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La inteligencia
Nuestra evolución como especie y como individuos ha requerido además de una gran
variedad de destrezas básicas y elementales que permiten a nuestro organismo vivir y
acomodarse a las circunstancias del medio. Estas destrezas exceden largamente las
capacidades racionales. En esta categoría de operaciones elementales para nuestro
organismo podemos incluir la capacidad para movilizar la sangre en la corriente
circulatoria, para equilibrar la temperatura y humedad del organismo, para regular los
procesos químicos de proteínas, lípidos y carbohidratos que nos nutren de energía, para
activar procesos de inmunización frente al ataque de gérmenes, para regular el
equilibrio y la deglución, etc. Este extenso conjunto de actividades automáticas, que nos
permite disfrutar de una “vida regulada”, se denomina homeostasis y representa el
“sistema operativo de base” de nuestro computador humano. La homeostasis permite al
conjunto cerebro-mente concentrarse en otro tipo de tareas “superiores”: perceptivas,
psicomotoras, lógicas, creativas, de comunicación, de cálculo, de especulación, etc.
En el caso del hombre las funciones inteligentes residen en su sistema nervioso cuya
arquitectura esta conformada por una compleja trama de redes nerviosas conectadas al
conjunto cerebro-mente. La neurobiología y en general las “ciencias cognitivas”
estudian desde diversos ángulos las maravillosas características de éste órgano que aun
no nos ha develado más que la superficie de su fantástica organización. En las últimas
décadas y gracias a la disponibilidad de nuevas tecnologías se produjo un fuerte avance
en el conocimiento del cerebro que nos ha abierto el camino a un mejor entendimiento
de la inteligencia. Sin embargo, aun tenemos un entendimiento no más que superficial
de las formas en que opera este sistema.
Es interesante observar que la inteligencia y los órganos que la sostienen son resultado
de una constante evolución fisiológica producida a lo largo de toda la historia de la
especie humana. Y esta evolución general común a toda la especie se continúa en cada
individuo con el desarrollo y maduración de sus capacidades intelectuales desde el
momento de su concepción y hasta su completa adultez.
La especie humana ha vivido un recorrido de algo más de 4 millones de años desde que
aparecieron los primeros ejemplares que pueden ser calificados como homínidos.
Durante este desarrollo se ha producido una evolución lineal y progresiva de la
encefalización (el desarrollo en tamaño, funcionalidad y complejidad del cerebro) que
ha sido acompañada por un paralelo desenvolvimiento de las habilidades individuales y
sociales del hombre necesarias para sobrevivir y prosperar. El desarrollo físico del
conjunto cerebro-mente y la maduración de la especie han marchado siempre juntos.
Como producto de esa marcha todos los individuos de nuestra especie hemos recibido
ciertas capacidades que son innatas y distintivas del ser humano. Son nuestra herencia
común. A esta experiencia evolutiva de la especie la denominamos filogénesis.
Las funciones intelectuales se reconocen por igual en los individuos como en las
organizaciones. Desde una perspectiva funcionalista las organizaciones son
construcciones sociales creadas y diseñadas por el hombre específicamente para superar
sus múltiples limitaciones -de fuerza, alcance, disponibilidad, tiempo, etc.- logrando de
esta manera proveerse de bienes y recursos que están más allá de su mera capacidad
individual. La capacidad que desarrollan las organizaciones para poder resolver los
objetivos para las que fueron creadas es lo que llamamos “inteligencia organizacional”.
Sobre la dualidad compuesta por la inteligencia humana –IH- y la inteligencia
organizacional –IO- desarrollaremos gran parte de este trabajo.
• Los recursos escasos. Los recursos son siempre escasos frente a las demandas
que son crecientes, múltiples e imprevistas. El dominio y defensa sobre los
recursos que disponemos y la capacidad de producirlos eficientemente son ejes
de nuestro desarrollo. La incertidumbre motoriza conductas de protección,
seguridad, previsión, defensa y atesoramiento de recursos. Estas demandas
constituyen las bases mismas de las construcciones jurídicas y políticas que
regulan las relaciones a nivel interpersonal, comunitario y estatal.
• La comunidad. No actuamos solos; para obtener mejor resultado de nuestros
esfuerzos nos organizamos en grupos y en comunidades. La vida social es una
condición inherente a nuestra existencia humana.
La forma en que las distintas comunidades han interpretado, elaborado y aplicado sus
ideas sobre el tiempo, la libertad, los recursos, la relación con el entorno, la jerarquía, el
poder, etc., constituye la esencia de cada cultura y ha sido el tema principal de las
distintas tradiciones mitológicas, filosóficas y religiosas. Particularmente en nuestra
tradición judeo-cristiana el tema ya es tratado como asunto central del Génesis. Veamos.
Es interesante ver que desde el inicio del Génesis hay una clara utilización de los
conceptos del lenguaje para la representación del conocimiento y la sabiduría. Dios es
nombrado en la Biblia como “el Verbo” o “la Palabra” como representación de su
esencia como la fuente del conocimiento pleno y de la verdad absoluta.
Rudiger Safranski, en su excelente libro “El Mal, o el Drama de la Libertad”, nos dice
que esta posibilidad provoca en “el seno del hombre el orgullo de querer ser el
fundamento de sí mismo”. El hombre no resiste la tentación de “crear su propio destino
para sí mismo”. Esta es la característica distintiva del hombre frente al resto de la
naturaleza: “el hombre es el único ser que busca su esencia y su destino”.... “a través del
conocimiento y de la voluntad libre”. Tiene conciencia de sí mismo.
Adan y Eva son expulsados por Dios del Paraíso y enfrentan la tarea de “completarse a
sí mismos” usando para ello “sus manos creadoras”. El hombre -y la mujer que “parirá
con dolor”- deben aceptar su destino a través del trabajo que se les impone como
consecuencia y castigo de su decisión de ser libres. En psicología la pérdida del estado
paradisíaco se relaciona con la pérdida de nuestra infancia, momento a partir del cual el
hombre pierde el amparo de la protección materno-paternal para enfrentar el mundo.
En la formulación del Génesis, así como en otras tradiciones antiguas, ya existen todos
los elementos que determinan el contenido, función y finalidad de la “inteligencia” para
el hombre. En el siglo XXI estas definiciones siguen plenamente vigentes, ahora
adaptadas a las condiciones particulares de la civilización de la “era del conocimiento”
que los hombres y organizaciones enfrentamos en nuestros días.
Esta compulsión por vivir es una constante en todos los seres vivos. Charles Darwin
expresó muy bien esta fuerza al escribir que: “en todo el reino animal y el vegetal, la
Naturaleza ha dispersado la simiente de la vida con mano generosa y profusa”. Esta idea
ya estaba formulada por Spinoza que sostenía que “los organismos se esfuerzan de
manera natural, por necesidad, para perseverar en su propio ser; este esfuerzo necesario
constituye su esencia real”. (pag 18, En busca de Spinoza)
Esta fuerza vital es la columna vertebral del proceso evolutivo. Su impulso domina la
génesis de todas las especies y entre ellas la del hombre. Ha merecido la atención de
filósofos, teólogos y naturalistas de todas las épocas que abordaron desde distintas
perspectivas el tema del origen, la evolución, la interacción del organismo con el medio,
los equilibrios de la naturaleza y las perturbaciones del equilibrio, la adaptación, la
especialización, la eficiencia orgánica, el crecimiento, la capacidad de los organismos
para autorregular su desenvolvimiento y el predominio de los mejor adaptados.
En estos estudios han convergido y convergen los esfuerzos de múltiples ciencias entre
las que destacan la biología, la sociología, la psicología, la economía, la filosofía, la
epistemología y las genéricamente denominadas neurociencias. Dieron origen a diversas
teorías y formulaciones entre las que destacan para nuestro estudio la Teoría General de
los Sistemas, la Teoría de la Complejidad y la Teoría de las Limitaciones que
abordaremos más adelante en este trabajo.