendo de la idea de quela poesía 11s
nuevos y de transformaciones en las relaciones entre los individuos y los procesos so-
ciales. Véase su obra Ethnography and Htstorical Imagination (1991). política, en el sentido de que expresa una crisis, una identidad nacio-
42 Antropología del cuerpo Aproximaciones significativas para el feminismo ---------- 43
nal (en su caso la griega) en crisis. Todas estas cuestiones serían cla- nos malestares corporales específicos de nuestra cultura a los que me
ves en la compresión de las transformaciones culturales •. referiré más adelante; si soy capaz de percibir mi trayectoria vital como
.CTe~esadeLVa.lle,por su parte, ofrece en su artículo <ÜSaJmémúria.· ~~ trayecto~~~al... ¿por qué ver a las <lemas sólo como vícti::"'
'dJ:l:cúen~~~> (199~)una propuesta de anál \l>ü_ql)_~~,~!I.trQQ9Jl:e!DJñ1$;;.. mas, como títeres de una determinada política opresiva?
Es decir, es preciso y urgente hacer discursos diferentes sobre el
·~" ~:¡i::.;i;i;.>;:~~I'·~~;,,.~,,
ci911es de género; al igual que hace veinte o treinta años lo fue el cuer-
·····~·~··'"··,,·..,....·...,._... ~···:" ... ~·"··~,,c···T~·'···M·v~,... ,..,,,~--~..-.·«·~··"~....,._._,..,,..~ ......_,.,,.~~- --- ~
.p.Q..tepi:.odJJ~ÜY.9/fü~.;i,:.,i,,rnL No somos yoes femeninos, masculinos o fe yar nuevas formas de hablar desde el cuerpo, tenemos que encontrar
ministas, libres en cuerpos limitados y manipulados socialmente, y
percibirlo así nos puede ayudar mucho a analizar las cosas de una for- 14. Entendemos aquí lo hegemónico como un proceso, no como un sistema o una
estructura: «Un complejo efectivo de experiencias, relaciones y actividades que tiene
ma alternativa y avanzar en nuestras teorizaciones y políticas, en defi- límites y presiones específicas y cambiantes. En la práctica la hegemonía jamás puede
nitiva, a encontrar claves alternativas para la transformación social. En ser individual. Sus estructuras internas son sumamente complejas y lo que es suma-
mente importante es que no se da de un modo pasivo como una forma de dominación.
este sentido, es necesario también tener en cuenta nuestra propia ex- Debe ser continuamente renovada, recreada, defendida y a la vez modificada. Asi-
periencia fluida, cambiante y conflictiva como investigadoras femi- mismo es continuamente resistida, limitada, alterada, desafiada por presiones» (Del
nistas. Si yo no me veo como víctima, pero he padecido también algu- Valle et al., 2002, p. 33).
44 Antropología del cuerpo
r
9ue es necesario continuar, situándose totalmente al margen de lectu-
s moralistas y victimistas de la realidad social. -- ------- Una de las claves definitorias de mi trayectoria de catorce años de in-
,...-.---~~---·-···-·-·~---·~ ...~~····---~-·.-..-·------·--· ..·-·------···-··.-··-····-···---·~--- ...
-.-.-~
En este sentido, y para terminar este apartado, quiero apuntar vestigación en torno a la salud y el cuerpo ha sido la articulación es-
que es posible que hoy día las feministas, las mujeres, a nivel general, trecha entre los tópicos, orientaciones y preguntas que han ido guiando
estemos un poco huérfanas de corp?ralidades colectivas e~pecíficas, mis estudios, y mis propias circunstancias y experiencia de vida, algo
de aquellas éju;p"usi;-;-;·efi'ñ{ircha -e-n'i~~ ~~fu;~ ~~t~;u;·y-'ochenta y de lo que he sido consciente durante todo este tiempo. Como ya he se-
que tan buenos resultados nos dieron para fortalecer lá identidact de ñalado, considero que esta interrelación caracteriza el trabajo cientí-
grupo y apoyar la acción política. Me refiero al color lila, a las imá- fico en general, aunque las conexiones entre biografía, investigación
genes rupturistas, alternativas, a la quema de soste~~s7~i'íó<ló8Tüs"sí-m: y contexto social e histórico no sean siempre lineales ni explícitas.
bÜfos .c-0·rp0ra1es-qüeí1etñüs_il.iiiiíaaüy-que-tia'n"'í~o~era1eñ<lo1:üeFia. No es que en mi caso ambos procesos, el vital y el investigador, ha-
lle
PrácÜCas q tendrá~ que ser sustÍt~idas pÓ~ o qu~iero.decíf;~i
-otr~s:-N- yan sido siempre concordantes, sino que uno y otro han tenido una in-
mucho menos, que nos tengam~que~úñífürmizar estéticamente, al tercomunicación muy significativa, porque explicarme a mí misma y
fin y al cabo la diversidad deünJg¡:;p~s~s también u~ ~miquecimien- a los colectivos sociales de los que he tomado parte ha sido la moti-
; to, pero sí que tenemos qUe encontrar-~atedali<lad~s;-~n:~~~aciones vación principal de mi investigación. ~sj,.___29_de~~~~~-~!~!)as zopas
¿; ~~-~~~~~~.§_~~2!.~:~~~! más oscuras de mi propia experiencia se~u~JLf.Q.:fP-Orfil.t_emocio~
~~t_~~9a[~~~~Q.~~I~l?'i~~~-t~-~~l<?~_ftll~§_4~_!fli ~§:
~ 'par~ cualq~1~~--~~"\.'!!!!~~!.1!()J~c:>!.~~,9_f9-P--~-1!S_l.e_r.!~ é.x1tOJ v1~1.b1hdad
) S()~1.~ Y si no, pensemos en otros movimientos sociales que están te- tig<l.<:;ión'.. He tardado bastantes años en manifestar por escrito estas
( niendo una proyección social significativa en la actualidad; como, por vincül~~tones entre vida y proceso de investigación; aunque anterior-
ejemplo, el zapatismo, o los tutti bianci antiglobalízación; que apare- mente lo había hecho de manera puntual en algunas presentaciones
cieron por primera vez en Génovaen el verano de 2001. Es una pro- orales de mi trabajo. Distintas razones influían en mi silencio, como
yección social que se presenta siempre bajo la forma de una determi- el pudor de hablar de mí misma, de desnudarme delante d.e una
nada expresión corporal, de una apariencia concreta. audiencia, o el riesgo de que mi discurso no fuera bien interpretado o
admitido. Mi incertidumbre se acentuaba por mi condición de antro-
póloga novata, procedente de otro campo profesional, la medicina, y
dedicada a temáticas de investigación situadas de alguna manera en la
periferia de la antropología.
Pero si la articulación entre vida y antropología ha sido una ca-
46 Antropología del cuerpo
racterística general de toda mi investigación, lo es de una manera mu- ga en cuenta la doble dimensión, la de lo auto (observación
cho más contundente con relación al campo de la imagen corporal. La misma/o, autoanálisis) (Hernández, 1999), la pertinencia de
¡influencia deJ~ vivido s2l)J~Áº---~sJ.;rito ~tan relevante que llegó el una misma para entender a los/as otros/as, sobre todo cuando
m~ expiicítarf~ y de contribuir a un debate minoritario pero pasado por las mismas cosas», y, en segundo lugar, la que se refiere
necesario en la disciplina. En mi experiencia y en mi identidad cor- hecho mismo de la encarnación conflictiva, interactiva y resistente
porales se han ido conjugando tres elementos que yo percibo claves: los ideales sociales y culturales, basándose en el concepto de
a) la influencia directa de la cultura occidental contemporánea sobre diment, que, como ya he explicado, pretende integrar la tensión entre
el cuerpo; b) el padecimiento de unos síntomas y problemas concre- el cuerpo individual, social y político. Ahora mi propia trayectoria vi-
tos; y e) las intersecciones que se han dado en mi propia identidad tal y corporal ha quedado incluida en el lugar que considero que le
personal, social y profesional, la multiplicidad de yoes que he encar- corresponde, en uno de los apartados de la tercera parte de este libro,
nado y encarno: mujer, feminista, médica «de mujeres» y antropólo- junto a los itinerarios corporales de otras mujeres y hombres cuyas
ga, que mantienen una cierta tensión entre ellos y también una espe- experiencias me fueron de gran utilidad para entender la mía propia,
cificidad y convergencia en el campo del cuerpo. pero a las que he podido mirar también de otra manera a partir de al-
Comenzando por el feminismo, diré que estaré siempre en deuda gunas conclusiones extraídas de mi propia trayectoria.
con él por haberme permitido comprender que lo corporal no es nunca No podría decir que en mi caso la investigación haya sido exac-
tamente una forma de terapia, aunque es seguro que ha sido «curati-
natural, sino que siempre es construido social y políticamente. Pero,
va».' Pero algo claro es que la elaboración y la reconstrucción de mi
sobre t , or haberme dado la oportunidad de metabolizar la idea de
propio proceso han encontrado su proyección final en el trabajo an-
que el ~~p~ s un lugar de disci¿_~~l_l!-1.:_~ón pero tam~[!_Q~~n-
tropológico. En mí he visto perfectamente reflejados, aunque haya
[ cía y_c_onteli.W:<;_~9n. Paralelamente, mi formación y practica profesional
sido a un nivel muy primario, algunos de los dilemas actuales del aná-
en una especiaffda<l periférica y alternativa dentro de la medicina,
lisis del cuerpo. Ahora, a posteriori, puedo ubicar con facilidad y
como es la planificación familiar, me posibilitaron hacer una «ruptura
re-construir en mí ese cuerpo postestructuralista que Terence Turner
cultural» y adquirir una «sensibilidad antropológica» previamente a
define como «abstracto, singular, intrínsecamente autoexistente y so-
tomar contacto con la antropología como tal, que han influido positi-
cialmente desconectado, individual» (1994, p. 46), y que se asocia a
vamente en todo mi trabajo posterior. La dedicación antropológica ha
una conducta social, una identidad personal y un significado cultural
---
sido más tardía en esta aproximación al cuerpo, pero sin duda alguna
pasivamente determinados (descorporeizados) por discursos autori-
un buen colofón a un proceso de autoanálisis que se inició con mucha
zados de poder (ibid.). Pero, simultáneamente, el feminismo me ha
anterioridad, en torno a los dieciocho años. La antropología ha sido un
enculturado en la vivencia de un cuerpo subjetivo y objetivo a la vez,
ingrediente de primer orden en este proceso, puesto que me ha servido
para sacar a la luz aspectos de mi vivencia ocultos hasta el momento y IIeñoae-s·~!~~fE§~a.t.~E1.~l:.P._~~~?11.~~-~
..S.~~ial~~-·-~~~~~~-·~~~-~~--~~-
encontrar formas alternativas de abordarlos y de enfrentarme, y com-
prender también la cultura del cuerpo en la que estamos. Pero la an- l. De Martíno, subrayando el cambio que supone el libro Tristes tropiques, de Clau-
tropología también me ha permitido validar y legitimar un espacio de de Lévi-Strauss, hace en la introducción de su libro La tierra del remordimiento
(1999) una reflexión muy oportuna sobre las pasiones que subyacen al trabajo etno-
análisis propio, alternativo, enfrentado algunas veces a las perspecti- gráfico. La siguiente cita me parece muy ilustrativa de un proceso autoetnográfico
vas dominantes en mis otros marcos de referencia. como el que estoy defendiendo: «En el viaje etnográfico no se trata de abandonar el
Este hacer consciente y explícito el entrelazamiento entre la ex- mundo del que nos sentimos rechazados para volver a ganarlo mediante tina regene-
ración mítica, sino de tomar conciencia de ciertas limitaciones humanistas de nuestra
periencia corporal propia y la investigación, al que voy a referirme a propia civilización; es un estímulo para ir «más allá», no delo humano en general,
continuación, lo resumo en el término antropología encarnada, me- Sino de nuestra propia humanidad circunscrita, «cuestionadaspor una determinada
diante el que pretendo reivindicar un ejercicio antropológico que ten- coyuntura histórica» (1999, p. 19). •
48 Antropología del cuerpo Una antropóloga enfrentada a su autoanálisis ------------'-
cibido y ha producido discursos (ibid.). Si esto lo percibo y lo experi- una de las bases de su actividad teórica y práctica.' Esto hace que fa
mento yo, ¿por qué no pensar que en las otras, en los otros, incluso en e~p!!.<::!tación de la autorreflexión, un ejercicio que he definido como
las/os que más «Se exponen», en las que «Se arriesgan corporalmen- vanidoso y narcisista, sea curiosamenteu;·-eje~cicío-.más femenino
te» (modelos, prostitutas ... ), se dan los mismos contenidos, las mis- que.masculiño~-ño-sólo-eñTas·cie~~i;ssocial~~ si;;t;~éñeñútras
mas contradicciones y tensiones, o parientes de éstas? ¿Por qué no formas de creación, como la lite;~;~~. Digo curfosarrierite, pero-qú"f~á
partir de la idea de que profundizar en estas tensiones puede aportar no es acertádó éiffe-termlño;·porqU"e somos precisamente las mujeres
claves alternativas para el estudio antropológico que nos faciliten una las que estamos utilizando mayoritariamente la mirada autorreflexiva,
mejor comprensión e incluso que permitan la transformación de nues- como una forma de teorizar, reflexionar y aportar, pero también de le-
¡
tra cultura? Subraya Bryan Turner que el cuerpo en la sociedad capi- gimitar al mismo tiempo nuestras propias vidas; necesidad que puede
talista contemporánea es el lugar de la desigualdad social, pero tam- ser experimentada de distinta manera por los hombres, una cuestión
' bién del «empoderamiento» ( 1994 ). Creo que, como en mí, en otras que requiere un análisis más profundo. En todo caso, la «autoetno-
Q¡ muchas mujeres (y hombres) están en lucha esos dos componentes, grafía» es una práctica que ha estado y sigue estando rodeada de con-
/ que son mucho más fáciles de teorizar que de identificar y de analizar troversia, precisamente por el replanteamiento activo de principios
en lo concreto. Esa pugna conlleva una dificultad analítica que no metodológicos claves en el positivismo predominante, tal como el es-
siempre es fácil de resolver pero también un alto grado de incerti- tatus dado a la objetividad o la distancia entre investigador y objeto
dumbre, en la medida en la que se hace muy complicado adivinar qué de investigación. En este sentido, la etnografía desde una misma sir-
resultado futuro se derivará de la misma. ve para validar otras formas de expresión y acercamiento a la realidad
Como ya he señalado, mi propia «autoetnograffa» constituyó mi social, y reconoce el valor de lo personal, lo subjetivo, en la práctica
primer itinerario corporal escrito como tal y eso contribuyó a que científica o académica, sin descomprometer la tarea antropológica.
mi planteamiento teórico-metodológico tomara otros rumbos. Por tan- Hernández (1999) subraya que la «autoetnografía» supone un doble
to, en mi forma de entender la investigación en tomo al cuerpo y, tam- compromiso, con la propia cultura y con la comunidad científica y
bién de alguna manera la antropología, «autoetnografía» e itinerario académica, y observa y analiza las implicaciones derivadas de esta
corporal, aunque sean entidades perfectamente definidas, quedan in- actividad simultánea,3 lo que supone para algunos una auténtica ame-
disolublemente unidas. Es por esto también que en este apartado voy naza epistemológica (ibid.).
a dedicar un espacio a esta cuestión de la «autoetnografía». La «auto- La antropología de la salud y de la medicina ha sido y es el cam-
etnografía», «autoantropología» o «antropología a partir de uno/a po más propicio, un contexto de emergencia de la «autoetnograffa»,
mismo/a», minoritaria y periférica dentro de las ciencias sociales, no aunque sean pocos los que han relatado sus vivencias en cuanto a la
es más que una forma radical de antropología en casa. En este libro he enfermedad.4 En general, quienes lo han hecho son supervivientes a
decidido escribir este término entrecomillado desde la idea de que
soy consciente de que quizá es un poco excesivo poner al mismo ni-
2. Véase Esteban (1993). Pueden consultarse también distintas ponencias presenta-
vel una etnografía de todo un colectivo o una cultura y un proceso de das en las Primeras Jornadas Feministas de Euskadi-Buskadiko Lehen Topaketa Fe-
análisis autobiográfico, se realice de la manera que se realice y al ministak (1977). ··
margen de la pertinencia o consecuencias del mismo. 3. Así y todo, algo que no juega a favor de esta forma de antropología es que se ha
dado un desarrollo mayor de prácticas y etnografías concretas que de elaboraciones
La inclusión de lo «auto» en la elaboración teórica no es exclu- teóricas, Jo cual le resta «fuerza científica». ·
siva de la antropología, sino que afecta a todas las ciencias sociales 4. Véanse, por ejemplo, las referencias incluidas en Capitán (1999). Algunos casos
citados por esta autora son el de Robert Murphy ( 1987), centrado en su paraplejía - te-
desde que el posmodernismo y el feminismo llamaron la atención so-
traplejia; el de Susan DiGiacomo (1992), que ha analizado su experiencia como en-
bre ello en las últimas décadas del siglo xx (Hernández, 1999). El fe- ferma de linfoma de Hodcking; el de Oliver Sacks (1994), en torno a la parálisis d~
minismo, por ejemplo, hizo de los llamados grupos de autoconciencia una de sus piernas, o el de Marta Allué (1996), citado anteriormente. ·
50 Antropología del cuerpo
Una antropóloga enfrentada a su autoanálisis ----------- 5L
procesos graves de cáncer o discapacitaciones por accidentes o enfer- vamente individuales y personalizadas, y el dejarse llevar por la emo-
medades de distinto tipo, que les han obligado a abrir un paréntesis en ción o por la impronta de la experiencia. Detrás de esta actitud pa-
sus vidas. Otros estudios de corte autoetnográfico, no tan específicos ternalista, sólo aparentemente generosa, sale a la luz una cuestión
de la antropología de la medicina pero sí próximos a ella y basados crucial para la disciplina: el sancionarniento sobre lo que es la in-
también en experiencias de malestar intensos, son los realizados por terpretación concreta y correcta de los hechos, la moralización so~
algunas mujeres que han sufrido violación sexual, en los que analizan bre lo que se puede y no se puede contar, que, además de un signo de
posteriormente esta experiencia (véase, por ejemplo, Winkler, 1994 ). la cultura científica y androcéntrica en la que vivimos, ha sido un eje
Son trabajos que llevan siempre implícitas una búsqueda de legiti- vertebrador en la construcción del pensamiento social y antropológi-
mación así como una necesidad de entender, de reinscribir en su bio- co. Los/as autores/as que se autoetnografían no aceptan los límites
grafía lo sucedido, y que muchas veces les enfrenta a debates, pers- impuestos dentro de la profesión, los márgenes de la tarea investiga-
pectivas e incluso colegas de la propia especialidad. En todos estos dora ni del conocimiento, que sólo a primera vista parecen infinitos. No
trabajos se desdibujan los límites entre investigador/a y objeto de es- me refiero al condicionamiento lógico de los modelos teóricos, sino
tudio, entre sujeto que reflexiona y sistematiza y sujeto paciente, en- al autocontrol, al filtro que la disciplina va construyendo y legitiman-
tre percepción, vivencia, emoción y elaboración. Los sentimientos y do, a pesar de las crisis, cambios y autocríticas, en un intento de se-
el dolor impregnan ]a narración y son el hílo para la explicación y la guir formando parte de esa red de expertos, de no perder el locus de
comprensión de múltiples aspectos, relativos tanto a la asistencia sa- poder, la autoridad dentro de la sociedad y dentro de la ciencia. En
nitaria y la relación con los profesionales como a la vivencia de la este sentido, sería un error por nuestra parte minimizar la impronta de
enfermedad y la discapacidad. Pero más allá de su capacidad de con- lo que se ha denominado el «gerencialismo» en el marco científico y
mover, impresiona el poder de transmitir y de reconstruir estados, si- político en el que estamos (Clarke y Newman, 1997).5 El gerencialis-
tuaciones, roles, vivencias, de una forma radicalmente comprometida, mo es característico del siglo XIX y sobre todo del primer tercio del si-
séptica, intencionadamente no neutral. Porque lo que hace especiales glo xx, y tiene como principios el deseo de objetivación y la confian-
a estas etnografías es, sobre todo, la capacidad reflexiva, de observa- za en los números (Porter, 1995; Burney, 2000). Esta cultura política y
ción y autoobservación de sus autores/as, el detalle y finura de las administrativa, basada en «la creencia en la utilidad de la planifica-
interpretaciones, que no suele menoscabar un análisis ponderado, ción, la eficacia, la estandarización y la organización científica (equi-
aurocrítico y relativista. Estas «autoetnograftas» se alimentan y retro- valente a racional) de los problemas sociales» (Medina, 2002, p. 53), no
alimentan, además, de una dosis considerable de pasión, de rebeldía, de es más que una tecnología social que tiende a suprimir las relaciones
resentimiento: contra el sistema sanitario, contra la disciplina, contra cara a cara, las relaciones personales, priorizando el desarrollo de pro-
la sociedad, contra el destino. Una inmejorable condición de partida cedimientos oficiales de regulación de las relaciones sociales (Porter,
para la creación científica. Son trabajos, en definitiva, que se quedan 1995).6 Unos principios metodológicos que afectan también de algún
adheridos a la piel del/de la lector/a, que le remiten a situaciones que modo a la antropología, que no ha hecho más que adaptarlos a su es-
aunque no hayan sido vividas le obligan a implicarse, a pronunciarse pecificidad, haciendo, como el resto, una delimitación clara entre lo
frente a lo narrado, a no permanecer neutral. . . . ·. . . que es y no es científico. Es verdad que los márgenes de la sociedad
La propia experiencia es fuente de conocimiento pero es tam- están contemplados en el análisis antropológico y que eso le confiere
bién un revulsivo, y esto es esencial. Su análisis es reivindicado como singularidad frente a otros, pero no impide que se construyan otros
una estrategia única para llegar a contenidos e interpretaciones ele la
experiencia que serían inaccesibles de otra forma; al ser excesiva-
5. Recogido en Medina (2002, pp. 53-54; y 2004).
mente intelectualizados en otro tipo de estudios. Uri reproche fre- 6. Recogido en ibid., Medina (2004) analiza específicamente el impacto de esta ru,
cuente que se les hace es la supuesta insistencia en cuestiones excesi- tina o burocratización en la concepción misma de Ja enfermedad. . . . . ·..
52 Antropología del cuerpo
que estoy utilizando como acción social e individual; en definitiva, En este libro también se quiere profundizar y avanzar en algunas
para analizar la experiencia corporal y social de otra manera. En este cuestiones trabajadas en una investigación en equipo dirigida por Te"
sentido, como ya apuntaba en la introducción, la propuesta metodo- resa del Valle, en la que yo misma he participado, titulada Modelos ~
lógica que se ofrece en este libro, la del estudio de lo.~ itinerarios cor- e.rri.~~!J..~ntesen los sistemas y las r__e_{q_c)Q!2~.~:.4.~.84·1J.g[Q_ (2002). El ob- L'
porales, no es más que eso, una propuesta, y como tal modesta y li- jeto centrar ae·e·ifre··estü<iToTo. flañ-constítuido las características y mo-
'""iñTta(fa. ~~~"'":::"·:;;;..,,,~ delos emergentes respecto al género que están surgiendo en nuestra
El concepto deitin~r.:arios.•COJPºL.qlés lo tomo del trabajo de_::f.e- sociedad, considerando los ámbitos del poder, el trabajo y las emo-
rrándiz (1995, p. 142), quienloutiliza en sil análisis de los procesos ciones como subestructuras del sistema de género.3 Por modelos. se
·deaprendizaje y evolución sensorial de los médiums que intervienen han entendido «los constructos que tienen entidad y peso referencial
en el culto de María Lionza. Pero la idea de los itinerarios como tal y en ciertos casos peso normativo y el sistema de valores)ncid~ di-
no es nueva en antropología sino que ha sido formulada anteriormen- rectamente en ellos» (lbid., p. 31). Para el concepto dé~~~ergend se
te en campos ª~-~1i)Hnares.co-mo.eCde·Ta-antrop~f§i~:~~]~~~~1~d y la ha tomado la definición de R~1m.2n5!.JYill!.~ms (1997~);;::_,úrsY:que
mecHCiña;·a;;nde,. porejeiñplo:·10s·ep-Marfacüffienes
(1998) prqmso considera que lo emergente «abarca tanto los nuevos significados y
~nsu.<lía'eí trabajo en torno a los itinerarios o procesos asistenciales? valores, nuevas éticas, ñüevas. relacíoñes y tipos dérelaéíOnésqÚe se
y señaló que éstos se conforman dentro de una determinada ideología ~~~a;ccmtínuameñte;cüíñü~a<i·;~ñ~~·;;re;ffi~~t~,;··qu~,<;0·n-aI1~;;átivüs
asistencial, un campo de juego, como «un conjunto de actos y gestos o de.óposiciüñ:··Recaifoce··q:ue··es·· e-xfreffia<laffieili~··<liií~ü-~~-~~¿h~~
rituales a que se ve sometido el asistible en tanto persista sobre él la casó-sdistlñ:gtür en el análisis los elementos nuevos, pero que pueden
condición de asistibilidad. Es por ello que nuestra unidad de observa- constituir una nueva fase de la cultura dominante, de aquellos especí-
ción debe ser en toda lógica el itinerario del asistible para con ello in- fica y claramente alternativos, es decir, de oposición a un sistema do-
ferir cuáles son los límites de la variabilidad de los mismos y su ar.-- minante» (en del Valle et al., 2002, p. 31).
ticulación con los contextos idiosincráticos» (1998, p. 147). Por otra parte, al hilo de la explicitación de los itinerarios con-
En mi investigación se tratarí lanteamiento muy similar, cretos analizados en los diversos capítulos, discuto la pertinencia de
aun~ue he ~~~~:~~~-e.1 ..~??~.~?t°._~üin~@rio al aq~~isis d~ lo ~~rpo~l. conceptos y términos en relación con los que no siempre se ha tenido ,
· o_,1)efmo los itmeranos corporales como procesos vitales individuales en cuenta la carnalidad que comportan, como los de identidad de gé- (
. !··········
',n/L~->per~-~u~_.1.:?..~--~~_!!lj~~l! .. §~~-~p,r~.-~.. !:!.l!_fg_l_~~~~~-~L.que oc~_r,E~.?.~~ntrode nero y empodira;;;,'t:ñio, _..........a los gue defiendo los de identidad
frente l
estructuras sociales concretas y en los que damos toda la centralidad
-·······•· ' ..,. •• " .. ,, .. ,..._, , • •••• .__ :- ,.,,,.,. ' _ ,.•...~, ,_. ..-:-;• ' , •.. ,,,.•.. ,,,.,,~.~.--;::•r-:--v'";""'~ °"1)1••;.,,,._.,-,...._.....--.
._,__-~.
corporal
···-
..
y empoderamzento corporal.s--«:
::;.:-::: .
. ·_.· . ..,......,.,a.:'t,.,.1y...,,:c~3;)~
\ i -z:
~
a Ias-ac;~i_?~~~ociale~~~--~-~~~~j~!2.~ entendidas éstas com<u;>,~~~ . E! pnmero de ellos, el f!_ÍÉ!!!:tíaad corporal, eferido en concre- c..:-.·,s~, .. ,,.,3
co_!Eorales. ijl(~··: es así entendido com9 el lugar de la vivencia, el to al g~nero, lo propongo frente a una 1 ea e 1 entidad muy presente
d~se-0~ refl~-~1 n, la resistencia, la contestaclÓnyel carrí61o social, tant~ñ-las ciencias ..sociaies como en la teoría feminista, que entien-
eñ·di·¡~;~~~;;;~~;~~iT~~j';~·-~~~ó~'k"a.s;poÍíticas, sexuales,· estéticas e de la i~~ad de género como_ el resultado de un proceso de cons-
iI1ffí~:9iµ~~fes:·rniierariü8.Ciu~-<l~'b~~-~barc~;;~~n.pe~<l;·<l;üempo 10 trucción de la subjetividad desde lo discursivo y lo social. En estalí-
suficiente~ente amplio para que pueda observarse la diversidad de nea~-I~rabel-Martrnez-B""eh110Cli~·y-cOTaborado·r·
....... _
\
es-··(2ofüfd~finen esta
vivencias y contextos, así como evidenciar los cambios. identidacrcomo 11f«Síñíes1s-parti.cularde prescripciones sociales, <lis-
.
cursos"y representaCioñefiiobreel ~l)E;:füqµ~-se'produceñ"yi9nJ?.li~s-
,,•, '" ,,,.,•,•'·"•''""""•"'•'""'"•·"·"•n'•"·•·~···•••·•"'"'"'""''.~"'·'<~""''"""~' ' "'''" ''""' ""' "··'"'•'•"''''•"' ... ' •• ',''
tas en acción en cada contexto particular» (ibid., 2001, p. 14) y ponen como algo que se va configurando no sólo a partir de unos actos, dis-
todo el énfasis en no considerar la identidad como una «realidad tras- cursos y representaciones simbólicas, sino que tiene una base reflexi-
cendente de estatus natural» (ibid.), así como en señalar que hay un vo-corporal, material, física, performativa, aunque en interacción es-
ni.vel-d~-Übertad y -~~~~.QllaLen_e_s~prn{:~~Q}Q~I!!i.!~!,~º· trecha con el nivel ideológico de la experiencia. Una identidad que
Una referencia oblrgada para hablar de la cuestión de la identi- tiene como característica básica la de estar en continua mutación y
dad de género es Joan Scott, que, en su conocidísimo artículo «El desarrollarse, por tanto, no sólo durante el proceso de socialización
género, una categoría útil para el análisis histórico» (1990 [1986]), entendido en sentido estricto, sino a lo largo de toda la vida. Por lo
señaló que el género comporta cuatro aspectos o niveles diferentes tanto, creo que poner el énfasis en la identidad como algo que se cons-
estrechamente interrelacionados: truye prioritariamente a través de las representaciones, discursos nor-
mativos e instituciones no nos permite considerar adecuadamente la
Primero, símbolos culturalmente disponibles que evocan representa- corporeidad. . · ·.
ciones distintas (y a menudo contradictorias)( ... ) Segundo; conceptos Esta discusión en torno a cómo definir la identidad de género
normativos que (... ) se expresan en doctrinas religiosas, educativas, también nos permite avanzar en el replanteamiento de los conceptos
científicas, legales y políticas que afirman categórica y unívocamente de masculinidad y feminidad, que están intrínsecamente relacionados
el significado de varón y mujer, masculino y femenino (1990, p. 45). aunque sean definidos siempre en oposición (Connell, 1997, pp. 31-
32). Refiriéndose a la masculinidad, pero indirectamente también a la
Tercero, la dimensión política e institucional de lo anterior (sistema feminidad, Connell (1997) subraya una vez más la relevancia de la di-
de parentesco, mercado de trabajo, instituciones relativas a la educa- mensión práctica, una práctica en continua contradicción y renovación:
ción, la economía y la política). Cuarto, la construcción de la identi-
dad subjetiva, que debe ser abordada, según ella, relacionando esa [la masculinidad] es al mismo tiempo la posición en las relaciones de
construcción de las identidades genéricas «con una serie de activida- género, prácticas por las cuales los hombres y mujeres se comprome-
des, organizaciones sociales y representaciones culturales histórica- ten con esa posición de género, y los efectos de estas prácticas en fa ex-
mente específicas» (ibid., p. 46). En un artículo posterior (1992), esta periencia corporal, en la personalidad y en la cultura ( ... ) Cualquier
masculinidad, como una configuración de la práctica, se ubica símul-
autora hace una revisión exhaustiva de diferentes perspectivas histo-
táneamente en varias estructuras de relación, que pueden estar siguiendo
ricistas que han tenido en cuenta el análisis de fa experiencia. En ese
diferentes trayectorias históricas. Por consiguiente, la masculinidad,
artículo, muestra su preocupación por la esencialización de la identi- así como la feminidad, siempre está asociada a contradicciones inter-
dad y la reificación del sujeto que surge desde algunas de las tenden- nas y rupturas históricas (1997, pp. 35, 37).
cias que analiza, aunque defiende el abordaje de la experiencia en
cuanto parte del lenguaje cotidiano y «por tanto, imbricado en nues- Así y todo, aunque la masculinidad y la feminidad son dinámicas y
tras narrativas» (1992, p. 37). Así y todo, subraya la necesidad de no están en continua construcción, «a nivel social persiste el conven-
introducir nuevos determinismos lingüísticos ni privar a los sujetos cimiento de que son dos tipos de comportamientos diferentes que se
de la agencia, sino tener en cuenta ambos, experiencia y lenguaje, lla- identifican con dos grandes grupos, los hombres ylas mujeres» (Díez
mando la atención sobre algo con lo que coincido plenamente: que to- Mintegui, 2001, p. 2).
das las categorías de análisis deben ser «contextuales, contestadas y Basándose en el trabajo de Scott, Lola Sánchez (2003) subraya
contingentes» (ibid., p. 36). Volveremos al final de esta primera par- algo que refiere a las mujeres y hombres en general:
te a estas cuestiones. . . .
En mi trabajo, e inspirándome en autores/as ya citados, funda que las personas, las mujeres, construyen su identidad subjetiva po-'
mentalmente Butler y Connell, la identidad de género se entiende niendo constantemente en juego la estabilidad del género, a través de
58 Antropología del cuerpo Hacia una teoría corporal de la acción social e individual ______ 59
la negociación o de la resistencia a normas, comportamientos, discur- nivel tanto físico como existencial, [que es compensado por] múltiples
sos que definen masculinidad y feminidad, a lo largo de sus vidas y a tácticas -muy fundamentalmente corpóreas- para dotar de cierto
lo largo de la historia. La identidad generizada es el resultado de esa sentido autónomo a su identidad masculina( ... ) La propia desorganiza-
contienda que, en función de la eficacia de fuerzas sociales variadas, ción, inestabilidad y precariedad de esta respuesta identitaria táctica
da al género una apariencia sustancial, controlando lo que es permiti- hace que no sea posible que dé lugar a una forma única u homogénea
do, lo que es deseable, lo que es normal, lo que es femenino ... (Sán~ de ser hombre. .
chez, 2003, p. 18).
Y concluye:
Sin embargo, yo considero que esta «negociación constante» va a ser
más evidente en unos grupos que en otros, como mostraré en la parte (... j frente a l~s estereotipos dominantes y monolíticos de la masculi-
empírica, y que, por tanto, nos interesa conocer en qué contextos y nidad popular que circulan en la Venezuela contemporánea y se adhie-
ren con tenacidad a los cuerpos, acciones, experiencias y futuros de los
bajo qué circunstancias se problernatiza en mayor medida esa femini-
hombres de los barrios, este grupo de amigos espiritistas experimenta-
dad (o masculinidad) definida como hegemónica.' . . . ··.·· .. · .. ba su identidad de género como un flujo permanente ( ... ) Como si se
Connell argumenta en el capítulo «Los cuerpos rru,.schlinOs>> de
tratara de un calidoscopio de género, en cada trance, en cada circuns-
su libro Masculinities (1995, pp. 45-67)~ la co:Qstitución dUa tancia de vida cotidiana, estas piezas de «lo masculino» se combinan y
masculini~onsecuencia, de la feminidad), se produce a par- recombinan dando lugar a configuraciones siempre diversas( ... ) Por
tirae-~Ciad, una determinada man~~o- decirlo con otras palabras, encontraríamos una misma lógica de actua-
____-,-. ---~
ner-en funcionamiento e] cuerpo, sancionada dentro e unas institu-
. . . ....------'"
ciones culturales (como el deporte4 o el mundodel trabajo), y que,
.
ción entre las estrategias de reciclaje económico (en los paisajes más
estériles de la economía petrolera venezolana) y las de reciclaje identi-
po;t;-~o:como--y; se ha apuntado anteriormente, las 2_rácticas de ~é- tario (en los campos de estigma de una masculinidad herida). Como
n~.r9_~_on .. práctícaa.reñexiso ...corjio~....QJJ.~ur~n- ocurre con el rebusque en el sector informal, la identidad de género no
t t~cióp.; prácticas que no son ni internas, ni individuales, sirio que puede ser sino fluida, polémica, inacabada, coyuntural, precaria (Fe-
rrándiz, 2002, pp. 84, 85, 92).
I conforman el mundo social.' .
En una línea similar, me parece también sugerente el abordaje
Y destaco estas· reflexiones, a pesar de la distancia entre los infor-
que hace Ferrándiz (2002) de la masculinidad (aplicable igualmente
mantes de Ferrándiz y los míos, porque meparece loable ese intento
al estudio de la feminidad), cuando analiza la experiencia de ser hom-
por su parte por expresar adecuadamente la fluidez, fragmenfariedad,
bre en un grupo de amigos qíie sobre vi ven en torno al culto de María
Lionza. Ferrándiz comprueba:
precariedad y complejidad de la identidad ~e- (:
11)
\~:'. ~;~r:c-
vas. id~as.y m~tá~rns •. comoIa del c~~copio de. género o la del y,o:: .s: ,,
\),:;!'
~.)' un proceso por el cual las personas oprimidas ganan control sobre sus
1J ¡voir. En el mismo afirma Butler gue el_yQ~ti..~lY\l~rp_?~un ~°--?~con-
0 propias vidas tomando parte, con otras, en actividades transformadoras
f"
iJ/~~' ifc!:~~~--~·~9a:roación, y que lo quí?_M?.-~~-~masn!l difereQ~J>.P.s>-~.ifü!!,-
i dades históricas. Así, el cuerpo es para esta autora una «materialidad
De hecho el poder produce; produce realidad; produce ámbitos de obje- estructuras sociales concretas y permite la emergencia de nuevas i>~,--,.
tos y rituales de verdad. El individuo y el conocimiento que de él se pue- percepciones y conductas. v,•Y"\í'·':.t .
A ''1~·\.·''.0:..-
den obtener corresponden a esta producción (Sayavedra, 1997, p. 100). Pero el (C~~~~-1?,!~."~~.al 1~ mismo tiempo, ~q¡o ¡-,.,-"},
COIJ:_l:SJ.~~to,aunque desde una ..dá-
coqceeci,ó.Q.~q,l!~!!ªS.~~DAi<Jaj_Q.~a
El poder, no es sólo dominio y sujeción: sica en Occidente constituida sobre la base de «un'suj:to soberano
i~prbfágonistade una narrativa hegemórii~a-qÚe·~~p;~~~~-
Más allá de la reacción de sometimiento, de resistencia pasiva; existe taría la autoridad, la legitimidad y el poder exclusivos y sería el pro-
también la posibilidad de la deconstrucción del poder, a través del po-
pietario del habla» (Medina, 2002, pp. 39-40). Una reconsideración
der de afirmación. A esa posibilidad de construir poder positivo a nivel
individual y social, se. le ha llamado poderío [o empoueramiento l (Sa- que están haciendo autoras/es como Q~..Y<!1tLG!:i,~~~~.Y-9E~Y.._$J)jy,9j(
yavedra, 1997, p. 100). (1985) desde t~gEí<l:~P().~-~~s~ructura..E~~as, como la teoría postcolonial
y los lla~~_dQ~\:?~tµdjQ,~--~~.~5Í~!.~rn2§. enriquecidos ~r~~precoii"facrl='
En conclusión, y a pesar de que apuesto por su utilización, lo hago tica feminista. Cómo recoge Medina (2002): \ ~0-.
v\º~'
desde la idea de que es un concepto que es necesario problematizar,
(. .. ) para Spivak, 4j;~no sería la expresión inmediata del sujeto -,
por lo que, provisionalmente y a la espera de que surja un término más
pues esto negaría toda posibilidad de conciencia o identidad hasta fe
adecuado," lo simultanearé y/o complementaré con los de acción so-
chas recientes y sólo sería posible para quienes hayan dejado testimo-
cial, autotransformacióny transformación social y política. Y, como
nios históricos (2002, p. 40).
en. el caso de 1argeri_~~<!) nos referiremos a un «empoderamientq»
(
que e_s_siempre corpQUJ.l. ·
De este modo, cualquier sector subalterno -mujeres y hombres en
En definitiva, mi ~.11.*_lisi~_gºJosjíinerarios..c.Qf_QOrales
lleva im-
proceso de cambio en nuestro estudio-- debería ser considerado «un
p~Q§ . J.9_s__~S>~~~e_tg~_!!_~_identidad__y_~(?_!!!.Q.2Si~~·
grupo cuya identidad y autoconciencia reside en la posibilidad de su-
está atento sobre todo a las reformulaciones de lM.J..d.e.nti.d.ru;l~ y
ministrar una interpretación diferente de la realidad» (en ibid.). Este
prácticas de género y adquirie;etodosÜsenti~~ndo lo entronca-
, rñ~~~i· u~~~~~~~p~[ªi!·:K~r:~~-~~E~,q~~~~=~~-¿;-minadoci:~Pº
como agente». Connell (1995) subraya una y otra vez que hay una
planteamiento alternativo del sujeto y de la subalternidad implica una
revisión profunda de las concepciones sobre el poder y los agentes de
t <::'~~.~~t::J.lTmeñsíóñ-corp§r..~Ll!.!~~~!}.2!.~-~E--~~-~::J?..~.Ef~!!~i~
J'
la acción (agency) y es, por tanto, totalmente convergente con la
...Y en la práctica,
aproximación que aquí se defiende. Una perspectiva de análisis que
,U 6"".:· , que no puede ser excluida del análisis, y propone su ~onc;ptQ de qüe
1!;· ayude también a romper la dicotomía entre tener que encontrar expli-
1 r Ci'~ las prácticas corpo~oi1 internas o individuales, sino interac-
caciones racionalistas de la acción social e individual, por una parte,
tivas y re_fle~a..rne.dida..que._c_o_nJJ_eyJlJLIS'.J~fi~is-
o considerarla totalmente ajena a la voluntad de los actores y actoras,
mo sociales; incluyendo también instituciones sociales a gran esca-
l'a;~~?_~o-·es"él caso del deporte. A
-•••••,•'-•·•••·-·•'•••••~•.,,,. •• ,.," __ .,, ......_.M .. --~~--~··
t~~~és.
dtd~s Ii~áctita"~"Rillfiles
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por otra; un problema central en la teoría social actual, discutido por
autores de la talla de Bourdieu y Giddens. Así, rrii intención es mos-
se conforman vidas individuales,
.._,,,._,..,,.~""""' '" ····'·''·"
pero sobre todo un="'~
mundo
....._...7_,,,.,.."'", .....:--
social
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de forma que para él Iá-masculinidad (o la feminidad) es material, trar que es la reflexión corporal la que va guíando las acciones de
quinética, «performativa», existe en la interacciónsoci;r;·"t;-avéSde hombres y mujeres, permitiéndoles, en circunstancias y coyunturas
concretas, reconducir sus itinerarios y resistir y contestar a las es-
!!~~t_l:l~~ marg.en.oelaiñieñdoñ.ali""ª~~~ no ~e partida, y
8. Del mismo modo que en su día el surgimiento de conceptos como los de hege- a
contribuyendo así tamfüén SlJ_ propio<~empoderamiento>~------
monía/subaltemidad referidos a las relaciones entre clases sociales y culturas dife-
Desde todas estas consider;~IOnes,es""(¡~~d~do~'dep~etendo con-'
rentes permitió superar los problemas que conllevaban términos como el de explo-
tación. tribuir a una teoría corporal de la acción social e individual, de la
64 Antropología del cuerpo
agency, que, en el caso de este libro, tiene como objeto de estudio las SEGUNDA PARTE
acciones y transformaciones llevadas a cabo por algunos sujetos (re-
presentantes de distintos colectivos y sectores sociales) en cuanto a EL CUERPO EN LA SOCIEDAD OCCIDENTAL
las identidades y prácticas de género, entendidas éstas siempre como
procesos sustancialmente corporales. Identidades y prácticas de gé-
nero siempre encarnadas, que están configurando formas diferentes,
alternativas de autoconciencia y acción que comportan inevitable-
mente el surgimiento de sujetos nuevos.
. ·'
l.
L3: importancia del cuerpo en Occidente1
l. . Los diferent~s capítulos incluidos en esta segunda parte han sido publicados ante-
riormente dentro de dos artículos: «El cuidado de la imagen en los procesos vitales. Crea-
tividad y "miedo al descontrol"». Kobie. Serie Antropología Cultural, n." VIII, 1997-
1998 (Diputación Foral de Blzkaia-Bizkaiko Foru Aldundia), pp. 27-54, y «Promoción
social y exhibición del cuerpo» en Teresa del Valle (ed.), Perspectivas feministas desde
la antropología social, Barcelona, Ariel, 2000; pp. 205-242. Así y todo, he modificado
ligeramente sus contenidos para adaptarlos a los objetivos de la presente publicación.·<
68 Antropología del cuerpo La importancia del cuerpo en Occidente -------------'~
la renuncia del cuerpo, parece haberse transformado en una cultura del El lugar preferente que el cuerpo, su mantenimiento y su
cuerpo, en una glorificación del cuerpo erótico (1985, pp. 158/180/18). do tienen en la sociedad occidental se corresponde, como ya he co-
mentado en la primera parte, con un énfasis en su estudio desde las
Así, las últimas décadas del sig192l~Y,~~om~('._~~()-~~l sig]~XXI se ciencias sociales. Desde la visión actual dominante, el cuerpo =-corí-
han caracterizado por un ~~L"!:!_~~~!QQ: el C!~erpo se ha con- siderado como sede de la razón, las experiencias y las emociones-e-
vertido para todos nosotros en algo a reivindicar, a mostrar, algo que es puesto en relación con la construcción social del concepto de per-
cuidamos con esmero, un objetivo en si mismo, que centra muchas de sona, la formación del «yo». Por tanto, se reconoce su papel confor-
nuestras actividades cotidianas (Aries y Duby, 1989, p. 102). Aunque mador de la subjetividad de las personas como seres individuales y
hay autores que puntualizan que la obsesión narcisista por el cuerpo, sociales. En este marco, la imagen corporal y el cuerpo individual
masculino y femenino, que se produce dentro de esta tendencia~s- y social son fundamentales en la construcción de la propia identidad y
teticismo y consumo, no nos habla tanto de que el cuerpo mismo se pertenencia a los diferentes grupos.2 En nuestra sociedad, el sujeto
h~y~,~;ñvertido~~bjeto de deseo, sino «en símbolo de status, ju- está constituido por una entidad individual cuyas fronteras se sitúan
ventud, salud, energía y movilidad, una vez ue ha s · · · · ado en la superficie del cuerpo y muchas de las identidades corporales
}5q¡:].:_}_t?!~_l'.J5;?~aj~~onve~~~ (Callinicos, 1993, p. 83). ideales suelen venir definidas de antemano, envasadas y dispuestas
La disciplinarización general de los cuerpos, aunque adquiere para el público desde las industrias de consumo, belleza y publicidad
características específicas en la segunda mitad del siglo xx, ha estado (Falk, 1994 ).3 La centralidad del cuerpo se refleja específicamente en
presente en Occidente en los dos últimos siglos, como lo han puesto espacios sociales como los medios de comunicación, el mundo del es-
de manifiesto muy distintos autores. Foucault (1992), por ejemplo, pectáculo, el ocio, el deporte y la publicidad, protagonistas absolutos
muestra espléndidamente cómo esto se comprueba sobre todo en el de nuestra sociedad de consumo; aunque los cuerpos mediáticos y pu-
funcionamiento y fines de ciertas instituciones (hospitales, ejército, blicitarios no acostumbren a ser los de la vida cotidiana, sino que apa-
escuelas, etc.), que surgen con un afán de regulación y control social rezcan investidos de determinados elementos, como la juventud, la
de la población y el individuo a través de su cuerpo (de sumisión, en belleza, la sensación de higiene, la seducción y el aire deportivo (Le
definitiva), sin perder nunca de vista el objetivo último que es la con- Breton, 1990, p. 136). Pero, al contrario de lo que habitualmente se
secución de personas productivas. piensa, la exhibición del cuerpo en la cultura occidental no se produ-
1\ \~.o Esta regulación desde lo corporal alcanza su perfección en nues- ce de una manera arbitraria, sino que se instituyen lugares y tiempos
0/
,.\ 'J¡_~p~ 1)tros días a través de un doble juego, aparentemente contradictorio, de privilegiados para mostrarlo (Le Breton, 1990, p. 138) e incluso se
1 1'~\ e \
vJ- vY" potenciación del consumo a muchos niveles, pero también de fomen- llega a penalizar el no cumplimiento de dichas reglas. Es decir, la «li-
to del autocontrol y la disciplina. ~Consumo y control que se eiercen beración» del cuerpo que caracteriza nuestra sociedad, se da mas-;-un
específicamente en_relación a cuatro rand(;s .. áreas·. alimentación niVel i_dea(de referencia, y de una ffi1ilíeI1':fffagmentarurydtferenéül-
t(.téfé1ciofísico , dep~
fii.ia o
cuidado{sté!~co ·~.. ~exu~!~~~ Como ha se-
(Yrdt)(Í990), por unaparte seprirna la necesidad del
d~~~
(ibid., p. 144).4 Y todóelloes parte de ünl)roce'so
--~-
control sobre uno/a mismo/a, la sublimación de las emociones, los 2. Le Breton apunta, por ejemplo, que ciertas crisis de identidad son consecuencia
deseos y los impulsos, y se nos valora como parte de la sociedad en la de conflictos con la integridad corporal o de modificaciones estéticas o plásticas so-
bre el cuerpo (1990, p. 262).
medida que podemos producir. Pero al mismo tiempo que cultivamos 3. Citado en Soley (1995, p. 15).
una especie de moral del yo muy centrada en el trabajo y la produc- 4. Durante los años 1995 y 1996 estuve realizando observación de forma regular
ción, se nos incita a recreamos en las satisfacciones constantes e in- recogiendo información para mi investigación en la escuela de modelos de
día ocurrió una anécdota que me resultó especialmente significativa. La nrn't"'~'M"·
mediatas; se potencia el consumo sin medida, referido a la alimenta- dueña de la agencia les explicaba cómo tiene que ir vestida y preparada
ción, a la estética, al ejercicio físico y a la sexualidad. a modelo, y criticó duramente a una estudiante que había estado anreriormente en
?O Antropología del cuerpo
-
~era-º
con Eoucaultjl98i, 1992), como un
iñstrumento e poder, una form~uy.efec.tiv..a..de.S..Qfü~.2.LlillYial.Uno
-----·--- .
de los ejes princij'.imes·e-ñéstaregulación y producción de los cuerpos
y, en consecuencia, de las personas en cuanto seres sociales; es la
Cuerpo, apariencia y diferencias de género
( ... ) el juicio social, los valores que éste supone, no sólo condicionan
En Occidente hombres y mujeres están influidos de manera distinta
nuestro comportamiento por obra de la censura interior que ejercen y
Y específica en cuanto a su cuerpo y su apariencia, y eso se relacio-
por los sentimientos de culpabilidad que suscitan, sino que además es-
tructuran indirectamente nuestro cuerpo mismo en la medida en que go-
na, entre otras cosas, con la definición de lo femenino y lo masculi-
biernan su crecimiento (con normas de peso o estatura), su conserva- no, donde la bel1eza sigue estando más asociada a lo femenino y la
ción (con prácticas higiénicas y culinarias), su presentación (cuidados fuerza a lo masculino, con un diferente tratamiento de la sexualidad
estéticos, vestimentas) y su expresión afectiva (signos emocionales V. Y el deseo para hombres y mujeres, así como una mayor dedicación
de las mujeres a trabajos y actividades donde la presencia y la in-
Pero el aprendizaje y los usos del cuerpo y de la imagen y, por tanto, teracción social son determinantes. Naomi Wolf, en su libro El mito
la identidad corporal, no es igual en los distintos colectivos humanos. de la belleza (1991 ), que es ya todo un clásico en este tema, hace un
Existe una serie de factores, corrió son el sexo, el género, fa edad, ia repaso de los cambios históricos en las imposiciones culturales so-
Ciase social, la culti:ira, la religión, la actividad, entre otros, qué intro- bre la imagen y la apariencia, y .los ideales femeninos de belleza.
<lucen diferencias importantes en el aprendizaje de las técnicas cor- Así, esta autora analiza cómo en los siglos xvm y XIX el mito de Ja
perales; variabilidad que ya ha sido abordada en algunos de sus as- belleza:
pectos por diferentes autores/as.6 Por otra parte, los individuosy los
grupos tienen un papel activo en todo este proceso de constrüccióride fue ganando terreno amedida que se destruía la unidad de trabajo de la
su imagen, y sus prácticas concretas y las modificaciones en las mis- familia, y que la urbanización y la aparición de las fábricas exigieron
mas influyen a su vez en las definiciones sociales· generales, corno una esfera separada de domesticidad ( ... ) Se expandió la clase media,
mostraremos en la tercera parte del libro. se elevó el nivel de vida y de instrucción, disminuyó el tamaño de Ja fa-
milia Y apareció una nueva clase de mujeres educadas y ociosas de
cuyo sometimiento dependía el sistema del capitalismo industrial en
pleno desarrollo (1991, p. I 8).
centro, que era muy joven (catorce o quince años) y que en invierno solía ir vestida
con un pantalón negro muy corto con unas medias debajo. Les repetía una y otra vez De esta forma, el mito fue tomando fuerza como un componente natu-
que hay. que saber cuándo y cómo se llevan las cosas, que está bien ir así a una fiesta,
pero no por Ja calle. .' · ·
ral de la esfera femenina, junto con «la idea de que las mujeres virtuo-
5;> Citado en Valls i Fossas (1993, pp. 245-246); sas estaban sexualmente anestesiadas y una definición deltrabá]o :f<k~
· '. 6:> Véanse las aportaciones de Berthelot y otros (1990). · menino que las ocupaba en tareas repetítivas, prolongadasy lab()rfosaS,. · . .:
72 Antropología del cuerpo
~
belfezasfootarñbiéñ-el culto a la juventud, lo que lleva a «m~mllar»
· no sól~ elró'sfro~--sino-fa--ectaéf(Gor<loñ~T994,p. 232). Como comen- realidad de hombres y mujeres. Así, en general se insiste en que los
hombres son enseñados, sobre todo, en la exhibición e instrumentali-
ta Raquel Santiso (2001):
zación de su cuerpo para la fuerza y el trabajo, primando en los cáno-
( ... ) las mujeres de determinada edad y aquellas que representan la nes de belleza masculinos «el "vigor varonil" que subyace a la fuerza
edad que tienen no aparecen salvo en la vida cotidiana. El hec~o de que corporal, fundamentalmente focalizada en un torso musculoso y atléti-
los rostros femeninos maduros no sean habituales en los medios d~ co- co» (Martínez Benlloch, coord., 2001, p. 34). Sin embargo, los objeti-
municación transmite un mensaje social sutil que deja huella en la ima- vos principales del aprendizaje corporal de las mujeres son la repro-
gen corporal. Las ausencias hablan muchas veces m_ás que las presen- ducción y la seducción. Esta instrumentalización diferenciada hace que
cias. Del mismo modo que la virginidad ha sido considerada como al~o el cuerpo de las mujeres esté bajo la mirada constante de la sociedad,
deseable en la mujer por representar ignorancia sexual o inexperie~c1a, mientras que el cuerpo del hombre, en la medida en que no necesita ser
ahora envejecer no es bello por lo que representa, porque con el tiem-
expresión, sino instrumento, no padece de la misma manera el efecto
po las mujeres adquieren mayor pode: y porque :os lazo~ entre las ge-
de las normas de belleza, la moda en el vestir, la necesidad del arreglo
neraciones de mujeres pueden ser peligrosos. As1 las mujeres ~adu~~s
constante, las dietas de adelgazamiento o engorde, los efectos de la ci-
temen a las jóvenes y las jóvenes a las maduras. Al no poder identifi-
carse unas generaciones de mujeres con otras, seguimos sie~do -~ulne- rugía estética, etc., por lo que las mujeres salen perjudicadas (Dostié,
rables a las aprobación ajena( ...) Una mujer que tiene la obligación so- 1988, p. 81). Diferentes autores/as subraya:n tambiénque'rnientrás que
cial de ser joven, que siente que será socialmente mejor aceptada . los hombres tienen una idea más holística, más orientada' aaspectos
siendo joven y que sólo conseguirá éxito si se mantiene joven, est~ n2' funcionales, a «estar en forma», las mujeres funcionan' en general con
gando su propia trayectoria. B~ar la ed~d del rostro es borrar ~Ll imágenes corporales más fijadas en la forma que en la: función, al tiem-
tid,.ad,-eLpod_er_y la historia (2001, pp. 237-238). po que tienen visiones fragmentadas de sí mismas, que les llevan ami- !
rar su cuerpo de manera parcelada, e intentan adaptar esas distintas par.:J
l. Citado en Santiso. «El cuerpo del delito. Torturas culturales en tomo al cuerpo» tes a los cánones culturales (en Martínez Benlloch.coord.; 2001);
(2001). Comparto
. las líneas básicas
' . . de todas estas . teorizaciones.
'., . '
Sin em
. . -
2. Citado en ibídem. bargo, en este libro el énfasis no se pondrá tanto en insistir en esas di-
3. En Martínez Benlloch (coord.), 2001, p. 34.
74 Antropología del cuerpo
ferencias, sino en mostrar la tensión entre las similitudes y las diferen- vel de la experiencia puede aportar puntos de vista
cias de género, en llamar la atención sobre el hecho de que, en el mo- novadores para el estudio del sistema de género.
mento presente, las relaciones entre cuerpo, imagen corporal y género ya he apuntado, se considera la forma en que las mujeres
forman parte de un ámbito complejo, con elementos diversos e incluso apariencia de un modo bastante restrictivo, como una
aparentemente contrapuestos, unos viejos y otros de más reciente apa- las normas dominantes y bajo la influencia directa de los discursos he~ ·
rición, que probablemente nos hablan de un orden social nuevo. Com- gemónicos, como si las personas fueran seres pasivos sometidos a fas ..
plejidad que requiere de claves de interpretación distintas y más diver- leyes del mercado e industrias de la belleza. Coincido con Effie: Ple- •
sificadas que las utilizadas hasta ahora, y dé un análisis pormenorizado xoussaki (1996) en que no se trata de un simple seguimiento de los dis-
de los nuevos contextos y experiencias en relación con la imagen. Así, cursos dominantes, sino que las mujeres (y los hombres) gestionan su
se parte de que la conformación de la identidad de las personas como imagen negociando al mismo tiempo su lugar en la sociedad. ... . .. ·•
hombres o mujeres, la asignación y el ejercicio respectivamente de un Además, hay que ser conscientes de los cambios ocurridos en
sexo y género determinados, forman parte de un proceso cotidiano de nuestra sociedad. Por ejemplo, si nos fijamos en un ámbito de tanta
reafirmación, negación o discusión de una identidad, la masculina o la trascendencia como la publicidad, algunas autoras llaman la atención
femenina, en el que el «cuerpo externo»,' el «cuerpo visto», es un as- sobre su doble función: por una parte, nos ofrece una información so-
pecto fundamental, y en el que influyen en gran manera los modelos bre el producto y, por otra, transmite y ensalza unos determinados va-
ideales que se proyectan desde espacios como la publicidad y el dise- lores sociales, unos estilos de vida, unos modelos de relación entre
ño, los medios de comunicación o el mundo de la cultura, el arte o el hombres y mujeres, y una serie de sugerencias sobre el ser hombre y
deporte. Pero que, al mismo· tiempo, en este desarrollo identitario in- el ser mujer (Sebastián, 1995). Sin embargo, en la última década, la
fluyen igualmente los modelos y actividades variadas que cada cual, aparición de cuerpos de hombres y mujeres, tanto en la publicidad
hombre o mujer, lleva a cabo en el ámbito laboral, social o cultural en como en los medios de comunicación en general, se acompaña de nue-
el que se desenvuelve, ámbitos que son múltiples y diversos. Modelos vos contenidos, mensajes, va.lores y formas, cuestiones que ya están
que, por tanto, no tienen por qué ser coincidentes u homogéneos. siendo estudiadas y que pueden aportar nuevos datos y percepciones.
Desde la antropología feminista se ha teorizado y mostrado cómo La exhibición del cuerpo se reviste en muchas ocasiones de con-
la desigualdad social entre hombres y mujeres se proyecta a dos nive- notacíones sexuales, se sexualiza, y las mujeres son sexualizadas y
les: uno material, referido a las actividades socio-laborales diferencia- convertidas en objeto de deseo de una forma diferente de los hombres
das de unos y otras en los distintos ámbitos (laboral, doméstico, afee- (Connell, 1987, p. 113). Un gran número de autoras/es se han ocupa-
tivo), y otro simbólico, centrado sobre todo en las representaciones do de esta sexualización de las mujeres, algunas/os enfocando su
asociadas al ámbito de la biología (fisiología) humana, básicamente la atención en áreas concretas, como el deporte.5 Se ha entendido habi-
reproductiva (Comas, 1995), donde la experiencia del cuerpo emerge tualmente que la sexualización implica la conversión de las mujeres
como una esfera central. Pero, tanto en la antropología como en la teo- en meros objetos de deseo, y, por tanto, una forma más de domina-
ría feminista general, la referencia principal ha sido siempre el cuerpo ción. 6 Sin embargo, la exhibición del cuerpo en relación con Ja es-
interno (principalmente el aparato reproductor), relegando todo lo con-
cerniente a la imagen corporal, en su dimensión práctica y simbólica; a
un lugar secundario en el análisis. Sin embargo, el abordaje de este ni- 5. Véase Heargreaves (1990). .. . . . . ..
6. En muchos lugares, las feministas ha llevado a cabo iniciativas difere~tes contra
la utilización de la imagen de las mujeres en la publicidad. Es el caso de la Comisión
4. Utilizo esta expresión para referirme a la imagen corporal y todo lo que la rodea, <<B,egira» (Comisión Asesora para el Desarrollo de la Igualdad en la Publicidad) del
en contraposición al cuerpo «interno», que se ha relacionado en las mujeres sobre Pru? Vas_co, formada por Emakunde-Instituto Vasco de la Mujer, el Gobierno Vasco, la
todo con lo reproductivo. Para las relaciones entre uno y otro, y también los riesgos Universidad del País Vasco-EHU y distintas asociaciones de mujeres y de consumi-
implícitos en esta diferenciación, véase Esteban (2000) .. dores (véase Aguirre, 1997). • .•. ,· -. ·.
76 Antropología del cuerpo . Cuerpo, apariencia y diferencias de género ------------77 1
tructuración social de las relaciones de género no puede ser interpre- la solidaridad,9 el poder; de emociones, como la ternura, la amistad, el
tada exclusivamente desde una mera equiparación de exhibición a miedo, el sufrimiento, el placer; y esto debe ser también reconocido.
sexualización y de ésta a objetualización y dominación. Además, en Sin querer relativizar ni mucho menos la importancia que la se-
los últimos años se está produciendo una progresiva sexualización del xualidad tiene en nuestra sociedad, considero que un énfasis exclusi-
cuerpo masculino (Bordo, 1990) y una mayor aparición del mismo en vo y excesivo en ella impide tomar en consideración elementos de
la publicidad e industrias de laimagen en general, que habrá que ir igual trascendencia en las distintas culturas. Por otra parte, la cons-
analizando e integrando cuidadosamente en el estudio general del trucción de las diferencias sexuales corporales es un proceso dinámi-
cuerpo externo, y comprobando también sus consecuencias en la so- co, transformador, en el cual hay que tener en cuenta, por ejemplo, los
ciedad en su conjunto. cambios sociales, legales y personales, y las cotas de igualdad formal
Del mismo modo, no se pueden incluir todos los espacios donde obtenidas por las mujeres en las últimas décadas. En consecuencia,
el cuerpo femenino o masculino es exhibido en un mismo comparti- para su comprensión es fundamental el análisis de los nuevos mode-
mento. No son iguales, por citar algunos ejemplos, el tratamiento del los surgidos y los reajustes ocurridos en las relaciones de género; asi-
cuerpo y la implicación para las mujeres en los concursos de misses mismo, es crucial contemplar la reacción de la sociedad en general, y
que en la publicidad, o en el modelaje que en el mundo del deporte, o la de los hombres en particular, frente a las nuevas realidades, consi-
en las revistas femeninas y en las eróticas. Es necesario ir definiendo derando que ésta tiene connotaciones positivas y negativas, de reco-
bien las características de cada contexto, así como las relaciones en- nocimiento y de rechazo de la igualdad.'? En este sentido, Cristina
tre los mismos.' El cuerpo de la publicidad y de la imagen está ligado Peña-Marín (1990) subraya que la imagen ideal de la mujer para mu-
en muchas ocasiones a la sexualidad, normativiza un determinado chas mujeres no es ya «la de la mujer bien casada o bien emparejada,
tipo de deseo (heterosexual) y presenta una definición de los papeles sino la de la que es autónoma, respetada y valorada por su trabajo»
sexuales y sociales femeninos y masculinos que asocian la pasividad (1990, p. 28).
a las mujeres y la actividad a los hombres. Pero esto no es siempre así Por otra parte, también es preciso darse cuenta de que cuando
ni se proyecta de la misma manera. Todos los mensajes no van, ni si- hablamos de ideales corporales hegemónicos nos estamos refiriendo
quiera los más sexualizados, exclusivamente dirigidos a los hombres; muchas veces a ideales que corresponden sobre todo a sectores cultu-
en los dirigidos a las mujeres (o a un público mixto) se utilizan tam- rales y étnicos concretos de la población, y que, por tanto, no influyen
bién imágenes sexuales y masculinas, y la sexualización no implica de igual manera en todos los colectivos sociales. En concreto, distin-
siempre un papel pasivo sexual o social por parte de las mujeres. Y tos estudios llevados a cabo en Norteamérica con poblaciones jóve-
además, no siempre se utiliza el cuerpo, ni la desnudez, de un modo nes blancas y negras muestran que las chicas adolescentes blancas
sexual, aun cuando aparezcan elementos claramente sexualizables, tienen respuestas mucho más uniformes respecto al ideal, al margen
como los senos femeninos o las nalgas. El cuerpo mediático Y publi- de sus propias características, mientras que las respuestas de las ado-
citario es también vehículo de símbolos y valores, como la libertad,8
9. Las campañas de la firma Benetton son un ejemplo de ensayos conscientes de
7. En 1992, con motivo de la publicación, por parte de la organización polític~ va~- transmisión de valores, como Ja solidaridad, a través de la exhibición de cuerpos hu-
ca Zutik, de un cartel que parodiaba la publicidad del sujetador wonderbra, se dio p~e manos distintos y en distintas circunstancias. ·
a un debate en la revista Hika, con posturas diferentes y encontradas en torno a la ut~- 10.. Algunas autoras señalan, por ejemplo, diferentes formas de resistencia frente al
Iización de los cuerpos en la publicidad y en la vida pública en general. Véanse los di- f~~inismo y la profesionalización de las mujeres en los últimos años, que van desde
versos artículos aparecidos en los números 52, 53 y 54 de esta revista, y en concreto dificultades con vistas a un mayor acceso a los puestos de responsabilidad (además de
que las mujeres trabajan en condiciones laborales peores que los hombres); hasta una
Esteban (1995). ·
8. Son de destacar a este respecto las reflexiones que Milan Kundera lleva a cabo en clara y contundente reacción social y política frente al feminismo en su conjunto,
su libro La lentitud en torno a la significación de la desnudez para la izquierda (1995, sando por una política de metabolización y distorsión de Ja mayoría de Jos mensajes
feministas (Rosser, 1988; Faludi, 1993).
p. 123).
78 Antropología del cuerpo Cuerpo, apariencia y diferencias de género ------------~~
lescentes negras son más variadas y se refieren no sólo a atributos fí- actualidad es la potenciación de la diferenciación respecto a Ja ima-
sicos sino también a rasgos de personalidad. Asimismo, las mujeres gen y la identidad corporal de hombres y mujeres." Este énfasis en fa
negras presentan una idea más positiva en cuanto a su apariencia, una diferencia de la imagen corporal se puede observar tanto en el proce-
mayor satisfacción corporal y una menor preocupación respecto a su so de socialización de las personas a lo largo de toda su vida, como en
peso. Podría decirse, por tanto, que un contexto cultural que hace las vivencias individuales o grupales del cuerpo, y en el tratamiento y
equivalente blancura a belleza «protege» a ciertos sectores étnicos de utilización social del cuerpo e imagen femeninos y masculinos en to-
problemas de salud como los trastornos alimentarios (en Martínez dos los niveles y grupos sociales. Es decir, a medida que los hombres
Benlloch, coord., 2001, pp. 42-43). se van incorporando a espacios anteriormente asignados a las mujeres
Todo lo apuntado se vuelve todavía más complejo si no toma- (publicidad, imagen, estética ... ), se va reforzando la perpetuación de
mos a hombres y mujeres como dos compartimentos estancos, sino las diferencias entre unos y otros, como es la asociación de la fuerza
que partimos de la constatación de la existencia de diferencias signi- a los hombres y la importancia simbólica de ésta. Así, Bordo ( 1990)
ficativas y un grado acusado de diversidad dentro de cada colectivo subraya que las imágenes masculinas están rodeadas de un halo de
en relación con aspectos vivenciales, ideológicos y socio-económicos fuerza y también de poder, mientras que los cuerpos femeninos trans-
diferenciados del ser hombre y el ser mujer, y ejercer como tales. La miten por lo general fragilidad y sumisión. Pero, paralelamente, se
variabilidad e interseccionalidad interna a cada género (Stolcke, 1996) puede observar cómo la imagen, tanto masculina como femenina,
se combinan además con un fenómeno de intersección entre ciertos también puede conllevar una dimensión rupturista y transformadora
grupos de hombres y mujeres que comparten experiencias y circuns- de la desigualdad, incluso dentro de la diferenciación sexual, bien
tancias comunes (Del Valle, 1988). Algunos ejemplos de experiencias porque sea utilizada consciente o inconscientemente para tal fin por
convergentes en relación con el cuerpo pueden ser los problemas de ciertos individuos o grupos, bien porque se le dote de nuevos signifi-
peso (exceso o pérdida) o la utilización de la imagen en ciertas ocu- cados sociales.13 Desde el movimiento feminista y el de liberación se-
paciones (trabajadores/as del sexo, modelos de pasarela y publici- xual, por poner dos ejemplos, se han promovido imágenes innovado-
dad ... ). La relativa equiparación de las mujeres en nuestra sociedad, el ras, unas veces neutras, ambiguas, otras sexualmente marcadas pero
reconocimiento de su diversidad, así como otros cambios socio-polí- articuladas con nuevas formas de entender los roles y los espacios so-
ticos, han provocado un reajuste dentro de la teoría y la práctica fe- ciales para hombres y mujeres. De esta forma, se ha dado lugar a es-
ministas, con el surgimiento de nuevos puntos de discusión, reflexión téticas transformadoras perfectamente armonizadas con mensajes so-
y posibilidades de avance en los discursos." Pero, al tiempo de la trans- ciales de emancipación.
formación social general y la emancipación de las mujeres, se han ido Algunas de las preguntas que surgen y que pueden resumir va-
dando modificaciones en el tratamiento global de la imagen de unos rias de las cuestiones planteadas hasta ahora son las siguientes: ¿se
y otras (apariencia y exhibición del cuerpo masculino, polivalencia podría dar una equiparación de la situación social y de derechos de-:ras
de la belleza femenina, mayores niveles de consumo en relación al mujeres con una diferenciac1on en el tratanuento'SOéial de los cuer-
cuerpo ... ). Un objetivo de este libro es contribuir al proceso de revi- p~if~~J'.. ma~llUEo? ¿Hasta qü~-:e~~~.@~~-~l"1.,9ióJi~.e"" .
sión y replanteamiento de la teoría y la práctica feministas, sobre todo sjgualdades sociales, en general, se debe corresponds;!,S.Q!L\!.lla...Q!f\1>
en lo que se refiere al tratamiento del cuerpo y la imagen corporal. mfiia~§J.a,~Jfífe~yicia·s-eñ-·éil'añio·a··¡a:-imag~ñ··;,el c~~~~o?. ¿L,a.· .• ·.:
A pesar de todos estos análisis, mi hipótesis es que no sólo se si- sexualización de los ct!er,Qos impfica·sren1pre"o'bjetuaiízación y doi<
•'"' ""'"'"""~.,., ,. . ., ••••·.+..,...·~~·•., '""f~..,....~--·..,~~·-..-";"-•·••••·•·h••-~w,,,.,-,.,0:000 ••·•·"'~'"'""'v~"'º'"~''"'":O••;._..:~~-~---~"•~•-'-•<.-.....,,_,, ·· ,_ '. ·., -.-.· ' . •
guen manteniendo niveles de desigualdad para las mujeres,sino que
uno de los elementos claves y mantenedores de esta desigualdad en la 12. Para un análisis de la distinción entre diferencia y desigualdad en relacióri algé-• i i {\
nero, véase Comas (1995). . . • .· ·•.. •
13. Véase, por ejemplo, Esteban (1993, capítulos V y IX), donde se abordan nuevos
. i
< · -. · .·
11. Véase, por ejemplo, Aizkorretay otras (1996). modelos experimentados por mujeres feministas.
73 Antropología del cuerpo Cuerpo, apariencia y diferencias de género ----.;.-.....;_.c.c.:.=c.~~~2'22J
lescentes negras son más variadas y se refieren no sólo a atributos fí actualidad es la potenciación de la diferenciadóntet~~ili~~(¡lt\"a~c
sicos sino también a rasgos de personalidad. Asimismo, las mujeres gen y la identidad corporal de hombres y rnujeres,12Est¿ énfasi~eridác"'
negras presentan una idea más positiva en cuanto a su apariencia, una diferencia de la imagen corporal se puede observar tanto 6I1'.'el p}Óéá{· '.(
mayor satisfacción corporal y una menor preocupación respecto a su so de socialización de las personas a lo largo de toda suvída; conidefr '
peso. Podría decirse, por tanto, que un contexto cultural que hace las vivencias individuales o grupales del cuerpo, y en el trát~riiiedió'y/
equivalente blancura a belleza «protege» a ciertos sectores étnicos de utilización social del cuerpo e imagen femeninos y masculinos eri. fo..,, < : \ \
problemas de salud como los trastornos alimentarios (en Martínez dos los niveles y grupos sociales. Es decir, a medida que los hómbfds ('': i .\
Benlloch, coord., 2001, pp. 42-43). se van incorporando a espacios anteriormente asignados a las mujetes : . >
Todo lo apuntado se vuelve todavía más complejo si no toma- (publicidad, imagen, estética ... ), se va reforzando la perpetuación'de > · ·.
mos a hombres y mujeres como dos compartimentos estancos, sino las diferencias entre unos y otros, corno es la asociación de la fuerza . .
que partimos de la constatación de la existencia de diferencias sig_ni- a los hombres y la importancia simbólica de ésta. Así, Bordo (1990) ·.· ..
ficativas y un grado acusado dediversidad d~ntro de cada colectivo subraya que las imágenes masculinas están rodeadas de un halo de
en relación con aspectos vivenciales, ideológicos y socio-económicos fuerza y también de poder, mientras que los cuerpos femeninos trans- -,
diferenciados del ser hombre y el ser mujer, y ejercer como tales. La miten por lo general fragilidad y sumisión. Pero, paralelamente, se
variabilidad e interseccionalidad interna a cada género (Stolcke, 1996) puede observar cómo la imagen, tanto masculina como femenina,
se combinan además con un fenómeno de intersección entre ciertos también puede conllevar una dimensión rupturista y transformadora
grupos de hombres y mujeres que comparten experiencias y circuns- de la desigualdad, incluso dentro de la diferenciación sexual, bien
tancias comunes (Del Valle, 1988). Algunos ejemplos de experiencias porque sea utilizada consciente o inconscientemente para tal fin por
convergentes en relación con el cuerpo pueden ser los problemas de ciertos individuos o grupos, bien porque se le dote de nuevos signifi-
peso (exceso o pérdida) o la utilización de la imagen en ciertas o~~- cados sociales. 13 Desde el movimiento feminista y el de liberación se-
paciones (trabajadores/as del sexo, modelos de pasarela y publici- xual, por poner dos ejemplos, se han promovido imágenes innovado-
dad ... ). La relativa equiparación de las mujeres en nuestra sociedad, el ras, unas veces neutras, ambiguas, otras sexualmente marcadas pero
reconocimiento de su diversidad, así como otros cambios socio-polí- articuladas con nuevas formas de entender los roles y los espacios so-
ticos, han provocado un reajuste dentro de la teoría y la práctica fe ciales para hombres y mujeres. De esta forma, se ha dado lugar a es-
ministas, con el surgimiento de nuevos puntos de discusión, reflexión téticas transformadoras perfectamente armonizadas con mensajes so-
y posibilidades de avance en los discursos." Pero, al tiempo de la trans- ciales de emancipación.
formación social general y la emancipación de las mujeres, se han ido Algunas de las preguntas que surgen y que pueden resumir va-
dando modificaciones en el tratamiento global de la imagen de unos rias de las cuestiones planteadas hasta ahora son las siguientes: ¿se
y otras (apariencia y exhibición del cuerpo masculino, polivalencia podría dar una equiparación de la situación social y de derechos deTas
de la belleza femenina, mayores niveles de consumo en relación al mujeres con una diferenciación en eltfataíñleñto$0cTalde. los cuer-
cuerpo ... ). Un objetivo de este libro es contribuir al proceso de revi- poVemeninQJ~_f!las~~Y..!?-2? ¿Hasta qüf_p~~1.1.!.?..l~~1~~I~IO:~d"¿:::tasÁe:c
sión y replanteamiento de la teoría y la práctica feministas, sobre todo si~al~~des soci~le~~~~~n~~al, -~~ de~~-~-~:.:espon_~;;!:,.f.QP.-:ªº-ª. f!ifµ-
en lo que se refiere al tratamiento del cuerpo y la imagen corporal. mmacron ª~-.!~~(fiferencias en cuanto a la imagen y el cuerpo? ¿La
A pesar de todos estos análisis, mi hipótesis es que no sólo se si- sexilaffiación de los c~~i2D!.ñf>ííCa'sfom'pre"ob}etúáIE~;ac;i(s·;-·y do-
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