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TÍTULO

Acción política y discurso en Aristóteles

RESUMEN

En uno de los apartes introductorios a la Retórica afirma Aristóteles que la


retórica es como un esqueje de la dialéctica y de la política. El Estagirita,
en efecto, es claro al exponer cómo tanto la dialéctica como la retórica
tratan asuntos relativos a conocimientos comunes a todos, que, por lo
tanto, no pertenecen a ninguna ciencia determinada. Tratan además no de
lo verdadero sino de lo verosímil y lo plausible. De ahí su estrecha
relación. Pero, la pregunta que queda por resolver es la cuestión acerca de
lo que hace que la retórica sea “esqueje” de la política, pues si bien de
hecho la retórica trata casi exclusivamente asuntos políticos y jurídicos,
esto no es suficiente para calmar la inquietud que genera la siguiente
pregunta ¿qué es lo que hace que la política se relacione necesariamente
con la retórica? ¿Dónde está el vínculo interno? Este ensayo, trata, en este
sentido de adentrarse en los argumentos de la Política, con el fin de buscar
algunas luces que permitan comprender mejor este asunto desde la
materia o contenido de lo político mismo.

PALABRAS CLAVE

Aristóteles, retórica, política, persuasión, educación.

ABSTRACT

In the introduction to Rhetoric Aristotle states that the rhetoric can be


considered the cutting of the dialectic and the politics. In fact, he is clear to
point out how the dialectic as well as the rhetoric are about the knowledge
that is common to all matters and therefore don’t belong to a specific
science. Besides this, they have another thing in common namely: they are
about the believable or plausible. In this sense they are both close related
to each other. But the question remaining to be solve has to do with the
rhetoric being the cutting of politics. Indeed, in spite of the fact that the
rhetoric is almost exclusively about political and legal issues it is still to
answer what makes the rhetoric and politics being necessarily related to
each other? Where is the intern tie between both of them? That is why this
assay tries to go deep inside the arguments of Politics in order to look for
some light that allows a better understanding of this relation taking into
account the subject and the content of the political itself.
2

KEY WORDS

Aristotle, rhetoric, politics, persuasion, education.

Alonso Silva Rojas


Magister en filosofía y PhD en Ciencias Sociales, Universidad de Tübingen,
Alemania. Profesor asociado, adscrito a la Escuela de Filosofía,
Universidad Industrial de Santander.
3

ACCIÓN POLÍTICA Y DISCURSO EN ARISTÓTELES

Alonso Silva Rojas


Profesor Escuela de Filosofía
Universidad Industrial de Santander

En uno de los apartes introductorios a la Retórica afirma Aristóteles que


“(…) acontece a la retórica ser como un esqueje de la dialéctica y de aquel
saber práctico sobre los caracteres al que es justo denominar política” 1.
Para el Estagirita, en efecto, tanto la dialéctica como la retórica tratan
asuntos relativos a conocimientos comunes a todos, que, por lo tanto, no
pertenecen a ninguna ciencia determinada. Tratan además no de lo
verdadero sino de lo verosímil y lo plausible 2. De ahí que el filósofo señale
como objeto de los Tópicos “(…) encontrar un método a partir del cual
podamos razonar sobre todo problema que se nos proponga, a partir de
cosas plausibles, y gracias al cual, si nosotros mismos sostenemos un
enunciado no digamos nada que le sea contrario” 3. De ahí, la estrecha
relación entre la retórica y la dialéctica. La Retórica se diferencia, sin
embargo de la dialéctica en el hecho de que tiene como objeto la
teorización de lo que es adecuado en cada caso para persuadir mediante
pruebas que se pueden obtener mediante el discurso. Estas pruebas
residen o bien en el talante del que habla o en la capacidad de predisponer
al oyente de alguna manera o en el discurso mismo, gracias a lo que éste
demuestra o parece demostrar4.

Pero si bien esta íntima relación de la retórica con la dialéctica salta a la


vista, surge la cuestión acerca de lo que hace que la retórica sea “esqueje”
de la política, pues si bien de hecho la Retórica trata casi exclusivamente
asuntos políticos y jurídicos, esto no es suficiente para calmar la inquietud
que genera la siguiente pregunta ¿qué es lo que hace que la política se
relacione necesariamente con la retórica? ¿Dónde está el vínculo interno?
Es por ello que este trabajo tratará de adentrarse en los argumentos de la
Política, con el fin de buscar algunas luces que iluminen este asunto,
desde la materia o contenido de lo político mismo.

I.

1
ARISTÓTELES. Retórica. (I, 1356a 25). Madrid: Gredos, 1999. Traducción de Quintín
Racionero, p. 179. Las demás citas de la Retórica se harán con base en esta traducción.
2

3
ARISTÓTELES. Tópicos ( 100a 20). En: ARISTÓTELES. Tratados de lógica (Órganon) I.
Madrid: Gredos, 1988, p. 89.
4
Cfr.: ARISTÓTELES. Retórica. (I, 1356a 25), p. 175
4

Ya en la Ética a Nicómaco Aristóteles afirma la relación de la política con la


dialéctica y la retórica en el sentido antes señalado. En efecto señala, cómo
el bien del individuo es idéntico al bien de la ciudad, de ahí que la política
abarcaque también la ética. Por eso el tratado de ética es un tratado de
política. Ahora bien, en este sentido, dice, será suficiente que su
investigación trate con claridad en torno a la materia propuesta, ya que lo
bello y lo justo, al cual se refiere la ciencia política, presentan tal
divergencia y posibilidad de error que parecen ser sólo en virtud de la ley y
no por naturaleza. Por lo tanto, a quienes hablan de estos asuntos no se
les puede exigir sino que muestren la verdad de manera meramente
aproximativa y sumaria, pues de estas características es el asunto a tratar.
Y, como no se puede exigir al hombre culto sino tanta exactitud como lo
permite la naturaleza de su argumento, sería igualmente inútil pedirle a
un matemático que sea persuasivo como exigir a un orador
demostraciones. Finalmente, aduce Aristóteles, como el objetivo de la
política no es una teoría sino la acción, el conocimiento de sus “verdades”
no le sirven a quien vive según las pasiones y es intemperante, por el
contrario, sólo a quienes regulan sus deseos y sus acciones racionalmente,
este tipo de conocimiento les es placentero 5.

Ahora bien, en su estructura epistemológica nuclear, el análisis de la


naturaleza humana ofrecido por Aristóteles se sitúa, en una perspectiva
teleológica, de consideración de fines, estableciendo que a pesar de los
diferentes fines que los seres humanos persiguen individualmente, existe
uno al cual todos tienden naturalmente, esto es: la felicidad (eudaimonía).
Pero precisamente aquí comienza la dificultad, pues la experiencia
muestra de forma evidente que no existe consenso acerca de cómo
conseguirla y acerca del bien o bienes adecuados para promoverla.

Como en el caso de la ética, la idea de naturaleza humana y finalidad


establecen el marco teórico de su reflexión acerca de la política. En efecto,
Aristóteles considera que el ser humano es por naturaleza un animal
político, esto es, un ser que naturalmente vive en comunidad. El Estado
constituye la actualización del desarrollo natural de esta naturaleza social
del hombre, y se define por el fin al cual está destinado y sirve, esto es,
asegurar la vida buena de los ciudadanos. Esta vida buena, consiste a su
vez fundamentalmente en el pleno desarrollo de las actividades moral e
intelectual del hombre. “La comunidad perfecta de varias aldeas es la
ciudad, que tiene ya, por así decirlo, el nivel más alto de autosuficiencia,
que nació a causa de las necesidades de la vida, pero subsiste para el vivir
bien”6. Si la ciudad es el fin de la naturaleza humana, y el fin es anterior a
las partes, la ciudad es anterior a la familia y a la aldea y al individuo. Es
5
Cfr.: ARISTOTELE. Opere: Etica Nicomachea (I, 1094b 10 - 1095a 15). Roma-Bari,
Editori Laterza, 1985, p. 4-6. Traducción del italiano propia.
5

por ello que en últimas de la organización de la ciudad depende también la


bondad del hombre, pues este sólo se realiza en la polis. De ahí que sin
ciudad no hay buenos seres humanos: “destruido el todo ya no habrá ni
pie ni mano (...)”7. Así adquiere sentido también la necesidad de que la
ciudad eduque a las mujeres y a los niños en la virtud, pues: “(…) la virtud
de la parte debe examinarse en relación con la virtud del todo 8”. Teniendo
esto como premisa Aristóteles plantea, finalmente, que quien gobierna
debe ser una persona con el máximo nivel de virtud, pues su
responsabilidad y función es determinante. Por lo tanto, “(…) el que manda
debe poseer perfecta la virtud ética”9.

A partir de estos supuestos generales, de estos principios, Aristóteles


elaborará una crítica a las ideas políticas de sus antecesores y de la
realidad político administrativa de su tiempo a la vez que irá elaborando su
propia concepción de ciudad ideal, basado, precisamente en la
contrastación práctico-teórica y empírica de su teoría, mostrando las
deficiencias de lo pensado y existente y la necesidad de su propuesta. Es
significativo, entonces el comienzo del segundo libro de la Política en donde
afirma que, “Puesto que nos proponemos considerar, respecto de la
comunidad política, cuál es la más firme de todas para los que son
capaces de vivir lo más conforme a sus deseos, hay que examinar también
las otras formas de gobierno, tanto las que usan algunas ciudades que
tienen fama de tener buen gobierno, como otras propuestas por algunos
teóricos y parecen estar bien, para ver lo que tengan de recto y útil, y
además para que el buscar algo distinto de ellas no parezca querer
dárselas de sabio, sino que se vea que aplicamos este método por esto: por
no ser buenas las que actualmente existen” 10. La aplicación de una doble
crítica, conceptual y empírica, aplicada por Aristóteles en su
argumentación aparece por ejemplo con claridad cuando el estagirita
comenta la constitución de los lacedemonios, pues por una parte afirmará
que los errores de tipo teórico que en ella se cometen son comprensibles
pero censurables en cuanto que en la Política no se trata de disculpar o no,
sino de encontrar lo que está bien y lo que no lo está. Por otra parte
también critica esta constitución desde un punto de vista meramente
material, en el sentido de que “los hechos mismos han mostrado con
evidencia lo mala que era esa legislación”11.

6
ARISTÓTELES. Política (1252b 8). Madrid: Gredos, 1988, p. 49. Todas las demás citas de
la política serán tomadas de esta traducción de Manuela García Valdés.
7
ARISTÓTELES. Política (1253a 13), p. 51-52.
8
ARISTÓTELES. Política (1260b 15), p. 84.
9
ARISTÓTELES. Política (I, 1260a 8), p. 82.
10
ARISTÓTELES. Política (II, 1260b 1), pp. 87-88.
11
ARISTÓTELES. Política (II, 1270a 16), p. 127.
6

II

Así, entonces, de la crítica a las ideas de los sabios acerca de la ciudad


ideal y de las constituciones más prestigiosas y aceptadas como buenas
por la mayoría Aristóteles va elaborando a partir de los principios teóricos
unas veces y de consideraciones prácticas otras, lo elementos
fundamentales de su teoría. Entre los elementos esenciales recabados en
los libros I, II y III y formulados explícitamente en el libro VII de la política
que muestran el talante dialéctico y retórico del discurso de Aristóteles en
relación a los asuntos prácticos pueden señalarse los siguientes:

1. Es el legislador el que tiene que organizar y realizar todo de tal manera


que la polis funcione con miras a la realización de los principios éticos y
políticos del bien común, pero, teniendo en cuenta la realidad y las
necesidades de las personas que viven en un determinado territorio. Las
leyes deben adaptarse, entonces, a los contextos humanos, culturales,
religiosos, geográficos, económicos, etc., con el fin de que efectivamente
conduzcan a la conservación de la vida y a la realización del ideal de una
vida buena. En este sentido afirma Aristóteles, por ejemplo, que en una
ciudad no se debe disponer sólo lo que es bueno para el gobierno interior
sino que se debe también considerar las relaciones con los vecinos y con
todos los extranjeros, para lo cual debe partirse de la situación geopolítica
de la ciudad y las características culturales y económicas que imperen en
un momento determinado. De ahí que las leyes deben ser capaces de
adaptarse a las nuevas circunstancias materiales que así lo exijan,
debiendo ser flexibles a nuevas realidades. Sin embargo, los cambios no
deben ser demasiado frecuentes ni excesivamente profundos, pues “(…) la
ley no tiene ninguna otra fuerza más que hacerse obedecer, a no ser la
costumbre, y eso no se produce sino con el paso de mucho tiempo, de
modo que el cambiar fácilmente de las leyes existentes a otras nuevas
debilita la fuerza de la ley”12.

2. La ciudad es por naturaleza una cierta pluralidad, por lo tanto no debe


perseguirse una excesiva unidad. Eso significaría revertir la ciudad a
pueblo, de pueblo a casa y de casa a individuo. Pero como ya se ha dicho
que el todo es anterior a la parte, la ciudad es más perfecta que el
individuo y por lo tanto no puede quererse reducir lo más perfecto en los
menos perfecto. Además, la ciudad es más autosuficiente que el individuo,
la casa y el pueblo, por lo tanto es preferible la pluralidad de la ciudad a la
mayor unidad de las otras formas de comunidad y a la individualidad.

12
ARISTÓTELES. Política (II, 1269a 24), p. 122.
7

3. Es preferible que uno sólo gobierne, si es posible, pero cuando no,


siendo los ciudadanos libres e iguales por naturaleza, lo mejor es la
alternancia y participación de los individuos libres e iguales en el poder.
Esto está ligado también a la idea según la cual “(…) los que son capaces
de gobernar mejor, esos deben hacerlo. Y sería mejor que, aunque el
legislador hubiera dejado a un lado la abundancia de las clases superiores,
se hubiese cuidado del ocio de los gobernantes” 13. De esta manera, “(…)
desde un principio una de las cosas más necesarias es procurar que los
mejores puedan tener tiempo libre y no caigan en ignominia, no sólo en el
ejercicio de su cargo, sino tampoco como particulares” 14. No se debe sin
embargo estimar más la riqueza que la virtud, pues esto hace a la ciudad
entera codiciosa.

4. Sería bueno que todos tuvieran todo en común (cosas, mujeres y niños),
pero esto no es posible y no conduce en absoluto a la concordia. De igual
manera lo que es común a un número muy grande de personas obtiene el
mínimo de cuidado. Además, con este tipo de comunidad se eliminarían
las causas principales que hacen que los hombres tengan entre sí interés y
afecto, esto es la pertenencia y la estimación que sientan el uno por el otro,
lo cual perjudicaría la ciudad. Finalmente, habría gran confusión acerca
del modo como una comunidad tal debería hacerse.

5. En cuanto a la propiedad afirmará Aristóteles que tampoco es práctico


que sea de todos en común por las mismas razones antes expuestas, más
bien la propiedad debe ser en cierto modo común y, pero en general
privada, pues cuando los intereses están divididos no se ocasionarán
acusaciones recíprocas y se producirá más. Ahora bien, es necesario que
las relaciones de propiedad estén bien administradas por el Estado y se
rijan por el principio de amistad y de virtud. Así, cada ciudadano pone
unos bienes al servicio de los amigos y se sirve de otros comunes. La
amistad juega así un papel fundamental en la estructuración de la acción
política. Además, a este respecto Aristóteles afirma un principio de
realidad de la vida, podría ser crucial en la comprensión de su estructura
argumentativa, esto es, el principio del placer. Afirma el Estagirita: “(…)
desde el punto de vista del placer, es indecible cuánto importa considerar
algo como propio. Pues no en vano cada uno se tiene amor a sí mismo, y
ello es un sentimiento natural” 15, y la naturaleza no hace nada en vano. De
igual manera, una de las cosas más bellas para el hombre es hacerle
favores a los amigos y huéspedes lo cual no sería posible sino existiera la
propiedad privada. Se debe buscar, entonces, un punto de equilibrio entre
lo público y lo privado, pues sin lo público la comunidad se vería privada
13
ARISTÓTELES. Política (II, 1273b 12), p. 142.
14
ARISTÓTELES. Política (II, 1273a 10), p. 113
15
ARISTÓTELES. Política (II, 1263a 8), p. 98.
8

de muchos bienes. De esta manera, el problema de la República de Platón


está en la incorrección de su hipótesis, pues como se ha visto, para
Aristóteles, “(…) la casa y la ciudad deben ser unitarias en cierto sentido,
pero no totalmente”16.

6. La ciudad, siendo una multiplicidad “(…) hay que hacerla una y común
mediante la educación”17. Quien se dispone a introducir la educación y
cree que mediante ella la ciudad llegará a ser digna, debe enderezarla
mediante las costumbres, la filosofía y las leyes 18. Y, en este sentido, existe
una íntima relación entre educación e igualdad en la propiedad de los
ciudadanos, pues “(…) es más necesario igualar las ambiciones que la
propiedad, y eso no es posible si no se da por medio de las leyes una
educación suficiente”19. Sin embargo, en la misma perspectiva práctica
afirmará Aristóteles que es necesario determinar de qué educación se está
hablando, pues podría ocurrir que ella formara no hombres virtuosos sino
individuos predispuestos a ser ambiciosos de riquezas u honores. En este
mismo sentido, la formación impartida por la educación es necesaria en
cuanto ayuda a corregir los excesos a que están inclinados los hombres.
De ahí que la igualdad económica, social y política sola no baste sino que
debe ir acompañada por una actitud virtuosa de los hombres, cosa que
debe ser inculcada por la educación. De hecho, afirma Aristóteles que los
hombres “(…) no sólo delinquen por las cosas necesarias (…) sino también
para gozar y saciar los deseos [y aún] (…) Los mayores delitos se cometen a
causa de los excesos y no por las cosas necesarias” 20. Para su estabilidad
la ciudad debe, por lo tanto, crear condiciones en las cuales los pobres
tengan una propiedad pequeña y una ocupación y los ricos tengan
templanza. El que la templanza sea fundamental lo prueba Aristóteles con
el siguiente ejemplo: “(..) los hombres no se hacen tiranos para no pasar
frío”21. En este sentido establecerá también Aristóteles un principio
fundamental de legitimidad del orden de la polis, pues según sus palabras
“si un gobierno pretende sostenerse, es necesario que todas las partes de
la ciudad quieran que exista y que permanezca”22.

III

En armonía con lo expuesto hasta aquí, la lectura detenida de la Política


muestra cómo Aristóteles trata de sacar todas las consecuencias lógicas de

16
ARISTÓTELES. Política (II, 1263b 14), p. 99.
17
ARISTÓTELES. Política (II, 1263b 15), p. 99.
18
ARISTÓTELES. Política (II, 1263b 15), p. 99.
19
ARISTÓTELES. Política (II,1266b 8-9), p. 112.
20
ARISTÓTELES. Política (II, 1267a 11-13), p. 113.
21
ARISTÓTELES. Política (II, 1267a 13), p. 113.
22
ARISTÓTELES. Política (II, 1270b 22), p. 129.
9

tipo teórico-práctico y empíricas que se desprenden de sus premisas o


hipótesis (naturalmente sus hipótesis deben verse también dentro del
contexto científico y cultural de su época). De ahí la importancia de
comprender el sentido primordial de la premisa general de la filosofía
aristotélica según la cual el ser se dice de diferentes maneras o sentidos.
Pues precisamente cada afirmación debe ser pasada por el cedazo de la
crítica lógica, dialéctica y empírica, de lo contrario se pierde en su
verdadero significado. De ahí la importancia de los trabajos realizados en
las obras que componen el Órganon, pues una proposición o un
argumento deben ser examinados en muchos aspectos, pues de lo
contrario se corre el peligro de asentir o negar algo de forma errónea. Se
debe analizar por ejemplo: a) El sentido mismo de la proposición:
¿significan los nombres y los verbos que ahí se utilizan lo mismo para
todos los interlocutores o cosas distintas? ¿Si se utilizan dos o más
nombres o verbos en un argumento, significan lo mismo o se están
utilizando homónimos? ¿Qué significa la frase o el argumento en
realidad?; b) Las circunstancias de modo, tiempo, lugar dentro de las
cuales algo afirmado tiene sentido concreto. Así su crítica a la República de
Platón adquiere sentido: “De hecho, en la República, Sócrates sobre pocas
cosas ha dado precisiones completas: sobre cómo se debe establecer la
comunidad de mujeres e hijos, la propiedad y la ordenación del régimen
político”23. Esto hace también posible que cuando se realice alguna
propuesta se consideren también las condiciones de posibilidad de su
realización, pues de lo contrario cualquier cosa podría ser válida aunque
fuera imposible de realizar. Teniendo en cuenta esto las palabras de
Aristóteles son también muy claras con relación a las ideas expresadas por
Platón en la República y las Leyes: “Las hipótesis deben ser a voluntad,
pero no deben ser nada imposible” 24. Así, las hipótesis deben fijar la
extensión a que se aplica lo que se dice, y se debe precisar con exactitud lo
que se propone. También se deben establecer distinciones y divisiones en
las apreciaciones generales, pues de lo contrario difícilmente se puede
establecer el sentido real de lo que se afirma. Todo esto está en íntima
relación Tópicos, en donde se establecen las clases de predicaciones en las
que se dan lo propio, la definición, el género y el accidente, a saber: qué es,
cuanto, cual, respecto a algo, dónde, en algún momento, hallarse situado,
estar, hacer, padecer. En efecto, según el Estagirita, todas estas categorías
deberían ser tenidas en cuenta a la hora de analizar el grado de verdad de
una proposición dialéctica, esto es, plausible. De ahí que Aristóteles
aplique en sus reflexiones políticas los instrumentos de la dialéctica que
como se señaló anteriormente tienen como finalidad analizar las
proposiciones, distinguir de cuántas maneras se dice cada cosa, encontrar

23
ARISTÓTELES. Política (II, 1264b 30), p. 103.
24
ARISTÓTELES. Política (II, 1265a 7), p. 104.
10

las diferencias y observar lo semejante25. También en Sobre las


refutaciones sofísticas encontramos parte de este arte de argumentar que
en el caso concreto de las refutaciones persiguen cinco fines: la refutación,
la falsedad, la paradoja, la incorrección y el hacer que el interlocutor
parlotee vanamente26.

Es, sin embargo, en el libro III de la Política en donde es posible mostrar


claramente el vínculo interno entre retórica y política. Aristóteles comienza
preguntándose qué es la ciudad (el Estado) y responde que para saberlo se
debe preguntar primero qué es el ciudadano sin más. A esta cuestión
responde a su vez afirmando que, “un ciudadano sin más por ningún otro
rasgo se define mejor que por participar en las funciones judiciales y en el
gobierno”27. Habiendo resuelto este problema, resolverá también la
pregunta acerca de qué es la ciudad en el mismo sentido, así: “(…) a quien
tiene la posibilidad de participar en la función deliberativa o judicial, a ese
llamamos ciudadano de esa ciudad; y llamamos ciudad, por decirlo
brevemente, el conjunto de tales ciudadanos suficiente para vivir con
autarquía”28. No obstante, en un posterior acercamiento a este problema
Aristóteles establecerá que la ciudad es una cierta comunidad de
ciudadanos en un régimen, por lo que ella debe atender principalmente a
su régimen. Y, puesto que en los diferentes regímenes unos gobiernan y
otros son gobernados y no todos los individuos son ciudadanos, los
ciudadanos cambian también en relación al régimen de la ciudad. Con el
objeto entonces de elucidar este asunto más claramente, Aristóteles
analiza, qué es un régimen y cuántos tipos de regímenes existen. En
efecto, el régimen es definido como “(…) una ordenación de las diversas
magistraturas de la ciudad y especialmente de la que tiene el poder del
soberano. Y en todas partes es soberano el gobierno de la ciudad, y ese
gobierno es el régimen”29. Ahora bien, existen seis regímenes, tres de los
cuales son rectos pues persiguen el bien común (monarquía, aristocracia y
república) y tres son desviaciones de estos últimos ya que buscan el bien
personal de los gobernantes (tiranía, oligarquía y democracia).

Sin embargo, el Estagirita subrayará frecuentemente que


independientemente del tipo de régimen que impere en la realidad, la
comunidad política existe por naturaleza con el fin de las buenas acciones,
es decir de la vida buena, y no sólo de la convivencia para la subsistencia.

25
Cfr.: ARISTÓTELES. Tópicos (I, 103b – 108b), pp. 101-121.
26
Cfr.: ARISTÓTELES. Sobre las refutaciones sofísticas (3, 165b 15). En: ARISTÓTELES.
Tratados de lógica (Órganon) I. Madrid: Gredos, 1988, p. 312.
27
ARISTÓTELES. Política (III, 1275a 6), p. 153.
28
ARISTÓTELES. Política (III, 1275b 12), pp. 155-156..
29
ARISTÓTELES. Política (III, 1278b 10), p. 168.
11

Ahora bien, de las discusión sobre los regímenes surgen las siguientes
preguntas fundamentales, a saber: ¿quién debe gobernar y sobre qué
asuntos? La respuesta de Aristóteles es que si la ciudad existe con vista a
buenas acciones, quien deba gobernar debe ser el más virtuoso o la
minoría más virtuosa o la mayoría de ciudadanos quienes si bien
individualmente son inferiores en virtud y sabiduría con respecto a los
más virtuosos y sabios, tomados juntos como una unidad los superarían.

De todas maneras, y esto parece muy importante para nuestro caso, la


pregunta que debe ser respondida es la siguiente: sobre qué materias
deben tener poder (soberanía) los hombres libres y la masa de los
ciudadanos, esto es, los no ricos ni excepcionalmente virtuosos. La
solución dada por Aristóteles muestra claramente el vínculo de la Política
con la Retórica, pues afirma que aunque la participación de la masa de los
ciudadanos en las magistraturas supremas no deja de ser arriesgada, pues
a causa de su injusticia e insensatez pueden cometer unas veces
injusticias y otras veces errores; no darles acceso ni participación en ellas
es temible, pues cuando son muchos los privados de honores y pobres,
forzosamente esa ciudad está llena de enemigos. De ahí que deban poder
participar en las funciones deliberativas y judiciales pues todos
reunidos, tienen suficiente sentido y, mezclados con los mejores, son útiles
a las ciudades aunque cada uno por separado sea imperfecto para juzgar.
Que no es incorrecto que la gente del común tenga la capacidad elegir a los
altos magistrados y exigir que rindan cuenta de su gestión puede
mostrarse según Aristóteles tomando como ejemplo que no sólo el que ha
construido una casa puede juzgar sobre ella, pues lo hace incluso mejor el
que la usa; de igual manera sobre un banquete juzga mejor el invitado que
el cocinero30.

De esta forma, si el pueblo participa tanto en el tribunal como en las


instancias asesoras o en la plaza pública y sus opiniones y decisiones
deben ser tenidas en cuenta, y la ciudad tiende hacia la virtud, el
legislador, el juez y el gobernante deben ser capaces de persuadir a la
masa de que sus acciones están bien intencionadas, de que sus decisiones
fueron inteligentemente tomadas y de que merecen su respaldo y apoyo,
pues de lo contrario cualquiera de los regímenes tarde o temprano
sucumbiría al caos y sublevación de los súbditos. Ahora bien, si el pueblo
tiene la potestad de pertenecer a órganos deliberativos y judiciales y elige
algunos magistrados, juega un papel activo en asuntos que involucran los
tres géneros de discurso retórico: el judicial y deliberativo como alguien
que juzga y el epidíctico como espectador. De ahí, entonces, la importancia
de la retórica para Aristóteles, pues, además, aunque por naturaleza la

30
ARISTÓTELES. Política (III, 1281b – 1282b), pp. 182-185.
12

verdad y la justicia son más fuertes que sus contrarios, si los juicios no se
establecen como se debe pueden ser vencidos. De igual forma, algunas
gentes no logran ser persuadidas por medio de argumentos científicos, de
ahí que en la controversia ante el pueblo se necesitan pruebas por
persuasión y racionamientos que se compongan por medio de nociones
comunes31.

IV

Por otra parte, si la ciudad tiene como fin último la vida según la virtud y
la mayoría de los hombres se inclinan por la riqueza, los honores y los
placeres, la ciudad debe establecer toda una estrategia educativa que no
puede basarse solamente en conocimientos, pues como al inicio se
establecía, al hablar de la Ética Nicomaquea, al intemperante y a quien
vive según el dictamen de las pasiones, de nada le sirven los
conocimientos éticos. Esta estrategia debe servirse entonces de la Retórica,
pues ella tiene como objetivo la persuasión a través de la moción del
público a la acción, teniendo en cuenta tanto su razón como sus
sentimientos y pasiones. Y esta educación para la ciudadanía es de
esencial importancia pues, en muchos lugares de la Política se hace
explícita una cierta potencia natural del hombre hacia la maldad. Algunos
afirmaciones de Aristóteles tomadas de la Política son: “(…) el hombre está
naturalmente provisto de armas al servicio de la sensatez y de la virtud,
pero puede utilizarlas para las cosas más opuestas. Por eso, sin virtud, es
el ser más impío y feroz y el peor en su lascivia y voracidad” 32. De igual
forma, “(…) la convivencia y la comunidad en todas las cosas humanas es
difícil (..)”33. Este es el caso por ejemplo de los que viajan juntos, entre los
que con mucha frecuencia surgen diferencias por cosas menudas y de
poca importancia. También va a afirmar Aristóteles que “(…) la ambición
de los hombres es insaciable (…) siempre necesitan más, hasta el infinito,
porque la naturaleza del deseo no conoce límites, y la mayor parte de los
hombres viven para colmarla”34. En otro lugar afirmará también que “(…)
la mayoría de los delitos voluntarios ocurren sin duda a causa de la
ambición y de la avaricia de los hombres” 35. De esta manera, la ciudad
debe procurar en el pueblo el amor hacia la virtud y la vida buena, y este
amor, según Aristóteles no se logra sólo a través de la razón sino también
en gran medida a través del corazón, pues “(..) es el corazón [el] que
produce la amabilidad, pues él es la facultad del alma por la que

31
Cfr.: ARISTÓTELES. Retórica. (I, 1355a 20-30), p. 169-170.
32
ARISTÓTELES. Política (I, 1253a 16), p. 52.
33
ARISTÓTELES. Política (II, 1263a 3-4), p. 96.
34
ARISTÓTELES. Política (II, 1267b 18), p. 115.
35
ARISTÓTELES. Política (II, 1271a 28), p. 130.
13

amamos”36. No en vano dedica Aristóteles gran parte del libro VII de la


Política y todo el libro VIII a la educación, la cual en resumen debería
considerar tres factores: la naturaleza, el hábito y la razón, pues gracias a
ellos los hombres llegan a ser buenos y dignos 37.

Desde otro punto de vista, conocer y saber utilizar el arte de la retórica es


fundamental para el gobernante y para los ciudadanos, pues, según
Aristóteles “(…) siempre que alguien sea superior en virtud y en capacidad
para realizar las mejores acciones, a ese es noble seguirle y justo
obedecerle. Pero debe poseer no sólo virtud, sino capacidad que le haga
apto para la acción”38. Esta capacidad de acción tiene que ver tanto con el
carácter real del gobernante como de su relación con los gobernados y su
capacidad técnica instrumental. Es por ello que debe manejar todos los
temas relacionados con la deliberación que son de vital importancia para
la ciudad como la adquisición de recursos, la guerra y la paz, la defensa
del territorio, la importaciones y las exportaciones y la legislación. La
deliberación tiene, también como finalidad la felicidad, esto supone, por
tanto que el gobernante conozca y sepa utilizar su conocimiento acerca de
lo que los individuos consideran que es la felicidad, como la nobleza, los
muchos y fieles amigos, la riqueza, la bondad y abundancia de hijos y la
buena vejez; también la salud, la belleza, la fuerza, el porte y la capacidad
para la competición; asimismo la fama, el honor, la buena suerte y la
virtud. También debe conocer las causas por las cuales los seres humanos
actúan: por azar, por naturaleza, por fuerza, por hábito, por cálculo
racional, por apetito irascible o por deseo pasional. De igual manera, debe
tener conocimiento acerca de pasiones como la ira, la calma, el amor y el
odio, el temor y la confianza, la vergüenza y la desvergüenza, el favor, la
compasión, la indignación, la envidia y la emulación pues ellas son causa
de que los hombres se hagan volubles y cambien en sus juicios, pues de
ellas se siguen pesar y placer. Debe saber también qué caracteres se dan
en relación con la juventud, la madurez y la vejez. Y, finalmente, debe
cuidar la expresión, pues, afirma el Estagirita “(…) no basta con saber lo
que hay que decir, sino también es necesario decirlo como se debe” 39.
Acerca de cada uno de estos asuntos se deben conocer los lugares
comunes y las estrategias formal argumentativas que permiten al orador
persuadir al auditorio. Esta tarea no es por lo tanto ni fácil ni de poca
importancia, debe por el contrario ser tomada muy en serio, pues en
últimas de su buen uso depende el éxito de la comunidad en la búsqueda
de la felicidad.

36
ARISTÓTELES. Política (VII, 1328a 4), pp. 418-419.
37
Cfr.: ARISTÓTELES. Política (VII, 1332a 11), p. 435.
38
ARISTÓTELES. Política (VII, 1325b 7), p. 408.
39
ARISTÓTELES. Retórica. (III, 1403b 15), p. 479.
14

De ahí que la retórica, lo mismo que la dialéctica y las formas refutación


sofísticas deban ser aprendidas y estudiadas por los ciudadanos y los
gobernantes, pues ellas son esenciales para la ciudad y para el logro de los
fines de la vida buena y feliz. Se entiende, entonces, porqué para
Aristóteles estas artes en sí no deben ser menospreciadas o descuidadas.

De hecho, lo que las ha hecho perjudicial es su uso con fines no propios de


la virtud y el buen vivir. pues “(…) lo propio de este arte es reconocer lo
convincente y lo que parece ser convincente, del mismo modo que
‹corresponde› a la dialéctica reconocer el silogismo y el silogismo aparente
(…) la sofística no ‹reside› en la facultad, sino en la intención” 40. Tan
importante son estas artes para el Estagirita que llega incluso a criticar
severamente a los sofistas por haber enseñado erróneamente las técnicas y
estrategias argumentativas sofísticas, pues el aprendizaje consistía
simplemente en la memorización de enunciados retóricos o interrogativos
en lo que se creía que acostumbraban a caer la mayoría de los
argumentos. Por ello “(..) la enseñanza, para los que aprendían de ellos,
era rápida, pero sin técnica: pues dando, no la técnica, sino lo que se
deriva de la técnica, creían estar educando, como si uno declarando que va
a trasmitir el conocimiento de cómo no hacerse daño en los pies, no
enseñara, ni la técnica de hacer zapatos, ni de dónde procurárselos, sino
que diera muchos tipos de calzados de todas clases (…)”41.

Queda entonces clara la interna, profunda e íntima relación entre retórica


y política en el sentido de constituir una condición de posibilidad del logro
de los objetivos políticos de un estado y una sociedad en general. De ahí
que tanto los gobernantes como los ciudadanos deban conocer esta techné,
en cuanto hace posible la persuasión y con ello también la vida buena en
la polis.

Referencias

ARISTÓTELES. Retórica. Madrid: Gredos, 1999.


ARISTÓTELES. Tópicos. En: ARISTÓTELES. Tratados de lógica (Órganon)
I. Madrid: Gredos, 1988.
ARISTOTELE. Opere: Etica Nicomachea. Roma-Bari, Editori Laterza, 1985.
ARISTÓTELES. Política. Madrid: Gredos, 1988.

40
ARISTÓTELES. Retórica. (I, 1355b 25), p. 173.
41
ARISTÓTELES. Sobre las refutaciones sofísticas (34, 184a), p. 382.

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