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CANCIÓN DE AMOR

Fernando Tola de Habich

COMENCÉ A BUSCARTE

desde entonces comencé a buscarte


jamás una ciudad tuvo más esquinas

ILUSIONES

Ah cuántas ilusiones
tenía que encontrarte
pues de ti brotarían mis hijos
y de ti Ios mañanas
tendríamos una casa para amarnos
cotidianamente
para verte correr para mirarte
tenía que encontrarte
Ah semanas qué lentas caminan
Ah qué largo envejecer de los días
iríamos los dos a construir castillos
para poder amarnos a lo lejos
en silencio
a lo lejos
tenía que encontrarte para amarte
para mirarte tenía que encontrarte

YA TE AMO

pero yo ya te amo
desde lejos
ajenamente
escondiéndome detrás de tus espaldas
y tus ojos
caminando al aire libre entre la gente
lleno de santidad y pureza
solo
con ese deseo de estar contigo
algún día
cuando nuestros hijos aún sean jóvenes
y podamos contar historias
sobre la forma como nos fuimos conociendo
pero yo ya te amo
y me acerco a ti
silenciosamente
para poner mis ojos en tu cara
para poner mis manos
en los mismos momentos de los días
para poder ser felices

yo te amo
solitario
desde lejos

EL TIEMPO

tienes al tiempo en tus manos


las horas los días los amaneceres
en tus ojos
en tus piernas hermosas torneadas
y cuando sales a pasear
o lees
o te sientas a esperar
a que oscurezcan las tardes

LOS PAJARRACOS

todos los pajarracos de la soledad


se volaron entonces
de mis hombros
de mis bolsillos de mi cama
de mis libros negros de mis labios
de mis cigarrillos rumbo
de mi colcha roja
quién sabe de cuántos sitios más
volaron y nunca más volvieron
volaron volaron lejanamente a otro hombro de cualquier siglo futuro
porque me quedé contigo
(pajarracos resentidos)

MI CIUDAD LEJANA

yo te hablaba de mi ciudad lejana


de mi madre y mis hermanos
te hablaba de los juegos de mi infancia
de los bosques del mar de los geranios
te hablaba de mi primer dolor y mis muchachas
y tú me escuchabas cercana
pensando diciéndome que algún día también tú
recorrerías las playas y el campo
e irías a mi casa a sembrar un pino
que también verías a mis amigos y mis calles
y que serías feliz aunque recordases

ah cómo nos contábamos historias bellas


de ruiseñores mirlos y alegrías

yo también te hablaba
en las tristes tardes del domingo
de las cartas de mi madre
te hablaba de mi familia de mi ciudad lejana
te hablaba de mí de lo que haríamos
y estábamos juntos de la mano
y te veía formidable maravillosa compañera
una verdadera mujer para ser felices

CUANDO TÚ ESTÁS AUSENTE

en mis brazos la ciudad se duerme


cuando tú estás ausente
y sólo se escucha el zumbido lejano
de la distancia
y el llanto melancólico de los campanarios
meditando qué hacer
hasta que vuelvas otra vez
a murmurar tu voz junto a mis sueños
porque parece una broma triste
la soledad y la esperanza
y el caminar en otras calles
bajo la mirada y la sombra ajena de la gente
y todo entonces como una madre triste
que mide los días con las cartas
y los interminables recuerdos
mis libros y las paredes huyen
y solitario pienso como entonces
en las ciudades resplandecientes
que tú estarás mirando observando
y creo minuto tras minuto incansable que tú
estarás tal vez pensando regresar
para que todo vuelva a ser como antes
sumergidos en los brazos y las palabras

UN GRAN ELEFANTE VERDE

(yo tenía un gran elefante verde


que por las noches con su gran trompa
sus grandes patas su cola gigantesca
sus colmillos de marfil cortado
gritaba en mi ventana
por un pedazo de pan untado de naranja
que era lo que más le gustaba según decía
con su gran lengua que movía agitadamente
mientras yantaba de mi mano
y por las noches venía despacio
al principio como escondiéndose tras la noche
silenciosamente sin decir ningún muuuu
pero después gritaba y despertaba a mí
y a los vecinos que hacían sonar sus voces
quejándose de que en horas tardes los despertasen
interrumpiendo sus noches de amor y de descanso
sobre todo los sábados y vísperas de fiesta
pero el elefante verde no entendía
hasta que comía su gran pan con mermelada
de naranja
y después todos dormían plácidamente
y yo sobre mi colcha roja andina pensaba
en lo hermoso que sería salir a pasearnos
para siempre en un bosque donde los vecinos
no gritasen en la madrugada y nosotros solos
sin importarnos que el elefante quiera
un pan con mermelada de naranja)

EN PAZ SILENCIOSAMENTE

y en mi biblioteca estaba el extraordinario CAMUS


y todos los existencialistas con SARTRE a la cabeza
que leíamos en paz silenciosamente discutiéndolos
y asombrados decíamos “maravillosos geniales únicos”
y pensábamos que algún día yo escribiría un libro
y lo publicaría en una edición bonita
para enseñarle a la gente lo que pensaba
y dijesen “vaya miren lo que piensa”
pero en fin lo importante de esto de todo esto
era que nuestro amor ya estaba solidificándose
y nos entendíamos y compartíamos los mismos gustos
voluntariamente y por amor propio de ser mejores
y estábamos ya en lo mejor de nosotros mismos
y se sentía lo bueno en el aire
o simplemente haciéndonos señas por la ventana
imaginándonos esos ascéticos y santos medievales
vestidos de frac en una cueva sin agua
predestinados a ser inmensamente felices
en medio de esta bullanguera época de automóviles
pues nosotros éramos esos idealistas puros tristes
que queríamos hacer algo por el hombre en esta etapa
que se tambalea el mundo y las generaciones surgen
en medio del pasto y la alfalfa podrida de las ciudades
y nosotros y nadie más podría salvarlo gracias
a nuestros laboriosos estudios y a nuestro amor
ejemplar único e inacabable para siempre

JUNTOS

estábamos
sobre mi colcha roja andina
mirándonos cariñosamente silenciosamente
diciéndonos todo
con las cabezas sobre la almohada
juntos
con las manos desnudas
unidas para siempre
pensábamos

LOS CANGREJOS

y los cangrejos dicen que siempre


caminan para atrás sin mirar de frente solos
con una claridad como yo nunca había visto
aparecía la realidad y otra vez a sumergirse
en el cotidiano sufrimiento de las frustraciones
micropersonalizados por la inmensa manta roja
ni para atrás ni para adelante exhaustos
asombrados de algo que yo nunca había conocido
pequeño don juan de burdeles y abandonadas
impotente frente al amor que era lo principal
señalados por el gran dedo de la culpa injusta
amantes abandonados en las puertas del edén
con nuestras relaciones mentalmente disecadas
sin orgasmos ni reflejos siquiera para consolarnos
y no hay necesidad de los grandes conversadores
pues la realidad solamente era una que ella dulce
sensual orgánica gigante era buena conmigo
y yo me sentía culpable pero sin disculpas
desnudo en medio de la noche y el fracaso

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