Sunteți pe pagina 1din 14

Maurice B/anchot

La locura por excelencia

El saber médico no se ve sorprendido los, HOlderlin no está solo. Otros se pare­


por la locura de HOlderlin. Se la puede cen a él. Como él, se han alejado del
nombrar. Los grandes rasgos de su carácter, mundo y viven en una extrema lejanía, en
reservado, poco sociable, susceptible, los ellos mismos, suele decirse, pero «ellos
trastornos de su humor que le hacen temer mismos» no es nadie todavía. Increíble­
desde la adolescencia volverse insensible mente ausentes, y sin embargo observan,
(<<Estoy embotado, soy de piedra»), la escuchan y son capaces de comprender;
irrupción del mal que se manifiesta prime­ heridos de estupor, incoherentes, los hom­
ro por una cierta fatiga de la sensibilidad, bres menos accesibles, pero a veces su des­
luego por una ligera inestabilidad de la pertar es el de una razón completa. Como
conducta, hasta el momento en que, una HOlderlin, son amanerados, ceremoniosos;
vez que los trastornos se han convertido en perseveran en su rechazo. Si hablan, su len­
crisis, la vida del mundo se vuelve imposi­ guaje es un ilimitado desorden, o bien
ble, sin que por ello se rompa la actividad escriben, dibujan. A menudo, ya gravemen­
intelectual (HOlderlin traduce a Sófocles en te enfermos, dan muestra de cualidades
versos que a Schiller y Goethe les parecen intelectuales brillantes e incluso excesivas;
ridículos, pero que la posteridad juzga la fría razón en ellos lo es todo, es dema­
admirables; escribe sus himnos grandio­ siado: a veces matemáticos notables o
sos), en fin, cuando la locura le aparta defi­ según el lenguaje de los médicos dados a la
nitivamente, su vida elemental, la mayoría metafísica, cometen abusos del espíritu (en
de las veces inocente y decorosa, aunque esto, HOlderlin, que, estando ya loco para el
ajena al mundo, cierto amaneramiento de mundo, trabaja cada vez más y se muestra
sus modales, el rechazo que opone a las superior a sí mismo, sigue estando dentro
personas de fuera, el flujo de sus palabras de la ~~regla» ).
sin ilación e incluso todo lo que nos sor­
prende como una supervivencia prodigiosa: *
el hecho de que en ciertos momentos su
memoria, habitualmente tan nublada, apa­ Este esbozo muestra lo que podría ser un
rezca intacta o de que siga estando capaci­ análisis corriente, decidido a captar de nue­
tado para observaciones profundas y frases vo, desde un punto de vista general el des­
verdaderas, pero sobre todo su constante tino propio de HOlderlin. El análisis se
actividad poética, esta buena mano que no orientaría a continuación hacia un estudio
deja de escribir y que escribe a veces los de las obras. Finalmente, habría que pasar
poemas más conmovedores, y todo ello al problema de las enfermedades mentales
hasta el final, durante los cuarenta años de
una vida aislada e incapaz, todas esas mara­
villas pertenecen al fenómeno normal de la
Según otros usos. será llamada también demen­
esquizofrenia l • cia precoz con síndrome esquizofrénico. No es éste el
Pero ¿qué significa esta expresión: el lugar para recordar las discusiones sobre estos nom­
lado normal de una anomalía? En los asi­ bres y lo que representan.

Re\'. Asol'. Esp. Neuropsiq., vol. XV. n.o 54. 1995. pp. 463-476.
(74) 464 Maurice B/anchot
COLABORACIONES

y de sus relaciones con la actividad creado­ Tal vez sean importantes estas afirma­
ra. Este problema atrae a la imaginación, ciones, pero en cuanto nos volvemos hacia
pero el «saber» no ha podido nunca superar un caso particular, nos sorprende su escaso
el estadio de las afirmaciones más genera­ interés. No pensamos en discutirlas, ni
les. Suele decirse, desde que el romanticis­ siquiera en considerarlas someras: se trata
mo de Lombroso quedó superado, que los solamente de un lenguaje que carece de
grandes artistas son grandes a pesar de su interés. De la misma manera cabe pregun­
extravío. Van Gogh está loco, pero no basta tarse si todas las conclusiones generales
con estar loco para llamarse Van Gogh. Se que atribuyen a la enfermedad una int1uen­
dice también -es la perspectiva que se cia sobre la obra, cuyo desarrollo favorece
encuentra a menudo en Francia2- que la o entorpece, no expresan una concepción
enfermedad no crea nada, que sólo libera pueril del saber, el deseo de pasar de una
instancias inferiores que ya contenía, pero vez para siempre tras el enigma y dominar­
superaba, «integraba» el ejercicio normal la manteniéndose lo más lejos posible. ¿No
de la vida consciente. Según que la disolu­ sería más acertado acercarse a ella, buscar
ción se establezca en un nivel más o menos el punto desde el cual poder observarla sin
elevado, los trastornos afectan más o hacerla desaparecer, en el que se la capta en
menos a la personalidad en su conjunto; su pureza de enigma, tal como es, no
pero, sea cual fuere su importancia, sólo envuelta en un secreto vago y, carente tam­
expresan el paso de lo superior a lo inferior, bién él, de interés, sino en toda la claridad
de una vida completa a una vida menos que opone y que aporta a quien la mira de
completa, de la libertad a la anarquía, es frente, con el deseo de interrogarla sin per­
decir a la servidumbre. Es ya la idea que turbarla y dejarse interrogar por ella?
proponía Bergson bajo esta forma: «En el Este es el punto de vista adoptado por
campo del espíritu, la enfermedad y la Karl Jaspers en el estudio dedicado a
degeneración no crean nada y los caracte­ Strindberg, a Van Gogh y a HOlderlin. Este
res positivos, aparentemente, que otorgan trabajo es ya antiguo, puesto que apareció
al fenómeno anormal un carácter de nove­ primero en 1922 en una recopilación de
dad no son más que un déficit del fenóme­ escritos dedicados a la psiquiatría aplicada.
no normal». Lo normal es lo anormal supe­ Reeditado recientemente, se le ha añadido
rado. Lo anormal, riqueza aparente -en los un prefacio que precisa su intención, que
casos más favorables-, que significa un confirma también al lector en el sentimien­
empobrecimiento real (incluso desde este to de que Jaspers, con razón, le atribuye
punto de vista, parecería más justo decir importancia. Para quien desee oír hablar, en
solamente: riqueza que depende de un términos que no le engañen, de Van Gogh,
empobrecimiento, de una carencia). HOlderlin y del horizonte de enfermedad
que envuelve su obra, este libro es muy va­
lioso. El hecho de que un psiquiatra cuyos
, Este punto de vista es el que representan, por trabajos son hoy autoridad se haya conver­
ejemplo. J. Delay, H. Ey (bajo la influencia de tido en un filósofo de los más importantes,
Jacksonl. El de P. Janet es muy próximo. Sin emhar­
go. el p"icoanálisis tiene otras miras. Jacques Lacan
no bastaría para justificar este interés. Pero,
en sulihro sobre la Paranoia. no ve en modo alguno en en el caso actual, lo que es decisivo, es que
la psicosis un fenómeno de déficit. el que sabe, el hombre del saber especiali­
La locura por excelencia 465 (75)
COLABORACIONES

zado, que ha estudiado, interrogado a los Sacudida que no podemos soportar durante
enfermos y se ha instruido con ellos en un mucho tiempo, al cual debemos sustraer­
contacto directo que es insustituible, no se nos, que encontramos en parte expresado,
ha inclinado jamás ante lo incomprensible, apaciguado en las grandes obras de Van
pero tampoco ha intentado reducirlo al Gogh, sin poder, tampoco aquí, soportarlo
comprenderlo, ha intentado incluso com­ durante mucho tiempo. Es conmovedor
prenderlo como irreductible. La explica­ más allá de cualquier medida, pero no es
ción causal es una exigencia que no admite nuestro mundo: de ahí procede una puesta
límites; pero lo que la ciencia explica por en duda, de ahí se eleva una llamada a la
causas, no por ello es comprendido. La existencia que actúa de una manera fecun­
comprensión busca lo que se le escapa, da obligándonos a transformarnos a noso­
avanza fuerte y conscientemente hacia el tros mismos transformando lo que sigue
momento en que comprender ya no es posi­ siendo 10 inaccesible.
ble, en que el hecho, en su realidad abso­ Esta experiencia viva y profunda explica
lutamente concreta y particular, se convier­ por qué un estudio semejante, el primero
te en lo oscuro y lo impenetrable. Pero este que haya intentado aclarar la enfermedad
límite extremo no es solamente el término de Van Gogh -y con documentos poco
de la comprensión, el momento en que es numerosos, un conocimiento de la obra
también el momento en que se abre, a par­ más intenso que extenso-, produce en
tir del cual se ilumina ella misma sobre un nosotros un sentimiento tan vivo de la ver­
fondo de oscuridad que ella ha traído a la dad del creador y de su destino. A partir de
luz. La mirada que ha podido captar algo ahí, debemos comprender por nosotros
originario -y ello no ocurre al azar, se re­ mismos y enfrentarnos a lo excepcional.
quiere una gran paciencia y una gran fuer­ Para quien no vea primero en los cuadros
za, la renuncia de sí mismo y sin embargo, de Van Goh lo que hay de incomparable, las
la decisión más personal-, no pretende fórmulas se prestarán siempre a equívoco y
haber visto claro en el origen, sólo ha cap­ todos los acercamientos, por precavidos y
tado bajo qué perspectiva debe ser afronta­ prudentes que sean, seguirán siendo vanos.
do el acontecimiento para que sea preserva­ Jaspers no dedica a HOlderlin más que
do lo que de auténtico y extremado tiene. unas páginas, ciertamente importantes y
Parece que el encuentro con Van Gogh que expresan la misma búsqueda, pero
ha sido para Jaspers una prueba sorpren­ quizá Holderlin le resulte menos cercano,
dente. Tal vez tuvo lugar este encuentro en tal vez la experiencia haya sido menos per­
1912, en el momento de la exposición de sonal. Nos gustaría, con su ayuda, tratar de
Colonia a la cual alude en su libro. Van averiguar por qué la locura de Holderlin es
Gogh, dice, le fascinó. Frente a éL sintió, tan absolutamente misteriosa, al menos
de una manera más clara aunque sin duda intentar ver en qué dirección debe presen­
menos física, lo que había sentido frente a társenos este misterio.
ciertos enfermos esquizofrénicos. Es como
si una fuente última de la existencia se *
hiciera, de modo pasajero, visible, como si
razones ocultas de nuestro ser se hallaran Decir de Holderlin que su caso es único,
aquí inmediata y enteramente en acción. es atraer la atención únicamente sobre las
(76) 466 Maurice B/anchot
COLABORACIONES

circunstancias exteriores. Nietzsche tam­ la forma poética ejercía en Holderlin era


bién se volvió loco, pero la locura fue la prodigioso. Nunca vi un verso suyo que
muerte que le elevó o le redujo al silencio. careciera de sentido: ciertas oscuridades,
En HOlderlin, más allá de la muerte, la exi­ debilidades, pero el sentido era siempre
gencia poética perseveró, se afirmó y alcan­ vivo, y seguía escribiendo versos de ese
zó incluso su punto extremo. (Pensamos tenor, mientras que, durante días, no podía
aquí en cierto santo, San Buenaventura, sacarse de él nada razonable».
que, como nos recuerda Chateaubriand Sin embargo esa es solamente la forma
recibió de Dios la gracia de salir de su exterior de este acontecimiento único. Para
tumba para terminar sus memorias -¡extra­ el saber médico este acontecimiento está
ño favor!, el escritor debe sobrevivir para dentro de «la regla», al menos no es sor­
contarnos su vida y luego, sin duda, debe prendente, corresponde a lo que se sabe de
sobrevivir a esta supervivencia para contar­ esos enfermos a quienes la pesadilla presta
la también: es algo sin fin). HOlderlin no una pluma. No obstante, si se observa que
sufre sólo un leve extravío, ni siquiera una los poemas de la locura -los que fueron
de esas formas graves pero parciales de escritos «al final»-, lejos de ser más inco­
alienación que respetan la apariencia razo­ herentes, más extraordinarios, son sola­
nable o dejan intactas las posibilidades mente más simples, de acuerdo con los más
regulares de expresión. Desde 180 I hasta espontáneos sentimientos que expresan las
1805 (para los psiquiatras), a partir de 1802 palabras más claras aunque infinitamente
(para el mundo), está entregado al proceso conmovedoras, el psiquiatra sólo puede
que le convierte en ese hombre de espíritu responder: el estado final de la enfermedad
devastado del que Schelling, el 11 de julio fue en Holderlin lo que es en los demás
de 1803, habla a Hegel -am Geist ganz esquizofrénicos, con la diferencia de que
zerrüttet-, y después de 1805 le hace en este final no fue el de cualquier enfermo,
apariencia semejante a cualquiera de esos sino de un enfermo que se había llamado
locos de asilo de los que se dice que han H61derlin. Pero ¿por qué este HOlderlin
alcanzado el periodo terminal; y, en efecto, que, por otra parte, no se reconocía ya bajo
han llegado al término, viven infinitamente ese nombre, no lo aceptaba, era, en todo,
su fin. Sin embargo, desde 180 I e incluso semejante a los demás locos, ajeno a sí
desde 1802 hasta 1805, si su persona se mismo, ajeno incluso a la forma poética
vuelve ajena al mundo, escribe obras supre­ que había sido la suya, salvo en el hecho de
mas que expresan de una manera inque­ que la poesía no dejaba de hallar en él una
brantable la maestría y la fidelidad poéti­ voz justa y una comprensión verdadera?
cas. Después de 1805, la poesía no deja de Jaspers piensa que el proceso se inicia
expresarse en él. pero le presta una voz dis­ hacia 180 I y, mientras se confirma de 1802
tinta, en la que se dejan oír, no ya lo extra­ a 1805 sin provocar aún una ruptura defini­
ño y oscuro, sino los sentimientos más sim­ tiva, la cuestión que se plantea es la
ples, bajo la forma más regular en la que la siguiente: los poemas escritos durante este
rima recobra su función -y ello durante los periodo ¿son distintos, revelan en su forma,
cuarenta años que duró su muerte. Schwab su movimiento interior, su sentido, un cam­
que acudió a verle, cuando tenía setenta bio con relación a las obras que fueron
años, escribe de él: «El poder mágico que escritas con anterioridad, en el momento
La locura por excelencia 467 (77)
COLABORACIONES

más alejado de la locura? Así lo cree Las observaciones que hace Jaspers a
Jaspers. A este cambio, que tiende a una propósito de esta experiencia nos parecen
liberación siempre mayor del ritmo, fuera de gran importancia. Durante este periodo,
de las formas tradicionales y establecidas, las obras de HOlderlin aluden a menudo a la
responde, respondería un cambio en el sen­ vehemencia de la acción divina, al peligro
timiento de la vocación poética. Holderlin de la tarea poética, al ardor borrascoso,
ha tenido siempre, es cierto, conciencia de excesivo, que el poeta debe afrontar, cabe­
la seriedad de su vocación, pero durante za descubierta y erguido, para que apaci­
mucho tiempo tiene también conciencia de guado por el canto, el día sea comunicado a
los obstáculos que halla en él mismo, fuera todos y se convierta en la luz tranquila de la
de sí mismo; ve su propia insuficiencia, comunidad. Lo que Holderlin dice así no es
siente el peso de una época poco favorable, una manera alegórica de hablar, sino que
y lucha en la incertidumbre con una socie­ debe ser entendido como la verdad, como
dad que le impone tareas irrisorias. Se el sentido, captado de nuevo y restituido a
extravía incluso por el lado de la filosofía, la creación poética, de una experiencia
que llama tristemente el hospital en el que inmediata.
el poeta desdichado puede encontrar un Según parece, hay que distinguir aquí
refugio honroso. Más tarde, durante el dos aspectos. Se puede hablar de una expe­
periodo que delimita la esquizofrenia, sus riencia excesiva, de una plenitud de luz, de
incertidumbres desaparecen, la conciencia una afirmación demasiado inmediata de lo
que duda y que sufre se convierte en una sagrado, a lo cual, con su reserva, esa dis­
potencia firme y soberana. Su obra se preo­ creción ejemplar que jamás le abandonó,
cupa menos del tiempo histórico; el solita­ HOlderlin hace una alusión velada, en dos
rio, en él, no se preocupa ya de la soledad, ocasiones: en diciembre de 180 1, en
pues habita ahora en el mundo que crea, un Bühlendorf (aún no está aparentemente
mundo más cerca del mito en el que se veri­ enfermo): «Antaño, exultaba al descubrir
fica y se expresa una experiencia inmediata una verdad nueva, una concepción más
de lo sagrado. La visión mítica que se des­ grande de lo que nos supera y nos rodea:
prende entonces de los poemas no es, sin ahora, sólo temo parecerme al antiguo
embargo, el descubrimiento de un periodo Tántalo que recibió de los dioses más favo­
tardío. HOlderlin ha tenido pronto el pre­ res de los que pudo soportar»; también en
sentimiento de que la naturaleza, la verdad Bühlendorf, en diciembre de 1802, tras su
griega y lo divino, esos tres mundos, eran regreso de Francia: «Como se dice de los
un solo mundo en el que el hombre debía héroes, puedo decir que Apolo me ha heri­
encontrarse a sí mismo, reconocerse. Pero, do».
piensa Jaspers, durante el periodo de la Apolo le ha herido, yeso significa el
esquizofrenia, esta visión del mundo se poder del elemento, el contacto con lo
vuelve más presente, más inmediata, más inmediato, el momento único en las rela­
acabada, a la vez que pasa a una esfera más ciones de lo divino y el poeta, lo que
general, impersonal, más objetiva. Parece Goethe no conoció. Pero he aquí otro
que HOlderlin habla entonces de lo divino, aspecto: HOlderlin ha sido herido pero per­
según la experiencia que de ello le ha sido manece en pie: conoce una experiencia
impuesta y desde la conmoción recibida. desmedida que no puede dejarle intacto, y
(78) 468 Maurice Blanchot
COLABORACIONES

sin embargo, durante cinco años, lucha, con vez no lo veamos más que bajo su aspecto
una voluntad soberana, no para preservarse fascinante. Este aspecto, podemos expre­
y salvar únicamente su razón, sino para ele­ sarlo así, en relación, nos parece, con el
var a la forma poética, al sentido más alto y pensamiento de Jaspers: a la vez que em­
más domeñado de la expresión, lo que ha pieza la enfermedad aparece en la obra un
captado y que está más acá de toda forma cambio que no es ajeno al objetivo inicial,
antes de toda expresión, lo que Heidegger que aporta sin embargo algo único y excep­
llama «la conmoción del caos que no ofre­ cional, que revela una profundidad, un sig­
ce ningún punto de apoyo ni interrupción, nificado nunca vislumbrados hasta ahora.
el poder de lo inmediato que impide toda Eso ocurrió porque Holderlin ha sido capaz
captación directa». de elevar hasta el sentido supremo -que es
Jaspers evoca la extraordinaria tensión el de la poesía-las experiencias de la enfer­
que es la de muchos esquizofrénicos al ini­ medad, de vincularlas plenamente al con­
cio del proceso: esos enfermos están domi­ junto de su existencia espiritual y de domi­
nados por experiencias conmovedoras que narlas por y para la verdad poética. Pero
amenazan con desgarrar la personalidad, o esto ocurrió también porque tales experien­
por fenómenos de ruptura absolutamente cias, bajo la sacudida de la enfermedad,
angustiosos porque les hacen vivir de han sido auténticas y profundas. Ahora
manera incesante en la inminencia del de­ bien, sólo la esquizofrenia hace posibles
rrumbamiento. Estos enfermos no se aban­ semejantes experiencias. Sobre la esquizo­
donan, luchan enérgicamente, y esa tensión frenia, al menos algunas de sus formas,
para mantener la continuidad, el sentido y Jaspers resume de esta manera sus observa­
el rigor es a menudo muy grande. Tales ciones: en algunos enfermos, parece que se
enfermos dicen: «Siento que voy a volver­ revela una profundidad metafísica. Todo
me loco, si me relajo un solo instante». ocurre como si en la vida de esos seres se
Pero ¿puede compararse el destino de manifestara, de paso, algo que les entrega
Holderlin con una suerte semejante, aun­ al estremecimiento, al espanto y al arroba­
que se esté enfrentando a una experiencia miento. El comportamiento se vuelve más
que tiene forma análoga? La razón que apasionado, menos condicionado, sin fre­
salva no es la suya, sino en cierto modo la no, más natural, pero a la vez más irracio­
nuestra, la propia verdad poética, y este nal, demoníaco. Es como si apareciera en el
esfuerzo realizado a costa de una lucha que mundo del limitado horizonte humano un
las dificultades propias de los enfermos no meteoro, y, a menudo antes de que los que
nos permite estimar -pues en sí mismas, no le rodean hayan tomado conciencia de lo
las conocemos-, que sólo podemos consi­ extraño de esta aparición, la existencia
derar infinitamente grande, lo más grande demoníaca acaba en la psicosis o se entre­
posible, un esfuerzo semejante no aspira a ga a la muerte.
perpetuar la tranquilidad razonable, sino a La existencia demoníaca, esta tendencia
dar forma a lo extremo, forma que tiene el a superarse eternamente, a afirmarse sin
vigor, el orden, la soberanía del poder poé­ descanso con respecto a lo absoluto en el
tico en su punto más elevado. espanto y el arrobamiento, debe ser consi­
¿Nos hallamos aquí ante el misterio de derada al margen de la psicosis. Pero todo
HOlderlin? Sin duda está presente, pero tal ocurre como si lo demoníaco que, en el
La locura por excelencia 469 (79)
COLABORACIONES

hombre sano, está atenuado, reprimido por y que eleva a la verdad de una forma obje­
la preocupación de una finalidad, al princi­ tiva, son a la vez el proceso que lleva al
pio de esas enfermedades consiguiera derrumbamiento. Así pues, hay que repetir­
abrirse camino, practicar una abertura. No lo: la esquizofrenia no es creadora como
porque lo demoníaco, el espíritu, estuviera tal. Sólo en las personalidades creadoras, la
enfermo: se mantiene al margen de la opo­ esquizofrenia es la condición (si se adopta,
sición enfermedad-salud. Pero el proceso por un instante, el punto de vista causal)
de la enfermedad da ocasión a la abertura, para que se abran las profundidades. Un
aunque sea por poco tiempo. Se diría que el poeta que, sin la enfermedad, era soberano,
alma, completamente agitada, muestra su se volvió esquizofrénico. Esta combinación
profundidad en esa conmoción, y luego, no se ha repetido. Para verla reaparecer,
cuando se acaba la sacudida, cae en ruinas, hay que volverse hacia las otras artes, y la
se convierte en caos, se vuelve de piedra. única se llama entonces Van Gogh.
Pero no hay que olvidar que lo que
importa, no es sólo que el suelo sea remo­ *
vido, es que sea rico, digno de la conmo­
ción. Para comprender semejante movi­ Sin embargo, ¿podemos quedarnos
miento, es pues necesario volverse hacia aquí? Es posible que no podamos ir más
aquellos que pueden hacerlo manifiesto: lejos, puede incluso que hallamos superado
profundos genios artísticos. Hay en ellos el punto justo. Ahora, al misterio de
una existencia espiritual de la que se apo­ Holderlin se añade el misterio de la esqui­
dera la esquizofrenia, y lo que se crea zofrenia, y el fondo misterioso de esta
entonces, las experiencias y las figuras, las enfermedad viene a situarse tras la figura
formas y el lenguaje tienen su raíz en el misteriosa del poeta, hace que ésta aparez­
espíritu, parecen ligados a la verdad de ese ca como el resplandor y la figura de lo
espíritu y no se conciben rigurosamente extremadamente profundo y de lo invisible.
más que con relación a él, y sin embargo, Tal vez sea así. Nada hay, en esta manera
sin la esquizofrenia, no habrían sido posi­ de ver, que nos parezca disminuir el senti­
bles, no habrían podido manifestarse de do propio de la fuerza creadora -y por otra
esta manera. parte, es la verdad lo que buscamos, no lo
Se presiente ahora por qué los poemas que respeta y transfigura. Pero precisamen­
de HOlderlin son únicos en la literatura: te, ¿no ha sido forzado el misterio de una
nada puede serIes comparado, mientras que manera que también ha forzado, alterado la
Goethe, como tipo supremo de lo humano, figura exacta del acontecimiento? Cual­
puede entrar en una comparación con otros. quier afirmación es difícil aquí; sin embar­
Jaspers lo dice con fuerza: Goethe lo puede go:
todo, salvo los poemas tardíos de HOl­ Jaspers piensa que a partir de 1801,
derlin, los cuadros de Van Gogh. En estas momento en el que sitúa el principio del
obras, el creador perece; no perece por proceso, la obra de Holderlin indica un
culpa del trabajo, del exceso creador, pero cambio profundo; este cambio aparecería
las experiencias y las emociones subjetivas, en el estilo interior y exterior, aparecería
en relación con la conmoción del alma, también en la nueva manera, más firme,
experiencias cuya expresión crea el artista más inmediata, con la que el poeta se afir­
(80) 470 Maurice Blanchor
COLABORACIONES

ma y afirma, en 10 sucesivo, indiferente al allá, lo más cerca posible de su punto extre­


mundo, la realidad mítica del universo que mo y realizando lo que Holderlin, en una
crea. Ve, como 10 ve para Van Gogh, una época bastante anterior, e incluso desde su
coincidencia entre la curva del proceso y juventud, había considerado, en sus con­
los cambios que modifican profundamente cepciones teóricas, como la forma poética
el estilo creador. esencial'.
Tal vez haya ocurrido así para Van Es muy difícil percibir los cambios que
Gogh, pero, en Holderlin, lo primero que Jaspers cree reconocer en la nueva concien­
choca es lo contrario. Sólo podemos ate­ cia que Holderlin podía tener de sí mismo y
nernos a observaciones globales, pero lo en la «visión mítica» que sus poemas acer­
esencial permanece, y Hellingrath, al que can a nosotros. Puede reconocerse como
también cita Jaspers, lo manifiesta: no hay mucho entre el adolescente y el que alcan­
giro en la obra de H61derlin, sino un desa­ za en 1800 la madurez de sus treinta años,
rrollo continuo, una fidelidad suprema a diferencias de actitud que sería extraño no
sus objetivos, a los que se aproxima poco a encontrar: se deben a la juventud y a la ma­
poco por un ahondamiento paciente y un durez, a las diferencias de los tiempos y las
dominio cada vez mayor y más adecuado a pruebas, sobre todo a la historia política
la verdad de lo que busca y de lo que ve. que abre primero al joven H61derlin la pers­
Podemos situar un cambio en la poesía de pectiva de una revolución verdadera, y
Holderlin, un momento decisivo que le aporta al Holderlin de treinta años la pro­
sitúa frente a sí mismo y le aleja definitiva­ funda decepción de un mundo político
mente de la forma de la juventud e incluso cerrado al porvenir. La diferencia esencial
de Hiperión: es aquel en que 'Se hace dueño reside, sin embargo, por entero en ese he­
del himno, de lo que se llama el lirismo cho: al principio, Holderlin se sabe llamado
mítico y cuya primera expresión ha sido la por la poesía, se siente ligado a ella, pero
tragedia de Empédocles. Pero este momen­ todavía no ha hecho sus pruebas en la ple­
to se sitúa antes de 1800, y varios de los nitud del poema, el himno. Al principio,
himnos en los que da forma a la poesía en aún no existe; más tarde, su existencia tiene
su más pura intensidad, datan de este pe­ la certeza, pero también la realidad infinita­
ríodo que va hasta 1801. El himno Como en mente peligrosa de la presencia poética~;
UlI día de fiesta es de 1800; la elegía Pan y más tarde, en fin, dejará de nuevo de existir
vino pertenece a la misma época. Los him­ y, pasado a la transparencia, ya no será H61­
nos que han sido escritos un poco más tarde derlin, sino el solo misterio de su nombre.
no indican ningún cambio sobre esos
modelos. Las obras más tardías, por la
En el trabajo de fin de estudios. que le dio dere­
mayor tensión, la densidad abrupta del len­ cho al título de Magister, define así, a propósito de
guaje, pueden dar la impresión de respon­ Píndaro. la forma suprema del arte: die gedriingle
der a un momento nuevo; pero este mo­ Kiír::e. der kürze gedrungene Styl. la brevedad con­
mento no es, sin embargo, completamente densada. el estilo breve y recogido.
nuevo, indica solamente que el lenguaje ¡ A ~u amigo Neuffer. que no es solamente pocta.
escribe (julio. 1797): .<Tienes una actividad distinta y
poético no se mantiene en el punto ya que te gusta. sobre la cual repo~a el sentimiento de tu
alcanzado, sino que prosigue su movimien­ personalidad. no te ves. pues. aniquilado en cuanto no
to, es fiel a este movimiento que lleva más eres poeta».
La locura por excelencia 471 (81)
COLABORACIONES

Lo que sigue siendo sorprendente en en fin de la pura verdad poética, es el des­


todo esto, no es el cambio, es la fidelidad, tino del poeta el que se convierte en media­
la continuidad de su destino, el movimien­ dor de lo sagrado, está en relación inmedia­
to que le eleve a una conciencia cada vez ta con él y le envuelve en el silencio del
más clara, no ya segura, sino más firme del poema para apaciguarle y comunicarle a
peligro que es el suyo y de la verdad de lo los hombres, comunicación que exige que
que le expone al peligro. El problema que el poeta permanezca en pie, pero sin
está para él en el centro de su vida, que es embargo herido, mediación cuya existencia
el corazón de su vida cotidiana pero tam­ desgarrada no es sólo consecuencia, sino
bién de la vida poética, cuyas exigencias que es esta división misma del poeta, desa­
opuestas debe mantener con una decisión parición en el seno de la palabra que, una
firme, lo expresa, desde los primeros tiem­ vez desvanecida la existencia, continúa, se
pos, bajo una forma que es completamente afirma sola. Y es fácil dar también de la
abstracta, pero que le resulta íntimamente oposición de dos movimientos, concentra­
cercana: ¿cómo lo determinado puede man­ dos en el instante único del destino, una tra­
tener una relación verdadera con lo indeter­ ducción que tenga en cuenta el lenguaje
minado? Por un lado, la hostilidad más psiquiátrico, en todo caso, el que Jaspers ha
grande hacia lo informe, el sentimiento puesto a nuestra disposición: será entonces
más seguro del poder formador, der Bil­ la tensión extrema de la que habló entre la
dungstrieb por otro, la negativa a dejarse experiencia turbadora y la voluntad sobera­
determinar, die Flucht bestimmter Verhalt­ na que pretende darle forma, desvelarla en
nisse, la renuncia a sí mismo, la llamada de la creación.
lo impersonal, la exigencia del Todo, el ori­ Sí, eso es fácil, eso es incluso necesario
gen. Este doble movimiento se traduce en (pues el misterio también se debe a esta
el plano cotidiano por la negativa a aceptar doble lectura simultánea de un aconteci­
una tranquila carrera pastoral, rechazo en el miento que sin embargo no se sitúa ni en
que se mantiene firmemente, pero no sin una, ni en otra de las dos versiones). Pero
dejar de sentirlo como una falta, pues per­ he aquí 10 singular: esta oposición y esta
tenece también al mundo que es el de los tensión, si bien coinciden durante un ins­
límites'. tante con el proceso, no tienen sin embargo
En el plano de la concepción poética, la nada esencialmente común con él, puesto
exigencia se afirma de la manera siguiente: que no corresponden al momento de su
die hikhste Form im hochsten Leben, «en la aparición, que pertenecen a la vida en su
vida extrema, la forma suprema», o tam­ conjunto de la cual forman la exigencia
bién: dem Geistigen sein Leben, dem Le­ más firme y más consciente, la intención
bendigen seine Gestalt, «al espíritu su vida. constantemente profundizada sostenida,
a lo viviente su forma». En la esfera llevada a su término, de manera que la
esquizofrenia parece no ser más que su pro­
El peligro de la pasIOn. dice a su hermano yección en un cierto momento y sobre un
(marzo. 1798). e" que es «esa incertidumbre en que cierto plano. el punto de la trayectoria en el
no" arroja la incapacidad de adoptar una conducta
determinada con respecto a un objeto indeterminado»
que la verdad de la existencia en su conjun­
(el ohjeto es único y "in embargo quiere seguir siendo to, convertida en la pura afirmación poéti­
lo indeterminado). ca, sacrificada, suprime las condiciones
(82) 472 Maurice B/anchor
COLABORACIONES

normales de la posibilidad, sigue resonan­ dominio y de la decisión, y este movimien­


do desde el fondo de lo imposible, como to no es el suyo, es la propia realización de
palabra pura, la palabra más cercana a lo lo verdadero, que, en cierto punto y a su
indeterminado y sin embargo la más eleva­ pesar, exige de su razón personal que se
da, palabra no fundamentada, fundada convierta en la pura transparencia imperso­
sobre el abismo -lo cual se anuncia tam­ nal, de donde no existe posibilidad de
bién por este fenómeno: es que el mundo regreso.
está destruido. De este movimiento, no podemos repre­
Podríamos estar tentados de decir: en sentar ni siquiera los momentos esenciales.
Holderlin, la poesía alcanzó la profundidad Por lo demás, sólo los poemas pueden aquí
en que la enfermedad vino a apoderarse de acercarnos a ellos mismos y su verdadera
ella, sin que la enfermedad, incluso como comprensión. No obstante, hay que decir
experiencia de la profundidad, sea necesa­ que en la elegía Pan y vino, HOlderlin evoca
ria para explicar su desarrollo; el poder la noche, la perturbación que arrastra, la luz
poético ha encontrado a la enfermedad en que en ella sigue velando:
su punto extremo, pero nunca la ha necesi­
tado para llegar ahí. Podríamos expresarlo Sí, conviene dedicarle coronas y can­
de otra manera: HOlderlin es la exigencia tos,
que ha condenado al poeta al derrumba­ ya que está consagrada a los insensatos
miento, de manera que el hundimiento ha y a los muertos,
adquirido también el sentido de la poesía. aunque, eternamente, el espíritu en su
Sin embargo, todas estas fórmulas nos punto más libre le otorgue su reali­
parecen insuficientes, demasiado genera­ dad.
les, siguen descuidando lo esencial.
La noche es sagrada porque linda con
* una región sagrada del mundo, el extravío y
la muerte, pero más profundamente porque
No podemos conformarnos con ver en el está vinculada a la pura libertad del espíri­
destino de HOlderlin el de una individuali­ tu. Más allá de la noche, más acá del día,
dad, admirable o sublime, que, habiendo esta libertad es también en nosotros el
deseado con demasiada intensidad algo poder original que ninguna fuerza debe
grande, tuviera que alcanzar el punto en detener, reprimir: día, noche, qué importa:
que se quebró. Sólo a él le pertenece su
sino, pero él mismo pertenece a lo que Un fuego divino nos empuja, día y
expresó y descubrió, no como algo sólo noche,
suyo, sino como la verdad y la afirmación a seguir avanzando. i Ven, pues! para
de la esencia poética. No intenta realizarse que podamos ver lo Abierto.
a sí mismo (superarse), en una tensión pro­
meteica que le entregaría a la catástrofe. Lo Das Offene, lo Abierto, lo que hace que
que él decide no es su destino, sino el des­ la verdad se abra, el surgimiento original en
tino poético, el sentido de la verdad es la que todo lo que aparece se pierde, pero
tarea que se asigna, que realiza en silencio, también se funda, en el desgarro de su apa­
sensatamente, con todas las fuerzas del rición, y ahí es donde debemos ir:
La locura por excelencia 473 (83)
COLABORACIONES

Vayamos a buscar lo que es nuestro, pero ninguna acción verdadera, pues


por lejos que sea. Una cosa es segu­ carecemos de valor, somos som­
ra: que sea mediodía o se acerque la bras ...
noche, siempre rige una medida
común para todos. Es esta falta de vigor, de verdad profun­
da lo que nos convierte en sombras y nos
Grecia es la región mítica de esta medi­ impide hacer reales los acontecimientos
da común. Entonces, nadie tenía que sopor­ que sin embargo se producen (como el
tar solo la vida, y vivido, compartido, reco­ regreso de los dioses). Y sin embargo, el
brado en común, el grito originario se con­ error, «el extravío nos ayuda», das Irrsal
vertía en la aclamación jubilosa, el poder hilft; es un momento de la verdad, es la
de la palabra. El nuestro no es ya ese espera que la presiente, la profundidad del
momento. Llegamos demasiado tarde. Los sueño que es también vigilancia, el olvido,
dioses viven, pero ahí arriba, en otro la intimidad de la memoria sagrada. En
mundo. Es que el hombre no es siempre esto, el extravío es el silencio por el cual lo
capaz de mantener la plenitud. Nuestra que ya no está aquí, lo divino, lo verdade­
vida no consiste ya en vivir la vida divina, ro, está sin embargo aquí, está aquí bajo la
sino en soñarla. Así aparece el sentido de la forma de la espera, del presentimiento,
noche, la verdad del extravío, poder por el escapa al disfraz de lo que es falso (lo inde­
que, en un tiempo vacío, aún podemos finido del error nos preserva de lo que es
comunicar con lo divino. falso, lo inauténtico) .

El hombre sólo soporta la plenitud ¿No prevalecen en sagrada noche,


divina unos instantes, donde la muda naturaleza crea los
después, la vida no es sino soñar con días venideros,
ellos. Pero el yerro es útil, no prevalecen en el Orco equívoco
como el sueño, y la angustia y la noche aún la rectitud o la justicia?
fortalecen. Descubrí estoó •

Esos pocos signos sólo están ahí para Por eso, el poeta debe aceptarlo: es pre­
indicar hacia qué región se sitúa en un pri­ ciso que en cierto momento se vuelva
mer momento, bajo uno de sus aspectos, el ciego. Desciende en la noche, la que provo­
extravío. El error, el yerro, la desgracia de ca el estupor espantoso, pero su corazón
errar están ligados a un tiempo de la histo­ permanece despierto, y esta vigilancia del
ria, ese tiempo del desamparo en el que corazón, que precede, que hace posible la
doblemente ausentes están los dioses; por­ aparición de la luz es el presentimiento
que ya no están aquí, porque todavía no atrevido del despuntar del día (Quirón).
están aquí. Este tiempo vacío es el del El poeta es la intimidad del desamparo,
error, en el que no hacemos más que errar, vive profundamente ese tiempo vacío de la
porque la certeza de la presencia, de un
«aquí» verdadero nos falta.
Dies erführ ieh, yo mismo lo he probado.
. .. Pues hay tantos acontecimientos (Lebenslal({, «El curso de la vida», segunda versión).
(84) 474 Maurice Blanchor
COLABORACIONES

ausencia, y en él el error se convierte en la profundidad del puro devenir lo incomuni­


profundidad del extravío, donde vuelve a cable se convierte en lo que hace posible la
captar la rectitud, el espíritu en su punto comunicación, y lo imposible se convierte
más libre, que es el poder originario a favor en puro poder; lo inmediato, libertad de una
del cual da testimonio y cuya posibilidad pura ley. El poeta es aquel en quien la
atestigua, fundándola. La noche, en él, se transparencia se abre paso, y su palabra es
convierte en la intimidad de la noche, lo aquello que retiene lo ilimitado, lo que
que escapa a la fatiga, a la somnolencia reúne y contiene el poder infinitamente
tranquila, y la esterilidad del momento extensivo del espíritu, con la condición de
vacío se convierte en la plenitud de la espe­ que sea la palabra auténtica la que es
ra, la realidad del porvenir, el presenti­ mediadora porque en ella desaparece el
miento que adivina y hace presente. mediador, pone fin a su particularidad,
vuelve al elemento del que procede.
¡Pero ahora despunta el día! Lo espera­ Hasta donde se pueda afirmar, el poeta
ba y lo vi llegar, es el lugar de una dialéctica del extravío,
y lo que vi, que lo Sagrado sea mi pala­ que reproduce y hace posible el propio
bra7 • movimiento de lo verdadero, el que hace
que se abra el error en verdad. Cuando
La espera ha madurado el tiempo. La HOlderlin, en la elegía Pan y vino, habla de
espera, porque es en el poeta, no ya la de los poetas que, en tiempos de desamparo,
una vida sumida en la particularidad, sino como los sacerdotes de Baco, van de país
la de la naturaleza entera, de la naturaleza en país, este movimiento, este perpetuo
como todo, el mismo Todo, la espera se paso es la desdicha del vagabundeo, la
convierte en visión, de la misma manera inquietud del tiempo sin reposo pero es
que la palabra verdadera hace acudir aque­ también la migración fecunda, lo que hace
llo que llama, y ello es el día, no ya el día de los ríos un aposento por excelencia, el
prudente (der besonnene Tag), sino el día poder por el cual el día permanece, es nues­
que despunta, el día que es su propio tra morada.
comienzo, el origen, allí donde lo Sagrado HOlderlin vive doblemente en el desam­
se comunica y se asienta en la firmeza de la paro. Su tiempo es el tiempo vacío en el
palabra. que lo que le toca vivir, es la doble ausen­
El poeta es ahora la relación con lo cia de los dioses, que ya no están y que
inmediato, con lo indeterminado, lo Abier­ todavía no están. Holderlin es ese y que
to, aquello en que la posibilidad tiene su indica la doble ausencia, la separación en
origen, pero que es lo imposible, lo prohi­ su instante más trágico, pero, por eso, es
bido a los hombres como a los dioses, lo también el que une y que liga, la palabra
Sagrado. Ciertamente, no tiene el poder de pura en la que el vacío del pasado, el vacío
comunicar lo incomunicable, pero en él por del porvenir se convierten en presencia ver­
la relación que mantiene con los dioses, dadera, el «ahora» del día que se inicia, la
con lo que de divino hay en el tiempo, la irrupción de lo Sagrado. En este instante, el
desamparo se convierte en sobreabundan­
cia, y la desgracia no reside ya en la pobre­
7 Como en un día de fiesta. za de la soledad, sino en el hecho de que el
La locura por excelencia 475 (85)
COLABORACIONES

poeta es, él solo, la riqueza excesiva, la vertirse en un signo mudo, el silencio que
riqueza del Todo que tiene que soportar la verdad de la palabra exige para atestiguar
solo, puesto que pertenece al presente vacío que lo que habla sin embargo no habla,
del desamparo. Su soledad es la compren­ sigue siendo la verdad del silencio. En el
sión del porvenir, el aislamiento profético seno de la locura, esta es la «última pala­
que anuncia el tiempo, que hace el tiempo. bra» que aún nos deja oír:

Me ha llegado casi demasiado brusca­ Un signo, eso es todo lo que somos,


mente carente de sentido
esta dicha, carente de dolor, y casi hemos
esta dicha solitaria. perdido la palabra en tierra extraña.

y por esa razón, esos días que son «ple­ Ultima palabra a la cual solamente está per­
nitud de dicha» son también «plenitud de mitido confrontar esta otra palabra expresa­
sufrimiento». da en un himno un poco anterior:
En los últimos himnos, al menos aque­
llos que podemos considerar como los más y de repente, llega, se abate sobre
tardíos, Holderlin alude cada vez más a esta nosotros,
carga que ha tenido que soportar, este peso la Extranjera,
de leños que es la luz, la carga del sol que la que despierta,
sale, y es siempre sobre un fondo de dolor la voz que forma los hombres.
extraordinario como se expresa la certeza
del impulso, la preocupación poética que le *
hace creerse en la obligación de perderse
en el día para hacerlo presente. Durante su locura, algunos escritores
¿Por qué este destino? ¿Por qué tiene recordaron que seguía existiendo y acudie­
que perderse? Es preciso repetirlo: no es la ron a visitarle~. Bettina habla de esta locura
desmesura 10 que los dioses castigan en el «tan grande, tan dulce»; dijo a Sinclair el
hombre que se convierte en mediador, no es amigo más fiel de Holderlin: «Es una apa­
el castigo de una falta que sanciona su rición y mi pensamiento está inundado de
ruina) pero el poeta debe ser arruinado para luz. Se diría que la palabra, arrastrándolo
que en él y por él la desmesura de lo divino todo en una rápida caída, ha inundado los
se convierta en medida, medida común, y sentidos, y cuando las aguas hubieron flui­
esta destrucción, esta desaparición en el do, los sentidos se hallaban debilitados y
seno de la palabra es lo que hace que ésta las facultades abatidas». «Eso es, dijo
hable, que sea el signo por excelencia. «Lo Sinclair. Escucharle hace pensar en la vehe­
que es sin palabras, en él se convierte en mencia del viento, parece poseído por una
palabra; lo que es general y permanece en ciencia profunda, y luego todo desaparece
la forma de lo inconsciente, en él toma la para él en la oscuridad, se derrumba».
forma de lo consciente y de lo concreto, Estos testimonios son hermosos e impor­
pero lo que se traduce en palabras es para él tantes, pero tal vez haya que preferir la
lo que no podría decirse ... » (Empédocles). palabra más sencilla, la del carpintero
Holderlin lo sabe: él mismo debe con­ Zimmer, en cuya casa vivió Holderlin en lo
(86) 476 Maurice Blanchot
COLABORACIONES

sucesivo: «A decir verdad, ya no está nada nas cuerdas), sin cesar, como si qUIsIera
loco, lo que se dice loco (conversación de hacer salir hasta la última brizna de su
Zimmer con G. Kühne, 1836). Duerme saber, siempre la misma melodía monóto­
bien, salvo cuando hace mucho calor: na. En esos momentos tengo que cepillar la
entonces, durante toda la noche, sube y madera con todas mis fuerzas para no
baja las escaleras. No hace daño a nadie. Se marearme. Por lo demás, otras veces toca
vale por sí mismo, se viste y se acuesta sin muy bien. Sólo que lo que nos molesta es el
ayuda. También sabe pensar, hablar, tocar golpeteo de sus uñas demasiado largas.
música y todo lo que hacía antes. Si se ha ¿Los títulos honoríficos (HOlderlin se apli­
vuelto loco, es a fuerza de ser sabio. Todos caba a sí mismo y aplicaba a los demás títu­
sus pensamientos están detenidos en un los ceremoniosos)? Es su manera de man­
punto en torno al cual gira y gira sin parar. tener a la gente a distancia, pues no hay que
Parece un vuelo de palomas dando vueltas confundirse, es de todas formas, un hombre
alrededor de una veleta, en el tejado. Si no libre, a quien no hay que pisar.)
puede aguantarse dentro de la casa, va al HOlderlin murió el 7 de junio de ]843.
jardín. Golpea el muro, recoge flores y Lotte Zimmer cuenta así su muerte: había
hierbas, hace ramos, luego los tira. Durante cogido un catarro. Por la noche tocó otra
todo el día, habla en voz alta, haciéndose vez el piano y fue a cenar con sus huéspe­
preguntas a las que contesta, y sus respues­ des. Se acostó, pero volvió a levantarse casi
tas son rara vez afirmativas. Hay en él un al momento y vino a decir a la joven que no
espíritu de negación muy fuerte. Cuando podía quedarse en la cama, de tanto miedo
está cansado de haber andado, se retira a su como tenía. Tomó otra vez un remedio que
habitación y declama en la ventana abierta, le había dado el médico, pero el miedo no
al vacío. No sabe cómo deshacerse de su dejaba de aumentar. «y he aquí que murió
gran saber. O bien, durante horas toca en su sosegadamente, por decirlo así, sin agonía».
piano (la princesa de Homburgo le había
regalado un piano del que había roto algu­ (Traducción de Julián Mateo Bal1orca)

** «La folie par excellence» apareció en Critique, 45, 1951, con motivo de la reedición en
Alemania del libro de K. Jaspers, Strindberg und Van Gogh. Versuch einer pathographischen
Analyse, unter vergleichender Heranziehung von Swedenborg und Holderlin, Bremen, J.
Storm, 1949 (Genio y locura. Ensayo de análisis patográfico comparativo sobre Strinberg, Van
Gogh, Swedenborg y Holderlin, Madrid, Aguilar. 1968\ tr. A. Caballero). El texto no ha sido
recogido por Maurice Blanchot en ninguna de las recopilaciones de artículos que constituyen.
de hecho, su imprescindible obra ensayística desde 1943 hasta hoy.

S-ar putea să vă placă și